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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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50 sombras de Bieber
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: 50 sombras de Bieber
—Está bien —tartamudeo mientras soy arrancada cruelmente de mi sueño erótico.
Salgo de la ducha y tomo dos toallas. Pongo una en mi cabello. A toda prisa, me seco, ignorando la sensación placentera de la toalla frotándose contra mi piel súper sensible.
Inspecciono la bolsa de los pantalones. Kenny no sólo me compró eso y nuevas Converses, sino que también una camisa azul pálida, medias y ropa interior. Oh mi Dios. Un sostén limpio y bragas… aunque en verdad, describirlas en una forma mundana y utilitaria no les hace justicia. Son de un diseño exquisito, de alguna lencería europea cara. De encaje azul pálido y de tafetán. Wow. Estoy asombrada y un poco intimidada por esta lencería… y además, me quedan perfectamente. Por supuesto que lo hacen. Me ruborizo al pensar en el hombre con corte militar en alguna tienda de lencería comprando esto para mí. Me pregunto qué más hay en su descripción laboral.
Me visto rápidamente. El resto de la ropa se ajusta perfectamente. Bruscamente seco mi cabello con la toalla y trato desesperadamente de controlarlo. Pero, como siempre, se niega a cooperar y mi única opción es sujetarlo una banda para el cabello. Debo tener una en mi bolso. Tomo una profunda respiración. Tiempo de enfrentar al Sr. Confusión.
Estoy aliviada de encontrar la habitación vacía. Rápidamente busco mi bolso, pero no está aquí. Tomando una profunda respiración, entro en la sala de la suite. Hay una lujosa área para sentarse, llena de sofás acolchados y suaves cojines, una elaborada mesa de café con un estante de libros brillantes, un área de estudio con una computadora Mac de última generación, una enorme pantalla plasma de TV en la pared y Justin está sentando en la mesa del comedor al otro lado de la habitación, leyendo un periódico. Es del tamaño de una cancha de tennis o algo parecido, no es que yo juegue tenis, aunque he visto a Kate unas cuantas veces.
¡Kate!
—Mi.er.da, Kate —chillo. Justin me mira.
—Sabe que estás aquí y todavía viva. Le envíe un mensaje de texto a Elliot —lo dice con un rastro de humor.
Oh, no. Recuerdo su ardiente baile de anoche. ¡Todos sus movimientos patentados usados con el máximo efecto para seducir nada más ni nada menos que al hermano de Justin! ¿Qué va a pensar sobre mí estando aquí? Nunca antes me he quedado fuera. Ella sigue con Elliot. Sólo lo ha hecho dos veces antes y ambas veces había tenido que soportar ese horrendo pijama rosa durante una semana luego de que terminaran. Va a pensar que yo también he estado con Justin.
Justin me mira imperiosamente. Está usando una camisa de lino blanca, cuello y mangas sin abotonar.
—Siéntate —ordena, señalando un puesto en la mesa. Camino por la habitación y me siento frente a él, como me indicó. La mesa está repleta de comida.
—No sabía que te gustaba, así que ordené una selección del menú del desayuno.
Me da una torcida sonrisa de disculpa.
—Eso es muy despilfarrador de tu parte —murmuro, perpleja por la elección, aunque estoy hambrienta.
—Sí, lo es—suena culpable.
Opto por panqueques, jarabe de arce, huevos revueltos y tocino. Justin trata de ocultar una sonrisa mientras regresa a su omelette de huevos blancos. La comida es deliciosa.
—¿Té? —pregunta.
—Sí, por favor.
Me pasa una pequeña taza de agua caliente y en el platillo hay una bolsa de té de Twining’s English Breakfast. ¡Caray! Recuerda como me gusta mi té.
—Tu cabello está muy mojado —me reprende.
—No pude encontrar el secador —murmuro, avergonzada. No es como si lo hubiera buscado.
La boca de Justin se tensa en una dura línea, pero no dice nada.
—Gracias por organizar lo de la ropa.
—Es un placer, ____(tn). Ese color te favorece.
Me ruborizo y miro mis dedos.
—Sabes, en verdad debes aprender a recibir un cumplido. —Su tono es castigador.
—Debería darte dinero por esta ropa.
Me mira como si lo hubiera ofendido. Continúo.
—Ya me diste libros, los que, por supuesto, no puedo aceptar. Pero esta ropa… por favor, déjame pagarte. —Le sonrío tentativamente.
—____(tn), créeme, puedo pagarlo.
—Ese no es el punto. ¿Por qué deberías comprármelas?
—Porque puedo. —Sus ojos brillan con algo extraño.
—Sólo porque puedas no significa que debas —respondo en voz baja mientras me arquea una ceja, sus ojos brillando y de repente, siento como si estuviéramos hablando de otra cosa, pero no sé qué es. Lo que me recuerda…
—¿Por qué me enviaste los libros, Justin? —Mi voz es suave.
Baja sus cubiertos y me contempla, sus ojos mieles brillando con una emoción incomprensible.Mi boca se seca.
—Bueno, cuando casi fuiste atropellada por el ciclista y yo estaba sosteniéndote y me mirabas diciéndome “Bésame, bésame, Christian”.
Hace una pausa y se encoge de hombros lentamente.
— Sentí que te debía una disculpa y una advertencia. —Pasa sus manos por su cabello—. ____(tn), no soy el tipo de hombre de flores y corazones, no me interesa el romance. Mis gustos son muy singulares. Deberías alejarte de mí.
Cierra sus ojos como si estuviera dándose por vencido
— Sin embargo, hay algo que me impide alejarme de ti. Pero pienso que ya has descubierto eso.
Mi apetito se desvanece. ¡No puede alejarse de mí!
—Entonces, no lo hagas —susurro.
Él jadea, sus ojos abiertos.
—No sabes lo que estás diciendo.
—Ilústrame, entonces.
Nos sentamos mirándonos el uno al otro, ninguno tocando la comida.
—¿No eres célibe entonces? —respiro.
Sorpresa ilumina sus ojos mieles.
—No, ____(tn), no soy célibe. —Hace una pausa para que la información penetre y me ruborizo. El filtro cerebro-boca está roto de nuevo. No puedo creer que lo dije en voz alta.
—¿Cuáles son tus planes para los próximos días? —pregunta, su voz baja.
—Hoy trabajo medio día. ¿Qué hora es? —De repente, tengo pánico.
—Poco después de las diez. Tienes mucho tiempo. ¿Qué te parece mañana?
Tiene sus codos en la mesa y su barbilla descansando en sus largos dedos.
—Kathe y yo vamos a comenzar a empacar. Nos mudaremos a Seattle la próxima semana y yo voy a trabajar en Clayton toda esta semana.
—¿Ya tienes un apartamento en Seattle?
—Sí.
—¿Dónde?
—No puedo recordar la dirección. Es en el Distrito Market Pike.
—No está lejos de mí —sus labios se tuercen en una medio sonrisa—. ¿En qué vas a trabajar en Seattle?
¿A dónde va con todas estas preguntas? La Inquisición de Justin Bieber es casi tan irritante como la de Katherine Kavanagh.
—Apliqué para algunas pasantías. Estoy esperando noticias.
—¿Aplicaste para mi compañía como sugerí?
Me ruborizo… por supuesto que no.
—Um… no.
—¿Qué tiene de malo mi compañía?
—¿Tu compañía o tú compañía? —sonrío con picardía.
Él sonríe.
—¿Me estás sonriendo, señorita Steele? —Inclina su cabeza hacia un lado y creo que se ve divertido, pero es difícil de decir.
Me sonrojo y bajo la mirada a mi desayuno sin terminar. No puedo mirarlo a los ojos cuando usa ese tono de voz.
—Me gustaría morder ese labio —susurra en un tono oscuro.
Salgo de la ducha y tomo dos toallas. Pongo una en mi cabello. A toda prisa, me seco, ignorando la sensación placentera de la toalla frotándose contra mi piel súper sensible.
Inspecciono la bolsa de los pantalones. Kenny no sólo me compró eso y nuevas Converses, sino que también una camisa azul pálida, medias y ropa interior. Oh mi Dios. Un sostén limpio y bragas… aunque en verdad, describirlas en una forma mundana y utilitaria no les hace justicia. Son de un diseño exquisito, de alguna lencería europea cara. De encaje azul pálido y de tafetán. Wow. Estoy asombrada y un poco intimidada por esta lencería… y además, me quedan perfectamente. Por supuesto que lo hacen. Me ruborizo al pensar en el hombre con corte militar en alguna tienda de lencería comprando esto para mí. Me pregunto qué más hay en su descripción laboral.
Me visto rápidamente. El resto de la ropa se ajusta perfectamente. Bruscamente seco mi cabello con la toalla y trato desesperadamente de controlarlo. Pero, como siempre, se niega a cooperar y mi única opción es sujetarlo una banda para el cabello. Debo tener una en mi bolso. Tomo una profunda respiración. Tiempo de enfrentar al Sr. Confusión.
Estoy aliviada de encontrar la habitación vacía. Rápidamente busco mi bolso, pero no está aquí. Tomando una profunda respiración, entro en la sala de la suite. Hay una lujosa área para sentarse, llena de sofás acolchados y suaves cojines, una elaborada mesa de café con un estante de libros brillantes, un área de estudio con una computadora Mac de última generación, una enorme pantalla plasma de TV en la pared y Justin está sentando en la mesa del comedor al otro lado de la habitación, leyendo un periódico. Es del tamaño de una cancha de tennis o algo parecido, no es que yo juegue tenis, aunque he visto a Kate unas cuantas veces.
¡Kate!
—Mi.er.da, Kate —chillo. Justin me mira.
—Sabe que estás aquí y todavía viva. Le envíe un mensaje de texto a Elliot —lo dice con un rastro de humor.
Oh, no. Recuerdo su ardiente baile de anoche. ¡Todos sus movimientos patentados usados con el máximo efecto para seducir nada más ni nada menos que al hermano de Justin! ¿Qué va a pensar sobre mí estando aquí? Nunca antes me he quedado fuera. Ella sigue con Elliot. Sólo lo ha hecho dos veces antes y ambas veces había tenido que soportar ese horrendo pijama rosa durante una semana luego de que terminaran. Va a pensar que yo también he estado con Justin.
Justin me mira imperiosamente. Está usando una camisa de lino blanca, cuello y mangas sin abotonar.
—Siéntate —ordena, señalando un puesto en la mesa. Camino por la habitación y me siento frente a él, como me indicó. La mesa está repleta de comida.
—No sabía que te gustaba, así que ordené una selección del menú del desayuno.
Me da una torcida sonrisa de disculpa.
—Eso es muy despilfarrador de tu parte —murmuro, perpleja por la elección, aunque estoy hambrienta.
—Sí, lo es—suena culpable.
Opto por panqueques, jarabe de arce, huevos revueltos y tocino. Justin trata de ocultar una sonrisa mientras regresa a su omelette de huevos blancos. La comida es deliciosa.
—¿Té? —pregunta.
—Sí, por favor.
Me pasa una pequeña taza de agua caliente y en el platillo hay una bolsa de té de Twining’s English Breakfast. ¡Caray! Recuerda como me gusta mi té.
—Tu cabello está muy mojado —me reprende.
—No pude encontrar el secador —murmuro, avergonzada. No es como si lo hubiera buscado.
La boca de Justin se tensa en una dura línea, pero no dice nada.
—Gracias por organizar lo de la ropa.
—Es un placer, ____(tn). Ese color te favorece.
Me ruborizo y miro mis dedos.
—Sabes, en verdad debes aprender a recibir un cumplido. —Su tono es castigador.
—Debería darte dinero por esta ropa.
Me mira como si lo hubiera ofendido. Continúo.
—Ya me diste libros, los que, por supuesto, no puedo aceptar. Pero esta ropa… por favor, déjame pagarte. —Le sonrío tentativamente.
—____(tn), créeme, puedo pagarlo.
—Ese no es el punto. ¿Por qué deberías comprármelas?
—Porque puedo. —Sus ojos brillan con algo extraño.
—Sólo porque puedas no significa que debas —respondo en voz baja mientras me arquea una ceja, sus ojos brillando y de repente, siento como si estuviéramos hablando de otra cosa, pero no sé qué es. Lo que me recuerda…
—¿Por qué me enviaste los libros, Justin? —Mi voz es suave.
Baja sus cubiertos y me contempla, sus ojos mieles brillando con una emoción incomprensible.Mi boca se seca.
—Bueno, cuando casi fuiste atropellada por el ciclista y yo estaba sosteniéndote y me mirabas diciéndome “Bésame, bésame, Christian”.
Hace una pausa y se encoge de hombros lentamente.
— Sentí que te debía una disculpa y una advertencia. —Pasa sus manos por su cabello—. ____(tn), no soy el tipo de hombre de flores y corazones, no me interesa el romance. Mis gustos son muy singulares. Deberías alejarte de mí.
Cierra sus ojos como si estuviera dándose por vencido
— Sin embargo, hay algo que me impide alejarme de ti. Pero pienso que ya has descubierto eso.
Mi apetito se desvanece. ¡No puede alejarse de mí!
—Entonces, no lo hagas —susurro.
Él jadea, sus ojos abiertos.
—No sabes lo que estás diciendo.
—Ilústrame, entonces.
Nos sentamos mirándonos el uno al otro, ninguno tocando la comida.
—¿No eres célibe entonces? —respiro.
Sorpresa ilumina sus ojos mieles.
—No, ____(tn), no soy célibe. —Hace una pausa para que la información penetre y me ruborizo. El filtro cerebro-boca está roto de nuevo. No puedo creer que lo dije en voz alta.
—¿Cuáles son tus planes para los próximos días? —pregunta, su voz baja.
—Hoy trabajo medio día. ¿Qué hora es? —De repente, tengo pánico.
—Poco después de las diez. Tienes mucho tiempo. ¿Qué te parece mañana?
Tiene sus codos en la mesa y su barbilla descansando en sus largos dedos.
—Kathe y yo vamos a comenzar a empacar. Nos mudaremos a Seattle la próxima semana y yo voy a trabajar en Clayton toda esta semana.
—¿Ya tienes un apartamento en Seattle?
—Sí.
—¿Dónde?
—No puedo recordar la dirección. Es en el Distrito Market Pike.
—No está lejos de mí —sus labios se tuercen en una medio sonrisa—. ¿En qué vas a trabajar en Seattle?
¿A dónde va con todas estas preguntas? La Inquisición de Justin Bieber es casi tan irritante como la de Katherine Kavanagh.
—Apliqué para algunas pasantías. Estoy esperando noticias.
—¿Aplicaste para mi compañía como sugerí?
Me ruborizo… por supuesto que no.
—Um… no.
—¿Qué tiene de malo mi compañía?
—¿Tu compañía o tú compañía? —sonrío con picardía.
Él sonríe.
—¿Me estás sonriendo, señorita Steele? —Inclina su cabeza hacia un lado y creo que se ve divertido, pero es difícil de decir.
Me sonrojo y bajo la mirada a mi desayuno sin terminar. No puedo mirarlo a los ojos cuando usa ese tono de voz.
—Me gustaría morder ese labio —susurra en un tono oscuro.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
Oh Dios. Estoy completamente consciente de que estoy mordiendo mi labio inferior. Mi boca cae abierta mientras jadeo y trago al mismo tiempo. Esa tiene que ser la cosa más sexy que me han dicho jamás. Mi corazón se salta un latido y creo que estoy jadeando. Dios, soy un desastre tembloroso y ni siquiera me ha tocado. Me retuerzo en mi asiento y encuentro su mirada oscura.
—¿Por qué no lo haces? —lo reto en voz baja.
—Porque no voy a tocarte ____(tn)… no hasta tener tu consentimiento escrito para hacerlo. —Sus labios se curvan en una sonrisa.
—¿Qué significa eso?
—Exactamente lo que dije. —Suspira y sacude su cabeza, divertido pero exasperado también—. Necesito mostrártelo, ____(tn). ¿A qué hora terminas de trabajar esta tarde?
—Alrededor de las ocho.
—Bien, podríamos ir a Seattle esta noche o el próximo sábado para cenar en mi casa y te informaré sobre los hechos entonces. La elección es tuya.
—¿Por qué no puedes decírmelo ahora? —Sueno petulante.
—Porque estoy disfrutando mi desayuno y tu compañía. Una vez que seas iluminada respecto a esto, probablemente no querrás volver a verme.
¿A qué se refiere? ¿Acaso realiza trata de blancas con pequeños niños en algún lugar del planeta olvidado por Dios? ¿Es parte de algún sindicado del crimen de los bajos mundos? Eso explicaría por qué es tan rico. ¿Es profundamente religioso? ¿Impotente? Seguramente no, podría probarme eso justo ahora. Oh, Dios. Mis mejillas se tiñen de escarlata al pensar en las posibilidades. Esto no me está llevando a ningún lado. Me gustaría resolver el enigma que es Justin Bieber más temprano que tarde. Aunque si el secreto que tiene es tan asqueroso que ya no querré verlo más, francamente, será un alivio. No te mientas a ti misma, me grita mi subconsciente, tendría que ser sangrientamente malo para que corras hacia las colinas.
—Esta noche.
Él levanta una ceja.
—Al igual que Eva, quieres comer pronto del árbol del conocimiento.
Sonríe.
—¿Me está sonriendo, señor Bieber? —pregunto dulcemente. Idiota pomposo.
Entrecierra sus ojos y levanta su BlackBerry. Presiona un número.
—Kenny. Voy a necesitar a Charlie Tango.
¡Charlie Tango! ¿Quién es ella?
—Desde Portland digamos a las ocho treinta… No, detenido en Escala… Toda la noche.
¡Toda la noche!
Frunzo en ceño y vuelvo a mi comida fría. Estoy demasiado excitada para comer, Justin. ¿No lo entiendes? Explica mi subconsciente. Pero soy demasiado cobarde para expresar mis pensamientos en voz alta, especialmente cuando él se ve tan sombrío. Hmmm, como un niño pequeño. Encuentro esa idea divertida.
—¿Qué es tan gracioso? —pregunta. Sacudo mi cabeza, sin atreverme a decirle y mantengo mis ojos en mi comida. Tragando mi último trozo de panqueque, lo miro. Me está observando especulativamente.
—Buena chica —dice— . Te llevaré a casa cuando hayas secado tu cabello. No quiero que te enfermes. —Hay alguna clase de promesa implícita en sus palabras.
¿A qué se refiere? Dejo la mesa, preguntándome por un momento si debería pedir permiso pero desestimando la idea. Suena como un precedente peligroso que establecer. Me dirijo otra vez hacia su dormitorio. Un pensamiento me detiene.
—¿Dónde dormiste anoche? —Me giro para mirarlo, todavía sentado en la silla del comedor. No puedo ver mantas o sábanas aquí… tal vez las arregló de inmediato.
—En mi cama —dice simplemente, su mirada impasible otra vez.
—Oh.
—Sí, fue una tremenda novedad para mí también. —Sonríe.
—No tener… sexo. —Ahí… dije la palabra. Me sonrojo, por supuesto.
—No —niega con su cabeza y frunce el ceño como si estuviera recordando algo incómodo—. Dormir con alguien. —Toma su periódico y continúa leyendo.
¿Qué, en nombre del cielo, significa eso? ¿Nunca ha dormido con nadie? ¿Es virgen? De alguna forma lo dudo. Me quedo de pie mirándolo fijamente con incredulidad. Es la persona más desconcertante que jamás he conocido. Me doy cuenta que he dormido con Justin Bieber y me pateo a mí misma… qué hubiera dado por estar consciente para observarlo dormir. Verlo vulnerable. De algún modo, encuentro eso difícil de imaginar. Bueno, al parecer todo será revelado esta noche.
En su dormitorio, busco en una cómoda y encuentro el secador de cabello. Utilizando mis dedos, seco mi pelo lo mejor que puedo. Cuando he acabado, me dirijo al baño. Quiero limpiar mis dientes. Veo el cepillo de dientes de Justin. Sería como tenerlo a él en mi boca. Hmm… Miro con culpa por encima de mi hombro hacia la puerta, siento las cerdas del cepillo de dientes. Están húmedas. Él ya debe haberlo usado. Tomándolo rápidamente, pongo un poco de pasta de dientes en él y cepillo mis dientes dos veces más rápido de lo normal. Me siento tan traviesa. Es una tremenda emoción.
Tomando mi camiseta, sujetador y bragas de ayer, las pongo en la bolsa de la compra que Kenny trajo y me dirijo hacia el área de la sala en busca de mi bolso y mi chaqueta. Para mi tremenda alegría, hay un lazo para el cabello en mi bolso. Justin me está observando con expresión indescifrable mientras sujeto mi cabello en una coleta. Siento sus ojos seguirme mientras me siento y espero a que él termine. Está en su BlackBerry hablando con alguien.
—¿Ellos quieren dos?... ¿Cuánto costará?... Muy bien, ¿y qué medidas de seguridad tenemos en el lugar?... ¿E irán vía Suez?... ¿Qué tan seguro es Ben Sudan?... ¿Y cuándo llegan a Darfur?... Muy bien, hagámoslo. Mantenme informado del progreso. —Cuelga.
—¿Lista para irnos?
Asiento. Me pregunto de qué se trataba su conversación. Se coloca una chaqueta azul marino a rayas, recoge las llaves de su auto y se dirige hacia la puerta.
—Después de ti, señorita Steele —murmura, abriendo la puerta para mí. Se ve tan casual y elegante.
Me detengo, una fracción de segundo demasiado extensa, empapándome de él. Y pensar que dormí con él la noche anterior y después de todo el tequila y el vómito, todavía está aquí. Lo que es más, quiere llevarme a Seattle. ¿Por qué yo? No lo entiendo. Me dirijo hacia la puerta recordando sus palabras: “Hay algo en ti.” Bueno, el sentimiento es completamente mutuo. señor Bieber y estoy determinada a descubrir qué es.
Caminamos en silencio a lo largo del pasillo hacia el ascensor. Mientras esperamos, le doy un vistazo a través de mis pestañas y él me mira por el rabillo de su ojo. Sonrío y sus labios se contraen.
El ascensor llega y nos subimos. Estamos solos. Repentinamente, por algún motivo inexplicable, posiblemente nuestra cercanía en un espacio tan cerrado, la atmósfera entre nosotros cambia, cargándose con una eléctrica y estimulante anticipación. Mi respiración se altera mientras mi corazón se acelera. Su cabeza se gira hacia mí una fracción, sus ojos se oscurecen. Muerdo mi labio.
—Oh, a la mi.er.da el papeleo —gruñe.
Se abalanza sobre mí, empujándome contra la pared del ascensor. Antes de que lo sepa, tiene mis dos manos en una de las suyas en un férreo agarre por encima de mi cabeza y está clavándome contra la pared utilizando sus caderas. Su otra mano sujeta mi coleta y la tira hacia abajo, levantando mi rostro y sus labios están sobre los míos. Simplemente no es doloroso. Gimo en su boca, dándole la entrada a su lengua. Toma completa ventaja de esto, su lengua explora mi boca de forma experta.
Nunca he sido besada de esta forma. Mi lengua tentativamente acaricia la suya y se une en un lento baile erótico que es sobre el tacto y las sensaciones, todo golpe y choques de dientes. Levanta su mano para sujetar mi barbilla y me sostiene en mi lugar. Y no puedo hacer nada, mis manos están sujetas, mi cara en un firme agarre y sus caderas me restringen… siento su erección contra mi vientre. Oh Dios… él me desea, Justin Bieber, Dios Griego, me desea y yo lo deseo, aquí… ahora, en el ascensor.
—Eres tan dulce... —murmura, cada palabra una declaración.
El ascensor se detiene, la puerta se abre y se aleja de mí en un abrir y cerrar de ojos, dejándome ahí. Tres hombres en trajes de negocios nos miran y sonríen mientras suben a bordo. Mi ritmo cardíaco está por las nubes y me siento como si hubiera corrido una carrera cuesta arriba. Quiero inclinarme y apoyarme en mis rodillas… pero eso es demasiado obvio.
Lo miro. Se ve tan fresco y tranquilo, como si hubiera estado haciendo el crucigrama del Seattle Times. Qué injusto. ¿Es que no está afectado por mi presencia? Me mira por el rabillo de su ojo y toma suavemente una respiración profunda. Oh, sí que está afectado… y mi pequeña diosa interna se bambolea en una samba de la victoria. Los hombres de negocios se bajan en el segundo piso. Todavía tenemos un piso más que recorrer.
—Cepillaste tus dientes —dice, mirándome fijamente.
—Usé tu cepillo de dientes —respiro.
Sus labios se curvan en una media sonrisa.
—Oh, ____(tn) Steele, ¿qué voy a hacer contigo?
Las puertas se abren en el primer piso, él toma mi mano y tira de mí hacia afuera.
—¿Qué es lo que tienen los ascensores? —murmura, más para él que para mí mientras camina a lo largo del vestíbulo.
Me esfuerzo por mantener la paz con él, porque mi ingenio ha sido real y completamente derramado sobre el piso y las paredes del ascensor tres del Hotel Heathman.
—¿Por qué no lo haces? —lo reto en voz baja.
—Porque no voy a tocarte ____(tn)… no hasta tener tu consentimiento escrito para hacerlo. —Sus labios se curvan en una sonrisa.
—¿Qué significa eso?
—Exactamente lo que dije. —Suspira y sacude su cabeza, divertido pero exasperado también—. Necesito mostrártelo, ____(tn). ¿A qué hora terminas de trabajar esta tarde?
—Alrededor de las ocho.
—Bien, podríamos ir a Seattle esta noche o el próximo sábado para cenar en mi casa y te informaré sobre los hechos entonces. La elección es tuya.
—¿Por qué no puedes decírmelo ahora? —Sueno petulante.
—Porque estoy disfrutando mi desayuno y tu compañía. Una vez que seas iluminada respecto a esto, probablemente no querrás volver a verme.
¿A qué se refiere? ¿Acaso realiza trata de blancas con pequeños niños en algún lugar del planeta olvidado por Dios? ¿Es parte de algún sindicado del crimen de los bajos mundos? Eso explicaría por qué es tan rico. ¿Es profundamente religioso? ¿Impotente? Seguramente no, podría probarme eso justo ahora. Oh, Dios. Mis mejillas se tiñen de escarlata al pensar en las posibilidades. Esto no me está llevando a ningún lado. Me gustaría resolver el enigma que es Justin Bieber más temprano que tarde. Aunque si el secreto que tiene es tan asqueroso que ya no querré verlo más, francamente, será un alivio. No te mientas a ti misma, me grita mi subconsciente, tendría que ser sangrientamente malo para que corras hacia las colinas.
—Esta noche.
Él levanta una ceja.
—Al igual que Eva, quieres comer pronto del árbol del conocimiento.
Sonríe.
—¿Me está sonriendo, señor Bieber? —pregunto dulcemente. Idiota pomposo.
Entrecierra sus ojos y levanta su BlackBerry. Presiona un número.
—Kenny. Voy a necesitar a Charlie Tango.
¡Charlie Tango! ¿Quién es ella?
—Desde Portland digamos a las ocho treinta… No, detenido en Escala… Toda la noche.
¡Toda la noche!
Frunzo en ceño y vuelvo a mi comida fría. Estoy demasiado excitada para comer, Justin. ¿No lo entiendes? Explica mi subconsciente. Pero soy demasiado cobarde para expresar mis pensamientos en voz alta, especialmente cuando él se ve tan sombrío. Hmmm, como un niño pequeño. Encuentro esa idea divertida.
—¿Qué es tan gracioso? —pregunta. Sacudo mi cabeza, sin atreverme a decirle y mantengo mis ojos en mi comida. Tragando mi último trozo de panqueque, lo miro. Me está observando especulativamente.
—Buena chica —dice— . Te llevaré a casa cuando hayas secado tu cabello. No quiero que te enfermes. —Hay alguna clase de promesa implícita en sus palabras.
¿A qué se refiere? Dejo la mesa, preguntándome por un momento si debería pedir permiso pero desestimando la idea. Suena como un precedente peligroso que establecer. Me dirijo otra vez hacia su dormitorio. Un pensamiento me detiene.
—¿Dónde dormiste anoche? —Me giro para mirarlo, todavía sentado en la silla del comedor. No puedo ver mantas o sábanas aquí… tal vez las arregló de inmediato.
—En mi cama —dice simplemente, su mirada impasible otra vez.
—Oh.
—Sí, fue una tremenda novedad para mí también. —Sonríe.
—No tener… sexo. —Ahí… dije la palabra. Me sonrojo, por supuesto.
—No —niega con su cabeza y frunce el ceño como si estuviera recordando algo incómodo—. Dormir con alguien. —Toma su periódico y continúa leyendo.
¿Qué, en nombre del cielo, significa eso? ¿Nunca ha dormido con nadie? ¿Es virgen? De alguna forma lo dudo. Me quedo de pie mirándolo fijamente con incredulidad. Es la persona más desconcertante que jamás he conocido. Me doy cuenta que he dormido con Justin Bieber y me pateo a mí misma… qué hubiera dado por estar consciente para observarlo dormir. Verlo vulnerable. De algún modo, encuentro eso difícil de imaginar. Bueno, al parecer todo será revelado esta noche.
En su dormitorio, busco en una cómoda y encuentro el secador de cabello. Utilizando mis dedos, seco mi pelo lo mejor que puedo. Cuando he acabado, me dirijo al baño. Quiero limpiar mis dientes. Veo el cepillo de dientes de Justin. Sería como tenerlo a él en mi boca. Hmm… Miro con culpa por encima de mi hombro hacia la puerta, siento las cerdas del cepillo de dientes. Están húmedas. Él ya debe haberlo usado. Tomándolo rápidamente, pongo un poco de pasta de dientes en él y cepillo mis dientes dos veces más rápido de lo normal. Me siento tan traviesa. Es una tremenda emoción.
Tomando mi camiseta, sujetador y bragas de ayer, las pongo en la bolsa de la compra que Kenny trajo y me dirijo hacia el área de la sala en busca de mi bolso y mi chaqueta. Para mi tremenda alegría, hay un lazo para el cabello en mi bolso. Justin me está observando con expresión indescifrable mientras sujeto mi cabello en una coleta. Siento sus ojos seguirme mientras me siento y espero a que él termine. Está en su BlackBerry hablando con alguien.
—¿Ellos quieren dos?... ¿Cuánto costará?... Muy bien, ¿y qué medidas de seguridad tenemos en el lugar?... ¿E irán vía Suez?... ¿Qué tan seguro es Ben Sudan?... ¿Y cuándo llegan a Darfur?... Muy bien, hagámoslo. Mantenme informado del progreso. —Cuelga.
—¿Lista para irnos?
Asiento. Me pregunto de qué se trataba su conversación. Se coloca una chaqueta azul marino a rayas, recoge las llaves de su auto y se dirige hacia la puerta.
—Después de ti, señorita Steele —murmura, abriendo la puerta para mí. Se ve tan casual y elegante.
Me detengo, una fracción de segundo demasiado extensa, empapándome de él. Y pensar que dormí con él la noche anterior y después de todo el tequila y el vómito, todavía está aquí. Lo que es más, quiere llevarme a Seattle. ¿Por qué yo? No lo entiendo. Me dirijo hacia la puerta recordando sus palabras: “Hay algo en ti.” Bueno, el sentimiento es completamente mutuo. señor Bieber y estoy determinada a descubrir qué es.
Caminamos en silencio a lo largo del pasillo hacia el ascensor. Mientras esperamos, le doy un vistazo a través de mis pestañas y él me mira por el rabillo de su ojo. Sonrío y sus labios se contraen.
El ascensor llega y nos subimos. Estamos solos. Repentinamente, por algún motivo inexplicable, posiblemente nuestra cercanía en un espacio tan cerrado, la atmósfera entre nosotros cambia, cargándose con una eléctrica y estimulante anticipación. Mi respiración se altera mientras mi corazón se acelera. Su cabeza se gira hacia mí una fracción, sus ojos se oscurecen. Muerdo mi labio.
—Oh, a la mi.er.da el papeleo —gruñe.
Se abalanza sobre mí, empujándome contra la pared del ascensor. Antes de que lo sepa, tiene mis dos manos en una de las suyas en un férreo agarre por encima de mi cabeza y está clavándome contra la pared utilizando sus caderas. Su otra mano sujeta mi coleta y la tira hacia abajo, levantando mi rostro y sus labios están sobre los míos. Simplemente no es doloroso. Gimo en su boca, dándole la entrada a su lengua. Toma completa ventaja de esto, su lengua explora mi boca de forma experta.
Nunca he sido besada de esta forma. Mi lengua tentativamente acaricia la suya y se une en un lento baile erótico que es sobre el tacto y las sensaciones, todo golpe y choques de dientes. Levanta su mano para sujetar mi barbilla y me sostiene en mi lugar. Y no puedo hacer nada, mis manos están sujetas, mi cara en un firme agarre y sus caderas me restringen… siento su erección contra mi vientre. Oh Dios… él me desea, Justin Bieber, Dios Griego, me desea y yo lo deseo, aquí… ahora, en el ascensor.
—Eres tan dulce... —murmura, cada palabra una declaración.
El ascensor se detiene, la puerta se abre y se aleja de mí en un abrir y cerrar de ojos, dejándome ahí. Tres hombres en trajes de negocios nos miran y sonríen mientras suben a bordo. Mi ritmo cardíaco está por las nubes y me siento como si hubiera corrido una carrera cuesta arriba. Quiero inclinarme y apoyarme en mis rodillas… pero eso es demasiado obvio.
Lo miro. Se ve tan fresco y tranquilo, como si hubiera estado haciendo el crucigrama del Seattle Times. Qué injusto. ¿Es que no está afectado por mi presencia? Me mira por el rabillo de su ojo y toma suavemente una respiración profunda. Oh, sí que está afectado… y mi pequeña diosa interna se bambolea en una samba de la victoria. Los hombres de negocios se bajan en el segundo piso. Todavía tenemos un piso más que recorrer.
—Cepillaste tus dientes —dice, mirándome fijamente.
—Usé tu cepillo de dientes —respiro.
Sus labios se curvan en una media sonrisa.
—Oh, ____(tn) Steele, ¿qué voy a hacer contigo?
Las puertas se abren en el primer piso, él toma mi mano y tira de mí hacia afuera.
—¿Qué es lo que tienen los ascensores? —murmura, más para él que para mí mientras camina a lo largo del vestíbulo.
Me esfuerzo por mantener la paz con él, porque mi ingenio ha sido real y completamente derramado sobre el piso y las paredes del ascensor tres del Hotel Heathman.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
jajaj ya paso la parte perver jajajaj igual queda muuuuuuuuuuuuuuuuucho jajaj
me encanta cuando usa el cepillo jajajaj es demasiado tierna rayis1
siguela niña
besos
me encanta cuando usa el cepillo jajajaj es demasiado tierna rayis1
siguela niña
besos
maiira1D
Re: 50 sombras de Bieber
Si... ya paso ESTA parte perver, pero si en el título pone "HOT" es porque aun quedan muuuuuuchas partes perver, esto es solo el principio!!!!!maiira1D escribió:jajaj ya paso la parte perver jajajaj igual queda muuuuuuuuuuuuuuuuucho jajaj
me encanta cuando usa el cepillo jajajaj es demasiado tierna rayis1
siguela niña
besos
jajaja si es tierna la rayis :amor:
Si veo mas comentarios la sigo :]
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
Rayiis y Justin en el ascensor asjkldgfat
Que le dirá Justin a Rayiis?
Tienes que seguirla!!
Que le dirá Justin a Rayiis?
Tienes que seguirla!!
Teffybellorin
Re: 50 sombras de Bieber
QE! MUEROOOOOOOOOO LA AMOOO SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA <3
ValeAlvarez
Re: 50 sombras de Bieber
La tienes que seguir OKAY?!!! No parece que fuuera del libro con Justin es taaaaaan
carlafloresa
Re: 50 sombras de Bieber
Gracias por los comentarios, creo que voy a hacer maraton de 3 caps. que les parece?
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
1/3
Capítulo 10
Justin abre la puerta del pasajero del SUV negro marca Audi y subo en él. Es una fiera de auto. No ha mencionado el estallido de pasión que explotó en el elevador. ¿Debería hacerlo yo? ¿Deberíamos hablar de ello o pretender que nunca pasó? Difícilmente parecía real, mi primer beso sin barreras. Mientras el tiempo pasa, le doy un sentido mítico, como la leyenda de Arturo o la de la ciudad perdida de Atlántida. Nunca pasó, nunca existió. Tal vez imaginé todo esto. No. Toco mis labios, hinchados por su beso. Esto definitivamente pasó. Soy una mujer cambiada. Deseo a este hombre, desesperadamente y él me desea.
Le doy un vistazo. Justin es educado, como es habitual, y ligeramente distante.
Tan confuso.
Enciende el motor y sale de su espacio del estacionamiento. Enciende el reproductor Mp3. El interior del auto se llena con la más dulce, mágica música de dos mujeres cantando. Oh, wow… todos mis sentidos están confusos, por lo que me afecta el doble. Envía deliciosos escalofríos por mi espina dorsal. Justin sale por el sudoeste de Park Avenue y maneja con confianza.
—¿Qué estamos escuchando?
—Es El Dueto de Flores por Delibes, de la ópera de Lakmé. ¿Te gusta?
—Es maravilloso.
—Lo es, ¿no? —Sonríe, mirándome.
Y por un fugaz momento, aparenta su edad, joven, desenfadado y hermoso-como-para-detener-el-corazón. ¿Esta era la clave para él? ¿Música? Me siento y escucho las voces angelicales burlándose y seduciéndome.
—¿Puedo oírla otra vez?
—Por supuesto. —Justin presiona un botón y la música me acaricia una vez más. Es suave, lenta, dulce y un verdadero asalto a mis sentidos auditivos.
—¿Te gusta la música clásica? —pregunto, con la esperanza de tener un raro vistazo dentro de sus preferencias personales.
—Mi gusto es ecléctico, ____(tn), todo desde Thomas Tallis a los Kings of Leon.
—Yo también. Aunque, no sé quién es Thomas Tallis.
Se volvió y me miró brevemente antes de que sus ojos regresaran a la carretera.
—Lo pondré alguna vez para ti. Era un compositor británico del siglo dieciséis. Tudor, iglesia, música de coro. —Justin me sonríe—. Suena muy esotérico, lo sé, pero también es mágico, ____(tn).
Presiona un botón y los Kings of Leon empiezan a cantar. Hmm… esta la conozco. Se.x on Fire. Qué apropiado. La música es interrumpida por el sonido del timbre de un celular a través del manos libre del Mp3. Justin golpea un botón sobre el volante.
—Bieber —dice. Es tan brusco.
—Señor Bieber. Es Welch. Tengo la información que pidió. —Una voz ronca, incorpórea, sale a través de los altavoces.
—Bien, mándame un e-mail. ¿Algo que agregar?
—No, señor.
Presiona el botón, entonces, cuando la llamada se corta, la música regresa. Ningún adiós o gracias. Me alegro de que nunca considerara seriamente la idea de trabajar para él. Me estremezco ante la idea. Es demasiado controlador y frío con sus empleados. La música se corta nuevamente por el teléfono.
—Bieber.
—El CDC le ha sido enviado por e-mail, Sr. Bieber. —La voz de una mujer.
—Bien, eso es todo, Andrea.
—Buen día, señor.
Justin cuelga presionando un botón sobre el volante. La música suena muy brevemente, antes de que el teléfono suene otra vez. Santo infierno, ¿esta es su vida, constantes llamadas molestas?
—Bieber —espeta.
—Hola Justin ¿has tenido sexo?
—Hola Elliot, tengo el teléfono con el manos libre y no estoy solo en el auto.—Justin suspira.
—¿Quién está contigo?
Justin pone los ojos en blanco.
—____(tn).
—¡Hola ____(tn)!
—Hola Eliot.
—He oído mucho acerca de ti —murmura Elliot roncamente.
Justin frunce el ceño.
—No creas una palabra de lo que Kate te diga.
Eliot ríe.
—Estoy dejando a ____(tn) ahora. ¿Quieres que te recoja?
—Sí.
—Te veo luego. —Justin cuelga y la música regresa.
—¿Por qué insistes en llamarme ____(tn)?
—Porque es tu nombre.
—Prefiero ____(diminutivo de tn).
Estamos casi en mi apartamento. No tomó mucho tiempo.
—____(tn), lo que pasó en el ascensor, no volverá a pasar, bueno, no a menos que sea premeditado.
Se detiene en la puerta de mi dúplex. Tarde me doy cuenta de que no ha preguntando en dónde vivo, aunque lo sabe. Pero claro, envió los libros, por supuesto que sabe dónde vivo.
Cómo podría con un rastreador de teléfonos celulares y un helicóptero propio, no ser un acosador.
¿Por qué no me besa otra vez? Hago pucheros ante el pensamiento. No lo entiendo. Honestamente, se debería llamar Señor Enigmático y no Señor Bieber.
Sale del auto, caminando fácilmente con la gracia de sus piernas largas, rodeándolo hasta mi lado para abrir la puerta, siempre el caballero, excepto en los ascensores. Me sonrojo ante el recuerdo de su boca en la mía y el pensamiento de que no he podido tocarlo invade mi mente. Quería correr mis dedos por su decadente y desordenado cabello, pero no había podido mover mis manos. Estaba retrospectivamente frustrada.
—Me gustó lo que pasó en el elevador —murmuro mientras salgo del auto.
No estoy segura de haber oído un jadeo audible, pero decidí ignorarlo y subí los escalones de la puerta delantera.
Kate y Elliot estaban sentados en nuestra mesa del comedor. Los libros de catorce mil dólares habían desaparecido. Gracias al cielo. Tengo planes para ellos. Tiene una sonrisa ridícula, muy poco Kate en su rostro y luce desarreglada en una manera atractiva.
Justin me sigue dentro del área de estar y a pesar de su sonrisa de He-estado-teniendo-un-buen-tiempo-toda-la-noche, Kate lo mira sospechosamente.
—Hola, ____(tn).
Salta a abrazarme y entonces me sostiene con el brazo extendido para poder examinarme. Frunce el ceño y se vuelve hacia Justin—. Buenos días, Justin —dice y su tono es un poco hostil.
—Señorita Kavanagh —dice él, en su forma rígida.
—Justin, su nombre es Kate —se queja Elliot.
—Kate. —Justin le da una inclinación educada y mira a Elliot, quien sonríe y se levanta para abrazarme también.
—Hola ____(tn). —Sonríe, sus ojos azules brillan y me gusta inmediatamente. Es obvio que no se parece en nada a Justin, pero bien, son hermanos adoptivos.
—Hola Elliot. —Le sonrío y me doy cuenta de que me estoy mordiendo el labio.
—Elliot, mejor nos vamos —dice Justin gentilmente.
—Ok.
Se vuelve hacia Kate, tomándola en sus brazos y dándole un largo y prolongado beso.
—Hasta más tarde, nena —murmura y tengo que sonreír porque es tan impropio de él. Pero a pesar de que está siendo irreverente, el término cariñoso remueve algo dentro de mí.
—Te veré a las ocho. —Se da la vuelta para salir, abriendo la puerta delantera y saliendo al porche. Elliot lo sigue hasta el auto, pero se gira, lanza a Kate otro beso y siento una no bienvenida punzada de celos.
—Entonces, ¿lo hiciste? —pregunta Kate mientras los ve subir al auto y marcharse, la evidente curiosidad quema en su voz.
—No —le lanzo con irritación, con la esperanza de que eso ponga un alto a las preguntas. Nos dirigimos de regreso al departamento—. Aunque tú obviamente sí lo hiciste. —No puedo contener mi envidia. Kate siempre se las arregla para atrapar hombres. Es irresistible, hermosa, sexy, divertida, en fin… todas las cosas que yo no. Pero el responder a su sonrisa es contagioso.
—Y lo veré nuevamente esta tarde. —Aplaude y salta de arriba hacia abajo como una niña pequeña. No puede contener su emoción, su felicidad y no puedo evitar sentirme feliz por ella. Una Kate feliz… esto va a ponerse interesante.
Capítulo 10
Justin abre la puerta del pasajero del SUV negro marca Audi y subo en él. Es una fiera de auto. No ha mencionado el estallido de pasión que explotó en el elevador. ¿Debería hacerlo yo? ¿Deberíamos hablar de ello o pretender que nunca pasó? Difícilmente parecía real, mi primer beso sin barreras. Mientras el tiempo pasa, le doy un sentido mítico, como la leyenda de Arturo o la de la ciudad perdida de Atlántida. Nunca pasó, nunca existió. Tal vez imaginé todo esto. No. Toco mis labios, hinchados por su beso. Esto definitivamente pasó. Soy una mujer cambiada. Deseo a este hombre, desesperadamente y él me desea.
Le doy un vistazo. Justin es educado, como es habitual, y ligeramente distante.
Tan confuso.
Enciende el motor y sale de su espacio del estacionamiento. Enciende el reproductor Mp3. El interior del auto se llena con la más dulce, mágica música de dos mujeres cantando. Oh, wow… todos mis sentidos están confusos, por lo que me afecta el doble. Envía deliciosos escalofríos por mi espina dorsal. Justin sale por el sudoeste de Park Avenue y maneja con confianza.
—¿Qué estamos escuchando?
—Es El Dueto de Flores por Delibes, de la ópera de Lakmé. ¿Te gusta?
—Es maravilloso.
—Lo es, ¿no? —Sonríe, mirándome.
Y por un fugaz momento, aparenta su edad, joven, desenfadado y hermoso-como-para-detener-el-corazón. ¿Esta era la clave para él? ¿Música? Me siento y escucho las voces angelicales burlándose y seduciéndome.
—¿Puedo oírla otra vez?
—Por supuesto. —Justin presiona un botón y la música me acaricia una vez más. Es suave, lenta, dulce y un verdadero asalto a mis sentidos auditivos.
—¿Te gusta la música clásica? —pregunto, con la esperanza de tener un raro vistazo dentro de sus preferencias personales.
—Mi gusto es ecléctico, ____(tn), todo desde Thomas Tallis a los Kings of Leon.
—Yo también. Aunque, no sé quién es Thomas Tallis.
Se volvió y me miró brevemente antes de que sus ojos regresaran a la carretera.
—Lo pondré alguna vez para ti. Era un compositor británico del siglo dieciséis. Tudor, iglesia, música de coro. —Justin me sonríe—. Suena muy esotérico, lo sé, pero también es mágico, ____(tn).
Presiona un botón y los Kings of Leon empiezan a cantar. Hmm… esta la conozco. Se.x on Fire. Qué apropiado. La música es interrumpida por el sonido del timbre de un celular a través del manos libre del Mp3. Justin golpea un botón sobre el volante.
—Bieber —dice. Es tan brusco.
—Señor Bieber. Es Welch. Tengo la información que pidió. —Una voz ronca, incorpórea, sale a través de los altavoces.
—Bien, mándame un e-mail. ¿Algo que agregar?
—No, señor.
Presiona el botón, entonces, cuando la llamada se corta, la música regresa. Ningún adiós o gracias. Me alegro de que nunca considerara seriamente la idea de trabajar para él. Me estremezco ante la idea. Es demasiado controlador y frío con sus empleados. La música se corta nuevamente por el teléfono.
—Bieber.
—El CDC le ha sido enviado por e-mail, Sr. Bieber. —La voz de una mujer.
—Bien, eso es todo, Andrea.
—Buen día, señor.
Justin cuelga presionando un botón sobre el volante. La música suena muy brevemente, antes de que el teléfono suene otra vez. Santo infierno, ¿esta es su vida, constantes llamadas molestas?
—Bieber —espeta.
—Hola Justin ¿has tenido sexo?
—Hola Elliot, tengo el teléfono con el manos libre y no estoy solo en el auto.—Justin suspira.
—¿Quién está contigo?
Justin pone los ojos en blanco.
—____(tn).
—¡Hola ____(tn)!
—Hola Eliot.
—He oído mucho acerca de ti —murmura Elliot roncamente.
Justin frunce el ceño.
—No creas una palabra de lo que Kate te diga.
Eliot ríe.
—Estoy dejando a ____(tn) ahora. ¿Quieres que te recoja?
—Sí.
—Te veo luego. —Justin cuelga y la música regresa.
—¿Por qué insistes en llamarme ____(tn)?
—Porque es tu nombre.
—Prefiero ____(diminutivo de tn).
Estamos casi en mi apartamento. No tomó mucho tiempo.
—____(tn), lo que pasó en el ascensor, no volverá a pasar, bueno, no a menos que sea premeditado.
Se detiene en la puerta de mi dúplex. Tarde me doy cuenta de que no ha preguntando en dónde vivo, aunque lo sabe. Pero claro, envió los libros, por supuesto que sabe dónde vivo.
Cómo podría con un rastreador de teléfonos celulares y un helicóptero propio, no ser un acosador.
¿Por qué no me besa otra vez? Hago pucheros ante el pensamiento. No lo entiendo. Honestamente, se debería llamar Señor Enigmático y no Señor Bieber.
Sale del auto, caminando fácilmente con la gracia de sus piernas largas, rodeándolo hasta mi lado para abrir la puerta, siempre el caballero, excepto en los ascensores. Me sonrojo ante el recuerdo de su boca en la mía y el pensamiento de que no he podido tocarlo invade mi mente. Quería correr mis dedos por su decadente y desordenado cabello, pero no había podido mover mis manos. Estaba retrospectivamente frustrada.
—Me gustó lo que pasó en el elevador —murmuro mientras salgo del auto.
No estoy segura de haber oído un jadeo audible, pero decidí ignorarlo y subí los escalones de la puerta delantera.
Kate y Elliot estaban sentados en nuestra mesa del comedor. Los libros de catorce mil dólares habían desaparecido. Gracias al cielo. Tengo planes para ellos. Tiene una sonrisa ridícula, muy poco Kate en su rostro y luce desarreglada en una manera atractiva.
Justin me sigue dentro del área de estar y a pesar de su sonrisa de He-estado-teniendo-un-buen-tiempo-toda-la-noche, Kate lo mira sospechosamente.
—Hola, ____(tn).
Salta a abrazarme y entonces me sostiene con el brazo extendido para poder examinarme. Frunce el ceño y se vuelve hacia Justin—. Buenos días, Justin —dice y su tono es un poco hostil.
—Señorita Kavanagh —dice él, en su forma rígida.
—Justin, su nombre es Kate —se queja Elliot.
—Kate. —Justin le da una inclinación educada y mira a Elliot, quien sonríe y se levanta para abrazarme también.
—Hola ____(tn). —Sonríe, sus ojos azules brillan y me gusta inmediatamente. Es obvio que no se parece en nada a Justin, pero bien, son hermanos adoptivos.
—Hola Elliot. —Le sonrío y me doy cuenta de que me estoy mordiendo el labio.
—Elliot, mejor nos vamos —dice Justin gentilmente.
—Ok.
Se vuelve hacia Kate, tomándola en sus brazos y dándole un largo y prolongado beso.
—Hasta más tarde, nena —murmura y tengo que sonreír porque es tan impropio de él. Pero a pesar de que está siendo irreverente, el término cariñoso remueve algo dentro de mí.
—Te veré a las ocho. —Se da la vuelta para salir, abriendo la puerta delantera y saliendo al porche. Elliot lo sigue hasta el auto, pero se gira, lanza a Kate otro beso y siento una no bienvenida punzada de celos.
—Entonces, ¿lo hiciste? —pregunta Kate mientras los ve subir al auto y marcharse, la evidente curiosidad quema en su voz.
—No —le lanzo con irritación, con la esperanza de que eso ponga un alto a las preguntas. Nos dirigimos de regreso al departamento—. Aunque tú obviamente sí lo hiciste. —No puedo contener mi envidia. Kate siempre se las arregla para atrapar hombres. Es irresistible, hermosa, sexy, divertida, en fin… todas las cosas que yo no. Pero el responder a su sonrisa es contagioso.
—Y lo veré nuevamente esta tarde. —Aplaude y salta de arriba hacia abajo como una niña pequeña. No puede contener su emoción, su felicidad y no puedo evitar sentirme feliz por ella. Una Kate feliz… esto va a ponerse interesante.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
—Justin me va a llevar a Seattle esta tarde.
—¿Seattle?
—Sí.
—¿Quizás lo harás entonces?
—Eso espero.
—Entonces, ¿te gusta?
—Sí.
—¿Lo suficiente para…?
—Sí.
Ella levanta sus cejas.
—Wow. ____(tn) Steele finalmente se enamora de un hombre y es nada menos que Justin Bieber: El ardiente y sexy billonario.
—Sí claro, es por el dinero. —Hago una mueca y las dos comenzamos a reírnos.
—¿Esa blusa es nueva? —pregunta y le dejo saber todos los detalles de mi noche.
—¿Ya te besó? —me pregunta mientras prepara café.
Me sonrojo.
—Una vez.
—¡Oh, una vez! —se burla.
Asiento con la cabeza, sin vergüenza.
—Es muy reservado.
Ella frunce el ceño.
—Eso es raro.
—No creo que raro lo cubra realmente —murmuro.
—Tenemos que asegurarnos que estés irresistible para esta tarde —dice con determinación.
Oh no… eso suena a que voy a pasar tiempo consumidor, humillante y doloroso.
—Tengo que trabajar en una hora.
—Puedo trabajar con ese horario. Vamos. —Kate agarra mi mano y me lleva a su cuarto.
El día se alarga en Clayton’s a pesar de que estamos ocupados. Llegamos a la temporada de verano, así que tengo que pasar dos horas acomodando repisas una vez que la tienda se cierra. Es un trabajo simple y me da tiempo para pensar.
Bajo la incansable y francamente intrusiva instrucción, mis piernas y axilas están rasuradas a la perfección, cejas delineadas y estoy totalmente impecable. Ha sido la experiencia más desagradable. Pero ella me asegura que esto es lo que los hombres esperan estos días. ¿Qué más podrían esperar? Tengo que convencer a Kate que esto es lo que yo quiero hacer. Por alguna extraña razón, ella no confía en él, quizá porque es tan rígido y formal. Dice que no puede evitarlo, pero le prometí que le mandaría un mensaje de texto cuando llegara a Seattle. No le he dicho del helicóptero, enloquecería.
También tengo el asunto de José. Me dejó tres mensajes y siete llamadas perdidas en mi teléfono. También llamó a la casa dos veces. Kate ha sido muy vaga con respecto a dónde estoy. Él sabrá que me está cubriendo. Kate nunca es vaga. Pero he decidido hacerlo esperar. Aún estoy enojada con él.
Justin mencionó algún tipo de documento y no sé si solo estaba jugando o voy a tener que firmar algo. Es tan frustrante tratar de adivinar. Y encima de toda mi angustia, apenas si puedo controlar mi emoción o mis nervios. ¡Hoy es la noche! Después de todo este tiempo, ¿estoy lista para esto? Mi diosa interior me mira, golpeando impacientemente su pequeño pie. Ha estado lista para esto por años y está lista para cualquier cosa con Justin Bieber, pero aun no entiendo que ve en mí… la tímida ____(tn) Steele, no tiene sentido.
Es puntual, por supuesto y me está esperando cuando salgo de Clayton’s. Se baja de la parte trasera del auto para abrirme la puerta y me sonríe amablemente.
—Buenas tardes, Srta. Steele —dice.
—Sr. Bieber. —Le asiento educadamente mientras me siento en el asiento trasero del auto. Kenny está sentado en el asiento del conductor.
—Hola, Kenny —digo.
—Buenas tardes, Srta Steele. —Su voz educada y profesional.
Justin se sube del otro lado y toma mi mano, dándole un pequeño apretón que siento por todo mi cuerpo.
—¿Seattle?
—Sí.
—¿Quizás lo harás entonces?
—Eso espero.
—Entonces, ¿te gusta?
—Sí.
—¿Lo suficiente para…?
—Sí.
Ella levanta sus cejas.
—Wow. ____(tn) Steele finalmente se enamora de un hombre y es nada menos que Justin Bieber: El ardiente y sexy billonario.
—Sí claro, es por el dinero. —Hago una mueca y las dos comenzamos a reírnos.
—¿Esa blusa es nueva? —pregunta y le dejo saber todos los detalles de mi noche.
—¿Ya te besó? —me pregunta mientras prepara café.
Me sonrojo.
—Una vez.
—¡Oh, una vez! —se burla.
Asiento con la cabeza, sin vergüenza.
—Es muy reservado.
Ella frunce el ceño.
—Eso es raro.
—No creo que raro lo cubra realmente —murmuro.
—Tenemos que asegurarnos que estés irresistible para esta tarde —dice con determinación.
Oh no… eso suena a que voy a pasar tiempo consumidor, humillante y doloroso.
—Tengo que trabajar en una hora.
—Puedo trabajar con ese horario. Vamos. —Kate agarra mi mano y me lleva a su cuarto.
El día se alarga en Clayton’s a pesar de que estamos ocupados. Llegamos a la temporada de verano, así que tengo que pasar dos horas acomodando repisas una vez que la tienda se cierra. Es un trabajo simple y me da tiempo para pensar.
Bajo la incansable y francamente intrusiva instrucción, mis piernas y axilas están rasuradas a la perfección, cejas delineadas y estoy totalmente impecable. Ha sido la experiencia más desagradable. Pero ella me asegura que esto es lo que los hombres esperan estos días. ¿Qué más podrían esperar? Tengo que convencer a Kate que esto es lo que yo quiero hacer. Por alguna extraña razón, ella no confía en él, quizá porque es tan rígido y formal. Dice que no puede evitarlo, pero le prometí que le mandaría un mensaje de texto cuando llegara a Seattle. No le he dicho del helicóptero, enloquecería.
También tengo el asunto de José. Me dejó tres mensajes y siete llamadas perdidas en mi teléfono. También llamó a la casa dos veces. Kate ha sido muy vaga con respecto a dónde estoy. Él sabrá que me está cubriendo. Kate nunca es vaga. Pero he decidido hacerlo esperar. Aún estoy enojada con él.
Justin mencionó algún tipo de documento y no sé si solo estaba jugando o voy a tener que firmar algo. Es tan frustrante tratar de adivinar. Y encima de toda mi angustia, apenas si puedo controlar mi emoción o mis nervios. ¡Hoy es la noche! Después de todo este tiempo, ¿estoy lista para esto? Mi diosa interior me mira, golpeando impacientemente su pequeño pie. Ha estado lista para esto por años y está lista para cualquier cosa con Justin Bieber, pero aun no entiendo que ve en mí… la tímida ____(tn) Steele, no tiene sentido.
Es puntual, por supuesto y me está esperando cuando salgo de Clayton’s. Se baja de la parte trasera del auto para abrirme la puerta y me sonríe amablemente.
—Buenas tardes, Srta. Steele —dice.
—Sr. Bieber. —Le asiento educadamente mientras me siento en el asiento trasero del auto. Kenny está sentado en el asiento del conductor.
—Hola, Kenny —digo.
—Buenas tardes, Srta Steele. —Su voz educada y profesional.
Justin se sube del otro lado y toma mi mano, dándole un pequeño apretón que siento por todo mi cuerpo.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
Kate y Elliot Asjdisns
Que le pasa a Justin? Es bipolar?
(Pareciera que tuviera desorden de personalidad xD)
Siguelaaaaa!
Que le pasa a Justin? Es bipolar?
(Pareciera que tuviera desorden de personalidad xD)
Siguelaaaaa!
Teffybellorin
Re: 50 sombras de Bieber
—¿Cómo estuvo el trabajo? —me pregunta.
—Muy largo —contesto y mi voz es ronca, muy baja y llena de necesidad.
—Sí, también ha sido un día muy largo para mí. —Su tono es serio.
—¿Qué hiciste? —pregunto.
—Fui a escalar con Elliot.
Su dedo acaricia mis nudillos, hacia atrás y hacia adelante, mi corazón se salta un latido mientras mi respiración se acelera. ¿Cómo logra hacerme esto? Sólo está tocando mi mano y mis hormonas ya están volando.
El camino hacia el helipuerto es corto y antes de que me de cuenta, ya hemos llegado. Me pregunto dónde estará el legendario helicóptero. Estamos en una zona de la ciudad con muchos edificios y hasta yo se que los helicópteros necesitan espacio para despegar y aterrizar. Kenny se estaciona, se baja del automóvil y me abre la puerta. Justin se coloca a mi lado en un instante y toma mi mano otra vez.
—¿Lista? —pregunta.
Asiento con la cabeza y le quiero decir que estoy lista para lo que sea, pero no puedo articular palabras por lo nerviosa y emocionada que estoy.
—Kenny —Él asiente hacia su chofer y nos dirigimos hacia el edificio, directo a un grupo de ascensores. ¡Ascensores! El recuerdo de nuestro beso esta mañana regresa a perseguirme. No he pensado en ninguna otra cosa en todo el día.
Soñando despierta en la registradora de Clayton’s. El señor Clayton tuvo que gritarme dos veces para devolverme a la tierra. Decir que había estado distraída hubiera sido la ironía del año.
Justin voltea a verme, una pequeña sonrisa esta en sus labios. ¡Já! Él también está pensando en eso.
—Sólo son tres pisos —dice secamente, pero sus ojos mieles bailan con diversión. Seguro que es telépata. Es escalofriante.
Trato de mantener mi cara impasible mientras entramos al ascensor. Las puertas se cierran y ahí está, la rara atracción eléctrica brincando entre nosotros, esclavizándome. Cierro mis ojos en un vano intento de ignorarla. Él aprieta mi mano y cinco segundos después, las puertas se abren en el techo del edificio. Y ahí está, un helicóptero negro con el nombre Bieber Enterprises Holdings Inc. escrito de color azul con el logo de la compañía en un lado. Esto es mal uso de la propiedad de la Compañía.
Me dirige hacia una pequeña oficina donde un viejo vigilante está sentado detrás de un escritorio.
—Aquí está su plan de vuelo, Sr. Bieber. Todos los chequeos externos están hechos. Está listo y esperándolo, señor. Es libre de irse.
—Gracias, Joe. —Justin le sonríe cálidamente.
Wow. Joe es merecedor de una sonrisa de Justin, quizás no es un empleado. Veo al viejo señor con admiración.
—Vámonos —dice Justin y nos dirigimos hacia el helicóptero.
—Muy largo —contesto y mi voz es ronca, muy baja y llena de necesidad.
—Sí, también ha sido un día muy largo para mí. —Su tono es serio.
—¿Qué hiciste? —pregunto.
—Fui a escalar con Elliot.
Su dedo acaricia mis nudillos, hacia atrás y hacia adelante, mi corazón se salta un latido mientras mi respiración se acelera. ¿Cómo logra hacerme esto? Sólo está tocando mi mano y mis hormonas ya están volando.
El camino hacia el helipuerto es corto y antes de que me de cuenta, ya hemos llegado. Me pregunto dónde estará el legendario helicóptero. Estamos en una zona de la ciudad con muchos edificios y hasta yo se que los helicópteros necesitan espacio para despegar y aterrizar. Kenny se estaciona, se baja del automóvil y me abre la puerta. Justin se coloca a mi lado en un instante y toma mi mano otra vez.
—¿Lista? —pregunta.
Asiento con la cabeza y le quiero decir que estoy lista para lo que sea, pero no puedo articular palabras por lo nerviosa y emocionada que estoy.
—Kenny —Él asiente hacia su chofer y nos dirigimos hacia el edificio, directo a un grupo de ascensores. ¡Ascensores! El recuerdo de nuestro beso esta mañana regresa a perseguirme. No he pensado en ninguna otra cosa en todo el día.
Soñando despierta en la registradora de Clayton’s. El señor Clayton tuvo que gritarme dos veces para devolverme a la tierra. Decir que había estado distraída hubiera sido la ironía del año.
Justin voltea a verme, una pequeña sonrisa esta en sus labios. ¡Já! Él también está pensando en eso.
—Sólo son tres pisos —dice secamente, pero sus ojos mieles bailan con diversión. Seguro que es telépata. Es escalofriante.
Trato de mantener mi cara impasible mientras entramos al ascensor. Las puertas se cierran y ahí está, la rara atracción eléctrica brincando entre nosotros, esclavizándome. Cierro mis ojos en un vano intento de ignorarla. Él aprieta mi mano y cinco segundos después, las puertas se abren en el techo del edificio. Y ahí está, un helicóptero negro con el nombre Bieber Enterprises Holdings Inc. escrito de color azul con el logo de la compañía en un lado. Esto es mal uso de la propiedad de la Compañía.
Me dirige hacia una pequeña oficina donde un viejo vigilante está sentado detrás de un escritorio.
—Aquí está su plan de vuelo, Sr. Bieber. Todos los chequeos externos están hechos. Está listo y esperándolo, señor. Es libre de irse.
—Gracias, Joe. —Justin le sonríe cálidamente.
Wow. Joe es merecedor de una sonrisa de Justin, quizás no es un empleado. Veo al viejo señor con admiración.
—Vámonos —dice Justin y nos dirigimos hacia el helicóptero.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
Cuando estamos más cerca, me doy cuenta que es más grande de lo que pensaba. Esperaba que fuera una versión compacta para dos, pero tiene al menos siete asientos. Justin abre la puerta y me dirige hacia uno de los asientos del frente.
—Siéntate, no toques nada —me ordena mientras se sube detrás de mí.
Cierra la puerta. Me alegra que el área este iluminada, de otra forma, me hubiera costado trabajo ver dentro de la pequeña cabina. Me siento en mi asiento y él se hinca a un lado de mí para ponerme los arneses. Es un arnés de cuatro puntas con todas las correas conectadas a un seguro central. Ajusta las dos correas superiores, así que apenas me puedo mover. Está tan cerca y concentrado en lo que está haciendo. Si me inclinara hacia adelante, mi nariz estaría en su cabello.
Huele a limpio, a fresco, celestial, pero estoy asegurada en mi asiento y totalmente inmóvil. Él voltea a verme y sonríe, como si estuviera disfrutando de un chiste privado, sus ojos mieles cálidos. Está tan tentadoramente cerca. Detengo mi respiración mientras él estira una de las correas superiores.
—Asegurada, no hay escape —murmura, sus ojos son abrasadores—. Respira, ____(tn) —añade suavemente.
Levanta su mano y acaricia mi mejilla, pasando sus dedos largos hacia mi barbilla, la cual toma entre su pulgar y dedo índice. Se inclina y planta un corto y puro beso en mis labios, dejándome atontada, mi interior conmocionado por la emoción del inesperado toque de sus labios.
—Me gusta este arnés —murmura.
¿Qué?
Se sienta a mi lado y se abrocha el cinturón y entonces, comienza un prolongado procedimiento de chequear indicadores, mover interruptores y botones de la alucinante matriz de diales, luces e interruptores frente a mí. Pequeñas luces parpadean y brillan en diversos diales y el panel completo se enciende.
—Ponte tus auriculares —dice, apuntando al juego de auriculares frente a mí.
Me los pongo y las hélices se encienden. Son ensordecedoras. Él se pone sus auriculares y continúa moviendo varios interruptores.
—Sólo estoy haciendo la rutina de chequeos antes de volar. —La voz de Justin está en mis oídos a través de los auriculares. Volteo y le sonrío.
—¿Sabes qué estás haciendo? —pregunto. Voltea y me sonríe.
—He sido un piloto calificado por cuatro años, ____(tn), estás a salvo conmigo. —Y me da una sonrisa lobuna—. Bueno, mientras estemos volando. —Añade y guiña.
Porqué me… ¡Justin!
—¿Estás lista?
Asiento con los ojos muy abiertos.
—Okay, Torre PDX, este es Charlie Tango, libre para despegar. Confirmar, cambio.
—Charlie Tango, estás libre. Preceder a uno cuatro mil, dirigiéndose cero uno cero, cambio.
—Torre Roger, Charlie Tango listo, cambio y fuera. Aquí vamos —añade para mí y el helicóptero se eleva lenta y suavemente en el aire.
Portland desaparece frente a nosotros cuando nos aproximamos al espacio aéreo estadounidense, aunque mi estómago continúa firmemente en Oregon. ¡Wow! Todas las luces se encogen hasta que parpadean dulcemente bajo nosotros. Es como mirar hacia afuera desde una pecera. Una vez que estamos más alto, realmente no hay nada para ver. Es negro como la boca de un lobo, ni siquiera la luna derrama alguna luz sobre nuestro viaje. ¿Cómo puede ver hacia dónde vamos?
—Sobrecogedor ¿no? —La voz de Justin está en mi oído.
—¿Cómo sabes que vas en el camino correcto?
—Aquí. —Señala con su dedo índice uno de sus indicadores y me muestra una brújula electrónica—. Esto es un Eurocopter EC135. Uno de los más seguros de su clase. Está equipado para el vuelo nocturno. —Me da un vistazo y sonríe.
—Hay una pista de aterrizaje en la cima del edificio donde vivo. Hacia allá nos dirigimos.
Desde luego que hay una pista de aterrizaje donde él vive. Estoy tan fuera de mi liga aquí. Su rostro está suavemente iluminado por las luces del panel de instrumentos. Está muy concentrado mientras continuamente mira varios diales al frente. Me empapo en sus rasgos, mirándolo de reojo. Tiene un perfil hermoso.
—Cuando vuelas en la noche, vuelas sin visibilidad. Tienes que confiar en tus instrumentos.
—¿Cuánto durará el vuelo?
—Menos de una hora si el viento está a nuestro favor.
Mmm, menos de una hora para Seattle... eso no está mal, no importa que estemos volando.
—Siéntate, no toques nada —me ordena mientras se sube detrás de mí.
Cierra la puerta. Me alegra que el área este iluminada, de otra forma, me hubiera costado trabajo ver dentro de la pequeña cabina. Me siento en mi asiento y él se hinca a un lado de mí para ponerme los arneses. Es un arnés de cuatro puntas con todas las correas conectadas a un seguro central. Ajusta las dos correas superiores, así que apenas me puedo mover. Está tan cerca y concentrado en lo que está haciendo. Si me inclinara hacia adelante, mi nariz estaría en su cabello.
Huele a limpio, a fresco, celestial, pero estoy asegurada en mi asiento y totalmente inmóvil. Él voltea a verme y sonríe, como si estuviera disfrutando de un chiste privado, sus ojos mieles cálidos. Está tan tentadoramente cerca. Detengo mi respiración mientras él estira una de las correas superiores.
—Asegurada, no hay escape —murmura, sus ojos son abrasadores—. Respira, ____(tn) —añade suavemente.
Levanta su mano y acaricia mi mejilla, pasando sus dedos largos hacia mi barbilla, la cual toma entre su pulgar y dedo índice. Se inclina y planta un corto y puro beso en mis labios, dejándome atontada, mi interior conmocionado por la emoción del inesperado toque de sus labios.
—Me gusta este arnés —murmura.
¿Qué?
Se sienta a mi lado y se abrocha el cinturón y entonces, comienza un prolongado procedimiento de chequear indicadores, mover interruptores y botones de la alucinante matriz de diales, luces e interruptores frente a mí. Pequeñas luces parpadean y brillan en diversos diales y el panel completo se enciende.
—Ponte tus auriculares —dice, apuntando al juego de auriculares frente a mí.
Me los pongo y las hélices se encienden. Son ensordecedoras. Él se pone sus auriculares y continúa moviendo varios interruptores.
—Sólo estoy haciendo la rutina de chequeos antes de volar. —La voz de Justin está en mis oídos a través de los auriculares. Volteo y le sonrío.
—¿Sabes qué estás haciendo? —pregunto. Voltea y me sonríe.
—He sido un piloto calificado por cuatro años, ____(tn), estás a salvo conmigo. —Y me da una sonrisa lobuna—. Bueno, mientras estemos volando. —Añade y guiña.
Porqué me… ¡Justin!
—¿Estás lista?
Asiento con los ojos muy abiertos.
—Okay, Torre PDX, este es Charlie Tango, libre para despegar. Confirmar, cambio.
—Charlie Tango, estás libre. Preceder a uno cuatro mil, dirigiéndose cero uno cero, cambio.
—Torre Roger, Charlie Tango listo, cambio y fuera. Aquí vamos —añade para mí y el helicóptero se eleva lenta y suavemente en el aire.
Portland desaparece frente a nosotros cuando nos aproximamos al espacio aéreo estadounidense, aunque mi estómago continúa firmemente en Oregon. ¡Wow! Todas las luces se encogen hasta que parpadean dulcemente bajo nosotros. Es como mirar hacia afuera desde una pecera. Una vez que estamos más alto, realmente no hay nada para ver. Es negro como la boca de un lobo, ni siquiera la luna derrama alguna luz sobre nuestro viaje. ¿Cómo puede ver hacia dónde vamos?
—Sobrecogedor ¿no? —La voz de Justin está en mi oído.
—¿Cómo sabes que vas en el camino correcto?
—Aquí. —Señala con su dedo índice uno de sus indicadores y me muestra una brújula electrónica—. Esto es un Eurocopter EC135. Uno de los más seguros de su clase. Está equipado para el vuelo nocturno. —Me da un vistazo y sonríe.
—Hay una pista de aterrizaje en la cima del edificio donde vivo. Hacia allá nos dirigimos.
Desde luego que hay una pista de aterrizaje donde él vive. Estoy tan fuera de mi liga aquí. Su rostro está suavemente iluminado por las luces del panel de instrumentos. Está muy concentrado mientras continuamente mira varios diales al frente. Me empapo en sus rasgos, mirándolo de reojo. Tiene un perfil hermoso.
—Cuando vuelas en la noche, vuelas sin visibilidad. Tienes que confiar en tus instrumentos.
—¿Cuánto durará el vuelo?
—Menos de una hora si el viento está a nuestro favor.
Mmm, menos de una hora para Seattle... eso no está mal, no importa que estemos volando.
Laura Bieber <3
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