lα єxpєdıcıon |novela colectıva|

Al fin había llegado el tan esperado viaje. Me encanta la naturaleza, es tan fresca y hay paz donde quieras que vayas.
Ah, perdón, no me presenté. No soy muy buena para estas cosas, desde ya les digo. Soy Lea Michelle Bluebell, díganme Lea. Tengo 18 años y bueno… estudio.
Era hora de preparar todo, ropa, y demás. Estoy ansiosa, no puedo negarlo…
- ¡Lea!- Escuché desde abajo, era mi mamá.
- ¿Qué?- pregunté fastidiada, detesto que hagan eso, o sea gritar en vez de subir a mi habitación.
- Baja- gritó y para que deje de gritar bajé.
- ¿Qué sucede?- pregunté cansada.
- Esto es para ti, como nunca te has alejado de nosotros… no estamos seguros de que esto sea bueno- ya iba a empezar su discurso, señoras y señores; señoritas o ¿caballeros? Les presento a Michelle Johnson de Bluebell, y esta señora; mujer es mi madre… Sobreprotectora, pero eso es una de las cosas en lo que la combierte en lo que es: una excelente mujer, esposa y madre.
Como sea. En su mano izquierda tenía una cajita de color azul; ella más que nadie sabe que amo ese color y algo que me gusta está allí dentro, porque si hay una persona aparte de ti que te conoce mejor que nadie es, sin duda, tu madre.
- Tómalo.- Me dijo dibujando una sonrisa.
- Mamá… no debiste, y sé que tu lo escogiste, que papá te dio el dinero- le dije, sonriendo.
- Claro, dices eso porque sabes que nunca te desfraudé y… ¿sabes qué? Yo también se las cosas que te gustan.- Me dice mi papá entrando a la sala, con una enorme caja en sus manos, ¿no quieren que me vayan o… que pasa aquí?
- ¡Papá!- dije tapándome la cara, con lo que había dicho estaba diciendo que siempre que quería algo me lo daban, sí, mi familia es rica, no… Millonaria mejor dicho.
- Ya… ¿Qué te regaló tu madre?- preguntó dejando la caja en el suelo y mirando mi mano, en la cual estaba el regalo que me regaló mi mamá. Ya no me importaba lo que había dentro de esa cajita color azul, me daba curiosidad saber que había en la caja grande.
- Lea, ábrelo- me dijo mamá y para que no piense que estaba emocionada por saber que había en el otro regalo, lo abrí. Sonreí al verlo, era el collar que la abuela me había dejado, ella quería regalarme algo; hace mucho, cuando aún vivía… Miré a papá, también sonrió, pero en sus ojos se veían las lágrimas. Lo abracé fuerte y dejé que las gotas saladas bajaran por mis mejillas…
- Es difícil aceptar que se fue, pero sabemos que ella nos cuida, y que sigue viviendo en nuestros corazones- le dije, y me separé un poco de él.
- Es cierto y por eso mismo nos cuesta aceptar que ya no está.- me dice e intenta sonreír. Mamá secó sus lágrimas y yo las mías, no era un buen momento para ponerse sentimental o terminaría quedándome con mis padres en vez de ir a la expedición.
- ¿Eso es para mí?- le pregunté. El me miró y se acercó a mí.
- Sí, ábrelo- me dijo y sin que me lo diga dos veces tomé la tapa y miré adentro de la caja…
- ¡Aaaaaaaaaaaaw! Es hermoso- le dije tomando al cachorrito entre mis manos. Pero luego caí en cuenta que durante tres días no lo vería.- Pero no lo veré tres días.- Dije, haciendo una cara tierna, y giré a ver a mi cachorrito que desde ya nombraré Bobby.- DAH, que importa. ¡Gracias, papi!- Le dije- Y a ti también mami- dije y con mis dos regalos en mis manos, subí a mi habitación a terminar de empacar todo, pues mañana, sería el gran día. El día de la expedición.