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El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion
Perdon chicas por no subir capitulo esqe no me podia meter a la pagina y no me llegaban mensajes del foro al correo
pero ya subo una capitulo =)
pero ya subo una capitulo =)
Kari_JB
Re: El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion
Capitulo 5
—Ésa era la última caja —dijo Joe al tiempo que cerraba el maletero del coche—. Mañana las llevaré al albergue de Marshallton.
______ se hallaba de pie en el porche. Los rayos del sol tardío teñían de dorado su cabello castaño claro. Parecía tan pequeña, frágil y sola como un alma que errara en busca de un paraíso seguro. Joe sintió deseos de abrir los brazos y decirle que se acercara, que podía encontrar refugio allí, con él. ¿Sí, podía ofrecerle dicho refugio, pero, lo aceptaría?
Joe titubeó junto al coche, observándola mientras lo esperaba, con la cabeza gacha y los ojos clavados en el suelo. Las dos gatas merodeaban por entre sus tobillos y los dos perros montaban guardia a su lado. La dulce ______, con un corazón tan grande como el cielo de Crooked Oak. Joe nunca había conocido a nadie que amase a los animales tanto como ella.
¿Cómo iba a estar cerca de aquella mujer amable, tierna y cariñosa, sin hacerle el amor?
Joe había evitado deliberadamente las relaciones duraderas y a las mujeres que esperaban más de lo que él podía darles. Le gustaban las mujeres... Diablos, las adoraba. Y ellas parecían sentirse atraídas hacia él como las abejas a la miel. Jake le había comentado una vez que Caleb atraía al bello sexo por su atractivo y su condición de estrella del béisbol. Y que Joe atraía a las mujeres por su carácter chapado a la antigua, de caballero sureño, teñido de cierto atisbo de peligro que picaba su interés.
______ Redman era diferente. No se parecía en absoluto a las mujeres con las que había salido. Era callada, tímida y algo ingenua. Y despertaba en él un deseo cuya intensidad lo desconcertaba. Joe se enorgullecía de dominar todos sus actos y sus emociones. Pero la atracción que sentía hacia ______ empezaba a minar su voluntad de hierro.
— ¿Puedo ayudarte en algo más? —preguntó, reacio a marcharse.
Ella alzó la cabeza y fijó en él la mirada. Incluso desde lejos, Joe pudo ver la humedad de las lágrimas que empañaban sus ojos.
«Por Dios, cariño, no llores» quiso decirle. «Lowell no hubiera querido que sufrieras tanto. Y yo no soporto verte así.»
—No, ya no queda nada más que hacer. Hoy, al menos —______ esbozó una débil sonrisa.
—Bueno, entonces me voy ya.
«No permitas que me vaya» rogó Joe en silencio. «Pídeme que me quede. Piensa en un motivo para retenerme aquí».
Se dio media vuelta.
—Espera —______ dio unos pasos vacilantes al frente, y luego se detuvo en el filo del porche.
El giró rápidamente la cabeza y avanzó hacia el sendero de ladrillo.
— ¿Qué sucede?
—Necesito, necesito hablar contigo —______ entrelazó las manos ante sí, como si se esforzara por no alargar los brazos hacia él.
—Claro, cómo no —Joe subió los escalones y se detuvo justo delante de ella. Tan sólo unos centímetros los separaban—. ¿De qué quieres hablar? —su mirada siguió la de ella, y se percató de que la señora Dobson, que vivía en la casa de enfrente, estaba barriendo el porche. Los pueblos pequeños estaban llenos de gente curiosa incapaz de no meter la nariz en los asuntos de los demás. Sin duda, la señora Dobson repararía en su presencia e informaría a sus amigas y sus vecinas. Personalmente, a Joe le importaba un rábano lo que los demás dijeran o pensaran, pero era consciente de que a ______ sí le preocupaba. Al fin y al cabo, ella tenía que seguir viviendo y trabajando en Crooked Oak, y criaría a su hijo en el pueblo.
—Entremos —______ retrocedió y abrió la puerta principal.
El la siguió, pero antes de entrar se giró e hizo una señal de saludo a la señora Dobson, quien le correspondió con una sonrisa.
— ¿Cómo está usted, señora Dobson? —le preguntó en voz alta.
La mujer de cabello blanco se sonrojó, pero esbozó una sonrisa afectuosa.
—Muy bien, Joe. Celebro ver que cuidas de ______.
—A partir de ahora, me verá mucho por aquí.
—Me alegra saberlo —respondió la señora Dobson.
Joe entró en el vestíbulo, donde ______ lo esperaba con la cabeza gacha y los ojos tímidamente alzados.
—No he podido quitarme a las vecinas de encima desde que Lowell murió. Son algo pesadas, pero tienen buen corazón.
—Sí, lo sé. Crecí en el pueblo, ¿recuerdas?
—Cierra la puerta, por favor.
Joe así lo hizo.
—Quieres hablar de algo en concreto?
Ella se frotó las manos repetida y nerviosamente.
—Mientras estés en Crooked Oak, finalizando el período de servicio de Lowell, necesitarás un sitio donde vivir.
—Es cierto —¿por qué lo decía? ¿Qué intentaba insinuar?—. Pienso llamar a una inmobiliaria mañana. Sheila me ha dicho que me quede en su casa todo el tiempo que necesite, pero necesito un hogar propio.
______ lo miró insegura.
—Joe, yo... yo... —se retiró de él. Sus pequeños hombros empezaron a temblar. Con el corazón latiéndole en los oídos, Joe se acercó a ella y la rodeó con sus brazos.
—No estás sola, ______ —le susurró acercando los labios a su oído—. Sé lo difícil que será para ti vivir sin Lowell, pero te prometo que me tendrás a tu lado durante todo el embarazo. Quiero ayudarte en todo lo que pueda.
Ella asintió.
—Lo sé.
Joe siguió abrazándola con suave firmeza, y rezó por que su cuerpo no reaccionara al rozarse con la esbelta mujer que tenía abrazada.
—Los dos queríamos a Lowell y los dos lo echaremos de menos. Tengo la intención de velar por sus asuntos, y eso incluye garantizar que a su esposa no le falte de nada.
—Necesito que me prometas que no le dirás a nadie que tú eres... que Lowell no es... La gente no lo entendería.
—Creí haber dejado perfectamente claro que no voy a decirle nada a nadie —Joe le posó un beso en la sien, y luego le frotó la mejilla con la suya. El cabello de ______ olía a sol y a flores. Notó que su cuerpo se tensaba. Dejó de abrazarla y retrocedió. Lo último que necesitaba ______ era sentir el contacto de su erección. La agarró por los hombros y le dio media vuelta para que lo mirase a la cara.
—Quiero ayudarte, hacer que todo te resulte más fácil. Nadie tiene por qué saber nada.
______ inspiró profundamente. El temblor de cuerpo cesó, y por fin sonrió a Joe.
—No debemos olvidar que tu estancia en Crooked Oak será sólo temporal. Tienes un trabajo y una vida hecha en otro sitio, mientras que yo lo tengo todo aquí. Nuestro único vínculo es un hijo —alzó las manos y las posó en el pecho de Joe, sobre la suave y fría tela de su gabán—. Sé que, al haber muerto Lowell, te sientes responsable de mi hijo, pero comprendo que no puedo esperar que seas un padre para él. Lowell me dijo que no querías casarte ni tener hijos.
—No, no quiero casarme ni tener hijos —Joe le pasó las manos por los brazos, acariciándola tiernamente—. Pero tienes razón. Me siento responsable de tu hijo —la soltó bruscamente—. Jamás tuve en cuenta esta posibilidad cuando Lowell me pidió que donara mi esperma para que pudierais ser padres.
—Lo siento, Joe —______ le tocó el brazo.
«No me toques» quiso gritar él. «Y no me mires con esos grandes ojos azules que me piden tanto...»
—Sí, yo también lo siento. El destino nos ha jugado una mala pasada, y tendremos que sobrellevarlo como sea.
—Quisiera poder decirte que no te necesito, pero mentiría. Te necesitaré durante los próximos meses. Si pudieras... si aceptaras...
—Dilo. Haré cualquier cosa que necesites de mí.
—Sé mi amigo. Sé el padrino de mi hijo.
—Por supuesto. Claro que sí. ¿Algo más?
—Encuentra al asesino de Lowell y entrégalo a la justicia.
—Esa será mi principal prioridad como sheriff.
—Ten cuidado, Joe —______ le apretó el brazo—. No podría soportar que te pasara algo.
Las palabras de ______ golpearon a Joe en el bajo vientre con la fuerza de un martillo. Tendría que ser ciego y estúpido para no darse cuenta de que se preocupaba por él. Pero, ¿había algo más que simple preocupación por el mejor amigo de Lowell? ¿Por el padre biológico de su hijo?
______ se hallaba sentada en la silenciosa quietud del estudio mientras la oscuridad del anochecer comenzaba a proyectarse en la habitación. Lucy y Ethel permanecían acurrucadas en el respaldo del sofá, mientras que Ricky gruñía suavemente hecho un ovillo delante de la chimenea. Y Fred se había acomodado al lado de ______.
Necesitaba recuperar el rumbo de su vida, hallar el modo de seguir adelante sin Lowell. Por el bien de su hijo y de su propia cordura. Necesitaba volver al trabajo. Sólo Scooter Bellamy, su ayudante, se ocupaba del refugio para animales, y su labor era a todas luces insuficiente. Estar de nuevo con los animales, brindarles cariño y ayudarlos a encontrar nuevos hogares, ocuparía su tiempo y la distraería. Cuanto menos pensara en la situación, tanto mejor.
Joe Jonas formaría parte de su vida durante el año siguiente. Más le valía aceptar el hecho y verlo del mejor modo posible. Le gustase o no, necesitaba a Joe.
Alargó la mano y descolgó el auricular del teléfono. Fred gruñó, acomodó su cuerpo regordete y enterró el hocico en la pierna de ______.
— ¿Diga? —respondió Sheila Jonas.
—Sheila, soy ______. ¿Está Joe ahí?
—Sí. Acabamos de cenar. ¿Quieres hablar con él?
—Sí, por favor.
—¿Va todo bien? —Inquirió Sheila—. Te noto un poco rara.
—Todo va bien. Simplemente, necesito hablar con Joe.
—Muy bien.
______ esperó, con el corazón martillándole el pecho, las palmas de las manos sudorosas y la boca seca. ¿Y si estaba cometiendo un error? ¿Y si luego lamentaba haber dado un paso tan atrevido?
«Deja de darle tantas vueltas. Por una vez en tu insulsa vida, haz lo que deseas hacer.»
— ¿Sí? —dijo Joe.
—Joe, soy ______. Te he encontrado un sitio donde vivir.
— ¿En serio?
—Sí.
— ¿Dónde?
—En el apartamento que hay encima de mi garaje —______ contuvo el aliento, aguardando su reacción.
—Creía que ya estaba ocupado.
—No, está vacío. La inquilina se casó el mes pasado y lo dejó libre. Aún no he tenido ocasión de volver a alquilarlo.
— ¿Estás segura? —Joe soltó una risita—. No habrá peligro de que los vecinos murmuren, ¿verdad?
Ella se echó a reír.
—Todo Crooked Oak ha rezado por que volvieras y solucionaras lo de Lowell. No creo que nadie se extrañe si te mudas cerca de su viuda embarazada para velar por ella. Dijiste que es eso lo que deseas hacer, ¿verdad?
—Sí, ______, quiero cuidar de ti... por Lowell.
—Entonces, ¿te instalarás en el apartamento?
—Desde luego. ¿Por qué no? Eso facilitará las cosas. Me tendrás cerca siempre que me necesites. ¿Cuándo quieres que me traslade?
— ¿Te parece bien mañana? Está amueblado. Sólo tendrás que llevarte el equipaje que hayas traído de Virginia.
—Hablaremos sobre el importe del alquiler, y...
—Es gratis —dijo ______.
—Lo siento, pero no puedo aceptar.
—En ese caso, podrás pagármelo haciendo algún que otro trabajo en la casa...
— ¿Como cortar el césped o limpiar las persianas?
—Por ejemplo.
—Muy bien. Nos veremos mañana por la tarde —Joe hizo una pausa y luego agregó—: ¿Qué te parece si mañana cenamos fuera? Podríamos ir a Marshallton.
— ¿Y si cenamos aquí, en casa?
—De acuerdo. Iré a cenar y después podrás enseñarme el apartamento. ¿Te parece bien a las seis?
—Sí. Perfecto.
______ subió las escaleras de madera que conducían al apartamento de encima del garaje. Una por una, fue cerrando las ventanas que había abierto esa misma mañana para airear el interior, y encendió rápidamente los calentadores. Inhaló profundamente y sonrió. Todo olía a fresco y a limpio. Había barrido, pasado la aspiradora y limpiado el polvo antes de ir a Marshallton a su primera cita con el médico.
Entró en el dormitorio con las sábanas limpias y las colocó primorosamente. Tras hacer la cama, retrocedió e inspeccionó su trabajo. Aquél iba a ser el dormitorio de Joe durante el siguiente año. Iba a dormir en aquella cama todas las noches... tan cerca de ella y, al mismo tiempo, tan lejos.
Podía imaginarlo en aquella habitación, echado en la cama. ¿Dormiría en ropa interior? ¿Con pijama? ¿Desnudo? El pensamiento de Joe desnudo en la cama le produjo escalofríos. Era alto y musculoso, aunque tenía las caderas y el vientre perfectamente lisos. Recordó el aspecto que solía tener de adolescente, con nada puesto salvo un par de tejanos cortos, cuando lavaba el coche o cortaba el césped. Ya entonces poseía un cuerpo increíblemente atractivo. ¿Cuántas veces se había quedado mirándolo durante tanto tiempo, que Sheila y Tallie habían tenido que sacarla de su ensueño? Conforme crecía, fue resultándole más fácil ocultar su obsesión por Joe, hasta el punto de que, con el tiempo, pudo verlo y hablar con él sin evidenciar el menor atisbo de interés.
Tía Alice le había advertido que los hombres como Joe Jonas no se casaban nunca. Los chicos inteligentes, guapos y ambiciosos como Joe usaban a las mujeres y luego las tiraban. Tía Alice lo sabía por propia experiencia. Había entregado su corazón a un hombre, y él se lo había devuelto hecho mil pedazos.
—No confíes en la pasión, ______ —le había dicho Alice Williams más de una vez—. Cuando un hombre hace que estés dispuesta a vender tu alma para estar a su lado, aléjate de él. Al final te partirá el corazón y te dejará como si fueras basura.
______ había combatido sus sentimientos por Joe Jonas desde que podía recordar. Se había apartado de él, sabiendo que su tía tenía razón. Aunque hubiera podido conseguir que Joe se fijara en ella y la deseara, jamás hubiera podido esperar de él la vida que quería vivir... Una vida de felicidad junto a un marido y unos hijos. Con Joe podría haber conocido la pasión; podría haber volado a lo más alto entre sus brazos, pero, ¿a qué precio?
______ no había estado dispuesta a arriesgarlo todo por un romance con él. Casarse con Lowell había sido lo mejor... o, al menos, eso había pensado.
En realidad, no había conseguido olvidar a Joe Jonas. Cada vez que Lowell le hacía el amor, ella deseaba estar con Joe. Había privado al hombre más gentil y cariñoso del mundo del legítimo lugar que le correspondía en su corazón. Y se había sentido culpable durante los dos años que estuvieron casados.
Pero la culpa era una emoción inútil. Las cosas eran así y no podían cambiarse.
Lo curioso era que Lowell hubiese deseado que ella fuese feliz. Y si Joe Jonas era el hombre que podía darle la felicidad, Lowell hubiera aprobado la unión de ambos.
¿Qué unión?, se preguntó. No estaba casada con Joe ni era probable que lo estuviese nunca. Ya empezaba a hablar la ______ tímida y cobarde, se dijo. Sabía que no debía escucharla. Estaba harta de hacerlo. Al fin y al cabo, estaba embarazada de Joe. Del hombre al que amaba. Al que siempre había amado. ¿No iba siendo hora de que fuese valiente y aprovechase la oportunidad?
Quizá no fuese la mujer más guapa y excitante que él había conocido. Quizá fuera cierto que no deseaba casarse ni tener hijos. Pero ella podía hacerle cambiar de opinión. Podía lograr que la amase. Podía...
______ se enjugó las lágrimas que empezaban a deslizarse por sus mejillas. Se sentó en el borde de la cama, se llevó ambas manos al vientre y se concentró en su hijo aún no nacido.
—Si no tengo valor para hacerlo por mí, tendré que hallar la valentía necesaria para hacerlo por ti, cariño mío. Mereces tener un padre. Lowell Redman hubiera sido un padre maravilloso para ti. Pero ya no está con nosotros. Sólo nos queda Joe Jonas. Con suerte, serás niño y te parecerás a él. Y todos sabrán que es tu padre.
______ se levantó de un salto, puso apresuradamente toallas limpias en el cuarto de baño y, por fin, echó un último vistazo al salón y a la pequeña cocina. Nada del otro mundo. Pero estaba limpio y resultaba acogedor.
Tras consultar el reloj, exhaló un suspiro de alivio. Aún tendría tiempo de preparar la cena, poner la mesa y tomar un relajante y largo baño de burbujas. Esa noche daría el primer paso en su plan de conquistar el corazón de Joe Jonas.
Normalmente, Joe llevaba vino cuando alguna mujer lo invitaba a cenar en su casa. Pero ______ estaba embarazada, de modo que el alcohol quedaba descartado. Además, recordaba que ______ siempre había sido abstemia. Tras echar una ojeada a su aspecto en el espejo retrovisor del coche, se ajustó la corbata y se retiró un mechón de cabello de la frente.
¿Por qué diablos estaba tan nervioso? Parecía un quinceañero en su primera cita. Y no se trataba de una cita, se dijo, sino de una cena con una amiga.
«Una amiga que, casualmente, está embarazada de ti.»
No podía desterrar de su mente aquel hecho, por mucho que lo intentara. ______ Redman estaba embarazada. Y nadie era culpable de la situación. Ni él, ni ______, ni siquiera Lowell. Ninguno de ellos podía haber previsto el futuro.
Joe alargó el brazo por encima del asiento, tomó el ramo de flores que había adquirido en la única floristería de Crooked Oak, y luego abrió la portezuela.
La luz del porche resplandecía como un faro de bienvenida. El viento otoñal lo azotó conforme se aproximaba a la puerta.
Si lograba superar la cena con ______ sin ceder a sus más bajos instintos, aún tendría esperanza de pasar los siguientes doce meses sin aprovecharse de la viuda de su mejor amigo. ______ necesitaba su amistad y su apoyo durante el período de embarazo. Pero nada más.
Joe llamó al timbre. Sus instintos le dijeron que huyera. Que huyera rápidamente.
______ abrió la puerta, flanqueada por sus dos perros.
—Pasa. Hace fresco, ¿verdad? Dicen que esta noche caerá otra helada.
El permaneció inmóvil, mirándola, con la mandíbula tensa y los ojos abiertos como platos.
Estaba encantadora. Absolutamente encantadora. Radiante, delicada y femenina con su falda rosa de pana y su jersey a juego. El largo pelo castaño le caía suelto sobre la espalda y sobre un hombro.
— ¿Sucede algo? —preguntó ______.
—No, no pasa nada —Joe entró en el vestíbulo, cerró la puerta y alzó el ramo de flores.
— ¿Son para mí?
—Lowell me dijo una vez que las lilas son tus flores favoritas —Joe se aclaró la garganta—. Recuerdo que llevabas lilas en tu boda. Tú y las damas de honor.
______ se acercó el ramo de lilas rosas y blancas al pecho.
—Son preciosas. Gracias. Me sorprende que te fijaras en las flores que llevaba en mi boda.
—Soy muy observador. Me han enseñado a fijarme en los detalles.
«Como, por ejemplo, en lo nerviosa que estás, aunque no lo aparentes. O en que abriste la puerta en cuanto llamé, lo que significa que me estabas esperando ansiosamente.»
—Por favor, acompáñame a la cocina. No veo razón para que cenemos en el salón. Al fin y al cabo, esto no es una cita. Sólo somos dos amigos que cenan juntos.
«A quién intentas convencer, cariño? ¿A mí o a ti misma?»
—Mmm, huele estupendamente —dijo Joe al entrar en la cocina.
—Estofado de pollo —informó ______ mientras vertía la comida en dos enormes tazones—. He hecho pan de maíz para acompañarlo, pero si prefieres pan de molde...
— ¿Pan de maíz? —Joe se relamió—. Aún recuerdo el pan de maíz que hacía tu tía Alice.
—Sí, utilizo su receta —______ colocó los tazones en la mesa, sirvió dos tazas de café y luego puso la bandeja con rebanadas de pan. A continuación introdujo las lilas en un jarrón y las colocó en el centro de la mesa. Joe le retiró la silla para que se sentara. Ella le sonrió, y él tuvo que hacer un esfuerzo para no tomar su rostro con ambas manos y besarla hasta dejarla sin aliento.
¿Tenía idea de lo dulce y vulnerable que le resultaba? ¿De lo tentado que se sentía de borrar aquella inocencia casi virginal de sus ojos? ¿Y cómo era posible que una mujer que había estado dos años casada aún proyectara semejante aura de inexperiencia?
—Te acuerdas de la tarta de manzana de tía Alice? —preguntó ______.
— ¿Bromeas? La tarta de manzana de Alice Williams era famosa en todo el condado de Marshall —Joe contempló la embriagadora sonrisa de Su-san—. No estarás sugiriendo que has preparado una tarta.
—He pensado que puedes llevarte la mitad al apartamento y tomarla con café por la mañana.
—No suelo desayunar mucho, pero en este caso haré una excepción.
La comida de ______ estaba deliciosa, y Joe comió hasta sentirte repleto. No podía recordar cuándo fue la última vez que comió tanto. Pero, claro, tampoco recordaba cuál fue la última mujer que le preparó una comida.
En cuanto ______ empezó a quitar la mesa, él se levantó de un salto y le quitó los platos de las manos.
—Espera, deja que te ayude.
—Déjalos en el fregadero —indicó ella—. Yo los pondré en el lavavajillas. Me imagino que querrás ver el apartamento. ¿Has traído tus cosas?
Joe amontonó los platos en el fregadero, se secó las manos en un paño y luego se giró hacia la mujer que lo observaba con ojos ávidos.
«No me mires así, cariño», quiso decirle. Pero no estaba seguro de que ella supiera lo fácil que le resultaba interpretar su tórrida mirada.
—Sí, me gustaría verlo. Y sí, he traído mis cosas.
—Entonces, vamos. Te enseñaré tu nueva casa
—______ se volvió y señaló con el índice a sus dos perros, que los habían seguido entusiasmados hasta la puerta trasera—. No, Fred. Ricky y tú no podéis acompañarnos. Os quedaréis aquí.
— ¿Fred y Ricky? —Joe dejó escapar una risita mientras observaba a los animales—.Unos nombres curiosos.
Tras subir las escaleras del apartamento, ______ abrió la puerta, entró y encendió la luz.
Joe inspeccionó toda la habitación con una sola mirada. Acogedor. Limpio. Pequeño. Su apartamento de Alexandria era tres veces mayor. Probablemente se sentiría constreñido al principio, pero acabaría habituándose.
—Es bonito.
—Ya sé que es pequeño. Pero tiene un dormitorio aparte y un bonito aseo con ducha. Además, la entrada es independiente.
— ¿ay algún motivo para que creas que deseo una entrada independiente?
—Pues no, la verdad es que no —______ se sonrojó levemente—. Lo decía por si alguna vez decides traer compañía...
— ¿Compañía femenina, quieres decir?
—Sí, compañía femenina. Vas a vivir en Crooked Oak un año entero, así que imagino que saldrás de vez en cuando.
—De vez en cuando —repitió él. Luego cruzó los brazos y miró directamente a ______—. ¿Te importaría, como mi casera, claro, que trajera mujeres al apartamento?
Al parecer, la pregunta la pilló desprevenida. Abrió la boca para responder, pero luego la cerró y se aclaró la garganta.
—No es asunto mío si decides traer aquí a las mujeres con las que salgas.
—¿A pasar la noche? —Joe sabía que debía avergonzarse del placer que sentía al fustigar así a ______. Parecía verdaderamente apurada.
—Joe, yo... yo...
—Seré muy discreto.
—Gracias. Te lo agradecería.
—Si quieres puedo llevar a la mujer en cuestión a tu casa para que le eches un vistazo. Si la apruebas, se quedará a pasar la noche. Si no, la llevaré a su casa.
______ se quedó mirándolo, sin habla, durante varios segundos antes de echarse a reír.
— ¡Joe Jonas, debería despellejarte vivo! ¡Me estabas tomando el pelo! —riéndose como una colegiala, avanzó hacia él y le dio una palmadita en cada brazo. El prorrumpió en carcajadas y la abrazó. En ese momento, bruscamente, las risas cesaron, y Joe se percató de lo íntimamente que la estaba abrazando, de lo quieta que ella se había quedado de pronto.
Bajó la mirada para ver sus ojos en el mismo instante en que ______ alzaba la cabeza para mirarlo a él. Sólo pudo percibir el deseo que se reflejaba en aquellos hermosos ojos azules, la tentación que constituían aquellos labios suaves y rosados.
Ella deseaba besarlo, ¿verdad? Si no, ¿por qué lo miraba de aquel modo?
Sería lo más fácil del mundo tomarla en brazos y llevarla al dormitorio. Pero un hombre no se acostaba con ______ a menos que estuviera dispuesto a ofrecerle un compromiso. El compromiso de una vida junta.
Joe le posó un beso suave en la frente y a continuación la soltó.
—Será mejor que vaya por el equipaje. Aparte de la maleta, he traído un par de cajas llenas de trastos.
— ¿Necesitas ayuda?
—No quiero que levantes peso —dijo él—. Aunque aún no se te note, estás embarazada.
—El doctor Farr dice que estoy sana como un caballo.
— ¿Quién es el doctor Farr?
—Mi ginecólogo.
— ¿Y cuándo lo has visitado?
—Hoy ha sido la primera vez. Tengo otra cita dentro de un mes. Y, alrededor del quinto mes, me dirán si es niño o niña.
—De modo que el doctor Farr dice que estáis bien. Tanto tú como el niño.
—Perfectamente.
— ¿Qué prefieres que sea, niño o niña? —preguntó Joe.
—Lo cierto es que no me importa. Lowell y yo nos alegramos tanto con la noticia del embarazo...
—Un pesado silencio se cernió entre ambos durante varios segundos. Por fin ______ sonrió y siguió diciendo—: Cuando quieras acompañarme a una de las citas con el médico, serás bienvenido. Bueno, será mejor que te deje para que puedas subir tus cosas. Ha sido un día muy largo y estoy agotada. ¿Hasta mañana, pues?
—Espera, te acompañaré...
—No será necesario. Conozco el camino.
Joe permaneció en lo alto de las escaleras y la observó hasta que hubo entrado en la casa.
¿En qué diablos se había metido? No había previsto los sentimientos que le inspiraría ______... ni el abrasador deseo que le provocaría...
Joe decidió que lo primero que haría tras instalarse sería buscarse a una mujer dispuesta. Sólo conseguiría mantenerse apartado de la viuda de Lowell mitigando su deseo... con otra persona...
Kari_JB
Re: El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion
aww me mata Joe!!
Ya quiero que se de la relacion entre ellos!!
Siguela!!!
Ya quiero que se de la relacion entre ellos!!
Siguela!!!
aranzhitha
Re: El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion
nooo xq piensas eso joe por dios no ves lo evidente q ella te quiere :( siguela cariño cada vez esta super mejor la nove
ElitzJb
Re: El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion
Capitulo 6
Joe llevaba ya dos semanas viviendo en el apartamento y empezaba a habituarse a la rutina del trabajo. Todas las mañanas todas las noches se acercaba a casa de ______ para verla, e incluso habían comido juntos un par de veces. Por lo demás, prefirió guardar las distancias. Todo el mundo en el pueblo esperaba que ocupase el lugar de Lowell, tanto personal como profesionalmente. Bien sabía Dios que deseaba capturar a su asesino. Y hacer su trabajo. Pero cuidar de la viuda de Lowell era una tarea harto complicada.
Si no la deseara tanto... Pero la deseaba. Y ahí estaba el problema.
Localizar al asesino de Lowell era la prioridad principal del departamento del sheriff. Carl Bates parecía haberse desvanecido de la faz de la Tierra, pero Joe sabía que era sólo cuestión de tiempo que las pistas existentes acabaran revelando el paradero del traficante de drogas. Una vez que lo hubieran detenido, todo sería fácil. Dos agentes habían presenciado el asesinato de Lowell. Ningún jurado del mundo lo declararía otra cosa que culpable.
Aunque los deberes profesionales de Joe estaban claros, no sucedía lo mismo con sus obligaciones personales. Tenía la responsabilidad de velar por ______. De protegerla, no de llevársela a la cama. Pero el hecho de verla a diario, aunque fuese brevemente, estaba haciendo estragos en su libido.
Mientras reunía los aparejos de caza y los cargaba en el Jeep que había adquirido de segunda mano, se planteó seriamente marcharse esa mañana sin ver a ______.
Quizá ni siquiera se hubiese levantado aún. Sin embargo, una ojeada a la casa le bastó para saber que ya estaba despierta. Las luces de la cocina estaban encendidas. Quizá pudiera tomarse una taza de café con ella y luego reunirse con Caleb para ir de caza. Así, al menos, no se sentiría culpable.
Joe llamó a la puerta trasera. Nadie contestó. Volvió a llamar. Nada. Luego oyó unos fuertes y repentinos ladridos, obviamente emitidos por Ricky y Fred. Se asomó por el recuadro de cristal de la puerta e inspeccionó la habitación. Estaba vacía, salvo por los dos perros que miraban hacia la puerta trasera con aire receloso.
Quizá ______ había vuelto a acostarse y había olvidado apagar la luz. Se llegaría a verla por la noche, cuando regresara.
Joe se dio media vuelta y se dirigió hacia el Jeep, sintiéndose un tanto aliviado. Si no la veía esa mañana, quizá pudiera pasar el día sin pensar en ella. No le gustaba la maldita obsesión que tenía con la viuda de Lowell. Jamás había permitido que nada ni nadie influyeran en su manera de vivir.
¡Diablos! ¿A quién trataba de engañar? ______ no se estaba mostrando exigente en ningún aspecto. Todo lo contrario. Parecía percibir su reticencia, sus reservas, y jamás le pedía nada.
Era él quien tenía el problema, no ______.
— ¿Joe?
Al oír su voz, él se giró rápidamente y miró hacia la puerta abierta de la cocina. Vestida sólo con un camisón, ______ permanecía tras la jamba, con la cara pálida y el cabello despeinado. Ricky y Fred salieron al porche para protegerla, lanzando a Joe una advertencia en forma de gruñido.
—Buenos días. Lamento haberte despertado —Joe no se movió. Apenas podía respirar. No podía entrar a tomar un café con una mujer en camisón. Al menos, no con aquella mujer.
—Ya llevo un rato despierta —______ se agarró al marco de la puerta y cerró los ojos—. Estoy llevando muy mal lo de las náuseas matutinas. Estaba en el aseo cuando llegaste.
¿Náuseas matutinas? Sí, claro, las mujeres embarazadas solían vomitar a menudo durante los primeros meses. Aunque Joe tenía limitados conocimientos acerca del embarazo, recordaba haber oído que comer galletas de soda ayudaba a combatir las nauseas.
— ¿Has tomado galletas de soda? —preguntó.
—Sí, pero no me ha servido de nada —______ abrió los ojos lentamente e intentó sonreír.
— ¿Por qué no llamas al médico para que te recete algo?
—Tendré que hacerlo si la cosa empeora.
— ¿Puedo ayudarte en algo? —inquirió Joe, esperando que ella dijese que no.
—No. Gracias —______ se fijó en la escopeta y en los arreos de caza cargados en el Jeep—. ¿Vas de caza?
—Sí. Caleb y yo hemos pensado que será una buena manera de pasar algo de tiempo juntos. Volveré esta noche. Si no llego demasiado tarde, vendré a verte.
—No tienes por qué. Estaré perfectamente... —______ dio una boqueada, se tapó la boca con la mano y entró corriendo en la casa. Ricky y Fred la siguieron.
Demonios Otra vez se había puesto mala.
«Se recuperará» se dijo Joe. «Ella misma lo ha dicho. No necesita que te quedes y hagas de enfermera. Vete de una vez.»
Joe se subió en el Jeep, introdujo la llave en el contacto y arrancó el motor. Permaneció allí sentado durante un par de minutos, mientras el sol de la mañana extendía su manto de luz e iluminaba el nuevo día.
«A qué esperas? Márchate, maldita sea. ¡Márchate! ».
Detuvo el motor, se guardó las llaves en el bolsillo y se apeó del Jeep. A continuación subió al porche.
«Eres un idiota, Jonas.»
Después de entrar en la cocina, cerró la puerta y salió al pasillo.
— ¿______?
Ella no contestó, sino que emitió un gemido.
Joe prefería vérselas con una manada de lobos antes que entrar en el cuarto de baño. Al verla de rodillas delante del inodoro, se detuvo bruscamente en la puerta. Maldición, parecía tan vulnerable...
— ¿______?
Ricky y Fred le olfatearon las piernas. Joe los rebasó con cuidado.
______ alzó la cabeza y lo miró con ojos lagrimosos. Un fuerte nudo se le formó en la boca del estómago. Ella abrió la boca para hablar, pero se giró de repente y vomitó otra vez.
— ¿Qué puedo hacer, cariño? —inquirió Joe.
______ tomó un pañuelo de papel y lo utilizó para limpiarse la boca. Luego lo arrojó al inodoro y tiró de la cadena.
— ¿Puedes darme una toalla húmeda?
—Desde luego —a desgana, Joe entró en el espacioso cuarto de baño y buscó en el armario. Tras hallar una toalla en el lado derecho, la humedeció en el lavabo y echó una nueva ojeada a ______. El sudor penaba su pálido semblante y empapaba el camisón. Tenía una mirada suave y suplicante en los ojos.
Joe se arrodilló a su lado, le tendió la toalla y resistió la tentación de limpiarle la cara él mismo.
—Gracias —tras limpiarse, ______ puso la toalla en el lavabo y se rodeó el vientre con los brazos.
— ¿Sigues sintiéndote mal?
Ella asintió.
—Tengo calambres.
— ¿Y eso es normal?
—Que yo sepa, no —______ le tendió la mano—. Ayúdame a levantarme, por favor. Será mejor que llame al doctor Farr.
— ¿Crees que algo va mal?
—Aparte de los calambres, no dejo de vomitar, Oh, Joe, estoy muy preocupada.
El la levantó y la abrazó.
—Todo irá bien, cariño. Acuéstate. Yo llamaré al doctor Farr.
—El número está junto al teléfono de la mesita de noche —dijo ______—. Tendrás que dejarle el recado en el contestador.
Joe la llevó a la cama, se sentó y descolgó el auricular del teléfono. Seguidamente abrió la libreta situada en la mesita y marcó el número del ginecólogo. Mientras sonaban los tonos de la llamada, miró por encima del hombro a ______.
—Tienes calambres y vomitas sin cesar. ¿Algo más?
—No, creo que eso es todo.
En cuanto se activó el contestador automático,
Joe explicó la situación y pidió al médico que devolviera la llamada inmediatamente.
______ levantó la cabeza y la apoyó en el brazo de Joe. El dio un salto.
—Gracias. Si quieres seguir con tus planes e irte con Caleb, por mí está bien. Seguro que el doctor Farr llamará enseguida.
—Oh, demonios, me había olvidado de Caleb. Tengo que llamarlo para decirle que... ¿Tienes conectado el servicio de llamada en espera?
—Sí.
Joe se quitó del brazo la mano de ______ y le dio un apretón suave y tranquilizador.
—No me iré hasta que esté seguro de que te encuentras bien —dijo mientras marcaba el número de su hermano.
— ¿Sí? —respondió Caleb.
—Soy yo —dijo Joe—. No puedo ir. ______ se ha puesto enferma. Estamos esperando a que el médico nos llame.
— ¿Qué le pasa?
—Tiene calambres. Y vomita continuamente.
— ¿Quieres que Sheila y yo vayamos? —preguntó Caleb.
—No, gracias. Creo que podremos arreglárnoslas. Te llamaré luego.
—Claro.
______ se deslizó hasta el borde de la cama e intentó levantarse. Joe colgó el auricular rápidamente y luego la agarró del brazo.
—Otra vez me siento mal —explicó ella.
—Ten ánimo, cariño —Joe la tomó en brazos y la llevó al cuarto de baño. En cuanto la dejó en el suelo, ______ se inclinó sobre el inodoro y yació su estómago.
— Dios mío, Joe —boqueó intentando inhalar aire—. Me siento tan mal...
Sosteniéndola por la cintura con un brazo, Joe alargó el otro y abrió el grifo del lavabo para humedecer la toalla. Tras limpiarle la cara y la barbilla, volvió a dejar la toalla en el lavabo.
—No voy a esperar a que el médico nos llame. Te llevaré a urgencias ahora mismo.
Ella asintió, pero muy levemente, Como si el movimiento le causara dolor.
—Me parece una buena idea —se aferró a la camisa de Joe—. Tengo miedo. Temo que le pase algo al niño. ¿Y si...? —Tragó saliva para contener las lagrimas—. ¿Y si aborto?
—Nos vamos al hospital. Llamaré de nuevo al doctor Farr para pedirle que se reúna allí con nosotros —Joe llevó a ______ hasta el tocador y la entró—. Quédate aquí. Iré a buscarte un abrigo y unos zapatos. No te muevas. Luego te llevaré en brazos al coche.
Mientras iban camino del hospital, Joe no dejó de pensar en la posibilidad de que ______ pudiera abortar. Luego, los interminables minutos en la sala de espera se le antojaron horas. ¿Por qué diablos tardaban tanto?
—Ya puede pasar, sheriff Jonas —anunció por fin la enfermera—. El doctor Farr ha terminado de examinar a la señora Redman, ella pregunta por usted.
Joe titubeó un momento. ¿Y si había perdido el bebé? Sin pérdida de tiempo, abrió la puerta y vio a ______ sentada en el borde de una camilla. Ella alzó los ojos y le sonrió. Eso sólo podía significar una cosa. Joe sintió como si le propinaran un golpe en el vientre con un puño de acero.
«No ha perdido el bebé, gracias a Dios!»
—El niño se encuentra bien —dijo ______.
— ¿Y tú? —quiso saber Joe.
—______ se recuperará sin problemas —declaró el doctor Farr—. Ha pillado un virus estomacal que le ha producido calambres y vómitos ininterrumpidos. No hay nada que temer. Le hemos puesto una inyección que mitigará los síntomas del virus. Deberá tomar mucho líquido y descansar —el doctor Farr se volvió hacia ______—. Si por la tarde no se siente mejor, iré a casa a visitarla.
—Si promete algo así, es que está muy seguro de que me pondré bien —bromeó ella entre risas.
El doctor Farr le dio a Joe una palmadita en el hombro mientras lo acompañaba a la puerta.
—Me alegra que esté cuidando de ______. Necesitará la ayuda de un buen hombre durante los próximos siete meses.
Joe asintió con una sonrisa forzada.
—Ese ha hecho demasiado tarde para que vayas de caza con Caleb —preguntó ______—. Me siento fatal por haber impedido que disfrutéis de un día en el campo.
Joe entornó los ojos.
—Había olvidado que no eres partidaria de la caza.
—Bueno, cualquiera que desee matar pobres e indefensos animales tiene derecho a hacerlo. Lo que no entiendo es cómo la gente puede disfrutar con ello.
Joe descolgó el abrigo de ______ de la percha y se lo echó sobre los hombros.
—Vamos, futura madre. Volvamos a casa.
Joe abrió dos latas de comida de gato y las vació en los pequeños cuencos de cerámica con los nombres de Lucy y Ethel. Las gatas de ______ observaron y aguardaron sin acercarse a los cuencos hasta que Joe se retiró para sacar el saco de pienso de la despensa. Fred y Rick yacían echados en la alfombra situada junto a la mesa de la coma, observando atentamente los inmaculados platos de metal con sus nombres.
Mientras la acostaba un rato antes, ______ le había pedido que les echara de comer a los animales alrededor de las seis.
Joe se lavó las manos y seguidamente se sirvió una taza de café recién hecho. Tras regresar al salón se relajó en la enorme butaca y subió el volumen del televisor para oír las noticias.
Había pasado la tarde viendo un partido de fútbol y echando una ojeada a ______ de vez en cuando.
— ¿Joe?
Dio un salto al oír su voz. El corazón se le aceleró. Se levantó y corrió por el pasillo. Tras abrir ligeramente la puerta, se asomó al dormitorio. ______ estaba sentada en la cama, apoyada en las almohadas. Había recuperado el color y sonreía.
— ¿Te sientes mejor? —preguntó Joe.
—Mucho mejor, gracias.
—Tienes buen aspecto —Joe abrió del todo la puerta, pero no entró en la habitación—. ¿Necesitas algo?
— ¿Has estado aquí todo el día?
—Sí.
—No tenías por qué haberte quedado.
—Pero preferí hacerlo —reconoció él—. Por si me necesitabas. Al fin y al cabo, por eso, entre otros motivos, estoy en Crooked Oak. Para cuidar de ti.
— ¿Qué has hecho para matar el tiempo?
—He visto un partido de fútbol —por qué diablos tenía que tener tan buen aspecto? Con el cabello desarreglado y sin una gota de maquillaje en la cara, parecía sumamente dulce y sexy. Sí, por eso era... Por eso la encontraba tan atractiva. Por aquella combinación contradictoria de dulzura, inocencia y tentadora sensualidad. Probablemente no tenía idea de lo atractiva que era. Ni de lo mucho que él la deseaba—. Ah, sí. Y le he echado de comer al zoo.
— ¿Al zoo? —______ emitió una risita—. ¿Llamas zoo a dos perros y dos gatos? Si de verdad quieres ver un zoológico, pásate por el refugio alguna vez.
—Trabajar con tantos animales no te acarreará ningún problema, ¿verdad? Quiero decir, al estar embarazada. He oído que algunos transmiten enfermedades, sobre todo los gatos.
—Es cierto. Pero ahora Scooter hace la mayor parte del trabajo en el refugio. De todos modos, agradezco que te preocupes por mí.
—Pues claro que me preocupo. Eres la mujer de Lowell y una de las mejores amigas de Tallie.
«Eso es, Jonas. Déjale bien claro que no sientes nada personal por ella.»
—Sí, soy la viuda de Lowell —dijo ______ con voz serena—. Siento mucho que mi embarazo te haya complicado la vida, Joe.
—No es culpa tuya. Ninguno de nosotros sabía que Lowell sería asesinado —maldición, la conversación empezaba a resultarle incómoda—. Aunque no hubieras estado embarazada, probablemente habría accedido a regresar al pueblo para finalizar el trabajo de Lowell. Deseo que su asesino sea detenido y castigado —Joe se metió las manos en los bolsillos y se meció sobre sus talones—. Bueno, ¿necesitas algo?
—Tengo hambre.
— ¿Hambre?
— ¿Puedes prepararme un puré de patatas? Siempre que enfermaba de niña, tía Alice me preparaba puré.
—No soy buen cocinero, pero si eso es lo que te apetece, lo intentaré.
—Gracias.
Joe deseó que ______ no lo mirase agradecida con aquellos enormes ojos azules. No deseaba prerar1e una comida... sino hacerle el amor.
—Tardaré un rato —dijo—. ¿Necesitas algo más?
—No, gracias. Creo que podré ir al lavabo sola
—______ retiró la sábana y se levantó apoyándose n ambas manos en el borde de la cama. El camizon cayó hasta sus tobillos, cubriendo el suave satén de su piel desnuda. Joe sintió que su miembro viril se tornaba rígido y pesado. Se giró rápidamente y salió del dormitorio.
—Volveré con el puré en cuanto pueda —gritó desde el pasillo.
______ sacudió la cabeza, sintiendo una mezcla de tristeza y de diversión. ¡Joe Jonas le tenía miedo! La revelación la sorprendió. Le tenía el mismo miedo que ella siempre le había tenido a él. Pero, ¿por qué? ¿Qué peligro representaba ella para Joe?
«No desea ser padre» le recordó una voz interior. «Y tú estás embarazada de él.»
—No desea amar a este hijo —se dio una palmadita en el vientre conforme se dirigía al cuarto de baño—. Teme encariñarse conmigo o con el bebé.
Justo mientras acababa de utilizar el aseo, ______ oyó el Jeep de Joe. ¿Adónde iría? No había dicho que pensara marcharse.
Se echó un vistazo en el espejo e hizo una mueca de disgusto.
«Necesito darme un baño»
Pero se sentía débil como un gatito. ¿Y si se caía en la ducha?
Tras asearse rápidamente en el lavabo con una esponja, ______ se cepilló los dientes, se peinó y se cambió de camisón. Cuando se hubo sentado en la mecedora situada junto a la ventana del dormitorio, oyó de nuevo el Jeep. Fred y Ricky ladraron un par de veces, y Joe les regañó.
______ esbozó una sonrisa. Su voz era dura y masculina, pero ella sabía por propia experiencia que, al igual que Fred y Ricky, era perro más ladrador que mordedor.
Quizá aún no la quisiera ni a ella ni a su hijo, pero en aquellos momentos estaba en la cocina, preparándole algo de comer. Confortándola. Cuidándola. Dudaba que alguna vez hubiera hecho algo semejante por otra mujer.
______ volvió a sonreír. Era una sonrisa de satisfacción. Roma no se construyó en un día, se dijo. Vencer sus propios temores y los de Joe llevaría algún tiempo, pero era necesario, por el bien del hijo que llevaba en su interior.
Oyó que llamaban suavemente a la puerta del cuarto.
— ¿Sí?
—El puré de patatas está listo —comunicó Joe.
—Estupendo. Me muero de hambre. Pasa.
—Es precocinado —confesó él—. Fui a los ultramarinos de la esquina a comprarlo. He seguido las instrucciones al pie de la letra, pero creo que ha quedado algo grumoso.
—Seguro que está delicioso —dijo ella consiguiendo no echarse a reír. Alzó la cuchara, y el puré permaneció pegado a la superficie del utensilio
______ se quedó mirando el amasijo de patata.
— ¿Le pasa algo?
—Oh, no. Está estupendo —______ se acercó la cuchara a la boca y lamió la espesa y blanquecina masa. Aparte de los grumos, lo cierto era que no había mal. Claro que estaba muerta de hambre...
Joe permaneció de pie a su lado, observándola mientras engullía varios bocados, y por fin se relajó.
Hombres, se dijo ______. Quizá ni él mismo era consciente de hasta qué punto deseaba complacerla. De lo importante que era para él su aprobación.
Comió la mitad del puré precocinado y luego le pasó el tazón a Joe.
—Estaba delicioso, pero creo que mi estómago no admite ni una cucharada más. Gracias por ser tan bueno conmigo, Joe.
¿Acaso era rubor lo que teñía de pronto sus mejillas?, se preguntó ______. ¡Sí, lo era! Había conseguido que se sintiera apurado.
Sonrió, apenas incapaz de reprimir la risa que pugnaba por salir al exterior.
Al darle el tazón, ______ permitió deliberadamente que sus manos se rozaran. Un contacto electrizante, estremecedor. Joe la miró a los ojos y, por un efímero instante, ella pensó que la besaría. Pero se limitó a tomar el tazón y a retroceder rápidamente.
—Arreglaré la cocina y después me iré a...
— ¿Joe?
— ¿Sí? —Él interrumpió su brusca retirada.
—Sé que sería una especie de imposición, pero... bueno, ¿te importaría quedarte aquí a pasar la noche? Hay cuatro dormitorios arriba. Puedes escoger el que quieras.
— ¿De veras necesitas que me quede? Estamos prácticamente puerta con puerta. Podrías llamarme...
—Es cierto. Olvídalo. Supongo que sólo estoy nerviosa tras el susto de hoy.
—Puedo quedarme un rato más, si así te sientes mejor.
—De acuerdo. Gracias. Y lamento mucho haberte pedido que te quedes a pasar la noche. Me hice la promesa de no constituir una carga para ti. Y mírame. Embarazada de tan sólo dos meses y ya empiezo a exigirte cosas...
—Pedirme que me quede a pasar la noche no es ninguna exigencia —dijo Joe de espaldas a ella—. Si así te sientes más tranquila, me quedaré.
—No tienes por qué hacerlo. De verdad.
—Decidido. Me quedo —dicho esto, Joe salió del dormitorio.
Fin de la discusión. ______ sonrió y se rodeó el vientre con los brazos.
—Tu papá va a pasar la noche con nosotros, cariñito mío...
Kari_JB
Re: El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion
oww me mata!!
Quien la viera a la rayiz un poco chantajista!!
Joe es tan lindo! Ternurita!
Siguela!!
Quien la viera a la rayiz un poco chantajista!!
Joe es tan lindo! Ternurita!
Siguela!!
aranzhitha
Re: El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion
Aaaaahhhhh!!!!!.... Que lindo es Joe!!!!!!...... Jajajajajaja y la rayyis como lo hace sufrir!!!!!.. Jejejejejeje
chelis
Re: El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion
Capitulo 7
Lo mejor para quitarse a una mujer de la cabeza era otra mujer, se dijo Joe. Estaba permitiendo que ______ se acercara demasiado a él. Pensar en ella ocupaba gran parte de su tiempo, y eso era peligroso. Si no ponía algo de distancia entre ambos, no sabía lo que podría ocurrir.
Por eso permitió que Richard Holman, su ayudante, le concertara una cita a ciegas.
Joe se echó a reír. ¡Dios santo, sí que debía de estar desesperado! Jamás había acudido a una cita a ciegas, ni siquiera en el instituto. Pero un hombre siempre hacía lo que era preciso.
Afortunadamente, Kendra Camp resultó ser una mujer increíblemente atractiva. Alta y de piernas esbeltas. Ni demasiado mayor ni demasiado joven. De unos treinta años, calculó Joe. Divorciada y sin hijos.
La había llevado a Marshallton a cenar y a bailar. Y fue ella la que sugirió que la invitara a su casa. Al llegar, Joe introdujo la llave para abrir la puerta. Kendra le sonrió y lo besó. El la atrajo hacia sí para profundizar el beso.
Ella se retiró por fin.
—Quizá sea mejor que entremos.
—Sí, será lo mejor.
Joe encendió las luces, se guardó las llaves en el bolsillo y luego ayudó a Kendra a quitarse el abrigo. Mientras lo dejaba, junto al suyo, en una si ha cercana, ella se despojó de los zapatos y se arrellanó en el sofá.
— ¿Quieres algo de beber? —Preguntó Joe—. ¿Cerveza o whisky?
—Cerveza, por favor —Kendra paseó la mirada por el apartamento—. ¿No te agobias en un sitio tan pequeño?
Joe abrió el frigorífico, extrajo dos botellas de cerveza y les quitó las chapas.
— ¿Quieres tomarla en vaso? —vio que ella negaba con la cabeza y formaba con los labios un «no»—. Es la mitad de grande que mi apartamento de Alexandria, pero me conviene vivir cerca de Su- san. Así puedo verla a diario y me tiene al lado si me necesita.
—______ es la viuda de Lowell Redman, ¿verdad? He oído decir que está embarazada. Debe de haber sido muy duro para ella perder así a su marido —Kendra tomó la cerveza que le ofrecía Joe.
El se sentó a su lado, se acercó la botella a los labios y tomó un generoso trago. ¿Por qué demonios había mencionado a ______? La cita con Kendra debía servir, en teoría, para ayudarle a quitarse de la cabeza a la tentadora señora Redman
.
—Tiene muchos amigos —dijo Joe—. Mucha gente que la quiere. Ella y el niño estarán bien.
—Desde luego, es afortunada al tenerte a ti —Kendra dejó la cerveza en la mesa, se acercó a Joe, le echó el brazo por los hombros y esbozó una sonrisa seductora—. Y, por lo que he oído, también el condado de Marshall ha tenido suerte. Pocos hombres aceptarían dejar temporalmente el FBI para venirse a un pueblucho como éste a cuidar a la viuda de su mejor amigo.
—Lowell y yo fuimos amigos inseparables desde niños. Incluso me salvó la vida una vez cuando éramos adolescentes. Hubiera hecho cualquier cosa por él.
Kendra se pegó aún más a Joe, apretándose contra su cuerpo, ladeando la cabeza de modo que casi le rozaba los labios con los suyos.
—Bueno, yo al menos me alegro de que hayas vuelto a Tennessee. Creo que voy a disfrutar teniéndote cerca.
Joe soltó la cerveza junto a la de ella. Más que preparado para aceptar lo que Kendra le ofrecía, la estrechó entre sus brazos. Conforme reclamaba sus labios, la tumbó sobre los almohadones de plumas del sofá. En ese momento, oyó unos golpes leves en la puerta y una voz femenina que pronunciaba su nombre; pero antes de que Joe pudiera separarse de Kendra, ______ abrió la puerta y entró en la habitación.
—Oí el ruido del coche se me ha ocurrido venir para preguntarte si quieres... —______ se detuvo, petrificada, después de haber avanzado unos cuantos pasos. Las mejillas se le tiñeron de un rojo intenso. Comenzó a retroceder hacia la puerta—. Oh, lo siento mucho. No sabía que estuvieras con... Por favor, disculpad que os haya molestado —se dio media vuelta y huyó.
Joe prácticamente tiró a Kendra al suelo al saltar del sofá para ir tras ______. Kendra emitió un fuerte chillido mientras se aferraba a los brazos del sofá para levantarse. Sin embargo, cuando Joe llegó a las escaleras, ______ ya había desaparecido. El ruido de la puerta trasera de la casa al cerrarse resonó en sus oídos.
¡Maldición! Joe permaneció allí de pie unos segundos, tratando de decidir qué hacer. Las dos mujeres estarían probablemente furiosas con él, no se les podía reprochar. Debió haber avisado a ______ de que tenía una cita esa noche. ¡Y debió haber cerrado con llave la maldita puerta! En fin, tendría que disculparse con Kendra por haberla dejado sola tan bruscamente. Había actuado por puro instinto cuando echó a correr tras ______.
Al entrar de nuevo en el apartamento, vio que Kendra se estaba poniendo el abrigo. ¡Infiernos, había metido la pata hasta el fondo! Poniendo su mejor cara de disculpa, la miró y sintió cierto alivio al ver que ella le sonreía.
—Lo siento —dio un par de pasos vacilantes hacia ella—. No tienes por qué marcharte.
—Desde luego que sí —Kendra alargó la mano y le acarició la mejilla—. Me gustas, Joe, pero tengo por norma no salir con hombres que ya están involucrados sentimentalmente con alguien.
—Eh, espera un momento —protestó él—. No estoy involucrado sentimentalmente con...
Kendra lo silenció posándole el dedo índice en los labios.
—Sí que lo estás. Quizá aún no te hayas dado cuenta. Pero para mí es evidente. ______ Redman sintió algo más que apuro al encontrarnos besándonos en el sofá. Estaba enojada y celosa. Créeme, las mujeres percibimos esas cosas.
—Te equivocas. ______ no me...
Kendra se echó a reír.
—Sí. Igual que tú a ella. De lo contrario, no me habrías dejado de lado para seguirla.
—Me preocupaba que pudiera sentirse disgustada —explicó Joe con voz poco convincente—. Está en estado, y...
Kendra le dio un rápido beso.
—Vamos. Llévame a casa. Cuando vuelvas, se habrá tranquilizado y podrás hablar con ella.
—No tengo por qué explicarle a ______ mis actos —Joe se coló el abrigo—. Soy dueño de mi vida —siguió a Kendra al exterior, cerró la puerta y bajó las escaleras detrás de ella—, Sor libre de hacer lo que quiera con quiera —ayudó a Kendra a subirse en el Lexus, rodeó el capó se sentó al volante—. Ella no tenía derecho a irrumpir de ese modo.
—Vá Claro —lo único que dijo Kendra mientras él arrancaba el coche y daba marcha atrás.
Media hora más tarde, tras dejar a Kendra en la puerta de su casa, Joe aparcó el coche y permaneció un rato sentado tras el volante, mirando hacia las ventanas traseras de ______.
¿Por qué debía importarle lo que ella pensara? No era asunto suyo si decidía tontear con todas las mujeres del condado de Marshall. Y había sido ella quien había entrado en el apartamento, sin avisar y sin ser invitada.
______ se había ido corriendo porque se sintió avergonzada, simple y llanamente. Kendra se equivocaba al pensar que había sentido celos. La sola idea era ridícula.
¿O no?
Si él deseaba a ______, ¿era impensable que ella lo deseara a él? ¡Pero era la mujer de Lowell, por el amor de Dios! La viuda de Lowell, se corrigió inmediatamente. Pero seguía amándolo. De eso estaba seguro.
«Y qué más da que siga amando» a Lowell le susurró una voz interior. «Eso no significa que no tenga necesidades. Que no te desee tanto como tú la deseas a ella.»
«No entres ahí. Jonas» se advirtió a sí mismo. «Se trata de ______ Redman. Si te la llevas a la cama, esperará de ti un compromiso. Y Joe Jonas no es hombre de compromisos.»
Se apeó del Lexus y se dirigió hacia el garaje. Entonces se detuvo bruscamente al oír abrirse la puerta trasera de ______ y pasos en el porche. «No te vuelvas» se dijo. «Sigue andando. Finge que no has oído nada.»
—Joe.
¡Maldición!
— ¿Sí? —dijo él sin volverse.
—Lamento mucho lo sucedido. No sabía que estabas acompañado.
—Debí haberte avisado.
—Espero que le explicaras a tu amiga quién soy y cuál es nuestra relación. No quisiera que malinterpretase el motivo por el cual entré en tu apartamento de ese modo.
Joe se giró lentamente y la miró. ______ había dejado apagada la luz del porche, y sólo la luz de la cocina iluminaba su cuerpo. Llevaba puesta una bata de seda y el pelo suelto sobre los hombros.
El cuerpo de Joe se tensó.
¿Cómo diablos había podido meterse en semejante situación?, se preguntó por enésima vez. No podía irse y dejarla allí con la palabra en la boca.
—Siento no haber tenido ocasión de presentaros —dijo—. Se llama Kendra Camp. Es enfermera. Trabaja con la mujer de Richard Holman. Richard y su esposa arreglaron la cita.
—Ha sido muy amable por su parte —______ se abrazó a sí misma y se pasó las palmas de las manos por los brazos.
—Sí, desde luego —Joe dio un paso vacilante hacia ella—. ¿Tienes frío? Quizá deberías entrar, antes de que...
— ¿Por qué no me dijiste esta mañana que hoy tenías una cita?
—Supongo que se me pasó.
«Mentiroso» Se lo ocultaste deliberadamente.» Pero, ¿por qué? Diablos, no lo sabía! No estaba acostumbrado a reflexionar sobre la naturaleza de sus actos ni a justificarlos ante nadie.
—De haberlo sabido, no hubiera... no hubiera irrumpido de esa manera —______ tiritó levemente.
Joe salvó la distancia que los separaba, le echó el brazo por los hombros y la guió hacia la puerta.
—Entremos, cariño. Vas a congelarte aquí fuera.
______ se sentía como una completa estúpida. Había invadido la intimidad de Joe como si tuviera derecho a hacerlo. Y los había interrumpido a él y a su amiga mientras se besaban apasionadamente en el sofá. Al recordarlo, la ira y los celos que había experimentado volvieron a avivarse en su interior.
Pero no tenía ningún derecho sobre Joe. Al fin y al cabo, no era su marido ni su amante.
______ dejó que Joe la metiera en la casa y la sentara a la mesa de la cocina. El le retiró un mechón de cabello que le tapaba el ojo izquierdo. Ella respiro hondo. El retiró la mano. Ella alzó la vista para mirarlo, pero antes de que puchera leer la expresión de sus ojos negrosél se alejó.
— ¿Y si nos tomamos un chocolate caliente? —sugirió Joe.
—Prepararé un par de tazas.
—Tú quédate ahí, futura madre. Sé dónde está todo.
Mientras Joe se atareaba preparando el chocolate, ______ se quitó la bata y la terció en el respaldo de la silla. Debajo llevaba un cálido camisón de manga larga. Nada sexv ni provocativo.
No quería parecerle sexy ni provocativa a Joe Jonas en absoluto.
«Mentirosa» se burló su conciencia. «Aunque la idea de ganarte la atención de Joe te sigue aterrando, no puedes negar el hecho de que lo deseas... ahora más que nunca.»
Y él seguía siendo tan peligroso como siempre.
¿Tendría ella el valor necesario para arriesgarse a perder su corazón y su orgullo por aquel hombre? ¿Podía, siendo una mujer adulta, ignorar los consejos de tía Alice y aceptar sus sentimientos? ¿Podía perseguir lo que siempre había deseado y dejar que la pasión predominara sobre su sentido común?
—Aquí tienes. Un chocolate caliente —Joe le colocó el tazón delante, en la mesa.
— ¿Qué? —La voz de él la sacó de la brumosa neblina de sus pensamientos—. Ah, sí. Gracias, Joe —forzando una sonrisa, tomó el tazón con ambas manos.
Joe retiró una silla, se sentó, cruzó las piernas y se llevó su tazón a los labios. Tomó unos cuantos sorbos mientras observaba a ______ por encima del borde de cerámica.
—Pruébalo —le dijo.
Ella probó el chocolate. De inmediato sintió un agradable calor en la boca y en el estómago.
—Joe, quisiera pedirte disculpas otra vez. Espero que la señorita Camp no se marchase por mi culpa. Le explicaste cuál es la naturaleza de nuestra relación, ¿verdad?
Joe dejó el tazón en la mesa con más fuerza de lo que había pretendido. El oscuro y cremoso líquido se derramó por el borde.
— ¿Y cuál es la naturaleza de nuestra relación? ¿Qué debí decirle a mi amiguita? «Oh, no prestes atención al modo en que ______ ha salido corriendo del apartamento al vernos besándonos en el sofá. La viuda de Lowell y yo sólo somos amigos. No debes malinterpretar su reacción. No estaba celosa. No tiene motivos para estarlo. Verás, aunque ______ esté esperando un hijo mío... ¡nunca hemos tenido el más leve contacto sexual!»
______ no pudo sino permanecer sentada, boquiabierta, mirándolo con los ojos abiertos de par en par. Dios santo, Joe lo sabía. Sabía que había sentido celos al verlo abrazado a otra mujer. Y la tal Kendra Camp lo sabía también.
— ¿Eso es lo que piensas? ¿Lo que pensó ella? Que me puse celosa... —______ dejó escapar una risotada fingida—. Sentí apuro, nada más...
Joe se levantó de la silla y rodeó la mesa con tal rapidez que ______ se quedó sin respiración. Se situó sobre ella, con el rostro tenso y la mandíbula apretada. Por un leve momento, ______ sintió miedo de él. Miedo de la furia que percibía en sus ojos negros.
—No me mientas —dijo Joe apretando los dientes.
Estaba enojado con ella. Pero, ¿por qué? ¿Porque se había sentido celosa? ¿Porque su reacción había ahuyentado a su amiga? ¿O porque intentaba ocultar lo que verdaderamente sentía?
— ¿Qué quieres que diga? —inquirió ______, con el corazón latiéndole desenfrenadamente.
—Quiero que me digas la verdad —respondió él—. ¿No crees que va siendo hora de que ambos afrontemos la verdad y dejemos de fingir que no hay nada entre nosotros?
—Pero es que no hay nada —dijo ella moviendo la cabeza.
—Esperas un hijo mío. Creo que eso constituye...
—Un hijo que no debía ser tuyo —______ se aferró al borde de la mesa con tanta fuerza, que los nudillos se le pusieron blancos—. Tú no deseas este hijo. Crees que le debes a Lowell el velar por mí hasta que mi niño haya nacido. Estás aquí porque intentas actuar de forma responsable.
Joe la tomó de la cintura con ambas manos y la obligó a levantarse. Ella se resistió momentáneamente, y luego se quedó inmóvil por completo.
—Todo lo que has dicho es cierto —dijo Joe sujetándole el rostro para obligarla a mirarlo—. Pero yo no hablaba del niño ni de Lowell. Hablaba de lo que ha habido entre nosotros desde que volví a Crooked Oak.
—No ha habido nada...
Joe le pasó el pulgar por los labios.
—He fingido que ese algo no existía. He luchado por negarlo. Pero negándolo no conseguiremos que desaparezca.
—Por favor —los ojos de ______ se habían llenado de lágrimas—. Por favor, no hagas esto.
El le besó la frente.
— ¿Crees que deseo sentir lo que siento? —le besó una mejilla y a continuación la otra. Besos tiernos, dulces. Ella tembló de la cabeza a los pies—. ¿Crees que me resulta fácil admitir que deseo a la viuda de mi mejor amigo? ¿Que cada vez que te tengo cerca me excito pensando en hacerte el amor?
______ abrió la boca para hablar, pero sólo consiguió emitir un jadeo ahogado. Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas y humedecieron las manos de Joe.
—Tú también me deseas, ¿no es así, cariño? Me deseas con tanta avidez como yo a ti.
—No puedo... no puedo... —antes de que ______ pudiera articular más palabras, los labios de Joe cubrieron su boca con un beso que no admitía negativas. Tórrido, salvaje, exigente. Le presionó la nuca con una mano y con la otra la apretó contra sí, para que sintiera la dureza de su erección. Ella trató de resistirse, intentó valientemente rechazarlo, pero su cuerpo la traicionó. Su débil cuerpo hambriento de sexo se rindió por completo.
Había pasado una vida soñando con estar en los brazos de Joe Jonas. Lo había deseado desde adolescente. Había sentido envidia de las mujeres a las que acariciaba y besaba.
Lo había amado desde lejos, desde una distancia segura, preguntándose a qué sabrían sus labios, cómo olería su cuerpo, cómo sería tenerlo cerca.
Ahora lo sabía. Y la realidad excedía todas sus expectativas.
El beso se tomó más profundo e intenso, hasta que ______ pensó que se moriría de placer. Alzó los brazos y se aferró a Joe. Apretó los senos contra su duro pecho. Permitió que él la alzara y le frotara la entrepierna con su rígido miembro.
Apenas reconoció el ronco y áspero sonido del jadeo que escapó de sus propios labios. Cuando él le cubrió un seno con la palma de la mano y lo apretó, ______ gimió de placer. La sensación la inflamó a pesar de la tela del camisón.
Estaba perdiendo rápidamente el control, al igual que Joe. Si no ponía fin a lo que sucedía, no habría vuelta atrás.
Joe iba a hacerle el amor.
Una guerra empezó a librarse en el interior de ______, Una guerra entre el deseo y el sentido común.
«Él no te ama» se recordó a sí misma. «Sólo te desea. No puedes permitir que posea tu cuerpo. Que sea tu amante y luego te abandone.»
Cuando Joe empezó a recorrerle el cuello con los labios, acercándose más y más a los primeros botones del camisón, ______ comprendió que tenía que hacer algo para detenerlo. Nada le había resultado nunca tan difícil.
Lo apartó de sí y dijo:
—No, por favor. No puedo. No podemos. Lowell... Lowell sólo lleva dos meses muerto.
Sabía que mencionar a Lowell tendría en Joe un efecto inmediato. Y doloroso.
El la miró con furia, con los ojos empañados por la pasión. Respirando con dificultad, se retiró de ella.
Luego, sin decir una sola palabra, se dio media vuelta, atravesó la cocina y salió por la puerta.
______ se dejó caer en la silla antes de que las piernas le fallasen. Cruzó los brazos encima de la mesa y descansó en ellos la cabeza. Cuando comprendió lo cerca que había estado de cumplir su sueño de poseer a Joe Jonas, sollozó.
No sabía cuánto tiempo permaneció así, sentada y llorando a mares, pero por fin reparó en Lucy y Ethel, que ronroneaban a sus pies. Alargó la mano para acariciarlas y vio que Fred y Ricky permanecían sentados muy cerca, mirándola atentamente. A pesar de la presencia de sus animales, jamás se había sentido tan sola.
Se acarició el vientre. No, no estaba sola. Joe jamás le pertenecería, jamás la amaría, pero una parte de él sería suya para siempre. Su hijo.
Al día siguiente, ______ se hallaba sentada a la mesa de la cocina, tomando un tazón de cereales, cuando Joe llamó a la puerta. ______ no había esperado que se acercara a verla aquella mañana.
—Pasa —dijo-. Está abierta.
Joe abrió la puerta, pero no entró.
— ¿Te encuentras bien?
Ella asintió.
—Sí, estoy bien.
—Sólo quería decirte que voy a buscarme otro apartamento —anunció él con la mirada fija en el suelo.
—Comprendo.
—He pensado que, después de lo de anoche, será mejor que no vivamos tan cerca—Joe alzó la vista y la miró directamente—. ¿Estás de acuerdo?
—No... no lo sé —iba a perderlo del todo. Por haber tenido miedo de entregarse a él. Por haber utilizado a Lowell como excusa para no sucumbir a sus caricias.
______ no soportaba la idea de que la abandonara.
«Mejor ahora que más adelante» se dijo. «Ahora sufrirás, pero más adelante, si os hacéis amantes y te abandona, quedarás completamente destrozada.»
— ¿Estás sugiriendo que deseas que me quede? —inquirió Joe.
—Sí... No... —______ se volvió para que él no pudiera verle los ojos—. Tienes razón. Deberías buscar otro apartamento.
—Empezaré a buscar enseguida —dijo Joe—. Llamaré a la inmobiliaria para ver cuáles hay disponibles.
—La gente se preguntará por qué te trasladas.
—Habrá más rumores si me quedo, ¿no te parece?
—Sí —fue lo único que ______ alcanzó a decir.
—Si me necesitas...
—Te llamaré.
Joe se marchó rápidamente, dejándola sola. ______ deseó salir corriendo tras él, suplicarle que volviera, que no la abandonara. Pero no se movió. No movió ni un solo músculo. Apenas podía respirar.
«Es mejor así» se dijo. «Ya lo verás. Todo será más fácil cuando se haya ido»...
Kari_JB
Re: El Mayor Regalo (Joe y Tu) Adaptacion
aww porque demonios lo paro!!
Yo lo quiero!! No quiero que se vaya
Y como lleva tipas a la casa!!
Siguela!!
Yo lo quiero!! No quiero que se vaya
Y como lleva tipas a la casa!!
Siguela!!
aranzhitha
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