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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

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Mensaje por D.A. Torrez. Lun 30 Sep 2013, 8:15 pm

CAPÍTULO 12
 
Parte 1:
______se encontró con Bobby Tom Denton en el vestíbulo del hotel a las ocho y media de la tarde del sábado. Aunque ella acababa de llegar a Portland en un vuelo comercial desde O'Hare, los Stars llevaban allí desde el mediodía porque la NFL tenía como norma que los equipos visitantes estuvieran en la ciudad donde jugaban veinticuatro horas antes del principio del partido. Ella sabía que los jugadores habían estado en una reunión hasta las ocho de la tarde y que ahora estaban libres hasta el toque de queda a las once.
—Hey, Señorita Somerville. —El hombre de los ocho millones de dólares le dirigió una sonrisa casi tan grande como el sombrero vaquero que llevaba en la cabeza. Sus pantalones vaqueros deshilachados y descoloridos a la moda
moldeaban sus piernas de corredor y sus botas vaqueras de piel de serpiente estaban justo en su punto, ni demasiado nuevas ni demasiado usadas. Viktor se habría quedado impresionado.
—Me preocupaba que no viniera —dijo Bobby Tom.
—Te dije que vendría.
Él empujó hacia atrás el ala de su sombrero con su pulgar.
—¿Va a estar en el campo mañana?
Ella se mordió la comisura del labio.
—Realmente, Bobby Tom, tengo algunas dudas.
—Vaya, venga. Creo que necesitamos tener una conversación seria. —Una de las grandes manos del receptor, cogió su brazo y suavemente la empujó hacia el bar. Podía haber protestado, pero no esperaba con ilusión pasar la tarde en una habitación de hotel, sin ni siquiera Pooh para acompañarla.
La cafetería del hotel estaba silenciosa y oscura, se acomodaron en la pequeña mesa de un rincón, Bobby Tom pidió una cerveza.
—Parece el tipo de mujer que pide vino blanco —dijo él— uno de esos chardonnays tan chic.
A ______le habría gustado pedir un chardonnay pero no estaba segura de que le gustara ser clasificada como el “tipo de mujer que pide vino blanco”, así pidió un margarita. La camarera, que se había estado comiendo con los ojos a Bobby Tom, se apresuró a preparar sus pedidos.
—¿Puedes beber la noche anterior a un partido?
—Tenemos permiso para hacer cualquier cosa mientras demos todo lo que podamos por el equipo al día siguiente. Lo de la bebida y el toque de queda, son dos de las cosas en las que el entrenador no es demasiado estricto. Se supone que debemos estar en nuestras habitaciones a las once, pero el entrenador fue bastante juerguista en sus días de jugador, y sabe que todos tenemos nuestras propias maneras de desahogarnos. —Bobby Tom se rió entre dientes—. Es una leyenda.
______se dijo a sí misma que no preguntara, pero cuándo se trataba de Joe  Jonas , su curiosidad parecía no tener límite.
—¿A qué te refieres? ¿Qué tipo de leyenda?
—Bueno, algunas de las historias sobre él no son adecuadas para oídos femeninos, pero supongo que es de dominio público cuánto odiaba los toques de queda. La verdad es que el entrenador sólo necesita dormir un par de horas y cuando era jugador, no podía soportar tener que recluirse en su habitación a las once. Decía que hacía que jugara mal. Lo que hacía la mayor parte de las veces era irse a la habitación a la hora y luego salir furtivamente a alguna fiesta. Los entrenadores se enteraron, por supuesto. Lo multaron y lo dejaron en el banquillo. Nada de eso funcionó, porque seguía sintiéndose encerrado.
Finalmente, les dijo que si no les agradaba, podían elegir entre tomarlo o dejarlo, pero que no iba a cambiar. Jugaba mal cuando se ponían de guardia delante de su puerta. Entonces los entrenadores dejaron de darle la vara con eso. Dicen que cambió algo cuando se hizo mayor.
—Me apuesto a que no mucho —masculló ella mientras llegaban sus bebidas.
Bobby Tom levantó su jarra helada.
—Es como un grano en el culo.
—Por el grano en el culo —tocó su vaso con el suyo, luego lamió un poco del borde salado y tomó un sorbo de su margarita.
—Señorita Somerville.
—______está bien. —Tomó otro sorbo. Más tarde, lamentaría las calorías, pero no ahora.
—Supongo que cuando estemos a solas, que nos tuteemos estará bien, pero como eres la dueña del equipo y todo eso, no lo haré en público.
—Después de todas esas fotos en los periódicos, no creo que tenga que preocuparme mucho por mantener la respetabilidad.
—¡Pero si están genial! Incluso mostraban mi mejor perfil. —Su gran sonrisa se desvaneció—. ¿No dijiste en serio lo de que no bajarías al campo, verdad?
—No estoy segura de que sea una buena idea. No a menos que se nos ocurra un nuevo ritual de buena suerte.
—Oh, No. No podemos hacer eso. Aunque perdimos, hice uno de los mejores partidos de mi carrera contra los Broncos la semana pasada. Llevo jugando fútbol un montón de años, y cuando algo me funciona, persevero en ello. Mira, en cuanto hago algún cambio, luego pienso en el cambio en vez de en que zona debo alinearme y si estoy en mi sitio o no. ¿Entiendes lo que digo?
—Bobby Tom, no es que me vuelva loca la idea ver fotos todos los lunes en el periódico de nosotros dos besándonos.
—Me sorprende tener que recordártelo,  _____, pero mañana jugamos contra los Sabers y ganarles es bastante más importante que lo que publiquen los periódicos. Conquistaron la Súper Bowl el año pasado. Todo el país cree que empezamos la temporada con el culo. Tenemos que probarles que tenemos lo que se requiere para ser campeones.
—¿Por qué?
—¿Por que qué?
—¿Por qué queréis ser campeones? ¿De qué sirve? No es como encontrar la cura contra el cáncer.
—Estás en lo cierto —dijo seriamente—. No es como eso. Es más. Mira, es que eres bueno y lo haces mal. Eso es lo que es. Por eso es tan importante.
—Tengo algún problema para seguirte, Bobby Tom.
Él levantó el brazo hacia la camarera y señaló con dos dedos hacia sus bebidas para que trajera más. Fue cuando se dio cuenta de que casi había acabado la suya. No tenía cabeza para el alcohol y sabía que no debería de tomar otra, pero Bobby Tom era buena compañía y estaba pasando un buen rato. Además, pagaba él.
—Lo que creo es esto —siguió él— el hombre es agresivo por naturaleza, ¿no estás de acuerdo?
—El hombre tal vez, pero no necesariamente la mujer.
Bobby Tom obviamente no tenía interés en la política sexual porque ignoró su comentario.
—El fútbol libera la violencia natural del hombre. Si no fuera por la NFL, probablemente habríamos ido a la guerra con Rusia media docena de veces en los últimos cuarenta años. Mira, los americanos somos así. Al minuto de cruzarnos, somos pateadores de mierda naturales. Perdona mi lenguaje, _____, pero todo el mundo sabe que patear culos es parte de nuestra cultura nacional. El fútbol nos da una… ¿como lo llamaría? Una vía de escape segura.
Él realmente estaba enredando sus sentidos, lo cual indicaba que su primer margarita se le había subido a la cabeza. Cogió  la segunda y lamió otro grano en el borde.
Él la cogió del brazo y le dirigió una mirada suplicante.
—Entonces, vas a estar allí mañana o no, porque gracias a Dios eres una buena mujer y sé que no quieres tener la pérdida con los Sabers sobre tu conciencia.
—Allí estaré —suspiró ella.
—Sabía que podía contar contigo. —Le brindó una sonrisa cautivadora—. Me gustas _____, mucho. Si no fuéramos compañeros de trabajo, iría a por ti.
Él era un buen muchacho, lo miró directamente a la cara—: ¿No es la vida una faena?
—Tú lo has dicho.
Incluso sin el efecto del margarita, Bobby Tom Denton era una buena compañía. Hablaron de comida mexicana, de que los equipos deberían llevar el nombre de americanos Nativos, y del parecido de Bobby Tom con Christian Slater. Le llevó más tiempo tomarse el segundo margarita, pero aun así, sentía definitivamente un zumbido cuando él se inclinó y rozó su boca con la de él.
Fue un beso ligero, acogedor. Respetuoso. Una señal de camaradería y bienestar. El beso que un hombre de veinticinco años da a una mujer de treinta y tres con la que le gustaría acostarse, pero con la que sabe que no puede hacerlo, aunque aún la quiere como amiga y aún sigue deseando que pudiera ser algo más que una amistad.
______lo entendió.
Desafortunadamente, Joe  no lo hizo.
—¡Denton! —Su voz sonó a través del silencio del bar como un cañón Confederado sobre un campo de batalla—. ¿No te dice ese reloj tan caro que llevas que como no estés exactamente en tres minutos y medio en tu
habitación, violarás el toque de queda? —Se acercó a la mesa en vaqueros y una camisa de tela vaquera abierta en la garganta.
—Hola, entrenador. ¿Quieres oír algo gracioso? Acabo de explicarle a ______que siempre has sido un tanto flexible sobre el toque de queda. Y luego vienes y…
—¡Dos minutos, cuarenta y cinco segundos! Te multaré con quinientos dólares por cada minuto que no estés en tu habitación.
Mirándolo con extrañeza, Bobby Tom se puso de pie.
—Caramba, entrenador, ¿qué te ha irritado tanto?
—Ejecutaste mal tres jugadas el viernes. ¿Qué te parece eso para empezar?
Bobby Tom sacó algunos billetes de un fajo en su bolsillo y los dejó caer sobre la mesa. Luego le echó a Joe  una mirada larga y sagaz.
—No creo que esto tenga que ver con hacer mal las jugadas. —Se tocó el ala del sombrero en dirección a _____—. Nos veremos en el campo mañana, señorita Somerville.
—Nos vemos, Bobby Tom.
Cuando él desapareció, Joe  le ladró a ella como si fuera un sargento de entrenamiento.
—¡A mi habitación! Ahora.
—Ah, eso no te lo crees ni tú.
—Cuándo comienzas a juguetear con el mejor receptor de la AFC, rebasas los límites. Ahora a menos que quieras que aireemos los trapos sucios en público, te sugiero que te muevas.
______a regañadientes le siguió hasta fuera del bar y por el vestíbulo.
Sabía que le debería recordar que ella era la jefa, pero cuando entraron en el ascensor y comenzaron a subir en silencio hasta el séptimo piso, se encontró con que no podía decir nada.
Sin embargo, él ciertamente tenía la cabeza a rebosar, pero ella sólo sentía el calor que se extendía bajo sus pantalones turquesa. Afortunadamente, no le importaba. Los dos margaritas le habían dejado una acogedora sensación de bienestar, que la hacía querer lamerse el labio inferior y decirle que no fuera un viejo anticuado.
Ella no sabía que sus habitaciones estaban tan cerca hasta que él se detuvo delante de la puerta de enfrente de la de ella. La abrió y le dirigió una mirada tal, que la hizo entrar. Luego él subió un puño y extendió el dedo índice hacia el
sofá de brocado.
—Siéntate.
Aunque su cerebro había comenzado a emitir las advertencias más alarmantes, la caliente neblina del tequila la envolvía e hizo que no las tomara en serio, así que se cuadró con un saludo militar y obedeció su orden.
—Sí, señor.
—¡No te burles de mi! —Él apoyó la gran mano en la cadera—. Mantente lejos de mis jugadores, ¿me oyes?, estos hombres están aquí para ganar partidos de fútbol; ¡No son tus juguetes personales de placer y no quiero volver a ver nada como lo que vi esta noche! ¡Nunca!
Y ese fue simplemente el comienzo. Él vociferó y gritó, ruborizándose tal como hacía en los partidos cuando le gritaba a un árbitro. Finalmente, paró para respirar.
Ella le echó una sonrisa de medio lado y paseó la punta de su dedo índice por su boca.
—¿Qué ocurre, bombón? ¿No besaste nunca a una chica en un bar?
Él pareció quedarse estupefacto, como si nunca le hubiera replicado una mujer. Dios mío, era tan mono. Mono, y sexy, y tierno. Uhmm. Grrr.… A una mujer le llevaría un montón de tiempo domesticar a un hombre como él.
Ella descruzó las piernas.
Y una cama, también estaría bien. Y el olor de jazmín entrando por la ventana abierta. Y en la noche suave, el sonido de un ventilador de techo en la vieja casa de la plantación.
Ella se levantó.
La joven Elizabeth le podría domesticar con sus ojos violetas y sus pechos blancos como vainilla en tazas de encaje.
¡Guau! Él había vuelto a casa por ella, este hombre hacía aullar a la luna.
Estaba borracho otra vez. Libertino. Con olor a whisky y al perfume barato de una mujerzuela llamada Lulabelle. Pero él todavía no estaba saciado, este hombre de sangre caliente, de verga caliente, había vuelto a ella. A la única mujer que le podía saciar
—Ven a mí, nene; Te haré sentirte bien. Soy toda una mujer, y sé como domesticar a mi hombre.
Ella se acercó lentamente a él, con los labios mojados y abiertos, moviendo
su cabello rubio y moviendo las pestañas, cada poro de su piel ardía y amenazaba con abrasarla. ¿Por qué había tenido miedo de él, una gata caliente y peligrosa como ella? Iba a ver que tipo de mujer era. Iba a dejar que sintiera su calor.
—¿_____?
Ella se detuvo delante de él y ahuecó los duros puños que colgaban a los costados con las palmas suaves de sus manos. Miró fijamente sus ojos verdemar y se dio cuenta de que no había necesidad de tener miedo de su fuerza cuando su poder era mayor que el de él.
Ella arqueó la espalda y se apoyó en él. Era una gata en celo; lo besó con los labios abiertos, inclinando la boca sobre la suya, sacó el pie de la sandalia para frotar los dedos calientes sobre los vaqueros que enfundaban su pantorrilla. Cuando él aceptó su lengua, la exultación la atravesó, se alimentó con el conocimiento de su poder. ¿Por qué había tenido miedo al sexo cuando esto era tan fácil, tan natural?
Él hizo un sonido suave y ronco, o tal vez fue ella. Sus bocas estaban unidas, sus manos cogidas a sus costados y ella no sentía aquel miedo interior.
Su lengua la arrasó. Se dijo a sí misma que era mujer suficiente para hacerse cargo de su pasión y que estaba lo bastante relajada por el licor como para llegar hasta el final. Luego, tal vez sería libre.
—______—murmuró su nombre en la abertura caliente y húmeda de su boca, y ya no gritó más. Sus grandes manos se deslizaron de sus caderas a su cintura; Sus pulgares presionaron sobre sus costillas. En un momento él rozaría la parte inferior de sus pechos, convirtiéndolos en carne ardiente y viva. Ya estaban cosquilleantes, anhelantes.
—No te detengas —imploró contra sus labios—. No importa lo que diga, no te detengas.
Se quedó estupefacto, se echó hacia atrás para mirarla.
—¿Sabes lo que dices?
—Sí.
Los segundos pasaron mientras sus palabras lentamente penetraban en el cerebro de Joe . La desilusión lo atravesó, seguida rápidamente por la revulsión y luego por el cinismo. ¿De qué se asombraba? Él había aprendido de Valerie y
se dio cuenta de qué quería _____. Era otra mujer que necesitaba jugar el juego de la sumisión. Todos sus no del domingo por la noche habían significado sí. Lo había estado manipulando y se lo había creído.
Desalentado, bajó la vista por sus curvas exuberantes, el suave parpadeo de pestañas que enmarcaba los rasgados ojos ámbar, los labios hinchados de sus besos húmedos, la boca voluptuosa. ¿Era demasiado pedir un simple y elemental revolcón en la cama? Sin juegos. Sin nada salvaje. Solo risa y buen sexo ardiente.
 
Repentinamente se sintió furioso. Tan furioso como cuando se había encontrado a Bobby Tom baboseándola en el bar. Ella probablemente lo había estado incitando bajo la mesa. Rozando contra él esas largas piernas
desnudas. Rozando el centro de sus tetas contra su brazo. Provocándolo con toda la carga de mierda. No te detengas sólo porque diga que no, Bobby Tom.
Realmente no significa sí.
Tal vez Valerie lo había corrompido, pero parecía que las mujeres de todo el país se habían vuelto retorcidas sin remisión en lo concerniente al sexo. O querían que las abrazaras contra tu pecho, o querían que las esposaras a los postes de la cama. No parecía haber término medio.
Había recorrido ese camino cientos de veces y podía hacer de matón sin siquiera pensarlo. Después de lo que ella había hecho, un poco de violencia con ______Somerville podía ser justo lo que necesitaba para deshacerse de esas imágenes de ella que aparecían repentinamente en su mente demasiadas veces. Esa noche, le pondría fin.
—Lo que tú digas, cariño.
______oyó el deje de amenaza en la voz de Joe , pero se sentía demasiado bien para asustarse. Él levantó la mano por detrás de su cuello y la metió entre su pelo, cogiéndolo en su puño y tirando demasiado fuerte de él.
Con la otra, comenzó a abrir los pequeños botones forrados del cuello de su vestido. El talón de su mano rozó sus pechos, y la tela se abrió involuntariamente.
Él resopló cuando vio su sujetador blanco y liso. Indudablemente estaba acostumbrado a lencería más erótica, pero ella nunca se había sentido cómoda usándola. Sus hombros desnudos percibieron la corriente del aire acondicionado cuando el empujó hacia abajo la parte superior del vestido hasta detenerse en sus codos, atrapando sus brazos en las mangas. Él abrió los tres ganchos que aseguraban el sujetador en la espalda.
—Eres grande, nena, pero no eres Dolly Parton. Uno de esas cositas eróticas de Victoria’s Secret te quedaría perfectamente.
La mofa en su voz penetró en la neblina de tequila, difuminando algo de su sensación de poder. Intentó liberar sus brazos de la constricción del vestido, pero en ese momento, el sujetador se movió y sus pechos quedaron libres.
—Joder. —La palabra fue dicha con tal delicadeza que sonó más como una alabanza que como un juramento.
Antes de que ella supiera lo que sucedía, él le había movido las muñecas hacia la espalda y las había sujetado con una mano. El rudo movimiento empujó sus pechos hacia adelante y hacia arriba, y la impotencia que ella sintió en esa posición provocó algunos revoloteos  de pánico en su estómago. Él inclinó la cabeza. Sintió su respiración caliente en la piel al mismo tiempo que la abrasión ligera de su barba. Él dio un toquecito a un pezón con la lengua. Se endureció como un guijarro. Lo metió dentro de la boca y succionó.
Comenzó a sentir como sus huesos se derretían. Las sensaciones eran tan excitantes que se olvidó de sus brazos atados. Él se movió al otro pecho, lo lamió y lo soltó. Ella se derrumbó contra él.
Cuando su mano se metió bajo la bastilla del corto vestido y se curvó en su muslo desnudo, el pánico regresó, y supo que tenía que liberar sus brazos antes de llegar más lejos. Sus dedos ascendieron.
—Espera  —murmuró. Trató de apartarse, pero las manos siguieron su recorrido—. Suéltame un momento.
—No creo que quieras.
—No te entiendo.
—Seguro que sí.
—¡Joe !
—Lo que la señora quiera. —La soltó, pero sólo lo suficiente como para tirar bruscamente del vestido por las caderas hacia abajo. Su sujetador cayó, dejándola allí de pie, sólo con las sandalias, una pulsera en el tobillo y unas bragas de algodón blanco hasta la cintura.
—Supongo que no consideras necesario gastar dinero en ropa interior de fantasía.
Su confianza se disolvió y todos los viejos fantasmas regresaron. Ella intentó coger el vestido para cubrirse, pero antes de que lo pudiera alcanzar, la cogió en brazos y la llevó al dormitorio. Cuando la dejó caer encima de la cama, una de sus sandalias salió volando.
Él se cernió amenazadoramente sobre ella, y ya no era una fantasía, sino un hombre real quitándose la camisa de tela vaquera y revelando un pecho alarmantemente bien desarrollado con protuberantes músculos pectorales,
bíceps montañosos y venas como cuerdas sobresaliendo en sus brazos. El grueso vello de su pecho descendía dibujando una línea que como una flecha desaparecía, tras atravesar el duro estómago plano, bajo la cinturilla de sus
pantalones vaqueros.
Sabía que visitaba la sala de pesas todos los días, y ella le había visto correr alrededor del campo por la noche, pero no estaba preparada para su cuerpo poderosamente musculoso. Toda la fantasía de la joven Elizabeth huyó de su mente. Se sintió como una virgen de dieciocho años en vez de una mujer de treinta y tres con mucha experiencia y amantes. Había cerrado la trampa sobre sí misma al jugar como profesional lo que no dominaba ni como amateur.
Sus ojos estaban posados en sus pechos cuando se abrió los pantalones vaqueros. Ella agarró el borde del cubrecama.
—Bájalo.
—No, no voy a hacerlo. —Se tapó con la esquina de la tela acolchada hasta la barbilla al mismo tiempo que se deslizaba al lado contrario de la cama.
—Hazte a la idea de que sí. —Inclinándose, le cogió el tobillo y arrastró su espalda sobre las almohadas.
Ella dejó escapar una exclamación suave y estrangulada. Leyó su mortífero propósito en esos helados ojos verdes y el miedo la atravesó. Recordó su fuerza cuando la había arrastrado en el mirador y apretó el cubrecama como única
protección.
—Por favor, Joe . —Su voz sonaba fuertemente indefensa y ______supo que ella había perdido todo el control.
—Fuiste tú la que quería jugar.
—No quería. Yo…
—Cállate. —Abrió la cremallera de sus pantalones vaqueros—. Ahora, enséñame esas tetas otra vez.
Su ruda vulgaridad la espoleó. Se giró, apartándose de él hacia el lado contrario de la cama, sacando sus piernas de debajo de la colcha retorcida.
Salió de la cama y corrió hacia la puerta. Débilmente, lo oyó gruñir detrás de ella.
—Soy demasiado viejo para esto.
Ella agarró rápidamente una toalla húmeda que él había echado sobre una silla después de la ducha y frenéticamente atravesó la sala de estar llegando a la puerta. Tan pronto abrió bruscamente la puerta, él la golpeó para cerrarla otra vez con la palma de la mano.
—¡Estás todavía más loca que Val! —La agarró por la parte superior del brazo—. Estás desnuda. ¿Quieres que todo el mundo te vea?
—¡No me importa! —gritó ella, su corazón iba a mil por hora—. Te dije que te detuvieras.
—También me dijiste que no me detuviera, y eso es justo lo que estoy haciendo.
Él la levantó en brazos como si no pesara nada, la llevó de regreso al dormitorio y la dejó caer sobre el colchón.
—Pero no te pego, si eso es lo que quieres, tendrás que buscar a otro. —Se arrodilló al lado de ella, sus grandes manos aprisionaban la parte superior de sus brazos cuando dijo casi con indeferencia—. ¿Cómo quieres hacerlo?
Ella se dio cuenta que iba a ocurrir de nuevo. El alcohol la había hecho bajar la guardia y estaba indefensa.
Entonces gritó.
Él estuvo sobre ella al segundo, cubriéndole la boca con la palma de la mano mientras sujetaba sus muñecas por encima de su cabeza con la mano libre.
—Jesús —siseó— no grites.
La tela de sus vaqueros le irritaba los muslos mientras él la miraba encolerizadamente, pareciendo incluso más disgustado que enojado.
Ella perdió el control cuando se percató que él realmente esperaba que ella se callase mientras le hacía eso. Las lágrimas llenaron sus ojos cuando empezó a retorcerse bajo él,  arqueando las caderas y tratando de liberar las piernas. Le mordió la mano y él la soltó con una exclamación enojada.
—¡Se acabó!  —Se apartó de encima de ella, agitando la mano—. ¡He tratado de ser liberal y comprensivo, pero ya no puedo seguir!
Ella estaba tan alarmada que abandonó la lucha.
Él se puso de pie.
—Estoy condenadamente duro ahora mismo, pero antes me meto en el baño con un ejemplar de Penthouse que seguir con estos juegos de cavernícola. ¡No me importa que me dijeses que no me detuviera, porque me detengo! Estoy harto de sentirme como una babosa que sólo puede hacer algo si pega a mujeres. —Se elevó sobre ella—.  Si me preguntas, te diré que tienes la suficiente experiencia como para tener algo más de sensibilidad con respecto
a los hombres. —Colocando las manos en las caderas, la miró encolerizadamente—.  De ahora en adelante, cuando una mujer me pida que me detenga, me detengo, incluso aunque me diga que no haga caso cuando
me pida que me detenga, no voy a hacer ni caso y me voy a detener.
Desconcertada, lo miró.
—¡Tal vez me gustaría que me obligaran a mí, para variar! —exclamó—. ¡Tal vez me gustaría ser tan irresistiblemente sexy que me ataran a la cama aunque sólo fuera una vez! ¿Será demasiado pedir eso?
La comprensión la alcanzó lentamente. Recordó lo que había murmurado al oído de él, cuando le había dicho que no se detuviera, no importaba lo que le dijera. Recordó su retorcida relación con Valerie; cuando todo eso encajó, su
alivio hizo subir la burbuja de histeria atascada en su garganta.

 
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 4 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por D.A. Torrez. Lun 30 Sep 2013, 8:17 pm

Parte 2:
Él se sentó en el pico de la cama, apoyó sus antebrazos en las rodillas abiertas y miró sombriamente hacia la sala.
—Quizá sea justicia Divina. Cuando tenía veinte años, tomé parte en tantas cosas salvajes con las fans que ahora no puedo tener algo simple y elemental.
Ella bajó la colcha de la barbilla.
—¿Joe -ehh-puedo decir algo?
—No si implica látigos y cadenas  —hizo una pausa— o más que dos personas.
La burbuja subió más por su garganta. Dio un sonido sofocado.
—No es nada de eso.
—Entonces, vale.
Ella miró su espalda, eligiendo las palabras cuidadosamente.
—No quería decir lo que tú pensaste. Cuando te dije que no te detuvieras no importaba lo que dijera, hablaba de besos. Realmente tú… uh… besas genial. —Inspiró profundamente, continuando la explicación aunque sabía que lo estaba embrollando todo—. Y yo…, bueno…, tengo un par de complejidades.
En realidad la palabra complejidad es demasiado fuerte. Es más como una alergia. A lo que íbamos, algunas veces, cuando me besa un hombre, tengo ese tipo de reacción.
Sabía que estaba balbuceando por la forma en que él giró la cabeza para clavar los ojos en ella. Su pecho la perturbaba. Era como una estatua de bronce, en una galería de arte podría ganar una fortuna.
Ella tragó saliva.
—Sólo quería decirte que si tenía esta reacción…, deberías…
—¿Ignorarla?
—Eso mismo. Pero en lo otro, cuando no son besos. Cuando me tocas —la burbuja se disolvió— cuando digo basta, significa que te detengas.
Sus ojos se ensombrecieron con pena.
—_____.
—Si alguna vez te digo que te detengas, entonces significa basta. Siempre.
—Ella inspiró profundamente—. Sin preguntas. Sin suposiciones. No soy tu ex- esposa, y la violencia sexual es un juego en el que no participo. Conmigo, no significa no.
—Entiendo. Lo siento.
Ella supo que se echaría a llorar si tenía que escuchar otra serie de arrepentimientos saliendo por su boca, que además sólo haría que se sintiera más inepta.
—Y esa alergia a los besos. —Él se frotó la barbilla, y ella creyó detectar diversión en sus ojos—. Qué ocurre si decidimos besarnos otra vez. Y tienes esa reacción alérgica, y me dices que pare. ¿Debo detenerme entonces?
Ella miró hacia el cubrecama.
—Supongo que si. No voy a emitir más señales contradictorias.
Echándose hacia delante, le rozó la mejilla con el dorso de los nudillos.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo.
Ella había tenido intención de levantarse y vestirse, pero ahora cuando la tocó tan suavemente, no pudo moverse. Ella sintió su calor cuando se acercó y supo que iba a besarla otra vez. Ya no tenía miedo. En vez de eso, el calor del deseo se reavivaba lentamente dentro de ella, no como un fuego rugiente, sino como una llama pequeña y acogedora.
—No te gusta mi ropa interior —murmuró ella contra su boca.
—No. —Le mordisqueó el labio inferior—. Pero lo que cubre me gusta un montón. —Arrastró las puntas de sus dedos a lo largo de las protuberancias de su columna al tiempo que su boca cubría la de ella.
El beso fue a la vez tierno y apasionado, lleno de fuego y dulzura. En ese momento ella quiso hacer el amor con él más de lo que había querido nada.
Su lengua invadió su boca. Sus manos resbalaron por sus brazos, pero entonces deseó no haberle tocado allí porque no quería recordar su fuerza, sólo su suavidad. ¿Cómo podía saber que sería suave?
—¿Joe ?
—Uhmm.
—Sé que dijiste que no querías nada -ni de lejos- de cosas retorcidas.
Pudo sentir como se ponía rígido y casi se acobardó cuando él se alejó.
Hundiéndose contra las almohadas que se amontonaban en el cabecero, y con la colcha todavía agarrada firmemente contra su pecho, dijo a toda velocidad.
—Esto no es nada retorcido. De verdad, no lo  es.
—Quizá será mejor que lo juzgue yo. Y te advierto que me siento conservador estos días.
Su coraje la abandonó.
—Olvídalo.
—Hemos llegado hasta aquí; puedes abrir tu corazón.
—Es sólo…, no importa.
—_____, si las cosas continúan su progresión natural, te garantizo al ochenta por ciento que nos vamos a volver muy íntimos esta noche, así que es mejor que me digas lo que estás pensando. De otra manera, todo el tiempo que estemos juntos, estaré esperando a que ladres como un perro o que me digas que te llame Howard.
Ella le dirigió una sonrisa inestable.
—No soy tan imaginativa. Quería preguntarte…, quiero decir, te importaría mucho si nosotros… —Se atascó y lo intentó otra vez—. Si fingimos que soy…
—¿Domadora de leones? ¿Guarda de prisión?
—Virgen —murmuró y sintió que sus mejillas se enrojecían de vergüenza.
Él la contempló.
—¿Virgen?
Ella bajó los ojos, avergonzada de lo que había revelado.
—Olvídalo. Olvida que dije nada. Déjalo.
—_____, cariño, ¿qué pasa aquí? —Rozó el dedo índice sobre sus labios.
—No pasa nada.
—Me lo puedes decir. Soy algo así como un sacerdote de dormitorio; he oído de todo. ¿Quieres decir que tienes tanta experiencia que quieres retroceder al principio?
—Por ahí va la cosa —murmuró ella.
—No tengo demasiada experiencia con vírgenes. De hecho, no recuerdo a ninguna. Bueno, supongo que puedo usar la imaginación. —Y luego sus ojos se entrecerraron—. No tendré que pretender que tienes dieciséis años ni nada por
el estilo, porque esas cosas de adolescentes me quitan las ganas.
—Treinta y tres —murmuró ella.
—¿Tantos?
Él bromeaba con ella, y ella lo sabía, así que trató de sonar casual.
—¿Por qué no? Tal vez sea una de esas mujeres frígidas que tienen miedo a los hombres en secreto. Alguien así.
—Ahora se pone más interesante. —Su pulgar rozó apenas la parte superior de sus pechos, justo por encima del borde del cubrecama—. ¿Supongo que una mujer como tú me dejaría mirar de nuevo qué hay escondido aquí debajo?
—Mientras no me digas nada feo sobre ellos.
—No haría eso.
—Lo hiciste. Me dijiste que te enseñara mis t…
Él presionó el dedo sobre sus labios.
—Ese no era yo. Sólo un imbécil hablaría así.
Ella aflojó el agarre de la colcha. Lentamente, él la cogió, dejando que cayera hasta la cintura.
—Un hombre como yo apreciaría una visión como esta. —A pesar de sus palabras, él no miró todavía. En vez de hacerlo, estudiaba su cara.
Antes de saber lo que hacía, lo acarició. Pasó las palmas de sus manos sobre sus brazos y hombros. Le encantó el contraste entre sus músculos duros y la manera tierna en que rozaba su nariz en su cuello. Él dejó un rastro de
besos a lo largo de su mandíbula, mordisqueando la barbilla y la comisura de la boca. Finalmente se echó para atrás y miró hacia abajo, a sus pechos.
Flores los había retratado y habían sido admirados por multitudes, pero ella sintió como si fuera la primera vez que alguien los veía. La tocó. Justo con las yemas de sus pulgares en las puntas de sus pezones, y la sensación fue tan
exquisita que ella suspiró, expresando el deseo y el placer que se propagaba hasta los dedos de sus pies.
—Reclínate —murmuró él.
Ella se hundió en las almohadas. Él continuó tocándola así, sólo las puntas de sus pezones, hasta que creyó que no lo podía soportar más. Ella nunca había experimentado un deseo así, tan fluido, tan caliente, sin lugar para el miedo. Él metió la mano en sus bragas.
—Detente.
Él inmediatamente se retiró.
Ella sonrió.
—Quiero verte. —Poniéndose de rodillas, ella alcanzó su cremallera, buscando el coraje para bajarla sobre la pesada protuberancia que tensaba el tejido de los vaqueros.
—Espera un minuto, cariño. —Él sujetó sus manos antes de que pudiera ir más allá y se levantó de la cama para desaparecer en el cuarto de baño.
Reapareció un momento más tarde.
Sus labios se curvaron cuando él lanzó un puñado de condones envueltos en papel de aluminio sobre la mesilla al lado de la cama.
—Qué ego.
—¿Cómo es que una señorita como tú sabe lo que son?
—La televisión pública.
Ahora fue él el de la gran sonrisa y ella se percató que ésta era la primera vez que se reía en la cama con un hombre. Hasta ese momento, nunca se había imaginado que la risa y el sexo pudieran ir juntos.
—¿Dónde estábamos?
Ella se asombró de su atrevimiento cuando alcanzó la V abierta de sus vaqueros.
—Por lo que recuerdo, aquí mismo. —Ella no podría creerse la urgente necesidad que tenía de verlo. En lugar de tener miedo, estaba experimentando una mezcla excitante de curiosidad y lujuria.
—No te desmayes.
—Intentaré no hacerlo. —Separó con seguridad la tela de los vaqueros y tragó con dureza cuando él se liberó de los cortos calzoncillos blancos de algodón.
—Dios mío. —Su boqueada no fue fingida.
Él se rió entre dientes.
—Respira profundamente.
—Quizá es sólo porque tus caderas son muy estrechas. El contraste…
—Esa es una forma de verlo. —Él sonrió mientras se las arreglaba para quitarse el resto de la ropa y quedarse desnudo delante de ella.
Ella no podía apartar la vista de él. Sus hombros eran anchos y fuertes, sus caderas se estrechaban y su abdomen era casi cóncavo. Una de sus rodillas estaba llena de cicatrices, como la otra pantorrilla.
—Este “espectáculo erótico” funciona en dos direcciones, sabes. —Él señaló con la cabeza hacia la parte de ella que todavía estaba oculta por la colcha,
sobre su regazo.
—Soy demasiado tímida —replicó ella, sentándose sobre los talones.
—Supongo que lo entiendo. Considerando tu inexperiencia y todo eso. —El colchón se hundió cuando él se sentó en el borde—. Te sugiero una cosa. Como eres una señorita, podrías pasar menos vergüenza si alcanzas debajo de la colcha y te sacas lo que tienes puesto.
Bajando la vista, ella se reclinó en las almohadas e hizo como él sugirió.
Cuando dejó caer sus bragas por el lado de la cama, ella apenas podía controlar su excitación ante esta seducción alocada e imprevisible.
Él se tumbó al lado de ella con un codo doblado, metió el otro brazo bajo la colcha y subió su rodilla para jugar con la pulsera de su tobillo.
—Sólo tienes que pedirme que me detenga en cualquier momento si te
pones nerviosa.
Una abrumadora oleada de emoción la atravesó. Aunque bromeaba, él nunca sabría cuánto significaban esas palabras para ella.
Inclinándose hacia adelante, él comenzó a besarla otra vez: Los labios, los pechos, los besos dulces y calientes le quemaron la piel, mientras ella le devolvía los besos, su mano se movió más arriba bajo la colcha hasta que él acarició el interior de sus muslos.
— Ahora, ábrelas sólo un poquito para mí —murmuró él.
Ella movió las piernas. La colcha cayó excepto una esquinita entre sus
muslos. Él la apartó.
Ella esperaba que hiciera algún comentario sobre que era rubia natural, pero él no dijo nada. Respiró profundamente, temblado cuando el comenzó a
explorarla.
—¿Te gusta?
—Sí. Oh, Sí.
—Me alegro.
—¿Te detendrías?
Él sacó la mano.
La alegría y la lujuria se arremolinaron dentro de ella cuando se percató que él había hecho lo que le había preguntado. Su complacencia alimentaba su coraje. Ella giró su cuerpo para colocarse encima de él, sus pechos cimbrearon
suavemente provocando que sus pezones rozaran el vello de su pecho. Miró su expresión mientras comenzaba su propia misión sensual, rezagándose sobre su pecho y su barriga, que estaban cubiertos por una pátina de sudor.
Ella se deslizó más abajo y le tocó. Él contuvo el aliento. Ella lo sintió rígido y vibrante en su mano, buscando su liberación, y otra vez, el miedo se entremezcló con el deseo. Esta vez, sin embargo, el deseo era más fuerte.
—Estamos casi en el punto sin retorno —murmuró él roncamente.
Ella negó con la cabeza. Acariciándolo.
—Lo prometiste.
—Detente —gimió él.
Ella lo hizo.
Él se dio la vuelta para que otra vez ella quedara debajo.
—Vamos a prepararte, señorita virgen —murmuró— porque no creo que pueda mantenerme alejado mucho más.
Fue tan bueno.
La preparó con sus dedos como si ella fuera completamente inexperta.
Emociones a las que no podía dar nombre llenaban su corazón mientras las profundas caricias de sus manos la hacían arder. Su respiración era pesada, su piel ardiente. Él se detuvo para alcanzar uno de los envoltorios metálicos y se
enfundó a sí mismo antes de volver a acariciarla.
—Eres tan estrecha —murmuró él, mientras movía las caderas y se
equilibraba para penetrarla—. Es casi como…
—Detente  —sollozó ella, aunque sabía que él ya había sobrepasado el punto de no escuchar.
Pero él se dejó caer a un lado. Cayó de espaldas. El sudor perlaba su frente.
—Me estás matando. —Estaba sin aliento, expandiendo el pecho.
Ella no podía creer que él hubiera cumplido su promesa, en esos momentos lo amó. Se dijo a sí misma que no era una emoción permanente, no un final de vivieron felices para siempre, sino un amor efímero nacido de la gratitud. Junto con su corazón, su cuerpo entero se abrió para él, exigiendo que la llenara y confiando que no le hiciera daño. Se agarró a sus hombros y lo atrajo hacia ella.
Él la agarró por detrás de las rodillas y separó sus muslos.
—Despacio —imploró ella—. Sin dolor.
—Oh, no te dolerá, cariño —dijo mientras la abría— no te lastimaría de ninguna manera.
Y no lo hizo. Su entrada fue suavemente lenta, y él la miró a los ojos todo el tiempo, sus ojos verdes medio cerrados, los músculos de su cuello rígidos, y la piel húmeda. Ella podía sentir su control de hierro del mismo modo que sentía su cuerpo dilatándola. Comenzó a moverse dentro de ella y sintió que su control comenzaba a esfumarse.
—Así —murmuró él, al tiempo que la cabeza de ______se movía agitadamente sobre la almohada y gemidos diminutos escapaban de sus labios—. Gime para mí, nena. Gime todo lo que quieras.
Él empujó profundamente y ella se movió con él. La sensación fue maravillosa y aterradora. Ella comenzó a elevarse vertiginosamente. Él seguía manteniendo el control, pero no el de ella. Sus dedos se hincaron en los músculos acerados de sus hombros. Algo le ocurría. Algo maravilloso. Algo aterrador. Si perdía el control…, entonces… Ella abrió la boca y gritó.
—¡Detente!
El sonido que hizo él apenas fue humano, una intensa exclamación se estranguló en su garganta. Esta vez ella supo que él no escucharía. Él había llegado demasiado lejos y su petición ya no era justa.
Pero él se retiró. Este hombre de acero que podría haberse impuesto a ella en un instante, había accedido a sus deseos y había caído sobre la cama, con la piel ardiente, la venas sobresaliendo en su cuello y su pecho expandiéndose.
Con su aquiescencia, las cadenas que la había atado durante tanto tiempo cayeron súbitamente, y la alegría la envolvió. Cayó sobre él. Besándolo con la lengua. Le cogió el pelo con las manos mientras recuperaba su feminidad y lo
amaba con todo su corazón.
Le pareció natural montarle.
Dejó resbalar sus piernas sobre sus caderas y gradualmente le hizo entrar en su cuerpo, su tamaño la obligaba a proceder más lentamente de lo que deseaba para poder alojarle. Cuando se había empalado completamente, lo miró. Sus ojos estaban abiertos, pero vidriosos y sus labios tensos. Ella comenzó a moverse, midiendo los golpes mientras algunos gemidos escapaban de sus labios. Él ahuecó sus nalgas para que no lo perdiera, sus dedos la acariciaron donde estaban unidos.
Ella extendió las manos en el vello de su pecho, arqueó la espalda, y lo condujo más y más alto. Su pelo comenzó a mecerse. Ella se había convertido en una brillante amazona rubia que había reclamado al más poderoso de los
hombres para sanarla. Él se retorció, pero ella lo detuvo agarrando con los muslos sus fuertes caderas. Ella estaba al mando. Era suyo para tomarlo.
Él ahora resoplaba. Su pecho subía y bajaba mientras intentaba llenar sus pulmones, un deportista llegando a los límites de su resistencia. Ella dio por entendido que él estaba resuelto a que ella explotara primero. Él era un hombre que ganaba, pero en este juego particular, el que llegaba segundo ganaba el premio. Él no sabía qué le pasaba a ella. No sabía que ella no podía.
Pero había algo que ella no sabía. Para él, ganar era todo. Y estaba haciendo trampa.
Con los dedos, encontró su lugar más vulnerable. Ella se quedó sin aliento y su cabeza cayó adelante. Él profundizó el ilícito toque. La habitación giró alrededor de ella, giró, más y más rápido y los límites entre él y ella se disolvieron.
No podía ocurrir. Nunca había ocurrido.

Un gran grito salió de su mismo centro. Ella oyó un rugido oscuro, en respuesta y sintió sus agudos estremecimientos. Giraron sin gravedad y cayeron en la inconsciencia.
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Mensaje por fernanda Mar 01 Oct 2013, 3:51 pm

DIOS POR FAVOR SÍGUELA!
AMO TU NOVE!
fernanda
fernanda


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 4 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por D.A. Torrez. Dom 20 Oct 2013, 9:12 pm

HOLAAA chicas!!!! como han estado??? espero que muy bien, a pesar de los nuevos rumores a cerca de los chicos. la verdad es que yo aun no logro superarlos. :misery: 
Por cierto mil disculpas por no haber publicado cap por tanto tiempo, he estado un poquito ocupada con mis ensayos preparando mi proxima presentación y he terminado rendida de cansancio:imdead: , pero en fin, tratare de subir capitulo todos los días o hacer maratones de varios capítulos  para compensarlo Mil besos!!!:bye: 



Parte 1:
CAPÍTULO 13
 
La mejilla de ______estaba pegada al pecho de Joe  y su pierna retorcida en un ángulo incómodo, pero no le importó. Mientras yacía entre sus brazos, su corazón se llenó de gratitud hacia ese tierno guerrero que había hecho que
venciera los enemigos de su pasado.
El aire acondicionado siseaba. En el vestíbulo alguien cerró de golpe una puerta. Ella no hablaba porque no sabía qué decir.
 
 
Él desplazó su peso y rodó a un lado. Ella sintió el aire frío en la espalda desnuda. Él sacó su brazo de debajo de ella y se sentó en el borde de la cama, dándole la espalda. Ella sintió las primeras muestras de desasosiego.
—Has estado genial, _____.
Él se giró y le dirigió una falsa sonrisa, demasiado sonriente. Un escalofrío la atravesó como un relámpago mientras se preguntaba si era lo mismo que le habría dicho a todas sus admiradoras al terminar con ellas.
—Hemos pasado un buen rato. En serio. —Cogió sus pantalones vaqueros—. Mañana es un día importante. Hay que madrugar.
Cada parte de su cuerpo comenzó a helarse. Tocó nerviosamente la colcha.
—Por supuesto. Es tarde, yo… —salió a hurtadillas de la cama por el lado contrario—. Sólo deja que… —Agarró sus ropas.
—_____…
—Aquí está. Ya lo tengo todo. —Se precipitó al cuarto de baño. Sus mejillas ardieron de vergüenza, cólera y dolor mientras se ponía la ropa. ¿Cómo algo tan impactante podía tener tan poca importancia para él? Trató de respirar con
fuerza. Sus dientes comenzaron a temblar e intentó detener el temblor cerrando la mandíbula, determinada a no dejarle saber cuanto le había dolido.
No se derrumbaría hasta que estuviera sola.
Cuando salió, vio que se había puesto los vaqueros. Él miró hacia la puerta del cuarto de baño. Su pelo estaba despeinado, su expresión era culpable.
—¿Quieres beber algo?
Con la misma fuerza que la había mantenido en pie tantos años, se giró  y le lanzó el feo sujetador blanco a los pies.
—Añade esto a tu colección de trofeos, entrenador. No quiero que lo
olvides.
Luego se fue.
Cuando la puerta se cerró tras ella, Joe  maldijo en voz baja. Por más que quisiera justificarlo, sabía que acababa de actuar como un imbécil de primera.
Aun así,  se frotó el brazo y trató de decirse a sí mismo que lo que había hecho no era tan malo. ______conocía las reglas, ¿así que por qué montar el número?
Lo más gracioso era que no podía recordar la última vez que había experimentado un sexo tan bueno como el que acababa de tener lugar en esa habitación; lo asustó porque había sido algo totalmente inesperado. Había habido algo en esa locura de la inocencia de ______que le había excitado más allá de lo imaginable. Ella había sido dulcemente salvaje y simplemente pensar en su cuerpo curvilíneo hacía que se endureciera otra vez.
Pateó el sujetador que le había lanzado y se acercó al minibar, donde cogió una botella de cerveza. Mientras la desenroscaba, admitió la razón real de haber actuado tan mal. Era porque se sentía culpable. Desde el momento que
había visto a ______besándose con Bobby Tom en el bar había comenzado a ver  estrellas de un millón de colores diferentes y se había olvidado completamente de Sharon Anderson.
¡Maldición! Se había jurado a sí mismo que no lo iba a volver a hacer. No había estado con otra mujer desde que había conocido a Valerie, y de eso hacía casi cinco años. La primera vez debería haber sido con Sharon, no con _____.
Ahora, cuándo finalmente Sharon y él se metieran en la cama, esa dulce maestra de guardería iba a competir en su mente con una triatleta del sexo.
Incluso así, no debería haber echado a patadas a ______de esa manera.
La culpabilidad lo invadió. A pesar de todos sus defectos de carácter, él no debería haberla echado y estaba casi seguro que había herido sus sentimientos, aunque ella era tan descarada, que no lo sabía con seguridad. Joder, esa mujer lo había sacado de quicio desde la primera vez que la vio. Como no tuviera cuidado, su lujuria por ella echaría a perder completamente su relación en ciernes con Sharon.
En ese mismo momento se hizo una promesa. No importaba lo que tuviera que hacer, no iba a permitir que esa bomba sexual hundiera sus garras en él más profundamente de lo que ya lo había hecho. Quizá le debiera una disculpa, pero nada más. De ahora en adelante, era hombre de una sola mujer.
 
*****
 
______estaba terriblemente furiosa cuando se dirigió al campo para el primer cuarto del partido entre los Stars y los Sabers. ¡Imbécil! ¡Idiota! ¡Tonta redomada! Se detuvo en la boca del túnel y se insultó de todas las maneras
que conocía. De todas las cosas sin sentido, autodestructivas e idiotas que podía haber hecho, esta era la guinda del pastel.
Todavía se sentía mareada por su llanto de la noche anterior. En alguna ocasión alrededor de las cuatro de la madrugada, finalmente se había echado una  larga y dolorosa mirada a sí misma y se había dado cuenta de que solo
había una explicación para la profundidad del dolor que sentía. Se había permitido enamorarse de Joe  Jonas .
Su pecho se contrajo en un hipido corto y doloroso. Asustada de poder echarse a llorar una vez más, se clavó las uñas en las palmas de las manos y trató de encontrar alguna explicación racional de cómo había dejado que ocurriera tal desastre. Ella debería haber sido la última mujer del mundo que sucumbiera a una arrastrada y erótica voz sureña y unos fuertes biceps. Pero allí estaba. Algún desequilibrio hormonal, alguna veta temeraria de autodestrucción, la había hecho volar cerca del sol.
Y qué caliente había ardido el sol anoche. Ella nunca se hubiera imaginado que hacer el amor pudiera ser tierno, alegre y maravilloso. Su garganta se contrajo cuando se recordó a si misma, que quizás ella hubiera hecho el amor,
pero para él sólo había sido sexo.
Se dio cuenta de que estaba peligrosamente próxima a las lágrimas y no podía sufrir una crisis nerviosa otra vez. Forzando una sonrisa resplandeciente en la cara, comenzó a andar hacia el brillante sol de Oregon, dónde tenía
intención de exigir al menos una pequeña venganza por cada dulce segundo que había pasado la noche anterior mientras yacía entre sus brazos traidores.
Los fotógrafos la divisaron antes que el público. Una cinta grabada comenzó a sonar con una vieja canción: ¿Ain’t she Sweet? Se percató que esta debía ser la sorpresa que Ron había dicho que tendría para ella cuando saliera al campo. Iba a ser la única dueña de un equipo de la NFL con un tema musical propio.
Acompañada de silbidos, adoptó su papel, echando besos se dirigió hacia el banquillo contoneando las caderas al son. Los fotógrafos captaron los deslumbrantes vaqueros rojos y negros de piel de serpiente que marcaba cada
curva de su cuerpo y el masculino chaleco negro de seda que albergaba sus pechos desnudos. Había persuadido al dueño de la boutique de modas de al lado del hotel para que abriera para ella a las diez, después de que _____ decidiera que el conservador vestido de lino que había traído ya no serviría. El dueño de la boutique había sugerido una pajarita con piezas de un traje masculino, pero ______le había preferido algo un poco más femenino que un listón negro en su garganta, mientras mostraba los colores del equipo en los pendientes con forma de estrellas de plata que colgaban de sus orejas. La ropa era cara, escandalosa y completamente impropia, una flagrante ofensa para Joe  Jonas .
Ella había sabido cómo se sentiría él por lo que iba a ver antes de que girase la cabeza para entender qué era lo que causaba la algarabía. Al principio él se quedó estupefacto, luego esbozó una mueca asesina. Durante un momento cerró los ojos. Quería echarle su mirada más ardiente, pero no pudo.
Antes de que él pudiera sentir su sufrimiento, ella fijó su atención en los fotógrafos, que la llamaban por su nombre. Mientras fotografiaban cada curva, supo que nunca se había sentido menos femenina. ¿Por qué había creído que
un hombre como Joe  la podría ver como algo más que un cuerpo?
Bobby Tom se dirigió hacia ella.
—Tengo el presentimiento de que vas a traerme suerte hoy.
—Eres el mejor.
Ella se tomó tiempo para darle el beso y luego agradeció los vítores de la multitud con una reverencia. Jim Biederot apareció para su insulto. Algunos jugadores más se acercaron furtivamente y les deseó suerte. Ron había metido
un paquete de Wrigley en su mano antes del partido, pero Joe  no la abordó para reclamarlo.
La pelota surcó el aire, y cuando los macizos cuerpos de los jugadores comenzaron a colisionar, ella logró evitar ponerse las manos sobre los ojos.
Aunque la aterraba todavía estar tan cerca del caos total, se percató que el partido no la aterrorizaba tanto como la semana anterior. Ron le había estado enseñando los rudimentos del juego, y más de una vez, se encontró atrapada
por la acción.
 
Más tarde, en el palco, ella tuvo la satisfacción de ver como echaban a Joe  en el último cuarto después de insultar a los árbitros. Inspirado por su beso de buena suerte, Bobby Tom había atrapado cinco pases en 118 yardas, pero no fue suficiente para compensar las malas jugadas de sus compañeros de equipo, especialmente contra un equipo como los Sabers. Después de seis jugadas, los Sabers ganaban a los Stars por dieciocho puntos.
Ron y ella regresaron con el equipo en el vuelo charter de regreso a O'Hare. Ella se había cambiado los pantalones vaqueros de serpiente por unos pantalones más cómodos y un suéter rojo de algodón que le llegaba por la mitad del muslo. Cuando abordó a Joe , estaba sentado en la primera fila de primera clase y miraba ceñudamente el plan de juego de la semana siguiente con Gary Hewitt, el desagradable coordinador. Deseó haberse podido esfumar antes de que él advirtiese su presencia. Cómo no fue posible, se detuvo un momento al lado de su asiento, arqueó las cejas y lanzó el paquete de Wrigley sobre su regazo.
—Realmente deberías aprender a controlar tu temperamento, Entrenador.
Él le echó una mirada que podía haber abrasado el cemento. Ella rápidamente siguió adelante.
Después de que el avión despegara, ella dejó su asiento en primera clase al lado de Ron y fue a la cabina para hablar con los jugadores. La aturdió ver como viajaban. El médico del equipo  inyectaba a uno de los veteranos en la rodilla, mientras el masajista trabajaba con otro. Muchos de los hombres llevaban bloques de hielo.
Parecieron valorar que estuviera dispuesta a hablarles después de una pérdida tan bochornosa. Se dio cuenta de que había definitivamente una jerarquía por la forma en la qué se sentaban. Entrenadores, directivos y la prensa más importante ocupaban la primera clase, mientras asistentes y cámaras se sentaban al frente de la cabina de pasajeros. Los novatos ocupaban las filas siguientes y los veteranos ocupaban la cola del avión. Más tarde, cuándo le preguntó a Ron por que los veteranos escogían la parte posterior del avión, le dijo que les gustaba ponerse tan lejos de los entrenadores como fuera posible.
Era después de la una de la madrugada cuando aterrizaron en O'Hare, y estaba exhausta. Ron la iba a llevar a casa porque ella no había llevado el coche al aeropuerto. Cuando se deslizó en el asiento del copiloto del Lincoln Town Car, ella oyó enérgicos ruidos de pasos que se acercaban.
—Necesitamos hablar, _____. Déjame llevarte a casa.
Se sorprendió de ver a Joe  esperando al lado del coche, su mano descansaba sobre su puerta mientras bajaba la vista para mirar adentro. Él llevaba puestas sus gafas con montura metálica, y parecía más un severo director de secundaria que estuviera a punto de echar mano a un legendario ángel del infierno.
Ella tocó con nerviosismo la hebilla del cinturón de seguridad y la abrochó.
—Podemos hablar mañana. Voy con Ron.
Ron, que estaba de pie en el lado del conductor, acababa de terminar de colocar sus maletas en el asiento trasero. Él alzó la mirada mientras Joe  rodeaba el coche.
—Hay unos asuntos que tengo que hablar con _____, Ronald. La llevaré a su casa. Podemos cambiar los coches mañana en el trabajo. —Le puso sobre la palma de la mano un juego de llaves e, ignorando su exclamación de protesta, se deslizó detrás del volante. Mientras Joe  ajustaba el asiento para alojar sus largas piernas, Ron miró fijamente las llaves en su mano.
—¿Me dejas conducir el Ferrari?
—No dejes marcas de babas en el cuero de los asientos.
Ron cogió su maleta de la parte de atrás y le dio sus llaves, tan contento de conducir “Hielo. 11” que se despidió deprisa y casi sin fijarse en _____.
Ella se mantuvo en frío silencio mientras Joe  salía del aparcamiento. Al cabo de unos minutos, iban rumbo al sur por la triestatal. Por las llamativas luces de neón que anunciaban cadenas de radio y cerveza, ella se daba cuenta de que él estaba quemando neumático, como si fuera el ofendido en vez de ella. Se mentalizó para no dejar que se diera cuenta de cuanto la había lastimado.
—Supongo que sabes que te rebajaste totalmente en el partido de hoy cuando apareciste con ese traje encantador de serpiente.
—¿Me rebajé? A menos que mi memoria me falle, a ti fue al único que sacaron del campo.
—No me sacaron, me expulsaron. Era un partido de fútbol, no una convención de jodidos terratenientes. —La recorrió con la vista—. De todas maneras, ¿qué estabas tratando de probar? No me digas que no sabes que significa llevar ropas así, es como llevar un letrero de “se vende” colgado en el pecho.
—Por supuesto que lo sé —coqueteó— ¿por qué piensas que lo hago?
Sus manos apretaron el volante.
—Estás provocándome, lo sabes ¿no?
—Mi ropa no es asunto tuyo.
—Lo es porque representas al equipo.
—¿Y crees que esas “rabietas infantiles” que tienes en los partidos representan al equipo?
—Eso es diferente. Es parte del juego.
Ella esperaba que su falta de respuesta le dijera exactamente lo que pensaba de su lógica.
Avanzaron varios kilómetros en silencio. El dolor de ______se hacía más profundo. Estaba cansada de representar un papel todo el tiempo, pero no conocía otra manera de comportarse. Puede que si se hubieran encontrado en
otras circunstancias, hubieran tenido una oportunidad.
 
La beligerancia de Joe  se había desvanecido cuando finalmente habló otra vez.
—Mira, _____. Me siento mal por lo que sucedió anoche y quiero disculparme. Me gustó estar contigo y todo eso, y no tuve la intención de ser tan brusco. Fue simplemente que estaba cans… —Su disculpa sonó sin
convicción en el silencio que le siguió.
Ella podría sentir como su garganta se cerraba, y luchó para que no lo hiciera. Recogiendo los fragmentos con su fuerza de voluntad, dijo con un tono de total aburrimiento como alguien de la Jet-Set de South Hampton.
—Realmente, Joe , si hubiera sabido que reaccionarías de una manera tan inmadura, nunca me habría acostado contigo.
Sus ojos se estrecharon.
—¿Y eso?
—Me recordaste a un adolescente que acabase de hacerlo en el asiento trasero del coche de papá y estuviera teniendo un ataque de arrepentimiento.
Francamente, estoy acostumbrada a un poco más de sofisticación por parte de mis amantes. Como mínimo, esperaba otro asalto. Apenas vale la pena todo ese esfuerzo si vas a hacerlo sólo una vez, ¿no crees?
Él hizo un extraño sonido ahogado y se desvió al arcén derecho. Ella no paró, aguijoneada por el dolor de saber que él no sabría sus intenciones, y que esta era la forma en que él esperaba que se comportara.
—No creo que sea tremendamente exigente, pero quiero que mis amantes cumplan tres requisitos: cortesía, aguante y recuperación rápida para repetir la jugada. Me temo que fallaste en los tres.
Su voz sonó peligrosamente baja.
—¿No vas a criticar también mi técnica?
—Bueno, respecto a eso, realmente encontré que tu técnica fue bastante… aceptable.
—¿Aceptable?
—Obviamente has leído todos los libros, pero… —forzó un suspiro exagerado—. Oh, probablemente estoy siendo demasiado exigente.
—No. Sigue. No me perdería esto por nada del mundo.
—Supongo que no había imaginado que tendrías… bueno tantos complejos
Eres un amante muy tenso, Joseph. Deberías relajarte más y no deberías tomarte el sexo tan en serio. Por supuesto estabas en desventaja. —Hizo una pausa, luego tiró a matar—. Sinceramente, ¿qué hombre podría relajarse en una relación sexual con la mujer que firma los cheques de su sueldo?
Ella se quedó consternada al oír una suave risa entrecortada.
—_____, querida, te dejé sin aliento.
—No haría demasiado hincapié en eso. Fue simplemente una cosa temporal. Mala química.
 
A la luz de los focos delanteros, lo veía sonreír ampliamente. Durante una fracción de segundo casi olvidó el aguijón de su rechazo y sonrió para sí misma.
—Cariño, hay muchas cosas en este mundo sobre las que me siento inseguro. La religión. La política económica nacional. Qué color de calcetines poner con un traje azul. Pero he de decirte que mi función en la habitación del hotel anoche no es una de ellas.
—Con ese ego, no me sorprende.
—_____, te dije que lo sentía.
—Disculpa aceptada. Ahora si no te importa, estoy exhausta. —Descansó la cabeza contra la ventanilla y cerró los ojos.

Él era tan bueno en la comunicación no verbal como ella. Al cabo de unos segundos, había subido la radio y llenado el interior del coche con la música agresiva de Megadeth. Nada se había aclarado entre ellos.
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 4 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por D.A. Torrez. Dom 20 Oct 2013, 9:14 pm

Parte 2
 
______vio poco a Joe  durante la semana siguiente. Sus días parecían envueltos en kilómetros de películas, asistiendo a un incontable número de reuniones con sus ayuJoe tes y jugadores, y algún tiempo cada día en el campo de entrenamiento. Para su sorpresa, Molly estuvo de acuerdo en acompañarla al partido del domingo contra los Detroit Lions, aunque cuando ______le sugirió que llevara una amiga, se negó, diciendo que todas las chicas de su escuela eran unas perras.
Los Stars ganaron a los Lions por estrecho margen, pero el siguiente domingo en el Three Stadium Rivers de Pittsburgh, el equipo otra vez cayó víctima de una serie de errores, fallando en el juego cuerpo a cuerpo. Ahora iban uno contra tres en la liga. Se encontró con Reed en el aeropuerto de Pittsburgh. Estuvo empalagosamente compasivo, al mismo tiempo que sutilmente crítico, no pudo esperar para apartarse de él.
La mañana siguiente, cuando ______llegó a la oficina, su secretaria le dio una nota de Ronald pidiéndole que se encontrara inmediatamente con él en la sala de juntas del segundo piso. Cuando cogió su café hizo una mueca y se
dirigió al vestíbulo, vio que todos los teléfonos estaban sonando y se preguntó que nueva catástrofe habría ocurrido.
Joe  se apoyaba contra la pared paneleada de detrás, los tobillos y los antebrazos cruzados, con un ceño en la cara mientras clavaba los ojos en la televisión y un video situados sobre una mesa móvil de acero. Ron estaba
sentado en una silla giratoria al final de la mesa.
Cuando ella se deslizó en la silla de su izquierda, él se giró a ella y murmuró:
—Esto es un video de “Deportes de Chicago”, un programa local muy popular, que emitieron mientras volábamos a casa anoche. Me temo que necesitas verlo.
Ella fijó su atención en la televisión y en el guapo presentador de pelo oscuro sentado en una silla ante un decorado de la silueta de Chicago. Miraba fijamente a la cámara con la intensidad de un Peter Jennings cubriendo una
guerra mundial.
«A través de una hábil dirección y un proyecto con futuro, Bert Somerville y Carl Pogue lograron ensamblar uno de los grupo de jugadores con más talento de la liga. Pero se necesita más que talento para ganar, se necesita liderazgo,
algo que ahora falla en los Stars. »
La pantalla comenzó a mostrar un resumen del partido del domingo, una serie de acciones irreflexivas y jugadas arruinadas. «El presidente Ronald McDermitt no es un visionario del fútbol, nunca ha jugado un partido y simplemente no tiene la madurez suficiente para mantener a un entrenador tan independiente como Joe  Jonas  a línea, un entrenador que necesita concentrarse más en darle a sus jóvenes jugadores unos principios y menos en ir de juerga en juerga. Los Stars son un equipo al borde del caos, obstaculizada por una gestión inepta, entrenamiento errático, cuentas tambaleantes y una dueña que es una vergüenza para la NFL. »
______se tensó cuando la cámara comenzó a mostrar un montaje de fotos suyo de distintas épocas. Brevemente, el presentador esbozó los detalles del testamento de Bert.
«El comportamiento social de ______Somerville convierte un deporte serio y noble en un circo. No conoce el juego y no parece tener experiencia en manejar nada más complicado que su tarjeta de crédito. Su ropa provocativa en los partidos y sus desaires ante las múltiples demandas para entrevistarla dejan claro el poco respeto que le tiene a este equipo lleno de talento y al deporte que tantos amamos. »
La cámara emitió una entrevista con Reed. «Tengo la seguridad de que ______está haciéndolo lo mejor que puede  —dijo seriamente—. Está más acostumbrada a moverse en círculos artísticos que deportivos y esto es difícil para ella. Una vez que haya cumplido los requisitos del testamento de su padre, estoy seguro de que podré poner a los Stars en vereda rápidamente. »
Ella rechinó los dientes mientras Reed proseguía, sonriendo a la cámara y Joe do la impresión de ser un caballero perfecto con una chica totalmente inepta.
El presentador volvió a salir en pantalla. «A pesar de la caballerosa defensa de su primo Reed Chandler, Enero está demasiado lejos. Mientras tanto, ¿cuándo le indicará la señorita Somerville la dirección correcta a su presidente? Incluso más alarmante aún, cómo puede ella frenar a su explosivo entrenador cuando un rumor preocupante  ha salido a la superficie. Normalmente, no divulgaríamos este tipo de noticia, pero ya que tiene una relación directa con lo que ocurre con los Stars, sentimos que es de interés público dejar que se sepa que una fuente fidedigna la vio saliendo de la suite de Jonas  en el hotel Portland a altas horas de la madrugada. »
Joe  pronunció una obscenidad abrasadora. ______apretó con fuerza las manos.
El presentador miraba a la cámara con gravedad.
«Su reunión podría haber sido inocente, pero si lo no fue, no es de buen agüero para los Stars. También deberíamos apuntar que las indiscreciones de la señorita Somerville no se detienen con el rumor de que está liada con su
entrenador. »
Él recogió una copia de la revista "Bello Mundo", una publicación lujosa de gran difusión, con una tirada casi tan grande como "Vanity Fair". ______gimió interiormente. Ella había tenido tantas preocupaciones últimamente que se había olvidado completamente de "Bello Mundo".
«Sería sensato que el nuevo comisionado de la NFL, Boyd Randolph, echara un vistazo al último número de la popular revista "Bello Mundo", que estará mañana en los kioskos y que muestra a nuestra Señorita Somerville en cueros.
Quizá ante estas fotos, que me prohíben mostrar ante la cámara las reglas de la Comisión Federal De Comunicaciones, instará a que el comisario tenga un serio debate con la Señorita Somerville sobre sus responsabilidades en la NFL»
Sus cejas se alzaron ante la estudiada afrenta de un reportero tratando de entrevistar a Nielsen. «El fútbol profesional ha trabajado duro para limpiar su imagen después de las drogas y los escándalos de la década pasada para que venga ahora una joven sin ningún interés por el juego y lo arrastre a la mierda otra vez. Esperemos que el Comisionado Randolph haga algo. »
Joe  apuntó su dedo hacia el presentador.
—¿No es esa comadreja uno de los amigos de Reed?
—Creo que sí. —La emisión había llegado a su fin, y Ron la apagó con el mando.
—Reed es un príncipe —masculló Joe  con repugnancia. Cogió rápidamente el sobre que yacía en la mesa, y la ofensa de ______dejó paso a una sensación de creciente temor.
—Mi secretaria acaba de dármela —dijo Ron—. No he tenido oportunidad
de mirarla pero…
Joe  sacó la revista. ______quiso quitársela, pero sabía que eso sólo pospondría lo inevitable. Desgarró una página cuando empezó a examinarla rápidamente, buscando las ofensivas fotos.
—¿Por qué te molestas? —suspiró ella—. Ya has visto todo lo que enseño.
Ron se sobresaltó.
—¿Es cierto entonces? Realmente estuvisteis juntos en el hotel.
Joe  se volvió hacia ella.
—¿Por qué no alquilas un dirigible de Goodyear y se lo anuncias al mundo entero?
Sus dedos temblaban mientras ahuecaban el ahora frío café.
—No va a ocurrir otra vez, Ron, pero necesitas saber la verdad.
Él la miraba como un padre preocupado miraba a un niño que amaba, pero que iba sin rumbo.
 
—Es culpa mía. Nunca se me ocurrió hablarte sobre la incorrección de confraternizar con Joe . Debería haberlo hecho… Eso, junto con las fotos, va a ser una pesadilla para nuestros relaciones públicas. ¿No te diste cuenta de que
posar desnuda para una revista, aunque sea una tan respetable como "Bello Mundo", avergonzaría al equipo?
—Posé para esas fotos en junio, un mes antes de heredar los Stars. Con todo lo que ha ocurrido, me había olvidado de ellas.
Joe  todavía no había encontrado las fotos. Rechinó los dientes.
—Ten cuidado, Ronald. Si tenemos alguna llamada de Playboy, será mejor que la ates y la amordaces, porque se desnudará y posará antes de que te enteres.
Abruptamente, dejó de pasar páginas y se quedó con la mirada fija. Luego comenzó a maldecir.
______odió la necesidad que sintió de defenderse.
—Esas fotos están hechas por Asha Belchoir, una de las fotógrafas más respetadas del mundo. Y por cierto una buena amiga mía.
Joe  pasó la página con la mano.
—¡Estás pintada!
Ron extendió la mano.
—¿Puedo?
Joe  lanzó la revista sobre la mesa como si fuera basura. Aterrizó abierta, mostrando una foto a doble página de ______inclinándose delante de uno de los desnudos de Flores, "Desnudo # 28", un retrato surrealista que había hecho
poco antes de su muerte. Dibujado en el cuerpo desnudo de ______estaba una reproducción exacta de la parte de la pintura que su forma recostada cubría. El efecto era bello, extraño y erótico.
Ron volvió la página para revelar una foto ampliada del pecho de _____, su pezón arrugado bajo el recubrimiento de pintura blanca. Su piel se había convertido en la lona surrealista para siluetas azules en miniatura de otros pechos ejecutados con el estilo característico de Flores.
La foto final era una vertical que ocupaba toda la página, de su cuerpo desnudo Joe do la espalda. Se estaba levantando el pelo, con una rodilla inclinada y una cadera ligeramente echada para atrás. Su piel no pintada era una lona para huellas de manos negras y rojas en su hombro, la curva de su cintura, la redondez de su glúteo y la parte de atrás del muslo.
Joe  señaló la foto de la revista con su dedo índice.
—¡Algún hombre ha pasado un buen rato haciéndote esto!
______no malgastó ni un minuto más en pensar que su cólera parecía fuera de proporción para alguien que intentaba de tal manera distanciarse de ella.
—Hombres, cariño. Uno para cada color. —Era una mentira. La artista del
cuerpo había sido una mujer gordita de mediana edad, pero él no tenía por qué
saberlo.
Ron recogió su pluma y golpeó ligeramente la mesa.
—_____, he programado una conferencia de prensa para nosotros dos a la una. Wally Hampton, el relaciones públicas, te instruirá brevemente. Joe , si fuera tú permanecería lejos de la prensa hasta mañana. Cuando la prensa te pille, no hables de nada salvo del juego. Ya sabes cómo manipulan todo. Y a menos que quieras que la historia termine en primera plana, deja los puños en los bolsillos si algún reportero tiene la audacia de sacar el incidente de la habitación delante de tu cara.
Ella se levantó de la silla.
—Nada de ruedas de prensa, Ron. Te dije desde el principio que no daré entrevistas.
Los labios de Joe  se torcieron.
—Si le permites desnudarse primero, apuesto que lo hará.
—Ya basta, Joe . —Ron se volvió a _____—. Siento lo de la rueda de prensa.
Joe  dio un bufó enojado.
—Acláraselo bien a ella, Ronald. Seguro que tienes que sacar el látigo.
Ron hizo como que no lo oía.
—Desafortunadamente, no puedes continuar despreciando a la prensa sin que parezca que tienes algo que ocultar.
—No creo que quede nada que no haya visto ya todo el mundo. —Se burló Joe .
______recobró el aliento. Ron se levantó lentamente de la mesa y empezó a mirar hacia el entrenador.
—Tus comentarios son totalmente impropios. Le debes a ______una disculpa.
La expresión de Joe  era tensa por la cólera.
—Pues no la va a tener.
—Tú tampoco eres inocente en todo esto. Aparentemente había dos personas en esa habitación de hotel. Y si no hubieras perdido tantos partidos, no nos estarían atacando. En lugar de insultar a _____, quizá deberías considerar hacer algo con respeto a todas esas pérdidas de balón.
A Joe  le pareció estar teniendo problemas para oír lo que creía que oía.
—¿Estás criticando mi juego?
El nudo de la manzana de Adán de Ron subió cuando tragó saliva antes de hablar.
—Creo que me he hecho entender. Estás siendo rudo, beligerante e insultante con _____. No sólo es la dueña de este equipo y tu jefa, sino que también es una persona que merece tu respeto.
______no tuvo tiempo de sentirse agradecida por la valiente defensa de Ron. Estaba demasiado alarmada por las líneas crueles que se habían formado a cada lado de la boca de Joe . Demasiado tarde, recordó que era un hombre que estaba entrenado para repeler todos los ataques con un contraataque salvaje.
—Ahora me vas a oír, pelele. ¡Cómo trato a ______no es asunto tuyo, y ya sabes lo que puedes hacer con tus jodidas lecciones de etiqueta!
—Basta —advirtió Ron.
Pero Joe  estaba a rebosar de adrenalina y emociones que no sabía controlar  excepto directamente con cólera.
—¡Me detendré cuando decida detenerme! Y a menos que quieras que te meta la cabeza en un retrete lleno de mierda, recuerda que soy el que entrenador de este equipo. ¡Me parece que tienes más que suficiente con
manejar a la rubia tonta!
Un pesado silencio cayó en la sala.
Toda la sangre abandonó el cuerpo de _____. Se sintió enferma y humillada.
Los ojos de Joe  se cerraron. Su mano se movió hacia ella en un gesto ineficaz, casi impotente.
—Quedas suspendido por una semana —dijo Ron quedamente.
La cabeza de Joe  se elevó rápidamente y sus labios se apretaron con burla.
—No me puedes suspender. Soy el entrenador, no uno de los jugadores.
—No obstante, estás suspendido.
______alarmada, dio un paso adelante.
—Ron.
Él levantó la mano y dijo suavemente:
—Por favor no te involucres en esto, _____. Tengo un trabajo que hacer y necesito hacerlo a mi manera.
Joe  acortó la distancia entre ellos, cerniéndose sobre el presidente de una manera tan físicamente amenazadora que ______se encogió de miedo. Habló en voz baja de un modo arrastrado y venenoso.
—Te voy a dar por el culo.
La piel de Ron había cogido un débil tono verdoso, pero él continuó con voz casi suave.
—Quiero que dejes el edificio inmediatamente. No debes contactar con los demás entrenadores ni con los jugadores hasta que tu suspensión sea levantada después del domingo que viene.
—¡Dejaré el edificio cuando me lo pidas por favor!
—Por el bien de _____, no quieras hacerlo peor.
Durante unos segundo Joe  le miró con furia y los labios apretados.
—Vas a lamentar esto.
—Estoy seguro de que estás en lo cierto. No obstante, tengo que hacer lo que creo más conveniente.
Joe  le dirigió una mirada larga y dura y salió de la sala.
______se llevó la mano a la boca. Ron le dio un tierno apretón en el brazo.
—La rueda de prensa tendrá lugar en el campo de entrenamiento a la una. Vendré a tu oficina a buscarte.
—Ron, yo realmente…
—Perdona, _____, pero me temo que voy a vomitar.
Soltando su brazo, salió de la sala, mientras con súbita desilusión le siguió con la mirada.
 
 
Los pies de Joe  golpearon los bordes de los escalones mientras se dejaba caer hasta el primer piso. Cuando aterrizó, echó el pie hacia atrás y pateó para abrir la puerta de metal. Una vez que estuvo fuera, el brillante día del veranillo
de san Martín no hizo nada para serenar su furia.
Cuando se dirigió hacia su coche, se recreó en lo que haría después. Iba a romperle el cuello a esa pequeña comadreja. Patearía su culo de comadreja hasta ponerlo del revés. Cualquier tipo de suspensión era una violación directa de su contrato, y sus abogados iban a hacer picadillo a ______y a su presidente. No tenía que soportar toda esa mierda. Él iba a…, iba a… Iba a dejar de actuar como un asno.
Apoyó una mano en el techo de su coche e inspiró profunda e inestablemente. Era él el que debía estar avergonzado, no por ______sino por sí mismo. ¿Cómo la había podido insultar de esa manera? Él nunca había
tratado en su vida tan mal a una mujer, ni siquiera a Valerie. Y ______no lo había merecido. Ella lo sacaba de quicio, pero no tenía ni un hueso malo en su cuerpo. Era divertida y sexy y dulce a su manera.
Él odiaba perder el control de esa manera, pero cuando había oído a aquel presumido presentador diciendo al mundo que ______había estado en su habitación del hotel, se había sentido tan lleno de furia por la violación de su intimidad que había querido derribar de una patada el televisor. Sabía lo suficiente de la prensa para darse cuenta de que ______terminaría pagando por algo que era culpa suya. Debería haber hablado con ella en vez de
insultarla.
Sabía que lo habría manejado algo mejor si no hubiese sido por esas fotos.
La idea de que desconocidos mirasen su cuerpo lo enfurecía. Su reacción era completamente ilógica, sobre todo considerando el hecho de que su cuerpo estaba expuesto en la mayoría de los museos del mundo, pero no lo podía
soportar. Además, las pinturas abstractas eran diferentes que las brillantes fotos. Las fotos que él había visto en “Bello Mundo” eran obras de arte, pero el mundo estaba lleno de millones de caraculos que no iban a pensar eso.  Pensar
en la manera que babearían incontroladamente sobre esas páginas había hecho que su temperamento estallara.
Su maldito temperamento. ¿Cuándo iba a crecer y controlarlo? No hacía falta ser licenciado en psicología para entender por qué le costaba tanto.
Incluso cuando era un niño de cuatro o cinco años, su padre le daba palizas si lloraba o se quejaba porque estaba herido o asustado.
Él todavía podía oír a su padre borracho—. Trae mi cinturón, así te daré algo para que grites de verdad.
Cuando creció, descubrió que la única emoción que no podía controlar con facilidad ante su viejo era la cólera, ya fuera en un campo de fútbol o con los puños.  Un maldito infierno. Un hombre de treinta y siete años comportándose
como un imbécil. Pero esta vez el imbécil había obtenido lo que merecía. Esta vez al imbécil le había parado los pies abruptamente un niñito que no podía ni dirigir el equipo.
Otra vez la cólera lo invadió, pero ahora era lo suficientemente honesto para admitir que era una manera de ocultar la vergüenza. Vergüenza de que fuera Ronald el que había defendido _____. Vergüenza de que Ronald la había
tenido que defender de él.
Si no hubiera perdido la cordura, podría haberse alegrado de que Ronald McDermitt finalmente hubiera mostrado algo de sentido común. Si no hubiera perdido la cordura, podría creer que realmente había algo de esperanza para el equipo después de todo.
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Mensaje por JB&1D2 Miér 23 Oct 2013, 1:28 pm

Siguela por favor.
JB&1D2
JB&1D2


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Mensaje por fernanda Miér 23 Oct 2013, 2:19 pm

DIOS TIENES QUE SEGUIRLA O EN SERIO ME VA A DAR ALGO!!!
fernanda
fernanda


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Mensaje por helado00 Miér 23 Oct 2013, 11:00 pm

Oh dios!!!
Tienes que seguirla por favor!!! MARATOOOOON
helado00
helado00


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Mensaje por D.A. Torrez. Jue 24 Oct 2013, 11:54 am

bien chicas, como prometí, hoy haré maratón, en total serán 4 capítulos por ahora, y si me alcanza el tiempo, mañana haré otro con otros 4.... todo depende de que tan rápido termine de hacer mis maletas para  salir de viaje este fin de semana. eeen fiiin!!!, espero y los disfruten, me pasare por aquí muy pronto, mil besos

CAPÍTULO 14
 
Parte 1:
Ron se aclaró la voz.
—La Señorita Somerville posó para las fotos de “Bello Mundo” antes de heredar los Stars. Ciertamente ella no tenía intención ni de avergonzar al equipo ni a la NFL.
—¿Es cierto que el comisionado se ha puesto en contacto privadamente para advertirle sobre su comportamiento? —preguntó una reportera.
—Es verdad —contestó Ron— pero ______no ha hablado con él.
Sólo porqué ella no le había devuelto la llamada, pensó _____ desdichadamente, sentada entre Ron y Wally Hampton, el director de relaciones públicas de los  Stars. La rueda de prensa iba todavía peor de lo que ella había previsto. No sólo había sido noticia a nivel local, sino también a nivel nacional; lo cierto era que parecía tener un terrible interés.
Habían acudido tantos periodistas que se habían visto obligados a realizar la rueda de prensa en uno de los campos de entrenamiento vacío. Ron, Wally y ella estaban sentados detrás de una mesa encima de la línea de cincuenta yardas, a sus espaldas habían colocado una tela azul con el logo de los Stars.
Algunos miembros de la prensa permanecían de pie, mientras que otros estaban sentados en unos bancos de madera que se había dispuesto para tal fin.
Al principio todas las preguntas se habían centrado sobre el testamento de Bert, pero no les habían dado pie para seguir por ese camino. Hasta ese momento, se habían centrado en la gestión de Ron, los entrenamientos de Joe  y los principios morales de _____. Ron y Wally Hampton habían contestado todas las preguntas, incluidas las que le habían hecho directamente a ella.
Un periodista bastante gordo, con mal aspecto y barba de varios días se levantó. Wally Hampton le susurró al oído que representaba a un periódico sensacionalista de baja calidad.
—_____, ¿vas a posar desnuda para algo más?
Wally intervino.
—La señorita Somerville está demasiado centrada en los Stars para dedicarse a otras actividades.
El hombre se rascó su barbilla barbuda
—Esta no es la primera vez que posa desnuda ¿verdad?
—La señorita Somerville ha posado para alguno de los más geniales trabajos del conocido artista Arturo Flores —dijo Ron.
El reportero del periódico sensacionalista fue interrumpido por un columnista deportivo local.
—Hay muchas críticas hacia el entrenador Jonas . Sobre todo en referencia a las rotaciones. Algunos piensan que presiona demasiado a los jugadores, que comienzan a quejarse de que están explotados y que no les
divierte el juego. Por hache o por be, el equipo aún no ha cuajado en esta temporada. ¿Qué cambios se planea hacer?
—En principio ninguno —dijo Ron— es demasiado pronto para hacer cambios. —Procedió a ensalzar las habilidades de Joe  como entrenador. ______se preguntó que diría la prensa cuando se enteraran de que Joe  había sido suspendido. Ron parecía pensar que lo podrían afrontar como si fuera un caso agudo de gripe, pero ella no creía que fuera tan fácil. Lo que había hecho Ron violaba su contrato y Joe  probablemente ya habría llamado a sus abogados.
Se forzó a no pensar en sus burlas e insultos, pero resultaba bastante difícil. Quizá ese carácter que él había exteriorizado indicaba claramente el tipo
de persona que era y debía encarar el hecho de que se había permitido enamorarse del hombre equivocado.
El aborrecible reportero del periódico sensacionalista hablaba otra vez con una desagradable mirada lasciva en la cara.
—Y sobre el rendimiento del entrenador Jonas  fuera del campo ¿qué nos cuentas, _____?
Los demás periodistas le dirigieron miradas de indignación, pero ______no se engañaba. Tarde o temprano cualquiera hubiera preguntado lo mismo. Sólo lo habrían hecho de una manera más educada.
—El rendimiento del entrenador Jonas  es estupendo…
______no lo pudo resistir más y puso la mano en la manga de Ron para detenerle.
—Contestaré yo. —Se inclinó hacia el micrófono—. ¿Me está pidiendo que evalúe al entrenador Jonas  como amante? ¿Es eso lo que pregunta?
Por un momento el reportero pareció sorprenderse por la franqueza de su ataque, pero entonces con una sonrisa babosa respondió—: Por supuesto _____, acláranoslo.
—Ahora mismo. Para que conste en acta, es un amante tremendo. —Hizo una pausa mientras los asombrados periodistas clavaban los ojos en ella—. Lo mismo que el entrenador Tully Archer, Bobby Tom Denton, Jim Biederot, Webster Creer, toda la ofensiva y la mayor parte de la línea defensiva. ¿Están incluidas todas las personas del equipo que compartieron el hotel conmigo? No me gustaría olvidarme de nadie.
Los periodistas se rieron, pero ella aún no estaba satisfecha. Temblaba interiormente pero miró directamente al periodista aborrecible y sonrió.
—De paso, si mal no recuerdo, usted señor, fue una pequeña desilusión.
Los miembros de la prensa estallaron en carcajadas. Si ______no los había convencidos, por lo menos había probado que no estaba tan muda como pensaban.
 
*****
 
El condominio que Bert había mantenido para sus amantes formaba parte de una urbanización de lujo junto a una zona arbolada en los alrededores de Naperville, que estaba situado en el límite occidental de DuPage County. El atractivo edificio de ladrillo de dos plantas tenía un tejado en mansarda. En
cada fachada había un par de graciosas ventanas paladianas de doble hoja, con cristales óvalos y emplomados. Los faros del coche la iluminaron tenuemente, cuando a las seis, ______aparcó el coche en el garaje y entró en la casa El interior estaba agradablemente decorado con una suave moqueta gris perla y blanca, dándole a las estancias una sensación ligera y tropical. La cocina se abría hacia fuera a un solarium para comidas informales y el alto techo hacía que la pequeña sala pareciera más espaciosa.
—¿Molly? ¿Peg? —______se agachó para acariciar a Pooh, que se mostraba delirante de alegría ante su regreso. Como no le respondieron, la perra y ella fueron arriba.
La moqueta de su dormitorio era blanca y estaba decorado con muebles de roble blanqueado y tenía un amplio espacio delante de la ventana. Se había sentido incómoda durmiendo en la gran cama que dominaba la habitación y la había reemplazado por una más pequeña que antes había ocupado una de las habitaciones de invitados de la mansión. Después de dejar su chaqueta de lino sobre la cama, entró en el vestidor, donde se cambió  la ropa que llevaba por unos vaqueros y una camiseta de los Stars.
Ni Molly ni Peg habían regresado cuando ______llevó una ensalada de pasta integral que encontró en la nevera, hasta el solarium. Caminó suavemente sobre la moqueta gris perla en calcetines y se sentó en una de las labradas sillas blancas que se situaban alrededor de una mesa a juego. Los asientos tapizados en tonos agua con flores daban a la habitación un toque acogedor.
Frotó los dedos del pie sobre el lomo de Pooh mientras picoteaba de la ensalada. Por una vez en su vida, no tenía ningún problema para mantener a raya los cinco kilos que siempre querían posarse en sus caderas. Puede que fuera porque estaba cada vez más triste. Echaba de menos a Víktor y al resto de sus amigos. Echaba de menos su trabajo en la galería. Quería tener el pecho plano y una infancia diferente. Quería un marido agradable y un bebé. Quería a Joe  Jonas . No al hombre que la había atacado verbalmente esa mañana, sino al hombre que había bromeado con ella tiernamente la noche que habían
hecho el amor.
La inusual inmersión en la autocompasión que sentía, se vio interrumpida por el sonido de la puerta principal abriéndose y cerrándose. Pooh ladró y salió rápidamente para averiguar quien era. ______oyó ruido de paquetes, un suave saludo a Pooh y luego el sonido de pasos que subían. Dejando a un lado la ensalada, llegó al vestíbulo a tiempo de ver las luces traseras del Toyota de Peg alejándose.
Subió y golpeó la puerta de Molly. Al no haber respuesta, empujó la puerta.
La cama estaba a rebosar de bolsas de tiendas que eran un sueño para las adolescentes: The Gap, Benetton, The Limited. Pooh estaba tumbada en el medio de la cama y observaba como Molly sacaba la ropa de las bolsas.
Molly la miró y por breves segundos, ______creyó ver reflejada culpabilidad en los ojos de su hermana. Luego se volvió a poner la mascara de mal humor que solía tener.
—La señora Kowalski me llevó a comprar ropa para la escuela. Tiene una nieta de mi edad, así que conoce las mejores tiendas.
______también conocía las mejores tiendas, pero cuando sugirió ir de compras, Molly se negó.
—Ya lo veo. —Tragándose la desilusión, se sentó en la cama.
Molly extendió la mano para acariciar a Pooh. ______ya se había percatado hacía varias semanas que Joe  había estado en lo cierto sobre el afecto que su hermana mostraba por la perra, pero no había hecho ningún
comentario al respeto.
—Enséñame lo que habéis comprado.
Durante un rato Molly se comportó como una adolescente normal. Sacó una cazadora vaquera, jerséis, vaqueros y camisetas; sus ojos brillaban de excitación. ______no podía culpar a Peg. Había ayudado a Molly a comprar el guardarropa perfecto para una adolescente.
—¿Has pensado en hacerte agujeros en las orejas?
—¿Puedo?
—No veo por qué no. Piénsalo.
—Quiero hacerlo —contestó sin titubear.
—Vale. Entonces iremos el viernes. —Dobló unos vaqueros y comentó con mucho cuidado—. No me has comentado nada de la escuela. ¿Cómo va?
Cada vez que ______le había hecho esa pregunta en las pasadas dos semanas, Molly se había negado a responder con algo que no fueran monosílabos. En ese momento su expresión se tornó fría.
—¿Qué crees? Lo odio. Incluso las clases más adelantadas son fáciles.
—Las clases también eran fáciles en Crayton.
—La escuela pública esta llena de retrasados mentales.
—Cuando te matriculé, tu tutor me mencionó que el becario del departamento de literatura inglesa imparte unos cursos de escritura. ¿Por qué no te ofreces como voluntaria?
—¿Por qué debería hacerlo?
—Algunas veces es bueno ayudar a otras personas. —Cuando Molly no respondió, ______continuó con suavidad su interrogatorio—. Por lo menos ya vas a la escuela con chicos.
Molly pareció muy concentrada en la etiqueta de unos vaqueros. ______lo intentó otra vez.
—¿Cómo es?
—¿A qué te refieres?
—A ir a la escuela con chicos.
—No es demasiado bueno. Son bastante asquerosos en el comedor.
—¿Y los chicos de los cursos superiores? ¿Son también asquerosos?
—Algunos, supongo. Pero otros son unos sabihondos.
______reprimió una sonrisa.
—A mí siempre me han gustado los sabihondos. No hay nada más erótico en un hombre que la inteligencia. Por supuesto, también debe ser guapo.
Molly soltó una risita nerviosa y por unos momentos las barreras entre ellas se disolvieron.
—El chico de la taquilla de al lado de la mía tiene el pelo largo. Es realmente fuerte y asqueroso, siempre está haciendo ruidos soeces, pero en realidad tiene buen corazón.
—¿Quién es?
—Está en mi clase adelantada de inglés. Pero tiene problemas para seguirla.
—¿Quizá puedas ofrecerte para echarle una mano?
—Ni siquiera sabe quien soy. —Molly cogió una bolsa de la cama mientras su expresión se nublaba—. No le gusto a nadie. Todas las chicas son unas tontas. Si no eres animadora y no llevas la ropa adecuada, ni siquiera te dirigen la palabra.
En ese momento, ______entendió el motivo de haber salido de compras.
—Estoy segura que no todas las chicas son de esa manera. Sólo tienes que encontrar las amigas adecuadas. Lleva algo de tiempo.
—¡Ni siquiera me importa! Me dijiste que sólo tenía que quedarme este semestre y que luego me podría ir.
______derrotada, se levantó de la cama.
—Disfruta de tus ropas nuevas. Desearía que hubiéramos ido juntas. Me habría encantado.

Tal vez se lo imaginó, pero creyó ver un destello de incertidumbre cruzar por la cara de su hermana.
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 4 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por D.A. Torrez. Jue 24 Oct 2013, 11:56 am

Parte 2:
 
Por la noche, poco antes de la hora de acostarse, ______recogió la correa fucsia de Pooh y salió al exterior para dar una vuelta. Después de las peligrosas calles de Manhattan, le encantaba esa tranquila zona residencial, donde se podía caminar por la noche sin convertirse en una estadística.
Las casas señoriales estaban en la zona más cercana a los árboles. Un camino para ciclistas iluminado ocasionalmente por un farol recorría todo el perímetro. Le encantaba la densa quietud, el olor fragante del bosque y el sereno frío vivificante que anunciaba el final del verano.
Pooh trotaba delante, deteniéndose algunas veces para olisquear un montoncito de bellotas, o bajo una aglomeración de hojas secas, poniéndose algunas veces en cuclillas para dejar su marca. Las zapatillas de _____ repicaban sobre la acera y la sudadera de lana que llevaba puesta era cálida y acogedora. Durante unos momentos dejó que todo lo desagradable se desvaneciera para disfrutar de la quietud de la noche.
Su bienestar se evaporó por el sonido de un coche que se acercaba. Lo observó aminorar la velocidad hasta detenerse delante de su condominio, luego se metió en su camino de acceso para pararse cuando los focos delanteros la iluminaron. El conductor inmediatamente retrocedió con el coche y condujo hacia ella. Incluso antes de que el vehículo aparcase en la cuneta, notó que se trataba de un Ferrari rojo.
Se tensó cuando Joe  bajó del coche y se acercó a ella. Llevaba puestas sus gafas y se había puesto el impermeable de los Stars sobre una camiseta y los vaqueros. Pooh empezó a ladrar y a tirar de la correa para acercarse a él.
Ella trató de prepararse con la certeza de que iba a ser otro encuentro doloroso, pero había sido una jornada agobiante y difícil y ya no le quedaban fuerzas.
Él miró hacia abajo, al caniche blanco y mullido que trataba de alcanzarlo tirando de la correa.
—Hola chucho.
—Su nombre es Pooh.
—Aja. Supongo que sólo es una de esas palabras que no me gusta usar demasiadas veces. Como “snookums”.  —La brisa arrugó su pelo trigueño mientras la miraba desde la sudadera a las zapatillas—. Estás diferente. Mona.
La habían llamado de muchas maneras, pero nunca mona.
—¿Qué quieres?
—¿No puede haber un poco de cháchara para iniciar la conversación? ¿Bonita noche o algo así?
No se iba a dejar involucrar en lo que fuera el juego que él estaba jugando, así que tiró con fuerza de la correa de Pooh y reanudó su paseo. El se puso a su lado, ajustando su larga zancada a la de ella, más corta.
—Hace un tiempo estupendo. Todavía hace calor durante el día, pero por la noche, cae un poco de helada.
Ella no dijo nada.
—Es una zona realmente bonita.
Ella siguió caminando.
—Sabes, podrías pensar en contribuir un poco a esta conversación.
—Nosotras las rubias tontas no pensamos.
Él se metió las manos en los bolsillos y dijo quedamente:
—_____, lo siento. Mi mal genio habló por mí. Sé que no es excusa, pero es la verdad. Si alguien es una rubia tonta, soy yo.
Ella había esperado cólera, no arrepentimiento, pero el ataque de por la mañana la había herido profundamente, y no dijo nada.
—Me da la impresión de que siempre te pido perdón por algo. Desde que nos conocimos, ¿no es cierto?
—Supongo que somos como aceite y agua.
Él se agachó rápidamente bajo una rama de árbol que surgió en un punto del camino.
—Diría que somos más bien como gasolina y fuego.
—Sea como sea, creo que deberíamos tratar de evitarnos lo más posible. — Ella se detuvo bajo una farola—. No puedo hacer nada sobre la suspensión, lo sabes. Ron se niega a levantarla y no revocaré sus órdenes.
—Sabes que violas mi contrato.
—Lo sé.
—Lo último que necesitas ahora mismo es un pleito.
—También sé eso.
—¿Y si hacemos un trato?
—¿Qué tipo de trato?
—Sales conmigo el próximo sábado por la tarde y no te mando mis abogados.
Eso era lo último que había esperado oír.
—Voy a volar al sur para pasar un par de días en Gulf Shores. Lo llamamos Redneck Riviera, y tengo una casa en la playa. Cuando regrese, tendré un montón de tiempo libre. En esa gran casa vieja. Sin nada que hacer. Hay una exhibición de arte local el sábado y como sé cuánto te gusta el arte, pensé que podríamos ir a echar un vistazo.
Ella clavó los ojos en él.
—¿Me estás diciendo que no vas a intentar librarte de la suspensión?
—Es lo que estoy diciendo.
—¿Por qué?
—Tengo mis razones y son personales.
—No se lo diré a nadie.
—No me presiones, _____.
—Por favor. Quiero saberlo.
Él suspiró y ella pensó que había visto algo que se parecía mucho a un destello de culpabilidad en sus rasgos.
—Si lo repites, te llamaré mentirosa de diez maneras diferentes.
—No se lo diré a nadie.
—Mi suspensión va a dañar al equipo, y eso no me gusta. Será un milagro que ganemos este domingo y será difícil recuperarse de un uno a cuatro. Pero no me importa porque Ron finalmente hizo lo que debía. Me pasé de la raya. Y la verdad, es que nunca esperé que hiciera eso.
Ella finalmente sonrió.
—No me lo puedo creer. Realmente lo has llamado Ron.
—Se me escapó, así que no cuentes conque vuelva a ocurrir. —Él empezó a caminar—. Y no pienses que he cambiado de opinión sobre él sólo porque finalmente mostró algo de sentido común. Aun está muy lejos del nivel donde debería estar. ¿Qué me dices del sábado?
Ella vaciló.
—¿Por qué, Joe ? Ya hemos quedado en que no deberíamos vernos.
—Para que no te eche encima a mis abogados. ¿No es una razón bastante buena?
Ellos llegaron al final de la calle.  Cuando dieron la vuelta, ella se dirigió a él con coraje.
—No soy un juguete. No puedes divertirte conmigo y luego tirarme cuando te canses.
Su voz fue sorprendentemente suave.
—¿Entonces por qué actúas como si lo fueras?
Aunque él sonaba más perplejo que acusador, el dolor la envolvió de nuevo y alargó sus zancadas.
Él la alcanzó.
—No puedes ser las dos cosas a la vez. No puedes coquetear con todo aquél que lleve pantalones, con ropas que muestran cada curva de tu cuerpo y luego esperar que te traten como si fueras la Madre Teresa.
Cómo sabía que había verdad en lo que él decía, dejó de caminar y lo enfrentó.
—No necesito que me largues un sermón. Y ya que estás haciendo de psicólogo, quizá deberías mirarte en el espejo y averiguar por qué no puedes controlar tu temperamento.
Él metió las manos en los bolsillos.
—Ya sé la respuesta a eso. Y no te la pienso decir, aunque me calientes las orejas preguntándome.
—Entonces tú no me deberías preguntar por qué actuó de la forma que lo hago.
Él le lanzó una mirada larga e indagadora.
—No te entiendo. Eres diferente a todas las mujeres que conozco, pero me olvido y sigo pensando que eres exactamente igual, y entonces es cuando me meto en líos.
Incluso mientras lo miraba con el viento haciendo susurrar su pelo dorado bajo la luz de la farola, ella oía, girando en lo alto, el ventilador de la habitación de la plantación sureña.
—No me voy a volver a acostar contigo —susurró— fue un terrible error.
—Lo sé.
Deseó que no hubiera estado de acuerdo tan rápidamente.
—No creo que lo del sábado sea una buena idea.
Él se negó a que lo rechazara.
—Es una gran idea. A ti te gusta el arte, y estaremos en público, así que no meteremos la pata otra vez.
—¡Eso no es lo que yo quería decir!
Él sonrió ampliamente y le dio una palmada cariñosa bajo la barbilla, pareciendo demasiado contento consigo mismo.
—Te recogeré al mediodía, tía buena.
Cuando el se alejaba hacia su coche, ella gritó—: ¡Ni se te ocurra volver a llamarme Tía buena!
—Lo siento. —Abrió la puerta y se deslizó adentro—. Madam “Tía buena”.
Ella se quedo de pie bajo la farola mientras el coche se alejaba. Era sólo una exhibición de arte, pensó. ¿Qué daño podía hacer?
 
*****
 
Ray Hardesty podía ver el cabello rubio de ______brillando bajo la farola desde su situación ventajosa en la ladera de detrás de los condominios de lujo.
Había aparcado su camioneta en una carretera angosta que se dirigía a una zona residencial en construcción. Puso los prismáticos en el asiento. Los rumores eran ciertos, pensó. Jonas  tenía algo personal con la nueva dueña de los Stars.
Él almacenaba la información sobre Joe  Jonas , como quien almacenaba frutos secos para el invierno, para tener la posibilidad de usarla si lo necesitaba, pero por ahora Jonas  se estaba jodiendo a sí mismo. Los Stars sólo habían ganado un partido desde que comenzara la temporada y sus jugadas hacían que pareciese un equipo de universidad. Con cada partido perdido, Ray se sentía un poco mejor. Tal vez Jonas  fuera despedido por incompetente.
Él esperó hasta que el coche del entrenador de los Stars hubiera desaparecido antes de conducir a su casa. Ellen estaba en la puerta e inmediatamente comenzó a preocuparse. Él caminó detrás de ella sin chistar, se
fue a su guarida, cerró la puerta, se sentó bruscamente en su silla favorita y encendió un cigarrillo.
La pequeña estancia estaba revestida con paneles de pino, aunque apenas era visible, porque cada centímetro estaba cubierto por recuerdos: fotografías de Ray Jr., trofeos, camisetas prendidas con chinchetas, diplomas enmarcados y artículos de periódicos. Cuando estaba allí, Ray algunas veces fingía que todos esos honores le pertenecían a él. En los pasados meses incluso había llegado a dormir en el viejo sofá bajo la única ventana de la habitación.
Aspiró del cigarrillo y tosió. Los espasmos duraban cada vez más tiempo y su corazón volvía a palpitar a destiempo otra vez, pero no se iba a morir aún.
No hasta que hubiera hecho que Jonas  pagara. Quería que los Stars perdieran cada partido. Quería que todo el mundo supiera que habían cometido un gran error cuando habían echado a Ray Jr.. Tal vez entonces, Ray podría volver por algunos de los viejos clubs y beber con sus amigos. Por una sola vez, antes de morir, quería sentirse como un pez gordo otra vez.
Ray se levantó de la silla y caminó hacia las estanterías de donde cogió una botella de whisky que tenía tras algunas cajas. Le quitó el tapón y echó un trago, luego se llevó la botella con él hasta el sofá. Cuando se sentó, cogió la pistola que había dejado en la mesa cuando había llegado a casa después de trabajar de vigilante en el Midwest Sports Dome el día anterior.
El Dome estaba vacío esa noche, pensó, pero al día siguiente por la noche, tenían una congregación religiosa. La noche después una de canto espiritual negro. Odiaba los conciertos, pero dejando eso, le gustaba ser guardia de seguridad del domo. Especialmente las tardes dominicales cuando los Stars perdían.
Tomando otro trago, acarició la pistola en su regazo y escuchó la llamada del gentío que gritaba su nombre.
¡Hardesty!
¡Hardesty!

¡Hardesty!
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 4 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por D.A. Torrez. Jue 24 Oct 2013, 12:04 pm

2/4

CAPÍTULO 15
 
Parte 1:
______se puso detrás de la cortina a través de la que había estado mirando con atención como Joe  entraba con su Ferrari en el acceso de coches el sábado al mediodía. Tenía retortijones en el estómago como una adolescente en su primera cita. Se acercó a la escalera y llamó a Molly.
—Joe  ya está aquí. Date prisa.
—No quiero ir.
—Lo sé, pero te vienes de todas maneras. Necesito una canguro para Pooh.
—Eso es una excusa y lo sabes. Puedes dejar a Pooh aquí conmigo.
—Necesita hacer ejercicio. Deja de protestar, Molly. Vamos a intentarlo. Es un día precioso y nos vamos a divertir. —Quiso que sus palabras fuesen verdad, pero sabía que lo más probable era que Joe  y ella tuvieran alguna discusión.
Esperaba que la presencia de Molly actuase de amortiguador.
La noticia de la suspensión de Joe  había invadido los periódicos del martes y Ron y ella habían estado acosados por los periodistas toda la semana. Incluso una parte de la prensa había logrado localizar a Joe  en su casa de verano en Alabama. Joe  y Ron habían hecho declaraciones separadas, ninguna de ellas con sustancia y ella finalmente había tenido que llamar al comisario de la NFL.
No había ni qué decir, que no estaba demasiado contento con ella. Lo positivo fue, que todo el asunto de la suspensión, dejó en segundo plano los rumores sobre su lío con Joe .
Molly apareció en lo alto de las escaleras llevando uno de sus nuevos vaqueros, una chaqueta y una blusa tipo Oxford, con un semblante ceñudo.
______había pensado llamar a Joe  para hacerle saber que llevaría a Molly, pero algo la había detenido, tal vez la intensidad del deseo de oír su voz.
Molly se había recogido el pelo para mostrar los diminutos pendientes de oro que lucía en sus orejas recién perforadas. ______estaba encantada de haber convencido a Molly de alguna manera, para que llevara un corte de pelo más corto, mas suelto, para que el cabello no estuviera siempre ocultando sus rasgos. Trababa a Molly con cariño, pero su hermana se negaba a aceptar ningún cumplido de _____
—No hay derecho —se quejó Molly—. No sé por qué me haces esto.
—Porque soy cruel y despiadada.
Hacía calor, y ______llevaba unos pantalones cortos de pinzas con una blusa amarilla, calcetines a juego y zapatillas de lona. Antes de coger a Pooh, se puso un sombrero de paja en la cabeza, sujetándolo con un gran lazo rosa que lo mantenía firmemente en su sitio.
—Llevas un sombrero estúpido.
—Gracias por el apoyo, Molly. A una señora siempre le gusta saber que va bien arreglada.
Molly bajó los ojos.
—Sólo pienso que deberías aparentar tu edad, eso es todo.
Ignorando el ataque a su amor propio, abrió la puerta principal. Joe  subía por el camino con unos vaqueros descoloridos y camiseta blanca, con una gorra negra de los Chicago Bulls en su cabeza. Se recordó que conocía a muchos hombres más perfectos físicamente que él. Su nariz no estaba totalmente derecha, su mandíbula era demasiada cuadrada y era demasiado musculoso.
Pero era verlo y se encendía una llamarada dentro de ella. Sentía una conexión con él que no era capaz explicar y no le gustaba recordar cuántas veces había pensado en él durante la semana.
Él le dio la bienvenida con esa sonrisa enorme que tenía y entró, mientras ella regañaba a Pooh que ladraba y se retorcía alegremente en sus brazos esforzándose por acercarse a él.
—Quieto, Pooh, estás siendo muy malo. ¿Molly, me alcanzas su correa?
La lengua rosada de Pooh colgaba y sus ojos estaban llenos de adoración mientras miraba a Joe  que la contemplaba con aversión.
—Dime que todo esto es una "pesadilla", y que no planeas traer esa vergüenza con nosotros.
—También viene Molly para vigilarla. Podemos llevar mi coche. Espero que
no te importe.
Él sonrió a Molly.
—De ninguna manera.
Aliviada, salió.
La expresión testaruda de Molly evidenciaba su descontento, pero Joe  hizo como si no se hubiera dado cuenta.
—Me alegra que vengas con nosotros, Molly. Podrás mantener ese horror chino lejos de mí.
Molly se olvidó de parecer hosca.
—¿No te gusta Pooh?
—No la puedo aguantar. —Las condujo a las dos hacia el Cadillac que ______había aparcado en la acera.
Molly estaba tan horrorizada que se apresuró para mantenerse a su altura.
—¿Por qué? ¿No te gustan los perros?
—Desde luego que me  gustan. Pastores alemanes, labradores, colliers. Perros de verdad.
—Pooh es un perro de verdad.
—Es un perro de gays, eso es lo que es. Si un hombre pasa demasiado tiempo con un perro así, lo siguiente que hace es comer quiche y cantar ópera.
Molly lo miró con incertidumbre.
—¿Estás bromeando, verdad?
Los ojos de Joe  brillaron con regocijo.
—Por supuesto que no bromeo. Crees que bromearía sobre algo tan serio. —Se volvió a ______y le tendió la mano—. Pásame las llaves, cariño. Hay algunas cosas concretas que un hombre hace mejor que una mujer y conducir un coche es una de ellas.
______puso los ojos en blanco mientras le daba las llaves del Cadillac.
—Hoy vas a tener una lección de historia en vivo, Mol, vas a ver como era la vida en los años cincuenta. Verás como era pasar el tiempo con un hombre que provocaría, él sólo, un movimiento de liberación de la mujer.
Joe  sonrió ampliamente mientras abría la puerta del conductor y hacía funcionar el cierre centralizado.
—Adentro, señoras. Os abriría las puertas, pero no quiero que se me acuse de impedir la liberación de nadie.
______sonrió pasándole Pooh a Molly, luego rodeó el coche para dirigirse al asiento del copiloto. Cuando arrancaron, se giró hacia atrás.
—Si vamos a comer, Molly, pide lo más caro del menú. En los años cincuenta, el hombre siempre pagaba.
—¡Demonios!—se quejó Joe —. Te estás pasando, cabezota.
Naperville fue un antiguo pueblecito de Illinois que se había convertido en la ciudad más grande de DuPage County, con noventa mil habitantes.  Su planeamiento inteligente, la había convertido en un lugar de gran interés.
Abundaban los parques y en el distrito histórico se conservaban calles sombreadas, preciosos jardines y edificaciones antiguas. La joya del pueblo era su paseo al borde del río, que era en realidad un parque que se extendía a lo largo del Río DuPage que atravesaba el centro de la ciudad. Estaba cubierto de pequeños caminos de ladrillo, un puente cubierto, un anfiteatro para conciertos al aire libre y un estanque de peces. En un extremo una vieja presa de grava se había convertido en una gran playa pública.
Joe  dejó el coche en un pequeño parking en uno de los extremos de donde se desarrollaba la feria y los tres siguieron uno de los caminos de ladrillo hacia la multitud que había bajo los árboles. Cada septiembre, el paseo del río servía de escenario a una feria de arte, un lugar donde pintores, escultores, joyeros y sopladores de vidrio podían exhibir su trabajo. Las banderillas de colores se movían con la brisa caliente y las bellas exhibiciones de pintura, cerámica y cristalería salpicaban de color a lo largo de la ribera.
Era una multitud con dinero. Las parejas jóvenes empujaban cochecitos de diseño para bebés o los llevaban bien alimentados en robustas mochilas, mientras los mayores vestidos con ropas de colores brillantes, que se habían puesto para ir al campo de golf por la mañana, se paseaban entre las exposiciones. Las caras de los adolescentes habían sido tratadas por dermatólogos caros, y miles de dólares de ortodoncia habían enderezado sus dientes. Había algunos afroamericanos, hispanos y asiáticos, todos prósperos y bien vestidos mezclados con la multitud.
______sintió como si se hubiera tropezado con el autentico sueño americano, un lugar donde la pobreza y la lucha étnica se habían quedado fuera. Sabía que la ciudad tenía algunos problemas, pero para alguien que
había vivido los últimos siete años en Manhattan, esos problemas le parecían poca cosa. Aquí había estómagos llenos y una sensación de conexión con otros, rara en una sociedad que se había vuelto progresivamente aislada. ¿Estaba mal eso, se preguntó ella, desear que en cada comunidad de América hubiera calles limpias, ciudaJoe os desarmados, familias con 2.4 niños, y una flota de Chevys Broncos en los aparcamientos? Le pareció que Joe  le había leído la mente cuando se detuvo al lado de ella.
—Supongo que esto es casi tan idílico como cuando vine la primera vez.
—Supongo que si.
—Te aseguro que es bien distinto del sitio donde nací.
—Me lo puedo imaginar.
Molly iba delante de ellos con Pooh, quien subía las orejas y se retorcía con su correa pavoneándose entre la multitud. Joe  se puso rápidamente un par de Ray Bans y se caló más la gorra de los Bulls en su cabeza.
—Esto está tan lleno que lo mejor que puedo hacer es disfrazarme. No va a ser fácil. Especialmente cuando llevas ese sombrero.
—¿Qué pasa con mi sombrero? —______se llevó la mano a la cinta rosa que ataba el sombrero.
—Nada de nada. De hecho, me gusta. Sólo que nos va a ser difícil quedarnos en el anonimato en cualquier circunstancia, y ese sombrero lo va a hacer peor.
Ella entendió su punto de vista.
—Tal vez esta excursión no ha sido buena idea.
—Es una gran idea. Ahora la prensa no sabrá qué pensar de nosotros. Personalmente me gusta la idea de pasearnos por debajo de sus narices.
Delante de ellos, Molly tiró bruscamente de la correa de Pooh y se paró en
seco.
—Quiero marcharme.
—Acabamos de llegar —dijo _____.
—Me da lo mismo. Te dije que no quería venir.
______advirtió que Molly miraba un grupo de adolescentes que estaban sentadas en un montículo de hierba delante de ellos.
—¿Ese grupo de chicas son amigas tuyas?
—Son tontas. Son todas animadoras y creen que son mejores que los demás. Las odio.
—Razón de más para levantar la cabeza. —Joe  se quitó las gafas de sol y estudió al grupo por un momento—. Ven aquí, Molly. Mostrémosles de que pasta estás hecha. —Tomo la correa de Pooh y la pasó a _____—. _____, agarra tu pequeña rata. Molly y yo tenemos trabajo que hacer.
______estaba demasiado preocupada por Molly para reñir a Joe  por llamar rata a Pooh. Observó como llevaba a su hermana hacia las chicas. Era obvio que no quería acercarse más, pero Joe  no la soltaba. Sólo cuando él se sacó la gorra se dio cuenta de lo que pretendía hacer. Junto con Bobby Tom y Jim Biederot, él era la cara más reconocible en DuPage County y, obviamente tenía intención de dejar que Molly lo usase para impresionar a las chicas de su escuela.
Pero mientras ______subía la cuesta para acercarse más a las chicas, vio que el Sr. Pez Gordo se había sobreestimado demasiado. Aunque los chicos lo podrían reconocer, estas adolescentes no eran obviamente aficionadas al fútbol.
—¿Tu padre no será Tim Reynolds, el agente inmobiliario?  —Oyó que preguntaba Joe  a una ninfa de pelo largo que masticaba chicle con la boca abierta.
—Nooo —contestó la chica, más interesada en el contenido de su bolso que en las buenas maneras.
—Buen intento —murmuró ______en voz baja mientras se detenía en el
camino detrás de él. Y luego en voz alta—: Hola, chicas. Soy la hermana de Molly.
Las chicas miraron de ______a Molly.
—Pensaba que era tu madre —dijo una pelirroja teñida.
Joe  rió disimuladamente.
Ignorándole, buscó un tema tópico de conversación mientras Molly clavaba miserablemente los ojos en los pies.
—¿Cómo va la escuela este año?
—Bien —refunfuñó una de ellas. Otra se puso los auriculares de su Walkman en las orejas. Las chicas ignoraron a Molly para examinar la multitud con miradas aburridas.
______lo intentó otra vez.
—Molly dijo que la mayoría de los maestros están bien.
—Sí.
—Supongo. —La pelirroja se puso de pie—. Vamos, Kelly. Me aburro.
______miró a Joe , esto había sido idea suya y era un desastre. Pero en lugar de parecer arrepentido, parecía claramente feliz consigo mismo.
—Me alegro de haberos conocido, chicas. Que lo paséis bien.
Las chicas lo miraron como si fuera un marciano y comenzaron a dirigirse por la cuesta hacia un grupo de chicos que llegaban por el camino.
—No es que las hayas entusiasmado precisamente —señaló ella.
Él metió las gafas de sol en el bolsillo de su camiseta.
—Espera un poco, cariño. He impresionado mujeres toda mi vida y sé lo que hago.
La cara de Molly estaba roja de vergüenza y parecía a punto de romper a llorar.
—¡Te dije que no quería venir! ¡Odio esto! ¡Y te odio! —Comenzó a retroceder, pero antes de que pudiera alejarse, Joe  levantó el brazo y la apretó a su lado.
—No tan rápido, Molly. Estamos llegando a la parte buena.
______inmediatamente vio la causa del creciente desasosiego de Molly.
Acercándose al grupo de chicas había una pandilla de cuatro chicos, con gorras de béisbol del revés, camisetas demasiados grandes cayendo casi hasta el borde de sus pantalones cortos, con grandes deportivas negras.
—Joe , déjala en paz. Ya has hecho que pase demasiada vergüenza.
—Puede que penséis que tengo medio cerebro, pero no soy cruel.
Las chicas estaban llamando a los chicos por su nombre, y al mismo tiempo haciéndose las interesantes. Los chicos se dieron codazos mutuamente en las costillas. Uno de ellos dio un fuerte eructo que fue obviamente para intentarlas impresionar.

Y luego vieron a Joe .
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 4 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por D.A. Torrez. Jue 24 Oct 2013, 12:05 pm

 
Parte 2:
Sus bocas se abrieron y después de varios momentos parecieron haber perdido la capacidad de moverse. Las chicas, seguían charlando y echándose hacia atrás el pelo, rodeándolos, pero los chicos prestaban poca atención. Sus ojos seguían fijos en el entrenador de los Stars.
Y los ojos de Joe  se detuvieron en Molly. Él le sonrió ampliamente y alzó su barbilla.
—Ahora sonríe, Molly, y que parezca que no te importa el resto del mundo.
Molly vio qué ocurría. Ella tragó saliva mientras los chicos se dirigían a ella.
—¿Conoces a alguno de ellos? —preguntó Joe  quedamente, sin dejar de mirarla.
—El del pelo largo tiene la taquilla al lado de la mía.
______recordó la referencia de Molly al guapo chico que hacía ruidos soeces.
—Bien. Ahora levanta la mano y salúdalo.
Molly pareció aterrorizada.
—No puedo hacer eso.
—Ahora mismo él está bastante más nervioso que tú. Haz lo que te digo.
Joe  había sido un líder desde que lanzó su primer balón de fútbol, y una adolescente insegura no era rival para él. Molly echó una mirada, saludó temblorosamente antes de que su brazo cayera a un lado y sus mejillas se volvieran a enrojecer.
Era toda la invitación que necesitaban. Dirigidos por el vecino de taquilla de Molly, se acercaron.
—Me descubro ante ti —murmuró ______al oído de Joe .
—Ya era hora de obtener algún respeto.
La cara de su líder estaba roja de vergüenza cuando se paró cerca de Molly. Era alto, todo rodillas nudosas y codos huesudos, un chico sano, bien alimentado, su pelo largo estaba limpio y brillante. Los chicos arrastraban sus pies, pareciendo lentos como hormigas. Joe  todavía mantenía su brazo sobre los hombros de Molly, pero deliberadamente giró su cabeza hacia _____, haciendo difícil que los chicos le dirigieran la palabra.
—Bonito día, ¿no es cierto? —dijo.
—Precioso —le contestó ella, entendiendo rápidamente lo que él intentaba—. Espero que no llueva.
—El hombre del tiempo dijo que iba a hacer buen tiempo toda la semana.
—Si tú lo dices. —Ella observó por el rabillo del ojo como la nuez del chico melenudo oscilaba de arriba abajo por su cuello. Los chicos parecieron percatarse que sólo podrían acercarse a Joe  hablando con Molly. Sus ojos iban de él a ella.
—¿Nos hemos visto en la escuela, no es cierto? — masculló su líder.
—Ajá —contestó Molly.
—Bien, creo que tengo la taquilla al lado de la tuya.
—Sí, supongo.
En opinión de _____, a alguien con la astronómica inteligencia de su hermana podía habérsele ocurrido una respuesta más interesante. ¿Dónde estaba esa cita de Dostoyevski cuando se necesitaba?
—Me llamo Jeff.
—Yo Molly.
Mientras Jeff la presentaba a los otros chicos, Joe  empezó a señalar distintas zonas del paseo para _____. Hizo comentarios sobre los árboles. Las flores. Los patos. Pero nunca apartó su brazo de los hombros de Molly, y el calor que ______había sentido por él cuando había abierto su puerta hizo que se comenzara a derretir por dentro.
La conversación entre Molly y los chicos estaba siendo bastante tortuosa.
______vio que las animadoras se acercaban, con cautelosa curiosidad en sus maquillados ojos.
—¿Tiene muchas plumas ese animal, no? —Joe  siguió mirando el río.
—¿Cuál —contestó _____— ese azul?
—Creo que es verde.
—¿Tú crees? Sí, puede que estés en lo cierto.
La presencia de Joe  era como un imán. Otros chicos que paseaban por allí, viendo con quien estaban sus amigos se acercaron adelantando a las animadoras.
—Hola, Jeff, ¿cómo va todo, hombre?
—Hola, Mark. Hola, Rob. Ésta es Molly. Es nueva este año.
Joe  y ______intercambiaron algunas observaciones más sobre el plumaje del pato, antes de que Joe  finalmente girase la cabeza para hablar con los chicos.
—Bueno, hola chicos. ¿Sois amigos de Molly?
Todos, entusiasmados, dijeron que eran buenos amigos. Respondiendo a la simpatía de Joe , gradualmente olvidaron su timidez y empezaron a preguntar sobre el equipo. Las animadoras se habían unido al grupo y miraban a Molly con nuevo interés. Cuando varios de los chicos anunciaron que iban a por helados, invitaron a Molly a acompañarlos.
Ella se dio la vuelta para preguntar a _____—. ¿Puedo?
—Claro. —______quedó con Molly en la fuente del diente de león en una hora. Pero Joe  no había terminado. Cuando comenzaron a moverse, les llamó.
—Molly, podrías traer a algunos de tus amigos a un partido uno de estos domingos. Luego les podrías presentar a algunos de los jugadores.
Los chicos abrieron la boca.
—¡Genial, Molly!
—¡Oye, eso estaría guay!
—¿Conoces a Bobby Tom, Molly?
—Lo conozco —dijo Molly.
—¡Tíos, que suerte!
Como la bulliciosa pandilla se movió, ______sonrió a Joe .
—Fue un autentico soborno.
Él sonrió abiertamente.
—Lo sé.
—De algunas de las chicas no estoy tan segura. Unas cuantas parecían de las que venderían a su mejor amiga por dinero para el almuerzo
—Da lo mismo. Sólo le dimos a Molly un poco de ventaja. Ahora puede elegir ella misma.
Pooh, impaciente por seguir, tiró de la correa. Ellos continuaron caminando por el montículo de césped, comenzando a vagar entre las exhibiciones, pero aunque Joe  se había puesto otra vez la gorra y las gafas de sol, demasiada gente lo había visto hablando con los adolescentes y hubo quien le comenzó a llamar por su nombre, mientras miraban a ______con ávida curiosidad.
Él inclinó la cabeza en respuesta a sus saludos y le dijo a ella en voz baja.
—Sigue andando. Una vez que te detienes, se acabó. —Miró a Pooh—. ¿Y tú, no puedes andar o delante, o detrás de mí? No quiero que la gente piense…
—Tú imagen de machote no depende de una perrita. Válgame Dios, si montas esto con un caniche, entonces no puedo imaginarme lo que harías si estuviera Viktor aquí.
—Me gusta Viktor. Lo que me avergüenza es la correa. ¿Por qué le tuviste que poner ese lazo púrpura?
—No es púrpura, es malva. ¿Has sido así de inseguro toda la vida, o es porque estás haciéndote viejo?
—Eh, que no soy una de esas chicas que piensan que eres la madre de Molly.
—Menos mal. Considerando con que facilidad se ve amenazada tú masculinidad, eso te podría haber rematado.
El agradable intercambio de puyas continuó durante algún tiempo, cada ataque verbal inmediatamente era devuelto, pero sin palabras duras, ni insultos. Joe  le compro una “bola de bruja” rosa y verde, hecha a mano, para colgar en una ventana donde diera el sol. Ella le compró una foto en blanco y negro de la silueta de Chicago con una luna en cuarto creciente a gran altura en el cielo.
—Voy a colgarlo en mi oficina. Llevo tiempo buscando algo que me guste
para ocupar la pared.
Mientras él admiraba su regalo, otro juego de fotos apareció en su mente, y una parte del placer que llevaba sintiendo todo el día se evaporó. Cuando se iban, se dio cuenta de que apretaba demasiado la bolsa de la bola de bruja de cristal. Se preguntó si tendría el coraje, por una sola vez, para ser sincera con un hombre en vez de coquetear con él.
—Joe  —le dijo suavemente—todavía estoy molesta por tu reacción ante las fotos de “Bello Mundo”. Estoy orgullosa de ellas.
—Y aquí termina la tranquilidad de la tarde.
—Me gustaría que no actuases como si fueran pornográficas. Son uno de los mejores trabajos de Asha Belchoir.
—Son fotos de una mujer desnuda, eso es lo que son.
Ella se sintió como una tonta tratando de razonar con él.
—¡No me puedo creer lo estrecho que eres de miras!
—Y yo no me puedo creer que una exhibicionista a ultranza tenga el morro de criticarme.
—¡No soy una exhibicionista!
—Sin intención de ofender, _____, pero te has quitado la ropa delante de más gente que Gypsy Rose Lee.
______comenzó a encenderse y se paró al lado de unos arbustos.
-¡Eres un imbécil cabezota! No reconocerías el arte aunque te golpeen en la cabeza. Tienes el gusto de un…, un…
—¿Jugador de fútbol?
—¡No, de un balón!
Él se quitó las gafas y la miró.
—Sólo porque crea que las mujeres agradables no deban quitarse la ropa en público no significa que no sepa apreciar el arte.
—La semana pasada era una rubia tonta y ahora soy una mujer agradable. Sería mejor que te decidieras.
Ella vio por su expresión que se había marcado un tanto, pero eso no era lo que quería. No le interesaba acumular puntos en un marcador imaginario; simplemente quería que la entendiera. Su arrebato se desvaneció, y metió las manos en los bolsillos de sus pantalones cortos.
—Me molesta que trates de convertir esas fotos en algo sórdido. No lo son.
Él miró hacia el río, y su voz perdió su toque beligerante.—No lo puedo evitar.
Ella lo contempló, tratando de entender la expresión de su cara.
—¿Por qué? ¿Qué importancia tiene para ti?
—No lo sé. Sólo es así.
—¿Porque represento al equipo?
—No lo puedes negar.
—Lamento mi don de la oportunidad.
—Lo sé.  —La miró y sus expresión era sorprendentemente suave—.Las fotos son bellas, _____. Los dos lo sabemos. Pero no son tan bonitas como tú.
Se quedaron allí de pie. Ella lo miró fijamente a los ojos hasta que se sintió atraída hacia sus brazos. Ella sentía como se inclinaba hacia delante y vio que él estaba haciendo lo mismo. Y entonces Pooh tiró de la correa, destrozando el momento.
Él la tomó del brazo y la empujó hacia delante.
—Vamos. Te voy a comprar un perrito caliente. Con mostaza y picante, así no podrás saber que lleva.
Entendiendo el gesto, se amoldó a su paso.
—¿Tienes idea de que llevan los perritos calientes?
—No, y no quiero saberlo. ¿Esto…, Pooh, te interesa entrar en la industria cárnica?
—Eso no es divertido. No lo escuches, Pooh.
Él se rió entre dientes.
Cinco minutos más tarde, ella comía ruidosamente unas patatas fritas, mientras Joe  hincaba el diente a su segundo perrito caliente. Una nota de tristeza se filtró en su voz.
—Dime la verdad, ¿no hay ninguna posibilidad de que los Stars ganen el campeonato AFC?
—Empiezo cada temporada pensando que voy a ganar la Super Bowl.
—No hablo de fantasías, hablo de realidades.
—Vamos a darlo todo, _____. Todo depende de que no tengamos lesiones. Las lesiones siempre son algo con lo que debemos contar. El año pasado, por ejemplo, se apostaba por los Cowboys no por los Sabers, pero
perdieron la Súper Bowl porque tenían muchos jugadores lesionados. Ahora mismo no hemos alcanzado todo nuestro potencial, pero las cosas van ajustándose poco a poco.
—¿Este fin de semana?
Él le dirigió una sonrisa pesarosa.
—Probablemente no tan pronto.
—Todo el mundo dice que los hombres se quejan de lo duro que los tratas.
—Ese es mi trabajo.
Ella suspiró.
—Sé que esperas con ilusión trabajar para Reed, y realmente no puedo culparte.
Ella esperaba un comentario sarcástico, pero en lugar de eso, Joe  se quedó pensativo.
—Francamente, nunca me ha gustado tu primo. También tengo la sensación de que está detrás de todo el interés de la prensa. Durante años, ha cultivado un montón de amistades en los periódicos.
______había sospechado lo mismo. Pero bueno, ni siquiera podía tomar las palabras de Joe  como un voto de confianza.
—Al menos él sabe algo sobre fútbol.
—Eso es cierto. —Le puso el brazo alrededor de los hombros y le dio un apretón reconfortante—. Pero seguro que Bobby Tom va a quedar gracioso cuando le bese.
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA) - Página 4 Empty Re: Tenias Que Ser Tu (Adaptación Joe y Tu TERMINADA)

Mensaje por D.A. Torrez. Jue 24 Oct 2013, 12:50 pm

3/4
 
CAPÍTULO 16
 
Parte 1:
Ron miraba fijamente al campo desde la ventana del palco.
—Sabía qué ocurriría cuando le suspendí, pero esperaba que no llegara a ser tan grave.
Los Stars habían sido ineficaces contra unos Angeles Raiders sedientos de sangre. Jim Biederot fue interceptado cuatro veces, Bobby Tom no pudo desmarcarse y la defensa no tuvo su mejor tarde. ______echó la última mirada al resultado final: Raiders 34, Stars 3.
—No importa —dijo— mejoraremos la semana que viene.
—Jugamos contra los Giants la semana próxima. Sólo han perdido un partido esta temporada y fue contra los Sabers.
Antes de que ella pudiera responder, uno de los amigos de Bert se acercó a hablar con Ron.
A la mañana siguiente, cuando se dirigía a trabajar a las ocho con idea de encontrarse con Ron como había previsto, se encontró volviendo a vivir otra vez la tarde del sábado. No podía recordar la última vez que había pasado un rato tan maravilloso. Desde la feria de arte, los tres se habían ido a un restaurante de la zona para tomar una cena temprana y Joe  había probado que era tan buen oyente como narrador de historias. Lo había invitado a acompañarlas a casa, donde Molly le había enseñado sus nuevas ropas. Sus cumplidos habían hecho más por la confianza en sí misma de Molly que cualquier cosa que ______le hubiera dicho. Se había marchado a las ocho, y se había pasado el resto de la noche torturándose con imágenes de él en la cama con su ex- esposa.
Un tráfico extraordinariamente denso a la altura de Napente Boulevard la retrasó y llegó a la oficina de Ron algunos minutos después de las ocho. Joe  ya estaba allí. Les dirigió a los dos una alegre sonrisa mientras tomaba asiento en la mesa de reuniones, esperando que Joe  no se diera cuenta de lo contenta que estaba de volver a verlo.
Tan pronto como ella se acomodó, Ron comenzó.
—Ahora que la suspensión terminó, Joe , quería que tuviéramos la posibilidad de aclarar las cosas. Como seréis conscientes, hemos recibido algunos duros golpes de la prensa estas últimas semanas. Los periódicos de esta mañana son de lo peor. Recibí anoche en casa, una llamada del comisario declarando, de malas maneras, que somos una vergüenza para la liga.
—No me digas que no crees que exagera un poco —dijo Joe .
—Me habló de las fotos de “Bello Mundo”, de tu suspensión, de la manera en que ______baja vestida al campo, y, claro está, del rumor de que vosotros dos estáis liados. También mencionó una conversación telefónica que tuvo contigo la semana pasada, _____. Desearía haber estado al tanto. ¿Hay
alguna razón para que no me dijeses que habías hablado con el comisario?
______cambió de postura en la silla y decidió que había querido más a Ron cuando se dejaba llevar.
—Me olvidé.
Joe  la miró escépticamente.
—Eso es un poco difícil de creer.
—Está todavía molesto por lo que le dijiste —dijo Ron.
—Soy yo la que debería estar molesta.
—¿Te importaría decirnos por qué?
Ella intentó exponerlo de manera que no saltaran sobre ella.
—Fue algo paternal. Me dijo que había personas que no tenían cabeza, especialmente una cosita bonita como yo, para hacer el trabajo de un hombre.
Dijo que no era justo para Reed. Mencionó todas esas cosas que te dijo a ti, más el rumor que había oído de que también andaba con Bobby Tom. —Apretó la boca—. Sugirió que la causa de mis problemas podía estar en mis fluctuaciones mensuales de hormonas.
Ron la conocía lo suficiente para preguntarle por su contestación.
—¿Qué le dijiste?
—Huuummm… —miró hacia fuera de la ventana—. No me acuerdo.
—_____.
Ella se inclinó ante lo inevitable con un suspiro.
—Le dije que lo tenía que dejar porque tenía a los de Playboy por la otra línea.
Ron tuvo un sobresalto, pero Joe  rió.
—No la animes —Ron estaba claramente molesto—. Sabes que si los Stars fueran ganando, no tendríamos todos estos líos.
—¡Estuve suspendido la semana pasada! Es realmente  difícil ganar un partido si no entrenas al equipo.
—Esa es una de las razones por las que quería hablar con los dos. —Ron jugueteó con su café—. Hasta donde yo veo, lo hecho, hecho está. No podemos hacer nada sobre las fotos, y por lo que respecta a los vestidos de ______en los partidos, creo que el comisario está equivocado.
—Puedo imaginarme lo  emocionado que estaba con ese tatuaje de los Stars que llevabas ayer en el hombro. En la tele parecía realmente bonito.
—Es de quita y pon —dijo ella— y simplemente exteriorizaba mi "espíritu de equipo".
—Exhibías bastante más que "espíritu de equipo"
—Todo eso ayuda a llenar asientos vacíos —dijo Ron—. Muchos de ellos con mujeres, en cambio —miró a Joe — tu suspensión fue culpa mía igual que la responsabilidad de que hayamos perdido ayer. También quiero haceros a los dos una advertencia. No sé lo que pasa entre vosotros dos, pero no quiero
verme atrapado otra vez en el fuego cruzado. ¿Entendido?
—Entendido —dijo Joe  bruscamente.
—No volverá a pasar —dijo _____. La mirada de Joe  la estaba haciendo sentir incómoda. Otra vez ella se recordó a sí misma que, por lo menos por ahora, los dos trabajaban para ella. Se levantó.
—Ahora, si me perdonáis, tengo trabajo que hacer.
Joe  torció la comisura de la boca.
—Saluda a tus colegas de Playboy de mi parte.
Ella reprimió una sonrisa mientras salía de la sala de reuniones y se dirigía a su oficina, donde pasó el resto del día leyendo informes y estudiando hojas de contabilidad en la pantalla del ordenador, intentando encontrar los entresijos de los detalles de las complicadas finanzas del equipo. Mientras anotaba cifras al lado del teclado, reconoció para sí misma que sentaba genial volver a usar el cerebro.
Su siguiente partido se jugaba en el estadio de los Giants en Meadowlands y se retransmitía por el programa de la ABC, "Monday Night Football". Desde luego el equipo no quería perder delante de una audiencia de televisión tan impresionante, jugar la noche del lunes era considerado lo más importante de la temporada. La semana, que a priori ya iba a ser tensa en el Stars Complex, lo fue todavía más, comenzaron a desatarse algunas explosivas peleas entre los jugadores, la administración y por supuesto Joe  contribuyó respondiendo
bruscamente a todo el mundo. La mala publicidad reciente del equipo había imposibilitado que ______siguiera escondiéndose de la prensa, y su temor al partido próximo aumentó sobremanera cuando, a regañadientes, accedió ante la ABC para que la entrevistaran en el descanso.
Los jugadores, tensos como una cuerda de violín, viajaron en silencio la tarde del domingo en el vuelo charter desde O'Hare hacia Newark.
—Allí atrás es como un velatorio —le dijo ______a Ron cuando los ayudantes de vuelo les dieron las bebidas que habían pedido: cerveza para Ron y zumo de tomate para ella—. No creo que sea bueno que los jugadores estén tan tensos.
—Esta semana, Joe  los ha entrenado tan duramente como es posible y saben lo que está en juego. Nos jugamos todo en este partido.
Ella había hecho algo más que mirar balances contables la pasada semana; También había leído ejemplares atrasados de varias revistas deportivas y sabía lo positivo que era que estuvieran relajados. Se mordisqueó distraídamente el labio inferior.
—Todavía creo que no deberían estar tan tensos. Van a andar a tientas detrás de la pelota.
—Lo único que los hará relajarse será que finalmente ganen el partido.
—Cómo no se relajen un poco, eso no ocurrirá.
—Sinceramente espero que estés equivocada.
Devolvió su atención al Forbes. Ella vaciló sólo un momento, antes de inclinarse y subrepticiamente levantar los seguros del trasportín de la perra, que estaba colocado bajo sus piernas.
Segundos más tarde, el interior del avión se llenó de los ladridos agudos de Pooh correteando por el pasillo central.
En la fila de asientos de delante, la cabeza de Joe  se giró bruscamente para enfrentarse a ella.
—¡Maldita sea, _____! ¡Has traído la perra contigo!
—¡Huy! —Sus labios formaron un pequeño óvalo rosado mientras se levantaba y miraba a Ron—. No sé que ha pasado. Lo lamento. Parece que he encerrado mal a mi perrita.
Ignorando a Joe , se abrió paso hacia la cabina de pasajeros del avión, donde inmediatamente oyó una atronadora risa masculina. Como había esperado, los jugadores daban la bienvenida a la distracción que Pooh
proporcionaba. El correteo del caniche entre sus pies, revolviendo entre sus bolsas de manos y lamiendo a cualquier persona que la intentaba coger.
Bobby Tom intentó capturarla, pero ella lo esquivó y se acurrucó entre los pies de Webster Greer. ______no pudo evitar la risa al ver la pequeña cabeza mullida de Pooh posada sobre la parte superior de los enormes zapatos de lona de Webster. Miraba con recelo el pasillo, hacia su dueña, intentando buscar una vía de escape.
—No creo que quiera que la cojas —comentó Webster.
—No le gusta demasiado su transportín.
Como Pooh parecía estar bien a su aire, ______empezó a charlar con los jugadores cercanos, preguntándoles por sus familias, los libros que leían, la música que escuchaban en sus Walkmans. Pooh había seguido adelante hasta detenerse sobre el preciado pie derecho del kicker del equipo, pero cuando ______se acercó, el perro atravesó velozmente por el pasillo hasta que Darnell Pruitt, el jugador más grande de la ofensiva de los Stars, que la levantó en sus brazos.
—¿Es esto lo que busca, señorita Somerville?
______vaciló. De todos los hombres del equipo, Darnell Pruitt era el más intimidador. Tenía un diente de oro con un diamante de medio quilate refulgiendo en su boca y pesadas cadenas de oro colgando de su chaleco negro de cuero. No llevaba camisa bajo el chaleco, revelando un enorme pecho y antebrazos demasiado musculosos, exhibidos en toda su gloria brillante de ébano. Escondía sus ojos tras unas amenazadoras gafas de sol muy oscuras, su nariz era ancha y plana y una cicatriz surcaba su hombro. Un artículo que ella había leído justo el día anterior en Sports Illustrated había descrito a Darnell como uno de los cinco hombres peor encarados de la NFL, y mientras le estudiaba, no encontró ninguna razón para disentir. Se percató que sus
compañeros de equipo habían dejado vacío el asiento al lado de él.
Incluso Pooh estaba intimidada. La perrita se encorvaba en el regazo de Darnell, rozándole con el morro, mirándolo con atención con ojos cautelosos.
Con un destello de alarma, ______sintió que definitivamente parecía nerviosa.
Rápidamente avanzó por el pasillo, sin lugar a dudas no era una buena idea que Pooh se pusiera nerviosa sentada encima de Darnell Pruitt. Cuando llegó a su fila, lo miró ansiosamente.
—Puede… que… sea mejor que me la lleve.
—Siéntese —ladró él.
Fue una orden, no una petición y ella se dejó caer en el asiento vacío.
Las cadenas de Darnell la impresionaban.
Pooh comenzó a temblar.
______escogió inoportunamente ese momento para recordar la cita sobre Darnell que había leído en Sports Ilustrated. Lo que me gusta más del fútbol, decía, es ver al tío que me marca transportado en camilla fuera del campo.
Ella se aclaró la voz.
—Esto… no es una buena idea que ella se ponga nerviosa.
—¿De veras? —dijo agresivamente. Recogiendo la perrita entre sus manos del tamaño de guantes de béisbol, elevó al animal hasta la altura de sus ojos. Clavaron los ojos el uno en la otra. Las amenazadoras gafas de sol
reflejaron los redondos ojos castaños de Pooh. ______contuvo el aliento esperando una catástrofe. Los segundos se alargaron.
Pooh sacó su larga lengua rosada y lamió la mejilla de Darnell.
El diamante del diente de oro de Darnell brilló cuando él sonrió ampliamente.
—Me gusta este perro.
—No sabes lo feliz que me hace —dijo ______con rapidez.
Pooh se entregó a las caricias atravesando las cadenas de Darnell para acercarse más. Él acarició el copete de la perra donde el lazo se había deshecho como siempre.
—Mi mamá no me dejó tener un perro mientras crecía. Decía que no quería tener pulgas en casa.
—No todos los perros tienen pulgas. Pooh no las tiene.
—La llevaré para que le cuente todo eso. Quizá me deje tener uno ahora.
______se quedó pasmada.
—¿Vives con tu madre, Darnell?
Él sonrió ampliamente.
—Sí, madam. Amenaza con echarme, pero sé que no hará eso hasta que me case. Dice que no confía que sepa cuidarme.
—Ya veo. ¿Te vas a casar pronto?
—Oh, no, madam. No digo que no quiera, sino que puede complicar la vida, ya sabes.
—Realmente lo hago.
—Algunas veces las mujeres que te atraen no se sienten atraídas por ti, o viceversa.
Ella lo miró con curiosidad.
—¿Cuál es tu caso?
—¿Perdón?
—¿Vice? ¿O versa? Es la señora la que está colada por ti, pero tú no por ella, o…
—A la inversa. Yo estoy colado por ella, pero ella no está precisamente loca por mi.
—Me resulta difícil de creer. Pensaba que vosotros los jugadores de fútbol podíais elegir la mujer que quisierais.
—Intenta explicárselo a la señorita Charmaine Dodd.

 
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Mensaje por D.A. Torrez. Jue 24 Oct 2013, 12:51 pm

 
Parte 2:
______adoraba que la gente le contara su vida amorosa. Quitándose los mocasines, puso los pies debajo de ella.
—Cuéntame cosas sobre ella. Si quieres, claro.
—Bueno, es una señora realmente terca. Y pagada de sí misma. Es organista en la iglesia de mamá y el resto de tiempo es bibliotecaria. Caramba, ni siquiera se viste bien. Lleva esas faldas tan remilgadas y las blusas
abotonadas hasta debajo de la barbilla. Siempre con la nariz levantada.
—Pero a ti te gusta de todas maneras.
—Sería más adecuado decir que parece que no puedo expulsarla de mi mente. Desafortunadamente, no me respeta porque ella tiene una carrera, sabes, y yo no.
—Fuiste a la universidad.
Por un momento él guardó silencio. Cuando habló, su tono era tan bajo que sólo ella le podía oír.
—¿Sabes como es la universidad para alguien como yo?
—No, no lo sé.
—Cogen a un chico como yo, de dieciocho años, que nunca tuvo nada en la vida, y te dicen: Darnell, si juegas al fútbol para nosotros, te cuidaremos en todo. Te daremos una beca, ¿te gusta los coches, Darnell? Porque uno de nuestros alumnos tiene un Chevy Dealership y seguro que no le importa dártelo
como señal de su aprecio por escoger nuestra universidad. Te cuidaremos bien, Darnell. Te daremos un trabajo de verano bien pagado, claro que ni siquiera tendrás que presentarte al trabajo. Y no te preocupes por las clases, porque queremos que realices algunos trabajos independientes. —La miró desde detrás de las lentes oscuras de las gafas—.  ¿Sabes lo que quiere decir trabajo independiente para alguien como yo? Quiere decir que si hago un buen papel el sábado por la tarde, tendré una A cuando salgan las notas.
Se encogió de hombros.
—Nunca me gradué, y ahora tengo mucho dinero. Pero algunas veces creo que no tiene importancia. ¿De qué sirve el dinero cuando Charmaine Dodd te habla de algún petimetre blanco que escribió un poema famoso de amor, y sus ojos se iluminan, pero tú no sabes ni jota sobre poesía, literatura o cualquier otra cosa que para ella es tan importante?
El silencio cayó entre ellos. Pooh había posado su hocico en el cuello de Darnell y roncaba suavemente.
—¿Qué te impide volver a ir a clases?
—¿Yo? Bueno no, no podría hacerlo. El fútbol ocupa demasiado tiempo.
—Quizá durante la temporada baja —sonrió—. ¿Por qué no le preguntas a tú señorita Dodd lo que piensa de la idea?
—Se reiría de mí.
—Si se ríe de ti, entonces tendrás la certeza de que te has fijado en la mujer equivocada.
—No era demasiado buen estudiante —admitió con obvia reticencia.
—Probablemente porque nadie esperaba que lo fueras.
—No sé.
—Venga, Darnell. ¿No serás un cobarde?
Él la miró con el ceño fruncido.
—Es sólo una broma —dijo precipitadamente—. El hecho de que no tengas tiempo para estudiar, puede tener su ventaja —sonrió ampliamente— puedes necesitar que alguien te ayude.
Darnell se rió y media docena de jugadores volvieron la cabeza clavando los ojos en él con incredulidad.
Elvis Crenshaw se puso de pie.
—Oye, Darnell, ¿por qué acaparas al perro todo el viaje? Suéltalo. A mi también me gustan los perros.
Darnell lo miró con el ceño fruncido.
—Porqué no te vas a jod...
El hombre hundió la cabeza al escuchar como se interrumpían los gritos de Darnell. Y luego su risa que se interrumpió de golpe por completo.
______giró su cabeza para determinar qué había provocado la interrupción y vio que Joe  había entrado en la cabina de pasajeros. Los hombres volvieron a sus revistas y música, o cerraron los ojos y fingieron echar una siesta, como si los hubieran sorprendido riéndose en un funeral.
El poder de Joe , incluso sobre el más endurecido de los veteranos, la asombró. Lo sabía por retazos de conversaciones que había oído sin intención, y aunque se resistían por la presión implacable a la que los sometía, todavía lo respetaban. Ron decía que una de las razones por la que Joe  se mantenía en una forma física excelente era porque nunca le exigía nada a sus hombre que no pudiera hacer él mismo.
Sus ojos se abrieron ligeramente ante la visión de Pooh profundamente dormida en el pecho de uno de sus líneas ofensivas. Miró a ______con suspicacia, habló unos minutos con uno de sus ayudantes y luego, para alivio obvio de todo el mundo, desapareció de vuelta a la zona de primera clase.
—Ese hombre está siempre enfadado —masculló ______mientras se levantaba.
—El entrenador tiene muchas preocupaciones —contestó Darnell.
Pooh se movió y Darnell a regañadientes se la pasó a Elvis Crenshaw.
______estuvo unos minutos preguntándole a Webster sobre Krystal y sus hijos, después Bobby Tom quiso hablarle sobre la idea de comercializar una salsa con su nombre. Le preguntó a Jim Biederot sobre su hombro y habló con algunos de los novatos sobre la vida nocturna de Chicago.
Cuando finalmente recogió a Pooh, la atmósfera en la cabina era considerablemente más relajada, pero sabía que Joe  le daría la vuelta a la tortilla a la mañana siguiente. No le podía culpar por su dedicación, pero algunas veces se preguntaba si él conocería la naturaleza humana. Cuando decidiera que tenía el equipo a punto, los tendría a todos tan tensos que vibrarían como una cuerda de violín.
 
Pasó la tarde y la mañana siguiente con Viktor. Él charló con entusiasmo sobre el juego y estaba encantado de que le hubiera invitado a compartir su palco. Se llevó a Pooh con él cuando se fue, prometiendo llevarlo de vuelta cuando fuera al partido.
Por primera vez desde que había asumido el control como propietaria, se unió al equipo en su ligera cena en el hotel a las cinco de la tarde, previa al partido. En lugar de situarse en la presidencia al lado de Ron, se sentó con Darnell y Elvis Crenshaw, donde jugueteó con el gran solomillo que le pusieron delante volcándose en la ensalada y patatas cocidas.
Fue una comida sombría, poco alegre. Luego, cuando los jugadores salían, vio un grupo de seguidores de los Gigants que de alguna manera se habían colado en el vestíbulo del hotel y lo habían cubierto de signos rojos y azules, lo que mostraba a las claras sus predilecciones. Su destello rápido de cólera la  hizo darse cuenta de cuanto habían llegado a importarle los Stars. En lugar de un equipo anónimo, se habían convertido en un grupo de gente por el que se preocupaba.
Ensimismada, se puso automáticamente el traje que Simone le había preparado corriendo la semana anterior. Después de volver a hacer la maleta para el regreso nocturno a O'Hare después del partido, se encontró con Ron en el vestíbulo.
Él sonrió mientras miraba su ropa.
—Perfecta.
Ella miró dudosamente su reflejo en un espejo de la pared del vestíbulo.
—Sabía que no era el momento de preparar la retirada, pero no es lo que más me va.
Llevaba puesta una variación del uniforme de los Stars: Pantalones ceñidos de raso azul con unas líneas doradas que bajaban por cada muslo. Calcetines azules y dorados con zapatillas de cuero suave con diamantes falsos incrustados. Como el tiempo de octubre era moderadamente frío, Simone había preparado una cazadora azul satinado y dorado con una estrella enorme en la espalda y otras más pequeñas sobre el frente. Llevaba su pelo rizado retirado con una ancha diadema que parecía un arco azul encima de su cabeza.
—Es precisamente lo que te va —dijo Ron— los fotógrafos van a volverse locos.
No se dijeron nada más mientras se dirigían hacia Meadowlands, al estadio de los Giants. Antes de haber sido ocupado por el estadio, esas parcelas de Jersey había sido desguace para coches oxidados y refugio para sin techo. Se rumoreaba que el estadio había sido construido sobre la nariz de Jimmy Hoffa.
Cuando alcanzaron la entrada  VIP cuarenta y cinco minutos antes del comienzo del encuentro, Ron se ofreció como voluntario para escoltarla hasta el palco antes de bajar a su visita rutinaria al vestuario para dar animo a los hombres, pero ella ya había decidido lo que iba a hacer y negó con la cabeza.
—Voy con contigo.
—¿Al vestuario?
Asintió abruptamente.
—Al vestuario.
Ron la miró con incertidumbre pero no hizo comentario alguno mientras la guiaba por las profundidades subterráneas del estadio. Entraron en un vestuario ominosamente en silencio. Con excepción de los cascos, los jugadores ya estaban vestidos con el resto del equipo y ella se sintió como si hubiera entrado en una tierra poblada por titanes. En el campo, eran enormes, pero atrapados en un espacio cerrado, su tamaño era verdaderamente impresionante.
Algunos estaban de pie mientras que otros estaban sentados en bancos de madera con las rodillas abiertas y las muñecas apoyadas en ellas dejando colgar las manos holgadamente. Bobby Tom y Jim Biederot estaban sentados sobre una mesa lateral con las espaldas contra la pared. Todos tenían la cara sombría mientras escuchaban a Joe  hablar.
—… tenemos que desplegar un gran juego esta noche. No vamos a ganar con goles. Tenemos que ganar en la zona roja. Con jugadas que nos hagan avanzar pocas yardas cada vez…
Joe  estaba tan intensamente concentrado en sus jugadores que no se dio cuenta de que Ron y ella habían entrado en el vestuario hasta que terminó.
Ron se aclaró la voz.
—Humm, la señorita Somerville quiso acercarse esta noche para desearos suerte.
El ceño fruncido de Joe  le indicaba que la consideraba bastante inoportuna. Obligándose a ignorarle, desplegó su sonrisa más brillante en la cara y caminó al centro del vestuario. Intentó no sentirse cohibida y asumió una pose, vestida como estaba, digna de salir en un póster.
—Hola, chicos. ¿Qué tal? Bueno, no soy demasiado ingeniosa, ¿verdad?
Varios hombres sonrieron, pero ella supo que iba a ser difícil relajar la tensión. Aunque era la última persona que se pudiera considerar una autoridad en el fútbol, los hechos parecían cristalinos ante ella. Los Stars tenían los mejores jugadores y un entrenador excelente, pero por alguna razón, no lograban cuajar buen fútbol. Para ella estaba claro que ese era un problema mental, no físico, y desde el viaje en avión, no podía deshacerse de la idea de que no estarían tan tensos si pudieran relajarse un poco y divertirse jugando. Se subió en uno de los bancos de delante para poder verlos a todos.
—De acuerdo, chicos, ahí voy. Es la primera vez que bajo al vestuario y sinceramente espero que sea la última que doy un discurso.
Varios sonrieron. —Tengo completa confianza en el entrenador Jonas . Todo el mundo me ha dicho que es un maravilloso estratega del fútbol y un gran motivador para los jugadores. Además, es taaan guapo.
Como había esperado, comenzaron a reírse. No se arriesgó a mirar a Joe  para ver como recibía su broma. En vez de eso, frunció la frente.
—No es que los demás no seáis guapos, claro. Excepto Webster. He visto a Krystal en acción y, creerme, ni siquiera lo miro.
Más risa. Webster sonrió ampliamente y agachó la cabeza con vergüenza.
Ella sonrió vagamente.
—Lo que quiero deciros es esto. Si ganáis esta noche el partido, simplificaríais bastante mí vida con la prensa, pero, para ser totalmente honestos, ganar a los Giants es más importante para todos vosotros que para mí.  Quiero decir, yo no juego al fútbol y…
—Señorita Somerville —la advertencia implícita en la voz de Joe  era clara.
Precipitadamente siguió.
—Y aunque me parece realmente increíble, me ha llegado a gustar bastante, y como supongo que todos querréis ganar esta noche, voy a deciros como lo vais a hacer.
Si bien evitaba deliberadamente mirar a Joe , notaba los feroces ojos verdes taladrándole la piel. A pesar de su posición como dueña del equipo, éste era su terreno y ella lo había invadido.
—Bueno —siguió— el entrenador Jonas  tiene muchííísima experiencia y estoy segura que tendréis que hacer caso a todo lo que os ha dicho. Pero conque únicamente hagáis una cosita que os voy a decir, prácticamente os garantizo el éxito.
Ella sentía como la cólera emanaba del cuerpo de Joe . Había pasado la semana entera llenándolos de frenesí aniquilador y ella despreocupadamente deshacía todos sus esfuerzos. Tuvo que recurrir a todo su instinto de
supervivencia para apartar sus pensamientos de ese hombre, algo no demasiado fácil, cuando él estaba de pie tan cerca.
—Esta noche, caballeros, cuando salgáis a ese campo, quiero que hagáis lo
siguiente… —hizo una pausa— …quiero que finjáis que los Giants están desnudos.
Clavaban los ojos en ella como si hubiera perdido la cabeza, lo cual probablemente era verdad. Oyó algunas nerviosas risas ahogadas y miró a los
jugadores con falsa gravedad.
—Hablo absolutamente en serio. Cuándo los Giants estén alineados y comiencen a dirigirse hacia vosotros, el que tengáis enfrente, justo al otro lado de… —su mente se quedó en blanco, y recurrió a Ron—. ¿Cómo se llama?
—¿La línea de scrimmage ? —sugirió Ron.
—Eso. Pensar que el tío que está del otro lado de la línea de scrimmage, está desnudo.  Funcionará. Seguro. Lo prometo. Es un truco que aprendí en el colegio para vencer el miedo al público. ¿No preferís golpear a un jugador enn su… esto… estómago… —sonrió ampliamente— si está… ¡desnudo!?
Para bien o para mal, la tensión del vestuario se desvaneció. Mientras las hombreras de los hombre se estremecían por la risa, supo que había logrado su meta, y supuso que finalmente su instinto para la supervivencia les permitiría patear al rival.
Bajando del banco, se precipitó hacia la puerta.
—Os veré en el campo.
Desafortunadamente, Joe  la atrapó antes de que pudiera escapar, y su valor flaqueó cuando vio su pálida cara.
—Te has pasado de la raya, _____. Cuando termine el partido, tú y yo
vamos a ajustar cuentas por última vez.
Tragó saliva y se deslizó detrás de él.
Ron la encontró a seis metros de la entrada, donde se había dejado caer contra la pared.
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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Mensaje por D.A. Torrez. Jue 24 Oct 2013, 3:38 pm

4/4
CAPÍTULO 17
 
Parte 1:
La línea defensiva de los Giants se quedó perpleja cuando al ocupar sumlugar en la línea de scrimmage se dieron cuenta de que sus once adversarios les sonreían desde detrás de sus cascos. Ninguno se podía creer que un equipo con un historial de uno a cuatro de sonriera a menos que tuviera unos cuantos trucos bajo la manga. A los Giants no les gustaban las sorpresas, y definitivamente no les gustaba ver a los adversarios sonreír.
Se intercambiaron las contraseñas.
Desafortunadamente para la línea defensiva de los Giants, algunas de esas palabras hablaban desfavorablemente de los principios morales de la madre de Darnell Pruitt. En la siguiente jugada, un enfurecido línea ofensiva de los Stars sacó a dos poderosos linemen y un linebacker para conseguir el primer down.
Fue hermoso.
Cuando el primer cuarto acabó, los Stars llevaron una ventaja de tres, y ______estaba casi ronca por lo que había gritado. Aunque la violencia del campo aun la hacía sobresaltarse, había estado tan implicada en el juego que olvidó que se suponía que debía volver al palco hasta que Ron llegó para escoltarla. Mientras la dirigía a la entrada que la sacaría del campo, estaba tan atrapada por la excitación que se volvió hacia el banquillo, ahuecó las manos alrededor de su boca, y gritó—: ¡están desnudos!
Se percató demasiado tarde de que era un espectáculo, incluso más de lo habitual, pero los jugadores que estaban cerca le sonrieron ampliamente.
Afortunadamente, Joe  estaba demasiado fascinado por la programación de las jugadas para advertirlo.
Durante el segundo cuarto, Biederot realizó un pase de touchdown para que lo rematara un novato medio de los Stars, mientras los Giants solo podían mirar como metía el tanto. Cuando sonó el pitido, los Stars llevaban una ventaja de siete.
______ya había decidido que quedaría como una tonta durante la temida entrevista del descanso con Al Michaels de la ABC, si fingía un conocimiento que no tenía, así que respondió honestamente a todas las preguntas relacionadas con ella y compartió con la audiencia, las dificultades que su propia ignorancia del juego provocaba. Decidió que lo había hecho lo mejor que había podido cuando al final del descanso, Michaels comentó que Frank Clifford pensaba que ______Somerville trataba de sacar adelante una situación difícil y
que merecía una oportunidad. Michaels también soltó varios comentarios personales sobre como el testamento de Bert Somerville había sido injusto con _____, Reed Chandler y los Stars.
Al final del tercer cuarto, le dolían los músculos de la tensión de retorcer la cabeza para ver el marcador de debajo del palco. Ron se había quitado la chaqueta y desanudado la corbata. Jim Biederot sólo fue interceptado una vez y adoptaron un despliegue impresionante de defensa. Bobby Tom jugó extraordinariamente y la defensa fue perfecta. No hubo ningún fallo en los Stars.
Cuando el partido terminó finalmente, ______se lanzó de Viktor a Ron, mientras Pooh emitía ladridos a sus pies y el marcador mostraba el resultado: Stars 24, Gigants 10.
Rechazó acompañar a Ron al vestuario. En vez de eso, Viktor y ella permanecieron en el palco y miraron las cortas entrevistas postpartido que recientemente se habían agregado al programa de los lunes. Joe  logró ser a la vez modesto y jubiloso, dejando las alabanzas para sus jugadores. Sus palabras le llegaron entrecortadas.
—La defensa mantuvo la cabeza fría…, muchos quarterback juegan con tanto acierto como Jim Biederot, pero ninguno con tanto corazón…, los avasallamos un par de veces…, —pero concluyó la entrevista diciendo—, no hay un equipo con un historial mejor que los Giants. Nos alegramos de haber estado preparados para ellos.
Al Michaels felicitó a Joe  por la victoria, luego entrevistó a un emocionado Bobby Tom, que llevaba su sombrero de vaquero sobre su pelo enredado.
—Bobby Tom, recepcionasteis toda la noche. ¿Cómo lo explicas?
Bobby Tom dirigió a la cámara su mejor sonrisa.
—Trabajamos duro esta semana. Y, Al, no puedo decir más que cosas buenas sobre la manera en la que Jim lanzó la pelota esta noche…
Después de varias preguntas más, Michaels entrevistó a Webster Greer.
—¿Qué crees que marcó la diferencia en los Stars esta semana, Webster?
Webster tiró con fuerza de la toalla que se había colgado alrededor del cuello, que todavía refulgía de sudor.
—Somos un buen equipo desde el principio de la temporada, pero no lográbamos cuajar bien. La señorita Somerville habló con nosotros antes del partido y nos ayudó a relajarnos un poco. Salimos a divertirnos y obligamos a los Giants a jugar a nuestra manera. Esa fue la diferencia.
Al Michaels no se había ganado la reputación de ser uno de los mejores periodistas deportivos dejando pasar un desliz como ese delante de él.
—¿Exactamente que os dijo?
Greer sonrió y frotó la toalla sobre su nuca.
—No mucho. Un par de chistes. Es una señora agradable.  Las mejillas de ______se pusieron rojas. Sintió como si hubiera recibido una tarjeta del día de San Valentín.
Eran más de las dos en la madrugada cuando el avión dejó Newark con destino O'Hare. Si bien la victoria había sido hacía sólo unas horas, Ron pensaba ya en la semana siguiente.
—Hemos cogido impulso esta noche —dijo mientras el avión alcanzaba la altitud de crucero y la luz del cinturón de seguridad se apagaba—. Espero que no lo perdamos.
—Trata de relajarte y disfrutar la victoria. No te preocupes. —Ella giró su cabeza hacia la parte trasera del avión, donde el estridente ruido de los jugadores que celebraban la victoria se oía claramente.
—Supongo que estás en lo cierto.
Tres filas delante de ella, oyó reírse a Joe  por algo que Tully había dicho.
Hasta ahora, había logrado evitarle, pero no había olvidado su amenaza. Quería creer que él entendía lo que había tratado de hacer antes del partido, pero de alguna manera dudaba que lo tomara con tanto sentido del humor como Webster.
Casi como si le hubiera leído la mente, él giró la cabeza y la miró con el ceño fruncido. Observó con alarma como comenzaba a desabrochar su cinturón de seguridad. Poniéndose rápidamente de pie, se deslizó delante de Ron y escapó hacia la parte de atrás del avión, donde los maltratados jugadores la saludaron bulliciosamente. Habló con todos, pero cuando Darnell le pidió que llevara a Pooh, se negó. Ya bordeaba el área de peligro, y no veía la necesidad de meterse hasta el fondo.
Ron estaba dormido cuando regresó a primera clase. Él apenas se movió cuando se deslizó a su asiento. Tan pronto como se tranquilizó, se apoyó contra la ventana y cerró los ojos, sólo para descubrir que la coca-cola light que había consumido había alcanzado su destino. Metiéndose entre los asientos salió al pasillo, pasando precipitadamente ante el asiento de primera fila de Joe  y metiéndose en silencio en el baño.
Odiaba usar los inodoros de los aviones. Siempre se temía que el avión escogiera el momento exacto en que más indefensa estaba para chocar, y se pasaría los últimos segundos de su vida cayendo vertiginosamente hacia tierra firme con el trasero al aire. Como consecuencia, se apresuró todo lo que podía, se lavó las manos, y acababa de abrir el pasador de la puerta cuando se le escapó de las manos. Antes de que pudiera reaccionar, Joe  se metió apretadamente a su lado y devolvió el pasador a la posición de cerrado.
—¡¿Qué crees que estás haciendo?!
Su cuerpo macizo la presionó contra el lavabo.
—Nos doy un poco de privacidad para poder hablar.
El diminuto cubículo era demasiado pequeño para los dos. Una de sus rodillas se introducía entre sus muslos y sus pechos estaban aplastados contra el suyo. Le costaba respirar.
—No quiero hablar contigo en este momento. Es obvio que perderás los estribos y no tengo ningunas ganas de ser víctima de tus gritos.
La cólera lo atravesó.
—Tal vez deberías haberlo pensado antes de asaltar mi vestuario esta noche.
—¡No lo asalté!
—¡Estuviste a punto de estropear el trabajo de toda la temporada! —Sus ojos se estrecharon en las mismas líneas feroces que habían debilitado a los defensa más curtidos del fútbol profesional—. Quiero que mis jugadores estén concentrados antes de los partidos, no idiotizados con algún tipo de filosofía estúpida. Si esos hombres necesitaban convencerse de que no entiendes el juego, lo hicieron esta noche. No tienes ni idea de a que se enfrentan cuando corren sobre el campo. Es algo serio, no ningún tipo de chiste.
Ella luchó por apartarse de él, pero no tuvo éxito. Su cuerpo estaba duro contra el de ella, y su voz era baja y furiosa.
—No quiero que vuelvas a hacer lo que hiciste esta noche, ¿me oyes? Mantente alejada del vestuario antes de los partidos. ¡Tienes suerte de que sean lo suficientemente disciplinados como para que tu pequeña exhibición no los distrajera y nos costara la victoria!
Ella clavó los ojos en él.
—No tienes ni idea de porqué estaba allí, ¿verdad? No tienes ni idea de qué trataba de lograr. Dios mío, realmente crees que soy una rubia tonta sin cabeza.
—Después de escuchar tus estúpidas teorías sobre jugadores de fútbol desnudos, ni siquiera te lo voy a discutir.
Ella nunca había pensado en sí misma como una persona que perdiera los estribos, pero ahora arremetió con su puño hacia arriba y le dio puñetazos en las costillas tan fuerte como pudo.
Él soltó un suave "oof" y clavó los ojos en ella con incredulidad. Ella le devolvió la mirada, incapaz de creer qué acababa de ocurrir. Aunque sabía que no le había hecho realmente daño con el golpe, había golpeado a otro ser humano, algo que nunca había hecho en su vida. Este hombre la empujaba hasta el límite y el hecho de que se hubiera dejado empujar, hacía que se enojara todavía más. Una niebla roja remolineaba ante sus ojos.
—¡Estúpido, terco, asno! ¡Te diré que es lo que me pasa! Tengo que cargar con un entrenador que emocionalmente tiene seis años y que es deficiente mental.
—¡Deficiente… ! —sonó como si se ahogara—. Ahora me vas a escuchar…
Su codo tropezó con el espejo detrás de ella cuando su sentido común voló y le pinchó en el pecho con el dedo índice.
—¡No! Me vas a escuchar tú, machote, y me vas a escuchar atentamente. Fui al vestuario no porque quisiera estar allí, sino porque has logrado que mi equipo de fútbol esté tan tenso, que ni siquiera pueda jugar al fútbol.
—Estás sugiriendo…
—Tú, Sr. Intransigente, puedes ser un estratega genial, pero tu conocimiento de la naturaleza humana es nulo.
—No tienes ni la menor idea…
—Cuando quiera —le pinchó otra vez con cada una de las sílabas con el dedo índice— cuando quiera, me oyes, cuando quiera dirigirme a mis jugadores en el vestuario, lo haré. Cuando sienta que están demasiados tensos, nerviosos, o inquietos para hacer el trabajo por el que les pago una cantidad ridícula de dinero, me plantaré delante de ellos, desnuda, si quiero. Y haré lo que sea que considere necesario para asegurarme que los Chicago Stars hacen lo que deben, lo cuál, por si acaso te has olvidado, es lo que les ayudé a hacer esta noche. ¡Esto es, ganar un partido de fútbol! Yo, Sr. Cerebro de chorlito, soy la dueña de este equipo de fútbol; No tú. ¿Está absolutamente claro?
Hubo una larga pausa. Sus mejillas estaban ruborizadas, su corazón latía con fuerza. Estaba consternada por su pérdida de control, y se preparó para su venganza, pero en lugar de explotar, él parecía casi distraído.
—Ehh…
Ella tragó saliva.
—¿Eso es todo lo que tienes que decir?

El avión pasó por una turbulencia, presionando sus caderas más firmemente contra de las de ella. Sus ojos se abrieron repentinamente cuando ella se percató de que él estaba bastante excitado.
D.A. Torrez.
D.A. Torrez.


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