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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
Capitulo 24
Nicholas encontró a ______ en el salón, quitando el polvo a una de las mesas; estaba tan absorta en sus cavilaciones que no le oyó entrar en la estancia. Nicholas se preguntó si estaría pensando en él. Se preguntó si todavía estaba furiosa. Se preguntó si le pondría el otro ojo morado si la obligaba a volverse y la besaba de nuevo.
Optó por toser para llamar su atención. Ella se volvió y pareció más sorprendida de lo normal al verle allí.
Su pregunta indicó por qué:
―¿Todavía estás vivo?
Nicholas lo meditó por un momento.
―¿Expirar por un ojo morado? No, no creo haber oído semej¬ante cosa.
―No me refería a lo que te he hecho yo ―murmuró ella―. Y no tienes el ojo «morao».
―Aún no― la corrigió alegremente, haciendo que le mirara con ceño fruncido. Soltó una risita―. Muy bien, me rindo. Habla, muchacha. ¿Por qué esperabas mi fallecimiento?
―Por la visita que has tenido ―dijo casi en un susurro, dado su nerviosismo―. Me he escondido en la cocina hasta que por fin se ha ido. Me llevé un susto de muerte. Parecía capaz de cortarte el cuello sin pestañear. No hay muchos hombres que sean tan crueles, pero tenía ese aspecto, si entiendes lo que quiero decir. Y estaba furioso contigo.
Nicholas se echó a reír. _____ volvió a fruncir el ceño.
―¿Qué te parece tan gracioso, eh? ―inquirió, indignada.
―Estás hablando de mi padre, querida.
―Seguro ―se burló ella―. Vaya trola. No se te parecía en « na»
―No, no se me parece, pero es mi padre. Orlando Malory, vizconde de Ryding, cuarto de los Malory mayores, ex libertino, ex pir..., no, no importa, pero ahora es un marido fiel y padre de cuatro hijos, con uno más en camino.
Finalmente _____ le creyó, e incluso se compadeció de él.
―Pobrecito. No me gustaría tener un padre tan aterrador.
Nicholas sonrió.
―No lo es, de veras, bueno, por lo menos cuando uno llega a conocerle.
Ella se encogió de hombros.
―Bueno, evidentemente no te ha descuartizado como creía que iba a «haser», lo que es una pena, si quieres que te lo diga.
Aquellas palabras demostraban claramente que volvía a estar enfadada. Nicholas carraspeó.
―Tenemos que hablar, _____.
―No.
―¿Aún no sabes que debes complacer a tu patrón en todo momento?
―No cuando mi patrón es un macho caliente que sólo está interesado en meterse debajo de mis faldas.
―¡Al diablo! Tienes que reprimir esa franqueza tuya, debes hacerlo.
―¿Por qué?
―Porque...
Se interrumpió bruscamente. Ella tenía razón. Era una de las cosas que hacían que fuese única y no quería que cambiara en ese aspecto. Además, ahora deseaba que se mostrara franca con él, y no lo conseguiría si empezaba a responder con evasivas como la mayo¬ría de las mujeres tendían a hacer cuando se les formulaba pregun¬tas directas. Y tenía intención de hacerle algunas.
―¿Así que tienes hermanos y hermanas? ―inquirió _____.
Las esperanzas de Nicholas renacieron. _____ no había aguarda¬do a que él contestara su pregunta, y su curiosidad era una excelen¬te señal de que estaba más interesada en él de lo que fingía estar.
―Hermanos gemelos y una hermana, de hecho ―le respon¬dió―. Todos ellos muy jóvenes aún.
―¿Por qué no vinieron a tu cena? ¿Ni tampoco tu padre?
―Estaban visitando a mi tío Johnny en el campo. Es el cabeza de familia y no viene a la ciudad muy a menudo. De modo que si que¬remos verle, tenemos que ir a la finca familiar en Haverston. Pero de todas formas no se permite a los niños asistir a las reuniones de los adultos.
―¿Ni siquiera cuando todos los invitados son de la familia?―preguntó ella.
Nicholas sonrió.
―Ya lo hemos intentado. Ahora hay muchos niños en mi fami¬lia. Cuando se juntan todos, parece un campo de batalla.
_____ soltó una risita.
―Yo también he « estao» en algunos.
―¿De veras? ¿Había muchos niños en tu banda de inadaptados?
―Casi todos niños, y huérfanos como yo. Dagger nos daba techo y comida y nos enseñaba a arreglárnoslas.
―Te refieres a robar.
―Eso también.
―Era vuestro líder elegido, me imagino. ¿Fue el mismo que te echó?
Ella asintió bruscamente y se volvió para ponerse a quitar el polvo con furia. Al parecer Nicholas había tocado un tema delicado. Probablemente su expulsión de la banda era demasiado reciente como para que quisiera hablar de ello. Nicholas se sorprendió de que hubiera contado tanto cuando antes se había negado a comentar nada al respecto.
―Siéntate, _____ –sugirió amablemente―. Hay algunas cosas más que quisiera preguntarte. Será mejor que te pongas cómoda.
Le indicó el sofá. Ella lo miró por un momento y sacudió la cabeza.
―No sería apropiado, ¿a que no? Siéntate tú. Yo estoy bien aquí.
―Lo que voy a preguntarte es bastante... personal. De verdad, sentarte será lo más apropiado.
―¿Para sentarte a mi lado y volver a probar tus trucos? Ahora te vigilo, amigo. Deberías rendirte.
―Ni lo sueñes, cariño.
Nicholas no lo hizo adrede, pero su mirada se volvió tan sensual que _____ se sobresaltó y apartó los ojos enseguida. Incluso empezó a abanicarse la cara con el plumero, inconscientemente Cuando se dio cuenta de lo que hacía, emitió algo parecido a un gemido.
Y Nicholas se enfrentó a un dilema. ¿Debía aprovechar el hecho de que acababa de excitarla, o proseguir con su plan de conocerla mejor? Aunque sus instintos le dictaban lo contrario, se vio obligado a elegir la segunda opción. Sencillamente quería algo más de ella que una gratificación inmediata. Y temía que, aunque _____ sucumbiera por completo a sus encantos, más adelante podía considerar que él se había aprovechado de la situación y entonces se enfurecería tanto que dejaría su empleo y se marcharía
Al cabo de un momento _____ dijo con voz jadeante:
―Me sentaré. Pero tú te sentarás en otro sitio, ¿eh?
Nicholas sonrió. Progresos, progresos indudables. Pero cuando fue a sentarse en el sofá, lo hizo en el extremo más alejado de él. Suspiró y fue a instalarse en el otro sofá situado delante de ella.
―No será muy largo, ¿verdad? ―preguntó ____, pareciendo un tanto molesta ahora que había cedido―Tengo más trabajo que hacer.
―Podría llevar algún tiempo, pero probablemente no será así. Y no te preocupes por tu trabajo cuando yo te entretenga. Si no lo terminas hoy, yo asumiré la culpa.
―¿Qué quieres saber, pues?
―Empecemos por tu edad.
―Creía que ya te lo había dicho.
―¿Dijiste quince años?
―En realidad diez. Simplemente soy alta para mi edad.
Jeremy se echó a reír. Al ver que ella no compartía su humor, intentó dominarse enseguida y preguntó:
―¿A qué edad te quedaste huérfana? ¿A los dos o tres años?
―Supongo que a los cuatro o cinco, o puede que tuviera seis.
―¿De modo que tienes unos veinte años? ¿Incluso quizá veintiuno?
_____ asintió con brusquedad. Seguía sin relajarse y Nicholas no sabía cómo solucionarlo, porque era él quien la ponía nerviosa. Había confiado en que se sincerara y olvidara que preferiría encontrarse en cualquier otro lado en lugar de estar manteniendo una conversación con él.
Probó un enfoque distinto.
―¿Fue Dagger quien te enseñó a robar?
―Fue Lucy. Fue ella quien me encontró y me llevó con ella. ¿Lo has pillado?
El empleo de aquel último verbo le recordó a Nicholas que tenía intención de ayudarla con su vocabulario.
―No queda bien eso de «lo pillas».
―¿Eh?
―Es más educado decir, «¿lo entiendes?». Es más…
Ella le interrumpió, indignada:
―Ya sé que no hablo lo bastante bien como para ser criada en una casa elegante como ésta. La señora Robertson intenta ayudarme, pero se distrae fácilmente y pasa a cualquier otro tema.
―Yo te enseñaré.
Por algún motivo, ese comentario hizo que frunciera el ceño.
―¿Qué me enseñarás?
Nicholas no pudo evitar reírse ante su excesivo recelo.
―Lo que quieras, querida, pero me refería a tu modo de hablar. Puede corregirse, ¿sabes? Yo también tuve que corregirme. ¿No te sorprende? Oh, comprendo, no me crees.
―¿Y como hablabas, pues? ―preguntó ella en tono burlón― ¿Como yo?
―No exactamente. ―Sonrió―. Pero casi.
_____ soltó un bufido. Aparentemente, seguía sin creerle.
―¿Entonces te robaron siendo un bebé? ¿Te criaste entre ladrones?
―Me crié en una taberna del puerto, _____, y si vuelves a soplar vendré y te aprisionaré la nariz. Fue allí donde mi madre trabajó muchos años y donde me quedé cuando murió. Soy un bastardo, ¿sabes? ―agregó alegremente.
―No estás bromeando, ¿« verdá»?
―En absoluto. Y no te comas las «d» al final de las palabras, querida
Ella se sonrojó, pero sólo un poco.
―Cuándo te llevó tu padre con él?
―Yo tenía dieciséis años cuando me encontró, o mejor dicho cuando yo le encontré. El no conocía mi existencia.
―¿Cómo supiste quién era, entonces?
―Porque mi madre estaba tan prendada de él que le mencionaba por lo menos una vez todos los días y le describía tan bien que le reconocí nada más verle. Desde luego, le dejé atónito cuando le dije que era su hijo.
―¿Y te creyó?
Nicholas soltó una risita.
―Bueno, hubo unos instantes de duda, en realidad de seria duda, no de que estuviera emparentado con él, sino de que fuera hijo suyo. Sabía que éramos allegados, no podía pasarle por alto cuando me parecía tanto a su hermano Tony. Pero cuando le hablé de mí madre, se acordó de ella y del tiempo que había vivido con ella.
―¿Estás diciendo que no te convertiste en un ricachón hasta que tenías dieciséis años? ―preguntó, incrédula.
―Eso es.
―Pero actúas como un perfecto señorito.
Él se echó a reír.
―Aprendí bien, querida. Todo lo cual demuestra mi teoría ¿no crees?
―¿Que puedo aprender a hablar como tú?
―Exactamente.
―Antes lo hacía ―confesó _____.
―¿Hacías qué?
_____ se echó a reír. Era un sonido tan delicioso, que Nicholas contuvo la respiración. Ella disipó enseguida su incertidumbre al añadir:
―Hablar como tú.
―¿De veras?
―A veces lo hago de forma natural, pero la mayoría de las veces tengo que pensarlo antes, y cuando estoy nerviosa o enfadada, me olvido incluso de intentarlo. He pasado tanto tiempo desde que ha¬blaba como es debido que ahora no me sale de modo espontáneo.
―Claro, eres una anciana.
Ella sonrió pero no dijo más, lo cual espoleó su curiosidad.
―¿De modo que no naciste en los bajos fondos?
_____ se encogió de hombros.
―No sé dónde nací. Perdí la memoria cuando era pequeña. Lucy me encontró, como ya he dicho, y me llevó a su casa. Ella no tendría más de doce años. Me cuesta recordar aquella época tan le¬jana, pero sí recuerdo que me dijo que hablaba demasiado bien, que no encajaría a menos que hablara como ella, de modo que le puso remedio..., seguramente como has estado haciendo tú―apostilló, sonriendo.
―¿Dónde estabas cuando ella te encontró?
―En un callejón.
―¿No recuerdas cómo llegaste allí?
―Claro que sí. La señorita Jane me llevó allí. Pero murió, el mismo día que Lucy me encontró.
―¿Quién era la señorita Jane? ¿Tu madre?
―Dijo que no lo era, que era una niñera. Estuvo conmigo des¬pués de la sangre. Creo que ella me salvó.
Jeremy se inclinó abruptamente y exclamó:
―¡Santo Dios! ¿Qué sangre?
_____ frunció el ceño.
―Esa parte de lo ocurrido no está clara, y no recuerdo « na», de antes. Recibí un buen tajo en la parte de atrás de la cabeza. Lucy dijo que era lo bastante profundo como para dejar una cicatriz. Nunca me la he visto.
―¿De modo que no conservas ningún recuerdo de tus padres?
―Ninguno. Pero tengo sueños. Uno es bonito, de una señora hermosa. Es tan hermosa y va tan bien vestida, que parece un ángel. Se lo conté a Lucy, y supuso que era un ángel, que soñaba que había muerto y el ángel venía a buscarme.
―¿Se parecía a ti, ese ángel?
_____ parpadeó.
―¿Cómo lo sabes? Nunca se lo he dicho a Lucy. Pero la señora se me parecía un poco, por lo menos su cara. Y tenía el pelo de un rubio casi blanco, pero muy bien peinado. Pero no era vieja en absoluto.
―Seguramente es tu madre, ______.
Ella soltó un bufido.
―Sí, seguro. Vestía demasiado bien para serlo. Probablemente me imagino lo que deseo. Ella es lo que yo quiero ser.
Nicholas lo meditó y tuvo que admitir:
―Es posible. ―Sonrió―. Y no es un objetivo poco razonable. Me pregunto qué aspecto tendrías vestida de seda y con el pelo recogido en un peinado elegante... Bueno, no importa. Puedo imaginármelo, y me tendrías arrastrándome por el suelo besándote los pies y prometiéndote la luna.
Ella se echó a reír. Él volvió a contener la respiración. Los ojos violeta de _____ chispeaban cuando reía. Todo su rostro cambiaba, se iluminaba, haciéndola aún más bella de lo que ya era, cosa que Nicholas no había creído que fuera posible.
―También a mí esta idea me sorprende. Así pues, ¿por qué te ríes? ―inquirió con fingida seriedad.
―Porque cuando haces el bobo, eres bobo de verdad, amigo. Conque besarme los pies, ¿eh? ¿Tendré que quitarme las botas primero?
Nicholas parpadeó y le miró los pies.
―Todavía llevas botas, maldita sea. ¿Se olvidó la señora Robert¬son de esa parte de tu nuevo vestuario? Deberías usar unas zapatillas cómodas, querida. Al fin y al cabo, tu trabajo requiere que estés de pie la mayor parte del día. Aunque, pensándolo bien, preferiría que te pasaras todo el día tumbada. ¿Quieres cambiar de trabajo?
―Ni hablar.
_____ volvió a resoplar. Él arqueó una ceja.
―¿Ni siquiera tienes curiosidad por saber en qué consiste el otro empleo?
―Ser unos de los «chicos» durante quince años me permitió saber cómo pensáis los hombres. ―Se levantó muy tiesa al decirlo y añadió cuando abandonaba la sala―: Piénsalo bien, amigo, antes de volver a insultarme.
―Espera. Yo no...
Nicholas se rindió. Ya se había ido. Diablos, ¿cómo había podido meter la pata tan deprisa? Hacía sólo un momento que la había echo reír.
Suspiró, y una sonrisa se dibujó lentamente en sus labios. Su conv-ersación había concluido con una nota agria, era cierto, pero aun así había realizado grandes progresos. Había conseguido que se rela¬jara un poco con él y la había hecho reír. El siguiente paso sería bro¬mear, lanzarle pullas, más risas. Entonces podría atreverse a robarle algún que otro beso justificado... Bueno, quizá debería esperar a que se le curaran los cardenales. A fin de cuentas, era una mujer que pro¬pinaba puñetazos en lugar de cachetes.
Nicholas encontró a ______ en el salón, quitando el polvo a una de las mesas; estaba tan absorta en sus cavilaciones que no le oyó entrar en la estancia. Nicholas se preguntó si estaría pensando en él. Se preguntó si todavía estaba furiosa. Se preguntó si le pondría el otro ojo morado si la obligaba a volverse y la besaba de nuevo.
Optó por toser para llamar su atención. Ella se volvió y pareció más sorprendida de lo normal al verle allí.
Su pregunta indicó por qué:
―¿Todavía estás vivo?
Nicholas lo meditó por un momento.
―¿Expirar por un ojo morado? No, no creo haber oído semej¬ante cosa.
―No me refería a lo que te he hecho yo ―murmuró ella―. Y no tienes el ojo «morao».
―Aún no― la corrigió alegremente, haciendo que le mirara con ceño fruncido. Soltó una risita―. Muy bien, me rindo. Habla, muchacha. ¿Por qué esperabas mi fallecimiento?
―Por la visita que has tenido ―dijo casi en un susurro, dado su nerviosismo―. Me he escondido en la cocina hasta que por fin se ha ido. Me llevé un susto de muerte. Parecía capaz de cortarte el cuello sin pestañear. No hay muchos hombres que sean tan crueles, pero tenía ese aspecto, si entiendes lo que quiero decir. Y estaba furioso contigo.
Nicholas se echó a reír. _____ volvió a fruncir el ceño.
―¿Qué te parece tan gracioso, eh? ―inquirió, indignada.
―Estás hablando de mi padre, querida.
―Seguro ―se burló ella―. Vaya trola. No se te parecía en « na»
―No, no se me parece, pero es mi padre. Orlando Malory, vizconde de Ryding, cuarto de los Malory mayores, ex libertino, ex pir..., no, no importa, pero ahora es un marido fiel y padre de cuatro hijos, con uno más en camino.
Finalmente _____ le creyó, e incluso se compadeció de él.
―Pobrecito. No me gustaría tener un padre tan aterrador.
Nicholas sonrió.
―No lo es, de veras, bueno, por lo menos cuando uno llega a conocerle.
Ella se encogió de hombros.
―Bueno, evidentemente no te ha descuartizado como creía que iba a «haser», lo que es una pena, si quieres que te lo diga.
Aquellas palabras demostraban claramente que volvía a estar enfadada. Nicholas carraspeó.
―Tenemos que hablar, _____.
―No.
―¿Aún no sabes que debes complacer a tu patrón en todo momento?
―No cuando mi patrón es un macho caliente que sólo está interesado en meterse debajo de mis faldas.
―¡Al diablo! Tienes que reprimir esa franqueza tuya, debes hacerlo.
―¿Por qué?
―Porque...
Se interrumpió bruscamente. Ella tenía razón. Era una de las cosas que hacían que fuese única y no quería que cambiara en ese aspecto. Además, ahora deseaba que se mostrara franca con él, y no lo conseguiría si empezaba a responder con evasivas como la mayo¬ría de las mujeres tendían a hacer cuando se les formulaba pregun¬tas directas. Y tenía intención de hacerle algunas.
―¿Así que tienes hermanos y hermanas? ―inquirió _____.
Las esperanzas de Nicholas renacieron. _____ no había aguarda¬do a que él contestara su pregunta, y su curiosidad era una excelen¬te señal de que estaba más interesada en él de lo que fingía estar.
―Hermanos gemelos y una hermana, de hecho ―le respon¬dió―. Todos ellos muy jóvenes aún.
―¿Por qué no vinieron a tu cena? ¿Ni tampoco tu padre?
―Estaban visitando a mi tío Johnny en el campo. Es el cabeza de familia y no viene a la ciudad muy a menudo. De modo que si que¬remos verle, tenemos que ir a la finca familiar en Haverston. Pero de todas formas no se permite a los niños asistir a las reuniones de los adultos.
―¿Ni siquiera cuando todos los invitados son de la familia?―preguntó ella.
Nicholas sonrió.
―Ya lo hemos intentado. Ahora hay muchos niños en mi fami¬lia. Cuando se juntan todos, parece un campo de batalla.
_____ soltó una risita.
―Yo también he « estao» en algunos.
―¿De veras? ¿Había muchos niños en tu banda de inadaptados?
―Casi todos niños, y huérfanos como yo. Dagger nos daba techo y comida y nos enseñaba a arreglárnoslas.
―Te refieres a robar.
―Eso también.
―Era vuestro líder elegido, me imagino. ¿Fue el mismo que te echó?
Ella asintió bruscamente y se volvió para ponerse a quitar el polvo con furia. Al parecer Nicholas había tocado un tema delicado. Probablemente su expulsión de la banda era demasiado reciente como para que quisiera hablar de ello. Nicholas se sorprendió de que hubiera contado tanto cuando antes se había negado a comentar nada al respecto.
―Siéntate, _____ –sugirió amablemente―. Hay algunas cosas más que quisiera preguntarte. Será mejor que te pongas cómoda.
Le indicó el sofá. Ella lo miró por un momento y sacudió la cabeza.
―No sería apropiado, ¿a que no? Siéntate tú. Yo estoy bien aquí.
―Lo que voy a preguntarte es bastante... personal. De verdad, sentarte será lo más apropiado.
―¿Para sentarte a mi lado y volver a probar tus trucos? Ahora te vigilo, amigo. Deberías rendirte.
―Ni lo sueñes, cariño.
Nicholas no lo hizo adrede, pero su mirada se volvió tan sensual que _____ se sobresaltó y apartó los ojos enseguida. Incluso empezó a abanicarse la cara con el plumero, inconscientemente Cuando se dio cuenta de lo que hacía, emitió algo parecido a un gemido.
Y Nicholas se enfrentó a un dilema. ¿Debía aprovechar el hecho de que acababa de excitarla, o proseguir con su plan de conocerla mejor? Aunque sus instintos le dictaban lo contrario, se vio obligado a elegir la segunda opción. Sencillamente quería algo más de ella que una gratificación inmediata. Y temía que, aunque _____ sucumbiera por completo a sus encantos, más adelante podía considerar que él se había aprovechado de la situación y entonces se enfurecería tanto que dejaría su empleo y se marcharía
Al cabo de un momento _____ dijo con voz jadeante:
―Me sentaré. Pero tú te sentarás en otro sitio, ¿eh?
Nicholas sonrió. Progresos, progresos indudables. Pero cuando fue a sentarse en el sofá, lo hizo en el extremo más alejado de él. Suspiró y fue a instalarse en el otro sofá situado delante de ella.
―No será muy largo, ¿verdad? ―preguntó ____, pareciendo un tanto molesta ahora que había cedido―Tengo más trabajo que hacer.
―Podría llevar algún tiempo, pero probablemente no será así. Y no te preocupes por tu trabajo cuando yo te entretenga. Si no lo terminas hoy, yo asumiré la culpa.
―¿Qué quieres saber, pues?
―Empecemos por tu edad.
―Creía que ya te lo había dicho.
―¿Dijiste quince años?
―En realidad diez. Simplemente soy alta para mi edad.
Jeremy se echó a reír. Al ver que ella no compartía su humor, intentó dominarse enseguida y preguntó:
―¿A qué edad te quedaste huérfana? ¿A los dos o tres años?
―Supongo que a los cuatro o cinco, o puede que tuviera seis.
―¿De modo que tienes unos veinte años? ¿Incluso quizá veintiuno?
_____ asintió con brusquedad. Seguía sin relajarse y Nicholas no sabía cómo solucionarlo, porque era él quien la ponía nerviosa. Había confiado en que se sincerara y olvidara que preferiría encontrarse en cualquier otro lado en lugar de estar manteniendo una conversación con él.
Probó un enfoque distinto.
―¿Fue Dagger quien te enseñó a robar?
―Fue Lucy. Fue ella quien me encontró y me llevó con ella. ¿Lo has pillado?
El empleo de aquel último verbo le recordó a Nicholas que tenía intención de ayudarla con su vocabulario.
―No queda bien eso de «lo pillas».
―¿Eh?
―Es más educado decir, «¿lo entiendes?». Es más…
Ella le interrumpió, indignada:
―Ya sé que no hablo lo bastante bien como para ser criada en una casa elegante como ésta. La señora Robertson intenta ayudarme, pero se distrae fácilmente y pasa a cualquier otro tema.
―Yo te enseñaré.
Por algún motivo, ese comentario hizo que frunciera el ceño.
―¿Qué me enseñarás?
Nicholas no pudo evitar reírse ante su excesivo recelo.
―Lo que quieras, querida, pero me refería a tu modo de hablar. Puede corregirse, ¿sabes? Yo también tuve que corregirme. ¿No te sorprende? Oh, comprendo, no me crees.
―¿Y como hablabas, pues? ―preguntó ella en tono burlón― ¿Como yo?
―No exactamente. ―Sonrió―. Pero casi.
_____ soltó un bufido. Aparentemente, seguía sin creerle.
―¿Entonces te robaron siendo un bebé? ¿Te criaste entre ladrones?
―Me crié en una taberna del puerto, _____, y si vuelves a soplar vendré y te aprisionaré la nariz. Fue allí donde mi madre trabajó muchos años y donde me quedé cuando murió. Soy un bastardo, ¿sabes? ―agregó alegremente.
―No estás bromeando, ¿« verdá»?
―En absoluto. Y no te comas las «d» al final de las palabras, querida
Ella se sonrojó, pero sólo un poco.
―Cuándo te llevó tu padre con él?
―Yo tenía dieciséis años cuando me encontró, o mejor dicho cuando yo le encontré. El no conocía mi existencia.
―¿Cómo supiste quién era, entonces?
―Porque mi madre estaba tan prendada de él que le mencionaba por lo menos una vez todos los días y le describía tan bien que le reconocí nada más verle. Desde luego, le dejé atónito cuando le dije que era su hijo.
―¿Y te creyó?
Nicholas soltó una risita.
―Bueno, hubo unos instantes de duda, en realidad de seria duda, no de que estuviera emparentado con él, sino de que fuera hijo suyo. Sabía que éramos allegados, no podía pasarle por alto cuando me parecía tanto a su hermano Tony. Pero cuando le hablé de mí madre, se acordó de ella y del tiempo que había vivido con ella.
―¿Estás diciendo que no te convertiste en un ricachón hasta que tenías dieciséis años? ―preguntó, incrédula.
―Eso es.
―Pero actúas como un perfecto señorito.
Él se echó a reír.
―Aprendí bien, querida. Todo lo cual demuestra mi teoría ¿no crees?
―¿Que puedo aprender a hablar como tú?
―Exactamente.
―Antes lo hacía ―confesó _____.
―¿Hacías qué?
_____ se echó a reír. Era un sonido tan delicioso, que Nicholas contuvo la respiración. Ella disipó enseguida su incertidumbre al añadir:
―Hablar como tú.
―¿De veras?
―A veces lo hago de forma natural, pero la mayoría de las veces tengo que pensarlo antes, y cuando estoy nerviosa o enfadada, me olvido incluso de intentarlo. He pasado tanto tiempo desde que ha¬blaba como es debido que ahora no me sale de modo espontáneo.
―Claro, eres una anciana.
Ella sonrió pero no dijo más, lo cual espoleó su curiosidad.
―¿De modo que no naciste en los bajos fondos?
_____ se encogió de hombros.
―No sé dónde nací. Perdí la memoria cuando era pequeña. Lucy me encontró, como ya he dicho, y me llevó a su casa. Ella no tendría más de doce años. Me cuesta recordar aquella época tan le¬jana, pero sí recuerdo que me dijo que hablaba demasiado bien, que no encajaría a menos que hablara como ella, de modo que le puso remedio..., seguramente como has estado haciendo tú―apostilló, sonriendo.
―¿Dónde estabas cuando ella te encontró?
―En un callejón.
―¿No recuerdas cómo llegaste allí?
―Claro que sí. La señorita Jane me llevó allí. Pero murió, el mismo día que Lucy me encontró.
―¿Quién era la señorita Jane? ¿Tu madre?
―Dijo que no lo era, que era una niñera. Estuvo conmigo des¬pués de la sangre. Creo que ella me salvó.
Jeremy se inclinó abruptamente y exclamó:
―¡Santo Dios! ¿Qué sangre?
_____ frunció el ceño.
―Esa parte de lo ocurrido no está clara, y no recuerdo « na», de antes. Recibí un buen tajo en la parte de atrás de la cabeza. Lucy dijo que era lo bastante profundo como para dejar una cicatriz. Nunca me la he visto.
―¿De modo que no conservas ningún recuerdo de tus padres?
―Ninguno. Pero tengo sueños. Uno es bonito, de una señora hermosa. Es tan hermosa y va tan bien vestida, que parece un ángel. Se lo conté a Lucy, y supuso que era un ángel, que soñaba que había muerto y el ángel venía a buscarme.
―¿Se parecía a ti, ese ángel?
_____ parpadeó.
―¿Cómo lo sabes? Nunca se lo he dicho a Lucy. Pero la señora se me parecía un poco, por lo menos su cara. Y tenía el pelo de un rubio casi blanco, pero muy bien peinado. Pero no era vieja en absoluto.
―Seguramente es tu madre, ______.
Ella soltó un bufido.
―Sí, seguro. Vestía demasiado bien para serlo. Probablemente me imagino lo que deseo. Ella es lo que yo quiero ser.
Nicholas lo meditó y tuvo que admitir:
―Es posible. ―Sonrió―. Y no es un objetivo poco razonable. Me pregunto qué aspecto tendrías vestida de seda y con el pelo recogido en un peinado elegante... Bueno, no importa. Puedo imaginármelo, y me tendrías arrastrándome por el suelo besándote los pies y prometiéndote la luna.
Ella se echó a reír. Él volvió a contener la respiración. Los ojos violeta de _____ chispeaban cuando reía. Todo su rostro cambiaba, se iluminaba, haciéndola aún más bella de lo que ya era, cosa que Nicholas no había creído que fuera posible.
―También a mí esta idea me sorprende. Así pues, ¿por qué te ríes? ―inquirió con fingida seriedad.
―Porque cuando haces el bobo, eres bobo de verdad, amigo. Conque besarme los pies, ¿eh? ¿Tendré que quitarme las botas primero?
Nicholas parpadeó y le miró los pies.
―Todavía llevas botas, maldita sea. ¿Se olvidó la señora Robert¬son de esa parte de tu nuevo vestuario? Deberías usar unas zapatillas cómodas, querida. Al fin y al cabo, tu trabajo requiere que estés de pie la mayor parte del día. Aunque, pensándolo bien, preferiría que te pasaras todo el día tumbada. ¿Quieres cambiar de trabajo?
―Ni hablar.
_____ volvió a resoplar. Él arqueó una ceja.
―¿Ni siquiera tienes curiosidad por saber en qué consiste el otro empleo?
―Ser unos de los «chicos» durante quince años me permitió saber cómo pensáis los hombres. ―Se levantó muy tiesa al decirlo y añadió cuando abandonaba la sala―: Piénsalo bien, amigo, antes de volver a insultarme.
―Espera. Yo no...
Nicholas se rindió. Ya se había ido. Diablos, ¿cómo había podido meter la pata tan deprisa? Hacía sólo un momento que la había echo reír.
Suspiró, y una sonrisa se dibujó lentamente en sus labios. Su conv-ersación había concluido con una nota agria, era cierto, pero aun así había realizado grandes progresos. Había conseguido que se rela¬jara un poco con él y la había hecho reír. El siguiente paso sería bro¬mear, lanzarle pullas, más risas. Entonces podría atreverse a robarle algún que otro beso justificado... Bueno, quizá debería esperar a que se le curaran los cardenales. A fin de cuentas, era una mujer que pro¬pinaba puñetazos en lugar de cachetes.
gabiberroteran
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
:P me hace mucha gracia cuando nick corrije a la rayis
Invitado
Invitado
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
Capitulo 25
―¡Lucy! ―exclamó _____, asombrada, cuando llegó a la puerta después de que le anunciaran que tenía visita.
Se echó al cuello de Lucy y le dio un fuerte abrazo, pero una ojeada a la expresión de su amiga le hizo preguntar:
―¿Qué pasa?
―Vamos a dar un paseo, ¿eh? No me siento a gusto en un lugar como éste.
_____ comprendió. Lucy no sólo era una prostituta, sino que además vestía como tal y estaba muy fuera de lugar en aquel vecindario. Se sorprendió de que Lucy hubiera llegado hasta allí sin que nadie hubiera tratado de abordarla.
―Vamos al parque ―sugirió ______, cogiendo a su amiga por el brazo y conduciéndola al otro lado de la calle―. ¿Cómo has podido llegar hasta aquí?
Lucy sonrió.
―En un coche de punto. El cochero ha «quedao» tan contento conmigo, que se ha ofrecido «pa» traerme aquí. De hecho – se volvió para lanzar un beso al cochero, que aguardaba en la misma calle―, me esperará y me llevará a casa.
―No esperaba tener visita tan pronto. Apenas hace una semana que me marché.
_____ había empleado algunas de las monedas que la señora Robertson le había dado en contratar a un deshollinador para que llevara a Lucy su nueva dirección. La señora Appleton se la había escrito, y el muchacho se había mostrado encantado de cumplir el encargo, puesto que en verano no tenía tanto trabajo como durante e1 invierno.
―¿Sabes?, me alegro mucho de verte ―dijo _____ cuando se sentaron en un banco, de cara a la calle.
―Me preocupaba que no encontrases trabajo pronto, con la de dificultades que tenías antes cuando lo buscabas. Pero parece que has «encontrao» un buen empleo. Mírate. Apenas te reconozco con esa ropa tan elegante. Y me he quedado « pasmá» cuando el cochero me ha indicado esa casa. ¿Te gusta estar aquí? ¡Claro, cómo no iba a gustarte!
―Cuesta trabajo acostumbrarse, pero todos son muy amables y atentos. Incluso me están enseñando a hablar mejor.
―Ya me he « fijao» , pero no hablas mejor. Antes hablabas tan bien que daba gusto oírte.
_____ soltó una risita.
―No, no es cierto. Tú siempre me pellizcabas cada vez que me equivocaba.
―Nunca te pellizqué fuerte, pero no quería que te echaran por que desentonabas. Aunque, para serte franca, siempre pensé que no estarías mucho tiempo con nosotros, que tu familia te encontraría, que te llevarían lejos.
―¿Pensabas eso de verdad?
_____ había esperado lo mismo. Durante muchos años, había llorado hasta dormirse por unos padres a los que ni siquiera recordaba. Pero cuando se hizo lo bastante mayor para reflexionar con cierta lógica, llegó a la conclusión de que no tenía más familia que Lucy y la banda de los chicos. Si hubiera tenido a alguien, aunque fuese un pariente lejano, ¿acaso la señorita Jane no lo habría mencionado y no habría tratado de ponerse en contacto con él?
Pero al pensar que de todos modos la habrían echado de la banda al cabo de unos pocos años, las dos se pusieron más serias.
―Era el momento de que te fueses, _____, y mira qué bien ha ido.
―Ya lo sé, pero os echo mucho de menos.
―Puedes visitarnos de vez en cuando. Restriégale por las narices a Dagger lo bien que te va por tu cuenta. Hablando de sus narices, se las han roto.
_____ parpadeó.
―Bueno, le está bien empleado. Ahora mismo no le compadezco en absoluto. Pero no habrás venido hasta aquí sólo para decirme eso.
―En realidad sí ―repuso Lucy, incomodada―. Yo no estaba allí cuando ocurrió, por lo que no he podido ver al hombre que lo hizo, pero dio una buena «palisa» a Dagger «pa» que le dijera adónde has ido.
―¿Yo?
―Sí. Claro que Dagger no ha podido decirle lo que no sabía. El chico que me trajo tu «diresión» me encontró en la calle, o sea que Dagger no sabía que yo la tenía.
―Pero ese hombre ¿me buscaba a mí?
Lucy asintió.
―No ha dicho ningún nombre, ni por qué te buscaba. Pero ha « asustao» a Dagger, y ya sabes que Dagger no se asusta fácilmente. Y eso me espanta a mí también, porque si ha hecho daño a Dagger sólo «pa» encontrarte, significa que seguramente quiere hacerte daño a ti también. Y ahora Dagger lo sabe.
―¿Qué?
―Que eres una mujer. Ese hombre te llamó «la chica del pelo rubio casi blanco».
____ se estremeció.
―¿Se enfadó mucho Dagger?
―Estaba «demasiao» ocupado llevándonos a otro sitio «pa» que ese tipo no nos encuentre otra vez, y curándose la nariz y otros moratones. Era difícil saber si estaba enfadado por lo que ha pasado o por tu engaño.
―¿Crees que es alguien al que yo le he robado?
―No se me ocurre ninguna otra razón. Pero tú siempre has tenido cuidado de que no te viesen.
―Ya lo sé, pero...
_____ se interrumpió, porque de pronto se le ocurrió de quién podía tratarse.
―¿Qué?
―Ese lord al que robé aquella noche. Su criado me miró detenidamente. Y aunque conseguí huir de allí, al día siguiente se enteró de que había sido yo el ladrón cuando echaron en falta las joyas del lord. Resulta que ese lord era también un ladrón, por lo que probablemente sabe cómo contratar algún matón callejero para localizarme.
―Eso no pinta bien ―dijo Lucy con nerviosismo.
―No, no pinta bien.
―¡Lucy! ―exclamó _____, asombrada, cuando llegó a la puerta después de que le anunciaran que tenía visita.
Se echó al cuello de Lucy y le dio un fuerte abrazo, pero una ojeada a la expresión de su amiga le hizo preguntar:
―¿Qué pasa?
―Vamos a dar un paseo, ¿eh? No me siento a gusto en un lugar como éste.
_____ comprendió. Lucy no sólo era una prostituta, sino que además vestía como tal y estaba muy fuera de lugar en aquel vecindario. Se sorprendió de que Lucy hubiera llegado hasta allí sin que nadie hubiera tratado de abordarla.
―Vamos al parque ―sugirió ______, cogiendo a su amiga por el brazo y conduciéndola al otro lado de la calle―. ¿Cómo has podido llegar hasta aquí?
Lucy sonrió.
―En un coche de punto. El cochero ha «quedao» tan contento conmigo, que se ha ofrecido «pa» traerme aquí. De hecho – se volvió para lanzar un beso al cochero, que aguardaba en la misma calle―, me esperará y me llevará a casa.
―No esperaba tener visita tan pronto. Apenas hace una semana que me marché.
_____ había empleado algunas de las monedas que la señora Robertson le había dado en contratar a un deshollinador para que llevara a Lucy su nueva dirección. La señora Appleton se la había escrito, y el muchacho se había mostrado encantado de cumplir el encargo, puesto que en verano no tenía tanto trabajo como durante e1 invierno.
―¿Sabes?, me alegro mucho de verte ―dijo _____ cuando se sentaron en un banco, de cara a la calle.
―Me preocupaba que no encontrases trabajo pronto, con la de dificultades que tenías antes cuando lo buscabas. Pero parece que has «encontrao» un buen empleo. Mírate. Apenas te reconozco con esa ropa tan elegante. Y me he quedado « pasmá» cuando el cochero me ha indicado esa casa. ¿Te gusta estar aquí? ¡Claro, cómo no iba a gustarte!
―Cuesta trabajo acostumbrarse, pero todos son muy amables y atentos. Incluso me están enseñando a hablar mejor.
―Ya me he « fijao» , pero no hablas mejor. Antes hablabas tan bien que daba gusto oírte.
_____ soltó una risita.
―No, no es cierto. Tú siempre me pellizcabas cada vez que me equivocaba.
―Nunca te pellizqué fuerte, pero no quería que te echaran por que desentonabas. Aunque, para serte franca, siempre pensé que no estarías mucho tiempo con nosotros, que tu familia te encontraría, que te llevarían lejos.
―¿Pensabas eso de verdad?
_____ había esperado lo mismo. Durante muchos años, había llorado hasta dormirse por unos padres a los que ni siquiera recordaba. Pero cuando se hizo lo bastante mayor para reflexionar con cierta lógica, llegó a la conclusión de que no tenía más familia que Lucy y la banda de los chicos. Si hubiera tenido a alguien, aunque fuese un pariente lejano, ¿acaso la señorita Jane no lo habría mencionado y no habría tratado de ponerse en contacto con él?
Pero al pensar que de todos modos la habrían echado de la banda al cabo de unos pocos años, las dos se pusieron más serias.
―Era el momento de que te fueses, _____, y mira qué bien ha ido.
―Ya lo sé, pero os echo mucho de menos.
―Puedes visitarnos de vez en cuando. Restriégale por las narices a Dagger lo bien que te va por tu cuenta. Hablando de sus narices, se las han roto.
_____ parpadeó.
―Bueno, le está bien empleado. Ahora mismo no le compadezco en absoluto. Pero no habrás venido hasta aquí sólo para decirme eso.
―En realidad sí ―repuso Lucy, incomodada―. Yo no estaba allí cuando ocurrió, por lo que no he podido ver al hombre que lo hizo, pero dio una buena «palisa» a Dagger «pa» que le dijera adónde has ido.
―¿Yo?
―Sí. Claro que Dagger no ha podido decirle lo que no sabía. El chico que me trajo tu «diresión» me encontró en la calle, o sea que Dagger no sabía que yo la tenía.
―Pero ese hombre ¿me buscaba a mí?
Lucy asintió.
―No ha dicho ningún nombre, ni por qué te buscaba. Pero ha « asustao» a Dagger, y ya sabes que Dagger no se asusta fácilmente. Y eso me espanta a mí también, porque si ha hecho daño a Dagger sólo «pa» encontrarte, significa que seguramente quiere hacerte daño a ti también. Y ahora Dagger lo sabe.
―¿Qué?
―Que eres una mujer. Ese hombre te llamó «la chica del pelo rubio casi blanco».
____ se estremeció.
―¿Se enfadó mucho Dagger?
―Estaba «demasiao» ocupado llevándonos a otro sitio «pa» que ese tipo no nos encuentre otra vez, y curándose la nariz y otros moratones. Era difícil saber si estaba enfadado por lo que ha pasado o por tu engaño.
―¿Crees que es alguien al que yo le he robado?
―No se me ocurre ninguna otra razón. Pero tú siempre has tenido cuidado de que no te viesen.
―Ya lo sé, pero...
_____ se interrumpió, porque de pronto se le ocurrió de quién podía tratarse.
―¿Qué?
―Ese lord al que robé aquella noche. Su criado me miró detenidamente. Y aunque conseguí huir de allí, al día siguiente se enteró de que había sido yo el ladrón cuando echaron en falta las joyas del lord. Resulta que ese lord era también un ladrón, por lo que probablemente sabe cómo contratar algún matón callejero para localizarme.
―Eso no pinta bien ―dijo Lucy con nerviosismo.
―No, no pinta bien.
gabiberroteran
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
Ojala fuera eso, pero en realidad es mucho peor =/
Invitado
Invitado
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
por dios, quiero saber quienes fueron sus padress
plis siguelaa
plis siguelaa
#Fire Rouge..*
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
tienes que seguirla pronto porque quiero saber que pasa
lovely last
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
Mis niñas se que siempre les subo capitulo pero esta vez me voy a tardar un poquito porque me di cuenta de que me falta adaptar casi la mitad de la novela. Para esta noche tendran capitulo se los prometo y disculpen mi despite al pensar que habia adaptado todo :(
gabiberroteran
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
Capitulo 26
Cuando Lucy se fue, _____ recapacitó sobre el asunto, y se dijo que no era probable que el hombre que la buscaba hubiera sido contratado por lord Heddings. Había preguntado por una mujer, pero aquella noche el criado del noble parecía haberse dejado engañar por su indumentaria masculina. De modo que tratarían de localizar a un hombre de pelo rubio, no a una mujer.
Y además, recordó haber tenido la sensación de que alguien la seguía hasta la casa de la banda aquella mañana. Debieron de perderla de vista, preguntaron y finalmente descubrieron dónde vivía. Ese día había pasado por algunos barrios de postín, por lo que debería tratarse de algún ricachón al que hubiera robado recientemente. Al verla pasar por su vecindario, tal vez decidiera que había sido ella el ladrón y la siguiera para pedirle cuentas. Por entonces ella ya había perdido su sombrero, y resultaba mucho más fácil adivinar que era una mujer cuando no lo llevaba puesto. O bien quizá la habría seguido hasta su casa, pero al ver dónde vivía había decidido no enfrentarse con ella personalmente y contratar un matón para darle un escarmiento.
Eso tenía más sentido, y en realidad no merecía la pena preocuparse por ello. El caballero en cuestión jamás descubriría su paradero actual. Así pues, reanudó sus tareas de limpieza en el piso de arriba sin darle más vueltas.
La inesperada pero grata visita de Lucy había alterado ligeramente la rutina de_____. Ya era media tarde cuando finalmente pudo dedicarse a limpiar las habitaciones de abajo. Creyendo que estaba desocupado, entró en el salón, pero dio media vuelta al ver a Nicholas y su prima Chelsea Eden sentados en el sofá. Sin embargo, no se alejó con la celeridad suficiente.
―Pasa, ____. Puedes limpiar aunque estemos aquí ―le dijo Nicholas.
―Puedo esperar le aseguró ______.
―¿Tan tarde? No seas tonta. Entra y, en cuanto hayas limpiado el salón, habrás terminado tu jornada.
Tenía razón. El salón era la última estancia que le quedaba por ordenar. Y no tendría que limpiar mucho, ya que no se había utilizado desde que se había sentado en ese mismo sofá la víspera.
Era la primera vez que se encontraba con Nicholas desde entonces. Él había salido aquella noche, había vuelto a ausentarse por la mañana y acababa de regresar. Curiosamente, la casa no parecía la misma cuando él no estaba. No sabía exactamente por qué, pero su ausencia resultaba muy perceptible, por lo menos para ella. Quizá se debía a que era incapaz de relajarse por completo cuando sabía que Malory se hallaba cerca. No, ¡qué va!, era todo lo contrario. No podía relajarse cuando él no estaba allí.
Todavía estaba enojada consigo misma por haberse permitido bajar la guardia con él el día anterior. La trampa que le había tendido la otra noche constituía la indicación de que debía estar siempre en guardia. Y sin embargo, lo único que habían hecho la víspera fue charlar. Se había enterado de algunas cosas interesantes acerca de Nicholas.
Era un bastardo. Quién lo hubiera dicho de él, que residía en una casa tan imponente y en la zona elegante de la ciudad, y que tenía una familia tan numerosa cuyos miembros le habían aceptado obviamente sin reparo alguno.
¡Nacido y criado en una taberna! ____ todavía no podía creerlo. Eso le situaba al mismo nivel que ella. La madre de Nicholas no debió de ser muy distinta a como habían sido sus propios padres. ¿Y por qué Nicholas le había contado eso? Era algo que cualquiera hubiera preferido mantener en secreto.
—¿Todavía le haces quitar el polvo? ―preguntó Chelsea a Nicholas cuando ____ cruzó la sala para limpiar la repisa de la chimenea ¿O acaso le gusta hacerlo?
―No empieces... ―comenzó a decir Nicholas, pero su prima le interrumpió,
―Te juro, Nicholas, que esperaba que nadie sabría tratar a una amante mejor que tú.
_____ miró por encima del hombro justo a tiempo de ver como Malory propinaba un puntapié a su prima y la miraba enojado. La dama se limitó a chasquear la lengua y cambió de tema, volviendo probablemente al mismo que habían estado discutiendo antes de que _____ apareciera.
―No puedes evitar asistir a este baile, Nicholas, te lo digo de veras. Y es una ocasión perfecta para arreglar las cosas. Anoche Emily difundió el rumor de que tuvo una cita amorosa contigo. Ya sabes qué significa eso, ¿no es cierto?
―Significa que es una condenada embustera.
―No, nosotros lo sabemos, pero nadie más. Significa que ella está utilizando el último recurso, ¡y la temporada no ha hecho más que empezar!
―¡Por todos los santos, si apenas me he fijado en esa muchachita! ―exclamó Nicholas―. No entiendo por qué me ha elegido a mi cuando ni siquiera le he dedicado dos minutos de mi tiempo, ni le he insinuado para nada que me gustaría conocerla mejor.
―¿Qué tipo de relaciones has tenido con ella?
―Ninguna que merezca la pena mencionar. Consiguió que alguien me la presentara, ni siquiera recuerdo quién fue, pero yo ya me iba de esa reunión, de modo que no crucé más que cuatro palabras con ella. Y la otra noche se me acercó cuando estaba con Drew pero apenas la miré tampoco. Sería de esperar que contara con algún indicio de que me interesa antes de emprender esta campaña para cazarme.
―¡Magnífico! No nos servirá de nada negarlo, Nicholas. Sabes muy bien que ninguna joven casadera de esta ciudad desaprovecharía la ocasión de echarte el lazo. Emily Bascomb sólo trata de hacer algo al respecto, mientras que las demás se limitan a esperar a que te fijes en ellas.
______ volvió a mirar de soslayo y vio que Nicholas se sonrojaba. Fascinada por la conversación, sabía que debería ir a limpiar otra pieza del mobiliario, pero no deseaba recordarles que se encontraba allí.
―Si tanto sabes, primita, dime: ¿por qué tanta prisa? ―se quejó Nicholas―. Tan sólo puse mis ojos en esa dama por primera vez la semana pasada. ¿Crees que debe casarse? ¿Que ya está embarazada?
Chelsea frunció el ceño y sacudió la cabeza.
―No, es muy dudoso. Creo que simplemente se ha enamorado locamente de ti y ha decidido que no se conformará con ningún otro. Y su impaciencia se debe a que es una niña mimada. Eso es lo que he averiguado sobre ella. Hablé con un tipo que hace muchos años que conoce a los Bascomb. Dijo que es hija única, por lo que su padre la ha malcriado de un modo exagerado.
―Pero manchar su propia reputación en esta campaña... es un poco excesivo, ¿no crees?
―Bueno, eso sólo puede deberse a una razón ―repuso Chelsea―. Quiere que su padre se entere y tome cartas en el asunto. ¿Comprendes ahora por qué debes asistir a ese baile mañana por la noche?
―No. Mi presencia estando ella allí no hará más que...
―No, no tendrás que ir solo. Anoche me encontré con una vieja amiga de nuestra prima.
―¿Qué prima?
Chelsea chasqueó la lengua con impaciencia.
―Demetria, pero eso no viene al caso. La cuestión es que la hermana pequeña de su amiga también asiste a su primera temporada.
―¿La conozco?
―No, no lo creo.
―Entonces ¿adónde quieres llegar?
―Estoy segura de que aceptará que la acompañes a ese baile si le explicamos el plan. Y si le dedicas toda la velada, será la prueba irrefutable de que tus inclinaciones románticas van en otra dirección Sobre todo si al mismo tiempo no haces caso alguno a Emily.
―Eso resultará muy fácil, pero esa muchachita no va a hacerse ilusiones, ¿verdad?
―No..., bueno, es probable. Todas se hacen ilusiones si da la casualidad de que las miras. Pero le explicaríamos con todo detalle que, simplemente nos ayudará a sacarte de esta horrible situación que se está agravando demasiado deprisa. Y ella sacaría provecho de tu atención. Le permitirá ganar posiciones, por así decirlo, porque de ese modo llamará la atención de todos los demás mancebos. Desearan saber qué es lo que te ha fascinado en ella.
Nicholas rió entre dientes.
―Exageras la importancia que tengo, primita.
―Bobadas. Los dos sabernos que tu presencia en cualquier acto social le confiere prestigio. Todo el mundo se pregunta si has salido a tu padre y tu tío. Esos dos libertinos dejaron su huella, y bien profunda, antes de abandonar la escena social. Tú, en cambio, te las has arreglado para evitar cualquier escándalo hasta ahora, por lo que nadie sabe aún qué pensar de ti.
―Lo intento ―dijo Nicholas, sonriendo.
―Ya lo sabemos ――repuso Chelsea, dándole una palmadita en la mano―. Supongo que aprendiste del ejemplo de Joseph a mantener tus asuntos privados alejados de todas las miradas. Desde luego, influye mucho el hecho de que hayas elegido tus mujeres entre aquellas que no sienten la necesidad de fanfarronear en público. Y no te atrevas a mencionar la mala suerte que tuvo mi David en este aspecto.
Nicholas se echó a reír a carcajadas.
―No se me ha ocurrido ni por un momento, querida. Aunque pensándolo bien, su mala suerte con lady Eddington resultó ser buena suerte para ti. Dudo mucho que le hubieras conocido o te hubieras visto obligada a casarte con él si lady E. no hubiera careado a sus amigas que tenía intención de raptarla, pero en su lugar te raptó a ti.
Chelsea le miró enfadada.
―Gracias por no mencionarlo. Bien, como iba diciendo, si mañana por la noche te presentas con esa joven debutante y le dedicas toda la velada, circulará por todos los corrillos que la estás cortejando y dará al traste con el rumor que Emily está divulgando. Y Emily se verá obligada a dar marcha atrás...
―Eso si se lo cree ――la interrumpió Jeremy―. Esta hermana de la amiga de Demetria ¿es más bonita que Emily?
Chelsea frunció el ceño.
―Bueno, en realidad no. ¡Repámpanos! Todas mis brillantes ideas sobre el asunto echadas a perder. Tienes razón, no dará resultado. Emily se dará cuenta enseguida de la farsa. No sólo no la desanimará, sino que probablemente hará que redoble sus esfuerzos.
―Bueno, daría resultado si pudieras encontrarme una muchachita que sea más guapa que Emily. No será fácil, lo sé. Esa damita quita el hipo.
Chelsea suspiró.
―Que se te lleve el diablo, Nicholas. Si piensas así, ¿por qué no estás interesado en ella? Seguramente ella se ha preguntado lo mismo y cree que sólo te estás dejando querer. Tal vez se diga que en realidad te hace un favor al precipitar las cosas con las mentiras que está difundiendo.
―La respuesta es muy sencilla, primita. Piénsalo un poco y darás con ella.
Chelsea arqueó una de sus negras cejas y dijo en un tono divertido:
―¿Porque has decidido pasar toda tu vida sin una esposa?
―Exactamente. Por eso mantengo ojos y manos lejos de las «debutantes» y de otras jóvenes casamenteras. Hay suficientes mujeres con las que disfrutar sin poner en peligro mi soltería.
―Ahórrame los detalles, por favor ―repuso Chelsea, poniendo los ojos en blanco― Y podemos olvidarnos de mi brillante, idea. Sencillamente, no hay otras jóvenes aspirantes que puedan rivalizar con Emily Bascomb, ni en posición ni en belleza. Esa muchacha es sin lugar a dudas la reina del baile de esta temporada
Ahora fue Nicholas quien le dio una palmadita en la mano.
―Estoy seguro de que se te ocurrirá alguna otra cosa, primita. Siempre lo haces.
Chelsea suspiró.
―Pero se nos acaba el tiempo. Ella ya ha afirmado que habéis tenido una cita amorosa, cuando no es verdad. Pero ese pequeño rumor llegará a oídos de su padre tarde o temprano, entonces irá a ver a tu padre, y ya sabes qué ocurre en esos casos.
Nicholas la miró sonriendo.
―Mi padre se reirá en su cara y le dirá que vaya a comprarle un marido en otra parte, que yo no estoy en venta.
―Entonces acudirá al tío Johnny y sabes muy bien que Johnny no se tomará el asunto a risa.
Nicholas se acobardó esta vez.
―Muy bien, debemos recurrir a medidas desesperadas. Tu plan era bueno. Piensa en alguna otra muchachita que se pueda comparar mínimamente con Emily.
Chelsea volvió a sacudir la cabeza.
―Lamento tener que decirlo, pero este año no hemos tenido una buena cosecha de jóvenes aspirantes. La única muchacha que podría rivalizar con ella ya está comprometida. De hecho, no se me ocurre ni una sola mujer soltera en todo Londres que... Bueno, hum...
―¿Qué?
―Debería rectificar. Hay una, y la tengo justo delante.
_____ se volvió para ver de quién hablaba Chelsea y observó que la pareja sentada en el sofá la estaba mirando a ella. Empezó a sonrojarse. Había estado siguiendo su conversación con avidez. No tenía necesidad de preguntar a quién se refería Chelsea Eden. Acababa de recibir un sorprendente cumplido y se sentía enormemente complacida.
Nicholas miró a su prima y, con el ceño fruncido, dijo inexpresivamente:
―No.
―¡Pero si es perfecta! ―exclamó Nicholas―. Eclipsa con mucho a Emily Bascomb.
―No.
―¿Y por qué no? Sí, sí, ya lo sé, tendría que mantener la boca cerrada, desde luego.
―No es eso...
―Claro que sí ―lo interrumpió Chelsea―. Porque si hablara se descubriría el pastel. ¿Puedes tener la boca cerrada, -_____? ―_____ no respondió, lo que instó a Chelsea a añadir en tono triunfal―: ¿Lo ves? Sí puede.
―Chels, sabes que te quiero, pero debo admitir que esta vez te has precipitado. _____ puede hablar bastante bien cuando no está nerviosa, pe...
―¿Puede hacerlo? ―interrumpió Chelsea otra vez, sorprendida.
―Sí, aunque no hay seguridad de que no metería la pata. Pero no tiene atuendo para un baile, y es imposible que le hagan un vestido de ese tipo antes de mañana por la noche.
―Entonces le prestaré uno de los míos.
Nicholas arqueó una ceja.
―¿Has crecido veinte centímetros la pasada noche?
―Pues le alargaremos el dobladillo. Deja de ser tan negativo, Nicholas. Sabes que dará resultado, sobre todo si es capaz de imitar sus superiores.
―No lo hará. No sabe bailar. No...
―¿Cómo sabes que no sé bailar, eh? ―intervino _____―. Quizás he asistido a esos bailes de máscaras en los jardines de los conventos. Quizá soy una gran bailarina.
―Como hombre ―objetó Nicholas con impaciencia―. ¿Lo has tentado alguna vez como mujer?
_____ volvió a sonrojarse. En realidad no había bailado en su vida, pero le molestaba que él lo diera por sentado. Y esa idea comenzaba a resultar divertida. ¿Asistir a un baile de la alta sociedad? No se le habría ocurrido nunca pensar que fuera posible. ¡Y qué magnifica oportunidad para conocer a un hombre que se enamorara de ella y quisiera casarse! No un lord, desde luego. Sabía que no podía aspirar a tanto. Pero seguramente no sólo habría lores en esa reunión. También estarían invitados otros hombres acomodados y respetables, hombres sin títulos nobiliarios que no tenían tantas pretensiones a la hora de elegir esposa.
Y sí había asistido a un baile de máscaras en los jardines..., bueno, en realidad no había asistido, sino que lo había mirado de lejos deseando participar en él. Le había parecido que los invitados se lo estaban pasando en grande. Además, esos bailes no eran solo para los ricos, ni mucho menos. Cualquiera podía acudir a ellos y fingir por una noche ser alguien distinto.
―Entonces que no baile ―decía Chelsea para contrarrestar última objeción de Nicholas―. Puede alegar una torcedura de tobillo.
―Así pues, no podrá hablar ni apenas andar. En su situación tendría que estar postrada en la cama de un hospital en lugar de asistir a un baile.
Nicholas le miró con el ceño fruncido pero siguió proponiendo soluciones:
―Se quedó afónica durante una cacería del zorro muy emocionante a principios de esta semana. Se ha recuperado bien, pero aún tiene que cuidar sus cuerdas vocales. Se torció el tobillo en la misma cacería, ¿sabes? Habría declinado asistir a ese baile, pero no quería decepcionarte cuando tenías tantas ganas de presentarla mañana por la noche. Y puesto que sólo estará en la ciudad este fin de semana…
―Ya te entiendo, Chels. ¿Y por quién vas a hacerla pasar?
―Quizá podría estar emparentada de lejos con Gabriela, que procede de un linaje ilustre, aunque rara vez se mencionan sus títulos desde que se casó con nuestro primo Joe. Pero estoy segura que no le importaría aceptar a _____ como pariente.
―Emparentarla con un duque es un poco excesivo, ¿no? ― dijo Nicholas.
―No, no, con uno de los títulos menores, por supuesto. Y muy de lejos. Quizá sus padres emigraron a América y ella se crió allí. No, ya lo tengo: ¡Cornualles! Sólo por si reparan en su fuerte acento. Esto funcionará, y de maravilla. Nadie, y digo nadie, va a dudar que has estado cortejando a esta preciosa muchacha durante los últimos meses, por lo que no es posible que hayas tenido ninguna cita con Emily Bascomb. Tuvo que ser algún otro tipo afortunado.
Nicholas sacudió la cabeza, pero de puro asombro.
―¿Cómo te las arreglas, prima? Me dejas patidifuso, de veras.
―Bobadas ―se burló Chelsea―. Y me la llevaré a casa para arreglarla. Pasa a recogernos con un coche mañana por la noche a las nueve en punto. Sólo queremos retrasarnos el mínimo aceptable, nada más.
―¿Retrasarnos?
―Yo iré con vosotros, por supuesto. Tiene que llevar una acompañante.
―Desde cuándo eres mi ángel de la guardia, primita?
―Desde que Amy me pidió que te vigilara durante su ausencia.
Nicholas puso los ojos en blanco. Amy no sólo era su prima sino también su mejor amiga, y se preocupaba por él más de lo que era necesario.
―No quisiera aguar tu asombrosa estratagema, pero ¿no crees que deberías preguntar a _____ si está dispuesta a rescatarme de las garras de Emily?
―Oh, vaya. ―Chelsea suspiró―. Sí, supongo que sí. ―Y dijo
―_____ ¿Estás dispuesta a cumplir este cometido, querida? Nicholas necesita ayuda, o de lo contrario se verá arrastrado al altar sin que pueda hacer nada por evitarlo.
_____ sonrió.
―Se me da bastante bien hacerme pasar por otra persona.
Chelsea parpadeó.
―Bueno, pues sí, se te da muy bien. Entonces, vamos. Tenemos mucho que hacer en muy poco tiempo.
Cuando Lucy se fue, _____ recapacitó sobre el asunto, y se dijo que no era probable que el hombre que la buscaba hubiera sido contratado por lord Heddings. Había preguntado por una mujer, pero aquella noche el criado del noble parecía haberse dejado engañar por su indumentaria masculina. De modo que tratarían de localizar a un hombre de pelo rubio, no a una mujer.
Y además, recordó haber tenido la sensación de que alguien la seguía hasta la casa de la banda aquella mañana. Debieron de perderla de vista, preguntaron y finalmente descubrieron dónde vivía. Ese día había pasado por algunos barrios de postín, por lo que debería tratarse de algún ricachón al que hubiera robado recientemente. Al verla pasar por su vecindario, tal vez decidiera que había sido ella el ladrón y la siguiera para pedirle cuentas. Por entonces ella ya había perdido su sombrero, y resultaba mucho más fácil adivinar que era una mujer cuando no lo llevaba puesto. O bien quizá la habría seguido hasta su casa, pero al ver dónde vivía había decidido no enfrentarse con ella personalmente y contratar un matón para darle un escarmiento.
Eso tenía más sentido, y en realidad no merecía la pena preocuparse por ello. El caballero en cuestión jamás descubriría su paradero actual. Así pues, reanudó sus tareas de limpieza en el piso de arriba sin darle más vueltas.
La inesperada pero grata visita de Lucy había alterado ligeramente la rutina de_____. Ya era media tarde cuando finalmente pudo dedicarse a limpiar las habitaciones de abajo. Creyendo que estaba desocupado, entró en el salón, pero dio media vuelta al ver a Nicholas y su prima Chelsea Eden sentados en el sofá. Sin embargo, no se alejó con la celeridad suficiente.
―Pasa, ____. Puedes limpiar aunque estemos aquí ―le dijo Nicholas.
―Puedo esperar le aseguró ______.
―¿Tan tarde? No seas tonta. Entra y, en cuanto hayas limpiado el salón, habrás terminado tu jornada.
Tenía razón. El salón era la última estancia que le quedaba por ordenar. Y no tendría que limpiar mucho, ya que no se había utilizado desde que se había sentado en ese mismo sofá la víspera.
Era la primera vez que se encontraba con Nicholas desde entonces. Él había salido aquella noche, había vuelto a ausentarse por la mañana y acababa de regresar. Curiosamente, la casa no parecía la misma cuando él no estaba. No sabía exactamente por qué, pero su ausencia resultaba muy perceptible, por lo menos para ella. Quizá se debía a que era incapaz de relajarse por completo cuando sabía que Malory se hallaba cerca. No, ¡qué va!, era todo lo contrario. No podía relajarse cuando él no estaba allí.
Todavía estaba enojada consigo misma por haberse permitido bajar la guardia con él el día anterior. La trampa que le había tendido la otra noche constituía la indicación de que debía estar siempre en guardia. Y sin embargo, lo único que habían hecho la víspera fue charlar. Se había enterado de algunas cosas interesantes acerca de Nicholas.
Era un bastardo. Quién lo hubiera dicho de él, que residía en una casa tan imponente y en la zona elegante de la ciudad, y que tenía una familia tan numerosa cuyos miembros le habían aceptado obviamente sin reparo alguno.
¡Nacido y criado en una taberna! ____ todavía no podía creerlo. Eso le situaba al mismo nivel que ella. La madre de Nicholas no debió de ser muy distinta a como habían sido sus propios padres. ¿Y por qué Nicholas le había contado eso? Era algo que cualquiera hubiera preferido mantener en secreto.
—¿Todavía le haces quitar el polvo? ―preguntó Chelsea a Nicholas cuando ____ cruzó la sala para limpiar la repisa de la chimenea ¿O acaso le gusta hacerlo?
―No empieces... ―comenzó a decir Nicholas, pero su prima le interrumpió,
―Te juro, Nicholas, que esperaba que nadie sabría tratar a una amante mejor que tú.
_____ miró por encima del hombro justo a tiempo de ver como Malory propinaba un puntapié a su prima y la miraba enojado. La dama se limitó a chasquear la lengua y cambió de tema, volviendo probablemente al mismo que habían estado discutiendo antes de que _____ apareciera.
―No puedes evitar asistir a este baile, Nicholas, te lo digo de veras. Y es una ocasión perfecta para arreglar las cosas. Anoche Emily difundió el rumor de que tuvo una cita amorosa contigo. Ya sabes qué significa eso, ¿no es cierto?
―Significa que es una condenada embustera.
―No, nosotros lo sabemos, pero nadie más. Significa que ella está utilizando el último recurso, ¡y la temporada no ha hecho más que empezar!
―¡Por todos los santos, si apenas me he fijado en esa muchachita! ―exclamó Nicholas―. No entiendo por qué me ha elegido a mi cuando ni siquiera le he dedicado dos minutos de mi tiempo, ni le he insinuado para nada que me gustaría conocerla mejor.
―¿Qué tipo de relaciones has tenido con ella?
―Ninguna que merezca la pena mencionar. Consiguió que alguien me la presentara, ni siquiera recuerdo quién fue, pero yo ya me iba de esa reunión, de modo que no crucé más que cuatro palabras con ella. Y la otra noche se me acercó cuando estaba con Drew pero apenas la miré tampoco. Sería de esperar que contara con algún indicio de que me interesa antes de emprender esta campaña para cazarme.
―¡Magnífico! No nos servirá de nada negarlo, Nicholas. Sabes muy bien que ninguna joven casadera de esta ciudad desaprovecharía la ocasión de echarte el lazo. Emily Bascomb sólo trata de hacer algo al respecto, mientras que las demás se limitan a esperar a que te fijes en ellas.
______ volvió a mirar de soslayo y vio que Nicholas se sonrojaba. Fascinada por la conversación, sabía que debería ir a limpiar otra pieza del mobiliario, pero no deseaba recordarles que se encontraba allí.
―Si tanto sabes, primita, dime: ¿por qué tanta prisa? ―se quejó Nicholas―. Tan sólo puse mis ojos en esa dama por primera vez la semana pasada. ¿Crees que debe casarse? ¿Que ya está embarazada?
Chelsea frunció el ceño y sacudió la cabeza.
―No, es muy dudoso. Creo que simplemente se ha enamorado locamente de ti y ha decidido que no se conformará con ningún otro. Y su impaciencia se debe a que es una niña mimada. Eso es lo que he averiguado sobre ella. Hablé con un tipo que hace muchos años que conoce a los Bascomb. Dijo que es hija única, por lo que su padre la ha malcriado de un modo exagerado.
―Pero manchar su propia reputación en esta campaña... es un poco excesivo, ¿no crees?
―Bueno, eso sólo puede deberse a una razón ―repuso Chelsea―. Quiere que su padre se entere y tome cartas en el asunto. ¿Comprendes ahora por qué debes asistir a ese baile mañana por la noche?
―No. Mi presencia estando ella allí no hará más que...
―No, no tendrás que ir solo. Anoche me encontré con una vieja amiga de nuestra prima.
―¿Qué prima?
Chelsea chasqueó la lengua con impaciencia.
―Demetria, pero eso no viene al caso. La cuestión es que la hermana pequeña de su amiga también asiste a su primera temporada.
―¿La conozco?
―No, no lo creo.
―Entonces ¿adónde quieres llegar?
―Estoy segura de que aceptará que la acompañes a ese baile si le explicamos el plan. Y si le dedicas toda la velada, será la prueba irrefutable de que tus inclinaciones románticas van en otra dirección Sobre todo si al mismo tiempo no haces caso alguno a Emily.
―Eso resultará muy fácil, pero esa muchachita no va a hacerse ilusiones, ¿verdad?
―No..., bueno, es probable. Todas se hacen ilusiones si da la casualidad de que las miras. Pero le explicaríamos con todo detalle que, simplemente nos ayudará a sacarte de esta horrible situación que se está agravando demasiado deprisa. Y ella sacaría provecho de tu atención. Le permitirá ganar posiciones, por así decirlo, porque de ese modo llamará la atención de todos los demás mancebos. Desearan saber qué es lo que te ha fascinado en ella.
Nicholas rió entre dientes.
―Exageras la importancia que tengo, primita.
―Bobadas. Los dos sabernos que tu presencia en cualquier acto social le confiere prestigio. Todo el mundo se pregunta si has salido a tu padre y tu tío. Esos dos libertinos dejaron su huella, y bien profunda, antes de abandonar la escena social. Tú, en cambio, te las has arreglado para evitar cualquier escándalo hasta ahora, por lo que nadie sabe aún qué pensar de ti.
―Lo intento ―dijo Nicholas, sonriendo.
―Ya lo sabemos ――repuso Chelsea, dándole una palmadita en la mano―. Supongo que aprendiste del ejemplo de Joseph a mantener tus asuntos privados alejados de todas las miradas. Desde luego, influye mucho el hecho de que hayas elegido tus mujeres entre aquellas que no sienten la necesidad de fanfarronear en público. Y no te atrevas a mencionar la mala suerte que tuvo mi David en este aspecto.
Nicholas se echó a reír a carcajadas.
―No se me ha ocurrido ni por un momento, querida. Aunque pensándolo bien, su mala suerte con lady Eddington resultó ser buena suerte para ti. Dudo mucho que le hubieras conocido o te hubieras visto obligada a casarte con él si lady E. no hubiera careado a sus amigas que tenía intención de raptarla, pero en su lugar te raptó a ti.
Chelsea le miró enfadada.
―Gracias por no mencionarlo. Bien, como iba diciendo, si mañana por la noche te presentas con esa joven debutante y le dedicas toda la velada, circulará por todos los corrillos que la estás cortejando y dará al traste con el rumor que Emily está divulgando. Y Emily se verá obligada a dar marcha atrás...
―Eso si se lo cree ――la interrumpió Jeremy―. Esta hermana de la amiga de Demetria ¿es más bonita que Emily?
Chelsea frunció el ceño.
―Bueno, en realidad no. ¡Repámpanos! Todas mis brillantes ideas sobre el asunto echadas a perder. Tienes razón, no dará resultado. Emily se dará cuenta enseguida de la farsa. No sólo no la desanimará, sino que probablemente hará que redoble sus esfuerzos.
―Bueno, daría resultado si pudieras encontrarme una muchachita que sea más guapa que Emily. No será fácil, lo sé. Esa damita quita el hipo.
Chelsea suspiró.
―Que se te lleve el diablo, Nicholas. Si piensas así, ¿por qué no estás interesado en ella? Seguramente ella se ha preguntado lo mismo y cree que sólo te estás dejando querer. Tal vez se diga que en realidad te hace un favor al precipitar las cosas con las mentiras que está difundiendo.
―La respuesta es muy sencilla, primita. Piénsalo un poco y darás con ella.
Chelsea arqueó una de sus negras cejas y dijo en un tono divertido:
―¿Porque has decidido pasar toda tu vida sin una esposa?
―Exactamente. Por eso mantengo ojos y manos lejos de las «debutantes» y de otras jóvenes casamenteras. Hay suficientes mujeres con las que disfrutar sin poner en peligro mi soltería.
―Ahórrame los detalles, por favor ―repuso Chelsea, poniendo los ojos en blanco― Y podemos olvidarnos de mi brillante, idea. Sencillamente, no hay otras jóvenes aspirantes que puedan rivalizar con Emily Bascomb, ni en posición ni en belleza. Esa muchacha es sin lugar a dudas la reina del baile de esta temporada
Ahora fue Nicholas quien le dio una palmadita en la mano.
―Estoy seguro de que se te ocurrirá alguna otra cosa, primita. Siempre lo haces.
Chelsea suspiró.
―Pero se nos acaba el tiempo. Ella ya ha afirmado que habéis tenido una cita amorosa, cuando no es verdad. Pero ese pequeño rumor llegará a oídos de su padre tarde o temprano, entonces irá a ver a tu padre, y ya sabes qué ocurre en esos casos.
Nicholas la miró sonriendo.
―Mi padre se reirá en su cara y le dirá que vaya a comprarle un marido en otra parte, que yo no estoy en venta.
―Entonces acudirá al tío Johnny y sabes muy bien que Johnny no se tomará el asunto a risa.
Nicholas se acobardó esta vez.
―Muy bien, debemos recurrir a medidas desesperadas. Tu plan era bueno. Piensa en alguna otra muchachita que se pueda comparar mínimamente con Emily.
Chelsea volvió a sacudir la cabeza.
―Lamento tener que decirlo, pero este año no hemos tenido una buena cosecha de jóvenes aspirantes. La única muchacha que podría rivalizar con ella ya está comprometida. De hecho, no se me ocurre ni una sola mujer soltera en todo Londres que... Bueno, hum...
―¿Qué?
―Debería rectificar. Hay una, y la tengo justo delante.
_____ se volvió para ver de quién hablaba Chelsea y observó que la pareja sentada en el sofá la estaba mirando a ella. Empezó a sonrojarse. Había estado siguiendo su conversación con avidez. No tenía necesidad de preguntar a quién se refería Chelsea Eden. Acababa de recibir un sorprendente cumplido y se sentía enormemente complacida.
Nicholas miró a su prima y, con el ceño fruncido, dijo inexpresivamente:
―No.
―¡Pero si es perfecta! ―exclamó Nicholas―. Eclipsa con mucho a Emily Bascomb.
―No.
―¿Y por qué no? Sí, sí, ya lo sé, tendría que mantener la boca cerrada, desde luego.
―No es eso...
―Claro que sí ―lo interrumpió Chelsea―. Porque si hablara se descubriría el pastel. ¿Puedes tener la boca cerrada, -_____? ―_____ no respondió, lo que instó a Chelsea a añadir en tono triunfal―: ¿Lo ves? Sí puede.
―Chels, sabes que te quiero, pero debo admitir que esta vez te has precipitado. _____ puede hablar bastante bien cuando no está nerviosa, pe...
―¿Puede hacerlo? ―interrumpió Chelsea otra vez, sorprendida.
―Sí, aunque no hay seguridad de que no metería la pata. Pero no tiene atuendo para un baile, y es imposible que le hagan un vestido de ese tipo antes de mañana por la noche.
―Entonces le prestaré uno de los míos.
Nicholas arqueó una ceja.
―¿Has crecido veinte centímetros la pasada noche?
―Pues le alargaremos el dobladillo. Deja de ser tan negativo, Nicholas. Sabes que dará resultado, sobre todo si es capaz de imitar sus superiores.
―No lo hará. No sabe bailar. No...
―¿Cómo sabes que no sé bailar, eh? ―intervino _____―. Quizás he asistido a esos bailes de máscaras en los jardines de los conventos. Quizá soy una gran bailarina.
―Como hombre ―objetó Nicholas con impaciencia―. ¿Lo has tentado alguna vez como mujer?
_____ volvió a sonrojarse. En realidad no había bailado en su vida, pero le molestaba que él lo diera por sentado. Y esa idea comenzaba a resultar divertida. ¿Asistir a un baile de la alta sociedad? No se le habría ocurrido nunca pensar que fuera posible. ¡Y qué magnifica oportunidad para conocer a un hombre que se enamorara de ella y quisiera casarse! No un lord, desde luego. Sabía que no podía aspirar a tanto. Pero seguramente no sólo habría lores en esa reunión. También estarían invitados otros hombres acomodados y respetables, hombres sin títulos nobiliarios que no tenían tantas pretensiones a la hora de elegir esposa.
Y sí había asistido a un baile de máscaras en los jardines..., bueno, en realidad no había asistido, sino que lo había mirado de lejos deseando participar en él. Le había parecido que los invitados se lo estaban pasando en grande. Además, esos bailes no eran solo para los ricos, ni mucho menos. Cualquiera podía acudir a ellos y fingir por una noche ser alguien distinto.
―Entonces que no baile ―decía Chelsea para contrarrestar última objeción de Nicholas―. Puede alegar una torcedura de tobillo.
―Así pues, no podrá hablar ni apenas andar. En su situación tendría que estar postrada en la cama de un hospital en lugar de asistir a un baile.
Nicholas le miró con el ceño fruncido pero siguió proponiendo soluciones:
―Se quedó afónica durante una cacería del zorro muy emocionante a principios de esta semana. Se ha recuperado bien, pero aún tiene que cuidar sus cuerdas vocales. Se torció el tobillo en la misma cacería, ¿sabes? Habría declinado asistir a ese baile, pero no quería decepcionarte cuando tenías tantas ganas de presentarla mañana por la noche. Y puesto que sólo estará en la ciudad este fin de semana…
―Ya te entiendo, Chels. ¿Y por quién vas a hacerla pasar?
―Quizá podría estar emparentada de lejos con Gabriela, que procede de un linaje ilustre, aunque rara vez se mencionan sus títulos desde que se casó con nuestro primo Joe. Pero estoy segura que no le importaría aceptar a _____ como pariente.
―Emparentarla con un duque es un poco excesivo, ¿no? ― dijo Nicholas.
―No, no, con uno de los títulos menores, por supuesto. Y muy de lejos. Quizá sus padres emigraron a América y ella se crió allí. No, ya lo tengo: ¡Cornualles! Sólo por si reparan en su fuerte acento. Esto funcionará, y de maravilla. Nadie, y digo nadie, va a dudar que has estado cortejando a esta preciosa muchacha durante los últimos meses, por lo que no es posible que hayas tenido ninguna cita con Emily Bascomb. Tuvo que ser algún otro tipo afortunado.
Nicholas sacudió la cabeza, pero de puro asombro.
―¿Cómo te las arreglas, prima? Me dejas patidifuso, de veras.
―Bobadas ―se burló Chelsea―. Y me la llevaré a casa para arreglarla. Pasa a recogernos con un coche mañana por la noche a las nueve en punto. Sólo queremos retrasarnos el mínimo aceptable, nada más.
―¿Retrasarnos?
―Yo iré con vosotros, por supuesto. Tiene que llevar una acompañante.
―Desde cuándo eres mi ángel de la guardia, primita?
―Desde que Amy me pidió que te vigilara durante su ausencia.
Nicholas puso los ojos en blanco. Amy no sólo era su prima sino también su mejor amiga, y se preocupaba por él más de lo que era necesario.
―No quisiera aguar tu asombrosa estratagema, pero ¿no crees que deberías preguntar a _____ si está dispuesta a rescatarme de las garras de Emily?
―Oh, vaya. ―Chelsea suspiró―. Sí, supongo que sí. ―Y dijo
―_____ ¿Estás dispuesta a cumplir este cometido, querida? Nicholas necesita ayuda, o de lo contrario se verá arrastrado al altar sin que pueda hacer nada por evitarlo.
_____ sonrió.
―Se me da bastante bien hacerme pasar por otra persona.
Chelsea parpadeó.
―Bueno, pues sí, se te da muy bien. Entonces, vamos. Tenemos mucho que hacer en muy poco tiempo.
gabiberroteran
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
ME ENCANTO EL CAPI PERO CREO Q LA RAYIS VA A METER LA PATA Y FEO BUENO SUBE CUANDO PUEDAS NO TE PREOCUPES BYE
nataly jonas
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
Espero que la rayis no fastidie nada y que todo salga bien, además de que Chelse la deje guapisima y Nicholas babee aun más xD
Invitado
Invitado
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
No se preocupen que rayis no metera la pata ;)
Capitulo 27
Chelsea Eden era verdaderamente asombrosa: un torbellino de actividad, instrucciones y parloteo sin fin. Sacó a _____ de la casa de Nicholas, la llevó calle abajo hasta la suya y la condujo directamente a su dormitorio, sin darle tiempo a mirar boquiabierta la magnífica mansión que recorrían precipitadamente. Chelsea llamó de inmediato a su criada, Tess, le explicó lo que necesitaba y entre las dos, sacaron del guardarropa de Regina incontables vestidos de una elegancia que ______ jamás había visto. Cuando finalmente se decidieron por uno, ______ apenas pudo echarle un vistazo antes de que Tess lo entregara a otra criada para arreglarlo.
El siguiente punto del orden del día eran los zapatos, pero los que hacían juego con el vestido no encajaban en los pies de________ por más que trataron de ensancharlos, y no había tiempo de encargar un nuevo par. Así pues, Chelsea mandó un lacayo a los domicilios de sus parientes. _____ no supo a quién pertenecían los escarpines blancos de satén que aparecieron antes de cenar, pero sólo le apretaban un poco en los talones y no le oprimían tanto los dedos como los zapatos de Chelsea.
No hubo ninguna pausa para cenar. Chelsea mandó subir unas bandejas a su habitación, y ______ tuvo que comer de la suya mientras Tess trataba de decidir qué podía hacerse con su pelo. No era tarea fácil. De hecho, ése resultó el problema más difícil. Sus rizos, siendo tan cortos, no se dejaban dominar. Y además hubo que cortar algunos de ellos, para arreglar los trasquilones que Lucy le había hecho.
Finalmente Chelsea sacó una diadema y Tess exclamó:
―¡Esto servirá! Ahora puedo separar los rizos y controlarlos. Es la única forma de conseguir un peinado decente.
―¡Magnífico! Sabía que podías hacerlo, Tess. Quiero que mañana tenga el mismo aspecto.
_____ no tuvo ocasión de verse antes de que le quitaran la diadema y la condujeran a un cuarto de huéspedes, donde Chelsea le dijo que se acostara enseguida. Al día siguiente les esperaba mucho más trabajo que hacer y la despertarían temprano.
¡Un cuarto de huéspedes! No podía creerlo, como tampoco podía creer que lady Chelsea se tomara tantas molestias para salvar a su primo de casarse con una hermosa heredera. Si una joven así no le tentaba a dejarse encadenar, entonces era evidente que Nicholas no exageraba cuando dijo que iba a seguir siendo soltero el resto de su vida. Lo cual era una lástima, pensó con tristeza. El hecho de que se esforzara tanto por evitar el matrimonio no hacía más que demostrar que no era el hombre adecuado para ella.
Sin embargo, estaba entusiasmada con la perspectiva de que al día siguiente Nicholas la vería transformada en una dama. ¡Asistiría a un baile con él! Incluso él iba a fingir que la cortejaba. La realidad quedaría provisionalmente suspendida y ella podría imaginarse que toda aquella gloriosa velada era de verdad...
A la mañana siguiente la despertaron más pronto de lo que esperaba. Le pareció que apenas se había acostado cuando una criada llamó a su puerta y entró llevando en las manos una bandeja con el desayuno. Tan sólo se había comido la mitad cuando irrumpió Chelsea en la habitación:
―¿Todavía no has terminado? –le dijo con impaciencia―. Bueno, pues date prisa. Esta noche no deberías bailar, pero por si acaso algo sale mal y tienes que hacerlo, he decidido que tenemos tiempo suficiente para que tomes una pequeña lección en este sentido.
―¿Vas a enseñarme a bailar?
―Yo no, querida. Nicholas lo hará. Ya he mandado a buscarle. _____ no pudo reprimir un bufido.
―No le sacarás de la cama tan temprano.
―Sí, ya lo sé. ―Chelsea suspiró―. Pero se levantará, puesto que he dicho que se trata de una emergencia.
―¿Lo es?
― Por supuesto que no, pero eso le traerá aquí sin demora. Bien, supongo que debería hablarte un poco de este baile. Lady Aitchison es la anfitriona, y eso significa que va a ser el principal baile de la temporada, porque todas sus fiestas hacen furor, aunque sólo las da cada cuatro años aproximadamente.
―¿Eso significa que habrá mucha gente?
―Sí, habrá una gran multitud, con la presencia de la flor y nata de la sociedad londinense: todas las jóvenes debutantes de esta temporada, todos los jóvenes que desean casarse, sus mamás, sus papás y demás acompañantes, y unos cuantos sinvergüenzas como nuestro entrañable Nicholas a los que deberías evitar.
―Él no es un sinvergüenza ―dijo _____, si bien había pensado lo mismo en más de una ocasión.
―Desde luego que lo es, pero un sinvergüenza adorable. No hay más que ver lo que está haciendo contigo. Te ha convertido en su amante, pero además te hace limpiar su casa.
―¡Yo no soy su amante, ni lo seré nunca!
Chelsea parpadeó ante el tono y las palabras vehementes de _____.
―¿De veras? Oh, vaya, en ese caso te ruego que me disculpes. Creí..., bueno, toda la familia creyó..., en fin, resulta evidente que él quiere que lo seas, y Nicholas nunca ha dejado de conseguir las mujeres que le interesan.
_____ se estaba sonrojando, porque ella misma había estado a punto de sucumbir a sus encantos y debía recordarse constantemente sus objetivos, y Nicholas no se incluía en ellos. Pero Chelsea no reparó en su rubor y, como siempre, pasó de un tema a otro sin solución de continuidad.
―Vamos, pues. He mandado despejar el salón para tener espacio para trabajar.
El trabajo no sólo consistía en bailar. Tan pronto como llegaron al piso de abajo, Chelsea le dijo:
―Bien, déjame que vea cómo andas. No, no, ya no usas pantalones. Da pasos cortos. Eso está mejor, pero... no, no andes con todo el cuerpo, sólo con las piernas. Queremos que parezca que te deslizas sobre el suelo sin moverte.
______ redujo la marcha y dio pasos más cortos.
―¡Perfecto! ―exclamó Chelsea.
_____ sonrió.
―¿Andas tú así?
Chelsea soltó una risita.
―Bueno, lo intento, de veras. Pero a decir verdad, yo antes era un marimacho. Me crié con mi primo Joseph cuando falleció mi madre, y he gozado de la libertad que tienen los chicos. Ya sabes a qué me refiero, claro. ¿No es por eso que usabas pantalones?
―No, allí de donde vengo las chicas trabajan de prostitutas, y desde edad temprana. Yo no quería un trabajo así, y por eso me hacía pasar por un chico.
―Oh, vaya. ―Ahora fue Chelsea quien se sonrojo―. ¿Y nadie lo sabía?
―Sólo mi amiga Lucy.
―Chels, ¿dónde estás? ―gritó Nicholas de repente desde el vestíbulo.
―¡Aquí!
El joven apareció en el umbral, con expresión malhumorada, y se dirigió a su prima.
―¿Sabes qué hora es?
―Sí, y ya hemos perdido media mañana. Vas a enseñar a bailar a _____.
―¿De veras? –Se cruzó de brazos y se apoyó en el marco de la puerta―. Creía que iba a tener una lesión en el tobillo.
―La tiene, pero ya está casi recuperada, sólo un poco dolorida. A fin de cuentas, no vamos a pedirle que cojee. Además, es sólo una medida de precaución.¿Y si aparece el rey Jorge y la saca a bailar?
Nicholas puso los ojos en blanco.
―Eso es llevar las cosas demasiado lejos, Chels, créeme.
―No era más que un ejemplo para ilustrar por qué debe aprender a bailar. No pongas tantas trabas. Es tu tobillo el que intentamos librar de los grilletes conyugales.
Nicholas miró a _____ y las pupilas de ella se dilataron ligeramente.
―Te han cortado el pelo, ¿verdad? Lo tienes muy bonito.
_____ se sonrojó de forma encantadora.
―Me lo peinarán para esta noche.
―Que Dios me ayude si estás todavía más hermosa. ―Entonces sonrió y dijo a su prima―: Maldita sea, ¿no deberías dejarnos solos durante la lección, Chels?
―Ni hablar. Esto no es un pretexto para manosearla, de modo que compórtate.
Nicholas suspiró.
―¿No necesitamos música?
―Yo tararearé, y si te ríes de mi canturreo, te daré un cachete.
Él se acercó a _____ y extendió la mano.
―¿Estás lista para aprender, cariño?
Lo dijo de tal modo que ella le espetó con sequedad:
―A bailar y nada más.
―Qué lástima ―murmuró él, al tiempo que la atraía hacia sí y empezaba a bailar un vals con ella.
_____ notó su mano en la espalda, y el calor de la otra contra su palma. La sala era espaciosa. Chelsea se encontraba en la otra punta, por lo que no podía oír los comentarios que Nicholas le susurraba a _____ al oído poniéndola nerviosa.
―Me encanta tocarte. ¿Crees que se dará cuenta si pongo mi mano en tu trasero?
―Yo sí me daré cuenta —repuso _____ con voz entrecortada.
Él soltó una risita.
―Pero te gustaría, ¿verdad?
―No. ¡Y no te atrevas a intentarlo! Se supone que estamos bailando.
―Pero yo puedo hacer el amor y bailar al mismo tiempo ―susurró Nicholas―. Te lo juro.
______ contuvo la respiración y apenas pudo responder:
―Qué embustero. ¡Para de una vez!
Pero, desde luego, él no lo hizo. Acercándose todavía más, le susurró:
―¿Quieres que te diga cómo se hace? No tienes más que sujetarte con fuerza y rodear mis caderas con tus piernas. Deberíamos estar ambos desnudos, por supuesto.
_____ tropezó. Se sorprendió de no haberlo hecho antes, dado lo absorta que estaba en él y en las imágenes que dibujaba en su mente. Nicholas la apretó contra sí hasta que recuperó el equilibrio, lo cual no hizo más que acrecentar su turbación.
Chelsea había dejado de tararear. _____ se dio cuenta de ello cuando vio que había entrado una criada para hablar con la dama. Nicholas debió de fijarse también en que su prima ya no les prestaba atención, porque de repente pegó la boca al cuello de ____ y la besó con ardor. Acto seguido pasó a la oreja, que su lengua lamió a fondo. Oh, cielos, era una sensación asombrosa. ______ sintió que le flaqueaban las piernas, pero no llegó a trastabillar ni a caer, porque Nicholas la abrazaba tan fuerte que incluso le levantaba los pies del suelo. Y ella se aferraba a él. No podía evitarlo. Las sensaciones que provocaba en ella la hacían desear acercarse todavía más...
El enérgico carraspeo de Chelsea hizo que volvieran a separarse, pero despacio. Con los pies nuevamente en el suelo, ______ trató de recobrar la compostura. Ver la sonrisa de Nicholas la ayudó en este sentido. ¡Menudo sinvergüenza! Conocía perfectamente las sensaciones que acababa de despertar en ella y se mostraba visiblemente complacido por ello.
Nicholas se apiadó de ella y empezó a tomarse en serio la lección de baile. Le dijo que se dejara llevar, y de hecho _____ aprendió a dar unos pasos antes de que finalizara la clase.
Había creído que continuarían después del almuerzo, pero en lugar de eso la mandaron de vuelta a la cama. Chelsea le advirtió que no se limitara a descansar y que durmiera un rato, ya que estarían levantados hasta altas horas de la madrugada. _____ temía que al estar tan nerviosa no podría conciliar el sueño en pleno día, pero tanta información y tantas instrucciones la habían dejado agotada y se durmió al poco de acostarse.
Capitulo 27
Chelsea Eden era verdaderamente asombrosa: un torbellino de actividad, instrucciones y parloteo sin fin. Sacó a _____ de la casa de Nicholas, la llevó calle abajo hasta la suya y la condujo directamente a su dormitorio, sin darle tiempo a mirar boquiabierta la magnífica mansión que recorrían precipitadamente. Chelsea llamó de inmediato a su criada, Tess, le explicó lo que necesitaba y entre las dos, sacaron del guardarropa de Regina incontables vestidos de una elegancia que ______ jamás había visto. Cuando finalmente se decidieron por uno, ______ apenas pudo echarle un vistazo antes de que Tess lo entregara a otra criada para arreglarlo.
El siguiente punto del orden del día eran los zapatos, pero los que hacían juego con el vestido no encajaban en los pies de________ por más que trataron de ensancharlos, y no había tiempo de encargar un nuevo par. Así pues, Chelsea mandó un lacayo a los domicilios de sus parientes. _____ no supo a quién pertenecían los escarpines blancos de satén que aparecieron antes de cenar, pero sólo le apretaban un poco en los talones y no le oprimían tanto los dedos como los zapatos de Chelsea.
No hubo ninguna pausa para cenar. Chelsea mandó subir unas bandejas a su habitación, y ______ tuvo que comer de la suya mientras Tess trataba de decidir qué podía hacerse con su pelo. No era tarea fácil. De hecho, ése resultó el problema más difícil. Sus rizos, siendo tan cortos, no se dejaban dominar. Y además hubo que cortar algunos de ellos, para arreglar los trasquilones que Lucy le había hecho.
Finalmente Chelsea sacó una diadema y Tess exclamó:
―¡Esto servirá! Ahora puedo separar los rizos y controlarlos. Es la única forma de conseguir un peinado decente.
―¡Magnífico! Sabía que podías hacerlo, Tess. Quiero que mañana tenga el mismo aspecto.
_____ no tuvo ocasión de verse antes de que le quitaran la diadema y la condujeran a un cuarto de huéspedes, donde Chelsea le dijo que se acostara enseguida. Al día siguiente les esperaba mucho más trabajo que hacer y la despertarían temprano.
¡Un cuarto de huéspedes! No podía creerlo, como tampoco podía creer que lady Chelsea se tomara tantas molestias para salvar a su primo de casarse con una hermosa heredera. Si una joven así no le tentaba a dejarse encadenar, entonces era evidente que Nicholas no exageraba cuando dijo que iba a seguir siendo soltero el resto de su vida. Lo cual era una lástima, pensó con tristeza. El hecho de que se esforzara tanto por evitar el matrimonio no hacía más que demostrar que no era el hombre adecuado para ella.
Sin embargo, estaba entusiasmada con la perspectiva de que al día siguiente Nicholas la vería transformada en una dama. ¡Asistiría a un baile con él! Incluso él iba a fingir que la cortejaba. La realidad quedaría provisionalmente suspendida y ella podría imaginarse que toda aquella gloriosa velada era de verdad...
A la mañana siguiente la despertaron más pronto de lo que esperaba. Le pareció que apenas se había acostado cuando una criada llamó a su puerta y entró llevando en las manos una bandeja con el desayuno. Tan sólo se había comido la mitad cuando irrumpió Chelsea en la habitación:
―¿Todavía no has terminado? –le dijo con impaciencia―. Bueno, pues date prisa. Esta noche no deberías bailar, pero por si acaso algo sale mal y tienes que hacerlo, he decidido que tenemos tiempo suficiente para que tomes una pequeña lección en este sentido.
―¿Vas a enseñarme a bailar?
―Yo no, querida. Nicholas lo hará. Ya he mandado a buscarle. _____ no pudo reprimir un bufido.
―No le sacarás de la cama tan temprano.
―Sí, ya lo sé. ―Chelsea suspiró―. Pero se levantará, puesto que he dicho que se trata de una emergencia.
―¿Lo es?
― Por supuesto que no, pero eso le traerá aquí sin demora. Bien, supongo que debería hablarte un poco de este baile. Lady Aitchison es la anfitriona, y eso significa que va a ser el principal baile de la temporada, porque todas sus fiestas hacen furor, aunque sólo las da cada cuatro años aproximadamente.
―¿Eso significa que habrá mucha gente?
―Sí, habrá una gran multitud, con la presencia de la flor y nata de la sociedad londinense: todas las jóvenes debutantes de esta temporada, todos los jóvenes que desean casarse, sus mamás, sus papás y demás acompañantes, y unos cuantos sinvergüenzas como nuestro entrañable Nicholas a los que deberías evitar.
―Él no es un sinvergüenza ―dijo _____, si bien había pensado lo mismo en más de una ocasión.
―Desde luego que lo es, pero un sinvergüenza adorable. No hay más que ver lo que está haciendo contigo. Te ha convertido en su amante, pero además te hace limpiar su casa.
―¡Yo no soy su amante, ni lo seré nunca!
Chelsea parpadeó ante el tono y las palabras vehementes de _____.
―¿De veras? Oh, vaya, en ese caso te ruego que me disculpes. Creí..., bueno, toda la familia creyó..., en fin, resulta evidente que él quiere que lo seas, y Nicholas nunca ha dejado de conseguir las mujeres que le interesan.
_____ se estaba sonrojando, porque ella misma había estado a punto de sucumbir a sus encantos y debía recordarse constantemente sus objetivos, y Nicholas no se incluía en ellos. Pero Chelsea no reparó en su rubor y, como siempre, pasó de un tema a otro sin solución de continuidad.
―Vamos, pues. He mandado despejar el salón para tener espacio para trabajar.
El trabajo no sólo consistía en bailar. Tan pronto como llegaron al piso de abajo, Chelsea le dijo:
―Bien, déjame que vea cómo andas. No, no, ya no usas pantalones. Da pasos cortos. Eso está mejor, pero... no, no andes con todo el cuerpo, sólo con las piernas. Queremos que parezca que te deslizas sobre el suelo sin moverte.
______ redujo la marcha y dio pasos más cortos.
―¡Perfecto! ―exclamó Chelsea.
_____ sonrió.
―¿Andas tú así?
Chelsea soltó una risita.
―Bueno, lo intento, de veras. Pero a decir verdad, yo antes era un marimacho. Me crié con mi primo Joseph cuando falleció mi madre, y he gozado de la libertad que tienen los chicos. Ya sabes a qué me refiero, claro. ¿No es por eso que usabas pantalones?
―No, allí de donde vengo las chicas trabajan de prostitutas, y desde edad temprana. Yo no quería un trabajo así, y por eso me hacía pasar por un chico.
―Oh, vaya. ―Ahora fue Chelsea quien se sonrojo―. ¿Y nadie lo sabía?
―Sólo mi amiga Lucy.
―Chels, ¿dónde estás? ―gritó Nicholas de repente desde el vestíbulo.
―¡Aquí!
El joven apareció en el umbral, con expresión malhumorada, y se dirigió a su prima.
―¿Sabes qué hora es?
―Sí, y ya hemos perdido media mañana. Vas a enseñar a bailar a _____.
―¿De veras? –Se cruzó de brazos y se apoyó en el marco de la puerta―. Creía que iba a tener una lesión en el tobillo.
―La tiene, pero ya está casi recuperada, sólo un poco dolorida. A fin de cuentas, no vamos a pedirle que cojee. Además, es sólo una medida de precaución.¿Y si aparece el rey Jorge y la saca a bailar?
Nicholas puso los ojos en blanco.
―Eso es llevar las cosas demasiado lejos, Chels, créeme.
―No era más que un ejemplo para ilustrar por qué debe aprender a bailar. No pongas tantas trabas. Es tu tobillo el que intentamos librar de los grilletes conyugales.
Nicholas miró a _____ y las pupilas de ella se dilataron ligeramente.
―Te han cortado el pelo, ¿verdad? Lo tienes muy bonito.
_____ se sonrojó de forma encantadora.
―Me lo peinarán para esta noche.
―Que Dios me ayude si estás todavía más hermosa. ―Entonces sonrió y dijo a su prima―: Maldita sea, ¿no deberías dejarnos solos durante la lección, Chels?
―Ni hablar. Esto no es un pretexto para manosearla, de modo que compórtate.
Nicholas suspiró.
―¿No necesitamos música?
―Yo tararearé, y si te ríes de mi canturreo, te daré un cachete.
Él se acercó a _____ y extendió la mano.
―¿Estás lista para aprender, cariño?
Lo dijo de tal modo que ella le espetó con sequedad:
―A bailar y nada más.
―Qué lástima ―murmuró él, al tiempo que la atraía hacia sí y empezaba a bailar un vals con ella.
_____ notó su mano en la espalda, y el calor de la otra contra su palma. La sala era espaciosa. Chelsea se encontraba en la otra punta, por lo que no podía oír los comentarios que Nicholas le susurraba a _____ al oído poniéndola nerviosa.
―Me encanta tocarte. ¿Crees que se dará cuenta si pongo mi mano en tu trasero?
―Yo sí me daré cuenta —repuso _____ con voz entrecortada.
Él soltó una risita.
―Pero te gustaría, ¿verdad?
―No. ¡Y no te atrevas a intentarlo! Se supone que estamos bailando.
―Pero yo puedo hacer el amor y bailar al mismo tiempo ―susurró Nicholas―. Te lo juro.
______ contuvo la respiración y apenas pudo responder:
―Qué embustero. ¡Para de una vez!
Pero, desde luego, él no lo hizo. Acercándose todavía más, le susurró:
―¿Quieres que te diga cómo se hace? No tienes más que sujetarte con fuerza y rodear mis caderas con tus piernas. Deberíamos estar ambos desnudos, por supuesto.
_____ tropezó. Se sorprendió de no haberlo hecho antes, dado lo absorta que estaba en él y en las imágenes que dibujaba en su mente. Nicholas la apretó contra sí hasta que recuperó el equilibrio, lo cual no hizo más que acrecentar su turbación.
Chelsea había dejado de tararear. _____ se dio cuenta de ello cuando vio que había entrado una criada para hablar con la dama. Nicholas debió de fijarse también en que su prima ya no les prestaba atención, porque de repente pegó la boca al cuello de ____ y la besó con ardor. Acto seguido pasó a la oreja, que su lengua lamió a fondo. Oh, cielos, era una sensación asombrosa. ______ sintió que le flaqueaban las piernas, pero no llegó a trastabillar ni a caer, porque Nicholas la abrazaba tan fuerte que incluso le levantaba los pies del suelo. Y ella se aferraba a él. No podía evitarlo. Las sensaciones que provocaba en ella la hacían desear acercarse todavía más...
El enérgico carraspeo de Chelsea hizo que volvieran a separarse, pero despacio. Con los pies nuevamente en el suelo, ______ trató de recobrar la compostura. Ver la sonrisa de Nicholas la ayudó en este sentido. ¡Menudo sinvergüenza! Conocía perfectamente las sensaciones que acababa de despertar en ella y se mostraba visiblemente complacido por ello.
Nicholas se apiadó de ella y empezó a tomarse en serio la lección de baile. Le dijo que se dejara llevar, y de hecho _____ aprendió a dar unos pasos antes de que finalizara la clase.
Había creído que continuarían después del almuerzo, pero en lugar de eso la mandaron de vuelta a la cama. Chelsea le advirtió que no se limitara a descansar y que durmiera un rato, ya que estarían levantados hasta altas horas de la madrugada. _____ temía que al estar tan nerviosa no podría conciliar el sueño en pleno día, pero tanta información y tantas instrucciones la habían dejado agotada y se durmió al poco de acostarse.
gabiberroteran
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
Ayyy que pillin que es Nicholas!No digo que no me guste xD
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