Más Allá de Mí

POv Laura.

—Vale Isa, hablamos después—colgué el teléfono y me volví. Santiago estaba acostado en mi cama con una sonrisa en el rostro y una pícara mirada, su cabello color arena caía un poco sobre su frente y su hermosa sonrisa revelaba tranquilidad conectada a sus ojos miel.

Me guiñó el ojo y me reí. Recibí un mensaje.

"¿Tienes planes para esta noche?" -Alejo xx

Sonreí de forma imperceptible por su mensaje. Santiago arqueó una ceja en mi dirección.
—¿Qué pasa Bird? —me preguntó como siempre en broma—¿Porqué tan risueña?
—Alejo me mando un mensaje, quiere saber si estoy libre esta noche—la sonrisa en su rostro desapareció.
—¿Ah sí? —su ceño se frunció—¿Qué le respondiste?
—Nada
—No le respondas—alcé una ceja.
—¿Por qué?
—Tienes planes conmigo.

Santiago y yo nos conocíamos desde que éramos apenas unos niños preocupados por jugar, comer, hacer necesidades y dormir. Siempre habíamos sido juntos contra el mundo. Había sido así desde que nos conocíamos, siendo el uno para el otro como hermanos inseparables.

Lo malo ahora era que había cambiado bastante su forma de tratarme, amaba que me dijera Bird era su apodo, yo era su pajarita. Pero en estos tiempos parecía que cargara más sentimiento del que realmente llevaba. Ya no podía ver a sus mejores amigos—sexys mejores amigos— ni se acostaba con chicas-lanzadas-de-una-noche.

Eso último me alegraba, pero como a cualquiera que conocía bien los encantos y necesidades de Santiago, era desconcertante.

—Voy a salir con él. Me gusta—su cara cayó.
—¿No tienes suficiente con nosotros? —negué con la cabeza
—No lo confundas, Santi. Lo nuestro es cariño de hermanos. Somos simplemente a-m-i-g-o-s—Pareció como sí mi intervención lo golpeara bajo, lo hiriera.
—Bien, sólo espero que no termines en su sofá, en su auto o en cualquier parte teniendo relaciones como una cualquiera—siseó.
Le miré completamente indignada.
—Si crees que soy como las putas con las que te acuestas cada fin de semana. Pues no es así—gruñí.

Se agarró las sienes mientras apretaba los labios, su posición era diferente, ya no estaba en la cama sino que me enfrentaba como menudo idiota que era.
—Vete de mi casa. Y crece—me rodó los ojos.
—No quise decir lo que dije.
—Pero ya salió de tus labios.
—Me enojé.

Puse los ojos en blanco.

—¡El hecho de que seas mi mejor amigo no te da el maldito derecho de tratarme con tus celos de hermano insufribles! ¡Soy una adolescente inteligente y capaz! ¡Y puedo hacer lo que se me dé la regalada gana!

Su ceño se frunció más.

—Oh Dios, Bird. ¿Hermanos? ¡¿Crees qué quiero ser tu hermano?!—rió tosco—Oh, Bird estás tan equivocada.
—¡¿Qué rayos quieres entonces?!

Sin poder detenerlo me agarró el rostro entre sus manos.
—Laura quiero ser muchísimo más que eso—y sus labios tocaron los míos sin apresurarse, primero temerosos y cuando respondí se relajaron y comenzaron a besar... Oh. Dios. Mío. Santiago besaba...deliciosamente increíble.

Ya para la mitad, sus dedos se enterraron en mi cabello y su lengua pasó a devorar la mía. Hmm.

—Oye, Lau, mamá dice... —me separé inmediatamente de Santiago al escuchar a mi hermana entrar, nos miró a los dos y una sonrisa se dibujó en su cara, una de: los-he-pillado. Me sonrojé—No importa, después te digo—me guiñó un ojo y cerró la puerta. Santiago me miró nerviosamente.
—Eh...
—Por favor vete—le pedí. Su boca cayó abierta.
—No, Bird. ¿Vas a dejar de hablarme?
—Ya no sé lo que quiero.

Se arrodilló frente a mí y cogió mis manos dándoles besos.

—No puedes terminarme...es decir, hemos sido amigos siempre ¿no? Yo...fui impulsivo pero...oh no, oh no...esa mirada, ¡conozco esa mirada! Laura no me odies—su voz se quebró.
—Lo estoy pensando, pero quiero que te vayas—él se levantó.
—Bien, todo está bien—me tomó los brazos y besó mi frente—Piensa...piensa todo lo que quieras yo...me voy y...Oh por favor, Bird te atesoro demasiado no me vayas a abandonar—dijo, miedo en sus dulces ojos miel.
—Lo intentaré—espeté. Él cerró los ojos.
—Entiendo—con los labios apretados me soltó y caminó fuera de mi habitación. Cerró la puerta en un azote y yo me congelé. Caí en mi cama con muchos sentimientos arremolinando a mi alrededor.

POv Daniela.

Juanma cogió unos paquetes de comida y los vertió en los recipientes, me sonrió y me guiñó un ojo y se sentó a mi lado. Me agarró la mano y prendió el televisor, hoy sería tarde de videojuegos. Me senté en su regazo y le di un suave beso en los labios. Prendió los controles y me facilitó uno de ellos. Jugaríamos a las grandes ligas del fútbol. Yo era el Barça y él el Real Madrid. Siempre era así, dejaba que me quedara con mi equipo favorito. Los vibradores del juego y comenzamos a jugar entre risas, besos, nutella y más.

Cuando quería terminar mi cucharada de Nutella , él chupó MI cuchara. Me quedé viéndolo.
—¿Qué has hecho? ¡ERA MÍA!—chillé como niña pequeña.
—Amo todo lo que es tuyo—me quedé mirándolo falsamente furiosa.
Beso el fruncimiento de mi ceño.
—Hmmm...bebé no te pongas así, te compraré otra—lo señalé.
—Eso espero—me guiñó un ojo y me besó. Luego cogió el sobrante de Nutella en el plato y puso "Te Amo" en el mismo con chocolate. Sonreí y me tiré encima de él.
—Y yo también, roba-nutellas —se rió y me alcanzó para darme un nuevo beso.

POv Isabel

Me senté junto a Alicia, la pequeña huérfana, hacía trabajo social por gusto en uno de los orfanatos de la ciudad, los niños ahí presentes me habían tomado mucho cariño, eran los pocos que conseguían conocer mi lado especial. El que estaba al otro lado del fuerte muro que yo imponía.

—¿Qué dibujo haces Ali? —sus negros y brillantes ojos me miraron.
—A mi futura mami—mi lado especial tuvo ganas de llorar, pero mi lado racional no lo hizo, eso sería algo especial para ella, una futura madre que la cuidara como no lo hizo su biológica. Y entonces, razonablemente me quedé callada con una sonrisita.
—Te está quedando hermoso.
—Tienes razón—dijo una voz detrás de mí. Cerré los ojos y me volteé, su sonrisa de pillo ocupaba su cara.
—Mauricio—jadeé sorprendida y disgustada al mismo tiempo.
—Un placer volver a verte, Isabel—sus ojos brillaron maliciosamente mientras yo me quedaba sin palabras...


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Las AMO!!-Lau

POv Isabel.

Me levanté del suelo y me quedé mirándole, indiferente. Su sonrisa no desapareció, de cualquier forma. Me sentía agredida emocionalmente, no sólo tenía, sino que quería que sintiera el peso de mi mirada sobre él. No sentía ni la más mínima simpatía por él. Aun cuando había aclarado toda la situación acerca de su lindo hermanito no le agradaba. Era el tipo de chico que debía evitar a toda costa. Mi otro yo.

Caminé alejándome de él, para ir por Andrea, la pequeña me había dicho que volviera para "tomar el té" con ella. Además, me liberaría de Mauricio.

Sin prestar atención atrás, caminé hacia la segunda planta, y escuché unos pasos detrás de mí.

Ni me inmuté.

Cuando llegué donde la pequeña Andrea. Toqué la puerta.
La pequeña niña con el rostro más angelical que había visto, sus rizos negros caían hasta su cintura y su mirada café, la hacían adorable, pero su bonito hoyuelo, la hacía ver hermosísima. La niña cambió la dirección de su mirada, de las tazas de "café" a la puerta. Sus ojos brillaron y una pequeña sonrisa revoloteó en sus dulces labios rojizos. Corrió hacia aquí. Iba a extender mis brazos, cuando ella llegó y se lanzó encima de Mauricio. Él la alzó y le dio una vuelta, el repiqueteó de las risas de la niña me hizo sonreír.
—¡Mau! —chilló la niña de cuatro años—tú...vinite.

Los ojos de Mauricio brillaron con adoración.
—Sí, nena. Vine a visitarte, ¿cómo has estado? —la niña me miró y su amplia sonrisa se extendió un poco más.
—Isha bonita—ella alzó sus brazos en mi dirección—Isha bonita.

La tomé en brazos, procurando no tocar las manos de Mauricio.
—Hola, cariño.
—¡Ho...ho...hol...! —se enrendó con sus propias palabras haciéndome reír. Ella frunció el ceño disgustada.
—Eso es un hermoso sonido—intervinó Mauricio—casi como Le Coachella

Me sonrojé.

—¡Hola! —exclamó Andrea contenta dando aplausos. Le sonreí.
—Hola, nuevamente.
—¡Tomar té! ¡Ahoa! —chilló nuevamente.
La bajé cuando se retorció y me tomó de la mano y también a Mauricio, nos jaló fuertemente y nos dejamos llevar.

Andrea nos indicó nuestros puestos y nos señaló a: Sr. Felpudo y Rosi, Barbie, Ken, Sra. de Trapos y Stitch. Levantámos nuestras tazas de té y bebíamos el contenido de forma imaginaria. Mauricio me echó una tierna mirada que no le había visto antes y dejó su taza.

—Andy, nena. Me tengo que ir, tengo... —se dio cuenta de cómo lo miraba—cosas importantes.
—¿Es Annnna? —preguntó la niña con un semblante de adulta, como si fuera mayor.

Mauricio me echó una mirada nerviosa y luego, sin más asintió.
—Si, A...Ana—tartamudeó y besó en la frente a la niña.

Le miré intentando descifrar su nerviosismo, pero fue inútil, sin mirarme se fue. Sólo así.

Fruncí el ceño en la dirección que se había ido.
—Aún podemo jugal, todavía está Patricia la Paiasa. —la niña se me acercó—pero es muy bromita.

Mi anterior desconcierto fue remplazado por la ternura, con Andrea era imposible ser fría.


A la mañana siguiente me desperté, un fin de semana agotador. Me duché, me cepillé los dientes, me peiné, me vestí, tomé mis cosas, comí algo ligero, me volví a cepillar y me fui nuevamente en el Chevrolet Cruze.

Aparqué en el estacionamiento, por mucho que no quisiera, sabía que me estaba carcomiendo saber quien era Ana. ¿Su hermana? ¿Su novia escondida? ¿Alguien pasado? ¿Su amiga? Mis pensamientos se dispersaron cuando vi la mirada triste en los ojos de una de mis mejores amigas.
—¡Hey! —llamé—¡Lau! —se detuvo y se volvió. Trataba de contener las lágrimas, la conocía demasiado bien—¿Qué pasa?

Sus labios temblaron.
—Na...nada—su voz se quebró.
—¿Qué ha pasado? Cuéntame, confía en mí.

Su mirada pasó más allá de mí, y se congeló. Me volteé para ver a quién estaba mirando, y pude ver a Santiago, con una cara de póker, fumando un cigarrillo. Su mirada se encontró con la de Laura y por un breve momento no la apartó, luego la alejó y siguió hablando desanimado con Juan Manuel.

Me volteé hacia mi amiga.

—¿Qué te hizo ese jodido... ? —ella bajó la mirada—¿es algo realmente malo?
—No, no tanto—la tomé por los hombros.
—Si no me dices, lo mataré aún sin saber—ella me miró. Dolor en sus ojos.
—Lo he perdido—sollozó—perdí a mi mejor amigo—se echó a mis brazos y la consolé.
—¿Qué sucedió?
—Yo...él...se acabó, es...él, es complicado, Isabel. Realmente no quiero hablar de eso. Me hace sentir más débil
—¿Te lastimó? —negó con la cabeza—bien, pero espero que me cuentes.

Ella asintió.


Las clases fueron simplemente aburridas, Mauricio no había venido, lo cual me parecía extraño. ¿Sería por Ana? ¿Por qué me estoy volviendo tan paranoíca? No me incumbe, no somos amigos.

Apreté los labios porque no quería seguir pensando en él. Sólo era otro...chico. Miré y me concentré, mi estudio era primero. No me perdería en mis pensamientos.

Cuando salimos a un intermedio entre las clases, cogí a Santiago y lo tomé del brazo. Se dejó llevar.
—Como tu amiga, quiero saber qué ha pasado contigo y Laura—sus ojos miel me miraron por un largo rato y luego asintió.
—Pero siempre podré contártelo en un lugar...más privado—asentí y fuimos a la biblioteca.
—Habla—espeté.
—No me mires así, Isabel. No...le hice daño, o bueno...no de la forma en que tú crees—sus ojos demostraban el dolor—ayer estaba en su casa, en su cama, y ella recibió un mensaje, era de Alejandro. El idiota le había dicho que si querían salir. Y yo...bueno, tu sabes como me siento con respecto a mi Bird. Me cabreé y ella me dejó en claro que no debía actuar cual hermano sobreprotector, realmente me dolió, y le dije...—sus ojos trataron de contener las lágrimas pero fue imposible—le dije que quería, que la amaba, y la besé, no a la fuerza sino sorpresivamente y luego...bueno, luego las cosas se complicaron y ella me pidió que me fuera...y...oh Dios, perdí a esa chica, perdí al amor de mi vida, Isabel—se quejó llorando—no...no quería cambiar nada, tenía miedo de que esto sucediera, tenía pavor de que dejara de hablarme, soy un idiota impulsivo y jamás...jamás me perdonaré. La hubiese dejado irse, dejado tener esa cita. Pero seguramente, ella estaría en los brazos de Alejandro, ahora estará en sus brazos. Sin posibilidad de dudar—le limpié las lágrimas.
—Primero, sabes muy bien que Laura no es una chica fácil, no es de las caza-chicos como todas las mujeres sin cerebro con las que te has acostado. Me duele verla así, y a ti también, son mis amigos, pero debes pelear. No actúes como idiota ahora, no la lances a los brazos de él. Sabes muy bien lo único que quiere Alejandro...—apretó los puños.
—Ni me lo menciones.
—Lo hago, para que luches por esa chica, dejen de ser tan tontos, se merecen, los dos se adoran, aunque Laura no lo llegué admitir, ella puede verte bien cuando se dé cuenta...sólo está en shock, y en este preciso momento cree que te ha perdido—él negó con la cabeza.
—Mi Bird jamás me va a perder, aún si no estamos juntos siempre seré de ella.

Sonreí.

—Quiero que te seques el rostro, porque me rompe el corazón verte llorar, quiero corras a verla, pídele perdón por ser así, dile que quieres seguir siendo su mejor amigo, que su amistad vale más que cualquier cosa. Y no estás dispuesto a perderla. Rúegale si es necesario. Pero no seas tanto idiota de lamentarte en la oscuridad y dejarla ir. No lo harías si eres quien creo que eres—él se levantó y me dio un fuerte abrazo, luego me sonrió.
—También te adoro, Isa. Pero tu eres de Mauricio—alcé una ceja.
—No vuelvas a repetir, tal estupidez—él me guiñó un ojo.
—De acuerdo, sólo digo lo que pienso—se alejó y yo tomé varias respiraciones.

¿Quién era Mauricio Robles para meterse bajo mi piel? Suspiré fuertemente y seguí los pasos de Santiago...
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Kisess, kissesssssssss! -Lau

POv Ana.


—No lo entiendes, yo no quiero...por mí, dejaría esto...por sus propios medios.
—Oh, vamos nena. Siempre estoy yo...
—Raúl, siempre estás entrometido. No tienes ni una miga para sostenerme...
—Pero yo....
—¡Voy a colgar! ¡Ya llegó!

Lancé el celular a la mesa y me acosté un poco más, el dolor en mi pecho me enfurecía pero él estaba aquí, él y...bueno, sencillamente cualquier dolor podía compensar que él estuviera aquí.

—Daniel... —él se acercó con su usual cara de mártir. Se postró a mi lado y me tomó las manos.
—Ana...—susurró roncamente.
—Dan, mi amor—cogí su rostro entre mis manos y lo besé profundo, largo en agonía.

Gimió más como dolorido que como excitado.
—¿Por qué viniste tan temprano? —él acarició el dorso de mi mano y dejó sus labios en una línea tensa.
—Porque...escuché el mensaje que dejó tu madre—fruncí el ceño.

¿Qué hacía mi madre estúpida metiéndose en lo que nunca le importó?

Chasqueé la lengua, pero Daniel me tomó la barbilla.

—¿Cómo estás? —parecía que no quisiera formular la pregunta.
—Sobreponiendo mis fuerzas a lo que me depara la vida—le sonreí.
—¿Y...y mi hijo? —preguntó. Quité mi sonrisa.
—Está bien, demasiado diría yo—repliqué con desdén.
—Ana...
—Solo bésame ¿quieres?

Me agarró el rostro y me besó deliciosamente bien.
—Te...quiero—exclamó.
—Eso está bien—le sonreí.

Una muy fingida sonrisa.

—Eh, voy a...—se dio un masaje en las sienes—...abajo ¿Quieres algo?

—Solo a ti—dio una sonrisa pero no llegó a sus ojos.

Se volvió con la cabeza cabizbaja y salió de mi habitación, poco minutos me entró una llamada
—Raúl—espeté—ya se fue, pero va a volver, ni se te ocurra aparecer te por acá, él es mi única salida...
—Entiendo—se burló. Con un fuerte gruñido corté la llamada...

POv Laura

Caminé con los ojos en todas las direcciones. Y en ese momento, me encontré con Alejandro.
—Hola—dijo
Me sonrió pícaramente. Tenía músculos definidos, tenía la misma edad de Santiago-dieciocho-y a diferencia de mi mejor amigo, era menos alto y castaño oscuro, sus ojos eran de un café suave y atractivo, era demasiado sexy, pero nadie se comparaba a Santiago. Ni siquiera Alejandro con su sonrisa-debilita-piernas.

—Hola—sonreí tristemente
—¿Por qué tan triste? —me acarició la espalda—¿Has peleado con Ojos Miel?

Bajé la cabeza.

—Puedes contarme...
—¡Hola a todo el mundo! —gritó Santiago desde un megáfono, él estaba... ¿Estaba en un carruaje?

La gente pasó mirándolo. Yo me quedé mirándole.

¿Qué rayos... ?

—Quiero expresar mis sentimientos únicamente amistosos con Bird, mi Little Bird—se tocó el pecho conmovedor y con una sonrisa perfecta se lanzó en picada al suelo, cayó agraciadamente y caminó con un ramo de rosas blancas. Se postró en una rodilla y en su pose más dramática me pasó las flores.

—Oh, Bird, querida y hermosa Bird... Eres mi mejor amiga y enserio me dolería perderte. ¿Me perdonas? Si no...usaré mi arma mortal—frunció el ceño y Alejandro se preparó protector.

Y mi estúpido y hermoso mejor amigo hizo pucheros. Sus malditos y tentadores pucheros. Me reí y asentí.
—Te perdono—me agarró de la cintura y sin pensar en Alejandro me abrazó como siempre lo hacía, pero esta vez pude sentir sus músculos deliciosos y casi me ahogo en mis desesperadas hormonas. Oh, Santa María Virgen. Me separé sonrojada.
—Si me permites Romeo—Santiago le hizo una reverencia a Alejandro—Voy a llevarme a Julieta a una noche de pizza y películas. Bon Niut—pasó un brazo por mis hombros y me besó en la frente.

Me abrió la puerta del carruaje y me dijo:
—Después de usted, princesa.
—Sabes, eres un loco—se mordió los labios.

Sonrió hermosamente
—Estoy loco por ti...

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Besosss!

POv Daniela

—¿No podrás? ¿otra vez?—arrugué la nariz mientras hablaba por teléfono.
—Lo siento, cielo. Tengo unos asuntos familiares que atender...
—No, vale entiendo—sonreí, al menos podría hablar un rato con mi novio por teléfono—¿y cómo te fue ayer en tu partido secreto?
—Me tengo que ir... —pronunció Juanma—te llamo después.
—Si, vale. Te am...—colgó.

Y por primera vez en seis meses, me sentí sola...

PoV Laura

Salimos de la pizzería con dos cajas extra familiares. Cualquier persona que nos viera diría que compartiríamos eso con muchas, muchas personas, pero hoy solo Santi y yo comeríamos esas pizzas viendo una maratón de pelis, como en los viejos tiempos.
Se montó a su Ford, después de abrirme la puerta, la camioneta era amplia e increíblemente acogedora.

Habíamos dejado el carruaje en el parque, prendió un cigarrillo y le dio dos caladas luego lo lanzó al pasto. Prendió su Belleza #3, ya que la número uno era su madre y la dos según él, era yo.

Me tomó de la mano y la entrelazó, me tensé por pura excitación, él lo interpretó mal porque su siguiente movimiento fue poner sus dos manos en el volante. Fruncí el ceño, y agarré su mano, me miró por un instante y luego las volví a entrelazar, él sonrió y me la apretó fuertemente.
—¿Vamos a tu casa Bird?

Con las hormonas que tenía en ese momento albergando mi cuerpo y una casa sin mamá y hermana, no.
—Vamos a la tuya—le dije. Asintió y arrancó. Ese día llevaba una gorra al revés ocultando un poco su cabello color arena, sus ojos miel brillaban en un ritmo delicioso y sus labios se curvaban tan genial...pensé, pensé en como me había besado, lo que había sentido, como me había encendido y me di cuenta que realmente podría sentir algo por él.

Algo muy, muy fuerte.

Supe en ese momento que quería volver a besarlo, en sus labios carnosos y...
—¿Qué pasa Bird? ¿Tengo algo en el rostro? —volteé mi cara hacia la ventana sonrojada, me había pillado comiéndomelo con la mirada.

Bajamos del inmenso auto de Santiago y él me cargó a caballito, besó el dorso de mi mano y me llevó a sus espaldas hasta la sala de su casa. Con nuestras pizzas y las gaseosas. Demasiado peso, diría yo, sus músculos fuertes lo resistían, se me hizo agua a la boca.

Me dejó caer en el sillón.
—Papá y mamá no están y pues...espero que no te moleste. Ya sabes, somos amigos ¿cierto?
—Si, sólo pon la película Santiargo—sonrió por su nombre mal dicho, cuando éramos pequeños siempre le decía así. Buenos momentos, que buenos.

Puso "Mama" una de terror, ¿tendría doble intención? No lo sabía. En varias partes chillé y me escondí en el musculoso cuerpo de Santiago.

Después de un rato, de varios intentos me enfurecí.
—¿Qué pasa contigo? —había intentado de todo para que me besara.
—¿Con qué Bird?
—Siendo así—gruñí.
—Como... ¿Cómo amigos?
Chasqueé la lengua.
—Deja de decirlo, luego de lo que pasó no nos considero mejores amigos.

Su cara palideció. ¿Enserio? ¿No lo veía? Yo desprendía feromonas por doquier.
—Bird, jamás quise hacer eso...por favor, no me quites tu amistad—alcé una ceja. Idiota en la obviedad.
Tomé su rostro entre mis manos y me senté a ahorcajadas en su regazo, jadeó sorprendido pero tomé impulso y lo besé con desespero, él se sorprendió demasiado pero después, me tomó con fuerza de la espalda y me devolvió el beso... Vaya, vaya, ¡Vaya! Salté en mi interior, había conseguido mi cometido, Hmmm... Y vaya que la recompensa era simplemente exquisita, algo en bruto. Metió su lengua e mi cavidad bucal y yo lo recibí gustosa. Me moví sin querer hacia adelante, o bueno, con algo de culpabilidad. Y él gimió. Oh Dulce Sonido.

Parecía un gruñido. Bajó sus manos hasta mi trasero y presionó su creciente erección contra mí.

Me volví a mover. Gruñó un jadeo.
—Bird—dijo entre mis labios besando cada centímetro de ellos—no te muevas así, es demasiado para mí—lo miré con fingido desconcierto
—¿Así cómo? —me moví una vez más.
—¡Joder! —gimió. Tomé su gorra y entre beso y beso me la puse—Te ves...sexy—dijo él presionado contra mí.
Lo dejé caer en el sillón mejor, encima de él.
—Santa mierda, Bird. ¿Qué te pasa?

Quise decirle sobre las hormonas, pero la vergüenza no me lo permitió.
—Quiero besarte—dije tocando su yugular con mis besos—hasta el amanecer—repliqué quedamente.

Se volteó y me dejó bajo él.
Sonrió.
—He soñado tantas veces con tenerte en esta posición—rió pícaramente.
—¡Pervertido! —reí.
—Un último beso, no vas a perder la virginidad hoy Bird—me sonrojé mientras él daba besos a mi cuello y luego volvió a mis labios.
—Tan deliciosos como me imaginaba, me volveré un adicto a tus besos.

Rozó su lengua en mi cuello. Ahg, odiaba sentirme así. Tan desesperada.
—Basta Bird—se paró y me ayudó a sentarme.
—No es justo— Se rió de mis pucheros.
—Podremos arreglar la justicia después. Primero quiero pedirte algo—su ceño se frunció.
—Dime—si era algo demasiado importante lo haría.
—¿Quieres ser mi novia? —lo miré con sorpresa.

Él se mordió los labios.

¡Deja de hacer eso! ¡Me excita! -quise gritarle.

—Si—lo besé nuevamente—¡Si, quiero serlo!

POv Isabel

Me dejé caer en mi cama, exhausta, pensando en Mauricio, en Santiago y Laura y aunque no lo quisiera también en Ana...

¿Quién era ella?

Me pasé las manos por el cabello y decidí llamar a alguien que me subiría el estado de ánimo.

Contestó al segundo timbrazo.
—¿Mar? —pregunté—quiero una salida a rumba...

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Sólo subiré dos. Lo siento. :)