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Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
aranzhitha escribió:ahhh que lindo!! :ilusion:
Lo amo!! Es tan dfghjks!!
Yo quiero uno asi :aah:
Y me encanta Holli es tan divertida :corre:
Siguela!!
:aah: :aah: :aah: :aah:
Ya seeeeeeeeeeee!
Yo quiero! *.*
Holly es la mejor! ;)
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Valeefor1D ツ escribió:Wow!
Nicho eres perfecto!
Sin duda te amo!
Los papás de la rayis..
Emmm, mas le vale portarse bien porque..
Aunque esten pasiditos de la edad
Los matare mas rapido para que no sufran!
Oqno
Siguela
Pronto
Besos xx.
VALENTINA "CHICA MALA CHILENA" *-*
:aah: :aah: :aah: :aah:
Si es más que PERFECTO!
:enamorado: :enamorado: :enamorado:
Insisto yo quiero uno!
Ya verás que pasa!
:misery: :misery:
Nos estamos leyendo chica mala! ;)
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
• CAPITULO 9 •
El aroma de pachulí y el ritmo del reggae recorrió el pasillo, alertándome que mi compañera y amiga, India, estaba, en este momento, o a punto de tener sexo en nuestro dormitorio. Era en todos los otros días una ocurrencia en mi vida.
Si estaba de suerte, podía esquivar y esquivar con mis libros para que pudiera estudiar en el área común. Si no lo estaba, y de la habitación salía una erupción con gritos y gruñidos y gemidos, sólo tendría que esperar. La última vez que había entrado con India y su hombre del día, había visto cosas que ninguna persona temerosa de Dios debía hacer.
Deteniéndome fuera de la puerta, escuché. Nada más que Bob Marley consiguiendo su arboleda. —¿Indie? —dije, dando golpecitos en la puerta—. ¿Es seguro entrar ahí?
—Es seguro, señorita pura y mojigata —gritó India a través de la puerta.
Al abrir la puerta, el almizcle de pachulí casi me derribó. India se encontraba envuelta en la silla que había metido en la esquina vestida con su bata de baño rojo kimono de seda, fumando algo que probablemente no sería kosher con el asesor residente.
—¿Divirtiéndote?
—Eh-eh —suspiró, dándome una pequeña sonrisa estúpida—. Si hubieses llegado cinco minutos antes, podríamos haber hecho de esto una reunión a tres.
Lanzando mi bolso en mi cama, me dejé caer en nuestra silla rodante.
—Apesta ser yo.
India se inclinó hacia adelante en su silla, su piel oscura todavía salpicada de sudor. —Hablando de chupar —comenzó, frunciendo los labios—. ¿Ustedes...? —Hizo unos círculos con su dedo índice.
—No es asunto tuyo —le dije, haciendo girar la silla.
—Así que no lo hiciste —dijo, echándose hacia atrás en la silla.
—No —dije, chasqueando la lengua—, no lo hicimos.
—Apesta ser tú —dijo, riéndose entre dientes.
—Oh, cállate —dije, agarrando nuestro peluche hormiguero que manteníamos apoyado en nuestro escritorio de la computadora y lo arrojé hacia ella—. Estás consiguiendo suficiente para todos de nosotros.
—Sí —dijo, tomando otro trago de su humo—. Sí, lo estoy.
Dando otra vuelta en la silla, miré al techo, paralizando todo el esfuerzo en el estudio, ya que, mientras que India era el equivalente femenino de un libertino, no había más que pudiera escuchar u ofrecer un mejor asesoramiento a la hora del complicado mundo de hombres que mi compañera de cuarto. Salvo por Holly, pero estaba atrapada en un vuelo por el próximo par de horas y necesitaba inmediatamente un consejo.
—¿Cómo fue Nicholas? —preguntó, interrumpiendo mis tácticas dilatorias.
—Él fue... —Suspiré, repitiendo el fin de semana. Una gran cantidad de altos y bajos—. Fue Nicholas —me decidí por eso.
—La montaña rusa de Nicholas —dijo Indie, haciendo un sonido mm-mm-mmm con la boca—. Ahora, cariño, ese es un paseo del que nunca querría bajar.
—Lo sé —le dije, empezando a sentirme mareada por la rotación—. Yo no quiero tampoco.
—Entonces, ¿cuál es el problema?
—El problema es la montaña rusa —le dije—. Estamos bien en la cima del mundo o llamando a la puerta del infierno. No hay en medio. No hay espacio para respirar. Sólo constante subir y bajar a cien millas por hora.
Siempre se sentía bien hablando con India acerca de mis preocupaciones con Nicholas y mi relación. Ella nunca juzgaba, sólo daba sólidos consejos.
—Lo sé, ____(tn) —dijo, cambiando en su asiento—, pero tu hombre es una persona apasionada. Al igual que tú. Si los dos están juntos, tienes que aceptar la montaña rusa como una forma de vida. No quieres que cambie, que es más de lo que él querría cambiar. Las subidas y bajadas drásticas serán lo que el gasto de tu vida con Nicholas será. Eso es un hecho. Sólo tienes que preguntarte si vale la pena. ¿Lo que ustedes dos juntos tienen vale la pena el sacrificio? —Entrecerró los ojos en mí, proyectando el mensaje.
Sabía que tenía razón, y sabía que valía la pena, pero era un ser humano y no podía evitar querer lo inalcanzable. —Me gustaría poder comerciar en la montaña rusa de un carrusel. Ser capaz de anticipar lo que está a la vuelta de cada esquina, haciendo el recorrido con subidas y bajadas menos dramáticas.
—Lo entiendo —dijo India, asintiendo con la cabeza—, pero eso no es la mano que te repartieron, nena. Nicholas fue la mano que te repartieron, y ese hombre no es carrusel, ____(tn). Ese hombre es el super-loco, Six Flags, rodillas temblando por la extraordinaria montaña rusa. —Contuvo el aliento, fuera de sí después de la deposición.
—Lo sé —admití, ya sintiéndome mejor.
Nicholas era una montaña rusa—yo era una montaña rusa. Juntos hemos creado esa súper cosa loca. Daba miedo, de pie en el suelo y mirando hacia él, pero si ese es el viaje que tenía que tomar para estar con Nicholas, estaría primera en la fila.
—Oye, gracias a las estrellas que tu hombre no es un coche chocante para niños —añadió India, tomando otra bocanada antes de soplar un anillo de humo—. Salí con un hombre que una vez fue así. El hombre que es el único responsable de por qué no salgo más. Incluso hizo el amor como los malditos coches de niños. Bump. Chisporroteo, chisporroteo. —India se sentó, sacudiéndose hacia atrás y adelante—. Bump. Chisporroteo, chisporroteo. — Empecé a reír, viendo su actuación fuera de la escena—. Bump. Catódica, chisporroteo, chisporroteo. Bump. Explosión. —Encrespando su nariz, gimió, colapsando de nuevo en la silla.
Nuestra risa se mezcló por el pasillo con el señor Marley.
—Gran práctica de hoy ____(tn) —dijo Thomas, viniendo detrás de mí mientras salía de las puertas del auditorio.
—Bueno, ayuda que mi pareja sea un infierno de bailarín —le dije, dándole un codazo mientras envolvía mi bufanda alrededor del cuello.
Era el miércoles antes de Acción de Gracias y el clima de Nueva York ya lo llevaba adelante. ¿Qué había poseído a una chica que cree que el sol era esencial en la vida para ir a la escuela en un lugar donde el invierno gélido corría a largo plazo?
Mis zapatillas de ballet rebotaron contra mi cuerpo mientras caminaba, recordándome por qué.
—Sí, así que, tu novio —comenzó Thomas, luciendo inquieto por sólo hablar acerca de Nicholas—, ¿sabe que somos compañeros para el recital de invierno?
Pobre Thomas. Él era un bailarín, no un luchador. Yo tendría miedo de mis medias también si se suponía que debía levantar por la entrepierna la novia de un chico que daba buenos golpes.
—Todavía no —le dije, tirando la gorra sobre mí. Viviría en un estado de pelo sombrero de aquí a mayo.
Thomas se aclaró la garganta, jugueteando con la correa de su mochila.
—¿Estás pensando en decirle?
—Por supuesto —dije, volviéndome hacia mi dormitorio. Todavía tenía que terminar una tarea antes del final del día y cuanto antes me meta en la cama, lo más pronto Nicholas estaría aquí por la mañana para pasar cuatro días enteros juntos. India volaba de regreso a casa de sus padres fuera de Miami, así que tendríamos la habitación entera para nosotros.
Yo no pensaba dejarlo una vez. Eso es para lo que la entrega era.
—¿Cuándo?
Me encogí de hombros. No me había dado realmente mucho pensamiento. —Este fin de semana, supongo.
—Está bien —dijo Thomas—. Sólo quiero estar preparado. Probablemente lo mejor es saber más temprano que tarde. Hará el choque un poco menos... extremo.
—Has reflexionado sobre esto —le dije, tratando de no sonreír para regalar mi diversión—. Bien por ti.
—Sí —dijo Thomas—. Si el tío casi pegaba mi culo por ayudarte a salir de un corsé, me va a matar en el acto al ver nuestra interpretación moderna del Rapto de Proserpina.
Thomas deletreándome movió el decirle a Nicholas acerca de nuestro desempeño y los "encuentros" que Thomas y yo compartiríamos en el escenario hasta el número uno en la lista. Más aviso tenía Nicholas sobre eso, más tiempo tendría para hacerse la idea y, como Thomas lo había puesto, no matarlo en el acto.
—No te preocupes, todo irá bien —le dije, deteniéndome fuera de la sala del dormitorio.
—Yo diría que voy a ser otra cosa que “bien” después de que tu novio termine conmigo, pero gracias por el voto de confianza. —Dirigiéndose a la acera, Thomas de despidió—. Que tengas un buen descanso, ____(tn).
Lo haría.
—Tú también —dije después de él, corriendo hacia el edificio porque tenía veinte segundos de entrar en un festival de charla.
India ya se había ido para el momento en que estuve de regreso, pero había dejado un regalo detrás. Acostado en mi cama estaba un bolso de compras negro, en cascada con papel de seda rojo y rosa. No el primer pensamiento de colores cuando se celebra Acción de Gracias.
Lagrimeando en la bolsa, tiré del papel de seda detrás de mí, mirando dentro. Mi boca cayó cuando saqué el artículo en la parte superior. Era negro, de encaje, y tenía agujeros en los lugares que estaban cubiertos normalmente.
—India —murmuré, sacudiendo la cabeza. Poniendo la ropa interior a un lado, agarré lo primero en la bolsa que cayó en mis dedos. Algo frío y duro. Saqué un par de esposas hardcore, completas con llave, que colgaban de mi dedo. Lanzándolas de nuevo en la bolsa como si picaran, hice rodar la parte superior de la bolsa y la metí en el fondo de nuestro armario.
Podría estar lista para dar el siguiente paso con Nicholas, pero no estaba lista para ir de A a Z en la misma noche. Regalaría de nuevo estas joyas en Navidad a la chica que tan cuidadosamente las había seleccionado para su mojigata residente.
Me apresuré a través de mi último trabajo y fue enviado por correo electrónico al profesor a las ocho de la noche. Tomando una taza de té caliente y una hamburguesa vegetariana para la cena, apagué las luces y me metí en la cama, esperando caer en un sueño profundo.
Después de dar vueltas en mis sábanas en un tornado tres horas más tarde, me di cuenta de que mi sueño y yo no hacíamos las cosas fáciles para los otros. Un poco de tiempo después de la medianoche, tiré un viejo DVD en el reproductor y vi dos películas hasta el final antes de que me las arreglara para quedarme dormida. Mi alarma sonaba a todo volumen en menos de dos horas después.
Esto en cuanto a las cualidades recuperativas del sueño.
Si estaba de suerte, podía esquivar y esquivar con mis libros para que pudiera estudiar en el área común. Si no lo estaba, y de la habitación salía una erupción con gritos y gruñidos y gemidos, sólo tendría que esperar. La última vez que había entrado con India y su hombre del día, había visto cosas que ninguna persona temerosa de Dios debía hacer.
Deteniéndome fuera de la puerta, escuché. Nada más que Bob Marley consiguiendo su arboleda. —¿Indie? —dije, dando golpecitos en la puerta—. ¿Es seguro entrar ahí?
—Es seguro, señorita pura y mojigata —gritó India a través de la puerta.
Al abrir la puerta, el almizcle de pachulí casi me derribó. India se encontraba envuelta en la silla que había metido en la esquina vestida con su bata de baño rojo kimono de seda, fumando algo que probablemente no sería kosher con el asesor residente.
—¿Divirtiéndote?
—Eh-eh —suspiró, dándome una pequeña sonrisa estúpida—. Si hubieses llegado cinco minutos antes, podríamos haber hecho de esto una reunión a tres.
Lanzando mi bolso en mi cama, me dejé caer en nuestra silla rodante.
—Apesta ser yo.
India se inclinó hacia adelante en su silla, su piel oscura todavía salpicada de sudor. —Hablando de chupar —comenzó, frunciendo los labios—. ¿Ustedes...? —Hizo unos círculos con su dedo índice.
—No es asunto tuyo —le dije, haciendo girar la silla.
—Así que no lo hiciste —dijo, echándose hacia atrás en la silla.
—No —dije, chasqueando la lengua—, no lo hicimos.
—Apesta ser tú —dijo, riéndose entre dientes.
—Oh, cállate —dije, agarrando nuestro peluche hormiguero que manteníamos apoyado en nuestro escritorio de la computadora y lo arrojé hacia ella—. Estás consiguiendo suficiente para todos de nosotros.
—Sí —dijo, tomando otro trago de su humo—. Sí, lo estoy.
Dando otra vuelta en la silla, miré al techo, paralizando todo el esfuerzo en el estudio, ya que, mientras que India era el equivalente femenino de un libertino, no había más que pudiera escuchar u ofrecer un mejor asesoramiento a la hora del complicado mundo de hombres que mi compañera de cuarto. Salvo por Holly, pero estaba atrapada en un vuelo por el próximo par de horas y necesitaba inmediatamente un consejo.
—¿Cómo fue Nicholas? —preguntó, interrumpiendo mis tácticas dilatorias.
—Él fue... —Suspiré, repitiendo el fin de semana. Una gran cantidad de altos y bajos—. Fue Nicholas —me decidí por eso.
—La montaña rusa de Nicholas —dijo Indie, haciendo un sonido mm-mm-mmm con la boca—. Ahora, cariño, ese es un paseo del que nunca querría bajar.
—Lo sé —le dije, empezando a sentirme mareada por la rotación—. Yo no quiero tampoco.
—Entonces, ¿cuál es el problema?
—El problema es la montaña rusa —le dije—. Estamos bien en la cima del mundo o llamando a la puerta del infierno. No hay en medio. No hay espacio para respirar. Sólo constante subir y bajar a cien millas por hora.
Siempre se sentía bien hablando con India acerca de mis preocupaciones con Nicholas y mi relación. Ella nunca juzgaba, sólo daba sólidos consejos.
—Lo sé, ____(tn) —dijo, cambiando en su asiento—, pero tu hombre es una persona apasionada. Al igual que tú. Si los dos están juntos, tienes que aceptar la montaña rusa como una forma de vida. No quieres que cambie, que es más de lo que él querría cambiar. Las subidas y bajadas drásticas serán lo que el gasto de tu vida con Nicholas será. Eso es un hecho. Sólo tienes que preguntarte si vale la pena. ¿Lo que ustedes dos juntos tienen vale la pena el sacrificio? —Entrecerró los ojos en mí, proyectando el mensaje.
Sabía que tenía razón, y sabía que valía la pena, pero era un ser humano y no podía evitar querer lo inalcanzable. —Me gustaría poder comerciar en la montaña rusa de un carrusel. Ser capaz de anticipar lo que está a la vuelta de cada esquina, haciendo el recorrido con subidas y bajadas menos dramáticas.
—Lo entiendo —dijo India, asintiendo con la cabeza—, pero eso no es la mano que te repartieron, nena. Nicholas fue la mano que te repartieron, y ese hombre no es carrusel, ____(tn). Ese hombre es el super-loco, Six Flags, rodillas temblando por la extraordinaria montaña rusa. —Contuvo el aliento, fuera de sí después de la deposición.
—Lo sé —admití, ya sintiéndome mejor.
Nicholas era una montaña rusa—yo era una montaña rusa. Juntos hemos creado esa súper cosa loca. Daba miedo, de pie en el suelo y mirando hacia él, pero si ese es el viaje que tenía que tomar para estar con Nicholas, estaría primera en la fila.
—Oye, gracias a las estrellas que tu hombre no es un coche chocante para niños —añadió India, tomando otra bocanada antes de soplar un anillo de humo—. Salí con un hombre que una vez fue así. El hombre que es el único responsable de por qué no salgo más. Incluso hizo el amor como los malditos coches de niños. Bump. Chisporroteo, chisporroteo. —India se sentó, sacudiéndose hacia atrás y adelante—. Bump. Chisporroteo, chisporroteo. — Empecé a reír, viendo su actuación fuera de la escena—. Bump. Catódica, chisporroteo, chisporroteo. Bump. Explosión. —Encrespando su nariz, gimió, colapsando de nuevo en la silla.
Nuestra risa se mezcló por el pasillo con el señor Marley.
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—Gran práctica de hoy ____(tn) —dijo Thomas, viniendo detrás de mí mientras salía de las puertas del auditorio.
—Bueno, ayuda que mi pareja sea un infierno de bailarín —le dije, dándole un codazo mientras envolvía mi bufanda alrededor del cuello.
Era el miércoles antes de Acción de Gracias y el clima de Nueva York ya lo llevaba adelante. ¿Qué había poseído a una chica que cree que el sol era esencial en la vida para ir a la escuela en un lugar donde el invierno gélido corría a largo plazo?
Mis zapatillas de ballet rebotaron contra mi cuerpo mientras caminaba, recordándome por qué.
—Sí, así que, tu novio —comenzó Thomas, luciendo inquieto por sólo hablar acerca de Nicholas—, ¿sabe que somos compañeros para el recital de invierno?
Pobre Thomas. Él era un bailarín, no un luchador. Yo tendría miedo de mis medias también si se suponía que debía levantar por la entrepierna la novia de un chico que daba buenos golpes.
—Todavía no —le dije, tirando la gorra sobre mí. Viviría en un estado de pelo sombrero de aquí a mayo.
Thomas se aclaró la garganta, jugueteando con la correa de su mochila.
—¿Estás pensando en decirle?
—Por supuesto —dije, volviéndome hacia mi dormitorio. Todavía tenía que terminar una tarea antes del final del día y cuanto antes me meta en la cama, lo más pronto Nicholas estaría aquí por la mañana para pasar cuatro días enteros juntos. India volaba de regreso a casa de sus padres fuera de Miami, así que tendríamos la habitación entera para nosotros.
Yo no pensaba dejarlo una vez. Eso es para lo que la entrega era.
—¿Cuándo?
Me encogí de hombros. No me había dado realmente mucho pensamiento. —Este fin de semana, supongo.
—Está bien —dijo Thomas—. Sólo quiero estar preparado. Probablemente lo mejor es saber más temprano que tarde. Hará el choque un poco menos... extremo.
—Has reflexionado sobre esto —le dije, tratando de no sonreír para regalar mi diversión—. Bien por ti.
—Sí —dijo Thomas—. Si el tío casi pegaba mi culo por ayudarte a salir de un corsé, me va a matar en el acto al ver nuestra interpretación moderna del Rapto de Proserpina.
Thomas deletreándome movió el decirle a Nicholas acerca de nuestro desempeño y los "encuentros" que Thomas y yo compartiríamos en el escenario hasta el número uno en la lista. Más aviso tenía Nicholas sobre eso, más tiempo tendría para hacerse la idea y, como Thomas lo había puesto, no matarlo en el acto.
—No te preocupes, todo irá bien —le dije, deteniéndome fuera de la sala del dormitorio.
—Yo diría que voy a ser otra cosa que “bien” después de que tu novio termine conmigo, pero gracias por el voto de confianza. —Dirigiéndose a la acera, Thomas de despidió—. Que tengas un buen descanso, ____(tn).
Lo haría.
—Tú también —dije después de él, corriendo hacia el edificio porque tenía veinte segundos de entrar en un festival de charla.
India ya se había ido para el momento en que estuve de regreso, pero había dejado un regalo detrás. Acostado en mi cama estaba un bolso de compras negro, en cascada con papel de seda rojo y rosa. No el primer pensamiento de colores cuando se celebra Acción de Gracias.
Lagrimeando en la bolsa, tiré del papel de seda detrás de mí, mirando dentro. Mi boca cayó cuando saqué el artículo en la parte superior. Era negro, de encaje, y tenía agujeros en los lugares que estaban cubiertos normalmente.
—India —murmuré, sacudiendo la cabeza. Poniendo la ropa interior a un lado, agarré lo primero en la bolsa que cayó en mis dedos. Algo frío y duro. Saqué un par de esposas hardcore, completas con llave, que colgaban de mi dedo. Lanzándolas de nuevo en la bolsa como si picaran, hice rodar la parte superior de la bolsa y la metí en el fondo de nuestro armario.
Podría estar lista para dar el siguiente paso con Nicholas, pero no estaba lista para ir de A a Z en la misma noche. Regalaría de nuevo estas joyas en Navidad a la chica que tan cuidadosamente las había seleccionado para su mojigata residente.
Me apresuré a través de mi último trabajo y fue enviado por correo electrónico al profesor a las ocho de la noche. Tomando una taza de té caliente y una hamburguesa vegetariana para la cena, apagué las luces y me metí en la cama, esperando caer en un sueño profundo.
Después de dar vueltas en mis sábanas en un tornado tres horas más tarde, me di cuenta de que mi sueño y yo no hacíamos las cosas fáciles para los otros. Un poco de tiempo después de la medianoche, tiré un viejo DVD en el reproductor y vi dos películas hasta el final antes de que me las arreglara para quedarme dormida. Mi alarma sonaba a todo volumen en menos de dos horas después.
Esto en cuanto a las cualidades recuperativas del sueño.
:wut: :wut: :wut: :wut:
Ya verán que nos deparan los próximos capítulos!
Disfruten de la tranquilidad de este! ;)
Pobre chico, cree que el Nicho lo va a matar! xD
Si ni celoso es! :fiu:
Nos estamos leyendo! ;)
\^.^/
Lu wH!;*
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Aaaa!
Siguela!
Tengo la impresion! De que va a haber sangre! :-w-:
Espero estar paranoica!:calor:
En serio, amo como adaptas :omg:
Asi que siguela pronto
Besos xx.
Siguela!
Tengo la impresion! De que va a haber sangre! :-w-:
Espero estar paranoica!:calor:
En serio, amo como adaptas :omg:
Asi que siguela pronto
Besos xx.
Val x.
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
QUE VA ..... SOLO LE HARA TENER PESADILLASSS!!!
SI ES QUE TODAVIA NO LAS TIENE!!!
JAJAJAJAJJA
PERO POR QUE ME PREOCUPAS!!!!
QUE PASARAAAA????
AAAAAII PON EL QUE SIGUEE
SI ES QUE TODAVIA NO LAS TIENE!!!
JAJAJAJAJJA
PERO POR QUE ME PREOCUPAS!!!!
QUE PASARAAAA????
AAAAAII PON EL QUE SIGUEE
chelis
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Valeefor1D ツ escribió:Aaaa!
Siguela!
Tengo la impresion! De que va a haber sangre! :-w-:
Espero estar paranoica!:calor:
En serio, amo como adaptas :omg:
Asi que siguela pronto
Besos xx.
Pues de hecho si habrá sangre!
:imdead: :imdead: :imdead:
No, no estas paranoica! xD
*.* Gracias, yo AMO que te gusten mis adaptaciones! ;)
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
chelis escribió:QUE VA ..... SOLO LE HARA TENER PESADILLASSS!!!
SI ES QUE TODAVIA NO LAS TIENE!!!
JAJAJAJAJJA
PERO POR QUE ME PREOCUPAS!!!!
QUE PASARAAAA????
AAAAAII PON EL QUE SIGUEE
:wut: :wut: :wut: :wut:
Ya se! xD
Preocupate mucho ya verás! u.u
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
• CAPITULO 10 (Parte 1) •
Estaba en mi tercera taza de café y en algún lugar entre mi segunda y tercera, había cruzado la línea de alerta. Estando nerviosa apunto de entrar en coma.
El saber que Nicholas llegaría en cualquier momento ayudó a mi perspectiva significativamente. Mis padres habían hecho reservas en algún lugar de lujo en el centro de la ciudad, queriendo ofrecernos una buena comida de acción de gracias. Yo había insistido que no necesitamos nada de lujo, pero mamá dijo que ella sólo había conseguido una nueva y grande cuenta y las cosas estaban mejorando. No importa lo que dije, no cedió, así que los cuatro comíamos en algún lugar ostentoso en SoHo.
Nicholas ya me había enviado un mensaje preguntándome que llevaba puesto y preguntándose si esto era una especie de reunión que requería corbata. Le respondí diciéndole que era una especie de lo-que-sea-que-él-quisiera en una especie de reunión porque Nicholas siempre parecía increíble en corbata o sin corbata.
Yo había elegido algo más elegante, un vestido de color arándano estilo vintage, porque había estado viviendo en jeans, suéteres y se sentía bien arreglarse de vez en cuando. Deslizándome en mis Mary Jane, un golpe sonó en la puerta.
Prácticamente bailaba en toda la habitación. Tiré la puerta abierta, encontrando a Nicholas allí de pie, luciendo un poco incómodo en su corbata y camisa de etiqueta, con las manos detrás de su espalda. Su incomodidad se derritió cuando tomó un buen vistazo a mí.
—Estás más linda cada vez que te veo —dijo, tomándome como si estuviera tratando de consolidar este momento en su memoria.
—Gracias —respondí, haciendo una reverencia—. Y tú estás bastante bien por ti mismo.
Deslicé mis dedos hacia abajo de su corbata.
—Es de Tony —dijo, adivinando mis pensamientos.
—¿Tony tiene corbatas? —No se ajusta a mi imagen del encantador que conocía.
—Él es católico —dijo Nicholas, observando como mis dedos paseaban por su corbata—. Y su mamá lo llama cada domingo para asegurarse de que fue a misa. Así que sí, Tony tiene un montón de corbatas.
—Se ve bien en ti —dije, dejando la corbata gris caer en su lugar.
—Tony tuvo que ayudarme a atarla porque no sabía qué mierda hacía — dijo, moviendo su cuello de lado a lado como si la cosa estuviera estrangulándolo.
—¿Tienes tu maleta? —le pregunté, sin ver una a la vista.
La cara de Nicholas cayó. —¿Qué maleta?
Mi cara cayó junto con la suya. —La maleta en la que se suponía tenías que empacar para pasar cuatro días enteros conmigo —dije, queriendo hacer pucheros—. Esa maleta.
—Oh —dijo Nicholas, mientras su brazo buscaba algo—. ¿Te refieres a esta maleta?
Agarrándola entre sus manos, la arrojó sobre la cama. Ahora estábamos listos para el fin de semana.
—Y esto también es para ti —dijo, moviendo la otra mano por su espalda. Otra rosa. Una rosada esta vez. Hacíamos progresos; todavía no era la rosa roja de amor, pasión y en mi libro de sexo, pero era un paso hacia la dirección correcta de la rosa blanca de pureza que me había dado la última vez.
Se rió entre dientes mientras yo continuaba estudiando la rosa. —Es simplemente una flor, ____(tn). No es la respuesta a todas las preguntas de la vida.
Tomándola, la puse sobre mi almohada. —Todo tiene un significado. Queramos admitirlo a nosotros mismos o no.
Al entrar en mi habitación, se quedó observando mi cama antes de mirar de nuevo hacia mí. Me dio una pequeña sonrisa estúpida mientras agarraba el abrigo colgado en la silla giratoria.
—Supongo que es cierto —admitió Nicholas, sosteniendo mi abrigo abierto para mí—. Si eres una mujer. Pero para nosotros los hombres, una rosa es una rosa. Y a menos de que estemos enamorados de una chica o con la esperanza de que nuestro jodido cerebro salga de nuestros oídos, no salimos de nuestro camino para conseguirla.
Deslizando mis brazos en mi abrigo de lana hasta la rodilla, Nicholas deslizó mi pelo debajo del cuello. Sus dedos apenas rozaron mi cuello y se disparó un rayo a través de mi cuerpo, esto hizo su toque aún más caliente.
—¿Así que un hombre por este motivo es reducido a comprar una rosa para una chica? —dijo apretando el cinturón del abrigo. Me gire hacia él.
Tenía la misma sonrisa en su rostro y arqueó sus cejas. —Ambos.
Mi estómago se desplomo y cayó.
—Vamos —dijo, agarrando mi mano y llevándome fuera de la habitación—. Tenemos todo el fin de semana. Vamos a llegar a la comida de acción de gracias, desayuno-almuerzo, sea lo que sea, antes de que la ropa comience a volar.
Cerrando la puerta detrás de nosotros, dejé escapar un suspiro. —Si tenemos que hacerlo.
Nicholas se rió entre dientes mientras nos dirigimos por el pasillo.
—Desde que tus padres volaron a través del país, para poder tener una cena con su preciosa hija y su novio hijo de puta en algún restaurante YUPPI, sí, yo diría que tenemos que hacerlo.
—Tienes mucho sentido para ser un miembro de la especie masculina—dije mientras bajábamos la escalera.
Nicholas me dio una mirada que decía: Obviamente.
Mis tacones resonaron por la escalera, llenando el espacio con el eco.
—¿Cómo demonios caminan las chicas en esas cosas? —dijo Nicholas, estudiando los zapatos con una mueca de dolor.
—Tenemos poderes especiales que nos permiten hacerlo.
Nicholas se detuvo en la escalera debajo de mí.
—Sí, bueno, poderes especiales o no —recogiéndome en sus brazos, él me tiró contra su pecho—, no quiero que te rompas el cuello en las escaleras.
Envolví mis brazos alrededor de su cuello. —¿Vas a llevarme caminando por cuatro escalones más?
—No —respondió, con los ojos brillantes hacia mí—. Voy a besarte por cuatro escalones más. —Bajó su cuello, levanté el mío y cuando nuestras bocas conectaron, no estaba segura de cómo él fue capaz de seguir rebotando por las escaleras sin colapsar, pero yo no habría sido capaz de hacerlo. Tal vez esa es la verdadera razón por la que había decidido llevarme.
Rígidamente la puerta de salida se abrió, una sorpresa de Nueva York nos esperaba. Airosos copos de nieve se arremolinaban desde el cielo, aterrizando en nuestras caras. Nicholas levantó la mirada, llevando sus labios con él. El cielo estaba nublado, un tono azul grisáceo le teñía.
—Parece que la tormenta se dirige a nuestro camino —dijo, llevándome el resto del camino a su camioneta—. Menos mal que estoy preparado. —Pateando sus nuevos neumáticos de nieve, abrió la puerta y me dejó caer en su interior.
Miré a mi Mazda, estacionado en su lugar, sus ventanas ya cubiertas por una fina capa de nieve. Los neumáticos de nieve eran un concepto extraño para mí, y estaba sin equipo para el invierno que ya se encontraba aquí, al parecer.
—No te preocupes, ____(tn) —dijo Nicholas, saltando junto a mí—. Tendré cuidado. Voy a conducir tu coche hasta la tienda en algún momento de este fin de semana y conseguir un par de neumáticos de nieve.
No me gustó esa solución por un par de razones.
—No vas cualquier lugar este fin de semana a menos que cuentes moverte de la cabecera de mi cama a los pies de la misma —empecé, mirando por encima de él mientras salía del estacionamiento. Él sonreía—. Y soy más capaz de cuidar de mis propios neumáticos de nieve. No necesito que hagas todo para mí.
Su rostro se torció. —¿Por qué no?
—Porque no —respondí.
—Pero, ¿por qué?
Debido a un montón de razones, pero no me sentía con ganas de enumerarlas. Así que en lugar de eso me deslicé a su lado y apoyé mi cabeza en su hombro. —Porque simplemente no.
El viaje a SoHo duró veinte minutos, pero mi cabeza metida en el cuello de Nicholas con el brazo colgando sobre mí, hizo que el viaje fuera aún más rápido.
—¿Este es el lugar? —preguntó Nicholas, inspeccionando el restaurante que parecía estar construido con ventanas mientras lo rodeábamos.
—Este es —respondí, buscando a mis padres. Habían volado esta mañana y dijeron que podrían estar ubicados en su hotel antes de reunirse con nosotros para el almuerzo. Nicholas lucía visiblemente incómodo, continuaba mirando el lugar como si no encajara.
—Oye —dije, descansando mi mano sobre su pierna—, ¿Estás bien con esto?
Por supuesto que quería que compartiera acción de gracias con mi familia, pero no si eso significaba que él estaba incómodo todo el tiempo.
Maniobrando su camioneta en un apretado sitio en la calle, me miró. —Sí, estoy bien. —Agarró mi mano y la besó antes de apagar el coche—. Eres mi familia. Voy a donde vayas, ____(tn).
Esa sensación de calor que parecía siempre presente cuando Nicholas se encontraba alrededor se fundió a través de mí. Sus palabras eran tan hábiles como sus manos. Sabía entonces que el sufrimiento de montar la montaña rusa valía la pena por ser capaz de llamar mío al hombre a mi lado.
Viniendo hacia a mi lado, abrió la puerta para mí y, en lugar de prestarme una mano, me recogió nuevamente en sus brazos. Presionando un cálido beso en mi frente, me llevó a través de la calle blanca como la nieve y no me dejó hasta que nos hallábamos de pie en el vestíbulo del restaurante.
Los dos reíamos, consumidos por el otro, así que los clientes y el personal del restaurante nos observaba como si el circo acabara de llegar a la ciudad y no se registró con cualquiera de nosotros de inmediato. Una línea de personas esperando sus mesas nos evaluaban con caras amargas, y las anfitrionas de pie detrás de su podio saltaban de Nicholas con los ojos muy abiertos hacia mí con los ojos ceñidos.
—Lo siento —dije, aclarando mi garganta.
La mano de Nicholas serpenteó entre mi brazo, presionando mi cintura y con su otra mano se repitió en el otro lado.
—Yo no —dijo en voz alta, las palabras haciendo eco en el vestíbulo de techo alto.
Y entonces él estaba sumergiéndome cerca del suelo, sus ojos sonriendo sobre mí antes de que sus labios hicieran un lento trabajo descongelando los míos. Tan pronto como se fundieron en sumisión, se inclinó hacia atrás.
Sonriendo hacia mí, me susurró—: Yo no. —Antes de levantarme y ponerme nuevamente en posición vertical.
La habitación giraba y ahora los curiosos con los ojos entrecerrados habían intercambiado por pequeñas sonrisas. Algunos de los hombres incluso inclinaron sus copas de Martini hacia nosotros dos.
—Nombre bajo reserva —dijo la menuda y pelirroja anfitriona, todavía mirándome con ojos ceñidos. Estaba bien. Yo estaría dándole una mala mirada si un hombre como Nicholas acababa de sumergirla en el piso, sin dar atención si el mundo entero veía cómo de loco estaba por ella. Ser la novia de Nicholas era digno de malas miradas de cerca y lejos.
—Larson —contesté, dándole una dulce sonrisa mientras envolvía ambas manos alrededor del brazo de Nicholas.
Comprobando su libro, sus ojos se clavaron de vuelta a donde mis manos se hallaban puestas en Nicholas.
—Mesa veintidós —ladró a la camarera a su lado.
—Por aquí —dijo la otra, conduciéndonos al comedor.
—Gracias —le dije con otra sonrisa mientras caminamos pasando a la pelirroja cuyos ojos podía sentir observando cada balanceo que hacía el culo de Nicholas. Mira todo lo que quieras cariño porque el hombre es mío.
El saber que Nicholas llegaría en cualquier momento ayudó a mi perspectiva significativamente. Mis padres habían hecho reservas en algún lugar de lujo en el centro de la ciudad, queriendo ofrecernos una buena comida de acción de gracias. Yo había insistido que no necesitamos nada de lujo, pero mamá dijo que ella sólo había conseguido una nueva y grande cuenta y las cosas estaban mejorando. No importa lo que dije, no cedió, así que los cuatro comíamos en algún lugar ostentoso en SoHo.
Nicholas ya me había enviado un mensaje preguntándome que llevaba puesto y preguntándose si esto era una especie de reunión que requería corbata. Le respondí diciéndole que era una especie de lo-que-sea-que-él-quisiera en una especie de reunión porque Nicholas siempre parecía increíble en corbata o sin corbata.
Yo había elegido algo más elegante, un vestido de color arándano estilo vintage, porque había estado viviendo en jeans, suéteres y se sentía bien arreglarse de vez en cuando. Deslizándome en mis Mary Jane, un golpe sonó en la puerta.
Prácticamente bailaba en toda la habitación. Tiré la puerta abierta, encontrando a Nicholas allí de pie, luciendo un poco incómodo en su corbata y camisa de etiqueta, con las manos detrás de su espalda. Su incomodidad se derritió cuando tomó un buen vistazo a mí.
—Estás más linda cada vez que te veo —dijo, tomándome como si estuviera tratando de consolidar este momento en su memoria.
—Gracias —respondí, haciendo una reverencia—. Y tú estás bastante bien por ti mismo.
Deslicé mis dedos hacia abajo de su corbata.
—Es de Tony —dijo, adivinando mis pensamientos.
—¿Tony tiene corbatas? —No se ajusta a mi imagen del encantador que conocía.
—Él es católico —dijo Nicholas, observando como mis dedos paseaban por su corbata—. Y su mamá lo llama cada domingo para asegurarse de que fue a misa. Así que sí, Tony tiene un montón de corbatas.
—Se ve bien en ti —dije, dejando la corbata gris caer en su lugar.
—Tony tuvo que ayudarme a atarla porque no sabía qué mierda hacía — dijo, moviendo su cuello de lado a lado como si la cosa estuviera estrangulándolo.
—¿Tienes tu maleta? —le pregunté, sin ver una a la vista.
La cara de Nicholas cayó. —¿Qué maleta?
Mi cara cayó junto con la suya. —La maleta en la que se suponía tenías que empacar para pasar cuatro días enteros conmigo —dije, queriendo hacer pucheros—. Esa maleta.
—Oh —dijo Nicholas, mientras su brazo buscaba algo—. ¿Te refieres a esta maleta?
Agarrándola entre sus manos, la arrojó sobre la cama. Ahora estábamos listos para el fin de semana.
—Y esto también es para ti —dijo, moviendo la otra mano por su espalda. Otra rosa. Una rosada esta vez. Hacíamos progresos; todavía no era la rosa roja de amor, pasión y en mi libro de sexo, pero era un paso hacia la dirección correcta de la rosa blanca de pureza que me había dado la última vez.
Se rió entre dientes mientras yo continuaba estudiando la rosa. —Es simplemente una flor, ____(tn). No es la respuesta a todas las preguntas de la vida.
Tomándola, la puse sobre mi almohada. —Todo tiene un significado. Queramos admitirlo a nosotros mismos o no.
Al entrar en mi habitación, se quedó observando mi cama antes de mirar de nuevo hacia mí. Me dio una pequeña sonrisa estúpida mientras agarraba el abrigo colgado en la silla giratoria.
—Supongo que es cierto —admitió Nicholas, sosteniendo mi abrigo abierto para mí—. Si eres una mujer. Pero para nosotros los hombres, una rosa es una rosa. Y a menos de que estemos enamorados de una chica o con la esperanza de que nuestro jodido cerebro salga de nuestros oídos, no salimos de nuestro camino para conseguirla.
Deslizando mis brazos en mi abrigo de lana hasta la rodilla, Nicholas deslizó mi pelo debajo del cuello. Sus dedos apenas rozaron mi cuello y se disparó un rayo a través de mi cuerpo, esto hizo su toque aún más caliente.
—¿Así que un hombre por este motivo es reducido a comprar una rosa para una chica? —dijo apretando el cinturón del abrigo. Me gire hacia él.
Tenía la misma sonrisa en su rostro y arqueó sus cejas. —Ambos.
Mi estómago se desplomo y cayó.
—Vamos —dijo, agarrando mi mano y llevándome fuera de la habitación—. Tenemos todo el fin de semana. Vamos a llegar a la comida de acción de gracias, desayuno-almuerzo, sea lo que sea, antes de que la ropa comience a volar.
Cerrando la puerta detrás de nosotros, dejé escapar un suspiro. —Si tenemos que hacerlo.
Nicholas se rió entre dientes mientras nos dirigimos por el pasillo.
—Desde que tus padres volaron a través del país, para poder tener una cena con su preciosa hija y su novio hijo de puta en algún restaurante YUPPI, sí, yo diría que tenemos que hacerlo.
—Tienes mucho sentido para ser un miembro de la especie masculina—dije mientras bajábamos la escalera.
Nicholas me dio una mirada que decía: Obviamente.
Mis tacones resonaron por la escalera, llenando el espacio con el eco.
—¿Cómo demonios caminan las chicas en esas cosas? —dijo Nicholas, estudiando los zapatos con una mueca de dolor.
—Tenemos poderes especiales que nos permiten hacerlo.
Nicholas se detuvo en la escalera debajo de mí.
—Sí, bueno, poderes especiales o no —recogiéndome en sus brazos, él me tiró contra su pecho—, no quiero que te rompas el cuello en las escaleras.
Envolví mis brazos alrededor de su cuello. —¿Vas a llevarme caminando por cuatro escalones más?
—No —respondió, con los ojos brillantes hacia mí—. Voy a besarte por cuatro escalones más. —Bajó su cuello, levanté el mío y cuando nuestras bocas conectaron, no estaba segura de cómo él fue capaz de seguir rebotando por las escaleras sin colapsar, pero yo no habría sido capaz de hacerlo. Tal vez esa es la verdadera razón por la que había decidido llevarme.
Rígidamente la puerta de salida se abrió, una sorpresa de Nueva York nos esperaba. Airosos copos de nieve se arremolinaban desde el cielo, aterrizando en nuestras caras. Nicholas levantó la mirada, llevando sus labios con él. El cielo estaba nublado, un tono azul grisáceo le teñía.
—Parece que la tormenta se dirige a nuestro camino —dijo, llevándome el resto del camino a su camioneta—. Menos mal que estoy preparado. —Pateando sus nuevos neumáticos de nieve, abrió la puerta y me dejó caer en su interior.
Miré a mi Mazda, estacionado en su lugar, sus ventanas ya cubiertas por una fina capa de nieve. Los neumáticos de nieve eran un concepto extraño para mí, y estaba sin equipo para el invierno que ya se encontraba aquí, al parecer.
—No te preocupes, ____(tn) —dijo Nicholas, saltando junto a mí—. Tendré cuidado. Voy a conducir tu coche hasta la tienda en algún momento de este fin de semana y conseguir un par de neumáticos de nieve.
No me gustó esa solución por un par de razones.
—No vas cualquier lugar este fin de semana a menos que cuentes moverte de la cabecera de mi cama a los pies de la misma —empecé, mirando por encima de él mientras salía del estacionamiento. Él sonreía—. Y soy más capaz de cuidar de mis propios neumáticos de nieve. No necesito que hagas todo para mí.
Su rostro se torció. —¿Por qué no?
—Porque no —respondí.
—Pero, ¿por qué?
Debido a un montón de razones, pero no me sentía con ganas de enumerarlas. Así que en lugar de eso me deslicé a su lado y apoyé mi cabeza en su hombro. —Porque simplemente no.
El viaje a SoHo duró veinte minutos, pero mi cabeza metida en el cuello de Nicholas con el brazo colgando sobre mí, hizo que el viaje fuera aún más rápido.
—¿Este es el lugar? —preguntó Nicholas, inspeccionando el restaurante que parecía estar construido con ventanas mientras lo rodeábamos.
—Este es —respondí, buscando a mis padres. Habían volado esta mañana y dijeron que podrían estar ubicados en su hotel antes de reunirse con nosotros para el almuerzo. Nicholas lucía visiblemente incómodo, continuaba mirando el lugar como si no encajara.
—Oye —dije, descansando mi mano sobre su pierna—, ¿Estás bien con esto?
Por supuesto que quería que compartiera acción de gracias con mi familia, pero no si eso significaba que él estaba incómodo todo el tiempo.
Maniobrando su camioneta en un apretado sitio en la calle, me miró. —Sí, estoy bien. —Agarró mi mano y la besó antes de apagar el coche—. Eres mi familia. Voy a donde vayas, ____(tn).
Esa sensación de calor que parecía siempre presente cuando Nicholas se encontraba alrededor se fundió a través de mí. Sus palabras eran tan hábiles como sus manos. Sabía entonces que el sufrimiento de montar la montaña rusa valía la pena por ser capaz de llamar mío al hombre a mi lado.
Viniendo hacia a mi lado, abrió la puerta para mí y, en lugar de prestarme una mano, me recogió nuevamente en sus brazos. Presionando un cálido beso en mi frente, me llevó a través de la calle blanca como la nieve y no me dejó hasta que nos hallábamos de pie en el vestíbulo del restaurante.
Los dos reíamos, consumidos por el otro, así que los clientes y el personal del restaurante nos observaba como si el circo acabara de llegar a la ciudad y no se registró con cualquiera de nosotros de inmediato. Una línea de personas esperando sus mesas nos evaluaban con caras amargas, y las anfitrionas de pie detrás de su podio saltaban de Nicholas con los ojos muy abiertos hacia mí con los ojos ceñidos.
—Lo siento —dije, aclarando mi garganta.
La mano de Nicholas serpenteó entre mi brazo, presionando mi cintura y con su otra mano se repitió en el otro lado.
—Yo no —dijo en voz alta, las palabras haciendo eco en el vestíbulo de techo alto.
Y entonces él estaba sumergiéndome cerca del suelo, sus ojos sonriendo sobre mí antes de que sus labios hicieran un lento trabajo descongelando los míos. Tan pronto como se fundieron en sumisión, se inclinó hacia atrás.
Sonriendo hacia mí, me susurró—: Yo no. —Antes de levantarme y ponerme nuevamente en posición vertical.
La habitación giraba y ahora los curiosos con los ojos entrecerrados habían intercambiado por pequeñas sonrisas. Algunos de los hombres incluso inclinaron sus copas de Martini hacia nosotros dos.
—Nombre bajo reserva —dijo la menuda y pelirroja anfitriona, todavía mirándome con ojos ceñidos. Estaba bien. Yo estaría dándole una mala mirada si un hombre como Nicholas acababa de sumergirla en el piso, sin dar atención si el mundo entero veía cómo de loco estaba por ella. Ser la novia de Nicholas era digno de malas miradas de cerca y lejos.
—Larson —contesté, dándole una dulce sonrisa mientras envolvía ambas manos alrededor del brazo de Nicholas.
Comprobando su libro, sus ojos se clavaron de vuelta a donde mis manos se hallaban puestas en Nicholas.
—Mesa veintidós —ladró a la camarera a su lado.
—Por aquí —dijo la otra, conduciéndonos al comedor.
—Gracias —le dije con otra sonrisa mientras caminamos pasando a la pelirroja cuyos ojos podía sentir observando cada balanceo que hacía el culo de Nicholas. Mira todo lo que quieras cariño porque el hombre es mío.
:wut: :wut: :wut: :wut:
Siento que las mato de la incertidumbre con saber que pasará....
Pero bueno no es mi culpa! (?
En fin se viene el drama! ;)
Disfruten del capi!
Las leo después! ;)
\^.^/
Lu wH!;*
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
Nick no es mas especial porque ya lo tiene todo!!!!!!.... Aaaaaaaaaaaaaaahhh mujer tu nos quieres ver muertas de curiocidad........
chelis
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
hay no tan lindo que estamos!!
Y ya se viene el drama!!!
Es que no dura nada la felicidad!
Nicholas es tan dulce :ilusion: lo amo!
Todas lo desean pero es mio!! :fuckya:
Siguela!!! :-w-:
Y ya se viene el drama!!!
Es que no dura nada la felicidad!
Nicholas es tan dulce :ilusion: lo amo!
Todas lo desean pero es mio!! :fuckya:
Siguela!!! :-w-:
aranzhitha
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
chelis escribió:Nick no es mas especial porque ya lo tiene todo!!!!!!.... Aaaaaaaaaaaaaaahhh mujer tu nos quieres ver muertas de curiocidad........
Lo sé!
:aah: :aah: :aah: :aah:
:enamorado: :enamorado: :enamorado:
JAJAJAJA no yo, quien dijo eso! (?
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
aranzhitha escribió:hay no tan lindo que estamos!!
Y ya se viene el drama!!!
Es que no dura nada la felicidad!
Nicholas es tan dulce :ilusion: lo amo!
Todas lo desean pero es mio!! :fuckya:
Siguela!!! :-w-:
Lo sé, estos dos no se que harían en vidas pasadas....
TODO lo malo les pasa a ellos! xD
El Nicho es PERFECTO! :(L):
Yo quiero uno!
Siii ¬¬ luego luego todas quieren lo ajeno! :fuckya:
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
chelis escribió:Ooooootrooooo
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Clash - Nicholas Jonas & Tu (Adaptación) - TERMINADA!
• CAPITULO 10 (Parte 2) •
Mis padres se levantaron de la mesa tan pronto como nos vieron cruzar el amplio comedor. Los dos sonriendo, ambos cada vez más cerca a parecerse a los padres de mi juventud. Los padres que habían sido antes de que la tragedia nos cambiara a todos en personas que no reconocíamos.
Nicholas sostuvo mi mano apretada en la suya, masajeándola como si fuera una de preocupación. Entendí por qué. Incluso para mí, antes de la crisis financiera de la familia, este lugar habría sido un poco fuera de liga de la familia Larson, reservado por primera vez para una cena especial del año quizás. Pero para Nicholas, alguien que venía de no exactamente una familia indigente, pero pobre, antes de pasar cinco años de su adolescencia en casas de chicos donde perros calientes y conservas vegetales eran un acontecimiento de cada noche, este lugar probablemente parecía un país extranjero.
Un país extranjero donde los ciudadanos lo observaban, su única camisa de etiqueta de un tamaño demasiado pequeño metida dentro de un par de jeans oscuros con el dobladillo deshilachado sobre unos viejos Converse, como si fuera un turista no deseado.
Me puse rígida, agarrando su mano, apretándola y mirando a algunos de los peores criminales a nuestro paso.
—Mi ____(tn) en el cielo —dijo papá, abriendo sus brazos mientras nos acercábamos.
—Hola papá —respondí, soltando la mano de Nicholas a darle un abrazo.
—Feliz día del pavo —dijo, apretándome firmemente.
—Gobble, Gobble —dije, sonriendo más a mamá.
—Hola, Cariño —dijo ella, su rostro luciendo más joven que la última vez que la había visto. Algunas de las arrugas profundas se habían solventado, y en vez de mirarse permanentemente cabreada, tendía más hacia el lado pacífico de las expresiones faciales.
Moviéndome de papá a mamá, le di un abrazo.
—Hey, Nicholas. —Escuché decir a papá, la sonrisa de puro placer en su rostro—. Lo siento, eso simplemente nunca pasa de moda.
—Hola, señor Larson —dijo Nicholas formalmente, estrechando la mano con él—. Feliz Acción de Gracias.
Mirando a mi mamá, Nicholas aclaró su garganta.
—Gracias por invitarme —dijo, cambiando su peso, su cara lucía inquieta. Caminé alrededor de la mesa hacia él, agarrando su mano de nuevo y relajándose visiblemente. Esto iba a ser más difícil para Nicholas superar de lo que yo había previsto. Sostendría su mano toda la tarde si eso es lo que necesitaba.
Mi mamá llegó alrededor de la mesa, deteniéndose delante de Nicholas y apoyó las manos en sus hombros. —Nos alegramos de que hayas podido venir — dijo con voz suave y una sonrisa bastante triste como para adivinar lo que pasaba por su mente. Envolviendo sus brazos alrededor de él, empujó a Nicholas a un abrazo.
Él se veía tan torpe como ella.
Una vez que los saludos estaban fuera del camino, tomamos nuestros asientos. Me deslicé en mi silla cerca de Nicholas y encontré su mano debajo del mantel.
—Este es un lugar elegante —dijo Nicholas, mirando a los techos pintados y las lámparas de araña que colgaban encima de nosotros.
La mirada de papá siguió la de Nicholas y, aunque era sólo un poco después del mediodía y se encontraba sentado en una silla de respaldo alto que no era nada parecida a su viejo sillón reclinable, papá parecía alerta presenciando el momento. Era un cambio agradable.
—Es un poco exagerado, pero la comida se supone que es increíble — respondió papá.
Nicholas asintió, bajando la mirada al menú del día de Acción de Gracias.
—Muy elegante —añadió, abriendo mucho los ojos mientras revisaba los precios—. Tendrá que dejarme pagar por ____(tn) y yo, señor Larson.
Ambas caras de mis padres parecían ofendidas.
Nicholas se las arregló para trabajar tiempo parcial en un taller cerca del campus para traer un poco de dinero extra. Yo no sabía cómo se las arregló para trabajar veinte horas a la semana sobre sus clases y su horario de fútbol y hacer tiempo para nosotros, pero lo hizo. Dijo que sólo él podía hacerlo porque no tenía que dormir. No creo que fuera una exageración.
—No podemos dejar que hagas eso —dijo mi mamá—. Los invitamos a ustedes dos aquí e insistimos.
Nicholas abrió su boca, lo cual era prácticamente un esfuerzo inútil a la hora de discutir con mi madre, cuando papá agitó su mano.
—Lo tenemos, Nicholas —dijo—. Es lo mínimo que podemos hacer.
La cara de Nicholas lucía pálida, antes de que su mano se apretara alrededor de la mía.
—¿Lo menos que podías hacer porque arruinaste mi familia?
Mi cabeza giró hacia un lado, mi boca abierta. Sabía que Nicholas estaba incómodo, pero nunca habría imaginado que se sentía ofendido. Me equivoqué.
Lo había empujado en esto a él. Demasiado, demasiado rápido.
Los hombros de mi padre se hundieron mientras se reclinaba en su silla.
—Quise decir lo mínimo que podríamos hacer desde que has cuidado tan bien de nuestra hija.
Ni Nicholas ni nadie más tuvo la oportunidad de responder porque nuestra camarera llegó, sus ojos automáticamente focalizados en Nicholas.
—¿Qué puedo traerles para beber esta tarde? —preguntó. Bueno, le preguntó a Nicholas.
Nadie respondió; todos seguíamos todavía en un silencio sorprendido ante la mini explosión de Nicholas. Así que rompí el hielo.
—Voy a tomar un té de Granada. —Supongo que pude haber agregado un "por favor" por si acaso, pero la tipa no quitó sus ojos como lunas de Nicholas.
—Voy a tomar agua —dijo Nicholas, mirando fijamente su menú.
—Oh, haz algo divertido —dijo mamá, tratando de aligerar el ambiente—. Tienen una sidra caliente especial para hoy o…
Nicholas levantó la mirada, poniendo sus ojos sobre mamá. —Voy a querer agua —repitió, apretando su mandíbula.
Disparándole a mamá una mirada de déjalo, volví a mirar a la camarera. Ella todavía seguía obsesionada con Nicholas.
—¿Saben qué? Voy a tomar agua también.
Nicholas se volvió hacia mí, los músculos de su cuello tensionados, y le sonreí. Parecía afligido y listo para volverse loco como un gorila enjaulado. Nunca habría imaginado que un almuerzo de acción de gracias con mis padres sería tan potencialmente peligroso como se estaba convirtiendo.
Debería de haber sabido mejor.
—Que sean cuatro aguas —dijo papá, dejando caer su menú.
—¿Todos saben lo que van a ordenar? —preguntó la camarera.
—Tendremos cuatro de los cinco platos por la comida del día de acción de gracias —dijo papá, recogiendo nuestros menús.
—Estoy bien —dijo Nicholas, sacudiendo su cabeza—. Gracias, sin embargo.
—Nicholas —empecé, antes de que me apuntara con una mirada que cortó mi oración.
—No tengo hambre ____(tn) —dijo—. Estoy bien.
Habíamos ido de mal en peor en diez segundos. Las cosas no pintaban bien para el resto de la tarde si continuamos a este ritmo.
—Hijo… —comenzó papá, nada más que preocupación en su voz, antes que la cabeza de Nicholas se girara para mirarlo.
—No soy su hijo —dijo Nicholas, apretando su mandíbula—. El hombre del que soy hijo está en la cárcel por matar a su hijo. Así que no pretenda que tenemos algún tipo de relación que le da derecho a referirse a mí como “hijo”. — Estallando en su asiento, Nicholas empujó el respaldo de su silla y se marchó de la mesa.
Saltando de mi asiento, lo seguí. Incluso a paso rápido, él atronaba a través de la salida antes de que yo estuviera fuera del comedor. Estoy segura de que las personas nos observaban, pero todo a lo que presté atención fue a la amplia espalda dirigiéndose hacia la calle.
Tan pronto como salí por la puerta, corrí escaleras abajo hacia la calle.
—¡Nicholas! —le grité, pero no me escuchó. Caminaba de un lado al otro junto a su camión, sus manos en las caderas y sus ojos ausentes. Apretándose la cabeza pateó la rueda del camión justo antes de estampar un puñetazo en la arrugada cama. Su otro puño siguió, hasta que ambos se movían con tal rapidez que no podía saber cuál de los dos provocaba más daño.
—¡Nicholas! —Crucé la calle hacia él, casi resbalando con la nieve fresca—. ¡Nicholas para! —dije, deteniéndome a su lado y sujetando uno de sus brazos. Estaba tan concentrado en hacer mierda su camión, que tuve que envolver los brazos alrededor del suyo antes de conseguir su atención—. Nicholas —tomé aliento—, ¿qué estás haciendo?
Su mirada se mudó de las abolladuras que había causado en su camión a mis ojos. No se eclipsaron de negro a claro como hacían normalmente cuando yo interrumpía uno de sus ataques de rabia, y tenerlo mirándome con esos oscuros y torturados ojos hizo que un escalofrío me recorriera la espalda.
—Ahora mismo necesito que me dejes solo ____(tn) —dijo, mordiendo cada palabra.
—Ni de broma te voy a dejar solo —dije sin soltar su brazo.
—¡Maldición ____(tn)! —gritó, dirigiendo el otro puño hacia la cama del camión—. No es seguro estar a mi lado ahora.
—No me harías daño —dije
—Nunca lo haría intencionalmente, pero daño cosas ____(tn). Lastimo gente — me dijo y apartó la mirada—. Seguro que no lo hago a propósito, está en mi maldito ADN. El único modo en que puedo protegerte de mí es reconociendo los momentos en que no es seguro estar cerca de mí, decírtelo y que me escuches.
Su tono había variado del enojo a la plegaria. Me rogaba que diera media vuelta y que lo dejara solo en este preciso momento, cuando más nos necesitábamos el uno al otro.
—Necesito lidiar con mi mierda ahora mismo. Necesito hacer esto solo — dijo, amoldando su mano a mi mejilla, pero fue tan cuidadoso que parecía que temiera que el contacto pudiera quebrarme—. Dile a tus padres que lo siento.
Levanté mi mano y la doblé sobre la suya en mi mejilla, intentando presionarla más fuerte contra mí. Sentí una cálida humedad. Sujetando mi mano frente a mi rostro agarré la suya.
—Estás sangrando.
—Apenas —dijo, retirando la mano
—“Apenas” es cuando te cortas con un papel —dije, mirando fijamente su otra mano, que también goteaba sangre—. Estás haciendo piscinas de sangre en la nieve. Necesitas puntos.
Abriendo el lado del conductor tomé las llaves que dejaba bajo el asiento.
No sabía dónde quedaba el Servicio de Urgencias más cercano, pero nos encontrábamos en Nueva York, alguno tendría que estar cerca.
—Entra —le instruí—. Te estoy llevando a que te cosan esos tajazos.
—No, no lo harás —dijo Nicholas, atrapando mi cintura y sacándome del camión—. Vas a regresar ahí dentro y disfrutar el día con tus padres.
—Necesitas que te miren eso —dije, agitando mis manos hacia las suyas
—Déjalo ____(tn) —me advirtió, soltándome y saltando dentro de la cabina.
—¡Deja de actuar como un idiota y piensa! —le dije, pateando la puerta mientras la cerraba.
Bajó la ventanilla y suspiró. No me miraba.
—Estoy trabajando en ello —dijo—. ¿Tus padres te pueden dar un aventón hasta tu casa?
—Si dijera que no ¿te quedarías?
No hizo una pausa.
—No —dijo, encendiendo el camión—. Pero me aseguraría de que un taxi te llevara a casa a salvo.
Desquiciante.
—Entonces sí, me llevarán a casa.
—Bien. —Asintió una vez—. Te llamaré más tarde, después de que organice mi cabeza.
Manifesté mi frustración con una risa.
—Si tuviera que esperar a que organices tu cabeza, estaría esperando para siempre.
Su rostro se arrugó mientras cerraba los ojos.
—Creo que comienzo a ver eso también ____(tn).
Entonces, sin siquiera mirarme, sacó el auto, hizo una pausa y esperó a que me moviera. Cediendo, retrocedí unos pasos.
—Adiós —susurró, las llantas del camión dibujaron líneas en la nieve.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero no las dejé caer porque hacerlo era como admitir que había algo por lo que valía la pena llorar. Ese era un sitio al que no quería ir cuando se trataba de Nicholas y de mí. Así que no lloré, obligué a las lágrimas a desaparecer. Me concentré en la nieve salpicada de sangre, apartando los pensamientos que se colaban en mi cabeza, susurrando que esto era una metáfora de lo que estaba por venir.
Nicholas sostuvo mi mano apretada en la suya, masajeándola como si fuera una de preocupación. Entendí por qué. Incluso para mí, antes de la crisis financiera de la familia, este lugar habría sido un poco fuera de liga de la familia Larson, reservado por primera vez para una cena especial del año quizás. Pero para Nicholas, alguien que venía de no exactamente una familia indigente, pero pobre, antes de pasar cinco años de su adolescencia en casas de chicos donde perros calientes y conservas vegetales eran un acontecimiento de cada noche, este lugar probablemente parecía un país extranjero.
Un país extranjero donde los ciudadanos lo observaban, su única camisa de etiqueta de un tamaño demasiado pequeño metida dentro de un par de jeans oscuros con el dobladillo deshilachado sobre unos viejos Converse, como si fuera un turista no deseado.
Me puse rígida, agarrando su mano, apretándola y mirando a algunos de los peores criminales a nuestro paso.
—Mi ____(tn) en el cielo —dijo papá, abriendo sus brazos mientras nos acercábamos.
—Hola papá —respondí, soltando la mano de Nicholas a darle un abrazo.
—Feliz día del pavo —dijo, apretándome firmemente.
—Gobble, Gobble —dije, sonriendo más a mamá.
—Hola, Cariño —dijo ella, su rostro luciendo más joven que la última vez que la había visto. Algunas de las arrugas profundas se habían solventado, y en vez de mirarse permanentemente cabreada, tendía más hacia el lado pacífico de las expresiones faciales.
Moviéndome de papá a mamá, le di un abrazo.
—Hey, Nicholas. —Escuché decir a papá, la sonrisa de puro placer en su rostro—. Lo siento, eso simplemente nunca pasa de moda.
—Hola, señor Larson —dijo Nicholas formalmente, estrechando la mano con él—. Feliz Acción de Gracias.
Mirando a mi mamá, Nicholas aclaró su garganta.
—Gracias por invitarme —dijo, cambiando su peso, su cara lucía inquieta. Caminé alrededor de la mesa hacia él, agarrando su mano de nuevo y relajándose visiblemente. Esto iba a ser más difícil para Nicholas superar de lo que yo había previsto. Sostendría su mano toda la tarde si eso es lo que necesitaba.
Mi mamá llegó alrededor de la mesa, deteniéndose delante de Nicholas y apoyó las manos en sus hombros. —Nos alegramos de que hayas podido venir — dijo con voz suave y una sonrisa bastante triste como para adivinar lo que pasaba por su mente. Envolviendo sus brazos alrededor de él, empujó a Nicholas a un abrazo.
Él se veía tan torpe como ella.
Una vez que los saludos estaban fuera del camino, tomamos nuestros asientos. Me deslicé en mi silla cerca de Nicholas y encontré su mano debajo del mantel.
—Este es un lugar elegante —dijo Nicholas, mirando a los techos pintados y las lámparas de araña que colgaban encima de nosotros.
La mirada de papá siguió la de Nicholas y, aunque era sólo un poco después del mediodía y se encontraba sentado en una silla de respaldo alto que no era nada parecida a su viejo sillón reclinable, papá parecía alerta presenciando el momento. Era un cambio agradable.
—Es un poco exagerado, pero la comida se supone que es increíble — respondió papá.
Nicholas asintió, bajando la mirada al menú del día de Acción de Gracias.
—Muy elegante —añadió, abriendo mucho los ojos mientras revisaba los precios—. Tendrá que dejarme pagar por ____(tn) y yo, señor Larson.
Ambas caras de mis padres parecían ofendidas.
Nicholas se las arregló para trabajar tiempo parcial en un taller cerca del campus para traer un poco de dinero extra. Yo no sabía cómo se las arregló para trabajar veinte horas a la semana sobre sus clases y su horario de fútbol y hacer tiempo para nosotros, pero lo hizo. Dijo que sólo él podía hacerlo porque no tenía que dormir. No creo que fuera una exageración.
—No podemos dejar que hagas eso —dijo mi mamá—. Los invitamos a ustedes dos aquí e insistimos.
Nicholas abrió su boca, lo cual era prácticamente un esfuerzo inútil a la hora de discutir con mi madre, cuando papá agitó su mano.
—Lo tenemos, Nicholas —dijo—. Es lo mínimo que podemos hacer.
La cara de Nicholas lucía pálida, antes de que su mano se apretara alrededor de la mía.
—¿Lo menos que podías hacer porque arruinaste mi familia?
Mi cabeza giró hacia un lado, mi boca abierta. Sabía que Nicholas estaba incómodo, pero nunca habría imaginado que se sentía ofendido. Me equivoqué.
Lo había empujado en esto a él. Demasiado, demasiado rápido.
Los hombros de mi padre se hundieron mientras se reclinaba en su silla.
—Quise decir lo mínimo que podríamos hacer desde que has cuidado tan bien de nuestra hija.
Ni Nicholas ni nadie más tuvo la oportunidad de responder porque nuestra camarera llegó, sus ojos automáticamente focalizados en Nicholas.
—¿Qué puedo traerles para beber esta tarde? —preguntó. Bueno, le preguntó a Nicholas.
Nadie respondió; todos seguíamos todavía en un silencio sorprendido ante la mini explosión de Nicholas. Así que rompí el hielo.
—Voy a tomar un té de Granada. —Supongo que pude haber agregado un "por favor" por si acaso, pero la tipa no quitó sus ojos como lunas de Nicholas.
—Voy a tomar agua —dijo Nicholas, mirando fijamente su menú.
—Oh, haz algo divertido —dijo mamá, tratando de aligerar el ambiente—. Tienen una sidra caliente especial para hoy o…
Nicholas levantó la mirada, poniendo sus ojos sobre mamá. —Voy a querer agua —repitió, apretando su mandíbula.
Disparándole a mamá una mirada de déjalo, volví a mirar a la camarera. Ella todavía seguía obsesionada con Nicholas.
—¿Saben qué? Voy a tomar agua también.
Nicholas se volvió hacia mí, los músculos de su cuello tensionados, y le sonreí. Parecía afligido y listo para volverse loco como un gorila enjaulado. Nunca habría imaginado que un almuerzo de acción de gracias con mis padres sería tan potencialmente peligroso como se estaba convirtiendo.
Debería de haber sabido mejor.
—Que sean cuatro aguas —dijo papá, dejando caer su menú.
—¿Todos saben lo que van a ordenar? —preguntó la camarera.
—Tendremos cuatro de los cinco platos por la comida del día de acción de gracias —dijo papá, recogiendo nuestros menús.
—Estoy bien —dijo Nicholas, sacudiendo su cabeza—. Gracias, sin embargo.
—Nicholas —empecé, antes de que me apuntara con una mirada que cortó mi oración.
—No tengo hambre ____(tn) —dijo—. Estoy bien.
Habíamos ido de mal en peor en diez segundos. Las cosas no pintaban bien para el resto de la tarde si continuamos a este ritmo.
—Hijo… —comenzó papá, nada más que preocupación en su voz, antes que la cabeza de Nicholas se girara para mirarlo.
—No soy su hijo —dijo Nicholas, apretando su mandíbula—. El hombre del que soy hijo está en la cárcel por matar a su hijo. Así que no pretenda que tenemos algún tipo de relación que le da derecho a referirse a mí como “hijo”. — Estallando en su asiento, Nicholas empujó el respaldo de su silla y se marchó de la mesa.
Saltando de mi asiento, lo seguí. Incluso a paso rápido, él atronaba a través de la salida antes de que yo estuviera fuera del comedor. Estoy segura de que las personas nos observaban, pero todo a lo que presté atención fue a la amplia espalda dirigiéndose hacia la calle.
Tan pronto como salí por la puerta, corrí escaleras abajo hacia la calle.
—¡Nicholas! —le grité, pero no me escuchó. Caminaba de un lado al otro junto a su camión, sus manos en las caderas y sus ojos ausentes. Apretándose la cabeza pateó la rueda del camión justo antes de estampar un puñetazo en la arrugada cama. Su otro puño siguió, hasta que ambos se movían con tal rapidez que no podía saber cuál de los dos provocaba más daño.
—¡Nicholas! —Crucé la calle hacia él, casi resbalando con la nieve fresca—. ¡Nicholas para! —dije, deteniéndome a su lado y sujetando uno de sus brazos. Estaba tan concentrado en hacer mierda su camión, que tuve que envolver los brazos alrededor del suyo antes de conseguir su atención—. Nicholas —tomé aliento—, ¿qué estás haciendo?
Su mirada se mudó de las abolladuras que había causado en su camión a mis ojos. No se eclipsaron de negro a claro como hacían normalmente cuando yo interrumpía uno de sus ataques de rabia, y tenerlo mirándome con esos oscuros y torturados ojos hizo que un escalofrío me recorriera la espalda.
—Ahora mismo necesito que me dejes solo ____(tn) —dijo, mordiendo cada palabra.
—Ni de broma te voy a dejar solo —dije sin soltar su brazo.
—¡Maldición ____(tn)! —gritó, dirigiendo el otro puño hacia la cama del camión—. No es seguro estar a mi lado ahora.
—No me harías daño —dije
—Nunca lo haría intencionalmente, pero daño cosas ____(tn). Lastimo gente — me dijo y apartó la mirada—. Seguro que no lo hago a propósito, está en mi maldito ADN. El único modo en que puedo protegerte de mí es reconociendo los momentos en que no es seguro estar cerca de mí, decírtelo y que me escuches.
Su tono había variado del enojo a la plegaria. Me rogaba que diera media vuelta y que lo dejara solo en este preciso momento, cuando más nos necesitábamos el uno al otro.
—Necesito lidiar con mi mierda ahora mismo. Necesito hacer esto solo — dijo, amoldando su mano a mi mejilla, pero fue tan cuidadoso que parecía que temiera que el contacto pudiera quebrarme—. Dile a tus padres que lo siento.
Levanté mi mano y la doblé sobre la suya en mi mejilla, intentando presionarla más fuerte contra mí. Sentí una cálida humedad. Sujetando mi mano frente a mi rostro agarré la suya.
—Estás sangrando.
—Apenas —dijo, retirando la mano
—“Apenas” es cuando te cortas con un papel —dije, mirando fijamente su otra mano, que también goteaba sangre—. Estás haciendo piscinas de sangre en la nieve. Necesitas puntos.
Abriendo el lado del conductor tomé las llaves que dejaba bajo el asiento.
No sabía dónde quedaba el Servicio de Urgencias más cercano, pero nos encontrábamos en Nueva York, alguno tendría que estar cerca.
—Entra —le instruí—. Te estoy llevando a que te cosan esos tajazos.
—No, no lo harás —dijo Nicholas, atrapando mi cintura y sacándome del camión—. Vas a regresar ahí dentro y disfrutar el día con tus padres.
—Necesitas que te miren eso —dije, agitando mis manos hacia las suyas
—Déjalo ____(tn) —me advirtió, soltándome y saltando dentro de la cabina.
—¡Deja de actuar como un idiota y piensa! —le dije, pateando la puerta mientras la cerraba.
Bajó la ventanilla y suspiró. No me miraba.
—Estoy trabajando en ello —dijo—. ¿Tus padres te pueden dar un aventón hasta tu casa?
—Si dijera que no ¿te quedarías?
No hizo una pausa.
—No —dijo, encendiendo el camión—. Pero me aseguraría de que un taxi te llevara a casa a salvo.
Desquiciante.
—Entonces sí, me llevarán a casa.
—Bien. —Asintió una vez—. Te llamaré más tarde, después de que organice mi cabeza.
Manifesté mi frustración con una risa.
—Si tuviera que esperar a que organices tu cabeza, estaría esperando para siempre.
Su rostro se arrugó mientras cerraba los ojos.
—Creo que comienzo a ver eso también ____(tn).
Entonces, sin siquiera mirarme, sacó el auto, hizo una pausa y esperó a que me moviera. Cediendo, retrocedí unos pasos.
—Adiós —susurró, las llantas del camión dibujaron líneas en la nieve.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero no las dejé caer porque hacerlo era como admitir que había algo por lo que valía la pena llorar. Ese era un sitio al que no quería ir cuando se trataba de Nicholas y de mí. Así que no lloré, obligué a las lágrimas a desaparecer. Me concentré en la nieve salpicada de sangre, apartando los pensamientos que se colaban en mi cabeza, susurrando que esto era una metáfora de lo que estaba por venir.
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Nicholas, deberás a veces no te entiendo....
TODO estaba bien!
Serás el más dulce del mundo, pero a veces hombre, me desesperas!
:imdead: :imdead: :imdead:
Bueno dije que habría sangre y hubo! :maloso:
& esperen a ver que más pasa!
Nos leemos después! ;)
\^.^/
Lu wH!;*
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
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