Hooked Love.

Capítulo 06

Louis Tomlinson

—Bienvenidos todos de vuelta a nuestro programa —Dijo la entrevistadora después del corte comercial— Ha llegado el momento que todos estábamos esperando— Una sonrisa apareció en su rostro, bien ensayada por supuesto —El invitado sorpresa de hoy es alguien muy reconocido por el público, especialmente por las señoritas. Desafortunadamente no pudimos conseguir que vinieran los cinco pero demos un gran aplauso a Louis Tomlinson de One Direction —Respiré hondo y entré en el set, las personas en el público se pusieron de pie y las jovencitas comenzaron a gritar. Lo único que podía hacer era sonreír, aunque mi sonrisa no era del todo real. —Es un gusto tenerte aquí, Louis— Saludó la mujer.
—El placer es mío— Eso tampoco era verdadero.
—¿Listo para las preguntas?
—Supongo.
—Bien, primero hablaremos de los temas amorosos— Dijo sonriendo al público, que volvió a enloquecer. Otra vez esté maldito tema. —¿Qué tal va tu relación con Eleanor?
—Excelente— Respondí —No podría ir mejor— Sonreí todavía más falsamente que antes.
—Me alegro por eso— Dijo, aunque no creo que fuera cierto, nada en mi vida parece ser verdad. — ¿Cuánto tiempo llevan juntos?
—Casi tres años— Esa pregunta juntó con esa respuesta hacían que mi corazón doliera.
— ¡Eso es bastante tiempo!— Se rió — ¿Planeas casarte con ella? —Abrí mis ojos como platos y la entrevistadora lo notó, por lo cual volvió a reír. Espero que no me obliguen a casarme con Eleanor, ella es una buena chica pero sé que ella no es para mí, así como yo no soy para ella.
—Yo...No lo sé, habrá que ver que tiene planeado para nosotros el futuro.

La entrevista duró unos minutos más. Me preguntaron sobre mi relación con los demás chicos y sobré nuevas canciones y álbumes, pero yo no estaba del todo concentrado. ¿Qué pasaría sí me tuviera que casar con alguien a quién no amo?



La entrevista había terminado unas dos horas atrás y ahora me dirigía hacia un bar, como siempre que daba una entrevista. Ahogar mis penas en el alcohol era lo que mejor sabía hacer.

Entré en el local y el olor de la bebida mezclado con el de la droga llenó mis fosas nasales. El lugar no era muy amplio y no había muchas personas lo cual era perfecto, no me reconocerían fácilmente y no me metería en más problemas de los que ya tengo. Caminé hacia la barra casi arrastrando mis pies, no tenía ánimos para nada que no fuera emborracharme hasta quedar inconsciente. Me senté en uno de los bancos y el barman me miró expectante.
—Una botella de Vodka por favor.



Estaba llorando desconsoladamente, siempre pasaba cuando bebía. Y más después de aquella pregunta. ¿Planeas casarte con ella?
Mi vida era una completa mentira. En especial la parte amorosa, ¿Pero qué digo? Yo ni siquiera amo a Eleanor, mi relación con ella es por conveniencia de mis managers.
¿Acaso nunca encontraría el amor de verdad?



Abrí mis ojos, todavía no había amanecido. Miré la hora en mi teléfono, casi las tres de la mañana.

Mi visión estaba borrosa debido al alcohol en mi cuerpo. Me di cuenta de que no estaba en mi casa, observé a mis alrededores y pude deducir que estaba afuera del bar en el que me había embriagado, el cual ahora estaba cerrado. Muy probablemente me habían sacado arrastrado después de haberme dormido, ya había pasado algunas veces.

Lentamente me puse de pie para intentar ir a mi casa. Pero algo llamó mi atención. Era algo brillante pero debido a mi estado no podía enfocarlo bien.
Dudé antes de acercarme pues debería irme, pero la curiosidad me mataba. Tambaleando un poco caminé hasta los resplandecientes objetos y a medida que me acercaba iban tomando forma. Candados.

En mi mente había un vago recuerdo sobre esto, se supone que los enamorados ponen un candado en un puente como estos para sellar su amor y que dure para siempre. Era una cursilería pero valía la pena intentarlo.
Saqué un marcador negro de mi bolsillo, siempre tenía uno por si me encontraba con alguna fan que quisiera un autógrafo.

Comencé a examinar los candados para ver si por casualidad había uno vacío. No había pero sí encontré uno con los nombres casi borrados del todo. Le quité la tapa al marcador y escribí mi nombre como pude. Estuve a un instante de escribir el de Eleanor debajo del mío, pero luego recordé que lo que tenía con ella se podía llamar de todo menos amor. Decidí escribir un nombre al azar, el primero que se me viniera a la cabeza.
Guardé otra vez el marcador en mi bolsillo y caminé hasta mi casa. Para luego despertar sin recuerdo alguno de la noche anterior.

Hello:

Capitulo 00

Ivanna Loveless.

Me había engañado.

No le importaron todos los momentos que vivimos juntos, ni el año y medio de relación que tuvimos. Ni siquiera romperme el corazón.

Tenía claro que peleábamos con intensidad, pero esa intensidad no valía nada comparada con la de nuestro amor. O mi amor, porque al parecer, Travis no me amaba de la misma manera. Quizás nunca lo hizo.

Yo siempre le dije a él que Odette no lo veía como un simple amigo, y no me hizo caso. Eso nos hizo pelear tantas veces que no puedo recordarlas todas.

El problema fue mi inseguridad, y siempre me enojaba tanto con él que solíamos gritarnos como una pareja de casados, lo que es irónico, porque justamente él se va a casar.

Cuando me enteré fue un golpe fuerte. Estaba en casa de mamá, mi hermana estaba de cumpleaños y me pidió que me quedara a dormir. La mañana siguiente no fue de las mejores.

Comencé a caminar a la cocina, con un apetito extremo. Sabía que mamá era de la clase de personas que se levantaban temprano para hacer el desayuno. Imaginé que estaba cocinando, pero no era así. Estaba hablando por teléfono, pero de manera sospechosa. Su voz salía casi en un susurro, si no me hubiera encontrado en el marco de la puerta seguramente no escucharía nada. Por lo que me había quedado allí, silenciosa, y atenta a la conversación. Pensando que sería algo de lo más simple.

Pues no lo era, no era para nada simple.

—Será muy difícil para ella, Joanne. —murmuró mamá, hablando con la vecina. No tenía idea de que hablaban, pero el tono serio que mi madre ejercía me dio a entender que era algo preocupante. —Nunca esperamos eso de él. Nadie lo hacía, supongo. —mamá parecía contener las lágrimas, y yo me asusté. –Un niño tan bueno…Lo vimos crecer…Al parecer todos saben la noticia del matrimonio de Travis, menos Ivanna.

Al principio me confundí. Pero luego comencé a comprender.

Salí de allí, sintiendo que entendía todo. La manera en la que protegía a Odette, y las veces que llegaba tarde. Todas esas ocasiones en las que él me sacaba en cara nuestras peleas, y me reclamaba lo cansado que estaba de nuestros “juegos”.

Siempre supe que el hecho de ser tan parecidos nos había perjudicado, de que nos queríamos y al rato nos odiábamos. ¿Y cómo no me di cuenta, que los iguales se repelen? ¿Cómo no me di cuenta de que Travis y Odette, siendo tan diferentes, se atraerían al instante?

Y los llantos querían escapar hasta el día de hoy, pero aún así, no había botado ni una lágrima.

No podía salir a ninguna parte sin escuchar de su compromiso. Eso era lo malo de que en algún momento fuéramos vecinos. Todos hablaban de la “loca decisión” de Travis al casarse con una chica que no conocía hace mucho. Todo el vecindario. Todos mis conocidos. Toda mi familia.

No podía salir de casa sin que me dieran el pésame de la escandalosa tragedia que había paseado de boca en boca. Y yo fingía no sentir nada. Sonreía ante sus preocupaciones y les informaba que estaba feliz por él.

Nunca me había dado cuenta cuan falsa podía ser.

Y justo ahora, tenía miedo. Durante aproximadamente una semana estuve evitando este momento, el de ir a buscar las cosas a nuestro departamento. Nuestro departamento…es difícil decirlo después de lo que pasó.

Quizás si no nos hubiéramos mudado juntos hubiéramos tenido más espacio para ambos, y Travis no hubiera decidido casarse y yo no tendría que ir a buscar mis cosas al departamento con el miedo de que podamos encontrarnos.

Muchas cosas pueden cambiar con una sola acción, y nunca me había dado cuenta.

Llevé un pequeño bolso por si mis cosas no alcanzan en la maleta que tengo allí y llamé un taxi.

Estaba nerviosa, y mis manos sudaban conforme iba acercándome a la dirección de mi antiguo hogar.

Cuando me encuentro frente al edificio y le agradezco al taxista por traerme. Por traerme a mi tortura.

Tomé el ascensor y me dirigí al piso 7, donde vivía. Cuando llegué, la puerta estaba abierta. Él estaba aquí.

Cuando comencé a escuchar las risas de Travis y Odette decidí esconderme, no quería hacerlos –hacerme- pasar un momento incómodo, por lo que para evitar drama, lo hice.

Eso no significaba que no escuchara de lo que hablaban.  

Juro que no quería hacerlo, pero era imposible de evitar. Todas sus palabras se escuchaban con tanta claridad que era un acto inevitable. Me sentí una chismosa.

Comenzaron a hablar de un puente lleno de candados donde al parecer, ellos habían puesto uno. Me dio envidia, y rabia. Quizás la relación mía y de Travis no parecía un juego, si no que lo era para él.

No quise angustiarme, e intentaba que eso no pasara. Tenía que superar lo que ya había pasado de una vez, pero es como si mi mundo girara en torno a él.

No será tan fácil alejarlo, había vivido toda mi vida cerca suyo. Y sabía que le había guardado rencor que probablemente él no merecía. U Odette, que aunque no lo pareciera, era una buena chica.

Pero la rabia que el momento me produjo se apoderó de mí,  luego de que ellos se fueran —sin percatarse de mi presencia, claro— yo fui a dejar mis pertenencias a mi antigua casa y me dirigí al dichoso puente de los candados.

Sin duda, era un lugar hermoso.

Para cualquiera sería como si el amor pudiese respirarse en el aire.

Me sentía la bruja mala de la película, una tonta, en realidad. Estaba cegada y actuaba tan infantilmente que yo misma comencé a sentirme egoísta. Porque lo amaba, y yo sabía que eso era lo que me hacía estúpida. Lo amaba tan locamente que estaba dispuesta a jugar con el destino y arruinar las vidas de todos solo por tenerlo. Sí, ya dije, egoísta.

Estuve varias horas buscando, candado por candado y letra por letra. Hasta que lo encontré.

Creo que nunca nada me había dolido tanto como ver ese candado. Él lo había escrito, era su letra. Con un marcador negro permanente estaba escrito “Travis y Odette” lo que provocó que me derrumbara como había abstenido a hacer durante toda la semana. Había evitado el llanto y el sufrimiento, pero parecía que no lo suficiente.

¿Cómo es que él podía hacerme esto? Y no solo por casarse con otra chica, si no por provocar tantas emociones en mí que siento que enloquezco.

Intenté romper el candado, abrirlo, todo; pero nada. Todo pero nada. Y se me ocurrió una idea. Una idea estúpida, infantil y sobre todo; humillante.

Saqué un marcador igualmente negro y escribí mi nombre, entrelazándolo con el de Travis y dejando a un lado el de Odette, pero sin llegar a eliminarlo.

Si es que los milagros del amor existían, quizás podría estar con Travis. Si es que no, pues ese candado me recordaría siempre los efectos del amor, y yo aprendería a no seguir cayendo así.

Y cuando estaba por arrepentirme de lo que hice, un mensaje llegó a mi celular.

No fue un mensaje importante, en realidad, era solo basura de promociones, pero al ver mi protector de pantalla, una sonrisa se formó en mi rostro.

Una foto de yo y él, eso había bastado para que mi corazón latiera desenfrenadamente; abajo aparecía un pequeño mensaje que decía “Te amo” junto a un corazón. Él lo había escrito.

Entonces consideré que quizás, valía la pena intentar recuperar a Travis. Porque con él había vivido muchas cosas y muchas experiencias. Si no lo lograba, lo dejaría ir. Pero lucharé por él, eso es seguro.

Decidí que la decisión tomada era la decisión correcta.