Who are you? |Doctor Who|

Una vez conocí a un hombre, no se di fue un sueño o de verdad ocurrió, sin embargo mi interior cree en la realidad. Era una noche, oscura como ella misma y las estrellas brillaban con intensidad, un ruido me hizo despertar. Tan sólo tenía siete años pero fueron los suficientes para retenerlo, gracias a ello mis padres me tomaron por loca y me convertí en la solitaria Lena. Bueno iba diciendo que me despertó de mi profundo sueño, así que me levanté asustada, miré por la ventana. Un humo extraño salió del jardín y como toda niña curiosa salí a investigar, no podía ver nada con claridad salvo una sombra, una que al acercarme se convirtió en un hombre. Era de cara alargada, cabello Castaño oscuro y llevaba una pajarita, lo cual era un tanto raro y peculiar. Me habló de mundos extraños, viajes en el tiempo, seres extraordinarios y de más cosas imposibles. Pero después de un rato charlando con el hombre, de nombre doctor, el tuvo que marcharse por medio de su cabina mágica. Me prometió que volvería, pero justo cuando estaba haciendo la maleta, un estruendo me hizo caer al suelo.


Era de noche, el cielo era oscuro como él mismo y las estrellas brillaban con intensidad, la luna brillaba con su precioso color plateado. Un horrible estruendo me despierta de mi dulce sueño, ¿que es eso? pienso. Me levanto de la cama, me pongo mis zapatillas de estar por casa en forma de perro después miro antes de bajar por la ventana un humo y unas luces extrañas salían del jardín. Como toda niña de siete años la curiosidad me carcome, cojo la bata que está ante el espejo, me miro; tengo el pelo despeinado suelto pero con una coleta haciendo un semi-recogido deshecho, mi pijama de flores me viene por los tobillos, hago una mueca y me pongo la prenda para abrigarme del frío que hace afuera. Bajo las escaleras con entusiasmo para luego salir por la puerta de atrás de la casa, el aire le empieza a inundar y recordar que no es primavera sino otoño, por lo que hace frío, bastante frío. Al principio mis pasos son lentos, pero la curiosidad se apodera de mi y me hace avanzar con más ímpetu. Entre el humo que se encuentra en el jardín de la parte de detrás de la casa y los escombros camino con cierta dificultad, pero mis pies son bastante pequeños, de repente un hombre salió de entre el humo chocándose conmigo. "Au" digo rascándome la cabeza por el golpe que me había dado mientras aun estaba tendida en el suelo, el se levanta en seguida y me ofrece ayuda para levantarme, "Espera aquí un segundo" dice él y desaparece de nuevo entre el gas de color blanco. A los pocos segundos se podía ver el jardín perfectamente, pese a que era de noche, y la vi. Era de un color azul oscuro, perfectamente tallada con cristales pequeños tintados de blanco, en lo alto una especie de lámpara sobre la gran cabina con una bombilla que parpadeaba, un letrero en lo alto que ponia la palabra "police", una puerta semi-abierta y lo de dentro completamente oscuro. El hombre sale de dentro de la cabina con un tez chamuscado puesto de gorro, una pajarita medio quemada que no se podía distinguir el color, una camisa con tirantes rojos y un pantalón. El se acerca a mi para mirarme, me coge la cara con ambas grandes manos y me mira fijamente como si me estuviera examinándo.


-¿Como te llamas? -dice él algo extrañado.
-Soy Lena, Lena Lottie Smith -le contesto con mis ojos abiertos y un poco asustada- ¿Quien eres?
-¡Esa es una buena pregunta, si señor! -dice él apartando sus manos de mi y dando un brinco de alegría- Soy el doctor.
-El doctor, ¿doctor qué?-le pregunto extrañada, no solo puede llamarse así.
-Solo el doctor, y dime -me dice dando vueltas- ¿Donde he aterrizado?
-Esto es Doncaster, estamos a unas tres o cuatro horas de Londres, más o menos -le contesto pensando en los viajes que hago con mis padres- Espera... ¿has dicho aterrizar, como vas a aterrizar, con qué?
-Con mi nave -dice este señalando la cabina.
-Pero eso es una cabina de policías- le contesto con una mueca.
-Esta conversación otra vez, en fin, Lena escúchame mi Tardis ha tenido un contratiempo por que al parecer un filtro en el tiempo ha hecho que caiga aquí, se está reparando así que dime, ¿tienes palitos de pescado y natillas?  -pregunta él dejándome anonadada, ¿salado y dulce? Qué asco.
-Si creo que queda en la nevera, ¿tienes hambre? -le digo y él asiente así que le cojo de la mano y le llevo hasta la casa, para luego ir a la cocina, saco lo que me ha pedido de la nevera y lo dejo sobre la mesa- ¿Sabes cocinar? Por que yo no se tengo siete años.
-Por supuesto, ¿tu quieres algo?-me pregunta, yo me paro a pensar y niego con la cabeza.
-Si la cabina de policía es tu nave... ¿eres un extraterrestre o ser del espacio?-le pregunto mientras juego con una manzana girándola sobre la mesa, él apaga el fuego para luego ponerse sobre la mesa un bol con natillas y un plato con los palitos de pescado rebozados.
-Más bien un señor del tiempo, pero si no soy de la tierra, tengo dos corazones, viajo por el espacio y el tiempo con mi cabina mágica -me contesta él y yo le miro anonadada.
-¿Me llevarías a ver las estrellas o la luna? Creo que debe ser increíble-le contesto dejando la manzana quieta.
-¿No tienes miedo? Puedo ser un loco con una cabina -dice él mientras come su plato favorito y yo miro asqueada- No te gustan las manzanas verdad, por eso la giras y no te la comes.
-Nunca tendría miedo, más bien siento curiosidad, apenas salgo de casa por que mis padres decidieron que tuviera un tutor particular y casi nunca me voy a ningún lado, solo en navidad que voy a londres con mi tía- le contesto agachando la cabeza- ¿Como sabes que no me gustan las manzanas?
-Curiosidad- dice él sonriendo, después se bebe las natillas y se limpia con el trapo de la cocina que esta a su lado, después lo deja en la pila y se pone de pie- Por que las miras con desprecio, pero tal vez con un retoque...-dice él cogiendo la manzana que tenía sobre mi mano, para luego hacer algo extraño con un cuchillo, me la devuelve y tiene dibujada una cara. Sonrío- Cómela ahora, verás como te gusta. Es un truco que me enseñó una vieja amiga.
-¿Donde vas? -le digo mientras veo que sale por la puerta.
-Debo irme, pero... -dice para volverse y ponerse a mi altura, luego me coge de las manos- Te prometo que mañana, por la mañana, volveré para enseñarte las estrellas y la luna.


Vuelvo a sonreír. Él se marcha y se adentra en su cabina mágica, para luego desaparecer en el cielo oscuro. Me dirijo a casa sonriente y pensando en la aventura que mañana correré, vuelvo dando saltos hasta llegar a la puerta. Un ruido como de una rama rota suena detrás de mi, por lo que me giro donde había estado hace unos minutos la cabina azul, pero no veo nada está oscuro. Subo las escaleras y voy hacia mi dormitorio para acostarme en la cama y caer en los brazos de morfeo por segunda vez en esta noche estrellada. De nuevo algo me despierta, la  que ocurre en la cocina. Las llamas empiezan a avanzar deliberadamente y sin un camino fijo, corro hasta la habitación de mis padres la cual empieza a quemarse también, el calor que abunda y el humo apenas me deja respirar. En ello me encuentro a mi padre, "Lena corre baja y sal de la casa, toma mi teléfono y llama a quien sea, yo cogeré como pueda a tu madre" me dice él, inmediatamente le obedezco y salgo por la puerta principal tan rápido como puedo al llegar casi a la valla me caigo. Me quedo así durante unos instantes mientras mis lágrimas caen solas, miró a atrás y una explosión hace que mi casa estalle. Me quedo mirando las llamas en busca de algún milagro, pero este no se crea, mis padres han muerto y yo estoy aquí sola en el suelo. A los pocos minutos los bomberos llegan, pero obviamente es demasiado tarde, no hay más sobrevivientes, los vecinos miran sorprendidos y con miradas tristes "Pobrecita la niña Smith, que se ha quedado sola" se podía oír de sus bocas. Pero yo ya no volvería a ser la niña que era antes, eso lo sabía.


Lena despierta sobresaltada a causa de su sueño. El colchón está empapado de sudor, al igual que ella, emite un sonido parecido al de un gemido para luego recostarse sobre la cama. Mira la hora, debe ducharse para irse a trabajar, pero sin embargo quiere quedarse tal y como está. Las sábanas le producen una calidez reconfortante, podría quedarse así durante todo el día, pero su tía entra por la puerta para levantarla quitándole las sábanas.
-Por favor, cinco minutos más –le suplica la castaña.
-cielo, debes levantarte venga –le responde mientras abre la persiana- El desayuno está bajo.

Después de gruñir le obedece, va al baño con sus zapatillas de estar por casa y se mira en el espejo, se apoya sobre una mano para luego decirse a si misma “estas horrible”. Las ojeras abundan como siempre debajo de sus ojos en contraste con la piel pálida, su pelo está enredado y sus ojos con legañas. Se deshace de su pijama a rayas para luego meterse en la ducha. Mientras deja que el agua caiga sobre su fina y lisa piel, rememora el sueño que ha tenido. Desde luego no ha sido un sueño cualquiera, si no un recuerdo, o al menos en gran parte, la parte en la que sus padres mueren en el incendio de causa desconocida. Pero la parte de aquél hombre de extraña ropa, sigue pensando que es real, aun que después de tres psicólogos le hicieran ver que había mezclado la realidad y la ficción a causa de la muerte de estos. Había creado un héroe imaginario para salvarles, pero como no era real no pudo ser posible el rescate. Las lágrimas empiezan a juntarse con el agua cálida que cae sobre ella, lanza un puño contra la pared, la impotencia que siente al recordarlo le podía. Seguía sin entenderlo pero sin embargo debía continuar con su vida, esa vida aburrida. Sale de la ducha con la toalla lila envuelta en si misma, peina su cabello mojado para después secarlo ligeramente con el secador, después va hacia su habitación para coger su ropa del armario. Se decide por algo simple; unos shorts vaqueros vintage, unas medias, una camiseta de blanco roto y unos Blucher. Luego baja las escaleras para desayunar. En la mesa hay un plato con una tostada con mermelada, zumo, algo de fruta y una tacita de café, me siento en la silla y cojo una manzana, la miro detenidamente y le hago una cara, sonrío.

-¿Quién te enseño a hacer eso? –me pregunta mi tia.
-No lo se, se que un día recordé que solo me gustaban así las manzanas, alguien me lo enseñó pero no consigo recordar quien –le contesto.
-Mi dulce Lena –dice para darme un beso en el pelo- Acuérdate de coger un maletín que luego irás directamente a clase.

Asiento y vuelvo a mi desayuno, miro la manzana extrañada y recuerdo el fragmento de aquél sueño.

Tal vez no fuera un sueño al fin y al cabo.

Hola: