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EL MARQUÉS DESNUDO-nick & tu- adaptacion TERMINADA

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EL MARQUÉS DESNUDO-nick & tu- adaptacion TERMINADA - Página 7 Empty Re: EL MARQUÉS DESNUDO-nick & tu- adaptacion TERMINADA

Mensaje por Pily.... Lun 23 Mayo 2011, 7:55 pm


Cap!! 18

Isabelle sonrió.
—Sí, pa… tío Nick.
—Puedes llamarme papá Nick si quieres, Isabelle.
—No. No, gracias. Tengo nueve años.
—Y yo tengo treinta, tontita. Con nueve no eres demasiado mayor, sin duda no tan mayor como para no querer un papá. —Nick le alargó la mano—. Podría ser nuestro secreto.
Isabelle puso su mano en la de Nick, pero sacudió la cabeza.
—Muéstrame cómo preparar el cebo, tío Nick.
—Y a mí —dijo Claire, empujando para acercarse—. Enséñame también a mí. —Echó una ojeada a ______—. ¿Y mamá Peterson, papá Nick? ¿Le vas a enseñar cómo poner esa lombriz babosa en el anzuelo?
—Oh, a la señorita Peterson ya se lo enseñé hace años, cuando ella era sólo un poco mayor de lo que eres tú ahora, Lady Claire.
—Claro que sí —dijo ______, sonriendo—. Y es un maestro muy bueno.
—¿Usted también va a pescar, señorita Peterson?
—No, Isabelle. Creo que iré a hacerle compañía a Prinny.
—Aguarde un momento y extenderé la manta para que se siente.
—No se moleste, milord. Yo puedo hacerlo.
______ sacó la manta de la cesta y se alejó hasta el abedul. Prinny había gastado suficiente energía como para contentarse con echarse a la sombra. La joven se sentó sobre la manta y miró a Nick con las niñas.
Sería un padre maravilloso, si sólo estuviese dispuesto a vivir en Knightsdale.
—Ahora no dejéis que vuestros sedales se enreden uno con el otro, niñas —dijo—. Voy a sentarme con la señorita Peterson y dejaros pescar solas.
—De acuerdo, papá Nick. Atraparemos montones de peces para el desayuno.
—No atrapéis más de los que pueda poner en la cesta.
—Intentaremos no pescar tantos. —Claire sonrió y se volvió para mirar fijamente el agua, como si pudiese inducir a los peces a picar.
Nick se quitó el abrigo y se sentó junto a ______. Miró a las niñas.
—Supongo que mi hermano y su esposa no fueron los mejores padres.
______ lanzó un suspiro.
—No creo que hayan sido diferentes de la mayoría de los padres de la «flor y nata», pero seguramente sus hijas querían más de ellos.
—Más podría haber sido peor. Dios, no puedo creer que Cecilia les dijese a las niñas que quería un hijo varón para que no le pidieran más hijos.
—No sabemos si realmente dijo eso, milord. Los niños a veces malinterpretan las cosas. Escuchan trozos de conversaciones y los unen de un modo que tiene sentido para ellos, pero su conocimiento del mundo es muy limitado.
En realidad ______ no había dudado ni por un momento que Cecilia les hubiese dicho a las niñas exactamente lo que acababa de contarles Isabelle. La mujer había sido tremendamente vanidosa y egocéntrica. Completamente insensible.
Nick se encogió de hombros.
—Sea lo que sea lo que Cecilia haya dicho o no, está claro que las niñas necesitan padres ahora.
—Sí. —______ vaciló. En realidad no le correspondía opinar pero sintió la necesidad de expresar lo que pensaba. Seguramente ahora él entendería que era necesario que se quedase en Knightsdale—. Cuando usted se case, milord…
—Querrá decir cuando nos casemos, ______. —Se volvió y la miró—. Usted les agrada a las niñas. Ellas… —Se interrumpió y frunció el ceño—. ¿De dónde ha sacado un sombrero tan horrible?
Así que justo en ese momento notaba lo que llevaba puesto… Este pretendiente sí que estaba pendiente de ella.
—No es horrible. Es un sombrero perfectamente adecuado, especialmente para salir de pesca por la mañana temprano.
—Sólo si planea usarlo para atrapar a los peces. Sería una adecuada red… o más bien un balde. Debería deshacerse de él. De hecho, me alegrará encargarme de eso yo mismo. —Intentó coger las cintas del sombrero. ______ puso las manos sobre ellas y echó la cabeza hacia atrás.
—Puede estar seguro de que no lo hará. Deje quietas sus manos, Lord Knightsdale.
Un destello claramente malévolo apareció en sus ojos.
—Pero es que anoche en verdad disfruté tanto no dejándolas quietas.
—¡Compórtese, señor!
—Debo…
—Papá Nick, papá Nick, he atrapado un…
El resto de la frase se perdió en un fuerte chapoteo.
—¡Tío Nick! —gritó Isabelle—. ¡Claire se ha caído al agua y no sabe nadar!
______ saltó sobre sus pies, tambaleante, pero la reacción de Nick fue mucho más rápida. Estaba en el arroyo con Claire en brazos antes de que ______ hubiese podido desenredar sus faldas.
—Claire, cariño —dijo—, son los peces los que deben salir del agua, no las niñitas las que deben entrar.
Claire tosió y farfulló:
—El pez se ha escapado, papá Nick.
—Bueno, atraparás otro, otro día. Y te enseñaré (y también a Isabelle) a nadar. ¿Te gustaría aprender a nadar?
—¡Sí!
______ llegó por fin a la orilla del arroyo. De pie junto a Isabelle miró a los dos en el agua. Claire podría haber estado aterrorizada, pero sonreía abiertamente y sus brazos rodeaban con fuerza el cuello de Nick. Él estaba empapado, con la camisa y los pantalones adheridos al cuerpo.
Se veía maravilloso. Más que eso. La lujuria de la noche anterior regresó con fuerza y ______ pensó en ir a hacerles compañía en el agua. Necesitaba enfriar su sangre de algún modo.


Nick llevó a hombros a Claire hasta Knightsdale. Ella iba charlando y riendo. No parecía molestarle el estar mojada, pero Nick había prometido enseñarles a nadar a ella y a Isabelle en cuanto tuviese la oportunidad. Con un lago en la finca, el no saber nadar era demasiado peligroso para las niñas. Aunque Claire era pequeña aún, podía aprender lo suficiente para salvarse si cayera nuevamente. Pero Isabelle sin duda tenía que aprender. Él le había enseñado a nadar a ______ cuando ella tenía sólo seis años.
Echó un vistazo a la mujer que caminaba a su lado. Él le había dado lecciones después de que Joe le pusiera la zancadilla y ella, al igual que Claire, cayese al arroyo. Al principio los otros muchachos se habían reído —la niña se veía tan graciosa con las faldas desplegadas— pero él había visto el miedo en sus ojos.
Durante las lecciones no había demostrado miedo. Sonrió. Estaba decidida a no permitir que Joe le hiciera pasar de nuevo por algo así.
¿Aún recordaría cómo nadar? La sonrisa de Nick se hizo más amplia. Le gustaría evaluar nuevamente sus habilidades. Quizás esa tarde, en alguno de los sectores del lago más apartados. Ella podría usar su combinación.
—¡Papá Nick!
Claire le dio un enérgico tirón de pelo. La cambió de posición sobre sus hombros mientras contemplaba a ______ en el agua, que se había quedado en combinación. Una combinación mojada. Una combinación fina y traslúcida, que dibujaba cada una de sus preciosas curvas y lo provocaba con un atisbo, una sombra de los pliegues de la tela por encima de los muslos. Si hiciese frío, sus pezones se endurecerían como dos pequeños picos bajo la tela mojada, tentadora…
—¡Ay! El pelo está unido a mi cabeza, Lady Claire.
—Lo siento, papá Nick, pero no me estabas atendiendo.
—Eh.
De repente advirtió que sus pantalones empapados revelarían a quien quisiera mirarlo a qué tipo depensamiento había estado prestando atención. Obligó a su mente a pensar en temas que no tuvieran ninguna relación con ______. La administración de su patrimonio. Ah. Eso funcionó de maravillas.
Echó otra ojeada a ______. Ella observaba el suelo. Al menos suponía que eso era lo que estaba haciendo —no podía verle la cara—. Su horrible sombrero ocultaba completamente sus facciones. Quizás un policía, en vez de un sombrerero, había diseñado esa cosa. Con toda seguridad se parecía más a un balde que a un sombrero.
Sólo tendría que tramar algún accidente para librar al mundo de su insultante existencia.
—Papá Nick, como no hemos atrapado ningún pez, ¿qué podemos comer en el desayuno? Tengo hambre.
—No te preocupes, Lady Claire —dijo—. Pasaremos a ver a la cocinera. Seguramente tendrá algo sabroso.
—No podemos molestar a la cocinera, tío Nick.
—¿Por qué no, Isabelle? Cuando tenía tu edad, yo solía molestar a la cocinera todo el tiempo, ¿no es verdad, señorita Peterson?
—Sí. —______ todavía no lo miraba—. Bueno, lo hacía cuando yo lo conocí. Tenía hambre todo el tiempo. Creo que la cocinera lo llamaba retoño de Satanás, pero le daba a usted lo mejor que tenía: el pastel más grande o la fruta más madura.
—¿Y usted se ponía celosa, señorita Peterson?
______ le echó una rápida ojeada y luego continuó con la vista al frente.
—Por supuesto que no, milord. Admiraba su capacidad para consumir cantidades ilimitadas de comida.
—Ah, pero yo era un muchacho en pleno crecimiento.
—Yo soy una niña en pleno crecimiento, papá Nick —dijo Claire, dando botes encima de sus hombros—. ¿Qué crees que tendrá para comer la cocinera?
—Quizás tartas de grosella. Mmm. No es exactamente comida para desayunar pero sus tartas de grosella son deliciosas. —La cocinera podía no estar a la altura de los estándares de Londres cuando se trataba de preparar una cena para la «flor y nata», pero con seguridad había cosas que sabía hacer muy bien. Bajó la vista hacia Isabelle. Estaba demasiado callada de nuevo—. ¿Alguna vez has comido una de esas tartas de grosella, Isabelle?
—No, tío Nick. Mi madre decía que engordaríamos si comíamos tartas y que es muy difícil conseguir marido si eres gorda.
Nick sintió que se le caía la mandíbula.
—¡Patrañas! Sólo tienes nueve años, Isabelle. Unas cuantas tartas no te convertirán en una solterona.
—Mi madre decía que nunca es demasiado pronto para pensar en el futuro. No podemos vivir en Knightsdale toda la vida.
Nick miró fijamente a Isabelle, sin saber si reír o lanzar un juramento. ¿Acaso Kevin no sabía lo que su esposa les decía a las niñas?
—Yo he comido una tarta de grosella, papá Nick.
—¡Claire! —dijo Isabelle—. No mientas.
—¡No es mentira! Una vez entré a hurtadillas a la cocina y cogí una. No me gustó. Me quemé la boca.
—Bueno, no hacer falta entrar a hurtadillas a ninguna parte —dijo Nick—. Entraremos en la cocina, le daremos los buenos días a la cocinera y veremos si tiene algo para darnos.
—¿Estás seguro de que podemos hacer eso, tío Nick? —Isabelle arrugó la frente—. Mi madre decía que nunca había que molestar a la cocinera.
—Por supuesto que estoy seguro, Isabelle. —Nick se volvió hacia ______. Tenía la cabeza erguida y una expresión preocupada—. Señorita Peterson, usted es la institutriz. ¿Qué opina? ¿Estoy en lo cierto al afirmar que podemos entrar a la cocina impunemente?
—Por supuesto, milord.
______ sonrió, pero aún tenía la frente ligeramente arrugada. Nick apostaba que también ella gritaría si oía una vez más la frase «Mi madre decía». No estaba bien tener mala opinión de los muertos pero, bueno, en este momento no extrañaba a Cecilia.
—¿Lo ves? —dijo—. Si una institutriz lo dice, debe ser verdad. Las institutrices nunca quieren que hagamos nada divertido, ¿no es así?
—¡Milord! —exclamó ______, poniéndose las manos en las caderas—. No debe usted difamar el noble oficio de las institutrices.
Claire dijo entre risitas:
—Pero lo que dice papá Nick es cierto, mamá Peterson. La señorita Hodgekiss nunca nos permite hacer cosas divertidas.
—¿Y acaso yo no os he dejado ir a pescar?
—Sí, pero usted no es una institutriz de verdad —dijo Isabelle. Su voz aún sonaba preocupada.
—Bien, yo soy un marqués de verdad. —Nick bajó a Claire de sus hombros—. Y digo que podemos entrar en la cocina. —Se irguió todo lo que pudo y trató de verse como el duque de Alvord en su pose más típica de duque—. En realidad, ahora que lo pienso, esta es mi cocina. Yo soy el marqués de Knightsdale, ¿o no?
—¡El marqués de Knightsdale! —gritó Claire—. ¡Cuidado, cocinera!
—No creo que a la cocinera le guste que le griten, Lady Claire —dijo ______.
—Eso es muy cierto, señorita Peterson, «se atrapan más moscas con miel que con vinagre», como dicen por ahí.
Claire arrugó la nariz.
—Pero yo no quiero moscas, papá Nick.
—No seas tonta, Claire. —Isabelle de repente sonaba como una experimentada hermana mayor—. Tío Nick sólo quiere decir que es más probable que consigas lo que quieres si pides con amabilidad, sin darle órdenes a la gente a tu alrededor.
—Exactamente. Darle órdenes a la cocinera sólo le hará enfadarse. Necesitamos un acercamiento más sutil. —Nick se apoyó en una rodilla para poder mirar a la cara a las niñas—. He comprobado que apelar al corazón de la cocinera da muy buen resultado. Tú y yo, Lady Claire, somos una pareja lamentable después de habernos metido en el arroyo. Estoy seguro de que no podrá resistir la compasión que le inspiraremos. ¿Crees que puedes verte digna de compasión?
—Oh, sí, papá Nick. —Claire abrió mucho los ojos y bajó las comisuras de los labios. Incluso Isabelle lanzó una risita.
—Muy bien. Te dejaré ir delante en nuestro acercamiento conmovedor. Ahora, Lady Isabelle —dijo Nick volviéndose y poniendo las manos en los hombros de la niña. Los sentía tan frágiles bajo sus dedos—. Creo que harías bien en encabezar nuestro ataque de encanto.
—¿Ataque de encanto? ¿Qué quieres decir, tío Nick?
—Bueno, he notado que tienes la sonrisa más encantadora.
—¿La tengo? —Isabelle se ruborizó suavemente. Nick sonrió abiertamente.
—Claro que sí. Cuando sonríes, tus ojos brillan de un modo extraordinario. Estoy seguro de que si le sonríes a la cocinera nos dejará comer todas las cosas ricas que deseemos.
—¿De verdad?
Nick parpadeó. Había estado bromeando con Isabelle, pero ahora que ella estaba sonriéndole, veía que lo que acababa de decir era cierto. Tenía una hermosa sonrisa. Iluminaba su cara delgada y angulosa con un encanto etéreo que lo asombró. Se propuso hacerla sonreír más a menudo.
—Creo que estamos listos para inva
dir la cocina.

Pily....
Pily....


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EL MARQUÉS DESNUDO-nick & tu- adaptacion TERMINADA - Página 7 Empty Re: EL MARQUÉS DESNUDO-nick & tu- adaptacion TERMINADA

Mensaje por Pily.... Lun 23 Mayo 2011, 7:56 pm

Cap!! 19

De alguna manera ______ tenía que convencer a Nick de que se quedara en Knightsdale. Las niñas lo necesitaban.
Se sentó a la larga mesa de la cocina, sobre un banco, y observó cómo Isabelle y Claire parecían resplandecer con la atención de Nick. Era maravilloso que cualquier hombre se interesase por ellas —sin duda su padre nunca lo había hecho—, pero que ese hombre fuera Nicholas era más que maravilloso. Las estaba hechizando, como hechizaba a todo el mundo. Como la había hechizado a ella cuando era niña.
Poco después de que hubieron entrado en sus dominios, la cocinera le había obsequiado a Prinny un hueso que éste mordisqueaba contento en una esquina de la habitación, junto al fuego. Claire se subió al banco junto a Nick. Se sentó lo suficientemente cerca como para tocarlo. La niña le acariciaba la manga y reclinaba la cabeza contra su hombro cuando hablaba alguien que no fuera ella. ______ sospechaba que si Nick le hubiese dado la menor oportunidad, Claire se habría sentado en su regazo.
Isabelle se sentó frente a su tío, junto a ______. A los nueve años era demasiado grande para colgarse de él físicamente, pero lo hacía con la mirada. La institutriz observó que, después de uno de los pequeños cumplidos de Nick, un ligero rubor coloreaba las mejillas de Isabelle. Apostaría a que estaba más que un poco enamorada de su tío. Era uno de esos inocentes amores locos que se curan con la edad.
No como el de la joven.
_____ se irguió más en el banco. Era imposible. Aunque encantador, Nick no era para ella. Había decidido que iba a fijarse en otros hombres más a su alcance. El señor Stockley, por ejemplo…
No, no iba a pensar en el señor Stockley justo ahora. En ese momento sólo disfrutaría de estar allí con Nick y las niñas.
—Tome, Lady Isabelle, coma un poco más de pan, coma —decía la cocinera, al tiempo que ponía una gran rodaja de pan fresco en el plato de la niña.
—Gracias, señora cocinera. —La cara de Isabelle se iluminó con una sonrisa como rara vez mostraba. La cocinera parpadeó sorprendida y miró a ______. Ambas sonrieron.
______ deseaba que se le hubiese ocurrido antes llevar a las niñas a la cocina. Nunca se habría imaginado que Cecilia les hubiese privado de ese refugio, con sus altas ventanas soleadas y el tibio olor a comida recién horneada. La cocinera era una mujer sencilla y alegre, de regazo y corazón amplios. Puede que no supiera preparar una elegante salsa francesa pero sí que sabía hacer sonreír a una niñita.
—¿Y podemos comer también un poco de mermelada, por favor, señora cocinera?
______ tuvo que ahogar la risa ante la expresión congraciadora de Claire.
—Por supuesto que podéis, Lady Claire. ¿Y os gustaría probar mi pastel de limón?
—Oh, sí, por favor.
—Supongo que no tendrá ninguna tarta de grosellas por aquí, ¿verdad, señora cocinera?
Nick se inclinó hacia la cocinera y sacó a relucir su sonrisa congraciadora. Esta vez, ______ no sintió el impulso de reír… más bien de llorar. Era increíblemente atractivo.
—Sí… resulta que tengo, milord.
—¡Estupendo! ¿Puedo comer una? —Miró a ______—. ¿Y usted, señorita Peterson? ¿Le gustaría comerse una de las tartas de grosella de nuestra cocinera?
—No, se lo agradezco, milord.
—¿Está segura, señorita Peterson? —preguntó la mujer—. Mire que hay muchas.
—No, gracias, señora. No me gustan las grosellas, pero sí me comería un trozo de su pastel de limón.
—¿No le gustan las grosellas, señorita Peterson? —preguntó Nick cuando la cocinera se fue a buscar las tartas—. Me temo que no tiene paladar.
—No a todo el mundo le gustan tanto las grosellas como a usted, milord.
—Bueno, quizás eso sea bueno. Más para mí, ¿no le parece?
Nick tomó una tarta del plato que la cocinera había puesto sobre la mesa. ______ lo observó mientras la mordía. Sus dientes eran blancos y fuertes, tan diferentes de los del señor Stockley, torcidos y amarillentos. Un poco del relleno de grosellas chorreó por su barbilla y sacó la lengua para atraparlo. Jesús, hasta su lengua parecía fuerte.
¡Qué tontería, la gente no tenía lenguas fuertes! Aunque esa lengua sí que le había parecido fuerte al tenerla en su…
Mordió un gran trozo de pastel de limón.
—¿Quiere un poco de leche fría, señorita Peterson? Está colorada.
______ negó con la cabeza. Tenía la boca demasiado llena —y se sentía demasiado mortificada— para pronunciar palabra. Nick la miró y levantó una de sus varoniles cejas.
¿Cejas varoniles? Pensó en golpearse la cabeza contra la mesa de madera para ver si recuperaba un poco de sensatez… o por lo menos perdía un poco de lujuria.
—Hemos ido a pescar, señora cocinera —dijo Claire—. Papá Nick nos ha mostrado cómo poner las lombrices en los anzuelos. Luego yo he atrapado un pez, pero me he caído al agua y papá Nick me ha salvado y ahora él nos va a enseñar a nadar a mí y a Isabelle.
La sorpresa dilató los ojos de la cocinera al escuchar la frase «papá Nick» y luego sonrió abiertamente a Lord Knightsdale. Las orejas de Nicholas enrojecieron. Bien… podía soportar un poco de vergüenza. Isabelle también participó del relato, con una voz juvenil y entusiasta, que sonaba como la de una niña de nueve años, no como la de una pequeña adulta.
Nick tenía que quedarse en Knightsdale. Él traía diversión, aventura y risas, a las vidas de las niñas. Antes no lo habían extrañado, porque no lo conocían. Ahora, si se marchaba a vivir la mayor parte del año en Londres… no soportaba pensar en ello. Sus corazones se partirían.
______ no quería analizar si serían solamente los corazones de las niñas los que se partirían.
—Ha sido fantástico, señora cocinera, pero creo que sería mejor que nos fuéramos. —Nick se puso de pie, sacudiendo las migas de sus pantalones—. Me temo que Claire y yo necesitamos urgentemente tomar un baño.
—Yo no necesito un baño, papá Nick. Solo tomo un baño los domingos.
—O los días en que te has metido al arroyo —dijo él.
Claire frunció el ceño y empezó a hacer pucheros. Nick rió.
—Vamos, Lady Claire, nada de rabietas. Recuerda que a los peces no les gustan… y a mí tampoco. Ve con la señorita Peterson; ella y Nana te dejarán limpita.
—No me gusta bañarme. —Claire se cruzó de brazos y su cara adoptó una expresión claramente tozuda.
—¿Quieres usar un poco de mi agua de lavanda? —le preguntó ______.
Fue como si una nube se hubiese apartado dejando paso al sol.
—¡Sí! Luego voy a oler como tú, ¿verdad?
______ rió.
—Sí, luego vas a oler como yo.
—Y tú hueles muy bien. ¿No crees que mamá Peterson huele muy bien, papá Nick?
Nick dibujó lentamente una amplia sonrisa.
—Oh, sí. La señorita Peterson huele realmente muy bien.
______ estaba segura de haberse sonrojado desde la raíz del pelo hasta la punta de los pies.
—Eh, bueno, vamos entonces, Claire. Ven, Prinny. —Se inclinó para ajustar la correa al collar del perro. No tenía sentido correr riesgos con tantos extraños en la casa.
Nick aún sonreía cuando dio un paso a un lado para dejarle salir de la cocina delante de él. Las acompañó hasta el piso de los dormitorios.
—La veré más tarde, señorita Peterson.
—¿Y a nosotras, papá Nick? ¿También nos verás más tarde?
Nick revolvió el cabello de Claire.
—Pasaré por vuestro cuarto cuando pueda, diablilla. Tengo una cita con el señor Coles, el administrador, y luego tengo que ser el anfitrión de todas esas damas y todos esos caballeros de Londres… por eso hemos ido a pescar tan temprano por la mañana, para que yo pudiera veros antes de mis otras obligaciones.
—¡Por favor, pasa a vernos! Tienes que decirme si es cierto que huelo tan bien como mamá Peterson.
Nick sonrió abiertamente.
—Por un placer así, seguramente haré todo lo posible por pasar. Quizás pueda robarle a mis obligaciones unos minutos antes de la cena. Ahora ve a tomar tu baño.
______ y las niñas casi consiguieron llegar al cuarto de las pequeñas sin ningún percance. Lo habrían logrado de no haberse detenido para que ______ buscara el agua de lavanda. Sucedió que cuando estaban a tan sólo unos metros de las escaleras al cuarto de las niñas, dos jóvenes salieron entre risitas de una de las habitaciones que les quedaban de paso. Con un ladrido, Prinny salió disparado hacia adelante. Las damas —la señorita Oldston y Lady Caroline— lanzaron un grito.
—No os asustéis —dijo Claire—. Prinny es muy amistoso.
Lady Caroline tomó aire, sus mejillas rellenas se arrugaron al fruncir el ceño y elevó con desdén su nariz regordeta. Tenía un asombroso parecido con el cerdo premiado del hacendado Begley, Ivy (o «Ese Maldito Ivy», como él solía llamarlo).
—No estoy asustada. Simplemente no me gustan los perros, esas cosas molestas y sucias.
La señorita Oldston rió a carcajadas y sus labios dejaron al descubierto sus grandes dientes.
—Por lo menos no es un gato, Caro. Al menos no te vas a hinchar, a ponerte colorada y a sentir picazón.
Lady Caroline volcó su desagrado en la señorita Oldston.
—De verdad, Amanda, tienes que controlarte. Pareces un caballo y suenas igualito que uno.
—Es mejor que verse como un cerdo. Si quieres las atenciones de Knightsdale, deberías procurar desviar la tuya de sus tortas y bombas de crema.
—Bueno, sin duda no va a elegir a una yegua escuálida como tú.
—Papá Nick va a elegir a mamá Peterson.
El repentino silencio que siguió a las ingenuas palabras de Claire era tan denso que resultaba asfixiante. Al menos ______ sentía que no podía respirar. Lady Caroline se quedó boquiabierta; los ojos naturalmente prominentes de la señorita Oldston se agrandaron notablemente. ______ cerró los ojos por un instante, deseando poder desaparecer detrás del enmaderado.
—¿Papá Nick? —dijo la señorita Oldston.
—¿Mamá Peterson? —Los ojos pequeños y duros de Lady Caroline examinaron a ______.
—¡Claire, tío Nick te dijo que no lo llamases «papá» delante de la gente!
Claire se encogió de hombros.
—He tenido que decírselo, Isabelle. —Levantó la vista hacia Lady Caroline y la señorita Oldston—. Mi madre y mi padre murieron en Itl… —hizo una pausa, haciendo un evidente esfuerzo por pronunciar bien la palabra—, en Italia. Tío Nick es mi papá ahora. Y va a casarse con la señorita Peterson.
—Oh, ¿de verdad? —Lady Caroline examinó lentamente el viejo vestido de ______, su raída pelliza y el vergonzoso sombrero—. Qué raro. Debo haberme perdido el anuncio. ¿Tú lo has oído, Amanda?
—Lady Caroline, señorita Oldston —dijo ______—. Lady Claire sólo tiene cuatro años. Tiene una imaginación muy viva.
—Mamá Peterson, yo no me he imaginado a papá Nick contigo sobre la manta.
—¿La manta?
—Hemos ido a pescar esta mañana, Lady Caroline —dijo ______—. Lord Knightsdale quiere pasar algún tiempo con sus sobrinas, naturalmente, para conocerlas mejor, ya que ahora es su tutor. Y yo estoy reemplazando a su institutriz, que está cuidando a su madre enferma. —______ sabía que estaba balbuceando. En realidad no le debía la más mínima explicación a Lady Caroline, pero tampoco podía permitir que corriera el chisme entre los invitados—. Yo estaba llevando a las niñas a su cuarto a asearse después de la pesca. Lady Claire se ha caído al arroyo.
—Ya veo. Qué generoso de parte de Lord Knightsdale interesarse por las huérfanas de su hermano, ¿no te parece, Amanda?
—Sí, Caro, muy generoso.
—Aunque estoy segura de que eso cambiará una vez que se haya casado —dijo Lady Caroline con una risita condescendiente.
—Yo estoy segura de que eso no va a cambiar, Lady Caroline.
¿Cómo podía esa muchacha malcriada decir una cosa así con Claire e Isabelle de pie frente a ella? ______ habría deseado que Prinny fuese tan fiero como se sentía ella en ese momento. Le habría encantado dejar que el perro arrancase de un mordisco un trozo del amplio trasero de Lady Caroline.
—Oh, señorita Peterson. —Lady Caroline movió la cabeza, riendo entre dientes—. Quizás si usted hubiese debutado socialmente estaría más al tanto de las costumbres de la «flor y nata».
Prinny tendría que esperar su turno. ______ deseaba arrancarle un trozo a Lady Caroline con sus propios dientes.
—Puede que no esté íntimamente familiarizada con las costumbres de la «flor y nata», Lady Caroline, pero conozco a Lord Knightsdale desde que éramos niños. Él nunca abandonaría a sus sobrinas.
Quizás las abandonase físicamente para partir a Londres, pero nunca las abandonaría emocionalmente. Si las niñas necesitaban algo, ______ estaba convencida de que Nick se lo daría.
—¿Y usted está… íntimamente… familiarizada con las costumbres de Lord
Knightsdale?
Pily....
Pily....


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Mensaje por Pily.... Lun 23 Mayo 2011, 7:57 pm

bueno chicas aki les dejo dos cap y si kieren
mas me avisan y les subo inmediatamente jaja
bso... :hug:
Pily....
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Mensaje por #Fire Rouge..* Lun 23 Mayo 2011, 8:06 pm

sisisis qiero mass
#Fire Rouge..*
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Mensaje por #Fire Rouge..* Lun 23 Mayo 2011, 8:07 pm

pily me encanta esta novee
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Mensaje por Pily.... Lun 23 Mayo 2011, 8:29 pm

Floopii.xoxo escribió:pily me encanta esta novee

ya te leiste los cap?
esta bien te subire uno mas
me alegra ke te guste jja
Pily....
Pily....


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Mensaje por Pily.... Lun 23 Mayo 2011, 8:31 pm

Cap!! 20

—Tenemos que hacer algo, Claire. —Isabelle se sentó en la cama de Claire. La señorita Peterson había bajado para unirse a los invitados; Nana estaba dormitando. Se suponía que Claire dormiría la siesta y que Isabelle leería. Pero Isabelle decidió que eso era demasiado importante para postergarlo—. No podemos dejar que tío Nick se case con ninguna de esas damas de Londres.
Claire se sentó, frotando a lo largo de su mejilla el suave extremo de su vieja manta.
—Papá Nick va a casarse con mamá Peterson.
—Yo espero que sí, pero no podemos darlo por sentado, Claire. Creo que sería mejor que hiciésemos algo para asegurarnos de que se casen.
Prinny entró silenciosamente y se subió de un salto a la cama de Claire. Después de tanto juguetear durante la pesca de la mañana y de la emoción de perseguir a la señorita Oldston y a Lady Caroline a lo largo del corredor, estaba excepcionalmente tranquilo. Apoyó la cabeza en el regazo de Isabelle y dejó que le acariciara las orejas.
—¿Cómo hacemos eso, Isabelle?
Esa era la pregunta con la que todo el tiempo había estado luchando Isabelle desde que la señorita Peterson las había llevado a rastras hasta su cuarto. La señorita Peterson se había enojado tanto que no podía hablar. Sólo caminaba nerviosamente por la habitación, con pasos pesados, farfullando y disculpándose torpemente con las niñas por lo que habían hecho aquellas mezquinas damas londinenses.
—Creo que tenemos que encargarnos de que la señorita Peterson y tío Nick pasen juntos todo el tiempo que sea posible.
—Podemos ir a pescar todas las mañanas. A mí me ha gustado.
—No, creo que tienen que estar a solas, Claire: sólo ellos dos.
—¿Por qué?
Isabelle se encogió de hombros.
—No estoy segura de por qué. Pero la señora Lambert estaba hablando con Nana la semana pasada sobre una tal señorita Wendle que vive en la casa donde trabaja la hermana de la señora Lambert. La señorita Wendle estuvo a solas con Lord No sé qué y se casaron de inmediato. Creo que la señora Lambert le iba a contar más a Nana, pero entonces me vio y se calló.
Claire apoyó el mentón en sus rodillas.
—Mamá Peterson duerme ahora en la habitación de mamá. Hay sólo una puerta entre su cuarto y el de papá Nick.
Isabelle asintió con la cabeza.
—Tal vez si ponemos algo que la señorita Peterson necesite, como su cepillo del pelo, en el cuarto de tío Nick, ella tendrá que entrar a buscarlo.
—Y llevémonos ese sombrero feo que llevaba hoy.
Isabelle lanzó un suspiro.
—Sí. Desearía que hubiese una manera de deshacernos de algunos de sus vestidos: no son tan bonitos como los de las damas de Londres.
—A papá Nick eso no le importa.
—No lo sé, Claire. Yo creo que a los hombres les gustan las mujeres que llevan ropa bonita. Mamá siempre quería la última moda. Una vez la oí discutir con papá sobre eso.
—Bueno, si estaban discutiendo debe ser porque a papá no le gustaba la ropa que ella usaba.
—No, estaban discutiendo sobre el precio de la ropa de mamá. Y cuando se reconciliaron, terminaron juntos en la habitación de mamá. —Isabelle frotó el lomo de Prinny—. Es bueno que las habitaciones de tío Nick y de la señorita Peterson estén una junto a la otra. Intentaremos reunirlos allí y tal vez la ropa no importe tanto.
—Está bien. Podemos hacer eso en cuanto me despierte de mi siesta. Nana dijo que todos los huéspedes de la casa iban a ir a dar un paseo alrededor del lago, así que mamá y papá no estarán en sus habitaciones.
Isabelle asintió, pero su mente estaba todavía inmersa en el problema de la ropa. Habría deseado que la ropa de la señorita Peterson fuese más bonita, pero no había nada que Claire y ella pudieran hacer al respecto. Pero quizás sí había algo que podían hacer para que las damas de Londres se vieran menos atractivas. Dibujó una amplia sonrisa.
—Hagamos que esas mujeres mezquinas se pongan más feas.
—Es imposible hacer más fea a la gorda —dijo Claire—. Parece una cerda. [oajajajaojaoaojao es verdad xD esa tipa me cae mal ¬¬]
—Sí, pero una cerda bien vestida.
—No tan bien vestida ahora que Prinny ha apoyado sus patas por toda su falda. —Claire se inclinó hacia adelante y dio unas palmaditas en la cabeza a Prinny—. Perro bueno.
Prinny le lamió la mano.
—Sí, pero ¿recuerdas que la que se parece a un caballo, la señorita Oldston, dijo que era una suerte que Prinny no fuera un gato?
Claire movió la cabeza asintiendo.
—Dijo que la gorda se pondría toda colorada y tendría picores si Prinny fuese un gato.
—Y que se hincharía, aunque es difícil imaginar más gorda a Lady Caroline.
Claire soltó unas risitas.
—Reina Bess es una gata.
—Exactamente. —Isabelle sonrió abiertamente—. Y apuesto a que a Reina Bess le encantará conocer la alcoba de Lady Caroline.
______ todavía estaba furiosa cuando se unió a los otros invitados para dar un paseo alrededor del lago. Se mantuvo tan lejos como pudo de Lady Caroline y de la señorita Oldston —lo que también significaba quedarse alejada de Nick—. Las jóvenes se amontonaban a su alrededor como abejas sobre limonada derramada.
¿Cómo podían esas señoritas malcriadas haber dicho cosas tan aborrecibles delante de Claire e Isabelle? No alcanzaba a entenderlo. ¿Creían que las niñas eran sordas? ¿O estúpidas? Si Prinny no hubiese llenado de barro sus vestidos, ______ habría… ¿hecho qué? ¿Qué podía hacer ella? Sólo era la institutriz provisional.
—Bonito día, ¿no es cierto, señorita Peterson?
Podía aceptar la proposición de Nick. Le gustaría ver las caras de esas maliciosas muchachas cuando se hiciese ese anuncio. Y si ella fuese en realidad la marquesa, podría hacer que echaran a esas arpías arrastrándolas de las orejas.
—¿Señorita Peterson?
______ parpadeó. El señor Stockley estaba a su lado, mirándola inquisitivamente.
—Lo siento, señor. Estaba distraída. Decía usted que…
—Era sólo un comentario sobre el clima, señorita Peterson.
—¿Sobre el clima?
—Así es. Hace un día muy bonito, ¿no le parece?
—Sí. Cierto. Muy bonito.
______ buscaba a alguien que la rescatara de la conversación extremadamente aburrida del señor Stockley, pero no aparecía salvador alguno. La mayoría de los caballeros estaban reunidos en torno a las damas más jóvenes, que seguían apiñadas en torno a Nick. Lady Beatrice y la Sociedad para el Perfeccionamiento de las Mujeres habían preferido quedarse dentro. —______ esperaba que Nick hubiese guardado el brandy bajo llave—. El duque de Alvord estaba haciéndole compañía a su esposa que dormía la siesta. Al menos eso era lo que él había dicho, pero ______ había notado en su cara la misma expresión resuelta de Nick aquella noche en el jardín de invierno. El conde de Westbrooke había ido a recoger a Lizzie, la hermana de Alvord, y Meg probablemente estaba fuera investigando el jardín de césped.
—¿Está usted disfrutando su estancia en Knightsdale, señorita Peterson?
—Eh, sí. Por supuesto. ¿Y usted, señor? ¿Está satisfecho con su habitación?
Debería estarlo. Aunque la casa del señor Atworthy era cómoda, no se comparaba a Knightsdale.
—Muy satisfecho. Estoy muy interesado en las mansiones. Ya sabe: la arquitectura, el mobiliario, las estatuas.
—¿De verdad?
—Oh, sí. ¿Ha tenido la oportunidad de explorar Knightsdale, señorita Peterson? ¿Ahora como institutriz, o quizás cuando era niña? Tengo entendido que usted y el marqués son amigos de la infancia. ¿Ha jugado en los áticos o en los sótanos? ¿En algún extraño armarito o en algún desván?
El entusiasmo hacía brillar los ojos del señor Stockley. Bueno, Meg podía sentirse extremadamente animada por causa de una ramita cualquiera. Probablemente era más comprensible el entusiasmo por una casa que por una mala hierba. Knightsdale era una mansión imponente.
—No, señor Stockley, las niñas y yo nos hemos quedado en las partes principales de la casa. Y yo no era exactamente una amiga de la infancia de Lord Knightsdale, era más bien un incordio de la infancia. Puede preguntarle a Lord Westbrooke o a su alteza. O al mismo Lord Knightsdale, por supuesto.
El señor Stockley rió entre dientes.
—No creo gozar de la simpatía de Lord Knightsdale.
Decir sólo eso era quedarse corto. Nick miraba al señor Stockley igual que Reina Bess de Lady Beatrice miraba a Prinny. Con desdén. O con asco.
—Estoy segura de que él lo llevaría a recorrer Knightsdale si usted se lo pidiese, señor Stockley. O quizás la señora Lambert, el ama de llaves, estaría dispuesta a mostrarle la casa.
—¿Y usted, señorita Peterson? ¿Estaría dispuesta?
—Señor Stockley, le aseguro que yo no sería una guía adecuada.
Al dejar atrás una curva en el sendero, llegaron a un claro donde se alzaba una pequeña cabaña gótica. Las damas y la mayoría de los caballeros se habían acercado para examinar la estructura. Nick retrocedió, con las manos en las caderas y la mirada fija. Miraba a ______.
—¿Qué d…? —tosió—. ¿Qué es esto?
—Una casa gótica, milord.
—Sé que es una casa gótica, señorita Peterson. Lo que desearía saber es por qué está aquí. —Abarcó con un amplio gesto los árboles y el lago.
—¿No la había visto antes, milord? —pregunto el señor Stockley.
—No, no la había visto.
—No me sorprende —dijo ______—. No estaba la última vez que usted vino de visita, milord. La difunta marquesa la hizo construir poco después de su matrimonio.
Nicholas gruñó.
—¿Hay alguna otra monstruosidad ensuciando la finca, señorita Peterson?
—Ninguna nueva, milord. Creo que todos los otros caprichos fueron construidos por vuestro padre, abuelo o bisabuelo.
—Gracias a Dios. Temía tropezar con una réplica del establo de Prinny en Brighton.
______ esperaba que un entusiasta de la arquitectura como el señor Stockley se uniese al grupo lanzando exclamaciones a propósito del edificio, pero apenas le echó una ojeada después de haber escuchado que era una estructura relativamente nueva. Se alejó, caminando hacia adelante. ______ suspiró.
—¿Contenta de haberse librado de su pretendiente? —preguntó Nick.
—Ssh. —______ echó una ojeada a los demás, pero estaban todavía admirando los vitrales—. El señor Stockley no es mi pretendiente.
—Me alegra mucho oír eso, cariño.


Nick no deseaba ser el guía de esa partida de idiotas que paseaban alrededor del lago. Lo que él quería era pasar tiempo con ______. Solos. Persuadirla a aceptar su proposición. Podían, por ejemplo, comprobar si esa ridícula casa gótica tenía una cama cómoda y una sólida cerradura. Por supuesto que él iba a averiguarlo. Uno nunca sabe cuándo puede sorprenderlo una tormenta.
Al menos Stockley se había quitado finalmente del camino. Nick colocó sobre su brazo la mano de ______. La quería con él, y si ella no se movía de su lado, no sería asediado por ninguna de esas jóvenes de risitas tontas.
Alvord y Westbrooke habían eludido sabiamente esta invitación. Ya les diría algunas palabras cuidadosamente escogidas cuando los viera más tarde. Además del señor Stockley, los únicos hombres —y usaba ese término con mucha flexibilidad— que estaban ayudándolo a escoltar a las damas eran tres simplones. El señor William Dunlee, un joven corpulento también conocido como «el Gordinflón», segundo hijo del conde de Dunlee; el granujiento señor Frampton —«el Granos»—, hijo mayor de un barón; y el señor Oldston, acertadamente apodado «el Sapo» en honor de los prominentes ojos que eran una característica familiar, heredero de Sir Thomas. Los tres habían ido juntos a la universidad y, hasta donde Nick sabía, se las habían ingeniado para escapar de allí sin obstruir sus cerebros con el menor vestigio de conocimiento.
¿De dónde había sacado su tía tal variedad de vegetales? Si esos retoños y esas señoritas de risita tonta representaban el futuro de la nobleza británica, Inglaterra estaba en serios problemas. En ese mismo momento el Gordinflón, el Granos y el Sapo se estaban arrojando acianos entre ellos. Sus abrigos y pantalones estaban plagados de abrojos y las tontas jovencitas que los miraban, reían como si fuera el espectáculo más divertido que les había tocado presenciar.
—¿Damos un paseo, señorita Peterson?
—Me encantaría.
—Tiene que salvarme de estos idiotas, ______ —exhortó él apenas salieron del alcance del oído de los demás.
—Son un poco infantiles.
—¿Un poco? En la Península tuve a cargo muchachos mucho más jóvenes que éstos. Algunos no habían terminado de crecer y aun así eran soldados admirables y valientes.
—Me imagino que la guerra hace madurar a las personas.
—Sí, no se equivoca.
Paseó la mirada sobre el lago, recordando el día que había recorrido ese sendero por última vez. Entonces era un poco más joven que esos tres bufones que estaban junto a la cabaña. Seguramente no era tan idio-ta como ellos.
Por un instante cerró los ojos, resistiéndose a recordar. Tal vez sí había sido como esos muchachos y con una idiotez mucho menos inocente. Al salir de la universidad se había sentido perdido, enojado. Necesitaba hacer algo, y eso con frecuencia había sido beber, apostar y putañear.
Cuando la esposa de James, Sarah —norteamericana y ferviente republicana— había denigrado el sistema británico de primogenitura, Nick había argumentado que no todos los herederos eran tan malos tipos como el primo de James, Richard, dispuesto a recurrir al asesinato para heredar. Había insistido en que él no sentía envidia de su hermano.
Había hablado con absoluta sinceridad.
Había mentido.
Ayudó a ______ a sortear la raíz de un árbol que había crecido a través del sendero.
Nunca había codiciado el título, eso era verdad, pero sí había envidiado a su hermano. Kevin nunca había estado sin rumbo en la vida. Jamás. Siempre había sabido qué quería. A los veinte años, al encontrarse con la superficialidad de la «flor y nata», Nick había ansiado tener esa seguridad. [me dio pena esa parte pobre Nick]
—Si no hubiese seguido a James al ejército, no sé qué habría sido de mí. Probablemente habría terminado siendo un libertino derrochador.
—Tonterías. Estoy segura de que le habría ido bien en lo que hubiese emprendido.
La miró. Ella había hablado con absoluto convencimiento, como si no hubiese duda de que él podría llevar a cabo cualquier tarea que se propusiese.
—Usted realmente lo cree, ¿verdad?
—Por supuesto.
Sus ojos límpidos, de color marrón dorado, le devolvieron una mirada firme desde detrás de las gafas. Recordó cómo solía ella mirarlo cuando era niña. Aquello era idolatría; esto era diferente. Esto era la confianza de una mujer adulta. ______ creía en él.
Su confianza estaba construida en el aire, por supuesto —basada en fantasías juveniles—. Ella no lo conocía. No lo había visto durante veinte años, desde que era un muchacho. Sin embargo, él quería creer que ella tenía razón. Deseaba conservar siempre a su lado la certidumbre de ______.
—Cásese conmigo, ______. Por favor. —¿Había sonado demasiado entusiasta? La joven debía creer que era un lunático [jajajajaja]. Pero sería una decisión sensata por parte de ella. Moderó su voz—. Nuestro casamiento resolvería tantos problemas. Nos libraríamos de esos londinenses idiotas. Mis sobrinas tendrían una madre y usted obtendría una casa propia. Su padre podría casarse con la señora Graham sin que para usted eso fuese ninguna molestia. —Le sonrió abiertamente, inclinándose para acercarse a ella—. Y yo obtendría la preciosa oportunidad (muchas preciosas oportunidades) de engendrar un heredero. ¿Qué dice?
La quemante bofetada de ______ habló por sí misma. [ segun yo Nick no tiene tacto para decir las cosas ]


—Pon el pescado sobre la almohada, Claire. Creo que será lo mejor.
Isabelle estaba de pie en la habitación de Lady Caroline, con Reina Bess en brazos. Su alteza les había concedido el favor de acompañarlas una vez que Isabelle la hubo convidado con un poco de trucha. Ahora maullaba y se retorcía un poco. Isabelle la sujetó con más fuerza.
—Un minuto, gatita. Claire te está preparando un rico bocadillo.
—¡Miau!
—Sobre la almohada, Claire. Pon la mayoría del pescado sobre la almohada. Allí es donde la señorita apoyará la cara.
—Lo sé. —Claire dibujó una amplia sonrisa—. Queremos asegurarnos de que la cara de la señorita cerdita se hinche. [jajajaja señorita cerdita xD]
—Así es… pero tampoco pongas demasiado. Si nota olor a pescado, sospechará. No apoyará la cara en algo que huele a pescado.
—La cocinera dijo que este pescado es muy fresco. —Claire colocó un pedacito más de pescado sobre la almohada—. Ahí está. Listo.
Isabelle depositó a Reina Bess sobre la cama. Su alteza caminó sobre el cubrecama y luego se sentó en la almohada, consumiendo delicadamente cada trocito de pescado. Buscó más de esa golosina y al no encontrar nada, se lamió las patas, bostezó, se estiró y finalmente saltó de la cama, deslizándose fuera de la habitación.
—Creo que eso será suficiente —dijo Isabelle.
Claire fue brincando hasta la puerta.
—No veo la hora de que la señorita cerdita regrese del lago.
—Esperemos que se acueste a dormir una siesta ante
s de la cena.
Pily....
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Mensaje por #Fire Rouge..* Lun 23 Mayo 2011, 8:32 pm

ahora voy a leerlo este ultimo pero
ya sabes me encanta besitoss
#Fire Rouge..*
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Mensaje por Ruth Esther<3 Lun 23 Mayo 2011, 8:50 pm

ahhh brujas chismosas!
siguelaa
Ruth Esther<3
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Mensaje por #Fire Rouge..* Mar 24 Mayo 2011, 5:19 pm

sisisi
#Fire Rouge..*
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Mensaje por Pily.... Mar 24 Mayo 2011, 9:00 pm

ola mis chicas!!
hoy les dejare dos cap!!
les parese?? mejor ni pregunto jaj
si kieren mas me disen jaja



Cap!! 21

sendero. A su espalda oyó la voz de Nick que la llamaba, pero lo ignoró. Luego oyó a una de las encantadoras jóvenes londinenses hablando con él. Esperaba que fuese la gorda Lady Caroline. Aquel torpe estúpido realmente se merecía pasar un rato con esa arpía.
Desearía haber tenido a mano otro perro de porcelana. Lo habría estrellado por encima de la cabeza de «Lord Arrogante». ¿Casarse con él sólo para solucionarle sus problemas? ¿Para que él pudiera tener un heredero y librarse de sus molestas perseguidoras? ¡El fanfarrón arrogante! ¡Ese idio-ta enervante y frívolo! ¿Y cómo se atrevía a mencionar a la señora Graham? La señora Graham no era un problema. Papá nunca se casaría con esa mujer. Él respetaba demasiado a su propia familia.
Debería estar en casa, cuidando a su padre. Pero Isabelle y Claire también la necesitaban. No podía dejarlas a merced de esas malvadas jóvenes londinenses, desalmadas, crueles y maliciosas.
¿Qué pasaría si Nick se casaba con una de esas muchachas? ¿Qué les sucedería a Isabelle y Claire?
Pero ella no podía casarse con Nick sólo para proteger a sus sobrinas… ¿verdad?
Avanzó dando traspiés, bajando por la orilla hasta la gruta. Siempre había amado su silenciosa paz. Ahora necesitaba esa serenidad para recuperar su propia calma.
Desgraciadamente, no era la única que había buscado la soledad de la gruta. Se detuvo en la entrada y miró con atención. El señor Stockley estaba de pie junto a la estatua de Poseidón. Se comportaba del modo más extraño. Primero tiró del tridente. Luego intentó torcer el brazo de la estatua. Le golpeó el pecho y le miró el interior de la boca. Hasta metió la mano en el pequeño estanque en la base de la estatua y palpó el agua. Finalmente se puso de pie, secó la mano en sus pantalones y se encogió de hombros antes de dirigirse hacia el muro de piedra. Metió los dedos en las grietas entre las rocas.
Obviamente preferiría estar solo. Pero al volverse para salir de allí, el pie de ______ hizo que un guijarro suelto resbalara dando pequeños saltitos y yendo a rebotar contra la pared. El señor Stockley dio un grito ahogado y se giró para hacerle frente.
—Discúlpeme, señor. No quería molestarlo. Creía que no habría nadie aquí. Ya me voy.
—No, por favor, quédese, señorita Peterson. —El señor Stockley respiró hondo y se enderezó el chaleco—. No esperaba… Me ha cogido por sorpresa, eso es todo. —Sonrió del modo más ofensivo. De pronto había algo empalagoso en su voz—. Acérquese. —Arqueó las cejas repetidas veces—. Acompáñeme.
¿Acaso ese hombre pensaba que lo había seguido? Evidentemente, Lord Knightsdale no era el único estúpido arrogante en los alrededores.
—No, no, de verdad, yo…
El señor Stockley se acercó pavoneándose. ______ debió reprimir una risita. Le recordaba a un gallo en el corral. Sin embargo, tenía una mirada cómplice.
—No pensaba que… Usted no me había dado ninguna señal alentadora… —Stockley torció hacia arriba la comisura derecha de sus labios—. Necesita un hombre, ¿no es así?
—¿Cómo?
—Un hombre. Ustedes las mujeres son todas iguales. Remilgadas y correctas por fuera pero tan necesitadas por dentro. Especialmente las mujeres como usted.
—¿Las mujeres como yo?
______ estaba segura de que la pregunta había salido como un chillido. Dio un paso atrás pero el señor Stockley la detuvo, poniéndole una mano en el brazo.
—Como usted. ¿Cuántos años tiene, treinta?
—Veintiséis. —No es que le importara la edad, pero no quería cuatro años extra agregados al total.
—Veintiséis. Ya prácticamente se ha quedado para vestir santos. Sin demasiadas esperanzas de hallar alivio para sus instintos en una cama matrimonial. Y usted realmente quiere satisfacerlos, ¿no es cierto? [que se cree este feo ¬¬]
______ esperaba no haber asentido con la cabeza. Nunca admitiría que sentía algo tan vulgar como deseo de satisfacer sus instintos. Anhelos, quizás, pero no instintos. Bueno, tal vez hubiese algo de instintivo. Desde que Nick la había besado —especialmente desde el encuentro en el jardín de invierno— se había sentido febril e inquieta. Claro que había tenido el instinto de abrir la puerta que comunicaba ambas habitaciones.
—Señor Stockley, no tengo la menor idea de qué está usted hablando.
—Permítame explicárselo, entonces.
El señor Stockley empleó la boca, pero no precisamente para hablar. Sus manos se cerraron alrededor de los brazos de ______ y la atrajeron de un tirón hacia su cuerpo. Presionó sus labios contra los de ella.
La joven sentía curiosidad. Lo admitía. Nick era el único que la había besado. ¿Besar sería una actividad placentera en sí misma, o acaso el placer que se pudiera sentir dependería de la habilidad del hombre que besaba?
Lo cierto es que no sentía deseos de besar al estúpido «Marqués de la Insolencia» en ese momento. Tal vez el señor Stockley fuera un cambio conveniente, incluso un antídoto contra esa irritante atracción que sentía hacia el «Lord Zopenco».
No lo era.
El señor Stockley olía a cebolla, col y sudor. La tomaba de los brazos con demasiada fuerza y apretaba los labios de ______ contra sus propios dientes. No sentía nada de la maravillosa fiebre que había experimentado con Nick. No, se sentía aburrida. Incómoda. Deseaba fervientemente estar en otro lugar. Cerró con firmeza los labios y deseó que terminara pronto.
—Venga esta noche a mi alcoba. —La voz del señor Stockley sonaba particularmente grave—. Le indicaré cuál es. —Sus manos comenzaron a deambular. ______ se retorció para evitar sus dedos, pero eso sólo pareció alentarlo. Ella estaba empezando a alarmarse.
—¿______?
Las manos del señor Stockley cayeron pesadamente, y retrocedió de un salto.
—¿Está usted ahí dentro, ______?
—Sí. —______ debió aclararse la garganta y respirar hondo para que su voz fuera perceptible al responder—. Sí, Lord Knightsdale, estoy aquí con el señor Stockley.
Nick apareció en la entrada de la gruta. Sus ojos parecían medir la distancia entre ella y su acompañante. ______ tragó saliva y carraspeó una vez más.
—Solamente estábamos bes… eh, buscando las piedras que están sueltas y apartándolas del camino para evitar que alguien se tropiece con ellas. —La muchacha miró hacia el suelo para unir la acción a las palabras, pero en el suelo no se veía ni el más diminuto guijarro—. El señor Stockley está muy interesado en conquis… muy interesado en construcciones, las construcciones. Estatuas y… y ese tipo de cosas. Yo estaba ayudándole, ah, a buscar, hum, estatuas, eh, interesantes. [oajajajoajjaoa xD]
______ sabía que el rubor de su cara podía compararse con el de uno de los vestidos de Lady Beatrice. Realmente sentía que sus mejillas estaban tan calientes como para iluminar el rincón más oscuro de esa gruta en penumbras.
Nick y el señor Stockley la miraban fijamente. Sonrió.
Nick se giró para mirar a Poseidón.
—Supongo que han notado la escultura en medio de la gruta.
—Sí —dijo ______—. Estábamos buscando más.
Nick contempló el pequeño espacio vacío. ______ siguió su mirada sobre las paredes rocosas y el suelo de piedra.
—¿Aquí dentro?
—No, eh, por supuesto que no. Hablaba en general. En el futuro. En algún otro lugar.
—En algún otro lugar, sí. —El señor Stockley hizo una reverencia—. ¿Si me disculpa, milord?
Nick asintió con la cabeza. El otro salió huyendo.
—______ —dijo Nick una vez que estuvieron solos—, ¿le gustaría explicarme lo que acaba de decir?
______ se esforzó aún más por sonreír.
—No.


Algo andaba mal. ______ parecía estar tan nerviosa como un caballo indómito. ¿Qué habían estado haciendo ella y Stockley ahí dentro? No podía haber estado besando a ese afeminado.
Se acercó. Ella dio un paso hacia atrás.
—¿Está usted bien, ______?
—Por supuesto que estoy bien. ¿Por qué podría no estarlo?
—No lo sé. No se la ve muy tranquila. ¿Stockley ha hecho algo para ponerla nerviosa?
—¡No! —Tomó aire, haciendo que sus hermosos pechos sobresalieran de un modo interesante de contemplar—. No. Claro que no. El señor Stockley no me ha perturbado en lo más mínimo. Estoy perfectamente bien. Qué raras ideas tiene usted, milord.
—Humm. No trató de besarla, ¿verdad?
—¡Besarme!
Nick juraría que la respuesta de ______ había sido un chillido. Dio un paso para acercarse a ella, que volvió a retroceder, quedando contra la pared de la gruta.
—Creo que se ha quedado sin espacio para la retirada, cariño.
—Tonterías. No estoy retrocediendo.
—¿No? —Se inclinó hacia adelante, poniendo ambas manos sobre la pared, una a cada lado de la cabeza de la joven—. Me alegra oír eso. Es necesario que hablemos, cielo. ¿Por qué me ha abofeteado?
Bajó los ojos, clavándolos en la corbata de él.
—Discúlpeme. No ha estado bien por mi parte.
—Eso no responde a mi pregunta, ______. —Le levantó la barbilla con el borde de su mano—. No era mi intención ofenderla.
—No, por supuesto que no. —Ella lo miró a los ojos y otra vez bajó la vista (él habría jurado que le miraba la boca). Sacó apenas la pequeña lengua rosada y se humedeció los labios. Su voz sonó ligeramente agitada—. ¿No deberíamos regresar con el grupo? Estoy segura de que Lady Caroline está preguntándose dónde está usted.
—Dios, estoy seguro de que así es. De hecho, debe estar resoplando en el sendero, pisándome los talones.
Nick no podía desperdiciar tan preciosa oportunidad. Como ______ había hecho notar, podían interrumpirlos en cualquier momento. Dejó que su mano se deslizara desde la barbilla de ella, hasta abarcar todo el contorno inferior de la cara. Podía ser que les quedaran sólo unos segundos de privacidad. ¿Por qué malgastarlos en conversar? Más tarde averiguaría el porqué de la bofetada. Sonrió. Podía estar a punto de recibir otra, pero correría el riesgo. No podía tenerla tan cerca, en esa intimidad, sin robarle un beso.
Se inclinó para posar sus labios sobre los de la joven. Ella despedía un perfume dulce, limpio, a limón y lavanda. Su piel era tan suave; la línea de la mandíbula, tan delicada. Rozó con sus labios los de ______ y ella gimió, apoyándole las manos en el pecho. Por un instante temió que la intención de la joven fuera apartarlo de un empujón, pero luego deslizó los dedos por su cuello hasta enredárselos en el pelo.
La levantó, apretándola contra su cuerpo. Sus senos tiernos cedieron a la presión del pecho masculino. Empezó a juguetear con los labios de la joven, haciéndole cosquillas con los suyos, explorando la comisura con la lengua. Ella abrió la boca y él se deslizó dentro.
Tenía una boca hermosa y pequeña. Cálida. Húmeda. Con su lengua recorrió toda esa boca, el paladar, la lengua. ______ aún era demasiado inocente para saber qué hacer, pero él sí que sabía. Le enseñaría. Le acarició toda la boca con su lengua y ella emitió un suave sonido de placer. Su cabeza cayó de nuevo contra el hombro de él; la boca de la joven se abrió más, ofreciéndole espacio para continuar explorando.
______ era tan… generosa.
Él había tenido su ración de prostitutas y viudas. Esos encuentros habían sido razonablemente placenteros —cópulas vigorosas, gratificantes— pero con poca generosidad involucrada. Amistad, a veces. Necesidad mutua, frecuentemente. Pero ¿generosidad? ¿Esta inocente entrega, esta confianza que sentía en ______? Nunca.
Era asombrosamente erótico.
Movió la boca para besarla en el cuello, justo detrás de la oreja. ¿Podría aflojar el maldito cuello de su vestido? Posiblemente, pero no quedaba tiempo. Si algún invitado —o invitada— preguntaba por el marqués, Stockley se aseguraría de decirle dónde encontrarlo.
Ah, ahora sí que no quedaba más tiempo. Oyó el sonido de unos pasos arrastrándose por el sendero. Se enderezó.
—______.
—¿Mmmm?
—______, amor mío, en un segundo vamos a tener compañía.
—¿Compañía?
—Sí. —La besó con fuerza en los labios—. Podemos continuar con esta interesantísima… discusión… más tarde, pero a menos que quieras escandalizar a quienquiera que sea que está a punto de entrar en esta hermosa gruta, será mejor que hagas algo para que no se note tanto que acaban de besarte intensamente.
La joven abrió mucho los ojos y se irguió en el preciso momento en que la inconfundible voz de Lady Caroli
ne lo llamaba.
Pily....
Pily....


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EL MARQUÉS DESNUDO-nick & tu- adaptacion TERMINADA - Página 7 Empty Re: EL MARQUÉS DESNUDO-nick & tu- adaptacion TERMINADA

Mensaje por Pily.... Mar 24 Mayo 2011, 9:01 pm

Cap!!! 22


______ esperaba que su desorden interno no se reflejase en su apariencia. Lady Caroline le dirigió una mirada dura, pero luego desvió su atención a Nick.
—Lo extrañábamos, milord.
—Usted me halaga, Lady Caroline. Debo haber estado fuera de su vista apenas unos minutos.
—Cada minuto sin su presencia es una eternidad, milord. [¬¬]
______ puso los ojos en blanco. No le preocupaba que Lady Caroline notara la descortesía de su gesto; la atención de la joven no se apartaba de Nick. Por lo que concernía a Lady Caroline, ______ había dejado de existir.
Eso era bueno. Necesitaba algunos minutos para volver a controlar sus emociones.
Bueno, había satisfecho su curiosidad. Besar al señor Stockley había sido tan encantador como vaciar orinales, pero besara Nick…
Ay, Dios mío.
Ninguna de las sensaciones que había despertado la boca de Nick sobre la suya era ni remotamente parecida al aburrimiento. Bueno, su… interés había comenzado en el momento en que él había entrado en la gruta. Le había bastado verlo para que su juicio se esfumara. Él había intentado que hablaran. ¿Por qué ella no le había dicho exactamente lo que pensaba de su insultante proposición matrimonial, si es que su sugerencia podía dignificarse llamándola de ese modo?
Un planteamiento tan racional la superaba. Lo había visto y su estómago había empezado a realizar extrañas proezas gimnásticas. Sólo se le había ocurrido una cosa que hacer con su boca y no era precisamente hablar. Después de que el señor Stockley se marchase, y Nick se hubiese acercado, la respiración de ella se había vuelto irregular. Y su corazón había aleteado como un pájaro intentando escapar de una jaula. Una extraña tibieza líquida… no, no podía ni pensar en eso.
¿Qué le estaba ocurriendo? ¡Se suponía que estaba enojada con ese hombre! Él había sugerido que se casaran para su propia conveniencia, no porque la amara. Ella era simplemente una mujer que estaba a mano, una mujer que le organizaría la vida con muy poco esfuerzo por su parte. Alguien a quien podría embarazar fácilmente y dejar en el campo sin mayor inconveniente.
Embarazar fácilmente… ¡ja! Mientras él se apretaba contra ella, podría haberle pedido que fuera a Londres caminando hacia atrás y ella habría intentado complacerlo. Debía estar bastante seguro de que accedería sin decir ni pío a cualquiera que fuese el procedimiento para engendrar hijos. ¿Acaso ella no tenía orgullo?
Aparentemente, no. Mirándolo, de pie junto a Lady Caroline y Poseidón, sentía nuevamente ese extraño calor líquido acumularse en la parte inferior de su cuerpo. ¿Cómo era posible que en un momento dado quisiera abofetearlo con toda su fuerza y al siguiente lo abrazase como si nunca fuera a soltarlo?
Era una idio-ta… un vegetal, una casquivana.
—¿Nos unimos al grupo, Lady Caroline?
______ entrecerró los ojos. Si Nick podía ser encantador con esa serpiente, podía serlo con cualquiera. Incluso con su antigua compañera de juegos. No significaba nada. Debía recordar eso. Era un seductor experto: no había aprendido a besar así estudiando o luchando contra Napoleón. Eran años de práctica.
Pues bien, podía irse a ejercitar sus habilidades amatorias con alguna otra estúpida muchacha.
Pero no con Lady Caroline. ______ no podía dejar que se casase con esa arpía. Las pobres Isabelle y Claire pagarían el precio. Y por la misma razón, no podía casarse con la señorita Oldston. ¿Y con la señorita Pelham? Dudoso. Su madre era una gorgona; costaba imaginar que la hija pudiera ser muy diferente. Y la pobre señorita Frampton tenía tantos granos como su hermano.
Quizás la señorita Haverford fuera una candidata. Era bastante juiciosa. A ______ no se le ocurría nada objetable excepto, por supuesto, su extremada juventud. Y quizás era un poquito insulsa. Pero con los años podría ganar carácter.
—¿Señorita Peterson?
Nick la miraba expectante, como si no fuera la primera vez que le hacía la pregunta. ______ sonrió y puso la mano en el brazo que le ofrecía; Lady Caroline iba agarrada del otro lado.
—¿No extraña Londres, Lord Knightsdale? —preguntó Lady Caroline—. ¿El teatro, las fiestas, los bailes? —Echó una ojeada a ______—. Oh, lo siento… ¿conoce Londres, señorita Peterson?
______ apretó los dientes.
—No, Lady Caroline, no he tenido el placer.
—¿No? —Lady Caroline trató de parecer amable, pero sus ojos (esos ojos pequeños, de expresión dura, parecidos a los de un cerdo) la delataban. Resplandecían maliciosamente—. Qué pena. Pero me imagino que la vida en el campo tiene sus ventajas, ¿no es verdad? El ritmo lento. Las actividades familiares. Deber ser bastante… cómoda para, eh… —le sonrió a Nick—, para algunas personas —concluyó.
«Para una solterona como yo», pensó ______. Lady Caroline no pronunció las palabras, pero éstas flotaban en el aire.
Nick rió.
—A mí me gusta mucho el campo, Lady Caroline. Estoy algo cansado de la ciudad. —Le sonrió a ______—. Sin embargo, estoy seguro de que usted disfrutaría visitando Londres, señorita Peterson. Tal vez se pueda organizar un viaje para dentro de poco.
Lady Caroline le lanzó a ______ una mirada asesina capaz de atravesarla de lo aguda que era.
—No sé si habrá un viaje a Londres en mi futuro, milord —dijo ______.
—Apostaría a que lo habrá, señorita Peterson. De hecho, estaría dispuesto a poner mi dinero en esa apuesta.
—¿Va a llevar a sus sobrinas a Londres, entonces, milord? —Lady Caroline le mostró los dientes a ______ en algo que se parecía a una sonrisa—. Es un viaje tan educativo… los museos, la ópera, la Torre. Lo disfrutará, señorita Peterson. Me imagino que para una institutriz como usted, será el paraíso.
Nick tosió.
—Sí. —Miró a ______ con ojos que bailoteaban maliciosamente—. Será muy educativo. Y quizás yo pueda ayudarla, señorita Peterson. Creo que podría daros algunas clases.
«Apuesto a que podría», pensó ______, «¿pero clases de qué y a quiénes?» Muchas más como la que acababa de darle y estaría obligada a casarse con él, aunque casi valdría la pena con tal de ver la mirada en la cara de la querida Lady Caroline cuando se anunciara el compromiso.
¿Acaso había enloquecido? ¿Qué diablos estaba pensando? Con toda seguridad, Lord Knightsdale no le daría ni una más de sus clases.


—He encontrado el sombrero, Isabelle.
—Bien. ¿Ves el cepillo de la señorita Peterson?
Claire miró sobre el tocador de ______.
—Sí. No es muy elegante.
—Eso no importa. Lo necesitará esta noche. Vamos, pongámoslo en la habitación de tío Nick.
Isabelle tomó la delantera hacia la puerta comunicadora. Empujó para abrirla y vio a Henderson, el ayuda de cámara de tío Nick, doblando corbatas. Retrocedió deprisa y al hacerlo, le pisó el dedo del pie a Claire.
—¡Ay!
Henderson levantó la vista.
—¿Puedo ayudarla en algo, Lady Isabelle?
—Eeh… —Isabelle entró en la habitación—. Sólo estábamos buscando a tío Nick.
—¿Buscabais a vuestro tío? ¿Y qué podríais estar haciendo con el sombrero de la señorita Peterson?
—No es muy bonito —dijo Claire. Se lo probó—. ¿No cree que parece un balde?
La cara de Henderson se retorció como si algo oliera mal.
—No me corresponde hacer comentario alguno sobre la ropa de la señorita Peterson.
—¿Pero si le correspondiese, señor Henderson? —lo interrogó Isabelle—. ¿Diría que este sombrero es muy elegante?
Henderson parecía luchar consigo mismo. Con un suspiro admitió:
—No, no puedo decir que ese sombrero sea particularmente elegante.
—Creo que la señorita Peterson estaría mejor sin él, ¿no cree usted?
—Lady Isabelle…
—Lo que pasa es que no queremos que se vea mal al lado a esas damas de Londres, señor Henderson —explicó Claire.
—No, comprendo…
—Esas damas de Londres son malas.
—Lady Claire…
Con una sonrisa, Isabelle empujó a Claire de regreso a la habitación de la señorita Peterson.
—Bueno, ya que tío Nick no está aquí, nos vamos a ir. Adiós, señor Henderson.
Cerró la puerta y lanzó un suspiro.
—Qué mala suerte que el señor Henderson haya estado en la habitación de tío Nick.
Claire se encogió de hombros.
—Mientras hablabais, puse el cepillo de mamá Peterson debajo de los papeles sobre el escritorio de papá Nick.
Isabelle sonrió abiertamente.
—Buen trabajo, Claire.
Claire fue brincando hacia la puerta que daba al vestíbulo, agarrando el sombrero de las cintas y balanceándolo.
—Apuesto que a la señorita Russell le gustaría esta cosa para el espantapájaros que tiene
en su jardín.



las kiero bso :hug:
Pily....
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Mensaje por lovely last Miér 25 Mayo 2011, 6:13 am

que risa siguela pronto
lovely last
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Mensaje por maiih* [: Miér 25 Mayo 2011, 6:38 am

Siiiguelaaa!! :)
maiih* [:
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http://www.maiiyvozno.tumblr.com

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Mensaje por Ruth Esther<3 Miér 25 Mayo 2011, 12:05 pm

Esas ninias!
Las AMO!
Siguelaaa!
Ruth Esther<3
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