strange {colectiva.

Todo es extraño cuando uno esta enamorado, siente mariposas en el estomago y ansias de tener celos cuando eso todo lo empeora. Enamorarse es una de las cosas mas maravillosas que existe en este mundo, aunque no todo amor es fácil.
Seis historias diferentes, con algo en común, un triangulo de amor interminable. Tal vez habrán escuchado siempre la misma historia, la chica enamorada del novio de su mejor amiga o el enamorado de la amiga de su esposa. Siempre lo mismo, nada cambia.
Pero nunca han escuchado la historia tan detalladamente, tan dura y fría como lo es en verdad; ojala hubiera sido el amor perfecto que todos sueñan, pero no lo es. Es doloroso, prohibido y aun mas doloroso. Duele mas que cualquier cosa, pero eso es lo de menos. No poder abrazarlo en publico, no poder besar a esa persona y recordarle que la amas a cada segundo, es una maldita tentación indomable.

Ellos, solamente hubieran deseado, ser simples extraños.

—No, no puedes hacerlo—le reclame—no puedes obligarme a nada, Roderick.
Odiaba cuando hacia caras para convencerme, no podía obligarme a ir a la maldita fiesta solo para que el pudiera ligar con la primera que se encontrara. Y si, estaba haciendo el maldito puchero al que no me resistía nunca, era un maldito, un maldito que quería mucho.
—Sabes que te odio ¿No? —Suspire—Iremos.
— ¡Sí! —Grito como un niño pequeño—Sabes que me amas Zaf, no puedes negarlo.
Gire los ojos, amaba a mi amigo pero cuando su ego -que solo salía cuando estaba conmigo-estaba a la luz, me daban ganas de matarlo, pero no de una forma normal, matarlo de esas formas que duelen enserio, que lo torturen. Pero era uno de mis mejores amigos, uno de los más cercanos –sin contar a Padme, ella era mi mejor amiga- y en uno de los que más confiaba.
—Sí, si lo que tú digas, señor ego—tome su brazo—Pero, tienes condiciones. No beberás demasiado, sabes que yo no tengo aun mi licencia de conducir y nos iremos cuando yo lo diga, así que estas advertido de que tienes poco tiempo, esas cosas me aburren.
Sonrió feliz antes de perderse por el pasillo del instituto. El idiota me había traído a la escuela para pedirme que lo acompañe a una fiesta; era un idiota, un idiota muy tierno. Inspeccione mi horario, dos meses y aun no lograba aprendérmelos de memoria, así que como mi cabeza era muy rara en sentido de que pensaba lo que ella se le daba la gana y no lo que yo le decía, había tenido que poner mi horario en todos mis libros, libretas y ¡hasta en mi casillero! Dios, a veces odiaba ser tan olvidadiza.
Bien, literatura con la señora Wishmore. Estaba bien, mis notas con esa mujer no eran malas, siempre se promediaban entre el nueve y el siete, nunca más allá de eso. Suspire, odiaba tener que caminar tanto y con mi nuevo casillero no tenía muchas posibilidades de caminar poco porque para mí buena suerte –era buena en el sarcasmo, había trabajado en el por años- todas mis clases, absolutamente todas, estaban lejos o en el tercer piso. Así que mi estado físico, en esos dos meses, había cambiado.
Salude a varias personas en el camino, me sabia casi todos sus nombres. Salude primero a Amanda, tratando de ser lo más amable posible; luego salude a los de ultimo año como Becca y bueno, el resto del instituto. Si, casi todos me conocían pero era por mi estado de amabilidad o por el negocio de mis padres o por el simple hecho que yo trataba de ayudar a todos. Me acorde de la vez que ayude a Simón Walker porque el pobre era tan tímido que no se atrevía a pedirle una cita a Vanessa –la popular más bonita de todas y aunque no lo crean, virgen. Una chica adorable- hasta que llegue yo y terminó como líder del equipo de Futbol. Un gran amigo mío, por cierto.
—Buenos días—dije agitada al entrar al salón. Había llegado tarde, otra vez.
—Llega tarde, señorita Williams—me hablo la profesora—Otra vez, espero que no se le haga costumbre. No pondré detención, solo necesito que me entregue para el próximo viernes un trabajo sobre su libro favorito.
Gruñí y me senté en mi asiento junto a Padme. Tenía más trabajo del planeado y tendría que sentarme toda la semana para hacer un ensayo de Jane Eyre ¿Pueden creerlo? ¡Un trabajo completo! Dios, tenía que correr más rápido si no quería terminar con un trabajo de mi biblioteca entera y era ¡una verdadera biblioteca! Más de dos mil ejemplares y todo porque mis padres tenían dinero.
— ¿No puedes correr un poco más rápido? —me susurro Padme—Casi me congela con su mirada porque te estaba cubriendo. Me debes una.
—Lamento no ser corredora, Padme—abrí mi libreta—Pero Roderick me estaba invitando a una fiesta.
Me maldecí al instante. Roderick me había invitado a mí porque no aguantaba a Padme y me lo había dicho millones de veces, se odiaban entre si realmente. No se podían ver, y bueno, me parecía raro ya que Roderick no odia ni a una mosca, pero digamos que para él, Padme era menos que una mosca y bueno, por X motivo, ambos se odiaban.
—Está bien, no hay problema. Entiendo, Roderick me odia. —Tomo una lapicera—Pero no hay problema, tengo planes con mi novio hoy.
Me quede helada, ¿Novio? ¿Y no me lo había dicho? No, no estaba enojada, era mi mejor amiga y tenía sus secretos pero ¿Un novio? ¿Enserio? Bueno, si estaba enojada pero tampoco para gritarle. Seguramente se había dado cuenta por mi cara porque dejo de hacer lo que estaba haciendo –un dibujo de un corazón con el nombre “Jonathan” en el medio, algo muy cursi por cierto- y me sonrió.
—No te enojes, estamos de novios desde la fiesta de Crystal—susurro.
— ¡Que fue hace dos semanas! —medio grite, gracias a dios la señora Wishmore era medio sorda.
—Bueno, si fue hace unas semanas pero no estaba lista para contarte. —volvió a colorear el corazón—A parte, tu no me contaste que salías con Roderick.
Voltee los ojos: —No salgo con Roderick, es uno de mis mejores amigos. Solo me invito a una maldita fiesta, eso no significa que salga con él y por lo que se, está en eso de buscar novia y la encontró.
—Como tú digas. —me murmuro.
Luego de las otras tres clases y de maldecir a Roderick por no haberme ido a buscar, tome el camino hacia mi casa a pie. Conecte mi teléfono a los auriculares y busque en varias listas de reproducción al grupo de una de mis otras mejores amigas, amaba su música y cantaba como los dioses, “the one” de Dreamt About Us, sonó en mis oídos mientras que yo tarareaba la canción, antes de chocar con alguien.
—Lo siento… —me disculpe mientras me quitaba los auriculares—estaba escuchando música, no me fije.
—No hay problema, yo venía en lo mismo—el chico de ojos azules me señalo sus propios auriculares.
—Me llamo Zafire, Zafire Williams—le extendí mi mano.
—Jonathan…—tomo mi mano—Jonathan Smith, encantado.

—Buen día, Amy.

—Buen día, Elliot.—Respondí cortamente.— ¿Alguna novedad para hoy?.


—Sí, tienes una reunión con una caza talentos de la moda a las 9:30, tienes otra reunión a las 11:30 y tu noviecito andaba de guardián por acá hace unos veinte minutos.—Elliot, mi asistente y mejor amigo, suspiró pesadamente.—No entiendo porqué no cortas con el de una buena vez.—Me miró fijamente mientras que simulaba limar sus coloridas uñas.


— No comiences con eso otra vez, Elliot.—Suspiré pesadamente mientras miraba impacientemente a mi reloj.

—Amy, sabes que Edward es idiota que sólo te ve como un objeto. Mírate la cara, ¿Qué es ese moretón?—Me quedé callada.— ¿Ha vuelto a golpearte?—Antes de que siquiera abriera la boca para responder, su celular sonó. Elliot me miró queriendo dejar dicho que esto no ha acabado. Perfecto. Lo que me faltaba.

Subí al ascensor junto con un grupo de personas desconocidas. Marqué el piso cuarenta y siete. Justo cuando el elevador estaba por cerrar sus puertas, un hombre muy apuesto entró. Me tomé un momento para observarlo detenidamente, rubio, ojos azules, alto y fuerte. Había algo en su aspecto que se me hacía muy familiar, aunque lo dejé pasar. Tenía una reunión en el piso cincuenta en cinco minutos y con suerte, llegaría en diez. Maldita sea esta empresa.

El elevador llegó a mi piso y bajé como alma que lleva el diablo. Entré rápidamente en mi cubículo, solté todo lo que me traía entre las manos y tomé la carpeta de los diseños recientes que había hecho. Esta reunión marcaría mi futuro como diseñadora nata que soy, me largaría de acá y con suerte trabajaría para Burberry o Dior o mejor, Versace. Salí corriendo nuevamente hacia el elevador.

—¡Maldición!—Murmuré al ver que si el elevador seguía así, a ese paso llegaría mañana a la reunión. Me quité los tacones y sujeté bien la carpeta.— Lo que tengo que hacer para no llegar tarde.—Suspiré y comencé a correr escaleras arriba. Digamos que educación física nunca fue mi fuerte y ahora me lamento de eso. Miré a mi reloj otra vez.—Mierda Amy, eso te pasa por quedarte dormida pendeja.—Me auto reproché mientras seguía corriendo. Subir tres pisos en escaleras caracol no es para nada cómodo, sépanlo.

Subí apuradamente el último peldaño, no me di cuenta cuando todos los trabajadores se me quedaron mirando como: ¿Y esta loca qué?.

—¿Qué miran? ¡Regresen a sus trabajos, no les pagan por holgazanear!—Grité acomodándome la ropa. Visualicé el salón de conferencias a seis metros de mi, aproximadamente. Terminaré vuelta toda una atleta aquí.

Caminé aún descalza hacia el salón. Ya parada detrás de la puerta, terminé de acomodarme y prepararme mentalmente.

—Ya basta Amy, pareces una adolescente que todavía no ha ido a su primera cita.—Susurré. Toqué la puerta tres veces y pasé.

Al entrar me encontré con el mismo hombre rubio del elevador. El misterioso hombre me dedicó una cálida sonrisa, mientras que yo me sentía como una perfecta idiota. Quizás la caza talentos se halla desesperado por mi tardanza y se halla ido. Joder.

—Lo siento, creo que me equivoqué de sala.—Dije volviendo en mí. Me giré para volver a salir, pero aquel hombre me interrumpió.

—¿Es usted la señorita Amelia Hudson?—Preguntó el con una voz profunda que llegó hasta darme escalofríos.

—Sí, ¿y usted es?—Pregunté educadamente mientras que repasaba en mi mente las clases de Aikido que tomé hace un año.

—Me han enviado desde la academia de diseño a supervisarla, soy Alex.—Me miró.—Alex Pana.—Me dedicó otra sonrisa.

—¿No eres algo joven para ser un caza talentos de la Real Academia de Diseño?—Pregunté y me acordé a la serie favorita de mi hermanito Tovias, Phineas y Ferb. Reí.

—Sí, lo soy. Y tú, ¿No eres muy joven para ser una de las mejores diseñadoras de Gucci?—Preguntó riendo. Bien este hombre me empieza a agradar.

—Sí lo soy, pero ese no es el punto. Aquí están algunos de los bocetos de mis últimos diseños para la colección de primavera- verano de Carolina Herrera del año pasado y, los bocetos de la última pasarela realizada aquí en Gucci.— Le entregué un total de noventa bocetos. Alex los miró impresionados.

—Realmente, eres buena Amy.—Sonreí aliviada aunque todavía quedaba el resto del mes para terminar la prueba.

—Entonces señor Pana...¿De qué empresa dice que viene?—Comenté burlona. Su apellido es el nombre de una de las peores telas con las que cualquier ser humano con un coeficiente intelectual pueda trabajar.

—¿Eh?—Preguntó. Noté como se tensaba.

—Pregunté que, ¿De qué empresa viene?. ¿Está sordo o qué?—comenté algo brusca.

—Soy un pupilo de la academia, llevo tres años trabajando para ellos. Aunque antes de entrar, trabajaba en Fendi.—Dijo y a lo último mordió su labio inferior. Había algo que todavía no me cuadraba, yo también trabajaba en Fendi antes de mi traslado hace tres años exactamente y nunca, en mi vida, lo ví a el.

Iba a atosigarlo con preguntas, pero mi celular comenzó a sonar desenfrenadamente. Era Elliot. Suspiré pesadamente.

—Debo responder esta llamada, vuelvo en un momento.— dije y el señor Pana asintió. Caminé hasta el despacho del señor Ford, el director creativo de la empresa. Respondí la llamada.

—¿qué es lo que quieres, Elliot? estoy a mitad de la entrevista que puede cambiar mi vida por completo. y...—La voz chillona de mi afeminado amigo me interrumpió.

—El demonio mayor digo, tu amado novio, está aquí en recepción con un genio que hasta el mismo diablo le coge miedo. Está destrozando todo a su paso, hasta me arruinó el teléfono. ¡Era nuevo!.—Chilló.—Ven a calmar a tu bestia, Amelia.—Colgó. Maldita sea, ahora que mierda le ha dad a este imbécil con venir a arruinar la empresa.

Entré nuevamente a la sala de conferencias, pero lo que ví me dejó anonadada.

Edward estaba encima de Alex propinándole varios puñetazos en la cara.

—¡¿Pero qué mierda está pasando aquí, Edward?!—Grité. La puerta se abrió y llegó Elliot con Shawn y Don, dos de los vigilantes del primer piso.

—Traté de avisarte, pero la bestia rubia de allá—Señaló a Ed.— También descompuso el teléfono.—Dijo aún con la respiración agitada.

Miré a Alex y luego miré a Edward. Estaba encolerizada a más no poder.

—Llévenlo.—Le hice una seña a Alex de que volvería luego y me fui con Don, Shawn, Elliot y Ed. Llegamos al despacho de Samantha, otra asistente que a diferencia de Elliot, la odiaba.

Los vigilantes, que tenían a Ed agarrado cada uno por un brazo, lo soltaron y se fueron. segundos después, Elliot me hizo una seña de que se iba para que habláramos solos y se marchó, no sin antes matar ocularmente a Ed. Respiré profundo, la tensión era tan grande que hasta se podía palpar con las manos.

—¿Por qué, Edward?—Lo miré siendo consciente de que pronto un mar de lágrimas bañarían mis mejillas.—¿Por qué tenías que venir y arruinarlo todo?

—No lo entiendes, Amy.—Murmuró cabizbajo. La sangre me hervía y sentía que en cualquier momento iba a explotar,

—¡¿Qué no entiendo, qué?!¿Qué eres un maldito compulsivo?!¡¿Qué eres un engreído, un sádico o un narcisista?!¡¿Que por tu culpa ahora no podré cumplir mis sueños?!—Grité.

—¡No, no es eso!

—Entonces, ¿Qué es?—Pregunté cruzando mis brazos bajo mi pecho.

—El no es quien crees, ¡El es Joshua! Mi hermano...