7 Minutes In Paradise {1D&JB} |nc|

Cuando Storm y yo entremos todas las miradas se posaron en nosotras, por lo cual ni me inmute, eso era de diario; me moví con naturalidad entre las bancas de los demás y sentándome, como siempre, en la banca de en medio, donde todos podrían observarme en los distintos ángulos que eran posibles, por otro lado Storm se sentó detrás de mí algo cohibida, quizás por toda atención, bien eso era algo raro viniendo de la presidenta estudiantil, mire a los demás con superioridad esperando que dejaran de mirarnos y así  Storm no se sintiera así.

-Sigo sin creerme que Zayn haya ido a tu casa así, sin más – susurró  una vez que todos volvieron a lo suyo y saco su libro.
-Yo tampoco lo puedo creer – dije mientras sacudía mi cabello.
-Esos chicos tienen problemas, un grupo de chicas se les resisten y se convierten en acosadores en potencia.
-Sí, pues que ni crean que vamos a caer. Deberíamos hacer algo para que paren, no quiero pasar el año soportándolos – dije fastidiada al recordad a uno en específico.
-Estoy de acuerdo, hay que decirle a las demás, seguro que lo arreglaremos.
-Señoritas, silencio por favor – ladro la profesora.
-Disculpe, profesora – ella asintió y comenzó a hablar –. No tengo ni idea de química – dijo Storm en un susurro para no ser regañadas otra vez.
-Tampoco es de mis favoritas, pero puedo explicarte luego si quieres.
Eso fue lo último que mencione para comenzar a anotar en mi libreta, quizás sonara extraño viviendo de mí, es decir, no siempre la “niña bonita” es buena en materias así, o más bien en materias.
Uffff, ¡Al fin!, eso fue lo único que paso por mi mente cuando la campana sonó, no me moleste en mirar a nadie cuando camine a la puerta de mi última clase, Okay quizás no salí “caminando” exactamente, estaba harta de estar aquí, solo quería ir a casa, comer helado frente al televisor y ver películas tristes, y por si se lo preguntan, no, no estoy en mi periodo, solo tengo esas cagas de comer hasta morir. Suspire cuando abrí las puertas de la escuela y me encamine al estacionamiento, buscando mí…
-¡Aaaah! – grite frustrada al recordad que ese hijo de la vecina me trajo, entonces escuche una carcajada a mis espaldas, totalmente cabreada me voltee para ver a ese idiota pero hermoso ser, me miraba con esos ojos directamente y con una sonrisa socarrona–. Esto no es gracioso Malik, llévame a mi casa ahora.

-Vamos, debes tener algo más divertido que hacer en lugar de ir a casa y hacer tus deberes.
-Nunca dije que haría mis deberes, y no te incumbe lo que haga o no haga hoy por la tarde – dije ya enojada y señalándolo con mi dedo índice. 
-Tranquila nena – tomo mi mano y la coloco en su cuello, me tomo por la cintura y me acerco a Él, soy alta, pero aun así Zayn me ganaba por media cabeza–. ¿Te gustaría pasear conmigo? – ¡Dios! Como pretendía que contestara cuando su nariz se rozaba y olfateaba mi cuello –. ¿Qué dices Jane? Podríamos ir a mi casa, o a la tuya – Abrí mis ojos de golpe, todo hubiera funcionado si solo me besara y no abriera su boca, o al menos si no estuviera pegada a la mía.
-Zayn – suspire–. Sabes que, olvídalo, tengo dinero o puedo llamar a mi hermano.
-Vamos Jane – dijo mientras veía como me alejaba caminando.
Mis pies ardían, estaba sudada, mi cabello estaba enmarañado y estaba pegado a mi nuca y a mi frente, mis piernas estaban picadas por los mosquitos y mis ”Toms” con lodo. Pero al menos estaba frente a mi casa, creo que nunca en mi vida camine tanto, tome mis llaves y las introduje en la cerradura, encontrándome con algo que me hizo estallar. Adán, mi hermano, estaba sentado en el sofá con Amelia en medio de Él y Zayn, si, Zayn. Los tres miraban televisión y reían tan alto como les fuera posible.
-¿Qué carajos haces tú aquí?
-¡Jane! Mete una moneda en el tarro – regaño Amelia. El tarro consiste en poner una moneda si dices una mala palabra o haces una mala acción, la cantidad que pondrás cambia conforme lo que dices o haces. 
-Si Jane, mete una moneda en el tarro – concordó Zayn soltando una risita al igual de Adán.
-Dios mío – corrí hacia Él mientras tomaba un una almohada y la estampaba en su cara –. ¡Pudiste llevarme a mi casa! Y me dejaste caminar y terminar sudada –Zayn ágilmente tomo la almohada y la jalo hacia un lado, haciéndome perder el equilibrio y terminar sentada sobre su regazo. Entonces me beso. Haciéndome  olvidar que mis dos hermanos estaban sentados a solo unos centímetros de nosotros, aunque uno no era tan inocente, la otra tenía escasos tres años. 
-Wow, ya, ya entendimos, sepárense si no quieren que yo lo haga. 
-¿Ahora si eres un buen hermano? – dije sin despegar mis ojos de los de Él.
-Sepárense – Adán se sentó entre Zayn y yo.