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El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion

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Mensaje por chelis Lun 30 Sep 2013, 4:12 pm

Joeeeee!!!!.... Eres un boboooooooooo!!!!!!...... Como es que la dejas así sin mas!!??????..... Aaaaaaahhhh!!!!!!...... Creo que lo golpeare!!!!!......



Y solo dos capis faltan???....

Aaaaahhhh sigue porfisss
chelis
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El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion - Página 5 Empty Re: El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion

Mensaje por aranzhitha Lun 30 Sep 2013, 4:40 pm

aww Joe me estas matando!
Eres un terco!!
Ya se va a acabar?!!
Fue muy rapido!!
Siguela!!
aranzhitha
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El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion - Página 5 Empty Re: El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion

Mensaje por fernanda Lun 30 Sep 2013, 4:57 pm

DIOS QUE JOE SE QUEDE
SÍGUELA!
fernanda
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El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion - Página 5 Empty Re: El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion

Mensaje por chelis Mar 01 Oct 2013, 5:11 pm

:bye: 
  otroooooo
chelis
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El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion - Página 5 Empty Re: El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion

Mensaje por Kari_JB Miér 02 Oct 2013, 10:38 am

Capitulo 11
El juicio de Carl Bates duró doce días. ______ asistía diariamente al proceso, y no sólo tenía que soportar la tortura de oír los detalles del asesinato de su marido, sino también la silenciosa mirada de desaprobación de Joe. Pero, ¿quién era él para censurar sus actos? Quizá estaba verdaderamente preocupado por ella y por el niño. Pero, por lo que a ______ respectaba, Joe no tenía derechos de ninguna clase. Había dejado perfectamente claro que su futuro no los incluía ni a ella ni a su hijo.
 
Aunque ______ les había asegurado que no necesitaba su compañía, Sheila y Donna se turnaban para acompañarla al juzgado a diario.
 
Aquel día habían ido ambas, además de Caleb. Tallie y Peyton habían viajado desde Nashville aquella misma mañana para estar presentes cuando el jurado emitiese el veredicto.
 
Joe, por su parte, permanecía de pie junto a la pared del fondo de la sala, acompañado de sus agentes.
 
______ notó que el corazón se le aceleraba cuando los miembros del jurado regresaron con caras solemnes y los ojos clavados en el suelo. Un leve murmullo se extendió por la sala.
 
Finalmente, el juez tomó asiento, dio un golpe con el martillo y llamó al orden. ______ sintió un fuerte ramalazo de náuseas. Se dijo que debió haber desayunado algo. Pero estaba tan nerviosa que ni había pensado en comer.
 
«Por favor, Dios mío, que no me ponga mala precisamente ahora.»
 
Donna se inclinó hacia ella y le susurró:
 
— ¿Estás bien? Te has puesto blanca corno un fantasma.
 
—Tengo un poco de náuseas, eso es todo —le aseguró ______.
Cuando por fin se emitió el veredicto y Bates fue declarado culpable, ______ dejó escapar un sonoro jadeo. Los ojos se le inundaron de lágrimas mientras agarraba el brazo de Donna.
 
«Gracias, Dios mío. Gracias. »
 
Una explosión de júbilo se apoderó de los presentes. El juez llamó al orden. Los ciudadanos del condado de Marshall guardaron silencio hasta que el juez dio por concluido el juicio con un golpe de martillo. En ese momento, los presentes se acercaron en tropel a la viuda de Lowell, al que tanto habían querido, conforme ésta se levantaba de su asiento. Caleb rodeó a su esposa y agarró a ______ del brazo. Donna se apartó ante la estruendosa avalancha de gente.
 
—Para que vean cómo nos encargamos de los asesinos en el condado de Marshall —comentó el alcalde.
 
—Ahora Lowell puede descansar en paz —dijo alguien.
 
—Debemos agradecer a Joe Jonas la captura de Bates —vociferó un tercero.
 
—Supongo que se sentirá satisfecha con el resultado, ¿verdad, señora Redman? —preguntó Sammv White, un periodista del Marshallton Chron irle.
 
— ¿Algún comentario, señora Redman? —un reportero de la televisión local acercó un micrófono a la cara de ______—. ¿Cómo se ha sentido al oír el veredicto?
 
El ruido de centenares de voces resonó en la cabeza de ______, uniéndose a los desenfrenados latidos de su corazón. Las rodillas se le aflojaron. La habitación empezó a darle vueltas y más vueltas.
 
«Oh, Dios mío, Dios mío »
 
Joe vio desde lejos la expresión aterrada de su semblante, similar a la de un animal atrapado que no tuviera a donde huir. A empujones, fue abriéndose paso por entre el gentío. Al verla tambalearse, supo que se iba a desmayar. Caleb se apartó momentáneamente de ______, tratando de alejar a la gente.
 
«Sujétala, Caleb! ¡Maldición, sujétala!», gritó Joe mentalmente.
 
______ empezó a derrumbarse poco a poco. Caleb se volvió, alargó los brazos y la agarró, impidiendo que cayera al suelo. La multitud se apartó conforme Joe corría hacia ella. Todos retrocedieron y observaron cómo la tomaba de los brazos de su hermano y, acurrucándola contra su pecho, la llevaba al exterior.
 
______ volvió en sí justo cuando Joe la acomodaba en el asiento trasero del Lexus. Abrió los ojos y lo miró.
 
— ¿Qué ha pasado? —preguntó.
 
—Te desmayaste, cariño —él le acarició la mejilla con ternura—. Y no me extraña. La mitad de los habitantes de Crooked Oak te tenía rodeada, y esos malditos periodistas no dejaban de hacerte preguntas.
 
—No... no desayuné nada esta mañana. Empecé a sentir náuseas, y.
 
—Creo que debería llevarte al doctor Farr para que te eche un vistazo.
 
—No. De veras, Joe. Me encuentro bien. ¿Puedes pedirle a alguien que me lleve a casa?
 
—Yo te llevaré.
 
—Pero no deberías...
 
—Podrán manejar la situación sin mí —Joe cerró la portezuela, rodeó el capó y se sentó tras el volante. Quiso decir que ya le había advertido que no acudiera todos los días al juzgado. ¿Le había hecho caso? No, por supuesto que no. ______ era terca como una mula—. ¿Quieres que pare y te compre algo de comer o de beber? —inquirió mientras se alejaban del juzgado.
 
—No me apetece comer nada aún. Pero una tónica me sentaría bien.
 
—Tú no te muevas de ahí, cariño. Yo me ocupo de todo.
 
Veinte minutos más tarde, Joe detuvo el Lexus en el patio delantero de la casa. ______ sostenía en la mano la botella de tónica casi vacía. Ninguno de los dos había hablado mucho en el trayecto. Joe no sabía por qué ______ estaba tan callada, pero sí por qué él había mantenido la boca cerrada. Si decía lo que pensaba, ella se enfadaría. Y no deseaba disgustarla, dadas las circunstancias.
 
Exhaló un suspiro de alivio al comprobar que no había ninguna de las habituales vecinas merodeando cerca. ______ no necesitaba que la agobiaran con más comentarios o preguntas.
 
Joe abrió la portezuela del pasajero y cuando ella empezó a relajarse la tomó en brazos.
 
—Puedo caminar —dijo ______.
 
—Cállate, ¿quieres?
 
Maldición, no se daba cuenta de cómo se sentía? ¿De cómo se había sentido mientras duró el juicio, viéndola en la sala, contemplando el dolor que se reflejaba en sus ojos, sabiendo el alcance de su sufrimiento? Le preocupaba que el estrés mental y emocional acabara haciéndoles daño a ella y al bebé. Y no se había equivocado.
 
Pero ______ había estado en su derecho al decirle que aquello no era asunto suyo. O todo o nada. Eso era lo que ______ quería. Lo que esperaba. Pero él no podía dárselo todo... ni el matrimonio, ni la vida de felicidad que hubiese tenido con Lowell.
 
Joe se detuvo al llegar a la puerta.
 
—Dame la llave para que pueda abrir.
 
—Si me soltaras, podría abrir yo misma —______ se retorció entre sus brazos.
 
—Estate quieta —le ordenó él con voz suave pero firme. Si no dejaba de discutir, no sería responsable de sus actos—. Dame la maldita llave.
 
______ se acercó el bolso al pecho. A desgana, rebuscó dentro y extrajo la llave.
 
—Aquí la tienes.
Cuando hubieron entrado, los perros corrieron a su encuentro, olfateándolos y dirigiéndoles ladridos de bienvenida. Las dos gatas los miraron atentamente desde el rellano de la escalera. ______ siguió abrazada al cuello de Joe mientras él cruzaba la cocina y la llevaba al salón. Finalmente, la soltó en el enorme y cómodo sofá. Cuando trató de quitarle la chaqueta, ella le apartó las manos, se quitó la prenda y se la entregó.
 
Fred y Ricky se echaron en la alfombra próxima al sofá.
 
— ¿Y ahora qué? —preguntó ______—. Ya estoy en casa, sana y salva. No hace falta que te quedes.
 
—Me quedo.
 
— ¿Por qué?
 
—Ya me estoy cansando de tu actitud —advirtió Joe. Al reparar en su expresión de sorpresa, hizo un esfuerzo por no sonreír—. Quédate ahí. No quiero que te muevas. ¿Entendido?
 
—No, no lo entien...
 
—Vas a descansar, a relajarte, y dejarás que yo cuide de ti. Te preparé algo de comer.
 
—No tengo...
 
—Me da igual que tengas hambre o no. Necesitas comer algo. ¿Qué tal una sopa y unas galletas de soda?
 
—Oh, de acuerdo. Me parece bien.
 
— ¿Por qué no te echas? Quizá puedas dormir un poco. Seguro que no has dormido bien últimamente, ¿verdad?
 
—No, no he dormido bien.
 
Joe colocó dos almohadones cuadrados en un extremo del sofá, agarró a ______ por los hombros y la acostó suavemente. A continuación le quitó los zapatos y la tapó hasta la cintura con el cobertor del respaldo del sofá.
 
—Cierra los ojos —le susurró.
 
Ella obedeció, sucumbiendo al placer de estar recibiendo los cuidados de Joe.
 
«Disfrútalo mientras dure» se dijo. «Todas las atenciones que está teniendo contigo no significan nada. Sólo cumple con su deber... cuidar de la viuda de Lowell.
 
Oyó cómo abría y cerraba la puerta del armario. Había colgado su chaqueta. Luego, los suaves acordes de un tema de Shumman llenaron la habitación. Joe había puesto un CD.
 
______ suspiró.
 
Al cabo de unos minutos, su cuerpo comenzó a relajarse. El dolor de cabeza que la había atormentado durante todo el día empezó a aliviarse. Oyó los ecos de los armarios de cocina al abrirse, y el ruido de los cazos y los platos. Joe Jonas andaba haciendo de las suyas en la cocina. ¡Dios bendito! Aunque, ¿qué daño podía hacer abriendo una lata de sopa?
 
Lowell siempre la había colmado de cariño y ternura. Había sido el hombre más tierno y atento del mundo. Ya menudo ______ se había sentido indigna de él. Pero jamás le había mentido acerca de sus sentimientos, ni había fingido que lo amara apasionadamente. A Lowell, sin embargo, eso no parecía importarle. La había amado y la había tratado como a una reina. El cariño, el respeto y la comprensión que compartían habían compensando la falta de pasión en su matrimonio.
 
«Mi pobre y querido Lowell. Si estuvieras aquí... Si no hubieras muerto y no me hubieras abandonado...»
 
Las lágrimas brotaron de sus ojos y se deslizaron por sus mejillas. Permaneció allí quieta, sollozando en silencio para que Joe no la oyera.
 
Casi se había adormilado cuando él regresó al salón. ______ percibió su presencia, abrió los ojos y lo miró. Estaba de pie junto a ella, con una bandeja en las manos, contemplándola atentamente.
 
— ¿Te sientes mejor? —le preguntó.
 
—Mucho mejor, gracias.
 
— ¿Quieres comer ya? Te he traído una sopa de verduras... —señaló con la barbilla el tazón de la bandeja—. Y un sandwich de queso y un vaso de leche.
 
Como en respuesta, el estómago de ______ emitió un quejido. Sonriendo, ella se incorporó y deslizó las piernas por el borde del sofá.
 
—La verdad es que tengo hambre.
 
Joe le colocó la bandeja en el regazo y luego se sentó a su lado.
 
—Intenta no pensar más en el juicio. Carl Bates pasará en la cárcel el resto de su vida. Imagino que el juez Ware lo condenará a cadena perpetua. Así que ya terminó todo, cariño. Es hora de que sigas adelante con tu vida.
 
—El hecho de que Carl Bates pase el resto de su vida en la cárcel no traerá de vuelta a Lowell. Pero así se evitará que pueda asesinar a nadie más. En cuanto a eso de que va terminó todo... bueno, terminó al morir Lowell. Nunca será nada lo mismo sin él.
—Sí, lo sé —Joe deseó estrecharla entre sus brazos y consolarla, pero sabía que si la tocaba haría algo mucho más peligroso—. Vamos, cométela antes de que se enfríe.
 
La sopa de verduras estaba deliciosa, e incluso el sandwich de queso, ligeramente quemado, sabía bien. Cuando ______ hubo apurado hasta la última gota del vaso de leche, Joe tomó la bandeja y regresó a la cocina. Ella consiguió levantarse para seguirlo. Lo encontró delante del fregadero, fregando los platos.
 
—Podías haberlos metido en el lavavajillas —le dijo.
 
—Son muy pocos, y prefiero no molestarme con ese cacharro —respondió él—. ¿Qué haces aquí? Se supone que debes descansar.
 
—Ya me encuentro bien —______ se detuvo en la puerta, esperando que él se volviera y la mirase—. ¿Joe?
 
— ¿Sí? —él seguía de espaldas a ella.
 
—Te he echado de menos.
 
Sus hombros anchos y fuertes se tensaron. Soltó el tazón y el vaso y se giró lentamente.
 
—Yo también te he echado de menos, cariño.
 
— ¿No crees que podrías llegarte por aquí de vez en cuando? ¿Podríamos sentarnos a charlar, y No crees que podremos resistir la atracción mutua que sentimos, ahora que ya no estoy tan atractiva?
 
— ¿Cómo que ya no estás tan atractiva?
 
—Bueno, mírame —______ se pasó las manos por el voluminoso vientre—. Ya estoy de seis meses y medio, y...
 
—Y estás bellísima —Joe atravesó la cocina rápidamente y se detuvo justo delante de ella.
 
______ respiró hondo al percibir el deseo que se reflejaba en sus ojos.
 
— ¿De verdad me crees bellísima?
 
Joe sabía que si la tocaba, estaría perdido. Pero, que Dios lo ayudase, deseaba tocarla más que nada en el mundo.
 
—Creo que eres la criatura más bella que he visto nunca. Con tripa y todo —esbozó una sonrisa.
 
______ notó que el estómago le daba un vuelco. ¿Por qué tenía que decirle palabras tan condenadamente hermosas?
 
—Cuando te marches hoy, no volverás, ¿verdad?
 
—No.
 
—Es tan injusto —ella alargó la mano para tocarlo, pero él retrocedió—. Lowell debería estar vivo y yo debería amarlo. Y éste... —se posó la mano en el vientre—, debería ser su hijo.
 
—Tienes razón. Lowell se merecía un destino mejor que el que tuvo.
 
—El sabía que yo no estaba enamorada de él
 
—______ miró atentamente los ojos negros de Joe, deseando ver más allá de su superficie—. Pero nunca supo lo que sentía por ti. Y lo extraño es que, de habérselo dicho, creo que lo habría entendido.
 
—Lowell estaba loco por ti —Joe cerró los ojos para no verla—. Recuerdo cuando fue a yerme para pedirme que donara mi esperma. No dejaba de hablar de lo mucho que deseaba tener un hijo, pues tú eras de esas mujeres que no se sentirían completas sin ser madres. Hubiera caminado sobre carbones encendidos por ti.
 
—Sí, lo sé —______ recorrió la distancia que los separaba, alzó las manos y enmarcó con ellas el rostro de Joe—. Tú y yo éramos las personas más importantes en la vida de Lowell. El nos quería, y nosotros lo queríamos a él. Hubiese querido vernos felices. ¿No comprendes que, si pudiera, Lowell te diría que no debes sentirte culpable por quererme? —bajó la mano, tomó la de Joe y se la acercó al vientre—.El hubiera deseado que amases a este hijo y fueras su padre.
 
Joe la tomó entre sus brazos y la abrazó con fuerza, acariciando su cabello, susurrando su nombre una y otra vez. ______ se fundió con él, como si el calor de su cuerpo se filtrara en el suyo y los uniera. Joe le besó la frente, las sienes y luego las mejillas.
 
Ella alzó el rostro, ofreciéndole sus labios.
 
—No te vayas. Quédate conmigo esta noche. Te necesito tanto, Joe...
 
El poseyó su boca con un cálido y ansioso beso que manifestaba todo su deseo. ______ se aferró a su cuerpo mientras Joe la envolvía en la seguridad de su poderoso abrazo.
 
De repente, oyeron que alguien llamaba a la puerta trasera. Joe giró la cabeza a tiempo de ver cómo alguien se asomaba por el panel de vidrio de la puerta de la cocina. ¡Dios todopoderoso! Era Caleb. Y Sheila estaba a su lado.
 
—Es mi maldita familia —dijo—. Debí imaginar que vendrían para ver cómo estás.
 
______ era muy consciente de que tenía el cabello revuelto, las mejillas sonrojadas y los labios hinchados cuando Caleb, Sheila, Tallie y Peyton entraron en la cocina.
 
—Menos mal que hemos sido los primeros en llegar —dijo Tallie—. Hubierais tenido dificultades para explicar la situación, de haber llegado antes los demás.
 
Joe se paseó incómodo. ______ se sonrojó todavía más.
 
—La mitad de Crooked Oak viene hacia aquí —explicó Caleb—. La gente quiere celebrar esta victoria con la viuda de Lowell.
 
—Traen comida y piensan montar una fiesta —añadió Sheila.
 
—Oh —______ miró a Joe—. No lo sabía. La puerta se abrió de repente. La señora Dobson y la señora Brown entraron con toda la frescura del mundo, como si su presencia no constituyera una intrusión. Cada una llevaba una bandeja cubierta con un paño.
 
—Veo que habéis empezado sin nosotras —comentó la señora Brown—. ______, querida, ve a la puerta principal a recibir a tus invitados. Teenie y yo nos ocuparemos de la comida y pondremos la mesa.
 
—Sí, gracias —______ siguió mirando a Joe, deseando que reaccionara, que dijera algo.
 
Tallie la tomó del brazo la sacó de la cocina. Cuando llegaron al salón, el timbre empezó a sonar.
 
— ¿Quieres que abra yo? —preguntó Sheila.
 
—Si eres tan amable... —respondió ______.
Al cabo de quince minutos, la casa estaba llena a rebosar de la misma gente que, cinco meses antes, habían compartido con ella el dolor por la muerte de Lowell. Ahora deseaban compartir su satisfacción por que el asesino de Lowell hubiese sido juzgado y condenado.
 
Joe se quedó una hora más, alternando con los vecinos. Luego se acercó a ______. Ella supo que se marchaba antes de que él se lo dijera.
 
—Me voy. Tengo que pasarme por la oficina —no la tocó. Ni siquiera le tomó la mano. Pero ______ sabía, por su mirada, que deseaba tocarla, llevarla al cuarto y hacerle el amor—. Te llamaré por la mañana.
 
—Sí, por favor. Llama.
 
—Si me necesitas...
 
—No vas a volver, ¿verdad? —dijo ella en un susurro.
 
El no respondió. No era necesario. Ella sabía la respuesta.
 
Joe la abandonaba de nuevo. Otra vez huía asustado. Y ______ no sabía qué hacer o qué decir para que cambiase de opinión. No podía obligarlo a que la amase. No podía obligarlo a dejar de lado sus miedos e inseguridades. El tiempo se les estaba acabando.
 
Perder a Lowell había sido difícil, pero ______ había sobrevivido.
 
Pero si perdía a Joe...
 
______ se excusó y se retiró al cuarto de baño. Una vez dentro, se sentó en el banquillo acolchado y descansó la cabeza en el tocador. Donna abrió la puerta, entró y se acercó a ella.
 
— ¿Te encuentras bien? —le preguntó.
 
______ levantó la cabeza y miró a su amiga.
 
—No, no me encuentro bien. Y si pierdo a Joe, no creo que vuelva a encontrarme bien nunca más... 
Kari_JB
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Mensaje por fernanda Miér 02 Oct 2013, 11:27 am

DIOS POR FAVOR SÍGUELA!!!!!!!!!!!!
fernanda
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El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion - Página 5 Empty Re: El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion

Mensaje por chelis Miér 02 Oct 2013, 12:45 pm

Joee!!!!!.... No la puedes dejar!!!!..... No la puedes dejaaarrr!!!...
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Mensaje por aranzhitha Miér 02 Oct 2013, 5:27 pm

aww Joseph eres un cobarde!!
Porque no dejas de huir de una vez!
Siguela!!
aranzhitha
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El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion - Página 5 Empty Re: El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion

Mensaje por chelis Miér 02 Oct 2013, 8:26 pm

OOTROOOO
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El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion - Página 5 Empty Re: El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion

Mensaje por Kari_JB Jue 03 Oct 2013, 7:28 pm

Capitulo 12
—Tengo que sentarme —se quejó Donna—. Los pies me están matando.
 
______ miró a su amiga, que con su embarazo de siete meses y medio parecía un barril.
 
— ¿Por qué no te vas al despacho y descansas un rato? Ya me has ayudado bastante hoy. Creo que Scooter y yo podremos arreglárnoslas solos hasta que llegue Sheila. A mediodía será cuando llegue más gente. Todos adoran el estofado de pollo de Ella Higgins y el asado de Jerry Smith, así que nadie faltará al almuerzo.
 
—Ah, olvidé decirte que trajeron las máquinas expendedoras de Coca Cola mientras ayudabas al señor Murphy a montar los altavoces —Donna levantó un pie y luego el otro—. Creo que tengo los tobillos hinchados. Dios, nadie me dijo que el embarazo la convertía a una en una vaca —miró a Su- san—. Claro que no todas nos ponemos redondas como globos. Mírate. Estás de siete meses casi, y sigues como un fideo.
 
—Un fideo con un melón a cuestas —______ se rió mientras se frotaba el vientre—. Anda, vete ya. Te avisaré si te necesito.
 
Mientras Donna se dirigía hacia el despacho, Sheila Jonas detuvo el coche en el aparcamiento del refugio de animales. Tras apearse y saludar a Donna, le hizo a ______ una señal con la mano.
 
______ se sentía afortunada al tener tantos amigos y conocidos que apoyasen la labor del refugio. Sin su ayuda, no hubiera podido organizar la jornada anual de recaudación de fondos que proporcionaba una cuarta parte de los ingresos de la institución. Dicho evento se había hecho muy popular en todo el condado y las zonas aledañas.
 
—Caleb y Danny llegarán dentro de una hora —dijo Sheila.
 
—Celebro que hayas venido temprano —dijo ______—. Donna lleva aquí desde las siete y está hecha polvo.
 
—Pobrecilla. ¿Parece que va a tener gemelos, verdad?
 
—No, sólo una niña, pero es muy grande.
 
—Me pregunto si el padre de esa criatura será muy corpulento.
 
— ¿Donna te ha hablado de él? —preguntó ______.
 
—No mucho más que a ti. Sus amigos lo llaman J.B. Es un vaquero duro y curtido, y Donna y él hicieron el amor como locos durante un par de días. Es lo único que sé.
 
______ soltó una risita.
 
—Dios mío, tal como lo cuentas suena espantoso.
 
—Tengo, eh, algo que decirte —comentó Sheila.
 
—Así que por eso has venido más temprano. Y yo que pensaba que querías ayudarme.
 
Sheila le dio una desenfadada palmadita en el brazo.
 
—Traigo dos tartas y tres pasteles en el maletero del coche. Y ya estoy dispuesta y preparada para seguir tus órdenes. Pero...
 
— ¿Pero qué?
 
—Puede que deba excusarme si empiezo a sentir las náuseas matutinas que vengo padeciendo desde hace unos días.
 
— ¿Qué? Náuseas matutinas—______ lanzó un chillido, y luego abrazó a Sheila—. Estás embarazada. Caleb y  vais a tener otro hijo.
 
—Caleb está tan contento... —dijo Sheila—. Lamenta no haber estado conmigo durante el embarazo de Danny, así que le entusiasma la perspectiva de compartir éste.
 
—Eres muy afortunada —______ volvió a abrazarla—. Caleb es el único hombre al que has amado siempre, y ahora te quiere tanto corno tú a él. Tus sueños se han hecho realidad.
 
—Cariño, quizá las cosas puedan arreglarse entre Joe y tú. Es un maldito cabezota. Todos los Jonas lo son. Caleb tampoco se creía capaz de ser un buen marido. Pero, en realidad, yo diría que Jake es el único que no ha nacido para casarse. Compadezco a la mujer que se enamore de él.
 
—Te agradezco que nos invitaras a Joe y a mí a cenar en la granja la semana pasada. Pero me temo que de poco sirvió. Ni siquiera intentó acercarse a mí.
 
—Oh, yo no diría eso —repuso Sheila—. Cualquiera con dos dedos de frente notaría, por cómo te mira, que Joe está loco por ti. Más tarde o más temprano, seguro que supera su temor al matrimonio y a la paternidad.
 
— ¿Crees sinceramente que Joe está enamorado de mí?
 
—Sí, lo creo. Y Caleb opina lo mismo. Pero me parece que Joe aún no es consciente de ello. Nunca había estado enamorado, así que ignora que lo que siente es amor.
 
______ sonrió, repentinamente llena de esperanza.
 
—Me pregunto si vendrá hoy
 
—Seguro que sí —dijo Sheila—. Es el sheriff. Tiene que hacer acto de presencia.
 
Joe saludó y habló con varias personas mientras se abría paso por entre el gentío que se había congregado en la jornada de recaudación de fondos. Consultó su reloj. Las cinco menos cuarto. La fiesta terminaba al anochecer, o sea muy pronto.
 
Joe había esperado deliberadamente hasta última hora para presentarse, pues no tenía más remedio que asistir. Pero no deseaba pasarse el día entero viendo a ______ y deseándola. Porque la deseaba.
 
Pasó junto al tenderete de la adivina, y se sorprendió al descubrir que la gitana, pintorescamente vestida, no era otra que la señora Dobson, la vecina de ______.
 
La mujer le hizo una señal con la mano. El le sonrió.
 
—Venga, sheriff, le diré la buenaventura —dijo ella—. Sólo son dos dólares, y es para una buena causa.
 
A desgana, Joe se acercó al tenderete, sacó la cartera y le dio el dinero a la señora Dobson.
 
—Tenga, dígale la buenaventura gratis a otra persona —dirigió a la bola de cristal una mirada cargada de intención.
 
— ¿Qué dices, ______? Quieres que te diga la buenaventura gratis, cortesía del señor Jonas?
 
Joe giró rápidamente la cabeza. ______ estaba a unos cuantos centímetros, tras él. Llevaba unos tejanos y una blusa de premamá roja. Se había recogido la larga melena castaña en una coleta, y los rizos le enmarcaban el rostro.
 
Maldición, cada vez que la miraba, la deseaba.
 
— ¿La buenaventura gratis? —______ se acercó al tenderete—. ¿Cómo voy a rechazar semejante oferta? —Sonrió a Joe—. Hola, ¿cómo estás? Empezaba a pensar que no vendrías.
 
—Pues ya ves, he venido. ¿Cómo va todo? Parece que aún queda mucha gente.
 
______ lo agarró del brazo y lo condujo al interior del tenderete.
 
—Vamos, Joe. Acompáñame mientras la señora Dob..., quiero decir, Madam Yolanda me lee el porvenir.
 
—Siéntate, querida, y te revelaré los secretos de tu futuro —dijo la señora Dobson con lo que, indudablemente, ella consideraba un acento extranjero.
 
______ tomó asiento y extendió la mano. La señora Dobson le pasó el dedo por las diminutas líneas de la palma y sonrió.
 
—Veo que se avecina para ti una gran felicidad. Un bebé sano y hermoso. –
 
______ miró a Joe y sonrió. El se encogió de hombros, como diciendo: «Todo el mundo sabe que esperas un hijo».
 
—Y veo un nuevo amor. Un amor para toda la vida. Un hombre bueno que cuidará de ti y de tu hijo —la señora Dobson señaló a Joe con la mirada.
 
______ se ruborizó. ¿Acaso todos sabían que estaba enamorada de Joe Jonas? ¿Se delataría a sí misma cada vez que lo miraba?
 
— ¿Y cuándo aparecerá en mi vida ese nuevo amor? —Inquirió ______—. ¿Cómo podré reconocerlo?
 
—Ya ha aparecido, querida. Y tu corazón lo reconocerá.
 
______ esbozó una cálida sonrisa. Al parecer, la señora Dobson había adivinado que entre Joe y ella había algo más que amistad, o quizá la anciana era sólo una romántica que jugaba a casamentera.
 
—Veo más hijos en tu futuro —prosiguió la señora Dobson haciendo gestos teatrales y exagerados—. Otro niño, y luego una niña. Una niña de cabello y ojos negros, como su padre.
 
Joe se removió incómodo. La señora Dobson lo señalaba como futuro compañero de ______. ¿Era la anciana una auténtica pitonisa, o simplemente expresaba su deseo de que se casara con ______ y la cuidara?
 
—Gracias —dijo ______—. Me gusta mucho mi futuro.
 
—Sé feliz, hija —dijo la señora Dobson—. Es lo que Lowell hubiese deseado.
______ abrazó a la anciana. Luego se levantó y tomó de nuevo el brazo de Joe.
 
—Vamos. Te enseñaré los alrededores.
 
—De acuerdo.
 
— ¿Has comido? —preguntó ______.
 
—Todavía no.
 
—Bueno, ya no queda estofado de pollo, pero podemos servirnos un poco de asado y cenar juntos en el despacho.
 
—______, no creo que sea una buena idea —dijo Joe—. Es decir..., espero que no te hayas tomado en serio los vaticinios de la señora Dobson.
 
______ se detuvo, alzó los ojos para mirarlo y sonrió.
 
—Joe Jonas, realmente me tienes miedo, ¿verdad?
 
— ¿Miedo? No sé de qué estás hablando —______ había lanzado un desafío, y él lo sabía. Si se negaba, le demostraría que estaba en lo cierto. Si accedía, corría el riesgo de acabar haciéndole de nuevo el amor—. Vamos por ese asado —dijo al fin.
______ se limpió la boca con una servilleta de papel. A renglón seguido jadeó satisfecha.
 
—Jerry Smith hace los mejores asados del estado de Tennessee.
 
—Debo darte la razón —dijo Joe mientras apuraba los últimos tragos de cerveza. Había aceptado el desafió de ______, y habían pasado veinte minutos a solas en la oficina, cenando y charlando de temas insustanciales.
 
— ¿Te ha contado Caleb la noticia? —preguntó ______.
 
—Hace días que no hablo con Caleb —contestó Joe—. ¿Qué noticia?
 
—Sheila está embarazada.
 
Joe asintió. La expresión de su rostro delataba su sorpresa.
 
—Parece que Caleb se está habituando muy deprisa a la vida doméstica. Me alegra que todo saliera bien entre Sheila y él. Debo reconocer que tuve mis dudas cuando me dijeron que iban a casarse.
 
— ¿Por qué tuviste dudas? —preguntó ella—. Se querían, y deseaban pasar el resto de sus vidas juntos.
 
—Sí, lo sé. Pero no estaba seguro de que Caleb fuera capaz de casarse y sentar la cabeza.
 
—Es un marido maravilloso y un buen padre para Danny.
 
—Mira, ______, yo... —Joe bajó los pies de la mesa—. He estado pensando sobre el niño. Sobre tu hijo.
 
— ¿Qué pasa con mi hijo? —______ notó que el corazón se le detenía durante una milésima de segundo.
 
—Bueno, un niño necesita a un padre, y puesto que... técnicamente es hijo mío...
 
—Sí, técnicamente lo es —convino ______.
 
—No sé qué clase de padre puedo ser —Joe re- tiró la silla y se levantó—. No tuve un buen ejemplo. Mi abuelo era un hombre honesto y trabajador, pero también demasiado frío e inflexible. Y ya sabes el fracaso que fue mi padre.
 
—Pero el hecho de que tu padre y tu abuelo no fueran los mejores padres del mundo no significa que tú no puedas ser un buen padre.
 
—No quiero convertirme en parte de la vida de ese niño y después decepcionarlo abandonándolo
 
—Joe rodeó la mesa y se acercó a ______.
 
Ella aguardó, con el corazón acelerado.
 
— ¿Quieres ser el padre de este niño?
 
Cuando él se sentó a su lado, ______ le tomó la mano y se la llevó al vientre. Su hijo eligió ese preciso momento para hacer manifiesta su presencia.
 
— ¡Caramba! ¡Menuda patada! Este niño va a ser futbolista. Esas patadas no te duelen, ¿verdad?
 
—No, la verdad es que no. Pero a veces tu hijito se concentra en un lugar concreto y la presión puede resultar molesta. Parece que es tan terco como tu.
 
Joe no sabía cómo hacer frente a los sentimientos que experimentaba. La iminuta vida que crecía en el interior de ______ era la de su hijo. Al final, comprendió lo que deseaba en realidad.
 
—Deseo ser algo más que el padrino de mi hijo —dijo.
 
______ le rodeó el cuello con los brazos y lo miró amorosamente a los ojos.
 
—Serás un padre maravilloso. Ya lo verás.
 
Lo único que Joe podía ver en aquellos momentos era a ______... suave, hermosa, cálida. La atrajo hacia sus brazos. Dios bendito, cómo adoraba sentirla. Adoraba su físico, su manera de moverse y de hablar. Incluso su olor. Dulce y fresco como las flores en primavera.
 
La besó con tierna pasión, consciente de que iba a hacerle el amor. Siempre ucedía así cuando se tocaban. Un incontrolable deseo los consumía.
 
En ese momento, la puerta de la oficina se abrió de golpe.
 
—______, querida, acabo de contar el dinero recaudado, y... —los pies de la señora Brown resbalaron sobre el suelo de madera al detenerse bruscamente—. Oh, cielos, cielos.., perdonad... No sabía... no sabía que... Lo siento mucho —se dio media vuelta y salió como una exhalación de la oficina, con tanta prisa que olvidó cerrar la puerta.
 
Joe musitó un taco. ______ se mordió el labio inferior. Los dos se miraron y estallaron en carcajadas.
 
—No deberíamos reírnos, cariño. La señora Brown dirá a todo el mundo que nos ha sorprendido besándonos.
 
—No me importa —respondió ______—. No me importa que todo el mundo sepa que nos estábamos besando.
 
—Si a ti no te importa, a mí tampoco. Total, el pueblo acabará enterándose de nuestra relación antes o después.
 
— ¿Tenemos una relación? —inquirió ______.
 
—Sí, creo que sí —contestó él—. Si hoy paso la noche contigo, todos sabrán que entre nosotros hay algo más que simple amistad.
 
— ¿Vas a pasar la noche conmigo?
 
—Si me dejas, sí.
 
Un placer más cálido que el sol de abril se extendió por el cuerpo de ______ e inundó su corazón. Joe no iba a abandonarla. No iba a dejar que criara sola a su hijo. Deseaba ser su padre. Su- san sabía, en el fondo de su corazón, que sólo era cuestión de tiempo que le propusiera matrimonio.
 
Rodeándole el cuello con los brazos, cerró los ojos y entonó una silenciosa plegaria de agradecimiento. A partir de ahora todo iría bien, se dijo. Joe, el niño y ella serían una familia.
 
El sonido del teléfono sacó a ______ de un maravilloso sueño.., un sueño en el que Joe y ella estaban felizmente casados. Al alargar la mano hacia la mesita de noche golpeó sin querer el despertador. Tras descolgar el auricular, contestó y miró hacia el otro lado de la cama. Vacío. Joe había desaparecido. Agotada tras la fiesta de recaudación de fondos y una sesión de amor plenamente satisfactoria, ______ se había quedado dormida como un tronco, y ni siquiera notó que Joe hubiese salido de la cama.
 
— ¿______? ¿Estás ahí? —preguntó Sheila.
 
—Eh? Oh, lo siento. Sí, estoy aquí.
 
— ¿Sigue Joe ahí contigo?
 
— ¿Qué? ¿Cómo has sabido que...?
 
—Las noticias se difunden muy deprisa —contestó Sheila—. ¿Está Joe ahí?
 
—No lo sé. Puede que esté abajo.
 
—He pensado que debéis saberlo. La señora Brown ha ido diciendo por ahí que os sorprendió besándoos.
 
—Oh, cielos, me lo temía.
 
—Bueno, la señora Brown estaba encantada. Está segura de que pronto sonarán campanas de boda. Opina que Joe y tú hacéis una pareja perfecta. Pero me temo que no todo el mundo está de acuerdo.
 
______ se deslizó hacia el borde de la cama, se coló las zapatillas y se levantó.
 
— ¿Cómo es posible que se haya corrido la voz tan deprisa? La señora Brown nos vio ayer por la tarde.
 
—Eso no es lo peor —Sheila exhaló un suspiro.
 
— ¿A qué te refieres?
—Al parecer, han visto el Lexus de Joe aparcado en el patio de tu casa, y todos saben que ha pasado la noche contigo. Eso, unido al relato de la señora Brown, ha hecho que los rumores corran como la pólvora por el pueblo. Hoy ya he recibido cuatro llamadas telefónicas, y son sólo las ocho.
 
—Maldición ¿Por qué se meterá la gente en los asuntos de los demás?
 
—He creído que debía avisaros. Así estaréis preparados para lo peor.
 
La puerta del dormitorio se abrió de pronto, y Joe entró con dos tazas de cerámica.
 
— ¿Quién es? —preguntó mientras se acercaba a ______.
 
Ella tapó el auricular con la mano y dijo:
 
—Sheila. Quería avisarnos de los cotilleos que corren por el pueblo. Parece ser que la señora Brown ha contado a todo el mundo que nos vio juntos ayer. Y alguien vio tu Lexus aparcado en el patio en plena noche.
 
Joe le pasó a ______ una taza de chocolate caliente y luego le quitó el auricular de la mano.
 
—Sheila, soy Joe.
 
—Mira, ______ y tú debéis saber que en el pueblo se han formado dos bandos... con opiniones contrarias sobre vuestra relación. Algunos se muestran encantados de que seáis pareja. A otros les es candaliza que hayáis ido tan deprisa, estando aún reciente la muerte de Lowell.
 
—A ______ y a mí no nos importa lo que piensen los demás. Pero puedes decirle a quien te pregunte que vamos a casarnos lo antes posible.
 
— ¿Qué? —gritó Sheila.
— ¿Qué... qué has dicho? —murmuró ______, mirando a Joe con los ojos abiertos de par en par.
 
—______ te llamará más tarde —le dijo Joe a Sheila, y luego colgó.
 
— ¿Joe? —______ soltó la taza en la mesita de noche—. ¿Qué has querido decir con eso de que vamos a casarnos lo antes posible?
 
El soltó su taza junto a la de ella, y a continuación la agarró por los hombros con ternura.
 
—Lo he pensado mucho, cariño. Y es lo mejor. Estás embarazada de mí, y el niño necesita un padre. Reconozco que me da miedo la idea de intentar ser un buen padre y un buen marido, pero no se me ocurre otra solución. Es mi deber ocupar el lugar de Lowell. Naturalmente, tendrías que venirte conmigo a Alexandria cuando regrese al FBI.
 
______ lo miró fijamente mientras hablaba. Las palabras que más resonaban en su mente eran «lo mejor», «solución» y «deber». Pero no había mencionado la palabra «amor». Joe le estaba ofreciendo aquello con lo que ella había soñado... el matrimonio. Pero en sus sueños Joe la amaba.
 
______ se retiró de él. Joe la miró inquisitiva- mente.
 
—Quiero que te vayas —dijo ella con voz serena y controlada. El se limitó a seguir mirándola con ojos interrogantes—. No quiero que te cases conmigo porque no encuentres otra solución. Porque creas que es lo correcto —poco a poco, fue alzando la voz—. ¡No quiero que me hagas favores! ¡No tienes que sacrificar tu bendita soltería por mí y por mi hijo!
 
—______, cariño, no te disgustes —Joe alargó la mano, pero ella la rehuyó—. Creía que deseabas casarte, y...
 
—Márchate —le gritó ______.
 
— ¿______?
 
—Maldita sea, Joe Jonas, desaparece de mi vista ahora mismo! —lo miró con la mandíbula tensa y los dientes apretados.
 
—Está bien. Cálmate. Me iré y te daré tiempo para que te lo pienses —Joe se dirigió presuroso hacia la puerta. Luego se detuvo—. Sólo trato de hacer lo mejor para los dos.
 
______ agarró una figurilla de cristal de la mesita de noche y se la arrojó a la cabeza. Fallando por muy poco, la figurilla se hizo añicos contra el marco de la puerta y cayó al suelo.
 
Joe salió rápidamente. ______ se derrumbó en la cama, apretó los puños y golpeó con furia las almohadas.
 
¡Maldito fuera! ¿Cómo se atrevía a proponerle matrimonio de una manera tan fría y calculada? Deber. Responsabilidad. Lo correcto. Al diablo con todos aquellos nobles sentimientos. Ella los hubiera intercambiado gustosamente por una única palabra. Amor.
 
Necesitaba hablar con alguien que la ayudara a decidir qué hacer. ¿Tenía derecho a rechazar la oferta de Joe y privar a su hijo de un padre?
 
______ descolgó el auricular del teléfono, marcó un número y esperó.
 
— ¿Sí? —respondió una voz de hombre.
 
—Reverendo Swan, soy ______ Redman. Necesito hablar con usted enseguida. ¿Puedo ir de aquí a una hora?
 
—Por supuesto que sí, ______. Ven.
 
Tras darse un baño, ______ se vistió rápidamente, bajó a echarles de comer a los animales y dejó salir a los perros unos minutos. Al entrar en la cocina oyó el retumbo de un trueno. Estupendo. Iba a llover. Se acercó al frigorífico para sacar una botella de leche y reparó en la nota prendida en la puerta.
 
—Les he echado de comer a los perros y a los gatos —leyó en voz alta—. Tenemos que hablar esta misma noche. Te llevaré a cenar fuera. Joe.
 
______ arrugó la nota y la arrojó al cubo de la basura. Tras ponerse el abrigo, se dirigió al coche. De pronto, el cielo pareció abrirse, descargando una lluvia torrencial.
 
______ condujo despacio, tomando precauciones extra, pues la carretera estaba resbaladiza y la visión era casi nula. Al llegar a un cruce, vio que un coche se acercaba por la izquierda a gran velocidad. El conductor no aminoró la marcha. ______ comprendió lo que iba a ocurrir, sabiendo que no podría hacer nada para impedirlo. El descontrolado vehículo golpeó de lleno el costado del coche de ______ con una fuerza mortífera. El air bag se activó. Ella gritó. Y e pronto todo se volvió negro...



Chicas este es el penultimo capitulo mañana subire el final y el epilogo espero que lo disfruten Gracias por sus comentarios
Kari_JB
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Mensaje por aranzhitha Jue 03 Oct 2013, 7:55 pm

ohh que le paso!!??
Dios Jonas que insensible eres!!
Siguela?
aranzhitha
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Mensaje por ElitzJb Jue 03 Oct 2013, 8:45 pm

siguelaaaaaaaaaa xq la dejas alli sigueeeeeee
quiero mas y obvio q no quiero q  termineeee
ElitzJb
ElitzJb


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Mensaje por chelis Jue 03 Oct 2013, 10:01 pm

:wut:
chelis
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http://www.twitter.com/chelis960

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Mensaje por Kari_JB Vie 04 Oct 2013, 6:32 pm

olaa chicas espero que estes bien aqui les dejo el ultimo capitulo y el epilogo espero que les guste Gracias por todos sus comentarios
Kari_JB
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Mensaje por Kari_JB Vie 04 Oct 2013, 6:34 pm

Capitulo Final
Joe contestó escuetamente a los saludos que recibió al entrar en la oficina. Esperaba que la jornada fuese tranquila, porque no le apetecía en absoluto tratar con problemas ajenos.
 
Cerró el despacho dando un portazo, comprobó la máquina de café situada sobre la mesita del rincón y agradeció que alguien hubiera tenido el detalle de dejarle café preparado. Tras servirse una taza, retiró la silla de la mesa y se sentó.
 
¿Qué había hecho mal? Estaba seguro de que ______ quería casarse con él. ¿Por qué, entonces, se había puesto hecha una furia cuando le propuso matrimonio esa misma mañana? No comprendía a las mujeres, sobre todo a una en particular.
 
«Vamos, Jonas, admítelo» lo aguijoneó una voz interior. «Tu proposición no fue precisamente de ésas con las que una mujer sueña durante toda su vida. Sin rosas. Ni velas. Ni música romántica endulzando el ambiente. Debiste esperar el momento adecuado. Diablos, ni siquiera le has comprado aún el anillo.»
 
De acuerdo, en primer lugar necesitaba hacer un par de reservas para cenar en un sitio romántico. Luego llamaría a alguna joyería de Marshallton para encargar un anillo de diamantes. Y también pediría a la floristería local dos docenas de rosas... No, de lilas. Un enorme ramo de lilas.
 
Justo cuando alargaba la mano hacia el teléfono, alguien llamó a la puerta del despacho.
 
— ¿Sí?
 
—Joe, soy Richard —contestó el agente conforme abría la puerta.
 
— ¿Qué sucede? —Joe se fijó en la expresión grave del agente y supo que algo terrible había ocurrido—. ¿De qué se trata?
 
—Acabamos de recibir una llamada del departamento de policía. Ha habido un grave accidente de automóvil. Un conductor ebrio se saltó un semáforo en rojo y chocó con el costado de un coche que había pasado el semáforo en verde.
 
—Maldición Me gustaría meter a todos los conductores borrachos entre rejas. ¿Y ha sido muy grave? ¿Algún muerto?
 
—El borracho ha fallecido. No llevaba puesto el cinturón de seguridad.
 
—La mujer que conducía el otro vehículo ha sido ingresada urgentemente en el hospital. Estaba inconsciente y ha perdido mucha sangre. El air bag no la protegió. Dios, Joe... lo siento. Se trata de ______ Redman.
 
El mundo se detuvo de repente, despojado de sonido, de luz, de movimiento. Joe oía los latidos de su propio corazón. Veía moverse los labios de Richard Holman, pero no entendía nada de lo que decía. Su cuerpo había sido engullido por un gélido pavor.
 
______ había sufrido un accidente. ¿Y si estaba herida de gravedad? ¿Y si perdía el niño? ¿Y si moría?
 
Notó una mano en el hombro. Se giró para mirar al agente.
 
—Vamos —dijo Richard—. Te llevaré al hospital.
 
— ¿Está...? —Joe se aclaró la garganta—. ¿Está muy mal?
 
Richard le dio un palmadita en la espalda.
 
—Me temo que sí.
 
Llegaron a la sala de urgencias del hospital quince minutos más tarde. El personal informó a Joe que la señora Redman estaba siendo intervenida en la segunda planta. No se detuvo a hacer ninguna pregunta. Cuando Richard y él entraron en el ascensor, se giró hacia el agente y le dijo:
 
—Quiero que me hagas el favor de llamar a Caleb y Sheila.
 
—Ya me he ocupado de eso —respondió Richard—. Antes de salir de la oficina, pedí a Helen que llamase a tu hermano.
 
—Gracias.
 
¿Por qué diablos tardaba tanto el maldito ascensor en subir una condenada planta? Tenía que llegar hasta ______. Tenía que estar con ella. Hacer algo para salvarla. Mientras se recordaba a sí mismo lo irracionales que eran sus pensamientos, la puerta del ascensor se abrió. Joe salió corriendo y enfiló el pasillo, seguido de Richard. Kendra Camp salió inmediatamente a su encuentro.
 
—La señora Redman está en el quirófano. La metieron hace diez minutos.
 
—Dime lo que sepas. Por favor —Joe crispó los puños. Su mandíbula se tensó. Los ojos se le empañaron levemente.
 
—Acompáñame a la sala de espera —Kendra lo tomó del brazo y luego saludó a Richard con un escueto gesto de asentimiento. Llegaron a la sala de espera en pocos segundos—. ¿Por qué no nos sentamos? —sugirió Kendra.
 
—No puedo sentarme —respondió Joe—. Dímelo. ¿Está muy mal? ¿Qué posibilidades tiene?
 
Kendra miró nerviosamente a Richard.
 
—Ha sufrido una hemorragia interna y el embarazo complica las cosas. El doctor Hall y el doctor Farr la están interviniendo —Kendra tomó la mano de Joe entre las suyas—. Es muy posible que tengan que practicarle una cesárea.
 
— ¿Una cesárea? Pero si ni siquiera está de siete meses —dijo Joe—. Es muy pronto para que el bebé nazca.
 
Kendra le apretó la mano.
 
—Los niños prematuros tienen más posibilidades de sobrevivir ahora que hace unos años.
 
—No puede perder el niño —dijo Joe—. No sabes lo que ese hijo significa para ella.
 
—Entiendo —los ojos de Kendra se llenaron de lágrimas—. Sé que es lo único que le ha quedado de su marido. Créeme, los doctores harán lo posible por salvarlos a los dos.
 
Joe deseó gritar a los cuatro vientos «No es hijo de Lowell, sino mío ¡Mi hijo!».
 
— ¿Quieres decir que existe la posibilidad de que tengan que elegir entre salvar a uno o a otro?
 
—Intenta no pensar en...
 
Joe retiró las manos de Kendra y la miró con severidad.
 
—Maldita sea, dímelo.
 
—Sí. Si deciden practicar la cesárea, puede que el niño corra peligro, pero ______ se salvará.
 
—Entonces, diles que le hagan la cesárea —Joe asió a Kendra por los hombros—. ¿Me oyes? Entra ahí y diles que ______ es lo primero. Tienen que salvarla.
 
—Oh, Joe —las lágrimas se deslizaron por las mejillas de Kendra.
 
—Joe, ella no puede entrar ahí y decirles a los médicos lo que deben hacer —terció Richard posándole una mano en el hombro—. Además, tus órdenes no cuentan. Contarían si fueras el marido de ______ o el padre del niño.
 
—No soy el marido de ______ aún —Joe se apartó del agente y se volvió para mirarlos a los dos—. Pero me casaré con ella muy pronto. Es mi prometida. ¿No cuenta eso para algo?
 
—Oh, Joe, comprendo que te preocupes por ella, pero... —empezó a decir Kendra.
 
—La amo —la profundidad de sus sentimientos por ______ se le hizo repentinamente clara. Sí la amaba... más que a nadie en el mundo—. Y si alguien tiene derecho a decidir sobre el hijo de ______, soy yo. Yo les di a ella y a Lowell ese hijo. Pero Lowell murió. Y no pienso permitir que ______ muera también. ¿Me oís?
 
—Joe, estás trastornado —Richard miró nerviosamente a Kendra—. No sabes lo que dices...
 
—Yo soy el padre del hijo de ______ —declaró por fin Joe.
 
Kendra emitió un jadeo. Un silencio absoluto se hizo en la sala de espera. Un silencio interrumpido al cabo de unos segundos, cuando entraron Caleb y Sheila.
 
—Hemos venido en cuanto pudimos —Sheila abrazó a Joe.
 
—Gracias a Dios que habéis llegado —dijo Kendra—. Me temo que Joe está muy trastornado.
 
—Kendra y Richard creen que me he vuelto loco —explicó Joe.
 
—Joe no está loco —dijo Caleb—. El es el padre del niño.
 
—Lowell era estéril —prosiguió Joe—. Yo doné mi esperma para que ______ pudiera ser inseminada artificialmente. El hijo que espera es mío.
 
—Iré a decírselo al doctor Farr —anunció Kendra, y se alejó corriendo por el pasillo.
 
— ¿Cómo se encuentra ______? —Inquirió Sheila mientras acompañaba a Joe hasta el sofá—. Sentémonos.
 
—Sufre una hemorragia interna. Es lo único que sé. La están operando. Y... es posible que tengan que practicarle una cesárea.
 
—Oh, Dios mío —exclamó Sheila con un jadeo sofocado.
 
—Será mejor que llame a Tallie —dijo Caleb.
 
—Sí —convino Sheila—. Y hay que decírselo a Donna antes de que se entere por otras personas.
 
Joe no podía permanecer quieto. Se removió en el sofá durante unos minutos, y luego se levantó y empezó a pasearse por la sala. Se sentía como encerrado en una jaula. Deseaba correr... huir de la posibilidad de perder a ______. Y al niño.
« Por favor, Dios, no lo permitas» rezó en silencio. «
 
Los ojos se le inundaron de lágrimas. No había llorado desde que era niño. Ni siquiera al morir Lowell, que había sido como un hermano para él. Pero aquélla era ______. Su ______. La mujer a la que amaba.
 
Los minutos fueron pasando, y Joe siguió rezando con toda su fuerza de voluntad. Media hora más tarde. Donna Fields entró en la sala, hinchada como un globo, y lo abrazó sin decir nada. Tenía los ojos enrojecidos por el llanto.
 
La sala de espera estuvo llena a rebosar al cabo de tres horas.
 
—Todo el pueblo está rezando por ______, hijo mío —dijo el reverendo Swan—. Ahora todo está en las manos de Dios.
 
De pronto, la abarrotada sala se quedó en silencio. Joe percibió de inmediato el cambio en el ambiente. Se volvió y vio al doctor Farr, que acaba de cruzar la puerta.
 
—Hemos practicado la cesárea y hemos extraído al bebé —comunicó el doctor Farr—. Es muy pequeño... Apenas pesa kilo y medio —le colocó a Joe la mano en el hombro—. Está arriba, en la unidad de incubadoras.
 
— ¿Cómo está? —inquirió Joe—. ¿Qué... posibilidades tiene?
 
—Ha habido suerte. Es muy probable que el niño sobreviva, aunque aún es pronto para hacer predicciones. Si quieres, puedes subir a verlo.
 
Joe agarró el brazo del médico.
 
— ¿Y ______?
 
—El doctor Hall saldrá a hablar contigo muy pronto.
 
Caleb se colocó al lado de Joe.
 
—______ se recuperará. Tienes que tener fe.
 
—Estaba tan disgustada conmigo esta mañana —dijo Joe—. Le pedí que se casara conmigo, pero metí la pata. Ni siquiera le dije que la amaba —se pasó los dedos por el cabello—. He sido un imbécil. La he hecho sufrir con mi maldito temor al matrimonio y a la paternidad.
 
—______ lo comprende —dijo Caleb—. Te perdonará. Fíjate en lo que yo le hice pasar a Sheila. Y me perdonó.
 
—Dios, espero tener la oportunidad de pedirle perdón.
 
«Y de decirle que la amo. Que ella es mi vida.» Al cabo de unos minutos, el doctor Hall encontró a Joe y a Caleb paseándose por el pasillo de la segunda planta. Por un terrible instante, Joe pensó que ______ había muerto.
 
—______ está en la UCI —les comunicó el doctor Hall—. El doctor Farr ya les habrá dicho que la cesárea salió perfectamente. Hemos hecho lo que hemos podido por ella. Detuvimos la hemorragia, y...
 
— ¿Va a vivir? —preguntó H.ank.
 
—No lo sé —contestó el doctor Hall—. Las próximas veinticuatro horas serán decisivas. Si consigue llegar a la noche, diría que tendrá muchas posibilidades.
 
— ¿Puedo verla?
 
El doctor Hall asintió.
 
—Les diré a las enfermeras que le permitan entrar unos minutos.
 
—Gracias —Joe estrechó la mano del médico, y luego se giró hacia su hermano—. ¿Quieres explicarles la situación a Sheila y a Donna... y a todo el mundo?
 
—Claro —respondió Caleb—. Adelante, ve a verla. Yo me ocuparé de todo aquí abajo.
 
Joe titubeó antes de entrar en la UCI.
 
«______ se pondrá bien. ______ se pondrá bien.»
 
Repitió la frase como si fuera una letanía, un cántico sagrado que pudiera protegerla de la muerte. Finalmente, abrió la puerta, entró y miró los numerosos cubículos cerrados.
 
—Sheriff Jonas, la señora Redman ocupa el número  —le dijo una enfermera de mediana edad—. Sígame.
 
Joe sintió un doloroso nudo en el estómago al entrar en el pequeño cuarto. ______ yacía inmóvil, con el rostro amoratado e hinchado, y el cuerpo conectado a un sinfín de cables y tubos. Parecía muy pequeña, totalmente indefensa.
 
—El doctor Hall ha dicho que puede quedarse diez minutos —dijo la enfermera—. Luego podrá volver en el horario regular de visita.
 
Joe asintió, y luego se acercó a la cama. Se inclinó sobre ______, deseando con todas sus fuerzas que viviera. Alzó su lánguida mano y se la llevó a los labios. Tras besarla tiernamente, la apretó contra su mejilla.
 
—Hay algo que quiero que sepas —dijo—. Te quiero, ______. ¿Me oyes? Te quiero.
 
Ella no se movió.
 
—Tienes que ponerte bien, cariño. Nuestro hijo necesita a su madre. Está arriba, recibiendo los mejores cuidados del mundo. Es pequeño, pero saldrá adelante —una pequeña mentira piadosa, se dijo Joe. Una media verdad.
 
Permaneció a su lado hablándole, animándola, diciéndole una y otra vez cuánto la amaba.
 
Por fin, la enfermera apareció en la puerta y carraspeó.
 
—Tendrá que irse ya, sheriff Jonas. Pero podrá volver dentro de un par de horas.
Joe se inclinó para besar la frente de ______ y luego salió de la habitación. Su familia lo esperaba en la puerta.
 
— ¿Cómo está? —preguntó Sheila.
 
—Duerme —contestó Joe—. Podré entrar a verla otra vez dentro de dos horas.
 
— ¿Qué tal si almuerzas algo? —Sugirió Caleb—. Podemos ir todos a la cafetería.
 
—Quiero ver a mi hijo —dijo Joe.
 
A Sheila y a Tallie se les saltaron las lágrimas. Las dos le pasaron los brazos por la cintura, flanqueándolo.
 
—Subamos todos a ver a mi sobrino —dijo Tallie—. Tal vez no nos dejen entrar, pero podremos asomarnos por el panel de la puerta.
 
Tras ponerle una bata verde y unos guantes, las enfermeras dejaron pasar a Joe. Su hijo yacía en la incubadora, con el cuerpecito conectado a una serie de tubos y de cables, igual que su madre.
 
El pequeño tenía unas piernas y unos brazos perfectos, y la cabecita cubierta de pelo negro.
 
Un sentimiento distinto de cualquiera que hubiese experimentado hasta entonces abrumó a Joe.
 
Aquella cosita que yacía en la incubadora, luchando por su vida, era su hijo.
 
—Sigue luchando, hijo mío. ¿Me oyes? Soy tu padre. Y no creas ni por un momento que no te quiero. Porque, Dios, te quiero muchísimo. Muchísimo —las lágrimas le rodaron por las mejillas. Sus hombros se estremecieron al intentar reprimir los sollozos—. Tienes que vivir por mí y por tu madre. Ella está abajo, luchando tan duramente como tú. Y cuando se despierte, lo primero que me preguntará será cómo estás. Quiero poder decirle que estás bien.
 
Dicho esto, Joe salió de la unidad de incubadoras, pasó junto a su familia y entró en el aseo de caballeros más próximo. Apoyó la cabeza en la pared durante un par de minutos, luchando por dominar sus emociones.
Cuando Peyton y Caleb entraron en el lavabo, Joe se estaba lavando la cara con abundante agua fría. Se sonó la nariz, arrojó el pañuelo de papel a la basura y respiró hondo.
 
— ¿Joe algo que podarnos hacer? —preguntó Peyton.
 
—Estoy bien —respondió Joe—. Sólo necesitaba unos minutos para... para...
 
— ¿Quieres que vayamos a comer algo? —Sugirió Caleb—. Aún falta media hora para que puedas entrar a ver a ______ otra vez.
 
—Sí —dijo Joe—. Un café me sentará bien.
 
Al regresar a la UCI Joe encontró a ______ aún dormida. Preguntó a las enfermeras por qué no se había despertado, y ellas le explicaron que ______ estaba en coma.
 
Permaneció en el hospital durante todo el día y toda la noche. Aguardando. Rezando. Esperando contra toda esperanza que ______ despertara. Subió varias veces a ver su hijo. El niño era todo un luchador, le dijeron. Saldría adelante.
 
La gente entraba y salía. Todos estaban preocupados. Joe habló con los médicos varias veces. Y siempre le decían lo mismo. Que ya se había hecho lo posible por el niño, y por ______.
 
Caleb le llevó una muda de ropa el segundo día. Tenía el rostro cubierto de barba y el cuerpo dolorido de dormir en el sofá de la sala de espera.
 
Setenta y dos horas después de que hubieran ingresado a ______ en la UCI, la enfermera salió a la sala y despertó a Joe.
 
— ¿Sheriff Jonas?
 
El abrió los ojos y la miró.
 
— ¿Qué sucede? ¿Algo va mal?
 
—No, nada va mal —le aseguró la enfermera—. El doctor Hall está con la señora Redman. Ha vuelto en sí.
 
Joe corrió hacia la UCI.
 
—Aquí lo tienes —dijo el doctor Hall a ______, y luego se giró hacia Joe—. Ha preguntado por ti.
 
Joe se acercó a ella, sintiendo una felicidad tan grande que temió que el pecho le estallara. ______ alzó la mano. El la tomó, la besó y la sostuvo con ternura.
 
— ¿Nuestro hijo? —preguntó ella.
 
—Está arriba, en la incubadora. Es pequeño. Pesa apenas un kilo y medio. Pero está formado del todo. Creen que podrá respirar por sí solo dentro de un día o dos. Tiene diez dedos en las manos y diez en los pies. Con uñitas y todo. Y una buena mata de pelo negro en la cabeza.
 
—Quiero verlo —pidió ______.
 
—Aún no estás preparada para levantarte, y mucho menos para subir a la planta de arriba —dijo el doctor Hall—. Tendrás que dejar que Joe te siga informando durante unos días.
 
— ¿Pero me encuentro bien, verdad? Quiero ver a mi hijito —los ojos de ______ se llenaron de lágrimas.
 
Joe se acercó su mano a los labios y le besó los nudillos una y otra vez.
 
—En cuanto puedas levantarte, te llevaré a verlo. Te lo prometo.
 
—Lo mejor que puedes hacer por vuestro hijo, ______, es recuperarte del todo —dijo el doctor Hall—. Joe puede quedarse contigo todo el tiempo que quieras. Y te trasladaremos a una habitación individual por la mañana.
 
Joe acercó una silla y se sentó junto a la cama. ______ volvió la cabeza para mirarlo.
 
—Tienes un aspecto horrible —dijo—. ¿Cuánto hace que no duermes?
 
—He echado algún que otro sueñecito en estos tres días.
 
— ¿Llevas aquí tres días?
 
—Tres y medio.
 
—Oh, Joe, debiste ir a casa a dormir un poco —______ le pasó los dedos por la barba de varios días—. Y debiste afeitarte.
 
— ¿Qué pasa con mi barba? .No te gusta?
 
— ¿Por qué no has ido a casa?
— ¿Córno puedes preguntarme eso? —Joe se inclinó para besarla—. No podía dejaros solos a ti y a mi hijo. De haber estado yo inconsciente, ¿me habrías dejado?
 
—No, pero yo te...
 
—Y yo te quiero a ti, ______ —le enmarcó el rostro tiernamente con las manos—. Te amo.
 
— ¿Me amas?
 
—Sí. Y quiero que te cases conmigo. ¿Sabes lo que estaba haciendo cuando recibí la noticia del accidente?
 
—No. ¿Qué estabas haciendo?
 
—Me disponía a reservar mesa para cenar en un restaurante, a comprarte flores y un anillo de compromiso.
 
—Oh, Joe, pensé que... Cuando hablaste del deber y la responsabilidad.., bueno, no dijiste que me amabas.
 
—Sí, soy un idiota. No soy tan buen hombre como Lowell, cariño. El era amable, atento, y...
 
______ le cubrió los labios con los dedos.
 
—Chist. Quería a Lowell. Sé lo maravilloso que era. Y creo que deberíamos ponerle su nombre a nuestro hijo. Pero tú eres el hombre al que he amado desde que era una adolescente. El hombre al que siempre he querido.
 
—Creo que es una buena idea ponerle al niño el nombre de Lowell. A él le hubiera gustado, ¿verdad?
 
—Y hubiera entendido nuestro amor —dijo Su- san—. Hubiera querido que estemos juntos. Tú, yo y el pequeño Lowell Redman Jonas.
 
—Saldrá adelante —dijo Joe—. No vamos a perder a nuestro hijo.
 
Al día siguiente, ______ fue trasladada a una habitación individual, y dos días más tarde Joe la llevó en una silla de ruedas a la unidad de incubadoras para que viera a su hijo por primera vez.
 
Un gozo indescriptible inundó a ______. Miró a su hijo, al hijo de Joe, y el corazón se le llenó de gratitud.
 
—Hola, Lowell, soy tu madre. Tú y yo tenemos que ponernos mutuamente al día en muchas cosas.
 
Permanecieron junto a su hijo durante una hora, hasta que ______ empezó a sentirse cansada.
 
—Te quiero, cariño —le dijo al pequeño—. Mamá está aquí, junto a ti. Para siempre.
 
—Te quiero, hijo —dijo Joe—. Y yo también voy a estar a tu lado. Iremos a cazar y a pescar, y jugaremos juntos al béisbol. Y me ayudarás a cuidar de tu madre y a hacerla feliz —se inclinó y besó a ______.
 
Cuando regresaron a la habitación, la encontraron llena de amigos parientes, que les expresaron su alegría y les transmitieron su cariño.
 
—Tengo algo que anunciaros —dijo ______ mientras Joe le tomaba la mano—. Joe y vamos a casarnos en cuanto el pequeño Lowell pueda abandonar el hospital —tras la explosión de felicitaciones y buenos deseos, ______ se aclaró la garganta, y todos volvieron a guardar silencio—. Creo que es hora de que todos lo sepáis. La familia de Joe va lo sabe, pero... bueno, quiero que todos nuestros amigos conozcan la verdad —respiró hondo—. Lowell era estéril, pero deseaba darme un hijo. Así que pidió a su mejor amigo que donara su esperma. Joe es el padre biológico de mi hijo.
 
Joe sabía cuánto coraje había necesitado para hacer frente a sus amigos y comunicarles la verdad. No creyó que pudiera amarla más de lo que la amó en ese momento. Sabía que probablemente no se merecía a ______, pero eso no iba a impedir que se casara con ella y pasara el resto de su vida intentando ser digno de su amor. 
Kari_JB
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