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Dejar Paradise -Adaptación [Nick&Tu]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Dejar Paradise -Adaptación [Nick&Tu]
Capitulo 12 *
________
Hoy pedí prestado el libro de Frommer sobre España en la biblioteca. Y recordé revisar el buzón después de la escuela, al mismo tiempo que rezaba una pequeña oración, esperando que el paquete de información hubiera llegado.
Encontré una carta del programa, no un paquete. Rasgo el sobre para abrirlo, con un pequeño corte mientas deslizo mi dedo entre los pliegues. No me importa eso. Éste es mi boleto de salida, mi oportunidad de conseguir alejarme de Nicholas y Paradise. Tiempo para olvidar el accidente y conseguir un espíritu de independencia y anonimidad.
Despliego la carta rápidamente, como si fuera el Boleto Dorado en Willy Wonka y la Fábrica del Chocolates. Tengo una gran sonrisa en mi rostro mientras leo la carta.
Para: La Srta. _______ Armstrong
Del: Programa Estudiantil de Intercambio internacional (EIS)
Estimada Srta. Armstrong:
Ha llamado la atención de nuestro comité de EIS que la beca para la que usted originalmente aplico, era una beca deportiva. Ya que sus archivos indican que usted no ha sido seleccionada en la escuela para el equipo de atletismo durante los últimos doce meses, lamento informarle que su beca ha sido denegada.
Acatamos los parámetros legales de distribuir las becas deportivas solamente a los atletas actuales en la escuela.
Sin embargo, todavía es bienvenida a participar en el programa de EIS, si es patrocinado por usted, en lo cual estaría a cargo de su propio transporte y el costo de la matricula que incluye el cuarto/u alojamiento y la entrada en el campus de la Universidad de Barcelona. El costo de matricula durante un semestre de escuela en el programa de EIS es de $4,625.
Por favor remita el pago el 15 de diciembre a la oficina de EIS para separar su cupo en el programa. Si tiene alguna duda, por favor no dude en contactarme.
Atentamente,
Helena Cortez,
Presidenta, del programa Estudiantil de Intercambio internacional.
Universidad de Barcelona, España.
Cuando mi cerebro al fin comprende las palabras beca denegada, mi sonrisa se marchita al instante.
—No puedo ir —susurro. Mamá tenía que trabajar horas extras sólo para darme un costoso
Conjunto de ropa que costaba cien dólares. No había ninguna manera de que pudiéramos encima de todo, darnos el lujo de gastar cuatro mil dólares más. Lo único que puedo hacer es cerras mis ojos. Esto no está pasando. No ahora. Mis manos empiezan a temblar de nuevo. Las siento estremecerse cuando me cubro los ojos con las palmas de mis manos.
Cuando mamá llega a casa del trabajo por la noche, le tiendo la carta para que la lea.
—Está bien, no te asustes —dice después de leerla—. Debe haber alguna manera en que podemos manejar esto.
—Mamá, es inútil si quiera pensar en eso. No tenemos esa cantidad de dinero.
—Mi jefe podría dejarme trabajar más horas extras. Veamos... —agarra un pedazo de papel y empieza a escribir números en forma descendente.
—Mamá, olvídalo.
—Espera. Sesenta horas mínimo por semana, a veces setenta... y si trabajo el día de Acción de gracias y le agregamos mi bono de Navidad...
—¡Mamá!
Ella para de escribir y me mira fijamente.
—¿Qué?
—Deja de escribir, deja de rebuscar dinero donde… ¡¡ya basta!!
Ya es bastante deprimente solo mirarla intentando matarse por hacerme feliz. Ya veré como me las arreglo. Porque es mi problema, no el suyo.
El teléfono suena. Es Sr. Reynolds que le dice a mamá que se olvidó de recoger su sueldo. Ahora ella tiene que volver de nuevo y recogerlo.
—Ven conmigo, _____.
—No quiero.
—Oh, vamos. Vi a Irina haciendo unos pasteles nuevos esta tarde. El pastel siempre te levanta el ánimo.
Irina es una de las cocineras del restaurante. Le gusta hacerme probar sus nuevas creaciones de pastel antes de ofrecerlos en el menú. Los pasteles de Irina son una de las razones por las que he aumentado de peso este último año.
Y cuando mencionan un pastel, siempre cedo. Si hay algo que necesite para levantarme el ánimo, es esto.
—El lugar este atestado esta noche —dice Mamá al Sr. Reynolds cuando él le da la paga de su sueldo.
EL Sr. Reynolds, normalmente tan tranquilo y en su sitio, parece aterrado.
—Son los comentarios esporádicos que están haciendo los hombres —explica—. Nomas entraron y Yolanda llego a casa enferma diez minutos después.
Hay aproximadamente treinta hombres hambrientos que devoran todo lo que se coloque en las mesas, y sólo veo a Tony, un nuevo mesero, más cansado que el Sr. Reynolds.
Mamá le da un golpecito en el hombro a su jefe y dice: —Si necesitas ayuda, estoy segura que a ______ no le importará aguardar si me quedo un rato.
El Sr. Reynolds sonríe.
—¿En serio? Eso sería genial.
—No hay problema.
—Eres la mejor, Linda. Te debo una.
Mamá hace rodar sus ojos festivamente cuando se dirige por detrás de la contadora envuelta en un delantal alrededor de su cintura.
—Me debes más de una, Lou, pero podemos discutirlo después.
—Como tú digas —dice él, y luego saluda rápidamente a los nuevos clientes que acaban de pasar por la puerta.
Mamá se apresura atender al grupo de comensales para ayudar a Tony a tomar las órdenes mientras yo voy detrás de ella con una jarra, llenando los vasos de agua.
Después de que sirvo el agua, Mamá me dice que me siente en un compartimiento. Saco el libro Frommer de España de mi bolso y me quedo mirándolo pensativamente. Si simplemente fuéramos tan ricos como los padres de Kendra, podría ir a España. Incluso, si fuéramos tan ricos como Nicholas y los padres de Leah, seguramente podríamos darnos todo el lujo sin pensarlo si quiera dos veces. Su papá es un cirujano dentista y seguramente todos los habitantes del suroeste de Illinois los tiene como pacientes.
Es momentos como éstos desearía que papá y mamá nunca se hubieran divorciado. Puedo hacer de cuenta que olvido todas aquellas peleas, gritos, y rabia que acecha alrededor de cada esquina de la casa. Mamá dijo que ellos habían madurado por separado, mientras él viajaba por trabajo y ella se quedaba en casa. Cuando él venía a casa los fines de semana, quería relajarse mientras mamá quería salir. Finalmente Papá dejo de venir a casa los fines de semana. Y a Mamá dejó de importarle si venía a casa.
No estoy segura donde Judy (su nueva esposa) entra en la ecuación del divorcio. Extraño a papá, pero él nunca me pide que vaya a Texas y lo visite. No quiero preguntarle por qué no me invita, porque para ser completamente honesta, no quiero oír que no me quiere, como una parte de su nueva vida.
Mientras espero a mamá, Irina sale de la cocina.
—¡_____,______! —dice ella entusiastamente en su acento Ruso, bastante fuerte—. Tengo un nuevo pastel pata ti.
—¿Tiene zanahorias? —pregunto, asustada. La última vez que Irina hizo un pastel con zanahorias, usando una receta familiar suya, bastante vieja por cierto, había pedazos cortos y gruesos de zanahorias en el medio. Solo eso me basta para alegrarme de no decir como termino el menú.
—No prometo ningún manjar. Es un delicioso pastel de chocolate blanco con migajas de galleta endulzadas de caramelo. Suena delicioso, ¿no?
Mi estómago gruñe, ansiosa por un torrente de azúcar.
—Tráelo. Necesito algo para levantar el ánimo —digo—. Hay un problema con mi viaje a España.
Irina suelta un pequeño grito.
—Uy, ¿qué paso?
Y yo solo me encojo de hombros.
—Es una larga historia.
—Voy a traer el pastel ahora mismo, ¿da? —dice Irina antes de desaparecer en la cocina. Regresa unos minutos después con un trozo grande de pastel. Y puedo decir antes de probarlo que este va a ser el mejor postre del restaurante de La Tía Mae la próxima semana.
Antes de que le de la primera mordida, digo: —Eres la mejor, Irina —y clavo mi tenedor en la cremosa y blanca mancha de galleta melada, caramelo, y trocitos de chocolate. Ella siempre espera a mi lado hasta que trague el primer bocado y le de mi análisis.
—Está delicioso —le digo, saboreando la humedad de la parte cremosa y el suave crujir de los trocitos de chocolate mezclados con el más apetitoso caramelo y la textura de las migajas que se desboronan de las galletas meladas en dulce.
—Uno de los mejores.
Irina se retira rápidamente y regresa a la cocina con un interesante fluir.
—Veo que Irina ya te encontró —dice Mamá mientras sostiene una bandeja llena de comida—. Cuando termines el pastel, ya habré terminado aquí y podemos irnos a casa.
Miro como mamá sirve la comida expertamente delante de los hambrientos jugadores de bolos.
Cuando pruebo mi segundo bocado, otro cliente entra en el restaurante. Es una señora vieja con el pelo encanecido, pantalones blancos, y una chaqueta color turquesa. El Sr. Reynolds la saluda con un beso en la mejilla.
—Mamá, ¿por qué no me dijiste que ibas a venir? —le pregunto a la señora—. Espera, ¿dónde está Gladys?
—La despedí ayer —dice la señora—. Era un dolor en el tú-sabes-qué. Además, no necesito a una ayudante. He llegado hasta aquí sin una, ¿no es así?
La mirada del Sr. Reynolds era de preocupación.
—Mamá, ¿por qué no puedes llevarte bien con cualquiera que contrate para ayudarte? Juro que solo las despides para molestarme.
La señora ya de edad se queda parada con su barbilla al aire como si la llevara así hace tres años.
—No necesito ayuda.
—Tienes una enfermedad en el corazón —dice el Sr. Reynolds.
Ella ondea su mano en el aire, restándole importancia.
—¿Quién dice?
—Tu doctor.
—¿Y qué es lo que saben los doctores al fin y al cabo? Ellos lo llaman practicar la medicina, porque eso es todo que hacen en la vida. Practicar. Si me visitaras de vez en cuando, sabría que estoy bien.
—Te visite el sábado. — Señala él, molesto, y entonces dice—. ¿Tienes hambre?
—¿Qué tienes de comida especial esta semana?
—Irina prepara lo que tú quieras, Mamá. Dime.
Ella estrecha sus ojos en dirección a él.
—Patatas y un grande y jugoso bistec.
El Sr. Reynolds sacude su cabeza y suelta una risita.
—Mamá, tienes diverticulosis y una enfermedad en el corazón. Así que inténtalo de nuevo.
—No eres divertido, Lou.
—Y tú eres un barril de risas. Solo siéntate en una mesa. Espera... sígueme para que conozcas a la hija de Linda. Nunca te la has encontrado antes.
Me concentro en el pastel, intentando no dar por hecho que he estado escuchando detrás de la puerta su conversación.
—_______, ésta es mi madre —anuncia el Sr. Reynolds—. Mamá, ésta es la hija de Linda, ______. Pero todos la llamamos______.
Sonrío y le ofrezco mi mano.
—Mucho gusto, Señora Reynolds. ¿Es familiar de la Tía Mae?
La señora ya de edad toma mi mano y la agita.
—Querida, Mae era el nombre del primer perro de mi hijo.
¡No puede ser! lo primero que hago es mirara al Sr. Reynolds para saber si es verdad. Él está sonriendo tímidamente.
—Es verdad —susurra él—. Pero, Shh, es un secreto. Si la ciudad averigua que nombre a mi restaurante con el nombre de un perro, este lugar será un desierto dentro de una semana.
Dudo mucho que eso suceda. La Tía Mae se encuentra casi repleto cada noche. Además no hay otro restaurante al menos dentro de unas diez millas a la redonda.
—No sabía que Linda tenía una hija. ¿Cuántos años tienes, ________? —pregunta ella, ignorando el hecho de que su hijo le dijo que todos me llaman ______.
—Diecisiete.
—Acaba de empezar su último año en la preparatoria mamá —dice el Sr. Reynolds ruidosamente, como si su madre fuera sorda—. Y va ir a España en enero por la escuela. ¿Por qué no te sientas con ella mientras te cuenta todo lo de la universidad? Yo iré atrás y haré que Irina prepare algo de comer.
—Dile que no prepare algo que sea demasiado saludable —ordena la Señora Reynolds antes de sentarse en el banco del enfrente de mí. Mira mi plato y dice—. Lou, dile a Irina que me corte una buena rodaja de ese pastel, también.
No creo que el Sr. Reynolds estuviera escuchándola proferir su último pedido, o quizás él solo quería dejarla pensar que no estaba escuchando.
La mujer anciana pone el bolso a su lado en el compartimiento, luego me mira. Ella no sonríe, ni frunce las cejas. Simplemente inclina su cabeza, como si estuviera intentando deducir lo que está dentro de mis pensamientos.
—¿Por qué quieres dejar Paradise tan urgentemente? —pregunta ella, realmente casi como si pudiera leer mi mente.
—No es eso —digo, esperando que lo dejara pasar inadvertido.
Pero ella hace un ruido deductivo con su lengua.
—Si no quieres hablar sobre eso, sólo dilo. No tiene sentido seguir pegado de un arbusto cuando lo que quieres es irte.
Había estado ocupada quitándome el esmalte de las uñas de mis dedos, pero me detuve y mire a la Señora Reynolds.
—No quiero hablar sobre eso.
La señora de edad se limita a aplaudir con sus manos.
—Bien. Si no quieres hablar sobre eso, no hablaremos sobre eso.
La única cosa que está en medio entre esta mujer y yo es el pastel que tengo y que ella quiere. Lo cual hace que se alargue el silencio. No es que esté intentando ser ruda, solo que no quiero poner en las palabras cómo mi vida se ha convertido en una desilusión tras otra. Es como si la miseria me siguiera y estuviera maldita. Si sólo supiera cómo romper esa maldición...
—Estoy segura que tienes tus razones para no querer hablar sobre eso. No puedo imaginar cuáles son esas razones, pero probablemente te sientas mejor tenerlo oculto y dándole vueltas al asunto en lugar de hablarlo con alguien que no tiene nada mejor que hacer salvo escuchar.
Me meto otro pedazo de pastel en la boca y me concentro en el tarrito de sal al final de la mesa.
—¿Quieres sal? —pregunta la Señora Reynolds, sabiendo muy bien que no tengo sal en mente.
—Me negaron la beca —digo bruscamente, entonces miro a la señora de edad sentada frente a mí.
La cual no parece tener una mirada compasiva en su cara como yo esperaba. Parece algo... bueno, enojada.
—Bueno, ¿por qué irían a hacer una cosa así?
Me tomo mi tiempo para masticar y tragar, luego la miro. La Señora Reynolds tiene sus pequeñas manos plegadas encima de la mesa y está concentrada mirándome, esperando por mi respuesta.
—Solicité una beca atlética, pero ya no estoy en el equipo, así que ha sido revocada. Podría ir, pero tendré que pagar el precio de una matrícula que no podemos darnos el lujo de pagar.
Ella asiente con su cabeza, suelta un largo suspiro, entonces se inclina de nuevo en el respaldo del compartimiento y dice.
—Ya veo. Bueno, querida, quizás un día tu suerte cambiará.
Sí, claro. Todo lo que necesito es un poco de polvo mágico y un hada madrina. Y no es que este conteniendo mi respiración esperando nada de eso.
________
Hoy pedí prestado el libro de Frommer sobre España en la biblioteca. Y recordé revisar el buzón después de la escuela, al mismo tiempo que rezaba una pequeña oración, esperando que el paquete de información hubiera llegado.
Encontré una carta del programa, no un paquete. Rasgo el sobre para abrirlo, con un pequeño corte mientas deslizo mi dedo entre los pliegues. No me importa eso. Éste es mi boleto de salida, mi oportunidad de conseguir alejarme de Nicholas y Paradise. Tiempo para olvidar el accidente y conseguir un espíritu de independencia y anonimidad.
Despliego la carta rápidamente, como si fuera el Boleto Dorado en Willy Wonka y la Fábrica del Chocolates. Tengo una gran sonrisa en mi rostro mientras leo la carta.
Para: La Srta. _______ Armstrong
Del: Programa Estudiantil de Intercambio internacional (EIS)
Estimada Srta. Armstrong:
Ha llamado la atención de nuestro comité de EIS que la beca para la que usted originalmente aplico, era una beca deportiva. Ya que sus archivos indican que usted no ha sido seleccionada en la escuela para el equipo de atletismo durante los últimos doce meses, lamento informarle que su beca ha sido denegada.
Acatamos los parámetros legales de distribuir las becas deportivas solamente a los atletas actuales en la escuela.
Sin embargo, todavía es bienvenida a participar en el programa de EIS, si es patrocinado por usted, en lo cual estaría a cargo de su propio transporte y el costo de la matricula que incluye el cuarto/u alojamiento y la entrada en el campus de la Universidad de Barcelona. El costo de matricula durante un semestre de escuela en el programa de EIS es de $4,625.
Por favor remita el pago el 15 de diciembre a la oficina de EIS para separar su cupo en el programa. Si tiene alguna duda, por favor no dude en contactarme.
Atentamente,
Helena Cortez,
Presidenta, del programa Estudiantil de Intercambio internacional.
Universidad de Barcelona, España.
Cuando mi cerebro al fin comprende las palabras beca denegada, mi sonrisa se marchita al instante.
—No puedo ir —susurro. Mamá tenía que trabajar horas extras sólo para darme un costoso
Conjunto de ropa que costaba cien dólares. No había ninguna manera de que pudiéramos encima de todo, darnos el lujo de gastar cuatro mil dólares más. Lo único que puedo hacer es cerras mis ojos. Esto no está pasando. No ahora. Mis manos empiezan a temblar de nuevo. Las siento estremecerse cuando me cubro los ojos con las palmas de mis manos.
Cuando mamá llega a casa del trabajo por la noche, le tiendo la carta para que la lea.
—Está bien, no te asustes —dice después de leerla—. Debe haber alguna manera en que podemos manejar esto.
—Mamá, es inútil si quiera pensar en eso. No tenemos esa cantidad de dinero.
—Mi jefe podría dejarme trabajar más horas extras. Veamos... —agarra un pedazo de papel y empieza a escribir números en forma descendente.
—Mamá, olvídalo.
—Espera. Sesenta horas mínimo por semana, a veces setenta... y si trabajo el día de Acción de gracias y le agregamos mi bono de Navidad...
—¡Mamá!
Ella para de escribir y me mira fijamente.
—¿Qué?
—Deja de escribir, deja de rebuscar dinero donde… ¡¡ya basta!!
Ya es bastante deprimente solo mirarla intentando matarse por hacerme feliz. Ya veré como me las arreglo. Porque es mi problema, no el suyo.
El teléfono suena. Es Sr. Reynolds que le dice a mamá que se olvidó de recoger su sueldo. Ahora ella tiene que volver de nuevo y recogerlo.
—Ven conmigo, _____.
—No quiero.
—Oh, vamos. Vi a Irina haciendo unos pasteles nuevos esta tarde. El pastel siempre te levanta el ánimo.
Irina es una de las cocineras del restaurante. Le gusta hacerme probar sus nuevas creaciones de pastel antes de ofrecerlos en el menú. Los pasteles de Irina son una de las razones por las que he aumentado de peso este último año.
Y cuando mencionan un pastel, siempre cedo. Si hay algo que necesite para levantarme el ánimo, es esto.
—El lugar este atestado esta noche —dice Mamá al Sr. Reynolds cuando él le da la paga de su sueldo.
EL Sr. Reynolds, normalmente tan tranquilo y en su sitio, parece aterrado.
—Son los comentarios esporádicos que están haciendo los hombres —explica—. Nomas entraron y Yolanda llego a casa enferma diez minutos después.
Hay aproximadamente treinta hombres hambrientos que devoran todo lo que se coloque en las mesas, y sólo veo a Tony, un nuevo mesero, más cansado que el Sr. Reynolds.
Mamá le da un golpecito en el hombro a su jefe y dice: —Si necesitas ayuda, estoy segura que a ______ no le importará aguardar si me quedo un rato.
El Sr. Reynolds sonríe.
—¿En serio? Eso sería genial.
—No hay problema.
—Eres la mejor, Linda. Te debo una.
Mamá hace rodar sus ojos festivamente cuando se dirige por detrás de la contadora envuelta en un delantal alrededor de su cintura.
—Me debes más de una, Lou, pero podemos discutirlo después.
—Como tú digas —dice él, y luego saluda rápidamente a los nuevos clientes que acaban de pasar por la puerta.
Mamá se apresura atender al grupo de comensales para ayudar a Tony a tomar las órdenes mientras yo voy detrás de ella con una jarra, llenando los vasos de agua.
Después de que sirvo el agua, Mamá me dice que me siente en un compartimiento. Saco el libro Frommer de España de mi bolso y me quedo mirándolo pensativamente. Si simplemente fuéramos tan ricos como los padres de Kendra, podría ir a España. Incluso, si fuéramos tan ricos como Nicholas y los padres de Leah, seguramente podríamos darnos todo el lujo sin pensarlo si quiera dos veces. Su papá es un cirujano dentista y seguramente todos los habitantes del suroeste de Illinois los tiene como pacientes.
Es momentos como éstos desearía que papá y mamá nunca se hubieran divorciado. Puedo hacer de cuenta que olvido todas aquellas peleas, gritos, y rabia que acecha alrededor de cada esquina de la casa. Mamá dijo que ellos habían madurado por separado, mientras él viajaba por trabajo y ella se quedaba en casa. Cuando él venía a casa los fines de semana, quería relajarse mientras mamá quería salir. Finalmente Papá dejo de venir a casa los fines de semana. Y a Mamá dejó de importarle si venía a casa.
No estoy segura donde Judy (su nueva esposa) entra en la ecuación del divorcio. Extraño a papá, pero él nunca me pide que vaya a Texas y lo visite. No quiero preguntarle por qué no me invita, porque para ser completamente honesta, no quiero oír que no me quiere, como una parte de su nueva vida.
Mientras espero a mamá, Irina sale de la cocina.
—¡_____,______! —dice ella entusiastamente en su acento Ruso, bastante fuerte—. Tengo un nuevo pastel pata ti.
—¿Tiene zanahorias? —pregunto, asustada. La última vez que Irina hizo un pastel con zanahorias, usando una receta familiar suya, bastante vieja por cierto, había pedazos cortos y gruesos de zanahorias en el medio. Solo eso me basta para alegrarme de no decir como termino el menú.
—No prometo ningún manjar. Es un delicioso pastel de chocolate blanco con migajas de galleta endulzadas de caramelo. Suena delicioso, ¿no?
Mi estómago gruñe, ansiosa por un torrente de azúcar.
—Tráelo. Necesito algo para levantar el ánimo —digo—. Hay un problema con mi viaje a España.
Irina suelta un pequeño grito.
—Uy, ¿qué paso?
Y yo solo me encojo de hombros.
—Es una larga historia.
—Voy a traer el pastel ahora mismo, ¿da? —dice Irina antes de desaparecer en la cocina. Regresa unos minutos después con un trozo grande de pastel. Y puedo decir antes de probarlo que este va a ser el mejor postre del restaurante de La Tía Mae la próxima semana.
Antes de que le de la primera mordida, digo: —Eres la mejor, Irina —y clavo mi tenedor en la cremosa y blanca mancha de galleta melada, caramelo, y trocitos de chocolate. Ella siempre espera a mi lado hasta que trague el primer bocado y le de mi análisis.
—Está delicioso —le digo, saboreando la humedad de la parte cremosa y el suave crujir de los trocitos de chocolate mezclados con el más apetitoso caramelo y la textura de las migajas que se desboronan de las galletas meladas en dulce.
—Uno de los mejores.
Irina se retira rápidamente y regresa a la cocina con un interesante fluir.
—Veo que Irina ya te encontró —dice Mamá mientras sostiene una bandeja llena de comida—. Cuando termines el pastel, ya habré terminado aquí y podemos irnos a casa.
Miro como mamá sirve la comida expertamente delante de los hambrientos jugadores de bolos.
Cuando pruebo mi segundo bocado, otro cliente entra en el restaurante. Es una señora vieja con el pelo encanecido, pantalones blancos, y una chaqueta color turquesa. El Sr. Reynolds la saluda con un beso en la mejilla.
—Mamá, ¿por qué no me dijiste que ibas a venir? —le pregunto a la señora—. Espera, ¿dónde está Gladys?
—La despedí ayer —dice la señora—. Era un dolor en el tú-sabes-qué. Además, no necesito a una ayudante. He llegado hasta aquí sin una, ¿no es así?
La mirada del Sr. Reynolds era de preocupación.
—Mamá, ¿por qué no puedes llevarte bien con cualquiera que contrate para ayudarte? Juro que solo las despides para molestarme.
La señora ya de edad se queda parada con su barbilla al aire como si la llevara así hace tres años.
—No necesito ayuda.
—Tienes una enfermedad en el corazón —dice el Sr. Reynolds.
Ella ondea su mano en el aire, restándole importancia.
—¿Quién dice?
—Tu doctor.
—¿Y qué es lo que saben los doctores al fin y al cabo? Ellos lo llaman practicar la medicina, porque eso es todo que hacen en la vida. Practicar. Si me visitaras de vez en cuando, sabría que estoy bien.
—Te visite el sábado. — Señala él, molesto, y entonces dice—. ¿Tienes hambre?
—¿Qué tienes de comida especial esta semana?
—Irina prepara lo que tú quieras, Mamá. Dime.
Ella estrecha sus ojos en dirección a él.
—Patatas y un grande y jugoso bistec.
El Sr. Reynolds sacude su cabeza y suelta una risita.
—Mamá, tienes diverticulosis y una enfermedad en el corazón. Así que inténtalo de nuevo.
—No eres divertido, Lou.
—Y tú eres un barril de risas. Solo siéntate en una mesa. Espera... sígueme para que conozcas a la hija de Linda. Nunca te la has encontrado antes.
Me concentro en el pastel, intentando no dar por hecho que he estado escuchando detrás de la puerta su conversación.
—_______, ésta es mi madre —anuncia el Sr. Reynolds—. Mamá, ésta es la hija de Linda, ______. Pero todos la llamamos______.
Sonrío y le ofrezco mi mano.
—Mucho gusto, Señora Reynolds. ¿Es familiar de la Tía Mae?
La señora ya de edad toma mi mano y la agita.
—Querida, Mae era el nombre del primer perro de mi hijo.
¡No puede ser! lo primero que hago es mirara al Sr. Reynolds para saber si es verdad. Él está sonriendo tímidamente.
—Es verdad —susurra él—. Pero, Shh, es un secreto. Si la ciudad averigua que nombre a mi restaurante con el nombre de un perro, este lugar será un desierto dentro de una semana.
Dudo mucho que eso suceda. La Tía Mae se encuentra casi repleto cada noche. Además no hay otro restaurante al menos dentro de unas diez millas a la redonda.
—No sabía que Linda tenía una hija. ¿Cuántos años tienes, ________? —pregunta ella, ignorando el hecho de que su hijo le dijo que todos me llaman ______.
—Diecisiete.
—Acaba de empezar su último año en la preparatoria mamá —dice el Sr. Reynolds ruidosamente, como si su madre fuera sorda—. Y va ir a España en enero por la escuela. ¿Por qué no te sientas con ella mientras te cuenta todo lo de la universidad? Yo iré atrás y haré que Irina prepare algo de comer.
—Dile que no prepare algo que sea demasiado saludable —ordena la Señora Reynolds antes de sentarse en el banco del enfrente de mí. Mira mi plato y dice—. Lou, dile a Irina que me corte una buena rodaja de ese pastel, también.
No creo que el Sr. Reynolds estuviera escuchándola proferir su último pedido, o quizás él solo quería dejarla pensar que no estaba escuchando.
La mujer anciana pone el bolso a su lado en el compartimiento, luego me mira. Ella no sonríe, ni frunce las cejas. Simplemente inclina su cabeza, como si estuviera intentando deducir lo que está dentro de mis pensamientos.
—¿Por qué quieres dejar Paradise tan urgentemente? —pregunta ella, realmente casi como si pudiera leer mi mente.
—No es eso —digo, esperando que lo dejara pasar inadvertido.
Pero ella hace un ruido deductivo con su lengua.
—Si no quieres hablar sobre eso, sólo dilo. No tiene sentido seguir pegado de un arbusto cuando lo que quieres es irte.
Había estado ocupada quitándome el esmalte de las uñas de mis dedos, pero me detuve y mire a la Señora Reynolds.
—No quiero hablar sobre eso.
La señora de edad se limita a aplaudir con sus manos.
—Bien. Si no quieres hablar sobre eso, no hablaremos sobre eso.
La única cosa que está en medio entre esta mujer y yo es el pastel que tengo y que ella quiere. Lo cual hace que se alargue el silencio. No es que esté intentando ser ruda, solo que no quiero poner en las palabras cómo mi vida se ha convertido en una desilusión tras otra. Es como si la miseria me siguiera y estuviera maldita. Si sólo supiera cómo romper esa maldición...
—Estoy segura que tienes tus razones para no querer hablar sobre eso. No puedo imaginar cuáles son esas razones, pero probablemente te sientas mejor tenerlo oculto y dándole vueltas al asunto en lugar de hablarlo con alguien que no tiene nada mejor que hacer salvo escuchar.
Me meto otro pedazo de pastel en la boca y me concentro en el tarrito de sal al final de la mesa.
—¿Quieres sal? —pregunta la Señora Reynolds, sabiendo muy bien que no tengo sal en mente.
—Me negaron la beca —digo bruscamente, entonces miro a la señora de edad sentada frente a mí.
La cual no parece tener una mirada compasiva en su cara como yo esperaba. Parece algo... bueno, enojada.
—Bueno, ¿por qué irían a hacer una cosa así?
Me tomo mi tiempo para masticar y tragar, luego la miro. La Señora Reynolds tiene sus pequeñas manos plegadas encima de la mesa y está concentrada mirándome, esperando por mi respuesta.
—Solicité una beca atlética, pero ya no estoy en el equipo, así que ha sido revocada. Podría ir, pero tendré que pagar el precio de una matrícula que no podemos darnos el lujo de pagar.
Ella asiente con su cabeza, suelta un largo suspiro, entonces se inclina de nuevo en el respaldo del compartimiento y dice.
—Ya veo. Bueno, querida, quizás un día tu suerte cambiará.
Sí, claro. Todo lo que necesito es un poco de polvo mágico y un hada madrina. Y no es que este conteniendo mi respiración esperando nada de eso.
Andiie
Re: Dejar Paradise -Adaptación [Nick&Tu]
awwwww SUBE OTROOOO!!!!!!!!!!
me encantaron, si estoy de acuerdo con lo que piensas acerca de esas chicas que desean 'la felicidad de nick' pfff ellas que saben :roll:
& deseguro la perra hueca de Delta penso que eras su fan o algo asi :¬¬:
arggg la odio ¬¬ ni siquiera un traductor sabe utilizar haha
SIGE PLEASEE!!!!!!
me encantaron, si estoy de acuerdo con lo que piensas acerca de esas chicas que desean 'la felicidad de nick' pfff ellas que saben :roll:
& deseguro la perra hueca de Delta penso que eras su fan o algo asi :¬¬:
arggg la odio ¬¬ ni siquiera un traductor sabe utilizar haha
SIGE PLEASEE!!!!!!
Heaven.Foster
Re: Dejar Paradise -Adaptación [Nick&Tu]
ah!!!!!!!!!!!! me encantaron los capss sobre todo el maraton!!!!! ahh!!!!!!!!!!! SIGUELA!!!!!
AH!!!!!!!!! SOLO ME FALTA UNA SEMANA PARA SALIR Y TODO EL DIAAAAAAAAAAAAAAA EN LA COMPU :D
AH!!!!!!!!! SOLO ME FALTA UNA SEMANA PARA SALIR Y TODO EL DIAAAAAAAAAAAAAAA EN LA COMPU :D
Just Me! Melissa! :)
Re: Dejar Paradise -Adaptación [Nick&Tu]
MelyssaConverssse escribió:ah!!!!!!!!!!!! me encantaron los capss sobre todo el maraton!!!!! ahh!!!!!!!!!!! SIGUELA!!!!!
AH!!!!!!!!! SOLO ME FALTA UNA SEMANA PARA SALIR Y TODO EL DIAAAAAAAAAAAAAAA EN LA COMPU :D
Ahorita subo otro cap haaha
que bien que ya salgas de clasees, AMO estar de vacacioness haha :P
Andiie
Re: Dejar Paradise -Adaptación [Nick&Tu]
Capitulo 13 *
Nicholas
—Nicholas espero que aprobaras los exámenes —mi madre grita desde la cocina.
Me estoy lavando las manos por tercera vez esta noche. Tengo pintura hasta los codos, cortesía de mi trabajo de servicios comunitarios. La pareja de ancianos del centro de mayores han contratado para que les pinten la cocina con un rosa intenso para que haga juego con las falsas rosas rosas de la mesa de la cocina.
—Hice lo que pude —digo.
—Esperemos que lo que pudiste sea lo suficientemente bueno.
Me seco las manos en una toalla, preguntándome cuando parará de tratarme como un extraño. Algún día voy a cortar su exterior de plástico. Algún día pronto.
El teléfono suena. Mi mama contesta, luego me lo pasa.
—Es para ti. Es Damon —cojo el teléfono.
—Hey.
—El representante de The Trusty Nail dijo que llegaste tarde.
Oh, mierda.
—Me tenía que quedar después de clase porque...
—Lo he oído todo, no malgastes tu aliento —ladra, interrumpiéndome—. Cero tolerancia. Te registras en servicio comunitario a tiempo. Periodo. ¿Lo entiendes?
— Lo entiendo.
—Esto va a tu expediente, Nicholas. Puedo solicitar a un juez para enviarte de vuelta al DOC. Sigue jodiéndola y lo haré…
Sigue balbuceando, pero estoy demasiado enojado para escuchar.—… Te dije que fueras un ciudadano modelo y que estuvieras a tiempo en tu trabajo. Me has defraudado. No dejes que pase otra vez.
—No fue mi culpa —argumento.
—Si tuviera un centavo por cada vez que he oído esas palabras, sería millonario.
Duro de pelar.
—Lo capto, Damon. Alto y claro.
—Bien. Lo comprobaré contigo mañana —dice, luego cuelga.
Cuando cuelgo el teléfono, me doy cuenta de que mamá ha estado escuchando mi mitad de la conversación. Me está mirando, pero hay un vacío en sus ojos – como si ella no estuviera toda ahí.
—¿Está todo bien?
—Sip — digo. Solo aterciopelado.
—Bien —agarra su bolso del sofá—. Voy a la tienda de comestibles. Voy a hacer mis Spaghetti
Espectaculares para el Festival de Otoño el sábado por la noche.
Mamá siempre hace voluntariado a favor de mierda. Adora la atención, supongo. Su plato de Spaghetti Espectacular ha ganado el premio a la mejor receta de Ayudante de Damas cada año. Incluso tiene los premios cuidadosamente apilados en el salón.
Mamá sale volando por la puerta en su habitual frenesí de caos.
—Está loca, ya sabes —dice Leah desde la puerta de la cocina.
Hoy mi hermana lleva vaqueros oscuros con cadenas colgando. El final de una cadena se une a una de las piernas del pantalón y el otro final está unido a la otra pierna. ¿Cómo puede andar así?
Veo a mamá bajar la entrada cuando miro por la ventana del salón.
—Dímelo a mí.
—¿Crees que las cosas volverán a lo normal alguna vez? —pregunta Leah, con esperanza llenando su voz.
—Mejor será —voy a pasar mis días intentándolo, empezando ahora mismo con mi hermana. Está a punto de volver a la cocina, pero no la dejo escapar—. ¿Alguna vez hablaste con, ya sabes, ______?
Ella se congela, luego sacude su cabeza lentamente.
—¿No desde el accidente?
Sacude su cabeza de nuevo.
—No quiero hablar de ello, Nicholas. Por favor no me hagas hablar de ello. No ahora.
—¿Cuándo, entonces? —no contesta—. Algún día vamos a hablarlo, Leah. No puedes evitar la conversación para siempre —me pongo la chaqueta, agarro un balón de baloncesto del garaje y me dirijo fuera. Evito incluso mirar a la casa de los Armstrongs conforme me dirijo al parque en la dirección contraria. Necesito lanzar algunas canastas para despejar mi cabeza.
Mi jodida hermana es la que necesita terapia de grupo. Yo era el que estaba encerrado y todo el mundo que se quedó en casa, son unos malditos chiflados. Oh, la ironía cómica.
***
Al día siguiente estoy sentado en la oficina del director. Mamá y Papá tienen que venir conmigo para oír si he aprobado o no los exámenes. Dios, esto da asco.
Meyer abre una carpeta y se me queda mirando. La carpeta da asco, también. Especialmente una que no tiene nada que hacer conmigo.
El abogado defensor asignado a mi caso después del accidente tenía una carpeta esbozando el accidente, mi arresto y la historia de mi vida. El guardia en el DOC tenía una carpeta de lo mismo.
Es como si no fuera un tío
más. He sido reducido a palabras escritas por otros sobre mí. Incluso Damon se basa en una maldita carpeta. Podría decirles un infierno muchas más cosas de lo que cualquier carpeta pueda decir.
—Mientras Nicholas hizo asombrosamente bien casi todos los exámenes —Meyer dirige su atención a mi padre—, no ha pasado los requerimientos para estudios sociales.
Dios, eso no es una sorpresa considerando lo que Leah dijo.
La sonrisa de mama pierde su brillo por un segundo.
—Estoy segura de que es un error.
Miro por encima a papá. Me mira antes de decir,
—Nicholas pasó por el programa académico en el, ah, Departamento de Correcciones.
Meyer levanta una mano.
—Eso puede ser, Dr. Miller. Pero el no aprobó estudios sociales o no ganó suficientes créditos para ser de ultimo año.
Voy a decir lo que he estado esperando a decir todo el tiempo, al infierno las consecuencias.
—Simplemente podría abandonar.
Mamá frunce el ceño.
—Nicholas, no —sí, ¡una verdadera reacción pública en directo!
Las cejas de papá se arrugan.
—Hijo, no vas a abandonar. Estoy seguro de que el Sr. Meyer puede resolver algo. ¿Verdad?
El tipo toma una respiración honda y saca otra carpeta, con lo cual me dan ganas de reír. Estudia el contenido mientras todos nosotros esperamos en silencio.
—Bueno, podría ponerlo en un nivel junior de estudios sociales pero manteniendo todas sus asignaturas de nivel de último curso.
—Oh, esa es una idea maravillosa —grita mamá.
Papá asiente.
—Tendrá que tomar clases de verano y graduarse tarde. No es ideal pero...
—Está bien, ¿no Nicholas?
Oh, hombre. ¿Escuela de verano? ¿Por qué no me clavan astillas bajo las uñas en su lugar?
—Como sea, papá.
Miro fuera de la ventana como los coches pasan por la escuela y los pájaros vuelan a quien sabe dónde.
—Nicholas, ¿Por qué no coges un horario de mi secretaria? —dice el director, luego comprueba su reloj—. Puedes pillar la última mitad de tu tercera clase si te das prisa.
Papá y mamá están silenciosos conforme salimos de la oficina de Meyer.
La secretaria me pasa una hoja de papel.
—Aquí está tu horario de clases.
Camino hacia Ingles de último curso. Déjale al viejo Meyer el hacerme entrar en la clase a mitad de la clase. Hago una mueca de dolor cuando abro la puerta.
Casi puedo oír la voz de locutor en mi cabeza. Si, señoras y señores, la principal atracción… directamente desde la cárcel de menores… ¡Nicholas Miller! Siento sesenta ojos en mí, quemando en mi cráneo conforme me acerco al profesor, el Sr. Edelsen.
—¿Puedo ayudarte? —pregunta.
—Estoy en esta clase.
Silencio.
Músculos tensándose.
—Bueno, toma asiento entonces.
Camino hacia la parte de atrás de la clase y cojo un asiento al lado de Drew Rudolph. Solíamos salir. Ya sabes… antes.
Después de clase tengo el almuerzo. Pago una manzana y una coca-cola del dinero que me dieron mis padres esta mañana. Conforme camino por el comedor, mantengo la cabeza alta. Dejémosles hablar sobre el ex-convicto todo lo que quieran. Enfrentar estos niños no es nada comparado con los tíos del DOC.
Cuando giro la esquina, me topo con Kendra. Es la primera vez que hemos estado así de cerca desde mi arresto.
—Hola, Nicholas — dice con un acento de burla en su voz—. Drew me contó que te vio en clase de inglés —asiento.
—¿Recuerdas cuando teníamos ingles juntos?
Amigo, lo hago. Solíamos tomar pausas para el baño al mismo tiempo y encontrarnos en algún pasillo desiertos para besarnos y sentirnos el uno al otro.
—Lo recuerdo.
Me sonríe con sus dientes brillantes y sus asesinos labios llenos. Podría haber besado esos labios para siempre. Todavía puedo.
—Bueno, supongo que te veré más tarde —dice.
—Más tarde —digo, viendo su trasero balanceándose mientras se aleja.
***
Después del colegio, por servicio comunitario, arreglé la verja de una señora mayor y colgué su lámpara.
Antes de que me arrestaran habría llegado a casa para encontrar al menos diez mensajes de Kendra, pidiéndome que la llamara. Pero esta vez llego a casa y el contestador solo tenía un mensaje… de Damon.
Le devolví la llamada. Nuestra conversación fue así.
—¿Nicholas?
—¿Si?
—Buen trabajo hoy. A tiempo y todo.
—Gracias.
—Sigue así. Te llamaré en dos días.
¡Yuju! Me dejara solo por la friolera de dos días. Mi padre trabaja hasta tarde esta noche así que somos solo yo, mi madre, y Leah. Leah está removiendo su comida por su plato, sin comer en realidad. Mamá está tan ocupada cotorreando con sus amigas por teléfono. No creo que se dé cuenta de que Leah y yo estamos sentados a la mesa con ella. Estoy agradecido cuando todos en mi casa están durmiendo. Es el único momento que se parece a los viejos tiempos.
Por la noche estoy tumbado en mi cama, mirando el reloj como he hecho durante las últimas dos horas. Tres en punto de la mañana. No puedo dormir. Demasiados pensamientos corriendo por mi inútil cabeza. Quizás necesito un inconfortable y demasiado utilizado colchón como tenía en el DOC con el propósito de conseguir una noche completa de sueño.
Echando hacia atrás el edredón, me levanto y voy y vengo por mi habitación. La imagen de Kendra en mi cabeza me devuelve la mirada, su sonrisa una promesa secreta entre nosotros dos. Quito el teléfono inalámbrico del salón y lo llevo de vuelta a mi habitación.
Marco el numero de Kendra, la línea privada que solo suena en su habitación, pero cuelgo antes de que suene. ¿Y si está saliendo con alguien más y no quiere hablar conmigo? Seguro como el infierno que no quiero correr tras ella si está colgada de otro tipo.
Miro por la ventana, midiendo cuanto tiempo será hasta que salga el sol. En el DOC, siempre había chicos que no podían dormir. Podías verlos enfrente sentados en sus literas, o podías oírlos dando vueltas. Los tipos nuevos y los
niños más jóvenes tenían el momento más difícil. Estarían llorando en silencio, la única indicación seria un sorbo por la nariz al azar u hombros caídos y agitándose. Incluso aunque algunos de ellos tenían solo doce o trece años, intentaban actuar como hombres.
Pero eran, al fin y al cabo, solo chicos.
Noto una luz encendida en la habitación de ______, el resplandor de las cortinas cubriendo su ventana. Tengo clase de informática con ella, pero normalmente me siento atrás mientras que ella toma asiento en primera fila. Mantengo mi cabeza baja porque los chicos en clase analizan cada movimiento mío. Cuando el timbre suena, ______ es la primera en salir… a veces creo que sale de ahí antes de que el timbre incluso suene. ¿Cree que es la única afectada por el accidente?
-------------------- GRACIAS POR LOS COMENTS!!! MAÑANA SUBO MAS :)
Andiie
Re: Dejar Paradise -Adaptación [Nick&Tu]
sorry x no comentar en tanto tiempo los caps estan geniales
SIGUE¡¡¡ :lol!:
I TOO AM A ELVIS FAN
SIGUE¡¡¡ :lol!:
I TOO AM A ELVIS FAN
manuh♥
Re: Dejar Paradise -Adaptación [Nick&Tu]
Aaaaaaaaaaaay que lindo cap, no puedo esperar a que _______ y Nick se encuenten t.t va a ser dificil.... ambos se ebaden y ________ aaaaaaaay Siguelaaa!
WhoIam13
Re: Dejar Paradise -Adaptación [Nick&Tu]
Ah!!!!!!!!!!!!! como me gusta la novela kiero k se encuentre ya!!!!!!!! y si tmb amo las vacaciones ya kiero k sean y asi ir a la playa wiiiiiiii!!!!!!!!!!
SIGUELA!!!!!!
SIGUELA!!!!!!
Just Me! Melissa! :)
Re: Dejar Paradise -Adaptación [Nick&Tu]
aaaa Siguela!!! Ya quiero que se encuentren!!
StayMemiFaither
Re: Dejar Paradise -Adaptación [Nick&Tu]
Me encanta me encanta me encantaaaaaa!!
Siguelaaaa!!! :D
Siguelaaaa!!! :D
Dayi_JonasLove!*
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