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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Adicts || N.C
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Re: Adicts || N.C
Claro me encantaría que me incluyerasAllizaesc escribió:Hola!! Fati ame el capi!! ya me pongo a escribir el mio!! besos las quero!! XD
pd: vane queres que te incluya en mi capi o ya tenés alguna otra idea sobre quien la encuentra en el baño... no se me avisas!! besos!!
::besos::
Vane
zayngirl.
Re: Adicts || N.C
¡Dios! Ambos capítulos estuvieron fantásticos *-*
Bony, tu capítulo estuvo hermoso. Zayn<3 La protegió<3
Y el otro capítulo, fue corto, pero me hizo llorar, diablos :c Elliot es tan tierno. Odio a Alice :C Pobre Emily u_u
Los vecinos nuevos, eh 1313 hdjakhdj
Síganla pronto :')
Bony, tu capítulo estuvo hermoso. Zayn<3 La protegió<3
Y el otro capítulo, fue corto, pero me hizo llorar, diablos :c Elliot es tan tierno. Odio a Alice :C Pobre Emily u_u
Los vecinos nuevos, eh 1313 hdjakhdj
Síganla pronto :')
Invitado
Invitado
Re: Adicts || N.C
Perdón perdón perdón en serio!!! pero es que estaba en examenes.... y entre estudiando y las visitas al hospital se me va el tiempo en serio perdón.... hoy tengo que salir temprano así que tratare de como a las 2:00 de costa rica subir el capi!!! en serio perdón!!! espero me entiendan pero hoy sin falta lo subo besos!!
I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
Kida
---------
Re: Adicts || N.C
Capítulo 10
This will be our secret
By: Allizaesc
Tomé un suspiro y miré nuevamente al gran espejo que se encontraba adornando la pared del baño. Apoyé nuevamente las manos en el lavamanos, tomé mi teléfono del bolso y marqué el número. Necesitaba escuchar su voz, solo eso me daría fuerzas para seguir adelante, solo su voz me ayudaría a seguir con esta farsa, solo ella podía formar una genuina sonrisa en mi rostro.
-Hola cariño- escuché su voz luego de tres tonos. Solo esas palabras hicieron que el fantasma de una sonrisa apareciera en mi rostro.
-Hola mamá. ¿Cómo estás?- intentaba que mi voz no se quebrara.
-Bien, ocupada con el trabajo, ¿sucede algo tesoro?- ahora su tono era preocupado.
-No mamá- hablé rápidamente, no quería preocuparla- estoy bien, solo extrañaba tu voz, te extrañaba a ti.
-Cariño, yo también te extraño, pero sabes que el trabajo me quita tiempo- sonaba culpable.
-Mamá- la interrumpí- lo sé, en serio, no te preocupes, tengo que cortar, ya sonó la campana para ir a clases, así que debo irme.- mentí
-Claro hija, no te atraso-
-Te amo mamá- esa era una de las únicas oraciones que podía decir sintiéndolo en serio, y olvidándome de toda la porquería que es mi vida.
-Yo también te amo cielo, cuídate- corté la llamada antes de que las lágrimas rogaran por salir de mis ojos, no me podía permitir llorar, no ahora.
Miré nuevamente mi teléfono y ya había pasado la primera clase, suspiré resignada y sabía que sería inútil intentar ir a clases ahora, el profesor me retaría y yo le respondería sarcásticamente provocando que todo el aula riera y que el profesor me mandara a detención o resignado nada más me pediría que me sentara, no me gustaba ser retada, pero mi imagen de fuerte y decidida, no permitiría que fuera humillada. Negué con la cabeza, retiré el seguro y tomé el pomo de la puerta, tomé una respiración profunda de nuevo, necesitaba volver a ser la Victoria que todos creían que era, al terminar el suspiro, un sollozo escapó de mi garganta, puse mi mano en mi boca para evitar el siguiente y apoyé mi frente contra la puerta, mi bolsa pesaba en mi antebrazo por lo que este cayo a mi lado, soltando el pomo de la puerta y envolviendo mis dedos alrededor de la correa antes de que el bolso cayera al suelo. Mi pulso aumentaba y mi sangre ardía, pidiendo, rogando y añorando el polvo blanquecino al cuál había estado tan acostumbrado en las vacaciones. Escuché un grito, como si estuvieran llamando a alguien, la voz resonó en mi cabeza y mis oídos se agudizaron, rápidas pisadas se escuchaban acercándose, me alejé de la puerta y me escondí en el cubículo más cercano lo más rápido que mi cuerpo me permitía en este momento. Cerré en el momento en el que escuché como la puerta se abría para ser golpeada fuertemente, cerré los ojos como reflejo al dolor que se provocó en mi cabeza y me apoyé de espaldas a la puerta colocando mis temblorosas manos en mis oídos. “Por favor para” le rogaba a mi cuerpo. Perdí mis fuerzas y caí de rodillas, las baldosas del baño se sentían frías contra la piel descubierta de mis rodillas.
Aumenté el apreté de mis manos hacia mis oídos y negué rápidamente con la cabeza, no quería, no podía, no me drogaría, al menos no en el colegio, seguí negando, sin saber muy bien a quien, a mi misma supongo, las lágrimas se deslizaban por mis mejillas, sintiéndome ajena a todo lo demás. Mis manos cayeron a mis lados mientras mi pulso disminuía al igual que el sonido que retumbaba en mi cabeza. Limpié las lágrimas que resbalaban por mis mejillas con el dorso de mi mano y me levante del suelo con las pocas fuerzas que me quedaban, el temblor permanecía pero no tan marcado como antes, este lo podría ocultar. Recordando que no estaba sola en el baño, tomé mi bolso y saqué mi maquillaje junto al espejo, mis pupilas se encontraban dilatadas, pero lo ignoré, removí el maquillaje corrido y delineé nuevamente mis ojos con la línea negra, me puse un poco de rubor para ocultar la palidez de mis mejillas y coloqué nuevamente brillo en mis labios. Me miré al espejo pequeño, esto era lo mejor que podría hacer. Guardé todo, limpié mis rodillas con la palma de mi mano y erguí mi espalda tomando la actitud confiada que todos conocían. Abrí la puerta esperándome encontrar con alguien afuera, pero no había nadie, miré a mi alrededor y no, nada.
Caminé hacia el lavabo y lavé mis manos, debió ser solo mi imaginación. Cerré la llave para que el agua dejara de caer encima de mis manos. Tomé una toalla del dispensador y quité las gotas de agua que se deslizaban por mis manos. Tiré la toalla al basurero e iba a salir cuando escuché un sollozo, me volví extrañada, y escuché el mismo sonido de nuevo, extrañada y asustada comencé a caminar hacia donde provenía el sonido. Coloqué un mechón de cabello detrás de mi oreja mientras el casi inexistente tacón de mis zapatillas resonaban contra el piso.
Escuché el sollozo nuevamente y una línea roja que se encontraba en el piso llamó mi atención. ¿Sangre? Enfoqué mejor mi vista y lo detallé, si era sangre. Mi mano derecha viajó rápidamente a mi boca, tratando de evitar el grito. Con delicadeza y miedo apoyé mi mano en la grisácea puerta del cubículo para comenzar a abrirla. Esta vez no pude contener el grito que se escapó de lo más profundo de mi garganta. Las lágrimas se acumularon en mis ojos. Vanessa, estaba tirada en el piso, pálida, débil. Líneas rojas marcaban su ya irritada piel, quería moverme pero no podía, mi cuerpo estaba paralizado, no se quería mover.
Golpes fuertes y rápidos comenzaron a sonar del otro lado de la puerta o contra ella, no estaba segura, mis ojos no se podían apartar de los de Vanessa, esos que estaba comenzando a cerrarse, y que al cabo de unos segundos, lo hicieron.Reaccioné asustada y escuché con más atención los golpes.
-Vanessa. Ábreme por favor- escuché detrás de la puerta, reaccionando comencé a mover mis pies rápidamente en dirección a la puerta, tropezando con el bolso que había caído de mis manos, peri increíblemente logré mantenerme de pie. Mis manos temblaban mientras luchaba por quitar el seguro, al hacerlo abrí la puerta, un muchacho moreno, ojos miel y cabello color azabache se encontraba mirándome con una expresión extrañada y preocupada.
-Vanessa-pronuncié intentando que las palabras salieran de manera al menos entendible de mi boca.
-¿Qué pasó con ella?- preguntó aún más preocupado.
-En el baño, ven- lo tomé del brazo y lo jalé como pude a través del baño hacia llegar al último cubículo, ahora con la puerta abierta. Su expresión era de asombro, seguro igual que la mía al haberla visto por primera vez.
Sin perder tiempo, cubrió sus brazos de nuevo con la manga de la sudadera de la chica y la tomó fácilmente en sus brazos. Antes de darme cuenta de lo que estaba pasando salió corriendo del lugar, ¿Adónde? no estoy segura. ¿Debería seguirlo? Si. Mis pies no querían moverse nuevamente, se encontraban anclados a la cerámica del baño. Todo lo que pasó hoy es simplemente demasiado, los dolores y ansiedad ya estaba acostumbrada, me había estado sucediendo todo el verano, pero esto, lo que acaba de ocurrir en el baño, todas esas cortadas, sabía que no eran solo de ahora.
Miré al cubículo que unos pocos minutos antes se encontraba ocupado ahora estaba vacío, con los pisos llenos de sangre. Evalué un momento la situación, ella ya era lo suficientemente burlada, no le ayudaría mucho si supieran lo que hace. El muchacho cubrió sus brazos por eso mismo, para evitar que la burlaran más de lo que ya lo hacen. Tomé papel y lo mojé muy poco y comencé a limpiar, tanto el piso como las paredes. Al estar limpio tomé el papel enrojecido y lo tiré al basurero, al ser el baño de mujeres no levantaría tantas sospechas. Lavé mis manos, tomé mi bolso del piso y salí del baño. No había nadie, todos deberían estar en clases. Tomé en dirección a la entrada principal, no me podía quedar aquí, me sería imposible ocultar mi preocupación por ella, y ahora, nadie lo puede saber, esto será un secreto entre Vanessa, el muchacho y yo, nadie más. Ella no merece sufrir más de lo que ya lo hace.
Encontré mi carro y entré en el. Con manos temblorosas inserté las llaves y arranqué el auto, saliendo del instituto, sabía que me regañaría por escapar del instituto, pero en este momento, no me importaba. Al llegar a mi casa, el ama de llaves me mira extrañada mientras se apartaba de la puerta para dejarme ingresar, le di una sonrisa y así lo hice. Subí rápidamente las escaleras y llegué a mi cuarto, cerrándolo al estar dentro. Mis manos estaban inquietas estaba en mi cuarto, sola. Miré el reloj y eran las 10:17a.m, muy temprano para todo lo que ha ocurrido hoy. Mi padre llega a las 3:30p.m y mi madre a las 9:45p.m. El efecto dura lo máximo sesenta minutos por lo que tenía tiempo de sobra. Dejándome llevar por la tentación de mi cuerpo alcancé mi escondite y saqué el sobre que contenía el polvo blanquecino. Lo alisté con manos ágiles, como muchas veces lo había hecho antes. Tomé la pajilla e inhalé, permitiendo que el polvo atravesara mi cavidad nasal. El efecto fue inmediato, y consiguió el resultado que necesitaba, me alejó de todos los problemas de mí alrededor, de la mañana y de mi vida de porquería. Me sentía como la persona que aparentaba ser, confiada, fuerte, sin tener que pretender, sin sentirme mal por ser así. Mi cuerpo entero se relajó a medida de que la droga avanzaba por mi organismo, para al final, caer en el suelo y cerrar mis ojos, aceptando el placentero alivio y olvidándome de todo.
-Hola cariño- escuché su voz luego de tres tonos. Solo esas palabras hicieron que el fantasma de una sonrisa apareciera en mi rostro.
-Hola mamá. ¿Cómo estás?- intentaba que mi voz no se quebrara.
-Bien, ocupada con el trabajo, ¿sucede algo tesoro?- ahora su tono era preocupado.
-No mamá- hablé rápidamente, no quería preocuparla- estoy bien, solo extrañaba tu voz, te extrañaba a ti.
-Cariño, yo también te extraño, pero sabes que el trabajo me quita tiempo- sonaba culpable.
-Mamá- la interrumpí- lo sé, en serio, no te preocupes, tengo que cortar, ya sonó la campana para ir a clases, así que debo irme.- mentí
-Claro hija, no te atraso-
-Te amo mamá- esa era una de las únicas oraciones que podía decir sintiéndolo en serio, y olvidándome de toda la porquería que es mi vida.
-Yo también te amo cielo, cuídate- corté la llamada antes de que las lágrimas rogaran por salir de mis ojos, no me podía permitir llorar, no ahora.
Miré nuevamente mi teléfono y ya había pasado la primera clase, suspiré resignada y sabía que sería inútil intentar ir a clases ahora, el profesor me retaría y yo le respondería sarcásticamente provocando que todo el aula riera y que el profesor me mandara a detención o resignado nada más me pediría que me sentara, no me gustaba ser retada, pero mi imagen de fuerte y decidida, no permitiría que fuera humillada. Negué con la cabeza, retiré el seguro y tomé el pomo de la puerta, tomé una respiración profunda de nuevo, necesitaba volver a ser la Victoria que todos creían que era, al terminar el suspiro, un sollozo escapó de mi garganta, puse mi mano en mi boca para evitar el siguiente y apoyé mi frente contra la puerta, mi bolsa pesaba en mi antebrazo por lo que este cayo a mi lado, soltando el pomo de la puerta y envolviendo mis dedos alrededor de la correa antes de que el bolso cayera al suelo. Mi pulso aumentaba y mi sangre ardía, pidiendo, rogando y añorando el polvo blanquecino al cuál había estado tan acostumbrado en las vacaciones. Escuché un grito, como si estuvieran llamando a alguien, la voz resonó en mi cabeza y mis oídos se agudizaron, rápidas pisadas se escuchaban acercándose, me alejé de la puerta y me escondí en el cubículo más cercano lo más rápido que mi cuerpo me permitía en este momento. Cerré en el momento en el que escuché como la puerta se abría para ser golpeada fuertemente, cerré los ojos como reflejo al dolor que se provocó en mi cabeza y me apoyé de espaldas a la puerta colocando mis temblorosas manos en mis oídos. “Por favor para” le rogaba a mi cuerpo. Perdí mis fuerzas y caí de rodillas, las baldosas del baño se sentían frías contra la piel descubierta de mis rodillas.
Aumenté el apreté de mis manos hacia mis oídos y negué rápidamente con la cabeza, no quería, no podía, no me drogaría, al menos no en el colegio, seguí negando, sin saber muy bien a quien, a mi misma supongo, las lágrimas se deslizaban por mis mejillas, sintiéndome ajena a todo lo demás. Mis manos cayeron a mis lados mientras mi pulso disminuía al igual que el sonido que retumbaba en mi cabeza. Limpié las lágrimas que resbalaban por mis mejillas con el dorso de mi mano y me levante del suelo con las pocas fuerzas que me quedaban, el temblor permanecía pero no tan marcado como antes, este lo podría ocultar. Recordando que no estaba sola en el baño, tomé mi bolso y saqué mi maquillaje junto al espejo, mis pupilas se encontraban dilatadas, pero lo ignoré, removí el maquillaje corrido y delineé nuevamente mis ojos con la línea negra, me puse un poco de rubor para ocultar la palidez de mis mejillas y coloqué nuevamente brillo en mis labios. Me miré al espejo pequeño, esto era lo mejor que podría hacer. Guardé todo, limpié mis rodillas con la palma de mi mano y erguí mi espalda tomando la actitud confiada que todos conocían. Abrí la puerta esperándome encontrar con alguien afuera, pero no había nadie, miré a mi alrededor y no, nada.
Caminé hacia el lavabo y lavé mis manos, debió ser solo mi imaginación. Cerré la llave para que el agua dejara de caer encima de mis manos. Tomé una toalla del dispensador y quité las gotas de agua que se deslizaban por mis manos. Tiré la toalla al basurero e iba a salir cuando escuché un sollozo, me volví extrañada, y escuché el mismo sonido de nuevo, extrañada y asustada comencé a caminar hacia donde provenía el sonido. Coloqué un mechón de cabello detrás de mi oreja mientras el casi inexistente tacón de mis zapatillas resonaban contra el piso.
Escuché el sollozo nuevamente y una línea roja que se encontraba en el piso llamó mi atención. ¿Sangre? Enfoqué mejor mi vista y lo detallé, si era sangre. Mi mano derecha viajó rápidamente a mi boca, tratando de evitar el grito. Con delicadeza y miedo apoyé mi mano en la grisácea puerta del cubículo para comenzar a abrirla. Esta vez no pude contener el grito que se escapó de lo más profundo de mi garganta. Las lágrimas se acumularon en mis ojos. Vanessa, estaba tirada en el piso, pálida, débil. Líneas rojas marcaban su ya irritada piel, quería moverme pero no podía, mi cuerpo estaba paralizado, no se quería mover.
Golpes fuertes y rápidos comenzaron a sonar del otro lado de la puerta o contra ella, no estaba segura, mis ojos no se podían apartar de los de Vanessa, esos que estaba comenzando a cerrarse, y que al cabo de unos segundos, lo hicieron.Reaccioné asustada y escuché con más atención los golpes.
-Vanessa. Ábreme por favor- escuché detrás de la puerta, reaccionando comencé a mover mis pies rápidamente en dirección a la puerta, tropezando con el bolso que había caído de mis manos, peri increíblemente logré mantenerme de pie. Mis manos temblaban mientras luchaba por quitar el seguro, al hacerlo abrí la puerta, un muchacho moreno, ojos miel y cabello color azabache se encontraba mirándome con una expresión extrañada y preocupada.
-Vanessa-pronuncié intentando que las palabras salieran de manera al menos entendible de mi boca.
-¿Qué pasó con ella?- preguntó aún más preocupado.
-En el baño, ven- lo tomé del brazo y lo jalé como pude a través del baño hacia llegar al último cubículo, ahora con la puerta abierta. Su expresión era de asombro, seguro igual que la mía al haberla visto por primera vez.
Sin perder tiempo, cubrió sus brazos de nuevo con la manga de la sudadera de la chica y la tomó fácilmente en sus brazos. Antes de darme cuenta de lo que estaba pasando salió corriendo del lugar, ¿Adónde? no estoy segura. ¿Debería seguirlo? Si. Mis pies no querían moverse nuevamente, se encontraban anclados a la cerámica del baño. Todo lo que pasó hoy es simplemente demasiado, los dolores y ansiedad ya estaba acostumbrada, me había estado sucediendo todo el verano, pero esto, lo que acaba de ocurrir en el baño, todas esas cortadas, sabía que no eran solo de ahora.
Miré al cubículo que unos pocos minutos antes se encontraba ocupado ahora estaba vacío, con los pisos llenos de sangre. Evalué un momento la situación, ella ya era lo suficientemente burlada, no le ayudaría mucho si supieran lo que hace. El muchacho cubrió sus brazos por eso mismo, para evitar que la burlaran más de lo que ya lo hacen. Tomé papel y lo mojé muy poco y comencé a limpiar, tanto el piso como las paredes. Al estar limpio tomé el papel enrojecido y lo tiré al basurero, al ser el baño de mujeres no levantaría tantas sospechas. Lavé mis manos, tomé mi bolso del piso y salí del baño. No había nadie, todos deberían estar en clases. Tomé en dirección a la entrada principal, no me podía quedar aquí, me sería imposible ocultar mi preocupación por ella, y ahora, nadie lo puede saber, esto será un secreto entre Vanessa, el muchacho y yo, nadie más. Ella no merece sufrir más de lo que ya lo hace.
Encontré mi carro y entré en el. Con manos temblorosas inserté las llaves y arranqué el auto, saliendo del instituto, sabía que me regañaría por escapar del instituto, pero en este momento, no me importaba. Al llegar a mi casa, el ama de llaves me mira extrañada mientras se apartaba de la puerta para dejarme ingresar, le di una sonrisa y así lo hice. Subí rápidamente las escaleras y llegué a mi cuarto, cerrándolo al estar dentro. Mis manos estaban inquietas estaba en mi cuarto, sola. Miré el reloj y eran las 10:17a.m, muy temprano para todo lo que ha ocurrido hoy. Mi padre llega a las 3:30p.m y mi madre a las 9:45p.m. El efecto dura lo máximo sesenta minutos por lo que tenía tiempo de sobra. Dejándome llevar por la tentación de mi cuerpo alcancé mi escondite y saqué el sobre que contenía el polvo blanquecino. Lo alisté con manos ágiles, como muchas veces lo había hecho antes. Tomé la pajilla e inhalé, permitiendo que el polvo atravesara mi cavidad nasal. El efecto fue inmediato, y consiguió el resultado que necesitaba, me alejó de todos los problemas de mí alrededor, de la mañana y de mi vida de porquería. Me sentía como la persona que aparentaba ser, confiada, fuerte, sin tener que pretender, sin sentirme mal por ser así. Mi cuerpo entero se relajó a medida de que la droga avanzaba por mi organismo, para al final, caer en el suelo y cerrar mis ojos, aceptando el placentero alivio y olvidándome de todo.
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El vestido se ajustaba a mi cuerpo. Era de un color azul oscuro, se amarraba alrededor del cuello y tenía media espalda descubierta con unas pequeñas brillantinas en la parte baja, el vestido era unos ocho dedos arriba de mi rodilla, muy corto para mi gusto pero era el vestido que mi padre había escogido. El vestido que quería que usara esta noche en la fiesta de su compañía, una compañía que había levantado mi madre pero el reclamaba como suya. Terminé mi maquillaje y solté la prensa de mi cabello para dejar que sus ondas cayeran por mis hombros. Luego de esta tarde mi padre me había despertado de mi ensueño con los golpes en la puerta, más moretones y rasguños estaban en mis brazos, por lo que me veía obligada a usar un pequeño abrigo negro, de largo hasta mi cintura pero cubría mis brazos enteros.Terminé de arreglarme y bajé, mi padre ya se encontraba en la limosina, esperando por mí. Tomé otro suspiro y me erguí para comenzar a caminar hacia el carro.
Las fiestas eran las mismas de siempre, hombres y mujeres presumiendo su dinero y en el caso de mi padre a su “perfecta” hija, al menos por fuera. La mayoría de la noche una sonrisa falsa de posó en mis labios, mientras estrechaba la mano de múltiples empresarios.
-Señor Tomlinson- saludó mi padre mientras estrechaba la mano de otro empresario supongo.
-Señor Doyle- le devolvió el saludo.
-Le presento a mi bella hija Victoria- asentí con la cabeza. De un momento a otro un muchacho con traje llegó al lado del señor Tomlinson.
-Este es mi hijo, William- su tez era morena, cabello castaño, al igual que su padre. A simple vista su piel era tersa, nariz respingada, labios finos. Esbozó una sonrisa y sus labios delinearon unos perfectos y alineados dientes blancos. Levanté mi mirada y mis ojos se encontraron con los suyos, unos hermosos ojos turquesa llamaron mi atención. Tenían un brillo especial en ellos.
Tomó mi mano y se inclinó para depositar un beso en el dorso de esta, sin perder el contacto visual. Se irguió y con nuestras manos todavía juntas depositó otro beso en mi mejilla.
-Dime Louis, por favor- asentí sin poder hablar y sentí como mis mejillas tomaban un color carmesí y una sonrisa genuina adornaba mis labios.
Las fiestas eran las mismas de siempre, hombres y mujeres presumiendo su dinero y en el caso de mi padre a su “perfecta” hija, al menos por fuera. La mayoría de la noche una sonrisa falsa de posó en mis labios, mientras estrechaba la mano de múltiples empresarios.
-Señor Tomlinson- saludó mi padre mientras estrechaba la mano de otro empresario supongo.
-Señor Doyle- le devolvió el saludo.
-Le presento a mi bella hija Victoria- asentí con la cabeza. De un momento a otro un muchacho con traje llegó al lado del señor Tomlinson.
-Este es mi hijo, William- su tez era morena, cabello castaño, al igual que su padre. A simple vista su piel era tersa, nariz respingada, labios finos. Esbozó una sonrisa y sus labios delinearon unos perfectos y alineados dientes blancos. Levanté mi mirada y mis ojos se encontraron con los suyos, unos hermosos ojos turquesa llamaron mi atención. Tenían un brillo especial en ellos.
Tomó mi mano y se inclinó para depositar un beso en el dorso de esta, sin perder el contacto visual. Se irguió y con nuestras manos todavía juntas depositó otro beso en mi mejilla.
-Dime Louis, por favor- asentí sin poder hablar y sentí como mis mejillas tomaban un color carmesí y una sonrisa genuina adornaba mis labios.
>>Sigue: Mitsy Crawford
- Hola!! XD:
- Hola chicas!!! espero les haya gustado el capi!!Perdón por tardar tanto pero estaba en examenes, además tengo una amiga que está en el hospital y tenía que ir a visitarla!! Traté de hacérselos largo, Vane espero que te haya gustado!! espero que la sigan pronto!! las quiero mucho cuídense y besos!!
Última edición por Allizaesc el Vie 04 Oct 2013, 4:38 pm, editado 2 veces
I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
Kida
---------
Re: Adicts || N.C
Dios me ha encantado!!
Enserio, me gusto mucho la forma en que desceñiste la falta de droga, ¿Como haces para escribir tan hermoso...
OMG! Hasta Yome asuste cuando me metiste en el CAP! Awww Zayn es un divino, LO AMO
OMG! OMG! Se han conocido con Tommo
Dios todo se pone cada vez mas interesante...
Síganla plisss!
::BESOS::
Vane
Enserio, me gusto mucho la forma en que desceñiste la falta de droga, ¿Como haces para escribir tan hermoso...
OMG! Hasta Yome asuste cuando me metiste en el CAP! Awww Zayn es un divino, LO AMO
OMG! OMG! Se han conocido con Tommo
Dios todo se pone cada vez mas interesante...
Síganla plisss!
::BESOS::
Vane
zayngirl.
Re: Adicts || N.C
Gracias vane en serio!! estoy muy feliz de que te haya gustado!! besos para vos también!! cuidate!!.:.Vane~Love.:. escribió:Dios me ha encantado!!
Enserio, me gusto mucho la forma en que desceñiste la falta de droga, ¿Como haces para escribir tan hermoso...
OMG! Hasta Yome asuste cuando me metiste en el CAP! Awww Zayn es un divino, LO AMO
OMG! OMG! Se han conocido con Tommo
Dios todo se pone cada vez mas interesante...
Síganla plisss!
::BESOS::
Vane
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Re: Adicts || N.C
Capitulo 11
¿Rompecorazones?
Elizabeth Daniela.
Caminaba como un fantasma entre los pasillos, nadie parecía advertir mi presencia, por el rabillo del ojo pude notar como un grupo de chicos y chicas carcajeaba con fuerza ¿se reían de mí? Cuestionaba al tiempo que negaba en respuesta, ni siquiera me conocían como para burlarse de mí, me estaba volviendo paranoica; por el otro lado estaba un grupo que me conocía, no del todo pero, en algún punto yo había estado con ellos, había tenido amigas y amigos que había dejado atrás. Cuando comencé a dejar de comer dejé de salir a cenar con ellos, no iba al cine por temor a que notaran cuanto peso no había perdido, como si ellos contaran las calorías que consumía y no yo. Ahora era un fantasma, dudaba que pudiesen verme, aunque notaba la pena en sus miradas, sabía lo que pensaban “Pobre Elizabeth ¿Qué le habrá sucedido? Era tan normal, reía mucho y parecía no tener ningún problema, ¿Por qué ahora será tan callada, tan reservada?” Los había empujado a todos fuera de mi mundo, luego me había culpado durante semanas por eso, mas sin embargo jamás me plantee el hecho de volver con ellos, recuperar la amistad, tenía miedo, de ser rechazada, de que notaran lo que me sucedía y me obligaran a comer, o peor aún, de que le contaran a mis padres y ellos me obligaran a comer, o peor aún, que me internaran en alguna clínica de rehabilitación, eso sería, por mucho, lo peor que me pudiese suceder, había leído sobre esos lugares, tenías que comer tres veces al día, te hacían subir de peso como animal en engorda y luego te dejaban libre, ni en mis peores pesadillas comería todo lo que ahí daban. De ninguna manera volvería a ser aquella chica gorda de la que todos se reían, prefería mil veces ser la chica cuyos muslos no se tocaban cuando juntaba los pies, cuyo vientre no estaba abultado, cuyas costillas resaltaban al igual que los huesos de la cadera. Me gustaba ser así y no lo dejaría por nada del mundo.
Aceleré el paso esquivando sus miradas de lastima, no las necesitaba ahora.
-Elizabeth buenos días- dijo la psicóloga escolar mientras me miraba en el pasillo e igualaba su paso al mío.
-Hola- salude sin ánimos de hablar, pero mostrando una sonrisa falsa.
-¿Vas a la cafetería? Es la hora del almuerzo- dijo resaltando lo obvio.
-Sí, voy hacia allá- mentí, realmente mi plan original era evitar olímpicamente la cafetería para salir a fumar un cigarrillo y así evadir mi estómago el cual rugía como un león. Grrrrr. No sabía si solo yo lo escuchaba o todos lo hacían, por lo cual intente olvidar que existía, el hambre no existía, solo era un juego mental, me repetía eso siempre quetenía hambre, creía tener hambre.
-Perfecto, también voy hacia allá- comentó con su positivismo que me hacía querer vomitar todo lo que no tenía en el estómago.
Seguimos con nuestro camino sin decir nada más, en un examen médico el año pasado la señorita Watters había estado presente al momento de pesarme, miró mi peso y se alarmó, según ella estaba muy por debajo de mi peso, casi desnutrida, resaltó exasperada, ese día me obligó a comer una enorme cantidad de golosinas y cosas horrorosas, me mantuvo hablando por horas por lo cual no pude vomitar nada, lloré toda la noche, y el resto de la semana me ejercité hasta que me sentí limpia de nuevo, tras asegurarme de que ninguna porción, por más mínima que fuese, de esa comida chatarra quedaba en mi interior.
Bueno, desde ese día la señorita Watters se había empeñado en acosarme a la hora del almuerzo, siempre que me encontraba en los pasillos, sospechaba de mi desorden alimenticio, pero hasta no tener pruebas concretas no podía decirme nada ni citarme a sesiones semanales para hablar de lo que ella seguramente consideraba mis problemas con la comida.
Al entrar en la cafetería noté todo un mundo que odiaba, siempre intentaba evitarlo por el olor a comida en el aire, mi estómago rugió con más fuerza,pidiendo comida a gritos, pidiendo a gritos que saliera de aquí, quería comida, no quería comida, necesitaba comida, no necesitaba comida. Pero sabía que si daba media vuelta ahora la señorita Watters me perseguiría por todo el pasillo, y no estaba de humor para llamar la atención, me formé en la fila con ella tras de mí, tomó un plato, yo no, y sé que notó eso, pero no tomaría un plato si no comería nada, aun así caminé viendo lo que había de almuerzo. Patatas fritas, muy grasosas, se adherirán a tus caderas, nuggets de pollo, asquerosos, así se verán en tu abdomen, ensalada, no la necesitas, estas bien sin comer. A medida que veía algo sentía como mi boca se hacía agua y mi estómago rugía, estaba tomando vida, y si no salía terminaría cediendo, lo cual no podía suceder, mi mente gritaba que no los necesitaba y era verdad, no necesitaba comer para sobrevivir, de vez en cuando, una barra de granola (80) solo para guardar las apariencias en casa a la hora de cenar, cuando me dignaba a sentarme una hora con mi familia en la mesa del comedor, todos hablaban emocionados sobre su día, tan emocionados que no notaban la escases de comida que ingería.
-¿Qué comerás?- preguntó sacándome de mis pensamientos, me miraba curiosa, sabía que moría por meterme un puñado de patatas fritas en la boca, pero por ética profesional no lo hacía.
Miré de nuevo las bandejas y arrugue levemente la nariz esperando que no lo notara, tomé un tazón con fruta y pagué por él, la bandeja de la señora Watters estaba llena, como para una semana, o bueno, eso desde mi punto de vista. Me miró con media sonrisa melancólica, pero había un destallo de orgullo, se sentía bien de al menos hacer que tomara aquel tazón de comida, le dediqué media sonrisa carente de alegría.
-Bueno, fue un placer verla señorita Watters, pero debo irme- dije al tiempo que hacía ademan de alejarme.
-Elizabeth…- escuché una voz emocionada que me llamaba, al girar la mirada vi al rubio con una bandeja más que llena, como para alimentar a todo el equipo de football del instituto. Se acercó a mí y de soslayo vi como la señorita Watters sonreía porque alguien, además de ella, me hablara, lamentablemente yo no sentía lo mismo, me gustaba estar sola, sin nadie que pudiese notar lo imperfecta que era.
-Hola Niall- saludé recordando su nombre, no es como si conociera a muchas personas para no recordarlo.
-¿Solo eso almorzarás?- cuestionó sorprendido al ver mi único tazón de fruta, que, en comparación con lo que él tenía, era una miseria, y ni siquiera así lo comería.
-Si- respondí con un encogimiento de hombros, el rio e hizo lo mismo.
-Anda vamos- dijo tomando mi muñeca y llevándome hasta una mesa desocupada, lo seguí sin saber por qué, no es que mi pasatiempo preferido fuese ser sociable, pero con él no me resultaba difícil conversar, aunque solo fuesen un par de palabras insignificantes. Al sentarnos el comenzó a comer, notaba la alegría que la comida le daba cuando a mí solo me provocaba nauseas.
-Comienzo a creer que eso podría ser demasiada comida para ti- dije con una ceja enarcada.
-Posiblemente, ¿te gustaría ayudarme?- cuestionó poniendo un pequeño plato con patatas fritas frente a mí, el cual regresé instintivamente.
-No gracias, así estoy bien- dije negándome a ver si quiera el contenido del plato, sabía que si lo veía comería una.
-Al menos una, insisto- dijo devolviendo el plato, lo miré y negué con la cabeza pero negó haciéndome saber que debía comer una.
-¿Por qué?- cuestioné con el ceño levemente fruncido.
-Por qué me preocupa que un solo tazón de fruta no sea suficiente- dijo con un encogimiento de hombros. ¿Él se preocupaba? Y ni siquiera me conocía.
-¿Por qué te preocupa? No deberías preocuparte por alguien que ni siquiera conoces- dije un tanto a la defensiva, no estaba acostumbrada a que nadie mostrara ni la más mínima preocupación, y cuando eso sucedía la leona que dormía en mi interior salía al ataque.
-Me preocupa por el simple hecho de que eres una persona y necesitas alimento para sobrevivir- dijo perplejo ante mi exaltación, dejé el tazón a un lado y negué con la cabeza.
-No deberías hacer esto- dije hundida en mis pensamientos intentando acallar mi voz interior que gritaba que él me tenía lastima, así como todos los demás.
-¿Él que?- cuestionó incrédulo.
-El preocuparte por mí, no necesito que lo hagas, tampoco quiero que seas el caballero que cree que soy una damisela en peligro, porque no lo soy- aclaré con voz firme pero intentando mantenerla a un volumen que solo él y yo escuchásemos.
-Ser un caballero es de genética, lamentablemente para ti no puedo cambiar eso y si me preocupo es solo porque quiero llegar a conocerte…- lo corté cuando reí con amargura.
-¿Conocerme? ¿Para qué?- cuestioné con una fuerte punzada en mi pecho, si me conociera solo se decepcionaría de mí, como todos lo habían hecho.
-Para ser amigos, poder salir, yo que sé, lo que se supone los jóvenes hagan normalmente- dijo mirándome con un tanto de impaciencia por mi cambio de humor y actitud.
-No quieres salir conmigo- aseguré mientras negaba con la cabeza, ni siquiera yo querría salir conmigo si tuviese la opción.
-Si quiero- respondió instantáneamente intentando hacerme entender -¿Por qué no lo crees?- cuestionó con curiosidad.
-Porque rompería tu corazón- aseguré, y yo no quería que eso sucediera.
Niall rio y negó con la cabeza –No lo harías- aseguró intentando convencerme.
-Olvídalo, lo haré si insistes en acercarte a mí- dije decidida al tiempo que me ponía de pie y hacía mi camino fuera de la cafetería, aun sin planearlo había conseguido saltarme el almuerzo, supongo que cuando las cosas están destinadas a suceder simplemente suceden, no estaba en mi destino que comiera, por eso se presentó él, la breve discusión y salí victoriosa.
Effy: 1- Comida: 0.
Caminaba como un fantasma entre los pasillos, nadie parecía advertir mi presencia, por el rabillo del ojo pude notar como un grupo de chicos y chicas carcajeaba con fuerza ¿se reían de mí? Cuestionaba al tiempo que negaba en respuesta, ni siquiera me conocían como para burlarse de mí, me estaba volviendo paranoica; por el otro lado estaba un grupo que me conocía, no del todo pero, en algún punto yo había estado con ellos, había tenido amigas y amigos que había dejado atrás. Cuando comencé a dejar de comer dejé de salir a cenar con ellos, no iba al cine por temor a que notaran cuanto peso no había perdido, como si ellos contaran las calorías que consumía y no yo. Ahora era un fantasma, dudaba que pudiesen verme, aunque notaba la pena en sus miradas, sabía lo que pensaban “Pobre Elizabeth ¿Qué le habrá sucedido? Era tan normal, reía mucho y parecía no tener ningún problema, ¿Por qué ahora será tan callada, tan reservada?” Los había empujado a todos fuera de mi mundo, luego me había culpado durante semanas por eso, mas sin embargo jamás me plantee el hecho de volver con ellos, recuperar la amistad, tenía miedo, de ser rechazada, de que notaran lo que me sucedía y me obligaran a comer, o peor aún, de que le contaran a mis padres y ellos me obligaran a comer, o peor aún, que me internaran en alguna clínica de rehabilitación, eso sería, por mucho, lo peor que me pudiese suceder, había leído sobre esos lugares, tenías que comer tres veces al día, te hacían subir de peso como animal en engorda y luego te dejaban libre, ni en mis peores pesadillas comería todo lo que ahí daban. De ninguna manera volvería a ser aquella chica gorda de la que todos se reían, prefería mil veces ser la chica cuyos muslos no se tocaban cuando juntaba los pies, cuyo vientre no estaba abultado, cuyas costillas resaltaban al igual que los huesos de la cadera. Me gustaba ser así y no lo dejaría por nada del mundo.
Aceleré el paso esquivando sus miradas de lastima, no las necesitaba ahora.
-Elizabeth buenos días- dijo la psicóloga escolar mientras me miraba en el pasillo e igualaba su paso al mío.
-Hola- salude sin ánimos de hablar, pero mostrando una sonrisa falsa.
-¿Vas a la cafetería? Es la hora del almuerzo- dijo resaltando lo obvio.
-Sí, voy hacia allá- mentí, realmente mi plan original era evitar olímpicamente la cafetería para salir a fumar un cigarrillo y así evadir mi estómago el cual rugía como un león. Grrrrr. No sabía si solo yo lo escuchaba o todos lo hacían, por lo cual intente olvidar que existía, el hambre no existía, solo era un juego mental, me repetía eso siempre que
-Perfecto, también voy hacia allá- comentó con su positivismo que me hacía querer vomitar todo lo que no tenía en el estómago.
Seguimos con nuestro camino sin decir nada más, en un examen médico el año pasado la señorita Watters había estado presente al momento de pesarme, miró mi peso y se alarmó, según ella estaba muy por debajo de mi peso, casi desnutrida, resaltó exasperada, ese día me obligó a comer una enorme cantidad de golosinas y cosas horrorosas, me mantuvo hablando por horas por lo cual no pude vomitar nada, lloré toda la noche, y el resto de la semana me ejercité hasta que me sentí limpia de nuevo, tras asegurarme de que ninguna porción, por más mínima que fuese, de esa comida chatarra quedaba en mi interior.
Bueno, desde ese día la señorita Watters se había empeñado en acosarme a la hora del almuerzo, siempre que me encontraba en los pasillos, sospechaba de mi desorden alimenticio, pero hasta no tener pruebas concretas no podía decirme nada ni citarme a sesiones semanales para hablar de lo que ella seguramente consideraba mis problemas con la comida.
Al entrar en la cafetería noté todo un mundo que odiaba, siempre intentaba evitarlo por el olor a comida en el aire, mi estómago rugió con más fuerza,
-¿Qué comerás?- preguntó sacándome de mis pensamientos, me miraba curiosa, sabía que moría por meterme un puñado de patatas fritas en la boca, pero por ética profesional no lo hacía.
Miré de nuevo las bandejas y arrugue levemente la nariz esperando que no lo notara, tomé un tazón con fruta y pagué por él, la bandeja de la señora Watters estaba llena, como para una semana, o bueno, eso desde mi punto de vista. Me miró con media sonrisa melancólica, pero había un destallo de orgullo, se sentía bien de al menos hacer que tomara aquel tazón de comida, le dediqué media sonrisa carente de alegría.
-Bueno, fue un placer verla señorita Watters, pero debo irme- dije al tiempo que hacía ademan de alejarme.
-Elizabeth…- escuché una voz emocionada que me llamaba, al girar la mirada vi al rubio con una bandeja más que llena, como para alimentar a todo el equipo de football del instituto. Se acercó a mí y de soslayo vi como la señorita Watters sonreía porque alguien, además de ella, me hablara, lamentablemente yo no sentía lo mismo, me gustaba estar sola, sin nadie que pudiese notar lo imperfecta que era.
-Hola Niall- saludé recordando su nombre, no es como si conociera a muchas personas para no recordarlo.
-¿Solo eso almorzarás?- cuestionó sorprendido al ver mi único tazón de fruta, que, en comparación con lo que él tenía, era una miseria, y ni siquiera así lo comería.
-Si- respondí con un encogimiento de hombros, el rio e hizo lo mismo.
-Anda vamos- dijo tomando mi muñeca y llevándome hasta una mesa desocupada, lo seguí sin saber por qué, no es que mi pasatiempo preferido fuese ser sociable, pero con él no me resultaba difícil conversar, aunque solo fuesen un par de palabras insignificantes. Al sentarnos el comenzó a comer, notaba la alegría que la comida le daba cuando a mí solo me provocaba nauseas.
-Comienzo a creer que eso podría ser demasiada comida para ti- dije con una ceja enarcada.
-Posiblemente, ¿te gustaría ayudarme?- cuestionó poniendo un pequeño plato con patatas fritas frente a mí, el cual regresé instintivamente.
-No gracias, así estoy bien- dije negándome a ver si quiera el contenido del plato, sabía que si lo veía comería una.
-Al menos una, insisto- dijo devolviendo el plato, lo miré y negué con la cabeza pero negó haciéndome saber que debía comer una.
-¿Por qué?- cuestioné con el ceño levemente fruncido.
-Por qué me preocupa que un solo tazón de fruta no sea suficiente- dijo con un encogimiento de hombros. ¿Él se preocupaba? Y ni siquiera me conocía.
-¿Por qué te preocupa? No deberías preocuparte por alguien que ni siquiera conoces- dije un tanto a la defensiva, no estaba acostumbrada a que nadie mostrara ni la más mínima preocupación, y cuando eso sucedía la leona que dormía en mi interior salía al ataque.
-Me preocupa por el simple hecho de que eres una persona y necesitas alimento para sobrevivir- dijo perplejo ante mi exaltación, dejé el tazón a un lado y negué con la cabeza.
-No deberías hacer esto- dije hundida en mis pensamientos intentando acallar mi voz interior que gritaba que él me tenía lastima, así como todos los demás.
-¿Él que?- cuestionó incrédulo.
-El preocuparte por mí, no necesito que lo hagas, tampoco quiero que seas el caballero que cree que soy una damisela en peligro, porque no lo soy- aclaré con voz firme pero intentando mantenerla a un volumen que solo él y yo escuchásemos.
-Ser un caballero es de genética, lamentablemente para ti no puedo cambiar eso y si me preocupo es solo porque quiero llegar a conocerte…- lo corté cuando reí con amargura.
-¿Conocerme? ¿Para qué?- cuestioné con una fuerte punzada en mi pecho, si me conociera solo se decepcionaría de mí, como todos lo habían hecho.
-Para ser amigos, poder salir, yo que sé, lo que se supone los jóvenes hagan normalmente- dijo mirándome con un tanto de impaciencia por mi cambio de humor y actitud.
-No quieres salir conmigo- aseguré mientras negaba con la cabeza, ni siquiera yo querría salir conmigo si tuviese la opción.
-Si quiero- respondió instantáneamente intentando hacerme entender -¿Por qué no lo crees?- cuestionó con curiosidad.
-Porque rompería tu corazón- aseguré, y yo no quería que eso sucediera.
Niall rio y negó con la cabeza –No lo harías- aseguró intentando convencerme.
-Olvídalo, lo haré si insistes en acercarte a mí- dije decidida al tiempo que me ponía de pie y hacía mi camino fuera de la cafetería, aun sin planearlo había conseguido saltarme el almuerzo, supongo que cuando las cosas están destinadas a suceder simplemente suceden, no estaba en mi destino que comiera, por eso se presentó él, la breve discusión y salí victoriosa.
Effy: 1- Comida: 0.
- Ñeñeñe:
- Bueno lindas aquí esta mi capítulo, espero que les guste. Si no les gusta diganme que si, pero si les gusta será muy asdfghjk y así. Ahora las dejo ñ.ñ es el turno de Britt c:
iColorOfTheWind
Re: Adicts || N.C
Hola!! ame tu capi!! en serio!!! que lindo nialler!!
pd: brit espero que la sigas pronto besos!!
pd: brit espero que la sigas pronto besos!!
I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
Kida
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Re: Adicts || N.C
Effy me encanto tu cap muy buena redacción que tienes me encanta como escribes y Niall es muy linda que tierno siempre un caballero me encanto tu cap enserio no se como le pueden decir feo a un cap asi de sensualon. Espero tu cap Britt
Besos
Besos
Karou.
Re: Adicts || N.C
Hola!! nueva lectora!! me llamo carolina, pero diganme caro o lina!! amo en serio su novela!! la amo!! y espero que la sigan pronto!! besos!!
Invitado
Invitado
Re: Adicts || N.C
Me ha encnatado el cap!!! Niall es un divino, jajaja todo comelon, estuvo preciosos el cap enserioMe ha encnatado el cap!!! Niall es un divino, jajaja todo comelon, estuvo preciosos el cap enserio. Bienvenida a nueva lectora. Gracias por leerla. Espero la sigas Brit Me ha encnatado el cap!!! Niall es un divino, jajaja todo comelon, estuvo preciosos el cap enserioMe ha encnatado el cap!!! Niall es un divino, jajaja todo comelon, estuvo preciosos el cap enserio. Bienvenida a nueva lectora. Gracias por leerla. Espero la sigas Brit. BESOS -Vane
zayngirl.
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