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Demasiado Perfecto (Joe y Tu) Adaptacion
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: Demasiado Perfecto (Joe y Tu) Adaptacion
Capitulo 9
Joe agarró a Heather por la muñeca y le apartó los brazos del cuello:— ¿Se puede saber qué haces?
—Saludarte.
—No, me refiero a qué haces aquí —aclaró Joe.
— ¿Sorprendido? —repuso Heather, sonriente—. Llamé a tu madre y le expliqué que me habías invitado, pero que tuve que decirte que no, porque se suponía que iba a tener que dar una conferencia sobre aeróbic en la Costa Oeste.
Joe recordó haberle mencionado la reunión familiar dos meses atrás. Pero eso había sido antes de que su relación con _____ hubiera cambiado. Porque ya no quería que fuera Heather quien lo abrazara, sino _____...
¡_____! Miró hacia el lugar donde la había visto por última vez y supuso que lo estaría acusando, al igual que su hermano Michael, de cambiar de mujer como de calcetines.
Lo que no era cierto. Claro que había estado enamorado en más de una ocasión, ¿pero qué hombre con más de treinta años no lo había estado? Además, él siempre se había entregado por completo y se había asegurado de que cada mujer recibiera tanto o más como él de ella. Lo que nunca había hecho era jugar con los sentimientos de nadie y, por eso, debía dejarle las cosas claras a Heather.
—Tenemos que hablar —le dijo Joe.
— ¿Estás enfadado conmigo por haber venido? —preguntó Heather, poniendo cara de puchero.
—No —repuso Joe, al tiempo que la llevaba donde no pudiera observarlos nadie—. No estoy enfadado, cariño; pero quiero que nos entendamos.
Quince minutos después, Joe le había expuesto sus razones para acabar con la relación... aunque no se había atrevido a pedirle que se marchara de la fiesta y tenía el presentimiento de que Heather tramaría algo para intentar recuperarlo.
—Casanova —lo llamó Michael—, ¿vas a jugar o no?
—En seguida —repuso Joe, contento por aquella oportunidad para escaparse de Heather.
—Muy bien, cara o cruz —le dijo su hermano mientras lanzaba una moneda al aire, sujetando la pelota de rugby con la otra.
—Cara.
—Ha salido cruz. Yo elijo primero —Michel esbozó una sonrisa malévola que no le gustó nada a Joe—. Conmigo, Malloy.
—Un momento —protestó Joe—. Sabes que _____ siempre ha jugado en mi equipo.
—Hoy no —repuso Michael—. Ven, cariño. ¿Quieres ayudarme a pegarle una paliza al equipo de mi hermano?
—Encantada —dijo ella, sonriente—. ¿Y Heather? —añadió _____ después de que hubieran seleccionado a todos los jugadores.
— ¿Con esa ropa? —preguntó Ryan.
Una vez más, Joe no pudo evitar comparar a las dos mujeres: Heather llevaba unos pantaloncitos cortos y un top diminuto que haría sudar a cualquier hombre; pero era _____, con su camiseta gastada, la que de veras lo excitaba.
—Tienes razón, primo —terció Molly—. Me parece que la dama no ha venido a jugar al rugby.
— ¿Tú qué dices, Joe? —insistió _____—. ¿Quieres preguntarle si le apetece jugar?
—No, Heather era animadora. Animará a mi equipo para que os zumbemos.
Pero dos horas más tarde, los ánimos de Heather no parecían estar funcionando demasiado. Estaban empatados a veinte y, en vez de concentrarse en la jugada, Joe no paraba de mirar a _____, cuya ropa estaba toda manchada de césped... De pronto, vio que ésta echaba a correr para interceptar un misil que le había lanzado Michael.
Reaccionó, salió disparado para dar alcance a _____, la cual avanzaba con decisión para atrapar la pelota. La atajó entre los gritos de todos los presentes y siguió hacia el final del campo. Entonces, justo al atravesar la línea, Joe se tiró encima de ella y ambos cayeron al suelo.
Y el mundo entero desapareció. De pronto, sólo estaban _____ y él, la una debajo del otro. Podía sentir su respiración entrecortada, el olor a sudor y césped... su propia erección contra el trasero de ella.
Era evidente que no la estaba contemplado como a una amiga, pensó él, deseoso de desnudarla y poseerla allí mismo, en ese preciso instante.
—Ya puedes levantarte, Joe —susurró _____—. Joe, suéltame —añadió al ver que éste no se movía.
—Sí, perdona —murmuró. Luego se puso de pie y le ofreció una mano para que se incorporara—. Un gran tanto —la felicitó sin apartar la mirada de su boca.
—Gracias...
— ¡Has estado increíble! —exclamó Michael, dándole un fuerte abrazo.
— ¡Genial! —reforzó Ryan cuando su hermano la hubo soltado—. Si no estuviera felizmente casado, te pediría ahora mismo que te casaras conmigo.
— ¿Seguimos jugando o qué? —rezongó Joe.
Y siguieron. Lo cual no hizo sino multiplicar su frustración, pues jugada tras jugada era Michael quien lanzaba, _____ quien recibía la pelota y él quien acababa tirándola y terminaba encima de ella, con los nervios a flor de piel.
El partido concluyó, con el triunfo del equipo de Michael, cuando la señora Jonas los llamó para tomar el helado que ella misma había preparado. Durante media hora, _____ pareció radiante, pero Joe advirtió que, de vez en cuando, lo miraba de reojo.
—_____, espera un momento —le dijo después de que ésta anunciara que se marchaba.
— ¿Qué pasa? —preguntó ella mientras abría la puerta de su coche.
—Me preguntaba si te apetecería cenar conmigo esta noche.
—Me encantaría, en serio; pero ya tengo planes —se excusó _____.
— ¿Una cita?
—Sí.
— ¿No será con Hartmann?
— ¿Estás loco? Jamás saldría con ese mentiroso de nuevo.
— ¿Con quién entonces?
—Con Paulo Santiago, el profesor de español del que te hablé.
—Uno de tus candidatos —comentó Joe con el ceño fruncido—. Creía que ibas a esperar hasta que lo hubiera investigado.
—Sólo vamos a cenar, Joe. Creo que podré arreglármelas sin tus informes.
—Sí, claro —dijo él, mesándose el cabello—. Sólo quería charlar un rato contigo... para explicarte lo de Heather.
—No tienes que explicarme nada. Me alegra ver que por fin has conseguido lo que querías.
—Bueno, se trata de eso: Heather y yo... nosotros... en realidad no estamos juntos.
—Tranquilo, estoy segura de que acabará cediendo. No conozco a ninguna chica que no se haya rendido a tu encanto —replicó _____—. Pero si quieres hablarme luego del tema, ya sabes que puedes. Ahora tengo que poner una lavadora antes de que me venga a recoger Paulo.
Y se marchó. Se marchó dejándolo plantado, preguntándose cómo era posible que un hombre que jamás había tenido problemas para hablar con las mujeres, no conseguía explicarle a _____ que Heather no le interesaba... Porque la única mujer que de veras le importaba era ella.
— ¿Sabes, Katherine? Con un poco más de práctica, podrías hablar español como una nativa —le dijo Paulo tres noches después.
— ¿De verdad? —preguntó _____, tratando de mostrarse entusiasmada por los halagos y la compañía de aquel hombre. Porque, en realidad, por más que lo intentara, era a Joe a quien no lograba quitarse de la cabeza.
—Seguro. De hecho, estoy pensando en viajar a España el mes que viene y me gustaría que me acompañaras —le ofreció de repente.
— ¿Quieres que vaya a España contigo?
—Sí, a España por lo menos —respondió Paulo, al tiempo que le tomaba las manos para besárselas—. También me gustaría ir a Italia; a Venecia, sobre todo. Es una ciudad muy romántica, el sitio ideal para dos amantes.
_____ miró a Paulo. Seis semanas atrás había pensado en pedirle que fuera el padre de su bebé. Seguía siendo igual de guapo, amable, paciente, y estaba segura de que era soltero. Sabía hablar tres idiomas y, por lo que contaba de sus sobrinos, era obvio que le gustaban los niños pequeños. Con todo, no la ilusionaba lo más mínimo verse con él; mucho menos compartir unas vacaciones por Europa.
—Te agradezco la invitación, pero no puedo ir —rehusó _____.
— ¿Te preocupa guardar las apariencias? Te aseguro que por mí no habrá ningún problema.
—No es eso —repuso _____.
— ¿Es por tu trabajo en la guardería? Seguro que podrás tomarte unos días de vacaciones, ¿no?
—Sí, tengo unos días libres dentro de poco. Pero no puedo, de verdad.
—Claro que sí. Iremos juntos. España te va a encantar —Paulo volvió a besarle las manos—. Te prometo que no olvidarás este viaje.
—Estoy segura de que será un viaje inolvidable para ti —_____ retiró las manos—. Pero no para mí. No voy a ir.
— ¿Pero por qué? Creía que sentías algo por mí.
—Me gustas, Paulo. Pero es que... —vaciló unos segundos, en busca de alguna excusa, y, finalmente, optó por confesar la verdad—... estoy enamorada de otro hombre.
—Eso no importa, mi vida. Yo también estoy enamorado de otra mujer. Pero eso no impide que nos sintamos atraídos y que actuemos en consecuencia.
—No te importará a ti, pero a mí no me da igual —espetó _____, desconcertada por la desfachatez de él.
—No te entiendo.
—Pues a ver si entiendes esto —repuso ella, justo antes de volcarle un vaso de agua sobre la camisa, levantarse y darse media vuelta.
—Los atraigo con imán —murmuró malhumorada—. Primero el cerdo de Eric y luego el Casanova de Santiago —añadió mientras entraba en casa.
Después de dejar las llaves y el bolso sobre una mesa, se descalzó y fue hacia su dormitorio. Allí se cambió la falda y la blusa por una camiseta y unos pantalones cómodos. Abrió la nevera y, tras descartar las pizzas y la lasaña, optó por una tarrina de helado de chocolate y un frasco de guindas.
Luego fue al salón, puso un compacto en el equipo de música y salió a la oscuridad de la terraza.
Para cuando se hubo sosegado un poco, ya había terminado la mitad del helado y había mandado a todo el género masculino a freír espárragos. Pero ni todo el helado del mundo habría aliviado el dolor que le producía pensar en Joe.
Miró hacia su casa y suspiró. Era obvio que se sentía físicamente atraído hacia ella; pero desear a alguien no era lo mismo que amarlo. Y ella lo amaba, aunque Joe no correspondiese sus sentimientos. Y precisamente porque lo amaba quería que fuese feliz... por más que eso implicara tener que verlo con Heather.
Aunque la mujer no podía ser más superficial. No hacía más que mirarse al espejo para contemplar lo guapa que era. Heather se quería demasiado a sí misma para amar de veras a Joe... el cual estaba cegado por la lujuria y no veía que con aquella mujer jamás podría ser feliz.
¿Cómo podía haber sido tan estúpida de enamorarse de él?, se preguntó, disgustada consigo misma, mientras se apoyaba en la barandilla de la terraza. Una noche más, la luna brillaba en medio del cielo constelado. Divisó por el rabillo del ojo una estrella fugaz y cruzó los dedos, bajó los párpados y pidió un deseo en silencio. Cuando volvió a abrir los ojos, la estrella había desaparecido.
— ¿Has pedido un deseo? —la sorprendió, de repente, la voz de Joe.
—Está claro que no me escuchas —replicó _____ con fingido desenfado—. ¿No te he dicho que la nueva _____ Malloy no cree en cuentos de hadas?
—Sigo pensando que la vieja _____ no tenía nada de malo —comentó Joe—. Y me parece perfecto pedir deseos. Es una lástima desperdiciar una estrella fugaz sin pedir uno —agregó después de cruzar la división que separaba las terrazas de ambos.
—Vuelves pronto —dijo _____ para cambiar de tema.
—No tanto, ya son las diez.
—Seguro que a Heather le parece pronto.
—No lo sé, no he estado con ella —Joe suspiró—. Acabo de terminar una investigación con la que he estado liado los dos últimos días... ¿qué hacías tú tan a oscuras? —le preguntó entonces.
—Oxigenarme.
— ¿Has tenido un mal día? —inquirió tras ver los restos de helado de chocolate y el bote de guindas.
—Los he tenido mejores.
— ¿Quieres hablar?
—No —denegó _____. Luego miró hacia el cielo para no encontrarse con Joe. La luna había desaparecido momentáneamente tras unas nubes pasajeras. Las estrellas parecían haber perdido parte de su esplendor. Hasta el aire estaba más cargado, como si presagiara una tormenta.
—Quizá te sientas mejor si me cuentas qué te pasa —insistió Joe.
—No me pasa nada. Estoy bien.
—Mientes fatal, Malloy —dijo él tras soltar una breve risotada, girándola por los hombros para que lo mirara.
—No estoy mintiendo.
— ¿No?, ¿y qué hace entonces la tarrina de helado por la mitad y el frasco de guindas casi vacío?
—Me apetecía darme un capricho, nada más
—contestó ella, alzando la barbilla.
—Vamos, _____, que te conozco hace mucho
—Joe le acarició el pelo y sonrió—. Sólo te entran estos ataques de gula cuando estás preocupada. Venga, cuéntamelo —insistió él mientras apoyaba la espalda de _____ contra su propio pecho.
Ésta comenzó a fantasear sobre por qué no había estado Joe con Heather; por qué la estaba abrazando en esos momentos... y le contó que se le habían pegado las sábanas y había llegado tarde a la guardería; que un niño enfermo le había vomitado encima de sus zapatos nuevos; que se había tenido que ir corriendo a casa para cambiarse de ropa... y que había dejado plantado a Paulo en la cafetería.
— ¿Paulo?
—Sí, uno de mis candidatos, ¿recuerdas?
—Paulo Santiago —confirmó Joe.
—Sí.
— ¿Qué te ha hecho? —le preguntó mientras le masajeaba los hombros.
—En realidad no me ha hecho nada... aparte de pedirme que me fuera con él a España.
—No vas a ir —dijo Joe con firmeza.
—Ni loca. El muy cerdo ha tenido el morro de reconocer que estaba enamorado de otra...
—arrancó _____, nuevamente indignada—. ¿Y tú por qué dices que no vaya? —le preguntó de pronto.
—Tú misma lo has dicho: ese tipo es un cerdo.
—Sí, pero tú no lo sabías. A no ser... a no ser que hayas terminado de investigarlo.
—Sí.
— ¿Y? —_____ se separó y se dio media vuelta para poder mirar a Joe a los ojos.
—Que es un cerdo. Dejémoslo así.
—No. Quiero saber lo que has descubierto... O me lo dices, o lo averiguo por mi cuenta
—insistió al ver que Joe vacilaba.
—Tiene fama de ser muy ligón. No eres la única mujer con la que se ve, ni eres la primera a la que la invita a irse con él de viaje. No ha hecho nada ilegal...
—Pero sí inmoral.
—Exacto. Todas las alumnas con las que ha tenido relaciones eran mayores de edad y, que yo sepa, nunca ha aprobado a ninguna a cambio de favores sexuales.
— ¡Ojalá le hubiera tirado café hirviendo en vez de agua! —exclamó de pronto _____.
—Lo siento...
—No es culpa tuya. Simplemente, tengo un gusto desastroso con los hombres.
—Por lo menos te has enterado antes de que la cosa fuera a más.
—Sí. Si me paro a pensarlo, hasta he tenido suerte. Podría haber aceptado su invitación, haberme quedado embarazada de él y descubrir después que era un donjuán.
— ¿Quieres que le dé una paliza?
—No merece la pena —contestó ella, esbozando una débil sonrisa—. Y gracias por ofrecerme tu hombro de consuelo.
—Puedes usarlo cuando quieras.
—Tomo nota —aceptó ella—. Y ahora deja de preocuparte por mí y aprovecha lo que queda de noche.
— ¿Y tú?
— ¿A qué te refieres? —preguntó _____.
— ¿Qué vas a hacer tú?, ¿te vas a acostar ya?
—Dentro de poco. Creo que estaré un ratillo más en la terraza.
— ¿Y qué tal si te hago compañía? —le propuso, mirándola a los ojos fijamente.
—Gracias, prefiero estar sola un poco —rehusó _____—. En serio, quiero estar sola —repitió al ver que Joe no se marchaba.
—Pues es una lástima, porque he decidido que no me voy a marchar...
Kari_JB
Re: Demasiado Perfecto (Joe y Tu) Adaptacion
Capitulo 10
—No necesito que me cuiden como si fuera una niña pequeña —protestó _____, exasperada.—Me alegro, porque yo sería espantoso como niñera —repuso él, al tiempo que posaba las manos sobre los hombros de _____—. Relájate —añadió.
—Estoy relajada.
—Chorradas: estás muy tensa.
Era verdad. Sentir el calor de Joe tan próximo a su cuerpo le producía un cosquilleo electrizante en el estómago.
Un relámpago surcó el cielo y, en algún lugar lejano, explotó el ruido de un trueno. El viento, cargado con olor a lluvia, ahuecó el cabello de _____. La tormenta estaba cerca, muy cerca; tanto que casi podía palparla...
Debía pedirle que se fuera, entrar en casa y analizar sus sentimientos con calma; pero resultaba difícil seguir los consejos de aquella vocecilla interior cuando Joe le estaba aflojando los músculos de los hombros y del cuello.
Finalmente, en vez de poner distancia entre los dos, accedió a cerrar los ojos y se abandonó al placer de aquellas caricias.
—Así está mejor —comentó Joe.
—Sí... —ronroneó _____ mientras él le masajeaba con fuerza y delicadeza al mismo tiempo.
Cuando Joe comenzó a acariciarle circularmente el pelo y las sienes, un nuevo rayo incendió el cielo. Entonces notó la boca de Joe, posándosele en el cuello, y el deseo disparó la temperatura de su sangre hasta hacerla hervir.
—_____... —murmuró él mientras deslizaba las manos por los flancos de sus senos. _____ notó la firme y cálida erección de Joe, se mordió el labio inferior y deseó que éste le hiciera el amor sin más dilación—. _____... —repitió él con voz ronca. Luego desplazó las manos hacia su estómago, las introdujo bajo su camiseta y ascendió hasta detenerlas en la base de los pechos.
_____ contuvo el aliento, deseosa de que la tocara y aliviase el dolor de su piel. Entonces, como si hubiera escuchado su súplica silenciosa, Joe abarcó sus pechos, le rozó los pezones, los pellizcó...
—Deberíamos parar —susurró ella, en medio de aquella marea de sensaciones placenteras.
—Cierto —musitó Joe sin dejar de colmar de atenciones los senos de ella, al tiempo que le besaba y lamía el cuello.
—En serio, somos amigos hace demasiado tiempo como para fastidiarla haciendo esto. Deberíamos parar.
—Tienes razón —convino él, de nuevo, mientras hacía descender una mano hasta ocultarla bajo los pantalones de _____.
Ésta intentó recordar los motivos por los que no debían seguir adelante; pero en ese momento sólo pudo disfrutar de las diabluras de esos dedos que la estaban explorando bajo las bragas, rozándole los rizos del pubis, entre los muslos... Esperó un segundo y, cuando notó el dedo dentro de ella, gimió de placer.
—Tengo... tengo que irme a dormir.
—Por supuesto —repuso Joe sin parar de meter y sacar el dedo, restregándolo por el centro de su feminidad hasta enloquecerla.
Un nuevo rayo iluminó el cielo. A pesar de la lluvia, Joe continuó tocándola con intimidad, excitándola, llevándola al borde de un precipicio glorioso—. Vamos, relájate, disfruta...
—Yo... —balbuceó _____. Entonces notó el dedo más hondo todavía y una ola de placer la recorrió, la desbordó, la consumió hasta hacerla gritar el nombre de Joe.
Éste se situó frente a ella para mirarla a los ojos y _____ lo atrajo por el cuello para besarlo. Se mordieron los labios, cruzaron las lenguas y se devoraron insaciablemente hasta que Joe se apartó, la presionó contra la barandilla, colocándose entre las piernas de ella, y comenzó a lametearle los pezones.
_____ le sacó la camisa, llevó las manos hacia su cinturón, lo desabrochó, alcanzó su sexo, lo rodeó y se apretó a Joe para que volviera a besarla.
—Está lloviendo demasiado —comentó éste de pronto, sin resuello, como si hubiera corrido una maratón.
_____, también con la respiración entrecortada, apenas había advertido la violencia de la tormenta que se había desatado. Quiso preguntarle por qué se había detenido, por qué no había llegado hasta el final... pero un nuevo trueno la despertó de su aturdimiento y la hizo recordar que eran amigos y que él estaba saliendo con Heather.
—Estás empapada —dijo Joe, al tiempo que las luces de todo el vecindario se fundían.
—Tú también.
—Sí, pero a mí no me castañetean los dientes. Será mejor que entres mientras veo que pasa con la luz —repuso él. Pero a _____ le daba igual que se hubieran quedado a oscuras. Le daba igual la lluvia. Sólo quería saber por qué se había parado Joe cuando estaba segura de que había deseado hacerle el amor—. _____, yo...
—Jonas, ¿estás ahí? —le preguntó de pronto Tom Drummon.
—Sí —le respondió Joe a su vecino.
—Gracias a Dios. Necesito que me ayudes —dijo Tom con voz ansiosa—. Erin ha empezado el trabajo de parto. Necesito que la lleves al hospital mientras yo voy por mi suegra para que se quede con Tommy.
—Yo me quedo con Tommy —se ofreció _____.
—Dile a Erin que aguante. Voy por el móvil un momento. Llamaremos al hospital de camino —dijo Joe. Momentos después, _____ se había instalado en la casa de los Drummon y Tom y Joe se disponían a marcharse—. No sé cuánto tardaré, pero tenemos que hablar cuando vuelva.
—Sí —convino ella—. Ahora vete, no vaya a dar a luz Erin en el coche.
Acto seguido, Joe salió a todo correr y _____ no supo si sentirse aliviada o triste.
Luego, tras unos segundos para serenarse, llegaron las preguntas: ¿era Joe consciente de que había sido a ella a quien había estado besando?, ¿se había entregado tanto porque se había dejado llevar por el ardor del momento, o acaso sentía algo más?
Joe tamborileó los dedos por el escritorio y pensó en dejarle otro mensaje a _____.
— ¿Para qué? —murmuró disgustado. No había respondido a ninguno de los seis anteriores—. Me está esquivando otra vez —gruñó exasperado. Aunque no la culpaba. Después de prometerle que hablarían, se había pasado doce horas en el hospital, oyendo los gritos de dolor de Erin, y se había jurado que él y _____ adoptarían un bebé antes de hacerla sufrir tanto. El hecho de pensar en casarse y tener un bebé con ella lo había dejado paralizado. Luego, ya más tranquilo, se había imaginado el ataque de risa que le habría entrado a _____ de comentarle aquella locura...
Pero no había tenido oportunidad de hacerlo. Porque, al regresar a casa, _____ se había marchado a trabajar después de que la abuela de Tommy fuera a cuidar a su nieto; luego había dormido diez horas de tirón y, a la mañana siguiente, había tenido que salir de la ciudad durante varios días, pues había descubierto una pista sobre el paradero de su hermano Connor.
Lo cierto era que había transcurrido más de una semana y aún no había hablado con _____... Y no lo extrañaba que ésta lo rehuyera, después de haber estado a punto de hacerle el amor en la terraza.
Nunca había tenido intención de que las cosas llegaran tan lejos, pero, desde el día en que ella le había comunicado su decisión de tener un bebé, no había dejado de desearla. Quería ser el hombre que devolviera la magia a su vida; pero, ¿cómo iba a lograrlo si no conseguía verla?, se preguntó frustrado, al tiempo que revolvía entre los papeles de su escritorio para encontrar algún dulce que llevarse a la boca.
— ¿Se te ha perdido algo? —le preguntó Michael tras entrar en el despacho—. Tienes que estar desesperado para comerte eso —añadió al ver que Joe se disponía a hincarle el diente a una chocolatina.
— ¿Por qué?
—Porque, por el aspecto del envoltorio, yo diría que lleva un tiempecillo encima del escritorio.
— ¿Y qué? El chocolate no se estropea —Joe le quitó el envoltorio y vio el color desgastado del chocolate—. ¿O sí?
—Eso parece —repuso Michael mientras le entregaba una carpeta llena de papeles.
—Un momento, ya estoy hasta arriba de trabajo —protestó Joe—. Sea lo que sea, pásaselo a Ryan.
—Quedamos en que él no se encargaría de ningún caso que lo obligara a salir de la ciudad hasta que Clea tenga el bebé.
—Entonces ocúpate tú —Joe miró el envoltorio de la chocolatina. Nueve meses no era tanto tiempo, se dijo mientras le daba un mordisquito.
—No. Esto te corresponde a ti. Yo también estoy muy liado.
—Pues contrata a otro detective. Yo no doy más de mí.
— ¿Hace falta que te recuerde que esto es un negocio familiar? Aparte de papá, que está retirado, no hay ningún Jonas más disponible.
—Connor —repuso Joe sin querer. Como siempre que nombraban a su hermano mayor, la tristeza se apoderó del ambiente. Injustamente acusado de ser un policía corrupto, había desaparecido, después de que se demostrara su inocencia, enfadado con su padre por haber dudado de él—. ¿Crees que hablaba en serio cuando dijo que nunca volvería?
—Empieza a parecer que sí —Michael exhaló un profundo suspiro—. Pero una cosa está clara: Connor no tiene que ocuparse de este caso. Tú sí.
— ¿Por qué no echamos una partida de billar y el que pierda se encarga del caso? —sugirió Joe.
— ¿Y dejar que me zurres otra vez? Ni hablar.
—Bueno, pues nos lo jugamos a las cartas —propuso entonces, tras dar un nuevo mordisco a la chocolatina.
—Olvídalo. Y no te creas que vas a librarte por mucho que te envenenes con comida caducada.
— ¿Y Molly? —insistió Joe mientras saboreaba la chocolatina—. Tengo entendido que está pensando en aceptar un puesto de policía en Nueva Orleans. Quizá le interese investigar con nosotros en vez de mudarse.
—No es mala idea. Luego se lo comento —accedió Michael mientras Joe daba cuenta del resto de la chocolatina.
—Aparte de machacarme con más trabajo, ¿querías decirme algo? — preguntó éste.
—De hecho, quería hablarte de _____.
— ¿Qué pasa?
—He hablado antes con mamá y quiere que cenemos con ella el domingo —dijo Michael mientras jugueteaba con un lápiz.
— ¿Me quieres explicar qué tiene que ver eso con _____? —inquirió Joe tras arrebatarle el lápiz a su hermano.
—Mientras charlábamos, mamá me comentó que Alice le había dicho que _____ iba en serio con un hombre —respondió Michael—. Supuse que te interesaría. Según mamá, el tipo la está colmando de lujos: cenas caras, ópera, teatro... Hasta le ha enviado flores a su madre en una ocasión.
— ¿Ese tipo tiene un nombre? —preguntó Joe, celoso.
—Mamá dijo que Scott —lo informó Michael. Scott Brennan, el corredor de Bolsa. El tercer candidato de _____. ¿De veras creía que la iba a permitir seguir adelante con ese estúpido plan después de lo que había ocurrido entre ambos?—. Parece ser que mamá los vio paseando juntos por casualidad y es un hombre muy guapo —añadió Michael.
—Vale —dijo Joe, convencido de que el encuentro de su madre con _____ y Scott no había sido casual en absoluto—. ¿Alguna noticia alegre más que compartir?
—No, eso es todo. ¿Adónde vas? —le preguntó Michael al ver a su hermano levantarse.
—A hablar con _____ para que recupere el juicio.
—No sé, hermanito. ¿Te puedo sugerir algo?
— ¿Qué? —preguntó Joe.
—Yo que tú haría algo más aparte de hablar....
Kari_JB
Re: Demasiado Perfecto (Joe y Tu) Adaptacion
Chicas les tengo una mala noticia se acerca el final de la novela quedan 2 capitulos, mas el capitulo final se me ha hecho cortita la novela espero que todas la hayan disfrutado
Gracias a todas por comentar =)
Gracias a todas por comentar =)
Kari_JB
Re: Demasiado Perfecto (Joe y Tu) Adaptacion
Aaaaaaahhhh!!!!!!..... Porfiiinn Joseph entrega en acción!!!!!..... Y ojala que ahora si la haga cambiar de opinión!!!!....
Aaaaaahhh!!!!... Ya va acabar!!!!!!.....??????... Ojala y subas otra!!!!...
Aaaaaahhh!!!!... Ya va acabar!!!!!!.....??????... Ojala y subas otra!!!!...
chelis
Re: Demasiado Perfecto (Joe y Tu) Adaptacion
Capitulo 11
Joe tomó la curva a toda velocidad, frenó derrapando y aparcó junto a un Toyota deportivo. Luego miró el reloj, vio que eran las cuatro de la tarde y se dispuso a esperar. Esa vez no la iba a dejar escapar: se negaba a intercambiar más mensajes telefónicos con _____. Iban a tener una conversación y la iban a tener tan pronto como pudiera secuestrarla del trabajo.Sin apartar la vista de la puerta de la guardería, Joe repasó mentalmente todo lo que quería decirle. No tenía sentido andarse con rodeos, decidió. Pondría sus cartas sobre la mesa, le explicaría el malentendido con Heather y le diría, sin más, que era en ella en quien estaba interesado... y no como amigo.
Respecto a Brennan, tendría que buscarse a otra mujer, pues él no estaba dispuesto a compartir a _____ con nadie, decidió Joe, acosado por la insania de los celos. Lo sorprendía lo posesivo que se estaba mostrando con ella. ¿Acaso se había estado engañando todos esos años, interpretando su comportamiento protector hacia _____ como meramente amistoso?
Seguía pensando en todo lo que quería decirle cuando, de pronto, notó que el tráfico aumentaba. Consultó el reloj del salpicadero y vio que ya casi eran las cinco. Miró hacia la entrada de la guardería y contempló el entrar y salir de diversos matrimonios, todos ellos acompañados de sus respectivos hijos. Pasaron varios minutos, y muchos más padres y madres, pero _____ seguía sin aparecer.
Permaneció con la vista clavada en la puerta y, por fin, la vio. Llevaba una falda larga, en tonos verdes y dorados, así como una blusa a juego. Se colocó el bolso sobre un hombro y levantó a un pequeñín en brazos mientras una niñita de no más de cuatro años se agarraba a sus faldas.
_____ le dio un besito al niño y luego, riendo, se agachó para acariciar a la pequeña. Parecía un ángel, pensó Joe. Por más que le hubiera dicho que quería tener un bebé, y por más que siempre había sabido lo mucho que los niños le gustaban, nunca se la había imaginado como madre. Ahora, en cambio, no le costaba nada figurársela embarazada con un bebé... con su bebé, se dijo asombrado.
Entonces, después de que se despidiera de los pequeños, Joe salió del coche y avanzó hacia _____... la cual se quedó petrificada. A pesar de la sonrisa que se obligó a esbozar, Joe notó que las manos le temblaban. No la culpaba por estar nerviosa, pues era consciente de que había muchas cosas pendientes entre ambos desde la noche de la tormenta. Pero no pudo evitar sentirse afectado por la preocupación que observó en la mirada de _____.
— ¡Qué sorpresa! —lo saludó ésta cuando estuvieron juntos.
Joe le agarró las manos y le dio un beso fugaz en la mejilla, cuando lo que deseaba era abrazarla y devorarle la boca con fiereza.
—Hola —saludó él.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó _____ tras dar un paso atrás.
—Esperarte.
— ¿Por qué? —_____ pestañeó—. ¿Ha pasado algo?
—Sí. Pasa que te he echado de menos. No he dormido bien desde hace más de una semana porque no hago otra cosa que pensar en ti — contestó Joe—. Increíble. Esto sí que es nuevo: _____ Malloy se ha quedado sin habla —añadió al ver la cara de asombro de ella.
—Con piropos así, no entiendo cómo se te dan tan bien las mujeres —repuso _____.
—No creo que mis piropos tengan nada que ver con eso. Pero me gustaría enseñarte en qué se basa mi éxito —la provocó él.
—Bueno, ¿cuándo has vuelto? —preguntó _____ sin hacer caso de la sugerencia de Joe.
—Esta mañana.
—En uno de los mensajes decías que tenías una pista sobre Connor. ¿Ha habido suerte?
—No —reconoció Joe, algo decepcionado—. Pero no he venido a hablar de Connor, ni a jugar a las Veinte Preguntas contigo.
— ¿Las Veinte Preguntas?
—Sí, ya sabes, ese truco tuyo de preguntarme por el trabajo, por la familia y recordarme lo buenos amigos que somos para poder distraerme. Bueno, esta vez no te vas a salir con la tuya.
—No sé qué mosca te habrá picado —contestó _____—. Sólo intentaba ser educada. Respecto a lo de ser amigos, puede que esté equivocada, porque ningún amigo...
—No sigas —la interrumpió él, al tiempo que la apretaba contra sí—. Estoy harto de que ocultemos lo que está ocurriendo entre nosotros y te aseguro que no estoy aquí porque sea tu amigo.
—Entonces, ¿por qué has venido?
—Porque te deseo. No puedo pensar más que en ti desde hace semanas. No puedo comer. No puedo dormir. Casi no puedo ni pensar en lo mucho que te deseo.
—Joe, yo...
—Quiero hacerte el amor —prosiguió él—. Te quiero tener desnuda y caliente debajo de mí, en mi cama, en la tuya, en tu sofá, en la terraza. Te quiero en cualquier parte y en todas partes. Quiero terminar lo que empezamos la noche de la tormenta y esta vez no pararé hasta que me haya hundido tan dentro de ti, que grites mi nombre de placer. Y quiero que sea mi nombre el que grites, _____. El mío.
Se estremeció. Los ojos se le oscurecieron. Se quedó sin saliva...
—Y si sigues mirándome así —prosiguió Joe—, puede que no lleguemos a mi furgoneta.
—Señorita _____, señorita _____ —los interrumpió una niña.
— ¿Sí, Lisa? —preguntó _____ con la voz quebrada—. ¿Qué pasa, cariño?
Joe tomó aliento y se fijó en los alrededores: había coches por todos lados, chicos y adultos iban de un lado a otro y, sin embargo, había estado tan absorto por la presencia de _____ que no había reparado más que en ella hasta ese momento. Para considerarse un hombre delicado con las mujeres, no había mostrado demasiado tacto que se dijera.
—Mamá me ha dicho que podía decirte adiós —la chiquilla le dio un beso a _____ en la mejilla—. Te quiero.
—Yo también te quiero, cielo —repuso, _____, sonriente—. Nos vemos el lunes, ¿vale?
—Vale —aceptó Lisa.
_____ se quedó mirando a la pequeña, casi con lágrimas en los ojos, y Joe le dio una mano afectuosamente. Todavía quería hacerle el amor, pero también quería aliviar el vacío que había notado en _____ al despedirse de Lisa. Y, sobre todo, quería quedarse a solas con ella.
— ¿Podemos irnos? —preguntó, guiándola directamente hacia su furgoneta.
— ¿Y mi coche? No puedo dejarlo aquí.
—De acuerdo. Yo dejo la furgoneta y vamos en tu coche. ¿Dónde has aparcado?
—No puedo hacerlo, Joe —dijo ella, camino del aparcamiento—. No puedo acostarme contigo así, sin más.
—_____ —Joe la atrajo hacia sí.
—No, no puedo pensar cuando me estás tocando —se resistió ella—. Vas demasiado rápido para mí.
—Teniendo en cuenta que nos conocemos hace veinte años, no me parece que estemos batiendo ningún récord de velocidad.
—Ya sabes a qué me refiero. Hasta hace muy poco no te habías fijado en mí como mujer. ¿O me vas a decir que llevas veinte años intentando acostarte conmigo?
Ya tendría tiempo de decirle más adelante que sí se había fijado en ella hacía mucho, aunque el miedo a perder la amistad que los unía lo había mantenido distante.
—Está claro que he sido un idiota.
—En eso estamos de acuerdo.
—Nos deseamos mutuamente, _____. Y estoy harto de que nos pongamos excusas para no hacer algo al respecto —prosiguió él—. ¿O es que tú no me deseas? Si estoy equivocado, dímelo ahora.
—No lo estás —susurró _____—. Te deseo.
—Ah, cariño —Joe le acarició el cuello.
—No —_____ le apartó la mano—. Ya te he dicho que no puedo pensar cuando me tocas.
—Está bien —Joe se metió las manos en los bolsillos para evitar tentaciones—. ¿Qué hacemos aquí todavía?, ¿es que no hemos perdido suficiente tiempo preguntándonos qué sentimos el uno por el otro?
— ¿Y qué sientes por mí, Joe? Dímelo.
—Siento que estoy vivo cuando tú estás cerca —respondió él—. Que estoy muerto cuando no estamos juntos. Me haces sentir pleno y realizado, como nadie me ha hecho sentir jamás.
—Te amo —dijo _____ entonces, rodeándole el cuello con los brazos—. Ve a tu furgoneta. Yo llevo mi coche. Nos encontraremos en casa.
Joe no tuvo tiempo de oponerse, pues _____ se metió en su coche y salió disparada. De modo que caminó hacia su furgoneta, sonriente, convencido de que había llegado el momento de descorchar la botella de champán que llevaba reservando tanto tiempo.
Cuando dobló la esquina que conducía a la calle de ambos, _____ lo estaba esperando en las escaleras de su casa. Joe estaba tan ocupado observándola, que no se fijó en la arrebatadora morena vestida de azafata que se le lanzó al cuello.
—Joe, cariño. Tengo una noche libre en Chicago y se me ha ocurrido que podíamos aprovecharla —anunció la azafata de irresistibles curvas.
—Por mí no te preocupes —intervino _____, humillada—. Puedes largarte con ella y hacer... lo que te dé la gana.
— ¡_____, espera!
Y el suave click de la puerta de su apartamento fue diez veces más ensordecedor que si hubiera cerrado de un portazo.
—Se llama Melody —le explicó Joe a _____ mientras la perseguía por el salón y el dormitorio de ésta—. La conocí en un vuelo hace un año y... bueno, fue hace mucho tiempo.
_____ se miró al espejo mientras se echaba unas gotas de perfume detrás de las orejas, en las muñecas y en la parte trasera de las rodillas. Le había costado un esfuerzo sobrehumano darse media vuelta y dejar a Joe con aquella morena en sus brazos; pero lo había hecho. Luego había aceptado la invitación a cenar de Scott, se había duchado y cambiado de ropa y, ahora, después de que Joe llamara a su puerta, lo estaba atendiendo con una calma que no sentía en absoluto.
—No la esperaba —explicó él—. Se presentó de repente y...
—Ya te he dicho que no tienes que darme ninguna explicación —lo interrumpió _____.
—Ya lo sé. Te lo cuento para que entiendas lo que ha pasado.
—Lo entiendo perfectamente —repuso ella mientras se ponía unos pendientes.
— ¿Seguro?
—Segurísimo —contestó _____, justo antes de que sonara el timbre—. Y también entiendo que no es asunto mío con quién lo hagas lo que quieras hacer. Y ahora, si me disculpas, creo que es mi cita.
— ¿Tu cita?
—Exacto —_____ fue hacia la puerta sin molestarse en mirar a Joe y pensó que el enfado de éste al ver a Scott debería haberle producido cierta satisfacción. Pero no fue así. Y a pesar de todos los esfuerzos de éste por alegrarla, _____ siguió sintiéndose vacía y apenada toda la velada.
—Llamando a _____, llamando a _____.
— ¿Perdona? —despertó ésta.
—No hace falta que te disculpes —dijo Scott, sonriente—. Aunque si fuera un hombre más vulnerable, el hecho de que no hayas escuchado nada de cuanto te he dicho en los últimos diez minutos le habría hecho mucho daño a mi ego.
—Lo siento, Scott —volvió a disculparse _____—. No es por ti.
—Ya lo sé, pero no creas que te voy a dejar escapar tan fácilmente —susurró él—. ¿Sabes? He estado a punto de enamorarme de ti; pero luego me di cuenta de que tú no me correspondes.
—Lo siento, de verdad... —insistió ella. ¿Cómo podía ser tan idiota? Scott era atractivo, encantador, amable, divertido... pero no era Joe, y era a éste a quien amaba.
—Yo también lo siento. Todavía no entiendo cómo una mujer inteligente como tú puede preferir a alguien como Jonas antes que a un tipo tan ideal como yo —bromeó Scott.
—Yo tampoco lo entiendo —aseguró _____—. Pero supongo que el corazón no siempre está de acuerdo con la cabeza. Alguien dijo una vez que no se elige a la persona a la que se ama, sino que el amor nos elige a nosotros... Supongo que es verdad.
— ¿Estás segura de que él no siente lo mismo por ti? —le preguntó Scott.
—Sé que no le soy indiferente; que me desea incluso. Pero eso no es lo mismo que amar a una persona.
—Es posible que acabe amándote.
—Tal vez. Pero no quiero que tenga que aprender a amarme sólo para corresponderme. El amor debería ser tan grande que uno no pudiera elegir si sentirlo o no. Simplemente se apodera de ti y no te suelta. Es lo que me pasa a mí con Joe.
—Puede que si le das una oportunidad a otro hombre, puedas olvidarlo —propuso Scott, acariciándole las manos.
—Gracias, pero me temo que no es tan sencillo. No hay ninguna receta mágica para dejar de amar a quien se quiere. Tendré que vivir con ello.
— ¿Puedo hacer algo por ti?
_____ pensó en el bebé que tanto ansiaba tener, pero comprendió que la señora Jonas había tenido razón: los bebés debían ser el fruto del amor de dos personas; y el único hombre a quien ella amaba era Joe.
—Ya has hecho más que suficiente escuchándome... ¿Te importaría que diéramos por terminada la velada? No tengo ganas de ir al teatro — le pidió finalmente.
—No hay problema —convino Scott, al tiempo que hacía una señal al camarero para pagar la factura.
—Siento no haber sido una buena compañía esta noche —dijo ella treinta minutos después, tras salir del coche de Scott.
—Siempre es agradable estar contigo, _____
—replicó él—. Aunque estés llorando por el tipo equivocado.
—Gracias... No sé qué habría hecho sin ti
—dijo _____ mientras iban hacia la casa de ésta.
—Llámame cuando quieras. Y si recuperas el juicio y te das cuenta de que no me puedes dejar escapar, ya sabes dónde estoy.
—Eres un cielo —_____ le dio un beso en la mejilla—. Alguna chica afortunada te echará el lazo en seguida.
—A ver si es verdad y cambias de opinión —dijo Scott, mirándola a los ojos—. Te advierto que ya había elegido el nombre de nuestros hijos —bromeó.
— ¿Ah sí? —preguntó _____ tras soltar una risotada, mientras sacaba la llave de la puerta.
—Sí. Y no te creas que fue sencillo escoger los seis nombres.
— ¿Quieres tener seis hijos?
—Sí.
—Pues búscate a otra mujer —irrumpió Joe con voz letal.
—Joe, no.
Pero éste se acercó a Scott y lo apartó de _____ a empujones.
—Aquí el señor Scott Brennan está prometido —dijo Joe.
— ¿Qué? —Scott se soltó de Joe y lo miró a los ojos—. No sé qué habrás bebido, pero te aseguro que no tengo novia.
— ¿Y qué me dices de Laura Baker?
—Laura Baker... —repitió Scott, pensativo—. La única Laura Baker que conozco es una chica con la que salí en el instituto.
—La misma —exclamó Joe—. ¿No recuerdas que le diste un anillo y que le pediste que se casara contigo cuando terminaras la universidad?
— ¿Estás de broma? —preguntó Scott, asombrado—. Eso fue hace más de quince años. Yo era un chiquillo.
—Tenías dieciocho años; eras mayor de edad y nunca rompiste el compromiso.
— ¿Y?
—Y dado que ella sigue soltera, Laura y tú seguís prometidos.
—Estás loco.
—No, eres tú el que está loco si piensas que voy a permitir que dejes embarazada a _____ cuando ya estás prometido.
— ¿Dejarla embarazada?, ¿has perdido la cabeza?
—Tú, tú la vas a perder como vuelvas a acercarte a ella —lo amenazó Joe.
— ¿_____? —preguntó Scott, sin dejarse intimidar por Joe.
—Tranquilo, Scott —dijo ella, encantada por el ataque de celos de aquél—. Será mejor que te vayas. Está claro que Joe y yo tenemos que hablar.
—De acuerdo. Te llamaré luego para asegurarme de que estás bien — anunció Scott tras mirar a Joe con desagrado.
Éste, después de que _____ entrara en casa, la siguió sin esperar a que lo invitara a pasar:
—Supongo que estarás enfadada conmigo otra vez.
— ¿No crees que tengo motivos?
—Creo que deberías estarme agradecida.
—No lo tengo tan claro —_____ se quitó la chaqueta y fue a la cocina—. ¿Quieres un poco de té?
—No.
—Tú mismo —_____ se encogió de hombros—. No tenías derecho a tratar así a Scott. No eres mi protector, Joe.
—Bueno, pues puede que necesites uno.
—Y supongo que te ofreces para el puesto, ¿no? —se atrevió a desafiarlo, a pesar del peligroso destello que advirtió en sus ojos.
— ¿Qué pasaría si me ofreciera?
—No, gracias. Creo que es mejor que sigamos siendo amigos.
— ¡Ya está! —explotó Joe—. Tenías que llamarme amigo otra vez, ¿verdad? —añadió mientras ella se apartaba, hasta toparse con la nevera.
—Joe...
Este la agarró por los hombros, la atrajo hacia sí y tomó posesión de su boca. Luego le plantó las manos en el trasero y la apretó contra su cuerpo.
—Ya estoy harto de jueguecitos, _____ Malloy —jadeó él—. Y estoy harto de que uses la palabra amigo como un escudo para protegerte de mí.
Luego volvió a besarla y el calor y la urgencia de sus labios la hicieron perder el juicio.
—No quiero ser tu maldito amigo —prosiguió Joe entre dos besos—. Quiero ser tu amante, ¿te enteras?
—Yo... sí, no —balbuceó _____. ¿Cómo iba a poder pensar si las piernas le temblaban y el cerebro se le estaba derritiendo como si fuera mantequilla?
Joe le quitó el vestido y cuando empezó a lamerle los pezones, ella le desabrochó la camisa y deslizó la mano por su pecho velludo, por su estómago, bajo el cinturón, hasta rodear la fuente de su calor y acariciar su erección de extremo a extremo.
Joe gimió, la levantó en brazos y salió de la cocina para llevarla al dormitorio.
—Yo... Joe, tenemos que hablar de lo que estamos haciendo. Tenemos que hablar —se resistió _____.
— ¡Ya está bien de hablar y pensar! Yo lo que quiero es... —pero se detuvo al ver la cara de susto de _____—. ¿Quieres que pare? — preguntó frustrado.
—No —respondió _____ después de unos segundos eternos, consciente de que, en realidad, tampoco ella quería hablar—. No quiero que pares; quiero que te des prisa.
No tuvo que decírselo dos veces. Joe conquistó sus labios nuevamente y, con increíble destreza, la desnudó y la tumbó sobre la cama en cuestión de segundos.
Antes de que pudiera darse cuenta, Joe se había situado entre sus muslos y la estaba lamiendo y mordisqueando mientras le acariciaba los senos y le pellizcaba los pezones con las manos...
Nunca había estado en medio de un tornado; pero estaba segura de que ningún huracán tendría tanta fuerza y velocidad como la boca de Joe, el cual se apartó un segundo... para quitarse los zapatos y los calzoncillos, mientras _____ terminaba de sacarle la camisa y recorría su torso con la lengua.
Joe se estremeció, extendió un brazo en busca de un preservativo y, después de protegerse, la tumbó de espaldas y se colocó sobre ella.
—Rápido —le suplicó _____—. No puedo esperar más.
Y, de golpe, la penetró profundamente, una y otra vez, al tiempo que la besaba con una urgencia que la hizo concebir esperanzas de cjue Joe la amara.
Este incrementó el ritmo y la profundidad de sus arremetidas, incapaz de pensar en nada más que en _____, y, cuando ésta le rodeó la cintura con las piernas y arqueó la espalda para recibirlo aún más adentro, Joe se desbordó a la vez que ella y ambos gritaron sus nombres hasta desplomarse exhaustos sobre la cama....
Kari_JB
Re: Demasiado Perfecto (Joe y Tu) Adaptacion
aww estos dos me matan!!
Ojala que al fin esten juntos!
Siguela!!
Ojala que al fin esten juntos!
Siguela!!
aranzhitha
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