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"Bajo una Sangrienta Luna Roja (Joe&Tu)" [TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 6 de 8. • Comparte
Página 6 de 8. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
Re: "Bajo una Sangrienta Luna Roja (Joe&Tu)" [TERMINADA]
OH DIOS GRAX POR HABER SUBIDO!!!!!!!!
Sabes cuanto extrañaba esta nove???????????
grax por haberla continuado, en verdad, no puedo esperar para ver el proximo capi
XDDDDDDDDDDD
pero en verdad para el proximo capi no dures tanto como nos hiciste a nosotras con este, pero si no pudiste subir a tiempo tus razones haz de tener, grax en verdad por el capi, en verdad verdad de veras de veras veras, no sabes cuanto lo esperaba pero en fin, mejor acabo aqui el comment porque estoy diciendo lo mismo, pero en fin,para terminar: MUCHISIMAS GRAX!!!!!!! :D :D
Sabes cuanto extrañaba esta nove???????????
grax por haberla continuado, en verdad, no puedo esperar para ver el proximo capi
XDDDDDDDDDDD
pero en verdad para el proximo capi no dures tanto como nos hiciste a nosotras con este, pero si no pudiste subir a tiempo tus razones haz de tener, grax en verdad por el capi, en verdad verdad de veras de veras veras, no sabes cuanto lo esperaba pero en fin, mejor acabo aqui el comment porque estoy diciendo lo mismo, pero en fin,para terminar: MUCHISIMAS GRAX!!!!!!! :D :D
♫ Laura Jonas ♥
Re: "Bajo una Sangrienta Luna Roja (Joe&Tu)" [TERMINADA]
PASE DE PAGINA!!!!!!!!!!!!!!!
BAILE DE 5 SEGUNDOS!!!!
BAILE DE 5 SEGUNDOS!!!!
♫ Laura Jonas ♥
Re: "Bajo una Sangrienta Luna Roja (Joe&Tu)" [TERMINADA]
Es aaron es aaron!!! el asecino!!! el malo de la historia y persigue a ___
Esta buenisima la nove!!! siguela!!!
Esta buenisima la nove!!! siguela!!!
jb_fanvanu
Re: "Bajo una Sangrienta Luna Roja (Joe&Tu)" [TERMINADA]
hola nueva lecotra
me encanto ENCAMOT AME la nove enserio!!!!!
es lo maximo!!!!!!!! espeor puedas subir pronto (:
me encanto ENCAMOT AME la nove enserio!!!!!
es lo maximo!!!!!!!! espeor puedas subir pronto (:
helado00
Re: "Bajo una Sangrienta Luna Roja (Joe&Tu)" [TERMINADA]
CAPÍTULO 13
Mamie no pensaba dejar el trabajo de ninguna manera. No importaba lo qué pensaran Joseph o ___(Tn). El asesino no era ningún tonto. No volvería donde podrían reconocerlo.
Y aunque Mamie sabía que no todo el mundo era siempre exactamente lo que parecía, no estaba segura de cuanto gris―gris había en el mundo tampoco. No sabía qué pensar sobre la fantástica historia que ___(Tn) Montgomery la había contado.
Se consideraba a si misma segura, incluso en las entrañas de Nueva Orleans. Había tomado varias medidas dentro de ese mundo, y ella era una parte de él. No había nada que la asustara ahí. Había visto lo que era terrible en la vida, y ésa era la pobreza. Había crecido en un apartamento de cuatro habitaciones con siete hermanos y hermanas; había comido arroz hasta que había pensado que volvería a crecer fuera de su cabeza, y había escuchado a bebés llorar durante toda la noche porque estaban hambrientos. No, solamente una cosa podía asustar a Mamie, y ésa era la posibilidad de no conocer las entrañas de Nueva Orleans. Tenía conexiones. Nadie se metería con ella.
Aunque era tarde, realmente tarde, cuando dejó el trabajo. Y asombrosamente, en una ciudad que rara vez dormía, las calles estaban ridículamente silenciosas.
La gente estaba asustada del asesino, pensó. Todos ellos se quedaban en casa. Los clubes de jazz estarían en un aprieto. Y los clubes de relaciones sexuales y los clubes de striptease.
Esperaba que alguien atrapara al asesino malditamente pronto.
Extraña noche. La luna cabalgaba alta en el cielo, detrás de nubes relucientes. Daba al lugar un aspecto de estar envuelta en la neblina de la luz de gas.
Tembló, y caminó más rápido. Escuchó los pasos. Detrás de ella.
Se paró, dio media vuelta. Nada. Nadie. Se dijo a si misma que tenía los pelos de punta, y eso era todo. Empezó a caminar otra vez.
Pero sólo para estar segura...
Si entrara en el callejón, sabía un atajo a través de uno de los viejos edificios de vecinos. Nadie podía seguirla a través de eso. Conocía la manera porque el edificio había estado ahí cuando era niña.
Giró...
Y escuchó los pasos otra vez.
Recordó su reloj, y presionó fuerte sobre su cara. Se mantuvo caminando más rápido.
Hizo una pausa, girándose alrededor, mirando hacia atrás.
Giró otra vez, y se quedó paralizada.
Parpadeó. No debería de haberse sorprendido de verlo. Alto, elegante, apuesto con su camisa de seda negra y pantalones prolijamente arrugados. Su cara estaba pálida; no cuadraba con la oscuridad de su pelo. ¿Teñido? Se preguntó.
Entonces se preguntó que qué importaba. Habría venido para matarla.
―Hola, Mamie.
―Hola ―ella dijo suavemente. Empezó a caminar otra vez. Tiempo. Si pudiera conseguir tiempo, tal vez.
―¡Whoa, Mamie!
Él agarró su brazo. La empujó hacia él, irrevocablemente. Con una fuerza increíble.
Ella abrió su boca para gritar.
Su mano se encajó sobre su boca antes de que pudiera aspirar.
―¡Usted me vendió, Mamie! ―Dijo suavemente. Se rió, y lamió su mejilla con la plenitud de su lengua. ―Umm. Dulce, como chocolate con leche. Voy a disfrutar comiéndote toda entera, Mamie.―Sentía que sus dientes sólo rasguñan a lo largo de su garganta. ―Más dulce que la golosina. Sí, señora. Usted me vendió. Les dio a los policías una imagen cuando estaba empezando a tener un momento realmente bueno, igual que el hombre invisible.
Le sonrío.
―¡Yum! ―Dijo sin hacer ruido, todavía sonriendo abiertamente.
Y Mamie supo que iba a morir.
Joseph mantuvo el instrumento de seguimiento electrónico en frente de él. Había llamado pidiendo refuerzos y sabía que Nicholas y otros estarían en camino rápidamente, pero también sabía ―su instinto visceral ―que el tiempo significaba todo ahora mismo.
Detuvo su vehículo parándose encima de la acera y salió rápidamente de él hacia el callejón.
Bajó corriendo por la calle débilmente iluminada, gritando su nombre.
―¡Mamie!
La intranquilidad y el miedo habían atraído a ___(Tn) de vuelta a Le Bon Marche. Sentada en el bar, bebiendo el vino tinto que Sam, el barman, un apuesto joven del color del ébano, acababa de poner delante de ella.
―Es bonito volverla a ver, pero supongo que usted está buscando a Mamie, ¿Estoy en lo cierto señorita Montgomery?
―Yo... Sí, me gustaría.
―Lo siento pero ella partió hace algunos minutos.
―Oh. Lo siento también, ―dijo ___(Tn), decepcionada. Entonces se dio cuenta de que su intranquilidad había sido causada por un borde inexplicable e irregular de miedo ahora anudado en su estómago. Se deslizó de su taburete, sacando dinero de su bolso para colocarlo sobre la barra para pagar su vino.
―Creo que trataré de alcanzarla.
―¡Espere, Miss Montgomery! ―Sam la llamó.
Ella se paró brevemente.
El sacudió su cabeza.
―Mami está segura entre este vecindario, ¿Sabe? No estoy seguro... ―Su voz se atascó.
___(Tn) sonrío.
―¿Está usted diciendo que Mamie es negra y que puede cuidar de sí misma y que yo soy blanca y tengo la fuerza de un soplido?
―¡Yo... bien... Yo... no... Sí! ―dijo Sam francamente.
―Estaré bien, tendré cuidado.―Antes de que pudiera protestar más, se estaba apurando hacia la puerta.
―¡Diablos! ―Escuchó a Sam perjurar. ―Espere, ahora, han estado ocurriendo cosas malas.
___(Tn) no podía esperar. Se apuró fuera por la puerta, y bajó la calle.
Sam empezó a perseguirla. Cuando se acercó a la puerta, un hombre alto y de pelo oscuro lo paró.
―Está bien, iré detrás de ella ―aseguró a Sam.
Sam estudió al hombre.
―No se ofenda, señor, pero…
―Iré detrás de ella ―el hombre dijo, estudiando a Sam atentamente.
Sam volvió al bar, repentinamente confundido. No podía recordar por qué había estado corriendo para empezar.
―¿Sabe usted quién soy yo, Mamie? ―El asesino susurró suavemente. La había forzado contra una pared en la esquina entre dos edificios. Fueron eclipsados totalmente por las sombras. Una mano quedaba sobre su boca. El pulgar de su otra mano estaba sobre su arteria de carótida; parecía disfrutar sintiendo el ruido sordo aterrorizado del pulso de su latido. Sus dedos rodearon su garganta.
Continuó lamiendo su cara. Arañando su garganta con sus dientes. Estaban afilados. Como agujas afiladas. De la misma manera que cuchillos pequeños. Sus rodillas estaban débiles. Ella había creído; no podía creerlo.
Hasta ahora, ella nunca había conocido tal terror.
―Extraño, ¿no? ¡El Destripador ha llegado a través de los tiempos, famoso por la sangre y las mutilaciones que infringía a sus víctimas! Pero la muerte misma nunca era tan difícil para las damas ―el bueno de Jack. Asfixió a sus víctimas, a la mitad las estranguló. Tuvo tanto cuidado, jugó, disfrutó... Pero a su manera, era tan misericordioso. ¿Usted sabe quién soy yo, Mamie?
Asintió con la cabeza.
Entonces escuchó su nombre en un grito. El Teniente Jonas. Reconoció su voz allí misma, reconoció el trueno de su grito.
Naturalmente, el asesino también escuchó a Jonas. Empezó a sonreír, su agarre sobre su garganta se fue apretando.
―Nunca escucharon a alguien gritar, Mamie... ―siseó, sus labios acercándose a su cara.
Pero Mamie estaba desesperada y le gustaba la vida. Mordió la mano sobre su boca y dio un rodillazo al bastardo, todo en un solo tiro.
La mano se separó mientras su atacante la insultaba.
―¡Bruja... puta!
No importaba. Tal vez ninguna de sus otras víctimas alguna vez había gritado, pero tal vez ninguna de ellas era tan buena para mendigar por las calles como ella. Ella dejó escapar un grito que podría haber rizado el pelo de la espalda de un jabalí.
La agarró otra vez, en un instante. Y era fuerte. Tan fuerte que empezó a ver negro en el minuto en que sus manos estaban sobre su garganta. Justo cuando su visión empezó a desteñirse, vio su cuchillo, empuñado a gran altura encima de su cara. Seis pulgadas de largo, con borde irregular, atrapando el hilo fino de la luz de la lámpara que se cernía sobre su cabeza en la sombra de la esquina.
Justo cuando pensaba que el cuchillo caería y ella se precipitaría en un pozo de oscuridad cuando la hoja perforara su carne, escuchó una severa orden.
―¡Tírelo!
El cuchillo se sostuvo en el aire.
―¡Tírelo!
El cuchillo empezó a caer.
Un tiro de advertencia fue disparado.
El cuchillo seguía bajando.
Otro tiro fue disparado, alcanzando al asesino en la muñeca. No pareció nada más que una picadura de abeja. El cuchillo siguió bajando.
Otra bala fue disparada. Y otra.
Ella escuchó un rugido de cólera cuando el cuchillo siguió bajando, y bajando, y bajando…
Pero entonces, su asesino fue arrancado de su lado, una fracción de segundo antes de que la hoja horadara su carne.
Jadeando, Mamie se tambaleó contra la pared. Atontada, aspiró, frotando su garganta, tratando de reunir sus sentidos.
Luego, ella los vio.
El Teniente Joseph Jonas, y su atacante vestido de negro.
El cuchillo había volado; ambos hombres estaban en el suelo. Escuchó los sonidos de los terribles crujidos cuando los puños conectaban con las caras. Cuando miró fijamente, su atacante parecía tomar ventaja, sentándose a horcajadas sobre el Teniente que estaba bocabajo sobre la vieja calzada de ladrillo. El asesino se inclinó sobre él, apoderándose del cuchillo caído...
Joseph se opuso. El asesino salió volando, y cayó duramente, pero se levantó rápidamente a pesar de las heridas de bala que debía de tener. Agarró el cuchillo.
Joseph se estaba levantado, y fue volando hacia el hombre, noqueándole antes de que sus dedos pudieran curvarse alrededor del mango del arma. Pero el asesino tiró de sus hombros, y Joseph fue lanzado, golpeando duro contra una pared. Parecía aturdido, lo que no era demasiado sorprendente; Mamie había pensado que había escuchado abrirse su cabeza contra la pared.
El asesino agarró el cuchillo, y se dirigió hacia Joseph.
Tumbado en el suelo, luchando por aclarar su cabeza, Joseph miró fijamente al hombre que le se acercaba. Apenas tenía la respiración agitada. Tenía el pelo negro teñido como la brea, muy oscuro, y Joseph pensó que no concordaba con un rostro tan pálido. Era alto y flaco y musculado de una manera enjuta pero fibrosa ―no era de la constitución de Conan el Bárbaro o alguien semejante que pudiera haber explicado su asombrosa fuerza ―y le parecía extrañamente familiar, aunque Joseph estaba seguro de que nunca se habían conocido antes.
El asesino se paró, mirando fijamente a Joseph, como si él, también, lo hubiera reconocido repentinamente.
Sonrío.
―¡Hola hombre muerto! ―dijo suavemente.
Con una ráfaga de fuerza y pura fuerza de voluntad, Joseph saltó sobre sus pies cuando el asesino le alcanzó. Le cabeceó en el estómago, enviándolo de vuelta a la calle, comprando un poco de precioso tiempo para sí mismo. Su pistola se había perdido en las sombras cuando desesperadamente se había enfrentado al tipo para separarlo de Mamie.
La sangre rezumó del hombro izquierdo del hombre, y de su mano, pero no lo frenó. Se recuperó rápidamente y empezó a perseguir a Joseph otra vez. Joseph estaba preparado para el ataque como un boxeador, equilibrándose.
Pero antes de que el atacante pudiera saltar, escuchó un grito furioso y se sorprendió al ver que alguien se había lanzado sobre la espalda del asesino.
―Detente, detente, detente bastardo.
___(Tn). Era débilmente consciente de que era ___(Tn), y de que había otras pisadas en el callejón ahora.
―¡___(Tn)! ¡Lárgate! ―Joseph le ordenó con un miedo incrédulo y cólera. Demasiado tarde. El asesino, mostrando una máscara de pura cólera vengativa, estaba extendiendo la mano hacia atrás, agarrándola, separándola de él. ___(Tn) cayó sobre el pavimento, justo cuando Joseph se tiró contra el asesino. Con un poder extraño, el hombre luchó por debajo de Joseph, arreglándoselas para ponerse de pie. Se dirigió hacia ___(Tn), con el cuchillo en su mano. Joseph se lanzó sobre asesino otra vez. Para su asombro, el tipo sólo lo arrastró hacia adelante. Joseph reforzó su apretón, haciendo por fin tropezar al hombre, forzándolo a caer. Luchó por mantenerse de pie, se giró, y golpeó a Joseph en la mandíbula con un gancho de derecha que casi hizo añicos su hueso.
Tambaleándose, Joseph se acercó de nuevo. Tenía que hacerlo. El asesino todavía estaba yendo detrás de ___(Tn). En el suelo, ella gimió suavemente. Empezó a ponerse de pie, encontrándose de cara con el asesino.
Joseph comenzó a dar un salto corriendo detrás del tipo, pero fue repentinamente dejado a un lado.
Otro hombre estaba en el callejón. Alto, oscuro, entallado, llevando una camisa de seda oscura y pantalones negros prolijamente planchados.
―¡Coja a ___(Tn)! ―gritó, y antes de que Joseph pudiera pararlo, el recién llegado se había lanzado él mismo a por el asesino, y lo dos comenzaron una lucha cruel con los puños.
¡Él era el policía! Joseph pensó fugazmente. Debería de estar metido en la maldita lucha, y el civil debería de estar llevándose a ___(Tn) de la refriega.
―¡___(Tn)! ―El asesino dijo, rugiendo su nombre como un grito de lucha, y arremetiendo hacia ella. Fue parado por el segundo hombre, y Joseph se dio cuenta de que tenía que sacar a ___(Tn) y alejarla de la zona de peligro. Podía escuchar las sirenas ahora. Diablos, justo a tiempo. La caballería estaba llegando por fin. Pero el asesino todavía estaba rugiendo el nombre de ___(Tn), intentando alcanzarla. Joseph arrancó atropelladamente hacia ella, extendiendo su mano, levantándola y poniéndola de pie.
Los ojos de ella sobre los suyos casi le hicieron pararse. Había miedo dentro de ellos. Líquido, reluciente. No por ella. Por él. Lo amaba, se dio cuenta. Lo amaba realmente.
―¡Lárgate fuera de aquí, coge a Mamie, salgan del callejón! ―Le ordenó.
―Joseph, no, ¡Eres tú el que tiene que salir de aquí! ―Suplicó.
―___(Tn), vete, o de lo contrario ¡podemos tener otra víctima en nuestras manos!
La empujó. Trató de defenderse, discutir. Entonces vio a los dos hombres comprometidos en la lucha, y aspiró bruscamente… y obedeció repentinamente. Corrió hacia Mamie, la agarró, revisando si tenía lesiones solícitamente, mientras trataba de llevarla apresuradamente fuera del callejón.
El asesino estaba de pie; el desconocido que había aparecido en el callejón se incorporaba también. El asesino estaba a punto de escaparse. El desconocido lo siguió. Joseph comenzó a perseguirlos. Corriendo rápidamente. El asesino se deslizó alrededor de una esquina. El segundo hombre también lo hizo. Joseph los siguió entre las sombras.
Pero los hombres habían desaparecido.
Repentinamente, los coches de policía estaban frenando por todos lados en los confines angostos del French Quarter. Oficiales uniformados estaban saliendo de sus automóviles.
―¡Es extremadamente fuerte, tomen todas las precauciones! ―Joseph advirtió, respirando con dificultad y sin aliento cuando se acercó a los automóviles, gritando instrucciones luego, y enviando a diferentes grupos en diferentes direcciones.
Debían atrapar al asesino.
Debían.
Pero tenía la sensación de aprensión de que no lo harían. Diablos, el tipo parecía tomar suficientes esteroides para bombear a un elefante. Las balas apenas lo perturbaron. Podría librarse de dos o tres hombres probablemente. ¿Y qué pasaba con el otro hombre?
Dolorido, lastimado por todas partes, se forzó a salir fuera del callejón mientras escuchaba los sonidos de pisadas corriendo. Nicholas Delaney, al mismo tiempo que Mike Astin vestido de paisano, habían llegado. Mamie estaba sentada en la parte trasera de su automóvil, temblando. ___(Tn) estaba junto al automóvil.
Sus medias y su falda estaban rasgadas y rotas; su chaqueta de marfil estaba embarrada, y su pelo rojo estaba salvajemente enredado. Aparte de eso, no parecía mucho peor que la ropa. Acercándose al automóvil, Joseph la miró fijamente, con furia.
―¿Qué diablos pasa contigo?
―¿Qué? ―dijo sin comprender.
Se acercó a ella, sacudiéndola, tan turbado, que no se dio cuenta de que era un policía que estaba sacudiendo a una mujer en la calle.
―Maldita sea, ese hombre es un asesino letal, y te estabas lanzando de la misma manera que La Mujer Maravilla en un callejón.
___(Tn) se quedó pálida, frunciendo el ceño.
―¡Estaba asustada de que pudiera matarte!
―Soy policía, me pagan para asumir riesgos, estoy entrenado para asumir riesgos, maldita sea, ___(Tn)…
―Hey, vamos, ¡damas, caballeros, por favor! ―Mamie les habló roncamente desde el automóvil.
Joseph la miró fijamente, luego a ___(Tn). La cogió bruscamente por la barbilla, moviendo su cara para poder estudiarla. No la estaba sacudiendo más. Todavía estaba temblando él mismo.
Pero la miró bien. Realmente muy bien.
Dejó caer su mano.
―Tal vez debamos llevar a Mamie a un hospital ―Nicholas sugirió.
―No, nada de hospitales ―Mamie dijo.
―Señorita Johnson, tal vez su sitio está en el hospital ―Mike Astin insistió, su voz asombrosamente apacible para un hombre de su tamaño.
Mamie sonrío.
―No, querido, nada de hospitales. No voy a ser confinada en ningún lugar. Voy a dormir en mi propio entorno esta noche, con tipos a quienes he conocido en el bar durante años de trabajo y en mi casa a mí alrededor.
―Puede que el asesino sea atrapado ―Nicholas sugirió. ―Y usted estaría mejor en el hospital. Mamie, le están saliendo algunos moretones en su garganta.
―Estoy bien ―Mamie insistió. ―Nada de hospitales.
―Los paramédicos están aquí; deje que ellos la miren por lo menos ―Joseph aconsejó.
Él abandonó el automóvil, todavía temblando de cólera y miedo. Las calles habían revivido con un derroche de luces y los agudos silbatos de la policía. Estos estaban por todas partes. Aunque Joseph tenía el extraño presentimiento de que no iban a encontrar al asesino.
Ni al hombre que había ido detrás de él.
―¡Hijo de puta! —exclamó a la noche.
Nicholas Delaney se había acercado por detrás a él.
―¿Qué?
―Había un segundo hombre, un tipo que se unió directamente a la pelea, y que está ahora también desaparecido.
―¿Quién era?
―Condenado no lo sé. Sólo sé que apareció repentinamente aquí, corriendo tras el asesino, y...
Nicholas estaba en silencio.
Joseph se dio media vuelta para mirarlo fijamente.
―¿Qué pasa?
Nicholas aclaró su garganta.
―Hemos tenido otro suceso extraño en la última hora o así.
Todavía mirando alrededor del callejón donde los dos hombres habían desaparecido limpiamente, Joseph arqueó una ceja.
―¿Otra prostituta? ―Respiró.
―No.
―Otro cuerpo.
―En pedazos.
―Oh, diablos.
―La cabeza y el torso fueron atrapados por un barco pesquero.
―¿Sin identificación?
―Sí, tenemos un documento de identidad.
―¡Escúpelo, diablos, Nicholas!
―Fue identificado como Rutger Leon. Ya sabes, ¿Ese tipo fuerte con el que tropezaste en el bar, el que incitaba al tipo que disparaste para matar a la chica? El tipo que amenazó con volver después a por ella.
Joseph le prestó a Nicholas su completa atención.
―¿Cabeza y torso?
Nicholas asintió con la cabeza, haciendo una mueca de dolor.
―Piensan que sus extremidades podrían haber sido masticadas por algunos habitantes del bayou.
Era difícil sentir pena por Rutger Leon.
Era incluso más difícil comprender qué estaba ocurriendo. Un asesino en busca de mujeres con una fascinación por el Destripador. Un hombre que ya era un cadáver descabezado. Y ahora, un bastardo como Rutger Leon desmembrado en pedazos.
Volvió su vista alrededor del callejón. El maldito asesino debería de haber sido encontrado ya.
―Debería renunciar ―Joseph dijo.
―Tal vez lo encontraremos esta noche.
―Sí, claro. Sí, claro.
Joseph salió del callejón, con un humor incluso más terrible, mientras volvía hacia su coche, mirando fijamente ___(Tn). Caminó hacia donde ella se encontraba de pie.
―¿Quién era el otro hombre, ___(Tn)? ―Él exigió duramente. ―Y no me preguntes qué otro hombre. Sabes a quién me refiero. Dímelo. Ahora. ¿Quién era?
―Yo… Yo… ―se tambaleó.
―No me digas que no lo sabes. Te llamó por tu nombre.
―Él es...
―¡No me mientas, ___(Tn)!
―¡Hey, Joseph! ―Nicholas advirtió suavemente.
Joseph se dio cuenta de que estaba sin control, totalmente frustrado, y más. Se sentía como un tigre subiéndose por las paredes, estaba celoso, irracional, y repentinamente atemorizado de la muerte por ___(Tn).
―¡___(Tn)! ―Ladró, haciendo caso omiso de Nicholas.
―Un viejo amigo, Joseph… eso es todo. Nos conocimos... En Europa. Acaba de llegar recientemente.
Y aunque Mamie sabía que no todo el mundo era siempre exactamente lo que parecía, no estaba segura de cuanto gris―gris había en el mundo tampoco. No sabía qué pensar sobre la fantástica historia que ___(Tn) Montgomery la había contado.
Se consideraba a si misma segura, incluso en las entrañas de Nueva Orleans. Había tomado varias medidas dentro de ese mundo, y ella era una parte de él. No había nada que la asustara ahí. Había visto lo que era terrible en la vida, y ésa era la pobreza. Había crecido en un apartamento de cuatro habitaciones con siete hermanos y hermanas; había comido arroz hasta que había pensado que volvería a crecer fuera de su cabeza, y había escuchado a bebés llorar durante toda la noche porque estaban hambrientos. No, solamente una cosa podía asustar a Mamie, y ésa era la posibilidad de no conocer las entrañas de Nueva Orleans. Tenía conexiones. Nadie se metería con ella.
Aunque era tarde, realmente tarde, cuando dejó el trabajo. Y asombrosamente, en una ciudad que rara vez dormía, las calles estaban ridículamente silenciosas.
La gente estaba asustada del asesino, pensó. Todos ellos se quedaban en casa. Los clubes de jazz estarían en un aprieto. Y los clubes de relaciones sexuales y los clubes de striptease.
Esperaba que alguien atrapara al asesino malditamente pronto.
Extraña noche. La luna cabalgaba alta en el cielo, detrás de nubes relucientes. Daba al lugar un aspecto de estar envuelta en la neblina de la luz de gas.
Tembló, y caminó más rápido. Escuchó los pasos. Detrás de ella.
Se paró, dio media vuelta. Nada. Nadie. Se dijo a si misma que tenía los pelos de punta, y eso era todo. Empezó a caminar otra vez.
Pero sólo para estar segura...
Si entrara en el callejón, sabía un atajo a través de uno de los viejos edificios de vecinos. Nadie podía seguirla a través de eso. Conocía la manera porque el edificio había estado ahí cuando era niña.
Giró...
Y escuchó los pasos otra vez.
Recordó su reloj, y presionó fuerte sobre su cara. Se mantuvo caminando más rápido.
Hizo una pausa, girándose alrededor, mirando hacia atrás.
Giró otra vez, y se quedó paralizada.
Parpadeó. No debería de haberse sorprendido de verlo. Alto, elegante, apuesto con su camisa de seda negra y pantalones prolijamente arrugados. Su cara estaba pálida; no cuadraba con la oscuridad de su pelo. ¿Teñido? Se preguntó.
Entonces se preguntó que qué importaba. Habría venido para matarla.
―Hola, Mamie.
―Hola ―ella dijo suavemente. Empezó a caminar otra vez. Tiempo. Si pudiera conseguir tiempo, tal vez.
―¡Whoa, Mamie!
Él agarró su brazo. La empujó hacia él, irrevocablemente. Con una fuerza increíble.
Ella abrió su boca para gritar.
Su mano se encajó sobre su boca antes de que pudiera aspirar.
―¡Usted me vendió, Mamie! ―Dijo suavemente. Se rió, y lamió su mejilla con la plenitud de su lengua. ―Umm. Dulce, como chocolate con leche. Voy a disfrutar comiéndote toda entera, Mamie.―Sentía que sus dientes sólo rasguñan a lo largo de su garganta. ―Más dulce que la golosina. Sí, señora. Usted me vendió. Les dio a los policías una imagen cuando estaba empezando a tener un momento realmente bueno, igual que el hombre invisible.
Le sonrío.
―¡Yum! ―Dijo sin hacer ruido, todavía sonriendo abiertamente.
Y Mamie supo que iba a morir.
Joseph mantuvo el instrumento de seguimiento electrónico en frente de él. Había llamado pidiendo refuerzos y sabía que Nicholas y otros estarían en camino rápidamente, pero también sabía ―su instinto visceral ―que el tiempo significaba todo ahora mismo.
Detuvo su vehículo parándose encima de la acera y salió rápidamente de él hacia el callejón.
Bajó corriendo por la calle débilmente iluminada, gritando su nombre.
―¡Mamie!
La intranquilidad y el miedo habían atraído a ___(Tn) de vuelta a Le Bon Marche. Sentada en el bar, bebiendo el vino tinto que Sam, el barman, un apuesto joven del color del ébano, acababa de poner delante de ella.
―Es bonito volverla a ver, pero supongo que usted está buscando a Mamie, ¿Estoy en lo cierto señorita Montgomery?
―Yo... Sí, me gustaría.
―Lo siento pero ella partió hace algunos minutos.
―Oh. Lo siento también, ―dijo ___(Tn), decepcionada. Entonces se dio cuenta de que su intranquilidad había sido causada por un borde inexplicable e irregular de miedo ahora anudado en su estómago. Se deslizó de su taburete, sacando dinero de su bolso para colocarlo sobre la barra para pagar su vino.
―Creo que trataré de alcanzarla.
―¡Espere, Miss Montgomery! ―Sam la llamó.
Ella se paró brevemente.
El sacudió su cabeza.
―Mami está segura entre este vecindario, ¿Sabe? No estoy seguro... ―Su voz se atascó.
___(Tn) sonrío.
―¿Está usted diciendo que Mamie es negra y que puede cuidar de sí misma y que yo soy blanca y tengo la fuerza de un soplido?
―¡Yo... bien... Yo... no... Sí! ―dijo Sam francamente.
―Estaré bien, tendré cuidado.―Antes de que pudiera protestar más, se estaba apurando hacia la puerta.
―¡Diablos! ―Escuchó a Sam perjurar. ―Espere, ahora, han estado ocurriendo cosas malas.
___(Tn) no podía esperar. Se apuró fuera por la puerta, y bajó la calle.
Sam empezó a perseguirla. Cuando se acercó a la puerta, un hombre alto y de pelo oscuro lo paró.
―Está bien, iré detrás de ella ―aseguró a Sam.
Sam estudió al hombre.
―No se ofenda, señor, pero…
―Iré detrás de ella ―el hombre dijo, estudiando a Sam atentamente.
Sam volvió al bar, repentinamente confundido. No podía recordar por qué había estado corriendo para empezar.
―¿Sabe usted quién soy yo, Mamie? ―El asesino susurró suavemente. La había forzado contra una pared en la esquina entre dos edificios. Fueron eclipsados totalmente por las sombras. Una mano quedaba sobre su boca. El pulgar de su otra mano estaba sobre su arteria de carótida; parecía disfrutar sintiendo el ruido sordo aterrorizado del pulso de su latido. Sus dedos rodearon su garganta.
Continuó lamiendo su cara. Arañando su garganta con sus dientes. Estaban afilados. Como agujas afiladas. De la misma manera que cuchillos pequeños. Sus rodillas estaban débiles. Ella había creído; no podía creerlo.
Hasta ahora, ella nunca había conocido tal terror.
―Extraño, ¿no? ¡El Destripador ha llegado a través de los tiempos, famoso por la sangre y las mutilaciones que infringía a sus víctimas! Pero la muerte misma nunca era tan difícil para las damas ―el bueno de Jack. Asfixió a sus víctimas, a la mitad las estranguló. Tuvo tanto cuidado, jugó, disfrutó... Pero a su manera, era tan misericordioso. ¿Usted sabe quién soy yo, Mamie?
Asintió con la cabeza.
Entonces escuchó su nombre en un grito. El Teniente Jonas. Reconoció su voz allí misma, reconoció el trueno de su grito.
Naturalmente, el asesino también escuchó a Jonas. Empezó a sonreír, su agarre sobre su garganta se fue apretando.
―Nunca escucharon a alguien gritar, Mamie... ―siseó, sus labios acercándose a su cara.
Pero Mamie estaba desesperada y le gustaba la vida. Mordió la mano sobre su boca y dio un rodillazo al bastardo, todo en un solo tiro.
La mano se separó mientras su atacante la insultaba.
―¡Bruja... puta!
No importaba. Tal vez ninguna de sus otras víctimas alguna vez había gritado, pero tal vez ninguna de ellas era tan buena para mendigar por las calles como ella. Ella dejó escapar un grito que podría haber rizado el pelo de la espalda de un jabalí.
La agarró otra vez, en un instante. Y era fuerte. Tan fuerte que empezó a ver negro en el minuto en que sus manos estaban sobre su garganta. Justo cuando su visión empezó a desteñirse, vio su cuchillo, empuñado a gran altura encima de su cara. Seis pulgadas de largo, con borde irregular, atrapando el hilo fino de la luz de la lámpara que se cernía sobre su cabeza en la sombra de la esquina.
Justo cuando pensaba que el cuchillo caería y ella se precipitaría en un pozo de oscuridad cuando la hoja perforara su carne, escuchó una severa orden.
―¡Tírelo!
El cuchillo se sostuvo en el aire.
―¡Tírelo!
El cuchillo empezó a caer.
Un tiro de advertencia fue disparado.
El cuchillo seguía bajando.
Otro tiro fue disparado, alcanzando al asesino en la muñeca. No pareció nada más que una picadura de abeja. El cuchillo siguió bajando.
Otra bala fue disparada. Y otra.
Ella escuchó un rugido de cólera cuando el cuchillo siguió bajando, y bajando, y bajando…
Pero entonces, su asesino fue arrancado de su lado, una fracción de segundo antes de que la hoja horadara su carne.
Jadeando, Mamie se tambaleó contra la pared. Atontada, aspiró, frotando su garganta, tratando de reunir sus sentidos.
Luego, ella los vio.
El Teniente Joseph Jonas, y su atacante vestido de negro.
El cuchillo había volado; ambos hombres estaban en el suelo. Escuchó los sonidos de los terribles crujidos cuando los puños conectaban con las caras. Cuando miró fijamente, su atacante parecía tomar ventaja, sentándose a horcajadas sobre el Teniente que estaba bocabajo sobre la vieja calzada de ladrillo. El asesino se inclinó sobre él, apoderándose del cuchillo caído...
Joseph se opuso. El asesino salió volando, y cayó duramente, pero se levantó rápidamente a pesar de las heridas de bala que debía de tener. Agarró el cuchillo.
Joseph se estaba levantado, y fue volando hacia el hombre, noqueándole antes de que sus dedos pudieran curvarse alrededor del mango del arma. Pero el asesino tiró de sus hombros, y Joseph fue lanzado, golpeando duro contra una pared. Parecía aturdido, lo que no era demasiado sorprendente; Mamie había pensado que había escuchado abrirse su cabeza contra la pared.
El asesino agarró el cuchillo, y se dirigió hacia Joseph.
Tumbado en el suelo, luchando por aclarar su cabeza, Joseph miró fijamente al hombre que le se acercaba. Apenas tenía la respiración agitada. Tenía el pelo negro teñido como la brea, muy oscuro, y Joseph pensó que no concordaba con un rostro tan pálido. Era alto y flaco y musculado de una manera enjuta pero fibrosa ―no era de la constitución de Conan el Bárbaro o alguien semejante que pudiera haber explicado su asombrosa fuerza ―y le parecía extrañamente familiar, aunque Joseph estaba seguro de que nunca se habían conocido antes.
El asesino se paró, mirando fijamente a Joseph, como si él, también, lo hubiera reconocido repentinamente.
Sonrío.
―¡Hola hombre muerto! ―dijo suavemente.
Con una ráfaga de fuerza y pura fuerza de voluntad, Joseph saltó sobre sus pies cuando el asesino le alcanzó. Le cabeceó en el estómago, enviándolo de vuelta a la calle, comprando un poco de precioso tiempo para sí mismo. Su pistola se había perdido en las sombras cuando desesperadamente se había enfrentado al tipo para separarlo de Mamie.
La sangre rezumó del hombro izquierdo del hombre, y de su mano, pero no lo frenó. Se recuperó rápidamente y empezó a perseguir a Joseph otra vez. Joseph estaba preparado para el ataque como un boxeador, equilibrándose.
Pero antes de que el atacante pudiera saltar, escuchó un grito furioso y se sorprendió al ver que alguien se había lanzado sobre la espalda del asesino.
―Detente, detente, detente bastardo.
___(Tn). Era débilmente consciente de que era ___(Tn), y de que había otras pisadas en el callejón ahora.
―¡___(Tn)! ¡Lárgate! ―Joseph le ordenó con un miedo incrédulo y cólera. Demasiado tarde. El asesino, mostrando una máscara de pura cólera vengativa, estaba extendiendo la mano hacia atrás, agarrándola, separándola de él. ___(Tn) cayó sobre el pavimento, justo cuando Joseph se tiró contra el asesino. Con un poder extraño, el hombre luchó por debajo de Joseph, arreglándoselas para ponerse de pie. Se dirigió hacia ___(Tn), con el cuchillo en su mano. Joseph se lanzó sobre asesino otra vez. Para su asombro, el tipo sólo lo arrastró hacia adelante. Joseph reforzó su apretón, haciendo por fin tropezar al hombre, forzándolo a caer. Luchó por mantenerse de pie, se giró, y golpeó a Joseph en la mandíbula con un gancho de derecha que casi hizo añicos su hueso.
Tambaleándose, Joseph se acercó de nuevo. Tenía que hacerlo. El asesino todavía estaba yendo detrás de ___(Tn). En el suelo, ella gimió suavemente. Empezó a ponerse de pie, encontrándose de cara con el asesino.
Joseph comenzó a dar un salto corriendo detrás del tipo, pero fue repentinamente dejado a un lado.
Otro hombre estaba en el callejón. Alto, oscuro, entallado, llevando una camisa de seda oscura y pantalones negros prolijamente planchados.
―¡Coja a ___(Tn)! ―gritó, y antes de que Joseph pudiera pararlo, el recién llegado se había lanzado él mismo a por el asesino, y lo dos comenzaron una lucha cruel con los puños.
¡Él era el policía! Joseph pensó fugazmente. Debería de estar metido en la maldita lucha, y el civil debería de estar llevándose a ___(Tn) de la refriega.
―¡___(Tn)! ―El asesino dijo, rugiendo su nombre como un grito de lucha, y arremetiendo hacia ella. Fue parado por el segundo hombre, y Joseph se dio cuenta de que tenía que sacar a ___(Tn) y alejarla de la zona de peligro. Podía escuchar las sirenas ahora. Diablos, justo a tiempo. La caballería estaba llegando por fin. Pero el asesino todavía estaba rugiendo el nombre de ___(Tn), intentando alcanzarla. Joseph arrancó atropelladamente hacia ella, extendiendo su mano, levantándola y poniéndola de pie.
Los ojos de ella sobre los suyos casi le hicieron pararse. Había miedo dentro de ellos. Líquido, reluciente. No por ella. Por él. Lo amaba, se dio cuenta. Lo amaba realmente.
―¡Lárgate fuera de aquí, coge a Mamie, salgan del callejón! ―Le ordenó.
―Joseph, no, ¡Eres tú el que tiene que salir de aquí! ―Suplicó.
―___(Tn), vete, o de lo contrario ¡podemos tener otra víctima en nuestras manos!
La empujó. Trató de defenderse, discutir. Entonces vio a los dos hombres comprometidos en la lucha, y aspiró bruscamente… y obedeció repentinamente. Corrió hacia Mamie, la agarró, revisando si tenía lesiones solícitamente, mientras trataba de llevarla apresuradamente fuera del callejón.
El asesino estaba de pie; el desconocido que había aparecido en el callejón se incorporaba también. El asesino estaba a punto de escaparse. El desconocido lo siguió. Joseph comenzó a perseguirlos. Corriendo rápidamente. El asesino se deslizó alrededor de una esquina. El segundo hombre también lo hizo. Joseph los siguió entre las sombras.
Pero los hombres habían desaparecido.
Repentinamente, los coches de policía estaban frenando por todos lados en los confines angostos del French Quarter. Oficiales uniformados estaban saliendo de sus automóviles.
―¡Es extremadamente fuerte, tomen todas las precauciones! ―Joseph advirtió, respirando con dificultad y sin aliento cuando se acercó a los automóviles, gritando instrucciones luego, y enviando a diferentes grupos en diferentes direcciones.
Debían atrapar al asesino.
Debían.
Pero tenía la sensación de aprensión de que no lo harían. Diablos, el tipo parecía tomar suficientes esteroides para bombear a un elefante. Las balas apenas lo perturbaron. Podría librarse de dos o tres hombres probablemente. ¿Y qué pasaba con el otro hombre?
Dolorido, lastimado por todas partes, se forzó a salir fuera del callejón mientras escuchaba los sonidos de pisadas corriendo. Nicholas Delaney, al mismo tiempo que Mike Astin vestido de paisano, habían llegado. Mamie estaba sentada en la parte trasera de su automóvil, temblando. ___(Tn) estaba junto al automóvil.
Sus medias y su falda estaban rasgadas y rotas; su chaqueta de marfil estaba embarrada, y su pelo rojo estaba salvajemente enredado. Aparte de eso, no parecía mucho peor que la ropa. Acercándose al automóvil, Joseph la miró fijamente, con furia.
―¿Qué diablos pasa contigo?
―¿Qué? ―dijo sin comprender.
Se acercó a ella, sacudiéndola, tan turbado, que no se dio cuenta de que era un policía que estaba sacudiendo a una mujer en la calle.
―Maldita sea, ese hombre es un asesino letal, y te estabas lanzando de la misma manera que La Mujer Maravilla en un callejón.
___(Tn) se quedó pálida, frunciendo el ceño.
―¡Estaba asustada de que pudiera matarte!
―Soy policía, me pagan para asumir riesgos, estoy entrenado para asumir riesgos, maldita sea, ___(Tn)…
―Hey, vamos, ¡damas, caballeros, por favor! ―Mamie les habló roncamente desde el automóvil.
Joseph la miró fijamente, luego a ___(Tn). La cogió bruscamente por la barbilla, moviendo su cara para poder estudiarla. No la estaba sacudiendo más. Todavía estaba temblando él mismo.
Pero la miró bien. Realmente muy bien.
Dejó caer su mano.
―Tal vez debamos llevar a Mamie a un hospital ―Nicholas sugirió.
―No, nada de hospitales ―Mamie dijo.
―Señorita Johnson, tal vez su sitio está en el hospital ―Mike Astin insistió, su voz asombrosamente apacible para un hombre de su tamaño.
Mamie sonrío.
―No, querido, nada de hospitales. No voy a ser confinada en ningún lugar. Voy a dormir en mi propio entorno esta noche, con tipos a quienes he conocido en el bar durante años de trabajo y en mi casa a mí alrededor.
―Puede que el asesino sea atrapado ―Nicholas sugirió. ―Y usted estaría mejor en el hospital. Mamie, le están saliendo algunos moretones en su garganta.
―Estoy bien ―Mamie insistió. ―Nada de hospitales.
―Los paramédicos están aquí; deje que ellos la miren por lo menos ―Joseph aconsejó.
Él abandonó el automóvil, todavía temblando de cólera y miedo. Las calles habían revivido con un derroche de luces y los agudos silbatos de la policía. Estos estaban por todas partes. Aunque Joseph tenía el extraño presentimiento de que no iban a encontrar al asesino.
Ni al hombre que había ido detrás de él.
―¡Hijo de puta! —exclamó a la noche.
Nicholas Delaney se había acercado por detrás a él.
―¿Qué?
―Había un segundo hombre, un tipo que se unió directamente a la pelea, y que está ahora también desaparecido.
―¿Quién era?
―Condenado no lo sé. Sólo sé que apareció repentinamente aquí, corriendo tras el asesino, y...
Nicholas estaba en silencio.
Joseph se dio media vuelta para mirarlo fijamente.
―¿Qué pasa?
Nicholas aclaró su garganta.
―Hemos tenido otro suceso extraño en la última hora o así.
Todavía mirando alrededor del callejón donde los dos hombres habían desaparecido limpiamente, Joseph arqueó una ceja.
―¿Otra prostituta? ―Respiró.
―No.
―Otro cuerpo.
―En pedazos.
―Oh, diablos.
―La cabeza y el torso fueron atrapados por un barco pesquero.
―¿Sin identificación?
―Sí, tenemos un documento de identidad.
―¡Escúpelo, diablos, Nicholas!
―Fue identificado como Rutger Leon. Ya sabes, ¿Ese tipo fuerte con el que tropezaste en el bar, el que incitaba al tipo que disparaste para matar a la chica? El tipo que amenazó con volver después a por ella.
Joseph le prestó a Nicholas su completa atención.
―¿Cabeza y torso?
Nicholas asintió con la cabeza, haciendo una mueca de dolor.
―Piensan que sus extremidades podrían haber sido masticadas por algunos habitantes del bayou.
Era difícil sentir pena por Rutger Leon.
Era incluso más difícil comprender qué estaba ocurriendo. Un asesino en busca de mujeres con una fascinación por el Destripador. Un hombre que ya era un cadáver descabezado. Y ahora, un bastardo como Rutger Leon desmembrado en pedazos.
Volvió su vista alrededor del callejón. El maldito asesino debería de haber sido encontrado ya.
―Debería renunciar ―Joseph dijo.
―Tal vez lo encontraremos esta noche.
―Sí, claro. Sí, claro.
Joseph salió del callejón, con un humor incluso más terrible, mientras volvía hacia su coche, mirando fijamente ___(Tn). Caminó hacia donde ella se encontraba de pie.
―¿Quién era el otro hombre, ___(Tn)? ―Él exigió duramente. ―Y no me preguntes qué otro hombre. Sabes a quién me refiero. Dímelo. Ahora. ¿Quién era?
―Yo… Yo… ―se tambaleó.
―No me digas que no lo sabes. Te llamó por tu nombre.
―Él es...
―¡No me mientas, ___(Tn)!
―¡Hey, Joseph! ―Nicholas advirtió suavemente.
Joseph se dio cuenta de que estaba sin control, totalmente frustrado, y más. Se sentía como un tigre subiéndose por las paredes, estaba celoso, irracional, y repentinamente atemorizado de la muerte por ___(Tn).
―¡___(Tn)! ―Ladró, haciendo caso omiso de Nicholas.
―Un viejo amigo, Joseph… eso es todo. Nos conocimos... En Europa. Acaba de llegar recientemente.
Karely Jonatika
Re: "Bajo una Sangrienta Luna Roja (Joe&Tu)" [TERMINADA]
¿Un viejo amigo? ¿O un viejo amante?
―¿Cómo llegaste a estar en el callejón? ―Él exigió.
Sus hermosos ojos estaban parpadeando dorados ahora con la rabia. Ella echó un vistazo a Mamie, y ante su asombro, Joseph pensó que vio a Mamie agitando su cabeza ligeramente.
___(Tn) puso sus manos sobre sus caderas.
―Un presentimiento. Estaba repentinamente nerviosa por Mamie. No había tenido noticias de ti. Llegué al bar y Sam dijo que Mamie acababa de salir, así que salí fuera y luego escuché la riña y...
―Joseph, ¡La estás interrogando como a un peligroso criminal! ―Nicholas dijo despacio.
Trató de liberar la rigidez en sus hombros, el acero que parecía brotar a través de su espalda. Algo no estaba bien. Estaba mintiendo a través de sus dientes.
―¿Y qué pasa con tu amigo? ―Él exigió.
―No lo sé. ¡Pregúntale a él! ―le dijo bruscamente.
Joseph cruzó sus brazos sobre su pecho.
―Bien, ahora no puedo hacer eso en realidad, ya que ha desaparecido al mismo tiempo que el asesino.―Se volvió de repente, dándose cuenta de que uno de los oficiales a cargo de los policías uniformados que buscaban al asesino estaba esperando su atención.
―Sargento Meeks.
―Teniente, lo siento mucho, los hombres están por todos lados, pero no lo hemos encontrado aún. Vamos a seguir con todos los hombres que podamos, pero...
―Gracias, sargento. Tiene razón, tenemos que mantener a cada hombre disponible buscando. Nuestro retrato robot del asesino es endiabladamente bueno. Asegúrese de que sea colocado por todos lados. Pero asegúrese de que pongamos advertencias de que el asesino es muy peligroso, extremadamente peligroso, y que la población no debe tratar de detenerlo.
―Sí señor.
―Si me necesitan, estaré en la central durante un tiempo —¡Tomando declaraciones! ―Dijo firmemente a ___(Tn) y a Mamie. Luego les dio la espalda, diciendo a Nicholas y a Mike que llevaran a las mujeres a la oficina mientras él cogía su propio automóvil.
Dos horas después, dejó a Mike Astin acompañar a Mamie de vuelta a su restaurante. Ella le había dado su declaración. Le dijo claramente a Joseph todo lo que el asesino la había dicho, frotando su cuello nerviosamente. Tenía pequeños arañazos, pero nada que hubiera roto la piel. Todavía no quería ir a un hospital, y vería a su propio doctor si sentía la necesidad. Le dijo a Joseph que el asesino estaba enfadado con ella por venderlo ―que había estado pendiente, a la espera, para atacarla, y que la había dicho que le gustaba el chocolate, y provocándola casi un fallo de corazón. La habría matado si Joseph no hubiera llegado, pero estaba viva, y agradecida. No sabía nada más, sin embargo, no había nada más que ella pudiera decirle.
Habría un guardián de la policía toda la noche en su local. Pero eso no parecía significar mucho para Mamie. Había exigido una comida mientras le informaba, y había ordenado pan de ajo, linguini en ajo y aceite de oliva, y una ensalada… con clavos de olor a ajo.
Había quitado a Mike Astin una cruz de oro diminuta que llevaba, y luego había sonreído dulcemente cuando Joseph la interrogó.
―Querido, es sólo una de esas noches que quiero sentirme más cerca de mi Dios, ¿Sabe? ―Mamie dijo.
―Incluso Dios estará a punto de vomitar por su aliento, Mamie ―le dijo, y ella se había reído con inquietud. Había insistido en ver ___(Tn), y las dos habían cuchicheado juntas durante un minuto antes de que Mamie partiera, mirando a Joseph como si fuera una criatura malvada, a punto de atacar a la pobre ___(Tn).
Bien, estaba a punto de atacar a ___(Tn). Eso era seguro.
Ella estaba sentaba en su oficina, irritada ahora. Había estado intranquila al principio, cruzando y descruzando sus piernas, manteniendo el ritmo. Ahora sólo se recostó y lo miró fijamente.
―¿Qué es lo que quieres de mí? ―Ella exigió.
Incluso Nicholas se había ido en aquel momento. Los policías todavía estaban registrando las calles; no habían encontrado al asesino.
―La verdad.
―Te dije la verdad.
―Toda la verdad.
Suspiró.
―Te juro por Dios que ésa es la verdad. Sentí un instinto extraño de que tenía que ver a Mamie.
―Ustedes dos son tremendamente sociables de repente. Especialmente ―señaló ―teniendo en cuenta que fuiste tú quien me recordó que comerciaba con carne humana.
―Mamie parece estar bien ―___(Tn) dijo con un encogimiento de hombros. ―Y no importa lo que haga, ¡Seguramente no se merece morir en las manos de este asesino!
―Cierto. ¿Pero debes arriesgar tu propia vida?
―No quise arriesgar mi propia vida. Sólo vi que estaba a punto de atacarte y...―Su voz se fue apagando. Sintió una ola de calor pasar rápidamente sobre él, pero luchó contra el deseo y la emoción que mantenía tan viva dentro de él.
―¿Quién era el hombre? Nombre y dirección, si pudieras, por favor.
Miró hacia el papel que había sobre su escritorio con el lápiz en la mano, y esperó pacientemente.
Ella no habló.
Él miró hacia arriba.
―Kevin ―dijo después de un momento. ―Kevin DeVeau. No estoy segura dónde está viviendo ahora mismo. No lo había visto en muchos años antes de que pasara por la tienda el otro día.
―¿Un viejo amigo? ―Preguntó, mirándola fijamente.
Ella le devolvió la mirada.
―¿O un viejo amante?
―¿Esa pregunta es necesaria para el atestado policial? ―le dijo bruscamente.
El dejó el lápiz.
―Es necesario para mí.
Exhaló en una larga respiración.
―¿Puedo irme a casa ahora? ―Le preguntó.
―Un viejo amante. ¿Cuándo rompieron?
―Hace muchos años. Años. Sinceramente.
―¿Cuántos años?
―¡No sé! ―___(Tn) espetó.
―¿Por qué estaba devorando ajo Mamie?
Sus cejas se alzaron.
―¿Qué?
―No importa. No importa.―Dejó su lápiz, se puso de pie, y le tomó la mano.―Vámonos.
―¿Juntos?
―Sí.
―Has sido increíblemente rudo.
―Necesitas la protección de la policía.
―Seguramente hay otros policías.
―Querida, soy el policía que tienes. Vámonos.
Abrió su cajón, recargando su arma de fuego, tomando munición adicional. ___(Tn) lo miró calladamente. Agarrando su codo, la llevó afuera.
Joseph quería poner un poco de distancia entre ellos y el asesino. En vez de ir en coche hasta Empresas Montgomery, optó por el camino más largo y bajó el río hasta la casa familiar de ___(Tn), la plantación.
Lo dejó en el vestíbulo.
Muy bien. Él caminó alrededor de la casa, viendo que cada ventana y cada puerta estuvieran aseguradas.
Investigó los armarios, luego subió por la escalera. Sobre la mitad del descansillo se paró, mirando la pintura de Magdalena. Un temblor extraño y caliente se propagó por él mientras permanecía de pie. Estuvo tentado de sacar a ___(Tn) de la ducha y arrastrarla hasta el descansillo.
Muy extraño. Tal vez debería renunciar realmente. Ingresarse a sí mismo en un buen hospital.
Se forzó a seguir caminando.
Arriba se aseguró de que todas las puertas del balcón y las ventanas fueran aseguradas. Era una tarea que consumía tiempo.
En su habitación, escuchó la ducha corriendo. Se echó sobre la cama, y cerró sus ojos, con su pistola descansando sobre su pecho.
En cuestión de segundos, se había quedado dormido.
Había cabalgado, había peleado. Había golpeado al enemigo, había matado, había triunfado, y se sentía enfermo. La lucha había terminado; era el tiempo buscar a los heridos, protegerlos del asesino.
Así que, estaba cabalgando otra vez. La tierra salpicaba bajo las pezuñas de su caballo, la brisa acelerada por su cara. Estaba sucio, sediento, hambriento, cansado. La quería. Quería cabalgar hasta ella. Pero esto...
El asesino estaba delante de él. Listo para atacar otra vez. Cabalgó más rápido, listo para atacar, pero no para matar. Dios, ¡Tenía que haber misericordia en algún lado! Pero el enemigo era fuerte, y además, cuando había vencido a su enemigo...
Otro esperaba.
Fugazmente, vio una cara. Una cara que conocía.
¡Oh, Dios!
Dolor...
Sintió dolor.
El conocimiento de que la muerte estaba llegando. Y ella estaba ahí, un ángel, sujetándolo, con lágrimas en los ojos. ¡Qué Dios le ayudara! Él tenía fuerza, había aprendido tanto coraje como piedad, pero no había estado preparado y por lo tanto ahora, el mundo se iba apagando con sus lágrimas mientras la cara del enemigo...
Joseph se despertó con un sobresalto, dándose cuenta de que había dormitado, y que había estado soñando con luchas en una guerra que había terminado más de un siglo atrás.
Se incorporó, poniendo su pistola cuidadosamente en la mesilla de noche en la elegante habitación de ___(Tn).
El asesino había estado en su sueño. El asesino con el que se había encontrado cara a cara esta noche lo había matado en sus sueños. Se le estaba yendo la cabeza; iban a retirarlo del cuerpo.
Nunca iba a tener una oportunidad de comprometerse. Pronto, nadie se dejaría engañar por él, y él, simplemente, estaría encerrado en una buena institución mental.
Miró fijamente hacia la puerta del baño.
Al infierno con ello.
Las ideas causaron estragos en su cabeza. Las palabras de Mamie, de Marie. La vudú Marie dándole la cruz. Sus extraños sueños.
Mamie. Tratando de conseguir que él comiera ajo.
Mamie, comiendo el ajo suficiente para ahogar a un caballo.
Se sentó sobre la cama, agitando su cabeza, presionando sus sienes entre sus manos. Escuchaba a su padre hablar, riéndose. Había un rumor de que los Montgomerys soltaban un vampiro cada generación. Mucho tiempo atrás un ancestro de ___(Tn) se había enamorado del hombre equivocado. La familia lo había matado, y ella se había ido.
Y cada hija todavía llevaba el nombre de Montgomery...
Muy bien, pensó arrastrando sus dedos a través de su pelo, estaba realmente perdido. ___(Tn) no era la asesina, sabía que ___(Tn) no era la asesina, pero ¿qué diablos estaba pasando?
Se incorporó, determinado de pronto a echar una mirada a su alrededor. Abrió sus cajones, los registró. No podía creer que estaba haciendo una lista de verificación en su mente de todas las películas de vampiros que había visto, todos los libros que había leído. A los vampiros no les gustaban las cruces. ___(Tn) las llevaba constantemente. Los vampiros se reflejaban en los espejos. ___(Tn), definitivamente, se reflejaba. Los vampiros dormían por el día...
¡Ja! Ella recorrió las calles por el día.
Los vampiros dormían en ataúdes. Se había acostado con ella lo suficientemente a menudo; sabía por Dios que no dormía en un ataúd.
A menos que...
Se puso de rodillas y se agachó, mirando bajo la cama.
Él no podría ayudar.
En ese momento ___(Tn) decidió salir de la ducha, atrapándolo con las manos en la masa. Él intuyó su presencia mientras ella estaba detrás de él.
―¿Qué diablos estás haciendo? ―Ella exigió.
Se enderezó, dejando caer la falda de la cama, poniéndose de pie y tomando asiento sobre la cama. La devolvió fijamente la mirada. Dura. Luego se encogió de hombros. Algo no estaba muy bien. Era tiempo de aclarar las cosas. Era tiempo de encontrar ¿Qué?
―Buscar suciedad ―dijo monótonamente.
Estaba de pie muy quieta, dándose cuenta exactamente de lo que él buscaba. Arqueó una ceja regiamente, burlonamente.
―¿Por qué no un ataúd?
―¿Tienes un ataúd? ―Preguntó, poniéndose de pie, cruzando sus brazos sobre su pecho cuando se encontró cara a cara con ella.
―No. ¿Y tú? ―Él no respondió, siguió mirándola fijamente. Ella exhaló despacio. ―Hemos dormido juntos. Sabes, por Dios, que no duermo en un ataúd.
Asintió con la cabeza después de un momento.
―¿Sabes, ___(Tn), que mi padre está siempre contándome pequeñas anécdotas de trivialidades históricas intrigantes? He aquí una para ti. Hay una razón curiosa por la que nuestros antepasados empezaron a usar lápidas en los cementerios. ¿Sabe cuál es?
―Estoy segura de que vas a decírmelo ―dijo muy tranquilamente. Estaba de pie elegantemente alta y recta, llevando un traje de seda blanco suave que enfatizaba la belleza y la perfección de su cuerpo y el fuego profundo del rojo de su pelo.
―Bien, en los países de toda Europa ―y más allá, estoy seguro ―durante mucho tiempo hubo supersticiones respecto a los muertos. Una piedra pesada sobre la cabeza podía evitar que un cadáver se levantase.
―No tengo una lápida, Teniente ―le aseguró. El sonido de su voz le hizo sentirse como un tonto.
Él sacudió su cabeza, echándose hacia atrás sobre la cama. Dios, estaba perdiendo su mente. Ella era de carne y sangre, viviente, una mujer que respiraba. ¡Y él era policía! Por el amor de Dios, era policía. El no creía en lo sobrenatural, en fantasmas, zombis, duendes...
O vampiros.
Ella cruzó la habitación hacia él. Su traje de seda blanco ondeaba sobre la formación perfecta de su cuerpo. El camisón era de gasa suave, totalmente transparente. Sus pechos se elevaron hacia arriba, redondos y firmes, sus pezones estaban duros, provocativamente grandes, y la sombra oscura del triángulo entre sus muslos era inquietantemente acogedora. Le acarició la mejilla, levantando su barbilla, y encontró sus ojos.
―¿Piensas que soy un vampiro? ―Le preguntó.
―No, no seas absurda ―le dijo. Por una parte, era la verdad. Por otra...
¿Era una mentira horrible?
Con un susurro suave de seda, se alejó de él. Se debatía entre la influencia de sus firme trasero bajo la seda reveladora y el ansia de escucharla hablar, de negar categóricamente que nada en absoluto era diferente en ella.
Se sentó en un sillón con el respaldo alto al otro lado de la habitación, junto a la chimenea. Las ventanas estaban cerradas y bloqueadas, pero una ráfaga de aire del sistema de aire acondicionado la alcanzó, levantando su pelo y el material de gasa alrededor de ella. Curvó sus pies debajo de ella y se sentó abrazando sus piernas arrimándolas a su pecho. Parecía incluso más atractiva. Él estaba loco, buscando alrededor de su cama cuando estaba a medias de formar una débil relación.
Ella exhaló.
―Joseph, te advertí que no te involucraras conmigo.
No podía ser un loco. La amaba; no podía perderla.
Se puso de pie, yendo hacia ella.
―Podrías advertirme desde aquí hasta la eternidad. No importaría. Estoy enamorado de ti, ___(Tn).
―La verdad es ―susurró ―que apenas me conoces.
―Estás equivocada. Siento que te he conocido desde siempre. Como si fueses una parte de mí. Como vivir, como respirar. Estás en mi sangre.
―¿De verdad? ―susurró.
Extendió la mano buscando la suya, atrayéndola hacia él. La abrazó fuertemente. Su piel parecía arder bajo de la seda. Frotó sus manos hacia abajo por su espalda, sobre sus muslos, presionándola fuertemente contra su excitación sexual, cada vez más dura contra la restricción de sus pantalones. Olía a su jabón dulcemente. Acarició su cuello, sintiendo la urgencia del deseo que despertó en espiral dentro de él. Besó sus labios ligeramente, luego la longitud de su garganta. Ella permanecía de pie flexible entre sus brazos. Besó el lóbulo de su oreja, el hueco de su clavícula. Enterró su cara entre sus pechos, luego se llevó un pezón a su boca, bañándolo a través de la fina seda blanca, chupando hasta que su roja cima alcanzó su máximo apogeo y él escuchó la brusca entrada de su respiración. Su cuerpo se arqueó hacia el suyo. Cayó despacio de rodillas, moviendo los labios por su piel, atormentándola con su lengua. Deslizó una mano debajo del dobladillo de su camisón, entre sus piernas. Introdujo su dedo profundamente en ella, la apretó más cerca de su cara, bañándola íntimamente a través de la seda mientras giraba su pulgar profundamente, de manera erótica.
Sus dedos se agarraron a sus hombros. Se endureció, se arqueó, arañó la piel de sus hombros a través de su camisa. Llegó al clímax con una respiración jadeante, desplomándose contra él como si cayera. Él se enderezó, arrastrándola entre sus brazos.
Y no sabiendo por qué, pero no importando en lo más mínimo, la llevó a la escalera. No se molestó en quitarse su propia ropa, pero bajó sobre ella en una agonía de deseo, y le hizo el amor allí mismo. Cuando hubo terminado, la levantó, y la llevó de vuelta a su cama, se desnudó por fin, y se echó su lado.
Sonriendo, ella se volvió hacia él.
―¿De qué iba todo esto?
―No lo sé.
―Pensaba que estabas muy enfadado conmigo.
―Lo estaba. Lo estoy. Y si alguna vez haces algo tan irreflexivamente tonto de nuevo, juro que te azotaré como si fueras una niña.
Ella no respondió. Él se giró entonces, enfrentándola.
―Prométeme que no lo harás.
―Joseph, esta noche fue pura casualidad. Las cosas sólo ocurrieron.
―Como la llegada de ese tipo, Kevin.
Ella se encogió de hombros.
―Sabía que estaba en la ciudad. Había pasado para saludar. Y somos viejos amigos.
―Sí, cierto. Así que dime —¿Está realmente terminado?
―¿Qué está realmente terminado?
―Lo que sea que tuviste ir con ese tipo, Kevin.
―Nunca fue serio.
―Ésa no era mi pregunta.
Ella parpadeó.
―Está realmente terminado.
Mirándola fijamente, sintió un estremecimiento enérgico atravesar su cuerpo. Nunca había conocido una necesidad así, tal deseo feroz.
Sus ojos se encontraron con los de él, salpicados de oro, exóticos. Su pelo se derramó alrededor de sus hombros descubiertos. La miró, y la deseó de nuevo.
Él se inclinó más bajo, quitando su peso de encima, pero dejando una pierna tendida sobre ella. Los dedos de ella acariciaron su hombro y se movió lentamente más bajo contra él. Ella tomó su sexo entre sus manos, causando al instante que él saltara hacia atrás en busca de atención.
―Es mejor que esté terminado realmente ―dijo. Un tipo fuerte. Sí, seguro. ¿Qué podría él hacer?
Ella sonrío.
―¿Oh?
―Hemos estado jugueteando algo descuidadamente aquí. Tenemos que casarnos.
La sonrisa de ella se apagó.
―¿Joseph?
―¿Umm?
―Ésa es una de las razones por las que no deberías quererme. Yo… no puedo tener hijos.
La mirada sobre su cara capturó su corazón. La arrastró más cerca de él.
―Entonces no tendremos hijos ―dijo suavemente.
―Tú quieres hijos.
―Los quiero.
―Pero…
―Siempre podemos adoptar si los dos lo deseamos. No importa. Te amo. Nada significa nada sin ti.
―Joseph.
―Aunque... no pares con lo que estabas haciendo.
Alzó su sonrisa de nuevo. Luego se deslizó hacia abajo contra su cuerpo, tomándolo en su boca.
En algún momento de la noche, durmieron.
A pesar de que estaba profundamente enamorado, Joseph se despertó con el terrible peso de la responsabilidad que pesaba sobre él.
El asesino estaba todavía ahí fuera. Creciendo más audaz; creciendo más peligroso.
Con sus ojos medio entreabiertos, observó mientras ___(Tn) se despertaba. Ella, también, pareció despertar con el corazón encogido a pesar de la noche que ambos habían compartido.
Se incorporó, mirando fijamente el sol de la mañana a través de una rendija en las cortinas, observando cómo, poco a poco, empezaba a subir más alto en el cielo. Al parecer, ella sabía que él estaba despierto, y era consciente de que la estaba mirando.
―¿Joseph? ―Dijo suavemente.
―¿Sí?
―Soy un vampiro ―le dijo tranquilamente.
―¿Cómo llegaste a estar en el callejón? ―Él exigió.
Sus hermosos ojos estaban parpadeando dorados ahora con la rabia. Ella echó un vistazo a Mamie, y ante su asombro, Joseph pensó que vio a Mamie agitando su cabeza ligeramente.
___(Tn) puso sus manos sobre sus caderas.
―Un presentimiento. Estaba repentinamente nerviosa por Mamie. No había tenido noticias de ti. Llegué al bar y Sam dijo que Mamie acababa de salir, así que salí fuera y luego escuché la riña y...
―Joseph, ¡La estás interrogando como a un peligroso criminal! ―Nicholas dijo despacio.
Trató de liberar la rigidez en sus hombros, el acero que parecía brotar a través de su espalda. Algo no estaba bien. Estaba mintiendo a través de sus dientes.
―¿Y qué pasa con tu amigo? ―Él exigió.
―No lo sé. ¡Pregúntale a él! ―le dijo bruscamente.
Joseph cruzó sus brazos sobre su pecho.
―Bien, ahora no puedo hacer eso en realidad, ya que ha desaparecido al mismo tiempo que el asesino.―Se volvió de repente, dándose cuenta de que uno de los oficiales a cargo de los policías uniformados que buscaban al asesino estaba esperando su atención.
―Sargento Meeks.
―Teniente, lo siento mucho, los hombres están por todos lados, pero no lo hemos encontrado aún. Vamos a seguir con todos los hombres que podamos, pero...
―Gracias, sargento. Tiene razón, tenemos que mantener a cada hombre disponible buscando. Nuestro retrato robot del asesino es endiabladamente bueno. Asegúrese de que sea colocado por todos lados. Pero asegúrese de que pongamos advertencias de que el asesino es muy peligroso, extremadamente peligroso, y que la población no debe tratar de detenerlo.
―Sí señor.
―Si me necesitan, estaré en la central durante un tiempo —¡Tomando declaraciones! ―Dijo firmemente a ___(Tn) y a Mamie. Luego les dio la espalda, diciendo a Nicholas y a Mike que llevaran a las mujeres a la oficina mientras él cogía su propio automóvil.
Dos horas después, dejó a Mike Astin acompañar a Mamie de vuelta a su restaurante. Ella le había dado su declaración. Le dijo claramente a Joseph todo lo que el asesino la había dicho, frotando su cuello nerviosamente. Tenía pequeños arañazos, pero nada que hubiera roto la piel. Todavía no quería ir a un hospital, y vería a su propio doctor si sentía la necesidad. Le dijo a Joseph que el asesino estaba enfadado con ella por venderlo ―que había estado pendiente, a la espera, para atacarla, y que la había dicho que le gustaba el chocolate, y provocándola casi un fallo de corazón. La habría matado si Joseph no hubiera llegado, pero estaba viva, y agradecida. No sabía nada más, sin embargo, no había nada más que ella pudiera decirle.
Habría un guardián de la policía toda la noche en su local. Pero eso no parecía significar mucho para Mamie. Había exigido una comida mientras le informaba, y había ordenado pan de ajo, linguini en ajo y aceite de oliva, y una ensalada… con clavos de olor a ajo.
Había quitado a Mike Astin una cruz de oro diminuta que llevaba, y luego había sonreído dulcemente cuando Joseph la interrogó.
―Querido, es sólo una de esas noches que quiero sentirme más cerca de mi Dios, ¿Sabe? ―Mamie dijo.
―Incluso Dios estará a punto de vomitar por su aliento, Mamie ―le dijo, y ella se había reído con inquietud. Había insistido en ver ___(Tn), y las dos habían cuchicheado juntas durante un minuto antes de que Mamie partiera, mirando a Joseph como si fuera una criatura malvada, a punto de atacar a la pobre ___(Tn).
Bien, estaba a punto de atacar a ___(Tn). Eso era seguro.
Ella estaba sentaba en su oficina, irritada ahora. Había estado intranquila al principio, cruzando y descruzando sus piernas, manteniendo el ritmo. Ahora sólo se recostó y lo miró fijamente.
―¿Qué es lo que quieres de mí? ―Ella exigió.
Incluso Nicholas se había ido en aquel momento. Los policías todavía estaban registrando las calles; no habían encontrado al asesino.
―La verdad.
―Te dije la verdad.
―Toda la verdad.
Suspiró.
―Te juro por Dios que ésa es la verdad. Sentí un instinto extraño de que tenía que ver a Mamie.
―Ustedes dos son tremendamente sociables de repente. Especialmente ―señaló ―teniendo en cuenta que fuiste tú quien me recordó que comerciaba con carne humana.
―Mamie parece estar bien ―___(Tn) dijo con un encogimiento de hombros. ―Y no importa lo que haga, ¡Seguramente no se merece morir en las manos de este asesino!
―Cierto. ¿Pero debes arriesgar tu propia vida?
―No quise arriesgar mi propia vida. Sólo vi que estaba a punto de atacarte y...―Su voz se fue apagando. Sintió una ola de calor pasar rápidamente sobre él, pero luchó contra el deseo y la emoción que mantenía tan viva dentro de él.
―¿Quién era el hombre? Nombre y dirección, si pudieras, por favor.
Miró hacia el papel que había sobre su escritorio con el lápiz en la mano, y esperó pacientemente.
Ella no habló.
Él miró hacia arriba.
―Kevin ―dijo después de un momento. ―Kevin DeVeau. No estoy segura dónde está viviendo ahora mismo. No lo había visto en muchos años antes de que pasara por la tienda el otro día.
―¿Un viejo amigo? ―Preguntó, mirándola fijamente.
Ella le devolvió la mirada.
―¿O un viejo amante?
―¿Esa pregunta es necesaria para el atestado policial? ―le dijo bruscamente.
El dejó el lápiz.
―Es necesario para mí.
Exhaló en una larga respiración.
―¿Puedo irme a casa ahora? ―Le preguntó.
―Un viejo amante. ¿Cuándo rompieron?
―Hace muchos años. Años. Sinceramente.
―¿Cuántos años?
―¡No sé! ―___(Tn) espetó.
―¿Por qué estaba devorando ajo Mamie?
Sus cejas se alzaron.
―¿Qué?
―No importa. No importa.―Dejó su lápiz, se puso de pie, y le tomó la mano.―Vámonos.
―¿Juntos?
―Sí.
―Has sido increíblemente rudo.
―Necesitas la protección de la policía.
―Seguramente hay otros policías.
―Querida, soy el policía que tienes. Vámonos.
Abrió su cajón, recargando su arma de fuego, tomando munición adicional. ___(Tn) lo miró calladamente. Agarrando su codo, la llevó afuera.
Joseph quería poner un poco de distancia entre ellos y el asesino. En vez de ir en coche hasta Empresas Montgomery, optó por el camino más largo y bajó el río hasta la casa familiar de ___(Tn), la plantación.
Lo dejó en el vestíbulo.
Muy bien. Él caminó alrededor de la casa, viendo que cada ventana y cada puerta estuvieran aseguradas.
Investigó los armarios, luego subió por la escalera. Sobre la mitad del descansillo se paró, mirando la pintura de Magdalena. Un temblor extraño y caliente se propagó por él mientras permanecía de pie. Estuvo tentado de sacar a ___(Tn) de la ducha y arrastrarla hasta el descansillo.
Muy extraño. Tal vez debería renunciar realmente. Ingresarse a sí mismo en un buen hospital.
Se forzó a seguir caminando.
Arriba se aseguró de que todas las puertas del balcón y las ventanas fueran aseguradas. Era una tarea que consumía tiempo.
En su habitación, escuchó la ducha corriendo. Se echó sobre la cama, y cerró sus ojos, con su pistola descansando sobre su pecho.
En cuestión de segundos, se había quedado dormido.
Había cabalgado, había peleado. Había golpeado al enemigo, había matado, había triunfado, y se sentía enfermo. La lucha había terminado; era el tiempo buscar a los heridos, protegerlos del asesino.
Así que, estaba cabalgando otra vez. La tierra salpicaba bajo las pezuñas de su caballo, la brisa acelerada por su cara. Estaba sucio, sediento, hambriento, cansado. La quería. Quería cabalgar hasta ella. Pero esto...
El asesino estaba delante de él. Listo para atacar otra vez. Cabalgó más rápido, listo para atacar, pero no para matar. Dios, ¡Tenía que haber misericordia en algún lado! Pero el enemigo era fuerte, y además, cuando había vencido a su enemigo...
Otro esperaba.
Fugazmente, vio una cara. Una cara que conocía.
¡Oh, Dios!
Dolor...
Sintió dolor.
El conocimiento de que la muerte estaba llegando. Y ella estaba ahí, un ángel, sujetándolo, con lágrimas en los ojos. ¡Qué Dios le ayudara! Él tenía fuerza, había aprendido tanto coraje como piedad, pero no había estado preparado y por lo tanto ahora, el mundo se iba apagando con sus lágrimas mientras la cara del enemigo...
Joseph se despertó con un sobresalto, dándose cuenta de que había dormitado, y que había estado soñando con luchas en una guerra que había terminado más de un siglo atrás.
Se incorporó, poniendo su pistola cuidadosamente en la mesilla de noche en la elegante habitación de ___(Tn).
El asesino había estado en su sueño. El asesino con el que se había encontrado cara a cara esta noche lo había matado en sus sueños. Se le estaba yendo la cabeza; iban a retirarlo del cuerpo.
Nunca iba a tener una oportunidad de comprometerse. Pronto, nadie se dejaría engañar por él, y él, simplemente, estaría encerrado en una buena institución mental.
Miró fijamente hacia la puerta del baño.
Al infierno con ello.
Las ideas causaron estragos en su cabeza. Las palabras de Mamie, de Marie. La vudú Marie dándole la cruz. Sus extraños sueños.
Mamie. Tratando de conseguir que él comiera ajo.
Mamie, comiendo el ajo suficiente para ahogar a un caballo.
Se sentó sobre la cama, agitando su cabeza, presionando sus sienes entre sus manos. Escuchaba a su padre hablar, riéndose. Había un rumor de que los Montgomerys soltaban un vampiro cada generación. Mucho tiempo atrás un ancestro de ___(Tn) se había enamorado del hombre equivocado. La familia lo había matado, y ella se había ido.
Y cada hija todavía llevaba el nombre de Montgomery...
Muy bien, pensó arrastrando sus dedos a través de su pelo, estaba realmente perdido. ___(Tn) no era la asesina, sabía que ___(Tn) no era la asesina, pero ¿qué diablos estaba pasando?
Se incorporó, determinado de pronto a echar una mirada a su alrededor. Abrió sus cajones, los registró. No podía creer que estaba haciendo una lista de verificación en su mente de todas las películas de vampiros que había visto, todos los libros que había leído. A los vampiros no les gustaban las cruces. ___(Tn) las llevaba constantemente. Los vampiros se reflejaban en los espejos. ___(Tn), definitivamente, se reflejaba. Los vampiros dormían por el día...
¡Ja! Ella recorrió las calles por el día.
Los vampiros dormían en ataúdes. Se había acostado con ella lo suficientemente a menudo; sabía por Dios que no dormía en un ataúd.
A menos que...
Se puso de rodillas y se agachó, mirando bajo la cama.
Él no podría ayudar.
En ese momento ___(Tn) decidió salir de la ducha, atrapándolo con las manos en la masa. Él intuyó su presencia mientras ella estaba detrás de él.
―¿Qué diablos estás haciendo? ―Ella exigió.
Se enderezó, dejando caer la falda de la cama, poniéndose de pie y tomando asiento sobre la cama. La devolvió fijamente la mirada. Dura. Luego se encogió de hombros. Algo no estaba muy bien. Era tiempo de aclarar las cosas. Era tiempo de encontrar ¿Qué?
―Buscar suciedad ―dijo monótonamente.
Estaba de pie muy quieta, dándose cuenta exactamente de lo que él buscaba. Arqueó una ceja regiamente, burlonamente.
―¿Por qué no un ataúd?
―¿Tienes un ataúd? ―Preguntó, poniéndose de pie, cruzando sus brazos sobre su pecho cuando se encontró cara a cara con ella.
―No. ¿Y tú? ―Él no respondió, siguió mirándola fijamente. Ella exhaló despacio. ―Hemos dormido juntos. Sabes, por Dios, que no duermo en un ataúd.
Asintió con la cabeza después de un momento.
―¿Sabes, ___(Tn), que mi padre está siempre contándome pequeñas anécdotas de trivialidades históricas intrigantes? He aquí una para ti. Hay una razón curiosa por la que nuestros antepasados empezaron a usar lápidas en los cementerios. ¿Sabe cuál es?
―Estoy segura de que vas a decírmelo ―dijo muy tranquilamente. Estaba de pie elegantemente alta y recta, llevando un traje de seda blanco suave que enfatizaba la belleza y la perfección de su cuerpo y el fuego profundo del rojo de su pelo.
―Bien, en los países de toda Europa ―y más allá, estoy seguro ―durante mucho tiempo hubo supersticiones respecto a los muertos. Una piedra pesada sobre la cabeza podía evitar que un cadáver se levantase.
―No tengo una lápida, Teniente ―le aseguró. El sonido de su voz le hizo sentirse como un tonto.
Él sacudió su cabeza, echándose hacia atrás sobre la cama. Dios, estaba perdiendo su mente. Ella era de carne y sangre, viviente, una mujer que respiraba. ¡Y él era policía! Por el amor de Dios, era policía. El no creía en lo sobrenatural, en fantasmas, zombis, duendes...
O vampiros.
Ella cruzó la habitación hacia él. Su traje de seda blanco ondeaba sobre la formación perfecta de su cuerpo. El camisón era de gasa suave, totalmente transparente. Sus pechos se elevaron hacia arriba, redondos y firmes, sus pezones estaban duros, provocativamente grandes, y la sombra oscura del triángulo entre sus muslos era inquietantemente acogedora. Le acarició la mejilla, levantando su barbilla, y encontró sus ojos.
―¿Piensas que soy un vampiro? ―Le preguntó.
―No, no seas absurda ―le dijo. Por una parte, era la verdad. Por otra...
¿Era una mentira horrible?
Con un susurro suave de seda, se alejó de él. Se debatía entre la influencia de sus firme trasero bajo la seda reveladora y el ansia de escucharla hablar, de negar categóricamente que nada en absoluto era diferente en ella.
Se sentó en un sillón con el respaldo alto al otro lado de la habitación, junto a la chimenea. Las ventanas estaban cerradas y bloqueadas, pero una ráfaga de aire del sistema de aire acondicionado la alcanzó, levantando su pelo y el material de gasa alrededor de ella. Curvó sus pies debajo de ella y se sentó abrazando sus piernas arrimándolas a su pecho. Parecía incluso más atractiva. Él estaba loco, buscando alrededor de su cama cuando estaba a medias de formar una débil relación.
Ella exhaló.
―Joseph, te advertí que no te involucraras conmigo.
No podía ser un loco. La amaba; no podía perderla.
Se puso de pie, yendo hacia ella.
―Podrías advertirme desde aquí hasta la eternidad. No importaría. Estoy enamorado de ti, ___(Tn).
―La verdad es ―susurró ―que apenas me conoces.
―Estás equivocada. Siento que te he conocido desde siempre. Como si fueses una parte de mí. Como vivir, como respirar. Estás en mi sangre.
―¿De verdad? ―susurró.
Extendió la mano buscando la suya, atrayéndola hacia él. La abrazó fuertemente. Su piel parecía arder bajo de la seda. Frotó sus manos hacia abajo por su espalda, sobre sus muslos, presionándola fuertemente contra su excitación sexual, cada vez más dura contra la restricción de sus pantalones. Olía a su jabón dulcemente. Acarició su cuello, sintiendo la urgencia del deseo que despertó en espiral dentro de él. Besó sus labios ligeramente, luego la longitud de su garganta. Ella permanecía de pie flexible entre sus brazos. Besó el lóbulo de su oreja, el hueco de su clavícula. Enterró su cara entre sus pechos, luego se llevó un pezón a su boca, bañándolo a través de la fina seda blanca, chupando hasta que su roja cima alcanzó su máximo apogeo y él escuchó la brusca entrada de su respiración. Su cuerpo se arqueó hacia el suyo. Cayó despacio de rodillas, moviendo los labios por su piel, atormentándola con su lengua. Deslizó una mano debajo del dobladillo de su camisón, entre sus piernas. Introdujo su dedo profundamente en ella, la apretó más cerca de su cara, bañándola íntimamente a través de la seda mientras giraba su pulgar profundamente, de manera erótica.
Sus dedos se agarraron a sus hombros. Se endureció, se arqueó, arañó la piel de sus hombros a través de su camisa. Llegó al clímax con una respiración jadeante, desplomándose contra él como si cayera. Él se enderezó, arrastrándola entre sus brazos.
Y no sabiendo por qué, pero no importando en lo más mínimo, la llevó a la escalera. No se molestó en quitarse su propia ropa, pero bajó sobre ella en una agonía de deseo, y le hizo el amor allí mismo. Cuando hubo terminado, la levantó, y la llevó de vuelta a su cama, se desnudó por fin, y se echó su lado.
Sonriendo, ella se volvió hacia él.
―¿De qué iba todo esto?
―No lo sé.
―Pensaba que estabas muy enfadado conmigo.
―Lo estaba. Lo estoy. Y si alguna vez haces algo tan irreflexivamente tonto de nuevo, juro que te azotaré como si fueras una niña.
Ella no respondió. Él se giró entonces, enfrentándola.
―Prométeme que no lo harás.
―Joseph, esta noche fue pura casualidad. Las cosas sólo ocurrieron.
―Como la llegada de ese tipo, Kevin.
Ella se encogió de hombros.
―Sabía que estaba en la ciudad. Había pasado para saludar. Y somos viejos amigos.
―Sí, cierto. Así que dime —¿Está realmente terminado?
―¿Qué está realmente terminado?
―Lo que sea que tuviste ir con ese tipo, Kevin.
―Nunca fue serio.
―Ésa no era mi pregunta.
Ella parpadeó.
―Está realmente terminado.
Mirándola fijamente, sintió un estremecimiento enérgico atravesar su cuerpo. Nunca había conocido una necesidad así, tal deseo feroz.
Sus ojos se encontraron con los de él, salpicados de oro, exóticos. Su pelo se derramó alrededor de sus hombros descubiertos. La miró, y la deseó de nuevo.
Él se inclinó más bajo, quitando su peso de encima, pero dejando una pierna tendida sobre ella. Los dedos de ella acariciaron su hombro y se movió lentamente más bajo contra él. Ella tomó su sexo entre sus manos, causando al instante que él saltara hacia atrás en busca de atención.
―Es mejor que esté terminado realmente ―dijo. Un tipo fuerte. Sí, seguro. ¿Qué podría él hacer?
Ella sonrío.
―¿Oh?
―Hemos estado jugueteando algo descuidadamente aquí. Tenemos que casarnos.
La sonrisa de ella se apagó.
―¿Joseph?
―¿Umm?
―Ésa es una de las razones por las que no deberías quererme. Yo… no puedo tener hijos.
La mirada sobre su cara capturó su corazón. La arrastró más cerca de él.
―Entonces no tendremos hijos ―dijo suavemente.
―Tú quieres hijos.
―Los quiero.
―Pero…
―Siempre podemos adoptar si los dos lo deseamos. No importa. Te amo. Nada significa nada sin ti.
―Joseph.
―Aunque... no pares con lo que estabas haciendo.
Alzó su sonrisa de nuevo. Luego se deslizó hacia abajo contra su cuerpo, tomándolo en su boca.
En algún momento de la noche, durmieron.
A pesar de que estaba profundamente enamorado, Joseph se despertó con el terrible peso de la responsabilidad que pesaba sobre él.
El asesino estaba todavía ahí fuera. Creciendo más audaz; creciendo más peligroso.
Con sus ojos medio entreabiertos, observó mientras ___(Tn) se despertaba. Ella, también, pareció despertar con el corazón encogido a pesar de la noche que ambos habían compartido.
Se incorporó, mirando fijamente el sol de la mañana a través de una rendija en las cortinas, observando cómo, poco a poco, empezaba a subir más alto en el cielo. Al parecer, ella sabía que él estaba despierto, y era consciente de que la estaba mirando.
―¿Joseph? ―Dijo suavemente.
―¿Sí?
―Soy un vampiro ―le dijo tranquilamente.
Karely Jonatika
Re: "Bajo una Sangrienta Luna Roja (Joe&Tu)" [TERMINADA]
señorita karely que pasa con tus otras noves que no las sigues ah??
_:(
_:(
andreita
Re: "Bajo una Sangrienta Luna Roja (Joe&Tu)" [TERMINADA]
oh dios grax por subir capis!!!!!!!!!!!!
grax grax grax grax muchas grax
grax grax grax grax muchas grax
♫ Laura Jonas ♥
Re: "Bajo una Sangrienta Luna Roja (Joe&Tu)" [TERMINADA]
NOOOO COMO ASI???
COMO LE PUEDE SOLTAR QUE E SUN VAMPIRO ASI SIN MAS .____.
PORFAVOR SIGUELA!!!!!
DEFINITIVAMENTE NO PUEDO DEJAR DE LEEER-y eso que estoy en pruebas en el cole... no he abierto ni un libro para leer la nove :D-
SEGUILA SEGUILA QUE QUIERO SABER SU REACCIÓN!!!! :bounce:
COMO LE PUEDE SOLTAR QUE E SUN VAMPIRO ASI SIN MAS .____.
PORFAVOR SIGUELA!!!!!
DEFINITIVAMENTE NO PUEDO DEJAR DE LEEER-y eso que estoy en pruebas en el cole... no he abierto ni un libro para leer la nove :D-
SEGUILA SEGUILA QUE QUIERO SABER SU REACCIÓN!!!! :bounce:
helado00
Re: "Bajo una Sangrienta Luna Roja (Joe&Tu)" [TERMINADA]
YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Aqui es donde comienza TODO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Aqui es donde comienza TODO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
♫ Laura Jonas ♥
Re: "Bajo una Sangrienta Luna Roja (Joe&Tu)" [TERMINADA]
Tratate de subir otro capitulo chicas, gracias por sus firmas, y andreita, prometo subir lo mas pronto posible. Las quiero, una beso (:
Karely Jonatika
Re: "Bajo una Sangrienta Luna Roja (Joe&Tu)" [TERMINADA]
hola chicas soy nueva en esto estoy subiendo una novela muy buena la ley
y me encanto espero q austedes les guste bueno les pongo una pequeña
sinopsis
Sipnosis:
Eres una chica de 23 años te resiviste de
psicoanalista de una de las universidades mas prestigiosas de los
angeles, siempre fuiste tan dedicada a los estudios y luchaste tanto
para conseguir tus sueños que muchas veces piensas que te perdiste
momentos tan importantes que los dejaste pasar amor, fiestas, diversion y
aunque no te arrepientes de nada si pudieras volver el tiempo atras
talvez le darias paso al amor, cosa que en estos momentos crees
imposible ya que segun tu no has conocido al hombre capas de tocar con
luz llena de amor tu corazon. pero mientras tu te sacrificabas y dejabas
pasar momentos irrepetibles.............
the jonas brother una
de las bandas mas populares de todo el mundo no pasaba por su mejor
momento ya que el menor de los integrantes de este afamado grupo nick
jonas a la edad de 15 años conocio por primera vez el amor de la mano de
su entonces novia miley cyrus despues de una tormentosa relacion que
duro practicamente dos años conocio a la mujer que lo volvio loco el
nuevo descubrimiento de disney channel selena gomez despues de una
relacion con altos y bajos donde lo que mas habia era amor a sus 18 años
contra todos los reclamos y protestas de los miles de fans tomaron la
decision de casarse a sus cortos 19 años selena dio a luz a una hermosa
niña a la que llamaron lucia pero algo marcaria rotundamente la vida de
nick y de su hermosa hija.
Cuando lucia tenia 3 años su madre
sufrio un terrible accidente en el cual perdio su vida desde ese trajico
momento en la vida de esta niña no se ha oido de sus labios ni una sola
palabra ha pasado un año y nick con el apoyo de sus padres y hermanos
ha buscado a todo especialista habido y por haber pero pareciera ser que
los labios de la pequeña se han sellado para siempre y nick vive
atormentedo sin saber como ayudar a su pequeña ellos siguen con su vida
de famosos haciendo giras y tour's y nick haciendo de padre y madre.
Hasta
que los jonas brothers toman la decision de dedicarse por completo al
teatro para que asi la consentida de la casa pueda tomar un tratamiento
intenso y asi nick cumplir su deceo de volver a escuchar de sus labios
la palabra papá.
talvez la desgracia en la vida de esta pequeña haga que su padre encuentre el verdadero amor......
Ampliar esta imagen.Reducir esta imagen Clic aquí para ver su tamaño original
Re: La Niña De Mis Ojos (nick y tu) - Romantica y alguin hotti(pocos capis hot)
y me encanto espero q austedes les guste bueno les pongo una pequeña
sinopsis
Sipnosis:
Eres una chica de 23 años te resiviste de
psicoanalista de una de las universidades mas prestigiosas de los
angeles, siempre fuiste tan dedicada a los estudios y luchaste tanto
para conseguir tus sueños que muchas veces piensas que te perdiste
momentos tan importantes que los dejaste pasar amor, fiestas, diversion y
aunque no te arrepientes de nada si pudieras volver el tiempo atras
talvez le darias paso al amor, cosa que en estos momentos crees
imposible ya que segun tu no has conocido al hombre capas de tocar con
luz llena de amor tu corazon. pero mientras tu te sacrificabas y dejabas
pasar momentos irrepetibles.............
the jonas brother una
de las bandas mas populares de todo el mundo no pasaba por su mejor
momento ya que el menor de los integrantes de este afamado grupo nick
jonas a la edad de 15 años conocio por primera vez el amor de la mano de
su entonces novia miley cyrus despues de una tormentosa relacion que
duro practicamente dos años conocio a la mujer que lo volvio loco el
nuevo descubrimiento de disney channel selena gomez despues de una
relacion con altos y bajos donde lo que mas habia era amor a sus 18 años
contra todos los reclamos y protestas de los miles de fans tomaron la
decision de casarse a sus cortos 19 años selena dio a luz a una hermosa
niña a la que llamaron lucia pero algo marcaria rotundamente la vida de
nick y de su hermosa hija.
Cuando lucia tenia 3 años su madre
sufrio un terrible accidente en el cual perdio su vida desde ese trajico
momento en la vida de esta niña no se ha oido de sus labios ni una sola
palabra ha pasado un año y nick con el apoyo de sus padres y hermanos
ha buscado a todo especialista habido y por haber pero pareciera ser que
los labios de la pequeña se han sellado para siempre y nick vive
atormentedo sin saber como ayudar a su pequeña ellos siguen con su vida
de famosos haciendo giras y tour's y nick haciendo de padre y madre.
Hasta
que los jonas brothers toman la decision de dedicarse por completo al
teatro para que asi la consentida de la casa pueda tomar un tratamiento
intenso y asi nick cumplir su deceo de volver a escuchar de sus labios
la palabra papá.
talvez la desgracia en la vida de esta pequeña haga que su padre encuentre el verdadero amor......
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Re: La Niña De Mis Ojos (nick y tu) - Romantica y alguin hotti(pocos capis hot)
Invitado
Invitado
Re: "Bajo una Sangrienta Luna Roja (Joe&Tu)" [TERMINADA]
CAPÍTULO 14
―¿Qué? ―Joseph exigió. A la luz de mañana, sus sospechas parecían ridículas. Sus palabras eran absurdas.
Ella asintió con la cabeza, mirándolo.
―Es la verdad.
Sonrío, sintiendo que, por el día, todo aquel asunto era una tontería.
―No hay ningún ataúd, ___(Tn), miré. Ninguna tierra en tu cama. Te reflejas, comes y bebes comida normal, y no te quemas con la luz del sol.
Ella no se rió.
―No somos destruidos por la luz del sol, somos sólo más débiles durante el día. Nuestro poder más grande llega al anochecer. No necesito un ataúd, Joseph, y tengo muchas tendencias humanas, porque...
―No, ¡No me lo digas! ―Estaba sentado a su lado, sonriente, deseando seguirle la corriente. ―Conozco la historia. Tienes tendencias humanas porque eres solamente medio vampiro, eres la hija de Magdalena y de su amante vampiro y por lo tanto, ¿Eres una mezcla de razas? ¿Un tipo de mulata o una india mestiza?
Lo miró fijamente devolviéndole la mirada seria.
―No necesito un ataúd, porque... No necesitamos ataúdes realmente. Son sólo oscuros y cómodos. Además, no parezco tener tantos defectos como algunos vampiros, porque... porque mi padre me dio sangre antes de que pasara a la oscuridad. Tenía amigos que estaban familiarizados con los vampiros, y pienso que de algún modo, me guardaron en realidad de morir y volver luego, de la forma que le ocurre a la mayoría. Piensa en ello, ¿Por qué tiene que ser un ataúd para cualquier vampiro? La gente decide dormir de maneras diferentes, en camas, futones... Cualquier lugar de descanso está bien para los vampiros. ¿Qué es un ataúd sino una caja? Aislado, protegido. Y en cuanto a la luz... Bien, me ha llevado décadas ajustarme a estar realmente cómoda durante el día. Y créeme, raramente me encontrarías en la playa.
―___(Tn), venga ya, ¿Cómo puedes ser un vampiro si no vives de acuerdo con la leyenda?
―La leyenda son solamente habladurías y están adornadas ―dijo tristemente. ―Pero incluso, las leyendas están a menudo basadas en hechos. Muchos vampiros descansan en sus ataúdes, porque murieron antes de que fueran renacidos. Se despertaron en sus ataúdes. Un ataúd permanece en casa con ellos. A veces, ¿No necesitamos todos nosotros irnos a casa? Nunca fui enterrada. Vivo aquí, siempre regresando a mi casa, que es mi tierra natal. No necesito llevar tierra conmigo aquí. Si voy a Europa, sí... llevo tierra natal conmigo, y descansa debajo de mi cama. Lo llamamos la fuerza de la tierra. Pero piensa en la ciudad de Nueva Orleans, Joseph, y sobre nuestros cementerios. Nuestras tumbas encima de la tierra se conocen como “hornos” porque son hornos. En un año y un día, los restos de nuestros muertos son horneados más o menos, eso lo sabes. El cuerpo, de por sí, no existe más. Los huesos son empujados a la parte trasera de un ataúd para hacer sitio para los próximos difuntos de una familia. En zonas más frescas que Nueva Orleans, donde una tumba reposa en lugares soleados, algunos vampiros duermen en sus ataúdes. En criptas, en panteones familiares… en dormitorios. Todos los vampiros se reflejan. Es un mito, una buena historia decir que ellos no pueden. Y gustamos de la buena comida, como el resto, sólo que nosotros... sólo que necesitamos algo más. Eso es la maldición de nuestro “regalo”, como algunos deciden llamarlo. Tenemos un hambre, una sed... que debe ser apaciguada. Y respecto a mi genética... ―se paró, agitando su cabeza mientras lo miraba. ―No hubo ningún bebé, Joseph. Magdalena no tuvo ningún un hijo ilegítimo con su amante francés. Mi padre sabía que bien podría vivir por siglos. Así que inventó la historia de que estaba embarazada. Cada veinte años o así, podría volver a Nueva Orleans. Como la nueva heredera. Me parezco a Magdalena, Joseph, porque soy Magdalena.
Ella estaba mintiendo, por supuesto. Tal vez incluyo ella creía un poco en lo que estaba diciendo. Dios lo sabía, las leyendas abundaban en su familia.
―___(Tn), por favor...
―Joseph, tienes que escuchar. Es la verdad.
―Oh, venga ya, ___(Tn), ¡No puedo creerlo!
―Pero debes creerme.
Negó con su cabeza impacientemente.
Vampiro. Podía representar tantas cosas realmente. Alguien que solamente absorbía la esencia de la vida de los demás. Un marido tirano, una fiera esposa. Un vampiro psicológico, robando el corazón y el carácter.
Un hemofílico, necesitando sangre físicamente.
Un hombre o una mujer loca, creyendo que él o ella necesitaban beber sangre para sobrevivir. ¿Por qué no? Los asesinos escuchaban voces, perros demonio que les decían cómo y cuándo tomar una vida. El mundo estaba lleno de dementes. La sed de sangre se manifestaba de muchas maneras.
Y ___(Tn) era excéntrica, había escuchado la historia demasiadas veces...
―Muy bien. Dices que eres un vampiro. ¿Así que es tú sed de sangre lo que ha provocado estos asesinatos recientes? ¿Estás tratando de decirme que eres la asesina, que tuviste que beber sangre? ―Sacudió su cabeza. La quería, y sabía la verdad. ―___(Tn), he visto al asesino.
Sacudió su cabeza impacientemente.
―Sí, has visto al asesino, y no, obviamente, no soy el asesino.―Vaciló, fijando la vista en sus manos. ―Pero no quieres aceptar la verdad, aunque la has visto. Sabes que algo no está bien, que hay algo diferente sobre estos asesinatos, la sangre no desaparece. Los vampiros pueden y existen, y yo soy uno. Y hace mucho tiempo, maté. Cuando yo… cuando fui mordida por primera vez, mi padre estuvo desesperado evitando que me convirtiera en un depredador desesperado. Adquirió sangre para mí de lugares diferentes, estudió la tradición de los vampiros, aprendió. Compró sangre de médicos locales, en hospitales, e incluso en la morgue. He elegido a... Bien, en los últimos años, he dependido de bancos de sangre, y de pequeños mamíferos. Aves, según la ocasión. Nunca quise matar. Pero lo he hecho. Hombres condenados, principalmente. Una vez, eliminé a un soldado yanqui que había estado manchado con mala sangre.―Vaciló. ―Sangre de vampiro. Hay grados sutiles de mordeduras de vampiros; algunos matan, algunos contaminan ―murmuró. ―Ese hombre en particular se estaba volviendo loco. Hubiera querido no tener que matarlo incluso. Por supuesto que quise matar a ese pobre niño retrasado que iba ser colgado…
―¿Qué? ―Joseph dijo bruscamente, recordando la historia de su padre. ¿Estaba ___(Tn) totalmente loca, o lo estaba él?
Sacudió su cabeza.
―Hace mucho tiempo. Tenía una muy buena amiga y su hijo era retrasado y fue acusado de un crimen horrible que no cometió. Así que…
―¿Le convertiste en vampiro? ―Joseph dijo burlonamente.
Sacudió su cabeza.
―Nunca he creado a otro de mi especie. Solo tenemos permitido dos por siglo…
―Dos por siglo ―repitió, pero ella no parecía darse cuenta de que se estaba burlando de la incredulidad de su historia.
―Pero yo no podría, ya ves. Nunca le haría esto a alguien.
―¿Por qué no? Tú pareces estar haciéndolo bien.
―A costa de mi alma, Joseph. Nunca le haría eso a nadie más.
Estaba tan seria. Tan sincera. Pensaba que le estaba contando la verdad.
Sólo la miró fijamente.
―No lo haría, Joseph.
―Estabas hablando de la guerra ―dijo con dureza. ―¿Qué guerra? Ha habido varias guerras a lo largo del tiempo, ya sabes.
―La Guerra Civil ―dijo con un suspiro de gravedad. ―Y maté al hombre que provocó la muerte de tu antepasado, el otro Joseph ―dijo en un susurro. ―Su nombre era Wynn, Coronel Wynn. Lo que ocurrió no fue realmente su falta, y también estuve apenada por él cuando descubrí lo que había ocurrido.―Vaciló otra vez y Joseph se dio cuenta de que todavía la estaba mirando fijamente, sin comprender. ―Joseph, hay un vampiro malvado…
―En contraste con una buena sangre ―un vampiro chupador, ¿no?
Ella suspiró con una gran impaciencia.
―Joseph, lo creas o no, la mayoría de nosotros somos como cualquier otro predador, el hombre incluido. ¡Nos hemos movido dentro de nuestros tiempos, los últimos días antes del milenio! La mayoría de los vampiros limitan su consumo de sangre a lo que es completamente necesario. Hay otros que son muy viejos, y a quienes ha enfermado matar, quienes se han dado cuenta de que el asesinato es lo que hace que nos maten a cambio. Hay unos grupos de mi especie que han aprendido la manera de subsistir a base de la sangre de animales pequeños. Los hombres comen carne, los vampiros comen la carne y beben la sangre. Los animales se crían en ranchos, y a veces otros predadores cuando hay en abundancia…
―¿Eso es lo que tú haces? ¿Conseguir tu alimentación de sangre de “caimanes asesinos” en el bayou?
―No seas absurdo; te lo dije, subsisto de mamíferos. Los reptiles son de sangre fría. Pueden calmar el hambre durante un tiempo, pero no llenar. Y hay bancos de sangre por todos lados en estos días.
―Oh ―susurró. ¡Oh, sí, que práctico!
Ella se estaba desesperando.
Él la amaba demasiado.
Repentinamente, la arrastró contra él, balanceándose con ella.
―___(Tn), escúchate a ti misma. Tienes que darte cuenta de que lo que estás diciendo es una ilusión. No puede ser cierto. Éste es el mundo real. Hay hombres muy malos. Sí, son monstruos; Dios sabe que tenemos monstruos humanos. No son fantasmas o vampiros u hombres lobo, sólo monstruos que son hombres, quienes son seres humanos. ___(Tn), te quiero. Tienes que saber eso. Te amo demasiado. Sé que tú crees en esto, pero no puede ser cierto. Podemos hablar con alguien que…
―¡Joseph, entraste aquí anoche, buscando bajo mi cama! Has dudado de algo desde que me conociste. Ahora, cuando te digo la verdad, explicándote sobre lo que te estás preguntando, sobre lo que estás viendo, ¡No me crees!
Él bajó sus ojos rápidamente, no queriendo que ella viera que sus palabras lo habían puesto incómodo repentinamente. Dios, sí, había visto demasiado. Y había más. Había sido perseguido demasiado a menudo durante las últimas noches. ¡Había tenido tantos sueños extraños!
Había soñado con la Guerra Civil.
Había soñado con el asesino.
Pero él era un hombre cuerdo y racional. Tenía que negar lo que ella estaba diciendo, o alguien los encerraría a ambos con llave y el asesino estaría libre para ir incluso a una borrachera de muerte más grande.
―___(Tn), no puedo posiblemente…
―¡Joseph! ―Tomó su cara entre sus dos manos, mirando seriamente en sus ojos. ―Esto no es tan absurdo como parece. ¿Por qué no? ¿Por qué no puede serlo? Quizás es como una enfermedad, una sobre la que no sabemos nada. Lo pasamos de uno a otro. No creo que ninguno de nosotros sepa realmente dónde o cuando exactamente comenzó todo, pero hace cientos y cientos de años por lo menos. ¡Joseph! ¿Tú crees en un Dios, en un Ser Supremo? ¿Crees en la bondad? Si hay bien, entonces hay mal, si el alma de un hombre puede elevarse al cielo, también puede ser entrampada en la tierra. Si hay ángeles, entonces hay demonios. Soy un vampiro. Y hay más.
―Pero si tales criaturas fueran reales, ___(Tn), ¡El mundo entero estaría poblado con vampiros! ―Joseph proclamó.
Ella agitó su cabeza, todavía tratando fuertemente de influir en él.
―No. Porque los vampiros pueden ser asesinados. Y porque, como te dije, hay reglas y hay leyes. En los tiempos antiguos, los hombres nos cazaban, nos mataban, a veces hasta casi aniquilarnos. Hemos aprendido a co-existir, al igual que los hombres co-existen con los tigres, los perros salvajes o los pumas. Las reglas entre nosotros son estrictas para que nosotros podamos sobrevivir. No tenemos permitido crear más de nosotros mismos más de dos veces durante un siglo. Si sólo lo hiciéramos despreocupadamente, nuestros números se hubieran incrementado en exceso hace mucho, por lo que, como dijiste, hubiera sido algo así como un duelo a la muerte, la aniquilación entre la humanidad y... ¡lo que sea que nosotros seamos! Si destruyéramos nuestro abastecimiento de alimentos ―esa alimentación que muchos de nosotros todavía ansían demasiado desesperadamente rechazar ―también falleceríamos todos. La mayoría de nosotros vivimos silenciosamente. Algunos están más involucrados en su elección de víctimas que otros. Te estaba diciendo la verdad antes ―que muchos de nosotros existimos, vivimos la vida día a día, y nadie sabe lo que somos, porque hemos aprendido a vivir sin matar a seres humanos. No estamos viviendo en el pasado. Es una edad y un momento técnico, un nuevo mundo, lo sabes.
Él negó con su cabeza.
―Claro, un nuevo mundo.
―Joseph, tienes que creerme. Te lo juro, te estoy diciendo la verdad.
―No creo en nada de esto. No puedo creer en nada de esto.
―Joseph, por favor, por favor, tienes que escucharme. Porque es la única manera que tienes de atrapar a tu asesino.
Él frunció el ceño.
―¿Tú sabes quién es el asesino?
Lo miró con gravedad.
―Sí.
―¿Y el asesino es un vampiro?
Se apartó de él con determinación, poniéndose de pie. Se quedó mirándole.
―Sí ―dijo tranquilamente.
Él alzó sus manos.
―Mi Dios. Te estás volviendo loca. Me estoy volviendo loco. Es así de simple.
―Joseph.
―No, no, tengo algunas preguntas ahora. Iremos a paso a paso. Me estás diciendo que eres realmente un vampiro.
―Sí. ―dijo sin alterarse.
―Así que, en realidad, tienes una fuerza increíble. En muchos sentidos. Podrías haberme matado en cualquier momento.
―Sí. ―susurró. ―Y... no.
―¿Qué?
―Podría hacerlo... pero no podría.
―Diablos, ___(Tn), ¿Qué significa eso?
―Tengo la fuerza, pero...
―¡Tienes la fuerza! ―También se puso de pie entonces, con los brazos cruzados sobre su pecho mientras la miraba fijamente, gritando ―demuéstralo. Haz algo. Tómame, entonces. Hazlo. Demuéstralo.―Avanzó sobre ella, con una mano sobre su pecho mientras la empujaba hacia atrás. La empujó, duro. Una vez, otra vez, otra vez.
―Joseph, para.
La agarró de sus hombros y la sacudió. Ella no protestó. Continuó mirándolo fijamente, con su cabeza cayendo hacia atrás. Dios, ¡Era tan hermosa! Todo que quería hacer era sostenerla.
Pero todo parecía tan loco repentinamente.
―¿El asesino es un vampiro?
―Sí.
―Ése es el motivo por el qué es tan increíblemente fuerte. Por qué no cayó cuando le disparé.
―Sí. Exactamente.
Asintió con la cabeza después de un momento.
―Un vampiro... Así que matar es rápido y fácil para él.
―Lo ha sido siempre ―reflexionó.
―¿Lo has conocido antes?
Ella asintió con la cabeza.
―¿Otro amante?
Negó con la cabeza enfáticamente.
―Lo odiaba desde la época en que lo conocí.
―Pero es increíblemente fuerte, porque es un vampiro.
―Sí.
―Así que, eso te haría increíblemente fuerte.
―Te dije…
―No, tú todavía no me has dicho nada. Así que, repito, tú podrías matarme. Rápidamente. Fácilmente.
―Joseph.
―Respóndeme. Podrías matarme. Con una torsión de tus dedos.
―Podría, pero no podría.
―¿Por qué no? ―Exigió ferozmente, con incredulidad en una situación que todavía parecía tener cierta verdad que causaba que su humor renaciera.
Pero aun así ella le devolvió la mirada igualmente.
―No puedo matarte, no puedo lastimarte, porque...
―¿Por qué?
―Porque te amo ―dijo suavemente.
Él se quedó en silencio, alejándose de ella. Se sentó al borde de la cama, mirándola fijamente, todavía negándose a creer. Estaba loco.
Y aun así...
Se sentía como si estuviera ardiendo. Confundido. Hubo cosas que sintió... que no deberían de ser. Era un hombre cuerdo. Se manejaba con locos en algunos momentos, pero era un policía, un buen policía, y se había enfrentado el mal antes, pero el mal de carne y sangre.
Carne y sangre normales.
―Así que, ¿Me quieres realmente?
―Sí. Sabes que sí.
―Estoy seguro de que es algo que has dicho antes. Con el paso de los años, por supuesto. ¿Solo, cuántos años tienes?
―Muchos.
―¿Cuándo naciste? ¿Cómo un vampiro? ¡Como un ser humano!
―En mil ochocientos veintiuno.
―Debes de estar usando un montón de crema de noche.
―Sabes que los vampiros no envejecen al mismo ritmo.
―¿Cómo puedo saber algo realmente? Necesito ayuda aquí ―dijo secamente. ―mil ochocientos veintiuno. Han pasado muchos años. Así que, en todo ese tiempo, ¿A cuántos hombres has amado?
Todavía le estaba mirando fijamente al mismo nivel. Como si ésta fuera una conversación regular y verdadera.
―Dos antes de ti ―le dijo. ―Excepto que el segundo no cuenta realmente.
―¿Oh? ¿Y por qué no?
―Porque creo que eras tú.
Joseph gimió y se hundió en la cama.
―¿Él era yo?
Ella asintió con la cabeza con gravedad, poniéndose de pie y caminando a su tocador donde agitó un globo de nieve de un príncipe y una princesa de Disney y lo dejó, mirando como las partículas brillantes dentro del globo se depositaban de nuevo. Entonces encontró sus ojos en el espejo.
―He estado en los alrededores durante un tiempo muy largo, Joseph. Honestamente. He visto mucha maldad, pero también he llegado a creer en cosas buenas. Pienso que a veces, cuando las vidas se ven interrumpidas muy pronto, las personas vuelven. En situaciones próximas y similares. Creo que tú eres el Joseph Jonas que conocí y que amé durante la Guerra Civil.
La miró, con su garganta seca, mientras pensaba en los extraños sueños que lo habían estado atormentando últimamente. Los sueños de cabalgar hacia la batalla, buscando la gloria...
La noche pasada.
Su loco deseo de hacer el amor en la escalera.
No.
―¿Quién fue tu primer amante? ―Él exigió cruelmente.
―El conde Alec DeVereaux. Nos conocimos cuando yo era muy joven.
―Lo amaste… ¿Y él te hizo esto?
Ella asintió con la cabeza, mirándolo.
―Es la verdad.
Sonrío, sintiendo que, por el día, todo aquel asunto era una tontería.
―No hay ningún ataúd, ___(Tn), miré. Ninguna tierra en tu cama. Te reflejas, comes y bebes comida normal, y no te quemas con la luz del sol.
Ella no se rió.
―No somos destruidos por la luz del sol, somos sólo más débiles durante el día. Nuestro poder más grande llega al anochecer. No necesito un ataúd, Joseph, y tengo muchas tendencias humanas, porque...
―No, ¡No me lo digas! ―Estaba sentado a su lado, sonriente, deseando seguirle la corriente. ―Conozco la historia. Tienes tendencias humanas porque eres solamente medio vampiro, eres la hija de Magdalena y de su amante vampiro y por lo tanto, ¿Eres una mezcla de razas? ¿Un tipo de mulata o una india mestiza?
Lo miró fijamente devolviéndole la mirada seria.
―No necesito un ataúd, porque... No necesitamos ataúdes realmente. Son sólo oscuros y cómodos. Además, no parezco tener tantos defectos como algunos vampiros, porque... porque mi padre me dio sangre antes de que pasara a la oscuridad. Tenía amigos que estaban familiarizados con los vampiros, y pienso que de algún modo, me guardaron en realidad de morir y volver luego, de la forma que le ocurre a la mayoría. Piensa en ello, ¿Por qué tiene que ser un ataúd para cualquier vampiro? La gente decide dormir de maneras diferentes, en camas, futones... Cualquier lugar de descanso está bien para los vampiros. ¿Qué es un ataúd sino una caja? Aislado, protegido. Y en cuanto a la luz... Bien, me ha llevado décadas ajustarme a estar realmente cómoda durante el día. Y créeme, raramente me encontrarías en la playa.
―___(Tn), venga ya, ¿Cómo puedes ser un vampiro si no vives de acuerdo con la leyenda?
―La leyenda son solamente habladurías y están adornadas ―dijo tristemente. ―Pero incluso, las leyendas están a menudo basadas en hechos. Muchos vampiros descansan en sus ataúdes, porque murieron antes de que fueran renacidos. Se despertaron en sus ataúdes. Un ataúd permanece en casa con ellos. A veces, ¿No necesitamos todos nosotros irnos a casa? Nunca fui enterrada. Vivo aquí, siempre regresando a mi casa, que es mi tierra natal. No necesito llevar tierra conmigo aquí. Si voy a Europa, sí... llevo tierra natal conmigo, y descansa debajo de mi cama. Lo llamamos la fuerza de la tierra. Pero piensa en la ciudad de Nueva Orleans, Joseph, y sobre nuestros cementerios. Nuestras tumbas encima de la tierra se conocen como “hornos” porque son hornos. En un año y un día, los restos de nuestros muertos son horneados más o menos, eso lo sabes. El cuerpo, de por sí, no existe más. Los huesos son empujados a la parte trasera de un ataúd para hacer sitio para los próximos difuntos de una familia. En zonas más frescas que Nueva Orleans, donde una tumba reposa en lugares soleados, algunos vampiros duermen en sus ataúdes. En criptas, en panteones familiares… en dormitorios. Todos los vampiros se reflejan. Es un mito, una buena historia decir que ellos no pueden. Y gustamos de la buena comida, como el resto, sólo que nosotros... sólo que necesitamos algo más. Eso es la maldición de nuestro “regalo”, como algunos deciden llamarlo. Tenemos un hambre, una sed... que debe ser apaciguada. Y respecto a mi genética... ―se paró, agitando su cabeza mientras lo miraba. ―No hubo ningún bebé, Joseph. Magdalena no tuvo ningún un hijo ilegítimo con su amante francés. Mi padre sabía que bien podría vivir por siglos. Así que inventó la historia de que estaba embarazada. Cada veinte años o así, podría volver a Nueva Orleans. Como la nueva heredera. Me parezco a Magdalena, Joseph, porque soy Magdalena.
Ella estaba mintiendo, por supuesto. Tal vez incluyo ella creía un poco en lo que estaba diciendo. Dios lo sabía, las leyendas abundaban en su familia.
―___(Tn), por favor...
―Joseph, tienes que escuchar. Es la verdad.
―Oh, venga ya, ___(Tn), ¡No puedo creerlo!
―Pero debes creerme.
Negó con su cabeza impacientemente.
Vampiro. Podía representar tantas cosas realmente. Alguien que solamente absorbía la esencia de la vida de los demás. Un marido tirano, una fiera esposa. Un vampiro psicológico, robando el corazón y el carácter.
Un hemofílico, necesitando sangre físicamente.
Un hombre o una mujer loca, creyendo que él o ella necesitaban beber sangre para sobrevivir. ¿Por qué no? Los asesinos escuchaban voces, perros demonio que les decían cómo y cuándo tomar una vida. El mundo estaba lleno de dementes. La sed de sangre se manifestaba de muchas maneras.
Y ___(Tn) era excéntrica, había escuchado la historia demasiadas veces...
―Muy bien. Dices que eres un vampiro. ¿Así que es tú sed de sangre lo que ha provocado estos asesinatos recientes? ¿Estás tratando de decirme que eres la asesina, que tuviste que beber sangre? ―Sacudió su cabeza. La quería, y sabía la verdad. ―___(Tn), he visto al asesino.
Sacudió su cabeza impacientemente.
―Sí, has visto al asesino, y no, obviamente, no soy el asesino.―Vaciló, fijando la vista en sus manos. ―Pero no quieres aceptar la verdad, aunque la has visto. Sabes que algo no está bien, que hay algo diferente sobre estos asesinatos, la sangre no desaparece. Los vampiros pueden y existen, y yo soy uno. Y hace mucho tiempo, maté. Cuando yo… cuando fui mordida por primera vez, mi padre estuvo desesperado evitando que me convirtiera en un depredador desesperado. Adquirió sangre para mí de lugares diferentes, estudió la tradición de los vampiros, aprendió. Compró sangre de médicos locales, en hospitales, e incluso en la morgue. He elegido a... Bien, en los últimos años, he dependido de bancos de sangre, y de pequeños mamíferos. Aves, según la ocasión. Nunca quise matar. Pero lo he hecho. Hombres condenados, principalmente. Una vez, eliminé a un soldado yanqui que había estado manchado con mala sangre.―Vaciló. ―Sangre de vampiro. Hay grados sutiles de mordeduras de vampiros; algunos matan, algunos contaminan ―murmuró. ―Ese hombre en particular se estaba volviendo loco. Hubiera querido no tener que matarlo incluso. Por supuesto que quise matar a ese pobre niño retrasado que iba ser colgado…
―¿Qué? ―Joseph dijo bruscamente, recordando la historia de su padre. ¿Estaba ___(Tn) totalmente loca, o lo estaba él?
Sacudió su cabeza.
―Hace mucho tiempo. Tenía una muy buena amiga y su hijo era retrasado y fue acusado de un crimen horrible que no cometió. Así que…
―¿Le convertiste en vampiro? ―Joseph dijo burlonamente.
Sacudió su cabeza.
―Nunca he creado a otro de mi especie. Solo tenemos permitido dos por siglo…
―Dos por siglo ―repitió, pero ella no parecía darse cuenta de que se estaba burlando de la incredulidad de su historia.
―Pero yo no podría, ya ves. Nunca le haría esto a alguien.
―¿Por qué no? Tú pareces estar haciéndolo bien.
―A costa de mi alma, Joseph. Nunca le haría eso a nadie más.
Estaba tan seria. Tan sincera. Pensaba que le estaba contando la verdad.
Sólo la miró fijamente.
―No lo haría, Joseph.
―Estabas hablando de la guerra ―dijo con dureza. ―¿Qué guerra? Ha habido varias guerras a lo largo del tiempo, ya sabes.
―La Guerra Civil ―dijo con un suspiro de gravedad. ―Y maté al hombre que provocó la muerte de tu antepasado, el otro Joseph ―dijo en un susurro. ―Su nombre era Wynn, Coronel Wynn. Lo que ocurrió no fue realmente su falta, y también estuve apenada por él cuando descubrí lo que había ocurrido.―Vaciló otra vez y Joseph se dio cuenta de que todavía la estaba mirando fijamente, sin comprender. ―Joseph, hay un vampiro malvado…
―En contraste con una buena sangre ―un vampiro chupador, ¿no?
Ella suspiró con una gran impaciencia.
―Joseph, lo creas o no, la mayoría de nosotros somos como cualquier otro predador, el hombre incluido. ¡Nos hemos movido dentro de nuestros tiempos, los últimos días antes del milenio! La mayoría de los vampiros limitan su consumo de sangre a lo que es completamente necesario. Hay otros que son muy viejos, y a quienes ha enfermado matar, quienes se han dado cuenta de que el asesinato es lo que hace que nos maten a cambio. Hay unos grupos de mi especie que han aprendido la manera de subsistir a base de la sangre de animales pequeños. Los hombres comen carne, los vampiros comen la carne y beben la sangre. Los animales se crían en ranchos, y a veces otros predadores cuando hay en abundancia…
―¿Eso es lo que tú haces? ¿Conseguir tu alimentación de sangre de “caimanes asesinos” en el bayou?
―No seas absurdo; te lo dije, subsisto de mamíferos. Los reptiles son de sangre fría. Pueden calmar el hambre durante un tiempo, pero no llenar. Y hay bancos de sangre por todos lados en estos días.
―Oh ―susurró. ¡Oh, sí, que práctico!
Ella se estaba desesperando.
Él la amaba demasiado.
Repentinamente, la arrastró contra él, balanceándose con ella.
―___(Tn), escúchate a ti misma. Tienes que darte cuenta de que lo que estás diciendo es una ilusión. No puede ser cierto. Éste es el mundo real. Hay hombres muy malos. Sí, son monstruos; Dios sabe que tenemos monstruos humanos. No son fantasmas o vampiros u hombres lobo, sólo monstruos que son hombres, quienes son seres humanos. ___(Tn), te quiero. Tienes que saber eso. Te amo demasiado. Sé que tú crees en esto, pero no puede ser cierto. Podemos hablar con alguien que…
―¡Joseph, entraste aquí anoche, buscando bajo mi cama! Has dudado de algo desde que me conociste. Ahora, cuando te digo la verdad, explicándote sobre lo que te estás preguntando, sobre lo que estás viendo, ¡No me crees!
Él bajó sus ojos rápidamente, no queriendo que ella viera que sus palabras lo habían puesto incómodo repentinamente. Dios, sí, había visto demasiado. Y había más. Había sido perseguido demasiado a menudo durante las últimas noches. ¡Había tenido tantos sueños extraños!
Había soñado con la Guerra Civil.
Había soñado con el asesino.
Pero él era un hombre cuerdo y racional. Tenía que negar lo que ella estaba diciendo, o alguien los encerraría a ambos con llave y el asesino estaría libre para ir incluso a una borrachera de muerte más grande.
―___(Tn), no puedo posiblemente…
―¡Joseph! ―Tomó su cara entre sus dos manos, mirando seriamente en sus ojos. ―Esto no es tan absurdo como parece. ¿Por qué no? ¿Por qué no puede serlo? Quizás es como una enfermedad, una sobre la que no sabemos nada. Lo pasamos de uno a otro. No creo que ninguno de nosotros sepa realmente dónde o cuando exactamente comenzó todo, pero hace cientos y cientos de años por lo menos. ¡Joseph! ¿Tú crees en un Dios, en un Ser Supremo? ¿Crees en la bondad? Si hay bien, entonces hay mal, si el alma de un hombre puede elevarse al cielo, también puede ser entrampada en la tierra. Si hay ángeles, entonces hay demonios. Soy un vampiro. Y hay más.
―Pero si tales criaturas fueran reales, ___(Tn), ¡El mundo entero estaría poblado con vampiros! ―Joseph proclamó.
Ella agitó su cabeza, todavía tratando fuertemente de influir en él.
―No. Porque los vampiros pueden ser asesinados. Y porque, como te dije, hay reglas y hay leyes. En los tiempos antiguos, los hombres nos cazaban, nos mataban, a veces hasta casi aniquilarnos. Hemos aprendido a co-existir, al igual que los hombres co-existen con los tigres, los perros salvajes o los pumas. Las reglas entre nosotros son estrictas para que nosotros podamos sobrevivir. No tenemos permitido crear más de nosotros mismos más de dos veces durante un siglo. Si sólo lo hiciéramos despreocupadamente, nuestros números se hubieran incrementado en exceso hace mucho, por lo que, como dijiste, hubiera sido algo así como un duelo a la muerte, la aniquilación entre la humanidad y... ¡lo que sea que nosotros seamos! Si destruyéramos nuestro abastecimiento de alimentos ―esa alimentación que muchos de nosotros todavía ansían demasiado desesperadamente rechazar ―también falleceríamos todos. La mayoría de nosotros vivimos silenciosamente. Algunos están más involucrados en su elección de víctimas que otros. Te estaba diciendo la verdad antes ―que muchos de nosotros existimos, vivimos la vida día a día, y nadie sabe lo que somos, porque hemos aprendido a vivir sin matar a seres humanos. No estamos viviendo en el pasado. Es una edad y un momento técnico, un nuevo mundo, lo sabes.
Él negó con su cabeza.
―Claro, un nuevo mundo.
―Joseph, tienes que creerme. Te lo juro, te estoy diciendo la verdad.
―No creo en nada de esto. No puedo creer en nada de esto.
―Joseph, por favor, por favor, tienes que escucharme. Porque es la única manera que tienes de atrapar a tu asesino.
Él frunció el ceño.
―¿Tú sabes quién es el asesino?
Lo miró con gravedad.
―Sí.
―¿Y el asesino es un vampiro?
Se apartó de él con determinación, poniéndose de pie. Se quedó mirándole.
―Sí ―dijo tranquilamente.
Él alzó sus manos.
―Mi Dios. Te estás volviendo loca. Me estoy volviendo loco. Es así de simple.
―Joseph.
―No, no, tengo algunas preguntas ahora. Iremos a paso a paso. Me estás diciendo que eres realmente un vampiro.
―Sí. ―dijo sin alterarse.
―Así que, en realidad, tienes una fuerza increíble. En muchos sentidos. Podrías haberme matado en cualquier momento.
―Sí. ―susurró. ―Y... no.
―¿Qué?
―Podría hacerlo... pero no podría.
―Diablos, ___(Tn), ¿Qué significa eso?
―Tengo la fuerza, pero...
―¡Tienes la fuerza! ―También se puso de pie entonces, con los brazos cruzados sobre su pecho mientras la miraba fijamente, gritando ―demuéstralo. Haz algo. Tómame, entonces. Hazlo. Demuéstralo.―Avanzó sobre ella, con una mano sobre su pecho mientras la empujaba hacia atrás. La empujó, duro. Una vez, otra vez, otra vez.
―Joseph, para.
La agarró de sus hombros y la sacudió. Ella no protestó. Continuó mirándolo fijamente, con su cabeza cayendo hacia atrás. Dios, ¡Era tan hermosa! Todo que quería hacer era sostenerla.
Pero todo parecía tan loco repentinamente.
―¿El asesino es un vampiro?
―Sí.
―Ése es el motivo por el qué es tan increíblemente fuerte. Por qué no cayó cuando le disparé.
―Sí. Exactamente.
Asintió con la cabeza después de un momento.
―Un vampiro... Así que matar es rápido y fácil para él.
―Lo ha sido siempre ―reflexionó.
―¿Lo has conocido antes?
Ella asintió con la cabeza.
―¿Otro amante?
Negó con la cabeza enfáticamente.
―Lo odiaba desde la época en que lo conocí.
―Pero es increíblemente fuerte, porque es un vampiro.
―Sí.
―Así que, eso te haría increíblemente fuerte.
―Te dije…
―No, tú todavía no me has dicho nada. Así que, repito, tú podrías matarme. Rápidamente. Fácilmente.
―Joseph.
―Respóndeme. Podrías matarme. Con una torsión de tus dedos.
―Podría, pero no podría.
―¿Por qué no? ―Exigió ferozmente, con incredulidad en una situación que todavía parecía tener cierta verdad que causaba que su humor renaciera.
Pero aun así ella le devolvió la mirada igualmente.
―No puedo matarte, no puedo lastimarte, porque...
―¿Por qué?
―Porque te amo ―dijo suavemente.
Él se quedó en silencio, alejándose de ella. Se sentó al borde de la cama, mirándola fijamente, todavía negándose a creer. Estaba loco.
Y aun así...
Se sentía como si estuviera ardiendo. Confundido. Hubo cosas que sintió... que no deberían de ser. Era un hombre cuerdo. Se manejaba con locos en algunos momentos, pero era un policía, un buen policía, y se había enfrentado el mal antes, pero el mal de carne y sangre.
Carne y sangre normales.
―Así que, ¿Me quieres realmente?
―Sí. Sabes que sí.
―Estoy seguro de que es algo que has dicho antes. Con el paso de los años, por supuesto. ¿Solo, cuántos años tienes?
―Muchos.
―¿Cuándo naciste? ¿Cómo un vampiro? ¡Como un ser humano!
―En mil ochocientos veintiuno.
―Debes de estar usando un montón de crema de noche.
―Sabes que los vampiros no envejecen al mismo ritmo.
―¿Cómo puedo saber algo realmente? Necesito ayuda aquí ―dijo secamente. ―mil ochocientos veintiuno. Han pasado muchos años. Así que, en todo ese tiempo, ¿A cuántos hombres has amado?
Todavía le estaba mirando fijamente al mismo nivel. Como si ésta fuera una conversación regular y verdadera.
―Dos antes de ti ―le dijo. ―Excepto que el segundo no cuenta realmente.
―¿Oh? ¿Y por qué no?
―Porque creo que eras tú.
Joseph gimió y se hundió en la cama.
―¿Él era yo?
Ella asintió con la cabeza con gravedad, poniéndose de pie y caminando a su tocador donde agitó un globo de nieve de un príncipe y una princesa de Disney y lo dejó, mirando como las partículas brillantes dentro del globo se depositaban de nuevo. Entonces encontró sus ojos en el espejo.
―He estado en los alrededores durante un tiempo muy largo, Joseph. Honestamente. He visto mucha maldad, pero también he llegado a creer en cosas buenas. Pienso que a veces, cuando las vidas se ven interrumpidas muy pronto, las personas vuelven. En situaciones próximas y similares. Creo que tú eres el Joseph Jonas que conocí y que amé durante la Guerra Civil.
La miró, con su garganta seca, mientras pensaba en los extraños sueños que lo habían estado atormentando últimamente. Los sueños de cabalgar hacia la batalla, buscando la gloria...
La noche pasada.
Su loco deseo de hacer el amor en la escalera.
No.
―¿Quién fue tu primer amante? ―Él exigió cruelmente.
―El conde Alec DeVereaux. Nos conocimos cuando yo era muy joven.
―Lo amaste… ¿Y él te hizo esto?
Karely Jonatika
Re: "Bajo una Sangrienta Luna Roja (Joe&Tu)" [TERMINADA]
Vaciló, indecisa por primera vez.
―Lo quise, y creo que él me quiso. Y pienso que creyó tontamente que podría hacer las cosas correctamente entre nosotros. Hay un refrán grabado sobre una antigua lápida en Francia: “¡Y el amor te volverá libre!” ―Supongo que Alec creyó que mi amor por él cambiaría las cosas. Que podría recuperar su alma inmortal a través de mí. Kevin cree que Alec estaba convencido de la verdad del dicho.
―¡Ah, sí, Kevin! ―Joseph escupió. ―Así que —¿Este Kevin es también un vampiro?
―Sí.
―¿Y ha sobrevivido todo este tiempo?
―Mucho más tiempo que yo. Kevin es un antiguo. En cuanto a Alec...―Agitó su cabeza. ―Mi padre mató a Alec. Él estaba con un tatara―tatara―tatara ―muchos tatarabuelos, y algunos otros hombres. Pensaban que sabían lo que era Alec.
―Por lo que dices, lo sabían. Era un vampiro.
―Era un vampiro, pero no malvado.
―Lo que te hizo fue aparentemente malvado.
―Ya te he dicho…
Gimió con una repentina impaciencia.
―¡No me digas nada más! No creo en nada de esto.
___(Tn) caminó hacia él, sentándose a la moda india sobre la cama, enfrente de él.
―Joseph, tienes que creerme. Es la única manera en que puedes luchar contra el asesino.
―No debo de llevar una pistola. Debo llevar una estaca ―la interrogó escépticamente.
Hizo caso omiso de su tono, con el enfado en sus ojos mientras lo miraba.
―Bien ―la dijo, ―Necesito una estaca, ¿No? Hemos establecido que el asesino es un vampiro.
Ella vaciló, mirándolo. Luego dejó salir un largo suspiro.
―Sí, es un vampiro. Un asesino experto que ha hecho un arte del homicidio a través de los años. Es también Jack el Destripador.
Las cejas de Joseph se alzaron.
―Oh, Jesús, ___(Tn).
―No digas ___(Tn) en ese tono. Voy a empezar desde el principio y voy a tratar de ser concisa, y a tratar de conseguir que todo esto penetre a través de tu terca cabeza. Cuando era muy joven, me enamoré. Mi padre quería salvar a su hija así que mató a Alec, gastó su vida tratando de salvarme entonces. Inventó a una niña, y una manera para mí de volver a Nueva Orleans cada veinte años o así. Conocí a Kevin porque…
―¿Sí?
―Kevin es el rey.
―¡Rey! ―Joseph reiteró a través de los dientes apretados.
―Bien, eso es lo que es. Pero eso es irrelevante ahora. Era mi consejero; me enseñó las reglas. Cómo sobrevivir, cómo tener una vida, cómo guardar mi propiedad. He sido siempre M. Montgomery hasta ahora. Durante la Guerra Civil, conocí a Joseph Jonas, y no tuve el descaro de decirle qué era, pero le había prometido que después de la guerra le explicaría por qué no podía casarme con él. En una fiesta conocimos a un hombre, y supe que era uno de mi especie, excepto que él era cruel. Increíblemente cruel. Supe desde el principio que no quería nada relacionado con él, pero me persiguió. Mató descuidadamente, y lo peor, es que disfrutaba contaminando a los hombres.
―¿Contaminándolos?
―Te he contado acerca de contaminar a la gente. Hundiéndonos en sus cuellos con los dientes de sangre; no se mueren, no se hacen vampiros. Si un vampiro toma demasiada sangre de una víctima de esta manera, la víctima se muere, o él o ella se vuelven locos y empiezan a matar a otros.
―Oh, por supuesto ―Joseph murmuró.
―De todos modos, este vampiro mató despacio a la hija del Coronel Wynn, luego empezó con él. Destruyó al coronel. Wynn empezó a matar a soldados confederados heridos, convencido de que un soldado había seducido y matado su hija. Joseph Jonas fue detrás de Wynn, yo perseguí a Joseph... y Aaron Carter me persiguió a mí. Estaba tan desesperada que habría mantenido a Joseph vivo como un vampiro, excepto que era demasiado tarde.
Joseph pensaba que su cara debía de estar fija con una máscara permanente de incredulidad, de la misma manera que una máscara de plástico.
―Luego la guerra terminó, el tiempo pasó. ¿Aaron se convirtió en Jack el Destripador? ―Preguntó. ―Y Aaron es el asesino con el que peleé anoche.
Ella asintió con la cabeza.
―Me lo encontré de nuevo en Londres. Tenía que viajar por Europa tanto como por los Estados Unidos, ya ves. No envejecí, y tenía que permitir que cada nueva niña creciera.
―Por supuesto ―Joseph murmuró.
―Estaba en Londres, y me había hecho buena amiga de un médico y su esposa. ¿Recuerdas cuando te dije que pensaba que las personas vuelven cuando sus vidas son interrumpidas demasiado pronto?
―¿Qué?
―Bien, pienso que el doctor era tu compañero, Nicholas, y de paso, que Angie era Laura.
―Seguro, ¿Por qué no? ―Joseph dijo. ―Si vamos a creer en vampiros, bien podemos creer en la reencarnación.
―Sé que hay vampiros. No sé si la reencarnación es verdadera o no. Sólo sé que el mundo está lleno de almas, buenas, malvadas, y pienso que viejas y jóvenes.
―¿Y tú crees en Dios, ___(Tn)?
―Sí.
―¿Y estas maldita?
―No lo sé. Ruego que no. Puede ser que, incluso entre nosotros, todo tiene que ver con el concepto de libre albedrío y toma de decisiones. Y te ruego que no seas tan tonto como para no prestar atención a lo que te estoy diciendo, porque te estoy diciendo que, si Aaron no es frenado, más personas morirán. Más y más. Peter, el médico que era mi amigo en Londres, era un hombre con un increíble talento, determinado a ayudar en los barrios pobres de Whitechapel. Estábamos fuera una noche cuando vi a Aaron. Mantuvimos una pelea; Kevin intervino y nos ordenó que lo dejáramos. De todos modos... Laura, la esposa de Peter, estaba embarazada así que continué trabajando con Peter con el propósito de que ella pudiera descansar, y quedarse en la ciudad, fuera de la mugre y la enfermedad y el delito de la calle. Luego comenzaron los asesinatos de Whitechapel, y Peter empezó a tener bloqueos de memoria. Estaba convencido de que él era el asesino, y empecé a preguntármelo yo misma, porque desaparecía cada vez que había un homicidio y no podía encontrarlo. Y aparecía cubierto de sangre. Entonces...―Aspiró profundamente. ―Laura había estado enferma. Peter la encontró muerta después de uno de sus bloqueos. Se culpó a sí mismo, y... se suicidó. Fue la mañana después de que Mary Kelly fuera asesinada brutalmente. Estaba aturdida, caminando... Vi a Aaron. Y cuando lo enfrenté, descubrí que había estado matando a las prostitutas y haciendo a Peter pensar a propósito que él era un asesino. Él pensaba que era una broma increíble que la policía estuviera tan perpleja, y adoraba las listas de sospechosos. No sé cómo explicar a Aaron excepto que se cree un cazador... De la misma manera que un gato, quizás, un asesino a quien le gusta burlarse y torturar a su presa. Estaba tan enfadada que ataqué a Aaron, y lo lastimé, lo lastimé realmente. Lo habría matado entonces excepto porque Kevin me paró, porque, si lo hubiera matado, me habría enfrentado a la ejecución por mi propia especie. Incluso si Kevin no hubiera autorizado una vía ejecutiva formal, otros vampiros me habrían encontrado y me habrían matado. Podrían haber despreciado a Aaron y coincidido conmigo, pero ésa es la ley antigua. No tenemos permitido destruir a los de nuestra propia especie. Aunque Aaron estaba lastimado, muy lastimado. La clase de daño que probablemente ha tardado casi un siglo en curar. Pero es mejor ahora. Y está de regreso, fuerte, malvado, cruel. ¡Jack ha vuelto! ―Dijo muy suavemente, y lo miró. ―¿No comprendes a lo que te enfrentas, a qué clase de demonio? Jack está de regreso, y ésa es la verdad. Mi Dios, ¡Mira los asesinatos, mira sus víctimas! ¿Cuántos hombres podrían imitarle tan bien? Si te permites a ti mismo pensar en todo ello, te darás cuenta de que te estoy diciendo la simple e irrefutable verdad.
La verdad. Por supuesto, ella vio la incredulidad en sus ojos.
―___(Tn)...
―¡Oh, Dios! ―Gimió. ―Es cierto, Joseph. Es cierto. ¿Qué tendría que ocurrir para convencerte?
Estaba sentada delante de él, apareciendo de algún modo muy inocente y joven, incluso en su desnudez. Sus ojos eran líquidos, brillando en un hermoso dorado, su pelo estaba todavía salvaje alrededor de sus hombros; era tan perfecta y por tanto encantadora, que parecía increíble que pudiera estar contándole tal historia y que, mucho menos, pudiera creérsela.
Ahuecó su mejilla en su palma, besando sus labios ligeramente.
―Voy a darme una ducha. Vístete. Ve a trabajar ―le dijo. Se puso de pie, caminando hacia la ducha. Se sentía como si tropezara de la misma manera que un borracho. Se paró en la puerta del baño. ―Con un poco de suerte, podrían haber atrapado a este loco ya ―dijo.
Ella le daba la espalda. Larga, elegante, hermosa. Agitó su cabeza.
―No lo habrán atrapado. Lo sabes. Si le hubieran encontrado, te habrían llamado ya.
Tenía razón; lo sabía. Incluso si no hubiera dicho dónde podría estar, ellos lo habrían sabido.
Se metió en la ducha y dejó que el agua fría se desbordara sobre él. Se encontraba en una pesadilla, y tenía que despertar.
Cuando apareció, ___(Tn) estaba vestida, lista para el día de trabajo. Vestía un traje de color azul marino con una blusa de seda blanca y una corbata. Una indumentaria masculina nunca había parecido tan femenina, aunque ella era la sofisticada ahora, con su largo pelo rojo recogido en un ordenado moño.
―Hay café en la cocina ―le dijo, dejando el dormitorio mientras él se vestía.
Mientras esto ocurría, su ama de llaves, Peggy —rolliza, de mejillas sonrosadas —, parecida a la Sra. de Santa Claus —estaba en la cocina también. Le dio la bienvenida a Joseph agradablemente, le sirvió el café, y le ofreció un fresco y recién horneado panecillo.
___(Tn) estaba ahí también, bebiendo café y leyendo el periódico.
―¡Los periódicos dicen que casi atrapó a la bestia, Teniente Jonas! ―dijo Peggy. ―Usted lo atrapará, escuche mis palabras.
―Gracias por el voto de confianza, Peggy ―Joseph le dijo. ―Y por el panecillo. ___(Tn), ¿Estás lista?
Miró hacia arriba, asintió con la cabeza, depositó su taza, y se lo agradeció a Peggy también, diciéndole que no estaba segura si volvería esa noche o no. Peggy le advirtió que tuviera cuidado.
Mientras caminaban hacia el automóvil, Joseph preguntó sarcásticamente,
―¿Peggy es un vampiro también?
Lo cazó con una regia mirada furiosa.
―Por supuesto que no. Es mi ama de llaves, me cuida, y es estupenda. Alguien tiene que cuidar de un vampiro, ¿no?
―¡Ah! ¡Así que te protege en tus momentos más débiles!
___(Tn) hizo caso omiso de eso, deslizándose en el automóvil en el asiento del copiloto.
―La familia de Peggy ha cuidado de la Plantación Montgomery durante décadas ―dijo. ―No, no es un vampiro. Pero su padre trabajó para mí antes, y antes de eso, su abuela, y antes de eso…
―Ya capto la idea. ¿Tiene ella que atraer a los incautos para ti?
―No seas absurdo.
―¿Así que no es La Casa de las Sombras Oscuras, no? ¿Realizas tu misma tus propios robos en los bancos de sangre?
―Compro mi sangre, gracias.
―Como el que hace un viaje al centro comercial, ¿No?
Ella sonrío dulcemente.
―Debería morderte justo en el cuello.
Él se encogió de hombros. ¿Por qué estaba acosándola? ¿Estaba temeroso de que pudiera hacérselo creer? ¿Lo decía ella en serio, o él era el peor tonto de todos los hombres, o era ésta una broma enorme?
Estaban rígidos, sin hablar demasiado, hasta que se acercaron a la ciudad. Luego él se sintió obligado a advertirla de nuevo.
―___(Tn), ya no sé qué es real y lo que es irreal ―dijo, atrapando sus ojos en el espejo. ―Pero no quiero tener que preocuparme por ti en todo esto, por favor.
―Tienes que creer, Joseph. ¡Tienes que prometerme que pensarás en las cosas que te dije como en algo real!
―Muy bien. Pero prométeme que no tratarás de salvarme a mí o a cualquier otro. Tienes que alejarte del asesino, ya sea un hombre o un monstruo.
Sentada en silencio, bajó la vista a sus manos. Estaban casi en Empresas Montgomery. Detuvo el coche lo más cerca que pudo de la acera, aparcándolo de cualquier manera, para girarse y tomar sus manos para hablarla.
―Joseph, estoy tratando de ayudarte…
―¡___(Tn)! ―Protestó, agitando su cabeza y vacilando sólo por un minuto. ―___(Tn), te quiero. Lo que sea que vaya a pasar. Ya sea que tú estés loca, o que lo esté yo, o que todos nosotros estemos locos. Si quieres ayudarme, mantente segura.
Miró fijamente hacia delante, rígida y enfadada. Luego lo miró a él.
―Te estoy diciendo la verdad, Joseph.
―___(Tn), todo esto es tan loco. Las prostitutas están muertas, un proxeneta está muerto, y un cadáver está decapitado. No tiene sentido en absoluto…
―Sí. Lo tiene. Yo hice lo del cadáver ―dijo tranquilamente.
―¿Qué?
Sus ojos se trabaron con los suyos.
―Fui a la morgue, y decapité a Ray.
―¿Tú? ―Trató de imaginarla… llevando una sierra de hueso al cuello de un hombre.
Sus labios eran una línea ajustada y blanca.
―¿Una imagen espantosa, no? ¿Estás todavía seguro de que me quieres? ¿O estás tratando de no creer que podría ser cierto? Fui detrás de Ray. Estaba infectado. Eso debería de haber sido obvio. Le disparaste, y no cayó. Aaron había estado con él, y su sangre estaba afectada. Lo suficiente, por lo que él volvería. Ray estaba volviendo. No podía dejar a un hombre como él, suelto, con un poder inmortal.
Él estaba sentado en silencio, recordando cómo la había visto en la entrada de baño la mañana después de que Ray fuera asesinado. Era posible... No. Podría ser. ¿Había ido y vuelto?
―No lo creo ―dijo roncamente.
―No quieres creerme.
―Pero…
―Sí, Joseph, puedo desplazarme de la misma manera que la neblina, puedo cambiar de forma. Es la mente sobre la materia, casi como la telequinesis. Me supone un tremendo esfuerzo, y no puedo hacerlo a menudo, pero en fin, no he necesitado cambiar mucho últimamente. Piensa en esto. ¿Recuerdas cuando despertaste, y yo no estaba en la cama contigo? Te dejé y fui a la morgue. Ray estaba sobre una camilla ―lo estaban prepararlo para abrirlo. Él estaba listo para consumir la sangre de cada joven estudiante de medicina y de todos los viejos médicos y técnicos de allí. Aaron se había estado asegurando de decapitar a sus víctimas ―pero no había matado a Ray. Tu mataste a Ray, pero su sangre estaba infectada lo suficiente para traerlo de vuelta. Un hombre como Ray suelto en la ciudad...
―Vale ―la desafió. ―Haz memoria. Londres, 1888. Las víctimas del Destripador tenían sus gargantas seriamente cortadas ―algunas de ellas hasta el hueso ―¡Pero sus cabezas no fueron cortadas en realidad!
―Piensa en esto. Aaron estaba tratando de hacer creer a Peter que estaba loco. Había un montón de homicidios ocurriendo al mismo tiempo ―pero nada tan infame como los homicidios del Destripador. Pregunta a tu padre, el historiador. Se encontraron muchos torsos al borde del Támesis al mismo tiempo. Tú tienes que cortar las arterias. Te estoy diciendo una verdad absoluta, y tienes que creerme. Sabes que los hombres pueden ser monstruos, tú has visto a los asesinos. Has visto a hombres matar en un momento de pasión, en un momento de cólera. Tú has visto los resultados cuando un asesino tiene una mente enferma. Combina todo eso con una fuerza tremenda y una criatura que puede venir y marcharse a voluntad ―y tienes a Aaron. Es listo. Está dejando que estos cuerpos se exhiban tan horriblemente a propósito. Si hubiera querido mantener sus crímenes ocultos, estarían ocultos. Aaron sabe cómo deshacerse de sus sobras.
Joseph agitó su cabeza.
―Muy bien, tenemos prostitutas muertas, y a un proxeneta. Aaron, como dices. Pero Anthony Beale era un hombre, que usaba a esas pobres mujeres, que es lo mejor que podemos decir de él. Dice que tú le cortaste la cabeza a Ray. ¿También asesinaste a Anthony Beale? Pequeñas gotas de su sangre terminaban en tu puerta.
―No maté a Anthony Beale ―dijo serenamente. ―No asesiné a nadie. Ray ya estaba muerto. Sólo evité que volviera a la vida.
―Así que, ¿Quién mató a Beale?
Se fijó en sus manos otra vez, agitando su cabeza.
―Debe haber sido Aaron. O bien Beale le molestó en algo, o se cruzó en su camino.
―¿Y qué hay del viejo Rutger Leon? ¿Lo hiciste tú, o bien Aaron estaba en medio de una vena humanitaria?
Frunció el ceño, mirándolo.
―¿Rutger? ¿Rutger está muerto?
Ella estaba sinceramente sorprendida, Joseph determinó.
―El cuerpo de Rutger Leon fue encontrado ayer. Su torso y su cabeza, por lo menos.
Su gesto fruncido permanecía.
―¿Fueron encontrados… por separado?
―Sí.
―No puedo imaginar a Aaron matando a Rutger; lo habría disfrutado demasiado dejándolo vivo, atormentando a Callie.
―Bien, alguien lo mató.
―Yo no lo hice ―dijo, pareciendo exasperada. ―Te lo diría en este momento si lo hubiera hecho, ¿No? Especialmente debido a que no estás creyendo ni una palabra de lo que te digo de todos modos.
Se estiró y abrió la puerta del acompañante para que pudiera salir.
―Tengo que ir a trabajar. Tengo que ir y ver qué falta del cuerpo de Rutger. Luego voy a tener una reunión con el destacamento especial. ¿A propósito, debo comprar cruces para todos mis chicos?
―La tuya es muy bonita ―murmuró ásperamente.
―¿No te molesta?
―Siempre he adorado el arte religioso. Y adoro las iglesias. Kevin se está riendo de mí siempre. Rezo mucho.―Vaciló, luego dijo, ―Algunos vampiros pierden su fuerza con las cruces. No los pararán... Pero una cruz puede comprar un poco de tiempo. Y el agua bendita puede causar ardor... especialmente durante el día. Los vampiros son más débiles por el día.
―¿Y el ajo? ¿Verdad o mito?
Él vio que los músculos de su mandíbula se tensaban. No supo si se estaba burlando de ella o no, pero quería darle lo que ella consideraba que eran respuestas sinceras.
―Come mucho ajo. El ajo en la sangre hace que los vampiros enfermen como los perros.
―¿Y puedo matar a uno con una estaca de madera atravesando su corazón?
―Si tienes la oportunidad atravesar su corazón con una estaca de madera.
―¿O la decapitación?
―Sí, la decapitación mata a los vampiros.
―Genial―farfulló. ―Así tengo algo que poder darles a los chicos del destacamento cuando les diga que estamos buscando un vampiro. Justo antes de que me lancen fuera.
____(Tn) lo miró fijamente imperturbable.
―Te he mostrado todo ―dijo. ―He arriesgado mi existencia. Y todo lo que estás haciendo es burlándote de mí.
―No me estoy burlando de ti.
―No me estás escuchando.
―___(Tn), ¡Piensa en lo qué estás diciendo!
―Joseph.
―___(Tn), no me estoy burlando de ti, lo juro. De una manera o de otra, hay un asesino terrible ahí. Sólo tengo que ir a trabajar.
―Pero todavía no me crees. E ir a trabajar no te va a hacer ningún bien si no me crees.
Vaciló, mirando a través de la ventana frontal.
―No sé, ___(Tn), piensa en lo fantástico que parece todo.―Volvió su mirada hacia ella. ―Pero sé esto.
―¿Qué?
Sonrío con malicia.
―Todavía te quiero. Y sea lo que sea ese tipo, le tengo que atrapar. Para ti, para mí, para la parroquia de Nueva Orleans. Porque soy policía, y no podría vivir con la pérdida de éste. Y de nuevo, porque te quiero. Y vamos a tener algún tipo de futuro.
___(Tn) agitó su cabeza muy tristemente. Tocó su mejilla.
―Te quiero, Joseph. Pero no, no hay futuro. No a menos que tengas la suficiente confianza en mí para creerme.
Salió afuera del automóvil, e inmediatamente empezó a alejarse de él.
―¡___(Tn)!
Pero era demasiado tarde.
Ella no miró atrás.
―Lo quise, y creo que él me quiso. Y pienso que creyó tontamente que podría hacer las cosas correctamente entre nosotros. Hay un refrán grabado sobre una antigua lápida en Francia: “¡Y el amor te volverá libre!” ―Supongo que Alec creyó que mi amor por él cambiaría las cosas. Que podría recuperar su alma inmortal a través de mí. Kevin cree que Alec estaba convencido de la verdad del dicho.
―¡Ah, sí, Kevin! ―Joseph escupió. ―Así que —¿Este Kevin es también un vampiro?
―Sí.
―¿Y ha sobrevivido todo este tiempo?
―Mucho más tiempo que yo. Kevin es un antiguo. En cuanto a Alec...―Agitó su cabeza. ―Mi padre mató a Alec. Él estaba con un tatara―tatara―tatara ―muchos tatarabuelos, y algunos otros hombres. Pensaban que sabían lo que era Alec.
―Por lo que dices, lo sabían. Era un vampiro.
―Era un vampiro, pero no malvado.
―Lo que te hizo fue aparentemente malvado.
―Ya te he dicho…
Gimió con una repentina impaciencia.
―¡No me digas nada más! No creo en nada de esto.
___(Tn) caminó hacia él, sentándose a la moda india sobre la cama, enfrente de él.
―Joseph, tienes que creerme. Es la única manera en que puedes luchar contra el asesino.
―No debo de llevar una pistola. Debo llevar una estaca ―la interrogó escépticamente.
Hizo caso omiso de su tono, con el enfado en sus ojos mientras lo miraba.
―Bien ―la dijo, ―Necesito una estaca, ¿No? Hemos establecido que el asesino es un vampiro.
Ella vaciló, mirándolo. Luego dejó salir un largo suspiro.
―Sí, es un vampiro. Un asesino experto que ha hecho un arte del homicidio a través de los años. Es también Jack el Destripador.
Las cejas de Joseph se alzaron.
―Oh, Jesús, ___(Tn).
―No digas ___(Tn) en ese tono. Voy a empezar desde el principio y voy a tratar de ser concisa, y a tratar de conseguir que todo esto penetre a través de tu terca cabeza. Cuando era muy joven, me enamoré. Mi padre quería salvar a su hija así que mató a Alec, gastó su vida tratando de salvarme entonces. Inventó a una niña, y una manera para mí de volver a Nueva Orleans cada veinte años o así. Conocí a Kevin porque…
―¿Sí?
―Kevin es el rey.
―¡Rey! ―Joseph reiteró a través de los dientes apretados.
―Bien, eso es lo que es. Pero eso es irrelevante ahora. Era mi consejero; me enseñó las reglas. Cómo sobrevivir, cómo tener una vida, cómo guardar mi propiedad. He sido siempre M. Montgomery hasta ahora. Durante la Guerra Civil, conocí a Joseph Jonas, y no tuve el descaro de decirle qué era, pero le había prometido que después de la guerra le explicaría por qué no podía casarme con él. En una fiesta conocimos a un hombre, y supe que era uno de mi especie, excepto que él era cruel. Increíblemente cruel. Supe desde el principio que no quería nada relacionado con él, pero me persiguió. Mató descuidadamente, y lo peor, es que disfrutaba contaminando a los hombres.
―¿Contaminándolos?
―Te he contado acerca de contaminar a la gente. Hundiéndonos en sus cuellos con los dientes de sangre; no se mueren, no se hacen vampiros. Si un vampiro toma demasiada sangre de una víctima de esta manera, la víctima se muere, o él o ella se vuelven locos y empiezan a matar a otros.
―Oh, por supuesto ―Joseph murmuró.
―De todos modos, este vampiro mató despacio a la hija del Coronel Wynn, luego empezó con él. Destruyó al coronel. Wynn empezó a matar a soldados confederados heridos, convencido de que un soldado había seducido y matado su hija. Joseph Jonas fue detrás de Wynn, yo perseguí a Joseph... y Aaron Carter me persiguió a mí. Estaba tan desesperada que habría mantenido a Joseph vivo como un vampiro, excepto que era demasiado tarde.
Joseph pensaba que su cara debía de estar fija con una máscara permanente de incredulidad, de la misma manera que una máscara de plástico.
―Luego la guerra terminó, el tiempo pasó. ¿Aaron se convirtió en Jack el Destripador? ―Preguntó. ―Y Aaron es el asesino con el que peleé anoche.
Ella asintió con la cabeza.
―Me lo encontré de nuevo en Londres. Tenía que viajar por Europa tanto como por los Estados Unidos, ya ves. No envejecí, y tenía que permitir que cada nueva niña creciera.
―Por supuesto ―Joseph murmuró.
―Estaba en Londres, y me había hecho buena amiga de un médico y su esposa. ¿Recuerdas cuando te dije que pensaba que las personas vuelven cuando sus vidas son interrumpidas demasiado pronto?
―¿Qué?
―Bien, pienso que el doctor era tu compañero, Nicholas, y de paso, que Angie era Laura.
―Seguro, ¿Por qué no? ―Joseph dijo. ―Si vamos a creer en vampiros, bien podemos creer en la reencarnación.
―Sé que hay vampiros. No sé si la reencarnación es verdadera o no. Sólo sé que el mundo está lleno de almas, buenas, malvadas, y pienso que viejas y jóvenes.
―¿Y tú crees en Dios, ___(Tn)?
―Sí.
―¿Y estas maldita?
―No lo sé. Ruego que no. Puede ser que, incluso entre nosotros, todo tiene que ver con el concepto de libre albedrío y toma de decisiones. Y te ruego que no seas tan tonto como para no prestar atención a lo que te estoy diciendo, porque te estoy diciendo que, si Aaron no es frenado, más personas morirán. Más y más. Peter, el médico que era mi amigo en Londres, era un hombre con un increíble talento, determinado a ayudar en los barrios pobres de Whitechapel. Estábamos fuera una noche cuando vi a Aaron. Mantuvimos una pelea; Kevin intervino y nos ordenó que lo dejáramos. De todos modos... Laura, la esposa de Peter, estaba embarazada así que continué trabajando con Peter con el propósito de que ella pudiera descansar, y quedarse en la ciudad, fuera de la mugre y la enfermedad y el delito de la calle. Luego comenzaron los asesinatos de Whitechapel, y Peter empezó a tener bloqueos de memoria. Estaba convencido de que él era el asesino, y empecé a preguntármelo yo misma, porque desaparecía cada vez que había un homicidio y no podía encontrarlo. Y aparecía cubierto de sangre. Entonces...―Aspiró profundamente. ―Laura había estado enferma. Peter la encontró muerta después de uno de sus bloqueos. Se culpó a sí mismo, y... se suicidó. Fue la mañana después de que Mary Kelly fuera asesinada brutalmente. Estaba aturdida, caminando... Vi a Aaron. Y cuando lo enfrenté, descubrí que había estado matando a las prostitutas y haciendo a Peter pensar a propósito que él era un asesino. Él pensaba que era una broma increíble que la policía estuviera tan perpleja, y adoraba las listas de sospechosos. No sé cómo explicar a Aaron excepto que se cree un cazador... De la misma manera que un gato, quizás, un asesino a quien le gusta burlarse y torturar a su presa. Estaba tan enfadada que ataqué a Aaron, y lo lastimé, lo lastimé realmente. Lo habría matado entonces excepto porque Kevin me paró, porque, si lo hubiera matado, me habría enfrentado a la ejecución por mi propia especie. Incluso si Kevin no hubiera autorizado una vía ejecutiva formal, otros vampiros me habrían encontrado y me habrían matado. Podrían haber despreciado a Aaron y coincidido conmigo, pero ésa es la ley antigua. No tenemos permitido destruir a los de nuestra propia especie. Aunque Aaron estaba lastimado, muy lastimado. La clase de daño que probablemente ha tardado casi un siglo en curar. Pero es mejor ahora. Y está de regreso, fuerte, malvado, cruel. ¡Jack ha vuelto! ―Dijo muy suavemente, y lo miró. ―¿No comprendes a lo que te enfrentas, a qué clase de demonio? Jack está de regreso, y ésa es la verdad. Mi Dios, ¡Mira los asesinatos, mira sus víctimas! ¿Cuántos hombres podrían imitarle tan bien? Si te permites a ti mismo pensar en todo ello, te darás cuenta de que te estoy diciendo la simple e irrefutable verdad.
La verdad. Por supuesto, ella vio la incredulidad en sus ojos.
―___(Tn)...
―¡Oh, Dios! ―Gimió. ―Es cierto, Joseph. Es cierto. ¿Qué tendría que ocurrir para convencerte?
Estaba sentada delante de él, apareciendo de algún modo muy inocente y joven, incluso en su desnudez. Sus ojos eran líquidos, brillando en un hermoso dorado, su pelo estaba todavía salvaje alrededor de sus hombros; era tan perfecta y por tanto encantadora, que parecía increíble que pudiera estar contándole tal historia y que, mucho menos, pudiera creérsela.
Ahuecó su mejilla en su palma, besando sus labios ligeramente.
―Voy a darme una ducha. Vístete. Ve a trabajar ―le dijo. Se puso de pie, caminando hacia la ducha. Se sentía como si tropezara de la misma manera que un borracho. Se paró en la puerta del baño. ―Con un poco de suerte, podrían haber atrapado a este loco ya ―dijo.
Ella le daba la espalda. Larga, elegante, hermosa. Agitó su cabeza.
―No lo habrán atrapado. Lo sabes. Si le hubieran encontrado, te habrían llamado ya.
Tenía razón; lo sabía. Incluso si no hubiera dicho dónde podría estar, ellos lo habrían sabido.
Se metió en la ducha y dejó que el agua fría se desbordara sobre él. Se encontraba en una pesadilla, y tenía que despertar.
Cuando apareció, ___(Tn) estaba vestida, lista para el día de trabajo. Vestía un traje de color azul marino con una blusa de seda blanca y una corbata. Una indumentaria masculina nunca había parecido tan femenina, aunque ella era la sofisticada ahora, con su largo pelo rojo recogido en un ordenado moño.
―Hay café en la cocina ―le dijo, dejando el dormitorio mientras él se vestía.
Mientras esto ocurría, su ama de llaves, Peggy —rolliza, de mejillas sonrosadas —, parecida a la Sra. de Santa Claus —estaba en la cocina también. Le dio la bienvenida a Joseph agradablemente, le sirvió el café, y le ofreció un fresco y recién horneado panecillo.
___(Tn) estaba ahí también, bebiendo café y leyendo el periódico.
―¡Los periódicos dicen que casi atrapó a la bestia, Teniente Jonas! ―dijo Peggy. ―Usted lo atrapará, escuche mis palabras.
―Gracias por el voto de confianza, Peggy ―Joseph le dijo. ―Y por el panecillo. ___(Tn), ¿Estás lista?
Miró hacia arriba, asintió con la cabeza, depositó su taza, y se lo agradeció a Peggy también, diciéndole que no estaba segura si volvería esa noche o no. Peggy le advirtió que tuviera cuidado.
Mientras caminaban hacia el automóvil, Joseph preguntó sarcásticamente,
―¿Peggy es un vampiro también?
Lo cazó con una regia mirada furiosa.
―Por supuesto que no. Es mi ama de llaves, me cuida, y es estupenda. Alguien tiene que cuidar de un vampiro, ¿no?
―¡Ah! ¡Así que te protege en tus momentos más débiles!
___(Tn) hizo caso omiso de eso, deslizándose en el automóvil en el asiento del copiloto.
―La familia de Peggy ha cuidado de la Plantación Montgomery durante décadas ―dijo. ―No, no es un vampiro. Pero su padre trabajó para mí antes, y antes de eso, su abuela, y antes de eso…
―Ya capto la idea. ¿Tiene ella que atraer a los incautos para ti?
―No seas absurdo.
―¿Así que no es La Casa de las Sombras Oscuras, no? ¿Realizas tu misma tus propios robos en los bancos de sangre?
―Compro mi sangre, gracias.
―Como el que hace un viaje al centro comercial, ¿No?
Ella sonrío dulcemente.
―Debería morderte justo en el cuello.
Él se encogió de hombros. ¿Por qué estaba acosándola? ¿Estaba temeroso de que pudiera hacérselo creer? ¿Lo decía ella en serio, o él era el peor tonto de todos los hombres, o era ésta una broma enorme?
Estaban rígidos, sin hablar demasiado, hasta que se acercaron a la ciudad. Luego él se sintió obligado a advertirla de nuevo.
―___(Tn), ya no sé qué es real y lo que es irreal ―dijo, atrapando sus ojos en el espejo. ―Pero no quiero tener que preocuparme por ti en todo esto, por favor.
―Tienes que creer, Joseph. ¡Tienes que prometerme que pensarás en las cosas que te dije como en algo real!
―Muy bien. Pero prométeme que no tratarás de salvarme a mí o a cualquier otro. Tienes que alejarte del asesino, ya sea un hombre o un monstruo.
Sentada en silencio, bajó la vista a sus manos. Estaban casi en Empresas Montgomery. Detuvo el coche lo más cerca que pudo de la acera, aparcándolo de cualquier manera, para girarse y tomar sus manos para hablarla.
―Joseph, estoy tratando de ayudarte…
―¡___(Tn)! ―Protestó, agitando su cabeza y vacilando sólo por un minuto. ―___(Tn), te quiero. Lo que sea que vaya a pasar. Ya sea que tú estés loca, o que lo esté yo, o que todos nosotros estemos locos. Si quieres ayudarme, mantente segura.
Miró fijamente hacia delante, rígida y enfadada. Luego lo miró a él.
―Te estoy diciendo la verdad, Joseph.
―___(Tn), todo esto es tan loco. Las prostitutas están muertas, un proxeneta está muerto, y un cadáver está decapitado. No tiene sentido en absoluto…
―Sí. Lo tiene. Yo hice lo del cadáver ―dijo tranquilamente.
―¿Qué?
Sus ojos se trabaron con los suyos.
―Fui a la morgue, y decapité a Ray.
―¿Tú? ―Trató de imaginarla… llevando una sierra de hueso al cuello de un hombre.
Sus labios eran una línea ajustada y blanca.
―¿Una imagen espantosa, no? ¿Estás todavía seguro de que me quieres? ¿O estás tratando de no creer que podría ser cierto? Fui detrás de Ray. Estaba infectado. Eso debería de haber sido obvio. Le disparaste, y no cayó. Aaron había estado con él, y su sangre estaba afectada. Lo suficiente, por lo que él volvería. Ray estaba volviendo. No podía dejar a un hombre como él, suelto, con un poder inmortal.
Él estaba sentado en silencio, recordando cómo la había visto en la entrada de baño la mañana después de que Ray fuera asesinado. Era posible... No. Podría ser. ¿Había ido y vuelto?
―No lo creo ―dijo roncamente.
―No quieres creerme.
―Pero…
―Sí, Joseph, puedo desplazarme de la misma manera que la neblina, puedo cambiar de forma. Es la mente sobre la materia, casi como la telequinesis. Me supone un tremendo esfuerzo, y no puedo hacerlo a menudo, pero en fin, no he necesitado cambiar mucho últimamente. Piensa en esto. ¿Recuerdas cuando despertaste, y yo no estaba en la cama contigo? Te dejé y fui a la morgue. Ray estaba sobre una camilla ―lo estaban prepararlo para abrirlo. Él estaba listo para consumir la sangre de cada joven estudiante de medicina y de todos los viejos médicos y técnicos de allí. Aaron se había estado asegurando de decapitar a sus víctimas ―pero no había matado a Ray. Tu mataste a Ray, pero su sangre estaba infectada lo suficiente para traerlo de vuelta. Un hombre como Ray suelto en la ciudad...
―Vale ―la desafió. ―Haz memoria. Londres, 1888. Las víctimas del Destripador tenían sus gargantas seriamente cortadas ―algunas de ellas hasta el hueso ―¡Pero sus cabezas no fueron cortadas en realidad!
―Piensa en esto. Aaron estaba tratando de hacer creer a Peter que estaba loco. Había un montón de homicidios ocurriendo al mismo tiempo ―pero nada tan infame como los homicidios del Destripador. Pregunta a tu padre, el historiador. Se encontraron muchos torsos al borde del Támesis al mismo tiempo. Tú tienes que cortar las arterias. Te estoy diciendo una verdad absoluta, y tienes que creerme. Sabes que los hombres pueden ser monstruos, tú has visto a los asesinos. Has visto a hombres matar en un momento de pasión, en un momento de cólera. Tú has visto los resultados cuando un asesino tiene una mente enferma. Combina todo eso con una fuerza tremenda y una criatura que puede venir y marcharse a voluntad ―y tienes a Aaron. Es listo. Está dejando que estos cuerpos se exhiban tan horriblemente a propósito. Si hubiera querido mantener sus crímenes ocultos, estarían ocultos. Aaron sabe cómo deshacerse de sus sobras.
Joseph agitó su cabeza.
―Muy bien, tenemos prostitutas muertas, y a un proxeneta. Aaron, como dices. Pero Anthony Beale era un hombre, que usaba a esas pobres mujeres, que es lo mejor que podemos decir de él. Dice que tú le cortaste la cabeza a Ray. ¿También asesinaste a Anthony Beale? Pequeñas gotas de su sangre terminaban en tu puerta.
―No maté a Anthony Beale ―dijo serenamente. ―No asesiné a nadie. Ray ya estaba muerto. Sólo evité que volviera a la vida.
―Así que, ¿Quién mató a Beale?
Se fijó en sus manos otra vez, agitando su cabeza.
―Debe haber sido Aaron. O bien Beale le molestó en algo, o se cruzó en su camino.
―¿Y qué hay del viejo Rutger Leon? ¿Lo hiciste tú, o bien Aaron estaba en medio de una vena humanitaria?
Frunció el ceño, mirándolo.
―¿Rutger? ¿Rutger está muerto?
Ella estaba sinceramente sorprendida, Joseph determinó.
―El cuerpo de Rutger Leon fue encontrado ayer. Su torso y su cabeza, por lo menos.
Su gesto fruncido permanecía.
―¿Fueron encontrados… por separado?
―Sí.
―No puedo imaginar a Aaron matando a Rutger; lo habría disfrutado demasiado dejándolo vivo, atormentando a Callie.
―Bien, alguien lo mató.
―Yo no lo hice ―dijo, pareciendo exasperada. ―Te lo diría en este momento si lo hubiera hecho, ¿No? Especialmente debido a que no estás creyendo ni una palabra de lo que te digo de todos modos.
Se estiró y abrió la puerta del acompañante para que pudiera salir.
―Tengo que ir a trabajar. Tengo que ir y ver qué falta del cuerpo de Rutger. Luego voy a tener una reunión con el destacamento especial. ¿A propósito, debo comprar cruces para todos mis chicos?
―La tuya es muy bonita ―murmuró ásperamente.
―¿No te molesta?
―Siempre he adorado el arte religioso. Y adoro las iglesias. Kevin se está riendo de mí siempre. Rezo mucho.―Vaciló, luego dijo, ―Algunos vampiros pierden su fuerza con las cruces. No los pararán... Pero una cruz puede comprar un poco de tiempo. Y el agua bendita puede causar ardor... especialmente durante el día. Los vampiros son más débiles por el día.
―¿Y el ajo? ¿Verdad o mito?
Él vio que los músculos de su mandíbula se tensaban. No supo si se estaba burlando de ella o no, pero quería darle lo que ella consideraba que eran respuestas sinceras.
―Come mucho ajo. El ajo en la sangre hace que los vampiros enfermen como los perros.
―¿Y puedo matar a uno con una estaca de madera atravesando su corazón?
―Si tienes la oportunidad atravesar su corazón con una estaca de madera.
―¿O la decapitación?
―Sí, la decapitación mata a los vampiros.
―Genial―farfulló. ―Así tengo algo que poder darles a los chicos del destacamento cuando les diga que estamos buscando un vampiro. Justo antes de que me lancen fuera.
____(Tn) lo miró fijamente imperturbable.
―Te he mostrado todo ―dijo. ―He arriesgado mi existencia. Y todo lo que estás haciendo es burlándote de mí.
―No me estoy burlando de ti.
―No me estás escuchando.
―___(Tn), ¡Piensa en lo qué estás diciendo!
―Joseph.
―___(Tn), no me estoy burlando de ti, lo juro. De una manera o de otra, hay un asesino terrible ahí. Sólo tengo que ir a trabajar.
―Pero todavía no me crees. E ir a trabajar no te va a hacer ningún bien si no me crees.
Vaciló, mirando a través de la ventana frontal.
―No sé, ___(Tn), piensa en lo fantástico que parece todo.―Volvió su mirada hacia ella. ―Pero sé esto.
―¿Qué?
Sonrío con malicia.
―Todavía te quiero. Y sea lo que sea ese tipo, le tengo que atrapar. Para ti, para mí, para la parroquia de Nueva Orleans. Porque soy policía, y no podría vivir con la pérdida de éste. Y de nuevo, porque te quiero. Y vamos a tener algún tipo de futuro.
___(Tn) agitó su cabeza muy tristemente. Tocó su mejilla.
―Te quiero, Joseph. Pero no, no hay futuro. No a menos que tengas la suficiente confianza en mí para creerme.
Salió afuera del automóvil, e inmediatamente empezó a alejarse de él.
―¡___(Tn)!
Pero era demasiado tarde.
Ella no miró atrás.
Karely Jonatika
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