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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
Nicholas es tonto o se lo hace?!Donde demonios está?!Deberia correr detrás de su falda para pedirle que se quedara!Arg!Todos los hombres son iguales!Tienes que seguirla, mataré a alguien si Nicholas no aparece pronto!
PD:Sí, eso era una amenaza xD
PD:Sí, eso era una amenaza xD
Invitado
Invitado
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
OH SIGUELA!!!!!!!!!! ESTA SUPER!!!!!!!!!!!! :D
Just Me! Melissa! :)
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
Hello! Queden solos tres capitulos (aparte de este) para llegar al final de la web novela :)
Capitulo 49
―No me sorprende ―decía Anthony mientras el coche se abría paso por entre el tráfico a media tarde del día siguiente―. Lo vi en su estructura ósea.
Orlando miró a su hermano con un bufido.
―Tú no viste nada.
―Lamento no estar de acuerdo contigo, viejo. El mero hecho de que tú no lo vieras no significa que alguien con un ojo más experto no pueda hacerlo. ¿Quizá necesitas gafas a tu avanzada edad?
―Y tú quizá necesitas una visita a Knighton's una vez que haya¬mos solucionado este embrollo.
Anthony soltó una risita. Knighton's Hall era un pabellón de¬portivo especializado en ejercicios de naturaleza violenta. Decían que ambos hermanos habían pasado muchas horas en su cuadriláte¬ro perfeccionando sus cualidades pugilísticas.
―Acepto el reto cuando quieras ―repuso Anthony―. Pero re¬conócelo. Estás enfadado porque no viste avecinarse esto.
―¿Y cómo podía haber ni la más remota posibilidad de que Johnny recordara un extraño encuentro que tuvo lugar hace más de veinte años? Sólo había visto a la muchachita en una ocasión en aquel entonces.
Anthony se echó a reír.
―Porque estaba intrigado. Creía que tenía que conocerla, de modo que se propuso no dejar de pensar en ello hasta que recordara por qué le resultaba familiar. No me sorprende tampoco que se apre¬surara a regresar a Londres para comunicarte su descubrimiento.
―No era a mí a quien buscaba. Fue directamente a casa de Nicholas, pero mi hijo no estaba allí. Impaciente como es nuestro herma¬no, me convertí en su segundo objetivo.
―No te envidio. No querría tener que decir a mi hijo que debe renunciar a semejante belleza.
Orlando soltó un bufido.
―Tú no tienes ningún hijo. Y yo no diré al mío semejante cosa. El chico ya es todo un hombre, puede tomar sus propias decisiones sobre cómo resolver este lío. Además, ¿sólo porque lo diga Johnny? Ni hablar.
Anthony sonrió.
―La verdad es que he tenido muchísima suerte al poder oír la noticia de boca de Johnny. Sé perfectamente que tú no me habrías co¬mentado nada al respecto.
―Claro que lo habría hecho. La desgracia siempre busca com¬pañía, ¿no lo sabes?
No encontraron tampoco a Nicholas en casa pero, a diferencia de Johnny, Orlando sabía a quién preguntar sobre su paradero.
―Ha ido en busca de la joven ―informó Artie a Orlando―. Ha «abandonao» el barco.
―¿Se pelearon?
―No lo creo. Según la chica de la cocina, ha ido a buscar otro trabajo.
―¿En qué dirección le mandaste? ―preguntó Orlando con sua¬vidad.
―Yo no, pero la criada de la cocina le ha dicho que la joven pa¬saría primero por su antigua casa antes de buscar trabajo.
―¿Y qué dirección me señalas?
―Ninguna ―dijo Artie, que le sorprendió al añadir con obstinación―. A«meno» que me lleves para cubrirte las espaldas.
―Desde luego. No lo habría hecho de otro modo. Bien, ¿adónde ha ido a buscarla?
―A la peor parte de la ciudad que te puedas imaginar. Los su¬burbios de los suburbios.
―¿Has pensado en un orfanato, Dagger?
―No ―murmuró―. ¿Lo has pensado tú? ¿Qué pasa si tu idea fracasa, eh? Les das a esos chiquillos la esperanza de una vida mejor, y después se la quitan cuando no podemos cubrir los gastos. Enton¬ces tendrás un montón de chicos descontentos y peores de lo que eran antes. Por lo menos ahora no esperan nada mejor, «asín» que ya están contentos con lo que tienen.
De modo que sí había pensado en ello. Y ella no había conside¬rado esa posibilidad de fracaso. Pero Dagger se mostraba demasiado negativo. Con esa actitud era seguro que fracasarían.
―He encontrado un buen trabajo esta mañana, el primero al que me presenté.
―¿Y qué?
―Pagan mejor sueldo en el centro. Si pudieras conseguir un em¬pleo en la misma zona, podríamos poner el orfanato allí. Es un barrio agradable, sin alta sociedad; básicamente sólo hay comerciantes.
―Olvídalo ―repuso él, irritado―. Nunca he tenido un trabajo de «verdá».
―Sí lo has tenido. Eres organizador, administrador, capataz y otras muchas cosas que has estado haciendo aquí durante años.
―Yo sé lo que sé y no quiero aspirar a lo que no es posible. Ahora vete. Tus objetivos son demasiado exagerados «pa» nosotros. La úni¬ca forma de montar un orfanato es con ayuda del gobierno o ayuda privada.
―Si puedo conseguir la ayuda privada, ¿estarías dispuesto a di¬rigir el orfanato?
―Claro, tú ponlo y yo lo dirigiré. ―Pero recuperó el tono burlón cuando agregó―: «Asín» que ahora tienes amigos ricos, ¿eh?
Dijo eso sólo porque no creía que ella tuviera la mínima posibilidad de conseguirlo. Y tal vez era cierto. Pero no estaba dispuesta a rendirse.
―Los tiene, en efecto.
______ se volvió y se sobresaltó al ver a Nicholas de pie en el um¬bral. La miraba como si quisiera cogerla y zarandearla... o abrazarla. De hecho, había tanta emoción en sus ojos que la joven no podía descifrar exactamente qué sentía. Pero finalmente Nicholas apartó la vista de ella para mirar al grupo de niños que se habían congregado tras él y contemplaban con asombro a un caballero bien vestido en aquel sector de la ciudad.
Lanzó una moneda y dijo:
―Sé buen chico y vigila mi carruaje. Si todavía está allí cuando salga, habrá otra moneda para ti. Si no está, te ayudaré a cavar tu tumba antes de meterte dentro.
Estas palabras sacaron a _____ de su estupefacción. Corrió hacia la puerta.
―No ha querido decir eso ―explicó al chico, que estaba allí plantado con la boca abierta―. Siéntate en el coche y grita si alguien intenta llevárselo.
Luego se apartó de Nicholas antes de volverse para preguntar con frialdad:
―¿Cómo me has encontrado?
―He tenido que derribar al gigante de la taberna y amenazar con arrancarle el corazón para que me dijera dónde se encontraban tus compinches.
―¿Te has metido con él?
―Bueno, en realidad no, pero sonaba bien, ¿no es cierto? ―dijo Nicholas con una sonrisa maliciosa.
A _____ no le pareció divertido, pero en cambio a Dagger sí. Se echó a reír. Nicholas prosiguió:
―Resulta que el dinero le ha soltado la lengua sin necesidad de coaccionarle lo más mínimo. Tenéis una gente muy leal aquí ―añadió con sarcasmo.
Las risotadas de Dagger habían atraído a Lucy. Miró a Nicholas boquiabierta antes de dirigir una mirada aún más incrédula a ______.
―¿Has dejado a este hombre? Vaya, ____, ¿has perdido la chaveta?
______ empezó a sonrojarse, pero Nicholas obsequió a Lucy con una sonrisa y dijo:
―Tú debes de ser Lucy. Tengo contraída una deuda de gratitud contigo, desde luego.
Lucy parpadeó.
―¿De « verdá» ? ¿Por qué?
―Por haber protegido a esta muchachita durante tantos años. Gracias. Y gracias a ti también ―añadió, dirigiéndose a Dagger―. Por haberla despedido de aquí, cosa que le permitió encontrarme.
_____ puso los ojos en blanco. Dagger tosió. Lucy dijo:
―Dagger, vamos a admirar el coche de este señor un ratito, ¿vale?, y dejamos a estos dos un momento solos.
―Sólo un momento ―insistió _____, pero ya salían por la puerta. Entonces miró enfadada a Nicholas ―: ¿Por qué estás aquí?
―He venido a buscar mi sombrero, por supuesto. Te advertí que no lo robaras.
No era eso lo que ella esperaba oír y, aunque comprendió que es¬taba bromeando, se marchó indignada a la habitación de Lucy, sacó el sombrero de su hatillo, volvió y se lo tiró. Él lo recogió, se acercó a ella y se lo entregó.
―Toma. Ahora te lo he dado y puedes quedártelo. ―Nada más decir eso la cogió entre sus brazos y susurró―: Pero yo voy a que¬darme contigo. Santo cielo, _____, no vuelvas a hacerme pasar por este infierno.
La estrechaba con tanta fuerza que no la dejaba respirar, y por un momento a _____ no le importó, se limitó a saborear la sensación de ser abrazada por él. Pero luego se impuso la razón y se apartó. Nicholas la soltó, pero sólo le permitió alejarse un poco, a fin de poder sujetarla de inmediato.
―No deberías haber venido ―le advirtió ella.
―Tú me has obligado a hacerlo. Y habría llegado más pronto, pero a la gente de esta zona le ha parecido divertido darme indicaciones erróneas durante la mitad del día.
―De todos modos yo no debería estar aquí. Sólo he vuelto para recoger mis cosas y empezar a trabajar en mi nuevo empleo.
―Olvídate de tu nuevo empleo. Vendrás conmigo a mi casa, que es también tu hogar.
_____ gimió para sus adentros. Jamás había oído nada tan bo¬nito. «Que es también tu hogar.» Santo Dios, sabía que negarse iba a resultarle demasiado difícil si él se proponía convencerla.
Se volvió y tuvo que esforzarse para decir:
―No voy a cambiar de opinión, Nicholas. Quiero más para mí de lo que tú estás dispuesto a darme.
―Si no hubieras huido tan deprisa...
_____ se sobresaltó y giró sobre sus talones para interrumpirle.
―Yo no huí. Te dije qué era lo que me retendría allí, pero no hi¬ciste caso. ¡Tú me dejaste marchar!
Él chasqueó la lengua.
―Me dejaste atónito, querida, proponiéndome matrimonio de aquel modo. Tienes que recordar que ya no usas pantalones. Me quedé estupefacto, por si quieres saberlo.
―¡Qué va! Sabías que iba a ocurrir. Yo ya te había advertido de cuáles eran mis objetivos y te dije que me marcharía pronto para cumplirlos.
―Pero para mí ese «pronto» significaba varios años. ―_____ soltó un bufido.
―Entonces quizás eres tú quien necesita un diccionario.
―Tal vez, pero lo único que necesito realmente es a ti. Vuelve a casa...
―¡No! ―exclamó ella, con voz sofocada y lágrimas en los ojos―. Vete, Nicholas. Siempre has procurado convencerme de que me que¬dara, si has venido por eso. Pero no lo conseguiste ni lo conseguirás ahora. Así pues, vete.
―He venido para disculparme y para hablar de tu matrimonio.
―¿Con quién?
―Pues conmigo, chica tonta.
______ le lanzó un puñetazo apuntándole a un ojo. Estaba furiosa. Pero él esquivó el golpe y exclamó:
―¡Maldita sea! ¿Por qué has hecho eso?
―Éste es un tema que no debe tomarse a broma, ______ Malory. Ha sido muy cruel por tu parte, no puedo creer que hayas dicho eso. Márchate. Y no vuelvas a buscarme.
En lugar de obedecer, _____ la atrajo hacia sí de nuevo, con fuerza. Y sus brazos la atenazaron por completo para que no pudie¬ra tratar de pegarle otra vez. El muy sinvergüenza no parecía arre¬pentido en lo más mínimo.
Preguntó con desenfado:
―¿Era eso un sí?
Ella forcejeó para volver a golpearle. Él soltó una risita.
―Ten paciencia conmigo, cariño. Nunca me había planteado hacer una proposición de matrimonio a nadie, por lo que natural¬mente estaba condenado a meter la pata. Pero deberías conocerme lo suficiente para saber que éste es un tema que jamás me tomaría a broma.
_____ se quedó muy quieta. Tenía razón, él no bromearía acerca de eso. Pero aún no podía creer que hablara en serio y tuvo que pre¬guntar:
―¿Por qué? Sé que no piensas casarte nunca. Lo has dejado muy claro. Así pues, ¿por qué lo consideras ahora?
―Porque eres obstinada. Porque es lo que tú quieres y yo deseo hacerte feliz. Porque te quiero. Porque la idea de seguir mi vida sin ti me hace pedazos y preferiría no volver a pasar por ello. Porque quiero despertarme a tu lado cada mañana, no sólo cuando tengo suerte. Porque tú eres todo lo que podría desear en una mujer, _____. Así pues, ¿por qué no querría casarme contigo? Bueno, eso es lo que me pregunté, y ahora los dos conocemos la respuesta. No sabía que estaba enamorado de ti hasta que creí que te había perdi¬do. Lo habría averiguado tarde o temprano, pero me alegro de sa¬berlo ahora y no más tarde. Así pues, ¿te casarás conmigo y dejarás que sea tu familia?
Ella se inclinó hacia atrás, mirándole con asombro.
―¿Lo dices en serio? ¿Me quieres?
―Más de lo que podría expresar sólo con palabras.
La voz de Anthony se elevó tras ellos cuando él y Orlando irrum-pieron en la habitación.
―Te han dicho que no les interrumpieras. Ha sido terrible¬mente embarazoso oír esa cursilería, ¿no crees?
Nicholas se volvió, sonriendo, hacia su padre y su tío.
―Felicitadme. Ha aceptado casarse conmigo. ―Pero susurró a _____―: Lo harás, ¿verdad?
―Sí ―repuso ella, rebosante de dicha―. Claro que sí.
―Bueno, que me aspen ―dijo Orlando―. No creo que esto se le pasara ni remotamente por la cabeza a Johnny cuando vino a soltarme su plática. Sin embargo, resolvió el misterio.
―¿Qué misterio?
―Jason sabe quién es ella, muchacho.
―¿Que proviene de aquí?
―No, quién es realmente.
Capitulo 49
―No me sorprende ―decía Anthony mientras el coche se abría paso por entre el tráfico a media tarde del día siguiente―. Lo vi en su estructura ósea.
Orlando miró a su hermano con un bufido.
―Tú no viste nada.
―Lamento no estar de acuerdo contigo, viejo. El mero hecho de que tú no lo vieras no significa que alguien con un ojo más experto no pueda hacerlo. ¿Quizá necesitas gafas a tu avanzada edad?
―Y tú quizá necesitas una visita a Knighton's una vez que haya¬mos solucionado este embrollo.
Anthony soltó una risita. Knighton's Hall era un pabellón de¬portivo especializado en ejercicios de naturaleza violenta. Decían que ambos hermanos habían pasado muchas horas en su cuadriláte¬ro perfeccionando sus cualidades pugilísticas.
―Acepto el reto cuando quieras ―repuso Anthony―. Pero re¬conócelo. Estás enfadado porque no viste avecinarse esto.
―¿Y cómo podía haber ni la más remota posibilidad de que Johnny recordara un extraño encuentro que tuvo lugar hace más de veinte años? Sólo había visto a la muchachita en una ocasión en aquel entonces.
Anthony se echó a reír.
―Porque estaba intrigado. Creía que tenía que conocerla, de modo que se propuso no dejar de pensar en ello hasta que recordara por qué le resultaba familiar. No me sorprende tampoco que se apre¬surara a regresar a Londres para comunicarte su descubrimiento.
―No era a mí a quien buscaba. Fue directamente a casa de Nicholas, pero mi hijo no estaba allí. Impaciente como es nuestro herma¬no, me convertí en su segundo objetivo.
―No te envidio. No querría tener que decir a mi hijo que debe renunciar a semejante belleza.
Orlando soltó un bufido.
―Tú no tienes ningún hijo. Y yo no diré al mío semejante cosa. El chico ya es todo un hombre, puede tomar sus propias decisiones sobre cómo resolver este lío. Además, ¿sólo porque lo diga Johnny? Ni hablar.
Anthony sonrió.
―La verdad es que he tenido muchísima suerte al poder oír la noticia de boca de Johnny. Sé perfectamente que tú no me habrías co¬mentado nada al respecto.
―Claro que lo habría hecho. La desgracia siempre busca com¬pañía, ¿no lo sabes?
No encontraron tampoco a Nicholas en casa pero, a diferencia de Johnny, Orlando sabía a quién preguntar sobre su paradero.
―Ha ido en busca de la joven ―informó Artie a Orlando―. Ha «abandonao» el barco.
―¿Se pelearon?
―No lo creo. Según la chica de la cocina, ha ido a buscar otro trabajo.
―¿En qué dirección le mandaste? ―preguntó Orlando con sua¬vidad.
―Yo no, pero la criada de la cocina le ha dicho que la joven pa¬saría primero por su antigua casa antes de buscar trabajo.
―¿Y qué dirección me señalas?
―Ninguna ―dijo Artie, que le sorprendió al añadir con obstinación―. A«meno» que me lleves para cubrirte las espaldas.
―Desde luego. No lo habría hecho de otro modo. Bien, ¿adónde ha ido a buscarla?
―A la peor parte de la ciudad que te puedas imaginar. Los su¬burbios de los suburbios.
―¿Has pensado en un orfanato, Dagger?
―No ―murmuró―. ¿Lo has pensado tú? ¿Qué pasa si tu idea fracasa, eh? Les das a esos chiquillos la esperanza de una vida mejor, y después se la quitan cuando no podemos cubrir los gastos. Enton¬ces tendrás un montón de chicos descontentos y peores de lo que eran antes. Por lo menos ahora no esperan nada mejor, «asín» que ya están contentos con lo que tienen.
De modo que sí había pensado en ello. Y ella no había conside¬rado esa posibilidad de fracaso. Pero Dagger se mostraba demasiado negativo. Con esa actitud era seguro que fracasarían.
―He encontrado un buen trabajo esta mañana, el primero al que me presenté.
―¿Y qué?
―Pagan mejor sueldo en el centro. Si pudieras conseguir un em¬pleo en la misma zona, podríamos poner el orfanato allí. Es un barrio agradable, sin alta sociedad; básicamente sólo hay comerciantes.
―Olvídalo ―repuso él, irritado―. Nunca he tenido un trabajo de «verdá».
―Sí lo has tenido. Eres organizador, administrador, capataz y otras muchas cosas que has estado haciendo aquí durante años.
―Yo sé lo que sé y no quiero aspirar a lo que no es posible. Ahora vete. Tus objetivos son demasiado exagerados «pa» nosotros. La úni¬ca forma de montar un orfanato es con ayuda del gobierno o ayuda privada.
―Si puedo conseguir la ayuda privada, ¿estarías dispuesto a di¬rigir el orfanato?
―Claro, tú ponlo y yo lo dirigiré. ―Pero recuperó el tono burlón cuando agregó―: «Asín» que ahora tienes amigos ricos, ¿eh?
Dijo eso sólo porque no creía que ella tuviera la mínima posibilidad de conseguirlo. Y tal vez era cierto. Pero no estaba dispuesta a rendirse.
―Los tiene, en efecto.
______ se volvió y se sobresaltó al ver a Nicholas de pie en el um¬bral. La miraba como si quisiera cogerla y zarandearla... o abrazarla. De hecho, había tanta emoción en sus ojos que la joven no podía descifrar exactamente qué sentía. Pero finalmente Nicholas apartó la vista de ella para mirar al grupo de niños que se habían congregado tras él y contemplaban con asombro a un caballero bien vestido en aquel sector de la ciudad.
Lanzó una moneda y dijo:
―Sé buen chico y vigila mi carruaje. Si todavía está allí cuando salga, habrá otra moneda para ti. Si no está, te ayudaré a cavar tu tumba antes de meterte dentro.
Estas palabras sacaron a _____ de su estupefacción. Corrió hacia la puerta.
―No ha querido decir eso ―explicó al chico, que estaba allí plantado con la boca abierta―. Siéntate en el coche y grita si alguien intenta llevárselo.
Luego se apartó de Nicholas antes de volverse para preguntar con frialdad:
―¿Cómo me has encontrado?
―He tenido que derribar al gigante de la taberna y amenazar con arrancarle el corazón para que me dijera dónde se encontraban tus compinches.
―¿Te has metido con él?
―Bueno, en realidad no, pero sonaba bien, ¿no es cierto? ―dijo Nicholas con una sonrisa maliciosa.
A _____ no le pareció divertido, pero en cambio a Dagger sí. Se echó a reír. Nicholas prosiguió:
―Resulta que el dinero le ha soltado la lengua sin necesidad de coaccionarle lo más mínimo. Tenéis una gente muy leal aquí ―añadió con sarcasmo.
Las risotadas de Dagger habían atraído a Lucy. Miró a Nicholas boquiabierta antes de dirigir una mirada aún más incrédula a ______.
―¿Has dejado a este hombre? Vaya, ____, ¿has perdido la chaveta?
______ empezó a sonrojarse, pero Nicholas obsequió a Lucy con una sonrisa y dijo:
―Tú debes de ser Lucy. Tengo contraída una deuda de gratitud contigo, desde luego.
Lucy parpadeó.
―¿De « verdá» ? ¿Por qué?
―Por haber protegido a esta muchachita durante tantos años. Gracias. Y gracias a ti también ―añadió, dirigiéndose a Dagger―. Por haberla despedido de aquí, cosa que le permitió encontrarme.
_____ puso los ojos en blanco. Dagger tosió. Lucy dijo:
―Dagger, vamos a admirar el coche de este señor un ratito, ¿vale?, y dejamos a estos dos un momento solos.
―Sólo un momento ―insistió _____, pero ya salían por la puerta. Entonces miró enfadada a Nicholas ―: ¿Por qué estás aquí?
―He venido a buscar mi sombrero, por supuesto. Te advertí que no lo robaras.
No era eso lo que ella esperaba oír y, aunque comprendió que es¬taba bromeando, se marchó indignada a la habitación de Lucy, sacó el sombrero de su hatillo, volvió y se lo tiró. Él lo recogió, se acercó a ella y se lo entregó.
―Toma. Ahora te lo he dado y puedes quedártelo. ―Nada más decir eso la cogió entre sus brazos y susurró―: Pero yo voy a que¬darme contigo. Santo cielo, _____, no vuelvas a hacerme pasar por este infierno.
La estrechaba con tanta fuerza que no la dejaba respirar, y por un momento a _____ no le importó, se limitó a saborear la sensación de ser abrazada por él. Pero luego se impuso la razón y se apartó. Nicholas la soltó, pero sólo le permitió alejarse un poco, a fin de poder sujetarla de inmediato.
―No deberías haber venido ―le advirtió ella.
―Tú me has obligado a hacerlo. Y habría llegado más pronto, pero a la gente de esta zona le ha parecido divertido darme indicaciones erróneas durante la mitad del día.
―De todos modos yo no debería estar aquí. Sólo he vuelto para recoger mis cosas y empezar a trabajar en mi nuevo empleo.
―Olvídate de tu nuevo empleo. Vendrás conmigo a mi casa, que es también tu hogar.
_____ gimió para sus adentros. Jamás había oído nada tan bo¬nito. «Que es también tu hogar.» Santo Dios, sabía que negarse iba a resultarle demasiado difícil si él se proponía convencerla.
Se volvió y tuvo que esforzarse para decir:
―No voy a cambiar de opinión, Nicholas. Quiero más para mí de lo que tú estás dispuesto a darme.
―Si no hubieras huido tan deprisa...
_____ se sobresaltó y giró sobre sus talones para interrumpirle.
―Yo no huí. Te dije qué era lo que me retendría allí, pero no hi¬ciste caso. ¡Tú me dejaste marchar!
Él chasqueó la lengua.
―Me dejaste atónito, querida, proponiéndome matrimonio de aquel modo. Tienes que recordar que ya no usas pantalones. Me quedé estupefacto, por si quieres saberlo.
―¡Qué va! Sabías que iba a ocurrir. Yo ya te había advertido de cuáles eran mis objetivos y te dije que me marcharía pronto para cumplirlos.
―Pero para mí ese «pronto» significaba varios años. ―_____ soltó un bufido.
―Entonces quizás eres tú quien necesita un diccionario.
―Tal vez, pero lo único que necesito realmente es a ti. Vuelve a casa...
―¡No! ―exclamó ella, con voz sofocada y lágrimas en los ojos―. Vete, Nicholas. Siempre has procurado convencerme de que me que¬dara, si has venido por eso. Pero no lo conseguiste ni lo conseguirás ahora. Así pues, vete.
―He venido para disculparme y para hablar de tu matrimonio.
―¿Con quién?
―Pues conmigo, chica tonta.
______ le lanzó un puñetazo apuntándole a un ojo. Estaba furiosa. Pero él esquivó el golpe y exclamó:
―¡Maldita sea! ¿Por qué has hecho eso?
―Éste es un tema que no debe tomarse a broma, ______ Malory. Ha sido muy cruel por tu parte, no puedo creer que hayas dicho eso. Márchate. Y no vuelvas a buscarme.
En lugar de obedecer, _____ la atrajo hacia sí de nuevo, con fuerza. Y sus brazos la atenazaron por completo para que no pudie¬ra tratar de pegarle otra vez. El muy sinvergüenza no parecía arre¬pentido en lo más mínimo.
Preguntó con desenfado:
―¿Era eso un sí?
Ella forcejeó para volver a golpearle. Él soltó una risita.
―Ten paciencia conmigo, cariño. Nunca me había planteado hacer una proposición de matrimonio a nadie, por lo que natural¬mente estaba condenado a meter la pata. Pero deberías conocerme lo suficiente para saber que éste es un tema que jamás me tomaría a broma.
_____ se quedó muy quieta. Tenía razón, él no bromearía acerca de eso. Pero aún no podía creer que hablara en serio y tuvo que pre¬guntar:
―¿Por qué? Sé que no piensas casarte nunca. Lo has dejado muy claro. Así pues, ¿por qué lo consideras ahora?
―Porque eres obstinada. Porque es lo que tú quieres y yo deseo hacerte feliz. Porque te quiero. Porque la idea de seguir mi vida sin ti me hace pedazos y preferiría no volver a pasar por ello. Porque quiero despertarme a tu lado cada mañana, no sólo cuando tengo suerte. Porque tú eres todo lo que podría desear en una mujer, _____. Así pues, ¿por qué no querría casarme contigo? Bueno, eso es lo que me pregunté, y ahora los dos conocemos la respuesta. No sabía que estaba enamorado de ti hasta que creí que te había perdi¬do. Lo habría averiguado tarde o temprano, pero me alegro de sa¬berlo ahora y no más tarde. Así pues, ¿te casarás conmigo y dejarás que sea tu familia?
Ella se inclinó hacia atrás, mirándole con asombro.
―¿Lo dices en serio? ¿Me quieres?
―Más de lo que podría expresar sólo con palabras.
La voz de Anthony se elevó tras ellos cuando él y Orlando irrum-pieron en la habitación.
―Te han dicho que no les interrumpieras. Ha sido terrible¬mente embarazoso oír esa cursilería, ¿no crees?
Nicholas se volvió, sonriendo, hacia su padre y su tío.
―Felicitadme. Ha aceptado casarse conmigo. ―Pero susurró a _____―: Lo harás, ¿verdad?
―Sí ―repuso ella, rebosante de dicha―. Claro que sí.
―Bueno, que me aspen ―dijo Orlando―. No creo que esto se le pasara ni remotamente por la cabeza a Johnny cuando vino a soltarme su plática. Sin embargo, resolvió el misterio.
―¿Qué misterio?
―Jason sabe quién es ella, muchacho.
―¿Que proviene de aquí?
―No, quién es realmente.
gabiberroteran
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
quien esssssssssssssssssssssss tell us me muero de curiosidad esq como la dejas asi quieres q me de un infarto-ataque-curioso ya siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa porfavorrrrrrrrrrrrrrrrrr
nataly jonas
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
Sigueeeeeeeeeeeeeeellllllllllllllllllllaaaaaaaaaaaaaa necesito saber ya que pasa!Me encanto la declaracion de amor de Nicholas ♥
Invitado
Invitado
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
Cómo. La dejas ahi quiero saber quien es en verdad la rallys
lovely last
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
Capitulo 50
Las flores silvestres de finales de verano llenaban los campos por los que discurría el camino hacia Somerset. Quedaba lejos de Londres, a un día entero de trayecto más la mitad de la mañana siguiente. ____ no reparó en la mayor parte del recorrido. Estaba aturdida, destrozada de emoción.
Era en parte la felicidad. Nunca había experimentado nada pa¬recido. Nicholas la quería. Se casaría con ella. Iba a realizar todos sus sueños. Era casi más de lo que podía soportar. Mejor dicho, habría podido serlo si el miedo no contrarrestara esas emociones. Pero el miedo anulaba todo lo demás.
Temía que no fuera cierto, que Johnny Malory estuviera equi¬vocado. Y temía que, de ser verdad, su madre ya no siguiera con vida. Lo último que se sabía de ella era que residía en Somerset en la propiedad de su abuela, pero nadie la había visto desde que se había retirado allí quince años atrás. Podía haber muerto, en cuyo caso estarían haciendo ese viaje en balde. Pero ____ temía tam¬bién que, si Evelyn Hilary aún vivía, no la aceptara como su hija. No había ninguna prueba de ello, exceptuando un vago pareci¬do. ¿Por qué aceptaría una gran dama, hija de un conde y viuda de un barón, a una niña abandonada en la calle como un miembro de su familia?
Orlando Malory les acompañaba. Había insistido en ello.
―La muchachita necesita una carabina, ahora que sabes quién es ―había dicho a su hijo.
A Nicholas no le había gustado oír eso, y la propia ____ habría bufado si no hubiera estado sumida en aquella confusión emocio¬nal. Aún no sabían con certeza quién era, tan sólo eran suposiciones. El mero hecho de que la tragedia relacionada con Evelyn Hilary se pareciera mucho a la de ____ no significaba nada. Podía tratar¬se de una simple coincidencia.
La dama no estaba allí cuando su marido, Robert, fue asesi¬nado. Habían ido a pasar unos días en Londres, pero ella había te¬nido que regresar a Somerset. Su abuela había sufrido una caída, o algo así. Los crímenes salieron en todos los periódicos, y se atribu¬yeron a un loco que irrumpió en la casa londinense de la familia y asesinó a todos los que le salieron al paso. Su marido, Robert, y va¬rios sirvientes resultaron muertos. La hija del matrimonio y su ni¬ñera desaparecieron para siempre, pero los rastros de sangre insinuaban que se las habían llevado después de asesinarlas. El hecho de que el criminal se hubiera deshecho de esos dos cuerpos, dejando atrás el resto, fue lo que llevó a la conclusión de que se trataba de un loco. Sencillamente aquella carnicería no tenía pies ni cabeza.
―¿Cómo es posible que no la reconocieras? ―había pregunta¬do Nicholas a su padre―. ¿No estabas en Londres en aquella época?
―Bueno, de hecho fue bastante romántico ―respondió Orlando―. Recuerdo que estaba decepcionado por no haber llegado a conocer a lady Evelyn. Pero resulta que durante la temporada social de Londres asistió sólo a una fiesta, que fue donde Johnny tuvo ocasión de cono¬cerla. Al parecer Robert Hilary ya la conocía y la siguió hasta Londres para proponerle matrimonio. Ella aceptó y regresó a casa al día si¬guiente. Y se instalaron en la finca que Hilary poseía en Hampshire, donde tuvieron una hija. De vez en cuando iban a Londres, pero de hecho apenas hacían vida social en la ciudad, y por eso tan poca gente recuerda a lady Evelyn.
____ escuchó este relato sólo a medias. Lo asimiló, pero en realidad no pudo relacionarlo consigo misma, todavía no. El miedo no se lo permitía.
Nicholas la reconfortaba con sólo su presencia, pero además la rodeó con un brazo durante todo el trayecto. Sin eso, ____ pro¬bablemente se habría desmoronado. Cuanto más se acercaban a Somerset, más la atenazaba el miedo. De haber sido capaz de pensar con claridad, habría salido huyendo en la dirección contraria.
La finca a la que por fin llegaron era magnífica. El edificio prin¬cipal tenía tres pisos, con sendas alas más bajas a ambos lados, era de piedra gris oscuro y estaba recubierto de hiedra. Se levantaba sobre inmaculadas extensiones de césped, salpicadas de imponentes robles centenarios. Aquella visión hizo que el temor de ____ se intensi¬ficara todavía más. Nunca había visto una vivienda tan grande.
No les dejaron pasar. ____ se alegró de oír que lady Hilary no recibía visitas, no quería ver a nadie. El mayordomo se mantuvo in¬flexible. El apellido Malory no le decía nada.
Estaba a punto de cerrarles la puerta en las narices cuando Nicholas se enojó y estiró a ____, que había permanecido escondida detrás de su espalda, para ponerla delante de él.
―Creo que la señora querrá ver a su hija ―anunció al hombre.
El mayordomo, un tipo estirado, palideció ligeramente al ver a ____. Finalmente dijo con voz temblorosa:
―Pasen. La señora se encuentra en el jardín que hay detrás de la casa. Les indicaré...
―Limítate a señalar el camino ―le interrumpió Orlando, todavía irritado con él.
No estaba en el jardín. Uno de los jardineros les indicó el modo de llegar al estanque, situado detrás de una hilera de árboles, ar¬guyendo que la señora solía pasear hasta allí.
____ se quedaba atrás y Nicholas tuvo que arrastrarla cogiéndola de la mano. Finalmente la joven se negó a dar un paso más. Nicholas se paró, le levantó el rostro, vio lo pálida que estaba y la abrazó.
―No puedo hacerlo. Llévame a casa –le suplicó ella.
―¿De qué tienes miedo?
―Ella me odiará. No querrá tener una hija como yo. Es dema¬siado tarde, ella y yo no podemos ser una familia.
―Sabes que no es verdad, pero nunca lo sabrás con certeza a menos que te enfrentes a ella. ―Y añadió con ternura―: Y si fue¬ra verdad... todavía me tienes a mí.
Ella se estrechó contra él. Su dicha, oculta detrás del miedo, se impuso otra vez, envolviéndola y restituyéndole parte de su valor.
Se dejó conducir a través de la estrecha arboleda hasta el otro la¬do, donde Orlando se había detenido para esperarles. Nicholas trató de distraerla preguntando:
―¿No reconoces esta propiedad?
―No, en absoluto. Parece demasiado grande para que alguien viva aquí.
―En realidad es más bien pequeña.
―Embustero.
―De veras, es bonita y acogedora.
____ soltó un bufido, pero acto seguido contuvo la respira¬ción. Un campo de flores se extendía frente al estanque, y por él ca¬minaba una dama con el pelo de un rubio casi blanco.
―¡Oh, Dios mío! Es mi sueño, Nicholas. He estado aquí... con ella.
Él tuvo que arrastrarla de nuevo, pues sus pies se negaban a mo¬verse. Orlando les precedía. Ninguno de los dos estaba dispuesto a evi¬tarle aquel encuentro.
La dama paseaba lentamente por entre las flores, de espaldas a ellos. Estaba tan absorta en sus pensamientos que no les vio ni oyó acercarse.
Las primeras palabras de Orlando la hicieron sobresaltarse, y se volvió.
―Lady Evelyn, permítame presentarme. Orlando Malory, para ser-virla. Conoció a mi hermano mayor, Johnny, hace muchos años.
―No lo recuerdo, pero en realidad no recibo visitas. Por favor, señor, váyase. Está invadiendo mi intimidad.
Se volvió y siguió andando. Apenas había mirado a Orlando, no había reparado en Nicholas ni había visto a ____, escondida detrás de él. Estaba decidida a no hablar con nadie y ni siquiera preguntó qué hacían allí ni cómo habían conseguido que su mayordomo les hubiera permitido entrar.
―¿Podemos irnos ahora? ―susurró ____ con voz temblorosa.
Orlando la oyó.
―Malditsea ―farfulló, y luego dijo a la dama en voz muy alta―: No hemos venido desde Londres para que nos despachen sin más. Haga como si yo no existiera, pero tal vez debería echar una mi¬rada a mi futura nuera. Guarda un asombroso parecido... con usted.
La dama se volvió de nuevo. No pareció sorprendida en absoluto por el comentario de Orlando. En lugar de eso, ahora se mostró enfa¬dada.
―No me tome por una estúpida, señor. Le aseguro que ya no soy tan crédula. ¿Cree que es el primero que viene aquí para tratar de endosarme una hija, con la intención de reclamar la propiedad de mi marido? El primer caso me dejó destrozada. La segunda vez fui precavida, pero todavía quería creer que había encontrado a mi hija. Después del tercer intento perdí todas las esperanzas. ¿Sabe lo que es perder todas las esperanzas?
―No puedo decir que lo sepa. Pero no hemos venido para con¬vencerla de nada. No es necesario. La chica pronto será un miembro de mi familia. Sabemos cuidar de nosotros mismos, de modo que no necesita nada de usted.
―¿Qué es lo que quieren entonces?
Orlando se encogió de hombros.
―Supongo que ella quería recuperar a su madre. Pero empiezo a creer que se las arreglará mejor sin ella.
La dama se puso rígida. ____ reprendió a Orlando:
―No diga cosas en mi nombre, amigo. Y tampoco la insulte.
Orlando la miró con suspicacia y dijo irónicamente:
―Al final me has perdido el miedo, ¿verdad?
____ se sonrojó y volvió a esconder la cara tras la espalda de Orlando. Con ese «sabemos cuidar de nosotros mismos» Orlando Ma¬lory había ganado su simpatía para siempre. Era verdad que ya no le tenía miedo. Pero todavía no tenía el valor necesario para enfrentarse a su madre.
Sin embargo Evelyn la había oído, y si bien lo único que veía de ____ era su falda por entre las piernas de Nicholas, le dedicó toda su atención e inquirió:
―¿Por qué se esconde?
―Porque la aterra pensar que usted no la quiera ―contestó Nicholas―. Perdió la memoria hace muchos años. Y ahora sólo está empezando a recobrarla.
―Ahórreme esto, por favor ―dijo Evelyn burlonamente―. Este pretexto también lo han utilizado antes.
Nicholas no respondió. Se volvió y levantó la barbilla de ____.
―Lo estás empeorando, ¿sabes? Va a arrepentirse de todo lo que ha dicho.
―O volverá a decirnos que nos larguemos.
―Que lo haga. Entonces nos iremos a casa, nos casaremos y em-pezaremos a tener bebés. ―Le sonrió―. Si va a decirnos eso, cariño, entonces acabemos ya. Demorarlo no va a cambiar nada.
____ gimió. Nicholas tenía razón, desde luego. Al esconderse, ella no hacía más que prolongar sus temores, y notaba un nudo cada vez más grande en el estómago. Salió de detrás de Nicholas y vio la ex¬presión enojada de su madre. Sintió que se le caía el alma a los pies.
Pero Evelyn, que esperaba otra decepción, estaba aún furiosa con todos ellos por tratar de engañarla. Tardó un momento en mirar a ____, mirarla de verdad, y entonces se quedó tan estupefacta que no pudo articular palabra. Se estaba viendo a sí misma veinte años atrás, casi idéntica, y a la hija que creía que no volvería a ver jamás.
____ se había vuelto de espaldas, viendo sus peores temores convertidos en realidad. Rodeó a Nicholas con sus brazos y ocultó la cara en su pecho.
Tenía la garganta oprimida y apenas pudo balbucear:
―Llévame a casa.
No iba a llorar. Se resistía a hacerlo en presencia de Evelyn Hilary. Más tarde...
―¡____!
Miró hacia atrás. Su madre le tendía una mano. Ahora su estupefacción era evidente. Estaba pálida como la cera.
―¡Oh, Dios mío! ____, ¿de verdad eres tú?
A ambas se les saltaron las lágrimas. ____ dio un paso hacia ella, luego otro, y finalmente echó a correr. Para entonces lloraba abiertamente, y todavía más cuando su madre la estrechó entre sus brazos, transida de emoción. ____ reconoció su olor, su dulzura, empezó a recordar cuánto le había gustado estar allí. Estaba en casa.
Las flores silvestres de finales de verano llenaban los campos por los que discurría el camino hacia Somerset. Quedaba lejos de Londres, a un día entero de trayecto más la mitad de la mañana siguiente. ____ no reparó en la mayor parte del recorrido. Estaba aturdida, destrozada de emoción.
Era en parte la felicidad. Nunca había experimentado nada pa¬recido. Nicholas la quería. Se casaría con ella. Iba a realizar todos sus sueños. Era casi más de lo que podía soportar. Mejor dicho, habría podido serlo si el miedo no contrarrestara esas emociones. Pero el miedo anulaba todo lo demás.
Temía que no fuera cierto, que Johnny Malory estuviera equi¬vocado. Y temía que, de ser verdad, su madre ya no siguiera con vida. Lo último que se sabía de ella era que residía en Somerset en la propiedad de su abuela, pero nadie la había visto desde que se había retirado allí quince años atrás. Podía haber muerto, en cuyo caso estarían haciendo ese viaje en balde. Pero ____ temía tam¬bién que, si Evelyn Hilary aún vivía, no la aceptara como su hija. No había ninguna prueba de ello, exceptuando un vago pareci¬do. ¿Por qué aceptaría una gran dama, hija de un conde y viuda de un barón, a una niña abandonada en la calle como un miembro de su familia?
Orlando Malory les acompañaba. Había insistido en ello.
―La muchachita necesita una carabina, ahora que sabes quién es ―había dicho a su hijo.
A Nicholas no le había gustado oír eso, y la propia ____ habría bufado si no hubiera estado sumida en aquella confusión emocio¬nal. Aún no sabían con certeza quién era, tan sólo eran suposiciones. El mero hecho de que la tragedia relacionada con Evelyn Hilary se pareciera mucho a la de ____ no significaba nada. Podía tratar¬se de una simple coincidencia.
La dama no estaba allí cuando su marido, Robert, fue asesi¬nado. Habían ido a pasar unos días en Londres, pero ella había te¬nido que regresar a Somerset. Su abuela había sufrido una caída, o algo así. Los crímenes salieron en todos los periódicos, y se atribu¬yeron a un loco que irrumpió en la casa londinense de la familia y asesinó a todos los que le salieron al paso. Su marido, Robert, y va¬rios sirvientes resultaron muertos. La hija del matrimonio y su ni¬ñera desaparecieron para siempre, pero los rastros de sangre insinuaban que se las habían llevado después de asesinarlas. El hecho de que el criminal se hubiera deshecho de esos dos cuerpos, dejando atrás el resto, fue lo que llevó a la conclusión de que se trataba de un loco. Sencillamente aquella carnicería no tenía pies ni cabeza.
―¿Cómo es posible que no la reconocieras? ―había pregunta¬do Nicholas a su padre―. ¿No estabas en Londres en aquella época?
―Bueno, de hecho fue bastante romántico ―respondió Orlando―. Recuerdo que estaba decepcionado por no haber llegado a conocer a lady Evelyn. Pero resulta que durante la temporada social de Londres asistió sólo a una fiesta, que fue donde Johnny tuvo ocasión de cono¬cerla. Al parecer Robert Hilary ya la conocía y la siguió hasta Londres para proponerle matrimonio. Ella aceptó y regresó a casa al día si¬guiente. Y se instalaron en la finca que Hilary poseía en Hampshire, donde tuvieron una hija. De vez en cuando iban a Londres, pero de hecho apenas hacían vida social en la ciudad, y por eso tan poca gente recuerda a lady Evelyn.
____ escuchó este relato sólo a medias. Lo asimiló, pero en realidad no pudo relacionarlo consigo misma, todavía no. El miedo no se lo permitía.
Nicholas la reconfortaba con sólo su presencia, pero además la rodeó con un brazo durante todo el trayecto. Sin eso, ____ pro¬bablemente se habría desmoronado. Cuanto más se acercaban a Somerset, más la atenazaba el miedo. De haber sido capaz de pensar con claridad, habría salido huyendo en la dirección contraria.
La finca a la que por fin llegaron era magnífica. El edificio prin¬cipal tenía tres pisos, con sendas alas más bajas a ambos lados, era de piedra gris oscuro y estaba recubierto de hiedra. Se levantaba sobre inmaculadas extensiones de césped, salpicadas de imponentes robles centenarios. Aquella visión hizo que el temor de ____ se intensi¬ficara todavía más. Nunca había visto una vivienda tan grande.
No les dejaron pasar. ____ se alegró de oír que lady Hilary no recibía visitas, no quería ver a nadie. El mayordomo se mantuvo in¬flexible. El apellido Malory no le decía nada.
Estaba a punto de cerrarles la puerta en las narices cuando Nicholas se enojó y estiró a ____, que había permanecido escondida detrás de su espalda, para ponerla delante de él.
―Creo que la señora querrá ver a su hija ―anunció al hombre.
El mayordomo, un tipo estirado, palideció ligeramente al ver a ____. Finalmente dijo con voz temblorosa:
―Pasen. La señora se encuentra en el jardín que hay detrás de la casa. Les indicaré...
―Limítate a señalar el camino ―le interrumpió Orlando, todavía irritado con él.
No estaba en el jardín. Uno de los jardineros les indicó el modo de llegar al estanque, situado detrás de una hilera de árboles, ar¬guyendo que la señora solía pasear hasta allí.
____ se quedaba atrás y Nicholas tuvo que arrastrarla cogiéndola de la mano. Finalmente la joven se negó a dar un paso más. Nicholas se paró, le levantó el rostro, vio lo pálida que estaba y la abrazó.
―No puedo hacerlo. Llévame a casa –le suplicó ella.
―¿De qué tienes miedo?
―Ella me odiará. No querrá tener una hija como yo. Es dema¬siado tarde, ella y yo no podemos ser una familia.
―Sabes que no es verdad, pero nunca lo sabrás con certeza a menos que te enfrentes a ella. ―Y añadió con ternura―: Y si fue¬ra verdad... todavía me tienes a mí.
Ella se estrechó contra él. Su dicha, oculta detrás del miedo, se impuso otra vez, envolviéndola y restituyéndole parte de su valor.
Se dejó conducir a través de la estrecha arboleda hasta el otro la¬do, donde Orlando se había detenido para esperarles. Nicholas trató de distraerla preguntando:
―¿No reconoces esta propiedad?
―No, en absoluto. Parece demasiado grande para que alguien viva aquí.
―En realidad es más bien pequeña.
―Embustero.
―De veras, es bonita y acogedora.
____ soltó un bufido, pero acto seguido contuvo la respira¬ción. Un campo de flores se extendía frente al estanque, y por él ca¬minaba una dama con el pelo de un rubio casi blanco.
―¡Oh, Dios mío! Es mi sueño, Nicholas. He estado aquí... con ella.
Él tuvo que arrastrarla de nuevo, pues sus pies se negaban a mo¬verse. Orlando les precedía. Ninguno de los dos estaba dispuesto a evi¬tarle aquel encuentro.
La dama paseaba lentamente por entre las flores, de espaldas a ellos. Estaba tan absorta en sus pensamientos que no les vio ni oyó acercarse.
Las primeras palabras de Orlando la hicieron sobresaltarse, y se volvió.
―Lady Evelyn, permítame presentarme. Orlando Malory, para ser-virla. Conoció a mi hermano mayor, Johnny, hace muchos años.
―No lo recuerdo, pero en realidad no recibo visitas. Por favor, señor, váyase. Está invadiendo mi intimidad.
Se volvió y siguió andando. Apenas había mirado a Orlando, no había reparado en Nicholas ni había visto a ____, escondida detrás de él. Estaba decidida a no hablar con nadie y ni siquiera preguntó qué hacían allí ni cómo habían conseguido que su mayordomo les hubiera permitido entrar.
―¿Podemos irnos ahora? ―susurró ____ con voz temblorosa.
Orlando la oyó.
―Malditsea ―farfulló, y luego dijo a la dama en voz muy alta―: No hemos venido desde Londres para que nos despachen sin más. Haga como si yo no existiera, pero tal vez debería echar una mi¬rada a mi futura nuera. Guarda un asombroso parecido... con usted.
La dama se volvió de nuevo. No pareció sorprendida en absoluto por el comentario de Orlando. En lugar de eso, ahora se mostró enfa¬dada.
―No me tome por una estúpida, señor. Le aseguro que ya no soy tan crédula. ¿Cree que es el primero que viene aquí para tratar de endosarme una hija, con la intención de reclamar la propiedad de mi marido? El primer caso me dejó destrozada. La segunda vez fui precavida, pero todavía quería creer que había encontrado a mi hija. Después del tercer intento perdí todas las esperanzas. ¿Sabe lo que es perder todas las esperanzas?
―No puedo decir que lo sepa. Pero no hemos venido para con¬vencerla de nada. No es necesario. La chica pronto será un miembro de mi familia. Sabemos cuidar de nosotros mismos, de modo que no necesita nada de usted.
―¿Qué es lo que quieren entonces?
Orlando se encogió de hombros.
―Supongo que ella quería recuperar a su madre. Pero empiezo a creer que se las arreglará mejor sin ella.
La dama se puso rígida. ____ reprendió a Orlando:
―No diga cosas en mi nombre, amigo. Y tampoco la insulte.
Orlando la miró con suspicacia y dijo irónicamente:
―Al final me has perdido el miedo, ¿verdad?
____ se sonrojó y volvió a esconder la cara tras la espalda de Orlando. Con ese «sabemos cuidar de nosotros mismos» Orlando Ma¬lory había ganado su simpatía para siempre. Era verdad que ya no le tenía miedo. Pero todavía no tenía el valor necesario para enfrentarse a su madre.
Sin embargo Evelyn la había oído, y si bien lo único que veía de ____ era su falda por entre las piernas de Nicholas, le dedicó toda su atención e inquirió:
―¿Por qué se esconde?
―Porque la aterra pensar que usted no la quiera ―contestó Nicholas―. Perdió la memoria hace muchos años. Y ahora sólo está empezando a recobrarla.
―Ahórreme esto, por favor ―dijo Evelyn burlonamente―. Este pretexto también lo han utilizado antes.
Nicholas no respondió. Se volvió y levantó la barbilla de ____.
―Lo estás empeorando, ¿sabes? Va a arrepentirse de todo lo que ha dicho.
―O volverá a decirnos que nos larguemos.
―Que lo haga. Entonces nos iremos a casa, nos casaremos y em-pezaremos a tener bebés. ―Le sonrió―. Si va a decirnos eso, cariño, entonces acabemos ya. Demorarlo no va a cambiar nada.
____ gimió. Nicholas tenía razón, desde luego. Al esconderse, ella no hacía más que prolongar sus temores, y notaba un nudo cada vez más grande en el estómago. Salió de detrás de Nicholas y vio la ex¬presión enojada de su madre. Sintió que se le caía el alma a los pies.
Pero Evelyn, que esperaba otra decepción, estaba aún furiosa con todos ellos por tratar de engañarla. Tardó un momento en mirar a ____, mirarla de verdad, y entonces se quedó tan estupefacta que no pudo articular palabra. Se estaba viendo a sí misma veinte años atrás, casi idéntica, y a la hija que creía que no volvería a ver jamás.
____ se había vuelto de espaldas, viendo sus peores temores convertidos en realidad. Rodeó a Nicholas con sus brazos y ocultó la cara en su pecho.
Tenía la garganta oprimida y apenas pudo balbucear:
―Llévame a casa.
No iba a llorar. Se resistía a hacerlo en presencia de Evelyn Hilary. Más tarde...
―¡____!
Miró hacia atrás. Su madre le tendía una mano. Ahora su estupefacción era evidente. Estaba pálida como la cera.
―¡Oh, Dios mío! ____, ¿de verdad eres tú?
A ambas se les saltaron las lágrimas. ____ dio un paso hacia ella, luego otro, y finalmente echó a correr. Para entonces lloraba abiertamente, y todavía más cuando su madre la estrechó entre sus brazos, transida de emoción. ____ reconoció su olor, su dulzura, empezó a recordar cuánto le había gustado estar allí. Estaba en casa.
gabiberroteran
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
♥Awwww, que bonito, me encanta que la haya reconocido, ya era hora. Quiero que Nicholas y la rayis se casen yaaa!
Invitado
Invitado
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
woo!!!!!!!!!! ya mero acaba woo1!1! esta super la nove... :D
Just Me! Melissa! :)
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
Disculpen la tardanza, ya les dejo el penúltimo capitulo
Capitulo 50 (Penúltimo :'()
Era un salón grande y utilitario, decentemente limpio, pero em¬pleado rara vez. Se sentaron en él, Evelyn y ____ en el sofá, Nicholas en una butaca enfrente de ellas. Orlando se quedó de pie a un lado, junto al hogar vacío, limitándose a observar y comentar, tanto si venía a cuento como si no. Evelyn sujetaba la mano de ____. No se la había soltado ni una sola vez desde que se la había cogido para conducirles a la casa. Todavía lloraba a ratos, de hecho a cada ocasión que miraba a ____, por lo que trataba de mantener la vista fija en Nicholas. ____ también lloraba de vez en cuando, pues no hacía falta mucho para que las lágrimas acudieran a sus ojos. Había encontrado a su madre. Había recobrado su identidad, su verdadera vida. Sin embargo, te¬mía estar soñando, todavía no podía creerse que todo lo que había anhelado siempre acababa de hacerse realidad.
A petición de Evelyn, mientras se dirigían a la casa ____ le había contado todo lo que le había ocurrido. Su madre no se había mos¬trado muy sorprendida al oír su relato, pues halló en él la explicación de por qué no había podido nunca localizar a ____. Jamás se le había ocurrido buscarla en lo peor de los suburbios.
―Creí que estabas muerta decía Evelyn ahora――. Al cabo de varios años de búsqueda, finalmente perdí toda esperanza. Y luego empezaron a aparecer las impostoras. Tenían tus mismos ojos, las tres. Pero no guardaban ningún otro parecido. El color del pelo habría podido cambiar con los años, lo mismo que el aspecto, pero no los ojos. Habían sido aleccionadas, obviamente, por alguien que cono¬cía muy bien a mi familia.
―¿Cuántas fueron? ―preguntó Nicholas.
―Tres. La primera niña tenía diez años, y fue la que me engañó más tiempo. Transcurrieron cinco años hasta el segundo intento. Y dos años más hasta el último. Tuve la sensación de que el primo de Robert encontraba a esas niñas y les enseñaba qué debían decir. Quería hacerse con los bienes y el título de Robert. Después de in¬tentar en vano que declarasen muerta a _______(El nombre que se parece al tuyo pero que no es), creo que recurrió a crear una nueva ____ a la que poder más tarde eliminar, para tener una prueba sustancial de que estaba muerta.
―Me estaba preguntando acerca de eso ―admitió Nicholas ―. Al cabo de quince años, habrían tenido que dictaminar que estaba legalmente muerta.
―Él lo intentó y se puso furioso cuando denegaron su petición. Por entonces mi abuela aún vivía, y mantenía una estrecha amistad con el juez.
―¿Era el único familiar vivo de su marido? ―inquirió Orlando.
―Sí. Sin embargo era un primo lejano, e ilegítimo, y por esa razón el título habría pasado a los hijos de ____ antes que a él. Pero lo habría obtenido si hubiese logrado que la ley la declarase muerta antes de que empezara a tener hijos. ¿Tienes alguno? ―le preguntó a ____.
Ella se sonrojó.
―No, todavía no.
―Pronto los tendrá ―añadió Nicholas sonriendo.
Evelyn suspiró.
―Supongo que no podré impedir este matrimonio, ¿verdad? Acabo de encontrarla y ya tengo que perderla otra vez.
―No, pero puede venir a Londres a vivir con nosotros si lo desea –sugirió Nicholas.
―Es muy generoso de tu parte ―replicó Evelyn―. Pero no querría molestar a una pareja de recién casados. Sin embargo, me trasladaré a Londres, si es allí donde vais a instalaros, para poder ver a ____ a menudo. Hice derribar nuestra antigua casa en la ciudad para no reconstruirla jamás. Sabiendo lo que sucedió allí... ―Hizo una pausa y se estremeció――. Pero podría reconstruirla ahora. Todavía poseo el terreno.
―No conservo ningún recuerdo de esa casa ―dijo ____.
―Eso no tiene nada de extraño. Fue tu primer viaje a Londres. Sólo llevábamos allí unos pocos días, y los pasaste acompañándome a las tiendas o jugando en el parque, adonde te llevaba tu niñera. De modo que no estuviste mucho tiempo en esa casa hasta la noche que ocurrieron los asesinatos. También yo habría muerto aquella noche, no me cabe duda, si mi abuela no se hubiera roto la pierna. Estába¬mos muy unidas las dos, y ella era lo único que me quedaba. Mis padres murieron cuando era joven, y a partir de entonces fue mi abuela quien me crió. Así pues, no pude tranquilizarme hasta que comprobé por mí misma que se encontraba bien.
―¿De modo que estabas aquí cuando ocurrió?
―Ni siquiera había llegado todavía, había salido de Londres aquella tarde. Pero me llegó la noticia. Me quedé destrozada. Estu¬ve a punto de perder el juicio. Robert era el amor de mi vida. Le co¬nocía desde niña. La finca de su familia está cerca de aquí. Sólo fui a Londres una temporada para animarle a declararse. Ya estábamos enamorados. Sólo que a él le llevó más tiempo darse cuenta de ello. La posibilidad de que ____ hubiera escapado de la carnicería fue lo único que me sostuvo durante ese tiempo. Pero no saber qué había sido de ella resultaba también angustioso.
―No dudo que la señorita Jane me habría llevado hasta ti si no hubiera muerto ―observó ____.
―Oh, sé que lo habría hecho. Era una buena mujer. Lo cual me hizo más difícil conservar la esperanza. Finalmente sospeché que le había sucedido algo que se lo impidió. Y tú eras demasiado pequeña para encontrar el camino hasta casa. Nunca pensé que habías perdido la memoria por completo.
―Empecé a recordar cosas poco a poco, desde que conocí a Nicholas. Me acordé de ese parque en el que había jugado. Recordé mi nombre de pila, aunque no me gustó demasiado.
Evelyn se echó a reír.
―A nosotros tampoco. Pero era el nombre de la madre de Robert, por lo que nos vimos obligados a ponértelo. Pero ni siquiera a él le gustaba y fue el primero que te llamó ____.
____ sonrió, pero continuó con vacilación:
―Y reconocí al hombre que perpetró la matanza aquella noche, cuando me encontró e intentó de nuevo matarme.
Evelyn palideció.
―¿Cuándo fue eso?
―Hace poco. Pero murió en el intento, de modo que no pudi¬mos averiguar quién era.
Evelyn suspiró.
―Siempre sospeché que fue el primo de Robert. Era el único que podía beneficiarse de la muerte de Robert. Y siempre había odia¬do a mi marido. Pero no había forma de demostrarlo. Y ni siquiera estaba en Londres cuando sucedió.
―No se llamará por casualidad lord John Heddings, ¿verdad?
―John Heddings, sí, pero no es un lord. ¿Cómo lo sabes? No llegaste a conocerle. Como odiaba tanto a Robert, nunca nos visitó después de que nacieras, y jamás mencionamos su nombre. Yo misma sólo le vi unas pocas veces, antes de casarnos. Su animosidad era pal¬pable cuando se hallaba cerca de Robert. Nunca trató de ocultarla.
Nicholas explicó:
―Heddings ha estado viviendo en una suntuosa mansión no lejos de Londres, y haciéndose pasar por lord. Obviamente, nadie se ha molestado en verificar sus antecedentes. Pero ha sido jugador y ladrón de joyas durante varios años, que es lo que le ha permitido mantener un nivel de vida tan elevado.
―Y trató de matarme también ―agregó ____―. Queríamos sorprenderle robando, porque sabíamos que era un ladrón. Pero nada más verme me reconoció, o más bien te reconoció en mí, de modo que supo quien era. Comentó con rabia que su secuaz había vuelto a fallar en su intento de acabar conmigo, y le acusó de ser tan in¬competente como lo había sido quince años antes. Pero afirmó que lo iba a hacer él mismo, y se dispuso a matarme. Por fortuna Nicholas apareció a tiempo para impedírselo. Entonces supe que era él la persona que, tantos años atrás, había enviado a otro a eliminarme. Pero no podíamos demostrarlo, y no sabíamos tampoco que tenía un móvil.
―Dios mío, de modo que yo estaba en lo cierto ―dijo Evelyn―. ¡Haré que lo procesen!
―Tendrá que ponerse a la cola ―comentó Orlando―. Los jóve¬nes ya le hicieron arrestar por robo e intento de asesinato.
―Entonces me aseguraré de que le condenen por asesinato. No va a salir de ésta, ahora que sé con certeza que pagó para que mata¬ran a mi Robert.
―Tenga la seguridad de que sus días están contados, lady Evelyn ―dijo Nicholas ―. Ahora también mi familia tiene un interés perso¬nal en esto, puesto que ____ pronto será uno de los nuestros.
―Ah, sí, eso vuelve a recordarme que la perderé pronto. Pero hasta la boda, se quedará conmigo. ¿Seríais capaces de acceder a apla¬zar el enlace?
Nicholas, que ya estaba protestando por ese comentario de «se que-dará conmigo», dijo a su futura suegra:
―Ni hablar.
Evelyn chasqueó la lengua como reconviniéndolo. Pero ____ sonrió a Nicholas antes de decir a su madre:
―Yo también iba a responder que ni hablar.
―Así pues, ¿le quieres? ―preguntó Evelyn en voz baja.
―Oh, sí, con todo mi corazón.
Orlando puso los ojos en blanco y comentó irónicamente:
―No nos pongamos sentimentales antes de cenar, chicos. Y tened presente que dormiréis en habitaciones separadas durante el noviaz¬go. Debéis guardar las formas hasta la boda, ¿entendido?
Esta vez Nicholas gimió en voz alta.
Capitulo 50 (Penúltimo :'()
Era un salón grande y utilitario, decentemente limpio, pero em¬pleado rara vez. Se sentaron en él, Evelyn y ____ en el sofá, Nicholas en una butaca enfrente de ellas. Orlando se quedó de pie a un lado, junto al hogar vacío, limitándose a observar y comentar, tanto si venía a cuento como si no. Evelyn sujetaba la mano de ____. No se la había soltado ni una sola vez desde que se la había cogido para conducirles a la casa. Todavía lloraba a ratos, de hecho a cada ocasión que miraba a ____, por lo que trataba de mantener la vista fija en Nicholas. ____ también lloraba de vez en cuando, pues no hacía falta mucho para que las lágrimas acudieran a sus ojos. Había encontrado a su madre. Había recobrado su identidad, su verdadera vida. Sin embargo, te¬mía estar soñando, todavía no podía creerse que todo lo que había anhelado siempre acababa de hacerse realidad.
A petición de Evelyn, mientras se dirigían a la casa ____ le había contado todo lo que le había ocurrido. Su madre no se había mos¬trado muy sorprendida al oír su relato, pues halló en él la explicación de por qué no había podido nunca localizar a ____. Jamás se le había ocurrido buscarla en lo peor de los suburbios.
―Creí que estabas muerta decía Evelyn ahora――. Al cabo de varios años de búsqueda, finalmente perdí toda esperanza. Y luego empezaron a aparecer las impostoras. Tenían tus mismos ojos, las tres. Pero no guardaban ningún otro parecido. El color del pelo habría podido cambiar con los años, lo mismo que el aspecto, pero no los ojos. Habían sido aleccionadas, obviamente, por alguien que cono¬cía muy bien a mi familia.
―¿Cuántas fueron? ―preguntó Nicholas.
―Tres. La primera niña tenía diez años, y fue la que me engañó más tiempo. Transcurrieron cinco años hasta el segundo intento. Y dos años más hasta el último. Tuve la sensación de que el primo de Robert encontraba a esas niñas y les enseñaba qué debían decir. Quería hacerse con los bienes y el título de Robert. Después de in¬tentar en vano que declarasen muerta a _______(El nombre que se parece al tuyo pero que no es), creo que recurrió a crear una nueva ____ a la que poder más tarde eliminar, para tener una prueba sustancial de que estaba muerta.
―Me estaba preguntando acerca de eso ―admitió Nicholas ―. Al cabo de quince años, habrían tenido que dictaminar que estaba legalmente muerta.
―Él lo intentó y se puso furioso cuando denegaron su petición. Por entonces mi abuela aún vivía, y mantenía una estrecha amistad con el juez.
―¿Era el único familiar vivo de su marido? ―inquirió Orlando.
―Sí. Sin embargo era un primo lejano, e ilegítimo, y por esa razón el título habría pasado a los hijos de ____ antes que a él. Pero lo habría obtenido si hubiese logrado que la ley la declarase muerta antes de que empezara a tener hijos. ¿Tienes alguno? ―le preguntó a ____.
Ella se sonrojó.
―No, todavía no.
―Pronto los tendrá ―añadió Nicholas sonriendo.
Evelyn suspiró.
―Supongo que no podré impedir este matrimonio, ¿verdad? Acabo de encontrarla y ya tengo que perderla otra vez.
―No, pero puede venir a Londres a vivir con nosotros si lo desea –sugirió Nicholas.
―Es muy generoso de tu parte ―replicó Evelyn―. Pero no querría molestar a una pareja de recién casados. Sin embargo, me trasladaré a Londres, si es allí donde vais a instalaros, para poder ver a ____ a menudo. Hice derribar nuestra antigua casa en la ciudad para no reconstruirla jamás. Sabiendo lo que sucedió allí... ―Hizo una pausa y se estremeció――. Pero podría reconstruirla ahora. Todavía poseo el terreno.
―No conservo ningún recuerdo de esa casa ―dijo ____.
―Eso no tiene nada de extraño. Fue tu primer viaje a Londres. Sólo llevábamos allí unos pocos días, y los pasaste acompañándome a las tiendas o jugando en el parque, adonde te llevaba tu niñera. De modo que no estuviste mucho tiempo en esa casa hasta la noche que ocurrieron los asesinatos. También yo habría muerto aquella noche, no me cabe duda, si mi abuela no se hubiera roto la pierna. Estába¬mos muy unidas las dos, y ella era lo único que me quedaba. Mis padres murieron cuando era joven, y a partir de entonces fue mi abuela quien me crió. Así pues, no pude tranquilizarme hasta que comprobé por mí misma que se encontraba bien.
―¿De modo que estabas aquí cuando ocurrió?
―Ni siquiera había llegado todavía, había salido de Londres aquella tarde. Pero me llegó la noticia. Me quedé destrozada. Estu¬ve a punto de perder el juicio. Robert era el amor de mi vida. Le co¬nocía desde niña. La finca de su familia está cerca de aquí. Sólo fui a Londres una temporada para animarle a declararse. Ya estábamos enamorados. Sólo que a él le llevó más tiempo darse cuenta de ello. La posibilidad de que ____ hubiera escapado de la carnicería fue lo único que me sostuvo durante ese tiempo. Pero no saber qué había sido de ella resultaba también angustioso.
―No dudo que la señorita Jane me habría llevado hasta ti si no hubiera muerto ―observó ____.
―Oh, sé que lo habría hecho. Era una buena mujer. Lo cual me hizo más difícil conservar la esperanza. Finalmente sospeché que le había sucedido algo que se lo impidió. Y tú eras demasiado pequeña para encontrar el camino hasta casa. Nunca pensé que habías perdido la memoria por completo.
―Empecé a recordar cosas poco a poco, desde que conocí a Nicholas. Me acordé de ese parque en el que había jugado. Recordé mi nombre de pila, aunque no me gustó demasiado.
Evelyn se echó a reír.
―A nosotros tampoco. Pero era el nombre de la madre de Robert, por lo que nos vimos obligados a ponértelo. Pero ni siquiera a él le gustaba y fue el primero que te llamó ____.
____ sonrió, pero continuó con vacilación:
―Y reconocí al hombre que perpetró la matanza aquella noche, cuando me encontró e intentó de nuevo matarme.
Evelyn palideció.
―¿Cuándo fue eso?
―Hace poco. Pero murió en el intento, de modo que no pudi¬mos averiguar quién era.
Evelyn suspiró.
―Siempre sospeché que fue el primo de Robert. Era el único que podía beneficiarse de la muerte de Robert. Y siempre había odia¬do a mi marido. Pero no había forma de demostrarlo. Y ni siquiera estaba en Londres cuando sucedió.
―No se llamará por casualidad lord John Heddings, ¿verdad?
―John Heddings, sí, pero no es un lord. ¿Cómo lo sabes? No llegaste a conocerle. Como odiaba tanto a Robert, nunca nos visitó después de que nacieras, y jamás mencionamos su nombre. Yo misma sólo le vi unas pocas veces, antes de casarnos. Su animosidad era pal¬pable cuando se hallaba cerca de Robert. Nunca trató de ocultarla.
Nicholas explicó:
―Heddings ha estado viviendo en una suntuosa mansión no lejos de Londres, y haciéndose pasar por lord. Obviamente, nadie se ha molestado en verificar sus antecedentes. Pero ha sido jugador y ladrón de joyas durante varios años, que es lo que le ha permitido mantener un nivel de vida tan elevado.
―Y trató de matarme también ―agregó ____―. Queríamos sorprenderle robando, porque sabíamos que era un ladrón. Pero nada más verme me reconoció, o más bien te reconoció en mí, de modo que supo quien era. Comentó con rabia que su secuaz había vuelto a fallar en su intento de acabar conmigo, y le acusó de ser tan in¬competente como lo había sido quince años antes. Pero afirmó que lo iba a hacer él mismo, y se dispuso a matarme. Por fortuna Nicholas apareció a tiempo para impedírselo. Entonces supe que era él la persona que, tantos años atrás, había enviado a otro a eliminarme. Pero no podíamos demostrarlo, y no sabíamos tampoco que tenía un móvil.
―Dios mío, de modo que yo estaba en lo cierto ―dijo Evelyn―. ¡Haré que lo procesen!
―Tendrá que ponerse a la cola ―comentó Orlando―. Los jóve¬nes ya le hicieron arrestar por robo e intento de asesinato.
―Entonces me aseguraré de que le condenen por asesinato. No va a salir de ésta, ahora que sé con certeza que pagó para que mata¬ran a mi Robert.
―Tenga la seguridad de que sus días están contados, lady Evelyn ―dijo Nicholas ―. Ahora también mi familia tiene un interés perso¬nal en esto, puesto que ____ pronto será uno de los nuestros.
―Ah, sí, eso vuelve a recordarme que la perderé pronto. Pero hasta la boda, se quedará conmigo. ¿Seríais capaces de acceder a apla¬zar el enlace?
Nicholas, que ya estaba protestando por ese comentario de «se que-dará conmigo», dijo a su futura suegra:
―Ni hablar.
Evelyn chasqueó la lengua como reconviniéndolo. Pero ____ sonrió a Nicholas antes de decir a su madre:
―Yo también iba a responder que ni hablar.
―Así pues, ¿le quieres? ―preguntó Evelyn en voz baja.
―Oh, sí, con todo mi corazón.
Orlando puso los ojos en blanco y comentó irónicamente:
―No nos pongamos sentimentales antes de cenar, chicos. Y tened presente que dormiréis en habitaciones separadas durante el noviaz¬go. Debéis guardar las formas hasta la boda, ¿entendido?
Esta vez Nicholas gimió en voz alta.
gabiberroteran
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
jajaja que bueno el final como que el penultimo capitulo de todas formas iguela
lovely last
Re: Mi Adorable Bribona (Nick & Tu)
awwww hola mami :hi: jaja que bonitos capitulos me encanta devo decir q casi lloro con el encuentro de la rayita con su mama
nataly jonas
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