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JOE joe y tu TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: JOE joe y tu TERMINADA
—¿Mi variada selección de mujeres? — pregunto, con las cejas levantadas.
—Tu selección de coños en el club, — explique, mi cara se volvió más enfadada podía sentirlo.
Él me estudio.
Luego murmuro:
— Mi selección de coños en el club.
—Sí.
—Mi selección de coños en el club, — repitió, todavía murmurando.
—¡Sí! — respondí bruscamente en voz alta.
Joe se echó a reír.
Lo mire pensando que lucía realmente bien haciendo eso. También estaba pensando que quería encontrar uno de mis sartenes para freír y golpearlo con él. También estaba pensando que quizás me pusiera a llorar. Y por último, estaba deseando que mi apartamento fuera más grande así pudiera ir a algún lado, cerrar la puerta y lanzar un berrinche, gritar, sollozar y todo eso junto.
Su risa murió hasta solo ser una risa entre dientes y ordeno:
—Ven aquí, nena.
—Si no lo hago, ¿Me darás nalgadas? — dispare de regreso.
Su cara se volvió seria y respondió secamente:
—Sí.
Maldición.
Me fui pisoteando hacia él, se giró hacia mí me llevo a sus brazos y me sostuvo cerca.
Luego bajo su cara acercándola y pregunto tranquilamente:
—¿Has estado preguntando acerca de mí?
—No, — respondí afiladamente. —Vivica lo ha hecho. Y ten cuidado, Joe, ella es protectora, loca y tan tenaz como tú. Ella me ama. Sabe todo sobre mí. Quiere que tenga una buena vida y hace eso de una manera que pudiera jurar que quiere eso más que yo e incluso para sí misma. Así que su normalmente extrema curiosidad, cuando se trata de mi futura felicidad y aquellos que quizás me la den o no, llega al punto de lo ridículo. Sin embargo, dicho eso, ella ya te ha dado su sello de aprobación y desde que ese sello no es como una marca quemada que deja cicatriz hasta que sane, creo que estas bien. Al menos que seas un terrorista lo que ella me informo, es la única razón por la que dejaría de quererte y estés conmigo.
Eso fue mucho, demasiado, pero aun así no me calle, así de molesta estaba.
—Oh, y, si no juegas conmigo, nombrara a su primer hijo por tu nombre.
Ahí fue cuando me calle solo para ver a Joe sonriendo con una blanca y deslumbrante sonrisa.
Luego pregunto:
—¿Terminaste?
—Sí. — corte.
—¿Quieres decirme porque estás tan molesta? — pregunto él.
—No, pero no me dejaras hacerlo así que lo hare en orden para evadir la pelea con Joe. De ninguna manera, en mi vida, sería capaz de permitirme un teléfono como el que me diste. Tampoco los vestidos. Los zapatos, ninguno de ellos. Llegue a casa y vi esas bolsas, Joe, y no pensé en regresarlas como el teléfono porque te deje entrar. Todo lo que pensé fue que nunca, nunca en mi vida, me imaginaría a mí misma de pie en mi sala con un sofá que conseguí en un remate que estaba en venta porque tenía un corte en el cojín, mi mesa de café de una venta de garaje, mi mesa de comer que un amigo me dio, y vería a través de ellas el lujo y belleza porque alguien pensó en mí lo suficiente para dármelos. Mis padres murieron cuando tenía siete pero ellos no eran millonarios. Nuestra vida era buena. Era amorosa. Era feliz pero nunca había sido consentida. Me consentiste y si pasara una vez o millones de veces, sé que nunca me acostumbraría porque nunca en mi vida lo espere. Cada momento sería un tesoro y ese tesoro no sería por las cosas que me diste. Sería porque tú me las diste. Y Joe, eso es porque desde que mis padres murieron, he aprendido a no esperar nada. La vida iba a ser lo que yo hiciera, lo que trabajara para que fuera, lo que me gané. Así que ese momento fue hermoso para mí y lo arruinaste al dar a entender que te estaba usando y estoy molesta porque sentirse molesta es mejor que sentirse herida que es realmente lo que siento.
Su brazo izquierdo dejo mi espalda así su mano podía ahuecar mi mandíbula y su cara se acercó más y susurro:
—Nena.
Sin demora, espeté:
—No entiendo que hay entre nosotros o como me puedo comportar o si siquiera puedo estar molesta pero solo para que sepas, justo ahora, no quiero que seas amable conmigo y no quiero que me toques.
—No te voy a dar eso, ___________________, — dijo gentilmente.
Imagínatelo.
Mire lejos y deje salir un suspiro.
—Nena, mírame.
Mire de vuelta, repensando esta situación porque cuando estaba molesta o herida o lo que sea, quería ser capaz de ser solo yo.
—Tú, ___________________, eres una mujer que necesita un perro, una casa con cercas blancas, un niño, una niña un hombre que bese el suelo que pisas, que agradezca a dios cada noche su maldita suerte por tener tu cabeza en la almohada al lado de la de él pero que aun así vea el futbol los domingos. Si tú y yo continuamos este curso, nunca vas a conseguir eso de mí.
Me le quedo mirando, otra vez… malditamente… confundida.
—¿Perdón?
—Traté de alejarme, lo hice dos veces, así podía dejarte ese destino. Luego entras en mi club en ese maldito vestido. Sabía que no llevabas ropa interior. Lo sabía desde que entraste en mi club y cada polla en cada tipo que conseguía una vista de ti empezaba a ponerse dura al verte en ese vestido porque tú eres tú pero también porque no llevabas ninguna maldita ropa interior. Entonces estabas con Nick. Y verte sentada con él, luciendo hermosa pero asustada volviéndote loca, supe dos cosas. Una, tenía que reclamarte y cuidar de ti antes de que alguien o una de las mierdas que se encontraban ahí te follara en su búsqueda por conseguirte. Y dos, tenía que reclamarte porque no podía negar por más tiempo cuan jodidamente te quería. Tu mereces esa vida con el perro y la cerca blanca, nena. Mereces algo bueno, normal y honrado. Así que cuando caminaste por la cocina y me sonreíste brillantemente como si nunca hubieses sido tan malditamente feliz, tenía que saber si yo te di eso o si lo que te di consiguió eso. Así que me propuse averiguarlo. Y saber que soy yo el que te dio eso, saber que quizás serás feliz sin el perro o la cerca blanca, nena, eso me hace feliz.
—¿No eres bueno, normal y honrado? — susurre.
―No, ___________________, no soy nada de eso. Alguien te jode y no tengo problema con derramar su sangre, hacerlo sufrir, hacer que jodidamente y absolutamente de seguro nunca lo vuelva a hacer. Ya lo he hecho y no dudaré en volver a hacerlo. Bajo mi cabeza por la noche, puedes estar atada a mi cama con las piernas abiertas a mi lado para que así me dé gusto por ti en medio de la noche, puedo poner mi boca sobre ti sin tener que esperar. No soy bueno. No soy normal. No soy honrado. Amo mi jodida vida. Pero me libré mucho más de lo normal, diciéndote qué quiero y viendo que te importo. Sabes jodidamente genial. Ese coño tuyo se siente aún mejor. Y mirar a tu cara cuando me vengo es aún jodidamente mejor. Y todo eso hizo mi vida mucho mejor. Así que tienes que saber, que tú me has dado eso, es de mi propiedad pero nunca he tenido la intención de ser ninguna de esas cosas, bueno o normal u honrado.
Me quedé en silencio. También estaba más que levemente encendida.
Joe se quedó en silencio también, y entonces no lo estuvo.
―Así que, ___________________, nena, tenía que saber que te estaba haciendo feliz. Te pregunté. Tú compartiste. Y eso es bueno. Debido a que en el futuro no quiero que quede asentado en mi interior que debería haberte dejado buena, normal y honrada. Estoy contento como el demonio que te guste lo que se está desarrollando entre nosotros porque, nena, en serio, a mi también. Y otra cosa, espera ser mimada, nena, porque voy a trabajar en eso también. Tú y las mesas de cafeterías son una cosa del maldito pasado.
De repente, no estaba respirando. También estaba temblando.
Su pulgar se deslizó por mis labios, pero se detuvo en el medio, presionó ligeramente y su cara estuvo aún más cerca, sus ojos brillantes eran lo único que podía ver.
—Tu selección de coños en el club, — explique, mi cara se volvió más enfadada podía sentirlo.
Él me estudio.
Luego murmuro:
— Mi selección de coños en el club.
—Sí.
—Mi selección de coños en el club, — repitió, todavía murmurando.
—¡Sí! — respondí bruscamente en voz alta.
Joe se echó a reír.
Lo mire pensando que lucía realmente bien haciendo eso. También estaba pensando que quería encontrar uno de mis sartenes para freír y golpearlo con él. También estaba pensando que quizás me pusiera a llorar. Y por último, estaba deseando que mi apartamento fuera más grande así pudiera ir a algún lado, cerrar la puerta y lanzar un berrinche, gritar, sollozar y todo eso junto.
Su risa murió hasta solo ser una risa entre dientes y ordeno:
—Ven aquí, nena.
—Si no lo hago, ¿Me darás nalgadas? — dispare de regreso.
Su cara se volvió seria y respondió secamente:
—Sí.
Maldición.
Me fui pisoteando hacia él, se giró hacia mí me llevo a sus brazos y me sostuvo cerca.
Luego bajo su cara acercándola y pregunto tranquilamente:
—¿Has estado preguntando acerca de mí?
—No, — respondí afiladamente. —Vivica lo ha hecho. Y ten cuidado, Joe, ella es protectora, loca y tan tenaz como tú. Ella me ama. Sabe todo sobre mí. Quiere que tenga una buena vida y hace eso de una manera que pudiera jurar que quiere eso más que yo e incluso para sí misma. Así que su normalmente extrema curiosidad, cuando se trata de mi futura felicidad y aquellos que quizás me la den o no, llega al punto de lo ridículo. Sin embargo, dicho eso, ella ya te ha dado su sello de aprobación y desde que ese sello no es como una marca quemada que deja cicatriz hasta que sane, creo que estas bien. Al menos que seas un terrorista lo que ella me informo, es la única razón por la que dejaría de quererte y estés conmigo.
Eso fue mucho, demasiado, pero aun así no me calle, así de molesta estaba.
—Oh, y, si no juegas conmigo, nombrara a su primer hijo por tu nombre.
Ahí fue cuando me calle solo para ver a Joe sonriendo con una blanca y deslumbrante sonrisa.
Luego pregunto:
—¿Terminaste?
—Sí. — corte.
—¿Quieres decirme porque estás tan molesta? — pregunto él.
—No, pero no me dejaras hacerlo así que lo hare en orden para evadir la pelea con Joe. De ninguna manera, en mi vida, sería capaz de permitirme un teléfono como el que me diste. Tampoco los vestidos. Los zapatos, ninguno de ellos. Llegue a casa y vi esas bolsas, Joe, y no pensé en regresarlas como el teléfono porque te deje entrar. Todo lo que pensé fue que nunca, nunca en mi vida, me imaginaría a mí misma de pie en mi sala con un sofá que conseguí en un remate que estaba en venta porque tenía un corte en el cojín, mi mesa de café de una venta de garaje, mi mesa de comer que un amigo me dio, y vería a través de ellas el lujo y belleza porque alguien pensó en mí lo suficiente para dármelos. Mis padres murieron cuando tenía siete pero ellos no eran millonarios. Nuestra vida era buena. Era amorosa. Era feliz pero nunca había sido consentida. Me consentiste y si pasara una vez o millones de veces, sé que nunca me acostumbraría porque nunca en mi vida lo espere. Cada momento sería un tesoro y ese tesoro no sería por las cosas que me diste. Sería porque tú me las diste. Y Joe, eso es porque desde que mis padres murieron, he aprendido a no esperar nada. La vida iba a ser lo que yo hiciera, lo que trabajara para que fuera, lo que me gané. Así que ese momento fue hermoso para mí y lo arruinaste al dar a entender que te estaba usando y estoy molesta porque sentirse molesta es mejor que sentirse herida que es realmente lo que siento.
Su brazo izquierdo dejo mi espalda así su mano podía ahuecar mi mandíbula y su cara se acercó más y susurro:
—Nena.
Sin demora, espeté:
—No entiendo que hay entre nosotros o como me puedo comportar o si siquiera puedo estar molesta pero solo para que sepas, justo ahora, no quiero que seas amable conmigo y no quiero que me toques.
—No te voy a dar eso, ___________________, — dijo gentilmente.
Imagínatelo.
Mire lejos y deje salir un suspiro.
—Nena, mírame.
Mire de vuelta, repensando esta situación porque cuando estaba molesta o herida o lo que sea, quería ser capaz de ser solo yo.
—Tú, ___________________, eres una mujer que necesita un perro, una casa con cercas blancas, un niño, una niña un hombre que bese el suelo que pisas, que agradezca a dios cada noche su maldita suerte por tener tu cabeza en la almohada al lado de la de él pero que aun así vea el futbol los domingos. Si tú y yo continuamos este curso, nunca vas a conseguir eso de mí.
Me le quedo mirando, otra vez… malditamente… confundida.
—¿Perdón?
—Traté de alejarme, lo hice dos veces, así podía dejarte ese destino. Luego entras en mi club en ese maldito vestido. Sabía que no llevabas ropa interior. Lo sabía desde que entraste en mi club y cada polla en cada tipo que conseguía una vista de ti empezaba a ponerse dura al verte en ese vestido porque tú eres tú pero también porque no llevabas ninguna maldita ropa interior. Entonces estabas con Nick. Y verte sentada con él, luciendo hermosa pero asustada volviéndote loca, supe dos cosas. Una, tenía que reclamarte y cuidar de ti antes de que alguien o una de las mierdas que se encontraban ahí te follara en su búsqueda por conseguirte. Y dos, tenía que reclamarte porque no podía negar por más tiempo cuan jodidamente te quería. Tu mereces esa vida con el perro y la cerca blanca, nena. Mereces algo bueno, normal y honrado. Así que cuando caminaste por la cocina y me sonreíste brillantemente como si nunca hubieses sido tan malditamente feliz, tenía que saber si yo te di eso o si lo que te di consiguió eso. Así que me propuse averiguarlo. Y saber que soy yo el que te dio eso, saber que quizás serás feliz sin el perro o la cerca blanca, nena, eso me hace feliz.
—¿No eres bueno, normal y honrado? — susurre.
―No, ___________________, no soy nada de eso. Alguien te jode y no tengo problema con derramar su sangre, hacerlo sufrir, hacer que jodidamente y absolutamente de seguro nunca lo vuelva a hacer. Ya lo he hecho y no dudaré en volver a hacerlo. Bajo mi cabeza por la noche, puedes estar atada a mi cama con las piernas abiertas a mi lado para que así me dé gusto por ti en medio de la noche, puedo poner mi boca sobre ti sin tener que esperar. No soy bueno. No soy normal. No soy honrado. Amo mi jodida vida. Pero me libré mucho más de lo normal, diciéndote qué quiero y viendo que te importo. Sabes jodidamente genial. Ese coño tuyo se siente aún mejor. Y mirar a tu cara cuando me vengo es aún jodidamente mejor. Y todo eso hizo mi vida mucho mejor. Así que tienes que saber, que tú me has dado eso, es de mi propiedad pero nunca he tenido la intención de ser ninguna de esas cosas, bueno o normal u honrado.
Me quedé en silencio. También estaba más que levemente encendida.
Joe se quedó en silencio también, y entonces no lo estuvo.
―Así que, ___________________, nena, tenía que saber que te estaba haciendo feliz. Te pregunté. Tú compartiste. Y eso es bueno. Debido a que en el futuro no quiero que quede asentado en mi interior que debería haberte dejado buena, normal y honrada. Estoy contento como el demonio que te guste lo que se está desarrollando entre nosotros porque, nena, en serio, a mi también. Y otra cosa, espera ser mimada, nena, porque voy a trabajar en eso también. Tú y las mesas de cafeterías son una cosa del maldito pasado.
De repente, no estaba respirando. También estaba temblando.
Su pulgar se deslizó por mis labios, pero se detuvo en el medio, presionó ligeramente y su cara estuvo aún más cerca, sus ojos brillantes eran lo único que podía ver.
jamileth
Re: JOE joe y tu TERMINADA
―Y por último, haz que tu chica retroceda. Entiendo lo que está haciendo por ti. Pero voy a dejarte saber lo que necesitas saber acerca de mí cuando esté listo para que tú lo sepas. No me gusta la gente metiéndose en mis asuntos. No me gusta la gente preguntando sobre mí. Y no me gusta que la gente sepa de mí a menos que sea yo quien los pone al tanto. Ella es tu chica, pero te advierto, no me gusta todo esto lo suficiente para eso, si ella no baja la guardia, voy a tener que dejarle en claro que tiene que hacerlo. La primera vez, seré gentil. Hay una segunda vez, significas algo para mí, ella significa algo para ti, pero aún así no puedo hacer ninguna promesa. ¿Me entiendes?
Oh, chico. Es hora de tener una seria conversación con Vivica.
No he dicho eso. No he dicho nada. Me limité a asentir.
―¿Entiendes que al estar conmigo estás renunciando a lo bueno, normal y honrado?
―Creo que sí ―susurré contra su pulgar y en medio de mis palabras, él lo deslizó a un lado. Cuando terminé, él lo deslizó de nuevo y sus ojos observaron mientras éste presionaba y luego empujaba hacia abajo llevándose mi labio con él. Entonces la yema de su pulgar se deslizó a lo largo de mis dientes. Automáticamente, se separaron, su lengua se deslizó entre ellos y la yema tocó mi lengua. Una vez más automáticamente, mis labios se cerraron alrededor de su dedo pulgar y mi lengua lo acarició. Vi sus pupilas dilatarse y su pulgar presionó mi lengua mientras gruñía―: Maldición, mi nena me entiende.
El área entre mis piernas se contrajo con tanta fuerza, que fue casi como un mini-orgasmo. O quizás simplemente lo era.
Su pulgar se deslizó hacia fuera, acarició mi labio inferior de nuevo y entonces su mano se deslizó de vuelta en mi cabello, pero a través de esto nunca aparté mi mirada de la suya.
―Me equivoqué, al mentir sobre tu chica no siendo la última ―dijo en voz baja―. Fue la última, me gusta el sexo y no voy a negar que he disfrutado tanto de él como pude. Pero ese -bufé de carne- que has mencionado, nena, eso se ha evaporado. Tú te entregaste a mí, yo me entregué a ti. Quieres pruebas, las haremos. No estás tomando la píldora o algo más, necesitas ponerte a ello inmediatamente porque no quiero tener nada entre mi polla y tú. Pero confía en mí para cuidar de lo que tú me das, puedes confiar en que eres la única que vas a obtener esto por el tiempo que estés conmigo.
Bueno, esto era bueno. Muy bueno. Excelente.
―Está bien ―susurré.
―El sexo que he tenido, todo él, era sólo sexo. Tú no eres sólo sexo. Ellas saben que no deben hablar de lo que les he dado. Pero tienes que saber que saben porque lo tuvieron. Para ellas, se trataba de una sesión. Para ti, esto es ahora parte de tu vida. Entiendo que vas a compartir con tus amigas acerca de mí. Pero voy a pedirte que mantengas eso con tu tripulación de tres personas y les hagas entender que no me gusta que la gente comparta abiertamente sobre mí. Y se firme sobre eso, nena. Yo vivo tranquilo. No me gusta la atención. Y no me gustaría que tú la obtengas por mí. Eso no significa castigo. Eso va a significar el fin de tú y yo. ¿Entiendes?
Asentí.
―¿Todavía molesta? ―preguntó.
Negué con la cabeza.
―¿Quieres comer o quieres follar?
Parpadeé.
Entonces le pregunté en respuesta:
― ¿Tengo opción?
―La tienes justo ahora.
Lo miré a los ojos. Entonces sus palabras flotaron en mi cabeza, las específicas.
Entonces pregunté, con voz suave y cuidadosamente, algo que había querido saber por un tiempo y nunca pensé que tendría la oportunidad de preguntar e incluso si lo hacía, lo haría.
Pero lo hice.
—¿Te has hecho una paja (masturbarse), pensando en mí?
—Por supuesto.
Mi vientre convulsionó de nuevo.
Sabía que esta sensación se mostró en mi cara porque lo escuché susurrar:
—La nena quiere a su papi.
Oh
Por
Dios.
Mini-orgasmo definido.
—Joder, sí, mi nena quiere a su papi, —gruñó. Entonces estuve de pie, su mano en mi trasero, mis piernas envueltas alrededor de sus caderas, su otra mano en mi cabello, enmarcando e inclinando mi cabeza forzando mis labios en los suyos mientras su boca tomaba la mía. Entonces nos llevó a mi habitación.
Nos bajó juntos a la cama.
Entonces la nena consiguió a su papi.
Deliciosamente.
—Abre, —ordenó Joe.
Abrí mi boca y deslizó el pedazo roto de pastel de zanahoria dentro. Entonces me aseguré de tener todo el glaseado al cerrar mis labios y chupar su pulgar suavemente mientras él lo sacaba.
—Fóllame, nena, —susurró, levanté la mirada a él, me gustó lo que vi y aun así mastiqué, sonreí.
Sus ojos instantáneamente se oscurecieron, su otra mano fue a los cobertores y los deslizó por mi espalda.
Mi corazón se detuvo.
Me lo había hecho dominantemente y luego fue a la cocina para conseguir comida. Regresó todavía con el ánimo dominante y lo sabía porque Me dijo que me quedara sobre mi vientre y él me daría de comer.
Así que estaba sobre mi vientre, desnuda, con Joe desnudo a mi lado. Los cobertores estaban en su cintura, pero ahora bajaba por mi trasero. Mis brazos estaban cruzados sobre la almohada frente a mí y supe por la oscura y hambrienta mirada en la cara de Joe que papi esencialmente nunca se había ido pero ahora estaba de regreso.
Su mano se deslizó sobre la luz detrás de mí mientras ordenaba:
—Extiéndete.
Empecé a respirar de nuevo pero pesadamente.
Entonces me extendí.
Joe vio a su mano zambullirse.
Contuve el aliento.
Se inclinó un poco para tener un mejor acceso.
Comencé a jadear.
—Me encanta mi coño, nena, —murmuró Joe. Sabía que lo hacía porque dos dedos estaban acariciando profundo, estirándome y mis caderas empezaron a sacudirse. —Se buena, ___________________.
Mordí mi labio y me calmé.
Con una de sus manos entre mis piernas, la otra yendo al plato colocado en la cama entre nosotros, su pulgar anotando a través de la gruesa capa de crema sobre el pastel, raspándola y llevándola a mi boca. Joe la deslizó dentro y chupé más profundo.
Sus dedos entre mis piernas acariciaron más rápido.
Su pulgar se retiró de mi boca, agarró el plato, lo dejó a un lado e hizo todo esto mientras me mantenía entre las piernas. Entonces me acercó con un antebrazo, mis ojos fueron a los suyos, sus ojos estaban en mi espalda y toda su atención estaba sobre mí.
—Levanta tu trasero.
Me coloqué un poco sobre las rodillas.
—Más alto.
Me arrodillé más.
Se levantó de nuevo para que su mano pudiera estar en posición, sus dedos deslizándose hacia fuera y uno yendo a mi clítoris.
Oh Dios. Oh sí. Sí.
Mis caderas se sacudieron.
—A mi nena le gusta eso, —gruñó. —Más alto.
Fui más alto.
—Ahí es, ___________________, mantén tu trasero elevado para mí y encuentralo, nena.
Cerré mis ojos, su dedo trabajando.
- Mírame.
Abrí mis ojos y lo miré confusamente. Su dedo seguía trabajando.
- Vienes, quiete, subes en mi polla y montas a tu papi a través de ella, ¿me oyes, nena?
Oh Dios. Si. Oh. Si.
Asentí.
- Entonces me montas hasta que me lo des.
Asentí otra vez.
Su dedo presionó más profundamente. Bueno, tan malditamente bueno.
Dios.
Gimoteé.
- Joder, ___________________, vas a encontrarlo. Voy a venirme solo oyéndote. Mueve tus caderas, encuéntralo.
bueno hasta aqui cap :D
chauuu
cuidense :bye:
Oh, chico. Es hora de tener una seria conversación con Vivica.
No he dicho eso. No he dicho nada. Me limité a asentir.
―¿Entiendes que al estar conmigo estás renunciando a lo bueno, normal y honrado?
―Creo que sí ―susurré contra su pulgar y en medio de mis palabras, él lo deslizó a un lado. Cuando terminé, él lo deslizó de nuevo y sus ojos observaron mientras éste presionaba y luego empujaba hacia abajo llevándose mi labio con él. Entonces la yema de su pulgar se deslizó a lo largo de mis dientes. Automáticamente, se separaron, su lengua se deslizó entre ellos y la yema tocó mi lengua. Una vez más automáticamente, mis labios se cerraron alrededor de su dedo pulgar y mi lengua lo acarició. Vi sus pupilas dilatarse y su pulgar presionó mi lengua mientras gruñía―: Maldición, mi nena me entiende.
El área entre mis piernas se contrajo con tanta fuerza, que fue casi como un mini-orgasmo. O quizás simplemente lo era.
Su pulgar se deslizó hacia fuera, acarició mi labio inferior de nuevo y entonces su mano se deslizó de vuelta en mi cabello, pero a través de esto nunca aparté mi mirada de la suya.
―Me equivoqué, al mentir sobre tu chica no siendo la última ―dijo en voz baja―. Fue la última, me gusta el sexo y no voy a negar que he disfrutado tanto de él como pude. Pero ese -bufé de carne- que has mencionado, nena, eso se ha evaporado. Tú te entregaste a mí, yo me entregué a ti. Quieres pruebas, las haremos. No estás tomando la píldora o algo más, necesitas ponerte a ello inmediatamente porque no quiero tener nada entre mi polla y tú. Pero confía en mí para cuidar de lo que tú me das, puedes confiar en que eres la única que vas a obtener esto por el tiempo que estés conmigo.
Bueno, esto era bueno. Muy bueno. Excelente.
―Está bien ―susurré.
―El sexo que he tenido, todo él, era sólo sexo. Tú no eres sólo sexo. Ellas saben que no deben hablar de lo que les he dado. Pero tienes que saber que saben porque lo tuvieron. Para ellas, se trataba de una sesión. Para ti, esto es ahora parte de tu vida. Entiendo que vas a compartir con tus amigas acerca de mí. Pero voy a pedirte que mantengas eso con tu tripulación de tres personas y les hagas entender que no me gusta que la gente comparta abiertamente sobre mí. Y se firme sobre eso, nena. Yo vivo tranquilo. No me gusta la atención. Y no me gustaría que tú la obtengas por mí. Eso no significa castigo. Eso va a significar el fin de tú y yo. ¿Entiendes?
Asentí.
―¿Todavía molesta? ―preguntó.
Negué con la cabeza.
―¿Quieres comer o quieres follar?
Parpadeé.
Entonces le pregunté en respuesta:
― ¿Tengo opción?
―La tienes justo ahora.
Lo miré a los ojos. Entonces sus palabras flotaron en mi cabeza, las específicas.
Entonces pregunté, con voz suave y cuidadosamente, algo que había querido saber por un tiempo y nunca pensé que tendría la oportunidad de preguntar e incluso si lo hacía, lo haría.
Pero lo hice.
—¿Te has hecho una paja (masturbarse), pensando en mí?
—Por supuesto.
Mi vientre convulsionó de nuevo.
Sabía que esta sensación se mostró en mi cara porque lo escuché susurrar:
—La nena quiere a su papi.
Oh
Por
Dios.
Mini-orgasmo definido.
—Joder, sí, mi nena quiere a su papi, —gruñó. Entonces estuve de pie, su mano en mi trasero, mis piernas envueltas alrededor de sus caderas, su otra mano en mi cabello, enmarcando e inclinando mi cabeza forzando mis labios en los suyos mientras su boca tomaba la mía. Entonces nos llevó a mi habitación.
Nos bajó juntos a la cama.
Entonces la nena consiguió a su papi.
Deliciosamente.
***
—Abre, —ordenó Joe.
Abrí mi boca y deslizó el pedazo roto de pastel de zanahoria dentro. Entonces me aseguré de tener todo el glaseado al cerrar mis labios y chupar su pulgar suavemente mientras él lo sacaba.
—Fóllame, nena, —susurró, levanté la mirada a él, me gustó lo que vi y aun así mastiqué, sonreí.
Sus ojos instantáneamente se oscurecieron, su otra mano fue a los cobertores y los deslizó por mi espalda.
Mi corazón se detuvo.
Me lo había hecho dominantemente y luego fue a la cocina para conseguir comida. Regresó todavía con el ánimo dominante y lo sabía porque Me dijo que me quedara sobre mi vientre y él me daría de comer.
Así que estaba sobre mi vientre, desnuda, con Joe desnudo a mi lado. Los cobertores estaban en su cintura, pero ahora bajaba por mi trasero. Mis brazos estaban cruzados sobre la almohada frente a mí y supe por la oscura y hambrienta mirada en la cara de Joe que papi esencialmente nunca se había ido pero ahora estaba de regreso.
Su mano se deslizó sobre la luz detrás de mí mientras ordenaba:
—Extiéndete.
Empecé a respirar de nuevo pero pesadamente.
Entonces me extendí.
Joe vio a su mano zambullirse.
Contuve el aliento.
Se inclinó un poco para tener un mejor acceso.
Comencé a jadear.
—Me encanta mi coño, nena, —murmuró Joe. Sabía que lo hacía porque dos dedos estaban acariciando profundo, estirándome y mis caderas empezaron a sacudirse. —Se buena, ___________________.
Mordí mi labio y me calmé.
Con una de sus manos entre mis piernas, la otra yendo al plato colocado en la cama entre nosotros, su pulgar anotando a través de la gruesa capa de crema sobre el pastel, raspándola y llevándola a mi boca. Joe la deslizó dentro y chupé más profundo.
Sus dedos entre mis piernas acariciaron más rápido.
Su pulgar se retiró de mi boca, agarró el plato, lo dejó a un lado e hizo todo esto mientras me mantenía entre las piernas. Entonces me acercó con un antebrazo, mis ojos fueron a los suyos, sus ojos estaban en mi espalda y toda su atención estaba sobre mí.
—Levanta tu trasero.
Me coloqué un poco sobre las rodillas.
—Más alto.
Me arrodillé más.
Se levantó de nuevo para que su mano pudiera estar en posición, sus dedos deslizándose hacia fuera y uno yendo a mi clítoris.
Oh Dios. Oh sí. Sí.
Mis caderas se sacudieron.
—A mi nena le gusta eso, —gruñó. —Más alto.
Fui más alto.
—Ahí es, ___________________, mantén tu trasero elevado para mí y encuentralo, nena.
Cerré mis ojos, su dedo trabajando.
- Mírame.
Abrí mis ojos y lo miré confusamente. Su dedo seguía trabajando.
- Vienes, quiete, subes en mi polla y montas a tu papi a través de ella, ¿me oyes, nena?
Oh Dios. Si. Oh. Si.
Asentí.
- Entonces me montas hasta que me lo des.
Asentí otra vez.
Su dedo presionó más profundamente. Bueno, tan malditamente bueno.
Dios.
Gimoteé.
- Joder, ___________________, vas a encontrarlo. Voy a venirme solo oyéndote. Mueve tus caderas, encuéntralo.
bueno hasta aqui cap :D
chauuu
cuidense :bye:
jamileth
Re: JOE joe y tu TERMINADA
ahhh Joe eres una montaña rusa!!
Ya no sabemos en que estado te encuentras!!
Siguela!!
Ya no sabemos en que estado te encuentras!!
Siguela!!
aranzhitha
Re: JOE joe y tu TERMINADA
amo a Joe con todo y sus cambios de humor jijijiji
siguela pronto
siguela pronto
isabellita102
Re: JOE joe y tu TERMINADA
Me enterré en él, desesperadamente, corcoveando, golpeando, sacudiendo.
- Joder, mi nena es tan jodidamente caliente, - gruñó y ante sus palabras, el trabajo de su dedo, mis caderas desesperadas, me vine, lo hice fuertemente pero incluso viniéndome, me importaba.
Así que aún viniendo, cambié, moviéndome tan desesperadamente, buscando, encontrándolo y mi mano se envolvió alrededor de su dura y gruesa verga. Estaba indefensamente tumbado sobre su espalda así que pasé una pierna para montarme a horcajadas en él, y empujé hacia abajo.
Dios. Se sentía tan endemoniadamente bien, mi espalda arqueada, tiré mi cabeza hacia atrás, mis brazos volaron hacia atrás para atraparme a mí misma y mis manos se curvaron alrededor de sus sólidos muslos.
- Así es, justo así, quédate arqueada así y móntame. -Ordenó Joe. Su voz era apretada, ronca, abrasiva, sus manos en mi vientre, una yendo a tomar mi pecho, la otra dirigiéndose abajo.
Hice como me había dicho y seguí viniéndome, un clímax mezclándose con el otro, entonces su pulgar golpeó mi clítoris y pisando sus talones, llegó el tercero. Arqueada profundamente, expuesta, lo monté fuertemente, rápido, oh Dios, oh Dios, iba a partirme en dos.
Su pulgar dejó mi clítoris, sus manos encontraron mis caderas y dio un tirón hacia abajo mientras el subía y seguí montándolo.
- Dame esa belleza, - gruñó.
Me enderecé, cayendo hacia adelante, sobre mis manos a cada lado de él, mis ojos enfocándose con dificultad en su rostro.
Tiró de mí hacia abajo apretadamente, elevándose y miré mientras se lo daba.
Sabía que se estaba viniendo cuando una mano se deslizó de mi cadera a mi trasero, sus dedos apretándolo, sus yemas presionando profundamente, poseyendo y reclamando. Su otra mano se deslizó hacia arriba por mi costado, por encima de mis costillas, entonces tomó mi pecho.
Su dedo y pulgar cerrados en duro y sensible pezón y sus ojos miraron mientras apretaba estrechamente, entonces tiraba bruscamente.
El fuego se disparó a través de mí, jadeé y mis caderas corcovearon contra las suyas.
- A mi nena le gusta rudo, – susurró.
- Si, - susurré.
- ¿Si, qué?
Mis ojos entornados encontraron los suyos y susurré:
- Si, papi.
Un sexy, rudo, caliente, increíble, ininteligible gruñido subió por su garganta. Lo oí incluso mientras lo sentía retumbar a través del calor en mí y sus dedos en mi pezón apretaron otra vez, duro.
Así que se lo di otra vez, exactamente como sabía que lo quería.
Después corcoveé, jadeé y gemí, los brazos de Joe se cerraron alrededor de mí, me rodó sobre mi espalda con él sobre mí, sin desconectarnos. Su boca aplastó la mía en un duro, profundo y minucioso beso que tomó lo que quedaba de mí.
Entonces rompió el beso, levantó la cabeza y sus aún calientes, hermosos ojos, vagaron por mi rostro.
- Envuélveme, ___________________, - murmuró, y lo hice.
Su mano subió y usó las puntas de sus dedos para deslizar los mechones de mi cabello lejos de mi rostro. Entonces se movieron obre mi mejilla, mi mandíbula, mi labios, mientras el miraba. Entonces su mano se deslizó a un lado de mi cabello mientras sus ojos encontraban los míos.
- ¿Estás llena? – preguntó tranquilamente, y lo estaba, llena de comida aún llena de él.
- Si.
Sus ojos sostuvieron los míos e hicieron esto por un largo tiempo.
Entonces preguntó gentilmente,
- ¿He hecho feliz a mi nena? – Y todas mis extremidades automáticamente apretaron.
El quería eso, darme eso. Lo quería malamente.
Se lo di y le gustó.
No, llámame loca, lo amaba como la mierda.
Y a cambio, quería dármelo todo.
- Si, - susurré mientras sus ojos caían para mirar mi boca moverse.
Entonces volvieron a los míos, vi un lado de sus labios curvarse hacia arriba y murmuró:
- Bien.
- Joder, mi nena es tan jodidamente caliente, - gruñó y ante sus palabras, el trabajo de su dedo, mis caderas desesperadas, me vine, lo hice fuertemente pero incluso viniéndome, me importaba.
Así que aún viniendo, cambié, moviéndome tan desesperadamente, buscando, encontrándolo y mi mano se envolvió alrededor de su dura y gruesa verga. Estaba indefensamente tumbado sobre su espalda así que pasé una pierna para montarme a horcajadas en él, y empujé hacia abajo.
Dios. Se sentía tan endemoniadamente bien, mi espalda arqueada, tiré mi cabeza hacia atrás, mis brazos volaron hacia atrás para atraparme a mí misma y mis manos se curvaron alrededor de sus sólidos muslos.
- Así es, justo así, quédate arqueada así y móntame. -Ordenó Joe. Su voz era apretada, ronca, abrasiva, sus manos en mi vientre, una yendo a tomar mi pecho, la otra dirigiéndose abajo.
Hice como me había dicho y seguí viniéndome, un clímax mezclándose con el otro, entonces su pulgar golpeó mi clítoris y pisando sus talones, llegó el tercero. Arqueada profundamente, expuesta, lo monté fuertemente, rápido, oh Dios, oh Dios, iba a partirme en dos.
Su pulgar dejó mi clítoris, sus manos encontraron mis caderas y dio un tirón hacia abajo mientras el subía y seguí montándolo.
- Dame esa belleza, - gruñó.
Me enderecé, cayendo hacia adelante, sobre mis manos a cada lado de él, mis ojos enfocándose con dificultad en su rostro.
Tiró de mí hacia abajo apretadamente, elevándose y miré mientras se lo daba.
Sabía que se estaba viniendo cuando una mano se deslizó de mi cadera a mi trasero, sus dedos apretándolo, sus yemas presionando profundamente, poseyendo y reclamando. Su otra mano se deslizó hacia arriba por mi costado, por encima de mis costillas, entonces tomó mi pecho.
Su dedo y pulgar cerrados en duro y sensible pezón y sus ojos miraron mientras apretaba estrechamente, entonces tiraba bruscamente.
El fuego se disparó a través de mí, jadeé y mis caderas corcovearon contra las suyas.
- A mi nena le gusta rudo, – susurró.
- Si, - susurré.
- ¿Si, qué?
Mis ojos entornados encontraron los suyos y susurré:
- Si, papi.
Un sexy, rudo, caliente, increíble, ininteligible gruñido subió por su garganta. Lo oí incluso mientras lo sentía retumbar a través del calor en mí y sus dedos en mi pezón apretaron otra vez, duro.
Así que se lo di otra vez, exactamente como sabía que lo quería.
Después corcoveé, jadeé y gemí, los brazos de Joe se cerraron alrededor de mí, me rodó sobre mi espalda con él sobre mí, sin desconectarnos. Su boca aplastó la mía en un duro, profundo y minucioso beso que tomó lo que quedaba de mí.
Entonces rompió el beso, levantó la cabeza y sus aún calientes, hermosos ojos, vagaron por mi rostro.
- Envuélveme, ___________________, - murmuró, y lo hice.
Su mano subió y usó las puntas de sus dedos para deslizar los mechones de mi cabello lejos de mi rostro. Entonces se movieron obre mi mejilla, mi mandíbula, mi labios, mientras el miraba. Entonces su mano se deslizó a un lado de mi cabello mientras sus ojos encontraban los míos.
- ¿Estás llena? – preguntó tranquilamente, y lo estaba, llena de comida aún llena de él.
- Si.
Sus ojos sostuvieron los míos e hicieron esto por un largo tiempo.
Entonces preguntó gentilmente,
- ¿He hecho feliz a mi nena? – Y todas mis extremidades automáticamente apretaron.
El quería eso, darme eso. Lo quería malamente.
Se lo di y le gustó.
No, llámame loca, lo amaba como la mierda.
Y a cambio, quería dármelo todo.
- Si, - susurré mientras sus ojos caían para mirar mi boca moverse.
Entonces volvieron a los míos, vi un lado de sus labios curvarse hacia arriba y murmuró:
- Bien.
jamileth
Re: JOE joe y tu TERMINADA
CAPITULO 10
Siendo mala
Siendo mala
—¿Qué?
Esa era Viv
—TIenes que parar de preguntar por Joe.
Esa fui yo y continué.
—Él, uh… sabe o lo descubrió porque estábamos hablando y se me escapó después le conté toda la historia y tienes razón. Él es realmente reservado. No le gusta la atención. No le agrada las personas que conocen mierda sobre él y no le gusta para nada. Así que, él me pidió que te pidiera que te retirases así que te estoy pidiendo que te retires
—Te dije que la mierda de este tipo es muy complicada—Ella replicó.
Ella podía decir eso de nuevo
Era martes en la noche, tarde. Estaba en lo de Joe. Vino a mi casa anoche, me despertó a las cuatro de la mañana, me dio duro después me desmaye por una hora y media antes de despertar para alistarme para el trabajo. Lo deje en mi cama después de que me acercara él vestida, él tiró de mi, me giro sobre mi espalda y me dio uno bueno.
Esta noche, era mi turno en su cama.
La cual era donde estaba, acostada en el edredón de raso, vestida en mi pijama, hablando con mi amiga. O advirtiéndole.
—¿Ustedes hablaron?—Pregunto, como siempre, entrometidamente.
—Él me hace feliz. Estaba dejando eso claro. Se puso como loco. Dijo algo para asegurarse que era él quien me hacia feliz, no su generosidad. Eso me enojo. Se lo dije en su cara. Hablamos de ello. Todo está bien.
—Te hace feliz—Ella susurró y mi corazón saltó por el tono de su voz.
—Mucho—Susurré en respuesta
—¿En serio?—Ella seguía susurrando esperanzada.
—En serio—También seguí susurrando y después le conté—Le gusta mi ombligo de Buda. Incluso me trajo todo tipo de quesos, galletas, pan y paté, después pastel de zanahoria para ayudarme a mantenerlo — Baje el tono de mi voz—Viv, le gusto por ser yo.
—Te dije ese ombligo Buda tuyo era sexy—Me recordó.
—No se si es sexy. Solo sé que a Joe le gusta suave, dulce y femenino y eso es lo que él tiene en mí.
—En otras palabras, el sexy Joe piensa que tu ombligo Buda es sexy.
—Lo que sea—Murmuro y ella ríe.
Después afirmó:
-Así que te lo follaste y eso también fue demasiado sexy.
Fui ahí cuando me reí y dije:
—Uh… tú no te follas a Joe. De ninguna manera. Él te folla.
Silencio en ese momento
—¿ Te viniste de nuevo?
Pestañee mirando el edredón .
Después de que entendió mi silencio, dijo:
—Cierto. Firmaste un contrato. Primero, bebé, él no me quiere preguntando o charlando, asegúrale que se termino. No voy arruinarte esto. Segundo, solo dime del uno al diez
—veinticinco—Susurre.
—¿Qué?—Tomó aire.
—Tal vez treinta—Corregí.
—Uh… no bebé no. Por favor dime que no firmaste un contrato.
—No lo hice pero, Viv, hablamos de esto. Es entre tú y yo. Ni siquiera le voy a decir a Sandrine de esto. Se emborracha, no esta bailando, se pone habladora. Tú eres Fort Knox (termino que hace referencia a guardar un secreto de suma importancia comparandolo con una carcel de alta seguridad a la que no se puede entre como Fort Knox) si quiere serlo y con esto, quiero que lo seas. Por Joe
—Mis labios están sellados, bebé—Aseguro—¿En serio? ¿Un treinta?
—Él es…diferente.
—Tendría que serlo—Murmuro y me reí de nuevo.
—Lo es, Viv… um, tiene un gusto
—¿Un gusto?
—Un gusto
—¿Qué tipo de gusto?
—Es mandón
—Cierto, bueno, no es una sorpresa
—Cierto, bueno, es quien es él. Se sale en todo lugar. Le gusta el control
—¿Control?
—Me dice que hacer, y lo hago. En casi todas las cosas al menos, um… sexualmente pero otras veces también solo si es importante para él y siempre que se haya tomado el tiempo de explicarlo—Me detuve y luego dije suavemente—Y si no lo hago, me castigara—Después terminé rápidamente—Pero eso no ha pasado
Ella estaba en silencio. Mi estomago dolía.
—No es tan pervertido como suena—Prometí rápidamente—En realidad es...
—________________, bebé, soy una sumisa—Dijo en voz baja y yo pestañee.
Mi entrometido, de armas tomar, audaz, no tomaba prisioneros llamándolo como es, ¿Vivica era una Sumisa?
—¿Qué?—Tomé aire
—Pensé en ello, lo pillo, me gusta, lo hago. Para salir de esa capucha y de no vivir mi vida como una puta o la perra de algún amigo que es disparado o es enviado a prisión dejándome con tres niños quienes crecerán para ser mafiosos, putas o estúpidas perras liadas a tipos muerto, soy como Joe. Tengo que guardarme mi mierda. No quiero ser subgerente de nada. Quiero ser gerente. Después quiero ser directora. Quiero tener mi propia casa. Quiero un buen lugar, un buen carro, buena ropa, buenos zapatos, buenos muebles y un chico decente que por lo menos saque la basura a la segunda vez que se lo pida, que me folle regular de una manera que me guste y que azote mi trasero, cuando he sido mala
Oh mi Dios
Ella siguió hablando
—Tengo que trabajar muy duro, guardarme mi mierda, controlar mi vida para seguir en el buen camino y conseguir lo que quiero de la vida, es un alivio dejar todo eso y ponerme en manos de alguien. Confió en que ellos cuidaran de mi, en la mayoría de los casos, lo hacen. He tenido dos Maestros a largo plazo. Uno, que perdí y no lo explicare porque si lo hago, lo descubrirás y él no quiere que nadie lo sepa entonces es su secreto y no me incumbe compartirlo. El otro, se excitaba del dolor más que de la confianza o de la relación y algunas veces fallaba en calentarme así que me deshice de él. Algunas mujeres les gustan eso. A mi no. Pero estoy buscando. Es difícil encontrar a alguien que entienda que es solo en la habitación, no en la vida o no todo en la vida.
—¿Por qué no me dijiste?—Pregunte en voz baja.
—Porque algunas personas piensan que es una cagada, ________________, cuando es… es… no lo es. Pero algunas veces me joden por el color de mi piel. No le voy agregar a eso al compartir esto. De ninguna jodida manera.
—Yo no te jodo—Le recordé, herida
—No, y no lo quise decir de esa forma —Responde gentilmente
—Puedes decirme cualquier cosa—Susurre
—Bueno, ahora sé que puedo dado que lo compartiste conmigo
Nos quedamos en silencio
Vivica lo rompió.
—Así que, obviamente, él es un treinta, te gusta también
—Si―Dije calladamente.
―Y si tú lo estropeas, ¿Él te castigara?
―Si
―¿Él te ha dicho eso?
― Unh-hunh
―¿Y conoces sus limites? ¿Ha sido abierto contigo? ¿Lo que puedes y no hacer? ¿Lo que él puede hacer, a donde no irá contigo?
―Si. Quiero decir, él me ha dado límites los cual podría o no explorar pero están lejos de ser confusos. Y también ha sido de alguna manera bastante comunicativa acerca de lo que no le gusta. No se trata de cera, abrazaderas ni nada de eso. Se trata de control
―Explorar todas sus posibilidades ―Murmuró
Parecía eso
―Bien―Susurró
―Si ―Repetí
―Un consejo, bebé, estropéalo
Pestañee de nuevo
Después tomé aire―¿Qué?
jamileth
Re: JOE joe y tu TERMINADA
―No es broma. Sé que suena siniestro y loco pero no lo es. Es siniestro, loco, y ardiente.
Mis piernas empezaron a temblar
—¿De verdad?—Susurre
—Oh si. Diablos si. Sé que él es tuyo, bebé, pero solo la idea de Joe Sebring usando una fusta conmigo, hun…nee. Estoy pensando en parar mi gusto de tratar de hablar en código a cada chico en Denver para si son Dominantes y solo poner un anuncio así puedo conseguir que azoten mi trasero.
Estallé en carcajadas.
—No estoy bromeando —Dijo
—Cierto, esta bien—Dije, aun riendo
—Escúchame—Dijo, extremadamente seria y pare de reír—La verdad, lo que has hecho, ¿Es bueno contigo? ¿Te gusta?
—Si —Susurre
—¿Para un treinta?
—Si, Viv.
—Entonces estropéalo. Porque si te gusta que te maneje entonces estás enganchada. Si le das una razón para llevarlo al siguiente nivel entonces ese treinta se convertirá en un cincuenta, no te estoy bromeando. Siniestro. Loco Ardiente.
Mis temblorosas piernas empiezan a sacudirse como mis manos y mis ojos se deslizan a la alarma de la era espacial de Joe en su mesita de noche
Diez y quince. Joe no llegaría a casa en horas.
Diablos.
—¿Sabes algo bebé?— Pregunto Viv en mi oído
—Sé muchas cosas, cariño. ¿Que quieres saber?—Replique
Su voz tenia una sonrisa cuando dijo:
—Ya lo amaba por ti. Ahora amo que te esté dando esto y que te guste. Una de las cosas de esa vida, es que el sexo nunca será aburrido. Hay una confianza que es construida que es demasiado asombrosa. La intimidad viene de eso. Él construye eso por ti, lo Amarás por siempre. Pero es más. Nunca había tenido a nadie para hablar de esta mierda excepto mis parejas y no es lo mismo que tener a tus amigas. Asi que él también nos dio esto. Así que pienso que lo amare por siempre.
Tenia la escalofriante y loca idea que yo también.
—Si—Susurre.
—Si quieres hablar de algo, estoy aquí. Pero otro consejo, habla con él. Ya ha expuesto todo esta mierda claramente intenta ser abierto y honesto contigo, dile donde estas. Lo que te gustaba, lo que no. Dale pistas cuando estés lista para ir más allá. Entonces, lo juro, bebé, te amará por siempre. Una preciosa perra para clasificar su acto en sus brazos que lo hace reír, sabe cocinar, entiende el significado de lealtad y que pueda calentarlo de la manera que le gusta. Nada mejor y él también lo sabrá.
Reí de nuevo y luego paré repentinamente y susurre:
—Me alegra que él también nos diera esto, aun cuando no lo sabe. Me alegra porque compartiste conmigo algo acerca de ti y ahora sabes que no importa que, puedes compartir cualquier cosa conmigo, cariño.
Era su turno de decir:
—Si
Sonreí
Después escuché un lejano e indistinto sonido resonando en el gran apartamento de Joe como si alguien estuviera entrando.
Mi cuerpo saltó después mi cabeza se volteo al reloj.
Diez y dieciocho.
Escuchaba los ruidos.
Joe estaba en casa temprano. O tal vez solo venia para coger algo.
Estaba atenta a pisadas en el piso, no las escuche y me preguntaba porque no venia a verme así que salí de la cama y dije:
—Joe esta en casa. Tal vez este recogiendo algo.
—Mientras das tu vuelta, tu trasera blanco donde sea que él este, rómpete la cabeza acerca de como puedes ser una chica mal después llámame mañana y agradéceme
Sonreí al teléfono así que sabía que ella escuchó cuando choque con la pared y susurré:
—Hasta luego, cariño
—Chica mala, nena
—Cierto—Murmure
—Cierto—Dijo firmemente después en voz baja—Hasta luego.
Se había ido y estaba rodeando la L del pasadizo.
La sala estaba oscura como la dejé dado que después de hablar con Viv, iba a ir a la cama. Pero vi una débil luz viniendo del pasadizo a la puerta principal.
Di vuelta en la esquina y vi la puerta en el pasadizo que nunca había visto abierta, abierta y con la luz prendida.
—Cariño, necesitas algo, normalmente no voy a dormir hasta las once― Dije desde el pasadizo, todavía caminando― Podrías haberme llamado. El club esta a diez minutos en carro. Podría haber ido...
Me detuve en la puerta, paré de caminar, vi que era un estudio asombroso como era de esperar muy grande y bien amueblado, aunque no igual al resto del asombroso pero incoloro, estilizado apartamento sino cálido, masculino y usado.
Y por ultimo Nick Sebring estaba agachado a lado de lo que parecía una caja fuerte en un gabinete de madera dorado. La caja fuerte estaba cerrada y su furiosa mirada apuntaba hacia mí.
—Da un paso hacia mi, Nick, corro al cuarto de Joe, me encierro y no llamo al 911. Llamo a Joe—Advertí mientras él se enderezaba.
—Mierda, ahora lo entiendo— Susurro furiosamente, sus ojos sobre mí quemando con una furia apenas controlada.
—¿Qué estas haciendo aquí?—Pregunte mirando la caja.
—No por la cena, no por ti—Siseó— Ese cobarde está a la venta
Mis ojos se dispararon a él.
—¿Um.. disculpa?
Cruzó sus brazos sobre su pecho
—Decepcionante. Pensé que eras una dulce pieza. Que valía la pena. Que valía el trabajo. El problema. Del tipo que te haría querer componerte. Permanentemente. Debí haberlo sabido cuando te apareciste en esa fiesta aquí. No era tu lugar. Pero querías a Joe, esperabas que él estuviera aquí. Y, felicitaciones bebé—Sus ojos me recorrieron en mi pijama—Parece que lo conseguiste.
Contuve la respiración y pregunté:
—¿Nick, cómo entraste aquí?
Su mirada me recorrió de nuevo y sus ojos estaban trabajando. Después algo cambio en su cara, sus ojos. Algo feo, calculador pero no estaba segura de que lo era.
Después habló pero no para responder a mi pregunta.
—Aviso, no lo mereces pero no eres la primera
Aguanté la respiración de nuevo y le dije:
—Lo sé
Y ladeó su cabeza, me dio una desagradable sonrisa y pregunto:
—Entonces, ¿Estas bien con la caridad?— Mi cuerpo se tenso—Por supuesto que lo estas, bebé—Dio un paso hacia, di un paso hacia el corredor, preparándome para fugar y se detuvo— Viene con la buena mierda. El apartamento. ¿Ya te compro ropa? ¿Un auto?
Me lo quede mirando mientras mi corazón empezaba a latir más rápido.
—Ningún auto—Murmuró, observándome de cerca— A Kinght, le gusta así. Ve a las bonitas con zapatos baratos y cortes de veinte dólares. Queriendo más. Agárratelo, procede según ello. Muéstrales algo bueno. Algo dulce. Atractivo. Lindas ropas. Sábanas de raso. Excítate con eso.¿Un consejo? Espera por el carro, bebé. Te dejará conservarlo
Ignoré eso, por ahora, y dije:
—Obviamente tienes llaves. Es probable que Joe querría que me devolvieras esas llaves justo antes de que te vayas, lo que sería como ahora.
—No te pierdas —susurró él, inclinándose hacia mí, observándome de cerca—. No creas que él te mantendrá. Se aburre con sus casos de caridad y lo hace fácil. Podrían ser días. Podrían ser semanas. Podría ser más tiempo. ________________, contigo, apuesto a que te mantiene alrededor un rato. Pero se cansará de ti. Te borrará. Y tendrás el auto, las ropas pero estarás precisamente donde comenzaste y Joe no mirará atrás. Él nunca mira atrás. Sólo espera a la siguiente bonita que aparezca en Slade en un vestido que alguien más usó antes que ella y zapatos que espera que nadie note y luego él le dará dulce. Hasta que haya terminado con ella también.
Intenté calmar mi respiración, levanté mi mano, palma hacia arriba y demandé:
—Llaves.
Él camino hacia mí.
Me alejé para darle espacio suficiente luego me mentalicé mientras él se detenía en el pasillo conmigo.
—Sólo digo, sé que serían las sobras de mi jodido hermano pero, él termina contigo, encuéntrame. Te daré dulce también y además durará un rato.
—Llaves —silbé.
Él levantó su mano y dejó caer las llaves pero lo hizo a propósito para que se cayeran de mi mano y golpearan el suelo. Mantuve mis ojos en los suyos no a punto de buscarlas con él todavía allí.
Luego salté al lado cuando su pierna se fue hacia atrás y pateó las llaves. No las miré pero las escuché deslizándose a través del suelo y caer por las escaleras a la sala de estar.
—Jódetelo bien, ________________, y cuando vengas a mí, puedes mostrarme cómo le gusta a mi hermano —me susurró.
—Ahora es hora que te vayas —le respondí susurrando.
Él me fulminó con la mirada.
Luego se volvió y se tomó su tiempo caminando a la puerta.
La puerta de Joe se aseguró automáticamente. La escuché atraparse y luego corrí hacia ella y giré la cerradura.
Luego me paré junto a la puerta.
Caso de caridad.
Ropas.
Filetes.
Auto.
Auto.
Mis piernas empezaron a temblar
—¿De verdad?—Susurre
—Oh si. Diablos si. Sé que él es tuyo, bebé, pero solo la idea de Joe Sebring usando una fusta conmigo, hun…nee. Estoy pensando en parar mi gusto de tratar de hablar en código a cada chico en Denver para si son Dominantes y solo poner un anuncio así puedo conseguir que azoten mi trasero.
Estallé en carcajadas.
—No estoy bromeando —Dijo
—Cierto, esta bien—Dije, aun riendo
—Escúchame—Dijo, extremadamente seria y pare de reír—La verdad, lo que has hecho, ¿Es bueno contigo? ¿Te gusta?
—Si —Susurre
—¿Para un treinta?
—Si, Viv.
—Entonces estropéalo. Porque si te gusta que te maneje entonces estás enganchada. Si le das una razón para llevarlo al siguiente nivel entonces ese treinta se convertirá en un cincuenta, no te estoy bromeando. Siniestro. Loco Ardiente.
Mis temblorosas piernas empiezan a sacudirse como mis manos y mis ojos se deslizan a la alarma de la era espacial de Joe en su mesita de noche
Diez y quince. Joe no llegaría a casa en horas.
Diablos.
—¿Sabes algo bebé?— Pregunto Viv en mi oído
—Sé muchas cosas, cariño. ¿Que quieres saber?—Replique
Su voz tenia una sonrisa cuando dijo:
—Ya lo amaba por ti. Ahora amo que te esté dando esto y que te guste. Una de las cosas de esa vida, es que el sexo nunca será aburrido. Hay una confianza que es construida que es demasiado asombrosa. La intimidad viene de eso. Él construye eso por ti, lo Amarás por siempre. Pero es más. Nunca había tenido a nadie para hablar de esta mierda excepto mis parejas y no es lo mismo que tener a tus amigas. Asi que él también nos dio esto. Así que pienso que lo amare por siempre.
Tenia la escalofriante y loca idea que yo también.
—Si—Susurre.
—Si quieres hablar de algo, estoy aquí. Pero otro consejo, habla con él. Ya ha expuesto todo esta mierda claramente intenta ser abierto y honesto contigo, dile donde estas. Lo que te gustaba, lo que no. Dale pistas cuando estés lista para ir más allá. Entonces, lo juro, bebé, te amará por siempre. Una preciosa perra para clasificar su acto en sus brazos que lo hace reír, sabe cocinar, entiende el significado de lealtad y que pueda calentarlo de la manera que le gusta. Nada mejor y él también lo sabrá.
Reí de nuevo y luego paré repentinamente y susurre:
—Me alegra que él también nos diera esto, aun cuando no lo sabe. Me alegra porque compartiste conmigo algo acerca de ti y ahora sabes que no importa que, puedes compartir cualquier cosa conmigo, cariño.
Era su turno de decir:
—Si
Sonreí
Después escuché un lejano e indistinto sonido resonando en el gran apartamento de Joe como si alguien estuviera entrando.
Mi cuerpo saltó después mi cabeza se volteo al reloj.
Diez y dieciocho.
Escuchaba los ruidos.
Joe estaba en casa temprano. O tal vez solo venia para coger algo.
Estaba atenta a pisadas en el piso, no las escuche y me preguntaba porque no venia a verme así que salí de la cama y dije:
—Joe esta en casa. Tal vez este recogiendo algo.
—Mientras das tu vuelta, tu trasera blanco donde sea que él este, rómpete la cabeza acerca de como puedes ser una chica mal después llámame mañana y agradéceme
Sonreí al teléfono así que sabía que ella escuchó cuando choque con la pared y susurré:
—Hasta luego, cariño
—Chica mala, nena
—Cierto—Murmure
—Cierto—Dijo firmemente después en voz baja—Hasta luego.
Se había ido y estaba rodeando la L del pasadizo.
La sala estaba oscura como la dejé dado que después de hablar con Viv, iba a ir a la cama. Pero vi una débil luz viniendo del pasadizo a la puerta principal.
Di vuelta en la esquina y vi la puerta en el pasadizo que nunca había visto abierta, abierta y con la luz prendida.
—Cariño, necesitas algo, normalmente no voy a dormir hasta las once― Dije desde el pasadizo, todavía caminando― Podrías haberme llamado. El club esta a diez minutos en carro. Podría haber ido...
Me detuve en la puerta, paré de caminar, vi que era un estudio asombroso como era de esperar muy grande y bien amueblado, aunque no igual al resto del asombroso pero incoloro, estilizado apartamento sino cálido, masculino y usado.
Y por ultimo Nick Sebring estaba agachado a lado de lo que parecía una caja fuerte en un gabinete de madera dorado. La caja fuerte estaba cerrada y su furiosa mirada apuntaba hacia mí.
—Da un paso hacia mi, Nick, corro al cuarto de Joe, me encierro y no llamo al 911. Llamo a Joe—Advertí mientras él se enderezaba.
—Mierda, ahora lo entiendo— Susurro furiosamente, sus ojos sobre mí quemando con una furia apenas controlada.
—¿Qué estas haciendo aquí?—Pregunte mirando la caja.
—No por la cena, no por ti—Siseó— Ese cobarde está a la venta
Mis ojos se dispararon a él.
—¿Um.. disculpa?
Cruzó sus brazos sobre su pecho
—Decepcionante. Pensé que eras una dulce pieza. Que valía la pena. Que valía el trabajo. El problema. Del tipo que te haría querer componerte. Permanentemente. Debí haberlo sabido cuando te apareciste en esa fiesta aquí. No era tu lugar. Pero querías a Joe, esperabas que él estuviera aquí. Y, felicitaciones bebé—Sus ojos me recorrieron en mi pijama—Parece que lo conseguiste.
Contuve la respiración y pregunté:
—¿Nick, cómo entraste aquí?
Su mirada me recorrió de nuevo y sus ojos estaban trabajando. Después algo cambio en su cara, sus ojos. Algo feo, calculador pero no estaba segura de que lo era.
Después habló pero no para responder a mi pregunta.
—Aviso, no lo mereces pero no eres la primera
Aguanté la respiración de nuevo y le dije:
—Lo sé
Y ladeó su cabeza, me dio una desagradable sonrisa y pregunto:
—Entonces, ¿Estas bien con la caridad?— Mi cuerpo se tenso—Por supuesto que lo estas, bebé—Dio un paso hacia, di un paso hacia el corredor, preparándome para fugar y se detuvo— Viene con la buena mierda. El apartamento. ¿Ya te compro ropa? ¿Un auto?
Me lo quede mirando mientras mi corazón empezaba a latir más rápido.
—Ningún auto—Murmuró, observándome de cerca— A Kinght, le gusta así. Ve a las bonitas con zapatos baratos y cortes de veinte dólares. Queriendo más. Agárratelo, procede según ello. Muéstrales algo bueno. Algo dulce. Atractivo. Lindas ropas. Sábanas de raso. Excítate con eso.¿Un consejo? Espera por el carro, bebé. Te dejará conservarlo
Ignoré eso, por ahora, y dije:
—Obviamente tienes llaves. Es probable que Joe querría que me devolvieras esas llaves justo antes de que te vayas, lo que sería como ahora.
—No te pierdas —susurró él, inclinándose hacia mí, observándome de cerca—. No creas que él te mantendrá. Se aburre con sus casos de caridad y lo hace fácil. Podrían ser días. Podrían ser semanas. Podría ser más tiempo. ________________, contigo, apuesto a que te mantiene alrededor un rato. Pero se cansará de ti. Te borrará. Y tendrás el auto, las ropas pero estarás precisamente donde comenzaste y Joe no mirará atrás. Él nunca mira atrás. Sólo espera a la siguiente bonita que aparezca en Slade en un vestido que alguien más usó antes que ella y zapatos que espera que nadie note y luego él le dará dulce. Hasta que haya terminado con ella también.
Intenté calmar mi respiración, levanté mi mano, palma hacia arriba y demandé:
—Llaves.
Él camino hacia mí.
Me alejé para darle espacio suficiente luego me mentalicé mientras él se detenía en el pasillo conmigo.
—Sólo digo, sé que serían las sobras de mi jodido hermano pero, él termina contigo, encuéntrame. Te daré dulce también y además durará un rato.
—Llaves —silbé.
Él levantó su mano y dejó caer las llaves pero lo hizo a propósito para que se cayeran de mi mano y golpearan el suelo. Mantuve mis ojos en los suyos no a punto de buscarlas con él todavía allí.
Luego salté al lado cuando su pierna se fue hacia atrás y pateó las llaves. No las miré pero las escuché deslizándose a través del suelo y caer por las escaleras a la sala de estar.
—Jódetelo bien, ________________, y cuando vengas a mí, puedes mostrarme cómo le gusta a mi hermano —me susurró.
—Ahora es hora que te vayas —le respondí susurrando.
Él me fulminó con la mirada.
Luego se volvió y se tomó su tiempo caminando a la puerta.
La puerta de Joe se aseguró automáticamente. La escuché atraparse y luego corrí hacia ella y giré la cerradura.
Luego me paré junto a la puerta.
Caso de caridad.
Ropas.
Filetes.
Auto.
Auto.
jamileth
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