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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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JOE joe y tu TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: JOE joe y tu TERMINADA
Capítulo 9
Lo que quieras
Entré al enorme garaje, había autos por todos lados, algunos nada más que armazones, otros elevados en esos postes grasientos con luces colgando de sus trenes de aterrizaje, otros con el capó levantado.Pero me estaba moviendo hacia el centro donde había una gran alfombra elegante, muebles refinados y una iluminación suave. Alrededor había hogareños usando jeans demasiado bajos, que le podías ver su ropa interior, y sus gorras de béisbol con viseras altas, y billetes fuera de lugar.
Reclinada en el sofá estaba Vivica en un vestido de noche, que parecía hecho de cristal.
Sus ojos leonados llegaron a mí.
—Mantiene la mierda—susurró.
Parpadeé.
Luego me desperté y sentí la inexplicablemente suave, lisa, sedosa y fresca sabana de satén envolviéndome. Abrí los ojos y vi el satén negro y más allá, las paredes de marfil, el sol brillando a través de las ventanas francesas no lo podía ver.
Anoche, Joe hizo llamadas, tomó llamadas, hizo mierda en su escritorio, todo eso conmigo en su regazo, sin explicarme nada. Luego me llevó hacia fuera donde estaba su Aston Martin y me llevó a su casa, dirigiéndome directamente a su habitación.
—Un par de llamadas más, nena—murmuró—. Cama para ti.
Luego besó mi frente y salió.
Examiné la habitación, mi cabeza estaba agotada, el miedo se enfrentaba con la curiosidad así que me moví al otro lado hacia las cómodas y abrí algunas hasta encontrar las camisetas de Joe. Agarré una de las de arriba, fui al baño, y lo encontré tan opulento como la habitación, decorado completamente en marfil. Sin color, ni siquiera negro. Nada. Pero cada azulejo, elementos brillantes, la luz y los accesorios eran dignos de un rey.
No tenía nada para limpiarme el rostro o humectarlo y no sabía si debía hacerlo. Luego pensé que sería anticuado tener maquillaje en las sabanas de Joe. Entonces me desvestí, me puse su camiseta, y use su lavado de manos para hacerlo.
Luego salí del baño, alisé mi vestido en la parte de atrás de su sofá, alineando mis zapatos perfectamente al lado, di unos pasos y me deslicé en su cama.
Las sabanas. Divinas.
En serio.
Sorprendentemente con todo lo que estaba pasando, con todo lo que Joe dijo, considerando que era tarde no era inesperado que mi mente estuviera desorganizada y caí casi inmediatamente dormida.
Ahora era de mañana y tenía que tomar una decisión.
Antes de que pudiera poner mis ideas en orden para hacer eso, un brazo se enroscó alrededor de mi vientre y fui puesta de espalda.
Luego Joe estaba encima de mí.
¡Encima de mí!
Parpadeé y antes de que pudiera dejar salir siquiera un, -Buenos días-, su boca estaba en la mía cuando gruñó:
—Ábrela para mí.
Mi estomago se hundió pero mi boca se abrió.
Joe me besó.
No era un beso dulce de buenos días. Era hambriento, duro y su habitual merodeo.Terminó con mis brazos alrededor de él sosteniéndome fuertemente como si estuviera a punto de caer y necesitaba que me atrapara.
Su cabeza se movió hacia atrás un centímetro y sus ojos capturaron los míos.
— ¿Estás de acuerdo?—preguntó, su voz gruesa y al mismo tiempo ronca del sueño.
Asombroso.
Oh dios.
Necesitaba pensar y no con su cuerpo firme, pesado y cálido aplastándome a la cama, su beso duro y exigente aturdía mi mente y su voz gruesa, ronca y sexy hacia un número en mí.
—___________________ ¿Estas de acuerdo?—presionó.
—Joe, necesito...
—Te voy a tomar ahora—me interrumpió—. Ahora mismo ___________________, sin esperar ¿Estas de acuerdo?
—Por favor—susurré.
—Lo vas a tener quieras o no ¿Estas de acuerdo?
—Joe.
— ¿Estás…de…acuerdo?
Oh dios.
—Si—suspiré.
Sus ojos se oscurecieron de inmediato, sus pupilas se dilataron tan rápido que fui hipnotizada y su rostro bajó por lo que estaba a un respiro de distancia.
—Eso es lo que quería oír, nena.
Luego sus manos estaban en su camiseta empezándola a subir.
jamileth
Re: JOE joe y tu TERMINADA
Me congelé por el pánico y mis brazos salieron de alrededor de él así mis dedos podían enrollarse fuertemente alrededor de sus muñecas.
—Tengo que decirte algo—manifesté rápidamente.
Sus ojos se enfocaron en mí.
— ¿Qué?
No le dije que. No estaba pensando. Estaba volviéndome loca. Lo quería, estaba asustada de lo mucho que lo hacia, asustada de lo que quería decir y por último, de lo que acababa de estar de acuerdo.
—Es importante que estés avisado—murmuré.
— ¿Qué?
—De la manera que crees que me ves, lo necesitas saber antes de descubrirlo.
Sacudió su cabeza ligeramente, sus ojos sostuvieron atentamente los míos y una de sus manos liberó a mis dedos y la envolvió alrededor de mi cuello.
Luego susurró:
—Nena ¿Qué?
—Mi vientre es redondo—susurré y él parpadeó.
Luego repitió:
— ¿Qué?
—Yo, um…no soy perfecta. Tengo un pequeño vientre de Buddha.
Se quedó mirándome.
Estúpidamente, seguí hablando.
—Corro, hago abdominales, ya sabes…cosas como esas. Lo hago con regularidad, quiero decir, tan regularmente como puedo que es un poco no regular, regularmente es sólo um…algo con regularidad. Pero no se va. Y um…no quiero que estés decepcionado cuando lo veas porque creo que ves algo en mí y tienes que saber que soy solamente yo. No soy como me ves. No soy perfecta.
Se quedó mirándome un poco más y luego se deslizó a mí lado. Después bajó las sabanas hasta mis muslos.
Entonces, sosteniendo mi mirada, ordenó en voz baja:
—Muéstrame.
¡Oh dios!
—Uh…no lo verás. Me acostaré al revés y...
Su mano seguía tensa en mi cuello y repitió:
—Muéstrame.
Apreté mis labios entre mis dientes. Luego vi como su cabeza bajaba debido a que mis manos estaban en su camiseta subiéndola por mi vientre y sus ojos viajaron hasta allí. Cuando la camisa estuvo debajo de mis pechos, su mano dejó mi cuello y fue a descansar cálida y plana en mi estómago pero sus ojos volvieron a mí.
—Sabes que escogí esos vestidos.
— ¿Perdón?—pregunté.
—Tus vestidos. Los escogí.
—Oh—susurré.
—Adiviné la talla—continuó.
—Oh—suspiré.
—Nena—presionó ligeramente mi vientre—, no he omitido esto.
Vale, está bien.
Oh dios.
¿Es vergonzoso? De la manera caliente que me estaba mirando, no lo podría decir.
—Bien—dije en voz baja.
—Eres perfecta. Quería joder duro, al principio, me preguntaría si no perdí mi maldita mente por no hacerlo suave y dulce y con toda una mujer. Luego, follaría duro. Pero no quiero duro. Quiero a mi polla en una mujer que sea dulce, suave, y…—su rostro se acercó—, toda una mujer.
Oh mi.
En verdad me gustó eso.
Y me gustó incluso más que Joe no lo hizo embarazoso.
No terminó.
—Corres, haces abdominales, me importa una mierda. Pero si pierdes algo de ese trasero, esas tetas, esas caderas o tu vientre de Buddha, solamente digo, nena, me pierdes.
Oh.
Mi.
Si, me gustó eso. Realmente.
—Joe—susurré pero no dije más. No porque me interrumpió, sino porque lo que él dijo significó mucho para mí y no sabia que contestar.
—Ahora ¿Tienes algo más sobre lo que quieras hablar antes de que te joda?
—No—dije en voz baja.
—Jodidamente genial—murmuró, luego bajó su cabeza y me besó.
Y me besó como siempre me besaba, duro, exigente, pero esta vez mejor porque siguió adelante mientras su mano se movía sobre mi vientre. Luego sus dedos rozaron el borde superior de mi ropa interior. Después su mano volvió hacia abajo y se deslizó a mi cintura y me levantó como una pluma.
Temblé cuando hizo eso y me sostuve lo mejor que pude, ya que seguía acostado a mí lado. Luego sus labios liberaron los míos y los deslizó por mi mejilla hasta mi oído.
—Manos fuera de mí, nena, pon las palmas en la cama y abre las piernas para mí.
Mi vientre se retorció, luego se anudó y el calor se precipitó a un lugar secreto de mí.
Levantó su cabeza y capturó mis ojos. Mordí mi labio inferior y luego deslicé mis manos fuera de él e hice lo que me pidió.
—Mantenlas allí, nena, sin importar lo que te haga sentir—ordenó suavemente y asentí—. Ahora abre—susurró.
Lentamente, abrí mis piernas y el cuello de Joe se torció para mirar.
Luego murmuró:
—Mi nena está siendo buena.
Oh dios.
¿Por qué me encendió eso?
Su mano se deslizó hacia atrás y hacia dentro, solamente las puntas de sus dedos rozaban el borde de mis bragas en mi centro. Luego la bajo al interior de mi muslo.
—Tuerce tus rodillas, ___________________, y abre más para mí.
Mi respiración era errática, todo mi cuerpo estaba caliente, mis pechos hinchados y me sentí mojada entre mis piernas cuando hice lo que me dijo. Los dedos de Joe se deslizaron hacia atrás de mis muslos, arriba, rozando la parte posterior de mi rodilla luego se desplazó, inclinándose así podían bajar desde la parte de atrás de mi pantorrilla hacia mi tobillo.
Vale, eso se sintió bien. Dulce, ligero, increíble.
Su mano se movió a la otra pierna y trazó el mismo recorrido desde de mi centro y otra vez sus dedos se deslizaron suaves como una pluma a lo largo de los bordes del interior de mis bragas entre mis piernas.
Mis caderas se movieron impacientemente.
Dios, necesitaba más.
—Cariño—susurré y la mano se Joe se alejó pero sus ojos fueron a mí.
—Tomas lo que te doy, nena, haces lo que yo diga y te callas.
Callarse.
Oh dios.
¿Por qué también me encendía eso?
Quería su mano de vuelta así que asentí con la cabeza.
Me vio asentir y su rostro se relajó.
—Tengo que decirte algo—manifesté rápidamente.
Sus ojos se enfocaron en mí.
— ¿Qué?
No le dije que. No estaba pensando. Estaba volviéndome loca. Lo quería, estaba asustada de lo mucho que lo hacia, asustada de lo que quería decir y por último, de lo que acababa de estar de acuerdo.
—Es importante que estés avisado—murmuré.
— ¿Qué?
—De la manera que crees que me ves, lo necesitas saber antes de descubrirlo.
Sacudió su cabeza ligeramente, sus ojos sostuvieron atentamente los míos y una de sus manos liberó a mis dedos y la envolvió alrededor de mi cuello.
Luego susurró:
—Nena ¿Qué?
—Mi vientre es redondo—susurré y él parpadeó.
Luego repitió:
— ¿Qué?
—Yo, um…no soy perfecta. Tengo un pequeño vientre de Buddha.
Se quedó mirándome.
Estúpidamente, seguí hablando.
—Corro, hago abdominales, ya sabes…cosas como esas. Lo hago con regularidad, quiero decir, tan regularmente como puedo que es un poco no regular, regularmente es sólo um…algo con regularidad. Pero no se va. Y um…no quiero que estés decepcionado cuando lo veas porque creo que ves algo en mí y tienes que saber que soy solamente yo. No soy como me ves. No soy perfecta.
Se quedó mirándome un poco más y luego se deslizó a mí lado. Después bajó las sabanas hasta mis muslos.
Entonces, sosteniendo mi mirada, ordenó en voz baja:
—Muéstrame.
¡Oh dios!
—Uh…no lo verás. Me acostaré al revés y...
Su mano seguía tensa en mi cuello y repitió:
—Muéstrame.
Apreté mis labios entre mis dientes. Luego vi como su cabeza bajaba debido a que mis manos estaban en su camiseta subiéndola por mi vientre y sus ojos viajaron hasta allí. Cuando la camisa estuvo debajo de mis pechos, su mano dejó mi cuello y fue a descansar cálida y plana en mi estómago pero sus ojos volvieron a mí.
—Sabes que escogí esos vestidos.
— ¿Perdón?—pregunté.
—Tus vestidos. Los escogí.
—Oh—susurré.
—Adiviné la talla—continuó.
—Oh—suspiré.
—Nena—presionó ligeramente mi vientre—, no he omitido esto.
Vale, está bien.
Oh dios.
¿Es vergonzoso? De la manera caliente que me estaba mirando, no lo podría decir.
—Bien—dije en voz baja.
—Eres perfecta. Quería joder duro, al principio, me preguntaría si no perdí mi maldita mente por no hacerlo suave y dulce y con toda una mujer. Luego, follaría duro. Pero no quiero duro. Quiero a mi polla en una mujer que sea dulce, suave, y…—su rostro se acercó—, toda una mujer.
Oh mi.
En verdad me gustó eso.
Y me gustó incluso más que Joe no lo hizo embarazoso.
No terminó.
—Corres, haces abdominales, me importa una mierda. Pero si pierdes algo de ese trasero, esas tetas, esas caderas o tu vientre de Buddha, solamente digo, nena, me pierdes.
Oh.
Mi.
Si, me gustó eso. Realmente.
—Joe—susurré pero no dije más. No porque me interrumpió, sino porque lo que él dijo significó mucho para mí y no sabia que contestar.
—Ahora ¿Tienes algo más sobre lo que quieras hablar antes de que te joda?
—No—dije en voz baja.
—Jodidamente genial—murmuró, luego bajó su cabeza y me besó.
Y me besó como siempre me besaba, duro, exigente, pero esta vez mejor porque siguió adelante mientras su mano se movía sobre mi vientre. Luego sus dedos rozaron el borde superior de mi ropa interior. Después su mano volvió hacia abajo y se deslizó a mi cintura y me levantó como una pluma.
Temblé cuando hizo eso y me sostuve lo mejor que pude, ya que seguía acostado a mí lado. Luego sus labios liberaron los míos y los deslizó por mi mejilla hasta mi oído.
—Manos fuera de mí, nena, pon las palmas en la cama y abre las piernas para mí.
Mi vientre se retorció, luego se anudó y el calor se precipitó a un lugar secreto de mí.
Levantó su cabeza y capturó mis ojos. Mordí mi labio inferior y luego deslicé mis manos fuera de él e hice lo que me pidió.
—Mantenlas allí, nena, sin importar lo que te haga sentir—ordenó suavemente y asentí—. Ahora abre—susurró.
Lentamente, abrí mis piernas y el cuello de Joe se torció para mirar.
Luego murmuró:
—Mi nena está siendo buena.
Oh dios.
¿Por qué me encendió eso?
Su mano se deslizó hacia atrás y hacia dentro, solamente las puntas de sus dedos rozaban el borde de mis bragas en mi centro. Luego la bajo al interior de mi muslo.
—Tuerce tus rodillas, ___________________, y abre más para mí.
Mi respiración era errática, todo mi cuerpo estaba caliente, mis pechos hinchados y me sentí mojada entre mis piernas cuando hice lo que me dijo. Los dedos de Joe se deslizaron hacia atrás de mis muslos, arriba, rozando la parte posterior de mi rodilla luego se desplazó, inclinándose así podían bajar desde la parte de atrás de mi pantorrilla hacia mi tobillo.
Vale, eso se sintió bien. Dulce, ligero, increíble.
Su mano se movió a la otra pierna y trazó el mismo recorrido desde de mi centro y otra vez sus dedos se deslizaron suaves como una pluma a lo largo de los bordes del interior de mis bragas entre mis piernas.
Mis caderas se movieron impacientemente.
Dios, necesitaba más.
—Cariño—susurré y la mano se Joe se alejó pero sus ojos fueron a mí.
—Tomas lo que te doy, nena, haces lo que yo diga y te callas.
Callarse.
Oh dios.
¿Por qué también me encendía eso?
Quería su mano de vuelta así que asentí con la cabeza.
Me vio asentir y su rostro se relajó.
jamileth
Re: JOE joe y tu TERMINADA
—Bien, nena.
Lamí mis labios, él vio eso también y su rostro se volví hambriento.
Bien, esta bien.
Dios, con solo ver esa mirada que revelaba sus hermosas facciones me encendió también. Su cuello se volvió a girar para mirar mientras que sentía a su mano y esta vez rozando mis bragas.
Mis caderas se sacudieron.
—Quieta—susurró. Sus dedos rozaron por encima de mis bragas y me tomó todo para mantenerme quieta, mis dedos apretaban las sabanas, y cuando logré eso, tuve mi premio al instante. Sus dedos se engancharon en mi entrepierna y tiraron. Sencillo, un toque simple pero efectivo, y mis bragas tiraban de mis caderas.
—Empapada—gruñó y luego se movió.
Desplazándose entre mis piernas, sentí su nariz deslizarse contra mí en un apenas-toque que envió vibraciones a cada centímetro de mi piel y luego abrió su boca, cubriéndome sobre mis bragas y sentí su lengua presionar.
Oh dios. Oh dios.
Mi cuello se arqueó, mis manos apretaban las sabanas y yo gemía.
—Jesus, joder, nena—gruñó Joe—.Eso me gusta. Voy a comer eso. Voy a limpiarlo.
Luego se alejó y mis piernas se agitaron mientras mis bragas estaban siendo sacadas y su voz me llegó.
—Dobla las rodillas, levanta las piernas, abiertas, ofrece ese coño para mí.
Obedecí instantáneamente y su boca estaba sobre la mía.
Oh dios. Oh dios.
Dios.
Sí, tenía hambre. Lo sabía porque el lamía. El chupaba. Involucraba sus dedos y ellos presionaban, giraban, me abrían, se metían dentro. Me folló con su dedo. Me folló con su lengua. Y cuando su boca estaba chupando fuerte mi clítoris mientras dos dedos estaban sumergidos profundamente dentro de mí, mi espalda dejó la cama, mi cabeza empujó hacia las almohadas, mis dedos tiraron de las sábanas, mi boca se abrió y un bajo, profundo, largo gemido se liberó mientras me consumía. Completamente. De cabeza a los pies. El mundo se desvaneció y no había nada más que la boca de Joe en mí y el intenso, estremecedor-de-cuerpo orgasmo que me dio.
Pareció durar para siempre y cuando bajé, mi espalda apoyándose en el satín, mi barbilla bajando, mis ojos abriéndose, vi a Joe arrodillado entre mis piernas. Su trasero estaba en sus pantorrillas y había empujado mis caderas un poco arriba de sus muslos. Sus ojos estaban calientes en mí, una de sus manos acunando mi sexo, su otra mano sosteniendo mi pierna envuelta alrededor de su cintura. No lo había siquiera notado moviéndose y posicionándose.
—Hermosa —murmuró y sentí su pulgar deslizándose dentro de mí y el resto de su mano se mantuvo acunada en mí. Luego ordenó—: Quítate la camiseta.
Sostuvo mi pierna envuelta alrededor de él, su pulgar dentro, su mano acunándome mientras me observaba quitarme la camiseta y lanzarla a un lado.
Sus ojos se oscurecieron y temblé.
Su pulgar se deslizó afuera, ambas manos se movieron para abarcar mis caderas y explicó:
—Mesita de noche. Protección. Te mueves pero no me pierdes.
Lamí mis labios y los rodé juntos mientras cuidadosamente me giraba por la cintura, alcancé la mesita de noche, la abrí y vi un desastre de condones yaciendo adentro. Tomé uno, dejé el cajón abierto y me dejé caer en mi espalda.
bueno chicas ya me puse en esta nove al dia tambien con los caps :D
bueno cuidense :D
bayy
:bye:
Lamí mis labios, él vio eso también y su rostro se volví hambriento.
Bien, esta bien.
Dios, con solo ver esa mirada que revelaba sus hermosas facciones me encendió también. Su cuello se volvió a girar para mirar mientras que sentía a su mano y esta vez rozando mis bragas.
Mis caderas se sacudieron.
—Quieta—susurró. Sus dedos rozaron por encima de mis bragas y me tomó todo para mantenerme quieta, mis dedos apretaban las sabanas, y cuando logré eso, tuve mi premio al instante. Sus dedos se engancharon en mi entrepierna y tiraron. Sencillo, un toque simple pero efectivo, y mis bragas tiraban de mis caderas.
—Empapada—gruñó y luego se movió.
Desplazándose entre mis piernas, sentí su nariz deslizarse contra mí en un apenas-toque que envió vibraciones a cada centímetro de mi piel y luego abrió su boca, cubriéndome sobre mis bragas y sentí su lengua presionar.
Oh dios. Oh dios.
Mi cuello se arqueó, mis manos apretaban las sabanas y yo gemía.
—Jesus, joder, nena—gruñó Joe—.Eso me gusta. Voy a comer eso. Voy a limpiarlo.
Luego se alejó y mis piernas se agitaron mientras mis bragas estaban siendo sacadas y su voz me llegó.
—Dobla las rodillas, levanta las piernas, abiertas, ofrece ese coño para mí.
Obedecí instantáneamente y su boca estaba sobre la mía.
Oh dios. Oh dios.
Dios.
Sí, tenía hambre. Lo sabía porque el lamía. El chupaba. Involucraba sus dedos y ellos presionaban, giraban, me abrían, se metían dentro. Me folló con su dedo. Me folló con su lengua. Y cuando su boca estaba chupando fuerte mi clítoris mientras dos dedos estaban sumergidos profundamente dentro de mí, mi espalda dejó la cama, mi cabeza empujó hacia las almohadas, mis dedos tiraron de las sábanas, mi boca se abrió y un bajo, profundo, largo gemido se liberó mientras me consumía. Completamente. De cabeza a los pies. El mundo se desvaneció y no había nada más que la boca de Joe en mí y el intenso, estremecedor-de-cuerpo orgasmo que me dio.
Pareció durar para siempre y cuando bajé, mi espalda apoyándose en el satín, mi barbilla bajando, mis ojos abriéndose, vi a Joe arrodillado entre mis piernas. Su trasero estaba en sus pantorrillas y había empujado mis caderas un poco arriba de sus muslos. Sus ojos estaban calientes en mí, una de sus manos acunando mi sexo, su otra mano sosteniendo mi pierna envuelta alrededor de su cintura. No lo había siquiera notado moviéndose y posicionándose.
—Hermosa —murmuró y sentí su pulgar deslizándose dentro de mí y el resto de su mano se mantuvo acunada en mí. Luego ordenó—: Quítate la camiseta.
Sostuvo mi pierna envuelta alrededor de él, su pulgar dentro, su mano acunándome mientras me observaba quitarme la camiseta y lanzarla a un lado.
Sus ojos se oscurecieron y temblé.
Su pulgar se deslizó afuera, ambas manos se movieron para abarcar mis caderas y explicó:
—Mesita de noche. Protección. Te mueves pero no me pierdes.
Lamí mis labios y los rodé juntos mientras cuidadosamente me giraba por la cintura, alcancé la mesita de noche, la abrí y vi un desastre de condones yaciendo adentro. Tomé uno, dejé el cajón abierto y me dejé caer en mi espalda.
bueno chicas ya me puse en esta nove al dia tambien con los caps :D
bueno cuidense :D
bayy
:bye:
jamileth
Re: JOE joe y tu TERMINADA
pero como la dejas ahi me quieres matar :wut: siguela apronto please
isabellita102
Re: JOE joe y tu TERMINADA
Él se estiró. Se lo pasé a él luego miré con embelesado asombro mientras lo abría con sus dientes, lo deslizaba afuera y luego observé con embelesado asombro jadeante cuando lo rodó en su largo, grueso, hermoso (por supuesto), perfecto (completamente, de punta a nacimiento) pene.
Oh Dios.
Podía jurar que mis respiraciones estaban moviendo la cama mientras lo sentía moverse a él, mis ojos fueron de su duro pene a verlo inclinándose sobre mí. Luego me tomó en sus brazos y me levantó de la cama.
—Ambas piernas alrededor de mí —gruñó él.
Accedí, me posicionó y luego me deslizó hacia abajo y me empaló, llenándome completamente. Tan llena. Tan, tan llena.
Oh Dios.
Mi cabeza cayó hacia atrás.
—Mírame.
Mi cabeza vino hacia adelante y me enfoqué en él.
—Yo follo duro, nena —susurró.
—Bien —jadeé.
—En un segundo, vas a perder todo menos mi pene. Quiero observarte tomándome. Mantienes esas piernas con fuerza alrededor de mí mientras tomo ese coño.
—Bien.
—Tú sólo te ofreces a mí, eso incluye tu coño, tu clítoris. Es mío, ___________________, no lo tocas a menos que lo diga. Aún si estás cerca y lo quieres, me dejas dártelo a menos que quiera verte ayudándome. ¿Está claro?
—Claro —accedí inmediatamente.
Su mano se deslizó por mi espalda y dentro de mi cabello, inclinando mi rostro hacia abajo para que mis labios estuvieran apoyados contra los suyos.
Luego susurró:
—Preparate, nena.
No necesité prepararme. Ya estaba preparada. Totalmente.
Luego se inclinó hacia adelante, puso mi cabeza de vuelta en la cama, se alejó de mí sobre sus manos en cada lado de mí, brazos derechos e hizo exactamente lo que dijo que iba hacer.
Mientras observaba, sus ojos calientes, hambrientos, ávidos, moviéndose por mi rostro, mi torso y bajando para observar su pene entrando en mí, no dio nada más que eso. Mis piernas se mantuvieron envueltas con fuerza alrededor de sus caderas mientras lo tomaba y apretaba mis dedos en las sábanas.
Él era fuerte, él tenía resistencia pero no era agresivo. Era duro, salvaje.
Brillante.
Observarlo a él mirarme, observándolo follarme, me gustaba. Un montón. Tanto, que me abrumaba. Mis piernas se tensaron con fuerza, mis dedos tiraron de las sábanas y sentí las paredes de mi coño apretarse mientras se movía dentro de mí, Dios, tan profundo, tan fuerte, tan increíblemente dulce.
También duró un tiempo y durante ese sentí su cuerpo cubrirme y sus embestidas, ya salvajes, se hicieron más fuertes, más profundas, zarandeándome hasta más debajo de él.
—Joder, ese coño —gruñó en mi oreja—. Ese dulce, jodido coño. Mi coño, tan jodidamente hermoso.
Oh Dios.
—Brazos alrededor de mí, ___________________.
Envolví mis brazos alrededor de él.
—El coño de mi nena, tan jodidamente dulce —gruñó—. Ojos, ___________________, te quiero mirándome cuando me venga en ese coño.
Mi cabeza giró, la suya subió levemente y sus ojos se encontraron con los míos.
—Tan —empujó con fuerza—, jodidamente —embistió más fuerte—, hermoso —gruñó, entrando profundamente y quedándose plantado, su cabeza inclinada, sus dientes hundiéndose en mi labio inferior y todo mi cuerpo empezó a tener espasmos.
Supe que estaba viniéndose cuando su diente soltó mi labio, su lengua pasó sobre él acariciándolo y algo de su peso me dejó mientras apoyaba un antebrazo en la cama a mi lado.
Luego cerré mis ojos y un cosquilleo subió por mi columna, mi cuello lo irradió por mi cuero cabelludo mientras él deslizaba su nariz por la mía luego bajando por mi mejilla a mi oído con eso antes de que murmurara allí:
—Sí, mi nena me sienta bien.
Sentí pura felicidad pasar a través de mí mientras mis brazos lo sostenían cerca y fuerte.
—Lo hiciste bien, nena —susurró.
—¿Sí? —respondí susurrando y él levantó su cabeza y me miró.
—Oh sí.
Sonreí.
Su mano subió para acunar mi rostro y su pulgar se movió para trazar mi sonrisa mientras sus ojos observaban.
Me derretí más en las sábanas.
—Eso es mío —susurró, sus ojos en mi boca mientras su pulgar se deslizaba atrás luego lo miraba deslizarse sobre mi pómulo—. Eso es mío —repitió en un susurro luego su mano se metió a mi cabello a un lado, sus ojos todavía observando mientras sus dedos se curvaban alrededor de la parte de atrás, sus ojos finalmente volvieron a los míos y sus caderas se presionaron en las mías—. Ahora, yo poseo esa belleza.
Lo miré fijamente, labios separados, de raros movimientos y cuando diga eso lo quiero decir profundamente.
—Dilo —ordenó.
—¿Qué? —susurré.
—¿Quién te posee, nena?
¡Oh Dios!
—Joe…
—Dilo, ___________________.
Mi respiración comenzó a salir pesada.
—¿___________________, a quién le pertenece ese coño, ese cuerpo, esa belleza?
Miré fijamente su belleza, sintiendo su pene todavía enterrado profundamente, oliéndolo, rastros de su perfume, sintiendo su duro cuerpo presionado dentro de mí.
—Nena —Su rostro se inclinó más cerca y advirtió—: me estoy sintiendo bien ahora. No me pruebes. ¿Quién… te… posee?
—Tú, Joe —susurré.
—Sí —respondió susurrando instantáneamente—, jodidamente lo hago. Cada centímetro, ___________________. Cada jodido centímetro.
Sostuve su mirada y respiré profundamente.
Joe observó luego su rostro se suavizó y preguntó cuidadosamente:
—¿Asustada?
Asentí.
—No lo estés —susurró luego se inclinó cerca, sus labios rozaron los míos y se alejó—. Estás asustada, preocupada, confundida y aún así, me diste lo que me acabas de dar, cómo lo hiciste, confiando en mí, yo cuidaré de ti, nena. Estás conmigo, una cosa que nunca tendrás que estar de nuevo es asustada. ¿Estás conmigo?
—Yo, um… intentaré estarlo —respondí en voz baja.
—Te llevaré allí —murmuró él.
Luego se movió, saliendo inesperadamente, un maullido escapó de mi garganta igual de inesperadamente cuando mis labios se separaron y mis extremidades se tensaron y sus ojos cayeron a mi boca mientras los observaba volverse gloriosamente apacibles.
—A mi nena no le gusta perderme.
Tenía razón. No lo hacía. Él se sentía bien. Todo él.
Y lo que había hecho se sentía increíble pero entre mis piernas se sentía muy sensible, cariñosamente, casi bruto pero en una manera extrañamente buena.
Su mano fue a mi lado, deslizándose sobre la cintura a las costillas y sus ojos sostuvieron los míos.
—Tengo que ir a lidiar con este condón. Mientras esté fuera, vas a quedarte aquí, en tu espalda, pies en el colchón, piernas abiertas, esperando por mí.
Bien, todo bien. Podía hacer eso.
Tal vez.
¡Mierda!
Él hundió su cabeza, rozó su nariz por mi mandíbula luego se alejó de mí.
De pie al lado de la cama bajando la mirada hacia mí, avisó: —___________________.
Yo pestañeé.
Esto era porque cautivada por su magro, esculpido cuerpo, sus poderosos muslos, su corte, brazos, vello del pecho, los planos de sus definidos abdominales y, bueno, todo.
Lentamente, mis ojos legaron a su rostro.
—¿Qué? —pregunté.
—¿Qué dije? —preguntó de vuelta en voz baja.
Oh. Cierto.
¡Mierda!
Hice lo que dijo.
Un lado de sus labios se curvó hacia arriba.
Luego avanzó al baño.
Bien, cierto.
La mirada trasera, discutiblemente mejor.
bueno chicas aqui esta el cap :D
bayyyy
cuidense :D
:bye:
Oh Dios.
Podía jurar que mis respiraciones estaban moviendo la cama mientras lo sentía moverse a él, mis ojos fueron de su duro pene a verlo inclinándose sobre mí. Luego me tomó en sus brazos y me levantó de la cama.
—Ambas piernas alrededor de mí —gruñó él.
Accedí, me posicionó y luego me deslizó hacia abajo y me empaló, llenándome completamente. Tan llena. Tan, tan llena.
Oh Dios.
Mi cabeza cayó hacia atrás.
—Mírame.
Mi cabeza vino hacia adelante y me enfoqué en él.
—Yo follo duro, nena —susurró.
—Bien —jadeé.
—En un segundo, vas a perder todo menos mi pene. Quiero observarte tomándome. Mantienes esas piernas con fuerza alrededor de mí mientras tomo ese coño.
—Bien.
—Tú sólo te ofreces a mí, eso incluye tu coño, tu clítoris. Es mío, ___________________, no lo tocas a menos que lo diga. Aún si estás cerca y lo quieres, me dejas dártelo a menos que quiera verte ayudándome. ¿Está claro?
—Claro —accedí inmediatamente.
Su mano se deslizó por mi espalda y dentro de mi cabello, inclinando mi rostro hacia abajo para que mis labios estuvieran apoyados contra los suyos.
Luego susurró:
—Preparate, nena.
No necesité prepararme. Ya estaba preparada. Totalmente.
Luego se inclinó hacia adelante, puso mi cabeza de vuelta en la cama, se alejó de mí sobre sus manos en cada lado de mí, brazos derechos e hizo exactamente lo que dijo que iba hacer.
Mientras observaba, sus ojos calientes, hambrientos, ávidos, moviéndose por mi rostro, mi torso y bajando para observar su pene entrando en mí, no dio nada más que eso. Mis piernas se mantuvieron envueltas con fuerza alrededor de sus caderas mientras lo tomaba y apretaba mis dedos en las sábanas.
Él era fuerte, él tenía resistencia pero no era agresivo. Era duro, salvaje.
Brillante.
Observarlo a él mirarme, observándolo follarme, me gustaba. Un montón. Tanto, que me abrumaba. Mis piernas se tensaron con fuerza, mis dedos tiraron de las sábanas y sentí las paredes de mi coño apretarse mientras se movía dentro de mí, Dios, tan profundo, tan fuerte, tan increíblemente dulce.
También duró un tiempo y durante ese sentí su cuerpo cubrirme y sus embestidas, ya salvajes, se hicieron más fuertes, más profundas, zarandeándome hasta más debajo de él.
—Joder, ese coño —gruñó en mi oreja—. Ese dulce, jodido coño. Mi coño, tan jodidamente hermoso.
Oh Dios.
—Brazos alrededor de mí, ___________________.
Envolví mis brazos alrededor de él.
—El coño de mi nena, tan jodidamente dulce —gruñó—. Ojos, ___________________, te quiero mirándome cuando me venga en ese coño.
Mi cabeza giró, la suya subió levemente y sus ojos se encontraron con los míos.
—Tan —empujó con fuerza—, jodidamente —embistió más fuerte—, hermoso —gruñó, entrando profundamente y quedándose plantado, su cabeza inclinada, sus dientes hundiéndose en mi labio inferior y todo mi cuerpo empezó a tener espasmos.
Supe que estaba viniéndose cuando su diente soltó mi labio, su lengua pasó sobre él acariciándolo y algo de su peso me dejó mientras apoyaba un antebrazo en la cama a mi lado.
Luego cerré mis ojos y un cosquilleo subió por mi columna, mi cuello lo irradió por mi cuero cabelludo mientras él deslizaba su nariz por la mía luego bajando por mi mejilla a mi oído con eso antes de que murmurara allí:
—Sí, mi nena me sienta bien.
Sentí pura felicidad pasar a través de mí mientras mis brazos lo sostenían cerca y fuerte.
—Lo hiciste bien, nena —susurró.
—¿Sí? —respondí susurrando y él levantó su cabeza y me miró.
—Oh sí.
Sonreí.
Su mano subió para acunar mi rostro y su pulgar se movió para trazar mi sonrisa mientras sus ojos observaban.
Me derretí más en las sábanas.
—Eso es mío —susurró, sus ojos en mi boca mientras su pulgar se deslizaba atrás luego lo miraba deslizarse sobre mi pómulo—. Eso es mío —repitió en un susurro luego su mano se metió a mi cabello a un lado, sus ojos todavía observando mientras sus dedos se curvaban alrededor de la parte de atrás, sus ojos finalmente volvieron a los míos y sus caderas se presionaron en las mías—. Ahora, yo poseo esa belleza.
Lo miré fijamente, labios separados, de raros movimientos y cuando diga eso lo quiero decir profundamente.
—Dilo —ordenó.
—¿Qué? —susurré.
—¿Quién te posee, nena?
¡Oh Dios!
—Joe…
—Dilo, ___________________.
Mi respiración comenzó a salir pesada.
—¿___________________, a quién le pertenece ese coño, ese cuerpo, esa belleza?
Miré fijamente su belleza, sintiendo su pene todavía enterrado profundamente, oliéndolo, rastros de su perfume, sintiendo su duro cuerpo presionado dentro de mí.
—Nena —Su rostro se inclinó más cerca y advirtió—: me estoy sintiendo bien ahora. No me pruebes. ¿Quién… te… posee?
—Tú, Joe —susurré.
—Sí —respondió susurrando instantáneamente—, jodidamente lo hago. Cada centímetro, ___________________. Cada jodido centímetro.
Sostuve su mirada y respiré profundamente.
Joe observó luego su rostro se suavizó y preguntó cuidadosamente:
—¿Asustada?
Asentí.
—No lo estés —susurró luego se inclinó cerca, sus labios rozaron los míos y se alejó—. Estás asustada, preocupada, confundida y aún así, me diste lo que me acabas de dar, cómo lo hiciste, confiando en mí, yo cuidaré de ti, nena. Estás conmigo, una cosa que nunca tendrás que estar de nuevo es asustada. ¿Estás conmigo?
—Yo, um… intentaré estarlo —respondí en voz baja.
—Te llevaré allí —murmuró él.
Luego se movió, saliendo inesperadamente, un maullido escapó de mi garganta igual de inesperadamente cuando mis labios se separaron y mis extremidades se tensaron y sus ojos cayeron a mi boca mientras los observaba volverse gloriosamente apacibles.
—A mi nena no le gusta perderme.
Tenía razón. No lo hacía. Él se sentía bien. Todo él.
Y lo que había hecho se sentía increíble pero entre mis piernas se sentía muy sensible, cariñosamente, casi bruto pero en una manera extrañamente buena.
Su mano fue a mi lado, deslizándose sobre la cintura a las costillas y sus ojos sostuvieron los míos.
—Tengo que ir a lidiar con este condón. Mientras esté fuera, vas a quedarte aquí, en tu espalda, pies en el colchón, piernas abiertas, esperando por mí.
Bien, todo bien. Podía hacer eso.
Tal vez.
¡Mierda!
Él hundió su cabeza, rozó su nariz por mi mandíbula luego se alejó de mí.
De pie al lado de la cama bajando la mirada hacia mí, avisó: —___________________.
Yo pestañeé.
Esto era porque cautivada por su magro, esculpido cuerpo, sus poderosos muslos, su corte, brazos, vello del pecho, los planos de sus definidos abdominales y, bueno, todo.
Lentamente, mis ojos legaron a su rostro.
—¿Qué? —pregunté.
—¿Qué dije? —preguntó de vuelta en voz baja.
Oh. Cierto.
¡Mierda!
Hice lo que dijo.
Un lado de sus labios se curvó hacia arriba.
Luego avanzó al baño.
Bien, cierto.
La mirada trasera, discutiblemente mejor.
bueno chicas aqui esta el cap :D
bayyyy
cuidense :D
:bye:
jamileth
Re: JOE joe y tu TERMINADA
CREO QUE MORI!!!!!!!... PERO REVIVI EN SEGUNDOOOSS!!!!..
AAAAAAHH SIGUEEE
AAAAAAHH SIGUEEE
chelis
Re: JOE joe y tu TERMINADA
chicas les subo 4 capitulo porque no voy a subir hasta el lunes :D
bueno aqui estan
Pensé que yacer allí así, expuesta, las piernas abiertas, sin cubiertas, sería difícil. No lo fue. Acababa de tener dos increíbles orgasmos. El cuerpo de Joe acababa de ser sellado en mi memoria y todavía podía verlo, atrás y adelante. Y, casualmente, no se tomó un año antes de volver a mí.
Se volvió muy fácil cuando volvió, entrando a la cama del lado inferior y moviéndose hacia arriba entre mis piernas pero deteniéndose para besarme sobre el triangulo de cabello entre mis piernas. Luego arriba y besó mi vientre. Luego arriba y me besó entre los pechos. Arriba y otro beso en mi garganta.
Luego se apoyó en mí, ambos brazos en la cama a mis lados con otra orden, esta:
—Envuélveme con fuerza de nuevo, nena.
De nuevo, hice lo que me dijeron.
Su cabeza cayó abajo y al lado cuando sentí su nariz luego labios acariciando mi cuello.
Eso era agradable.
Él era mandón, raramente controlador pero todavía, un acariciador y acurrucador después del sexo.
Podía trabajar con esto. Definitivamente.
Todo de eso.
Giré mi cabeza levemente en su oreja y pregunté en voz baja:
—¿Puedo tocarte?
Su cabeza se levantó y me miró, su rostro medianamente perplejo.
—Uh, lo estás haciendo, nena.
—No, quiero decir… —susurré, bajando la voz y también haciendo un camino por la suave piel y duro músculo de su espalda para demostrarlo.
Observé el rostro de Joe aclararse, sus ojos suavizándose y su voz todavía más suave cuando dijo:
—Sí, nena, a menos que te diga qué hacer o qué no hacer, haz la mierda que quieras.
—Bien —dije en una sonrisa luego ambas de mis manos fueron a un viaje de descubrimiento. Con lo que descubrieron , decidí inmediatamente volverme una dedicada exploradora, pasando horas, días, semanas, años, si Joe me daba eso, para descubrir cada centímetro.
—Y hablando de qué no hacer —comenzó Joe y yo no dejé de explorar pero me dejé de concentrar en las sensaciones que su piel bajo mis manos causaban en mí y me concentré en su rostro—. No mis camisetas. Te metes en mi cama, lo haces desnuda o traes alguno de tus lindos pantalones cortos y camisetas y te conseguiré mierda que me guste que puedas usar. Puedes usar mis camisetas alrededor de la casa luego de que te tome, mis camisetas si quieres pero si lo haces, lo haces sin ropa interior. Pero no puedes dormir en ellas. Y si no estás en tus pantalones cortos, no duermes con ropa interior tampoco. ¿Me entiendes?
Eso no sería difícil así que asentí.
Joe siguió mandando.
—Y ese coño que me das, voy a quererlo regularmente. No sólo los sábados en la noche y cuando puedas encontrarme los domingos. Lo que estás haciendo significa algo para ti así que vamos a trabajar en eso. Pero tienes el control de la reja, te daré un juego de llaves. Estaré en el trabajo pero tú estarás en mi cama. Ven preparada y me dices qué es mejor para ti. ¿Las noches luego de clases o las noches después de los clientes?
—Cualquiera —respondí—. Estoy acostumbrada a mi horario, cariño. Así que lo que sea que quieras.
Sus ojos cambiaron de una manera que me gustaba y más de su peso se apoyó en mí mientras murmuraba:
—Lo que sea que quiera.
Oh chico.
¿Qué hice?
—Joe… —comencé pero sus ojos se mantuvieron en los míos.
—Lo que sea que quiera te incluye a ti dándome tú código de seguridad y un juego de tus llaves. Te quiero en satín, te envío un mensaje, traes tu trasero aquí. Quiero un cambio, cuando yo haya terminado, voy hacia ti. ¿Sí?
Pensé en esto y lo hice rápido ya que a Joe parecía gustarle la firmeza.
Luego pensé, Sí.
Así que dije:
—Sí.
—Bien —murmuró y luego preguntó—, ¿tienes hambre?
Sonreí.
—Sí.
—¿Puedes cocinar?
Cocinar para Joe en su increíble cocina negra.
Okey, me gustaba eso.
Mi sonrisa se volvió amplia y repetí.
—Sí.
Joe sonrió de regreso, justo ahí, mi cuerpo se envolvió alrededor de él y ordeno.
—Entonces saca tu trasero de mi cama, regresa a mi camiseta, sin bragas y hazme el desayuno.
Bien, llámame loca, incluso puedes llamarme un bicho raro, no me importaba. La evidencia sugería que me gustaba lo mandón.
Así que se susurre:
—De acuerdo.
A Joe le gustaba que me gustara lo mandón. Sabía eso cuando, a mi respuesta, vi su sonrisa convertirse en una amplia hermosa sonrisa, inclino su cabeza y me beso. Fue húmedo, largo pero no fue demandante. Fue todo dulce. Y dios, me gustaba eso también.
Entonces alzó su cabeza, deslizo su nariz a lo largo de la mía y susurro:
—Bien, nena, aliméntame.
Luego rodo fuera de mí. Yo rodé al otro lado, me puse su camiseta, me deslice a lo largo de la fuerte longitud de su cuerpo sonreí sobre mi hombro y camine a su cocina.
bueno aqui estan
Pensé que yacer allí así, expuesta, las piernas abiertas, sin cubiertas, sería difícil. No lo fue. Acababa de tener dos increíbles orgasmos. El cuerpo de Joe acababa de ser sellado en mi memoria y todavía podía verlo, atrás y adelante. Y, casualmente, no se tomó un año antes de volver a mí.
Se volvió muy fácil cuando volvió, entrando a la cama del lado inferior y moviéndose hacia arriba entre mis piernas pero deteniéndose para besarme sobre el triangulo de cabello entre mis piernas. Luego arriba y besó mi vientre. Luego arriba y me besó entre los pechos. Arriba y otro beso en mi garganta.
Luego se apoyó en mí, ambos brazos en la cama a mis lados con otra orden, esta:
—Envuélveme con fuerza de nuevo, nena.
De nuevo, hice lo que me dijeron.
Su cabeza cayó abajo y al lado cuando sentí su nariz luego labios acariciando mi cuello.
Eso era agradable.
Él era mandón, raramente controlador pero todavía, un acariciador y acurrucador después del sexo.
Podía trabajar con esto. Definitivamente.
Todo de eso.
Giré mi cabeza levemente en su oreja y pregunté en voz baja:
—¿Puedo tocarte?
Su cabeza se levantó y me miró, su rostro medianamente perplejo.
—Uh, lo estás haciendo, nena.
—No, quiero decir… —susurré, bajando la voz y también haciendo un camino por la suave piel y duro músculo de su espalda para demostrarlo.
Observé el rostro de Joe aclararse, sus ojos suavizándose y su voz todavía más suave cuando dijo:
—Sí, nena, a menos que te diga qué hacer o qué no hacer, haz la mierda que quieras.
—Bien —dije en una sonrisa luego ambas de mis manos fueron a un viaje de descubrimiento. Con lo que descubrieron , decidí inmediatamente volverme una dedicada exploradora, pasando horas, días, semanas, años, si Joe me daba eso, para descubrir cada centímetro.
—Y hablando de qué no hacer —comenzó Joe y yo no dejé de explorar pero me dejé de concentrar en las sensaciones que su piel bajo mis manos causaban en mí y me concentré en su rostro—. No mis camisetas. Te metes en mi cama, lo haces desnuda o traes alguno de tus lindos pantalones cortos y camisetas y te conseguiré mierda que me guste que puedas usar. Puedes usar mis camisetas alrededor de la casa luego de que te tome, mis camisetas si quieres pero si lo haces, lo haces sin ropa interior. Pero no puedes dormir en ellas. Y si no estás en tus pantalones cortos, no duermes con ropa interior tampoco. ¿Me entiendes?
Eso no sería difícil así que asentí.
Joe siguió mandando.
—Y ese coño que me das, voy a quererlo regularmente. No sólo los sábados en la noche y cuando puedas encontrarme los domingos. Lo que estás haciendo significa algo para ti así que vamos a trabajar en eso. Pero tienes el control de la reja, te daré un juego de llaves. Estaré en el trabajo pero tú estarás en mi cama. Ven preparada y me dices qué es mejor para ti. ¿Las noches luego de clases o las noches después de los clientes?
—Cualquiera —respondí—. Estoy acostumbrada a mi horario, cariño. Así que lo que sea que quieras.
Sus ojos cambiaron de una manera que me gustaba y más de su peso se apoyó en mí mientras murmuraba:
—Lo que sea que quiera.
Oh chico.
¿Qué hice?
—Joe… —comencé pero sus ojos se mantuvieron en los míos.
—Lo que sea que quiera te incluye a ti dándome tú código de seguridad y un juego de tus llaves. Te quiero en satín, te envío un mensaje, traes tu trasero aquí. Quiero un cambio, cuando yo haya terminado, voy hacia ti. ¿Sí?
Pensé en esto y lo hice rápido ya que a Joe parecía gustarle la firmeza.
Luego pensé, Sí.
Así que dije:
—Sí.
—Bien —murmuró y luego preguntó—, ¿tienes hambre?
Sonreí.
—Sí.
—¿Puedes cocinar?
Cocinar para Joe en su increíble cocina negra.
Okey, me gustaba eso.
Mi sonrisa se volvió amplia y repetí.
—Sí.
Joe sonrió de regreso, justo ahí, mi cuerpo se envolvió alrededor de él y ordeno.
—Entonces saca tu trasero de mi cama, regresa a mi camiseta, sin bragas y hazme el desayuno.
Bien, llámame loca, incluso puedes llamarme un bicho raro, no me importaba. La evidencia sugería que me gustaba lo mandón.
Así que se susurre:
—De acuerdo.
A Joe le gustaba que me gustara lo mandón. Sabía eso cuando, a mi respuesta, vi su sonrisa convertirse en una amplia hermosa sonrisa, inclino su cabeza y me beso. Fue húmedo, largo pero no fue demandante. Fue todo dulce. Y dios, me gustaba eso también.
Entonces alzó su cabeza, deslizo su nariz a lo largo de la mía y susurro:
—Bien, nena, aliméntame.
Luego rodo fuera de mí. Yo rodé al otro lado, me puse su camiseta, me deslice a lo largo de la fuerte longitud de su cuerpo sonreí sobre mi hombro y camine a su cocina.
jamileth
Re: JOE joe y tu TERMINADA
Estaba caminando fuera de mi baño después de poner lejos las últimas partes y restos de cosas para uñas cuando escuche una llave en la puerta.
Había hecho el desayuno a Joe y esto desafortunadamente me alerto la hora que era mostrada en su horno y microondas, además del hecho de que no tenía mucho tiempo. Cuando se paseó fuera en pantalones vaqueros y sin camiseta, le informe esto incluso aunque Joe Sebring en pantalones y sin camiseta valía la pena perder dos clientes. Definitivamente.
Así que no tuve tiempo de ir por todo lo alto con algo que mostrara mis esplendidas habilidades culinarias (no es que sea engreída, pero realmente era una buena cocinera). Fue una tostada y jalea (para mí) y un bagel tostado con crema de queso (para Joe) luego se puso una camiseta y botas, yo me puse mi vestido y zapatos me metí en su auto patea traseros y me llevo a casa.
Me siguió arriba y mientras lo hizo dio un recorrido, una vez que camino hacia la cocina, fui hasta él y le di un juego de llaves. Se las di con el código luego me beso (uno dulce otra vez) y me pregunto cuando terminaba.
Le dije, me beso otra vez (este fue corto, desafortunadamente) y se fue. Salte a la ducha, tome una rápida, coloque mis cosas para las uñas al mismo tiempo vistiéndome, acomodándome el cabello y maquillándome como podía en el tiempo que tenía mientras Joe regresaba. Luego mí primer cliente vino, el siguiente vino cuando ya casi terminaba con la primera, esta se fue, la segunda se fue y ahora estaba, bueno… ahora. La llave de Joe en la cerradura.
La puerta se abrió y él entro, con una bolsa de papel en una mano.
Me gustaba eso, él caminando en mi espacio. Me gustaba mucho.
—Oye, — dije con una sonrisa.
—Tres horas, cinco horas, cinco días, nena, — respondió, solo de pie dentro de mi apartamento la puerta cerrada.
Parpadee a sus palabras entonces recordé y camine hacia él.
Colocando una mano a en sus abdominales, envolviendo la otra alrededor de su cuello y alzándome en mis pies desnudos, presione mi boca en la suya. Esta vez, él no se encargó. Esta vez me hizo hacer el trabajo. Así que lo hice y fue mi lengua entrando en su boca, explorando, descubriendo, asaltándola.
Oh mí.
Él sabía bien.
Riquísimo.
Me perdí en ello, mis dos brazos deslizándose alrededor para sostenerlo fuerte, uno en su cuello, uno en su espalda, así podía presionar mi cuerpo profundamente en el de él. Entonces Joe se metió en ello, la bolsa cayó al suelo y uno de sus brazos se apretó fuerte alrededor de mí, la otra mano fue hacia mi cabello, con un puño y él se hizo cargo.
Incluso aunque sabía que mi beso fue bueno.
Él de Joe fue mejor.
Cuando dejo ir mi boca, susurro, —Marca esto, así es como me gusta, ___________________. Exactamente.
Obtuve una A y ni siquiera había estudiado.
Sonreí y susurre de regreso, —Considéralo marcado, Joe.
Sonrío de regreso y me dio un apretón. Luego me dejo ir, recogió la bolsa y camino hacia mi cocina.
— ¿Y en la bolsa hay…? — pregunte, perdiendo mis palabras mientras lo seguía a mi cocina.
—Una garantía de que mantendrás ese trasero, esas tetas y ese vientre de Buda. — respondió, dejándola caer en mi mesada.
Dios, como en la tierra encontré un hombre así, caray ¿Este hombre estaba interesado en mí? Solo en mí. Exactamente en mí.
No le di muchas vueltas. Solamente sonreí una sonrisa que decía precisamente cuan feliz me hacía esto y su cabeza se giró de la bolsa a mí. Luego vi como todo su cuerpo se volvía completamente rígido y me miraba.
Lo note era imposible no darse cuenta, mi sonrisa desapareció y pregunte, — ¿Estás bien?
—Maldición, — murmuro.
Mis cejas se arrugaron.
—¿Joe? ¿Estás bien?
Él me estaba viendo pero me di cuenta que no estaba mirándome, estaba a kilómetros, cuando se enfocó en mí. Y su enfoque fue tan intenso que fue una cosa física, envolviéndome.
No, atrapándome.
—¿Te gusto como lo hice esta mañana? — pregunto y fue acusador, abrupto afilado y todo eso después de la facilidad que compartimos fue estremecedor.
—Sí. — susurre.
Y justo cuando pensé que lo conocía, estaba de regreso a estar confundida con todo lo que tenía que ver con Joe Sebring.
—¿Quieres más? — pregunto y empecé a sentir mi cuerpo temblar.
—Sí. — respondí vacilante.
—Vas a tenerlo, tomar lo que te dé, como sea, ¿Lo entiendes?
—Joe. — Susurre.
—Respóndeme.
Oh dios.
—Sí. — dije suavemente.
—La ropa, los zapatos, el teléfono, mi casa, un auto viniendo a buscarte, mi club, ¿Estás interesada en eso?
—Sí. — repetí otra vez suavemente.
—Eso se va, ¿Todavía estarías interesada en mí?
—Joe, ¿De qué se trata esto?
—Te hice una pregunta, ___________________.
Okey, ahora me estaba molestando.
Por lo que solté cuando respondí:
—Tengo ropa y casi tengo el dinero para un teléfono y no soy una indigente así que puedo cubrir mis gastos, incluso en tu club, lo que, por cierto, es definitivamente el club más genial en Denver pero todavía el costo es muy alto. Así que, si Joe. Si eso se va, todavía estoy interesada en ti.
Se me queda mirando.
Continúo molestándome más y lo hice rápido hasta que no puedo seguir ocultándolo.
Así que le digo:
—Y por cierto, lo que dije anoche que pensaste que no fue bueno, tienes razón. No lo fue. Pero en mi defensa lo dije mientras estabas soltando algunas cosas bastantes fuertes sobre mí. Y para que sepas, lo que me acabas de decir fue simplementemuy malo. Regresé el teléfono, Joe. Y si quieres todo de vuelta, excepto el teléfono que he usado pero eso también, y las cosas que vestí anoche, todavía tienen las etiquetas. Puedes tenerlo. Regresarlo. Dárselo a alguien en tu variada selección de mujeres. Lo que sea. Simplemente no me lo digas y lo hare fácil para ti porque si piensas que te estoy usando, estaré feliz de parar que dejes de pensar así alejándome de ti.
Había hecho el desayuno a Joe y esto desafortunadamente me alerto la hora que era mostrada en su horno y microondas, además del hecho de que no tenía mucho tiempo. Cuando se paseó fuera en pantalones vaqueros y sin camiseta, le informe esto incluso aunque Joe Sebring en pantalones y sin camiseta valía la pena perder dos clientes. Definitivamente.
Así que no tuve tiempo de ir por todo lo alto con algo que mostrara mis esplendidas habilidades culinarias (no es que sea engreída, pero realmente era una buena cocinera). Fue una tostada y jalea (para mí) y un bagel tostado con crema de queso (para Joe) luego se puso una camiseta y botas, yo me puse mi vestido y zapatos me metí en su auto patea traseros y me llevo a casa.
Me siguió arriba y mientras lo hizo dio un recorrido, una vez que camino hacia la cocina, fui hasta él y le di un juego de llaves. Se las di con el código luego me beso (uno dulce otra vez) y me pregunto cuando terminaba.
Le dije, me beso otra vez (este fue corto, desafortunadamente) y se fue. Salte a la ducha, tome una rápida, coloque mis cosas para las uñas al mismo tiempo vistiéndome, acomodándome el cabello y maquillándome como podía en el tiempo que tenía mientras Joe regresaba. Luego mí primer cliente vino, el siguiente vino cuando ya casi terminaba con la primera, esta se fue, la segunda se fue y ahora estaba, bueno… ahora. La llave de Joe en la cerradura.
La puerta se abrió y él entro, con una bolsa de papel en una mano.
Me gustaba eso, él caminando en mi espacio. Me gustaba mucho.
—Oye, — dije con una sonrisa.
—Tres horas, cinco horas, cinco días, nena, — respondió, solo de pie dentro de mi apartamento la puerta cerrada.
Parpadee a sus palabras entonces recordé y camine hacia él.
Colocando una mano a en sus abdominales, envolviendo la otra alrededor de su cuello y alzándome en mis pies desnudos, presione mi boca en la suya. Esta vez, él no se encargó. Esta vez me hizo hacer el trabajo. Así que lo hice y fue mi lengua entrando en su boca, explorando, descubriendo, asaltándola.
Oh mí.
Él sabía bien.
Riquísimo.
Me perdí en ello, mis dos brazos deslizándose alrededor para sostenerlo fuerte, uno en su cuello, uno en su espalda, así podía presionar mi cuerpo profundamente en el de él. Entonces Joe se metió en ello, la bolsa cayó al suelo y uno de sus brazos se apretó fuerte alrededor de mí, la otra mano fue hacia mi cabello, con un puño y él se hizo cargo.
Incluso aunque sabía que mi beso fue bueno.
Él de Joe fue mejor.
Cuando dejo ir mi boca, susurro, —Marca esto, así es como me gusta, ___________________. Exactamente.
Obtuve una A y ni siquiera había estudiado.
Sonreí y susurre de regreso, —Considéralo marcado, Joe.
Sonrío de regreso y me dio un apretón. Luego me dejo ir, recogió la bolsa y camino hacia mi cocina.
— ¿Y en la bolsa hay…? — pregunte, perdiendo mis palabras mientras lo seguía a mi cocina.
—Una garantía de que mantendrás ese trasero, esas tetas y ese vientre de Buda. — respondió, dejándola caer en mi mesada.
Dios, como en la tierra encontré un hombre así, caray ¿Este hombre estaba interesado en mí? Solo en mí. Exactamente en mí.
No le di muchas vueltas. Solamente sonreí una sonrisa que decía precisamente cuan feliz me hacía esto y su cabeza se giró de la bolsa a mí. Luego vi como todo su cuerpo se volvía completamente rígido y me miraba.
Lo note era imposible no darse cuenta, mi sonrisa desapareció y pregunte, — ¿Estás bien?
—Maldición, — murmuro.
Mis cejas se arrugaron.
—¿Joe? ¿Estás bien?
Él me estaba viendo pero me di cuenta que no estaba mirándome, estaba a kilómetros, cuando se enfocó en mí. Y su enfoque fue tan intenso que fue una cosa física, envolviéndome.
No, atrapándome.
—¿Te gusto como lo hice esta mañana? — pregunto y fue acusador, abrupto afilado y todo eso después de la facilidad que compartimos fue estremecedor.
—Sí. — susurre.
Y justo cuando pensé que lo conocía, estaba de regreso a estar confundida con todo lo que tenía que ver con Joe Sebring.
—¿Quieres más? — pregunto y empecé a sentir mi cuerpo temblar.
—Sí. — respondí vacilante.
—Vas a tenerlo, tomar lo que te dé, como sea, ¿Lo entiendes?
—Joe. — Susurre.
—Respóndeme.
Oh dios.
—Sí. — dije suavemente.
—La ropa, los zapatos, el teléfono, mi casa, un auto viniendo a buscarte, mi club, ¿Estás interesada en eso?
—Sí. — repetí otra vez suavemente.
—Eso se va, ¿Todavía estarías interesada en mí?
—Joe, ¿De qué se trata esto?
—Te hice una pregunta, ___________________.
Okey, ahora me estaba molestando.
Por lo que solté cuando respondí:
—Tengo ropa y casi tengo el dinero para un teléfono y no soy una indigente así que puedo cubrir mis gastos, incluso en tu club, lo que, por cierto, es definitivamente el club más genial en Denver pero todavía el costo es muy alto. Así que, si Joe. Si eso se va, todavía estoy interesada en ti.
Se me queda mirando.
Continúo molestándome más y lo hice rápido hasta que no puedo seguir ocultándolo.
Así que le digo:
—Y por cierto, lo que dije anoche que pensaste que no fue bueno, tienes razón. No lo fue. Pero en mi defensa lo dije mientras estabas soltando algunas cosas bastantes fuertes sobre mí. Y para que sepas, lo que me acabas de decir fue simplementemuy malo. Regresé el teléfono, Joe. Y si quieres todo de vuelta, excepto el teléfono que he usado pero eso también, y las cosas que vestí anoche, todavía tienen las etiquetas. Puedes tenerlo. Regresarlo. Dárselo a alguien en tu variada selección de mujeres. Lo que sea. Simplemente no me lo digas y lo hare fácil para ti porque si piensas que te estoy usando, estaré feliz de parar que dejes de pensar así alejándome de ti.
jamileth
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