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El actor y el conde (Larry Stylinson)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
William es un idiota, pero uno lindo!!!Debby escribió:Si, tenias razón, William es un imbecil.
Invitado
Invitado
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
Si, lo se, es un idiota, pero es lindo!Rebeca. escribió:William.... William... William....
Siguela pronto.
Rebe se despide.
La sigoo
Invitado
Invitado
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
OOOOhhh, si eddy es bien cositas y will es un idiotaa!LarryLarcel Stylinson escribió:No hay palabras para describir este capitulo. Ha sido perfecto, todo él lo ha sido.
Me resulta raro imaginar a Harry, Edward en este caso, como una mujer. Que no te extrañe, yo soy #TeamHarryBottom, pero de pensar en Harry como el pasivo a Harry como la mujer, va un paso... Eso no quiero decir que no me encante, es mas, ¡me flipa! Adoro esta novela.
No me gusta la actitud de Louis, ash! Es William! Bueno, si pongo Louis o Harry perdoname, es la costumbre. Volviendo al caso, no me gusta como actua William (lo dije bien:3), parece que a veces se olvida que Edward es un hombre y no una mujer, y aunque fuese una mujer, no debe dejarla sola sólo porque a el le haya dado un calentón. Bueno cielo, aquí está mi comentario, sigue la novela y que me encanta:)
PD: tengo una amiga que se llama Miriam y me la imagino a ella en ese papel xddd
Besos, Dulce:3
La sigooo!
Invitado
Invitado
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
Se preocupa por su hermano!MyKryptonitLarry escribió:Y que le dice Gemma si por su culpa esta metido ahí!!!
Ahhhhhh
William argggg que lo matareeee como se atreve!!!
Bueno como sea gracias por subirlo :3
Un beso :) xx
Oh will es algo tonto, pero es lindo!
La sigo
Invitado
Invitado
Capitulo 7
El áspero saludo de William cuando se marchó a la hora del desayuno a la mañana siguiente hizo que el corazón de Edward se hundiera aún más. Había pasado la mayor parte del día anterior en la biblioteca, Miriam le había llevado algo de comer entrada la tarde, no había oído a William regresar de la caza antes de que se hubiera retirado a su habitación por la noche. La predicción de Miriam de que el humor de William mejoraría no había ocurrido. William no había dicho más que un ligero "buenos días", y le dijo a Edward que esperara a los huéspedes que llegarían para cenar al caer la tarde y que se quedarían por varios días.
Los sirvientes estaban por todas partes, limpiando cada superficie o pieza a la vista y consiguiendo que los dormitorios de huéspedes estén listos para los visitantes.
Desesperado por encontrar un poco de soledad después de haber sido expulsado de la biblioteca cuando dos criadas aparecieron para desempolvar los libros, Edward se retiró a su habitación y había considerado permanecer allí toda la noche hasta que Miriam volvió con un nuevo conjunto de ropa y una expresión determinada.
―No te puedes ocultar aquí. Todos los invitados han llegado. Han venido a ver la nueva Lady Tomlinson.
―Dado que el Conde Tomlinson no puede soportar la idea de pasar más de unos minutos en mi compañía, no creo que se me eche de menos.
Miriam le desató y obedientemente levantó los brazos cuando se le ordenaba. ―Tonterías. Admito que Lord William está siendo más terco de lo habitual, pero no hay razón para dejar que se salga con la suya, actuando como un niño.
―Me dijiste que esperara, que su humor pasaría.
―Bueno, me equivoqué. Y ahora tienes que enfrentarte a él o pensará que puede salirse con la suya por enfurruñarse.
―Es su casa. Él siempre se sale con la suya.
―Entonces él debería de saber mejor. Escúchame, Edward, si no le importara, esto habría terminado para la cena de ayer.
―Entonces esto es porque le preocupa que su orgullo haya sido herido, no porque se preocupa por mí.
Miriam agarró a Edward por los hombros. ―Podrías estar aquí durante años. No puedes dejar que te intimide esta vez, o si no siempre lo hará.
―¿Cómo puedo hacer eso?
―¡Yéndote a cenar y actuando como si fueras el dueño de esta casa!
A pesar de que no seguía la moda femenina, Edward sabía que Miriam debió haber elegido su vestido para la noche como un símbolo externo de que Gemma Tomlinson sería la persona más importante en la cena esa noche. Su llamativo color púrpura y caro material gritaba riqueza y estatus. Edward decidió que si su hermana hubiera estado aquí no habría soportado el comportamiento de William, por lo que él tampoco lo haría. William quería que interpretara el papel de su hermana, y eso era precisamente lo que William iba a obtener.
Con la cabeza en alto, Edward caminó por el pasillo y bajó por las escaleras. Un sirviente que estaba esperando en la parte inferior de la escalera hizo una reverencia mientras pasaba y luego se adelantó para abrir las puertas de la gran sala. Sentados en la mesa larga estaban siete personas. Edward sólo reconoció a William, que estaba sentado a la cabecera de la mesa, entre una bonita mujer castaña y un hombre de la misma edad que parecía que podría ser el hermano de la mujer. Había otras dos parejas, una señora mayor y un caballero sentados enfrente de un hombre y una mujer que estaba más cerca de la edad de William que de la de Edward.
William se puso de pie. No se veía más feliz que la última vez que se habían visto el uno al otro. ―Damas y caballeros, permítanme presentarles a mi nueva esposa, Lady Gemma Tomlinson.
Edward hizo una reverencia y tomó la silla que estaba desocupada en el extremo de la mesa, frente a William. El hombre mayor que estaba sentado a su izquierda fue el primero en hablar. ―Lord Ashton, pero por favor llámeme Richard, y esta es mi esposa, Lady Anne.
―Un placer conocerles a ambos ―dijo Edward cortésmente antes de girar a la derecha, donde la otra pareja se presentaron como Lord Thomas y Lady Elaine Wellsworth―. ¿Puedo saber quiénes son los otros invitados? No quiero interrumpir su conversación con el Conde Tomlinson.
―Lord Simon Bresner y su hermana, Lady Eleanor ―dijo Thomas―. Su padre es el dueño de la propiedad al norte de la finca Tomlinson.
Edward miró mientras William se inclinaba y le susurraba algo en el oído a Eleanor, la cual dio lugar a una risita aguda.
―Ciertamente parece ser una mujer de llena de vida.
―Es una manera de decirlo —dijo Elaine, y Edward vio que Elaine estaba en las últimas semanas de embarazo.
Una sutil tos de Richard llamó la atención de Edward.
―No pudimos asistir a la boda, ya que fue en Londres. ¿Es usted de allí, Lady Gemma?
―No de origen. Mi familia vino de Portsmouth, pero nos mudamos a Londres cuando tenía diez años.
Richard masticó ruidosamente mientras escuchaba.
―¿Portsmouth, dice usted? ¿Es su familia de la marina?
―Sí, mi padre fue el capitán Styles.
Edward vio el reconocimiento en la cara de Richard.
―Tuve el placer de encontrarlo en varias ocasiones. Era un buen hombre, un hombre leal. Algunas de sus estrategias... bueno, eran brillantes.
―En el mar y abordo, era un experto ―coincidió Edward.
Richard, o bien no se dio cuenta de la leve observación mordaz de Edward o prefirió ignorarlo. ―Creo recordar que tenía dos hijos.
―Tengo un hermano, Edward. Él está en camino de vuelta del continente, por lo que tampoco pudo asistir a la boda. Tengo la esperanza de que William me permita invitarlo para una visita prolongada.
Otra risita de Eleanor hizo que la boca de Richard se transformara en una línea delgada y dura. Se volvió y llamó a la mesa. ―Ah, William, no nos dijiste cuán interesante criatura es tu esposa, realmente eres afortunado de haber hecho una alianza con tan buena familia.
Edward pudo ver a William alejarse de Eleanor, actuando adecuadamente arrepentido. ―Soy realmente un hombre afortunado.
―Habría pensado en algún momento ―dijo Simon Bresner, con un timbre de aburrimiento en su tono—, que William habría sido mi cuñado.
―William ha hecho una sabia elección. Los Styles son conocidos por su lealtad ―dijo Richard, poniéndose de pie.
―Propongo un brindis, por lady Gemma .
Los otros hombres se pusieron de pie, y las damas levantaron sus copas. Edward aceptó el brindis con un gesto elegante y una mirada mordaz a William. William le devolvió la mirada y levantó una ceja de manera inquisitiva, la cual Edwrd ignoró.
La cena continuó, Edward acabó enterándose que había más invitados para mañana, y que una tarde de juegos y entretenimiento se había organizado. También escuchó las historias de Richard sobre la niñez de William, y quedó claro que tenía debilidad por el Conde. ―Nunca olvidaré el día que lo encontramos colgando boca abajo de una rama de uno de los viejos robles, agarrado por los greguescos. Era un niño tan obstinado.
―Es un hombre obstinado, si he de creer todo lo que me han dicho.
Richard se echó a reír, y William frunció el ceño. ―Eso es, querida. Pero creo que podría haber encontrado en ti la horma de su zapato.
―A fin de detener a Lord Ashton de seguir manchando mi buen nombre ―interrumpió William ―, creo que debemos retirarnos por la noche. Caballeros, si quieren unírseme, tengo un excelente oporto y naipes dispuestos en la biblioteca.
Edward volvió a su habitación, y Miriam estaba esperando.
―¿Y? ―preguntó.
―Creo que tuve éxito. Pero no he terminado todavía.
―Extendió la mano para comenzar a desatar las mangas, pero Edward se lo impidió―. Me voy a desvestir más tarde. No necesito que me ayudes. Esta noche aún no ha terminado.
―¿Qué has planeado?
―Voy a darle a William Tomlinson un pedazo de la forma de pensar de Gemma. Creo que él no entiende lo afortunado que fue cuando mi hermana rechazó el matrimonio. Ella es mucho más terca que yo, y tiene una lengua mucho más cruel.
Deseó a Miriam una buena noche y examinó la puerta que se comunicaba entre él y la habitación de William. Al igual que la casa londinense, el cerrojo estaba de su lado, y bajó el cerrojo y entró a la habitación de William. El tamaño era similar al de su habitación y estaba dominada
por una enorme cama con dosel. Sin estar seguro de cuándo William se retiraría por la noche, Edward tomó el libro de la mesita de noche y se acomodó en una silla junto a la chimenea para leer.
No tuvo que esperar mucho tiempo. La puerta se abrió y William entró.
―¿Qué estás haciendo aquí?
Edward dejó su libro y se puso de pie. ―Quería hablar contigo acerca de tu comportamiento impropio de un caballero.
―¿Cómo dices?
―Lo que no entiendo es, que si querías casarte con una mujer, ¿por qué no sólo te casaste con la siempre–tan–dispuesta Lady Eleanor, en lugar de arrastrar a mi familia en tus juegos?
William frunció el ceño. ―¿De qué estás hablando?
―Es obvio para mí por tu coqueteo con Eleanor, y cómo presionas tu traje sobre mí cuando estoy vestido de mujer, que tu preferencia es por las formas femeninas. ¿Entonces por qué, cuando se trata de acallar los rumores sobre tus coqueteos, decidiste casarte con Gemma, una de las mujeres menos femeninas que conozco?
William lo miró desconcertado por un momento, luego cruzó los brazos sobre su pecho. ―¿Crees que me he tomado toda esta molestia simplemente para lidiar con los chismes de que llevo a hombres a la cama?
Edward no esperaba esa respuesta. ―Sí. Después de todo, va contra la ley.
William soltó un bufido. ―Comparado con lo que se ha dicho de mí, es una infracción menor, te lo aseguro. Los rumores no son sobre mis gustos por compañeros de cama, sino por si soy leal a la corona.
―Oh.
―Oh, de hecho ―imitó William ―. Si no tuviera el oído de la reina, mi cabeza ya estaría a esta hora en el bloque. Me acusaron de estar aliado a una conocida conspiración, pero no pude demostrar que estaba en otro lugar sin tener que traicionar una confianza.
―¿Seguramente ellos habrían entendido?
―No cuando el secreto que estoy guardando es de la reina. Estaba entregando un mensaje a un hombre conocido. Era una situación delicada.
Edward se movió rápidamente para estar en frente de William. Puso su mano sobre el brazo de William. ―Pero todavía no entiendo por qué casándote con Gemma resolvería esto.
―La propia reina sugirió que debería aliarme con una familia conocida por su lealtad inquebrantable, una familia que no permitiría que su hija se casara con un hombre que podría ser llamado un traidor.
―Ya veo.
―Y los Styles eran perfectos. Tu padre sacrificó todo por su país. ―William puso su mano sobre la de Edward―. Dime, Edward, ¿por qué me rechazaste en el jardín de rosas? Pensé que estabas feliz de recibir mis atenciones.
―Lo estoy, por supuesto que sí. Pero podrían habernos visto. Si me descubrieran, seré afortunado si todo lo que sucede es que pierda la cabeza. No soy un noble. Podría ser azotado a muerte por blasfemia por los votos que hice en la iglesia delante de testigos.
―¡No dejaré que eso suceda! ―William lo agarró y lo abrazó―. Haría todo lo posible para protegerte.
Edward lo apartó. ―No, necesitas salvar tu propia cabeza. Y si alguna vez fuéramos atrapados en el acto, podrías afirmar que la falta de atractivo de tu esposa había apagado tu ardor y que no habíamos compartimos la cama matrimonial.
―No podría hacer eso.
Edward miró a William y ahuecó su mejilla. ―Mientras tengamos cuidado, entonces no habría necesidad. Sin embargo, en el jardín de rosas... No puedo, y no podré, correr ese riesgo.
El beso de William era insistente y exigente, su mano agarrando los lazos del corpiño de Edward. Por un momento Edward lo permitió, pero él se apartó. Había algo más que necesitaba asegurarse antes de permitir que esto continuara. ―Necesito saber si es a mí a quién quieres, Edward, y no a Gemma, no al vestido.
―Cuando te miro, no veo a tu hermana, no veo el vestido como algo más que un traje bonito. No me importa lo que lleves puesto. ―William sacó la peluca de la cabeza de Edward y la tiró al suelo. Con sus manos, le limpió las últimas manchas de rubor―. Sólo te quiero a ti.
Edward se dejó caer en los brazos de William, sin poder contener el sollozo de alivio, la tensión acumulada de los últimos días le dejo agotado. ―Déjame llevarte a la cama ―susurró William ―. Esta noche dormirás en mis brazos, y por la mañana, haré más que compensarte por esto.
Invitado
Invitado
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
AWWWWWW AHORA SI QUE ES PERFECTA :enamorado: Y ELEANOR ME DA MAS MIEDO QUE YO QUE SE, SIGUELA ESTOY IMPACIENTE
FUTURESTYLES
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
Me encanta la novela pero porque eleanor? Agh como la cagar esa chabona ,si no estuviera tan buena la novela la dejaría de leer porque apareció ella pero la voy a seguir así que yey! Nueva lectora ah seguila!
Louisismysunshinne
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
awwwwwww que lindos. William ya no es tan imbecil, me cae mejor, ah.
Seguila pronto por favorrr, bye!
Seguila pronto por favorrr, bye!
Invitado
Invitado
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
AHHHHH SIII!! Eleanor tiene ese efecto!!FUTURESTYLES escribió:AWWWWWW AHORA SI QUE ES PERFECTA :enamorado: Y ELEANOR ME DA MAS MIEDO QUE YO QUE SE, SIGUELA ESTOY IMPACIENTE
La sigoo:)
Invitado
Invitado
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
AAh, ella tiene que salir, es como algo que aveces no puede faltar!Louisismysunshinne escribió:Me encanta la novela pero porque eleanor? Agh como la cagar esa chabona ,si no estuviera tan buena la novela la dejaría de leer porque apareció ella pero la voy a seguir así que yey! Nueva lectora ah seguila!
Nah, es irrelevante la tipa!!
La sigoo:))
Invitado
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Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
hahaha tiene sus momentos!!Debby escribió:awwwwwww que lindos. William ya no es tan imbecil, me cae mejor, ah.
Seguila pronto por favorrr, bye!
La sigoo
Invitado
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Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
Laa sigoo:)))ValeKuong escribió:Siguela opd :corre:
Invitado
Invitado
Capitulo 8
Recostado de lado, las caderas de Edward se inclinaron para satisfacer cada caricia de su pene. La forma de William de despertarlo era la manera perfecta para dar la bienvenida a la mañana. Se quejó cuando la deliciosa fricción se retiró, pero gimió su alivio cuando en su lugar los dedos se deslizaron entre su trasero abriendo su entrada. Hubo una risa ahogada detrás de él cuando se relajó para darle la bienvenida a William en su interior. Llenado por William, y con la mano acariciando su polla, Edward no sabía si presionar hacia abajo o empujar hacia arriba. Él jadeó de placer, su cuerpo bullía por haber sido tan expertamente usado. William aceleró, empujando más profundo, y Edward apenas podía respirar, tan cerca de su liberación. Con la intensidad construida, Edward no pudo aguantar más.
William gruñó cuando llegó a la cima, Edward lo siguió apenas unos segundos después. Se quedaron quietos por un momento, hasta que William se retiró, dejando un suave beso en su nuca.
―Buenos días ―dijo William.
Edward miró por encima del hombro para ver las mejillas encendidas de su amante y la sonrisa de satisfacción. ―Oh, definitivamente es un buen comienzo para empezar el día.
Se dio la vuelta y apoyó la cabeza sobre el pecho de William. ―En algún momento, voy a tener que llamar a Miriam para que me ayude a vestirme. Soy un esclavo de mi armario.
Los dedos de William perezosamente peinaban el cabello de Edward. ―He estado pensando en darte la oportunidad de ser tú mismo. Louis necesita un tutor.
―¿Louis?
―Mi hijo. He tenido la intención de presentarle a Gemma, pero los últimos días he estado...
―¿Enfurruñado? ―Sugirió Edward.
―Tal vez se podría interpretar de esa manera.
Edward se rió. ―Entonces, ¿me cuentas de este hijo tuyo?
―Louis tiene casi tres años, y puede ser difícil con la gente nueva, incluso con su niñera tiene problemas algunas veces. Pero está llegando a una edad en la que necesita un tutor o dos, y Edward podría ser fácilmente uno de ellos, al menos para el mundo exterior.
―Creo que podría funcionar. Por lo general les agrado a los niños, y me daría un propósito aquí, además de hacerme pasar por mi hermana. Pero tal vez debería reunirme con él primero.
William besó la frente de Edward. ―Muy bien, después del desayuno voy a presentar al futuro Conde de Tomlinson a su madrastra.
Con excepción de Anne, los invitados de la noche anterior se sentaron a desayunar cuando llegaron Edward y William. La conversación giró en torno a los acontecimientos del día, y William describió alegremente cómo los Bolos sobre césped estaban listos para el torneo y que esperaba que todos pudieran estar dispuestos a disfrutar del juego de las escondidas en el laberinto. Elaine se rió y lo llamó muchacho tonto.
―Muy cierto, milady. Pero de alguna manera pensé que usted no está en condiciones para cazar.
Elaine se frotó el estómago y sonrió. ―Si quiere jugar en los jardines, no es necesario utilizar a una mujer embarazada como excusa. Estoy segura que todos vamos a apaciguar sus maneras extrañas.
―William tiene formas más extrañas que el jugar a las escondidas ―dijo Eleanor con una sonrisa de complicidad.
Una parte de Edward había querido decir algo, pero otra parte más grande quería ver la reacción de William.
―Aparte de mi deseo de beber demasiado vino, no tengo ni idea de qué estás hablando ―dijo William.
―Tal vez necesite que le ayude a refrescar su memoria.
Edward sospechó que Eleanor pensó que su sonrisa era traviesa, pero se veía más depredadora desde donde él estaba sentado. William lanzó a Edward una mirada fija y tomó un trago de cerveza antes de responder. ―Mi memoria está bien como está.
―Si has terminado, William ―dijo Edward poniéndose de pie―, me gustaría mucho aceptar tu ofrecimiento de conocer a Louis.
―Por supuesto. ―William se volvió hacia sus invitados―. Nos reuniremos a las diez en el césped... ¡prepárense para jugar su mejor juego!
Edward tomó el brazo de William , y vio a Eleanor fruncir el ceño mientras se iban. ―¿Puedo saber qué pasó entre ustedes dos?
―Nada más que una forma agradable, para ambos, de pasar el tiempo.
Se dirigieron al piso de arriba hacia el ala este. El estómago de Edward se anudó dolorosamente ante la idea de los dos juntos. ―¿Todavía tienes la intención de "pasar el tiempo" con ella?
La frente de William se arrugó, y a pesar de que habían llegado a un acuerdo la noche anterior, Edward no estaba seguro si tenía el derecho a preguntar.
―Supongo que dependerá de lo que estés esperando de mí.
―¿Qué derecho tengo para esperar algo?
William se detuvo y se volvió para mirar a Edward.
―Tienes todo el derecho. Dime, ¿qué es lo que deseas?
―Te pediría tu fidelidad, pero si eso no es posible, entonces te pido que seas discreto.
El beso de William fue inesperado y más dulce que todos los que habían compartido antes. ―No es una dificultad para mí mantener mis votos cuando eres el único por el cual los he hecho.
―Gracias. ―Edward podía sentir el rubor que se extendió por sus mejillas.
―El placer es todo mío, créeme. ―William volvió a besarlo―. Ahora ven, vamos a conocer al único otro hombre de esta casa con el que estaría dispuesto a dejarte pasar el tiempo a solas.
La sala de juegos de Louis habría sido la envidia de cualquier niño. Una gran cantidad de muñecos sentados en un rincón, rodeado por un ejército de soldaditos de plomo, y había un caballito que se inclinaba contra una cómoda. Edward sospechaba que no sería utilizado más en años venideros, dado el tamaño del pequeño niño que miraba nerviosamente detrás de las piernas de su niñera.
A pesar de la restricción de su corsé y la ballena de su miriñaque, Edward logró agacharse para ponerse al nivel de los ojos del niño, que desapareció detrás de su niñera.
―Hola, Louis ―dijo Edward.
El cabello rubio de Louis volvió a aparecer, y miró a Edward con grandes ojos celestes. Su niñera murmuró una disculpa, que Edward despidió con un gesto, y ella jaló a Louis detrás de sus faldas. Él la miró con incertidumbre, y ella le acarició su pelo.
―Hola ―dijo.
William se puso en cuclillas también, y Louis caminó con paso inseguro hacia él agarrando una muñeca de trapo.
―No dejes que el exterior de un ángel te engañe. Él puede ser un pequeño diablo cuando quiere.
―Pensé que eso era lo que los niños pequeños hacían mejor.
Aunque Edward no estaba seguro de que Louis era lo suficientemente mayor como para entender todo lo que estaban diciendo, la expresión que mostró Louis dio la impresión de que lo hizo, y le dio un mohín contrariado que le recordó a Edward a William .
―Mi nombre es Gemma . Espero que quieras ser mi amigo.
Louis miró a su padre en busca de confirmación, y cuando William asintió, le tendió la muñeca a Edward. ―Gracias ―dijo Edward, tomándola―. ¿Tiene nombre?
―Dolly.
Louis se escabulló, buscando algo en la esquina de la habitación. La niñera se excusó con una reverencia, y Edward, con sus rodillas comenzando a doler, se puso de pie. Louis se apresuró a regresar con un soldadito de madera que también le pasó a Edward, y esperó expectante.
―Creo que le agradas ―dijo William sonando satisfecho―. Normalmente no es de compartir sus juguetes.
Edward agradeció a Louis y le devolvió la muñeca y el soldado. ―Ambos son muy buenos juguetes. ¿Tal vez la próxima vez pueda contarte un cuento?
El entusiasmado asentimiento de Louis fue acompañado por bufido divertido de William. ―Tienes un talento con los hombres Tomlinson , Gemma . Parece que todos somos como masilla en tus manos.
Viendo la mecedora, Edward se sentó, Louis lo tomó como una invitación. Ignorando la advertencia de William de tener cuidado, se subió al regazo de Edward.
Edward puso un brazo protector alrededor de Louis para asegurarse de que no se cayera, y Louis se acurrucó más cerca.
―Esta fue también mi habitación de niño ―dijo William , levantando un soldado y dándole vueltas en su mano―. Mi madre solía sentarse en esa misma silla y me contaba cuentos.
―No me acuerdo de mi madre. Gemma dice que ella sí, pero creo que sólo lo dice para burlarse de mí.
―¿Qué pasó?
―No necesito decirte que el parto puede ser peligroso, de gemelos peor. Desde pequeño mi padre dijo que ella nunca se recuperó y murió antes de que yo cumpliera dos años.
―Debe haber sido difícil. Quiero decir, tenía una niñera, pero mi madre siempre venía a darme un beso de buenas noches, y hasta mi padre era conocido por entablar una feroz batalla con mis soldaditos de vez en cuando.
Edward se rió. ―Suena idílico. Yo estaba casi siempre al cuidado de una niñera, y cuando me hice mayor, de un tutor. Mi padre estaba más tiempo fuera de lo que estaba en casa. Y cuando murió...
William apretó el hombro de Edward. ―¿Es por eso qué te mudaste de la casa de la familia a Londres?
Edward no estaba acostumbrado a hablar de esas cosas, pero en lugar del habitual deseo de desviar la conversación, él quería hablar con William. ―Sí. Pero no es propiedad Styles. La deuda de mi padre hizo que nuestra casa en Portsmouth fuera vendida, y fuimos enviados a la casa del hermano de mi madre, el padre de Claire.
―No me di cuenta.
―¿Por qué lo harías? ―preguntó Edward―. Y no extrañé la casa en Portsmouth cuando nos tuvimos que mudar, pero todo fue vendido.
―¿Todo?
―Tenía un barquito, una réplica del Golden Hind. Y lo tuvimos que dejar atrás. No habría habido espacio para él en Londres, pero en ese momento estaba tan enojado.
Louis se retorció en su regazo, y un pie fuera de lugar dio un golpe a una de las áreas más delicadas de Edward. Edward gruñó de dolor, y Louis soltó una risita. William lo levantó y dejó escapar un chillido encantado y agudo.
―En realidad deberíamos volver con nuestros invitados ―dijo William. No sonaba como si quisiera, pero llamó a la niñera. Ella regresó y tomó Louis de él.
―¿Cuándo sería el momento apropiado para visitar a Louis? ―preguntó Edward.
La niñera hizo una reverencia. ―El tiende a dormir una hora más o menos a la tarde, y su hora habitual para acostarse es después de la cena, pero aparte de eso, cualquier momento está bien, milady.
―Entonces vendré a la mañana. ¿Si no tiene ninguna objeción, milord?
William se quedó perplejo ante la pregunta. ―No, no, por favor hazlo.
-------------------
―¡Aquí están! ―llamó Eleanor―. William , tú y yo haremos un buen equipo. ―William ofreció a Edward una sonrisa de disculpa cuando Eleanor le agarró del brazo y tiró de él.
―Estoy aquí sólo para ver ―dijo Elaine, que se sentó en una silla, con las manos descansando sobre su vientre hinchado―, pero estoy segura que
Thomas estaría encantado de jugar con Gemma , si lo deseas.
―Me encantaría ―dijo Edward―. ¿Y qué hay de ti, Anne?
―Este juego es para los jóvenes y Simon ha acordado hacer pareja con mi marido, que se ha olvidado temporalmente de que es un hombre mayor.
Los Bolos eran un juego que su padre había jugado, y la mayoría de los buenos recuerdos de Edward sobre el hombre estaban relacionados de una manera u otra con el juego. Thomas, Simon y William estaban haciendo rodar un dado para ver cuál de las parejas jugarían primero. Con un puñetazo triunfal al aire, Thomas se volvió a Edward y le entregó el jack.
―Las damas primero ―dijo con una sonrisa burlona.
―¿Conoces las reglas del juego?
—Oh, tengo una vaga idea. He jugado un par de veces cuando era más joven.
William atrapó su mirada y levantó una ceja. Edward lo ignoró y dio un paso adelante hacia los bolos. La pelota se deslizó sobre la superficie lisa de la hierba antes de detenerse. Luego aceptó una bola con un punto rojo y la lanzó con un experto lanzamiento por lo que se detuvo frente al jack con un beso suave.
―¡Ha! ―Gritó Thomas―. Milady, usted es un arma secreta.
―Tal vez tenga suerte ―dijo Edward con un guiño.
Eleanor decidió que debía ser la siguiente. ―Tal vez, William ―ella dijo, inclinándose cerca―, pueda mostrarme la mejor manera de hacer esto.
William estaba claramente consciente de que Edward lo estaba mirando, se apartó y le tendió una bola con manchas amarillas―. Solo da lo mejor de ti.
Eleanor le arrebató la pelota, con una sonrisa forzada. ―No me culpes si no ganamos.
Para ser justos, Edward pensó que Eleanor había intentado lanzar correctamente, pero la bola había salido de su mano de una manera descuidada lo que provocó que rodara a pocos metros y en la dirección equivocada. Thomas aplaudió galantemente, aplaudiendo sus esfuerzos, pero William gruñó ante su ineptitud.
Thomas y William fueron excelentes jugadores, y William tenía una veta competitiva que le llevó a ponerse más molesto por los continuos y pobres esfuerzos de Eleanor.
―Al menos debes ser capaz de llevar la maldita bola en el área general del jack ―espetó.
La cara de Eleanor se desencajó, Edward decidió que el comportamiento de William era apenas el de un caballero. ―William ―dijo―, es sólo un juego, y ella está tratando de dar lo mejor.
William hizo una reverencia a Eleanor y le besó el dorso de la mano. ―Lo siento, milady. Mis palabras estuvieron fuera de lugar.
Por un momento Edward deseó no haber dicho nada, ya que Eleanor ahora estaba sonriéndole a William como si él fuera la luna y las estrellas todo junto. Ni siquiera había mirado en la dirección de Edward, y mucho menos le dio las gracias por interceder. ―No hace falta, también estoy decepcionada porqué seré la causa de la derrota si no ganamos.
Y sí perdieron. Edward, molesto por la sonrisa tonta de Eleanor y el aparente deleite de William de ser el centro de su atención, tomó partido, y él y Thomas ganaron contundentemente el juego.
Richard y Simon fueron más que un desafío, pero también perdieron ante el juego superior de Edward y de Thomas.
―Dime ―preguntó Richard en derrota―, ¿dónde aprendiste a lanzar, Gemma ?
―Mi padre, la historia familiar cuenta que él ayudó a Sir Francis Drake a mejorar su juego. Mi hermano es mejor mientras en Inglaterra se lo valoró como corsario y se lo honró como héroe, siendo nombrado caballero por la reina Isabel I en recompensa por sus servicios a la corona inglesa. Mi hermano es mejor que yo, y me hizo practicar con él cuando éramos pequeños.
William apareció a su lado. ―Tengo muchas cosas que aprender sobre mi nueva esposa. ¿Debería estar preocupado acerca de qué más podría estar escondiendo?
―Le aseguro, milord ―dijo Edward haciendo una pequeña reverencia―, que no estoy ocultando nada siniestro, a menos que crea que mis habilidades de distinguir un galeón de una fragata puedan causar alarma.
―Creo que voy a tener que mantener un ojo muy cerca de ti. Ahora, ¿qué me dices de premiar al ganador con un beso?
―Yo no quiero uno ―bromeó Thomas.
William le dio a Thomas una palmada en la espalda de manera amistosa.
―No desearía poner celosa a tu buena esposa.
―Supongo que un beso sería tan bueno como cualquier otro premio ―dijo Edward, y estaba encantado cuando William lo jaló más cerca y lo besó con dulzura.
---------
La cena se sirvió afuera en mesas traídas de la sala por los sirvientes, y Edward se encontró disfrutando del humor irónico de Anne y las indirectas no tan sutiles de Elaine hacia Eleanor. Ésta no le prestó atención a las otras mujeres del grupo, prefiriendo una vez más monopolizar la atención de William.
―Toma un consejo de una mujer que ha estado casada durante muchos años ―Anne le dijo a Edward, aunque su mirada nunca se alejó de Eleanor―. Un matrimonio feliz debe empezar bien para terminar bien. No dejes que Lord William se distraiga. Es un tipo decente, que sólo necesita que se le recuerde eso.
―Voy a tomar tu consejo, Anne, pero ya me he asegurado sobre este tema.
Anne sonrió levemente. ―Una cara bonita puede hacer que incluso el más leal de los hombres olvide sus garantías.
Edward leyó lo dicho entre líneas "especialmente cuando se casó con una mujer simple", mientras Eleanor soltó una risita y se aferró al brazo de William . Y aunque William no estaba abiertamente alentándola, se tomaba más tiempo para alejarla cada vez que lo tocaba.
―Si todos saciamos nuestro apetito ―dijo William, terminando su vino—, creo que es hora de las escondidas en el laberinto, antes de que el resto de los invitados lleguen para el banquete de esta noche.
Ayudó a Elaine a ponerse de pie. ―Le daremos ventaja, ya que se que no anda rápidamente, sino como un pato.
Ella golpeó su brazo antes de tomar la mano de su marido.
Los seis caminaron por los jardines hacia la entrada del laberinto. Sin necesidad de darse prisa, fue un agradable entrenamiento. Edward se sintió aliviado de que William había ido a él, evitando a Eleanor, y habían caminado juntos, el brazo de William alrededor de su cintura.
Hecho de un aligustre de hoja perenne, las paredes del laberinto por lo menos era dos pies más alto que el más alto de su grupo, e incluso durante su deambular por los jardines, Edward todavía tenía que explorar el laberinto, y estaba ansioso por entrar.
―Bien ―dijo William ―. Las mujeres se dirigirán en primer lugar y luego los caballeros. ¡Voy a silbar varios minutos después que el último de ustedes haya entrado, y después el primero que llegué al centro sin ser descubierto.
Edward levantó el dobladillo de sus faldas y se apresuró a entrar en el laberinto. Anne y Elaine se habían dirigido a la izquierda, Eleanor a la derecha, así que Edward siguió derecho. Afortunadamente, el sol brillaba en lo alto, por lo que en el laberinto había suficiente luz para guiarse sin tener que preocuparse de tropezar con un obstáculo oculto.
Sin estar seguro de cuánto tiempo había estado serpenteando a través del laberinto, con el silbido habiendo pasado algún tiempo atrás, Edward dobló una esquina para escuchar a Eleanor y William. Dio unos pasos hacia atrás y miró alrededor del seto para que no lo vean, pero si para poder escuchar la conversación.
―¿Por qué estás actuando así? ―preguntó Eleanor. Ella tenía una mano en el pelo de William, tratando de tirar de él hacia abajo para obtener un beso―. Nunca antes te habías alejado de mí.
―Soy un hombre casado. No puedo continuar como lo hice una vez.
―Tonterías.
El pecho de Edward se contrajo cuando Eleanor se puso de puntillas y rozó sus labios con los de William . Por un momento, pensó que William le volvería completamente el beso, pero él volvió la cabeza y le agarró su mano para sacarla de su pelo.
―¡Eleanor! Esto no va a suceder. Tengo a Gemma ahora.
―¿Gemma ? ―Se burló―. No puedo creer que una chica tan simple como ella puede encender tu pasión. Conozco tus gustos, sé lo que te vuelve loco, ¡y no hay manera de que ella pueda hacer eso!
―No sabes nada de eso. Y te va a hacer bien recordar que al insultar a mi esposa, me estás insultando a mí.
―No seas ridículo. No sé por qué te casaste, pero no deberías negarte a ti mismo por qué has cargado con semejante criatura.
William frunció el ceño. ―No voy a decírtelo de nuevo. Esto se detiene ahora, o te irás y no volverás.
―¡No te atreverías! Mi padre…
―Tu padre ―interrumpió William ―, trató de casarte conmigo antes, y nada de eso quería. Tuvimos algunos momentos agradables, pero no se repetirá, y te conducirás de forma más apropiada para una dama, en lugar de lanzarte a mí como una meretriz.
Eleanor le dio una bofetada. El duro golpe de su mano a través de la mejilla de William hizo que Edward hiciera una mueca de dolor. Pensó que era hora de hacer acto de presencia. Agarró las ramas del seto y los sacudió para que pudieran oír y pensar que alguien se acercaba.
Al salir de la vuelta de la esquina, Eleanor lo vio inmediatamente y se alejó corriendo. William se apresuró a hablar. ―Déjame explicarte.
Edward se precipitó hacia él y puso un dedo en los labios. ―No hay ninguna necesidad. Escuché la mayor parte.
Alzó la mano y envolvió sus brazos alrededor del cuello de William y lo besó. William respondió con entusiasmo, tirando de Edward cerca de él. Pudo sentir a William endurecerse en sus pantalones, y empujó sus caderas más cerca. ―Podría usar mi boca ―susurró.
William gimió y apretó la cara en el cuello de Edward.
―Hay un escondite secreto en el norte del laberinto. No seremos molestados.
―Muéstrame.
Corrieron por el laberinto, William tomando la delantera. Edward podía oír a los demás en otros lugares entre los setos, la risa encantada de Elaine ubicándola a cierta distancia. Deteniéndose en lo que le pareció a Edward como un callejón sin salida, William movió una parte de las ramas y desapareció, sólo para que su brazo volviera a aparecer haciéndole señas a Edward. No dudó, y se abrió paso por las ramas en un pequeño espacio cuadrado hecho de cuatro paredes de seto, con un banco en el medio.
Solos, se alcanzaron uno al otro con los desesperados besos de William.
Edward lo guió hacia atrás, hacia el banco sin romper el beso hasta que cayó de rodillas entre las piernas de William.
William respiraba con dificultad mientras desataba la delantera de sus gregüescos, liberando su dura polla. Edward extendió la mano, agarrándolo, y experimentando lamió la corona del glande, causando un suave gemido de William.
Edward nunca había hecho esto, pero quería complacer a William, quería que disfrutara de su boca. Con cuidado, guió la polla hacia su boca, asegurándose de que los dientes no agarraran la sensible carne. Su propia virilidad se hinchó, y podía sentir la cabeza de su pene rozando contra la tela de su enagua, alcanzando el elástico de su miriñaque. La fricción se sentía maravillosamente mientras chupaba a William y tarareaba su satisfacción por su propia excitación y el disfrute evidente de William. Él continuó chupando y William susurraba una letanía de ánimos, pero sospechaba que estaba siendo descuidado y no encabezaría el alto rango en la lista de las mejores experiencias de William.
William agarró la peluca de Edward, tirando de él mientras sus caderas se sacudieron hacia arriba. Edward se atragantó un poco, pero continúo. Su mandíbula se tensó, pero estaba decidido a no parar. Su propia liberación le hizo estremecerse, cubriendo su enagua, y supo que después no sería capaz de mirar a Miriam a los ojos, pero por ahora no le importaba.
Aplicó más presión a la succión, recordando cómo William le había hecho lo mismo a él. William se quedó sin aliento y se vino. Intentó tragar la mayor parte de su libración, pero la que no, goteaba por la barbilla. Sentándose, sin aliento, se limpió la cara con la manga.
William guardó su polla y se deslizó al banco, acercando a Edward a sus brazos. ―¿No habías hecho esto antes?
―No...Yo... ¿estuvo tan mal? ―preguntó Edward, mortificado al pensar que no había complacido a William, y no se había dado cuenta.
―Oh, lejos de eso. Estuviste maravilloso. ―William le besó suavemente―. Saber que soy el único con el cual lo has hecho, el único que ha estado dentro de ti, ¡oh, es indescriptible!
Edward no sabía cómo responder, porque mientras que William fue su primero en tantas cosas, Edward fue sólo uno de los tantos de William .
―Soy desastre ―dijo finalmente.
―Voy a decir a los demás que tenías que volver a la sala, y te reunirás con nosotros para la cena ―dijo William, acariciando su mejilla―. Me atrevería a decir que necesitarás tomarte a ti mismo en la mano.
―No pude controlarme. ―Edward se ruborizó por la profunda risa de William ―. Estoy pegajoso.
William se levantó y tiró de Edward, dándole la peluca. ―Ve y límpiate. Encontraré a un sirviente para enviar a Miriam junto con un nuevo conjunto de ropa... para el festín, por supuesto.
.............................
Holiss!:)
Hey, muchas gracias a todos los que leen esta adaptación;))
Saludos!
Invitado
Invitado
Re: El actor y el conde (Larry Stylinson)
Que buena forma de despertar JJAJA
Aww, re tierno el bebe de William *-* y le cayo bien Edward.
Tambien fue re tierno que haya rechazado rotundamente a Eleanor y la haya tratado de puta :))))))))))))
Y tambien fue tierno que le hiciera un blowjob :D we
Seguila pronto por favor, bye!
Aww, re tierno el bebe de William *-* y le cayo bien Edward.
Tambien fue re tierno que haya rechazado rotundamente a Eleanor y la haya tratado de puta :))))))))))))
Y tambien fue tierno que le hiciera un blowjob :D we
Seguila pronto por favor, bye!
Invitado
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