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El corazon de Harry(Larry)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: El corazon de Harry(Larry)
11. Pastel de fresas
«No te apresures, no te preocupes:
hazlo lo mejor que puedas y olvida lo demás.»
Harry contempló el cesto de mimbre a medio llenar. Las fresas estaban en su punto justo de maduración y quedarían de maravilla en el pastel. Decidió dejar algunas para que Marian y David las recogieran por la tarde, puesto que los niños se entretenían mucho haciéndolo.
Su padre,como la mayoría de familias amish,plantaba fresales en sus huertos e incluso en las lindes del bosque. A los más pequeños les encantaba salir con sus cestitos para recolectarlas. Al final de la primavera e inicios del verano los prados se llenaban con sus gritos alborozados. También recogían castañas, moras y otros frutos del bosque, según la temporada. En la comunidad de Harry, todos realizaban alguna tarea adecuada a su edad y su condición física.
Probó una fresa y cerró los ojos para disfrutar del sabor dulce de la pulpa madura que explotaba en su boca. Desde que Louis se había marchado,tres días atrás,era la primera vez que se fijaba en el sabor de la comida. Su madre estaba preocupada por su palidez y por lo poco que comía.Harry incluso la había sorprendido discutiendo con su padre acerca de la posibilidad de llevarlo a un médico de la ciudad.Su padre se negaba y trataba de tranquilizar a su mujer,pero la madre de Harry no creía que el malestar de su hijo se debiera a «cosas de la edad», como había argumentado su padre.
Le hubiera gustado contarles la verdad, pero no podía. Y precisamente por eso se sentía mucho peor.
Louis lo había abandonado,desolado y muerto de amor,y él ni siquiera podía sincerarse con su familia. Hasta aquel momento siempre había compartido con ellos todas y cada una de sus inquietudes.
No entendía lo que le estaba pasando.Había rezado hasta quedarse dormido por la salvación de su alma,pero Dios parecía estar sometiéndolo a una especie de prueba. No quería pensar en Louis,pero cuanto más lo intentaba más anhelaba volver a verlo. Le parecía notar el corazón inflamado, como si estuviera haciendo sitio para unos sentimientos que crecían cada vez más con el paso de las horas.
Ya no sabía qué pensar. No dejaba de repasar en su mente, una y otra vez, todas y cada una de las palabras que se habían cruzado. Su mirada de admiración al descubrirlo de madrugada junto a la puerta, el tacto de su mano cuando lo tocó por primera vez en el granero,su rostro dulce como el de un niño mientras dormía en el bosque…
Harry recordaba cada detalle de aquella tarde en el Bosque de los Sauces, incluso el roce suave de la brisa sobre sus mejillas.El aire le acariciaba la cara y a la vez movía la camisa abierta de Louis,dejando al descubierto su pecho. Una corriente de excitación lo había recorrido de arriba abajo al contemplarlo. La misma sensualidad que había sentido al verlo sin ropa en la Cueva de los Niños mientras los dos temblaban.
Intentó alejar de su mente aquella visión por enésima vez. Pero se sentía cansado de tanto luchar contra sus pensamientos,así que decidió volver a casa para hacer un pastel con las fresas.
La repostería era uno de sus entretenimientos favoritos. Quizá si se concentraba en la masa o en el glaseado se olvidaría durante un rato de sus penas.Tan ensimismado iba Harry que,al entrar en la cocina,no reparó en su amiga Cher, que estaba sentada a la mesa junto a un gran vaso de limonada.
—¡Cher,me has dado un susto de muerte! ¿Qué haces en mi cocina? —gritó Harry sobresaltado cuando fue consciente de su presencia.
—Me crucé con tu madre en el camino. Me dijo que estabas en el huerto, pero tenía calor y decidí esperarte aquí. Así que es verdad… —murmuró con los ojos entrecerrados, mientras examinaba las marcas de cansancio en el rostro de su amigo.
—¿Qué es verdad?
Harry tenía el corazón en un puño. ¿Tan transparente era para que Cher hubiera descubierto sin más sus sentimientos más secretos?
—Tu madre me ha dicho que estás enfermo.Y ciertamente al ver tu cara se diría que algo te pasa…
—No es nada. Mi madre se preocupa demasiado por mí. Si por ella fuera, en cuanto estornudo dos veces me llevaría al médico. Es solo este calor, que me quita el apetito y no me deja dormir. Anda,ayúdame con este pastel. Mañana vamos a una boda en Littletown y,si me sale bien, lo llevaré para el banquete.
Cher empezó a lavar las fresas y preguntó a Harry por la boda.Se casaba una prima de su madre que vivía en una comunidad amish cercana a Gerodom County,aunque a su amigo no le apetecía ir al festejo.Cher no lo entendía.
—¿Qué dices? ¡Si es de lo más romántico! Dejará a su familia atrás para irse con su amor a Littletown. ¿Y cómo se conocieron?
Harry puso los ojos en blanco. De lo último de lo que le apetecía hablar era de historias de amor, pero al menos mientras Cher pensara en la prima de su madre y en el prometido de esta no se fijaría en sus ojeras.Harry le contó que el novio había acudido a Gerodom como invitado de otra boda. En los festejos se había fijado en Lorelei, la prima de su madre, y habían empezado a escribirse.
Cher bufó y su flequillo castaño,que casi le rozaba los ojos, salió disparado hacia arriba.
—¡Cartas de amor! Me moriría si un día recibo una… ¿Crees que George me escribiría si se lo pido?—preguntó con voz soñadora.
—No creo que tengas que pedírselo,Cher.¡Si vive al lado de vuestra granja!
Harry estaba perdiendo la paciencia.Cher llevaba soñando con su vecino George desde hacía un año y medio,pero él no parecía dar señales de darse cuenta de su interés. Y Cher era inasequible al desaliento.
Mientras vertían la masa de la base del pastel en un molde, Harry decidió sondear a su amiga.
Necesitaba sincerarse con alguien y,aunque no podía contarle toda la historia, puesto que Cher no era precisamente un dechado de discreción, sí podía hablar con ella en términos generales.
—Cher,¿alguna vez has imaginado…? ¿Qué pasaría en el caso hipotético de que te enamorases de la persona equivocada?
—¿Qué quieres decir? —inquirió su amiga mientras rebañaba el fondo del bol con el dedo índice.
—¿Qué harías si un día despertases y te dieses cuenta de que estás enamorada de alguien que no te conviene?
—Pues no sé… depende de cómo fuera ese chico inconveniente —contestó Ruth, algo contrariada porque hubieran dejado de hablar de George.
—Imagina que es un chico muy guapo,con unos ojos azules y penetrantes.Cada vez que te mira,crees que vas a derretirte como un sorbete de sandía o como la mantequilla al lado del fuego.Tiene una voz preciosa. Cuando lo oyes cantar los himnos en la iglesia, tu alma se eleva y te parece como si estuvieras escuchando a un ángel y no a un ser humano.Es muy listo y sabe muchas cosas, cosas de temas que a ti también te interesan, como la música.Y su olor… Imagínate el olor de cien pasteles como estos,multiplicado por mil.
—Vaya… ¡Cuesta imaginar que exista alguien así! —dijo Cher,admirada.
—Estamos hablando en términos hipotéticos, desde luego—apuntó muy cauto—. ¿Qué harías tú?
—No alcanzo a ver por qué no convendría a alguien un partido así… ¿Es una persona decente?
—Más que eso. Imagínate ahora que es sábado por la tarde y te estás preparando un baño. Estás desnuda, cualquiera podría verte en ese momento porque la puerta de la caseta de duchas está rota. Él está cerca, pero,aun así,te respeta y no te dirige ni una sola mirada. Sabes que puedes confiar en él.
Mientras describía la escena, Harry sintió cómo un rubor suave iba tiñendo sus mejillas. Esperaba que Cher lo atribuyese al calor del horno.
—Harry,si esa persona inadecuada fuese tal y como me la estás pintando, perdería la cabeza por él.Hipotéticamente,claro —rio.
Un ruido en el porche precedió a la entrada de la madre de Harry. Sonrió al ver a los dos amigos cocinando juntos.
—Vaya,chicos, ¡así me gusta! Un hombre ocupado es una hombre sano. ¡Hasta tus mejillas tienen otro color,Harry! —exclamó la mujer, liviada.
Harry se ruborizó aún más.
—Ya estamos terminando,mamá. Luego quiero ir a recolectar algunas hierbas aromáticas. Nos estamos quedando sin eneldo y sin tomillo para guisar.
—Eso está bien,hijo.Cher,acompáñalo si no tienes otros quehaceres. Como te conté, Harry se ha sentido un poco débil estos días.
Una vez horneado el pastel, los dos amigos salieron del brazo bajo la mirada complacida de la señora Styles. Harry llevaba consigo su cesto, aunque tenía en la cabeza un plan distinto. Recogería algunas hierbas,sí, pero lo haría en el camino que llevaba a la Cueva de los Niños.
A Cher la charla también parecía haberla afectado. Se la veía más seria y pensativa de lo habitual.
Cuando se despidieron en el camino de tierra que llevaba al pueblo,Harry la observó mientras se alejaba. Le parecía entenderla ahora un poco mejor y lamentó haber evitado su compañía en los últimos meses.Cher también se había enamorado,solo que un poco antes que él.Lo que antes le había parecido una estupidez ahora la hacía sentirse más cerca que nunca de su amiga.
Harry deseó que George levantara la vista del arado y se fijara de una vez en Cher.
A continuación caminó hasta la cueva con paso ligero. Tenía la sensación de que algo importante le aguardaba entre sus paredes húmedas, aunque era dolorosamente consciente de que allí se reavivarían sus recuerdos.Pero ya no le importaba.
De pie, junto a los restos de la fogata frente a la que Louis y él se habían sentado,Harry se despojó del sombrero.Liberó sus rizos y se los peino para atras.
Depositó el sombrero encima de la piedra, la misma donde había encontrado la carta de Louis,como si se tratara de una ofrenda.Luego salió.
No dejó de sonreír durante la vuelta a casa. El viento le alborotaba los rizos y,como aquella vez,acariciaba sus mejillas con su aliento dulce y perfumado.
Harry sonreía y pensaba que aquella brisa de verano era el mejor de los augurios,una señal del Cielo para que no perdiera la esperanza.
GRACIAS A TODAS LAS QUE LEN LA NOVELA OS QUIEROO :enamorado:
«No te apresures, no te preocupes:
hazlo lo mejor que puedas y olvida lo demás.»
Harry contempló el cesto de mimbre a medio llenar. Las fresas estaban en su punto justo de maduración y quedarían de maravilla en el pastel. Decidió dejar algunas para que Marian y David las recogieran por la tarde, puesto que los niños se entretenían mucho haciéndolo.
Su padre,como la mayoría de familias amish,plantaba fresales en sus huertos e incluso en las lindes del bosque. A los más pequeños les encantaba salir con sus cestitos para recolectarlas. Al final de la primavera e inicios del verano los prados se llenaban con sus gritos alborozados. También recogían castañas, moras y otros frutos del bosque, según la temporada. En la comunidad de Harry, todos realizaban alguna tarea adecuada a su edad y su condición física.
Probó una fresa y cerró los ojos para disfrutar del sabor dulce de la pulpa madura que explotaba en su boca. Desde que Louis se había marchado,tres días atrás,era la primera vez que se fijaba en el sabor de la comida. Su madre estaba preocupada por su palidez y por lo poco que comía.Harry incluso la había sorprendido discutiendo con su padre acerca de la posibilidad de llevarlo a un médico de la ciudad.Su padre se negaba y trataba de tranquilizar a su mujer,pero la madre de Harry no creía que el malestar de su hijo se debiera a «cosas de la edad», como había argumentado su padre.
Le hubiera gustado contarles la verdad, pero no podía. Y precisamente por eso se sentía mucho peor.
Louis lo había abandonado,desolado y muerto de amor,y él ni siquiera podía sincerarse con su familia. Hasta aquel momento siempre había compartido con ellos todas y cada una de sus inquietudes.
No entendía lo que le estaba pasando.Había rezado hasta quedarse dormido por la salvación de su alma,pero Dios parecía estar sometiéndolo a una especie de prueba. No quería pensar en Louis,pero cuanto más lo intentaba más anhelaba volver a verlo. Le parecía notar el corazón inflamado, como si estuviera haciendo sitio para unos sentimientos que crecían cada vez más con el paso de las horas.
Ya no sabía qué pensar. No dejaba de repasar en su mente, una y otra vez, todas y cada una de las palabras que se habían cruzado. Su mirada de admiración al descubrirlo de madrugada junto a la puerta, el tacto de su mano cuando lo tocó por primera vez en el granero,su rostro dulce como el de un niño mientras dormía en el bosque…
Harry recordaba cada detalle de aquella tarde en el Bosque de los Sauces, incluso el roce suave de la brisa sobre sus mejillas.El aire le acariciaba la cara y a la vez movía la camisa abierta de Louis,dejando al descubierto su pecho. Una corriente de excitación lo había recorrido de arriba abajo al contemplarlo. La misma sensualidad que había sentido al verlo sin ropa en la Cueva de los Niños mientras los dos temblaban.
Intentó alejar de su mente aquella visión por enésima vez. Pero se sentía cansado de tanto luchar contra sus pensamientos,así que decidió volver a casa para hacer un pastel con las fresas.
La repostería era uno de sus entretenimientos favoritos. Quizá si se concentraba en la masa o en el glaseado se olvidaría durante un rato de sus penas.Tan ensimismado iba Harry que,al entrar en la cocina,no reparó en su amiga Cher, que estaba sentada a la mesa junto a un gran vaso de limonada.
—¡Cher,me has dado un susto de muerte! ¿Qué haces en mi cocina? —gritó Harry sobresaltado cuando fue consciente de su presencia.
—Me crucé con tu madre en el camino. Me dijo que estabas en el huerto, pero tenía calor y decidí esperarte aquí. Así que es verdad… —murmuró con los ojos entrecerrados, mientras examinaba las marcas de cansancio en el rostro de su amigo.
—¿Qué es verdad?
Harry tenía el corazón en un puño. ¿Tan transparente era para que Cher hubiera descubierto sin más sus sentimientos más secretos?
—Tu madre me ha dicho que estás enfermo.Y ciertamente al ver tu cara se diría que algo te pasa…
—No es nada. Mi madre se preocupa demasiado por mí. Si por ella fuera, en cuanto estornudo dos veces me llevaría al médico. Es solo este calor, que me quita el apetito y no me deja dormir. Anda,ayúdame con este pastel. Mañana vamos a una boda en Littletown y,si me sale bien, lo llevaré para el banquete.
Cher empezó a lavar las fresas y preguntó a Harry por la boda.Se casaba una prima de su madre que vivía en una comunidad amish cercana a Gerodom County,aunque a su amigo no le apetecía ir al festejo.Cher no lo entendía.
—¿Qué dices? ¡Si es de lo más romántico! Dejará a su familia atrás para irse con su amor a Littletown. ¿Y cómo se conocieron?
Harry puso los ojos en blanco. De lo último de lo que le apetecía hablar era de historias de amor, pero al menos mientras Cher pensara en la prima de su madre y en el prometido de esta no se fijaría en sus ojeras.Harry le contó que el novio había acudido a Gerodom como invitado de otra boda. En los festejos se había fijado en Lorelei, la prima de su madre, y habían empezado a escribirse.
Cher bufó y su flequillo castaño,que casi le rozaba los ojos, salió disparado hacia arriba.
—¡Cartas de amor! Me moriría si un día recibo una… ¿Crees que George me escribiría si se lo pido?—preguntó con voz soñadora.
—No creo que tengas que pedírselo,Cher.¡Si vive al lado de vuestra granja!
Harry estaba perdiendo la paciencia.Cher llevaba soñando con su vecino George desde hacía un año y medio,pero él no parecía dar señales de darse cuenta de su interés. Y Cher era inasequible al desaliento.
Mientras vertían la masa de la base del pastel en un molde, Harry decidió sondear a su amiga.
Necesitaba sincerarse con alguien y,aunque no podía contarle toda la historia, puesto que Cher no era precisamente un dechado de discreción, sí podía hablar con ella en términos generales.
—Cher,¿alguna vez has imaginado…? ¿Qué pasaría en el caso hipotético de que te enamorases de la persona equivocada?
—¿Qué quieres decir? —inquirió su amiga mientras rebañaba el fondo del bol con el dedo índice.
—¿Qué harías si un día despertases y te dieses cuenta de que estás enamorada de alguien que no te conviene?
—Pues no sé… depende de cómo fuera ese chico inconveniente —contestó Ruth, algo contrariada porque hubieran dejado de hablar de George.
—Imagina que es un chico muy guapo,con unos ojos azules y penetrantes.Cada vez que te mira,crees que vas a derretirte como un sorbete de sandía o como la mantequilla al lado del fuego.Tiene una voz preciosa. Cuando lo oyes cantar los himnos en la iglesia, tu alma se eleva y te parece como si estuvieras escuchando a un ángel y no a un ser humano.Es muy listo y sabe muchas cosas, cosas de temas que a ti también te interesan, como la música.Y su olor… Imagínate el olor de cien pasteles como estos,multiplicado por mil.
—Vaya… ¡Cuesta imaginar que exista alguien así! —dijo Cher,admirada.
—Estamos hablando en términos hipotéticos, desde luego—apuntó muy cauto—. ¿Qué harías tú?
—No alcanzo a ver por qué no convendría a alguien un partido así… ¿Es una persona decente?
—Más que eso. Imagínate ahora que es sábado por la tarde y te estás preparando un baño. Estás desnuda, cualquiera podría verte en ese momento porque la puerta de la caseta de duchas está rota. Él está cerca, pero,aun así,te respeta y no te dirige ni una sola mirada. Sabes que puedes confiar en él.
Mientras describía la escena, Harry sintió cómo un rubor suave iba tiñendo sus mejillas. Esperaba que Cher lo atribuyese al calor del horno.
—Harry,si esa persona inadecuada fuese tal y como me la estás pintando, perdería la cabeza por él.Hipotéticamente,claro —rio.
Un ruido en el porche precedió a la entrada de la madre de Harry. Sonrió al ver a los dos amigos cocinando juntos.
—Vaya,chicos, ¡así me gusta! Un hombre ocupado es una hombre sano. ¡Hasta tus mejillas tienen otro color,Harry! —exclamó la mujer, liviada.
Harry se ruborizó aún más.
—Ya estamos terminando,mamá. Luego quiero ir a recolectar algunas hierbas aromáticas. Nos estamos quedando sin eneldo y sin tomillo para guisar.
—Eso está bien,hijo.Cher,acompáñalo si no tienes otros quehaceres. Como te conté, Harry se ha sentido un poco débil estos días.
Una vez horneado el pastel, los dos amigos salieron del brazo bajo la mirada complacida de la señora Styles. Harry llevaba consigo su cesto, aunque tenía en la cabeza un plan distinto. Recogería algunas hierbas,sí, pero lo haría en el camino que llevaba a la Cueva de los Niños.
A Cher la charla también parecía haberla afectado. Se la veía más seria y pensativa de lo habitual.
Cuando se despidieron en el camino de tierra que llevaba al pueblo,Harry la observó mientras se alejaba. Le parecía entenderla ahora un poco mejor y lamentó haber evitado su compañía en los últimos meses.Cher también se había enamorado,solo que un poco antes que él.Lo que antes le había parecido una estupidez ahora la hacía sentirse más cerca que nunca de su amiga.
Harry deseó que George levantara la vista del arado y se fijara de una vez en Cher.
A continuación caminó hasta la cueva con paso ligero. Tenía la sensación de que algo importante le aguardaba entre sus paredes húmedas, aunque era dolorosamente consciente de que allí se reavivarían sus recuerdos.Pero ya no le importaba.
De pie, junto a los restos de la fogata frente a la que Louis y él se habían sentado,Harry se despojó del sombrero.Liberó sus rizos y se los peino para atras.
Depositó el sombrero encima de la piedra, la misma donde había encontrado la carta de Louis,como si se tratara de una ofrenda.Luego salió.
No dejó de sonreír durante la vuelta a casa. El viento le alborotaba los rizos y,como aquella vez,acariciaba sus mejillas con su aliento dulce y perfumado.
Harry sonreía y pensaba que aquella brisa de verano era el mejor de los augurios,una señal del Cielo para que no perdiera la esperanza.
GRACIAS A TODAS LAS QUE LEN LA NOVELA OS QUIEROO :enamorado:
titasheilus
Re: El corazon de Harry(Larry)
Oh, Pandas!! Oh, Pandas!! Debes seguirla!! :3
Me encanta, sobre todo como describió Harry a Louis. x3
Besos corazón.
Nos leemos pronto.
Me encanta, sobre todo como describió Harry a Louis. x3
Besos corazón.
Nos leemos pronto.
BooBearGirl:3
Re: El corazon de Harry(Larry)
Hola a todas las que me leeis la novela tengo que decir que si tardo en subir capitulos es debido al Instituto(Lo odio).
Y aqui os dejo el capitulo :chkt:
12. Baúles en concierto
«Solo hay una cosa peor que un hombre que abandona:
un hombre que tiene miedo de empezar.»
Louis jamás hubiera imaginado que Lee y sus baúles tocaban en directo como una banda de rock normal y corriente. Incluso lo hacían bastante bien.Gustaban al público,quizá porque el carisma del gurú traspasaba el escenario y era capaz de conectar con todo tipo de gente. Su voz era áspera como el papel de lija,pero había algo en su modo de modularla, bajando hasta casi el susurro,que ponía la carne de gallina.
Cuantas más cosas conocía de aquella gente,más extraño y fascinante le parecía su modo de vida. Al parecer vivían sin dinero.Celebraban sus conciertos allá donde eran bien recibidos,pero jamás cobraban por tocar.Tan solo aceptaban donativos en especies,como comida,ropa, enseres personales y algún servicio necesario como un afeitado o un corte de pelo para algún miembro de la comunidad.
Viajaban constantemente en sus caravanas, aunque un par de veces al año se detenían durante una temporada larga en uno de los dos ashrams que Lee había fundado.
Los ashrams,según el gurú de los baúles, eran comunidades de vida y de trabajo. Uno estaba muy cerca de Seattle,de donde era originario Louis,y el otro estaba en California.
Aquel grupo de baúles estaba compuesto por doce personas,aunque solo cinco músicos formaban la banda:un batería de aspecto germánico,con el cabello rubio cortado al cepillo;un bajista que debía de rondar la treintena y que no sonreía jamás—al parecer se había unido a la comunidad tras perder a su mujer y a su hijo pequeño en un accidente—;Rondha,una rubia calcada a Janis Joplin,que tocaba la
guitarra y la cítara y que también hacía coros;y por último David,su marido,que manejaba el teclado.
Lee cantaba,tocaba la guitarra y componía todos los temas,aunque la banda también tenía un repertorio de versiones de lo más variopinto.
Sus propias composiciones eran efectivas y,aunque las letras tenían frases inequívocamente religiosas,el tono era desenfadado y en algunas ocasiones incluso humorístico.La gente se divertía, y vibraba de emoción en los temas más lentos.
Tras dos conciertos en dos pueblos diferentes,Louis ya era capaz de corear el estribillo de una de sus canciones más famosas,
«Ríe y nada más»
"Muchas almas perdidas han acudido a mí en busca de un consejo.
Ya soy viejo y no me queda ninguno en los bolsillos.
Aunque siempre guardé uno para ti: pase lo que pase,ríe.
Ríe, ríe, ríe y nada más."
Terminado el segundo recital,Louis se puso a recoger instrumentos, cables y micrófonos como uno más.Mientras lo hacía,una chica pelirroja de piernas largas y pálidas se le acercó y le pidió que la ayudara a conseguir un autógrafo de Lee.Louis se sorprendió y dudó, puesto que no sabía si a los baúles les gustaban ese tipo de peticiones.
Como no localizaba al cantante de los Chocolate,le respondió que
esperara un momento y señaló una silla junto al escenario.
—¿Eres su mánager o algo así? —preguntó ella soltando una risita nerviosa.
—No,solo los ayudo temporalmente —contestó Louis cargando con un pesado amplificador de guitarra.
—Pues tienes aspecto de artista,cantante o algo parecido —dijo ella tras lanzarle una mirada apreciativa.
Louis la ignoró lo más discretamente que pudo y trató de desviar la conversación.Pero la pelirroja no se daba por vencida.Mientras seguía hablando,cruzó las piernas dejando ver el resto de sus muslos
por debajo de su escueta minifalda tejana.
—Me llamo Emme y vivo en esta aldea. Como te puedes imaginar,me aburro mucho—respondió ella alargando la «u».
Sus labios rojos se fruncieron formando un círculo casi perfecto.Louis no supo qué responder.Los gestos de Emme eran inequívocos y a él le estaban entrando unas ganas terribles de echar a correr hacia
la caravana de Lee.
—Quizá podrías venir a casa cuando acabes con esto. Mis viejos están fuera y no se ven muchos chicos guapos como tú en este lugar.—Rio mientras se apartaba el pelo de la cara con picardía.
Louis tragó saliva.Daba toda la impresión de que lo que perseguía Emme no era precisamente un autógrafo de Lee.Por fortuna, el gurú aprovechó aquel momento para aparecer.Llevaba una botella de
agua mineral en la mano y se enjugaba el sudor con una toalla.
Él salió a su encuentro y le explicó que Emme quería un autógrafo. Lee la recibió con mucha amabilidad e incluso le regaló dos discos compactos dedicados. La pelirroja se despidió muy contenta, no sin antes dedicarle un mohín sensual a Louis,que bajó la mirada y siguió enrollando cables.
Al ver a Lee charlar amistosamente con aquella chica,Louis sintió alivio y también una punzada de nostalgia.Se notaba que el baúl disfrutaba de verdad con lo que hacía.Hasta hacía poco él también había
tenido un objetivo en la vida.Pero al alejarse de Harry y de los amish,lo había tirado todo por la borda y ahora le costaba decidir qué hacer.
Miró a Lee,que había empezado a repartir entre los miembros de Chocolate la comida con la que los vecinos del pueblo les habían obsequiado.Dejó a Louis para el final y,cuando le sirvió un bol de lo
que parecía un guiso de ternera,se sentó a su lado a comer con las piernas cruzadas y el torso muy erguido.
—¿No te gustan pelirrojas, amigo? —preguntó con sorna.
Louis enrojeció.Al parecer,el baúl había oído la conversación con Emme junto al escenario y había sacado las mismas conclusiones que él.
—No es eso—respondió Louis cabizbajo.
No le apetecía hablar de Harry ni contarle a nadie los detalles de su huida.Se sentía un cobarde.
Lee guardó silencio durante un rato y se concentró en su comida. Finalmente acabó con el bol y lo dejó en el suelo con gesto satisfecho.
—¿Y ahora qué?—preguntó el gurú mirando a Louis de arriba abajo con sus ojos de halcón.
El chico estaba perdido en sus propios pensamientos y no entendió la pregunta a la primera. ¿Se refería a la comida? Miró de forma interrogativa a Lee,que añadió:
—Quiero decir que ya llevas dos días con nosotros.Yo estaría encantado de que te unieras a nosotros como uno más, pero no creo que sea lo mejor para ti.
—¿Y por qué no, Lee? Toco el piano y podría sustituir a David si alguna vez se pone enfermo.
También puedo ocuparme de recoger los donativos del público durante los conciertos y os ayudaría a montar y desmontar el escenario —argumentó Louis.
Se sentía tan perdido que había barajado seriamente la posibilidad de quedarse con Lee y su gente durante algún tiempo,al menos hasta que supiera qué rumbo debía tomar su vida. Le parecía insoportable
que también aquella posibilidad fuera a esfumarse.
—Serías un buen compañero,Louis, pero no es tu momento. Primero tienes que ver mundo.
—Pero,Lee —protestó con un deje de desesperación en su voz—,tú no sabes lo que me ha traído hasta vosotros.Yo… me enamoré.Y luego salí huyendo,me alejé como un cobarde traicionando la confianza de Harry la de los suyos.Me siento tan culpable… No tengo adónde ir,ningún proyecto en mi vida.Tenía mi reportaje y a Harry, pero dejé todas mis ilusiones en aquella cueva,plasmadas en aquella carta estúpida.
Sus palabras habían brotado como un torrente. Lee lo miraba sin pestañear,mientras los ojos del chico se llenaban de lágrimas de culpabilidad e impotencia.Tras una pausa que a Louis le pareció
eterna,el baúl por fin habló:
—No seas idiota y vuelve inmediatamente a esa cueva.Si te quiere de verdad, una parte del corazón de Harry estará allí.
Y aqui os dejo el capitulo :chkt:
12. Baúles en concierto
«Solo hay una cosa peor que un hombre que abandona:
un hombre que tiene miedo de empezar.»
Louis jamás hubiera imaginado que Lee y sus baúles tocaban en directo como una banda de rock normal y corriente. Incluso lo hacían bastante bien.Gustaban al público,quizá porque el carisma del gurú traspasaba el escenario y era capaz de conectar con todo tipo de gente. Su voz era áspera como el papel de lija,pero había algo en su modo de modularla, bajando hasta casi el susurro,que ponía la carne de gallina.
Cuantas más cosas conocía de aquella gente,más extraño y fascinante le parecía su modo de vida. Al parecer vivían sin dinero.Celebraban sus conciertos allá donde eran bien recibidos,pero jamás cobraban por tocar.Tan solo aceptaban donativos en especies,como comida,ropa, enseres personales y algún servicio necesario como un afeitado o un corte de pelo para algún miembro de la comunidad.
Viajaban constantemente en sus caravanas, aunque un par de veces al año se detenían durante una temporada larga en uno de los dos ashrams que Lee había fundado.
Los ashrams,según el gurú de los baúles, eran comunidades de vida y de trabajo. Uno estaba muy cerca de Seattle,de donde era originario Louis,y el otro estaba en California.
Aquel grupo de baúles estaba compuesto por doce personas,aunque solo cinco músicos formaban la banda:un batería de aspecto germánico,con el cabello rubio cortado al cepillo;un bajista que debía de rondar la treintena y que no sonreía jamás—al parecer se había unido a la comunidad tras perder a su mujer y a su hijo pequeño en un accidente—;Rondha,una rubia calcada a Janis Joplin,que tocaba la
guitarra y la cítara y que también hacía coros;y por último David,su marido,que manejaba el teclado.
Lee cantaba,tocaba la guitarra y componía todos los temas,aunque la banda también tenía un repertorio de versiones de lo más variopinto.
Sus propias composiciones eran efectivas y,aunque las letras tenían frases inequívocamente religiosas,el tono era desenfadado y en algunas ocasiones incluso humorístico.La gente se divertía, y vibraba de emoción en los temas más lentos.
Tras dos conciertos en dos pueblos diferentes,Louis ya era capaz de corear el estribillo de una de sus canciones más famosas,
«Ríe y nada más»
"Muchas almas perdidas han acudido a mí en busca de un consejo.
Ya soy viejo y no me queda ninguno en los bolsillos.
Aunque siempre guardé uno para ti: pase lo que pase,ríe.
Ríe, ríe, ríe y nada más."
Terminado el segundo recital,Louis se puso a recoger instrumentos, cables y micrófonos como uno más.Mientras lo hacía,una chica pelirroja de piernas largas y pálidas se le acercó y le pidió que la ayudara a conseguir un autógrafo de Lee.Louis se sorprendió y dudó, puesto que no sabía si a los baúles les gustaban ese tipo de peticiones.
Como no localizaba al cantante de los Chocolate,le respondió que
esperara un momento y señaló una silla junto al escenario.
—¿Eres su mánager o algo así? —preguntó ella soltando una risita nerviosa.
—No,solo los ayudo temporalmente —contestó Louis cargando con un pesado amplificador de guitarra.
—Pues tienes aspecto de artista,cantante o algo parecido —dijo ella tras lanzarle una mirada apreciativa.
Louis la ignoró lo más discretamente que pudo y trató de desviar la conversación.Pero la pelirroja no se daba por vencida.Mientras seguía hablando,cruzó las piernas dejando ver el resto de sus muslos
por debajo de su escueta minifalda tejana.
—Me llamo Emme y vivo en esta aldea. Como te puedes imaginar,me aburro mucho—respondió ella alargando la «u».
Sus labios rojos se fruncieron formando un círculo casi perfecto.Louis no supo qué responder.Los gestos de Emme eran inequívocos y a él le estaban entrando unas ganas terribles de echar a correr hacia
la caravana de Lee.
—Quizá podrías venir a casa cuando acabes con esto. Mis viejos están fuera y no se ven muchos chicos guapos como tú en este lugar.—Rio mientras se apartaba el pelo de la cara con picardía.
Louis tragó saliva.Daba toda la impresión de que lo que perseguía Emme no era precisamente un autógrafo de Lee.Por fortuna, el gurú aprovechó aquel momento para aparecer.Llevaba una botella de
agua mineral en la mano y se enjugaba el sudor con una toalla.
Él salió a su encuentro y le explicó que Emme quería un autógrafo. Lee la recibió con mucha amabilidad e incluso le regaló dos discos compactos dedicados. La pelirroja se despidió muy contenta, no sin antes dedicarle un mohín sensual a Louis,que bajó la mirada y siguió enrollando cables.
Al ver a Lee charlar amistosamente con aquella chica,Louis sintió alivio y también una punzada de nostalgia.Se notaba que el baúl disfrutaba de verdad con lo que hacía.Hasta hacía poco él también había
tenido un objetivo en la vida.Pero al alejarse de Harry y de los amish,lo había tirado todo por la borda y ahora le costaba decidir qué hacer.
Miró a Lee,que había empezado a repartir entre los miembros de Chocolate la comida con la que los vecinos del pueblo les habían obsequiado.Dejó a Louis para el final y,cuando le sirvió un bol de lo
que parecía un guiso de ternera,se sentó a su lado a comer con las piernas cruzadas y el torso muy erguido.
—¿No te gustan pelirrojas, amigo? —preguntó con sorna.
Louis enrojeció.Al parecer,el baúl había oído la conversación con Emme junto al escenario y había sacado las mismas conclusiones que él.
—No es eso—respondió Louis cabizbajo.
No le apetecía hablar de Harry ni contarle a nadie los detalles de su huida.Se sentía un cobarde.
Lee guardó silencio durante un rato y se concentró en su comida. Finalmente acabó con el bol y lo dejó en el suelo con gesto satisfecho.
—¿Y ahora qué?—preguntó el gurú mirando a Louis de arriba abajo con sus ojos de halcón.
El chico estaba perdido en sus propios pensamientos y no entendió la pregunta a la primera. ¿Se refería a la comida? Miró de forma interrogativa a Lee,que añadió:
—Quiero decir que ya llevas dos días con nosotros.Yo estaría encantado de que te unieras a nosotros como uno más, pero no creo que sea lo mejor para ti.
—¿Y por qué no, Lee? Toco el piano y podría sustituir a David si alguna vez se pone enfermo.
También puedo ocuparme de recoger los donativos del público durante los conciertos y os ayudaría a montar y desmontar el escenario —argumentó Louis.
Se sentía tan perdido que había barajado seriamente la posibilidad de quedarse con Lee y su gente durante algún tiempo,al menos hasta que supiera qué rumbo debía tomar su vida. Le parecía insoportable
que también aquella posibilidad fuera a esfumarse.
—Serías un buen compañero,Louis, pero no es tu momento. Primero tienes que ver mundo.
—Pero,Lee —protestó con un deje de desesperación en su voz—,tú no sabes lo que me ha traído hasta vosotros.Yo… me enamoré.Y luego salí huyendo,me alejé como un cobarde traicionando la confianza de Harry la de los suyos.Me siento tan culpable… No tengo adónde ir,ningún proyecto en mi vida.Tenía mi reportaje y a Harry, pero dejé todas mis ilusiones en aquella cueva,plasmadas en aquella carta estúpida.
Sus palabras habían brotado como un torrente. Lee lo miraba sin pestañear,mientras los ojos del chico se llenaban de lágrimas de culpabilidad e impotencia.Tras una pausa que a Louis le pareció
eterna,el baúl por fin habló:
—No seas idiota y vuelve inmediatamente a esa cueva.Si te quiere de verdad, una parte del corazón de Harry estará allí.
titasheilus
Re: El corazon de Harry(Larry)
Oh, Oh, Oh... Que hermoso :3
Tienes que seguirla, que me encanta.
Tienes que seguirla, que me encanta.
BooBearGirl:3
Re: El corazon de Harry(Larry)
seguilaaa me encanto :aah:
louis tiene q encontrar su propio :corre: camino
louis tiene q encontrar su propio :corre: camino
and
Re: El corazon de Harry(Larry)
13. El significado de las tormentas
«Justo cuando la oruga pensaba que el mundo
se había acabado, se convirtió en mariposa.»
El domingo, antes del alba, Harry se sintió mal. El cuerpo le ardía, las sienes le palpitaban y tenía mucha sed. Se sentía tan débil que tuvo que despertar a Marian para pedirle que llamara a su madre. En
aquel estado no se sentía capaz de ordeñar.
La señora Styles acudió a la habitación enseguida. Se la veía casi aliviada,ya que al fin había un motivo evidente para el desánimo que había observado en su hijo en los últimos días.
—¡Ya sabía yo que te pasaba algo! —exclamó, risueña, tras ponerle una mano reconfortantemente fría sobre la frente.
—Mamá, no sonrías, ¡me siento fatal! —la reconvino Harry.
Su madre salió del cuarto y volvió enseguida con un arsenal de píldoras y una tisana que olía a rayos.
—Tómate esto con las pastillas. Te sentirás mejor y podrás dormir un poco.
Harry se tomó las hierbas y las píldoras sin rechistar. Cuando estaba a punto de caer dormido sobre la almohada, se acordó, llevándose las manos a la cabeza:
—Pero mamá, ¡la boda!
—Lo sé, cariño. Creo que mandaré a tu padre y a los niños con el carro y los caballos y yo me quedaré aquí cuidándote.
Diría que tienes gripe, y debemos prestar atención a esa fiebre.
—Pero mamá, tu prima Lorelei se sentirá muy mal si no estás allí el día más especial de su vida.
¡Lleváis meses preparándolo todo! No puedes faltar…
Su madre se encogió de hombros con gesto apenado y bajó la cabeza, resignada.
—Es la voluntad de Dios, Harry.
—No creo que la voluntad de Dios sea que te pierdas la boda de tu prima y amiga más querida,mamá. ¿Por qué no le dices a la señora Camp que se pase a echarme un vistazo de vez en cuando? Yo
estaré bien con tus píldoras y a ella no le importará.
—No sé qué decirte… Estaremos fuera todo el día y toda la noche. No regresaremos hasta mañana por la mañana y yo… Está bien, lo pensaré —admitió dubitativa, ya que aquella boda iba a reunir a toda
la familia, incluso a la más lejana.
Al cabo de una hora, sus padres y sus hermanos pasaron junto a su cama para despedirse.
Harry se sentía cansado,pero hizo un esfuerzo por mostrar una expresión animada. No quería que su madre se echara atrás en el último momento y se perdiera toda la diversión. Hacía meses que no se
celebraba una boda en la familia y Harry sabía que aquella fiesta era importante para ella.
Tras darle mil recomendaciones y tomarle la temperatura dos veces, por fin se marcharon.
Harry se derrumbó en la cama y cayó en un sueño profundo y pesado. Lo último que oyó fue el traqueteo del carro y los cascos de los caballos alejándose por el camino.
Lo despertó un golpe en el piso de abajo y a continuación el grito de la señora Camp desde la cocina,alertándola de que estaba en la casa. Harry había dormido durante cinco horas,aunque su cuerpo
protestaba y se rebelaba como si solo hiciera cinco minutos que se hubiera acostado.
Se tomó el tazón de caldo que la vecina le había traído y picoteó algo de un plato de fruta recién cortada. No tenía mucha hambre y le pareció que la comida y el esfuerzo por ingerirla le volvían a subir
la temperatura. Luego se tomó una píldora y volvió a dormirse sin remedio.
Al volver a despertar, se sintió mucho mejor, aunque le pareció que era noche cerrada y se sorprendió de que hubiera pasado tanto tiempo.
El retumbar de un trueno cercano lo sobresaltó, pues todavía se sentía desorientado después de haber pasado todo el día en la cama. Fuera estaba cayendo una tormenta terrible. Las cortinas colgaban
azotadas por el fuerte viento y el suelo de la habitación se estaba mojando.
Harry se levantó para cerrar las ventanas.Descubrió que la señora Camp había vuelto a visitarlo mientras dormía y le había dejado una bandeja con unos bocadillos y un vaso de leche. Comió los
emparedados de carne con apetito y se bebió toda la leche, además de un par de vasos de agua de la jarra de loza.
En la bandeja había una nota escrita con una caligrafía torpe y llena de faltas de ortografía:
"Me boi a la cama. Si necesitas algo yama a mi puerta sin importar la ora. Espero que descanses y que el Señor bele tu sueño.
Rose Camp"
Harry se estiró para desentumecer las articulaciones que tanto le dolían hacía unas horas. Acto seguido decidió que iría a la cocina a buscar algo más para comer: se sentía famélico.
Apenas había puesto los pies en el suelo cuando un estrépito en el porche,como de algo muy pesado que se hubiera caído, lo hizo detenerse en seco.
Le extrañó que la señora Camp volviera a aquellas horas, pero se dijo que la vecina no se sentía tranquila al dejarlo solo toda la noche y había regresado para comprobar que la fiebre hubiera remitido.
Bajó las escaleras con paso vacilante,todavía un poco mareado. En el salón no había nadie y empezó a pensar que quizá el ruido que había oído se debía a una rama caída. Fuera la lluvia arreciaba y las
cortinas de encaje blanco de la ventana de la cocina ondeaban como si quisieran echar a volar por su cuenta.
Harry la cerró y se dio un susto de muerte con el fogonazo inesperado de un relámpago. Este iluminó el salón a oscuras y se reflejó en los vasos de cristal de la estantería, multiplicándolo y dando a
la estancia un resplandor fantasmal.
Entonces la puerta principal se abrió y una ráfaga de viento fortísima penetró en la habitación.
Harry se quedó mirando hacia la entrada y lo que vio la hizo creer que aún deliraba a causa de la fiebre.
—¿Louis? —preguntó con voz trémula.
La figura de ojos penetrantes avanzó un paso y entonces Harry pudo distinguir sus ojos. Parecían más azules que nunca y la miraban con una mezcla de anhelo y ternura. Los de Harry se llenaron de
lágrimas de alivio mezcladas con miedo.
Louis llevaba en sus manos un sombrero de tela negra. Harry
reconoció su sombrero,el mismo que había dejado en la cueva como símbolo de su amor por el inglés. Corrió a abrazarlo,sin poder contener un sollozo cuando él lo levantó en vilo y lo hizo girar por la habitación.
¡Había vuelto a buscarlo!
Mientras acariciaba el cabello de Louis y aspiraba su olor marino, Harry supo que a partir de aquella noche las tormentas de verano no volverían a tener el mismo significado. Una tempestad se había
llevado a Louis y ahora, en mitad de la noche, otra tormenta se lo devolvía.
«Justo cuando la oruga pensaba que el mundo
se había acabado, se convirtió en mariposa.»
El domingo, antes del alba, Harry se sintió mal. El cuerpo le ardía, las sienes le palpitaban y tenía mucha sed. Se sentía tan débil que tuvo que despertar a Marian para pedirle que llamara a su madre. En
aquel estado no se sentía capaz de ordeñar.
La señora Styles acudió a la habitación enseguida. Se la veía casi aliviada,ya que al fin había un motivo evidente para el desánimo que había observado en su hijo en los últimos días.
—¡Ya sabía yo que te pasaba algo! —exclamó, risueña, tras ponerle una mano reconfortantemente fría sobre la frente.
—Mamá, no sonrías, ¡me siento fatal! —la reconvino Harry.
Su madre salió del cuarto y volvió enseguida con un arsenal de píldoras y una tisana que olía a rayos.
—Tómate esto con las pastillas. Te sentirás mejor y podrás dormir un poco.
Harry se tomó las hierbas y las píldoras sin rechistar. Cuando estaba a punto de caer dormido sobre la almohada, se acordó, llevándose las manos a la cabeza:
—Pero mamá, ¡la boda!
—Lo sé, cariño. Creo que mandaré a tu padre y a los niños con el carro y los caballos y yo me quedaré aquí cuidándote.
Diría que tienes gripe, y debemos prestar atención a esa fiebre.
—Pero mamá, tu prima Lorelei se sentirá muy mal si no estás allí el día más especial de su vida.
¡Lleváis meses preparándolo todo! No puedes faltar…
Su madre se encogió de hombros con gesto apenado y bajó la cabeza, resignada.
—Es la voluntad de Dios, Harry.
—No creo que la voluntad de Dios sea que te pierdas la boda de tu prima y amiga más querida,mamá. ¿Por qué no le dices a la señora Camp que se pase a echarme un vistazo de vez en cuando? Yo
estaré bien con tus píldoras y a ella no le importará.
—No sé qué decirte… Estaremos fuera todo el día y toda la noche. No regresaremos hasta mañana por la mañana y yo… Está bien, lo pensaré —admitió dubitativa, ya que aquella boda iba a reunir a toda
la familia, incluso a la más lejana.
Al cabo de una hora, sus padres y sus hermanos pasaron junto a su cama para despedirse.
Harry se sentía cansado,pero hizo un esfuerzo por mostrar una expresión animada. No quería que su madre se echara atrás en el último momento y se perdiera toda la diversión. Hacía meses que no se
celebraba una boda en la familia y Harry sabía que aquella fiesta era importante para ella.
Tras darle mil recomendaciones y tomarle la temperatura dos veces, por fin se marcharon.
Harry se derrumbó en la cama y cayó en un sueño profundo y pesado. Lo último que oyó fue el traqueteo del carro y los cascos de los caballos alejándose por el camino.
Lo despertó un golpe en el piso de abajo y a continuación el grito de la señora Camp desde la cocina,alertándola de que estaba en la casa. Harry había dormido durante cinco horas,aunque su cuerpo
protestaba y se rebelaba como si solo hiciera cinco minutos que se hubiera acostado.
Se tomó el tazón de caldo que la vecina le había traído y picoteó algo de un plato de fruta recién cortada. No tenía mucha hambre y le pareció que la comida y el esfuerzo por ingerirla le volvían a subir
la temperatura. Luego se tomó una píldora y volvió a dormirse sin remedio.
Al volver a despertar, se sintió mucho mejor, aunque le pareció que era noche cerrada y se sorprendió de que hubiera pasado tanto tiempo.
El retumbar de un trueno cercano lo sobresaltó, pues todavía se sentía desorientado después de haber pasado todo el día en la cama. Fuera estaba cayendo una tormenta terrible. Las cortinas colgaban
azotadas por el fuerte viento y el suelo de la habitación se estaba mojando.
Harry se levantó para cerrar las ventanas.Descubrió que la señora Camp había vuelto a visitarlo mientras dormía y le había dejado una bandeja con unos bocadillos y un vaso de leche. Comió los
emparedados de carne con apetito y se bebió toda la leche, además de un par de vasos de agua de la jarra de loza.
En la bandeja había una nota escrita con una caligrafía torpe y llena de faltas de ortografía:
"Me boi a la cama. Si necesitas algo yama a mi puerta sin importar la ora. Espero que descanses y que el Señor bele tu sueño.
Rose Camp"
Harry se estiró para desentumecer las articulaciones que tanto le dolían hacía unas horas. Acto seguido decidió que iría a la cocina a buscar algo más para comer: se sentía famélico.
Apenas había puesto los pies en el suelo cuando un estrépito en el porche,como de algo muy pesado que se hubiera caído, lo hizo detenerse en seco.
Le extrañó que la señora Camp volviera a aquellas horas, pero se dijo que la vecina no se sentía tranquila al dejarlo solo toda la noche y había regresado para comprobar que la fiebre hubiera remitido.
Bajó las escaleras con paso vacilante,todavía un poco mareado. En el salón no había nadie y empezó a pensar que quizá el ruido que había oído se debía a una rama caída. Fuera la lluvia arreciaba y las
cortinas de encaje blanco de la ventana de la cocina ondeaban como si quisieran echar a volar por su cuenta.
Harry la cerró y se dio un susto de muerte con el fogonazo inesperado de un relámpago. Este iluminó el salón a oscuras y se reflejó en los vasos de cristal de la estantería, multiplicándolo y dando a
la estancia un resplandor fantasmal.
Entonces la puerta principal se abrió y una ráfaga de viento fortísima penetró en la habitación.
Harry se quedó mirando hacia la entrada y lo que vio la hizo creer que aún deliraba a causa de la fiebre.
—¿Louis? —preguntó con voz trémula.
La figura de ojos penetrantes avanzó un paso y entonces Harry pudo distinguir sus ojos. Parecían más azules que nunca y la miraban con una mezcla de anhelo y ternura. Los de Harry se llenaron de
lágrimas de alivio mezcladas con miedo.
Louis llevaba en sus manos un sombrero de tela negra. Harry
reconoció su sombrero,el mismo que había dejado en la cueva como símbolo de su amor por el inglés. Corrió a abrazarlo,sin poder contener un sollozo cuando él lo levantó en vilo y lo hizo girar por la habitación.
¡Había vuelto a buscarlo!
Mientras acariciaba el cabello de Louis y aspiraba su olor marino, Harry supo que a partir de aquella noche las tormentas de verano no volverían a tener el mismo significado. Una tempestad se había
llevado a Louis y ahora, en mitad de la noche, otra tormenta se lo devolvía.
titasheilus
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