Like a Host! | N.C

Muchas ideas habían pasado por su cabeza.

Suicidarse, escaparse, o simplemente esconderse hasta que la fiesta acabara.

Al final ninguna de sus ideas tuvo éxito; el suicidio no estaba en sus planes, habían intentado escaparse, pero obviamente había máxima seguridad, y esconderse…casi lo había logrado. A excepción de que Des la había encontrado en el armario del conserje y prácticamente la obligó a vestirse.

A regañadientes había escogido un vestido el día anterior a la “grandiosa” gala, baile o en realidad ella no tenía idea de cómo lo llamaban. Pensando que no lo ocuparía, por supuesto.

Que ridícula.

Des había salido de su habitación y ahora estaba ella sola, mirándose al espejo.

—Cálmate, Isabelle. —se había ordenado repetidas veces.

Si no lo hacía, posiblemente sería humillada públicamente. Tenía los pelos de punta desde el día que le dijeron que debían ocupar disfraces, no le agradaba en nada el “Host Club”. Además, hacía resaltar sus anteriormente superadas crisis de pánico, y no era algo de lo que le gustara hablar. Tampoco es que fuera muy común, ya que Izzy no conocía a nadie que sufriera de lo mismo.

Alejó sus pensamientos, y se concentró en su atuendo, pensando que nunca se había visto tan hermosa.

“Ni siquiera parezco yo”

El elegante vestido que había elegido hacía resaltar su oculta belleza, el escote cowl le quedaba perfectamente y no tenía mangas. Era largo al piso y de un maravilloso color celeste, que combinaba a la perfección con sus únicos ojos. Aunque tenía algunos pequeños detalles en plateado, y por alguna extraña razón le gustaba.

El pelo lo llevaba como siempre, suelto y un poco desordenado, pero eso no afectaba en nada su atuendo.

Salió de allí y se dirigió al salón, pensando que estaría vacío.

Error, era todo lo contrario. El salón estaba completamente repleto de personas, y la mayoría estaba en pareja. O bailando, o conversando, y algunos pocos besándose entre sí. Isabelle se sintió fuera de lugar; no le gustaban las fiestas, nunca le habían gustado. Nunca tuvo una fiesta de cumpleaños ya que siempre pedía una cena familiar y estaba conforme con eso.

Esta vez no se mareó, ya que era algo obvio que estás personas cargadas de lujos disfrutaran su juventud al máximo.

—Eh, tú. ¿Quieres bailar? —le preguntó un chico de ojos grises y mirada provocativa.

—Eh, tú. No. Jódete. —se alejó del chico rápidamente y se fue al otro lado del salón, esperando que no la invitaran a bailar porque ella era patética haciéndolo.

Quizás se esperaba una proposición más, no ocho. Estaba cansada de negar a los chicos todo el rato y solamente quería irse a dormir a su cama.

—Se ve hermosa, Isabelle. —la sorprendió una voz detrás de ella, que reconoció a los segundos como “el idiota” Jake Abel.

—Ah. Lo sé, es que en realidad soy perfecta. —se auto-alagó, por lo que el rubio hizo una mueca divertida para luego reír.

—Pensé que me alagaría por mi atuendo. —le respondió, con una ceja elevada.

—Oh. —se limitó a decir. —Pues no.

Jake pensó en ese momento que ella era más simpática de lo que parecía.

Se acercó a ella, tomó su mano y la besó.

—¿Me daría el honor de bailar conmigo? —preguntó el chico de ojos azules de una manera educada.

Isabelle iba a negar, pero él la atrajo a el centro de la pista de baile.

—Señorita…—le habló, pero Izzy interrumpió.

—Deja de ser tan educado conmigo, en serio. —Jake la atrajo aún más hacia él y comenzaron a bailar. Lo disfrutaba.

Mientras tanto, Isabelle sentía que iba a morir. Nunca había bailado con alguien y se sentía completamente avergonzada ya que estaban cerca —no extremadamente, pero lo estaban— y el tenía una mano sobre su cintura. ¡Su cintura! ¡Nunca nadie la había tocado tanto!

“Esto es violación” pensó, y comenzó a idear un plan de cómo llevarlo con las autoridades y lo metieran preso. Preferiblemente a cadena perpetua.

La elevó en el aire y volvió a depositarla en el piso para seguir bailando.

“¡¿Cómo se atreve a hacer eso?!” gritó en su interior.

—No estás bailando, Isabelle. —le susurró Jake, y ella se alejó abruptamente.

—¡Esto no es bailar, estás abusando de mí! —le chilló impotente. —¡Quita tus manos de mi cintura, violador!

—Oye, cálmate. —le habla pasivamente, y ella suspira.

—Está bien, pero deja de tocarme. —él elevó las manos en señal de inocencia y ella sonrió sarcásticamente. Jake la miró en reproche, provocando que luego Izzy soltara una carcajada real. De esas que no puedes evitar y salen desde tu corazón.

Izzy comenzó a alejarse de la pista de baile, con Jake siguiéndola, aunque no se molestó en alejarlo. Y se dirigió a un lugar donde quería ir toda la noche: el banquete.

—¡Oh, dios mío! ¡Mira toda esa clase de comida! —Jake rió exageradamente por la actitud de la oji-azul, y luego al verla comer…no pudo retener las lágrimas que se escapaban de sus ojos debido a su estrepitosa risa. —Sé que no soy tan educada, Abel. Pero no es para que llores. —le sonrió. Él dejó de reír con dificultad, y luego le devolvió la sonrisa.

—¿No te gusta la fiesta, verdad? —le preguntó el chico, y ella asiente. —Entonces, ¿por qué sigues aquí?

—Por la comida. —murmuró como si fuera lo más obvio del mundo, entonces él la toma de la mano, haciéndola sentir extraña, y la arrastró lejos del lugar. De la gente falsa, de los bailes, de la cortesía. Llevándola a un extenso jardín que había en el instituto Middelford, donde podrían estar solo ellos.

—Wow. —fue lo único que logró decir la chica.

Ambos se sentaron en el fresco y húmedo pasto, arruinando por completo sus atuendos.

Y allí, comenzaron a hablar.

Como si fueran amigos de toda la vida, o se tuvieran una confianza infinita.

—¿Cuál es tu película favorita? —le preguntó de repente.

Ella se quedó callada, pero no fue un silencio incómodo, fue un silencio agradable. Isabelle pensó cuantas veces le habían hecho esa pregunta, y cuantas veces no la había respondido por la razón de que quería que fuera un secreto de ella y su familia. Que nadie supiera que también tenía corazón, que no era de piedra, y era más inteligente de lo que parecía.

—Titanic. —le contestó.

—¿Por qué? —continuó el tema Jake, con mucha curiosidad.

—Porque…de Titanic aprendí que solo basta con cometer un error para que todo se hunda.

Se quedaron callados nuevamente, y luego, Jake le tomó la mano.

—Bonita respuesta.

Segundos después, Izzy se soltó de su agarre.

Abel sonrió, con el conocimiento de que entablar amistad con esa chica, no sería nada fácil.

Pero correría el riesgo.