Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
EL MARQUÉS DESNUDO-nick & tu- adaptacion TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 11 de 15. • Comparte
Página 11 de 15. • 1 ... 7 ... 10, 11, 12, 13, 14, 15
Re: EL MARQUÉS DESNUDO-nick & tu- adaptacion TERMINADA
hola chicas
bienvenidas alas new lectoras y espero que les
guste luego subo cap y les dejo
un link para ke lean una nove de mi hermana
siii
https://onlywn.activoforo.com/t5992-i-hope-be-fine-nick-y-tu#436906
bueno eso kuantos cap kieren???
bienvenidas alas new lectoras y espero que les
guste luego subo cap y les dejo
un link para ke lean una nove de mi hermana
siii
https://onlywn.activoforo.com/t5992-i-hope-be-fine-nick-y-tu#436906
bueno eso kuantos cap kieren???
Pily....
Re: EL MARQUÉS DESNUDO-nick & tu- adaptacion TERMINADA
siguela mmm en cuanto a los capitulos que te parece si pones 3 :D
angie.lore6
Re: EL MARQUÉS DESNUDO-nick & tu- adaptacion TERMINADA
ya chikas les subire entonses unos tres!!!!!!
Pily....
Re: EL MARQUÉS DESNUDO-nick & tu- adaptacion TERMINADA
CA!!! 35
(parte un poco hot... según yo xD)
______ se escabulló a su cuarto tan pronto como pudo. Las charadas no habían tenido éxito. Tras examinar los papelitos para ver qué otros títulos había escogido su tía, Nick había declarado que todos eran indecorosos. Lady Beatrice había manifestado su desacuerdo y ambos habían salido al corredor a discutir el asunto. No bien la cola del vestido color mora y anaranjado de Lady Beatrice hubo traspasado el umbral, los hombres huyeron hacia el salón de billar. Para cuando Lady Beatrice y Nick regresaron, el grupo de invitados estaba severamente diezmado. Desgraciadamente, el señor Stockley no era uno de los que se habían marchado. Seguía revoloteando cerca de ______, lo cual enfurecía a Nick. Aunque a _______ no le agradaba el señor Stockley, se dio cuenta de que las disputas verbales constantes le agradaban menos aún. Al quinto comentario mordaz de Nick, ella ya tenía dolor de cabeza.
Y ahora no encontraba su camisón. Revisó el armario una vez más, aunque era muy poco probable que no hubiese mirado bien la vez anterior. Tenía un guardarropa muy reducido: no había sitio para que un camisón errante se escondiera. No podía estar en el armario.
Pues bien, no pensaba dormir con el vestido puesto. Pasaría la noche en combinación.
Por lo menos su cepillo no se había ido otra vez a pasear por ahí. Se sentó frente al tocador y empezó a soltarse el pelo. Miró la puerta que conectaba su habitación con la de Nick. ¿Cómo había terminado su cepillo entre los papeles de él? ¿Era posible que también su camisón estuviese ahora allí?
La idea hizo que su piel floreciese con una tonalidad rojo fuego. No le iba a hacer falta el camisón para no sentir frío esa noche. En ese momento incluso la combinación le resultaba de demasiado abrigo.
Se miró largamente al espejo y un mal pensamiento se instaló en su mente.
¿Y si esa noche no usaba la combinación? ¿Y si dormía cubierta tan solo por las sábanas? Nadie se enteraría.
Empezó a sentir en la piel un cosquilleo muy extraño.
Tenía veintiséis años. Era una mujer adulta. Si se le ocurría pavonearse por su alcoba tan desnuda como había llegado al mundo, ¿quién podría oponerse? Ni siquiera tenía una doncella que pudiera escandalizarse.
Antes de perder el valor se puso de pie y se quitó la combinación. El aire nocturno le puso la piel de gallina en los brazos e hizo que sus pezones se endurecieran como pequeños guijarros.
Se dejó caer nuevamente en la silla. El tapizado de seda se notaba fresco contra sus nalgas: ligeramente resbaladizo, suave pero con un levísimo toque áspero. Se estremeció, irguiéndose en la silla.
Tomó su cepillo, concentrándose en deslizarlo por el cabello largo y rizado. Al principio miraba al frente, la vista fija en los ojos que le devolvía el espejo, tratando de ignorar el resto del reflejo como si se fuese a quedar petrificada si se permitía mirar su propio cuerpo.
No le hacía falta mirar. Sentía. Cerró los ojos, concentrándose en las nuevas sensaciones: el fuego que entibiaba su piel; su cabello resbalando sobre los hombros, acariciándole los senos, haciéndole cosquillas en los pezones; la… libertad de su cuerpo mientras se movía, sin estar limitado por el más leve roce de tela.
Sentía los pechos más grandes, más sensibles, los pezones anhelantes. Otra parte de ella también estaba anhelante. Las sensaciones eran casi demasiado intensas. Jadeó, abriendo los ojos.
En el espejo vio cabello rizado color rubio oscuro y vislumbró su piel desnuda. Reunió la mata de cabello en sus manos y la sostuvo recogida para poder mirarse. Vio que junto con los brazos se elevaban sus pechos. Eran grandes, dorados por el resplandor del fuego, con pezones redondos e insoportablemente duros.
Sabía que a los hombres les gustaban. No había crecido en un convento: había sorprendido a más de uno mirándole esa parte del cuerpo. No le gustaba que se la comieran con los ojos. Elegía vestidos con cuello alto como convenía a la hija de un párroco. Echó una ojeada al armario. Bueno, el traje de baile de satén azul era la única excepción y nunca lo había usado en público. ¿Se atrevería a estrenarlo para el baile?
¿Le gustaría a Nick? Tenía un canesú tan pequeño que a él sólo le llevaría un instante bajárselo hasta la cintura.
Dejó caer el cabello. Tras un instante de vacilación, tomó sus pechos en las manos, levantándolos, sintiendo su peso. Nick lo había hecho la noche en que le había cepillado el cabello, pero entonces ella llevaba camisón. Él le había tocado la piel desnuda junto al lago. La había visto con toda claridad a la luz de la mañana. Le había puesto su boca, su lengua, sobre los pezones.
Sintió humedad entre las piernas y se levantó de un salto. No quería manchar el hermoso asiento de seda.
Miró la combinación que, por esa noche, había desechado. No sentía frío en absoluto. No iba a usarla. Se metió en la cama, se quitó las gafas y apagó la vela.
No podía ponerse cómoda. Hacía un momento había notado que sus pechos estaban especialmente sensibles, pero ahora sentía una sensibilidad parecida al dolor en todo su cuerpo. Si se estiraba de espaldas, sentía la fricción de las sábanas contra los pezones y las nalgas. Extendía las piernas y percibía entre ellas el profundo latido de la necesidad. El vacío y la avidez la consumían. Se puso de costado, pero la sensación de dolor no desaparecía. Boca abajo era aún peor: deseaba frotarse contra la cama. Sentía tanto calor, estaba ardiendo. Febril.
Si se tocaba donde el anhelo era más intenso, donde la había tocado Nick, ¿se curaría?
No. No podía hacer eso. Le escandalizaba demasiado… aunque era discutible qué podía escandalizar demasiado a una solterona llena de lujuria como ella, retorciéndose desnuda en su cama. Aun así, mantuvo las manos bien metidas debajo de la almohada y trató de dormir.
Consiguió dormitar. Soñaba con Nick desnudo junto al lago. Con sus hombros. Los músculos de sus brazos. Su pecho, salpicado de vello rizado y castaño claro que formaba una línea hasta el ombligo, y continuaba debajo de la toalla. Y entonces… despertaba, frustrada. Su imaginación no podía proporcionar los detalles de lo que aquella toalla había mantenido oculto.
Tras despertar de golpe cinco o seis veces, se dio por vencida. Quizás si se ponía la combinación, podría apagar ese fuego que estaba haciendo estragos en su cuerpo.
Estaba buscando sus gafas cuando oyó un crujido y luego un sonido como si se raspase algo. Se incorporó en la cama, tirando de las sábanas para cubrirse. Algo se movía en el otro lado de la habitación. Algo blanco emergía de la pared…
Intentó llenar de aire sus pulmones. Gritó tan alto como pudo, pero a ella no le sonó fuerte en absoluto. Después se sumergió bajo las mantas y empezó a rezar como la hija buena de un párroco que había sido alguna vez y que prometió volver a ser si solamente sobrevivía a aquella noche.
Nick dejó el libro a un lado. Había leído la misma página al menos veinte veces. Al final reconoció que esa noche no iba a entenderlo.
¿Qué diablos habría estado haciendo Stockley con ______ en la galería larga esa tarde? Y además se había pasado toda la noche rondándola. Al menos ella no había mostrado indicio alguno de disfrutar de las atenciones de ese hombre.
Más le valía que no las disfrutase. Ella era suya. Sólo necesitaba hacer que admitiese ese hecho.
Volvió a mirar la puerta comunicadora. Dios, le encantaría ir ahora mismo adonde estaba ella. Necesitaba verla. Hablarle. Abrazarla. Necesitaba…
Se movió cambiando de posición. Iba a tener que ir a darse otro chapuzón en el lago. Jamás conseguiría dormir en ese estado de excitación. Demonios, ni siquiera estaba seguro de poder abotonarse los pantalones. Tenía que convencer a ______ de casarse con él antes de que cierto órgano estallase… y con él, toda esperanza de continuación para el linaje de los Draysmith.
Se incorporó y sacó las piernas de la cama, con un estremecimiento. Nunca había estado en un estado tan doloroso. Tenía que aliviarse pronto. En la posada local había mujeres complacientes. Nan se ocuparía de él: había pagado sus servicios antes. Pero no quería hacer una visita a «El Hombre Verde».
En honor a la verdad, la idea de llevar a la cama a cualquier otra que no fuese ______ no le resultaba en absoluto tentadora. No, tendría que irse al lago. ______ lo había arruinado. Si ella no se casaba con él, se enfrentaba a la perspectiva de una larga e incómoda vida llena de chapuzones nocturnos.
Iba a coger sus pantalones cuando oyó un extraño ruido que provenía de la habitación de ______. Se quedó inmóvil, con el corazón palpitante. Había oído antes ese ruido apagado, durante la guerra. Las mujeres que estaban demasiado aterrorizadas para llenar de aire sus pulmones y gritar con fuerza hacían ese ruido.
Salió precipitadamente de la cama, ignorando sus pantalones y tomando en su lugar el candelabro. Necesitaba ver al enemigo, y, si era necesario, el pesado candelabro de latón dejaría una buena marca en la cabeza de un hombre.
Abrió de un empujón la puerta comunicadora, sosteniendo en alto la vela. Nadie. Registró la habitación entera. No vio a nadie, ni siquiera a ______. Se acercó a la cama. Había un gran bulto en el medio, debajo de las sábanas. Con cautela cogió un extremo y las arrancó con un solo movimiento veloz.
Había encontrado a ______. Estaba hecha un ovillo, con la cabeza hundida entre las manos, su glorioso cabello desplegado a su alrededor y su precioso, blanco y suave trasero desnudo.
Dios, había empezado a jadear.
______ tomó aire y se levantó de un salto, retorciéndose para girar la cabeza hacia él.
Él ya ni siquiera podía jadear. No podía respirar. Miró sus senos generosos que se movían junto con su cuerpo y la boca se le secó tanto como se le endureció otra parte del cuerpo. [:cara_diablo:]
Le había visto el pecho junto al lago, pero esto era mucho mejor. Sus ojos siguieron la larga línea del cuello, las delicadas clavículas, la exquisita trayectoria de sus pechos níveos, sus esbeltas costillas.
—¿______? —dijo con voz ronca.
—¿Nick? —Alargó la mano para coger sus gafas—. Estás desnudo.
—Eh… tú también, cariño.
Dios, los ojos de ella ya no le miraban la cara. Estaban fijos en su parte más obviamente masculina. Muy obvia y muy masculina en ese momento. [:cara_diablo::cara_diablo:]
—¿Era eso lo que estaba debajo de la toalla esta mañana?
—Sí. —Nick reprimió una risa ligeramente histérica—. Por lo general lo llevo conmigo.
—¿Pero cómo entra en tus pantalones?
—Se pliega para guardarlo [oajoajajoajoa xD]. —Nick puso cuidadosamente el candelabro sobre la mesa de noche. Tragó saliva de nuevo, y con voz ligeramente temblorosa preguntó—. ¿Te gustaría tocarlo?
______ dudó, con evidente curiosidad.
—¿Puedo?
—Por favor.
Alargó la mano con cautela. Él vio acercarse sus dedos pequeños y cerró los ojos por un momento mientras sentía un roce como de alas de mariposa. Era delicioso, pero demasiado fugaz.
—¿Todos los hombres tienen estos… estos apéndices?
(parte un poco hot... según yo xD)
______ se escabulló a su cuarto tan pronto como pudo. Las charadas no habían tenido éxito. Tras examinar los papelitos para ver qué otros títulos había escogido su tía, Nick había declarado que todos eran indecorosos. Lady Beatrice había manifestado su desacuerdo y ambos habían salido al corredor a discutir el asunto. No bien la cola del vestido color mora y anaranjado de Lady Beatrice hubo traspasado el umbral, los hombres huyeron hacia el salón de billar. Para cuando Lady Beatrice y Nick regresaron, el grupo de invitados estaba severamente diezmado. Desgraciadamente, el señor Stockley no era uno de los que se habían marchado. Seguía revoloteando cerca de ______, lo cual enfurecía a Nick. Aunque a _______ no le agradaba el señor Stockley, se dio cuenta de que las disputas verbales constantes le agradaban menos aún. Al quinto comentario mordaz de Nick, ella ya tenía dolor de cabeza.
Y ahora no encontraba su camisón. Revisó el armario una vez más, aunque era muy poco probable que no hubiese mirado bien la vez anterior. Tenía un guardarropa muy reducido: no había sitio para que un camisón errante se escondiera. No podía estar en el armario.
Pues bien, no pensaba dormir con el vestido puesto. Pasaría la noche en combinación.
Por lo menos su cepillo no se había ido otra vez a pasear por ahí. Se sentó frente al tocador y empezó a soltarse el pelo. Miró la puerta que conectaba su habitación con la de Nick. ¿Cómo había terminado su cepillo entre los papeles de él? ¿Era posible que también su camisón estuviese ahora allí?
La idea hizo que su piel floreciese con una tonalidad rojo fuego. No le iba a hacer falta el camisón para no sentir frío esa noche. En ese momento incluso la combinación le resultaba de demasiado abrigo.
Se miró largamente al espejo y un mal pensamiento se instaló en su mente.
¿Y si esa noche no usaba la combinación? ¿Y si dormía cubierta tan solo por las sábanas? Nadie se enteraría.
Empezó a sentir en la piel un cosquilleo muy extraño.
Tenía veintiséis años. Era una mujer adulta. Si se le ocurría pavonearse por su alcoba tan desnuda como había llegado al mundo, ¿quién podría oponerse? Ni siquiera tenía una doncella que pudiera escandalizarse.
Antes de perder el valor se puso de pie y se quitó la combinación. El aire nocturno le puso la piel de gallina en los brazos e hizo que sus pezones se endurecieran como pequeños guijarros.
Se dejó caer nuevamente en la silla. El tapizado de seda se notaba fresco contra sus nalgas: ligeramente resbaladizo, suave pero con un levísimo toque áspero. Se estremeció, irguiéndose en la silla.
Tomó su cepillo, concentrándose en deslizarlo por el cabello largo y rizado. Al principio miraba al frente, la vista fija en los ojos que le devolvía el espejo, tratando de ignorar el resto del reflejo como si se fuese a quedar petrificada si se permitía mirar su propio cuerpo.
No le hacía falta mirar. Sentía. Cerró los ojos, concentrándose en las nuevas sensaciones: el fuego que entibiaba su piel; su cabello resbalando sobre los hombros, acariciándole los senos, haciéndole cosquillas en los pezones; la… libertad de su cuerpo mientras se movía, sin estar limitado por el más leve roce de tela.
Sentía los pechos más grandes, más sensibles, los pezones anhelantes. Otra parte de ella también estaba anhelante. Las sensaciones eran casi demasiado intensas. Jadeó, abriendo los ojos.
En el espejo vio cabello rizado color rubio oscuro y vislumbró su piel desnuda. Reunió la mata de cabello en sus manos y la sostuvo recogida para poder mirarse. Vio que junto con los brazos se elevaban sus pechos. Eran grandes, dorados por el resplandor del fuego, con pezones redondos e insoportablemente duros.
Sabía que a los hombres les gustaban. No había crecido en un convento: había sorprendido a más de uno mirándole esa parte del cuerpo. No le gustaba que se la comieran con los ojos. Elegía vestidos con cuello alto como convenía a la hija de un párroco. Echó una ojeada al armario. Bueno, el traje de baile de satén azul era la única excepción y nunca lo había usado en público. ¿Se atrevería a estrenarlo para el baile?
¿Le gustaría a Nick? Tenía un canesú tan pequeño que a él sólo le llevaría un instante bajárselo hasta la cintura.
Dejó caer el cabello. Tras un instante de vacilación, tomó sus pechos en las manos, levantándolos, sintiendo su peso. Nick lo había hecho la noche en que le había cepillado el cabello, pero entonces ella llevaba camisón. Él le había tocado la piel desnuda junto al lago. La había visto con toda claridad a la luz de la mañana. Le había puesto su boca, su lengua, sobre los pezones.
Sintió humedad entre las piernas y se levantó de un salto. No quería manchar el hermoso asiento de seda.
Miró la combinación que, por esa noche, había desechado. No sentía frío en absoluto. No iba a usarla. Se metió en la cama, se quitó las gafas y apagó la vela.
No podía ponerse cómoda. Hacía un momento había notado que sus pechos estaban especialmente sensibles, pero ahora sentía una sensibilidad parecida al dolor en todo su cuerpo. Si se estiraba de espaldas, sentía la fricción de las sábanas contra los pezones y las nalgas. Extendía las piernas y percibía entre ellas el profundo latido de la necesidad. El vacío y la avidez la consumían. Se puso de costado, pero la sensación de dolor no desaparecía. Boca abajo era aún peor: deseaba frotarse contra la cama. Sentía tanto calor, estaba ardiendo. Febril.
Si se tocaba donde el anhelo era más intenso, donde la había tocado Nick, ¿se curaría?
No. No podía hacer eso. Le escandalizaba demasiado… aunque era discutible qué podía escandalizar demasiado a una solterona llena de lujuria como ella, retorciéndose desnuda en su cama. Aun así, mantuvo las manos bien metidas debajo de la almohada y trató de dormir.
Consiguió dormitar. Soñaba con Nick desnudo junto al lago. Con sus hombros. Los músculos de sus brazos. Su pecho, salpicado de vello rizado y castaño claro que formaba una línea hasta el ombligo, y continuaba debajo de la toalla. Y entonces… despertaba, frustrada. Su imaginación no podía proporcionar los detalles de lo que aquella toalla había mantenido oculto.
Tras despertar de golpe cinco o seis veces, se dio por vencida. Quizás si se ponía la combinación, podría apagar ese fuego que estaba haciendo estragos en su cuerpo.
Estaba buscando sus gafas cuando oyó un crujido y luego un sonido como si se raspase algo. Se incorporó en la cama, tirando de las sábanas para cubrirse. Algo se movía en el otro lado de la habitación. Algo blanco emergía de la pared…
Intentó llenar de aire sus pulmones. Gritó tan alto como pudo, pero a ella no le sonó fuerte en absoluto. Después se sumergió bajo las mantas y empezó a rezar como la hija buena de un párroco que había sido alguna vez y que prometió volver a ser si solamente sobrevivía a aquella noche.
Nick dejó el libro a un lado. Había leído la misma página al menos veinte veces. Al final reconoció que esa noche no iba a entenderlo.
¿Qué diablos habría estado haciendo Stockley con ______ en la galería larga esa tarde? Y además se había pasado toda la noche rondándola. Al menos ella no había mostrado indicio alguno de disfrutar de las atenciones de ese hombre.
Más le valía que no las disfrutase. Ella era suya. Sólo necesitaba hacer que admitiese ese hecho.
Volvió a mirar la puerta comunicadora. Dios, le encantaría ir ahora mismo adonde estaba ella. Necesitaba verla. Hablarle. Abrazarla. Necesitaba…
Se movió cambiando de posición. Iba a tener que ir a darse otro chapuzón en el lago. Jamás conseguiría dormir en ese estado de excitación. Demonios, ni siquiera estaba seguro de poder abotonarse los pantalones. Tenía que convencer a ______ de casarse con él antes de que cierto órgano estallase… y con él, toda esperanza de continuación para el linaje de los Draysmith.
Se incorporó y sacó las piernas de la cama, con un estremecimiento. Nunca había estado en un estado tan doloroso. Tenía que aliviarse pronto. En la posada local había mujeres complacientes. Nan se ocuparía de él: había pagado sus servicios antes. Pero no quería hacer una visita a «El Hombre Verde».
En honor a la verdad, la idea de llevar a la cama a cualquier otra que no fuese ______ no le resultaba en absoluto tentadora. No, tendría que irse al lago. ______ lo había arruinado. Si ella no se casaba con él, se enfrentaba a la perspectiva de una larga e incómoda vida llena de chapuzones nocturnos.
Iba a coger sus pantalones cuando oyó un extraño ruido que provenía de la habitación de ______. Se quedó inmóvil, con el corazón palpitante. Había oído antes ese ruido apagado, durante la guerra. Las mujeres que estaban demasiado aterrorizadas para llenar de aire sus pulmones y gritar con fuerza hacían ese ruido.
Salió precipitadamente de la cama, ignorando sus pantalones y tomando en su lugar el candelabro. Necesitaba ver al enemigo, y, si era necesario, el pesado candelabro de latón dejaría una buena marca en la cabeza de un hombre.
Abrió de un empujón la puerta comunicadora, sosteniendo en alto la vela. Nadie. Registró la habitación entera. No vio a nadie, ni siquiera a ______. Se acercó a la cama. Había un gran bulto en el medio, debajo de las sábanas. Con cautela cogió un extremo y las arrancó con un solo movimiento veloz.
Había encontrado a ______. Estaba hecha un ovillo, con la cabeza hundida entre las manos, su glorioso cabello desplegado a su alrededor y su precioso, blanco y suave trasero desnudo.
Dios, había empezado a jadear.
______ tomó aire y se levantó de un salto, retorciéndose para girar la cabeza hacia él.
Él ya ni siquiera podía jadear. No podía respirar. Miró sus senos generosos que se movían junto con su cuerpo y la boca se le secó tanto como se le endureció otra parte del cuerpo. [:cara_diablo:]
Le había visto el pecho junto al lago, pero esto era mucho mejor. Sus ojos siguieron la larga línea del cuello, las delicadas clavículas, la exquisita trayectoria de sus pechos níveos, sus esbeltas costillas.
—¿______? —dijo con voz ronca.
—¿Nick? —Alargó la mano para coger sus gafas—. Estás desnudo.
—Eh… tú también, cariño.
Dios, los ojos de ella ya no le miraban la cara. Estaban fijos en su parte más obviamente masculina. Muy obvia y muy masculina en ese momento. [:cara_diablo::cara_diablo:]
—¿Era eso lo que estaba debajo de la toalla esta mañana?
—Sí. —Nick reprimió una risa ligeramente histérica—. Por lo general lo llevo conmigo.
—¿Pero cómo entra en tus pantalones?
—Se pliega para guardarlo [oajoajajoajoa xD]. —Nick puso cuidadosamente el candelabro sobre la mesa de noche. Tragó saliva de nuevo, y con voz ligeramente temblorosa preguntó—. ¿Te gustaría tocarlo?
______ dudó, con evidente curiosidad.
—¿Puedo?
—Por favor.
Alargó la mano con cautela. Él vio acercarse sus dedos pequeños y cerró los ojos por un momento mientras sentía un roce como de alas de mariposa. Era delicioso, pero demasiado fugaz.
—¿Todos los hombres tienen estos… estos apéndices?
Pily....
Re: EL MARQUÉS DESNUDO-nick & tu- adaptacion TERMINADA
CAP!!!! 36
Dios, iba a derramar su semilla con sólo escuchar esas preguntas.
—Sí, cariño. Es una parte importante para hacer bebés. ¿Te gustaría tocarlo otra vez? Te prometo que no me lastimarás.
Lastimarlo, no. Enloquecerlo de lujuria, sin duda.
Acercó la mano nuevamente. Esta vez ella dejó explorar a sus dedos, recorriendo a lo largo, rodeando su grosor, incluso acariciando los sacos que colgaban entre las piernas. Se movió para darle más espacio para explorar, abriendo ligeramente las piernas. Se mordió los labios, asido con fuerza al poste de la cama. El sudor le goteaba por la espalda. Sin duda iba a arder por combustión espontánea. Lo único que esperaba era tener antes la oportunidad de hundirse en el cuerpo de ______.
—Cuando hago esto, se mueve solo —dijo ______, acariciándolo. Efectivamente, dio un salto sobre la palma de la joven. Apretó los dientes, saboreando las oleadas de placer que se propagaban desde la mano de ella—. Es tan duro y tan suave, pero la punta es blanda y… y húmeda. —Con el dedo untó esa humedad por el resto del miembro, que nuevamente dio un salto sobre su mano. Ella soltó una risita, deslizando los dedos hacia arriba hasta llegar a la espesa mata de vellos en la base—. Y el vello que tienes aquí es aún más rizado que tu cabello.
Ante un gruñido de él, ella retiró la mano.
—¿Estás seguro de que no te estoy lastimando?
—Sí. Estoy completamente seguro. —Dios, ¿se había estremecido al decirlo? Carraspeó—. Completamente seguro.
—Tu voz suena rara.
Porque estaba ebrio de lujuria. Sus rodillas estaban a punto de ceder. Juraría que iba a desplomarse sobre la cama, una muy buena idea, pero primero había algo que debía traer de su habitación.
—______. —A Nick le alegró mucho que su cerebro aún fuese capaz de formular un pensamiento coherente—. Quédate exactamente… exactamente… dónde estás. No te muevas. Para nada. Regreso en un momento. Júrame que no te vas a mover.
—Bueno… —______ se sonrojó y alargó la mano hacia la ropa de cama. Su mano fracasó en el intento, al encontrarse con la cama vacía—. ¿Dónde están las mantas?
—Las traeré… más tarde. Ahora no las necesitas. Te doy mi palabra. Son totalmente innecesarias. Superfluas. Hasta irritantes. Así estás perfecta. No te muevas. Por favor.
Ella dejó escapar un pequeño suspiro.
—Muy bien.
—Bien. Espléndido. Maravilloso. Quédate quieta.
Nick retrocedió hasta la puerta, sin despegar los ojos de ______. Ella no se movía. De hecho, sus ojos estaban clavados en la parte más prominente del cuerpo de él. Era cada vez más prominente, él podía sentirlo. ¿Seguro que su crecimiento tenía un límite? Ya sentía un anhelo casi insoportable.
Respiró. Sentía un doloroso anhelo, pero no iba a tardar mucho en satisfacerlo. Seguramente encontraría alivio esa misma noche. De lo contrario, moriría. Esa era la verdad. Si no se deslizaba dentro de su cuerpo cálido y apretado antes del amanecer él iba a… iba a… no sabía qué iba a hacer, pero seguramente nada bueno. Como mínimo, gritar. Más bien iba a salir disparado por los corredores de Knightsdale, completa y absolutamente loco. [oajajoajajoja xD me lo imagino y me da mucha risa]
—Recuerda… quédate justo ahí —le repitió al llegar al umbral de su habitación—. No te muevas.
Le llevaría sólo un segundo encontrar el anillo de compromiso. Sabía exactamente dónde estaba. Dentro de un momento lo deslizaría en el dedo de ______. Y luego él se deslizaría dentro de su cuerpo… pero eso no le tomaría sólo un momento. No. Era la primera vez de ______. Se tomaría todo el tiempo del mundo. Esperaría hasta que ella le rogase que lo hiciera.
Si es que conseguía esperar tanto. Lamentablemente, no estaba seguro de cuánto podría prolongar el momento en esta ocasión en particular. A excepción de su primera vez, siempre había logrado aguantar el tiempo que hiciera falta, eso era para él motivo de orgullo. Pero esa noche…
Esa noche temía no estar a la altura de las circunstancias. No podía… no podía fallar, por el bien de _______, pero ella le afectaba mucho más que cualquiera de las otras. Era casi como si estuviese ante un acto completamente diferente, un acto que nunca antes hubiese realizado.
—No te muevas —repitió una última vez.
Ella alzó la mano para quitarse el cabello de la cara. Ese movimiento hizo que sus pechos se elevaran, balanceándose. Una belleza.
—Vuelvo ya mismo.
Moriría, literalmente, caería muerto ahí mismo, si ella de repente recordaba que era una correcta y formal señorita inglesa.
______ observaba a Nick retroceder hacia la puerta. Esa, eh, parte de su cuerpo que ahora se destacaba era la cosa más extraña que había visto en su vida. Sobresalía rígida de la línea del cuerpo y parecía hacer reverencias cuando Nick caminaba. Él obviamente había deseado que lo tocara ahí, pero parecía haber sentido dolor cuando ella lo había hecho. Era tan extraña al tacto: dura y blanda, caliente y suave.
¿Qué sería lo que necesitaba ir a traer de su habitación?
¿En qué estaba pensando ella? Probablemente había ido a buscar un arma. Él había venido en respuesta a su grito, ¿no? Sólo se había sobresaltado al verla desnuda…
¡Jesús! Nuevamente alargó la mano para coger las mantas. ¿Dónde estaban? Se arrastró hasta abajo de la cama y las vio en el suelo.
—Habías prometido que no te ibas a mover.
Levantó bruscamente la cabeza. Nick estaba de pie en la puerta, tan desnudo como se había ido.
—Pero no me quejo. —Sonrió. Sus ojos resplandecían—. Esa es una postura muy atractiva, cariño.
¡Jesús! Estaba a cuatro patas, cada centímetro de su cuerpo expuesto para que él lo examinara. Se dejó caer de bruces en la cama. Él rio por lo bajo y caminó hasta ella.
—Todavía no llevas nada encima —masculló con la cara contra el colchón. Era agradable sentir la frescura de las sábanas contra sus mejillas ardientes.
—Correcto. No preveo que vaya a necesitar la ropa en un futuro inmediato. De hecho, espero que se convierta en una verdadera molestia.
¡Dios! Sintió la caricia de su mano ancha deslizarse por su espinazo, desde el cuello hasta las nalgas. El colchón se movió, luego sintió que ambas manos descendían por su espalda. La parte de delante del cuerpo de la joven empezó a palpitar. Hundió aún más la cara en la cama. Las manos de él bordeaban ahora los costados de su cuerpo, rozando sus pechos, metiéndose entre sus muslos. Separó las piernas. Tenía que luchar consigo misma para no levantar su cuerpo y dejar que las manos de él se deslizasen por debajo.
—¿Dónde está tu arma? —Jadeó mientras uno de los dedos de Nick recorría la hendidura entre sus nalgas.
—¿Qué arma?
Ella gimió. Las manos de él le rozaban los muslos, tan cerca de donde ella las deseaba.
—¿Te estoy lastimando, cariño?
Ella oyó la risa en su voz.
—No —jadeó. No iba a dejar que la distrajera más—. ¿No es por eso por lo que has ido a tu habitación, para traer un arma? Has entrado aquí porque yo había gritado, ¿no es verdad?
—Tienes razón, ha sido por eso.
Las manos de él dejaron de tocarla. Ella casi rompió a llorar. La cama se movió otra vez y él apareció ante ella. La cosa que sobresalía apuntaba hacia ______, como si quisiera que la acariciara nuevamente. Ella cogió las sábanas para abstenerse de alargar la mano hacia esa cosa.
—¿Exactamente de qué se suponía que debía rescatarte, ______? No veo nada amenazador.
Ella levantó la cabeza. Debía admitir que en ese momento en la habitación no había nada.
—Había algo allí. —Hizo un gesto con la barbilla—. Algo blanco, que salió de esa pared.
—¿Que salió de la pared? ¿Puedes ser un poco más específica?
______ se ruborizó.
—Bueno, no llevaba gafas en ese momento.
—Ah, otro fantasma como el que vio Nana.
—No. Bueno, estoy segura de haber visto algo… —______ estaba casi segura… ¿pero qué podía haber sido?
—¿Aquí?
Nick tenía una espalda muy atractiva. Sus músculos se flexionaron y se marcaron mientras recorría la pared con las manos.
—¿Es aquí donde crees haber visto tu fantasma, ______?
—Sí.
Su cuerpo se estrechaba desde los hombros hasta la cintura delgada y las musculosas nalgas. En el jardín de invierno las manos de ella las habían tocado. Pero aquel día llevaba pantalones. ¿Cómo sería… cómo sería tocarlas desnudas?
—Yo no veo nada, ______.
—Eh.
La lujuria la consumía. Su mente estaba embotada, todo su cuerpo palpitaba. Se avergonzaba de sentir eso, pero quería que Nick volviese a su cama. Que le mostrase más de lo que le había mostrado en el lago. Ella quería conocerlo todo.
Incluso si él no la amaba.
No importaba. Ella sí lo amaba.
Él era el motivo de su total desinterés por los otros hombres. Meg tenía razón: había mirado a buenos partidos del mismo modo en que miraba a viejas carabinas; excepto a uno. Nick la había arruinado para todos los demás.
Lo había amado desde el momento en que él secó sus lágrimas en el bosque cuando ella tenía seis años, cuando le había dejado que fuese su sombra, pese a las burlas de Joe y James. Él había sido su Sir Lancelot, su Robin Hood.
Y cuando creció, él había sido el héroe de todas las novelas de Minerva Press* que había leído en secreto encerrada en su cuarto. Él la había visitado en sueños, reconfortándola cuando estaba cansada o desanimada, cuando criar a Meg y llevar la casa para su padre la habían abrumado. Al principio él sólo le pasaba un brazo por los hombros y le besaba la frente. Pero después de verlo con esa mujer anónima en la terraza para el baile de bodas de su hermano, había empezado a soñar que la envolvía en sus brazos, apretándola contra él y besándola en los labios.
¿Y ahora? Oh, Dios. Ahora sus sueños eran ardientes, tentadores. Frustrantes. Aún les faltaban algunos detalles cruciales.
Bien, esa noche conocería esos detalles. Dios, si Nick no volvía a la cama en ese mismo momento, iba a llorar. Tenía veintiséis años. Nunca había estado con un hombre. Como le había preguntado la señora Begley, ¿para quién se reservaba?
Aunque tuviera que suplicarle a Nick, no iba a salir virgen de esa cama.
Al volverse él, los ojos de la joven bajaron hasta su cintura. ______ sonrió. No sería necesario suplicar.
—Ni rastro de fantasmas, cariño.
—Eh.
Dios, los ojos de ______ se habían clavado en la parte de él que más la anhelaba. Sonrió. Quizás eso no era enteramente verdad. Su corazón la anhelaba más. Nunca había pensado que un sentimiento así fuera posible. Si ______ le pidiese que esa noche sólo la abrazase, estaría dispuesto a hacerlo.
Deseó fervientemente que ella quisiera de él más que eso. Mucho, mucho más. Que quisiera todo. Cada milímetro del cuerpo que ardía por ella.
Se aclaró la garganta y trató de liberar su mente de su tremenda necesidad.
—Creo que mejor me quedo aquí contigo esta noche. Para protegerte. ¿No te parece?
Los ojos de ella subieron lentamente de la ingle a la cara, deteniéndose en su recorrido para examinar el vientre, el pecho, la garganta. Cuando finalmente las miradas se encontraron, él se sintió feliz de ver reflejada en sus ojos una inocente necesidad.
—Sí. —La lengua de ella se asomó para humedecer los labios—. Sí, podría ser una buena idea.
—Cariño, confía en mí: es una idea maravillosa. —Él se sentó en la cama—. Y se me ocurren algunas cosas que podemos hacer para librar tu mente de cualquier tipo de fantasmas.
—¿De verdad? —susurró ______—. ¿Y cuáles serían esas cosas?
Él alargo el brazo lentamente y le acarició el costado de un pecho.
—Implican tocar. [:cara_diablo:]
—Mmm. —Los ojos de ______ se cerraron y su lengua asomó otra vez—. Tocar es bueno.
Poniéndole una mano sobre el hombro, él la hizo girar con suavidad para que quedara boca arriba.
—Muy bien.
Le acarició el otro pecho y rodeándolo con sus manos lo levantó. Le llenaba la mano, pesaba lo justo. Con el pulgar trazó un círculo alrededor del pezón, bordeando el centro.
______ hizo un ruidito extraño con la garganta. Arqueó la espalda, para que el pudiese tocarla mejor.
—Dios, cariño, eres perfecta.
—Siento… siento… que… estoy ardiendo —dijo ella. La vio tragar, observó cómo se movía su preciosa garganta—. Por favor. Te necesito. Necesito que me… toques. En todas partes.
Él deslizó el dedo por el interior de su pecho, hasta el cuello y allí frotó con el pulgar el punto donde percibía los latidos.
—Amor, no te imaginas cómo me encanta escucharte decir eso. Y estaré aún más encantado de complacerte… en un momento.
—No. Ahora.
—Ay, cariño. ¡Qué exigente! Veo que estoy destinado a ser tu esclavo… en lo cual me convertiré, de buena gana, con una condición.
—¿Cuál?
Dios, iba a derramar su semilla con sólo escuchar esas preguntas.
—Sí, cariño. Es una parte importante para hacer bebés. ¿Te gustaría tocarlo otra vez? Te prometo que no me lastimarás.
Lastimarlo, no. Enloquecerlo de lujuria, sin duda.
Acercó la mano nuevamente. Esta vez ella dejó explorar a sus dedos, recorriendo a lo largo, rodeando su grosor, incluso acariciando los sacos que colgaban entre las piernas. Se movió para darle más espacio para explorar, abriendo ligeramente las piernas. Se mordió los labios, asido con fuerza al poste de la cama. El sudor le goteaba por la espalda. Sin duda iba a arder por combustión espontánea. Lo único que esperaba era tener antes la oportunidad de hundirse en el cuerpo de ______.
—Cuando hago esto, se mueve solo —dijo ______, acariciándolo. Efectivamente, dio un salto sobre la palma de la joven. Apretó los dientes, saboreando las oleadas de placer que se propagaban desde la mano de ella—. Es tan duro y tan suave, pero la punta es blanda y… y húmeda. —Con el dedo untó esa humedad por el resto del miembro, que nuevamente dio un salto sobre su mano. Ella soltó una risita, deslizando los dedos hacia arriba hasta llegar a la espesa mata de vellos en la base—. Y el vello que tienes aquí es aún más rizado que tu cabello.
Ante un gruñido de él, ella retiró la mano.
—¿Estás seguro de que no te estoy lastimando?
—Sí. Estoy completamente seguro. —Dios, ¿se había estremecido al decirlo? Carraspeó—. Completamente seguro.
—Tu voz suena rara.
Porque estaba ebrio de lujuria. Sus rodillas estaban a punto de ceder. Juraría que iba a desplomarse sobre la cama, una muy buena idea, pero primero había algo que debía traer de su habitación.
—______. —A Nick le alegró mucho que su cerebro aún fuese capaz de formular un pensamiento coherente—. Quédate exactamente… exactamente… dónde estás. No te muevas. Para nada. Regreso en un momento. Júrame que no te vas a mover.
—Bueno… —______ se sonrojó y alargó la mano hacia la ropa de cama. Su mano fracasó en el intento, al encontrarse con la cama vacía—. ¿Dónde están las mantas?
—Las traeré… más tarde. Ahora no las necesitas. Te doy mi palabra. Son totalmente innecesarias. Superfluas. Hasta irritantes. Así estás perfecta. No te muevas. Por favor.
Ella dejó escapar un pequeño suspiro.
—Muy bien.
—Bien. Espléndido. Maravilloso. Quédate quieta.
Nick retrocedió hasta la puerta, sin despegar los ojos de ______. Ella no se movía. De hecho, sus ojos estaban clavados en la parte más prominente del cuerpo de él. Era cada vez más prominente, él podía sentirlo. ¿Seguro que su crecimiento tenía un límite? Ya sentía un anhelo casi insoportable.
Respiró. Sentía un doloroso anhelo, pero no iba a tardar mucho en satisfacerlo. Seguramente encontraría alivio esa misma noche. De lo contrario, moriría. Esa era la verdad. Si no se deslizaba dentro de su cuerpo cálido y apretado antes del amanecer él iba a… iba a… no sabía qué iba a hacer, pero seguramente nada bueno. Como mínimo, gritar. Más bien iba a salir disparado por los corredores de Knightsdale, completa y absolutamente loco. [oajajoajajoja xD me lo imagino y me da mucha risa]
—Recuerda… quédate justo ahí —le repitió al llegar al umbral de su habitación—. No te muevas.
Le llevaría sólo un segundo encontrar el anillo de compromiso. Sabía exactamente dónde estaba. Dentro de un momento lo deslizaría en el dedo de ______. Y luego él se deslizaría dentro de su cuerpo… pero eso no le tomaría sólo un momento. No. Era la primera vez de ______. Se tomaría todo el tiempo del mundo. Esperaría hasta que ella le rogase que lo hiciera.
Si es que conseguía esperar tanto. Lamentablemente, no estaba seguro de cuánto podría prolongar el momento en esta ocasión en particular. A excepción de su primera vez, siempre había logrado aguantar el tiempo que hiciera falta, eso era para él motivo de orgullo. Pero esa noche…
Esa noche temía no estar a la altura de las circunstancias. No podía… no podía fallar, por el bien de _______, pero ella le afectaba mucho más que cualquiera de las otras. Era casi como si estuviese ante un acto completamente diferente, un acto que nunca antes hubiese realizado.
—No te muevas —repitió una última vez.
Ella alzó la mano para quitarse el cabello de la cara. Ese movimiento hizo que sus pechos se elevaran, balanceándose. Una belleza.
—Vuelvo ya mismo.
Moriría, literalmente, caería muerto ahí mismo, si ella de repente recordaba que era una correcta y formal señorita inglesa.
______ observaba a Nick retroceder hacia la puerta. Esa, eh, parte de su cuerpo que ahora se destacaba era la cosa más extraña que había visto en su vida. Sobresalía rígida de la línea del cuerpo y parecía hacer reverencias cuando Nick caminaba. Él obviamente había deseado que lo tocara ahí, pero parecía haber sentido dolor cuando ella lo había hecho. Era tan extraña al tacto: dura y blanda, caliente y suave.
¿Qué sería lo que necesitaba ir a traer de su habitación?
¿En qué estaba pensando ella? Probablemente había ido a buscar un arma. Él había venido en respuesta a su grito, ¿no? Sólo se había sobresaltado al verla desnuda…
¡Jesús! Nuevamente alargó la mano para coger las mantas. ¿Dónde estaban? Se arrastró hasta abajo de la cama y las vio en el suelo.
—Habías prometido que no te ibas a mover.
Levantó bruscamente la cabeza. Nick estaba de pie en la puerta, tan desnudo como se había ido.
—Pero no me quejo. —Sonrió. Sus ojos resplandecían—. Esa es una postura muy atractiva, cariño.
¡Jesús! Estaba a cuatro patas, cada centímetro de su cuerpo expuesto para que él lo examinara. Se dejó caer de bruces en la cama. Él rio por lo bajo y caminó hasta ella.
—Todavía no llevas nada encima —masculló con la cara contra el colchón. Era agradable sentir la frescura de las sábanas contra sus mejillas ardientes.
—Correcto. No preveo que vaya a necesitar la ropa en un futuro inmediato. De hecho, espero que se convierta en una verdadera molestia.
¡Dios! Sintió la caricia de su mano ancha deslizarse por su espinazo, desde el cuello hasta las nalgas. El colchón se movió, luego sintió que ambas manos descendían por su espalda. La parte de delante del cuerpo de la joven empezó a palpitar. Hundió aún más la cara en la cama. Las manos de él bordeaban ahora los costados de su cuerpo, rozando sus pechos, metiéndose entre sus muslos. Separó las piernas. Tenía que luchar consigo misma para no levantar su cuerpo y dejar que las manos de él se deslizasen por debajo.
—¿Dónde está tu arma? —Jadeó mientras uno de los dedos de Nick recorría la hendidura entre sus nalgas.
—¿Qué arma?
Ella gimió. Las manos de él le rozaban los muslos, tan cerca de donde ella las deseaba.
—¿Te estoy lastimando, cariño?
Ella oyó la risa en su voz.
—No —jadeó. No iba a dejar que la distrajera más—. ¿No es por eso por lo que has ido a tu habitación, para traer un arma? Has entrado aquí porque yo había gritado, ¿no es verdad?
—Tienes razón, ha sido por eso.
Las manos de él dejaron de tocarla. Ella casi rompió a llorar. La cama se movió otra vez y él apareció ante ella. La cosa que sobresalía apuntaba hacia ______, como si quisiera que la acariciara nuevamente. Ella cogió las sábanas para abstenerse de alargar la mano hacia esa cosa.
—¿Exactamente de qué se suponía que debía rescatarte, ______? No veo nada amenazador.
Ella levantó la cabeza. Debía admitir que en ese momento en la habitación no había nada.
—Había algo allí. —Hizo un gesto con la barbilla—. Algo blanco, que salió de esa pared.
—¿Que salió de la pared? ¿Puedes ser un poco más específica?
______ se ruborizó.
—Bueno, no llevaba gafas en ese momento.
—Ah, otro fantasma como el que vio Nana.
—No. Bueno, estoy segura de haber visto algo… —______ estaba casi segura… ¿pero qué podía haber sido?
—¿Aquí?
Nick tenía una espalda muy atractiva. Sus músculos se flexionaron y se marcaron mientras recorría la pared con las manos.
—¿Es aquí donde crees haber visto tu fantasma, ______?
—Sí.
Su cuerpo se estrechaba desde los hombros hasta la cintura delgada y las musculosas nalgas. En el jardín de invierno las manos de ella las habían tocado. Pero aquel día llevaba pantalones. ¿Cómo sería… cómo sería tocarlas desnudas?
—Yo no veo nada, ______.
—Eh.
La lujuria la consumía. Su mente estaba embotada, todo su cuerpo palpitaba. Se avergonzaba de sentir eso, pero quería que Nick volviese a su cama. Que le mostrase más de lo que le había mostrado en el lago. Ella quería conocerlo todo.
Incluso si él no la amaba.
No importaba. Ella sí lo amaba.
Él era el motivo de su total desinterés por los otros hombres. Meg tenía razón: había mirado a buenos partidos del mismo modo en que miraba a viejas carabinas; excepto a uno. Nick la había arruinado para todos los demás.
Lo había amado desde el momento en que él secó sus lágrimas en el bosque cuando ella tenía seis años, cuando le había dejado que fuese su sombra, pese a las burlas de Joe y James. Él había sido su Sir Lancelot, su Robin Hood.
Y cuando creció, él había sido el héroe de todas las novelas de Minerva Press* que había leído en secreto encerrada en su cuarto. Él la había visitado en sueños, reconfortándola cuando estaba cansada o desanimada, cuando criar a Meg y llevar la casa para su padre la habían abrumado. Al principio él sólo le pasaba un brazo por los hombros y le besaba la frente. Pero después de verlo con esa mujer anónima en la terraza para el baile de bodas de su hermano, había empezado a soñar que la envolvía en sus brazos, apretándola contra él y besándola en los labios.
¿Y ahora? Oh, Dios. Ahora sus sueños eran ardientes, tentadores. Frustrantes. Aún les faltaban algunos detalles cruciales.
Bien, esa noche conocería esos detalles. Dios, si Nick no volvía a la cama en ese mismo momento, iba a llorar. Tenía veintiséis años. Nunca había estado con un hombre. Como le había preguntado la señora Begley, ¿para quién se reservaba?
Aunque tuviera que suplicarle a Nick, no iba a salir virgen de esa cama.
Al volverse él, los ojos de la joven bajaron hasta su cintura. ______ sonrió. No sería necesario suplicar.
—Ni rastro de fantasmas, cariño.
—Eh.
Dios, los ojos de ______ se habían clavado en la parte de él que más la anhelaba. Sonrió. Quizás eso no era enteramente verdad. Su corazón la anhelaba más. Nunca había pensado que un sentimiento así fuera posible. Si ______ le pidiese que esa noche sólo la abrazase, estaría dispuesto a hacerlo.
Deseó fervientemente que ella quisiera de él más que eso. Mucho, mucho más. Que quisiera todo. Cada milímetro del cuerpo que ardía por ella.
Se aclaró la garganta y trató de liberar su mente de su tremenda necesidad.
—Creo que mejor me quedo aquí contigo esta noche. Para protegerte. ¿No te parece?
Los ojos de ella subieron lentamente de la ingle a la cara, deteniéndose en su recorrido para examinar el vientre, el pecho, la garganta. Cuando finalmente las miradas se encontraron, él se sintió feliz de ver reflejada en sus ojos una inocente necesidad.
—Sí. —La lengua de ella se asomó para humedecer los labios—. Sí, podría ser una buena idea.
—Cariño, confía en mí: es una idea maravillosa. —Él se sentó en la cama—. Y se me ocurren algunas cosas que podemos hacer para librar tu mente de cualquier tipo de fantasmas.
—¿De verdad? —susurró ______—. ¿Y cuáles serían esas cosas?
Él alargo el brazo lentamente y le acarició el costado de un pecho.
—Implican tocar. [:cara_diablo:]
—Mmm. —Los ojos de ______ se cerraron y su lengua asomó otra vez—. Tocar es bueno.
Poniéndole una mano sobre el hombro, él la hizo girar con suavidad para que quedara boca arriba.
—Muy bien.
Le acarició el otro pecho y rodeándolo con sus manos lo levantó. Le llenaba la mano, pesaba lo justo. Con el pulgar trazó un círculo alrededor del pezón, bordeando el centro.
______ hizo un ruidito extraño con la garganta. Arqueó la espalda, para que el pudiese tocarla mejor.
—Dios, cariño, eres perfecta.
—Siento… siento… que… estoy ardiendo —dijo ella. La vio tragar, observó cómo se movía su preciosa garganta—. Por favor. Te necesito. Necesito que me… toques. En todas partes.
Él deslizó el dedo por el interior de su pecho, hasta el cuello y allí frotó con el pulgar el punto donde percibía los latidos.
—Amor, no te imaginas cómo me encanta escucharte decir eso. Y estaré aún más encantado de complacerte… en un momento.
—No. Ahora.
—Ay, cariño. ¡Qué exigente! Veo que estoy destinado a ser tu esclavo… en lo cual me convertiré, de buena gana, con una condición.
—¿Cuál?
Pily....
Re: EL MARQUÉS DESNUDO-nick & tu- adaptacion TERMINADA
CAP!!! 37
—Que te cases conmigo. —Tomó el anillo de compromiso de Knightsdale de la mesa de noche, donde lo había puesto antes de ir a cazar fantasmas—. No te pondré un dedo (o cualquier otra cosa) encima hasta que accedas a casarte conmigo.
—Está bien. —______ alargó la mano para tomar el anillo. Nick lo alejó de ella.
—No, no, mi amorcito impaciente. Esta es una elección que estás haciendo para siempre. Piensa… si puedes. Una vez que deslice este anillo en tu dedo, estarás comprometida. Serás mi esposa, la madre de mis hijos.
Nick hizo una pausa, escuchando sus propias palabras. El zafiro del anillo familiar capturaba la luz de la vela. Al dárselo a ______ un lazo más lo unía a Knightsdale. Esperaba sentir un nudo en la boca del estómago. Sentirse atrapado. Pero no. Se sentía seguro. Sabía que ______ era la mujer para él.
Además sentía expectación. Muchísima. Su cuerpo delicioso se extendía ante él, cada centímetro resplandecía a la luz de las velas. Tan pronto como le hubiese puesto ese anillo…
—Di que sí, ______. Te necesito.
Ella miró el anillo y luego a él.
—¿Pero me amas?
Él sonrió.
—Sí, cariño, creo que sí. Sé que nunca he sentido antes lo que siento por ti. Sólo pensar en ti me hace sentir feliz… entre otras cosas.
—¿Qué otras cosas?
Nick rio.
—Excitado. Hambriento. Duro. Loco de deseo.
—Oh. Eso suena un pelín incómodo.
—Es más que un pelín incómodo, amor. Me temo que el matrimonio contigo es mi única cura. Si me rechazas, moriré aquí mismo en tu cama y muy posiblemente el linaje Draysmith muera conmigo. El título pasará al querido primo Aubrey, quien, según tía Bea, es reacio a (o incapaz de) engendrar un heredero.
—Está siendo ridículo, milord.
—Claro que no estoy siendo ridículo, señorita Peterson. Estoy siendo completa y totalmente franco. La mía es una situación desesperada. Estoy sufriendo. Si usted no consiente aquí y ahora en desposarse conmigo, voy a enloquecer. Estoy seguro de ello.
—Eso no es posible.
—Sí que lo es, cariño. Confía en mi palabra. Mientras hablamos siento que mi cordura se va debilitando. Di que te casarás conmigo. Por favor. Di que sí.
______ dibujó una amplia sonrisa.
—Sí.
Nick rió.
—¿Sí? ¿Eso es todo?
—Sí, por favor.
—¿No me amas?
—No lo creo.
Nick frunció el ceño. Había supuesto… Había pensado que si él la amaba, ella lo amaría a él, por supuesto… que no.
Ella giró quedando tendida de costado, se incorporó apoyándose en el codo y alargó la mano para frotar la arruga entre las cejas de él.
—No creo amarte, tontito… sé que te amo. Te he amado desde que tenía seis años, aunque entonces no lo sentía del mismo modo que ahora.
—No, supongo que no. —Se sintió mareado de alivio.
—He tratado de negarlo, de ignorarlo, pero el sentimiento no ha desaparecido… aun cuando tú no me decías que me amabas.
—Lo siento…
______ apoyó los dedos en sus labios.
—Basta de charla. Yo también estoy al borde de la locura. Dijiste que me tocarías si accedía a casarme contigo. Ya lo he hecho, así que…
—Ah, sí. Qué torpeza de mi parte, hacerte esperar. Dame tu mano izquierda, cariño. —Deslizó su anillo en el dedo de la joven—. Ahí está. —Le besó la palma—. Bueno, creo que ya has cumplido con tu parte del trato, ¿verdad? No puedo dejar de cumplir con la mía.
—Sí. Por favor. Ahora.
—Soy su esclavo y estoy para obedecerle. ¿Dónde preferiría la señora que la tocase primero?
______ se ruborizó.
—¿Tengo que decirlo?
—Humm, quizás yo pueda adivinar. ¿En la nariz? ¿En las cejas? ¿En la mejilla?
Nick dejó que sus labios siguieran a sus palabras, besando sucesivamente cada parte de la cara de ______, quitándole las gafas y poniéndolas sobre la mesa de noche.
—No. Sí. Oh.
—No es usted muy coherente que digamos, señorita Peterson.
Ella se puso como un tomate y lo miró a los ojos.
—Los pechos, Lord Knightsdale. Me gustaría que me tocase los pechos.
—Ah, sus pechos. Qué excelente idea. Sus pechos son muy hermosos, ¿verdad? Estaría encantado de tocarlos. Embelesado.
Nick sonrió cuando _______ se arqueó hacia arriba al rozarle él uno de sus hermosos pechos con el borde de la mano.
Vio que ésta iba a ser una noche estupenda.
El contacto de las manos de Nick era maravilloso. Eran grandes y cálidas, se movían sobre ella. Esto era mucho mejor que la vez junto al lago. Una cama blanda y una puerta cerrada sí que mejoraban la experiencia de hacer el amor. Como también la mejoraba la ausencia de ropa. Indudablemente. Deslizó sus dedos sobre los músculos firmes y curvados de la parte superior de los brazos de él.
Había un problema. Las manos de él evitaban escrupulosamente la zona que ella más deseaba que tocasen. Gimió y se arqueó hacia arriba, para incitarlo a tocarle esa parte de su cuerpo. Él rio por lo bajo.
—Qué impaciente eres, cariño. Voy a llegar a cada precioso rincón de tu cuerpo. Tenemos toda la noche.
—Quiero que llegues a ese rincón en particular ahora.
—Ah, veo que me he comprometido con una fierecilla. Con una autoritaria —llevó un dedo hasta su pecho, subiendo desde las costillas hasta justo debajo del pezón—, tenaz —hizo un círculo alrededor del pezón, evitando el centro anhelante—, fiera. —Con el pulgar le dio un capirotazo a la dura protuberancia. Ella chilló, elevando las caderas.
—¿Eso ha sido un sonido de placer?
—Sí. Jesús, sí. Tu boca. Tu lengua. Las necesito ahí, como en el lago. Por favor.
—¿Así?
Inclinó la cabeza. Su lengua raspó el dolorido pezón, por fin. Lo chupó, llevándoselo a la boca. Sintió que la recorría una oleada de placer, que bajó hasta llegar al lugar caliente y húmedo entre sus piernas. Enredó los dedos entre los rizos de él, reteniéndolo contra su pecho. Deseaba que no se detuviera jamás.
Él siguió descendiendo con sus caricias hasta llegar a la cintura, donde abrió la mano abarcándole el vientre. Ella se retorció. Si tan sólo su mano bajase unos pocos centímetros…
—Cariño, puedes retorcerte cuanto quieras… no voy a darme prisa.
Bajó la vista hacia ella, sonriéndole. Parecía tan satisfecho de sí mismo, tan seguro. Ella levantó la mano y le rodeó la mejilla. Él le dio vuelta a la mano y besó su palma.
—Es un juego, cielo, jugamos a provocarnos. Cada roce te acerca más al límite. —El pulgar le rozó el ombligo—. Más y más cerca, un pequeño roce tras otro, hasta que con el último, estallas.
—Humm. ¿Entonces yo también debería tocarte?
______ le alisó el vello rizado que le salía del pecho, exploró sus tetillas y luego emprendió el largo viaje bajando por esa misteriosa línea que iba desde el vientre hasta…
Él tomó aire y retrocedió bruscamente. Ya no sonreía.
—¿No deseas que te toque?
—______, me encantaría… la próxima vez. Esta vez no duraría ni un segundo. Y quiero que lo disfrutes. —Frunció ligeramente el ceño, inclinándose hacia su pecho—. Tanto como sea posible, tratándose de tu primera vez.
—Qué… ¡oh!
______ no entendía, pero dejó de interesarle entender en el preciso momento en que los labios de Nick le tocaron el pezón. Empezó a chuparlo intensamente, mientras uno de sus dedos se deslizaba introduciéndose en el húmedo calor del centro de su cuerpo.
Ella elevó las caderas, tomándolo de los hombros. Necesitaba algo a lo que asirse en medio de esa vorágine de sensualidad en que la habían arrojado la boca y las manos de él. Jadeó, meneando las caderas. Necesitaba sentir a Nick sobre ella.
Como leyéndole la mente, la apretó contra sí. Mientras, su dedo continuaba jugueteando con ella, frotando su humedad sobre la pequeña protuberancia exquisitamente sensible que se escondía allí. Nunca había conocido… o imaginado algo así. Sus senos contra el pecho de Nick, los cuerpos desnudos, apretados. Esto era tan superior a esa vez en el lago. Esto era…
… insoportable. Reteniendo el aliento empezó a palpitar contra la mano de Nick, con los pezones erectos y sintiendo que todo su interior se volvía líquido.
—Ahora, cariño —le susurró al oído—, mientras aún estás húmeda.
Moviéndose entre sus piernas, él puso esa «cosa» que sobresalía de su cuerpo, allí donde antes había estado su dedo. Lentamente, empujó para entrar en ella.
—¿Qué…?
—Ssh. Relájate, cariño.
Avanzó un poco en su interior. Ella sintió que algo dentro de su propio cuerpo se estiraba.
—Creo que ahí no va a caber, Nick. [oajjaajjaojajoaooajoajaijoa xD]
—Ssh. No pienses. Va a… entrar. Dios mío, ______, estás tan estrecha.
—¿Eso es bueno?
La voz de él sonaba como si sintiera dolor. También a ella le dolía un poco.
—Eso… es… maravilloso. —Empujó hasta que estuvo completamente dentro de ella.
—Ay. —______ intentó moverse, pero el peso de él la mantenía clavada a la cama.
—No te… muevas. —Su cara estaba sepultada en el cuello de ______.
Una vez superada la conmoción inicial, le gustó cómo se sentía tenerlo dentro. El dolor estaba cediendo. Deslizó sus manos acariciando la espalda de él, perlada de sudor.
—Así es como se hacen los bebés, amor. —Él se incorporó sobre sus codos y movió las caderas—. Yo derramo mi… semilla, —las caderas de él se flexionaron, empujándolo aún más dentro de ella—, profundamente —entraba y salía—, dentro —otra vez— de ti.
Arremetió hacia delante y se quedó allí. ______ sintió algo caliente que chorreaba dentro de ella.
—Aaah. —Nick se relajó encima de ella, que le acariciaba el pelo. A ______ le costaba un poco respirar, pero estaba bien.
También le costaba un poco pensar. En ese momento todo lo que podía hacer era sentir… el peso del cuerpo de él, el dolor entre las piernas. Y la sensación de estar colmada. Él todavía estaba ahí, todavía dentro de ella.
Entre ellos se había forjado un lazo permanente, que iba más allá de la obvia unión física. Ella aún no entendía qué era, ni podía explicarlo, pero sabía que había ocurrido.
Se sentía completamente casada.
—Dios, ______.
Nick levantó la cabeza y mirándola debajo de él, le sonrió; el corazón de ella dio un vuelco. Los ojos de él tenían una mirada de… posesión. No, era más que eso. ¿Aceptación? Se sintió como si acabase de cruzar una puerta y ahora estuviese con él. Sólo ellos dos. Juntos. Ella le devolvió la sonrisa.
—Mmm. —Al parecer, tampoco él estaba lúcido. Inclinó la cabeza y la besó lentamente, profundamente. Sin duda, esto era posesión: ella estaba llena de él. De su lengua y de su…
—Soy demasiado pesado para ti. —Se levantó de encima de ella. Se sintió vacía y con frío—. Y probablemente estás dolorida.
—No.
—Sí. —Salió de la cama.
—¿Adónde vas? —______ no deseaba pasar sola el resto de la noche—. Has dicho que te quedarías para protegerme.
—No te preocupes, cariño. No pienso irme de tu cama durante un rato largo. —Desapareció a través de la puerta comunicadora. Lo oyó hurgando en su armario—. Ahora sí. He tomado la precaución de cerrar mi puerta con llave… no queremos sorprender al pobre Henderson, ¿verdad?
______ se ruborizó.
—No. Claro que no.
Tras cerrar con llave también la puerta de ella, regresó a la cama. Tenía algo en la mano.
—¿Qué es eso?
—Una corbata vieja. Lo siento, el agua está un poco fría. —Deslizó su mano entre las piernas de ella.
—¿Qué estás haciendo? —______ trató de cerrar los muslos, pero la mano de Nick ya estaba allí. Ella se escabulló en la cama—. Está fría.
—Lo sé, amor. Lo siento. Sólo estoy limpiándote.
—¿Limpiándome?
Nick le mostró la corbata manchada de sangre.
—Tu virginidad, cariño. Es sólo un poquito de sangre y sucederá solamente esta vez.
—Deja que yo lo haga. —______ estaba avergonzada. Detestaba la suciedad.
—No, amor. Me gusta hacerlo. ¿Te he hecho mucho daño?
—No. Sólo un poco.
—Lo siento. Confía en mí, cuando hagamos esto otra vez, sólo sentirás placer.
Nick aún estaba pasándole la corbata húmeda por el cuerpo. Era una sensación… rara, que él hiciese por ella algo tan íntimo. La ligera aspereza del lino y el frío del agua hicieron que su vientre se estremeciese. Y él en realidad estaba mirándola. Peinaba con sus dedos el pelo que crecía ahí. Eso tenía que ser indecoroso.
—Eeh… —¿Qué había estado diciendo Nick? Oh, Dios, su dedo se deslizaba alrededor de, eh… y podía sentirlo abriendo los, eh, labios de la, oh—. Ha sido muy agradable al principio. —Tragó saliva, nuevamente intentó cerrar las piernas, pero él no le dejaba. Sopló sobre su cuerpo, haciéndole estremecerse
—Que te cases conmigo. —Tomó el anillo de compromiso de Knightsdale de la mesa de noche, donde lo había puesto antes de ir a cazar fantasmas—. No te pondré un dedo (o cualquier otra cosa) encima hasta que accedas a casarte conmigo.
—Está bien. —______ alargó la mano para tomar el anillo. Nick lo alejó de ella.
—No, no, mi amorcito impaciente. Esta es una elección que estás haciendo para siempre. Piensa… si puedes. Una vez que deslice este anillo en tu dedo, estarás comprometida. Serás mi esposa, la madre de mis hijos.
Nick hizo una pausa, escuchando sus propias palabras. El zafiro del anillo familiar capturaba la luz de la vela. Al dárselo a ______ un lazo más lo unía a Knightsdale. Esperaba sentir un nudo en la boca del estómago. Sentirse atrapado. Pero no. Se sentía seguro. Sabía que ______ era la mujer para él.
Además sentía expectación. Muchísima. Su cuerpo delicioso se extendía ante él, cada centímetro resplandecía a la luz de las velas. Tan pronto como le hubiese puesto ese anillo…
—Di que sí, ______. Te necesito.
Ella miró el anillo y luego a él.
—¿Pero me amas?
Él sonrió.
—Sí, cariño, creo que sí. Sé que nunca he sentido antes lo que siento por ti. Sólo pensar en ti me hace sentir feliz… entre otras cosas.
—¿Qué otras cosas?
Nick rio.
—Excitado. Hambriento. Duro. Loco de deseo.
—Oh. Eso suena un pelín incómodo.
—Es más que un pelín incómodo, amor. Me temo que el matrimonio contigo es mi única cura. Si me rechazas, moriré aquí mismo en tu cama y muy posiblemente el linaje Draysmith muera conmigo. El título pasará al querido primo Aubrey, quien, según tía Bea, es reacio a (o incapaz de) engendrar un heredero.
—Está siendo ridículo, milord.
—Claro que no estoy siendo ridículo, señorita Peterson. Estoy siendo completa y totalmente franco. La mía es una situación desesperada. Estoy sufriendo. Si usted no consiente aquí y ahora en desposarse conmigo, voy a enloquecer. Estoy seguro de ello.
—Eso no es posible.
—Sí que lo es, cariño. Confía en mi palabra. Mientras hablamos siento que mi cordura se va debilitando. Di que te casarás conmigo. Por favor. Di que sí.
______ dibujó una amplia sonrisa.
—Sí.
Nick rió.
—¿Sí? ¿Eso es todo?
—Sí, por favor.
—¿No me amas?
—No lo creo.
Nick frunció el ceño. Había supuesto… Había pensado que si él la amaba, ella lo amaría a él, por supuesto… que no.
Ella giró quedando tendida de costado, se incorporó apoyándose en el codo y alargó la mano para frotar la arruga entre las cejas de él.
—No creo amarte, tontito… sé que te amo. Te he amado desde que tenía seis años, aunque entonces no lo sentía del mismo modo que ahora.
—No, supongo que no. —Se sintió mareado de alivio.
—He tratado de negarlo, de ignorarlo, pero el sentimiento no ha desaparecido… aun cuando tú no me decías que me amabas.
—Lo siento…
______ apoyó los dedos en sus labios.
—Basta de charla. Yo también estoy al borde de la locura. Dijiste que me tocarías si accedía a casarme contigo. Ya lo he hecho, así que…
—Ah, sí. Qué torpeza de mi parte, hacerte esperar. Dame tu mano izquierda, cariño. —Deslizó su anillo en el dedo de la joven—. Ahí está. —Le besó la palma—. Bueno, creo que ya has cumplido con tu parte del trato, ¿verdad? No puedo dejar de cumplir con la mía.
—Sí. Por favor. Ahora.
—Soy su esclavo y estoy para obedecerle. ¿Dónde preferiría la señora que la tocase primero?
______ se ruborizó.
—¿Tengo que decirlo?
—Humm, quizás yo pueda adivinar. ¿En la nariz? ¿En las cejas? ¿En la mejilla?
Nick dejó que sus labios siguieran a sus palabras, besando sucesivamente cada parte de la cara de ______, quitándole las gafas y poniéndolas sobre la mesa de noche.
—No. Sí. Oh.
—No es usted muy coherente que digamos, señorita Peterson.
Ella se puso como un tomate y lo miró a los ojos.
—Los pechos, Lord Knightsdale. Me gustaría que me tocase los pechos.
—Ah, sus pechos. Qué excelente idea. Sus pechos son muy hermosos, ¿verdad? Estaría encantado de tocarlos. Embelesado.
Nick sonrió cuando _______ se arqueó hacia arriba al rozarle él uno de sus hermosos pechos con el borde de la mano.
Vio que ésta iba a ser una noche estupenda.
El contacto de las manos de Nick era maravilloso. Eran grandes y cálidas, se movían sobre ella. Esto era mucho mejor que la vez junto al lago. Una cama blanda y una puerta cerrada sí que mejoraban la experiencia de hacer el amor. Como también la mejoraba la ausencia de ropa. Indudablemente. Deslizó sus dedos sobre los músculos firmes y curvados de la parte superior de los brazos de él.
Había un problema. Las manos de él evitaban escrupulosamente la zona que ella más deseaba que tocasen. Gimió y se arqueó hacia arriba, para incitarlo a tocarle esa parte de su cuerpo. Él rio por lo bajo.
—Qué impaciente eres, cariño. Voy a llegar a cada precioso rincón de tu cuerpo. Tenemos toda la noche.
—Quiero que llegues a ese rincón en particular ahora.
—Ah, veo que me he comprometido con una fierecilla. Con una autoritaria —llevó un dedo hasta su pecho, subiendo desde las costillas hasta justo debajo del pezón—, tenaz —hizo un círculo alrededor del pezón, evitando el centro anhelante—, fiera. —Con el pulgar le dio un capirotazo a la dura protuberancia. Ella chilló, elevando las caderas.
—¿Eso ha sido un sonido de placer?
—Sí. Jesús, sí. Tu boca. Tu lengua. Las necesito ahí, como en el lago. Por favor.
—¿Así?
Inclinó la cabeza. Su lengua raspó el dolorido pezón, por fin. Lo chupó, llevándoselo a la boca. Sintió que la recorría una oleada de placer, que bajó hasta llegar al lugar caliente y húmedo entre sus piernas. Enredó los dedos entre los rizos de él, reteniéndolo contra su pecho. Deseaba que no se detuviera jamás.
Él siguió descendiendo con sus caricias hasta llegar a la cintura, donde abrió la mano abarcándole el vientre. Ella se retorció. Si tan sólo su mano bajase unos pocos centímetros…
—Cariño, puedes retorcerte cuanto quieras… no voy a darme prisa.
Bajó la vista hacia ella, sonriéndole. Parecía tan satisfecho de sí mismo, tan seguro. Ella levantó la mano y le rodeó la mejilla. Él le dio vuelta a la mano y besó su palma.
—Es un juego, cielo, jugamos a provocarnos. Cada roce te acerca más al límite. —El pulgar le rozó el ombligo—. Más y más cerca, un pequeño roce tras otro, hasta que con el último, estallas.
—Humm. ¿Entonces yo también debería tocarte?
______ le alisó el vello rizado que le salía del pecho, exploró sus tetillas y luego emprendió el largo viaje bajando por esa misteriosa línea que iba desde el vientre hasta…
Él tomó aire y retrocedió bruscamente. Ya no sonreía.
—¿No deseas que te toque?
—______, me encantaría… la próxima vez. Esta vez no duraría ni un segundo. Y quiero que lo disfrutes. —Frunció ligeramente el ceño, inclinándose hacia su pecho—. Tanto como sea posible, tratándose de tu primera vez.
—Qué… ¡oh!
______ no entendía, pero dejó de interesarle entender en el preciso momento en que los labios de Nick le tocaron el pezón. Empezó a chuparlo intensamente, mientras uno de sus dedos se deslizaba introduciéndose en el húmedo calor del centro de su cuerpo.
Ella elevó las caderas, tomándolo de los hombros. Necesitaba algo a lo que asirse en medio de esa vorágine de sensualidad en que la habían arrojado la boca y las manos de él. Jadeó, meneando las caderas. Necesitaba sentir a Nick sobre ella.
Como leyéndole la mente, la apretó contra sí. Mientras, su dedo continuaba jugueteando con ella, frotando su humedad sobre la pequeña protuberancia exquisitamente sensible que se escondía allí. Nunca había conocido… o imaginado algo así. Sus senos contra el pecho de Nick, los cuerpos desnudos, apretados. Esto era tan superior a esa vez en el lago. Esto era…
… insoportable. Reteniendo el aliento empezó a palpitar contra la mano de Nick, con los pezones erectos y sintiendo que todo su interior se volvía líquido.
—Ahora, cariño —le susurró al oído—, mientras aún estás húmeda.
Moviéndose entre sus piernas, él puso esa «cosa» que sobresalía de su cuerpo, allí donde antes había estado su dedo. Lentamente, empujó para entrar en ella.
—¿Qué…?
—Ssh. Relájate, cariño.
Avanzó un poco en su interior. Ella sintió que algo dentro de su propio cuerpo se estiraba.
—Creo que ahí no va a caber, Nick. [oajjaajjaojajoaooajoajaijoa xD]
—Ssh. No pienses. Va a… entrar. Dios mío, ______, estás tan estrecha.
—¿Eso es bueno?
La voz de él sonaba como si sintiera dolor. También a ella le dolía un poco.
—Eso… es… maravilloso. —Empujó hasta que estuvo completamente dentro de ella.
—Ay. —______ intentó moverse, pero el peso de él la mantenía clavada a la cama.
—No te… muevas. —Su cara estaba sepultada en el cuello de ______.
Una vez superada la conmoción inicial, le gustó cómo se sentía tenerlo dentro. El dolor estaba cediendo. Deslizó sus manos acariciando la espalda de él, perlada de sudor.
—Así es como se hacen los bebés, amor. —Él se incorporó sobre sus codos y movió las caderas—. Yo derramo mi… semilla, —las caderas de él se flexionaron, empujándolo aún más dentro de ella—, profundamente —entraba y salía—, dentro —otra vez— de ti.
Arremetió hacia delante y se quedó allí. ______ sintió algo caliente que chorreaba dentro de ella.
—Aaah. —Nick se relajó encima de ella, que le acariciaba el pelo. A ______ le costaba un poco respirar, pero estaba bien.
También le costaba un poco pensar. En ese momento todo lo que podía hacer era sentir… el peso del cuerpo de él, el dolor entre las piernas. Y la sensación de estar colmada. Él todavía estaba ahí, todavía dentro de ella.
Entre ellos se había forjado un lazo permanente, que iba más allá de la obvia unión física. Ella aún no entendía qué era, ni podía explicarlo, pero sabía que había ocurrido.
Se sentía completamente casada.
—Dios, ______.
Nick levantó la cabeza y mirándola debajo de él, le sonrió; el corazón de ella dio un vuelco. Los ojos de él tenían una mirada de… posesión. No, era más que eso. ¿Aceptación? Se sintió como si acabase de cruzar una puerta y ahora estuviese con él. Sólo ellos dos. Juntos. Ella le devolvió la sonrisa.
—Mmm. —Al parecer, tampoco él estaba lúcido. Inclinó la cabeza y la besó lentamente, profundamente. Sin duda, esto era posesión: ella estaba llena de él. De su lengua y de su…
—Soy demasiado pesado para ti. —Se levantó de encima de ella. Se sintió vacía y con frío—. Y probablemente estás dolorida.
—No.
—Sí. —Salió de la cama.
—¿Adónde vas? —______ no deseaba pasar sola el resto de la noche—. Has dicho que te quedarías para protegerme.
—No te preocupes, cariño. No pienso irme de tu cama durante un rato largo. —Desapareció a través de la puerta comunicadora. Lo oyó hurgando en su armario—. Ahora sí. He tomado la precaución de cerrar mi puerta con llave… no queremos sorprender al pobre Henderson, ¿verdad?
______ se ruborizó.
—No. Claro que no.
Tras cerrar con llave también la puerta de ella, regresó a la cama. Tenía algo en la mano.
—¿Qué es eso?
—Una corbata vieja. Lo siento, el agua está un poco fría. —Deslizó su mano entre las piernas de ella.
—¿Qué estás haciendo? —______ trató de cerrar los muslos, pero la mano de Nick ya estaba allí. Ella se escabulló en la cama—. Está fría.
—Lo sé, amor. Lo siento. Sólo estoy limpiándote.
—¿Limpiándome?
Nick le mostró la corbata manchada de sangre.
—Tu virginidad, cariño. Es sólo un poquito de sangre y sucederá solamente esta vez.
—Deja que yo lo haga. —______ estaba avergonzada. Detestaba la suciedad.
—No, amor. Me gusta hacerlo. ¿Te he hecho mucho daño?
—No. Sólo un poco.
—Lo siento. Confía en mí, cuando hagamos esto otra vez, sólo sentirás placer.
Nick aún estaba pasándole la corbata húmeda por el cuerpo. Era una sensación… rara, que él hiciese por ella algo tan íntimo. La ligera aspereza del lino y el frío del agua hicieron que su vientre se estremeciese. Y él en realidad estaba mirándola. Peinaba con sus dedos el pelo que crecía ahí. Eso tenía que ser indecoroso.
—Eeh… —¿Qué había estado diciendo Nick? Oh, Dios, su dedo se deslizaba alrededor de, eh… y podía sentirlo abriendo los, eh, labios de la, oh—. Ha sido muy agradable al principio. —Tragó saliva, nuevamente intentó cerrar las piernas, pero él no le dejaba. Sopló sobre su cuerpo, haciéndole estremecerse
Pily....
Re: EL MARQUÉS DESNUDO-nick & tu- adaptacion TERMINADA
chicas pasen por este one shot es mio
https://onlywn.activoforo.com/t5998-una-historia-de-amor-kevin-tu
y hay estan los cap kuidense y mñn subo massss
:hug:
https://onlywn.activoforo.com/t5998-una-historia-de-amor-kevin-tu
y hay estan los cap kuidense y mñn subo massss
:hug:
Pily....
Re: EL MARQUÉS DESNUDO-nick & tu- adaptacion TERMINADA
Ok he muerto! Jajaja
Tienes que seguirla ahora mismo!!!
Tienes que seguirla ahora mismo!!!
maiih* [:
Re: EL MARQUÉS DESNUDO-nick & tu- adaptacion TERMINADA
Hay Dios miooooo!
Quede en Shockk!
DEMASIADO HOT!
Tenias razonn!
Siguelaaaa prontooo!
Quede en Shockk!
DEMASIADO HOT!
Tenias razonn!
Siguelaaaa prontooo!
Ruth Esther<3
Re: EL MARQUÉS DESNUDO-nick & tu- adaptacion TERMINADA
oooooooooooooohhhh
que capis
jejejejeje
siguela porfa
chelis
Página 11 de 15. • 1 ... 7 ... 10, 11, 12, 13, 14, 15
Temas similares
» Sin recuerdos- Adaptacion- Nick y tu- Terminada
» La Ley Del Lobo (Nick y tu) [ADAPTACIÓN] HOT!!
» Perfect You (Nick y tu) - Adaptación [TERMINADA]
» Ley de atracción -adaptación- Nick&Tu [Terminada]
» Amantes [Nick&Tu] Adaptacion [Terminada]
» La Ley Del Lobo (Nick y tu) [ADAPTACIÓN] HOT!!
» Perfect You (Nick y tu) - Adaptación [TERMINADA]
» Ley de atracción -adaptación- Nick&Tu [Terminada]
» Amantes [Nick&Tu] Adaptacion [Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 11 de 15.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.