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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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the hunger games | nc
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Página 9 de 16. • 1 ... 6 ... 8, 9, 10 ... 12 ... 16
Re: the hunger games | nc
- Spoiler:
- Capitulo OO8✖Advertencias: No estoy acostumbrada a narrar en primera persona y menos que sea un chico.
✖Contenido: La cosecha y la subida al tren.
✖Narra: Nicolas Alexander.
✖Escritora: Moony.
✖Nota de Autora: Ser Nico, pensar como Nico es... Un poco raro.
✖Sigue : Winter.Ghostgirl para Source Code
Capitulo OO8
Mirada al frente. Sonrie. Que empiezan los juegos.►
Los primeros rayos de luz solar me despertaron, abrí los ojos y me quedé recostado en mi cama mirando a un punto indefinido por varios minutos o hasta que me cerebro hizo "click" y me diera cuenta de que día era hoy. La cosecha. Me destape de mis mantas para sentir el frío tradicional de mi distrito. Me levanté con pesades y camine hasta mi espejo, era viejo y estaba un poco sucio pero era mío. Tras mirar en el me vi a mi mismo, nada fuera de lo común sólo unas pequeñas ojeras de un tono violeta que se encontraban debajo de mis ojos. Era temporada de pesadillas, respecto a los juegos, a los mutos y la muerte de mi hermana. Mi hermana lleva muerta un año, yo lo he superado en su gran mayoría, pero aún tengo los sueños donde me suplica por ayuda, siempre término despertandome sobresaltado.
Alguien toca a mi puerta, es mi madre quién me avisa que me prepare la cosecha será en menos de dos horas, camino a mi pequeño armario dentro de el hay varias camisas y algunos pantalones elegantes, tomo un conjunto beige, mi ropa interior y salgo de mi habitación para llegar al baño
Luego de terminar de arreglarme, salgo del baño y camino hasta el comedor, allí ya estan mis padres; me parece curioso, este día es idéntico al de exactamente hace un año hizo exactamente lo mismo, lo único que ha cambiado es la silla vacía de mi hermana, el abrazo que me daba y cuando me deseaba suerte.
Mi madre me sonríe y me ofrece el desayuno, me siente en mi asiento habitual y doy las gracias cuando mi madre me da un plato de avena caliente, comienzo a comerla y cuando término noto la mirada de mi padre, este me lanza algo y lo atrapo en el aire me doy cuenta que es el broche que mi hermana uso en los juegos a primera vista parece un pedazo azul de tela, el símbolo de mi distrito, pero cuando te acercas te das cuenta que es un zafiro azul cortado de al manera que parezca un pedazo de tela enredado en una especie de lazo, no un lazo de regaló era una especie de bufanda, después de eso salimos de mi casa en un profundo silencio mientras nos dirigimos a la plaza principal, mi distrito es el más grande en cuanto población, en sí somos demasiados para la plaza así que los adulto se quedan en las calles exteriores y todo la plaza es ocupada por los jóvenes entre 12 a 17 años de los cuales sólo dos no regresaran a casa prácticamente es uno en un millón que te toque ser elegido para ser tributo.
Llegó a la sección de registro nadie puede faltar a la cosecha a menos que no te queden esperanza de vida, hago una pequeña muela cuando me pinchan el dedo y es cuando entró a los corrales, el nombre que se le da a las secciones en mi distrito, y me acomodó en la parte de los chicos de 17 años, en el escenario hay tres sillas y todas estan ocupadas, en la primera está el alcalde, en la segunda el encargado del distrito Taurus Ampola, tal vez el único representante hombre en todo Panem, y Sadie Curtis la mentora del Distrito 8. Cuando son exactamente las 12 del día, Taurus se levanta con su traje limón brillante y se acerca al micrófono.
—Bienvenidos a los Juegos de Hambre—. Dice con una sonrisa —. Y que la suerte este de su lado—
Como es costumbre se lee una carta sobre los juegos y luego viene un video sobre como el Capitolio venció a 12 distritos y destruyó al decimotercero luego aparece un video de este completamente destruido. Durante todo este tiempo Taurus mueve los labios como sí el fuera el que narra la historia cuando termina se voltea hacia nosotros con una gran sonrisa.
—Como mi mamá me enseñó modales, primero las damas—. Lanza una sonrisa más y camina hasta la urna con miles de papeletas que contienen los nombres de las chicas tras agitar la mano en el aire toma una del principio se acerca al podio de nuevo y lee en voz alta —. Amelie Brennan.
Se escucha el llanto de una madre desesperada a lo lejos, el grupo de 15 años se revuelve un poco y de el sale una chica menuda que sí yo no hubiera visto que salió del grupo de 15 diría que tendría 14, cuando llega al pasillo los agentes de la paz la escoltan y avanza hasta el escenario, cuando llega Taurus pide voluntarios pero nadie se ofrece entonces pide aplausos todos los damos son lentos y pesados como cuando se recuerda a alguien que lleva siglos muerto.
—Ahora los chicos—. Da una sonrisa aún más grande y camina hasta la otra urna toma la papeleta que encuentra primero y regresa al podio junto Amelie. No tengo tiempo de desear que no sea yo; por que soy yo—. Nicolás Alexander.
Mi nombre resuena por todo el lugar los chicos a lado mío me miran y comienzan a empujarme hasta el pequeño pasillo cuando estoy allí un agente de la paz me empuja y no se en que momento llegó al escenario, Taurus como hizo con Amelie pide voluntarios pero nadie se ofrece; estoy destinado a los juegos.
Lo siguiente que recuerdo es otro agente de la paz empujarme hasta una habitación donde se supone que esperare a mi familia, se que no vendrán ellos no soportaran ver a un hijo que saben que no volverá, me fijo en el broche de mi hermana que sigue fijo en mi camisa, lo miro durante el tiempo que sigo allí hasta que otro agente me viene a buscar y me lleva hasta un coche donde vamos a la estación del tren donde me doy cuenta que debo tener una estrategia para ganar patrocinadores entonces se me ocurre ser el tipo engreido y ronpecorazones que las personas del capitolio aman y de un momento a otro mi expresión cambia y demostró una sonrisa que mataria a las chicas. Hago bien por que la estación está llena de periodistas quizás demasiadas para su capacidad.
Cuando entró al tren me relajo y es cuando un asistente me dirige a una habitación ignoro lo que dice y me tiro a la cama y es cuando empiezo a llorar.
Alguien toca a mi puerta, es mi madre quién me avisa que me prepare la cosecha será en menos de dos horas, camino a mi pequeño armario dentro de el hay varias camisas y algunos pantalones elegantes, tomo un conjunto beige, mi ropa interior y salgo de mi habitación para llegar al baño
Luego de terminar de arreglarme, salgo del baño y camino hasta el comedor, allí ya estan mis padres; me parece curioso, este día es idéntico al de exactamente hace un año hizo exactamente lo mismo, lo único que ha cambiado es la silla vacía de mi hermana, el abrazo que me daba y cuando me deseaba suerte.
Mi madre me sonríe y me ofrece el desayuno, me siente en mi asiento habitual y doy las gracias cuando mi madre me da un plato de avena caliente, comienzo a comerla y cuando término noto la mirada de mi padre, este me lanza algo y lo atrapo en el aire me doy cuenta que es el broche que mi hermana uso en los juegos a primera vista parece un pedazo azul de tela, el símbolo de mi distrito, pero cuando te acercas te das cuenta que es un zafiro azul cortado de al manera que parezca un pedazo de tela enredado en una especie de lazo, no un lazo de regaló era una especie de bufanda, después de eso salimos de mi casa en un profundo silencio mientras nos dirigimos a la plaza principal, mi distrito es el más grande en cuanto población, en sí somos demasiados para la plaza así que los adulto se quedan en las calles exteriores y todo la plaza es ocupada por los jóvenes entre 12 a 17 años de los cuales sólo dos no regresaran a casa prácticamente es uno en un millón que te toque ser elegido para ser tributo.
Llegó a la sección de registro nadie puede faltar a la cosecha a menos que no te queden esperanza de vida, hago una pequeña muela cuando me pinchan el dedo y es cuando entró a los corrales, el nombre que se le da a las secciones en mi distrito, y me acomodó en la parte de los chicos de 17 años, en el escenario hay tres sillas y todas estan ocupadas, en la primera está el alcalde, en la segunda el encargado del distrito Taurus Ampola, tal vez el único representante hombre en todo Panem, y Sadie Curtis la mentora del Distrito 8. Cuando son exactamente las 12 del día, Taurus se levanta con su traje limón brillante y se acerca al micrófono.
—Bienvenidos a los Juegos de Hambre—. Dice con una sonrisa —. Y que la suerte este de su lado—
Como es costumbre se lee una carta sobre los juegos y luego viene un video sobre como el Capitolio venció a 12 distritos y destruyó al decimotercero luego aparece un video de este completamente destruido. Durante todo este tiempo Taurus mueve los labios como sí el fuera el que narra la historia cuando termina se voltea hacia nosotros con una gran sonrisa.
—Como mi mamá me enseñó modales, primero las damas—. Lanza una sonrisa más y camina hasta la urna con miles de papeletas que contienen los nombres de las chicas tras agitar la mano en el aire toma una del principio se acerca al podio de nuevo y lee en voz alta —. Amelie Brennan.
Se escucha el llanto de una madre desesperada a lo lejos, el grupo de 15 años se revuelve un poco y de el sale una chica menuda que sí yo no hubiera visto que salió del grupo de 15 diría que tendría 14, cuando llega al pasillo los agentes de la paz la escoltan y avanza hasta el escenario, cuando llega Taurus pide voluntarios pero nadie se ofrece entonces pide aplausos todos los damos son lentos y pesados como cuando se recuerda a alguien que lleva siglos muerto.
—Ahora los chicos—. Da una sonrisa aún más grande y camina hasta la otra urna toma la papeleta que encuentra primero y regresa al podio junto Amelie. No tengo tiempo de desear que no sea yo; por que soy yo—. Nicolás Alexander.
Mi nombre resuena por todo el lugar los chicos a lado mío me miran y comienzan a empujarme hasta el pequeño pasillo cuando estoy allí un agente de la paz me empuja y no se en que momento llegó al escenario, Taurus como hizo con Amelie pide voluntarios pero nadie se ofrece; estoy destinado a los juegos.
Lo siguiente que recuerdo es otro agente de la paz empujarme hasta una habitación donde se supone que esperare a mi familia, se que no vendrán ellos no soportaran ver a un hijo que saben que no volverá, me fijo en el broche de mi hermana que sigue fijo en mi camisa, lo miro durante el tiempo que sigo allí hasta que otro agente me viene a buscar y me lleva hasta un coche donde vamos a la estación del tren donde me doy cuenta que debo tener una estrategia para ganar patrocinadores entonces se me ocurre ser el tipo engreido y ronpecorazones que las personas del capitolio aman y de un momento a otro mi expresión cambia y demostró una sonrisa que mataria a las chicas. Hago bien por que la estación está llena de periodistas quizás demasiadas para su capacidad.
Cuando entró al tren me relajo y es cuando un asistente me dirige a una habitación ignoro lo que dice y me tiro a la cama y es cuando empiezo a llorar.
kai.
Re: the hunger games | nc
Pobre Alexander, me gusto tu capitulo son buenas escritoras todas
Invitado
Invitado
Re: the hunger games | nc
Me encantó tu capítulo<333. Nicolas es tan tierno<3, se colocó a llorar y, la parte final del capítulo me encantó<3.
Invitado
Invitado
Re: the hunger games | nc
- Spoiler:
- Capitulo OOO
✖Advertencias:
✖Contenido: Vocabulario vulgar.
✖Narra: Elizabeth Swan.
✖Escritora: Winter.
✖Nota de Autora: Um... mi capítulo no va a ser tan bueno como ustedes y como lo escribo desde el móvil, a lo mejor no llega hasta 2 páginas Word pero en todo caso, lo he hecho lo más largo posible y lamento el retraso, no me llegaban notificaciones.
✖Sigue: Zoe.Ghostgirl para Source Code
Capitulo OO9
Hace calor. El sudor recorre mis mejillas, humedeciéndolas y recordándome que me ponga pronto a la sombra, si no quiero que me queme la piel otra vez ante el fuerte sol que ilumina un cielo despejado, de color azul. Mi mano sujeta con fuerza un palo largo, que me he encontrado dando un paseo por el campo antes de regresar a casa y sacar a las ovejas a pastar. Mis ojos azules miran a lo que son ahora unos puntos blancos de lana, que balan en uno que otro momento y esto, me hace preguntarme que vida tan monótoma llevo desde hace unos años, cuando mi segunda hermana Frances murió a manos de un chico del Distrito 1.
Nada es lo mismo, que más quisiera yo. Ya no está Delihla para detener las discusiones que solemos frecuentar Annelian y yo, ni tampoco Frances para alegrar los tormentosos días nublados de mamá. Ahora mamá tiene cáncer, se está muriendo y lo único que puedo hacer yo es escuchar a la desagradecida de mi única hermana gritarme lo horrible persona que soy, lo que he hecho sufrir a madre por nacer.
Entrecierro los ojos con rabia, sintiendo la sangre hervir por mis venas y subir a mi cara. Aprieto los dientes y mis manos rompen en dos el palo que sontengo, provocando que el crugido me saque de mi ensoñación y me recuerde que debo de tranquilizarme y guardar la compostura. No puedo ser la más débil. Me incorporo en la roca de musgo donde he estado tumbada, y miró durante un breve momento a las ovejas que comen hierba felices, y después contemplo hacía la zona donde están las casas. Puedo alcanzar a ver a Annelian hablando tontamente con un chico alto, rubio y atractivo. Supongo que será el chico del que habla con madre todas las noches, cuando ella cree que yo duermo tranquilamente.
Me pongo en pie, sin apartar la mirada de los dos, y luego una risita se me escapa de mis labios, al ver que mi hermana se intentaba tocar el pelo coquetamente y uno de los botones que sostiene su puñal se ha quedado enrredado a su cabello. Su rostro se crispa de vergüenza, enrojecido por la humillación y la risa ronca del chico rubio, que le ayuda a sacarse los pelos enrredados del botón. Yo camino hacía delante, con las ovejas y nuestro perro pastor Oneew delante de mi. A medida que me voy acercando puedo escuchar con más claridad la conversación estúpida que están teniendo, sobre ir juntos a la Cosecha de hoy para ver quienes van a ser los desgraciados del Distrito 10 que van a morir en un baño de sangre televisivo.
La imagen de Delihla corriendo en la Arena inunda mis recuerdos, seguida de la lanza que surcó los cielos y atravesó su pecho, dándole fin a su traviesa vida, y a una pequeña parte mi. Quien diría que la echo tanto de menos. Me abrazo a mi misma, y me niego a llorar, sabiendo que eso sólo me hará parecer más débil de lo que me siento.
—A lo mejor podrías recogerme a las siete, y hasta las nueve dar un paseo por allí —escucho insinuar a mi hermana, con voz risueña.
El chico arquea una ceja, y está apunto de decir algo cuando aparezco en escena, y sus ojos oscuros me miran. Una sonrisa seductora se abre paso en sus labios, dándome la visión de unos dientes torcidos que le dan un aire de imperfección atractiva. Annelian gira la cara hacía mí, y veo sus ojos —de color verde claro— brillar de odio puro. Yo le devuelvo la mirada desafiante, levantando la barbilla firmemente y retándola a que diga algo. El aire que se sostiene sobre mis hombros se vuelve tenso, y me hace pensar que ahora mismo se va a estallar una discusión de las buenas, en la que pasamos del factor «¿Qué haces aquí?» a «Mamá se muere por tu culpa». Está abriendo la boca, para soltar una oleada de veneno debido a que es una serpiente, cuando el chico rubio la interrumpe:
—Hola, ¿quién eres?
Annelina pestañea sorprendida, a lo mejor porque su pequeño cerebro acaba de decirle que tiene al chico rubio al lado, y que no sería agradable que nos viera discutir. A lo mejor tengo suerte y está vez me salto el monólogo repetitivo de siempre.
—Nadie interesante —contesta mi hermana, rodando los ojos.
—¿Eres la hermana pequeña de Ann?
Entrecierro los ojos, con el rostro inexpresivo y pienso que está vez podría ser la única manera de devolversela a mi hermana mayor. De vengarme...
—Te ha dicho Anneline que no soy nadie interesante —las palabras salen frias de mi boca—, así que si no te importa, muévete. Me obstaculizas el paso.
El rubio pestañea sorprendido, y me obedece, moviéndose a un lado mientras yo clavo la vista en la puerta de entrada y me meto dentro, sintiendo los ojos verdosos de mi hermana matándome, deseosos de que me resvale sin querer en el suelo y me dé un golpe mortal. Creo que no habría otra cosa que la alegrará más. Dentro hace calor. Me quito del cuello el silvato que está en una cuerda a modo de collar y lo dejo en la mesa de comedor, donde comemos. Nuestra casa es pequeña, por decir que sólo tiene tres habitaciones. La entrada es algo así como un pasillito estrecho, de paredes de madera y suelo del mismo material. La primera puerta que se ve es la que conduce a la cocina. Paso por delante de la puerta, y me acerco a la del baño, en la cual proceden unos sollozos.
Cierro los ojos, pegando mi mejilla a la puerta y escuchando a mi madre una vez más, llorar. Llorar por la muerte de Delihla y Frances, porque hoy fue el día en el que hace dos y tres años fueron elegidas para ir a los Juegos del Hambre. Estoy segura de que además llora por el abandono de padre, y eso me provoca un tirón de estómago y que la boca se inunde de un sabor amargo de culpabilidad. A lo mejor Annelina tiene razón, y simplemente soy un estorbo... El sonido de algo cayéndose me obliga a abrir los ojos y que mi corazón se acelere momentaneamente.
—¿Mamá? —llego a preguntar, en un hilo de voz.
No se escucha nada, tan sólo el sonido de mi angustiada respiración. Intento tomarme esto con más serenidad, y golpeo pausadamente la puerta.
—¿Mamá? —repito.
Un sentimiento de pavor se extiende en mi pecho y cuando me quiero dar cuenta, estoy golpeando la puerta frenéticamente, chillando a voz de grito una respuesta de mi madre. Las lágrimas rueda por mis mejillas, limpiandolas del barro que se me había pegado a la piel.
—¡Mamá abre la puerta! —grito, ahora cogiendo el manillar de la puerta e intentando abrir.
Está cerrada por dentro.
—MAMÁ.
Sigo golpeando la puerta, sin cesar, con la vista borrosa por las lágrimas que empañan mi visión en este mismo instante. Siento frío en los brazos, y todo se vuelve oscuro. Cuando abro los ojos, me encuentro sentada en el suelo, con unas manos frías y grandes que me cogen de los hombros y unos enormes ojos plateados que brillan de preocupación.
—¿Qué pasa Elizabeth? —me pregunta.
Su voz es lejana, distante y tiene eco al final de la palabra. Mi corazón late rápidamente. No puedo pensar.
—Mi madre... —balbuceo—, está encerrada en el baño y... he oído un golpe...
El chico asiente, con el ceño rubio arrugado y dice, con serenidad:
—Tranquilizate Elizabeth —una sonrisa surca su rostro unos breves instantes—. Yo voy a sacar a tu madre del cuarto de baño.
Sus dedos secan mis lágrimas y me limito a asentir. El chico se pone en pie, sólo veo su figura borrosamente en el pasillo, y soy testigo de como tira la puerta abajo y varios hombres del Capitolio entran en mi casa. Mi madre diría que los secuaces del demonio entraron en su morada. Contemplo el polvo blanco volar en mis narices. Luego, todo negro.
Nada es lo mismo, que más quisiera yo. Ya no está Delihla para detener las discusiones que solemos frecuentar Annelian y yo, ni tampoco Frances para alegrar los tormentosos días nublados de mamá. Ahora mamá tiene cáncer, se está muriendo y lo único que puedo hacer yo es escuchar a la desagradecida de mi única hermana gritarme lo horrible persona que soy, lo que he hecho sufrir a madre por nacer.
Entrecierro los ojos con rabia, sintiendo la sangre hervir por mis venas y subir a mi cara. Aprieto los dientes y mis manos rompen en dos el palo que sontengo, provocando que el crugido me saque de mi ensoñación y me recuerde que debo de tranquilizarme y guardar la compostura. No puedo ser la más débil. Me incorporo en la roca de musgo donde he estado tumbada, y miró durante un breve momento a las ovejas que comen hierba felices, y después contemplo hacía la zona donde están las casas. Puedo alcanzar a ver a Annelian hablando tontamente con un chico alto, rubio y atractivo. Supongo que será el chico del que habla con madre todas las noches, cuando ella cree que yo duermo tranquilamente.
Me pongo en pie, sin apartar la mirada de los dos, y luego una risita se me escapa de mis labios, al ver que mi hermana se intentaba tocar el pelo coquetamente y uno de los botones que sostiene su puñal se ha quedado enrredado a su cabello. Su rostro se crispa de vergüenza, enrojecido por la humillación y la risa ronca del chico rubio, que le ayuda a sacarse los pelos enrredados del botón. Yo camino hacía delante, con las ovejas y nuestro perro pastor Oneew delante de mi. A medida que me voy acercando puedo escuchar con más claridad la conversación estúpida que están teniendo, sobre ir juntos a la Cosecha de hoy para ver quienes van a ser los desgraciados del Distrito 10 que van a morir en un baño de sangre televisivo.
La imagen de Delihla corriendo en la Arena inunda mis recuerdos, seguida de la lanza que surcó los cielos y atravesó su pecho, dándole fin a su traviesa vida, y a una pequeña parte mi. Quien diría que la echo tanto de menos. Me abrazo a mi misma, y me niego a llorar, sabiendo que eso sólo me hará parecer más débil de lo que me siento.
—A lo mejor podrías recogerme a las siete, y hasta las nueve dar un paseo por allí —escucho insinuar a mi hermana, con voz risueña.
El chico arquea una ceja, y está apunto de decir algo cuando aparezco en escena, y sus ojos oscuros me miran. Una sonrisa seductora se abre paso en sus labios, dándome la visión de unos dientes torcidos que le dan un aire de imperfección atractiva. Annelian gira la cara hacía mí, y veo sus ojos —de color verde claro— brillar de odio puro. Yo le devuelvo la mirada desafiante, levantando la barbilla firmemente y retándola a que diga algo. El aire que se sostiene sobre mis hombros se vuelve tenso, y me hace pensar que ahora mismo se va a estallar una discusión de las buenas, en la que pasamos del factor «¿Qué haces aquí?» a «Mamá se muere por tu culpa». Está abriendo la boca, para soltar una oleada de veneno debido a que es una serpiente, cuando el chico rubio la interrumpe:
—Hola, ¿quién eres?
Annelina pestañea sorprendida, a lo mejor porque su pequeño cerebro acaba de decirle que tiene al chico rubio al lado, y que no sería agradable que nos viera discutir. A lo mejor tengo suerte y está vez me salto el monólogo repetitivo de siempre.
—Nadie interesante —contesta mi hermana, rodando los ojos.
—¿Eres la hermana pequeña de Ann?
Entrecierro los ojos, con el rostro inexpresivo y pienso que está vez podría ser la única manera de devolversela a mi hermana mayor. De vengarme...
—Te ha dicho Anneline que no soy nadie interesante —las palabras salen frias de mi boca—, así que si no te importa, muévete. Me obstaculizas el paso.
El rubio pestañea sorprendido, y me obedece, moviéndose a un lado mientras yo clavo la vista en la puerta de entrada y me meto dentro, sintiendo los ojos verdosos de mi hermana matándome, deseosos de que me resvale sin querer en el suelo y me dé un golpe mortal. Creo que no habría otra cosa que la alegrará más. Dentro hace calor. Me quito del cuello el silvato que está en una cuerda a modo de collar y lo dejo en la mesa de comedor, donde comemos. Nuestra casa es pequeña, por decir que sólo tiene tres habitaciones. La entrada es algo así como un pasillito estrecho, de paredes de madera y suelo del mismo material. La primera puerta que se ve es la que conduce a la cocina. Paso por delante de la puerta, y me acerco a la del baño, en la cual proceden unos sollozos.
Cierro los ojos, pegando mi mejilla a la puerta y escuchando a mi madre una vez más, llorar. Llorar por la muerte de Delihla y Frances, porque hoy fue el día en el que hace dos y tres años fueron elegidas para ir a los Juegos del Hambre. Estoy segura de que además llora por el abandono de padre, y eso me provoca un tirón de estómago y que la boca se inunde de un sabor amargo de culpabilidad. A lo mejor Annelina tiene razón, y simplemente soy un estorbo... El sonido de algo cayéndose me obliga a abrir los ojos y que mi corazón se acelere momentaneamente.
—¿Mamá? —llego a preguntar, en un hilo de voz.
No se escucha nada, tan sólo el sonido de mi angustiada respiración. Intento tomarme esto con más serenidad, y golpeo pausadamente la puerta.
—¿Mamá? —repito.
Un sentimiento de pavor se extiende en mi pecho y cuando me quiero dar cuenta, estoy golpeando la puerta frenéticamente, chillando a voz de grito una respuesta de mi madre. Las lágrimas rueda por mis mejillas, limpiandolas del barro que se me había pegado a la piel.
—¡Mamá abre la puerta! —grito, ahora cogiendo el manillar de la puerta e intentando abrir.
Está cerrada por dentro.
—MAMÁ.
Sigo golpeando la puerta, sin cesar, con la vista borrosa por las lágrimas que empañan mi visión en este mismo instante. Siento frío en los brazos, y todo se vuelve oscuro. Cuando abro los ojos, me encuentro sentada en el suelo, con unas manos frías y grandes que me cogen de los hombros y unos enormes ojos plateados que brillan de preocupación.
—¿Qué pasa Elizabeth? —me pregunta.
Su voz es lejana, distante y tiene eco al final de la palabra. Mi corazón late rápidamente. No puedo pensar.
—Mi madre... —balbuceo—, está encerrada en el baño y... he oído un golpe...
El chico asiente, con el ceño rubio arrugado y dice, con serenidad:
—Tranquilizate Elizabeth —una sonrisa surca su rostro unos breves instantes—. Yo voy a sacar a tu madre del cuarto de baño.
Sus dedos secan mis lágrimas y me limito a asentir. El chico se pone en pie, sólo veo su figura borrosamente en el pasillo, y soy testigo de como tira la puerta abajo y varios hombres del Capitolio entran en mi casa. Mi madre diría que los secuaces del demonio entraron en su morada. Contemplo el polvo blanco volar en mis narices. Luego, todo negro.
Me duele la cabeza. Abro los ojos. Me encuentro en la habitación de mi casa, con las sábanas subidas hasta el cuello y el pelo de la trenza suelto en la almohada blanca. Trago saliva, mientras me incorporo con cuidado y me pongo a pensar como he llegado aquí. No recuerdo nada. Mi mano izquierda pasa por mi cabello, y contemplo apesumbrada la ventana que dá hacia el campo abierto. Vuelvo a tragar saliva. ¿Por qué no recuerdo nada? Estoy apunto de levantarme, cuando la puerta se abre. Al principio pienso que es mi hermana, Annelina, cuando me doy cuenta de que no es así, y que me equivoco.
Es un chico alto, de cabellos rubios y mirada determinada me mira con el ceño arrugado. ¿Cómo he llegado hasta aquí? Siento un nudo en la garganta.
—Hola —me saluda él, con los ojos brillantes.
Me recuerda a un gato.
—Hola —murmuro yo, no tan segura de mi misma.
—¿Qué tal te encuentras?
Entrecierro los ojos.
—Bien —trago saliva—. Supongo, ¿qué me ha pasado?
—Te desmayaste —se sienta en la cama sin preguntar— y decidimos traerte aquí.
—¿Quiénes?
—Mi hermano y yo.
Arrugo el ceño un poco más. No sé de lo que me está hablando. Tan sólo recuerdo los gritos de alguien.
—¿Y mi ma...?
—Mira Elizabeth —me interrumpe sin educación. ¿Cómo sabe mi nombre?—. La Cosecha está apunto de empezar y los tipos de blanco que hay ahí detrás me han dicho que te avise ahora mismo de que debes de cambiarte y marchar ahora mismo. Tienes un vestido en el armario, por si lo necesitas saber —se pone en pie—. Ya nos veremos.
Gira sobre su eje, y camina en dirección a la puerta.
—Espera —gruño, poniéndome en pie rápidamente. Las rodillas me tiemblan—. ¿Quién eres?
Me dedica una sonrisa de lado, y desaparece por la puerta. ¿Qué diablos ha pasado?
El vestido me está cortando la respiración y el cabello se encuentra grasiento sobre mis hombros. No me ha dado tiempo a ducharme, debido a que los hombres que se encontraban en la puerta —esos estúpidos soldados vestidos de blanco del Capitolio— me han obligado a salir rápidamente de la habitación y me han conducido arrastras hacía aquí, con la gente de mi edad. Mi hermana no está, ni tampoco mi madre. A pesar de que he preguntado por ellas, nadie sabe dónde se han metido. Todo me resulta confuso. A mi lado se encuentra Cassandra Hoocke, la cual no para de llorar desconsoladamente, como si el vídeo que acababamos de ver fuera la cosa más tétrica del mundo. Como si interará aparentar que le importa algo.
En el escenario están tres personas: dos de ellas son el ganador de los Juegos del Hambre de hace diez años, quizá doce al cuál nunca recuerdo el nombre y al otro lado está el alcalde de esté ridículo Distrito, más pobre que una rata. Levantada, se encuentra una mujer del Capitolio, de esas a las que le encantan hablar todo el tiempo y vestir de una manera tan insignificantemente vulgar que me dan ganas de matarla frente al estrado. Es de esas personas que disfruta viendo los Juegos del Hambre y lo sé bien porque ese sexto sentido que tengo, me lo está diciendo.
La mujer se balancea a los lados, diciendo algo totalmente monótomo mientras pega una sonrisa falsa en su rostro. Me da pena. Luego, gira sobre si misma, provocando que su cabello de color naranja zanahoria se mueva hacía un lado provando que mis sosprechas de que lleve una peluca sean ciertas y mete la mano en la urna de cristal, donde los papeles de todas nosotras mientras dice:
—Primero las Damas.
La cabeza me dá vueltas y los oídos me pitan. Estoy embriagada por el dolor que cubre mi estómago. Aprieto los ojos y me intento serenar. Veo a Channel —creo que se llamaba así— coger un papel del montón y abrirlo unos instantes. Sus ojos —lentillas de color amarillo ponzoñoso— se abren con brutalidad y las comisuras de sus labios se van hacía arriba.
—Elizabeth Winter —nombra, eufóricamente.
Abro los ojos, con el pulso acelerado. ¿Elizabeth Winter? Trago saliva. Eso soy yo. No puede ser. ¿He escuchado bien? Una gota de sudor recorre mi frente. A lo mejor me equivoco. Cassandra me mira, con una sonrisa triste y noto la mirada de millones de personas mirándome. Veo mi cara en la pantalla, pálida y monstruosa. Soy tributo.
—Venga, no seas tímida. Súbe —dice Channel, haciéndome un gesto con su delgada mano.
Trago una vez más saliva, con la garganta correosa y camino por el sendero que han dejado mis compañeros del Distrito. No quiero pensar lo que le estará pasando a mi madre si ve como subo al estrado. Asciendo las escaleras y me pongo al lado de Channel, quien me guiña el ojo.
—¿Alguien se ofrece a ser tributo?
El silencio cubre el espacio. Ya me esperaba que nadie se ofrecería a salvarme. Ya me esperaba que Annelina me salvará. Las lágrimas golpean mis ojos. No, no voy a llorar.
—Bueno —hace una mueca—. No pasa nada —se encoge de hombros—. Ahora, los chicos —mete la mano en la urba donde estan los chicos—. Alexander Stones
Veo como la gente se abre paso para que él paso. Mi corazón se me congela en el pecho. Es él.
Winter.
Re: the hunger games | nc
Me enamoré de tu capitulo quiero saber que pasa con su mamá no importa a mi tampoco e iba apenas a checar quien seguía y tu lo subiste
Invitado
Invitado
Re: the hunger games | nc
Ay hermosa -writer, no me se tu nombre :'( - Quiero decirte que me ha encantado tu cap me ha parecido hermoso. Moony, creo que no comenté sobre tu cap pero también me gustó mucho bc me pareció cool como lo narraste.
Perdón por la tardanza, lamentablemente mañana -viernes-estaré desaparecida todo el día por lo que no lo podré subir, así que el sábado lo haré. Besos ♥
Perdón por la tardanza, lamentablemente mañana -viernes-estaré desaparecida todo el día por lo que no lo podré subir, así que el sábado lo haré. Besos ♥
✦ ausente.✦
pixie.
Re: the hunger games | nc
- Tablilla:
- Capitulo O10✖Advertencias: Ninguna, que espero que os guste :)
✖Contenido: La cosecha
✖Narra: Clarissa Lee Pond
✖Escritora: Zoe {ZoeAnneThompson}
✖Nota de Autora: nop
✖Sigue : vickyGhostgirl para Source Code
Capitulo O1O
Frase del personaje►
El aire me envuelve por completo, el roce del elemento invisible me produce un sentimiento de libertad único. Extiendo los brazos para completar dicha sensación, lo que me hace recordar a un sinsajo cuando despliega sus alas para volar, aun que yo no puedo hacerlo por lo que me provoca cierta envidia, ya que yo estoy condenada a seguir en este sistema completamente atrapada y sin voz. El sonido de un silbido familiar me hace salir de mis pensamientos. Abro los ojos para luego mirar hacia abajo, Will estaba abajo del todo en el suelo mirando hacía mi dirección, me senté sobre una rama gruesa y le sonreí. "Clara, hoy no había que venir a trabajar, es el día de la cosecha" me recuerda él, yo sin embargo fijo mi mirada al cielo para contestarle con un simple "Lo sé". Sabía perfectamente a que día me encontraba, por eso estaba en lo alto de este gran árbol, donde un día una preciosa amiga estuvo, la pequeña y dulce Rue. Una niña de tan solo once años que tuvo la desgracia de quedar en el vasallaje y murió en la arena. Yo la conocía, solíamos trabajar juntas en uno de los grandes huertos del distrito. "¡Clara, baja ya!" me exige mi hermano, suspiro y empiezo a bajar por las ramas cuidadosamente y a unos escasos metros de Will salto para ponerme a su lado. Él me mira con mala cara y me invita con su mano, correr hacia casa. A pesar de que nuestra casa no tiene calefacción podemos permitirnos calentar un poco de agua en la cocina, pero eso tan solo es un lujo que nos podemos permitir una o dos veces al año.
-En cima de la cama esta tu ropa, la he sacado del baúl por que tampoco había gran cosa y al haber crecido, es lo único que queda -me dice el castaño oscuro.
-No hacía falta que... -intento decirle pero él me interrumpe.
-El agua debe estar caliente te la dejaré en el baño para que puedas lavarte -me dice mientras se marcha por la puerta.
Will está bastante serio, no lo dudo. En total mi nombre entrará casi cuarenta veces en la cosecha. Al él no poder participar he tenido que pagar yo el precio que le dejaran moribundo y con una pierna mala, por lo que ahora se que está asustado por mi. Nuestra madre murió al darme a mi a luz, por lo que nunca la conocí pero sin embargo, Will si. Él tan solo tenía siete años, desde entonces mi padre y él cuidaron de mi. Pero un día, mientras mi padre trabajaba en el huerto del sud, se provocó un incendio, uno que destruía todo a su paso, mi padre se quedó enganchado entre las herramientas al caer de un porrazo, murió carbonizado. Y de eso hace cuatro años, tanto Will como yo maduramos y tuvimos que hacer todo lo posible para sobrevivir, por lo que en cierta parte me da ventaja en si quedo para los juegos.
Mezclo el agua caliente con un poco de fría, para luego meterme en la bañera vieja. Empiezo a lavar mi suciedad frotando con el jabón y un paño rasposo, con el que quito cualquier impureza o resto de barro. Me gusta sentir como el agua limpia mi piel y por dios, juro que es un lujo poder hacer eso hoy, creo que es lo único bueno del día, la hora del baño y el pan para desayunar. Son lujos que nos damos por si quedamos para el vasallaje. Después de un buen baño me envuelvo en la gruesa toalla de color madera con la que me voy hasta mi habitación, me tumbo y paro a mirar e el armario las dos fotos y la carta que tengo pegadas, son el único recuerdo de ellos y de una familia unida. Una lágrima cae por mi mejilla y yo niego sacándola y parándome a arreglarme. Cojo el vestido que hay frente a la cama para luego acomodarlo sobre mi cuerpo y arreglarlo como puedo. Es un vestido marrón claro casi beis, fruncido en la cintura y con un cuello de bebe con bordado más claro, después peiné mi pelo, dejándolo suelto. Will entra y se queda detrás de mi, yo le veo en el espejo y sonríe con cierta tristeza, al igual que yo. "Es increíble, eres su viva imagen" dice él, acabo abrazándolo. El viste unos pantalones marrón claro, bastante anchos, con una camisa azul. Finalmente me tiende la mano para ir a nuestro destino.
La plaza principal se empieza a llenar de gente, los posibles tributos organizados dependiendo la edad y el género están divididos en dos grandes bloques con lineas que hacen las personas de 12 a 22 años. Los padres, tutores, hermanos, amigos o familiares, esperan alrededor. Lo peor de todo esto es el hecho de tener que obligar a esta gente, ver como muere su propia familia. Will y yo caminamos entre la gente sin soltarnos por miedo a perdernos, cuando llego a la fila de identificación el me suelta susurrándome al oído "suerte peque", seguido de un beso. Me quedo en la fila esperando a que me toque, se que Will está asustado y se que lo estará hasta pueda salir de la lista de tributos. Sabe que soy bastante buena y que no temo a ese destino, pero sin embargo, siguen habiendo tributos profesionales y no puedo evitar preguntarme como serán. La voz de uno de los agentes me llama la atención sacándome de mis pensamientos, es mi turno. Un pequeño pinchazo para luego marcar con mi sangre sobre el papel de reconocimiento de personas, ya que nadie puede negarse a acudir a esta trampa para perros, mi nombre aparece en la pantalla del extraño objeto tecnológico y luego me empujan para que siga mi camino. Busco la fila donde están las chicas de mi edad y reconozco a varias de ellas. Marie está llorando por si tiene la suerte de quedar, Alicia me mira con su superioridad al ser la hija del alcalde va bien vestida o al menos mejor que las demás, nunca he sido muy amigable por lo que no conozco a nadie como para ser mi amigo, solo estaba Rue. Es bastante gracioso si lo piensas, por que parece una maldición, cada persona que quiero acaba muriendo y al parecer mi hermano también la tiene. se que no es la mejor broma que puedas escuchar pero es la mejor que me sale ahora mismo, ya que debo admitir que estoy nerviosa. Las imágenes y la música empiezan a sonar indicando que el vídeo sobre los días oscuros de Panem y la tradición, todos miran a la pantalla pero sin embargo yo busco a mi hermano con la mirada, después de un instante nuestras miradas se cruzan dando apoyo. Finaliza el vídeo, lo que indica el aburrido discurso del alcalde. Un hombre de pelo azul con reflejos morados y plata se acerca al escenario, estoy segura de que no puede pensar en lo ridículo que parece con esas extrañas pinturas que lleva en la cara que hacen forma de luna en su parte derecha de la cara y en la otra una sombra plateada más gruesa y extensa que la otra, su traje es de un color azul con plumas extrañas plateadas, con su sonrisa alta tiende a ir donde está el micro.
-¡Felices juegos del hambre, y que la suerte esté siempre de vuestra parte! -grita el hombre extraño- Como siempre las damas primero -dice para acercarse a la gran urna de cristal para coger un papel, no puedo evitar de que mi nombre ha entrado menos de cuarenta veces esta vez, por lo que tengo más posibilidades que nunca, aun así me obligo a mirar- Clarissa Lee Pond -lo oigo, lo oigo perfectamente, y ese es mi nombre -¡Vamos chica. No seas tímida, has sido la afortunada, ven con nosotros! -dice él y yo camino hacia el altar, mi hermano grita pero lo único que recibe son azotes de los agentes de la paz, al fin llego al lado de el hombre extraño- Supongo que eres Clarissa, ¿cuantos años tienes preciosa?
-Diecisiete años, señor- le contesto sin mirarle si quiera.
-¿alguien se ofrece como tributo de esta dulzura? -pregunta con una sonrisa, no hay respuesta alguna, nadie me conocía y por lo tanto no habría nadie capaz de morir en mi lugar.
-Sigamos con los hombres, veamos...- dice él mientras rebusca entre los papeles hasta coger uno- ¡Dylan O'Brien!
No podía ser, él no. Si no conoceis a Dylan deberíais saber que es principalmente el mayor idiota que podáis conocer, después de eso saber que es el hijo mayor del alcalde. Dylan sube los escalones decidido con su ropa de buena clase hasta llegar al otro lado del hombre, este pregunta por alun voluntario, pero como se puede comprender no hay nadie que se ofrezca. Por lo que ya está hecho, el del pelo azulado alza nuestros brazos como los tributos del distrito once.
Es una habitación totalmente iluminada de tonos cálidos, parece ser un despacho. Por lo que hay una gran mesa con una silla detrás y papeles encima de esta. Empiezo a dar vueltas por la habitación, he de reconocer que estoy nerviosa, no se cual es el proceso de a continuación solo quiero despedirme de Will y decirle que estaré bien. Después de unos minutos un hombre de pelo blanco entra, es el alcalde.
-Señor perdone mi imprudencia pero... ¿Qué hace aquí? -le pregunto extrañada.
-Solo quiero decirte algo pequeña Clara -me dice y yo le miro seria- Se que mi hijo es un completo idiota, pero se bien que no sabe defenderse, por lo que me veo obligado a pedirte que intentes cuidarle, al menos que dure más de un día.
-Pero señor, yo no... -intento decir pero él me interrumpe.
-Eres tan fuerte y bella como tu madre -dice para luego marcharse.
No lograba entenderlo, ¿el propio alcalde diciéndome que protegiera a su hijito y luego hablando e mi madre? Estaba completamente desconcertada cuando unos brazos me abrazan por la espalda, me asusto pero él me pide que me calme, es Will.
-¡Idiota, me has dado un susto de muerte! -le grito para luego pensar en lo que he dicho y reír.
-Supongo que así te acostumbrarás, escucha tenemos menos de cinco minutos -me anuncia él.
-Will, sobreviviré, siempre lo hago -le digo intentando calmarme.
-No es lo mismo Clary, deberás defenderte y no quiero que salgas herida -me dice.
-Yo tampoco -le contesto con una sonrisa triste para que él me responda.
-Eres lista, muy lista, por lo que creo que puedes tener ventaja en ese campo la mayoría de profesionales son entrenados para matar pero son personas si cerebros -me dice y yo asiento.
-Estaré bien -le contesto con seguridad y él asiente para luego abrazarme.
-Recuerda quienes son los verdaderos enemigos, no hagas que te conviertan en un monstruo, no a ti -me susurra en el oído para que luego los agentes le sacaran por la fuerza de la sala.
De nuevo sola allí, en la oscuridad, completamente sola.
-Señor perdone mi imprudencia pero... ¿Qué hace aquí? -le pregunto extrañada.
-Solo quiero decirte algo pequeña Clara -me dice y yo le miro seria- Se que mi hijo es un completo idiota, pero se bien que no sabe defenderse, por lo que me veo obligado a pedirte que intentes cuidarle, al menos que dure más de un día.
-Pero señor, yo no... -intento decir pero él me interrumpe.
-Eres tan fuerte y bella como tu madre -dice para luego marcharse.
No lograba entenderlo, ¿el propio alcalde diciéndome que protegiera a su hijito y luego hablando e mi madre? Estaba completamente desconcertada cuando unos brazos me abrazan por la espalda, me asusto pero él me pide que me calme, es Will.
-¡Idiota, me has dado un susto de muerte! -le grito para luego pensar en lo que he dicho y reír.
-Supongo que así te acostumbrarás, escucha tenemos menos de cinco minutos -me anuncia él.
-Will, sobreviviré, siempre lo hago -le digo intentando calmarme.
-No es lo mismo Clary, deberás defenderte y no quiero que salgas herida -me dice.
-Yo tampoco -le contesto con una sonrisa triste para que él me responda.
-Eres lista, muy lista, por lo que creo que puedes tener ventaja en ese campo la mayoría de profesionales son entrenados para matar pero son personas si cerebros -me dice y yo asiento.
-Estaré bien -le contesto con seguridad y él asiente para luego abrazarme.
-Recuerda quienes son los verdaderos enemigos, no hagas que te conviertan en un monstruo, no a ti -me susurra en el oído para que luego los agentes le sacaran por la fuerza de la sala.
De nuevo sola allí, en la oscuridad, completamente sola.
- Hola tributos!:
Bueno queridas, primero muchas disculpas por tardar en subir, por lo que no me siento conforme por haber tardado y pido disculpas. Y bueno lo siguiente es que espero que os haya gustado el capítulo. También aclarar que se que he cambiado el orden de algunas acciones a la hora de realizar la cosecha -como que el vídeo va después de que entre el acompañante, pero pensé en cambiar el orden no se por que- También decidí poner un hombre ya que creo que es interesante que no todos los acompañantes sean mujeres, no se. Y dicho esto espero que os guste. Os quiero ♥
✦ ausente.✦
pixie.
Re: the hunger games | nc
Nadie leyo mi cap -lloro- :(
✦ ausente.✦
pixie.
Re: the hunger games | nc
Disculpen por no leer ninguno, en un rato edito este comentario.
Ah, la sigo mañana. ;)
Ah, la sigo mañana. ;)
Vicky.
Re: the hunger games | nc
Es hermoso tu capitulo me encanto la parte en la que will la abraza por la espalda, ¿protegerá Clary a Dylan? Descubrelo en la proxima ronda (?) ajhfjsafasfask espero el siguiente capitulo
Invitado
Invitado
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