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Life Is Long ºº N.C
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Re: Life Is Long ºº N.C
la parte en la que se ponía todo interesante, el puto internet se la trago, juro que mandaré mi queja a google chrome, cuando encuentre donde poner quejas. :'cStefanya escribió: no te preocupes Anny entiendo :juay:también odio el internet
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Re: Life Is Long ºº N.C
yo también debo de poner MUCHAS quejas ya me deben tres nuevos temas por crear :'c
Kurisu
Re: Life Is Long ºº N.C
Google Chrome me hace querer lanzarme por un doceavo piso. idk. :c asjkaskjsajas me debe a mí dos capítulos y un code. :'cStefanya escribió:yo también debo de poner MUCHAS quejas ya me deben tres nuevos temas por crear :'c
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Re: Life Is Long ºº N.C
Sí, hay que hacer una revolución contra Chrome, me saca de quicio peor que mi madre.Stefanya escribió:Hay que quejarnos juntas contra Chrome :3
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Re: Life Is Long ºº N.C
ahora en las reglas dice que debe estar en tiempo presente. chu.
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Re: Life Is Long ºº N.C
ya ahorita lo subo, ahora sí o sí lo hago. sorry, es lo THG es muy saksjaasjsajas y el tiempo se me fue volando. :'c
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Capítulo 3.
Capítulo 3
Olivia Vaughn
Los intentos mediocres de la maestra Cheshire para poner fin al caos provocado por los unos adolescentes con las hormonas alborotadas, eran en vano. Quizá, si Idella Tod dejaba de trasmitir su ADN con Matt Fletcher y Sid Harrison mantenía la boca cerrada por unos momentos -sólo tal vez-, la profesora Cheshire regresaría a su estado anímico sosegado, el cual le caracteriza. Sin embargo, Idella nunca dejaría de intercambiar saliva con los jugadores de fútbol y Sid Harrison es conocido por asediar a las porristas de último año, pese a que, la directora del instituto ya lo suspendió dos veces por ello. Aún así, pensar en ello, resulta divertido.
–Señorita Vaughn, ¿podría leernos su trabajo? –Aquellos orbes azul profundo que veía cada jueves, expresaban un suplicante auxilio sólo perceptible a través de la conexión entre miradas, 15 minutos antes de sonar la campana.
–Claro.
Me pare en seguida y con paso firme avance hacia la parte delantera del salón, la pizarra. Por fin, un silencio inverosímil hizo esbozar una tranquilidad por el semblante sofocado de la señorita Cheshire, aunque yo no me fiaba de él. Se sentó en una silla cercana a mí y me dio una señal para empezar.
–El síndrome de Asperger, o como otros le dicen, autismo…–Con los cálculos que había sacado, me demoraría unos 10 minutos o más. Sin embargo, ¿qué rayos les importaría a ellos el autismo? Exceptuando a la profesora, claro. Afirmaría que nada. Podía percibir murmullos, risitas hipócritas y psicópatas, pero evite prestarles atención y levante más la voz, olvidándome de los idiotas. Debería mostrar más respeto, pensarán. Pero el término “compañeros”, no está a su altura.
Toda mi redacción de 4 páginas: finalizó, sin interrupciones. Levante la vista espirando aire por decimoquinta vez y distinguí atención de los demás: aviones de papel volando, siestas de medio día, devoradores de bocas y etc. ¿Qué podía esperar y, peor aún, de ellos?, pensé.
–Felicitaciones, Olivia, has hecho un buen trabajo –El reconocimiento de la profesora fue la única parte positiva de esto, porque no se hizo esperar. Agradecí con una media sonrisa, formando un hoyuelo en mis dos mejillas sonrosadas cubiertas por una ligera capa de pecas y sudor. Sinceramente, esto de hablar en público se me da terrible.
–Estuvo espantoso –Tosía falsamente una rubia tras mío, sentada a dos cubículos de la maestra. Era la cola de Idella, su compinche, la segunda más hueca y falsa del instituto: Jamie Alvey.
Llevaba una cola de caballo más arriba de lo usual, su melena se debatía entre castaño claro y blonda, haciéndola resplandecer en épocas estivales, como esta.
Viré los ojos, y volví a mi asiento. Eso a Jamie la hizo sentir más que satisfecha, pero a arpías como ella, hay que ignorar. Aunque en el fondo tenga razón, pelear no es una solución.
–Ahora, espero que hayan… –Uno de los sonidos peores y estruendosos -peor que el despertador- sonidos que odio escuchar todos los días, cada cuarenta minutos, acaparo la atención de la maestra y un segundo luego, todos apretujan para salir por el estrecho espacio que separa el salón de clases con el corredor principal, esfumándose tras ella.
El pasillo prolongado y principal del instituto a nueve manzanas de mi hogar, al ser colmado por un sinnúmero exagerado de estudiantes, corriendo de un lado a otro para llegar a su siguiente clase o escapando de los bravucones, no me permite avanzar fácilmente, y a empujes tienes que abrirte camino, ya que los buenos modales no sirve de nada aquí. Algunos conversan apoyados en los casilleros de dos niveles, ríen y parlotean como si el tiempo les fuera ajeno.
–Ya ni saludas, pelirroja. –Ni me anime a mirarlo y menos sonreírle, aunque ni el momento me lo permitía.
– Ya ni das señales de vida, Tomlinson. – Sisee.
–Lamento que mi ausencia te haya provocado una depresión terrible y haya desembocado en este mal genio –Mi mal humor demostró más de lo que aparentaba. –.Vale. Tampoco me mires así.
–Sin rodeos, William. ¿Qué sucedió ahora? –A menudo era directa con Tomlinson. Eso, después que se desaparece días o, raras veces, semanas. Y se lo merece, pero a veces, soy muy ruda.
–Eso mismo te iba a preguntar yo –No hice caso a su interrogante. Doblamos de pasillo y el bullicio se había reducido, podía vislumbrar la salida que daba hacia el patio.
–A mí nada –Empujé la compuerta y un viento primaveral golpeo mi cuello, y aunque refrescaba, me dio un terrible escalofrío, lo sentía como una ráfaga de invierno. Miré a Louis y este parecía no haber percibido el álgido viento corriendo por sus costados. –. ¿No sientes frío con sólo esa camiseta? –Insté. Vestía una camisa con un diseño algo particular de hace días, al parecer. Un pantalón desteñido y unas Vans color vino tinto. Aún así, lucía bien.
–No. ¿A dónde se supone qué vamos? –Inspecciono su entorno un tanto dudoso.
– ¿vamos? –Fruncí el seño.
– Sí, eso dije. Creo que debes ir a chequearte, Vaughn –Me dio una palmadita en la espalda, se llevo una mano a la frente y una mueca se asomo por su rostro. –. Hoy en día hay miles de enfermedades en el medio ambiente. Y a mí me dan asco las moscas.
Suelto una carcajada y no puedo evitar seguir molesta con él.
–Pues, yo me voy a comer, no sé a dónde te diriges tú, Tomlinson –Siento una punzada en mi estomago. Y no sabía distinguirlo entre hambre o un mal presentimiento. Estos días he estado con un terrible dolor de cabeza. Y no estoy con Andrés, eso sí.
Continuamos caminando por la vereda de concreto flanqueada por robles y pasto, varios dormían en él y otros hacían tareas de última hora. Podía oír varias voces conversando o simplemente, ronquidos. A través del rabillo de mi ojo, aprecie como hacia sufrir a Louis. El silencio es su punto débil, aun él sabiendo, que yo disfruto del silencio. Siempre cae.
–Me fui a un concierto de Artic Monkeys en Atlanta y luego –de casualidad-, me quedé en una fiesta de tres días seguidos. Fue fatal, ya no vuelvo a ir a Atlanta. Y menos a un concierto como aquel –Confesó con sutilice, con la mirada clava en una piedra y la tiró más lejos. No pensaba reprocharle nada como normalmente lo hago, aunque sí me volví hacía él, buscando algún rastro de culpabilidad, pero ni rastro de ello. A veces, envidiaba la facilidad qué tenía para decir las cosas como si hiciera una de sus cotidianas jugarretas. Aunque la moral de Louis parece haberse esfumado hacía mucho tiempo, no sé por qué me seguía sorprendiendo aquello. Sabía que había algo que me debía contar. Aunque no lo hizo.
× × × × × × × × × × × × × ×
-Entonces, ¿qué hacemos este fin de semana? –Preguntó Sam engulléndose un trozo de pollo a la plancha. –Sugiero que hagamos noche de chicas.
-Podría ser. Pero mi hermana viene a casa este fin de semana, y mis padres están organizando un almuerzo. -Comenté tratando de cortar la chuleta que estaba más dura que el cartón. Y estas son las desventajas de una escuela pública.
-¿Erika o Wanda? –Inquirió Tessa, mostrando un poco de interés.
-Erika.
-¿Qué tal la próxima semana?
-De acuerdo.- Todas mostramos la misma satisfacción, al unisonó. Una de las más emocionadas es Ale.
Plantearon alternativas sobre qué película alquilaríamos, si pediríamos pizza o comida china y cosas por el estilo. Comí en silencio y de vez en cuándo prestaba atención a sus recomendaciones.
Finalmente, cada una se fue a su respectiva clase. Solo faltaba una hora y era libre de las garras del instituto cercado con alambres de púas. Sí, como leyeron.
Pero lo más estresante venía ahora, debía ir a química, es decir, mi némesis personal.
× × × × × × × × × × × × × ×
Nunca fui fanática de las series policíacas, y aunque CSI: NY era una de las únicas que rara vez veía, mis gustos eran muy variados. Un tazón de popcorn era mi único acompañante en esta larga noche frente a la maratón de CSI: NY. Justo cuando el doctor Sheldon H. descubriría qué era esa sustancia gris y pegajosa adherida a la chaqueta del cadáver, sentí la garganta deshidratada y la lengua quejumbrosa por un vaso con agua. Me levanté y a zancadas avance hacia la escalera. Pero antes de bajar por ella, percibí cómo mi madre gimoteaba en la habitación adyacente a la mía y mi padre despotricaba cosas inaudibles, me acerque un poco más a la puerta y pude entender mejor sus bramidos o lamentos. Es muy confuso.
-¿En qué rayos estaba pensando, eh? -Esa era la voz rasgada de mi padre.
-No lo sé, Patrick. También trato de entenderlo.
-Y, ¿ahora qué? Si piensa que tendrá nuestra ayuda, está equivocada.
-Pero, es nuestra hija. –Le reprocha mi madre y supe que se referían a una de nosotras: Yo, Wanda o Erika.
-No, Gisella. Ella ya no es mi hija. Será todo menos mi hija, no se parece a la niña que yo crié e inculque valores. -Sentí mi corazón acelerarse, el dolor volvió más vigoroso que antes, los pasos de mi padre se hacían cada vez más próximos.
Retrocedí torpemente hasta sentir apoyo en la pared y deje caer un cuadro familiar sin darme cuenta. De repente, pude escuchar el crujido del pomo girar y la figura de los dos seguida de una luz intermitente me cegaba.
-Livie, cariño, deberías estar durmiendo. ¿Qué hacías aquí? ¿Acaso estuviste escuchando? -Empezó a interrogarme mi madre. Su voz quebrada, no podía alcanzar la mirada furiosa de mi padre.
-¿Qué importa si escuchaba o no? Al final, todos lo sabrán. ¿Para qué seguir ocultándolo? –Interrumpió mi padre antes poderles explicar que iba por un vaso de agua. Un simple vaso de agua.
-Patrick, no, por favor -Le suplico mi madre, mientras más lágrimas caían por sus mejillas y escapaba para no escuchar lo que diría.
-Gisella, acéptalo. Es mejor que se entere por nosotros que por boca de otro. Y así aprende del error de su querida hermana Erika para no ser igual de tonta que ella. -Reprochó mi padre, como si no notara el daño que hacía con sus palabras a mi progenitora.
-¿Qué pasó? ¿Está bien? Papá, por favor, dímelo –Se río irónicamente, eso me dio a entender que sí, estaba bien; pero no me liberaba de la intriga y terror que me palpitaba en el corazón. Sin contar del agobiante daño que apedreaba mi cabeza cada segundo.
-Está embarazada.
- Spoiler:
- Bueno, la verdad, a estas alturas... idk. XD Siento haberlas hecho esperar, es que las ideas e inspiración... no me llegaba -por ningún lado- y aunque este cap. surgió de la nada o, mejor dicho, de mi desesperación. A veces, soy un poco concienzuda, por momentos. Y pues nada me gustaba. aunque ahora un poquitín. Pero well, sé que mi sentido del humor es peor que nada. idc. :eaea: tenía muchas ganas de escribir en esta novela -por ello no quería pasar mi turno y tampoco escribir al final de la ronda. xdd- y si bien, esta feo-pasable, obvio que acepto criticas de todo, menos reproches, eso por mp. |?|
Sigue: Mafer'
Última edición por Parĸer. el Jue 10 Oct 2013, 7:47 pm, editado 1 vez
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