always hate me {novela colectiva}

Capitulo 2

Los pasillos pasan frente a mi tan rápido o tan lento que no los noto. O simplemente los ignoro. Las personas que voy dejando atrás con estos no se fijan en mi el tiempo suficiente para notar que no tengo rumbo. Al igual que nadie me saluda. No tengo ninguna amiga. Las tenia. Pero ya no están, supongo y no eran realmente mis amigas. Sinceramente no me importa. No necesito mucha compañía. No me gustan los dramas. Inclino hacia al frente la cabeza cuando una sonrisa burlona quiere escabullirse. Estaba siendo una hipócrita conmigo misma.

Sino hace unos pocos meses estaba viviendo el drama mas grande que, según recuerdo, eh tenido en mi vida. Hace pocos meses, un par a lo mucho, había echo un drama nivel, para mi opinión, nivel padres Anti-Cyrus. Solo que era anti-mi. En fin, el punto es que si no hubiera sido por aquel drama Michael, se puede decir mi mejor-único-amigo, no estaría aquí. Junto a mi apoyándome. Aunque es un abuso de mi parte. El debería tener su vida, no tenerla consumida por el tiempo que pasamos juntos mientras me ayuda a olvidarme de Dylan.

Mis pasos pierden alegría al momento de que solo medio escuche de mi mente ese nombre. Sabia que siempre doy muchos rodeos a las cosas para no saber que realmente me siento mal, cuando lo hago. Dylan. Aun que suene estúpido de mi parte, ya que fui yo la que termino con el, me dolía tan fuertemente que siempre que recordaba lo que había pasado me dejaba sin aire.
Hay es cuando normalmente aparece Michael, llenando cada espacio vacío que encuentre. No dormir hasta altas horas de la madrugada se vuelven llenas de graciosos susurro por el teléfono o escabullidas por las ventanas, salir a caminar sola a tomar simplemente un helado o solo caminar juntos, estar sola una vez mas ahora es tontamente lleno de bromas y tranquilidad.
Dylan es simplemente cosas opuestas y similares. Es un puzzle que va aumentando. Es divertido. Pero todo es con prisa, como un pequeño niño que no puede esperar para abrir sus regalos de navidad. Como un adolescente en su cumpleaños numero quince esperando ansioso a que el tiempo pase mas rápido, para salir con sus amigos o simplemente sacar la licencia para conducir. Jamas paras a ver el atardecer cuando estas con Dylan, simplemente sigues el camino para llegar antes de que caiga por completo la noche.

Paro en un cruce de pasillos. No me había dado cuenta de cuan sumida en mis pensamientos estaba hasta este momento. Ya no había nadie rondando por los pasillos. Sigo caminando mientras me trato de ubicar.

—Señorita, la campana sonó hace diez minutos. —Evito un grito cuando me sujetan del hombro para detenerme. Miro horrorizada al coach.
—Si... lo se... Es decir. Eh llegado tarde, iba por un pase tardío a la oficina. —Logro terminar mi frase después de unos cuantos balbuceos tontos. El me mira examinando mi respuesta con mi posición. Olvido rezar por que haya una oficina de asistencia cerca.
—Esta bien. No quiero saber que sigue por los pasillos y no esta en una de las salas de esta institución. —Asiento. Comienzo a caminar para darle dejar fuera de mi vista al coach y el gimnasio por entre los pasillos.
—¡Dylan para!

Oh, no. No lo hagas Rachel. Sin importar las palabras de mi sabia conciencia, dirijo toda mía atención a las risas y susurros que están a unos cuantos metros. Mis ojos se clavaron en los suyos. Se reía de mi en mi cara. Le estaba sacando provecho a algo que el no tenia previsto. Le regale una de mis sonrisas pre-practicadas la mas sincera si la veías desde un punto de vista distorsionado, creo que el cabello de la castaña lo distorsionara bien y mas si él tiene si cara pegada al cuello de ella. Me doy la vuelta para caminar devuelta sobre mis pasos. Ya no importa si me ponen un día entero de castigo. Empuje una de las puertas del gimnasio que daba a los vestidores, nunca estaban abiertas del otro lado pero no me importaba. Estaba mas o menos oscuro y no conocía a nadie ¿que mas daba?
Las lágrimas corrieron por mis mejillas sin siquiera pensarlo. Sin pensar de que podía venir Dylan y verme así, pero la idea era en si sola absurda. Una mano se posa, por segunda vez en el día, en mi hombro.

—Lo siento, coach. N-no... no me siento... bien y... —La voz se me entrecorta por el llanto. Me presiona un poco mas el hombro, para después rodearme con sus brazos. Mi primer instinto es alejarme y gritar, pero el contacto es tan familiar que no lo hago. Respiro profundo, aunque con dificultad, el aroma de esa colonia tan familiar me llega. Envuelvo mis brazos a su alrededor, envolviéndole el abrazo, con mas fuerza. Por alguna razón lo quiero mas cerca.—Michael.
—Shh... No digas nada. —Susurra delicadamente. Se mueve un poco para lograr plantar un beso en mi frente y segundos después vuelvo a tener mi cara pegada al espacio entre su cuello y su hombro.
—No me dejes. —Susurro, débilmente. —Tu no lo hagas, por favor. —Notó como tensa su cuerpo. Lo escucho decir un "Nunca." imitando mi tono de voz. Trato de tomar su mano, pero es inútil, el ya lo estaba haciendo.

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