This Time Aroundϟ - Novela Colectiva de Harry Potter

Mi despertador suena y lo apago al instante. Hace tiempo que estoy despierta, la emoción no me dejó dormir. Mi corazón palpita rápidamente por la excitación*. Me levanto de un salto y casi doy la cara contra el suelo. Me río levemente de mi torpeza y voy casi corriendo al baño, cayendo por la velocidad. “Esto ya no es tan divertido” pienso molesta. Normalmente, no soy tan torpe pero, la falta de sueño y mi propio corazón corriendo a todo lo que da, me dificulta ser equilibrada. Abro el grifo de la ducha y me cepillo los dientes mientras la habitación se llena de vapor. Salgo para poner música e Imagine Dragons suena por los parlantes. Empiezo a cantar y me meto en la ducha. El agua caliente quema mi piel y debo nivelarla. Cuando ya está perfecta, empiezo a lavar mi cuerpo y cabello.

Cuando termino de higienizarme, me dirijo a la ropa que ayer preparé para hoy. Una remera de tirantes con detalles color blanco, unos jeans y mis zapatillas converse de la suerte forman el conjunto. Cepillo mi cabello y me pongo un poco de rímel en mis pestañas.

“Bubblegum Bitch” de Marina & The Diamonds suena y no puedo evitar bailar como poseída. Canto, río y salto sola en mi habitación. Estoy tan contenta por la pijamada de hoy que no puedo evitarlo. La canción termina y, recién entonces, noto la mirada del vecino sobre mí. Me paralizo y siento mi cara enrojecerse. El chico tiene una mueca divertida en el rostro y estoy más que segura de que se reirá con sus amigos cuando les cuente. Me maldigo mientras corro hacia mi puerta y bajo las escaleras con pasos rápidos. Mi vecino, el chico más atractivo de todo Belton, me acaba de ver haciendo el ridículo. “Despídete de la idea de tener algo con él, idiota” me susurra una voz dentro de mi cabeza. Este hecho me entristece, pero recuerdo la pijamada y el sentimiento desaparece.

Entro a la cocina y agarro una porción fría de pizza que quedó de ayer. Puede que no sea el mejor desayuno, pero no tengo ganas de prepararme otra cosa. Mi mamá me mira con desaprobación y yo la ignoro. Me siento sobre el mostrador y su mirada de intensifica. Creo que está a punto de decir algo pero, sorprendentemente, sólo niega con la cabeza casi imperceptiblemente. Me quedo callada y ella tampoco dice algo. Nuestra relación está tensa desde que papá fue preso y, sobre todo, desde que ella no me permite verlo. Creo que eso es injusto y detesto ser menor de edad. Aunque, muy dentro de mí, lo agradezco. No sabría qué hacer o qué decirle a mi padre si estuviera frente a mí. Estoy enojada con ambos. ¿Tan necesario era el juego para papá? ¿Tan necesario es que no lo vea para mamá? Suspiro entre triste y molesta.

La pizza ya ha dejado de parecer apetecible, así que la dejo a un lado. Mis pies me llevan a mi habitación nuevamente, donde tomo mi bolso y mi IPod. Apago la música. Veo que en mi estante sigue “Harry Potter y el Prisionero de Azkaban”, mi libro favorito de la saga. “Te amo, Sirius” pienso en broma. Lo guardo en mi mochila. Debo forcejear un poco, ya que llevo varias cosas. Finalmente, el libro cabe en medio de otros dos: “The Fault In Our Stars” y mi cuaderno de escritos. Mi escritura es una mierda comparada con la de Lorrie y lo sé, pero eso no me impide plasmar una que otra idea en las hojas de ese cuadernillo. Y “The Fault In Our Stars” es un libro que llevo a todos lados. Ya he aprendido a controlar cómo no llorar en público cuando lo leo. Me pregunto si soy masoquista.

Tarareando una canción bajo las escaleras, mi mochila descuidadamente colgada en mi hombro derecho. Coloco mis audífonos amarillos en mis oídos y le pongo play a la lista de reproducción llamada “Remus Lupin”. Ésta, consiste en sólo canciones calmadas y relajantes. Por eso mismo, el nombre. Me imagino a Lunático, con sus ojos color ámbar y su cabello arena. “¡Cómo me gustaría tenerlo de profesor!” pienso. Tengo una especie de enamoramiento con él y lo digo de esa forma para no admitir que estoy locamente enamorada de ese tierno hombre lobo. Mis profesores varones son todos viejos amargados y/o verdes. Frunzo el ceño involuntariamente al pensar en ellos. El único profesor que parecía lo suficientemente simpático y atractivo había sido despedido por acostarse con una de las chicas de último año. El chisme recorrió los oídos de todos los habitantes de Belton en distintas versiones y desde distintas bocas. Los ataques al profesor no se hicieron esperar. Lo acosaron hasta tal punto que tuvo que irse. No creo que nos extrañe.

Mi perro, Jem – en honor al personaje de Cazadores de Sombras, el asombroso Jem Carstairs – se acerca a mí dando saltos. Río contenta. Lo acaricio y lo alzo en mis brazos. Hablo con él de la forma que sólo se hace con los animales queridos y los bebés. Me lame la mejilla derecha y lo alejo de mi rostro para que no lo haga de nuevo. Sus bacterias no son bienvenidas en mi organismo. Su enmarañado pelaje gris – originalmente blanco – se enreda entre mis dedos.

- Debo bañarte, perro idiota. – le digo con cariño.

- ¡Cuida tu boca, Lisset! – escucho a mi madre gritar desde la cocina.

¿Es que acaso esa mujer tiene oído biónico o qué? “Capaz tiene orejas extensibles como los gemelos Weasley…” Me río sola por mi propio chiste.

Dejo a Jem en el piso y giro la muñeca para ver la hora. Abro mis ojos con sorpresa al notar que es más tarde de lo que creía. Le aviso a mi madre que saldré y, antes de que me responda, salgo de mi casa. Hace frío para época y sonrío. Me encantan las bajas temperaturas. Camino lentamente haciendo equilibrio en el cordón de la vereda. Seguramente me veo ridícula, pero no puedo evitarlo. Estoy muy contenta por la pijamada programada para hoy. Las gemelas son geniales para armarlas y es imposible no pasarla bien. Además, hace tiempo que no nos vemos todas juntas y las extraño. Cuando no estoy con ellas, me doy cuenta de cuán sola estoy. No sé qué haría si no las tuviera como amigas.

Finalmente, llego a la plaza y me siento en mi banco favorito. Un nuevo puesto de golosinas cerca me llama la atención. Mi estómago ruge exigiendo comida, no lo hago esperar mucho. Compro una tableta de chocolate y una gaseosa. Me vuelvo a colocar en mi asiento y abro el paquete del delicioso alimento. Meto un pequeño pedazo en mi boca y las endorfinas explotan dentro de mí. Abro el libro de Harry Potter y empiezo a leer las ya muy conocidas páginas.

Luego de lo que parece ser muy poco tiempo, termino el libro. La botella de la Coca Cola está vacía y el papel del chocolate ha desaparecido. Me limpio las manos en el pantalón y me levanto. La hora se me ha pasado y el cielo ha oscurecido. Un escalofrío me recorre. Miro hacia los dos lados con una repentina paranoia. Algo cae sobre mi espalda y caigo al suelo fuertemente. Gimo por el dolor y lágrimas se agolpan en mis ojos. Siento algo húmedo en mi nuca y, por un momento, pienso que es sangre. Pero comprendo que no es así cuando oigo el grito.

- ¡Stacy, perra mala! ¿¡Qué te he dicho sobre saltar sobre la gente!? – Es la señora Jibbs – mejor conocida por nosotras como la Señora Figg – y la cosa que cayó sobre mí debe ser uno de sus tantos perros. - ¡Oh, querida, lo lamento tanto! Déjame ayudarte.

Al estar todavía un poco aturdida, se me hace difícil levantarme. Incluso con la ayuda de la señora Jibss. Me encuentro cara a cara con un Golden Retriever que me mira juguetón, le devuelvo la mirada con rencor. Me late todo el cuerpo. Declino la oferta de que me lleve al hospital y, todavía un tanto mareada, me dirijo a la casa de las gemelas.

No puedo creer que haya llegado sin perderme, así que chequeo unas tres veces de que sea la casa correcta. Cuando estoy segura, toco repetidas veces el timbre como siempre hago. No me sorprendo al ver que Lucy es la que abre. La abrazo fuertemente y ambas reímos sin razón alguna. Me lleva a su cuarto que es dónde se encuentran todas.

- ¡Ya llegó por quién lloraban! – grito en broma cuando las veo.

…

- Anoche soñé con Logan Lerman. – le comento a Rose.

- ¿Y estaba sin camisa? – se mete Agnes.

- ¡Pues claro! ¿Qué tipo de sueño de Logan Lerman sería si tuviera camisa? – contesto.

Las tres reímos divertidas. Lucy parece distraída, pero es lo normal. Siempre es tan risueña y metida en sus propias fantasías. Me mira y le sonrío. Ella me devuelve el gesto. Giro mi cabeza para ver a Lorrie y se nota que algo le pasa. No quiero preguntarle por qué sé que me dará una evasiva y yo me molestaré porque lo haga. Me recuesto en la cama de Kate y cierro mis ojos momentáneamente.

…

Luego del “incidente” de Lucy, nos decidimos por ver una película. Y como tengo menos suerte que un hámster con sífilis, pusieron una de terror.

Decir que me dio miedo sería poco. Estoy totalmente aterrada y me niego a soltar a Lorrie. “La usaré como escudo si es que alguien quiere hacerme daño” pienso en broma.

…

- Voldemort básicamente murió virgen, ¿no? – les pregunto antes de meter una porción de pizza en mi boca.

Ellas me miran estupefactas antes de reír fuertemente. Les doy una mirada de falsa indignidad.

- ¡¿De qué se ríen?! Es una pregunta seria. – Actúo como si estuviera ofendida y ellas vuelven a reír. - No creo que nadie... Bueno, ustedes saben, lo hiciera con él. Con todo eso de los ojos rojos y que no tiene nariz.

- Sólo tú puedes preguntar algo así, Lissy. – dice Lorrie entre pequeñas risas.

Sonrío satisfecha. Todas parecen más contentas ahora. No sé qué les pasa, pero la mayoría están de un humor raro. La curiosidad me pide que les pregunte, pero no quiero arruinar la noche.

Observándolas reír y hablar, sé que no hay otro lugar dónde me gustaría estar a excepción de este.