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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)
Parte 2:
La miró vagamente avergonzado; levantó las dos manos.
—Es sin intención. Se que te estabas explicando y oí cada palabra que dijiste. Palabra. Pero seguiste contoneándote mientras hablabas y el avión comenzó a rebotar, y no sé. Sólo ocurrió.
Su temperamento se avivó.
—No estoy de humor para esto.
—Ni yo. No mentalmente, por lo menos. Pero lo que es físicamente…
—No quiero oírlo.
El avión continuó saltando y meciendo sus cuerpos uno contra otro. Otra vez él separó sus caderas, se aclaró la voz.
—¿Estás… seriamente… tratando de decir que crees que eres la responsable de que ganásemos a los Giants?
La apacibilidad de su tono, la fricción caliente de sus cuerpos, la calmó.
—No… No exactamente… Por supuesto que no. Bueno, puede ser que… un poco. Sí, definitivamente en parte.
—Ya veo. —Él inclinó la cabeza y presionó ambas manos sobre el mueble del lavabo detrás de ella. Su pelo olía a la ducha que se había dado después del partido. Podía sentir sus pulgares contra sus caderas. El avión seguía en la turbulencia y ella luchaba por ignorar la emocionante abrasión de sus pechos rozándose contra su pecho.
—Eres una bomba de relojería —dijo él quedamente— y no me gustan las sorpresas. —Su mandíbula rozó su pelo mientras hablaba—. Si creías que había algún problema en mi manera de entrenar, deberías habérmelo dicho.
—Tienes razón. En teoría. —Su voz sonó como si estuviera muy lejos—. Pero, puedes ser muy intimidante.
Otra vez, sintió la suave caricia de su mandíbula contra su pelo.
—Tú también.
—¿Yo? —Su boca mostró una sonrisa muy feliz—. ¿De verdad?
—De verdad.
Su sonrisa se desvaneció cuando se dio cuenta de cómo la miraba. Se lamió los labios.
—Estoy…
—¿Caliente? —Su melosa voz arrastrada hizo que esa palabra pareciera durar para siempre.
Ella tragó.
—Calentándome.
Él sonrió con la lenta y fácil sonrisa torcida de chico Sureño, haciéndola imaginar húmedas noches interminables.
—No estás calentándote, querida, estás caliente.
—Tal vez.
—Yo también.
Ella podría sentir cada parte de él a través de su ropa. La conmocionó, la asustó. La hizo sentir como si estuviera medio muerta hasta que se encontraron.
Su mano se deslizó alrededor de su cintura.
—Tú y yo. Estamos…
—Calientes. —La palabra se escapó.
—Sí. —Él dejó caer su cabeza y tomó su boca.
Lo tardío de la hora. La tensión del partido. Por la razón que fuera, pero en el momento que sus labios tocaron los de ella, ella perdió cualquier capacidad de refrenarse.
Él puso sus grandes manos bajo sus caderas, y se golpeó el codo contra la pared cuando la elevó. Sus cuerpos se encontraron. Su rodilla tropezó con la puerta. Ella envolvió sus hombros con los brazos y se maravilló de las sensaciones que producía su dureza contra ella.
Su beso se hizo salvaje a la vez que primitivo e ingobernable, nutrido por una pasión que se había alimentado a sí misma.
Con una exclamación ronca, la puso encima del borde del mueble del lavabo detrás de ella y le levantó a la vez el suéter y el sujetador. Cogiendo sus pechos con las manos, los elevó hacia su boca. Ella agarró la hebilla del
cinturón, metiendo la otra mano bajo su camisa para poder tocar los duros músculos de su pecho.
Sus muslos se abrieron para acomodar sus piernas, y la boca de Joe se abrió para abarcar un pezón. Deslizando la mano debajo, sobre su estómago, ahuecó el pecho.
—Nunca vuelvas a ponerte… —murmuró contra su pezón húmedo mientras
la frotaba sobre los pantalones— …ropa así otra vez.
—No…
—Sólo vestidos que pueda levantar. —Él desabrochó sus pantalones y bajó la cremallera.
—Sí. —Ella luchaba con la hebilla de su cinturón, mientras subía su camisa.
—Y nada de bragas. —Su boca dejó sus pechos. Metió la mano dentro de la tela de algodón.
La encontró. Mojada. Caliente.
Con una boqueada, ella presionó la boca abierta contra su pecho desnudo.
El vello era sedoso bajo su lengua.
—Aquí, —murmuró roncamente—. Debajo.
—Lo haré. Si… —Ella intentaba bajar la cremallera, pero los dientes de metal apresaron la tela. Con un gemido de frustración, ella deslizó la mano dentro, bajo la banda elástica de los calzoncillos para rodearle.
Él soltó una exclamación estrangulada y la levantó mientras la acariciaba.
Su hombro tropezó con la pared. Él subió su pierna izquierda para sostenerla y le bajó los pantalones y las bragas, pero sacárselas era difícil en un espacio tan pequeño. Ella sintió el frío húmedo del lavabo en las nalgas y las de él calientes bajo su mano. El brazo de Joe golpeó una pared, el codo contrario la opuesta.
Él se vio finalmente forzado a usar su zapato para liberarla de la ropa que se arremolinaba alrededor de sus tobillos. Besándola profundamente, la preparó con sus dedos.
Su mano temblaba sobre él. Ella nunca le había hecho eso a un hombre, pero repentinamente su mano no fue suficiente. Estaba a demasiada distancia de su corazón. Lo apartó tanto como pudo y se bajó del borde del lavabo.
Echando las caderas a un lado, se dobló en una posición torpe y abrió los labios. Un estremecimiento la atravesó cuando le ofreció una nueva virginidad.
Era emocionante. Deliciosamente dulce hacerle eso a ese hombre El sudor perló su frente cuando sintió el tirón tierno al meterlo en su boca.
Estaba abandonado todos sus principios, todas sus resoluciones y en ese momento no le importaba. El único compromiso que tenía era ante sí mismo, y ya lo resolvería más tarde.
A través de su rugiente excitación, él observó la curva blanda y vulnerable de su cuello. Muchas mujeres le habían servido de ese modo, ¿qué hacía que pareciera tan diferente? Y era diferente. Había una dulce ineptitud en la suave succión caliente que le emocionó al tiempo que lo desconcertaba.
Él acarició sus caderas, ella apretó sus nalgas mientras su pasión lo conducía más alto. Una oscura voz interior le señalaba que ella no hacía exactamente lo correcto. La lógica decía que debería tener experiencia en eso, pero la dulce torpeza de esa boca suave derrotó su lógica.
Le acarició su pelo, y una feroz ola de ternura lo atravesó. Sin premeditación, se encontró apartándola. A pesar de cómo miraba, de cómo vestía, de cómo se comportaba, e independientemente de su necesidad rugiente y de cada maldita cosa que sabía sobre ella, no podía dejar que hiciera eso. Ella merecía algo mejor de él que ingresar en el club de los polvos a una milla de altura.
—No —murmuró ella, y él vio algo desprovisto y desconcertado en sus ojos ámbar que hizo trizas su control.
La besó en la boca y se perdió en esa abertura hinchada. Ella gimió su nombre, se estremeció, y él entendió que ella se había deslizado más allá de la razón. Ahogando la violenta demanda de su cuerpo, la acarició con su mano en movimientos profundos y tiernos. Ella clavó los dedos en sus hombros, y el sonido de su gemido casi lo llevó hasta el borde.
—_____, querida, me estás matando. —Con una exclamación ronca, zambulló su lengua en los recovecos húmedos de su boca. Cuando ella explotó, él se tragó sus gritos.
Ella cayó contra él, con el cuerpo laxo y vulnerable, sus suaves rizos húmedos se pegaban a su nuca. Él sintió su pecho mientras trataba de respirar.
Ella trató de juntar sus muslos, al tiempo que se estremecía y él supo que aún no estaba satisfecha. No la podía dejar así y la acarició otra vez.
Llegó al clímax casi instantáneamente. Se quedó sin respiración y luego
comenzó a temblar, señalando que ni siquiera ahora estaba totalmente
satisfecha. Él intentó volver a acariciarla.
—No… No sin ti.
Con el sonido de su gemido suave, de su murmullo, él deseó enterrarse profundamente en ella. Nada lo retenía. En ese momento ni siquiera podría describir la cara de Sharon. Y ______era una chica curvilínea, de carnes prietas, adecuada y personalmente diseñada por Dios para justo ese tipo de retozo. Después de todas las mujeres con las que había estado, esto no le debería provocar ningún tipo de escrúpulos. Pero ella parecía importarle más que las demás.
Cerró los ojos y los apretó, obligándose a aceptar que no podría terminarlo.
______estaba demasiado perdida en la pasión para pensar correctamente, así que él lo tendría que hacer por ella.
—No tengo nada aquí —mintió.
Ella deslizó su mano hacia arriba por su muslo, tocándole.
—Yo podría… —Ella se inclinó su cabeza, mirándolo y la incertidumbre de sus ojos lo atravesó—. Quizá podría hacer lo mismo por ti.
El espasmo de su garganta cuando tragó, y esos ojos, tan inciertos como rasgados, le penetraron profundamente. Simplemente no podía dejar que esto llegara más lejos. Dolorosamente, sujetó sus pantalones.
—Está bien. Estoy bien.
—Pero…
Él apartó la vista de sus ojos heridos. Sus manos no estaban totalmente estables cuando dejó caer su suéter sobre sus pechos.
—Toda la gente de primera debería estar dormida a estas alturas, pero tal vez será mejor que salgas primero, tan pronto como termines de arreglarte.
Ella luchó con sus pantalones, rozándose contra él en cada movimiento.
Cuando toda su ropa estuvo en su lugar, lo miró.
—¿Cómo lo haces? —le preguntó quedamente.
—¿Hacer qué?
—Actuar como si estuvieras tan caliente, y luego de pronto, tan frío.
Ella creía que la había rechazado. Si bien había intentado no hacerlo, supo que la había lastimado.
—Ahora mismo estoy cerca de explotar —dijo.
—No te creo. ¿Cómo dijo Tully que te llamaban? ¿Hielo?
No quería discutir con ella, no después de haber visto que vulnerable estaba, y sólo podía pensar en una forma de aliviar el daño. Él soltó un elaborado suspiro y logró sonar molesto.
—¿Ya estamos de nuevo? La única manera de que no discutamos es que nos besemos. No sé porqué trato de ser bueno contigo porque siempre me sale el tiro por la culata.
Sus labios todavía estaban hinchados por su boca.
—¿Es eso lo que estás haciendo? Ser bueno.
—Más de lo que haya sido nunca. Y no me sale espontáneamente, dicho sea de paso. ¿Y sabes qué? Tienes una deuda conmigo por eso.
—¿Qué yo qué? —Esos ojos ámbar ya no estaban indefensos. Tal como él pretendía, habían comenzado a echar chispas.
—Tienes una deuda conmigo, _____. Trataba de mostrar respeto por ti.
—¿Respeto? Era lo que me faltaba por oír.
El sarcástico comentario no distorsionó su dolor, así es que él la presionó.
—Eso es exactamente lo que hice. Y tal y como lo veo, ahora mismo acabas de tirarme ese respeto a la cara. Lo que significa que me debes lo que
no conseguí aquí y que tengo intención de obtener.
—¿Y como tienes intención de hacerlo?
—Te diré cómo. Un día, el que yo elija, una hora, en cualquier momento. Donde sea. Voy a mirarte y voy a decir una palabra.
—¿Una palabra?
—Te diré ahora. Sólo esa palabra. Ahora. Y cuando la oigas, quiere decir que dejarás de hacer lo que estuvieras haciendo y me sigues a donde sea que quiera llevarte. Y cuando logremos llegar, ese cuerpo tuyo se convierte en mi propiedad personal. ¿Entiendes lo que digo?
Él esperaba que explotara, pero debería haber sabido que no lo soltaría tan fácilmente. ______sabía jugar casi tan bien como él.
—Creo que sí —dijo ella con atención—. Dime si lo he entendido. Quieres decir, que como ahora no llegaste, como quien dice, a la cumbre, tengo que pagar una deuda. Cuando me mires y me digas ahora, yo -se supone- me convierto en tu esclava de amor. ¿Correcto?
—Si. —La tristeza se había desvanecido de sus ojos, y él definitivamente comenzaba a pasárselo bien.
—No importa lo que esté haciendo.
—Sea lo que sea.
—Me llevarás donde quieras.
—A un armario de escobas, si estoy de humor. Depende completamente de mí. —Él jugaba con fuego y realmente anticipaba el momento en que ella perdería el control.
—¿Y si estoy trabajando? —inquirió ella con notable calma.
—Hay un cincuenta por ciento de posibilidades de que sea exactamente lo que estés haciendo.
—¿En una reunión?
—Sacas ese culito curvilíneo tuyo de la silla y me sigues.
—¿En una reunión con el comisario?
—Dices: lo siento, Sr. comisario pero creo que tengo una gripe grave, así que me perdonará. Y entrenador Jonas , ¿puedes venir conmigo por si acaso me desmayo en el vestíbulo y necesito que alguien me recoja?
—Ya veo. —Ella parecía pensativa—. ¿Qué ocurre si me está entrevistando, por ejemplo, Frank Gifford?
—Frank Gifford es bueno. Estoy seguro que lo entenderá.
La explosión iba a venir en cualquier momento. Lo sabía.
Ella arrugó la frente.
—Sólo quiero dejar bien claro que lo he entendido bien. ¿Tú dices ahora, y -se supone- que te sigo para ser…? ¿Tu propiedad personal?
—Eso es lo que dije. —Él se preparó.
—Tuya.
—Si.
Ella respiró profundamente y sonrió.
—De acuerdo.
Estupefacto, la miró deslizarse por la puerta. Cuando cerró, echó hacia atrás la cabeza y se rió. Lo había vuelto a hacer. Le había ganado la mano otra vez.
D.A. Torrez.
Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)
DIOS POR FAVOR TIENES QUE SEGUIR LA NOVE!
fernanda
Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)
Nueva lectora!!! por favor tienes que seguirla pronto esta muy buena :)
DaniJonasRod
Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)
Hola estoy triste, pasate por mi novela esta padre es colectia y nadie a audicionado, esta genial la idea, pasate esta en mi firma porfas las audiciones estan abiertas busca escritoras.
music.of.nature
Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)
Bienvenida Dani!!!!!:canto: Me alegro de que te guste. :DDaniJonasRod escribió:Nueva lectora!!! por favor tienes que seguirla pronto esta muy buena :)
por motivos personales y "Profesionales", si es que se pueden llamar así, me he tenido que distanciar un poquito del foro, pero ten por seguro que seguiré subiendo capítulos y haciendo maratones de capitulos lo mas pronto posible. Besos y nos leemos pronto :bye:
D.A. Torrez.
Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)
Hola! me encanta tu novelaa! pero como puedo publicar yo una novela? soy nueva y NOSEEEEEEEEEE! :pokerface:
Novelas Directioners
Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)
CAPÍTULO 18
Parte 1:
Molly acababa de entrar por la puerta, al llegar de la escuela la tarde siguiente, cuando el teléfono sonó. Oyó a Peg moviéndose de un lado a otro en el cuarto de la lavadora, así que colocó la mochila con los libros en la encimera de la cocina y levantó el aparato.
—¿Hola?
—Hola, Molly. Soy Joe Jonas .
Ella sonrió.
—Hola, Entrenador Jonas .
—Mira, tengo un pequeño problema y pensé que te gustaría echarme una mano.
—Si puedo.
—Eso es exactamente lo que me gusta de ti, Molly. Tu naturaleza cooperativa, al contrario que otra mujer que podría nombrar, que parece que su única misión en la vida es hacer las cosas difíciles para un tío.
Molly supuso que hablaba de _____.
—Pensaba pasarme por tu casa en una hora, más o menos cuando anochezca con un par de pizzas ge-nu-i-nas de Chicago. Pero ya sabes cómo es _____. Probablemente se negará a dejarme entrar por la puerta si se lo pregunto, y aunque me dijera que vale, has visto cómo le gusta discutir conmigo. Así que creo que las cosas saldrían mejor si me invitas a ir. De esa manera ______tendría que ser educada.
—Bueno, no sé. ______y yo…
—¿Te sigue pegando? Porque si es así, voy a tener algunas palabras con ella.
Molly se mordió el labio inferior y murmuró—: ella ya no me golpea.
—No me digas.
Hubo una larga pausa. Molly dobló un poco la esquina de una libreta de espiral color lavanda que se había caído de su mochila.
—¿Sabes que no te decía la verdad, verdad?
—¿No lo hiciste?
—No lo haría… ______nunca golpearía a nadie.
El entrenador murmuró algo que sonó como—: no te creas.
—¿Perdón?
—Nada. Continúa con lo que decías.
Molly no tenía intención de hacer más comentarios sobre su relación con _____. Era demasiado confusa. Algunas veces parecía como si a _____ realmente ella le gustara, ¿pero como era posible cuando Molly no se gustaba ni a sí misma? Últimamente, cada vez más, había querido ser simpática, pero entonces se acordaba que su padre había amado sólo a _____, y cualquier buen sentimiento que tuviera hacia su hermana mayor se evaporaba. Sin embargo, le gustaba el entrenador Jonas . Era gracioso y agradable, y había hecho que los chicos de la escuela se fijaran en ella. Jeff y ella hablaban cada día en sus taquillas.
—Me encantaría que vinieras de visita esta noche —dijo—, pero no quiero estorbar.
—¿Cómo podría una dulce jovencita como tú estorbar?
—Si estás seguro, de acuerdo.
—Ciertamente lo estoy. Cuando ______vaya para casa, le dices que iré por ahí cuando pueda salir. ¿Vale?
—Vale.
—Y si te dice que no me va a dejar entrar, le dices que me invitaste tú y así no podrá escabullirse. Hasta esta noche, Molly.
—De acuerdo.
Joe colgó el teléfono de _____. Le dirigió una amplia sonrisa desde una esquina del escritorio.
—Llevaré unas pizzas a tu casa esta noche. Tu hermana me invitó.
______ocultó su diversión.
—¿Es posible que hagas algo con franqueza? ¿Cuándo entraste aquí hace tres minutos, no se te ocurrió preguntarme directamente si podías venir, en lugar de llamar por teléfono a Molly?
—Pues la verdad es que ni se me ocurrió.
—Tal vez no quiero verte.
—Por supuesto que sí. Todo el mundo sabe que soy irresistible para las mujeres.
—En tus sueños, tonto.
—¿Por qué estás tan gruñona?
—Ya sabes a qué hora aterrizó el avión. Tenía una reunión aquí a las ocho, y sólo he podido dormir un par de horas.
—Dormir está demasiado valorado.
—Para ti, tal vez, pero no para aquéllos de nosotros que somos realmente seres humanos en lugar de ingeniosos androides programados para estar despiertos todo el tiempo.
Él se rió entre dientes, y ella buscó en su cajón un bote de aspirinas que tenía allí. Todavía no se podía creer lo que había sucedido entre ellos la noche anterior en el avión. Cuando él había emitido ese absurdo ultimátum al final, ella no se había podido resistir a seguirle el juego, a pesar de que debería saber lo suficiente a esas alturas como para no participar en sus juegos, y mucho menos intentar devolverle la pelota. Vale, no podía perder la esperanza de que anoche hubieran cambiado las cosas entre ellos.
Él nunca sabría el regalo tan precioso que le había dado. Ya no tenía miedo a la intimidad sexual, al menos no con él. De alguna manera ese guapo sinvergüenza de Alabama la había ayudado a rescatar su feminidad. Si no estuviera tan asustada de que también le podía romper el corazón en mil
pedazos…
Él se movió de la esquina del escritorio a la silla más próxima.
—Tenemos un asunto pendiente del que ocuparnos. Si te acuerdas, nos distrajimos anoche, antes de terminar nuestro intercambio de opiniones.
Ella intentaba abrir la tapa del bote de aspirinas.
—Demonios. Nunca puedo abrir estas cosas. Odio las tapas de seguridad.
—A mi no me mires. Puedo levantar pesas de cien kilos, pero no puedo abrir esas cosas.
Ella retorció la tapa y finalmente se rindió. Joe estaba en lo cierto.
Necesitaban hablar. Dejando a un lado la botella, extendió las manos en el escritorio delante de ella.
—¿Quieres comenzar tú?
—De acuerdo. —Estiró las piernas y las cruzó en los tobillos—. Bueno, supongo que es bastante simple. Soy el entrenador y tú eres la dueña.
Apreciaría que no me dijeras como hacer mi trabajo, igual que no te digo como hacer el tuyo.
______clavó los ojos en él.
—En ese caso, se te olvidado, pero me has estado diciendo como debo hacer mi trabajo desde que te colaste en mi apartamento en agosto.
Él pareció herido.
—Creía que íbamos a intercambiar opiniones, no a discutir. Por una sola vez, _____, esfuérzate un poco en reprimir esa ligera irascibilidad tuya.
Arrastró la mano hasta el bote de aspirinas. Habló lenta y suavemente.
—Sigue, entrenador Jonas .
Su modo formal de dirigirse a él no le disuadió.
—No quiero que interfieras otra vez con el equipo antes del partido.
—¿Qué consideras una interferencia?
—Bueno, supongo que es bastante evidente que presentarte en el vestuario antes del partido es lo primero. Si tienes que decirles algo, me lo dices y yo se lo diré a los jugadores. También apreciaría que te mantuvieras en
primera cuando viajamos. Supongo que haría una excepción si es un vuelo de vuelta y acabásemos de ganar. En ese caso puedes hacer una visita rápida para felicitarlos. Pero me gustaría que lo hicieras de una manera digna. Dales la mano y luego déjales solos.
Ella se puso rápidamente sus gafas con montura dibujada de piel de leopardo y le mantuvo la mirada firmemente.
—Me temo que hablas bajo la impresión equivocada de que tenía un típico ataque de histeria femenino cuando te recordé anoche que los Stars es propiedad mía y no tuya.
—¿Vas a comenzar de nuevo con eso?
—Joe , he estado haciendo mis tareas, y sé que un gran número de personas con impresionantes credenciales piensan que estás camino de ser uno de los mejores entrenadores de la NFL. Sé que los Stars tienen suerte de contar contigo.
A pesar de la sinceridad de su voz, la miró con desconfianza.
—Sigue.
—Los Stars comenzaron la temporada con un montón de expectativas, tanto de los hinchas como de los periodistas, y cuando no ganasteis los partidos de pretemporada, la cosa se calentó rápida y duramente. Admitiré que todas las historias sobre mi no ayudaron. Todos, desde los entrenadores a los novatos se pusieron comprensiblemente tensos, y durante todo este proceso, creo que te has olvidado una de las lecciones básicas que aprendiste cuando jugabas. Te olvidaste de divertirte.
—Ahora no juego. ¡Entreno! Y créeme, si el equipo estuviera frecuentando el tipo de infierno al que yo iba, estaríamos fuera de juego rápidamente.
A juzgar por las historias que había oído, eso era indudablemente cierto. Se quitó las gafas.
—Eres partidario de la disciplina férrea y comienzo a darme cuenta de lo importante que es. Pero creo que necesitas saber cuando presionar y cuando dejarlos relajarse un poco.
—No empieces de nuevo con eso.
—Vale. Dices que los Stars no pudieron acoplarse hasta el último partido.
—Es un ciclo, eso es todo. Esas cosas ocurren.
—Joe , los chicos estaban demasiado tensos. Los has presionado demasiado durante semanas, les has castigado por cada pequeño error. Has reprendido a todo el mundo desde la última secretaria hasta Tully. Les pedías demasiado, y afectó al trabajo de todas las personas.
Fue como encender un barril de dinamita porque él se levantó de la silla.
—¡Me jode oír esto! ¡No me puedo creer que estés ahí sentada como un jodido John Madden, diciéndome como debo entrenar un jodido equipo de fútbol! ¡Tú no sabes una mierda sobre fútbol!
Una sarta de blasfemias se abrieron paso en su cabeza, su cólera era tan abrasadora que ella medio esperaba que en la pintura de las paredes salieran ampollas. Ella se estremeció, pero al mismo tiempo, tuvo la extraña sensación que la estaba haciendo pasar algún tipo de prueba, que su discurso rimbombante y delirante era una táctica cuidadosamente escenificada para ver lo que hacía ella. Reclinándose en la silla, se puso a mirar la pintura de las uñas.
Se puso como un basilisco. Las venas en su cuello sobresalían como cordones.
—¡Mírate! ¡Apenas sabes la diferencia entre el fútbol y el jodido béisbol! ¡Y ahora crees que me puedes decir como debo entrenar! ¡Crees que me puedes decir que mi equipo está demasiado tenso, como si fueras alguna maldita psicóloga o algo por el estilo, cuándo no sabes una mierda! —hizo una pausa para respirar.
—Puedes decir todas las sucias palabras que conozcas por esa boca
barriobajera que tienes, entrenador —dijo suavemente—. Pero eso no altera el hecho de que yo todavía soy la jefa. ¿Por qué no te das una ducha para calmarte?
Por un momento pensó que él iba a saltar directamente sobre el escritorio para cogerla. En vez de eso, le lanzó una mirada furiosa y salió de la oficina.
Media hora más tarde, Ron encontró a Joe detrás del edificio encestando un balón de baloncesto a través de una canasta cercana a la puerta del vestuario. Parches de sudor oscurecían la parte delantera de su camiseta, y respiraba con dificultad mientras botaba rápidamente la pelota para tirarla al centro del tablón donde dio vuelta en el aro.
—Tully me dijo que estabas aquí afuera —dijo Ron— necesito información sobre Zeke Claxton.
El aro vibró cuando Joe lanzó la pelota.
—¡______no está contenta con mi manera de entrenar! —dijo las palabras a bocajarro, luego lanzó la pelota al pecho de Ron con tanta fuerza que el presidente dio un paso atrás.
—Cógelo —rugió Joe .
Ron miró a la pelota como si fuera una granada con la espita quitada.
Había observado los juegos asesinos, uno contra uno, de Joe cuando estaba molesto por algo, y no tenía intención de verse involucrado en uno. Asumiendo una expresión de profundo arrepentimiento, señaló su traje azul marino nuevo.
—Lo siento, Joe , pero tengo una reunión, y no estoy vestido para…
—¡Cógelo, maldita sea!
Ron lo cogió.
Joe dejó que tirara, pero Ron estaba tan nervioso que la pelota golpeó la tabla y rebotó hacia atrás por encima del borde. Joe recogió el rebote y entró a tirar. Ron estaba demasiado nervioso para intentar imaginarse como detenerlo.
—¡Márcame, joder!
—En realidad, nunca he sido demasiado bueno en baloncesto.
—¡Márcame!
Ron lo hizo lo mejor que pudo, pero Joe le llevaba más de veinte centímetros y veinte kilos, además había sido deportista profesional en vez de un patoso.
—¡Acércate más! ¡Usa los codos, por Dios! ¡Tienes que joderme para coger la puta pelota!
—Los codazos son ilegales, Joe , y yo…
Joe le puso la zancadilla y deliberadamente lo hizo caer.
Cuando Ron cayó desgarbadamente sobre el cemento, oyó como la rodilla de sus pantalones azul marino nuevos se rasgaba. Se tocó el rasguño de la palma de su mano y lo miró con resentimiento.
—¡Lo has hecho a propósito!
El labio de Joe se curvó.
—¿Y que me vas a hacer, coñazo?
Ron furioso, se puso de pie y se sacó la chaqueta del traje.
—Voy a meterte la pelota por la garganta, presumido hijo de puta.
—No si te ciñes al reglamento —Joe le tendió la pelota, burlándose deliberadamente.
Ron fue tras él. Metió el codo de golpe en el vientre de Joe y le arrebató la pelota con la mano opuesta. Atravesó velozmente hacia la canasta. Lo intentó, porque Joe lo alcanzó allí, agarrándolo rápidamente. Cuando el entrenador le intentó quitar la pelota, Ron le dio un duro puñetazo en las costillas para después patearlo en la parte de atrás de su rodilla mala, haciéndole perder el equilibrio. Antes de que Joe pudiera recuperarse, Ron lanzó la pelota a la canasta, consiguiendo un tiro perfecto.
—Ahora entiendes la idea —Joe agarró la pelota.
Ron fue tras él. Desafortunadamente, su violento empujón no detuvo a
Joe que lanzó otro tiro. Ron tomó la pelota, embistió a Joe con la cabeza, y lo derribó camino de la canasta, donde falló el tiro.
La batalla resultó cruel, pelearon con puños y dientes, Joe do codazos, y faltando al reglamento. Joe , sin embargo, jugaba limpio.
Cuando terminaron, Ron examinó el daño. Tenía el traje destrozado, la mano magullada y sólo había perdido por tres canastas. Nunca había estado más orgulloso en su vida.
El sol otoñal apareció tras una nube mientras se dejaban caer en la hierba al lado de la canasta para recobrar el aliento. Ron apoyó los antebrazos en las rodillas dobladas, aspirando aire y contemplado con profunda satisfacción el chichón del tamaño de un huevo que había aparecido sobre la ceja izquierda de Joe .
—Me temo que vas a tener ese ojo a la virulé. —Lo intentó, pero no pudo
ocultar su regocijo.
Joe se rió y se pasó por la frente empapada de sudor la manga de su camiseta.
—Una vez que dejaste de jugar como un novato, lo hiciste bastante bien. Tendremos que hacerlo nuevamente.
¡Sí! Ron quería golpear el aire con los puños a lo Rocky pero se contentó con emitir un varonil gruñido.
Joe estiró las piernas, cruzándolas en los tobillos al tiempo que se recostaba apoyándose en las palmas de las manos.
—Dime una cosa, Ron. ¿Crees que he presionado demasiado a los hombres?
Ron se sacó su destrozada corbata.
—Físicamente no.
—No es eso lo que pregunto.
—Si lo que quieres es saber si apruebo la artimaña de ______en el vestuario, no lo hago. Te debería haber hablado sobre sus preocupaciones primero.
—Dice que no sé manejar las críticas.
Parecía tan ofendido que Ron se rió.
—No le veo la gracia.
—No sabes manejar las criticas y la verdad, es que merecías alguna. ______tiene razón. Has presionado a los hombres demasiado, y eso les afectaba mentalmente.
Ron probablemente no habría sido tan directo si no estuviera todavía lleno de adrenalina. Para su asombro, Joe no explotó. Todo lo contrario, pareció herido.
—Me parece a mí que como presidente de los Stars, podrías haber tenido el suficiente sentido común para hablarme sobre el problema tú mismo, en lugar de dejar que una mujer que no sabe nada de fútbol hiciera el trabajo.
—Eso es exactamente lo que me dijo ella esta mañana.
—Fue también a por ti, ¿eh?
—Creo que ahora mismo, no está demasiado contenta con ninguno de nosotros.
Clavaron los ojos en la canasta vacía. Joe se movió y las hojas secas susurraron bajo él.
—Hubo algo dulce en la victoria de anoche.
—Realmente.
—Su discurso en el vestuario anoche, es de lo más bajo que he visto en la historia del fútbol.
—Nunca lo olvidaré.
—No sabe nada de fútbol.
—En el tercer cuarto nos aplaudió cuando acabábamos de perder la posición.
Joe se rió entre dientes, luego suspiró bastante contento.
—Entonces supongo, que después de todo, el trabajo de ______está siendo mejor de lo que podíamos esperar.
*****
Parte 1:
Molly acababa de entrar por la puerta, al llegar de la escuela la tarde siguiente, cuando el teléfono sonó. Oyó a Peg moviéndose de un lado a otro en el cuarto de la lavadora, así que colocó la mochila con los libros en la encimera de la cocina y levantó el aparato.
—¿Hola?
—Hola, Molly. Soy Joe Jonas .
Ella sonrió.
—Hola, Entrenador Jonas .
—Mira, tengo un pequeño problema y pensé que te gustaría echarme una mano.
—Si puedo.
—Eso es exactamente lo que me gusta de ti, Molly. Tu naturaleza cooperativa, al contrario que otra mujer que podría nombrar, que parece que su única misión en la vida es hacer las cosas difíciles para un tío.
Molly supuso que hablaba de _____.
—Pensaba pasarme por tu casa en una hora, más o menos cuando anochezca con un par de pizzas ge-nu-i-nas de Chicago. Pero ya sabes cómo es _____. Probablemente se negará a dejarme entrar por la puerta si se lo pregunto, y aunque me dijera que vale, has visto cómo le gusta discutir conmigo. Así que creo que las cosas saldrían mejor si me invitas a ir. De esa manera ______tendría que ser educada.
—Bueno, no sé. ______y yo…
—¿Te sigue pegando? Porque si es así, voy a tener algunas palabras con ella.
Molly se mordió el labio inferior y murmuró—: ella ya no me golpea.
—No me digas.
Hubo una larga pausa. Molly dobló un poco la esquina de una libreta de espiral color lavanda que se había caído de su mochila.
—¿Sabes que no te decía la verdad, verdad?
—¿No lo hiciste?
—No lo haría… ______nunca golpearía a nadie.
El entrenador murmuró algo que sonó como—: no te creas.
—¿Perdón?
—Nada. Continúa con lo que decías.
Molly no tenía intención de hacer más comentarios sobre su relación con _____. Era demasiado confusa. Algunas veces parecía como si a _____ realmente ella le gustara, ¿pero como era posible cuando Molly no se gustaba ni a sí misma? Últimamente, cada vez más, había querido ser simpática, pero entonces se acordaba que su padre había amado sólo a _____, y cualquier buen sentimiento que tuviera hacia su hermana mayor se evaporaba. Sin embargo, le gustaba el entrenador Jonas . Era gracioso y agradable, y había hecho que los chicos de la escuela se fijaran en ella. Jeff y ella hablaban cada día en sus taquillas.
—Me encantaría que vinieras de visita esta noche —dijo—, pero no quiero estorbar.
—¿Cómo podría una dulce jovencita como tú estorbar?
—Si estás seguro, de acuerdo.
—Ciertamente lo estoy. Cuando ______vaya para casa, le dices que iré por ahí cuando pueda salir. ¿Vale?
—Vale.
—Y si te dice que no me va a dejar entrar, le dices que me invitaste tú y así no podrá escabullirse. Hasta esta noche, Molly.
—De acuerdo.
Joe colgó el teléfono de _____. Le dirigió una amplia sonrisa desde una esquina del escritorio.
—Llevaré unas pizzas a tu casa esta noche. Tu hermana me invitó.
______ocultó su diversión.
—¿Es posible que hagas algo con franqueza? ¿Cuándo entraste aquí hace tres minutos, no se te ocurrió preguntarme directamente si podías venir, en lugar de llamar por teléfono a Molly?
—Pues la verdad es que ni se me ocurrió.
—Tal vez no quiero verte.
—Por supuesto que sí. Todo el mundo sabe que soy irresistible para las mujeres.
—En tus sueños, tonto.
—¿Por qué estás tan gruñona?
—Ya sabes a qué hora aterrizó el avión. Tenía una reunión aquí a las ocho, y sólo he podido dormir un par de horas.
—Dormir está demasiado valorado.
—Para ti, tal vez, pero no para aquéllos de nosotros que somos realmente seres humanos en lugar de ingeniosos androides programados para estar despiertos todo el tiempo.
Él se rió entre dientes, y ella buscó en su cajón un bote de aspirinas que tenía allí. Todavía no se podía creer lo que había sucedido entre ellos la noche anterior en el avión. Cuando él había emitido ese absurdo ultimátum al final, ella no se había podido resistir a seguirle el juego, a pesar de que debería saber lo suficiente a esas alturas como para no participar en sus juegos, y mucho menos intentar devolverle la pelota. Vale, no podía perder la esperanza de que anoche hubieran cambiado las cosas entre ellos.
Él nunca sabría el regalo tan precioso que le había dado. Ya no tenía miedo a la intimidad sexual, al menos no con él. De alguna manera ese guapo sinvergüenza de Alabama la había ayudado a rescatar su feminidad. Si no estuviera tan asustada de que también le podía romper el corazón en mil
pedazos…
Él se movió de la esquina del escritorio a la silla más próxima.
—Tenemos un asunto pendiente del que ocuparnos. Si te acuerdas, nos distrajimos anoche, antes de terminar nuestro intercambio de opiniones.
Ella intentaba abrir la tapa del bote de aspirinas.
—Demonios. Nunca puedo abrir estas cosas. Odio las tapas de seguridad.
—A mi no me mires. Puedo levantar pesas de cien kilos, pero no puedo abrir esas cosas.
Ella retorció la tapa y finalmente se rindió. Joe estaba en lo cierto.
Necesitaban hablar. Dejando a un lado la botella, extendió las manos en el escritorio delante de ella.
—¿Quieres comenzar tú?
—De acuerdo. —Estiró las piernas y las cruzó en los tobillos—. Bueno, supongo que es bastante simple. Soy el entrenador y tú eres la dueña.
Apreciaría que no me dijeras como hacer mi trabajo, igual que no te digo como hacer el tuyo.
______clavó los ojos en él.
—En ese caso, se te olvidado, pero me has estado diciendo como debo hacer mi trabajo desde que te colaste en mi apartamento en agosto.
Él pareció herido.
—Creía que íbamos a intercambiar opiniones, no a discutir. Por una sola vez, _____, esfuérzate un poco en reprimir esa ligera irascibilidad tuya.
Arrastró la mano hasta el bote de aspirinas. Habló lenta y suavemente.
—Sigue, entrenador Jonas .
Su modo formal de dirigirse a él no le disuadió.
—No quiero que interfieras otra vez con el equipo antes del partido.
—¿Qué consideras una interferencia?
—Bueno, supongo que es bastante evidente que presentarte en el vestuario antes del partido es lo primero. Si tienes que decirles algo, me lo dices y yo se lo diré a los jugadores. También apreciaría que te mantuvieras en
primera cuando viajamos. Supongo que haría una excepción si es un vuelo de vuelta y acabásemos de ganar. En ese caso puedes hacer una visita rápida para felicitarlos. Pero me gustaría que lo hicieras de una manera digna. Dales la mano y luego déjales solos.
Ella se puso rápidamente sus gafas con montura dibujada de piel de leopardo y le mantuvo la mirada firmemente.
—Me temo que hablas bajo la impresión equivocada de que tenía un típico ataque de histeria femenino cuando te recordé anoche que los Stars es propiedad mía y no tuya.
—¿Vas a comenzar de nuevo con eso?
—Joe , he estado haciendo mis tareas, y sé que un gran número de personas con impresionantes credenciales piensan que estás camino de ser uno de los mejores entrenadores de la NFL. Sé que los Stars tienen suerte de contar contigo.
A pesar de la sinceridad de su voz, la miró con desconfianza.
—Sigue.
—Los Stars comenzaron la temporada con un montón de expectativas, tanto de los hinchas como de los periodistas, y cuando no ganasteis los partidos de pretemporada, la cosa se calentó rápida y duramente. Admitiré que todas las historias sobre mi no ayudaron. Todos, desde los entrenadores a los novatos se pusieron comprensiblemente tensos, y durante todo este proceso, creo que te has olvidado una de las lecciones básicas que aprendiste cuando jugabas. Te olvidaste de divertirte.
—Ahora no juego. ¡Entreno! Y créeme, si el equipo estuviera frecuentando el tipo de infierno al que yo iba, estaríamos fuera de juego rápidamente.
A juzgar por las historias que había oído, eso era indudablemente cierto. Se quitó las gafas.
—Eres partidario de la disciplina férrea y comienzo a darme cuenta de lo importante que es. Pero creo que necesitas saber cuando presionar y cuando dejarlos relajarse un poco.
—No empieces de nuevo con eso.
—Vale. Dices que los Stars no pudieron acoplarse hasta el último partido.
—Es un ciclo, eso es todo. Esas cosas ocurren.
—Joe , los chicos estaban demasiado tensos. Los has presionado demasiado durante semanas, les has castigado por cada pequeño error. Has reprendido a todo el mundo desde la última secretaria hasta Tully. Les pedías demasiado, y afectó al trabajo de todas las personas.
Fue como encender un barril de dinamita porque él se levantó de la silla.
—¡Me jode oír esto! ¡No me puedo creer que estés ahí sentada como un jodido John Madden, diciéndome como debo entrenar un jodido equipo de fútbol! ¡Tú no sabes una mierda sobre fútbol!
Una sarta de blasfemias se abrieron paso en su cabeza, su cólera era tan abrasadora que ella medio esperaba que en la pintura de las paredes salieran ampollas. Ella se estremeció, pero al mismo tiempo, tuvo la extraña sensación que la estaba haciendo pasar algún tipo de prueba, que su discurso rimbombante y delirante era una táctica cuidadosamente escenificada para ver lo que hacía ella. Reclinándose en la silla, se puso a mirar la pintura de las uñas.
Se puso como un basilisco. Las venas en su cuello sobresalían como cordones.
—¡Mírate! ¡Apenas sabes la diferencia entre el fútbol y el jodido béisbol! ¡Y ahora crees que me puedes decir como debo entrenar! ¡Crees que me puedes decir que mi equipo está demasiado tenso, como si fueras alguna maldita psicóloga o algo por el estilo, cuándo no sabes una mierda! —hizo una pausa para respirar.
—Puedes decir todas las sucias palabras que conozcas por esa boca
barriobajera que tienes, entrenador —dijo suavemente—. Pero eso no altera el hecho de que yo todavía soy la jefa. ¿Por qué no te das una ducha para calmarte?
Por un momento pensó que él iba a saltar directamente sobre el escritorio para cogerla. En vez de eso, le lanzó una mirada furiosa y salió de la oficina.
Media hora más tarde, Ron encontró a Joe detrás del edificio encestando un balón de baloncesto a través de una canasta cercana a la puerta del vestuario. Parches de sudor oscurecían la parte delantera de su camiseta, y respiraba con dificultad mientras botaba rápidamente la pelota para tirarla al centro del tablón donde dio vuelta en el aro.
—Tully me dijo que estabas aquí afuera —dijo Ron— necesito información sobre Zeke Claxton.
El aro vibró cuando Joe lanzó la pelota.
—¡______no está contenta con mi manera de entrenar! —dijo las palabras a bocajarro, luego lanzó la pelota al pecho de Ron con tanta fuerza que el presidente dio un paso atrás.
—Cógelo —rugió Joe .
Ron miró a la pelota como si fuera una granada con la espita quitada.
Había observado los juegos asesinos, uno contra uno, de Joe cuando estaba molesto por algo, y no tenía intención de verse involucrado en uno. Asumiendo una expresión de profundo arrepentimiento, señaló su traje azul marino nuevo.
—Lo siento, Joe , pero tengo una reunión, y no estoy vestido para…
—¡Cógelo, maldita sea!
Ron lo cogió.
Joe dejó que tirara, pero Ron estaba tan nervioso que la pelota golpeó la tabla y rebotó hacia atrás por encima del borde. Joe recogió el rebote y entró a tirar. Ron estaba demasiado nervioso para intentar imaginarse como detenerlo.
—¡Márcame, joder!
—En realidad, nunca he sido demasiado bueno en baloncesto.
—¡Márcame!
Ron lo hizo lo mejor que pudo, pero Joe le llevaba más de veinte centímetros y veinte kilos, además había sido deportista profesional en vez de un patoso.
—¡Acércate más! ¡Usa los codos, por Dios! ¡Tienes que joderme para coger la puta pelota!
—Los codazos son ilegales, Joe , y yo…
Joe le puso la zancadilla y deliberadamente lo hizo caer.
Cuando Ron cayó desgarbadamente sobre el cemento, oyó como la rodilla de sus pantalones azul marino nuevos se rasgaba. Se tocó el rasguño de la palma de su mano y lo miró con resentimiento.
—¡Lo has hecho a propósito!
El labio de Joe se curvó.
—¿Y que me vas a hacer, coñazo?
Ron furioso, se puso de pie y se sacó la chaqueta del traje.
—Voy a meterte la pelota por la garganta, presumido hijo de puta.
—No si te ciñes al reglamento —Joe le tendió la pelota, burlándose deliberadamente.
Ron fue tras él. Metió el codo de golpe en el vientre de Joe y le arrebató la pelota con la mano opuesta. Atravesó velozmente hacia la canasta. Lo intentó, porque Joe lo alcanzó allí, agarrándolo rápidamente. Cuando el entrenador le intentó quitar la pelota, Ron le dio un duro puñetazo en las costillas para después patearlo en la parte de atrás de su rodilla mala, haciéndole perder el equilibrio. Antes de que Joe pudiera recuperarse, Ron lanzó la pelota a la canasta, consiguiendo un tiro perfecto.
—Ahora entiendes la idea —Joe agarró la pelota.
Ron fue tras él. Desafortunadamente, su violento empujón no detuvo a
Joe que lanzó otro tiro. Ron tomó la pelota, embistió a Joe con la cabeza, y lo derribó camino de la canasta, donde falló el tiro.
La batalla resultó cruel, pelearon con puños y dientes, Joe do codazos, y faltando al reglamento. Joe , sin embargo, jugaba limpio.
Cuando terminaron, Ron examinó el daño. Tenía el traje destrozado, la mano magullada y sólo había perdido por tres canastas. Nunca había estado más orgulloso en su vida.
El sol otoñal apareció tras una nube mientras se dejaban caer en la hierba al lado de la canasta para recobrar el aliento. Ron apoyó los antebrazos en las rodillas dobladas, aspirando aire y contemplado con profunda satisfacción el chichón del tamaño de un huevo que había aparecido sobre la ceja izquierda de Joe .
—Me temo que vas a tener ese ojo a la virulé. —Lo intentó, pero no pudo
ocultar su regocijo.
Joe se rió y se pasó por la frente empapada de sudor la manga de su camiseta.
—Una vez que dejaste de jugar como un novato, lo hiciste bastante bien. Tendremos que hacerlo nuevamente.
¡Sí! Ron quería golpear el aire con los puños a lo Rocky pero se contentó con emitir un varonil gruñido.
Joe estiró las piernas, cruzándolas en los tobillos al tiempo que se recostaba apoyándose en las palmas de las manos.
—Dime una cosa, Ron. ¿Crees que he presionado demasiado a los hombres?
Ron se sacó su destrozada corbata.
—Físicamente no.
—No es eso lo que pregunto.
—Si lo que quieres es saber si apruebo la artimaña de ______en el vestuario, no lo hago. Te debería haber hablado sobre sus preocupaciones primero.
—Dice que no sé manejar las críticas.
Parecía tan ofendido que Ron se rió.
—No le veo la gracia.
—No sabes manejar las criticas y la verdad, es que merecías alguna. ______tiene razón. Has presionado a los hombres demasiado, y eso les afectaba mentalmente.
Ron probablemente no habría sido tan directo si no estuviera todavía lleno de adrenalina. Para su asombro, Joe no explotó. Todo lo contrario, pareció herido.
—Me parece a mí que como presidente de los Stars, podrías haber tenido el suficiente sentido común para hablarme sobre el problema tú mismo, en lugar de dejar que una mujer que no sabe nada de fútbol hiciera el trabajo.
—Eso es exactamente lo que me dijo ella esta mañana.
—Fue también a por ti, ¿eh?
—Creo que ahora mismo, no está demasiado contenta con ninguno de nosotros.
Clavaron los ojos en la canasta vacía. Joe se movió y las hojas secas susurraron bajo él.
—Hubo algo dulce en la victoria de anoche.
—Realmente.
—Su discurso en el vestuario anoche, es de lo más bajo que he visto en la historia del fútbol.
—Nunca lo olvidaré.
—No sabe nada de fútbol.
—En el tercer cuarto nos aplaudió cuando acabábamos de perder la posición.
Joe se rió entre dientes, luego suspiró bastante contento.
—Entonces supongo, que después de todo, el trabajo de ______está siendo mejor de lo que podíamos esperar.
*****
D.A. Torrez.
Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)
Parte 2
—¡Joe ! —Después de su discusión por la tarde, ______se quedó aturdida al ver al entrenador de los Stars de pie delante de su puerta, con una caja de pizza. Eran casi las diez y su maquillaje había desaparecido hacía rato. Estaba vestida para estar por casa con unas mallas descoloridas y un suéter púrpura que apenas le cubría el trasero.
—No te esperaba. —Se puso las gafas que usaba para leer sobre la parte superior de la cabeza y se apartó para dejarle entrar.
—No, puedo suponerme que no. Pero te dije que vendría.
—Eso fue antes de qué discutiéramos.
—¿Discusión? —pareció molesto—. Eso no fue nada más que un intercambio de opiniones en el trabajo, solo eso. Te irritas por las cosas más extrañas. —Cerró la puerta.
______se tragó la respuesta al ver aparecer a Pooh, que corría rápida y ligeramente por el vestíbulo, ladrando y temblando de alegría cuando averiguó quien había llegado. ______tomó la caja de pizza y observó con diversión como la perra rodeaba las piernas de Joe tan rápidamente que patinó en el suelo.
Joe le echó al caniche una mirada de suspicacia.
—¿No se irá a hacer pis?
—No si la besas y la llamas “mi pastelito”.
Él se rió entre dientes y agachó para darle a la perra una palmadita masculina en lo alto de su copete. Pooh inmediatamente se echó para atrás para dar un salto intentando llegar a su barriga.
—No te pases, chucho.
El caniche se tomó con naturalidad el rechazo y los siguió a través del salón hasta la cocina.
—¿Qué te sucedió en el ojo?
—¿En el ojo? ¿Ah, esto? Jugando al baloncesto. Tu presidente juega bastante sucio.
Ella se detuvo.
—¿Ron te hizo eso a ti?
—Ese niño tiene una veta malvada de un kilómetro de ancha. Te aconsejaría que te alejes de él cuando se irrite.
Ella no creyó ni por un minuto que Ron le hubiera hecho eso, pero supo por la luz tenue de sus ojos que no le sacaría nada más.
La cara de Molly se iluminó cuando entraron en la cocina y se levantó de la mesa donde acababa de hacer los deberes.
—¡Joe ! ______dijo que no venías.
—Pero bueno, ______no lo sabe todo. Siento llegar tan tarde, pero los lunes son días largos para los entrenadores.
______sabía que Joe y sus asistentes generalmente trabajaban los lunes hasta medianoche y sospechaba que regresaría al Stars Complex tan pronto como saliera de allí. Apreció que cumpliera su promesa a Molly.
Cuando colocó los platos y las servilletas en la mesa, él dijo:
—Espero que no cenaseis tanto como para no tomar una ración antes de acostaros.
—Yo la tomo —dijo Molly.
—Yo, también. —______ya había tomado su ración de calorías extras del día con un éclair , ¿qué diferencia harían varios centenares más?
Joe tomó asiento en un extremo de la mesa de la cocina, y mientras cada uno se servían una gruesa ración pegajosa, le preguntó a Molly sobre la escuela. Sin más invitación, charló sobre su nueva mejor amiga, Lizzie, sobre sus clases y sus maestros, dándole a él sin esfuerzo alguno toda la información que ______le había tratado de sacar durante días.
Molly cogió su segundo trozo de pizza.
—¿Y adivinas que más? La señora Genovese, nuestra vecina de al lado, me contrató de canguro para cuidar a sus gemelos algunas horas después de la escuela los martes y viernes. Tienen tres años y medio y son preciosos, pero dice que necesita un descanso algunas veces porque la agotan. Me paga tres dólares por hora.
______puso el tenedor sobre el plato.
—No me habías comentado nada sobre eso.
La expresión de Molly se cerró.
—Peg dijo que podía. Supongo que ahora, vas a decirme que no puedo.
—No. Creo será una buena experiencia para ti. Únicamente me hubiera gustado que me lo dijeras.
Joe observó el intercambio entre ellas, pero no hizo comentario alguno.
Media hora más tarde, ______le dio las gracias mientras lo acompañaba a la puerta. Como había sospechado, regresaba al Stars Complex a una sesión nocturna para rematar el plan de juego de la semana contra sus rivales de Crosstown, los Bears.
Cogió el pomo de la puerta, pero vaciló antes de moverlo.
—_____, yo no digo que tuvieras razón en lo que hablamos hoy, y definitivamente no me gusta la manera en que manejaste el problema, pero voy a estar abierto ante lo que me dijiste.
—Es suficiente.
—A cambio, quiero que me prometas que me dirás cualquier problema que veas en mi manera de entrenar.
—Y debería llevar guardaespaldas, o crees que con una pistola cargada será suficiente.
Él suspiró y dejó caer la mano del pomo de la puerta.
—Realmente estás empezando a exasperarme. No sé de donde has sacado esa idea de que soy difícil. Soy el hombre más razonable del mundo.
—Me agrada oírlo porque hay algo que quería comentar contigo. Me gustaría que sentaras a Jim Biederot en el banquillo la semana próxima así su sustituto podrá jugar un poco…
Él explotó.
—¡Qué! De todo lo estúpido, estúpido… —La expresión de la cara de ______lo detuvo.
Ella levantó una ceja y sonrió ampliamente.
—Era simplemente una prueba.
Él le pagó recorriéndola con la mirada y luego diciendo en un sedoso susurro que la hizo estremecer de pies a cabeza.
—Las niñitas que juegan con fuego, acaban quemándose.
Él rozó sus labios con un rápido beso, abrió la puerta y desapareció por la acera.
Cuando se subió al coche y se colocó detrás del volante, ya lamentaba las dos cosas, el beso y las palabras sugerentes. No se repetirá, se prometió.
Finalmente había decidido como iba a manejar su relación con ella, y coquetear no formaba parte de ella.
Él había pasado el resto del viaje de avión la noche anterior tratando de pensar como podía mantener a ______lejos de su cama mientras cortejaba a Sharon Anderson. Deseaba demasiado a ______para convencerse de que podían tener una relación breve, ya incluso antes de aterrizar, supo que no la podrían tener. Su futuro con Sharon era demasiado importante para exponerse al peligro de dejar que su lujuria por ______se descontrolara.
Durante una rápida cena con Sharon la semana pasada, se había convencido aún más de que era la mujer apropiada para casarse. Había estado un poco indecisa con él, pero lo esperaba, y se había relajado un poco en el momento que la llevó a casa. Le había dado un beso rápido de buenas noches en la puerta, pero eso fue todo. En alguna parte de su mente, había llegado a la conclusión anticuada que Sharon y él no harían el amor hasta su noche de boda.
Por lo que respectaba a _____, la deseaba tanto que le dolía, pero como ya había sentido lujuria antes, sabía que el tiempo se encargaría de todo. Sabía que lo más seguro era que mantuviera su relación en un plano estrictamente profesional, pero la idea le parecía un infierno. ¡Se lo pasaba muy bien con ella, maldición! Si ella hubiera sido un hombre, sería uno de sus mejores amigos.
¿Por qué lamentaba mantenerla fuera de su vida personal, se preguntó, cuando ella volvería a Manhattan a finales de año y probablemente no la volvería a ver?
No era como si tuviera intención de entablar algo con ella. Todo lo que tenía que hacer era tratarla como a una amiga. Ninguna metedura de pata como ese besito que le había dado esa noche, ningún desafío sexual como el del avión. Ahora mismo, ella podría tener interés en continuar su relación, pero por su experiencia, las mujeres como ______se tomaban con filosofía este tipo de cosas. Una vez que viera que él cambiaba las reglas entre ellos, ella haría lo mismo. Ella sabía que algunas veces las cosas resultaban y otras no lo hacían.
Nadie tendría que aclararle nada a ella.
Sonrió mientras arrancaba el motor. ______era una gran tía, de acuerdo.
Sin saber como, había logrado ganar su respeto. Nunca había esperado que se volcara tanto en sus responsabilidades como dueña de los Stars, y su dedicación era aún más impresionante porque estaba hasta ahora fuera de su elemento. Mantenía su posición de una manera que hasta él admiraba. De alguna manera había logrado mantenerse firme con él sin llegar a ser una bruja, en contraste con Valerie, que lo despellejaba simplemente por placer.
Su relación con ______había cobrado importancia para él, y mientras él no cediera a la poderosa, pero inconveniente, atracción física entre a ellos, no le veía mal alguno a disfrutar de su amistad. Mantener sus manos fuera de ella no sería fácil. Había sido bueno sentarse enfrente de ella esa noche, porque ver su
trasero con esas fantásticas mallas y ese suéter que apenas lo cubría, lo había mantenido en constante excitación. Sonrió ampliamente mientras tomaba una curva. Si los rusos hubieran sido listos, habrían tenido en cuenta el cuerpo radiactivo de ______antes de aprobar formalmente ese tratado nuclear de no proliferación con los Estados Unidos.
Esa era otra razón más para casarse con Sharon. Sabía por dolorosa experiencia que las relaciones a largo plazo no debían basarse en la lujuria. Si no en valores comunes, y eso era lo que tenían Sharon y él.
Así que para cuando el avión aterrizó, ya había tomado una decisión.
Cuando ______se fuera a finales de año, le propondría matrimonio a Sharon, pero por ahora, iba a disfrutar de estar con ambas mujeres. Mientras mantuviera la cremallera de su pantalón cerrada, no habría ningún problema, y aunque saber que nunca más le haría el amor a ______lo llevaba al infierno, era una razón más para mantener su relación en un plano platónico. Costase lo que costase, no iba a volver a cometer los errores de su primer matrimonio.
Sus pensamientos se interrumpieron cuando vislumbró una furgoneta gris estacionada en una estrecha calle lateral a no más de tres manzanas de casa de _____. Maldiciendo, cambió bruscamente la dirección del Ferrari. Las llantas chirriaron cuando dio la curva con el coche. Cambió de marcha. El potente motor respondió instantáneamente y el coche entró disparado en la calle lateral, alcanzando a la furgoneta cuando el conductor comenzaba a ponerla en marcha. Joe atravesó el coche delante de la furgoneta, atrapándola entre el Ferrari y el coche que estaba aparcado detrás.
Apagó rápidamente su coche. En cuatro grandes zancadas llegó hasta la furgoneta, abrió la puerta del conductor y sacó bruscamente al hombre que la conducía por la parte de delante de su chaqueta.
—¿Por qué me estás siguiendo, maldito hijo de puta?
El hombre era pesado y tropezó, apenas le dio tiempo a apartarse cuando cayó. El hombre levantó el brazo, pero Joe lo levantó y lo empujó ruidosamente contra el lateral de la furgoneta.
—¡Dime!
—¡Déjame en paz, bastardo!
—No hasta que… —se interrumpió cuando se percató que había algo familiar en ese hombre. La tez cetrina, la nariz grande, el pelo canoso. En ese momento lo reconoció.
—¿Hardesty?
—Sí —se burló—. ¿Qué te parece, gilipollas?
Joe quiso meterle el puño de golpe en el intestino, pero recordó la pena de Ray Sr. en el entierro y se refrenó. En vez de eso, aflojó la presión con que le sujetaba, aunque no lo soltó.
—Llevas semanas siguiéndome. ¿De qué va esto?
—Es un país libre. Puedo conducir donde quiera.
—La ley no opina lo mismo. Lo que haces se llama acosar.
—¿Qué más da? ¿No te sientes culpable por lo que me hiciste?
—¿Por qué debería sentirme culpable?
—¡Porque tú mataste a mi hijo, bastardo! Ray Jr se mató por tu culpa. Si no lo hubieras echado de los Stars, ahora estaría vivo.
Joe sintió como si el puñetazo se lo hubieran dado a él. No se había deshecho nunca de la culpabilidad e inmediatamente soltó al hombre.
—No tuve otra opción, Sr. Hardesty. Le mantuvimos en el equipo mientras pudimos.
Pero podía ver por la expresión enloquecida de los ojos de Hardesty que estaba más allá de la razón.
—¡Lo necesitáis, bastardo¡ Fue sólo suerte que ganaseis el partido de los Giants sin él. Los Stars no pueden ganar sin mi niño. ¡Sin Ray Jr, vosotros sólo sois unos perdedores!
Joe sintió una oleada de piedad. Ray había sido su único hijo y su muerte debía empujar a un padre hasta el límite.
—Ray fue un jugador genial —dijo, tratando de calmarle.
—Sabes lo malditamente bueno que era. Gracias a él, caminaba por cualquiera parte con la cabeza alta. Todo el mundo sabía quien era. Todo el mundo quería hablar conmigo. Pero ahora nadie sabe mi nombre, y todo es por tu culpa. Si no hubieses echado a mi hijo, la gente aún me trataría con respeto.
Las burbujas de saliva rebosaban en las comisuras de la boca de Hardesty, y la piedad de Joe se esfumó. Hardesty no echaba de menos a su hijo;
Extrañaba ser el centro de atención como reflejo de Ray. Su padre había muerto hacía quince años, pero mirando los pequeños ojos de Hardesty, se sintió como si estuviera otra vez delante de Harry Jonas .
Harry también había usado a su hijo para sobresalir. En la escuela secundaria Joe había intentado escapar de la perseverante presencia de Harry jactándose, lo más irónico de todo es que nunca había recibido más que críticas en privado. Recordó su segundo año de secundaria cuando Harry le había golpeado con una botella porque había fallado en los treinta segundos finales de un partido contra Talladega.
Dio un paso atrás antes de castigar a ese hombre por algo que había hecho otro.
—Mantente lejos de mí, Hardesty. Si veo esa furgoneta siguiéndome otra vez, lo lamentarás
—¡El gran hombre! —dijo Hardesty con desprecio mientras Joe se daba la vuelta—. ¡El jodido gran hombre! Veamos qué grande eres cuando tu equipo pierda otra vez esta semana. Veamos qué grande eres cuando termines el último esta temporada. ¡Los Stars no son nada sin mi niño! ¡No son nada!
Joe cerró de golpe la portezuela de su coche para no oír las maliciosas palabras de Hardesty. Mientras se marchaba en el coche, se le ocurrió que era por eso por lo que quería tanto ser padre. Tal vez necesitaba probarse a sí mismo que lo podía hacer bien.
Chicas, por motivos "profesionales" (o algo así ya que mi "profesion" es la música y no estoy segura, en mi caso, de que realmente sea una profesion) Probablemente (y digo probablemente porque puede que me encuentre un poco de tiempo mañana o quisas no, no lo se) estaré publicando capítulos hasta el viernes o el lunes, ya que son los días que tendré libres, pero tranquis, volveré con maratón. besos y nos leemos Muy Pronto!!! Muak:bye:
—¡Joe ! —Después de su discusión por la tarde, ______se quedó aturdida al ver al entrenador de los Stars de pie delante de su puerta, con una caja de pizza. Eran casi las diez y su maquillaje había desaparecido hacía rato. Estaba vestida para estar por casa con unas mallas descoloridas y un suéter púrpura que apenas le cubría el trasero.
—No te esperaba. —Se puso las gafas que usaba para leer sobre la parte superior de la cabeza y se apartó para dejarle entrar.
—No, puedo suponerme que no. Pero te dije que vendría.
—Eso fue antes de qué discutiéramos.
—¿Discusión? —pareció molesto—. Eso no fue nada más que un intercambio de opiniones en el trabajo, solo eso. Te irritas por las cosas más extrañas. —Cerró la puerta.
______se tragó la respuesta al ver aparecer a Pooh, que corría rápida y ligeramente por el vestíbulo, ladrando y temblando de alegría cuando averiguó quien había llegado. ______tomó la caja de pizza y observó con diversión como la perra rodeaba las piernas de Joe tan rápidamente que patinó en el suelo.
Joe le echó al caniche una mirada de suspicacia.
—¿No se irá a hacer pis?
—No si la besas y la llamas “mi pastelito”.
Él se rió entre dientes y agachó para darle a la perra una palmadita masculina en lo alto de su copete. Pooh inmediatamente se echó para atrás para dar un salto intentando llegar a su barriga.
—No te pases, chucho.
El caniche se tomó con naturalidad el rechazo y los siguió a través del salón hasta la cocina.
—¿Qué te sucedió en el ojo?
—¿En el ojo? ¿Ah, esto? Jugando al baloncesto. Tu presidente juega bastante sucio.
Ella se detuvo.
—¿Ron te hizo eso a ti?
—Ese niño tiene una veta malvada de un kilómetro de ancha. Te aconsejaría que te alejes de él cuando se irrite.
Ella no creyó ni por un minuto que Ron le hubiera hecho eso, pero supo por la luz tenue de sus ojos que no le sacaría nada más.
La cara de Molly se iluminó cuando entraron en la cocina y se levantó de la mesa donde acababa de hacer los deberes.
—¡Joe ! ______dijo que no venías.
—Pero bueno, ______no lo sabe todo. Siento llegar tan tarde, pero los lunes son días largos para los entrenadores.
______sabía que Joe y sus asistentes generalmente trabajaban los lunes hasta medianoche y sospechaba que regresaría al Stars Complex tan pronto como saliera de allí. Apreció que cumpliera su promesa a Molly.
Cuando colocó los platos y las servilletas en la mesa, él dijo:
—Espero que no cenaseis tanto como para no tomar una ración antes de acostaros.
—Yo la tomo —dijo Molly.
—Yo, también. —______ya había tomado su ración de calorías extras del día con un éclair , ¿qué diferencia harían varios centenares más?
Joe tomó asiento en un extremo de la mesa de la cocina, y mientras cada uno se servían una gruesa ración pegajosa, le preguntó a Molly sobre la escuela. Sin más invitación, charló sobre su nueva mejor amiga, Lizzie, sobre sus clases y sus maestros, dándole a él sin esfuerzo alguno toda la información que ______le había tratado de sacar durante días.
Molly cogió su segundo trozo de pizza.
—¿Y adivinas que más? La señora Genovese, nuestra vecina de al lado, me contrató de canguro para cuidar a sus gemelos algunas horas después de la escuela los martes y viernes. Tienen tres años y medio y son preciosos, pero dice que necesita un descanso algunas veces porque la agotan. Me paga tres dólares por hora.
______puso el tenedor sobre el plato.
—No me habías comentado nada sobre eso.
La expresión de Molly se cerró.
—Peg dijo que podía. Supongo que ahora, vas a decirme que no puedo.
—No. Creo será una buena experiencia para ti. Únicamente me hubiera gustado que me lo dijeras.
Joe observó el intercambio entre ellas, pero no hizo comentario alguno.
Media hora más tarde, ______le dio las gracias mientras lo acompañaba a la puerta. Como había sospechado, regresaba al Stars Complex a una sesión nocturna para rematar el plan de juego de la semana contra sus rivales de Crosstown, los Bears.
Cogió el pomo de la puerta, pero vaciló antes de moverlo.
—_____, yo no digo que tuvieras razón en lo que hablamos hoy, y definitivamente no me gusta la manera en que manejaste el problema, pero voy a estar abierto ante lo que me dijiste.
—Es suficiente.
—A cambio, quiero que me prometas que me dirás cualquier problema que veas en mi manera de entrenar.
—Y debería llevar guardaespaldas, o crees que con una pistola cargada será suficiente.
Él suspiró y dejó caer la mano del pomo de la puerta.
—Realmente estás empezando a exasperarme. No sé de donde has sacado esa idea de que soy difícil. Soy el hombre más razonable del mundo.
—Me agrada oírlo porque hay algo que quería comentar contigo. Me gustaría que sentaras a Jim Biederot en el banquillo la semana próxima así su sustituto podrá jugar un poco…
Él explotó.
—¡Qué! De todo lo estúpido, estúpido… —La expresión de la cara de ______lo detuvo.
Ella levantó una ceja y sonrió ampliamente.
—Era simplemente una prueba.
Él le pagó recorriéndola con la mirada y luego diciendo en un sedoso susurro que la hizo estremecer de pies a cabeza.
—Las niñitas que juegan con fuego, acaban quemándose.
Él rozó sus labios con un rápido beso, abrió la puerta y desapareció por la acera.
Cuando se subió al coche y se colocó detrás del volante, ya lamentaba las dos cosas, el beso y las palabras sugerentes. No se repetirá, se prometió.
Finalmente había decidido como iba a manejar su relación con ella, y coquetear no formaba parte de ella.
Él había pasado el resto del viaje de avión la noche anterior tratando de pensar como podía mantener a ______lejos de su cama mientras cortejaba a Sharon Anderson. Deseaba demasiado a ______para convencerse de que podían tener una relación breve, ya incluso antes de aterrizar, supo que no la podrían tener. Su futuro con Sharon era demasiado importante para exponerse al peligro de dejar que su lujuria por ______se descontrolara.
Durante una rápida cena con Sharon la semana pasada, se había convencido aún más de que era la mujer apropiada para casarse. Había estado un poco indecisa con él, pero lo esperaba, y se había relajado un poco en el momento que la llevó a casa. Le había dado un beso rápido de buenas noches en la puerta, pero eso fue todo. En alguna parte de su mente, había llegado a la conclusión anticuada que Sharon y él no harían el amor hasta su noche de boda.
Por lo que respectaba a _____, la deseaba tanto que le dolía, pero como ya había sentido lujuria antes, sabía que el tiempo se encargaría de todo. Sabía que lo más seguro era que mantuviera su relación en un plano estrictamente profesional, pero la idea le parecía un infierno. ¡Se lo pasaba muy bien con ella, maldición! Si ella hubiera sido un hombre, sería uno de sus mejores amigos.
¿Por qué lamentaba mantenerla fuera de su vida personal, se preguntó, cuando ella volvería a Manhattan a finales de año y probablemente no la volvería a ver?
No era como si tuviera intención de entablar algo con ella. Todo lo que tenía que hacer era tratarla como a una amiga. Ninguna metedura de pata como ese besito que le había dado esa noche, ningún desafío sexual como el del avión. Ahora mismo, ella podría tener interés en continuar su relación, pero por su experiencia, las mujeres como ______se tomaban con filosofía este tipo de cosas. Una vez que viera que él cambiaba las reglas entre ellos, ella haría lo mismo. Ella sabía que algunas veces las cosas resultaban y otras no lo hacían.
Nadie tendría que aclararle nada a ella.
Sonrió mientras arrancaba el motor. ______era una gran tía, de acuerdo.
Sin saber como, había logrado ganar su respeto. Nunca había esperado que se volcara tanto en sus responsabilidades como dueña de los Stars, y su dedicación era aún más impresionante porque estaba hasta ahora fuera de su elemento. Mantenía su posición de una manera que hasta él admiraba. De alguna manera había logrado mantenerse firme con él sin llegar a ser una bruja, en contraste con Valerie, que lo despellejaba simplemente por placer.
Su relación con ______había cobrado importancia para él, y mientras él no cediera a la poderosa, pero inconveniente, atracción física entre a ellos, no le veía mal alguno a disfrutar de su amistad. Mantener sus manos fuera de ella no sería fácil. Había sido bueno sentarse enfrente de ella esa noche, porque ver su
trasero con esas fantásticas mallas y ese suéter que apenas lo cubría, lo había mantenido en constante excitación. Sonrió ampliamente mientras tomaba una curva. Si los rusos hubieran sido listos, habrían tenido en cuenta el cuerpo radiactivo de ______antes de aprobar formalmente ese tratado nuclear de no proliferación con los Estados Unidos.
Esa era otra razón más para casarse con Sharon. Sabía por dolorosa experiencia que las relaciones a largo plazo no debían basarse en la lujuria. Si no en valores comunes, y eso era lo que tenían Sharon y él.
Así que para cuando el avión aterrizó, ya había tomado una decisión.
Cuando ______se fuera a finales de año, le propondría matrimonio a Sharon, pero por ahora, iba a disfrutar de estar con ambas mujeres. Mientras mantuviera la cremallera de su pantalón cerrada, no habría ningún problema, y aunque saber que nunca más le haría el amor a ______lo llevaba al infierno, era una razón más para mantener su relación en un plano platónico. Costase lo que costase, no iba a volver a cometer los errores de su primer matrimonio.
Sus pensamientos se interrumpieron cuando vislumbró una furgoneta gris estacionada en una estrecha calle lateral a no más de tres manzanas de casa de _____. Maldiciendo, cambió bruscamente la dirección del Ferrari. Las llantas chirriaron cuando dio la curva con el coche. Cambió de marcha. El potente motor respondió instantáneamente y el coche entró disparado en la calle lateral, alcanzando a la furgoneta cuando el conductor comenzaba a ponerla en marcha. Joe atravesó el coche delante de la furgoneta, atrapándola entre el Ferrari y el coche que estaba aparcado detrás.
Apagó rápidamente su coche. En cuatro grandes zancadas llegó hasta la furgoneta, abrió la puerta del conductor y sacó bruscamente al hombre que la conducía por la parte de delante de su chaqueta.
—¿Por qué me estás siguiendo, maldito hijo de puta?
El hombre era pesado y tropezó, apenas le dio tiempo a apartarse cuando cayó. El hombre levantó el brazo, pero Joe lo levantó y lo empujó ruidosamente contra el lateral de la furgoneta.
—¡Dime!
—¡Déjame en paz, bastardo!
—No hasta que… —se interrumpió cuando se percató que había algo familiar en ese hombre. La tez cetrina, la nariz grande, el pelo canoso. En ese momento lo reconoció.
—¿Hardesty?
—Sí —se burló—. ¿Qué te parece, gilipollas?
Joe quiso meterle el puño de golpe en el intestino, pero recordó la pena de Ray Sr. en el entierro y se refrenó. En vez de eso, aflojó la presión con que le sujetaba, aunque no lo soltó.
—Llevas semanas siguiéndome. ¿De qué va esto?
—Es un país libre. Puedo conducir donde quiera.
—La ley no opina lo mismo. Lo que haces se llama acosar.
—¿Qué más da? ¿No te sientes culpable por lo que me hiciste?
—¿Por qué debería sentirme culpable?
—¡Porque tú mataste a mi hijo, bastardo! Ray Jr se mató por tu culpa. Si no lo hubieras echado de los Stars, ahora estaría vivo.
Joe sintió como si el puñetazo se lo hubieran dado a él. No se había deshecho nunca de la culpabilidad e inmediatamente soltó al hombre.
—No tuve otra opción, Sr. Hardesty. Le mantuvimos en el equipo mientras pudimos.
Pero podía ver por la expresión enloquecida de los ojos de Hardesty que estaba más allá de la razón.
—¡Lo necesitáis, bastardo¡ Fue sólo suerte que ganaseis el partido de los Giants sin él. Los Stars no pueden ganar sin mi niño. ¡Sin Ray Jr, vosotros sólo sois unos perdedores!
Joe sintió una oleada de piedad. Ray había sido su único hijo y su muerte debía empujar a un padre hasta el límite.
—Ray fue un jugador genial —dijo, tratando de calmarle.
—Sabes lo malditamente bueno que era. Gracias a él, caminaba por cualquiera parte con la cabeza alta. Todo el mundo sabía quien era. Todo el mundo quería hablar conmigo. Pero ahora nadie sabe mi nombre, y todo es por tu culpa. Si no hubieses echado a mi hijo, la gente aún me trataría con respeto.
Las burbujas de saliva rebosaban en las comisuras de la boca de Hardesty, y la piedad de Joe se esfumó. Hardesty no echaba de menos a su hijo;
Extrañaba ser el centro de atención como reflejo de Ray. Su padre había muerto hacía quince años, pero mirando los pequeños ojos de Hardesty, se sintió como si estuviera otra vez delante de Harry Jonas .
Harry también había usado a su hijo para sobresalir. En la escuela secundaria Joe había intentado escapar de la perseverante presencia de Harry jactándose, lo más irónico de todo es que nunca había recibido más que críticas en privado. Recordó su segundo año de secundaria cuando Harry le había golpeado con una botella porque había fallado en los treinta segundos finales de un partido contra Talladega.
Dio un paso atrás antes de castigar a ese hombre por algo que había hecho otro.
—Mantente lejos de mí, Hardesty. Si veo esa furgoneta siguiéndome otra vez, lo lamentarás
—¡El gran hombre! —dijo Hardesty con desprecio mientras Joe se daba la vuelta—. ¡El jodido gran hombre! Veamos qué grande eres cuando tu equipo pierda otra vez esta semana. Veamos qué grande eres cuando termines el último esta temporada. ¡Los Stars no son nada sin mi niño! ¡No son nada!
Joe cerró de golpe la portezuela de su coche para no oír las maliciosas palabras de Hardesty. Mientras se marchaba en el coche, se le ocurrió que era por eso por lo que quería tanto ser padre. Tal vez necesitaba probarse a sí mismo que lo podía hacer bien.
Chicas, por motivos "profesionales" (o algo así ya que mi "profesion" es la música y no estoy segura, en mi caso, de que realmente sea una profesion) Probablemente (y digo probablemente porque puede que me encuentre un poco de tiempo mañana o quisas no, no lo se) estaré publicando capítulos hasta el viernes o el lunes, ya que son los días que tendré libres, pero tranquis, volveré con maratón. besos y nos leemos Muy Pronto!!! Muak:bye:
D.A. Torrez.
Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)
Holaaa!!! me alegro de que te guste la novelaNovelas Directioners escribió:Hola! me encanta tu novelaa! pero como puedo publicar yo una novela? soy nueva y NOSEEEEEEEEEE! :pokerface:
bueno, respecto a tu pregunta,bueno, te daré la versión de como lo hice yo, ya que soy muy tramposa y se me complica un poco el estar buscando en las secciones la manera de hacerlo.
al inicio de la pagina (en cualquiera, según he visto) debajo de el nombre de la novela que estas leyendo, Puede ser esta, están los botoncitos de nuevo, responder, OWN:.......... bueno, tu puedes dar click en el botoncito de nuevo y ahí puedes iniciar un nuevo tema y escribir tu novela, pero aguas, porque debes tomar en cuanta de que tu novela debe estar en el apartado o sección indicado ya sea Adaptación, si es de una película o de algún libro o en originales si la has escrito de tu imaginacion. bueno, estos son los datos que he obtenido desde que inicie en el foro, espero y te sirvan, mucha suerte!!!! :D
D.A. Torrez.
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