Duda Razonable {Larry Stylinson} HOT -TERMINADA-

―¡No puede ser! ¡No puede ser! ―Louis Tomlinson se rió, manteniendo los brazos abiertos mientras se alejaba de Harry.

Harry Styles compartía su sonrisa, a pesar de que imaginaba que su versión tenía un toque de curiosidad en la misma. ¿De qué demonios estaba hablando Louis? Giró sus ojos siguiendo el paso fluido de su amante mientras se movía hacia una mujer. El amplio cuerpo de Louis parcialmente la ocultaba. La mirada de Harry permanecía sobre Louis, el expediente del caso Dunne en sus manos completamente olvidado.

―Lauren. Mierda. ¿Qué estás haciendo aquí? ―Louis preguntó, excitación y placer vibraba en su bajo tono ronco. El mismo tono sexy que Louis utilizaba en Harry cuando estaba satisfecho... o a punto de obtener placer.

¿Lauren? Los rizos rojos en espiral aplastados en el hombro de Louis mientras la abrazaba, las largas piernas cremosas, elegantes y bellamente en punta con tacones de diez centímetros, enviaron al estómago de Harry una espiral dolorosa de terror. Lauren Stratton.

Louis la sostuvo alejada, mirándole la cara vuelta hacia arriba, como si sostuviera joyas preciosas. Los celos dejaron bilis amarga en la garganta de Harry.

―Mírate. Mujer, te ves increíble. Obviamente ser Federal va contigo. Vamos. ―Louis se la llevó bajo el brazo y se dirigió hacia él―. Harry, mira lo que trajo el gato.

―¡Yey! ―respondió planamente Harry.

―Sully, eres tan guapo y tan efusivo como siempre. ―Ella se mofó.

Jodidamente odiaba cuando Lauren le llamaba Sully. Ella también lo sabía.

―¿Qué te trae a Maple Grove PD? ―preguntó Louis, aun ajeno al sutil golpe a su compañero.

―Esto, en realidad ―cogiendo el archivo de las manos de Harry―. Se llevaron a la pequeña niña después de que ella
intercambiara correspondencia con alguien en Internet. Eso hace que esto sea mío.

―Sospecha de correspondencia. No hay pruebas ―dijo Harry.

―Oh, todavía tienes ese puchero malhumorado. Esa es una mirada atractiva en ti, detective ―dijo, levantando su dedo para empujarle el labio inferior.

Harry alejó su mano.

―Es sexy, ¿no es así Louis?―preguntó.

―Malditamente sexy ―admitió él, una lenta sonrisa tirando de sus labios en una besable sonrisa.

Harry casi sonrió con él, pero alguien podría notarlo y ellos no estaban saliendo como pareja todavía.

La mirada de Lauren se aguzó. Miró de un hombre a otro.

Harry miró el archivo como si pudiera leer a través de la cartulina color manila.

―¿Qué? ―preguntó ella, suspicazmente.

Harry la miró, arqueando una ceja con desinterés. ―Tienes mi archivo. Lo quiero de vuelta.

―No, no eso. La otra cosa ―dijo, ahora dirigiendo su atención a Louis.

Louis sacudió la cabeza como si él no entendiera bien su curiosidad.

―La mirada que acabas de darle a Sully. ¿Qué era eso? Esa no era una típica mirada, esa es la mirada que me dabas cuando querías anzarme en el saco. ―Sus ojos se abrieron, con la boca abierta.

Louis discretamente levantó la mano de su hombro y la puso sobre su boca abierta. ―Calla ahora, nena. Lo que crees que sabes, nadie más lo hace. Mantenlo para ti misma. ¿Entendido?

Ella asintió. Sorpresa registrada en sus ojos, y Harry sintió que su pecho se hinchaba de orgullo por su hombre, vapuleando satisfecho a Lauren Stratton.

Tan casualmente como lo había hecho, Louis bajó la mano de su cara. Su expresión era cálida y sociable. No parecía afectado por el regreso de Lauren. Pero Harry sabía por experiencia que Louis era bueno en ocultar sus verdaderos sentimientos.

¿Qué sentía ahora, con su brazo alrededor de su viejo amor? Cualquier persona que hubiera estado alrededor de la comisaría durante los últimos cinco años sabía lo de Lauren y Louis.
Habían sido un tema caliente hasta que ella lo dejó por el FBI. Sin aviso. Ninguna carta de ‘Querido John’. Nada. Había empacado una maleta y se había ido al día siguiente. Así de perra había sido tan pronto como supo que había superado las pruebas y entrevistas para el cargo en la oficina del distrito. Lo había sabido y se había negado aún a contarle a Louis que lo estaba dejando.

Habían compartido una cama. La misma cama que él compartía con Harry. Ella y Louis habían hablado de matrimonio. No importaba cuánto lo quería Harry, el matrimonio para ellos no era una opción en Minnesota.

Harry estudió la expresión de Louis. ¿Qué estaba pensando? ¿Le dolió verla de nuevo después de tantos años? No recordaba haber escuchado si Louis y Lauren lo habían hablado o no. Después de que Harry se convirtiera en su compañero, supuso que Louis le contaría si quería. Nunca lo había hecho y el tema se había cerrado antes de
haberse abierto. Louis no hablaba de ella, excepto al repasar sobre los casos en los que habían trabajado juntos. Y desde el momento que estuvo Harry en la fuerza no se solapaba mucho con casos de ella, así que no tenía la verdadera historia de los dos. Sólo rumores de qué tan caliente e intenso había sido.

―Conveniente ―dijo Harry, empujando las manos en los bolsillos.

―¿Qué? ―preguntó.

―Los federales se muestran para llevar el caso, después de que todo el trabajo de piernas se ha hecho. Ustedes reciben el crédito. Nosotros recibimos el dolor de cabeza ―respondió.

―Es una cosa hermosa ―ella estuvo de acuerdo. Su expresión se puso seria―. Simplemente no ves lo que sucede detrás de la escena. El FBI realmente quiere que la policía local sepa que estamos de su lado. Trabajamos con ustedes. No contra ustedes.

―Oh, Dios mío ―murmuró Harry―. ¡Maldita sea, dijiste eso con la cara seria!

Lauren se rió. ―Lo sé, ¿correcto? He estado trabajando en él durante al menos una semana. Tanto tiempo como he sabido que iba a volver a mis antiguos territorios.

―Así que lo sabías y no dijiste nada ―señaló Harry, esperando que la pulla recordara a Louis la forma en que ella se había ido de repente. Su mirada se desvió a Louis. Louis la fijó con seco reconocimiento. Si Harry hubiera sido un hombre tímido, se habría ruborizado.

―Considérense a sí mismos notificados ―dijo, alegremente―. Y no creas que me perdí esa última grieta. Sólo soy una chica lo bastante grande para pasar por alto algunos mezquinos celos masculinos.

―No estoy...

―Sí, sí, lo estás ―sostuvo Lauren cortando a Harry―. Mira, Sully, no me importa una mierda a quién estás jodiendo o lo mucho que odias a los federales. Estoy aquí para hacer mi trabajo. Eso es todo.

Entonces, ¿por qué no le creía? Tal vez era el extraño brillo en sus ojos que sólo él podía ver ya que Louis no estaba enfrente de ella.

―Piensa en ello de esta manera: el caso está fuera de tu escritorio y es la carga de otra persona. Estás en casa libre ―ofreció con un pequeño encogimiento de hombros―. Si lo miras de esa manera, estamos haciéndote un favor.

Louis le apretó el hombro. ―Es bueno verte de nuevo, Lauren. Debemos tomar un café.

―Cuando quieras.

Harry no se sentía tan amistoso sobre el asunto. Ella estaba en lo cierto, sin embargo. Los federales estaban tomando un caso fuerte de sus manos, lo que significaba menos tiempo y papeleo manteniéndolos en sus escritorios.

Otro hombre se unió al trío.

―Oh, bueno, me olvidé de presentarles a mi pareja. Chicos, este es Andy Powell. ―Lauren dio un paso a un lado para dejarlo entrar en el círculo.

Andy una vez que terminó de lamer a Harry, como si hubiera sido recubierto de caramelo, pasó con su mirada a acariciar visualmente a Louis, dejando a Harry con una sensación pegajosa.
Sería un placer para Harry evitar a Andy y Lauren por toda la duración de su investigación. Sintió que su labio superior comenzaba a curvarse y empastó en su lugar una sonrisa en la cara.

―Nos quedaremos fuera de tu camino ―ofreció Louis―. Estoy seguro de que el Jefe les permitirá hacerse cargo de la sala de conferencias más pequeña.

―No se queden demasiado lejos. Vamos a necesitar su experiencia a medida que avancemos a través de las notas del caso. Ustedes hicieron todo el trabajo de pierna. ―Ella le hizo un guiño a Harry.

―Vamos a estar cerca ―prometió Louis.

Con armas, agregó en silencio Harry.