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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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50 sombras de Bieber
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: 50 sombras de Bieber
Tengo menos de una hora antes de la gran revelación. Todos los músculos en mi vientre se aprietan, fuerte. Tengo un serio caso de mariposas. Se multiplican en mi estómago. Oh, mi.er.da, ¿qué tiene reservado para mí?
—¿Estás bien, ____(tn)?
—Sí. —Mi respuesta es corta y sale con dificultad por mis nervios.
Creo que sonríe, pero es difícil decirlo en la oscuridad. Justin mueve otro interruptor.
—PDX, esto es Charlie Tango ahora a los mil cuatrocientos, cambio. —Él intercambia información con el control de tráfico aéreo. Suena muy profesional para mí. Creo que nos movemos del espacio aéreo de Portland al Aeropuerto Internacional de Seattle.
—Sea-Tac entendido, cambio y fuera.
—Mira hacia allá. —Señala a una pequeña luz a lo lejos—Eso es Seattle.
—¿Siempre impresionas a las mujeres de ésta manera? “Ven y vuela en mi helicóptero” —le pregunto, genuinamente interesada.
—Nunca traje a una mujer aquí, ____(tn). Es otra primera vez para mí también. —Su voz es tranquila, seria.
Oh, esa es una respuesta inesperada. ¿Otra primera vez? ¿Oh, lo de dormir con alguien, tal vez?
—¿Estás impresionada?
—Estoy intimidada.
Él sonríe.
—¿Intimidada? —Y por un breve momento, él tiene su edad de nuevo.
Asentí.
—Eres tan... competente.
—¡Vaya! Gracias señorita Steele —dice cortésmente. Creo que está contento, pero no estoy segura.
Volamos en silencio por la oscuridad de la noche por un tiempo. La mota brillante, Seattle, poco a poco se hace más grande.
—Torre de Sea-Tac a Charlie Tango. Plan de vuelo hacia Escala. Por favor, continúe y esté alerta. Cambio.
—Esto es Charlie Tango, entendido Sea-Tac. Estoy alerta, cambio y fuera.
—Realmente disfrutas esto —murmuro.
—¿Qué? —Me mira. Parece burlón a la penumbra de los instrumentos.
—Volar —contesté.
—Requiere control y concentración... ¿Cómo podría no amarlo? Aunque prefiero volar.
—¿Volar?
—Sí. Volar sin motor. Planeadores y helicópteros. Piloteo ambos.
—Ah. — Aficiones caras. Lo recuerdo diciéndome eso durante la entrevista. A mí me gusta leer y en ocasiones ir a ver películas. Soy más común.
—Charlie Tango adelante, por favor, cambio. —La voz incorpórea de control aéreo interrumpe mi sueño. Justin responde, sonando controlado y seguro.
Seattle se está acercando. Ahora estamos realmente afuera. ¡Oh! Luce absolutamente impresionante. Seattle de noche, desde el cielo...
—Luce bien, ¿no? —murmura Justin.
Asiento entusiasmada. Parece de otro mundo, irreal y me siento como en el reparto de una película de gigantes, tal vez la película favorita de José, Bladerunner. El recuerdo del intento de beso de José me atormenta. Me empiezo a sentir un poco cruel por no llamarlo. Puede esperar hasta mañana... Seguro.
—Estaremos allí en unos minutos —murmura Justin y de repente, mi sangre palpita en mis oídos mientras los latidos de mi corazón se aceleran y la adrenalina recorre mi sistema. Empieza a hablar de nuevo con control aéreo, pero no escucho más.
Oh mi... Creo que me voy a desmayar. Mi destino está en sus manos.
Ahora volamos entre los edificios y frente a nosotros, puedo ver un rascacielos con una pista de aterrizaje en la cima. La palabra “Escala” está pintada en blanco en la cima del edificio. Está cada vez más cerca, se hace cada vez más y más grande... Como mi ansiedad. Dios, espero no defraudarlo. Él me encontrará carente de algo. Desearía haber escuchado a Kate y haber tomado uno de sus vestidos, pero a mí me gustan mis jeans negros, estoy usando una camisa verde claro y la chaqueta negra de Kate. Me veo elegante. Sujeto el borde de mi asiento cada vez más fuerte. Puedo hacerlo. Puedo hacerlo. Canto ese mantra mientras descendemos.
El helicóptero reduce la marcha, se sostiene en el aire y Justin lo deja sobre la pista de aterrizaje en la cima del edificio. Mi corazón está en mi boca. No puedo decir si es por nervios anticipados, alivio de que llegamos vivos o miedo de que de alguna manera fallaré. Él apaga el motor, el sonido del rotor disminuye y se tranquiliza hasta que escucho el sonido de mi respiración irregular. Justin se quita sus auriculares, alcanza los míos y también los quita.
—Estamos aquí —dice suavemente.
Su mirada es tan intensa, la mitad en las sombras y la otra mitad iluminada por las luces de aterrizaje. El caballero oscuro y el caballero blanco, es una metáfora apropiada para Justin. Parece tenso. Su mandíbula está apretada y sus ojos ceñidos. Desata su cinturón de seguridad y se estira para desatar el mío. Su rostro a centímetro del mío.
—No tienes que hacer nada que no quieras, sabes eso, ¿no? —Su tono es tan serio, incluso desesperado, sus ojos mieles apasionados. Me toma por sorpresa.
—Nunca haría algo que no quisiera, Justin. —Y mientras digo las palabras, no estoy completamente convencida, porque en este momento, probablemente haría cualquier cosa por este hombre sentado a mi lado. Pero eso hace la magia. Él está calmado.
Me mira con cautela por un momento y de alguna manera, aunque es tan alto, logra hacer con gracia su camino hacia la puerta del helicóptero y abrirla. Salta fuera, esperando que lo siga y toma mi mano cuando me deslizo hacia abajo a la pista de aterrizaje. Hace mucho viento en la cima del edificio y estoy nerviosa por el hecho de que estoy soportando al menos a treinta metros de altura. Justin rodea mi cintura con su brazo, atrayéndome fuertemente contra él.
—Vamos —grita sobre el ruido del viento.
Me arrastra hacia un ascensor y, después de tocar un número en el teclado, la puerta se abre. Dentro está cálido y lleno de espejos. Puedo mirar a Justin hacia donde sea que mire y lo maravilloso es que me está llevando al infinito también.
Justin introduce otro código en el teclado, luego las puertas se cierran y el ascensor desciende.
Momentos más tarde, estamos en un vestíbulo blanco. En el centro hay una oscura mesa redonda de madera y sobre ésta, un ramo increíblemente enorme de flores blancas. En las paredes, hay cuadros en todas partes. Él abre una puerta doble y el blanco continúa por el pasillo, directamente hacia una gran habitación. Es la sala de estar, con techos altísimos. Enorme es una palabra demasiado pequeña para esto. La pared lejana es de cristal y conduce a un balcón con vista a todo Seattle.
A la derecha hay un imponente sofá con forma de “u”, en el cual pueden sentarse diez adultos cómodamente. Frente a este, una chimenea moderna de acero inoxidable o platino… algo así. El fuego alumbra y arde con cuidado. A nuestra izquierda, por el camino de entrada, está la cocina. Toda de blanco, con encimeras oscuras de madera y una larga barra de desayuno para seis personas.
Cerca de la zona de la cocina, frente a la pared de vidrio, hay una mesa para cenar rodeada por dieciséis sillas. Y en la esquina hay un piano de cola negro brillante. Oh, sí... Probablemente toca el piano. Hay arte de todas las formas y tamaños en todas las paredes. De hecho, el apartamento parece más una galería que un lugar para vivir.
—¿Estás bien, ____(tn)?
—Sí. —Mi respuesta es corta y sale con dificultad por mis nervios.
Creo que sonríe, pero es difícil decirlo en la oscuridad. Justin mueve otro interruptor.
—PDX, esto es Charlie Tango ahora a los mil cuatrocientos, cambio. —Él intercambia información con el control de tráfico aéreo. Suena muy profesional para mí. Creo que nos movemos del espacio aéreo de Portland al Aeropuerto Internacional de Seattle.
—Sea-Tac entendido, cambio y fuera.
—Mira hacia allá. —Señala a una pequeña luz a lo lejos—Eso es Seattle.
—¿Siempre impresionas a las mujeres de ésta manera? “Ven y vuela en mi helicóptero” —le pregunto, genuinamente interesada.
—Nunca traje a una mujer aquí, ____(tn). Es otra primera vez para mí también. —Su voz es tranquila, seria.
Oh, esa es una respuesta inesperada. ¿Otra primera vez? ¿Oh, lo de dormir con alguien, tal vez?
—¿Estás impresionada?
—Estoy intimidada.
Él sonríe.
—¿Intimidada? —Y por un breve momento, él tiene su edad de nuevo.
Asentí.
—Eres tan... competente.
—¡Vaya! Gracias señorita Steele —dice cortésmente. Creo que está contento, pero no estoy segura.
Volamos en silencio por la oscuridad de la noche por un tiempo. La mota brillante, Seattle, poco a poco se hace más grande.
—Torre de Sea-Tac a Charlie Tango. Plan de vuelo hacia Escala. Por favor, continúe y esté alerta. Cambio.
—Esto es Charlie Tango, entendido Sea-Tac. Estoy alerta, cambio y fuera.
—Realmente disfrutas esto —murmuro.
—¿Qué? —Me mira. Parece burlón a la penumbra de los instrumentos.
—Volar —contesté.
—Requiere control y concentración... ¿Cómo podría no amarlo? Aunque prefiero volar.
—¿Volar?
—Sí. Volar sin motor. Planeadores y helicópteros. Piloteo ambos.
—Ah. — Aficiones caras. Lo recuerdo diciéndome eso durante la entrevista. A mí me gusta leer y en ocasiones ir a ver películas. Soy más común.
—Charlie Tango adelante, por favor, cambio. —La voz incorpórea de control aéreo interrumpe mi sueño. Justin responde, sonando controlado y seguro.
Seattle se está acercando. Ahora estamos realmente afuera. ¡Oh! Luce absolutamente impresionante. Seattle de noche, desde el cielo...
—Luce bien, ¿no? —murmura Justin.
Asiento entusiasmada. Parece de otro mundo, irreal y me siento como en el reparto de una película de gigantes, tal vez la película favorita de José, Bladerunner. El recuerdo del intento de beso de José me atormenta. Me empiezo a sentir un poco cruel por no llamarlo. Puede esperar hasta mañana... Seguro.
—Estaremos allí en unos minutos —murmura Justin y de repente, mi sangre palpita en mis oídos mientras los latidos de mi corazón se aceleran y la adrenalina recorre mi sistema. Empieza a hablar de nuevo con control aéreo, pero no escucho más.
Oh mi... Creo que me voy a desmayar. Mi destino está en sus manos.
Ahora volamos entre los edificios y frente a nosotros, puedo ver un rascacielos con una pista de aterrizaje en la cima. La palabra “Escala” está pintada en blanco en la cima del edificio. Está cada vez más cerca, se hace cada vez más y más grande... Como mi ansiedad. Dios, espero no defraudarlo. Él me encontrará carente de algo. Desearía haber escuchado a Kate y haber tomado uno de sus vestidos, pero a mí me gustan mis jeans negros, estoy usando una camisa verde claro y la chaqueta negra de Kate. Me veo elegante. Sujeto el borde de mi asiento cada vez más fuerte. Puedo hacerlo. Puedo hacerlo. Canto ese mantra mientras descendemos.
El helicóptero reduce la marcha, se sostiene en el aire y Justin lo deja sobre la pista de aterrizaje en la cima del edificio. Mi corazón está en mi boca. No puedo decir si es por nervios anticipados, alivio de que llegamos vivos o miedo de que de alguna manera fallaré. Él apaga el motor, el sonido del rotor disminuye y se tranquiliza hasta que escucho el sonido de mi respiración irregular. Justin se quita sus auriculares, alcanza los míos y también los quita.
—Estamos aquí —dice suavemente.
Su mirada es tan intensa, la mitad en las sombras y la otra mitad iluminada por las luces de aterrizaje. El caballero oscuro y el caballero blanco, es una metáfora apropiada para Justin. Parece tenso. Su mandíbula está apretada y sus ojos ceñidos. Desata su cinturón de seguridad y se estira para desatar el mío. Su rostro a centímetro del mío.
—No tienes que hacer nada que no quieras, sabes eso, ¿no? —Su tono es tan serio, incluso desesperado, sus ojos mieles apasionados. Me toma por sorpresa.
—Nunca haría algo que no quisiera, Justin. —Y mientras digo las palabras, no estoy completamente convencida, porque en este momento, probablemente haría cualquier cosa por este hombre sentado a mi lado. Pero eso hace la magia. Él está calmado.
Me mira con cautela por un momento y de alguna manera, aunque es tan alto, logra hacer con gracia su camino hacia la puerta del helicóptero y abrirla. Salta fuera, esperando que lo siga y toma mi mano cuando me deslizo hacia abajo a la pista de aterrizaje. Hace mucho viento en la cima del edificio y estoy nerviosa por el hecho de que estoy soportando al menos a treinta metros de altura. Justin rodea mi cintura con su brazo, atrayéndome fuertemente contra él.
—Vamos —grita sobre el ruido del viento.
Me arrastra hacia un ascensor y, después de tocar un número en el teclado, la puerta se abre. Dentro está cálido y lleno de espejos. Puedo mirar a Justin hacia donde sea que mire y lo maravilloso es que me está llevando al infinito también.
Justin introduce otro código en el teclado, luego las puertas se cierran y el ascensor desciende.
Momentos más tarde, estamos en un vestíbulo blanco. En el centro hay una oscura mesa redonda de madera y sobre ésta, un ramo increíblemente enorme de flores blancas. En las paredes, hay cuadros en todas partes. Él abre una puerta doble y el blanco continúa por el pasillo, directamente hacia una gran habitación. Es la sala de estar, con techos altísimos. Enorme es una palabra demasiado pequeña para esto. La pared lejana es de cristal y conduce a un balcón con vista a todo Seattle.
A la derecha hay un imponente sofá con forma de “u”, en el cual pueden sentarse diez adultos cómodamente. Frente a este, una chimenea moderna de acero inoxidable o platino… algo así. El fuego alumbra y arde con cuidado. A nuestra izquierda, por el camino de entrada, está la cocina. Toda de blanco, con encimeras oscuras de madera y una larga barra de desayuno para seis personas.
Cerca de la zona de la cocina, frente a la pared de vidrio, hay una mesa para cenar rodeada por dieciséis sillas. Y en la esquina hay un piano de cola negro brillante. Oh, sí... Probablemente toca el piano. Hay arte de todas las formas y tamaños en todas las paredes. De hecho, el apartamento parece más una galería que un lugar para vivir.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
—¿Puedo tomar tu chaqueta? —pregunta Justin. Niego con la cabeza. Todavía tengo frío por el viento en la pista de aterrizaje.
—¿Quieres una bebida? —pregunta él. Parpadeo.
¡Después de ayer en la noche! ¿Está tratando de ser gracioso? Por un segundo, pienso en pedirle una margarita, pero no tengo el valor.
—Voy a tomar una copa de vino blanco ¿te gustaría acompañarme?
—Sí, por favor —murmuro.
Estoy de pie en esta enorme sala, sintiéndome fuera de lugar. Me acerco a la pared de cristal y me doy cuenta que la mitad inferior de la pared se abre hacia el balcón al estilo acordeón. Seattle está iluminado y animado en el fondo. Camino de regreso a la zona de la cocina —eso toma algunos segundos ya que está muy lejos de la pared de vidrio— y Justin está abriendo una botella de vino. Se ha quitado la chaqueta.
—¿Pouilly Fumé está bien para ti?
—No sé nada sobre vinos, Justin. Estoy segura de que estará bien.
Mi voz es baja y vacilante. Mi corazón late con fuerza. Quiero huir. Esto es seriamente suntuoso.
Seriamente excesivo al estilo acaudalado de Bill Gates. ¿Qué estoy haciendo aquí? Sabes muy bien qué estás haciendo aquí, mi subconsciente se burla de mí. Sí, quiero estar en la cama de Justin Bieber.
—Aquí tienes. —Me da una copa de vino. Incluso las copas son suntuosas... pesadas, contemporáneas y de cristal. Tomo un sorbo y el vino es ligero, fresco y delicioso.
—Estás muy callada y ni siquiera estás sonrojándote. De hecho, creo que esto es lo más pálida que te he visto, ____(tn) —murmura—. ¿Tienes hambre?
Niego con la cabeza. No de comida.
—Tienes un lugar muy grande aquí.
—¿Grande?
—Grande.
—Es grande. —Coincide y sus ojos brillan con diversión. Tomo otro sorbo de vino.
—¿Tocas? —Apunto con mi barbilla hacia el piano.
—Sí.
—¿Bien?
—Sí.
—Por supuesto que sí. ¿Hay algo que no puedas hacer bien?
—Sí... un par de cosas. —Toma un sorbo de vino.
No quita sus ojos de mí. Los siento siguiéndome cuando me doy la vuelta y echo un vistazo alrededor de esta enorme sala. Sala es una palabra incorrecta. Esta no es una sala, es una declaración de principios.
—¿Quieres sentarte?
Asiento con la cabeza, él toma mi mano y me lleva al extenso sofá blanco grisáceo. Cuando me siento, estoy sorprendida por el hecho de que me siento como Tess Durbeyfield, contemplando la nueva casa que pertenece al célebre Alec D'Urberville. El pensamiento me hace sonreír.
—¿Qué es tan divertido? —Se sienta a mi lado, volviéndose para mirarme a la cara. Reposa la cabeza en su mano derecha, con su codo apoyado en el respaldo del sofá.
—¿Por qué me regalaste específicamente Tess of the D'Urbervilles? —pregunto.
Justin me mira fijamente por un momento. Creo que está sorprendido por mi pregunta.
—Bueno, dijiste que te gustaba Thomas Hardy.
—¿Esa es la única razón? —Incluso yo puedo escuchar la decepción en mi voz. Su boca se aprieta en una línea dura.
—Me pareció apropiado. Podía mantenerte en un ideal imposiblemente alto, como Angel Clare o degradarte por completo, como Alec D'Urberville —murmura y sus ojos mieles brillan oscuros y peligrosos.
—Si sólo hay dos opciones, me quedo con la degradación —susurro, mirándolo fijamente. Mi subconsciente está mirándome con asombro. Él jadea.
—____(tn), deja de morderte el labio, por favor. Es muy distractor. No sabes lo que estás diciendo.
—Es por eso que estoy aquí.
Frunce el ceño.
—Sí. ¿Me disculpas un momento? —Desaparece por una puerta ancha al lado opuesto de la sala. Se va por un par de minutos y vuelve con un documento.
—Este es un acuerdo de confidencialidad. —Se encoge de hombros y tiene la gracia de verse un poco avergonzado—. Mi abogado insiste en ello. Me lo entrega. Estoy completamente perpleja—. Si optas por la segunda opción, la degradación, tendrás que firmar esto.
—¿Y si no quiero firmar nada?
—Entonces, serán los altos ideales de Angel Clare, bueno, por la mayor parte del libro de todos modos.
—¿Qué significa este acuerdo?
—Significa que no puedes revelar nada sobre nosotros. Nada, a nadie.
—¿Quieres una bebida? —pregunta él. Parpadeo.
¡Después de ayer en la noche! ¿Está tratando de ser gracioso? Por un segundo, pienso en pedirle una margarita, pero no tengo el valor.
—Voy a tomar una copa de vino blanco ¿te gustaría acompañarme?
—Sí, por favor —murmuro.
Estoy de pie en esta enorme sala, sintiéndome fuera de lugar. Me acerco a la pared de cristal y me doy cuenta que la mitad inferior de la pared se abre hacia el balcón al estilo acordeón. Seattle está iluminado y animado en el fondo. Camino de regreso a la zona de la cocina —eso toma algunos segundos ya que está muy lejos de la pared de vidrio— y Justin está abriendo una botella de vino. Se ha quitado la chaqueta.
—¿Pouilly Fumé está bien para ti?
—No sé nada sobre vinos, Justin. Estoy segura de que estará bien.
Mi voz es baja y vacilante. Mi corazón late con fuerza. Quiero huir. Esto es seriamente suntuoso.
Seriamente excesivo al estilo acaudalado de Bill Gates. ¿Qué estoy haciendo aquí? Sabes muy bien qué estás haciendo aquí, mi subconsciente se burla de mí. Sí, quiero estar en la cama de Justin Bieber.
—Aquí tienes. —Me da una copa de vino. Incluso las copas son suntuosas... pesadas, contemporáneas y de cristal. Tomo un sorbo y el vino es ligero, fresco y delicioso.
—Estás muy callada y ni siquiera estás sonrojándote. De hecho, creo que esto es lo más pálida que te he visto, ____(tn) —murmura—. ¿Tienes hambre?
Niego con la cabeza. No de comida.
—Tienes un lugar muy grande aquí.
—¿Grande?
—Grande.
—Es grande. —Coincide y sus ojos brillan con diversión. Tomo otro sorbo de vino.
—¿Tocas? —Apunto con mi barbilla hacia el piano.
—Sí.
—¿Bien?
—Sí.
—Por supuesto que sí. ¿Hay algo que no puedas hacer bien?
—Sí... un par de cosas. —Toma un sorbo de vino.
No quita sus ojos de mí. Los siento siguiéndome cuando me doy la vuelta y echo un vistazo alrededor de esta enorme sala. Sala es una palabra incorrecta. Esta no es una sala, es una declaración de principios.
—¿Quieres sentarte?
Asiento con la cabeza, él toma mi mano y me lleva al extenso sofá blanco grisáceo. Cuando me siento, estoy sorprendida por el hecho de que me siento como Tess Durbeyfield, contemplando la nueva casa que pertenece al célebre Alec D'Urberville. El pensamiento me hace sonreír.
—¿Qué es tan divertido? —Se sienta a mi lado, volviéndose para mirarme a la cara. Reposa la cabeza en su mano derecha, con su codo apoyado en el respaldo del sofá.
—¿Por qué me regalaste específicamente Tess of the D'Urbervilles? —pregunto.
Justin me mira fijamente por un momento. Creo que está sorprendido por mi pregunta.
—Bueno, dijiste que te gustaba Thomas Hardy.
—¿Esa es la única razón? —Incluso yo puedo escuchar la decepción en mi voz. Su boca se aprieta en una línea dura.
—Me pareció apropiado. Podía mantenerte en un ideal imposiblemente alto, como Angel Clare o degradarte por completo, como Alec D'Urberville —murmura y sus ojos mieles brillan oscuros y peligrosos.
—Si sólo hay dos opciones, me quedo con la degradación —susurro, mirándolo fijamente. Mi subconsciente está mirándome con asombro. Él jadea.
—____(tn), deja de morderte el labio, por favor. Es muy distractor. No sabes lo que estás diciendo.
—Es por eso que estoy aquí.
Frunce el ceño.
—Sí. ¿Me disculpas un momento? —Desaparece por una puerta ancha al lado opuesto de la sala. Se va por un par de minutos y vuelve con un documento.
—Este es un acuerdo de confidencialidad. —Se encoge de hombros y tiene la gracia de verse un poco avergonzado—. Mi abogado insiste en ello. Me lo entrega. Estoy completamente perpleja—. Si optas por la segunda opción, la degradación, tendrás que firmar esto.
—¿Y si no quiero firmar nada?
—Entonces, serán los altos ideales de Angel Clare, bueno, por la mayor parte del libro de todos modos.
—¿Qué significa este acuerdo?
—Significa que no puedes revelar nada sobre nosotros. Nada, a nadie.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
Lo miro con incredulidad. Mi.er.da. Esto es malo, realmente malo y ahora estoy muy curiosa por saber.
—Está bien. Firmaré.
Me da una pluma.
—¿Ni siquiera vas a leerlo?
—No.
Frunce el ceño
—____(tn), siempre debes leer cualquier cosa que firmes —me aconseja.
—Justin, lo que no entiendes es que no hablaría de nosotros con nadie, de todos modos. Ni siquiera con Kate. Por lo tanto, es irrelevante si firmo un acuerdo o no. Si eso significa tanto para ti o para tu abogado… con quién obviamente hablaste, entonces está bien. Voy a firmar.
Él me mira y asiente con la cabeza seriamente.
—Punto bien planteado, señorita Steele.
Firmo ostentosamente en la línea punteada de ambas copias y le devuelvo una. Doblando la otra, la pongo en mi bolso y tomo un gran trago de vino. Estoy pareciendo mucho más valiente de lo que realmente me siento.
—¿Esto significa que vas a hacer el amor conmigo esta noche, Justin? —Mi.er.da. ¿Realmente acabo de decir eso? Su boca se abre ligeramente, pero se recupera rápidamente.
—No, ____(tn), no. En primer lugar, yo no hago el amor. Follo duro. En segundo lugar, hay mucho más papeleo por hacer y en tercer lugar, todavía no sabes lo que te espera. Aún puedes huir por las colinas. Ven, quiero mostrarte mi cuarto de juegos.
Mi boca se abre. ¡Fo.llar duro! Mi.er.da, eso suena tan... caliente. Pero ¿por qué vamos a ver un cuarto de juegos? Estoy desconcertada.
—¿Quieres jugar con tu Xbox? —pregunto. Se ríe fuerte.
—No, ____(tn), ningún Xbox, ni Playstation. Ven.
Se pone de pie, extendiendo la mano. Dejo que me lleve de nuevo hacia el pasillo. A la derecha de las puertas dobles, por dónde entramos, otra puerta conduce a una escalera. Subimos al segundo piso y doblamos a la derecha. Sacando una llave de su bolsillo, abre otra puerta y toma una respiración profunda.
—Puedes irte en cualquier momento. El helicóptero está listo para llevarte cuando quieras irte, puedes pasar la noche aquí y volver a casa por la mañana. Lo que decidas está bien.
—Sólo abre la maldita puerta, Justin.
Abre la puerta y retrocede para dejarme entrar. Lo miro una vez más. Quiero saber lo que hay aquí. Tomando una respiración profunda, entro.
Y se siente como si hubiera viajado en el tiempo de vuelta al siglo XVI y a la Inquisición española.
Mi.er.da
—Está bien. Firmaré.
Me da una pluma.
—¿Ni siquiera vas a leerlo?
—No.
Frunce el ceño
—____(tn), siempre debes leer cualquier cosa que firmes —me aconseja.
—Justin, lo que no entiendes es que no hablaría de nosotros con nadie, de todos modos. Ni siquiera con Kate. Por lo tanto, es irrelevante si firmo un acuerdo o no. Si eso significa tanto para ti o para tu abogado… con quién obviamente hablaste, entonces está bien. Voy a firmar.
Él me mira y asiente con la cabeza seriamente.
—Punto bien planteado, señorita Steele.
Firmo ostentosamente en la línea punteada de ambas copias y le devuelvo una. Doblando la otra, la pongo en mi bolso y tomo un gran trago de vino. Estoy pareciendo mucho más valiente de lo que realmente me siento.
—¿Esto significa que vas a hacer el amor conmigo esta noche, Justin? —Mi.er.da. ¿Realmente acabo de decir eso? Su boca se abre ligeramente, pero se recupera rápidamente.
—No, ____(tn), no. En primer lugar, yo no hago el amor. Follo duro. En segundo lugar, hay mucho más papeleo por hacer y en tercer lugar, todavía no sabes lo que te espera. Aún puedes huir por las colinas. Ven, quiero mostrarte mi cuarto de juegos.
Mi boca se abre. ¡Fo.llar duro! Mi.er.da, eso suena tan... caliente. Pero ¿por qué vamos a ver un cuarto de juegos? Estoy desconcertada.
—¿Quieres jugar con tu Xbox? —pregunto. Se ríe fuerte.
—No, ____(tn), ningún Xbox, ni Playstation. Ven.
Se pone de pie, extendiendo la mano. Dejo que me lleve de nuevo hacia el pasillo. A la derecha de las puertas dobles, por dónde entramos, otra puerta conduce a una escalera. Subimos al segundo piso y doblamos a la derecha. Sacando una llave de su bolsillo, abre otra puerta y toma una respiración profunda.
—Puedes irte en cualquier momento. El helicóptero está listo para llevarte cuando quieras irte, puedes pasar la noche aquí y volver a casa por la mañana. Lo que decidas está bien.
—Sólo abre la maldita puerta, Justin.
Abre la puerta y retrocede para dejarme entrar. Lo miro una vez más. Quiero saber lo que hay aquí. Tomando una respiración profunda, entro.
Y se siente como si hubiera viajado en el tiempo de vuelta al siglo XVI y a la Inquisición española.
Mi.er.da
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
2/3
Capítulo 11
La primera cosa que noto es el olor; cuero, madera y encerado con un cierto aroma cítrico. Es muy agradable, la iluminación es suave y sutil. De hecho no puedo ver la fuente de iluminación, pero está alrededor de la esquina de la sala, emitiendo una brillante luminosidad de tipo ambiental. Las paredes y el techo son de un profundo y oscuro color vino tinto, dándole a la espaciosa habitación un aspecto similar al útero femenino. El piso es de madera antigua barnizada. Hay una gran cruz fijada en la pared frente a la puerta en forma de X. Está hecha de caoba pulida y hay esposas en cada esquina. Por encima, hay una reja de hierro que cuelga del techo. Mide por lo menos unos ocho metros cuadrados y de ella cuelgan todo tipo de cuerdas, cadenas y relucientes grilletes. A cada lado de la puerta se sitúan dos largos mástiles pulidos y finamente tallados como cabezales de una baranda pero más largos, cuelgan como cortinas a través de la pared. De ellos, cuelgan un asombroso surtido de paletas, látigos, fustas e implementos plumosos de aspecto gracioso.
Al lado de la puerta hay un baúl de caoba con cajones de tamaño considerable, cada cajón es prácticamente minúsculo, como si estuvieran diseñados para contener ejemplares de un viejo museo bohemio. Me pregunto, brevemente, cuál será realmente el contenido de los cajones. ¿Quiero saberlo? En el rincón más alejado hay una banqueta de cuero acolchada de color granate y justo al lado, está fijado a la pared un estante de madera pulida que luce como una base para sostener palos de billar, pero en una inspección más cercana, me doy cuenta que sostiene bastones de diferentes longitudes y anchos.
En la esquina opuesta hay una sólida mesa de seis metros —de madera pulida y patas intrincadamente talladas— y dos taburetes a juego por debajo.
Pero lo que domina la habitación es la cama. Es más grande incluso que el tamaño extra-grande, de estilo rococó, elaboradamente tallada con cuatro postes y una cima plana. Parece de finales del siglo XIX. Bajo el dosel, puedo ver más cadenas y relucientes manguitos. No hay ropa de cama… sólo un colchón cubierto de cuero y rojos cojines de satén apilados en un extremo.
A los pies de la cama, a unos cuantos metros, hay un sofá tapizado en granate, justo en medio de la habitación, de cara a la cama. Una extraña disposición… tener un sofá frente a la cama y me sonrío a mí misma: elijo decir que el sofá es extraño cuando en realidad, es la pieza más mundana entre todo el mobiliario de la habitación. Miro hacia arriba y me quedo mirando el techo. Hay mosquetones recubriéndolo a intervalos impares. Vagamente, me pregunto para qué son.
Extrañamente, toda la madera, paredes oscuras, débil iluminación y tapicería de cuero granate le dan a la habitación algo de suavidad y romanticismo… aunque sé que es todo menos eso.
Pero creo que esta es la versión suave y romántica de Justin.
Me volteo. Él está contemplándome atentamente como sabía que estaría haciéndolo, su expresión es totalmente ilegible. Me adentro aún más en la habitación y él me sigue. La cosa con plumas me ha intrigado. La toco vacilante. Es gamuza, como un pequeño gato de nueve colas, pero más espesa. En los extremos tiene cuentas de plástico pequeñitas.
—Se llama flogger. (Mango y varias correas, puede ser usado como látigo) —La voz de Justin es suave y silenciosa.
Un flogger… Hmm. Creo que estoy conmocionada. Mi subconsciente ha emigrado, se ha quedado mudo o simplemente se desplomó. Estoy entumecida. Puedo observar y asimilar, pero no puedo expresar mis sentimientos, porque estoy conmocionada. ¿Cuál es la respuesta adecuada al encontrar en un amante potencial a un completo sádico y masoquista? Miedo… Sí… Ese parece ser el sentimiento más preocupante. Lo reconozco ahora. Pero extrañamente, no temo de él. No creo que él vaya a lastimarme, bueno, no sin mi consentimiento. Por lo que un montón de preguntas nublan mi mente. ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Con qué frecuencia? ¿Con quién? Me acerco a la cama y recorro con mis manos uno de los postes de madera tallada. El mástil es muy sólido, una excepcional artesanía.
—Di algo —ordena Justin, su voz es engañosamente suave.
—¿Le haces esto a la gente o ellos te lo hacen a ti?
Su boca se levanta en una sonrisa torcida, con diversión o quizás alivio.
—¿Gente? —Parpadea un par de veces como si considerara su respuesta—Le hago esto a las mujeres que me desean.
No entiendo.
—Si tienes voluntarias más que dispuestas ¿Por qué estoy aquí?
—Porque quiero hacer esto contigo, muchísimo.
—Ah. —Se me corta la respiración. ¿Por qué?
Deambulo hasta la esquina más alejada de la habitación, acaricio el talle superior de la banqueta acolchada y deslizo mis dedos sobre el cuero. Le gusta hacer daño a las mujeres. El pensamiento me deprime.
—¿Eres un sádico?
—Soy un Dominante. —Sus ojos son de un miel abrasador, intensos.
—¿Qué significa eso? —susurro.
—Significa que quiero que voluntariamente te entregues a mí, en todas las cosas.
Frunzo el ceño mientras intento asimilar la idea.
—¿Por qué lo haría?
—Para complacerme —susurra mientras ladea la cabeza hacia un lado y veo el fantasma de una sonrisa.
¡Complacerlo! ¡Él quiere que yo lo complazca! Creo que incluso mi boca se abre. Complacer a Justin Bieber. Y me doy cuanta en ese momento, que sí, eso es exactamente lo que quiero. Quiero que esté condenadamente encantado conmigo. Es una revelación.
—En términos muy simples, deseo que quieras complacerme —dice en voz baja.
Su voz es hipnótica.
—¿Y cómo lo hago? —Tengo la boca seca y deseo beber más vino. De acuerdo, entiendo la parte de complacer pero, ¿en dónde encaja este agradable cuartito de torturas isabelino? ¿Quiero saber la respuesta?
—Tengo reglas y quiero que las acates. Están hechas para mi placer y tu beneficio. Si sigues estas reglas hechas para mi satisfacción, te recompensaré. Si no lo haces, te castigaré y así aprenderás —susurra y le doy un vistazo al estante de bastones en cuanto lo dice.
—¿Y en dónde encaja todo esto? —Muevo mi mano abarcando toda la habitación.
—Todo esto es parte del paquete de incentivos. Tanto recompensa como castigo.
—Así que obtendrás gozo por ejercer tu voluntad sobre mí.
—Se trata de ganar tu confianza y respeto, por eso me dejarás ejercer mi voluntad sobre ti. Obtendré un gran placer, dicha, debido a tu sumisión. Mientras mayor sea tu sumisión, mayor será mi dicha, es una ecuación muy simple.
—Bueno, ¿y qué obtendré yo de esto?
Él se encoge de hombros, casi en modo de disculpas.
—A mi —dice con sencillez.
Capítulo 11
La primera cosa que noto es el olor; cuero, madera y encerado con un cierto aroma cítrico. Es muy agradable, la iluminación es suave y sutil. De hecho no puedo ver la fuente de iluminación, pero está alrededor de la esquina de la sala, emitiendo una brillante luminosidad de tipo ambiental. Las paredes y el techo son de un profundo y oscuro color vino tinto, dándole a la espaciosa habitación un aspecto similar al útero femenino. El piso es de madera antigua barnizada. Hay una gran cruz fijada en la pared frente a la puerta en forma de X. Está hecha de caoba pulida y hay esposas en cada esquina. Por encima, hay una reja de hierro que cuelga del techo. Mide por lo menos unos ocho metros cuadrados y de ella cuelgan todo tipo de cuerdas, cadenas y relucientes grilletes. A cada lado de la puerta se sitúan dos largos mástiles pulidos y finamente tallados como cabezales de una baranda pero más largos, cuelgan como cortinas a través de la pared. De ellos, cuelgan un asombroso surtido de paletas, látigos, fustas e implementos plumosos de aspecto gracioso.
Al lado de la puerta hay un baúl de caoba con cajones de tamaño considerable, cada cajón es prácticamente minúsculo, como si estuvieran diseñados para contener ejemplares de un viejo museo bohemio. Me pregunto, brevemente, cuál será realmente el contenido de los cajones. ¿Quiero saberlo? En el rincón más alejado hay una banqueta de cuero acolchada de color granate y justo al lado, está fijado a la pared un estante de madera pulida que luce como una base para sostener palos de billar, pero en una inspección más cercana, me doy cuenta que sostiene bastones de diferentes longitudes y anchos.
En la esquina opuesta hay una sólida mesa de seis metros —de madera pulida y patas intrincadamente talladas— y dos taburetes a juego por debajo.
Pero lo que domina la habitación es la cama. Es más grande incluso que el tamaño extra-grande, de estilo rococó, elaboradamente tallada con cuatro postes y una cima plana. Parece de finales del siglo XIX. Bajo el dosel, puedo ver más cadenas y relucientes manguitos. No hay ropa de cama… sólo un colchón cubierto de cuero y rojos cojines de satén apilados en un extremo.
A los pies de la cama, a unos cuantos metros, hay un sofá tapizado en granate, justo en medio de la habitación, de cara a la cama. Una extraña disposición… tener un sofá frente a la cama y me sonrío a mí misma: elijo decir que el sofá es extraño cuando en realidad, es la pieza más mundana entre todo el mobiliario de la habitación. Miro hacia arriba y me quedo mirando el techo. Hay mosquetones recubriéndolo a intervalos impares. Vagamente, me pregunto para qué son.
Extrañamente, toda la madera, paredes oscuras, débil iluminación y tapicería de cuero granate le dan a la habitación algo de suavidad y romanticismo… aunque sé que es todo menos eso.
Pero creo que esta es la versión suave y romántica de Justin.
Me volteo. Él está contemplándome atentamente como sabía que estaría haciéndolo, su expresión es totalmente ilegible. Me adentro aún más en la habitación y él me sigue. La cosa con plumas me ha intrigado. La toco vacilante. Es gamuza, como un pequeño gato de nueve colas, pero más espesa. En los extremos tiene cuentas de plástico pequeñitas.
—Se llama flogger. (Mango y varias correas, puede ser usado como látigo) —La voz de Justin es suave y silenciosa.
Un flogger… Hmm. Creo que estoy conmocionada. Mi subconsciente ha emigrado, se ha quedado mudo o simplemente se desplomó. Estoy entumecida. Puedo observar y asimilar, pero no puedo expresar mis sentimientos, porque estoy conmocionada. ¿Cuál es la respuesta adecuada al encontrar en un amante potencial a un completo sádico y masoquista? Miedo… Sí… Ese parece ser el sentimiento más preocupante. Lo reconozco ahora. Pero extrañamente, no temo de él. No creo que él vaya a lastimarme, bueno, no sin mi consentimiento. Por lo que un montón de preguntas nublan mi mente. ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Con qué frecuencia? ¿Con quién? Me acerco a la cama y recorro con mis manos uno de los postes de madera tallada. El mástil es muy sólido, una excepcional artesanía.
—Di algo —ordena Justin, su voz es engañosamente suave.
—¿Le haces esto a la gente o ellos te lo hacen a ti?
Su boca se levanta en una sonrisa torcida, con diversión o quizás alivio.
—¿Gente? —Parpadea un par de veces como si considerara su respuesta—Le hago esto a las mujeres que me desean.
No entiendo.
—Si tienes voluntarias más que dispuestas ¿Por qué estoy aquí?
—Porque quiero hacer esto contigo, muchísimo.
—Ah. —Se me corta la respiración. ¿Por qué?
Deambulo hasta la esquina más alejada de la habitación, acaricio el talle superior de la banqueta acolchada y deslizo mis dedos sobre el cuero. Le gusta hacer daño a las mujeres. El pensamiento me deprime.
—¿Eres un sádico?
—Soy un Dominante. —Sus ojos son de un miel abrasador, intensos.
—¿Qué significa eso? —susurro.
—Significa que quiero que voluntariamente te entregues a mí, en todas las cosas.
Frunzo el ceño mientras intento asimilar la idea.
—¿Por qué lo haría?
—Para complacerme —susurra mientras ladea la cabeza hacia un lado y veo el fantasma de una sonrisa.
¡Complacerlo! ¡Él quiere que yo lo complazca! Creo que incluso mi boca se abre. Complacer a Justin Bieber. Y me doy cuanta en ese momento, que sí, eso es exactamente lo que quiero. Quiero que esté condenadamente encantado conmigo. Es una revelación.
—En términos muy simples, deseo que quieras complacerme —dice en voz baja.
Su voz es hipnótica.
—¿Y cómo lo hago? —Tengo la boca seca y deseo beber más vino. De acuerdo, entiendo la parte de complacer pero, ¿en dónde encaja este agradable cuartito de torturas isabelino? ¿Quiero saber la respuesta?
—Tengo reglas y quiero que las acates. Están hechas para mi placer y tu beneficio. Si sigues estas reglas hechas para mi satisfacción, te recompensaré. Si no lo haces, te castigaré y así aprenderás —susurra y le doy un vistazo al estante de bastones en cuanto lo dice.
—¿Y en dónde encaja todo esto? —Muevo mi mano abarcando toda la habitación.
—Todo esto es parte del paquete de incentivos. Tanto recompensa como castigo.
—Así que obtendrás gozo por ejercer tu voluntad sobre mí.
—Se trata de ganar tu confianza y respeto, por eso me dejarás ejercer mi voluntad sobre ti. Obtendré un gran placer, dicha, debido a tu sumisión. Mientras mayor sea tu sumisión, mayor será mi dicha, es una ecuación muy simple.
—Bueno, ¿y qué obtendré yo de esto?
Él se encoge de hombros, casi en modo de disculpas.
—A mi —dice con sencillez.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
Por Dios. Justin desliza una mano entre su cabello cuando me mira.
—No estarás regalando nada, ____(tn), serás retribuida —murmura exasperado—. Bajemos las escaleras a donde pueda concentrarme mejor. Es una gran distracción tenerte aquí. —Me extiende su mano, la cual ahora estoy reacia a tomar.
Kate había dicho que era peligroso y estaba en lo cierto. ¿Cómo lo sabía? Él es peligroso para mi salud porque sé que diré que sí. Y parte de mí no quiere. Parte de mí quiere salir corriendo, dando gritos, de esta habitación y lo que representa. Estoy tan sobrepasada por la situación, fuera de lugar.
—No voy a hacerte daño, ____(tn)—. Sus ojos mieles imploran y sé que dice la verdad. Tomo su mano y entonces, me conduce fuera de la habitación.
—Si haces esto, entonces déjame enseñarte. —En vez de bajar las escaleras, gira a la derecha de la “Sala de juegos”, como él mismo le llama y bajamos por un corredor. Pasamos varias puertas hasta que nos detenemos en la última. Más allá de ella hay un dormitorio con una cama extra grande, todo en blanco… todo: muebles, paredes, ropa de cama. Es estéril y fría, pero con la vista más gloriosa de Seattle a través de la pared de vidrio.
—Esta será tu habitación. Puedes decorarla como quieras, tener lo que quieras aquí.
—¿Mi habitación? ¿Esperas que me mude? —No puedo ocultar el horror en mi voz.
—No a tiempo completo. Sólo por ejemplo, desde el viernes por la noche hasta el domingo. Tenemos que hablar todo eso, negociar. Si quieres hacer esto —añade, su voz es calmada y titubeante.
—¿Dormiré aquí?
—Sí.
—No contigo.
—No. Ya te lo dije, no duermo con nadie, excepto tú, cuando estás aturdida el trago. —En sus ojos hay reprimenda.
Juntos mis labios en una dura línea. Esto es lo que no puedo conciliar. El amable y bondadoso Justin, que me rescata de la embriaguez y me sostiene gentilmente mientras vomito en las azaleas con el monstruo que posee cadenas y látigos en una habitación especial.
—¿Dónde duermes tú?
—Mi habitación está abajo. Ven, debes tener hambre.
—He perdido el apetito —murmuro con petulancia.
—Tienes que comer, ____(tn)—me reprende y tomando mi mano, me conduce hacia abajo.
De vuelta a la imposiblemente gran sala, me lleno de profunda inquietud. Estoy en el borde de un precipicio y tengo que decidir si salto o no.
—Estoy plenamente consciente de que es un sendero oscuro por el que te estoy conduciendo____(tn), por lo que realmente quiero que pienses en esto. Debes tener algunas preguntas —dice mientras se pasea por la zona de la cocina, liberando mi mano.
Las tengo. Pero, ¿por dónde empezar?
—Has firmado un CDC. Puedes preguntarme lo que quieras y contestaré.
Me quedo de pie delante de la barra del desayuno, observándolo mientras abre el refrigerador y saca un plato con diferentes quesos y dos grandes racimos de uvas rojas y verdes. Lo pone en la encimera y procede a rebanar una barra de pan francés.
—Siéntate. —Señala uno de los taburetes de la barra de desayuno y obedezco sus órdenes. Si voy a hacer esto, voy a tener acostumbrarme a ello. Me doy cuenta que de que él ha sido así de mandón desde que lo conocí.
—Mencionaste un documento.
—Sí.
—¿Qué documento es ese?
—Bueno, aparte del CDC hay un documento que dice lo que haremos y lo que no. Tengo que conocer tus límites y tú tienes que conocer los míos. Esto es consensual, ____(tn).
—¿Y si no quiero hacer esto?
—No habría problema —dice con cuidado.
—Pero ¿no tendríamos ningún tipo de relación? —pregunto.
—No.
—¿Por qué?
—Este es el único tipo de relación en la que estoy interesado.
—¿Por qué?
Se encoge de hombros.
—Es mi manera de ser.
—¿Cómo te volviste de esta manera?
—¿Por qué cualquiera es de la forma que es? Eso es algo difícil de responder ¿Por qué algunas personas adoran el queso y otras lo odian? ¿Te gusta el queso?
La señora Jones, mi ama de llaves, ha dejado esto para cenar. —Toma algunos platos grandes de color blanco de un armario y pone uno frente a mí.
Estamos hablando de queso… Mi.er.da santa.
—¿Cuáles son las reglas que tengo que seguir?
—Las tengo bajo escrito. Las revisaremos una vez hayamos comido.
Comida. ¿Cómo puedo comer ahora?
—No estoy realmente hambrienta —susurro.
—Comerás —dice simplemente. El Justin dominante, todo se vuelve claro ahora.
—¿Te gustaría otra copa de vino?
—Sí, por favor.
Vierte vino en mi copa y viene a sentarse a mi lado. Tomo un sorbo apresurado.
—Sírvete, ____(tn).
Tomo un racimo pequeño de uvas. Esto lo puedo manejar. Entorna los ojos.
—¿Llevas mucho tiempo siendo así? —pregunto.
—Sí.
—¿Es fácil encontrar mujeres que quieran hacer esto?
Enarca una ceja.
—Te sorprenderías —dice con sequedad.
—Entonces, ¿por qué yo? Realmente no lo entiendo.
—No estarás regalando nada, ____(tn), serás retribuida —murmura exasperado—. Bajemos las escaleras a donde pueda concentrarme mejor. Es una gran distracción tenerte aquí. —Me extiende su mano, la cual ahora estoy reacia a tomar.
Kate había dicho que era peligroso y estaba en lo cierto. ¿Cómo lo sabía? Él es peligroso para mi salud porque sé que diré que sí. Y parte de mí no quiere. Parte de mí quiere salir corriendo, dando gritos, de esta habitación y lo que representa. Estoy tan sobrepasada por la situación, fuera de lugar.
—No voy a hacerte daño, ____(tn)—. Sus ojos mieles imploran y sé que dice la verdad. Tomo su mano y entonces, me conduce fuera de la habitación.
—Si haces esto, entonces déjame enseñarte. —En vez de bajar las escaleras, gira a la derecha de la “Sala de juegos”, como él mismo le llama y bajamos por un corredor. Pasamos varias puertas hasta que nos detenemos en la última. Más allá de ella hay un dormitorio con una cama extra grande, todo en blanco… todo: muebles, paredes, ropa de cama. Es estéril y fría, pero con la vista más gloriosa de Seattle a través de la pared de vidrio.
—Esta será tu habitación. Puedes decorarla como quieras, tener lo que quieras aquí.
—¿Mi habitación? ¿Esperas que me mude? —No puedo ocultar el horror en mi voz.
—No a tiempo completo. Sólo por ejemplo, desde el viernes por la noche hasta el domingo. Tenemos que hablar todo eso, negociar. Si quieres hacer esto —añade, su voz es calmada y titubeante.
—¿Dormiré aquí?
—Sí.
—No contigo.
—No. Ya te lo dije, no duermo con nadie, excepto tú, cuando estás aturdida el trago. —En sus ojos hay reprimenda.
Juntos mis labios en una dura línea. Esto es lo que no puedo conciliar. El amable y bondadoso Justin, que me rescata de la embriaguez y me sostiene gentilmente mientras vomito en las azaleas con el monstruo que posee cadenas y látigos en una habitación especial.
—¿Dónde duermes tú?
—Mi habitación está abajo. Ven, debes tener hambre.
—He perdido el apetito —murmuro con petulancia.
—Tienes que comer, ____(tn)—me reprende y tomando mi mano, me conduce hacia abajo.
De vuelta a la imposiblemente gran sala, me lleno de profunda inquietud. Estoy en el borde de un precipicio y tengo que decidir si salto o no.
—Estoy plenamente consciente de que es un sendero oscuro por el que te estoy conduciendo____(tn), por lo que realmente quiero que pienses en esto. Debes tener algunas preguntas —dice mientras se pasea por la zona de la cocina, liberando mi mano.
Las tengo. Pero, ¿por dónde empezar?
—Has firmado un CDC. Puedes preguntarme lo que quieras y contestaré.
Me quedo de pie delante de la barra del desayuno, observándolo mientras abre el refrigerador y saca un plato con diferentes quesos y dos grandes racimos de uvas rojas y verdes. Lo pone en la encimera y procede a rebanar una barra de pan francés.
—Siéntate. —Señala uno de los taburetes de la barra de desayuno y obedezco sus órdenes. Si voy a hacer esto, voy a tener acostumbrarme a ello. Me doy cuenta que de que él ha sido así de mandón desde que lo conocí.
—Mencionaste un documento.
—Sí.
—¿Qué documento es ese?
—Bueno, aparte del CDC hay un documento que dice lo que haremos y lo que no. Tengo que conocer tus límites y tú tienes que conocer los míos. Esto es consensual, ____(tn).
—¿Y si no quiero hacer esto?
—No habría problema —dice con cuidado.
—Pero ¿no tendríamos ningún tipo de relación? —pregunto.
—No.
—¿Por qué?
—Este es el único tipo de relación en la que estoy interesado.
—¿Por qué?
Se encoge de hombros.
—Es mi manera de ser.
—¿Cómo te volviste de esta manera?
—¿Por qué cualquiera es de la forma que es? Eso es algo difícil de responder ¿Por qué algunas personas adoran el queso y otras lo odian? ¿Te gusta el queso?
La señora Jones, mi ama de llaves, ha dejado esto para cenar. —Toma algunos platos grandes de color blanco de un armario y pone uno frente a mí.
Estamos hablando de queso… Mi.er.da santa.
—¿Cuáles son las reglas que tengo que seguir?
—Las tengo bajo escrito. Las revisaremos una vez hayamos comido.
Comida. ¿Cómo puedo comer ahora?
—No estoy realmente hambrienta —susurro.
—Comerás —dice simplemente. El Justin dominante, todo se vuelve claro ahora.
—¿Te gustaría otra copa de vino?
—Sí, por favor.
Vierte vino en mi copa y viene a sentarse a mi lado. Tomo un sorbo apresurado.
—Sírvete, ____(tn).
Tomo un racimo pequeño de uvas. Esto lo puedo manejar. Entorna los ojos.
—¿Llevas mucho tiempo siendo así? —pregunto.
—Sí.
—¿Es fácil encontrar mujeres que quieran hacer esto?
Enarca una ceja.
—Te sorprenderías —dice con sequedad.
—Entonces, ¿por qué yo? Realmente no lo entiendo.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
—____(tn), ya te lo he dicho. Hay algo en ti. Simplemente no puedo alejarme. —Sonríe irónicamente—. Soy como la polilla a la llama. —Su voz se oscurece—Te quiero de una forma tan terrible, especialmente ahora, cuando estás mordiendo tu labio de nuevo. —Toma una profunda respiración y traga.
Mi estómago se sobresalta, él me desea… de una extraña manera, cierto, pero este hermoso, extraño y pervertido hombre me desea.
—Creo que tienes ese cliché al revés —me quejo. Yo soy la polilla y él la llama y me voy a quemar. Lo sé.
—¡Come!
—No, no he firmado nada todavía, así que pienso que tiraré de mi libertad un poco más, si eso está bien para ti.
Sus ojos se suavizan y sus labios cambian a una sonrisa.
—Como desee, señorita Steele.
—¿Cuántas mujeres? —Suelto la pregunta. Pero soy muy curiosa.
—Quince.
Oh… no tantas como había pensado.
—¿Por largos periodos de tiempo?
—Algunas de ellas, si.
—¿Alguna vez heriste a alguna?
—Sí.
—¿Gravemente?
—No.
—¿Vas a herirme?
—¿Qué quieres decir?
—Físicamente, ¿vas a herirme?
—Te castigaré cuando lo requieras y será doloroso.
Creo que me siento un poco débil. Tomo otro sorbo de vino. Alcohol, esto me hará más valiente.
—¿Alguna vez has sido golpeado? —pregunto.
—Sí.
Oh… eso me sorprende. Antes de que pueda preguntarle más sobre esta revelación, interrumpe mi tren de pensamientos.
—Discutámoslo en mi estudio. Quiero mostrarte algo.
Esto es muy duro de procesar. Allí estaba yo, tontamente pensando que me gustaría pasar una noche de pasión en la cama de este hombre y en realidad, estábamos negociando este extraño acuerdo.
Lo sigo dentro de su estudio, una espaciosa habitación con otra ventana del piso al techo que se abre hacia afuera en un balcón. Se sienta al escritorio, indicándome con un movimiento que me siente en un sillón de cuero frente a él y me entrega una hoja de papel.
—Estas son las reglas. Pueden estar sujetas a cambios. Forman parte del contrato, que también puedes tener. Lee las reglas y las discutiremos.
REGLAS
Obediencia:
La Sumisa obedecerá todas las instrucciones dadas por el Dominante de inmediato, sin vacilación ni reservas y de manera expedita. La Sumisa estará de acuerdo con cualquier actividad sexual considerada adecuada y agradable por el Dominante, con excepción de aquellas actividades que se detallan en los límites de dureza (Anexo 2). Lo hará con entusiasmo y sin titubeos.
Dormir:
La Sumisa se asegurará de alcanzar un mínimo de siete horas de sueño por noche cuando no esté con el Dominante.
Comida:
La Sumisa comerá regularmente para mantener su salud y bienestar de una lista de alimentos (Anexo 4). La Sumisa no ingerirá alimentos entre comidas, con excepción de fruta.
Vestimenta:
Durante el plazo, la Sumisa vestirá solo lo aprobado por el Dominante. El Dominante proporcionará un presupuesto de ropa a la Sumisa, el cual la Sumisa debe utilizar. El Dominante deberá acompañar a la Sumisa a comprar sobre una base ad hoc. Si el Dominante así lo exige, la Sumisa deberá usar, durante el plazo, cualquier adorno que el Dominante requiera, en presencia del Dominante y en cualquier otro momento que el Dominante considere conveniente.
Ejercicio:
El Dominante proveerá a la Sumisa un entrenador personal cuatro veces por semana en sesiones de una hora de duración, en horarios de mutuo acuerdo entre el entrenador personal y la Sumisa. El entrenador personal reportará al Dominante sobre el progreso de la Sumisa.
Higiene personal / belleza:
La Sumisa se mantendrá limpia y afeitada y/o depilada en todo momento. La Sumisa visitará el salón de belleza de la elección del Dominante las veces que decida el Dominante y se someterá a tratamientos que el Dominante crea convenientes.
Cuidado personal:
La Sumisa no beberá en exceso, no fumará, no tomará drogas recreativas o se expondrá a cualquier peligro innecesario.
Cualidades personales:
La Sumisa no tendrá relaciones sexuales con alguien que no sea el Dominante. La Sumisa se conducirá de una manera respetuosa y modesta en todo momento. Debe reconocer que su comportamiento es un reflejo directo del Dominante. Ella se hará responsable por cualquier delito, error o mala conducta cometida cuando no esté en presencia del Dominante.
El incumplimiento de cualquiera de los anteriores, resultará en un castigo inmediato, cuya naturaleza será determinada por el Dominante.
Mi estómago se sobresalta, él me desea… de una extraña manera, cierto, pero este hermoso, extraño y pervertido hombre me desea.
—Creo que tienes ese cliché al revés —me quejo. Yo soy la polilla y él la llama y me voy a quemar. Lo sé.
—¡Come!
—No, no he firmado nada todavía, así que pienso que tiraré de mi libertad un poco más, si eso está bien para ti.
Sus ojos se suavizan y sus labios cambian a una sonrisa.
—Como desee, señorita Steele.
—¿Cuántas mujeres? —Suelto la pregunta. Pero soy muy curiosa.
—Quince.
Oh… no tantas como había pensado.
—¿Por largos periodos de tiempo?
—Algunas de ellas, si.
—¿Alguna vez heriste a alguna?
—Sí.
—¿Gravemente?
—No.
—¿Vas a herirme?
—¿Qué quieres decir?
—Físicamente, ¿vas a herirme?
—Te castigaré cuando lo requieras y será doloroso.
Creo que me siento un poco débil. Tomo otro sorbo de vino. Alcohol, esto me hará más valiente.
—¿Alguna vez has sido golpeado? —pregunto.
—Sí.
Oh… eso me sorprende. Antes de que pueda preguntarle más sobre esta revelación, interrumpe mi tren de pensamientos.
—Discutámoslo en mi estudio. Quiero mostrarte algo.
Esto es muy duro de procesar. Allí estaba yo, tontamente pensando que me gustaría pasar una noche de pasión en la cama de este hombre y en realidad, estábamos negociando este extraño acuerdo.
Lo sigo dentro de su estudio, una espaciosa habitación con otra ventana del piso al techo que se abre hacia afuera en un balcón. Se sienta al escritorio, indicándome con un movimiento que me siente en un sillón de cuero frente a él y me entrega una hoja de papel.
—Estas son las reglas. Pueden estar sujetas a cambios. Forman parte del contrato, que también puedes tener. Lee las reglas y las discutiremos.
REGLAS
Obediencia:
La Sumisa obedecerá todas las instrucciones dadas por el Dominante de inmediato, sin vacilación ni reservas y de manera expedita. La Sumisa estará de acuerdo con cualquier actividad sexual considerada adecuada y agradable por el Dominante, con excepción de aquellas actividades que se detallan en los límites de dureza (Anexo 2). Lo hará con entusiasmo y sin titubeos.
Dormir:
La Sumisa se asegurará de alcanzar un mínimo de siete horas de sueño por noche cuando no esté con el Dominante.
Comida:
La Sumisa comerá regularmente para mantener su salud y bienestar de una lista de alimentos (Anexo 4). La Sumisa no ingerirá alimentos entre comidas, con excepción de fruta.
Vestimenta:
Durante el plazo, la Sumisa vestirá solo lo aprobado por el Dominante. El Dominante proporcionará un presupuesto de ropa a la Sumisa, el cual la Sumisa debe utilizar. El Dominante deberá acompañar a la Sumisa a comprar sobre una base ad hoc. Si el Dominante así lo exige, la Sumisa deberá usar, durante el plazo, cualquier adorno que el Dominante requiera, en presencia del Dominante y en cualquier otro momento que el Dominante considere conveniente.
Ejercicio:
El Dominante proveerá a la Sumisa un entrenador personal cuatro veces por semana en sesiones de una hora de duración, en horarios de mutuo acuerdo entre el entrenador personal y la Sumisa. El entrenador personal reportará al Dominante sobre el progreso de la Sumisa.
Higiene personal / belleza:
La Sumisa se mantendrá limpia y afeitada y/o depilada en todo momento. La Sumisa visitará el salón de belleza de la elección del Dominante las veces que decida el Dominante y se someterá a tratamientos que el Dominante crea convenientes.
Cuidado personal:
La Sumisa no beberá en exceso, no fumará, no tomará drogas recreativas o se expondrá a cualquier peligro innecesario.
Cualidades personales:
La Sumisa no tendrá relaciones sexuales con alguien que no sea el Dominante. La Sumisa se conducirá de una manera respetuosa y modesta en todo momento. Debe reconocer que su comportamiento es un reflejo directo del Dominante. Ella se hará responsable por cualquier delito, error o mala conducta cometida cuando no esté en presencia del Dominante.
El incumplimiento de cualquiera de los anteriores, resultará en un castigo inmediato, cuya naturaleza será determinada por el Dominante.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
—¿Límites de dureza? —pregunto.
—Si. Lo que no vas a hacer, lo que no voy a hacer, tenemos que especificarlo en nuestro contrato.
—No estoy segura sobre aceptar dinero para ropa. Se siente incorrecto. —Me muevo incómodamente.
—Quiero despilfarrar dinero sobre ti, déjame comprarte unas cuantas prendas. Quizás necesite que me acompañes a algunas funciones y quiero que vistas bien. Estoy seguro de que tu salario, cuando consigas un trabajo, no va a cubrir el tipo de ropa que me gustaría que uses.
—¿No tendré que usarlos cuando no esté contigo?
—No.
—De acuerdo. — Será como una especie de uniforme.
—No quiero ejercicios cuatro veces a la semana.
—____(tn), te necesito flexible, fuerte y con resistencia. Créeme. Necesitas ejercicio.
—Pero seguramente no cuatro veces a la semana, ¿qué tal tres?
—Quiero que hagas cuatro.
—¿Pensaba que esto era una negociación?
Frunce los labios en mi dirección.
—De acuerdo, señorita Steele, otro punto bien hecho. ¿Qué te parece una hora por tres días y un día de media hora?
—Tres días, tres horas. Tengo la impresión de que vas a mantenerme ejercitada cuando este aquí.
Sonríe con malicia y sus ojos brillan como aliviados.
—Sí, lo haré —estuvo de acuerdo—. ¿Segura de que no quieres practicar en mi compañía? Eres buena negociando.
—No, no pienso que sea buena idea. —Miro abajo, hacia sus reglas. ¡Depilación! ¿Depilar qué? ¿Todo? Uf.
—Entonces, límites. Estos son los míos. —Me da otra hoja de papel.
Límites de dureza:
- No actos que involucren encender fuego.
- No actos que involucren micción, defecación y derivados.
- No actos que involucren agujas, cuchillos, piercings o sangre.
- No actos que involucren instrumentos médicos ginecológicos.
- No actos que involucren niños o animales.
- No actos que puedan dejar marcas permanentes en la piel.
- No actos que involucren control de la respiración.
Ugh. ¡Tenía que escribir esto hasta abajo! Por supuesto, todo ello luce muy sensible y, francamente, necesario… a cualquier persona sana no le gustaría estar involucrada en este tipo de cosas ¿no? Aunque ahora, me siento un poco mareada.
—¿Hay algo que te gustaría agregar? —pregunta amablemente.
Mi.er.da. No tengo idea. Estoy completamente perpleja. Me mira y frunce el ceño.
—¿Hay algo que no quieras hacer?
—No lo sé.
—¿Qué quieres decir con que no lo sabes?
Me remuevo incómoda y muerdo mi labio.
—Nunca he hecho algo como esto.
—Bueno, cuando has tenido sexo, ¿hubo algo que no te gustara hacer?
Por primera vez en lo que parecían ser años, me sonrojo.
—Puedes decirme, ____(tn). Debemos ser honestos con el otro o esto no va a funcionar.
Me remuevo incómoda nuevamente y miro mis dedos entrelazados.
—Dime —ordena.
—Bueno… nunca antes he tenido sexo, así que no sé. —Mi voz se reduce.
Lo miro y él está mirándome, con la boca abierta, congelado y pálido, muy pálido.
—¿Nunca? —Susurra. Niego con la cabeza.
—¿Eres virgen? —Respira. Asiento con la cabeza, enrojeciendo de nuevo. Cierra los ojos y parece como si contara hasta diez. Cuando los abre nuevamente, está enojado, mirándome.
—¿Por qué mi.er.da no me lo dijiste? —gruñe.
—Si. Lo que no vas a hacer, lo que no voy a hacer, tenemos que especificarlo en nuestro contrato.
—No estoy segura sobre aceptar dinero para ropa. Se siente incorrecto. —Me muevo incómodamente.
—Quiero despilfarrar dinero sobre ti, déjame comprarte unas cuantas prendas. Quizás necesite que me acompañes a algunas funciones y quiero que vistas bien. Estoy seguro de que tu salario, cuando consigas un trabajo, no va a cubrir el tipo de ropa que me gustaría que uses.
—¿No tendré que usarlos cuando no esté contigo?
—No.
—De acuerdo. — Será como una especie de uniforme.
—No quiero ejercicios cuatro veces a la semana.
—____(tn), te necesito flexible, fuerte y con resistencia. Créeme. Necesitas ejercicio.
—Pero seguramente no cuatro veces a la semana, ¿qué tal tres?
—Quiero que hagas cuatro.
—¿Pensaba que esto era una negociación?
Frunce los labios en mi dirección.
—De acuerdo, señorita Steele, otro punto bien hecho. ¿Qué te parece una hora por tres días y un día de media hora?
—Tres días, tres horas. Tengo la impresión de que vas a mantenerme ejercitada cuando este aquí.
Sonríe con malicia y sus ojos brillan como aliviados.
—Sí, lo haré —estuvo de acuerdo—. ¿Segura de que no quieres practicar en mi compañía? Eres buena negociando.
—No, no pienso que sea buena idea. —Miro abajo, hacia sus reglas. ¡Depilación! ¿Depilar qué? ¿Todo? Uf.
—Entonces, límites. Estos son los míos. —Me da otra hoja de papel.
Límites de dureza:
- No actos que involucren encender fuego.
- No actos que involucren micción, defecación y derivados.
- No actos que involucren agujas, cuchillos, piercings o sangre.
- No actos que involucren instrumentos médicos ginecológicos.
- No actos que involucren niños o animales.
- No actos que puedan dejar marcas permanentes en la piel.
- No actos que involucren control de la respiración.
Ugh. ¡Tenía que escribir esto hasta abajo! Por supuesto, todo ello luce muy sensible y, francamente, necesario… a cualquier persona sana no le gustaría estar involucrada en este tipo de cosas ¿no? Aunque ahora, me siento un poco mareada.
—¿Hay algo que te gustaría agregar? —pregunta amablemente.
Mi.er.da. No tengo idea. Estoy completamente perpleja. Me mira y frunce el ceño.
—¿Hay algo que no quieras hacer?
—No lo sé.
—¿Qué quieres decir con que no lo sabes?
Me remuevo incómoda y muerdo mi labio.
—Nunca he hecho algo como esto.
—Bueno, cuando has tenido sexo, ¿hubo algo que no te gustara hacer?
Por primera vez en lo que parecían ser años, me sonrojo.
—Puedes decirme, ____(tn). Debemos ser honestos con el otro o esto no va a funcionar.
Me remuevo incómoda nuevamente y miro mis dedos entrelazados.
—Dime —ordena.
—Bueno… nunca antes he tenido sexo, así que no sé. —Mi voz se reduce.
Lo miro y él está mirándome, con la boca abierta, congelado y pálido, muy pálido.
—¿Nunca? —Susurra. Niego con la cabeza.
—¿Eres virgen? —Respira. Asiento con la cabeza, enrojeciendo de nuevo. Cierra los ojos y parece como si contara hasta diez. Cuando los abre nuevamente, está enojado, mirándome.
—¿Por qué mi.er.da no me lo dijiste? —gruñe.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
3/3
Capítulo 12
Justin está pasando ambas manos por su cabello y caminando de un lado a otro por su estudio. Dos manos, eso es doble exasperación. Su control sólido usual se ha esfumado.
―No entiendo por qué no me dijiste ―me crítica severamente.
―El tema nunca surgió. No tengo la costumbre de revelar mi estatus sexual a todo el mundo.
Estoy mirando mis manos. ¿Por qué me estoy sintiendo culpable? ¿Por qué está tan enojado? Le doy una mirada.
―Bueno, tú sabes mucho sobre mí ahora ―chasquea, su boca se presiona en una línea severa―. ¡Sabía que eras inexperta, pero virgen! ―Lo dice como si realmente fuera una mala palabra―. Rayos, ____(tn), acabo de mostrarte. Puede que Dios me perdone. ¿Alguna vez has sido besada, sin contarme a mí?
―Por supuesto que sí. ―Hago mi mejor esfuerzo para lucir ofendida. De acuerdo… quizás dos veces.
―¿Y un joven agradable no ha caído rendido a tus pies? Simplemente no entiendo. Tienes veintiuno, casi veintidós. Eres hermosa.
Pasa sus manos por su cabello otra vez.
Hermosa. Me sonrojo, complacida. Justin Bieber piensa que soy hermosa. Anudo mis dedos, mirándolos fijamente, tratando de ocultar mi sonrisa tonta. Quizás es corto de vista, mi subconsciente ha levantado su cabeza. ¿Dónde estaba cuando la necesitaba?
―Y estás discutiendo con seriedad lo que quiero hacer, cuando no tienes experiencia. ―Sus cejas se juntan―¿Cómo has evitado el sexo? Dime, por favor.
Me encojo de hombros.
―No ha habido nadie en realidad, ya sabes. ―Nadie ha estado a la altura, sólo tú. Y resultaste ser alguna clase de monstruo―. ¿Por qué estás tan enojado conmigo? ―susurro.
―No estoy enojado contigo, estoy enojado conmigo. Simplemente asumí…
―Suspira. Me mira con astucia y luego sacude su cabeza― ¿Quieres irte? ―pregunta, su voz gentil.
―No, a menos que quieras que me vaya ―murmuro. Oh no… No quiero irme.
―Por supuesto que no. Me gusta tenerte aquí. ―Él frunce el ceño mientras dice esto y luego mira su reloj―Es tarde. ―Y se gira para mirarme―Estás mordiéndote el labio. ―Su voz es ronca y está mirándome especulativamente.
―Lo siento.
―No te disculpes. Es sólo que también quiero morderlo.
Jadeo… cómo puede decirme cosas como esa y esperar que no esté afectada.
―Ven ―murmura.
―¿Qué?
―Vamos a rectificar la situación ahora mismo.
―¿Qué quieres decir? ¿Qué situación?
―Tu situación. ____(tn), voy a hacerte el amor, ahora.
―Oh. ―El piso se ha desmoronado. Soy una situación. Estoy sosteniendo mi respiración.
―Si es que quieres hacerlo, quiero decir, no quiero empujar mi suerte.
―Creí que tú no hacías el amor, que fo.llabas duro. ―Trago saliva, mi boca repentinamente seca.
Me da una sonrisa maliciosa, los efectos de ésta viajan todo el camino hasta allí.
―Puedo hacer una excepción o quizás combine los dos, ya veremos. Realmente quiero hacerte el amor. Por favor, ven a mi cama conmigo. Quiero que nuestro acuerdo funcione, pero realmente necesitas tener alguna idea de en qué te estás metiendo. Podemos empezar tu entrenamiento esta noche, con lo básico. Esto no significa que todo vaya a volverse corazones y flores, es un medio para un fin, pero uno que quiero, y que espero que tú también. ―Su mirada miel es intensa.
Me sonrojo… Oh Dios mío… los deseos se hacen realidad.
―Pero no he hecho todas las cosas que exiges de tu lista de reglas. ―Mi voz está entrecortada, vacilante.
―Olvídate de las reglas. Olvídate de todos esos detalles por esta noche. Te deseo. Te he deseado desde que entraste en mi oficina y sé que me deseas. No estarías sentada aquí discutiendo calmadamente sobre castigo y límites estrictos si no lo hicieras. Por favor, ____(tn), pasa la noche conmigo.
Capítulo 12
Justin está pasando ambas manos por su cabello y caminando de un lado a otro por su estudio. Dos manos, eso es doble exasperación. Su control sólido usual se ha esfumado.
―No entiendo por qué no me dijiste ―me crítica severamente.
―El tema nunca surgió. No tengo la costumbre de revelar mi estatus sexual a todo el mundo.
Estoy mirando mis manos. ¿Por qué me estoy sintiendo culpable? ¿Por qué está tan enojado? Le doy una mirada.
―Bueno, tú sabes mucho sobre mí ahora ―chasquea, su boca se presiona en una línea severa―. ¡Sabía que eras inexperta, pero virgen! ―Lo dice como si realmente fuera una mala palabra―. Rayos, ____(tn), acabo de mostrarte. Puede que Dios me perdone. ¿Alguna vez has sido besada, sin contarme a mí?
―Por supuesto que sí. ―Hago mi mejor esfuerzo para lucir ofendida. De acuerdo… quizás dos veces.
―¿Y un joven agradable no ha caído rendido a tus pies? Simplemente no entiendo. Tienes veintiuno, casi veintidós. Eres hermosa.
Pasa sus manos por su cabello otra vez.
Hermosa. Me sonrojo, complacida. Justin Bieber piensa que soy hermosa. Anudo mis dedos, mirándolos fijamente, tratando de ocultar mi sonrisa tonta. Quizás es corto de vista, mi subconsciente ha levantado su cabeza. ¿Dónde estaba cuando la necesitaba?
―Y estás discutiendo con seriedad lo que quiero hacer, cuando no tienes experiencia. ―Sus cejas se juntan―¿Cómo has evitado el sexo? Dime, por favor.
Me encojo de hombros.
―No ha habido nadie en realidad, ya sabes. ―Nadie ha estado a la altura, sólo tú. Y resultaste ser alguna clase de monstruo―. ¿Por qué estás tan enojado conmigo? ―susurro.
―No estoy enojado contigo, estoy enojado conmigo. Simplemente asumí…
―Suspira. Me mira con astucia y luego sacude su cabeza― ¿Quieres irte? ―pregunta, su voz gentil.
―No, a menos que quieras que me vaya ―murmuro. Oh no… No quiero irme.
―Por supuesto que no. Me gusta tenerte aquí. ―Él frunce el ceño mientras dice esto y luego mira su reloj―Es tarde. ―Y se gira para mirarme―Estás mordiéndote el labio. ―Su voz es ronca y está mirándome especulativamente.
―Lo siento.
―No te disculpes. Es sólo que también quiero morderlo.
Jadeo… cómo puede decirme cosas como esa y esperar que no esté afectada.
―Ven ―murmura.
―¿Qué?
―Vamos a rectificar la situación ahora mismo.
―¿Qué quieres decir? ¿Qué situación?
―Tu situación. ____(tn), voy a hacerte el amor, ahora.
―Oh. ―El piso se ha desmoronado. Soy una situación. Estoy sosteniendo mi respiración.
―Si es que quieres hacerlo, quiero decir, no quiero empujar mi suerte.
―Creí que tú no hacías el amor, que fo.llabas duro. ―Trago saliva, mi boca repentinamente seca.
Me da una sonrisa maliciosa, los efectos de ésta viajan todo el camino hasta allí.
―Puedo hacer una excepción o quizás combine los dos, ya veremos. Realmente quiero hacerte el amor. Por favor, ven a mi cama conmigo. Quiero que nuestro acuerdo funcione, pero realmente necesitas tener alguna idea de en qué te estás metiendo. Podemos empezar tu entrenamiento esta noche, con lo básico. Esto no significa que todo vaya a volverse corazones y flores, es un medio para un fin, pero uno que quiero, y que espero que tú también. ―Su mirada miel es intensa.
Me sonrojo… Oh Dios mío… los deseos se hacen realidad.
―Pero no he hecho todas las cosas que exiges de tu lista de reglas. ―Mi voz está entrecortada, vacilante.
―Olvídate de las reglas. Olvídate de todos esos detalles por esta noche. Te deseo. Te he deseado desde que entraste en mi oficina y sé que me deseas. No estarías sentada aquí discutiendo calmadamente sobre castigo y límites estrictos si no lo hicieras. Por favor, ____(tn), pasa la noche conmigo.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
Ok, esta parte ya es un poco HOT, solo aviso.
Extiende su mano en mi dirección, sus ojos están brillantes, ardientes… excitados y pongo mi mano en la suya. Él me empuja hacia sus brazos así que puedo sentir la longitud de su cuerpo contra el mío, esta acción rápida me toma por sorpresa. Pasa sus dedos alrededor de mi cuello, enrolla mi cola de caballo alrededor de su muñeca y empuja gentilmente, así que me veo obligada a mirar arriba hacia él. También me mira.
―Eres una joven valiente ―susurra―. Estoy impresionado.
Sus palabras son como alguna clase de artefacto incendiario; mi sangre arde. Se inclina, besa mis labios gentilmente y chupa mi labio inferior.
―Quiero morder este labio ―murmura contra mi boca y cuidadosamente tira de éste con sus dientes. Gimo y él sonríe.
―Por favor, ____(tn), déjame hacerte el amor.
―Sí ―susurro, porque esa es la razón por la que estoy aquí.
Su sonrisa es triunfante mientras me libera, toma mi mano y me lleva a través del apartamento.
Su habitación es enorme. Las ventanas dejan ver un Seattle iluminado y elevado. Las paredes son blancas y los muebles son azul pálido. La cama enorme es ultra-moderna, hecha de madera gris y áspera, cuatro postes pero sin dosel. Sobre la pared encima de estos hay una pintura impresionante del mar.
Estoy temblando como una hoja. Esto es. Finalmente, después de todo este tiempo, voy a hacerlo, con nadie más que Justin Bieber. Mi respiración es superficial y no puedo quitarle los ojos de encima. Él se quita su reloj y lo pone sobre la parte superior de un mueble con cajones a juego con la cama y se quita la chaqueta, dejándola sobre la silla. Está vestido con una camisa de lino blanco y pantalones. Es de una belleza sorprendente. Su cabello cobrizo oscuro es un desastre, su camisa está por fuera, sus ojos mieles audaces y deslumbrantes. Se quita los zapatos, se estira y se saca las medias, una por una. Los pies de Justin Bieber… vaya… ¿qué tienen los pies descalzos? Girándose, me mira, su expresión suave.
―Asumo que no tomas la píldora.
¡Qué! Mi.er.da.
―Pensé que no. ―Abre el cajón superior del mueble y saca un paquete de condones. Me mira atentamente.
―Prepárate ―murmura―. ¿Quieres las cortinas cerradas?
―No me importa ―susurro― Pensé que no dejabas que nadie durmiera en tu cama.
―¿Quién dice que vamos a dormir? ―murmura suavemente.
―Oh.
Camina lentamente hacia mí. Confiado, sexy, sus ojos ardientes y mi corazón empieza a palpitar. Mi sangre está bombeando alrededor de mi cuerpo. Deseo, denso y caliente llena mi estómago. Él se para frente de mí, mirándome a los ojos. Es jodidamente atractivo.
―Vamos a quitar esta chaqueta, ¿de acuerdo? ―dice suavemente, toma las solapas y desliza gentilmente mi chaqueta por mis hombros. La deja sobre la silla.
―¿Tienes idea de lo mucho que te deseo, ____(tn) Steele? ―susurra.
Mi respiración se entrecorta. No puedo quitar mis ojos de los suyos. Se estira y gentilmente pasa sus dedos desde mi mejilla hasta mi barbilla.
―¿Tienes alguna idea de lo que voy a hacerte? ―agrega, acariciando mi barbilla.
Los músculos dentro de la parte más profunda y más oscura de mí se aprietan de la forma más deliciosa. El dolor es tan dulce y agudo que quiero cerrar mis ojos, pero estoy hipnotizada por los ojos mieles mirándome fervientemente.
Inclinándose, me besa. Sus labios son demandantes, firmes y lentos, moldeando los míos. Empieza a desabotonar mi camisa mientras deja besos como toques de plumas sobre mi mandíbula, mi barbilla y las esquinas de mi boca. Lentamente la quita y la deja caer al suelo. Retrocede y me mira. Tengo un sostén de ajuste perfecto de color azul claro. Gracias al cielo.
―Oh, ____(tn) ―respira―. Tienes la piel más hermosa, pálida y perfecta. Quiero besar cada centímetro de tu cuerpo.
Me sonrojo. Oh Dios mío… ¿Por qué dijo que no podía hacerme el amor? Haré cualquier cosa que quiera. Toma mi lazo para el cabello, lo quita y jadea cuando mi cabello cae en cascadas alrededor de mis hombros.
―Me gustan las morenas ―murmura y sus manos están en mi cabello, agarrando cada lado de mi cabeza.
Su beso es demandante, su lengua y labios miman los míos. Gimo y mi lengua encuentra tentativamente la suya. Pone sus brazos a mí alrededor y me arrastra contra su cuerpo, apretándome con fuerza. Una mano permanece en mi cabello, la otra viaja por mi espina dorsal hasta mi cintura y luego a mi trasero. Sus manos se flexionan sobre él y aprieta gentilmente. Me sostiene contra sus caderas y siento su erección, que lánguidamente empuja hacia mí.
Gimo una vez más en su boca. Difícilmente puedo contener las sensaciones desenfrenadas o las hormonas que se alborotan a través de mi cuerpo. Lo deseo con tantas ganas.
Extiende su mano en mi dirección, sus ojos están brillantes, ardientes… excitados y pongo mi mano en la suya. Él me empuja hacia sus brazos así que puedo sentir la longitud de su cuerpo contra el mío, esta acción rápida me toma por sorpresa. Pasa sus dedos alrededor de mi cuello, enrolla mi cola de caballo alrededor de su muñeca y empuja gentilmente, así que me veo obligada a mirar arriba hacia él. También me mira.
―Eres una joven valiente ―susurra―. Estoy impresionado.
Sus palabras son como alguna clase de artefacto incendiario; mi sangre arde. Se inclina, besa mis labios gentilmente y chupa mi labio inferior.
―Quiero morder este labio ―murmura contra mi boca y cuidadosamente tira de éste con sus dientes. Gimo y él sonríe.
―Por favor, ____(tn), déjame hacerte el amor.
―Sí ―susurro, porque esa es la razón por la que estoy aquí.
Su sonrisa es triunfante mientras me libera, toma mi mano y me lleva a través del apartamento.
Su habitación es enorme. Las ventanas dejan ver un Seattle iluminado y elevado. Las paredes son blancas y los muebles son azul pálido. La cama enorme es ultra-moderna, hecha de madera gris y áspera, cuatro postes pero sin dosel. Sobre la pared encima de estos hay una pintura impresionante del mar.
Estoy temblando como una hoja. Esto es. Finalmente, después de todo este tiempo, voy a hacerlo, con nadie más que Justin Bieber. Mi respiración es superficial y no puedo quitarle los ojos de encima. Él se quita su reloj y lo pone sobre la parte superior de un mueble con cajones a juego con la cama y se quita la chaqueta, dejándola sobre la silla. Está vestido con una camisa de lino blanco y pantalones. Es de una belleza sorprendente. Su cabello cobrizo oscuro es un desastre, su camisa está por fuera, sus ojos mieles audaces y deslumbrantes. Se quita los zapatos, se estira y se saca las medias, una por una. Los pies de Justin Bieber… vaya… ¿qué tienen los pies descalzos? Girándose, me mira, su expresión suave.
―Asumo que no tomas la píldora.
¡Qué! Mi.er.da.
―Pensé que no. ―Abre el cajón superior del mueble y saca un paquete de condones. Me mira atentamente.
―Prepárate ―murmura―. ¿Quieres las cortinas cerradas?
―No me importa ―susurro― Pensé que no dejabas que nadie durmiera en tu cama.
―¿Quién dice que vamos a dormir? ―murmura suavemente.
―Oh.
Camina lentamente hacia mí. Confiado, sexy, sus ojos ardientes y mi corazón empieza a palpitar. Mi sangre está bombeando alrededor de mi cuerpo. Deseo, denso y caliente llena mi estómago. Él se para frente de mí, mirándome a los ojos. Es jodidamente atractivo.
―Vamos a quitar esta chaqueta, ¿de acuerdo? ―dice suavemente, toma las solapas y desliza gentilmente mi chaqueta por mis hombros. La deja sobre la silla.
―¿Tienes idea de lo mucho que te deseo, ____(tn) Steele? ―susurra.
Mi respiración se entrecorta. No puedo quitar mis ojos de los suyos. Se estira y gentilmente pasa sus dedos desde mi mejilla hasta mi barbilla.
―¿Tienes alguna idea de lo que voy a hacerte? ―agrega, acariciando mi barbilla.
Los músculos dentro de la parte más profunda y más oscura de mí se aprietan de la forma más deliciosa. El dolor es tan dulce y agudo que quiero cerrar mis ojos, pero estoy hipnotizada por los ojos mieles mirándome fervientemente.
Inclinándose, me besa. Sus labios son demandantes, firmes y lentos, moldeando los míos. Empieza a desabotonar mi camisa mientras deja besos como toques de plumas sobre mi mandíbula, mi barbilla y las esquinas de mi boca. Lentamente la quita y la deja caer al suelo. Retrocede y me mira. Tengo un sostén de ajuste perfecto de color azul claro. Gracias al cielo.
―Oh, ____(tn) ―respira―. Tienes la piel más hermosa, pálida y perfecta. Quiero besar cada centímetro de tu cuerpo.
Me sonrojo. Oh Dios mío… ¿Por qué dijo que no podía hacerme el amor? Haré cualquier cosa que quiera. Toma mi lazo para el cabello, lo quita y jadea cuando mi cabello cae en cascadas alrededor de mis hombros.
―Me gustan las morenas ―murmura y sus manos están en mi cabello, agarrando cada lado de mi cabeza.
Su beso es demandante, su lengua y labios miman los míos. Gimo y mi lengua encuentra tentativamente la suya. Pone sus brazos a mí alrededor y me arrastra contra su cuerpo, apretándome con fuerza. Una mano permanece en mi cabello, la otra viaja por mi espina dorsal hasta mi cintura y luego a mi trasero. Sus manos se flexionan sobre él y aprieta gentilmente. Me sostiene contra sus caderas y siento su erección, que lánguidamente empuja hacia mí.
Gimo una vez más en su boca. Difícilmente puedo contener las sensaciones desenfrenadas o las hormonas que se alborotan a través de mi cuerpo. Lo deseo con tantas ganas.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
Tomando la parte superior de sus brazos, siento sus bíceps, él es sorprendentemente fuerte… musculado. Tentativamente, muevo mis manos a su rostro y hacia su cabello. Es tan suave, revuelto. Tiro gentilmente y él gime. Me lleva hacia la cama, hasta que la siento detrás de mis rodillas. Creo que va a empujarme sobre ella, pero no lo hace. Liberándome, repentinamente cae sobre sus rodillas. Agarra mis caderas con ambas manos y recorre con su lengua alrededor de mi ombligo, luego mordisquea gentilmente su camino hasta el hueso de mi cadera, luego sobre mi vientre hasta el otro lado.
―Ah ―gimo.
Mirarlo sobre sus rodillas en frente de mí, sentir su boca sobre mí, es tan inesperado y caliente. Mis manos permanecen en su cabello, empujando gentilmente mientras trato de tranquilizar mi respiración demasiado fuerte. Me mira a través de esas pestañas imposiblemente largas, sus ojos de un miel ardiente. Sus manos alcanzan y deshacen el botón de mis jeans y sin prisas baja la cremallera. Sin quitar sus ojos de mí, sus manos se mueven bajo la pretina, rozándome y moviéndose a mi trasero. Sus manos se deslizan lentamente desde mi trasero a mis muslos, quitando mis jeans mientras lo hace. No puedo alejar mi mirada. Él se detiene y lame sus labios, nunca rompiendo el contacto visual. Se inclina hacia adelante, recorriendo su nariz hasta el vértice entre mis muslos. Lo siento. Allí.
―Hueles tan bien ―murmura y cierra sus ojos, una mirada de placer puro sobre su cara y prácticamente convulsiono.
Se estira y tira de la manta de la cama, luego me empuja gentilmente hasta que caigo sobre el colchón.
Todavía arrodillado, agarra mi pie y desata mi Converse, quitándome mi zapato y la media. Me levanto sobre mis codos para ver lo que está haciendo. Estoy jadeando… queriendo. Él levanta mi pie por el talón y corre la uña de su pulgar por el empeine. Es casi doloroso, pero siento que el movimiento hace eco en mi ingle. Jadeo. Sin quitar sus ojos de los míos, otra vez pone su lengua a lo largo de mi empeine y luego sus dientes. Gimo… cómo puedo sentir esto, allí. Me recuesto sobre la cama, gimiendo. Escucho su risita suave.
―Oh, ____(tn), lo que podría hacerte ―susurra. Me quita mi otra media y zapato, luego se para y me quita los jeans. Estoy acostada sobre su cama vestida sólo con mi sostén y bragas y él está mirándome.
―Eres muy hermosa, ____(tn) Steele. No puedo esperar a estar dentro de ti.
Sus palabras. Él es tan seductor. Me quita la respiración.
―Muéstrame cómo te complaces.
¿Qué? Frunzo el ceño.
―No seas tímida, ____(tn), muéstrame ―susurra.
Sacudo mi cabeza.
―No sé qué quieres decir. ―Mi voz es ronca, difícilmente la reconozco, enlazada con el deseo.
―¿Cómo te haces correr? Quiero verlo.
Sacudo mi cabeza.
―No lo hago ―murmuro. Él levanta sus cejas, asombrado por un momento, sus ojos se oscurecen y sacude su cabeza en incredulidad.
―Bueno, tendremos que ver lo que podemos hacer sobre eso. ―Su voz es suave, desafiante, una amenaza deliciosa y sensual.
Deshace los botones de sus pantalones y lentamente se los baja, sus ojos sobre los míos todo el tiempo. Se inclina sobre mí y, agarrando cada uno de mis tobillos, separa rápidamente mis piernas y se arrastra sobre la cama entre ellas. Se cierne sobre mí. Estoy temblando con necesidad.
―Ah ―gimo.
Mirarlo sobre sus rodillas en frente de mí, sentir su boca sobre mí, es tan inesperado y caliente. Mis manos permanecen en su cabello, empujando gentilmente mientras trato de tranquilizar mi respiración demasiado fuerte. Me mira a través de esas pestañas imposiblemente largas, sus ojos de un miel ardiente. Sus manos alcanzan y deshacen el botón de mis jeans y sin prisas baja la cremallera. Sin quitar sus ojos de mí, sus manos se mueven bajo la pretina, rozándome y moviéndose a mi trasero. Sus manos se deslizan lentamente desde mi trasero a mis muslos, quitando mis jeans mientras lo hace. No puedo alejar mi mirada. Él se detiene y lame sus labios, nunca rompiendo el contacto visual. Se inclina hacia adelante, recorriendo su nariz hasta el vértice entre mis muslos. Lo siento. Allí.
―Hueles tan bien ―murmura y cierra sus ojos, una mirada de placer puro sobre su cara y prácticamente convulsiono.
Se estira y tira de la manta de la cama, luego me empuja gentilmente hasta que caigo sobre el colchón.
Todavía arrodillado, agarra mi pie y desata mi Converse, quitándome mi zapato y la media. Me levanto sobre mis codos para ver lo que está haciendo. Estoy jadeando… queriendo. Él levanta mi pie por el talón y corre la uña de su pulgar por el empeine. Es casi doloroso, pero siento que el movimiento hace eco en mi ingle. Jadeo. Sin quitar sus ojos de los míos, otra vez pone su lengua a lo largo de mi empeine y luego sus dientes. Gimo… cómo puedo sentir esto, allí. Me recuesto sobre la cama, gimiendo. Escucho su risita suave.
―Oh, ____(tn), lo que podría hacerte ―susurra. Me quita mi otra media y zapato, luego se para y me quita los jeans. Estoy acostada sobre su cama vestida sólo con mi sostén y bragas y él está mirándome.
―Eres muy hermosa, ____(tn) Steele. No puedo esperar a estar dentro de ti.
Sus palabras. Él es tan seductor. Me quita la respiración.
―Muéstrame cómo te complaces.
¿Qué? Frunzo el ceño.
―No seas tímida, ____(tn), muéstrame ―susurra.
Sacudo mi cabeza.
―No sé qué quieres decir. ―Mi voz es ronca, difícilmente la reconozco, enlazada con el deseo.
―¿Cómo te haces correr? Quiero verlo.
Sacudo mi cabeza.
―No lo hago ―murmuro. Él levanta sus cejas, asombrado por un momento, sus ojos se oscurecen y sacude su cabeza en incredulidad.
―Bueno, tendremos que ver lo que podemos hacer sobre eso. ―Su voz es suave, desafiante, una amenaza deliciosa y sensual.
Deshace los botones de sus pantalones y lentamente se los baja, sus ojos sobre los míos todo el tiempo. Se inclina sobre mí y, agarrando cada uno de mis tobillos, separa rápidamente mis piernas y se arrastra sobre la cama entre ellas. Se cierne sobre mí. Estoy temblando con necesidad.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
―Quédate quieta ―murmura y luego se inclina y besa el interior de mi muslo, dejando un rastro de besos hacia arriba, sobre el material de encaje de mis bragas.
Oh… no puedo quedarme quieta. ¿Cómo no puedo moverme? Me retuerzo bajo él.
―Vamos a tener que trabajar en que te quedes quieta, nena.
Deja besos sobre mi vientre, su lengua se hunde en mi ombligo. Todavía está dirigiéndose al norte, besándome sobre mi torso.
Mi piel está en llamas. Estoy sonrojada, demasiado caliente, demasiado fría, estoy agarrando la sábana bajo mí. Se tumba a mi lado y su mano viaja desde mi cadera, a mi cintura y hasta mi pecho. Me mira, su expresión ilegible y gentilmente acuna mi pecho.
―Llenas mi mano perfectamente, ____(tn) ―murmura y hunde su dedo índice en la copa de mi sostén y gentilmente la tira hacia abajo liberando mi pecho, pero el alambre de abajo y la tela de la copa lo fuerzan hacia arriba. Su dedo se mueve a mi otro pecho y repite el proceso. Mis pechos están hinchados y mis pezones se endurecen bajo su mirada firme. Estoy atada por mi propio sostén.
―Muy lindo ―susurra apreciativamente y mis pezones se endurecen incluso más.
Sopla muy suavemente sobre uno mientras su mano se mueve a mi otro pecho y su pulgar gira lentamente al final de mi pezón, alargándolo. Gimo, sintiendo la dulce sensación hasta en mi ingle.
Estoy tan húmeda. Oh por favor, ruego internamente mientras mis dedos aprietan mucho más la sábana. Sus labios se cierran alrededor de mi otro pezón y tira de él. Casi convulsiono.
―Vamos a ver si podemos hacer que te corras de esta manera ―susurra, continuando su asalto lento y sensual. Mis pezones soportan el peso delicioso de sus dedos hábiles y labios, encendiendo cada terminación nerviosa de mi cuerpo así que mi cuerpo entero canta con dulce agonía, él simplemente no se detiene.
―Oh… por favor ―ruego y echo mi cabeza hacia atrás, mi boca abierta mientras gimo, mis piernas endurecidas. Santa mi.er.da, ¿qué está sucediéndome?
―Vamos, nena ―murmura. Sus dientes se cierran sobre mi pezón y su pulgar y dedo empujan fuerte y me deshago en sus manos, mi cuerpo convulsionando haciéndose añicos en miles de pedazos. Él me besa, profundamente, su lengua en mi boca absorbiendo mis gritos.
Oh Dios mío. Eso fue extraordinario. Ahora sé de qué se trata todo esto. Su mirada baja hacia mí, una sonrisa satisfecha sobre su rostro, aunque estoy segura de que no hay nada más que gratitud y admiración en la mía.
―Eres muy sensible ―respira―. Vas a tener que aprender a controlar eso y va a ser muy divertido enseñarte cómo.
Me besa otra vez.
Mi respiración todavía está entrecortada mientras bajo de mi orgasmo. Su mano se mueve a mi cintura, a mi cadera y luego me acuna, íntimamente… Caramba. Su dedo se desliza a través del encaje fino y lentamente hace círculos a mí alrededor… allí. Brevemente cierra sus ojos y su respiración se entrecorta.
―Estás tan deliciosamente húmeda. Dios, te deseo. ―Empuja su dedo en mi interior y grito mientras lo hace una y otra vez. Pasa su mano por mi clítoris y grito una vez más. Empuja en mi interior más y más fuerte. Gimo.
De repente, se sienta, tira de mis bragas y la lanza sobre el suelo. Se quita sus bóxers y su erección se libera. Se estira sobre su mesa de noche y agarra un paquete de aluminio y luego se mueve entre mis piernas, separándolas mucho más. Se pone de rodillas y empuja un condón sobre su considerable longitud.
―No te preocupes ―respira, sus ojos sobre los míos―. También te expandes.
―Se inclina, su mano en cada lado de mi cabeza, así se cierne sobre mí, mirándome a los ojos, su mandíbula apretada, sus ojos quemando. Es sólo ahora que me doy cuenta que todavía está vistiendo su camisa.
―¿Realmente quieres hacer esto? ―pregunta suavemente.
Oh… no puedo quedarme quieta. ¿Cómo no puedo moverme? Me retuerzo bajo él.
―Vamos a tener que trabajar en que te quedes quieta, nena.
Deja besos sobre mi vientre, su lengua se hunde en mi ombligo. Todavía está dirigiéndose al norte, besándome sobre mi torso.
Mi piel está en llamas. Estoy sonrojada, demasiado caliente, demasiado fría, estoy agarrando la sábana bajo mí. Se tumba a mi lado y su mano viaja desde mi cadera, a mi cintura y hasta mi pecho. Me mira, su expresión ilegible y gentilmente acuna mi pecho.
―Llenas mi mano perfectamente, ____(tn) ―murmura y hunde su dedo índice en la copa de mi sostén y gentilmente la tira hacia abajo liberando mi pecho, pero el alambre de abajo y la tela de la copa lo fuerzan hacia arriba. Su dedo se mueve a mi otro pecho y repite el proceso. Mis pechos están hinchados y mis pezones se endurecen bajo su mirada firme. Estoy atada por mi propio sostén.
―Muy lindo ―susurra apreciativamente y mis pezones se endurecen incluso más.
Sopla muy suavemente sobre uno mientras su mano se mueve a mi otro pecho y su pulgar gira lentamente al final de mi pezón, alargándolo. Gimo, sintiendo la dulce sensación hasta en mi ingle.
Estoy tan húmeda. Oh por favor, ruego internamente mientras mis dedos aprietan mucho más la sábana. Sus labios se cierran alrededor de mi otro pezón y tira de él. Casi convulsiono.
―Vamos a ver si podemos hacer que te corras de esta manera ―susurra, continuando su asalto lento y sensual. Mis pezones soportan el peso delicioso de sus dedos hábiles y labios, encendiendo cada terminación nerviosa de mi cuerpo así que mi cuerpo entero canta con dulce agonía, él simplemente no se detiene.
―Oh… por favor ―ruego y echo mi cabeza hacia atrás, mi boca abierta mientras gimo, mis piernas endurecidas. Santa mi.er.da, ¿qué está sucediéndome?
―Vamos, nena ―murmura. Sus dientes se cierran sobre mi pezón y su pulgar y dedo empujan fuerte y me deshago en sus manos, mi cuerpo convulsionando haciéndose añicos en miles de pedazos. Él me besa, profundamente, su lengua en mi boca absorbiendo mis gritos.
Oh Dios mío. Eso fue extraordinario. Ahora sé de qué se trata todo esto. Su mirada baja hacia mí, una sonrisa satisfecha sobre su rostro, aunque estoy segura de que no hay nada más que gratitud y admiración en la mía.
―Eres muy sensible ―respira―. Vas a tener que aprender a controlar eso y va a ser muy divertido enseñarte cómo.
Me besa otra vez.
Mi respiración todavía está entrecortada mientras bajo de mi orgasmo. Su mano se mueve a mi cintura, a mi cadera y luego me acuna, íntimamente… Caramba. Su dedo se desliza a través del encaje fino y lentamente hace círculos a mí alrededor… allí. Brevemente cierra sus ojos y su respiración se entrecorta.
―Estás tan deliciosamente húmeda. Dios, te deseo. ―Empuja su dedo en mi interior y grito mientras lo hace una y otra vez. Pasa su mano por mi clítoris y grito una vez más. Empuja en mi interior más y más fuerte. Gimo.
De repente, se sienta, tira de mis bragas y la lanza sobre el suelo. Se quita sus bóxers y su erección se libera. Se estira sobre su mesa de noche y agarra un paquete de aluminio y luego se mueve entre mis piernas, separándolas mucho más. Se pone de rodillas y empuja un condón sobre su considerable longitud.
―No te preocupes ―respira, sus ojos sobre los míos―. También te expandes.
―Se inclina, su mano en cada lado de mi cabeza, así se cierne sobre mí, mirándome a los ojos, su mandíbula apretada, sus ojos quemando. Es sólo ahora que me doy cuenta que todavía está vistiendo su camisa.
―¿Realmente quieres hacer esto? ―pregunta suavemente.
Laura Bieber <3
Re: 50 sombras de Bieber
Hasta aqui el maraton!!! :P creo que les voy a regalar otro cap...
Laura Bieber <3
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