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"El Principe De Piedra" (Nick Y Tu) Adaptacion.
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "El Principe De Piedra" (Nick Y Tu) Adaptacion.
ahy ahy ahy ahy ahy me e dañado una uña hahha enserio estaba d los nervios jumm tendre k controlarme mas hahah bueno en primer lugar dios m encanto el capi y ovio k la rayis se enamorara d nick jumm ovio bueno yo lo aria aunk mi corazonsito ya se lo di a joe hahah bueno k mas mmmmmmmmmm ah si k la sigas o t enteras jumm k no m gusta muxo esperar hahah dale sigela yapp plizzzzzzzzzz
Invitado
Invitado
Re: "El Principe De Piedra" (Nick Y Tu) Adaptacion.
yupiiiiiiiiiiii pase d paguina hahah k vien por eso kiero y exijo mas capis heheh dale sigela
Invitado
Invitado
Re: "El Principe De Piedra" (Nick Y Tu) Adaptacion.
S I G U E L A
no tengo tiempo
cdt muxxo
bye
no tengo tiempo
cdt muxxo
bye
elamormasbello
Re: "El Principe De Piedra" (Nick Y Tu) Adaptacion.
porq la dejas en la mejor parte :(
me encanto :P
siguelaaaaaaaaaaaa
me encanto :P
siguelaaaaaaaaaaaa
Sabri
Re: "El Principe De Piedra" (Nick Y Tu) Adaptacion.
capitulo 5 parte 3
—¿Si dijera que sí y terminara entregándote mi corazón, te quedarías aquí conmigo? ¿Durante un tiempo?
Él sacudió rígidamente la cabeza.
—No.
Ella soltó una risa inestable, desprovista de humor.
—Me pides mucho, pero das poco a cambio.
—Eso también lo sé —aunque parecía correctamente apenado, no ofreció una sola concesión—. Puedo hacer que valga la pena, dándote placer.
Señor, ¿qué iba a hacer? No podía decirle que no; arruinaría su vida. No podía decirle que sí; arruinaría la suya.
—Tendrás que darme tiempo para pensar en todo esto.
Él frunció el ceño.
—El tiempo es mi enemigo.
—Bueno, es todo que te ofrezco ahora mismo. Tómalo o déjalo.
Él soltó un largo suspiró.
—Lo tomaré.
Ambos se quedaron en un incómodo silencio.
—Sabes —dijo ella finalmente para disipar la tensión—, tendrás que usar un poco de magia para afilar ese cuchillo que me robaste —esa línea de conversación parecía bastante inofensiva—. Es para usarlo en la cocina, no en la batalla.
—Antes lo habrás usado para partir animales.
Maravilloso. Simplemente maravilloso.
—He cogido prestadas otras armas de tu casa, también —añadió él.
Como si hablara de algo tan doméstico como unas zapatillas de conejito, él se volvió hacia la nevera, despreocupadamente.
El temor se deslizó por su espina dorsal, glacial y opresivo. La mañana había comenzado mal y cada vez se ponía peor.
—¿Qué, exactamente, has cogido prestado?
Él había encontrado un par de zapatos viejos de Kevin, y observó cómo le mostraba las tijeras atadas con correas a su tobillo izquierdo, el cuchillo sobre su tobillo derecho, la espátula metálica en su cadera y el rodillo de cocina en su espalda, anclada por la cinturilla de sus pantalones.
—¿Qué vas a hacer con eso? —señaló el rodillo de cocina con la mano.
—Cuando las armas afiladas me fallen, golpearé a mi enemigo hasta la sumisión.
—¿Y la espátula?
—No estoy seguro, pero seguramente quien la diseñó estaba pensando en la tortura.
Una tortura, tenía razón.
—No puedes ir por ahí matando y torturando a la gente. Eso no es algo que se haga en este planeta —dijo las palabras con la suficiente fuerza como para que él se enterara—. Ponlo todo en su sitio ahora mismo.
—No —una dura chispa oscureció sus ojos, y sacudió la cabeza—. En esto no me convencerás. Entrando en una situación desconocida, un hombre debe estar preparado para lo peor.
Tenía razón, pensó ________, pero nunca lo admitiría en voz alta. Estar preparado para lo peor era la primera lección en la autodefensa. Aunque en ninguna de sus clases se había mencionado el derrotar a un atacante con una espátula. Un lápiz, tal vez. Incluso llaves.
Realmente, ¿qué daño podía hacer si se quedaba algunas de esas "armas"? Ella nunca las usaba, de todos modos. Y si le hacían sentirse más seguro, pues eso era lo más importante. No podía imaginarse el ser transportada a otro mundo, sola e indefensa.
—¿Por qué no hacemos un trato? —sugirió—. Puedes quedarte con las tijeras y la espátula.... —y sintiéndose como una idiota, añadió— ...pero los cuchillos y el rodillo de cocina permanecerán aquí.
El silencio llenó la estancia mientras él consideraba su oferta.
Finalmente, él cabeceó.
—Acepto el trato. ¿Ves lo dispuesto a negociar y lo razonable que soy?
—Oooh, eres un autentico asno —su cara se iluminó, y ella añadió—, ¡no te daré una moneda, antes besaría tu..... De acuerdo, simplemente no es justo!
Sus ojos centellearon con alegría, haciendo que su pálido iris azul brillaran como diamantes en un cielo nocturno.
—No me tomaré la molestia de castigar tu impertinencia... a no ser que, por supuesto, desees el castigo en la cama. Tenemos tiempo suficiente antes de visitar al hechicero.
Ella hizo rodar sus ojos, tratando de exteriorizar frescura y naturalidad. En el interior, sin embargo, su cuerpo gritaba ¡hip, hip, huuurraaa, todavía hay tiempo!
—Asegúrate de que las armas están ocultas cuándo salgamos de casa, ¿vale?
—No soy un jovencito inexperto —su alegría fue sustituida rápidamente por la ira—. Sé que las armas deben ocultarse mientras no haya indicios de batalla.
Bueno. Con cada palabra que decía, su irritación aumentaba. Ahora mismo él parecía listo para atacarla con los cuchillos por haber desafiado e insultado su inteligencia. Hora de cambiar de tema.
—¿Encontraste algo bueno para comer?
—No —su expresión perdió la mayor parte de su irritación—. No me enseñaste a preparar esto —sostuvo un tupperware lleno de pasta. Una delgada capa de queso y mayonesa cubría la superficie.
Ewww, pensó. Él había tratado de hacerse un emparedado con eso.
—Es lo más duro, insípido y asqueroso que he comido alguna vez.
________ notó varias señales de mordiscos alrededor de las esquinas del tupperware. La risa amenazó con burbujear fuera de su garganta, pero se la tragó.
—Eso es el recipiente, tonto. La comida de verdad está dentro —curioseó el plástico con los dedos. La acción hizo que rozara su mano, enviando una sacudida eléctrica por todo su brazo. Inestable ahora, dejó el plástico a un lado—. De todos modos, no querrás esto para desayunar.
—Pero estoy hambriento, y no tienes nada más —se acarició la mandíbula.
Ufff, alojar a un extraterrestre era más caro de lo que ella había previsto.
—Hay una cafetería a unos quince minutos de aquí. Hacen los mejores batidos. Podemos estar fuera en menos de una hora.
En su rostro brilló débilmente el placer una fracción de segundo antes de que el pánico se colocara allí. Un momento más tarde, se puso pensativo. Negó con la cabeza.
—No —su tono no reflejaba ninguna emoción—. Primero iremos al hechicero. Estoy impaciente por encontrar al que me llevará a casa. Después de eso, me concentraré en ti. Y te conseguiré, ________. No lo dudes —eso último fue dicho en un tono oscuro, desafiándola a contradecirlo.
Ella jadeó.
—Tú puedes estar dispuesto a saltarte el desayuno, pero yo no. Café y una tortilla con queso, eso...
—No. Está decidido.
—Pero...
—No, ________.
—Está bien —refunfuñando, cogió la guía telefónica del anaquel bajo el microondas—. Tenemos tiempo para visitar a un psíquico. Uno. Si éste no trabaja, no tendrás suerte por hoy. Tengo hambre y tengo trabajo que hacer, y sólo prometí llevarte a un sitio — rezó simplemente para que él entendiera que eso era lo justo.
—Si lo que quieres es convencerme de comer primero, tales payasadas no son necesarias. He decidido que te permitiré convencerme....en la cama.
Siempre volvía a lo mismo.
—¿Si dijera que sí y terminara entregándote mi corazón, te quedarías aquí conmigo? ¿Durante un tiempo?
Él sacudió rígidamente la cabeza.
—No.
Ella soltó una risa inestable, desprovista de humor.
—Me pides mucho, pero das poco a cambio.
—Eso también lo sé —aunque parecía correctamente apenado, no ofreció una sola concesión—. Puedo hacer que valga la pena, dándote placer.
Señor, ¿qué iba a hacer? No podía decirle que no; arruinaría su vida. No podía decirle que sí; arruinaría la suya.
—Tendrás que darme tiempo para pensar en todo esto.
Él frunció el ceño.
—El tiempo es mi enemigo.
—Bueno, es todo que te ofrezco ahora mismo. Tómalo o déjalo.
Él soltó un largo suspiró.
—Lo tomaré.
Ambos se quedaron en un incómodo silencio.
—Sabes —dijo ella finalmente para disipar la tensión—, tendrás que usar un poco de magia para afilar ese cuchillo que me robaste —esa línea de conversación parecía bastante inofensiva—. Es para usarlo en la cocina, no en la batalla.
—Antes lo habrás usado para partir animales.
Maravilloso. Simplemente maravilloso.
—He cogido prestadas otras armas de tu casa, también —añadió él.
Como si hablara de algo tan doméstico como unas zapatillas de conejito, él se volvió hacia la nevera, despreocupadamente.
El temor se deslizó por su espina dorsal, glacial y opresivo. La mañana había comenzado mal y cada vez se ponía peor.
—¿Qué, exactamente, has cogido prestado?
Él había encontrado un par de zapatos viejos de Kevin, y observó cómo le mostraba las tijeras atadas con correas a su tobillo izquierdo, el cuchillo sobre su tobillo derecho, la espátula metálica en su cadera y el rodillo de cocina en su espalda, anclada por la cinturilla de sus pantalones.
—¿Qué vas a hacer con eso? —señaló el rodillo de cocina con la mano.
—Cuando las armas afiladas me fallen, golpearé a mi enemigo hasta la sumisión.
—¿Y la espátula?
—No estoy seguro, pero seguramente quien la diseñó estaba pensando en la tortura.
Una tortura, tenía razón.
—No puedes ir por ahí matando y torturando a la gente. Eso no es algo que se haga en este planeta —dijo las palabras con la suficiente fuerza como para que él se enterara—. Ponlo todo en su sitio ahora mismo.
—No —una dura chispa oscureció sus ojos, y sacudió la cabeza—. En esto no me convencerás. Entrando en una situación desconocida, un hombre debe estar preparado para lo peor.
Tenía razón, pensó ________, pero nunca lo admitiría en voz alta. Estar preparado para lo peor era la primera lección en la autodefensa. Aunque en ninguna de sus clases se había mencionado el derrotar a un atacante con una espátula. Un lápiz, tal vez. Incluso llaves.
Realmente, ¿qué daño podía hacer si se quedaba algunas de esas "armas"? Ella nunca las usaba, de todos modos. Y si le hacían sentirse más seguro, pues eso era lo más importante. No podía imaginarse el ser transportada a otro mundo, sola e indefensa.
—¿Por qué no hacemos un trato? —sugirió—. Puedes quedarte con las tijeras y la espátula.... —y sintiéndose como una idiota, añadió— ...pero los cuchillos y el rodillo de cocina permanecerán aquí.
El silencio llenó la estancia mientras él consideraba su oferta.
Finalmente, él cabeceó.
—Acepto el trato. ¿Ves lo dispuesto a negociar y lo razonable que soy?
—Oooh, eres un autentico asno —su cara se iluminó, y ella añadió—, ¡no te daré una moneda, antes besaría tu..... De acuerdo, simplemente no es justo!
Sus ojos centellearon con alegría, haciendo que su pálido iris azul brillaran como diamantes en un cielo nocturno.
—No me tomaré la molestia de castigar tu impertinencia... a no ser que, por supuesto, desees el castigo en la cama. Tenemos tiempo suficiente antes de visitar al hechicero.
Ella hizo rodar sus ojos, tratando de exteriorizar frescura y naturalidad. En el interior, sin embargo, su cuerpo gritaba ¡hip, hip, huuurraaa, todavía hay tiempo!
—Asegúrate de que las armas están ocultas cuándo salgamos de casa, ¿vale?
—No soy un jovencito inexperto —su alegría fue sustituida rápidamente por la ira—. Sé que las armas deben ocultarse mientras no haya indicios de batalla.
Bueno. Con cada palabra que decía, su irritación aumentaba. Ahora mismo él parecía listo para atacarla con los cuchillos por haber desafiado e insultado su inteligencia. Hora de cambiar de tema.
—¿Encontraste algo bueno para comer?
—No —su expresión perdió la mayor parte de su irritación—. No me enseñaste a preparar esto —sostuvo un tupperware lleno de pasta. Una delgada capa de queso y mayonesa cubría la superficie.
Ewww, pensó. Él había tratado de hacerse un emparedado con eso.
—Es lo más duro, insípido y asqueroso que he comido alguna vez.
________ notó varias señales de mordiscos alrededor de las esquinas del tupperware. La risa amenazó con burbujear fuera de su garganta, pero se la tragó.
—Eso es el recipiente, tonto. La comida de verdad está dentro —curioseó el plástico con los dedos. La acción hizo que rozara su mano, enviando una sacudida eléctrica por todo su brazo. Inestable ahora, dejó el plástico a un lado—. De todos modos, no querrás esto para desayunar.
—Pero estoy hambriento, y no tienes nada más —se acarició la mandíbula.
Ufff, alojar a un extraterrestre era más caro de lo que ella había previsto.
—Hay una cafetería a unos quince minutos de aquí. Hacen los mejores batidos. Podemos estar fuera en menos de una hora.
En su rostro brilló débilmente el placer una fracción de segundo antes de que el pánico se colocara allí. Un momento más tarde, se puso pensativo. Negó con la cabeza.
—No —su tono no reflejaba ninguna emoción—. Primero iremos al hechicero. Estoy impaciente por encontrar al que me llevará a casa. Después de eso, me concentraré en ti. Y te conseguiré, ________. No lo dudes —eso último fue dicho en un tono oscuro, desafiándola a contradecirlo.
Ella jadeó.
—Tú puedes estar dispuesto a saltarte el desayuno, pero yo no. Café y una tortilla con queso, eso...
—No. Está decidido.
—Pero...
—No, ________.
—Está bien —refunfuñando, cogió la guía telefónica del anaquel bajo el microondas—. Tenemos tiempo para visitar a un psíquico. Uno. Si éste no trabaja, no tendrás suerte por hoy. Tengo hambre y tengo trabajo que hacer, y sólo prometí llevarte a un sitio — rezó simplemente para que él entendiera que eso era lo justo.
—Si lo que quieres es convencerme de comer primero, tales payasadas no son necesarias. He decidido que te permitiré convencerme....en la cama.
Siempre volvía a lo mismo.
Femme Fatale
Re: "El Principe De Piedra" (Nick Y Tu) Adaptacion.
siguela la amo me encnata
me mate de la risa cuando intento comerse
el tuper no me lo podia creer jajjjsjsjsjsjjsjsjssjsjajjajajaajajaajaja
me mate de la risa cuando intento comerse
el tuper no me lo podia creer jajjjsjsjsjsjjsjsjssjsjajjajajaajajaajaja
#Fire Rouge..*
Re: "El Principe De Piedra" (Nick Y Tu) Adaptacion.
ahy no eres injusta esos capis an sido rekete cortos jumm dale sigela plizzzzzzz
Invitado
Invitado
Re: "El Principe De Piedra" (Nick Y Tu) Adaptacion.
CAPITULO 5 PARTE 4
Siempre volvía a lo mismo.
—Sabes, cabe la posibilidad de que tú me dieras un millón de orgasmos y yo, aun así, no me enamore de ti. Por tu propio bien, deberías replantearte tu estrategia.
¡Ja! ¡Chúpate esa!, pensó ella, hojeando las páginas amarillas.
—El único modo de estar seguros es dejándome darte un millón de orgasmos.
Sin echarle un vistazo, ella contestó.
—No.
¿Cómo pudo ser tan tonto como para pensar que sus desafíos eran divertidos? se preguntó Nick. La mujer lo volvía loco con sus negativas. No me toques. No me gustas. No me hagas temblar de placer.
Si la necesitara simplemente debido a la maldición, quizás, el oírle decir que "No" no le molestaría tanto. Pero, sin embargo, cada vez que la veía, hablaba con ella, pensaba en ella, ________ levantaba emociones en su interior que él preferiría no tener. Ella, poco a poco, se le estaba metiendo bajo la piel, y eso no le gustaba. Se suponía que era ella la que se enamoraría de él, y no al revés. Él sabía demasiado bien que estas sensiblerías románticas eran peligrosas.
No comprendía como ella se podía apoderar de él con tanta rapidez y pericia. ¿Manejaba algún tipo de magia que no podía sentir? Quizás. Sí, quizás. Eso explicaría muchas cosas. Maldición, creía que estaba seguro aquí, tanto mágica como emocionalmente. Y aquí estaba él, de pie, queriéndola, necesitándola, como nunca había querido a ninguna otra. Bueno, tenía que hacer algo para evitar enternecerse aún más. Pero, ¿cómo podía luchar contra ella y ganarla al mismo tiempo?
—Aquí hay uno —dijo ________, su dulce voz interrumpiendo sus pensamientos—. La Casa del Misticismo. Un lugar donde los deseos más profundos son hechos realidad —hizo una pausa—. Me suena a broma pesada, pero tú eres el experto. Está sólo a cinco kilómetros de aquí, y el anuncio dice... " que el dueño posee el poder antiguo de los Druidas” —anunció ________ con voz burlona
¿Druidas? Nick se enderezó y le prestó toda su atención. Aunque no pudiera leer la lengua de ________, le arrebató el grueso tomo amarillo de sus manos y buscó la página. Druida. Druida. Druida. El nombre golpeaba en su cabeza, como un eco de salvación. Seguramente esto no era ninguna coincidencia. Conocían a la gente de su madre como los Druinn. Quizás fueran los mismos.
—Y bien, ¿qué piensas? —Preguntó ________, observándolo fijamente por encima del escudo de sus espesas pestañas—. ¿Suena como la clase de lugar que buscabas?
Él asintió
—Es exactamente la clase de lugar que busco. No perdamos más tiempo. Nos vamos inmediatamente.
________ decidió aceptar que el día sólo iba a peor cuando se encontró parada delante del viejo y destartalado edificio con un neón que rezaba SABÍA QUE ENTRARÍAS en brillantes letras rosadas.
La luz del sol destellaba con fuerza sobre la descolorida pintura amarilla, azul y dorada que decoraba la madera astillada. Faltaban varias tejas de la azotea, y algunas, notó, estaban esparcidas a través del césped delantero y encajados entre los hierbajos. Ella se deprimió ante tal atrocidad y luchó contra el impulso de ofrecer sus servicios, gratuitamente, simplemente por liberar al mundo de esa vista tan horrorosa.
—¿Estás seguro de que es la clase de sitio que buscas? —le preguntó a Nick por tercera vez.
Su mirada exploró el recinto, recogiendo cada detalle.
—¿Es esta la casa del psíquico Druida? —eso era lo mismo que había contestado antes.
—Sí.
—Entonces es exactamente la clase de sitio que busco.
________ continuó poco convencida.
—En vez de confiar en alguien más, ¿por qué simplemente no juntas tus talones y pides que te envíen de vuelta a casa?
Un músculo se movió en su mandíbula y los segundos pasaron en silencio.
—¿Y bien?
Nada.
No necesito esas ofensas, pensó ella sombríamente. Siempre que le preguntaba algo personal, él se enfadaba, como si ella no tuviera ningún derecho a conocer nada sobre él. Por supuesto, el se llevaría su corazón. ¿Pero darle aunque fuera una diminuta información personal? Infiernos, no.
—Vamos —dijo ella, enfadada con él... y consigo misma—. Vamos a terminar con esto.
El hombre era demasiado reservado, demasiado obstinado y estaría mejor sin él. Si este psíquico tenía el poder de ayudarle, ________ decidió en ese instante que mentiría y le diría que lo amaba sólo para conseguir echarlo de su vida.
Con la cabeza alta, caminó hacia la entrada. Extendió la mano, tocó el pomo y se quedó de pie, esperando. Nick no se acercó a su lado. Frunciendo el ceño, ella se giró. Su extraterrestre estaba de pie en el mismo lugar en el que le había dejado, su barbilla inclinada a un lado, sus piernas separadas.
—No percibo nada de magia aquí —dijo él.
Su propio ceño se hizo más profundo. Él cerró sus ojos y soltó el aire.
—Tampoco sentiste la magia en mi contestador automático, y mira lo que hiciste.
—Esto es diferente.
Ella quiso preguntar por qué era diferente, pero sabía que no conseguiría ninguna respuesta.
—¿Quieres marcharte?
—No —aún así no se acercó a la entrada.
¿Estaba simplemente nervioso? ¿Previendo el éxito? ¿El fracaso? O ¿tenía razón? Realmente no había magia aquí. Ella así lo creía y decidió advertirle de lo obvio.
—Si no hay magia, no serán capaces de ayudarte.
—El más poderoso Druinn es capaz de disfrazar y ocultar su poder.
Pese a todo, no parecía convencido de que ese fuera el caso aquí. De hecho, cada emoción, excepto la convicción, pasó por sus rasgos: duda, esperanza y determinación.
En aquel momento, su comportamiento la conmovió. Él quería volver a casa; no podía culparlo por eso. Si la situación fuera al revés, ella desearía lo mismo y haría algo, usaría a cualquiera, para conseguir lo que quería, y probablemente tampoco compartiría información personal con extraños. Al menos, él era honesto sobre sus intenciones.
—Entremos e intentémoslo —dijo ella suavemente.
—Necesito un momento más.
—Bien. Tómate el tiempo que necesites.
Nick se pasó la mano por la cara. Aunque todo dentro de él gritaba para que abandonara este lugar, no podía alejarse. Si había una posibilidad, por pequeña que fuera, de descubrir lo que necesitaba, tenía que entrar.
Cuando intentó mover sus piernas, sin embargo, se negaron a obedecer. Frunció el ceño. ¿Qué lo mantenía allí de pie? ¿La duda? Quizás. Aunque sabía que eso no era todo. Mientras las preguntas se arremolinaban en su mente, una extraña emoción se extendía a través de él, una emoción que no podía identificar... o quizás, no quería identificar.
¿Cuánto tiempo había pasado en Imperia? Si, como aquí, habían pasado mil palmos, ¿cuántos de sus amigos habían poseído la suficiente magia como para sobrevivir todos esos palmos? ¿Cuántos habían muerto? ¿Cuántos vivían todavía? ¿Cómo lo recibiría su familia? ¿Le darían la bienvenida con los brazos abiertos o lo considerarían un extraño? Nick inspiró profundamente. El suave olor dulce del aire lo sintió sucio en su nariz.
—Estaré a tu lado todo el tiempo —la voz de ________ le abrigó el cuerpo como una capa suave, consoladora.
Su mirada buscó la suya y observó como una serena sonrisa curvaba su boca, una sonrisa que iluminaba toda su cara. Un hombre podría perderse en su sensualidad y olvidar todos sus problemas. Olvidar su impaciencia por marcharse.
Nick cambió su peso de un pie a otro y se esforzó por apartar la mirada. La mujer era una necesidad desesperada y continua y, compendió, que cada vez le costaba más trabajo mantenerse alejado de ella.
A lo mejor cuando se marchara, se la llevaría con él; la instruiría en las formas apropiadas de comportarse con un hombre, mientras se ganaba su afecto con sus obvios encantos. Él podría hacerle el amor muchas, muchas veces, con la mágica Imperia rodeándolos. Mejor aún, ________ podría servirle como una seductora distracción si su familia lo abandonaba.
Tan rápidamente como la idea se formó en su mente, Nick la desechó. Conseguiría lo que necesitaba de ella y luego la abandonaría aquí. No había espacio en su vida para una mujer de otro planeta, sobre todo, si le hacía sentir cosas que no quería considerar.
—Cuando finalmente estemos juntos, ________, muchos mundos temblarán.
—Sí, bien… —________ hizo una pausa.
No sabiendo qué más decir, algo que sólo le pasaba con Nick, se giró para afrontar la puerta. El pomo giró fácilmente y dio un paso dentro, hundiéndose en la alfombra Borgoña. Nick la siguió esta vez. Los finos cabellos de su nuca se pusieron de punta, alzándose hacia él, deseando su toque.
¿Por qué respondía con tanta facilidad ante este hombre?
Cuando la puerta se cerró de golpe, una campana tintineó para anunciar su presencia. Se quedaron de pie en silencio, esperando, pero nadie los saludó. No había ningún empleado en la pequeña estancia. Ningún cliente.
Zarcillos de humo se elevaban del perfumado incienso a jazmín, flotando y dejando su aroma por todas partes de la desordenada habitación. La débil iluminación y las brillantes paredes le daban un ambiente místico, ayudado por la música suave y lírica que sonaba de fondo.
Finalmente, una mujer de cabellos oscuros que parecía estar en la mitad de la cincuentena, se adentró en la decorada estancia. Con sus grandes ojos color avellana y prominentes pómulos, sus rasgos eran atractivos, aunque envejecidos antes de tiempo. Ella vestía pantalones negros y una blusa blanca hechos a medida, completamente en desacuerdo con su negocio de adivina. Mirándola fijamente, a ________ le venían dos palabras a la cabeza: profesional y legal.
La sospecha creció al instante en la mente de ________.
Nick entendía más de magia, se recordó ella. Dijo que había una posibilidad de que este psíquico tuviera el poder que necesitaba y ella tenía que permitirle que descubriera la verdad, fuera buena o mala.
—¡Hola! —Saludó la mujer—. Bienvenidos a mi humilde establecimiento —tenía el cultivado acento de una dama de buena familia inglesa—. ¿Cómo puedo ayudarles? "
Nick prescindió de bromas.
—¿Posee usted el poder de abrir un vórtice?
La mujer juntó sus manos y tamborileó sus uñas, de manicura perfecta, unas contra otras.
—¿Exactamente en qué tipo de poder piensa usted?
Rápidamente, ________ colocó una mano sobre la boca de Nick.
—¿Por qué no nos da usted la respuesta a esa pregunta? Seguramente "una vidente" profesional podría contestar una pregunta tan simple.
Nick miró con curiosidad la mano en su boca, pero no se apartó de su agarre. Él cogió su palma y la capturó en el calor de su propia mano.
—No vuelvas a hacerme callar, ________ —gruñó él suavemente, las palabras susurradas sólo para ella—, a no ser que uses tu lengua.
—Ah, el joven amor —suspiró la mujer.
Primer error, casi dijo ________, sus dudas aumentando cada vez más.
La mujer más vieja le ofreció una débil sonrisa, profundizando las arrugas de las esquinas de sus ojos.
—¿No cree en lo sobrenatural, querida?
—Creo en los hechos —contestó ________, tratando de ignorar que Nick aun sostenía posesivamente su mano derecha.
Simplemente, había algo completamente satisfactorio en mantener sus manos unidas, una sutil, tranquilizadora y tangible muestra de afecto. Incluso aunque él no sintiera nada por ella, nada importante de todos modos, la acción le hacía sentirse necesitada.
—También yo creo en los hechos —contestó la mujer.
—Entonces entenderá por qué le exijo la prueba de sus capacidades —dijo ella.
Su extraterrestre no conocía nada de la Tierra, no sabía nada sobre la gente que a menudo intentaba estafar a las personas confiadas. Si esta mujer era realmente una bruja, tendría que demostrarlo.
—Desde luego que lo entiendo. Siéntense, siéntense —con una ondulación delicada de la mano, la inglesa señaló hacia una pequeña mesa detrás del cuarto—. ¿Querrán algo para beber? ¿Café? ¿Té? Hasta tengo un maravilloso elixir herbario que promueve la actividad cerebral.
—No, gracias —contestó ________, sacudiendo su cabeza. Aunque el elixir herbario picó su interés, no iba a relajar la guardia—. Estamos bien.
Nick la remolcó hasta la mesa. Después de que ella se sentara en medio, él comprimió sus largas piernas debajo de la pequeña y bajita mesa. La mujer tomó asiento justo delante de ellos.
—Deme su palma —dijo inmediatamente a Nick.
Sus labios se tensaron y él le dirigió una cortante mirada a ________.
—¿Todas las mujeres de aquí dan órdenes a un guerrero?
—Ya lo creo. Ahora dale tu mano.
Nubes tormentosas de furia llenaron los ojos de Nick, pero hizo lo que le pidió.
La mujer se encorvó sobre su palma, remontando cada línea con una uña larga y ovalada.
—Desea encontrar el camino a casa. ¿Correcto?
—Sí.
—No puede hacerlo solo —una declaración, no una pregunta.
Ese comentario hizo que apretara su mandíbula otra vez.
—Todo lo que necesita es alguien para dirigirle —dijo la mujer—. ¿Digo la verdad? —Sí.
El duro tono de su voz, como un martillo que golpeaba una pared, causó que los dedos del pie ________ se curvaran, ella estuvo enormemente contenta de que su atención no estuviera dirigida hacia ella. Con interés, observó y escuchó la conversación entre Nick y la mujer. Siempre que la inglesa hablaba, Nick se movía incómodo en su silla. Su rostro parecía tanto furioso como triste, como si acabara de aceptar que esto no iba a funcionar, pero se aferrara a ello de todos modos por si ocurría un milagro.
—Alguien puede ayudarle —decía la mujer—. Alguien le ayudará. Alguien cuyo nombre es… estoy obteniendo la visión de la letra K. Sí, sí. Alguien cuyo nombre comienza con la letra K le devolverá a casa. ¿Conoce usted a alguien cuyo nombre comienza con K?
—Sí —no pareció feliz con eso tampoco.
—Bueno, bueno —siguió estudiando su mano—. Predigo que...
—No necesito tus predicciones, mujer —de pronto, su furia venció a la tristeza y la esperanza—. Tengo que saber si puedes abrir un vórtice de modo que yo pueda dejar su mundo y entrar en el mío. ¿Puedes hacer eso o no?
—Tiene el poder dentro de usted para ir a cualquier parte que desee.
Los ojos de Nick se estrecharon en diminutas rendijas.
—No tengo el poder dentro de mí. Eso es un hecho.
—Lo tiene. Tiene un poder que, de ser correctamente alimentado, puede crecer hasta ser una fuerza poderosa.
La esperanza creció en sus ojos otra vez.
—¿Cómo alimento mi poder?
—He desarrollado una poción que atará en su interior su magia, haciendo que su carne se debilite y su espíritu interior prospere. Después de que usted beba este poderoso elixir, cantaré un cántico de fuerza y coraje sobre usted.
________ ya tenía bastante. No había ninguna maldita forma de que Nick bebiera algo que esta mujer hubiera preparado.
—Lo que buscas no está aquí, Nick —dijo ella.
Su única respuesta fue un leve, casi imperceptible asentimiento con la cabeza.
—Espere un segund... —la mujer comenzó.
—Por Dios —________ gritó, cortándola—. Esto es un montón de mierda y usted lo sabe. La mayor parte de lo que dijo es tan ambiguo que no estoy segura de sí habló sobre un viaje a Disneyland o si usted recitaba el alfabeto —golpeó con la mano sobre la dura superficie de madera de la mesa—. Usted no puede ayudarle más que el Elfo Keebler podría. Admítalo.
Los labios de la mujer se apretaron.
—Todo lo que dije es verdad —rechinó ella—. Sólo el corazón puede dirigir a un hombre a casa. Eso, y una de mis pociones.
—Pero usted simplemente dijo que alguien cuyo nombre comienza por K podría ayudarle —indicó ________.
Sus mejillas enrojecieron por la vergüenza o la cólera, ________ no lo sabía
—Pensé...
—Sé lo que usted pensó —________ no esperaba sonar tan borde, pero caray, odió que alterara a Nick—. Él me llamó ________, por lo tanto usted consiguió esa visión de la letra K. Y la cosa que usted ha... —se paró, dudando de si debía confesar los verdaderos orígenes de Nick. Su mirada se clavó en él. Parecía tan perdido, quería volver a casa tan desesperadamente, que ella decidió que la confesión de que era un extraterrestre valía la pena, aun corriendo el riesgo de parecer que estaba loca—. La cosa que usted falló en adivinar consiste en que no hablamos de una casa emocional aquí, hablamos de otro planeta.
—Entonces, son extraterrestres, ¿verdad? —preguntó la mujer sin inmutarse, como si ella hubiera oído esa afirmación un millón de veces antes—. Lo sabía desde el momento en que entraron —sacó una botella pequeña y oscura de su bolsillo—. Beba esto y usted verá....
¡Argh! ________ saltó, sus puños apretados con fuerza.
—Puede coger sus pociones y metérselas por donde...
—Suficiente.
La voz e Nick retumbó en las paredes.
Todo se calmó al instante.
—Es hora de marcharse, ________ —no esperó su respuesta.
Simplemente se puso en pie y salió silenciosamente del edificio.
Femme Fatale
Re: "El Principe De Piedra" (Nick Y Tu) Adaptacion.
CAPÍTULO 6 PATE 1
Todo hombre poseía un miedo, un miedo que lo consumía, que podía conducirlo al borde de la locura. Nick acababa de descubrir el suyo. Quedarse atrapado en este mundo, abandonado para toda la eternidad, le asustaba hasta el tuétano de los huesos. Sabía que la posibilidad existió desde el principio de su maldición. Pero ahora, la realidad le superaba con más fuerza que antes de su final liberación.
Libre, pero no totalmente.
No podía irse a casa hasta que se ganara el amor de ________, hasta que lo aceptara. Tenía sólo trece días más para conseguirlo, y a este paso, él también se enamoraría. Pero él no podía enamorarse, no quería enamorase. Era un hecho que ningún auténtico hechicero vivía aquí, que no conseguiría los medios para volver a casa por el momento.
Estaba de pie en el exterior de la casa del falso místico, sus piernas separadas, sus brazos cruzados tras la espalda y los músculos tensos. Esa era la postura de un guerrero, una que normalmente se usaba justo antes de la batalla, cuando los planes y las estrategias eran realizados.
Y ésta parecía la mayor batalla de su vida.
Su primer instinto había sido correcto. Ninguna magia residía en la Casa del Misticismo. Lo supo incluso antes de dar un paso dentro y lo supo después. Aunque tontamente se había aferrado a la esperanza. Ahora se veía forzado a afrontar la verdad.
¿Desde cuándo los místicos estudiaban la mano de un hombre para abrir un vórtice? Uno sin ninguna magia auténtica o capacidad, se contestó sombríamente. Lo irónico era que el farsante que vivía en ese edificio, lamentablemente, había dicho algunas verdades. Debería poseer el suficiente poder para volver a casa. La magia habitaba dentro de él, mucha magia... pero era una fuerza que no podía controlar, por lo tanto, era una fuerza que no podía utilizar. ¡Maldita sea! Un simple hechizo era todo lo que necesitaba. Un simple hechizo, aunque no tenía esperanzas de alcanzarlo.
De todos modos, él lo intentó otra vez. Cerró los ojos, levantó los brazos en el aire y pronunció las palabras necesarias. Mientras hablaba, el aire de su alrededor se arremolinó, dando vueltas y vueltas, más y más rápido, y entonces… paró. Lo intentó otra vez. Nada. Otra vez. Nada.
Dejó caer los brazos a los lados, con cada uno de sus fracasos (con ________, el psíquico y sus inútiles poderes) pesándole sobre los hombros. ¿Por qué la magia y los encantamientos les resultaban tan fáciles a la gente de su madre y tan difíciles y frecuentemente desastrosos para él? ¿Por qué? ¿Quizás poseía demasiada fuerza física? ¿Acaso su capacidad sobrenatural de cazar y destruir a sus enemigos, de algún modo, debilitaba su capacidad mágica? Si era así, con mucho gusto abandonaría tal regalo, ¿de qué le servía si no podía luchar contra su mayor enemigo?
Nick apretó los dientes y el aire quemó en su garganta. El orgullo le exigía que vengara todos esos palmos perdidos, a sus compañeros y amantes. El orgullo le exigía… y aún así, no podía hacer nada.
Soltó una risa oscura, sin sentido del humor. La maldición dio la bienvenida a su frustración como una enfadada nube tormentosa daba la bienvenida al delirante viento, ambos listos para soltar un torrente de dolor y sufrimiento. Con los puños apretados, luchó por encontrar algo de paz interior. Un minuto dio paso a otro y su lucha se volvió infructuosa. Necesitaba una salida, algo, algo para calmar los bordes afilados de sus emociones.
Una mano suave, dulce, tocó su hombro.
—¿Estás bien? —Preguntó una voz aún más dulce—. Sé que no fue como esperabas y siento mucho haberte traído aquí, pero encontraremos a alguien más. Había montones de nombres en la guía telefónica y te prometo que visitaremos a otro psíquico mañana. Yo iría ahora, pero tengo miedo de que otro fracaso… —las palabras de ________ intentaran calmarlo—. Simplemente creo que sería mejor esperar hasta mañana.
Él miró fijamente sus dedos maravillosamente delgados, su pálida piel contra la suya, oscura y bronceada. Durante un crudo momento, aquel toque le hizo sentir como si hubiera abrigado su odio y resentimiento durante demasiado tiempo, como si él no tuviera nada que temer. Todavía ansiaba una salida y ella acababa de proporcionarle una. Se empapó con su belleza, dejándole calmar sus heridas internas como una caricia.
—Te advertí de las consecuencias si me tocabas, ________ —dijo, su tono aparentemente suave.
Todo hombre poseía un miedo, un miedo que lo consumía, que podía conducirlo al borde de la locura. Nick acababa de descubrir el suyo. Quedarse atrapado en este mundo, abandonado para toda la eternidad, le asustaba hasta el tuétano de los huesos. Sabía que la posibilidad existió desde el principio de su maldición. Pero ahora, la realidad le superaba con más fuerza que antes de su final liberación.
Libre, pero no totalmente.
No podía irse a casa hasta que se ganara el amor de ________, hasta que lo aceptara. Tenía sólo trece días más para conseguirlo, y a este paso, él también se enamoraría. Pero él no podía enamorarse, no quería enamorase. Era un hecho que ningún auténtico hechicero vivía aquí, que no conseguiría los medios para volver a casa por el momento.
Estaba de pie en el exterior de la casa del falso místico, sus piernas separadas, sus brazos cruzados tras la espalda y los músculos tensos. Esa era la postura de un guerrero, una que normalmente se usaba justo antes de la batalla, cuando los planes y las estrategias eran realizados.
Y ésta parecía la mayor batalla de su vida.
Su primer instinto había sido correcto. Ninguna magia residía en la Casa del Misticismo. Lo supo incluso antes de dar un paso dentro y lo supo después. Aunque tontamente se había aferrado a la esperanza. Ahora se veía forzado a afrontar la verdad.
¿Desde cuándo los místicos estudiaban la mano de un hombre para abrir un vórtice? Uno sin ninguna magia auténtica o capacidad, se contestó sombríamente. Lo irónico era que el farsante que vivía en ese edificio, lamentablemente, había dicho algunas verdades. Debería poseer el suficiente poder para volver a casa. La magia habitaba dentro de él, mucha magia... pero era una fuerza que no podía controlar, por lo tanto, era una fuerza que no podía utilizar. ¡Maldita sea! Un simple hechizo era todo lo que necesitaba. Un simple hechizo, aunque no tenía esperanzas de alcanzarlo.
De todos modos, él lo intentó otra vez. Cerró los ojos, levantó los brazos en el aire y pronunció las palabras necesarias. Mientras hablaba, el aire de su alrededor se arremolinó, dando vueltas y vueltas, más y más rápido, y entonces… paró. Lo intentó otra vez. Nada. Otra vez. Nada.
Dejó caer los brazos a los lados, con cada uno de sus fracasos (con ________, el psíquico y sus inútiles poderes) pesándole sobre los hombros. ¿Por qué la magia y los encantamientos les resultaban tan fáciles a la gente de su madre y tan difíciles y frecuentemente desastrosos para él? ¿Por qué? ¿Quizás poseía demasiada fuerza física? ¿Acaso su capacidad sobrenatural de cazar y destruir a sus enemigos, de algún modo, debilitaba su capacidad mágica? Si era así, con mucho gusto abandonaría tal regalo, ¿de qué le servía si no podía luchar contra su mayor enemigo?
Nick apretó los dientes y el aire quemó en su garganta. El orgullo le exigía que vengara todos esos palmos perdidos, a sus compañeros y amantes. El orgullo le exigía… y aún así, no podía hacer nada.
Soltó una risa oscura, sin sentido del humor. La maldición dio la bienvenida a su frustración como una enfadada nube tormentosa daba la bienvenida al delirante viento, ambos listos para soltar un torrente de dolor y sufrimiento. Con los puños apretados, luchó por encontrar algo de paz interior. Un minuto dio paso a otro y su lucha se volvió infructuosa. Necesitaba una salida, algo, algo para calmar los bordes afilados de sus emociones.
Una mano suave, dulce, tocó su hombro.
—¿Estás bien? —Preguntó una voz aún más dulce—. Sé que no fue como esperabas y siento mucho haberte traído aquí, pero encontraremos a alguien más. Había montones de nombres en la guía telefónica y te prometo que visitaremos a otro psíquico mañana. Yo iría ahora, pero tengo miedo de que otro fracaso… —las palabras de ________ intentaran calmarlo—. Simplemente creo que sería mejor esperar hasta mañana.
Él miró fijamente sus dedos maravillosamente delgados, su pálida piel contra la suya, oscura y bronceada. Durante un crudo momento, aquel toque le hizo sentir como si hubiera abrigado su odio y resentimiento durante demasiado tiempo, como si él no tuviera nada que temer. Todavía ansiaba una salida y ella acababa de proporcionarle una. Se empapó con su belleza, dejándole calmar sus heridas internas como una caricia.
—Te advertí de las consecuencias si me tocabas, ________ —dijo, su tono aparentemente suave.
Femme Fatale
Re: "El Principe De Piedra" (Nick Y Tu) Adaptacion.
CAPITULO 6 PARTE 2
Ella retiró la mano a un lado.
—¿Qu-qué quieres decir?
—Si me tocas primero, a cambio, yo tengo derecho a tocarte. Algo con lo que tú estuviste de acuerdo.
—¡Parecías trastornado... yo no creí... no era una invitación!
—¿No lo era? —se giró para afrontarla, cogió sus antebrazos entre sus manos y la acercó. Pecho contra pecho. Dureza contra suavidad.
—Aléjate de mí —le dijo acaloradamente, aunque no hizo ningún movimiento para apartarse. No, ella se hundió más cómodamente contra él—. Déjame ir —dijo ella otra vez, esta vez con un suspiro de rendición.
Él no quería soltarla; quería abrazarla fuertemente contra él hasta que ella sólo separara sus labios para gritar su nombre. Ella debió sentir su necesidad, ya que sus ojos se clavaron en los suyos, ámbar contra azul. Ninguno apartó la mirada.
—Agradecerás que no lo haga dentro de un momento.
No le dio tiempo para negarlo. Sus dedos subieron y se enredaron en su pelo, tiró de ella más cerca hasta que ni un soplo de aire los separaba. Entonces la besó apasionadamente, allí, a pleno día, donde alguien podría verlos, donde alguien podría oírlos. Una y otra vez él empujó su lengua entre los dientes de ________, acariciándola por dentro, tomando. Exigiendo.
Durante un momento, creyó que se resistiría, pero ________ lo sorprendió pronunciando un gemido bajo y lleno de sensualidad. Ella abrió la boca y gimió otra vez. El sonido recorrió su cuerpo, inflamándolo de necesidad. Su aliento entrecortado soplaba sobre su nariz y mejilla mientras sus lenguas bailaban desenfrenadas. Su carnal fragancia inundó su cabeza y él pensó que podría sostenerla entre sus brazos durante el resto de su vida.
La noche anterior, se había preguntado cómo sería su sabor, y ahora lo sabía: era dulce y femenino. Un sabor que en parte lo calmaba como un bálsamo y en parte lo enloquecía. ¿Sabría ella igual entre sus piernas? Sólo con pensar que la lamía allí, el fuego que ardía dentro de él rabió, un fuego que no tenía nada que ver con su dolor, sufrimiento o su deber. No, se quemaba sólo por ________, por su pasión. Ardiendo por coger sus pechos entre sus manos. Ardiendo por chupar sus pezones.
—Esto es lo que quería anoche —susurró él con vehemencia—. Esto era lo que ansiaba mientras estaba tendido en el suelo, apretando mi erección con la mano, imaginándome que eras tú quien me tocaba.
Ella gimoteó.
Él colocó sus manos sobre sus nalgas y la levantó. Ella enlazó las piernas alrededor de su cintura, presionando el centro de su feminidad contra su erección. Arriba. Abajo. Arriba, la movió, imitando los movimientos del sexo. Ella, de buen grado, se arqueaba hacia adelante y hacia atrás. Él ansió bajar su drocs y empujar profundamente dentro de ella. Ansió sentir sus apretadas paredes internas cuando ella encontrara la liberación. Estaba tan ferozmente dolorido, que decidió no esperar y tomarla ahora, dentro de su transporte encantado. Sí, tenía que sentir las oleadas de placer de su cuerpo, tenía que ver cómo se le iluminaba la cara, observar sus labios separados. Darle un orgasmo después de otro.
Femme Fatale
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