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Demasiado Perfecto (Joe y Tu) Adaptacion
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Demasiado Perfecto (Joe y Tu) Adaptacion
Capitulo 5
Joe se quedó sin aire al oír la voz de Heather. No podía haber sido más inoportuna... Miró a _____ y vio que la horquilla que le sujetaba el pelo se le había caído; tenía las mejillas encendidas, los ojos iluminados, la boca sin pintalabios... parecía que acabara de salir de la cama de un hombre.—¡Dios mío!, ¿qué estoy haciendo? —se preguntó en voz alta.
—¿Joe? —volvió a llamarlo Heather, ya más cerca.
—Lo siento —Joe se arrepintió nada más decirlo, pero ya no podía remediarlo—. Quiero decir que no había planeado que esto ocurriera. No sé por qué...
—Está bien —lo cortó _____, al tiempo que se ponía de pie.
—No está bien —denegó él, mirando preocupado la expresión asustada de _____.
—Supongo que es lo que pasa cuando se bebe tanto vino —comentó ésta, obligándose a fingir una sonrisa.
—No creo que haya sido por el vino. Yo...
—Aquí estás —irrumpió Heather finalmente—. Llamé al timbre, pero no contestabas. Como estaba tu furgoneta aparcada fuera, probé a ver si estabas en casa... No me has llamado en todo el día —lo acusó.
—Lo... lo siento. He estado liado.
—Bueno, por esta vez te perdono —dijo Heather, avanzando hacia Joe con sensualidad—. Hola, _____. ¿Te importa sujetarme este plato mientras saludo a este tipo? —le pidió sin apenas mirarla.
_____ agarró el plato de comida preparada que Heather había llevado y se dio media vuelta.
Joe, más pendiente de _____ que de las palabras de Heather, no se dio cuenta de cuándo comenzó a besarla ésta. Reaccionó nada más tomar conciencia, se apartó y se preguntó cómo era posible que esa rubia voluptuosa, monitora de un gimnasio, lo hubiera excitado tanto durante tres meses.
—Veo que sigues en forma —comentó _____, de pie junto a la mesa en la que había dejado el plato de Heather.
—Gracias. Estoy impartiendo seis clases a la semana en el gimnasio. Deberías venir algún día para tonificar un poco el cuerpo.
—Lo pensaré —repuso _____. Joe, en cambio, sintió ganas de estrangular a Heather. ¿Qué tenían de malo las curvas de _____?
—Espero no haber interrumpido nada —dijo entonces la monitora, al advertir el vino y los platos con restos de tarta.
—_____ y yo estábamos cenando —contestó Joe.
—Vaya, no sabía que ya habías hecho otros planes —lamentó Heather, poniendo cara de puchero—. Había traído unas verduras...
—La verdad es que ya hace un rato que habíamos terminado —intervino _____—. Y ya conoces a Joe... siempre tiene hambre. Seguro que le apetecerá tomar un plato.
—Están muy ricas —aseguró Heather—. Las he cocinado yo.
—Bueno, será mejor que me vaya y os deje a solas —anunció _____, mientras metía el papel de regalo en la caja de música.
—No hay prisa —apuntó él.
—Ya llevo aquí toda la tarde. Y seguro que Heather y tú tenéis mucho que contaros. Gracias de todos modos. La cena estaba estupenda y el regalo me ha encantado.
— ¿Regalo? —repitió Heather—. ¿Joe te ha hecho un regalo?
—Sí, una caja de música, por mi cumpleaños.
— ¡Qué detalle! —repuso la monitora—. Tienes suerte: mi hermano nunca se acuerda de mi cumpleaños.
—Yo no soy hermano de _____ —indicó Joe, irritado.
—Ya, ya; pero sois tan buenos amigos... Y tú mismo me has dicho que habéis crecido juntos. Es como si fuerais hermanos.
—En serio, me tengo que ir —insistió _____.
—No, no tienes por qué —sorprendió Joe a ambas mujeres—. Quiero decir, seguro que Heather ha traído verduras suficientes para los tres.
—Estoy llena —rehusó _____—. Y mañana tengo un día muy largo. Quiero acostarme pronto esta noche.
—Si no son ni las nueve —objetó Joe, para disgusto de Heather.
—Es pronto, sí; pero estoy cansada, de verdad.
—No te preocupes, lo entendemos —terció Heather—. Me alegro de haberte visto. Feliz cumpleaños.
—Gracias —repuso _____—. No te molestes en acompañarme a la salida. Conozco el camino
—añadió luego, dirigiéndose a Joe. —Disculpa —le dijo éste a Heather—. Todavía tenemos que discutir un par de cosas sobre eso que estábamos hablando —añadió tras dar alcance a _____.
— ¿Por qué no me llamas y me dices qué más necesitas? Si no estoy en casa, puedes dejar un mensaje.
—¿Y el resto de la tarta?, ¿no la quieres?
—preguntó de pronto, sin poder ocultar la irritación en el tono de voz.
—Termínatela con Heather.
—_____...
Pero ya había salido y estaba entrando en su casa, en la puerta de al lado. Joe se quedó mirando el vacío y decidió que necesitaba hablar con _____ para que las cosas entre ambos volvieran a ser como siempre.
— ¿Joe?
Vaciló unos segundos y, después de suspirar, se dispuso a enfrentarse a la otra mujer.
Media hora más tarde, después de deshacerse de Heather de mala manera, miró por la terraza hacia la casa de _____, pero ésta estaba totalmente a oscuras.
Se mesó el cabello y miró al cielo. La luna estaba oculta por las nubes y la noche, en fin, se presentaba tan sombría .como su propio ánimo.
¿Cómo podía haberla avasallado de ese modo? Porque debía reconocer que la había avasallado. Después de la bronca que le había echado a Michael, había sido él quien la había vuelto a besar. Todavía no podía creerse que hubiera sucedido...
¡Y menudo beso había sido! No había tenido nada amistoso o fraternal. De no haber sido por la inoportuna irrupción de Heather, las cosas no se habrían quedado ahí.
Tenía que solucionar aquello cuanto antes. _____ le importaba mucho y no quería estropear su amistad con ella porque sus hormonas se hubiesen vuelto locas. Después de comprobar una última vez que no había luz en el apartamento de ella, se rindió y regresó al salón. Luego se desvistió y se acostó desnudo. Colocó las manos tras la cabeza y trató de no pensar en el dolor que sentía en las ingles... del que Heather lo habría curado encantada.
¡Menudo desastre! Llevaba persiguiendo a esa mujer desde hacía meses y justo cuando ella parecía dispuesta a acostarse con él, Joe se había dado cuenta de que, en realidad, era con _____ con la que quería estar.
—Va a ser una noche muy larga —murmuró contra la almohada. Al día siguiente, si volvía a sentirse excitado, llamaría a Heather. Si conseguía volver a interesarse por ella, le resultaría más sencillo reconducir su relación con _____.
Sí, al día siguiente lo arreglaría todo, se repitió sonriente. Todo iba a salir tal como planeaba.
Nada estaba saliendo como había planeado. _____ había salido del apartamento antes de que él se despertara y, por la noche, al regresar a casa, ella ya se había dormido. Ver a Heather no le había servido de nada, pues cada vez que la había besado, al cerrar los ojos, había sido la imagen de _____ la que se le había presentado en la cabeza.
Por eso, impelido por su conciencia, no la había dejado continuar. Lamentaba haber decepcionado a Heather, pero lo cierto era que así había sido. Y todo por culpa de _____.
Descubrir que _____ se había marchado antes del amanecer al día siguiente tampoco había contribuido a mejorar el humor de Joe. Hizo una pelota con las notas que había ido apuntando en un papel, la tiró a la papelera del despacho... y volvió a fallar.
—Estás perdiendo muñeca —le dijo Michael de pronto—. Hasta un niño de dos años lo haría mejor.
—Cuando quieras jugamos un partido y te demuestro quién ha perdido muñeca —lo desafió Joe.
—Si no estuviera de trabajo hasta las cejas, aceptaría encantado — repuso Michael. Luego le dejó un sobre encima de la mesa, en el que ponía confidencial
—Sea lo que sea, no me interesa. Ya puedes llevártelo —espetó Joe.
— ¿Qué mosca te ha picado? —preguntó el hermano—. ¿Es que Miss Gimnasia se ha vuelto lista y te ha plantado por otro con más cerebro?
—No es mi cerebro lo que le interesa —repuso Joe. Luego, a regañadientes, abrió el sobre y frunció el ceño al ver que le habían denegado la información que había solicitado sobre Eric Hartmann, uno de los candidatos de _____.
—Bueno, ¿entonces qué es?, ¿qué te pasa? —insistió Michael.
—Nada —aseguró Joe.
—Perfecto. ¿Por eso parece que has perdido a tu mejor amigo? — preguntó el hermano con inocencia.
—Ha sido una noche muy larga, eso es todo.
— ¿Cuándo vas a sentar la cabeza? —Le preguntó entonces Michael—. ¿No eres un poco mayorcito para andar de cama en cama cada dos por tres? Puede que _____ tenga razón. Creo que está pensando en casarse y ser madre...
Debía habérselo imaginado. Si _____ le había contado a su madre sus intenciones, ésta se lo habría dicho a la de ellos... Estaba claro que era imposible mantener un secreto en esa familia.
—Quiere quedarse embarazada, no casarse.
—Yo creo que si se queda embarazada, acabará cambiando de opinión y se casará.
—Ella dice que no; que ría renunciado al matrimonio porque ya ha besado muchos sapos y ninguno se ha convertido en príncipe.
—Bueno, espera y verás. Lo único que sé es que si yo fuera el hombre al que elige para dejarla embarazada, me aseguraría de convencerla de que se casara conmigo.
—Pero no serás tú quien la deje embarazada —espetó Joe, acalorado.
—En fin, así son las cosas —comentó Michael, sonriente.
—Déjate de sonrisitas —lo advirtió Joe—. _____ y yo sólo somos amigos.
— ¿Acaso he dicho lo contrario? —preguntó el hermano con falsa ingenuidad.
—Vete a la porra.
Luego agarró el sobre que Michael le había dado y se fue del despacho para no seguir soportando a su hermano.
—Señorita _____ —la llamó la pequeña Sarah Evers desde el parque.
— ¿Qué quieres, cariño? —le preguntó _____, agachándose para acariciar el pelo rubio de la pequeña.
— ¿Nos ayudas a construir un castillo de arena?
—Claro, preciosa.
_____ se sentó junto a Sarah y a Missy y, media hora más tarde, entre palada y palada, terminó de contarles su versión particular de un cuento de hadas... en la que era la princesa la que salvaba al príncipe.
—Otro cuento, señorita _____ —le pidió Spencer.
—Hoy no, cielo. Tenemos que terminar el castillo.
— ¿Así está bien, señorita _____?
—Muy bien, Allie. Sólo asegúrate de poner un poco más de tierra alrededor de la torre.
Entre los de arena y los que se construía ella en el aire, era toda una experta en castillos. Sin embargo, debía reconocer que ése les estaba quedando fatal.
—Nick, el foso ya es muy profundo. Si sigues excavando, vas a llegar a China.
—Vaya, supongo que esto explica que la mitad de los niños no hayan entrado a la hora del cuento —intervino de pronto Anna O'Neill, la dueña de la guardería.
—La señorita _____ nos está ayudando a construir un castillo — explicó Sarah.
—Así que es un castillo —bromeó Anna, mirando sonriente a _____.
—Terminad vosotros, pequeños —les dijo ésta mientras se ponía de pie—. Y daos prisa: Anna tiene un cuento nuevo.
— ¿La Cenicienta?
—Obedeced a la señorita _____ y ya lo veréis —respondió Anna.
—Perdona, no me había dado cuenta de que llevábamos tanto tiempo.
—Eres la única profesora que se mete en la arena y juega con ellos —comentó Anna, sonriente.
—Me gusta —_____ se encogió de hombros—. Además, siempre me ha encantado hacer castillos de arena.
— ¿Y contar cuentos de hadas? —preguntó Anna—. He oído parte de tu versión. Un giro interesante.
—Quería ofrecerles algo distinto a los cuentos con los que yo crecí; sobre todo a las niñas.
— ¿Desencantada?, ¿o sólo me lo parece?
—Puede que un poco.
Pero los niños llegaron e interrumpieron la conversación.
—Se te dan de maravilla, _____ —comentó Anna mientras la primera les cambiaba la ropa—. Es una pena que no tengas tus propios hijos. Sé que has tenido dos desencuentros, pero espero que eso no te haya quitado la idea de formar una familia en algún momento.
—No —respondió _____. Al menos, no había renunciado a tener un bebé, motivo por el cual tendría que verse de nuevo con Joe, para ver la información que éste había recabado.
Pero ver a Joe suponía arriesgarse a alimentar los sentimientos y sueños que se habían despertado en su interior; sueños locos en los que Joe se casaba con ella y era el padre de sus hijos.
Ese hombre la hacía perder el sentido común. Y el poco que le quedaba le decía que tuviera cuidado, porque estaba a punto de enamorarse de él. Porque aún no lo estaba, trató de convencerse. Puede que hubiera cometido algún error en su vida, pero enamorarse de Joe Jonas sería el mayor de todos, y no estaba dispuesta a caer en él.
Aunque quizá fuera demasiado tarde, se dijo cuando lo divisó, sentado en las escaleras que daban acceso a su casa. El mero hecho de verlo hizo que el corazón le diera un vuelco.
Recordó la noche anterior, cuando él la había besado apasionadamente, y deseó que aquel beso se repitiera. Salió del coche, cargada de libros de cuentos para los niños de la guardería y avanzó hacia Joe con el pulso acelerado.
—Hola —lo saludó con una sonrisa amistosa.
—No sabía que las guarderías estuvieran abiertas hasta medianoche —la reprendió él.
—No lo están.
—Entonces, ¿dónde demonios estabas? —le preguntó Joe mientras ella abría la puerta de su casa—. Estaba preocupadísimo.
—No es asunto tuyo —contestó, sorprendida por el interés de él—, pero estaba en clase —añadió mientras encendía la luz y dejaba los libros sobre una silla.
— ¿Hasta estas horas?
— ¿Qué es esto?, ¿la Inquisición? Tenía una cita después de clase — respondió _____, la cual había retardado su regreso para posponer lo máximo posible su encuentro con Joe.
—Tienes razón. No tengo derecho a hablarte así. Lo siento —se disculpó éste—. Yo... de verdad, _____, estaba preocupado por ti. Pensaba que habías tenido un accidente o algo así.
—Vamos, chaval, que ya soy mayorcita —repuso ella con más jovialidad de la que sentía, conmovida por la preocupación de Joe—. Gracias, pero no hace falta que te preocupes. Hace tiempo que sé cuidar de mí sólita.
—Lo sé, pero... el problema es que sí me preocupo. Tú me importas, Malloy. No quiero que te pase nada... que nos pase nada.
— ¿Nos pase?
—No quiero perderte ni que te enfades conmigo por... por mi estúpido comportamiento de la otra noche.
— ¿Lo dices por ese beso de nada?
—Sí, reconozco que me propasé. No sé que me ocurrió...
— ¡Por favor!, ¿qué importancia puede tener un beso inofensivo entre dos viejos amigos? No puedo creerme que estés tan agobiado por eso. Bebimos demasiado vino, nada más —respondió _____.
—No bebimos tanto —replicó Joe.
—Puede que no, pero eso unido a la luz de la luna, a un poco de química y a que tendrías el ego un poco resentido, por lo mucho que Heather se ha hecho de rogar... de alguna manera, tenía que suceder. Vale, nos dimos un beso. Nada más. Y tampoco es que fuera el primer beso de nuestras vidas —dijo ella, tratando de restarle una importancia que en verdad sí le concedía.
—Te recuerdo que cuando teníamos trece años, en uno de esos juegos tontos adolescentes, me pediste que te enseñara lo que era un beso francés.
—No me lo recuerdes —murmuró _____—. Estaba en la edad del pavo y quería convertirme en una mujer a toda costa. Pero sólo te elegí a ti porque Maryjo Pemberton decía que eras el que mejor besaba de los chicos de la panda.
— ¡Maryjo! —exclamó Joe—. Me pregunto que habrá sido de ella. Era una estudiante excelente —añadió con una sonrisa picara.
— ¿Estudiante?
—Sí... Y tú también lo eres —dijo Joe, mirándola a la boca—. De hecho, debo de ser un profesor estupendo, porque besas de maravilla —añadió en broma.
—No será gracias a ti.
—Por supuesto que es gracias a mí. Te vuelvo a recordar que fui yo quien te enseñó el beso francés.
—Sólo has sido uno de tantos —repuso _____, alzando la barbilla.
— ¡Serás creída! —exclamó él, haciéndose el ofendido, al tiempo que la rodeaba por la cintura.
_____ rió y colocó las manos sobre el pecho de Joe, cuyo corazón comenzó a latir con violencia. Luego levantó la cabeza y lo miró a los ojos. De pronto, el ambiente relajado de segundos antes se desvaneció y _____ tuvo el presentimiento de que él la iba a besar... Lo que no sucedió.
—Entonces, ¿amigos? —le preguntó ella después de que Joe la soltara.
—Amigos.
—Muy bien, pues si no necesitas nada, me voy a dormir. Es casi la una de la mañana.
—Se me olvidaba: he empezado a investigar a tus candidatos —arrancó Joe—. Estoy a la espera de algunas respuestas, pero, en general, todo parece correcto. Sólo estoy teniendo dificultades con Eric Hamilton. Voy a necesitar que me des algún dato más para poder seguir adelante. ¿Lo hacemos ahora?, ¿o prefieres esperar a mañana?
—Si no es mucho tiempo, podemos verlo ahora.
—Sólo un par de minutos, para asegurarme de que no me equivoqué al apuntar los datos.
—De acuerdo. ¿Quieres tomar algo? Tengo té helado, si te apetece.
—Perfecto.
Cuando regresó de la cocina con el té, Joe estaba en la terraza. Era una noche de verano perfecta: cálida, con una suave brisa y el cielo constelado de estrellas. Los jardines habían florecidos y amenizaban la vista con sus rosales, lilas y violetas. La luna iluminó a Joe con sus rayos plateados y _____ sintió la tentación de robarle un nuevo beso...
—Espero que te guste —dijo, en cambio, mientras colocaba la bandeja con las tazas de té en la mesa de la terraza.
—Seguro —repuso Joe mientras llenaba las tazas de ambos.
—Bueno, ¿qué quieres saber de Eric?
—Sólo un par de cosas: decías que era representante comercial y que viajaba mucho, ¿no?
—Sí.
— ¿Tiene algún lugar de residencia, aparte de la dirección que me diste de Chicago?
—No que yo sepa. ¿Por qué?
—Porque he verificado esa dirección, y el piso no está a su nombre. ¿Es posible que esté viviendo con algún amigo?
—No lo creo. Nunca me ha comentado nada.
— ¿Tal vez esté a nombre de su empresa?
—Eso es posible. Trabaja para una compañía muy grande, con muchas sucursales. El es de Houston, creo que la central está allí... ¿Qué pasa? —le preguntó _____, al ver que Joe fruncía el ceño.
—Cariño, ya sé que tú conoces a ese hombre y yo no; pero hay algo que me da mala espina.
— ¿El qué?
—No lo sé —Joe suspiró—. Pero no quiero que vuelvan a hacerte daño. Sólo quiero que seas feliz.
—Lo seré. Tú ayúdame a encontrar al padre de mi bebé.
— ¿Será suficiente con un bebé, _____?
—Para mí sí: será más de lo que nunca he tenido...
Kari_JB
Re: Demasiado Perfecto (Joe y Tu) Adaptacion
aww me encanta Joe!!
Aunque a veces es un bruto!
Siguela!!!
Aunque a veces es un bruto!
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Demasiado Perfecto (Joe y Tu) Adaptacion
Aaaarrrrggg!!!!!.... Por que tuvo que aparecer????????..... Y aaaaayyy yo creo que Joe descubrió algo turbio de ese hombre!!!!...... Y aaaiii que hablen y que Joe le siga que quiere ser el papi de su bb
chelis
Re: Demasiado Perfecto (Joe y Tu) Adaptacion
nah pero q entrometida es Heather usf
ahahaha genial eso dos se gustas mas q eso siguelaaaaaaa
ahahaha genial eso dos se gustas mas q eso siguelaaaaaaa
ElitzJb
Re: Demasiado Perfecto (Joe y Tu) Adaptacion
Capitulo 6
¡Estaba casado!Joe miró los documentos que estaban desperdigados sobre la mesa de su despacho, entre los cuales se encontraba el certificado de matrimonio. Lo cual confirmaba sus sospechas sobre el candidato número uno de _____, Eric Alan Hartmann, con el cual se había visto tres noches esa misma semana. El muy desgraciado celebraría el sexto aniversario de boda en menos de dos meses.
Por no hablar de las partidas de nacimiento de sus dos hijos: Alan y Ashley Harrison.
Pero lo que más lo enfurecía de todo era que el cerdo asqueroso se había realizado una vasectomía hacía un año, tras el nacimiento de su hijo.
No lo extrañaba que le hubiera dicho a _____ que le encantaban los niños y que quería ser padre. El muy mentiroso ya era padre... y esposo. Y sabía que podía acostarse con _____ sin la menor preocupación de dejarla embarazada.
Lo iba a matar; pero antes... antes tenía que comunicarle las malas noticias a _____.
— ¡Qué sorpresa encontrarte aquí! —dijo _____ al ver aparecer a Joe en la cafetería en la que había quedado con Eric.
—He tenido una entrevista cerca y pensé en tomarme un café antes de volver a casa —respondió Joe, el cual sabía de sobra que la encontraría allí. Ahora sólo tenía que lograr quedarse a solas un segundo con ella para hablarle sobre Hartmann en privado.
El muy canalla era todo apariencias, decidió Joe mientras miraba a aquel hombre rubio de ojos verdes... Seguro que se teñía el pelo y que llevaba lentes de contacto de color. El hecho de que fuera totalmente trajeado y ni siquiera se hubiera aflojado la corbata contribuía a aumentar la antipatía de Joe hacia el farsante.
Él, en cambio, iba con unos vaqueros y una camisa remangada hasta los codos. Y, desde luego, el color de su pelo era natural... ¿Qué demonios veía _____ en aquel hombre?, ¿lo compararía con él?, ¿acaso se había quedado ciega?
—Un poco tarde para una entrevista de trabajo, ¿no? —repuso _____ con desconfianza.
—En absoluto. En mi trabajo, hay que estar al pie del cañón a cualquier hora.
— ¿En qué trabajas? —intervino Eric, esbozando una estúpida sonrisa.
—Soy detective privado —repuso Joe—. Descubro los trapos sucios de la gente —añadió.
—Tiene una agencia de detectives con sus hermanos —informó _____.
—Debe de ser un trabajo interesante —comentó Eric, ya sin sonreír—. ¿Qué tipo de investigaciones haces exactamente?
—Bueno, un poco de esto, un poco de aquello —repuso Joe con ambigüedad, para poner nervioso a Hartmann. Quería hacerlo sufrir antes de aplastarlo. Algo feroz lo atacaba cada vez que pensaba en cómo había jugado con _____ y lo cerca que ésta había estado de pedirle que la dejara embarazada.
— ¿Verdad, Joe?
—Perdona, ¿qué decías? —le preguntó éste a _____ tras salir de su ensimismamiento.
—Le decía que has descubierto a muchas personas que han defraudado a sus aseguradoras.
—A algunas. También me ocupo de examinar contratos de trabajo, de buscar a personas que han desaparecido... o de investigar el pasado de la gente. Ahí es cuando sale a relucir más basura. Por ejemplo, si alguien intenta ocultar, no sé, que está casado y tienes hijos, ahí estoy yo para descubrirlo —respondió Joe, quien sonrió satisfecho al ver que Hartmann se quedaba pálido.
—Eric dice que su empresa acaba de ascenderlo —comentó _____, tras lanzar una mirada acusadora a Joe.
—Enhorabuena —lo felicitó éste.
—Gracias. Lo malo es que con el nuevo puesto voy a tener que viajar más incluso que ahora; así que no voy a poder ver a _____ tanto como quisiera —dijo Eric mientras le daba un beso en la punta de los dedos—. Casi me estoy planteando rechazar el puesto.
—Ni lo pienses —dijo _____.
Joe creía que le iba a dar una úlcera. Estaba deJoedo meterle un buen puñetazo al muy gusano, pero antes debía explicarle a _____ por qué. Hasta entonces, tendría que soportar que la estuviera devorando con los ojos.
—Supongo que un hombre que viaja tanto como tú se parecerá a los marineros —dijo Joe entonces—. Ya sabes, con una novia en cada puerto.
Sin soltar la mano de _____, Hartmann se giró hacia Joe y se obligó a sonreír:
—Bueno, se conoce a mucha gente, sí. Hoy día hay muchas mujeres que se dedican a la medicina, interesadas en los equipos que vende mi empresa —respondió Eric—. Pero es un trabajo duro. A veces te sientes solo... aunque luego vuelvo a casa y ver a _____ lo compensa todo.
— ¡Qué amable! —exclamó _____.
—Es verdad —aseguró Eric—. Siempre cuento los segundos que faltan para volver a verte.
— ¿Qué piensas de la idea de _____ de quedarse embarazada? —preguntó Joe a bocarrajo.
—Joe, no creo que...
—Déjale que conteste, _____ —la interrumpió él, aun siendo consciente de que la estaba haciendo sentirse incómoda.
—La verdad es que al principio me sorprendió —repuso Eric, tenso por la notable hostilidad de Joe—. Me halagó que pensara en mí para ser el padre de su bebé; pero tenía algunas reservas.
— ¿Y ahora?
—Bueno, como le he dicho a _____ —Hartmann se aclaró la garganta—, me gustan mucho los niños; pero es difícil formar una familia con un trabajo como el mío, en el que se viaja tanto.
—Entonces, ¿estás dispuesto a ayudarla a quedarse embarazada?
—Por supuesto —aseguró Hartmann.
— ¿No te importa dejar embarazada a una mujer y que se quede sola con tu hijo?
—Joe —advirtió _____.
—No pasa nada —atajó Eric—. Está claro que Joe es tu amigo y es lógico que se preocupe por ti. En respuesta a tu pregunta, no, no me gusta la idea de dejarla embarazada y que luego eduque sola a mi hijo. Pero _____ me ha explicado que compartiríamos la custodia del niño, con lo cual no habría ningún problema. Estuvo a punto de estallar. ¿Cómo podía mentir de esa manera?, se preguntó Joe.
— ¿Te casarías con _____ si se quedara embarazada?
— ¡Ya basta, Joe!
— ¿Lo harías? —insistió éste, haciendo caso omiso de la protesta de ella.
Una gota de sudor resbaló por la frente de Eric. Tragó saliva, a duras penas, y trató de responder:
—Eso es algo de lo que todavía tenemos que hablar. Pero quédate tranquilo, Joe. Te aseguro que si la dejo embarazada, haré todo lo posible por convencerla de que se case conmigo.
—Pero no la dejarás embarazada, ¿verdad, Hartmann? —Joe se puso de pie, rodeó la mesa y levantó a Eric, agarrándolo por las solapas de la camisa—. Sabes que no te casarás con ella porque es imposible que la dejes embarazada... Claro que a ti no te importa mentirla con tal de meterte en la cama con ella, ¿verdad? —añadió, apretándole el cuello.
—No sé de qué estás hablando —protestó Eric.
— ¿Ah, no?, ¿ya no te acuerdas de que el año pasado te hiciste la vasectomía? Por no hablar de que...
— ¡Basta!
Joe oyó que _____ corría su silla. Vio de reojo que había varias personas mirándolos. Luego, ella se interpuso entre ambos, en un intento de separarlos.
—No sé si lo que dice Joe es verdad —arrancó _____, mirando a Eric furiosamente.
—Lo es —insistió Joe.
—Lo sea o no, supongo que no pensarías que soy tan idiota como para acostarme contigo sin exigir primero una prueba de esperma.
Joe se atragantó. No se le había ocurrido que _____ hubiera podido pensar algo así y, a juzgar por la cara de Hartmann, tampoco él lo había imaginado.
—Y, por cierto, quiero un bebé, no un marido. No tengo intención de casarme contigo ni con nadie —prosiguió ella, para dirigirse a Joe acto seguido—. Respecto a ti, cuando quiera que me des tu opinión sobre cómo debo conducir mi vida, ya te lo pediré. Mientras tanto, no metas las narices.
—_____ —intervino Eric—, lo que Jonas ha dicho...
—Creo que ya he pasado demasiada vergüenza por una noche —cortó _____—. Quiero irme a casa. Ahora.
Nunca la había visto tan enfadada. _____ agarró su bolso y echó a andar hacia la salida sin mirar a ninguno de los dos hombres.
Hartmann echó a correr tras ella y Joe, tras dejar dinero en la mesa para la cuenta, los siguió a paso ligero. De ninguna manera dejaría que Eric la llevara a casa.
—Lárgate, Hartmann —le dijo cuando les dio alcance—. Yo me encargo de que llegue a casa.
—Por si no te has dado cuenta, _____ está conmigo —repuso Eric.
—Ya no. Vamos, _____.
— ¿Se puede saber qué te pasa? —preguntó ésta.
—Pasa que este tipo...
—Este tipo es mi cita y está claro que tenemos que discutir unas cuantas cosas —dijo _____ mientras se encaminaba al Porsche de Hartmann.
—Te equivocas —Joe la agarró por la cintura y luego se la subió a un hombro.
— ¿Qué haces?
—Te llevo a casa.
—Un momento, Jonas —terció Hartmann—. Ya la has oído: _____ y yo tenemos que hablar.
—Escríbele una carta —repuso Joe mientras abría la puerta de su furgoneta.
— ¡Bájame ahora mismo!
—Lo que tú digas —Joe la dejó caer sobre el asiento del pasajero y cerró de un portazo.
—No puedes impedir que vea a _____ —dijo Hartmann.
— ¿Estás seguro? —preguntó éste, justo antes de plantarle el puño en la cara.
— ¡Joe! —gritó _____, la cual le agarró un brazo antes de que volviera a golpear a Eric.
—Estás loco —lo acusó éste—. Creo que me has roto la mandíbula.
—Como vuelvas a acercarte a ella —le advirtió Joe, al tiempo que ponía un pie sobre el pecho de Hartmann—, te romperé hasta el último hueso del cuerpo.
Al llegar a la altura de su casa, _____ se bajó de la furgoneta sin esperar siquiera a que Joe hubiera frenado del todo.
— ¿Estás loca? —exclamó éste—. ¡_____!, ¡espera un segundo!
Pero ella subió las escaleras que daban a su casa, introdujo las llaves en la cerradura y, justo cuando Joe llegaba, cerró, dándole con la puerta en las narices.
— ¡_____! —Joe golpeó con un puño—. Abre, _____. Tengo que hablar contigo.
—Haberlo hecho antes de convertirme en el hazmerreír de la cafetería.
—Eso es lo que quiero explicarte —contestó él, desesperado—. Yo...
—No me interesan tus explicaciones, Fitzpatric. Y no quiero verte —añadió, al tiempo que apagaba las luces de casa.
— ¡Maldita sea, _____!
Ésta se dirigió a su cuarto, todavía furiosísima por lo que había sucedido. Nunca había pasado tanta vergüenza en toda su vida. ¿Por qué no le había contado Joe lo de la vasectomía, sin más, en vez de montarle aquella escena?
—Porque es un estúpido. Por eso mismo —murmuró mientras se descalzaba.
Por más años que viviera, jamás comprendería a los hombres. Y el hombre al que menos entendía era Joe Jonas. Toda la vida la había enloquecido, pero lo de esa noche... esa noche había ido demasiado lejos. Estuviera de acuerdo o no con sus intenciones, no tenía derecho a interferir de esa manera, a tratarla como si fuera una marioneta indefensa. Él no era su hermano, y mucho menos su amante. Puede que le hubiera pedido que investigara a sus candidatos, de acuerdo; pero de ahí a interrumpir la cita...
«Aunque, sinceramente», se dijo _____: «¿de verdad lo estabas pasando bien con Eric?», se preguntó a su pesar.
Pero y qué. Aunque la velada no hubiese sido tan fabulosa como había esperado, aunque estuviera algo cansada de oír hablar a Eric sobre su ascenso y el sueldo tan maravilloso que tendría... aunque reconociera que no había habido tanta química como en los encuentros anteriores, Hartmann era un hombre brillante, educado, responsable, guapo...
Y ella había estado comportándose como una idiota, riéndole todas las gracias, hasta que Joe se había presentado.
¿A santo de qué aparecía, comportándose como el guardián de su virtud?
Ella no necesitaba proteger su virtud y, desde luego, no necesitaba que Joe se comportara como... como un amante celoso.
_____ se estremeció al pensar en Joe como su amante. No, el hecho de haber compartido un par de besos no variaba nada: ellos eran amigos, nada más. ¿No era eso lo que se habían dicho mil veces en los últimos tiempos?
Joe sólo estaba interesada en ella como amiga, lo cual era perfecto, pues a ella le ocurría lo mismo...
« ¿Estás segura, _____?», le preguntó una vocecilla dentro de su cabeza. Él estómago se le encogió y sintió un escalofrío al recordar el tórrido beso que se habían dado la noche de la cena de cumpleaños. Nadie la había besado así jamás, de un modo tan hambriento y posesivo... Pero no, no podía permitirse enamorarse de él. De ninguna manera.
Se bajó la cremallera del vestido de un tirón decidido, lo dejó caer al suelo en torno a sus tobillos y suspiró, como si, de alguna manera, pudiera liberarse también del bochorno que había pasado.
— ¡Maldita sea, _____! Casi me rompes la nariz —dijo Joe mientras entraba desbocado en su dormitorio... justo antes de frenar en seco....
Kari_JB
Re: Demasiado Perfecto (Joe y Tu) Adaptacion
owww la tienes que seguir!!!
Joe esta celoso!!!
Siguela!
Joe esta celoso!!!
Siguela!
aranzhitha
Re: Demasiado Perfecto (Joe y Tu) Adaptacion
Aaaaaaaaahhhhh!!!!!!....... sigueeeeee!!!!!...... no la puedes dejar asiiiii!!!!!...... mueroooo!!!!!...... muerooooo!!!
chelis
Re: Demasiado Perfecto (Joe y Tu) Adaptacion
:O
OH dios mio! pero que escenita!! ahahha siguela porfavor
OH dios mio! pero que escenita!! ahahha siguela porfavor
helado00
Re: Demasiado Perfecto (Joe y Tu) Adaptacion
omg :omg: no me imagino q estará viendo siguelaaaaaaaaaaa
ElitzJb
Re: Demasiado Perfecto (Joe y Tu) Adaptacion
Capitulo 7
Joe se quedó sin respiración al ver a _____ sin más ropa que unas medias negras y unas braguitas a juego. La luz de la luna la iluminaba y parecía haberla paralizado. Sólo sus ojos se movían encendidos, con la misma pasión que había consumido a Joe desde que la había encontrado esa noche en la cafetería, con aquel vestido tan sugerente.
El deseo lo golpeó a la velocidad del sonido y desbocó el ritmo de sus latidos. Quería tocarla, memorizar su cuerpo con las manos, con la boca, igual que la estaba recorriendo con los ojos.
— ¡Joe! —gritó _____ al ver que éste daba un paso al frente—. ¿Qué... qué haces aquí?, ¿cómo has entrado? —le preguntó mientras se agachaba para recoger el vestido y cubrirse con él, a modo de escudo.
Joe se obligó a mirar hacia una maceta que había detrás de _____, a fin de no avivar el fervor insano que a punto había estado de llevarle a cometer una locura.
—He entrado con la llave que me diste —repuso cuando por fin logró hablar—. ¿Recuerdas que nos intercambiamos una copia de las llaves hace mucho? —añadió. Pero, mientras que _____ había usado la suya con frecuencia para regar las plantas de Joe en su ausencia, éste nunca había tenido ocasión de emplearla... hasta esa noche.
—No deberías haber venido. ¿No te parece que ya has hecho suficiente?
Era verdad, reconoció él, apesadumbrado. Había manejado muy mal la situación.
—Yo... tenemos que hablar.
—Ya te he dicho que no quiero hablar más esta noche. Quiero que te vayas. Ya... ya hablaremos más adelante.
—No es posible. Tenemos que hablar ahora —insistió él. De nuevo la miró al cuerpo y sintió las garras de la lascivia al verla casi desnuda y ruborizada—. No puedo esperar.
—Está bien —accedió _____ con voz trémula—. Pero haz el favor de esperarme en la otra habitación mientras me visto.
—Vale, te espero fuera —contestó Joe. Y quizá, mientras tanto, conseguiría controlar sus hormonas y descubrir qué demonios le ocurría para radiografiar a _____ de ese modo tan lujurioso.
Cinco minutos después, recuperada cierta serenidad, miró por la ventana hacia las nubes que cubrían el horizonte. Nubes que poblaban también su cabeza y que le impedían comprender la química que se desataba cada vez que _____ y él estaban cerca.
—Bueno, ¿qué es eso tan importante que tienes que decirme? — preguntó ésta de pronto.
—Yo... ¿te importa sentarte, por favor? _____ tomó asiento en un sofá y miró a Joe con reservas.
—Ya estoy sentada.
Joe se sentó en un silla frente a ella y le mantuvo la mirada.
—Antes que nada, te pido disculpas por mi comportamiento de esta noche —arrancó él, sin obtener respuesta alguna por parte de _____—. Parece que últimamente no hago otra cosa que pedirte perdón por una cosa o por otra. Supongo que estarás cansándote de oírme decirte que lo siento, ¿no?
—Sí, me estoy cansando. ¿De verdad crees que con eso compensas la vergüenza que me has hecho pasar? Me has humillado en medio de una cafetería llena de gente, delante de un hombre que me interesa.
—Nunca fue mi intención incomodarte —repuso Joe, apesadumbrado.
—Pero eso no cambia las cosas. ¿Por qué elegiste la cafetería para contarme lo de la vasectomía de Eric?
—Porque no tenía otra opción —repuso Joe—. No estaba seguro de lo serio que ibas con Hartmann. Llevabas saliendo tres noches seguidas con él y decías que le ibas a pedir que te dejara embarazada... a pesar de que te había dicho que esperaras a que terminase de investigarlo.
—No quería esperar —_____ se encogió de hombros—. Además, ibas muy despacio.
—No quería precipitarme.
—Y no tenías ninguna prueba contra Eric: ni multas de tráfico ni detenciones policiales, deudas... —replicó _____—. Reconozco que no sabía lo de la vasectomía, pero deberías habérmelo dicho en privado.
—No lo he descubierto hasta esta tarde, y tú ya te habías ido con tu Romeo —contestó Joe—. Mira, no sirve de nada que discutamos ahora si debería o no haberme enfrentado a Hartmann. Lo cierto es que lo he hecho y volvería a hacerlo si con ello te ahorrara hacer algo de lo que más tarde te arrepentirías.
—Quizá no me habría arrepentido.
— ¡Por Dios, _____!, ¡está casado!
— ¿Casado? —repitió ella, súbitamente pálida.
—Sí —Joe se acercó a _____, se arrodilló a su lado y le agarró las manos con cariño—. Tiene mujer y dos hijos en Houston.
— ¡Dios! —exclamó ella—. ¿Cómo he podido ser tan tonta? —añadió cubriéndose la cara con las manos.
—No has sido tonta —Joe le levantó la barbilla y la miró a los ojos—. Es Hartmann el que ha sido muy listo.
—No, debería haberme dado cuenta. Era evidente: todos esos viajes de negocios los fines de semana o los días de vacaciones. Siempre hemos quedado entre semana... Sólo una idiota no sabe sumar dos más dos. Tenía que haber intuido que había gato encerrado.
—Bueno, los gatos saben esconder sus uñas...
—Gracias —repuso _____, esbozando una débil sonrisa—. Pero he sido demasiado ingenua.
—No seas tan dura contigo, Malloy. Piensa que podría haber sido peor. Imagínate que te acuestas con ese cerdo y luego te enteras de que tiene familia.
—Es verdad —_____ se estremeció—. Pobre esposa. Cuando pienso lo cerca que he estado de...
—Pero no lo has hecho —Joe, conmovido por el dolor de _____, la estrechó entre sus brazos—. Lo importante es que no has hecho nada de lo que tengas que avergonzarte —añadió mientras le acariciaba la espalda y le daba un beso en el pelo para consolarla.
—Gracias a ti —susurró ella.
Se acurrucó en el pecho de Joe, el cual no pudo evitar que el deseo volviese a azotarlo. Con todo, siguió haciéndole caricias con dulzura y dándole besitos en el pelo.
—Tranquila, cariño —trató de consolarla cuando ella empezó a agitar los hombros.
Pero _____ continuó emitiendo sonidos sollozantes. Incapaz de soportar su sufrimiento, Joe la apretó con más fuerza, le dio otro beso en el pelo, y luego otro en la oreja, en la mejilla...
— ¿Estás mejor? —le preguntó entonces—. Bien. Si no le he roto la mandíbula a ese gusano, se la romperé más adelante por haberte hecho tanto daño —añadió después de que _____ asintiera.
—Joe...
— ¿Sí?
—Eric no me ha roto el corazón.
—Tranquila, cielo. A mí no me tienes que mentir —repuso él, sin dejar de abrazarla—. Y tampoco tienes que ocultar tus lágrimas delante de mí.
—No te miento —aseguró _____ tras echarse un poco hacía detrás, para poder mirarlo bien a la cara—. Y no estaba llorando. Me estaba riendo.
— ¿Riendo?
—Sí. Aunque pensaba que Eric era un hombre agradable, era más aburrido que un funeral. Ya no sabía cómo animarme para acostarme con él y quedarme embarazada.
—Creía que estabas enamorada de él —confesó Joe.
— ¿Enamorada?, ¿de dónde te sacas esa idea?
— ¿De dónde crees? De ti —repuso él—. No has tenido un segundo libre para mí en la última semana, y cada vez que conseguía verte un momentito, no hacías otra cosa que hablarme de Hartmann.
—No me había dado cuenta de que me estabas echando de menos —dijo _____, sonriente.
Y, por mucho que le costara reconocerlo, lo cierto era que así había sido... _____ Malloy llevaba siendo su amiga desde hacía años, pero había empezado a despertar otros sentimientos más peligrosos, relacionados con el hecho de que ella era una mujer y él, un hombre.
_____ lo miró con lascivia y, animado por el brillo que había destellado en sus ojos, Joe la besó con fuerza e introdujo la lengua para saborearla, como llevaba deJoedo toda la tarde. Se retiró un segundo y, al ver que ella no se apartaba, volvió a buscar su boca con pasión y ternura al mismo tiempo.
Sus labios se unieron con facilidad y cuando _____ gimió de placer, Joe terminó de perder el control, liberó sus labios y bajó hacia la barbilla, hacia el cuello...
La miró de nuevo y advirtió en los ojos de ella el reflejo de su propia necesidad. De hecho, fue _____ la que, en esa ocasión, volvió a apretar los labios contra los de Joe. Éste, por su parte, no comprendía cómo no era capaz de detenerse, para que todo quedara en un simple beso. Tenía treinta y dos años y hacía tiempo que había dejado de ser un adolescente impulsivo, pero sus manos no paraban de acariciarle la cintura, las caderas, los pechos...
Oyó un ruido. A pesar de la confusión, notó que algo iba mal y, un segundo después, una de las patas del sofá crujió y ambos terminaron en el suelo.
— ¿Estás bien? —le preguntó Joe, el cual se había hecho sangre al morderse un labio en la caída.
—Sí, no... —vaciló _____, tratando de tomar aire—. Sabía que debería haber usado un pegamento más fuerte para arreglar esa pata —añadió.
—Yo te la arreglaré.
—No te preocupes —repuso ella, de pronto asustada como un conejillo ante un zorro—. ¿Tú estás bien? —agregó al tiempo que se ponía de pie.
—Sí —Joe se incorporó y frunció el ceño—. ¿Qué pasa, _____? —le preguntó, tomándole las manos.
—Yo... tú... tú sabes que esto es una locura, ¿verdad? Ninguno de los dos queremos que un poco de química estropee nuestra relación y, bueno, sí, yo lo que creo es que debemos olvidar lo que ha pasado, aunque no ha pasado nada, porque no ha pasado nada, ¿verdad? ¡Dios!, ¿ya son las doce? —dijo _____, nerviosa, a todo correr.
—Sí, pero...
—Y mañana tenemos que madrugar —lo interrumpió ella—. Será mejor que nos acostemos ya... Quiero decir que durmamos... que cada uno se vaya a su cama... sin el otro —añadió balbuceante.
—_____, cielo...
—Gracias por todo, Joe. Eres el mejor amigo que una chica puede tener —lo cortó ella.
Y, antes de que pudiera contestar, le plantó un beso fugaz en los labios y lo echó de casa.
Como no se rebanara el pescuezo, no veía ninguna excusa para librarse de la barbacoa anual que los Jonas preparaban cada verano. Había conseguido esquivar a Joe durante los pasados diez días, en parte gracias a un encargo que lo había hecho salir de la ciudad; pero ahora había regresado y tendría que encararlo...
Aunque quizá no fuera demasiado tarde para aceptar la invitación de Scott para salir a bailar, o para llamar a Paul y pedirle que tomaran un café. Pero no: después del patinazo que se había dado con Eric, había decidido no apresurarse con los otros dos candidatos. Además, cada vez le resultaba más difícil pensar en proponerles que la dejaran embarazada, pues era a Joe al que quería tener como padre de su bebé.
Finalmente, consciente de que antes o después tendría que hacerle frente, se resignó a asistir a la barbacoa a la que la habían invitado el señor y la señora Jonas.
Por otra parte, algunos de los mejores recuerdos de su infancia estaban ligados a aquellas barbacoas veraniegas. Para una hija única que había crecido sin su padre, sin recibir el cariño de sus padrastros, aquellas reuniones eran una de las pocas ocasiones en las que se sentía parte de una gran familia. No había faltado a ni una sola barbacoa desde que conocía a los Jonas, y si llamaba diciendo que estaba enferma, seguro que los hermanos se presentarían con cualquier jarabe extraño para sacarla de casa.
No, tenía que acudir y, de alguna manera, haría lo posible por no mostrarle a Joe lo mucho que la habían afectado los besos y caricias de su último encuentro.
Debía reconocer que, a pesar de sus esfuerzos por evitarlo, Joe había logrado abrirse un camino hacia su corazón. Y lo peor de todo era que cada vez que se besaban, oía campanas de boda, veía bebés que se parecían a él y soñaba con finales felices de cuentos de hadas.
En cualquier caso, apreciaba su amistad lo suficiente como para no confesarle sus sentimientos y hacerlo sentirse culpable por tener que rechazarla...
Por fin, después de vestirse y arreglarse, agarró las llaves y salió de casa, determinada a afrontar sus temores y a continuar relacionándose con Joe como los amigos que siempre habían sido.
Relacionarse con Joe como si sólo fueran amigos no iba a resultar sencillo, comprendió _____ dos horas más tarde, mientras bebía una limonada y lo miraba jugar al fútbol con sus hermanos. Los tres eran hombres fuertes, morenos, de ojos azules y mirada seductora; pero, para ella, el más letal de todos era Joe. Llevaba camiseta y pantalones de deporte, y el mero hecho de ver sus músculos contraerse y estirarse le aceleraba el ritmo cardiaco.
— ¡Joe!, ¡Joe!, ¡quiero caballito! —lo llamó una de sus primas pequeñas. Un segundo después, Joe se agachó y se colocó a la pequeñaza sobre los hombros... lo cual contribuyó a que el corazón de _____ diera otro salto mortal. Como si necesitara ayuda. Su traicionero corazón estaba intentando convencerla de que el hecho de que Joe hubiera ido sin Heather podía significar que quizá, sólo quizá, tuviera razón al pensar que no podía haberla besado con tanta ternura y necesidad sin sentir por ella un afecto más profundo al de la mera amistad.
—Por fin a salvo —dijo de pronto Molly. Amiga de _____ desde la infancia, se había mudado a Chicago hacía sólo un año y toda la familia se había volcado con ella para que se sintiera como en casa—. No veas la charla que me ha echado el tío Keegan por intentar ocuparme de la parrilla.
—Ya me imagino —repuso _____, sabedora de lo tradicionales que eran los hombres de la familia Jonas.
—Menos mal que la tía sabe cómo ponerlos firmes —comentó Molly, en alusión a la madre de Joe y sus tres hermanos—. Desde luego, es admirable. Muy pocas mujeres serían capaces de mantener el tipo en una familia con tantos hombres... De lo único que se queja es de que sólo esté embarazada la mujer de Ryan. Según ella, los cuatro deberían estar casados, para darle todos los nietos que se merece. No le gusta nada que Michael y Joe hayan pasado de los treinta y sigan los dos solteros.
— ¡Qué curioso! Mi madre me ha dado la barrila con lo mismo hace un ratito. ¿Cómo haces tú para que te dejen tranquila? —preguntó _____.
—Muy fácil: les he dicho a mis padres que estoy viéndome con un hombre.
— ¿Es verdad?
—Lo estaba —Molly se encogió de hombros—. Pero las cosas no han salido adelante. Estoy pensando en irme a trabajar a Louisiana... ¿Y qué me dices de ti?, ¿cómo va la Operación Bebé?
—Despacio —_____ frunció el ceño—. No está siendo tan sencillo como creía. ¿Te acuerdas del representante del que te hablé? Pues resulta que estaba casado y tenía dos hijos —añadió después de que Molly asintiera.
— ¡Qué asqueroso!
—Exacto —dijo _____, indignada—. Pero aún me quedan Paul y Scott. Espero que alguno de los dos me sirva.
— ¿El profesor de español y el corredor de Bolsa?
—Sí. He salido con ellos una o dos veces, pero quiero esperar a que Joe termine de investigarlos.
—Me parece prudente —afirmó Molly—. Pero sigo pensando que deberías escoger a alguien a quien ya conozcas, en quien confíes... como mi primo.
—No digas tonterías —contestó _____.
— ¿Por qué tonterías? Os conocéis de toda la vida. Además, mi tía me ha comentado que tenéis una relación medio seria.
—No sé por qué te habrá dicho algo así la señora Jonas — repuso _____, ruborizada—. Todo el mundo sabe que Joe y yo sólo somos amigos.
—En realidad me refería a Michael —dijo Molly tras permanecer unos segundos callada—. Tengo entendido que habéis estado saliendo.
_____ le dio un sorbo a su limonada para librarse del escrutinio de su amiga.
—Michael y yo salimos un par de veces, pero no llegó a ser nada serio. Decidimos que estábamos mejor como amigos. No había la química...
—Que existe entre Joe y tú —completó Molly.
— ¿De qué hablas? Estás totalmente equivocada.
—¿Seguro?
—Sí —afirmó _____ con énfasis—. Joe y yo sólo somos amigos.
—Lo siento, pero mientes fatal —insistió Molly—. Vamos, _____, que estás hablando conmigo. ¿Tengo que recordarte cuando llorabas sobre mi hombro con trece años, porque habías decidido casarte con él después de que te enseñara lo que era un beso francés, y luego se pusiera a salir con Kimberley?
—Molly...
—Dime la verdad: ¿estás enamorado de él?
—No quiero hablar del tema —se resistió _____.
—Vamos, puedes decírmelo. Siempre nos los hemos contado todo — siguió acosándola Molly—. ¿Acaso no te dejé que me hicieras el agujero para mis primeros pendientes?
—Sí, y recuerdo que las dos acabamos en el médico con la oreja llena de sangre.
—Lo que nos hizo hermanas de sangre —Molly sonrió—. Y como soy tu hermana de sangre, no hay nada que no puedas contarme.
—Lamento interrumpir esta fascinante conversación —intervino Joe con tono divertido—. ¿Te importa dejarnos solos, prima? Tengo que hablar con _____ —añadió.
—Por mí adelante —contestó Molly encantada—. No me importa escuchar.
—Pero a mí sí —repuso Joe—, Vamos, quiero hablar con ella a solas...
El deseo lo golpeó a la velocidad del sonido y desbocó el ritmo de sus latidos. Quería tocarla, memorizar su cuerpo con las manos, con la boca, igual que la estaba recorriendo con los ojos.
— ¡Joe! —gritó _____ al ver que éste daba un paso al frente—. ¿Qué... qué haces aquí?, ¿cómo has entrado? —le preguntó mientras se agachaba para recoger el vestido y cubrirse con él, a modo de escudo.
Joe se obligó a mirar hacia una maceta que había detrás de _____, a fin de no avivar el fervor insano que a punto había estado de llevarle a cometer una locura.
—He entrado con la llave que me diste —repuso cuando por fin logró hablar—. ¿Recuerdas que nos intercambiamos una copia de las llaves hace mucho? —añadió. Pero, mientras que _____ había usado la suya con frecuencia para regar las plantas de Joe en su ausencia, éste nunca había tenido ocasión de emplearla... hasta esa noche.
—No deberías haber venido. ¿No te parece que ya has hecho suficiente?
Era verdad, reconoció él, apesadumbrado. Había manejado muy mal la situación.
—Yo... tenemos que hablar.
—Ya te he dicho que no quiero hablar más esta noche. Quiero que te vayas. Ya... ya hablaremos más adelante.
—No es posible. Tenemos que hablar ahora —insistió él. De nuevo la miró al cuerpo y sintió las garras de la lascivia al verla casi desnuda y ruborizada—. No puedo esperar.
—Está bien —accedió _____ con voz trémula—. Pero haz el favor de esperarme en la otra habitación mientras me visto.
—Vale, te espero fuera —contestó Joe. Y quizá, mientras tanto, conseguiría controlar sus hormonas y descubrir qué demonios le ocurría para radiografiar a _____ de ese modo tan lujurioso.
Cinco minutos después, recuperada cierta serenidad, miró por la ventana hacia las nubes que cubrían el horizonte. Nubes que poblaban también su cabeza y que le impedían comprender la química que se desataba cada vez que _____ y él estaban cerca.
—Bueno, ¿qué es eso tan importante que tienes que decirme? — preguntó ésta de pronto.
—Yo... ¿te importa sentarte, por favor? _____ tomó asiento en un sofá y miró a Joe con reservas.
—Ya estoy sentada.
Joe se sentó en un silla frente a ella y le mantuvo la mirada.
—Antes que nada, te pido disculpas por mi comportamiento de esta noche —arrancó él, sin obtener respuesta alguna por parte de _____—. Parece que últimamente no hago otra cosa que pedirte perdón por una cosa o por otra. Supongo que estarás cansándote de oírme decirte que lo siento, ¿no?
—Sí, me estoy cansando. ¿De verdad crees que con eso compensas la vergüenza que me has hecho pasar? Me has humillado en medio de una cafetería llena de gente, delante de un hombre que me interesa.
—Nunca fue mi intención incomodarte —repuso Joe, apesadumbrado.
—Pero eso no cambia las cosas. ¿Por qué elegiste la cafetería para contarme lo de la vasectomía de Eric?
—Porque no tenía otra opción —repuso Joe—. No estaba seguro de lo serio que ibas con Hartmann. Llevabas saliendo tres noches seguidas con él y decías que le ibas a pedir que te dejara embarazada... a pesar de que te había dicho que esperaras a que terminase de investigarlo.
—No quería esperar —_____ se encogió de hombros—. Además, ibas muy despacio.
—No quería precipitarme.
—Y no tenías ninguna prueba contra Eric: ni multas de tráfico ni detenciones policiales, deudas... —replicó _____—. Reconozco que no sabía lo de la vasectomía, pero deberías habérmelo dicho en privado.
—No lo he descubierto hasta esta tarde, y tú ya te habías ido con tu Romeo —contestó Joe—. Mira, no sirve de nada que discutamos ahora si debería o no haberme enfrentado a Hartmann. Lo cierto es que lo he hecho y volvería a hacerlo si con ello te ahorrara hacer algo de lo que más tarde te arrepentirías.
—Quizá no me habría arrepentido.
— ¡Por Dios, _____!, ¡está casado!
— ¿Casado? —repitió ella, súbitamente pálida.
—Sí —Joe se acercó a _____, se arrodilló a su lado y le agarró las manos con cariño—. Tiene mujer y dos hijos en Houston.
— ¡Dios! —exclamó ella—. ¿Cómo he podido ser tan tonta? —añadió cubriéndose la cara con las manos.
—No has sido tonta —Joe le levantó la barbilla y la miró a los ojos—. Es Hartmann el que ha sido muy listo.
—No, debería haberme dado cuenta. Era evidente: todos esos viajes de negocios los fines de semana o los días de vacaciones. Siempre hemos quedado entre semana... Sólo una idiota no sabe sumar dos más dos. Tenía que haber intuido que había gato encerrado.
—Bueno, los gatos saben esconder sus uñas...
—Gracias —repuso _____, esbozando una débil sonrisa—. Pero he sido demasiado ingenua.
—No seas tan dura contigo, Malloy. Piensa que podría haber sido peor. Imagínate que te acuestas con ese cerdo y luego te enteras de que tiene familia.
—Es verdad —_____ se estremeció—. Pobre esposa. Cuando pienso lo cerca que he estado de...
—Pero no lo has hecho —Joe, conmovido por el dolor de _____, la estrechó entre sus brazos—. Lo importante es que no has hecho nada de lo que tengas que avergonzarte —añadió mientras le acariciaba la espalda y le daba un beso en el pelo para consolarla.
—Gracias a ti —susurró ella.
Se acurrucó en el pecho de Joe, el cual no pudo evitar que el deseo volviese a azotarlo. Con todo, siguió haciéndole caricias con dulzura y dándole besitos en el pelo.
—Tranquila, cariño —trató de consolarla cuando ella empezó a agitar los hombros.
Pero _____ continuó emitiendo sonidos sollozantes. Incapaz de soportar su sufrimiento, Joe la apretó con más fuerza, le dio otro beso en el pelo, y luego otro en la oreja, en la mejilla...
— ¿Estás mejor? —le preguntó entonces—. Bien. Si no le he roto la mandíbula a ese gusano, se la romperé más adelante por haberte hecho tanto daño —añadió después de que _____ asintiera.
—Joe...
— ¿Sí?
—Eric no me ha roto el corazón.
—Tranquila, cielo. A mí no me tienes que mentir —repuso él, sin dejar de abrazarla—. Y tampoco tienes que ocultar tus lágrimas delante de mí.
—No te miento —aseguró _____ tras echarse un poco hacía detrás, para poder mirarlo bien a la cara—. Y no estaba llorando. Me estaba riendo.
— ¿Riendo?
—Sí. Aunque pensaba que Eric era un hombre agradable, era más aburrido que un funeral. Ya no sabía cómo animarme para acostarme con él y quedarme embarazada.
—Creía que estabas enamorada de él —confesó Joe.
— ¿Enamorada?, ¿de dónde te sacas esa idea?
— ¿De dónde crees? De ti —repuso él—. No has tenido un segundo libre para mí en la última semana, y cada vez que conseguía verte un momentito, no hacías otra cosa que hablarme de Hartmann.
—No me había dado cuenta de que me estabas echando de menos —dijo _____, sonriente.
Y, por mucho que le costara reconocerlo, lo cierto era que así había sido... _____ Malloy llevaba siendo su amiga desde hacía años, pero había empezado a despertar otros sentimientos más peligrosos, relacionados con el hecho de que ella era una mujer y él, un hombre.
_____ lo miró con lascivia y, animado por el brillo que había destellado en sus ojos, Joe la besó con fuerza e introdujo la lengua para saborearla, como llevaba deJoedo toda la tarde. Se retiró un segundo y, al ver que ella no se apartaba, volvió a buscar su boca con pasión y ternura al mismo tiempo.
Sus labios se unieron con facilidad y cuando _____ gimió de placer, Joe terminó de perder el control, liberó sus labios y bajó hacia la barbilla, hacia el cuello...
La miró de nuevo y advirtió en los ojos de ella el reflejo de su propia necesidad. De hecho, fue _____ la que, en esa ocasión, volvió a apretar los labios contra los de Joe. Éste, por su parte, no comprendía cómo no era capaz de detenerse, para que todo quedara en un simple beso. Tenía treinta y dos años y hacía tiempo que había dejado de ser un adolescente impulsivo, pero sus manos no paraban de acariciarle la cintura, las caderas, los pechos...
Oyó un ruido. A pesar de la confusión, notó que algo iba mal y, un segundo después, una de las patas del sofá crujió y ambos terminaron en el suelo.
— ¿Estás bien? —le preguntó Joe, el cual se había hecho sangre al morderse un labio en la caída.
—Sí, no... —vaciló _____, tratando de tomar aire—. Sabía que debería haber usado un pegamento más fuerte para arreglar esa pata —añadió.
—Yo te la arreglaré.
—No te preocupes —repuso ella, de pronto asustada como un conejillo ante un zorro—. ¿Tú estás bien? —agregó al tiempo que se ponía de pie.
—Sí —Joe se incorporó y frunció el ceño—. ¿Qué pasa, _____? —le preguntó, tomándole las manos.
—Yo... tú... tú sabes que esto es una locura, ¿verdad? Ninguno de los dos queremos que un poco de química estropee nuestra relación y, bueno, sí, yo lo que creo es que debemos olvidar lo que ha pasado, aunque no ha pasado nada, porque no ha pasado nada, ¿verdad? ¡Dios!, ¿ya son las doce? —dijo _____, nerviosa, a todo correr.
—Sí, pero...
—Y mañana tenemos que madrugar —lo interrumpió ella—. Será mejor que nos acostemos ya... Quiero decir que durmamos... que cada uno se vaya a su cama... sin el otro —añadió balbuceante.
—_____, cielo...
—Gracias por todo, Joe. Eres el mejor amigo que una chica puede tener —lo cortó ella.
Y, antes de que pudiera contestar, le plantó un beso fugaz en los labios y lo echó de casa.
Como no se rebanara el pescuezo, no veía ninguna excusa para librarse de la barbacoa anual que los Jonas preparaban cada verano. Había conseguido esquivar a Joe durante los pasados diez días, en parte gracias a un encargo que lo había hecho salir de la ciudad; pero ahora había regresado y tendría que encararlo...
Aunque quizá no fuera demasiado tarde para aceptar la invitación de Scott para salir a bailar, o para llamar a Paul y pedirle que tomaran un café. Pero no: después del patinazo que se había dado con Eric, había decidido no apresurarse con los otros dos candidatos. Además, cada vez le resultaba más difícil pensar en proponerles que la dejaran embarazada, pues era a Joe al que quería tener como padre de su bebé.
Finalmente, consciente de que antes o después tendría que hacerle frente, se resignó a asistir a la barbacoa a la que la habían invitado el señor y la señora Jonas.
Por otra parte, algunos de los mejores recuerdos de su infancia estaban ligados a aquellas barbacoas veraniegas. Para una hija única que había crecido sin su padre, sin recibir el cariño de sus padrastros, aquellas reuniones eran una de las pocas ocasiones en las que se sentía parte de una gran familia. No había faltado a ni una sola barbacoa desde que conocía a los Jonas, y si llamaba diciendo que estaba enferma, seguro que los hermanos se presentarían con cualquier jarabe extraño para sacarla de casa.
No, tenía que acudir y, de alguna manera, haría lo posible por no mostrarle a Joe lo mucho que la habían afectado los besos y caricias de su último encuentro.
Debía reconocer que, a pesar de sus esfuerzos por evitarlo, Joe había logrado abrirse un camino hacia su corazón. Y lo peor de todo era que cada vez que se besaban, oía campanas de boda, veía bebés que se parecían a él y soñaba con finales felices de cuentos de hadas.
En cualquier caso, apreciaba su amistad lo suficiente como para no confesarle sus sentimientos y hacerlo sentirse culpable por tener que rechazarla...
Por fin, después de vestirse y arreglarse, agarró las llaves y salió de casa, determinada a afrontar sus temores y a continuar relacionándose con Joe como los amigos que siempre habían sido.
Relacionarse con Joe como si sólo fueran amigos no iba a resultar sencillo, comprendió _____ dos horas más tarde, mientras bebía una limonada y lo miraba jugar al fútbol con sus hermanos. Los tres eran hombres fuertes, morenos, de ojos azules y mirada seductora; pero, para ella, el más letal de todos era Joe. Llevaba camiseta y pantalones de deporte, y el mero hecho de ver sus músculos contraerse y estirarse le aceleraba el ritmo cardiaco.
— ¡Joe!, ¡Joe!, ¡quiero caballito! —lo llamó una de sus primas pequeñas. Un segundo después, Joe se agachó y se colocó a la pequeñaza sobre los hombros... lo cual contribuyó a que el corazón de _____ diera otro salto mortal. Como si necesitara ayuda. Su traicionero corazón estaba intentando convencerla de que el hecho de que Joe hubiera ido sin Heather podía significar que quizá, sólo quizá, tuviera razón al pensar que no podía haberla besado con tanta ternura y necesidad sin sentir por ella un afecto más profundo al de la mera amistad.
—Por fin a salvo —dijo de pronto Molly. Amiga de _____ desde la infancia, se había mudado a Chicago hacía sólo un año y toda la familia se había volcado con ella para que se sintiera como en casa—. No veas la charla que me ha echado el tío Keegan por intentar ocuparme de la parrilla.
—Ya me imagino —repuso _____, sabedora de lo tradicionales que eran los hombres de la familia Jonas.
—Menos mal que la tía sabe cómo ponerlos firmes —comentó Molly, en alusión a la madre de Joe y sus tres hermanos—. Desde luego, es admirable. Muy pocas mujeres serían capaces de mantener el tipo en una familia con tantos hombres... De lo único que se queja es de que sólo esté embarazada la mujer de Ryan. Según ella, los cuatro deberían estar casados, para darle todos los nietos que se merece. No le gusta nada que Michael y Joe hayan pasado de los treinta y sigan los dos solteros.
— ¡Qué curioso! Mi madre me ha dado la barrila con lo mismo hace un ratito. ¿Cómo haces tú para que te dejen tranquila? —preguntó _____.
—Muy fácil: les he dicho a mis padres que estoy viéndome con un hombre.
— ¿Es verdad?
—Lo estaba —Molly se encogió de hombros—. Pero las cosas no han salido adelante. Estoy pensando en irme a trabajar a Louisiana... ¿Y qué me dices de ti?, ¿cómo va la Operación Bebé?
—Despacio —_____ frunció el ceño—. No está siendo tan sencillo como creía. ¿Te acuerdas del representante del que te hablé? Pues resulta que estaba casado y tenía dos hijos —añadió después de que Molly asintiera.
— ¡Qué asqueroso!
—Exacto —dijo _____, indignada—. Pero aún me quedan Paul y Scott. Espero que alguno de los dos me sirva.
— ¿El profesor de español y el corredor de Bolsa?
—Sí. He salido con ellos una o dos veces, pero quiero esperar a que Joe termine de investigarlos.
—Me parece prudente —afirmó Molly—. Pero sigo pensando que deberías escoger a alguien a quien ya conozcas, en quien confíes... como mi primo.
—No digas tonterías —contestó _____.
— ¿Por qué tonterías? Os conocéis de toda la vida. Además, mi tía me ha comentado que tenéis una relación medio seria.
—No sé por qué te habrá dicho algo así la señora Jonas — repuso _____, ruborizada—. Todo el mundo sabe que Joe y yo sólo somos amigos.
—En realidad me refería a Michael —dijo Molly tras permanecer unos segundos callada—. Tengo entendido que habéis estado saliendo.
_____ le dio un sorbo a su limonada para librarse del escrutinio de su amiga.
—Michael y yo salimos un par de veces, pero no llegó a ser nada serio. Decidimos que estábamos mejor como amigos. No había la química...
—Que existe entre Joe y tú —completó Molly.
— ¿De qué hablas? Estás totalmente equivocada.
—¿Seguro?
—Sí —afirmó _____ con énfasis—. Joe y yo sólo somos amigos.
—Lo siento, pero mientes fatal —insistió Molly—. Vamos, _____, que estás hablando conmigo. ¿Tengo que recordarte cuando llorabas sobre mi hombro con trece años, porque habías decidido casarte con él después de que te enseñara lo que era un beso francés, y luego se pusiera a salir con Kimberley?
—Molly...
—Dime la verdad: ¿estás enamorado de él?
—No quiero hablar del tema —se resistió _____.
—Vamos, puedes decírmelo. Siempre nos los hemos contado todo — siguió acosándola Molly—. ¿Acaso no te dejé que me hicieras el agujero para mis primeros pendientes?
—Sí, y recuerdo que las dos acabamos en el médico con la oreja llena de sangre.
—Lo que nos hizo hermanas de sangre —Molly sonrió—. Y como soy tu hermana de sangre, no hay nada que no puedas contarme.
—Lamento interrumpir esta fascinante conversación —intervino Joe con tono divertido—. ¿Te importa dejarnos solos, prima? Tengo que hablar con _____ —añadió.
—Por mí adelante —contestó Molly encantada—. No me importa escuchar.
—Pero a mí sí —repuso Joe—, Vamos, quiero hablar con ella a solas...
Kari_JB
Re: Demasiado Perfecto (Joe y Tu) Adaptacion
aww me mata Joe!!
Aunque se estan viendo lentos los dos!
Siguela!!
Aunque se estan viendo lentos los dos!
Siguela!!
aranzhitha
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