Come Back When You Can || Muro Interactivo.

Personalidad

Desde pequeña había desarrollado un don muy especial por el cual era envidiada, e incluso odiada, pero nunca, al menos por alguien de su edad, halagada. Tenía un almanaque en su memoria, y podría recitarte cada palabra del último y primer libro que leyó si se lo pidieras. Sin embargo, en un hogar rodeada de cuatro hermanos igual de exitosos, nunca desarrolló ninguna clase de egolatría. De cualquier modo, ¿Había alguien que se egolatraba de tener una pobre vida social, y pasar noches de Viernes preparándose para un examen para el que, efectivamente, no necesitaba estudiar?
Así como no todos somos perfectos, uno y el más notorio de sus defectos en su personalidad era que, muchas veces, utilizaba su gran conocimiento para hablar en las no mejores condiciones. Muchas veces había sido transferida de escuelas al no tratar de la forma más cortés con sus compañeros, o no tratar con ellos en total. El haber pasado tanto tiempo en su pasado por su cuenta, sola, repercutía ahora en que ella misma se encargaba de alejar a los demás. Había aprendido muchas más cosas que matemáticas y química, sino también un sinfín de cosas sobre las personas; y sabía cómo, o la mayoría de las veces, definir a una persona por su forma de actuar, manteniendo un silencio constante y sólo decidiendo qué tan lejos debía mantenerse.

Historia

Sus hermanas y hermanos mayores, Alison, Aaron, Agatha y Austin, nunca habían presentado ningún reto a sus padres, decían ellos. Siempre habían sido los adolescentes comunes en toda vecindad, exceptuando su gran capacidad mental. Sus padres, Marion y Morgan, habían tratado sin resultados de comprender el comportamiento inusual de Abrielle, la menor, quien se dedicaba a poner un ambiente incómodo entre charlas nocturnas familiares, manteniendo un constante silencio y una mirada perforadora que pasaba por los ojos de cada que se atreviese a pararse frente a ella: unos ojos verde avellana que congelaban como el hielo. Y así mismo, sus profesores ayudaron a la decisión. No los profesores de su escuela actual; los que habían sido sus profesores desde el momento en que fue transferida de la primera escuela, les habían advertido a sus padres.
Pero fue hasta éste momento, en que se les presentó la única alternativa que les resultaba creíble y confiable: un centro de orientación. No habían leído completamente el folleto, y no sabían que estaría nadie sabía cuánto tiempo con otras seis personas en una misma casa, en un complejo natural, pero tenían la certeza de que la sola orientación de una persona diferente y mantenerse alejada de la ciudad le ayudarían a cambiar sus frías palabras.
No estaba completamente segura de en qué momento accedió, ni por qué, ni tampoco por qué estaba dirigiéndose a no sabía dónde, pero cuando pudo despertar de nuevo gracias a una mano meciéndose en su cabello, se vio rodeada de árboles y un olor peculiar a flores de un aroma dulzón. Lo último que sabía es que gracias a su pobre hábito de dormir demasiado, se quedó dormida de nuevo, y al despertar por tercera vez ese día, estaba dentro de cuatro paredes que pronto descubriría como su tortura personal.

Físico.

Su mejor característica y quizás lo único de lo que mantenía un cuidado de si misma, era su cabello. Cabellos castaños que caían en delgados mechones hasta poco más abajo de sus omóplatos, donde se perdían en la línea de su delgada espalda que iba con el resto de su cuerpo en contorsión delgada, como había sido desde pequeña. Sus ojos, inexpresivos completamente y faltos de un sentimiento en ellos, eran verdes oscuros confundiéndose en el café junto a oscuras pestañas de un largo destacado, y sus labios de un rosa pálido como su piel. Mantenía una expresión constante de interés divertido, con la que lograba espantar a varias personas, la expresión de un asesino sin corazón. Su sonrisa, que rara vez y conseguía ser vista, constaba de una hilera de blancos dientes que, desafortunadamente para sus emociones, iban a perfección con sus labios.