Re: JOE joe y tu TERMINADA

por **jamileth** Sáb 07 Dic 2013, 11:30 am

bueno como me he desaparecido les hare maraton de diez capitulos :D

bueno adiosss

por **jamileth** Sáb 07 Dic 2013, 11:41 am

* * * * *

En el quinto lemon drop cuando estaba en el borde de estar borracha, sentí una mano ligera en la parte baja de mi espalda.

No era Joe. Lo olería. También supe esto porque el toque fue ligero, rápido y luego se fue. Giré mi cuello y miré a Hulk alias Kurt.

— ¡Hey!—grité, él parpadeó y luego las comisuras de su boca se levantaron un cuarto de milímetro.

Entonces, anunció:

—Joe te quiere en su oficina.

Oh bien.

—Serás acompañada—terminó.

—Guíame el camino, mi hombre—invité, aun gritando.

Negó con su cabeza.

Entonces se dirigió por el camino. Lo seguí y cuando dejamos la sección vip, se quedó cerca. A veces, su cuerpo rozaba el mío. A veces, su mano rozaba mi cintura para guiarme. A veces se movía delante de mí, armado, empujando profesionalmente a la gente a un lado así podía pasar.

Sr. Sebring

Dios, mi novio era caliente y genial en una infinidad de maneras, que era alucinante. Él era todo eso, y ni siquiera tenía que estar allí.

El guardia que estaba junto a la puerta que daba a la escalera de la oficina de Joe nos vio venir y la tuvo abierta antes de que llegáramos. Le sonreí y pasé. La puerta se cerró detrás de mí.

Kurt no me siguió. Estaba sola en las escaleras. Subí, llevando mi lemon drop y cuando llegué a la cima, golpeé. La respuesta fue Joe llamándome:

— ________________.

Giré el picaporte, empujé la puerta para que se abra un par de pies y asomé mi cabeza, moviéndola sobre el lado de la puerta hasta que vi a Joe de pie en el baúl contra la pared que tenia todas las bebidas alcohólicas.

— ¿Esta bien si entro?—pregunté.

—Nena, Kurt fue enviado para traerte a mí. Ni siquiera tienes que tocar.

Le sonreí y entré completamente, manteniendo mis ojos en él y viéndolo sacudir su cabeza, con sus labios retorcidos.

Cerré la puerta y me acerqué a él, dándome cuenta con retraso que estaba abriendo una botella de champagne. Una de esas botellas que tenía flores pintadas. Lo que significaba una botella cara. Habían dos copas flautas brillantes de champán, apoyados sobre la parte baja de su pecho.

Celebración. Por mí. Vale, está bien. Bien, de acuerdo.

Lamí mis labios.

Eso fue todo. Había pasado. Dios. Estaba enamorada. Dios.

El corcho explotó. Me detuve cerca, puse mi bolso y mi copa de Lemon Drop en el baúl y apoyé un muslo contra eso mientras lo miraba servir.

—Um…ya me has mimado con la fiesta, cariño—dije en voz baja.

—No lo suficiente—murmuró, todavía sirviendo.

Mi vientre se hundió. Si. Estaba. Enamorada.

—Bien, entonces estoy más mimado contigo por enganchar mi chica.

Sus ojos fueron a mí y me alcanzó la copa.

—No lo suficiente—dijo firmemente, tomé la copa y fue por la otra.

Me callé. Se sirvió. Luego dejó la botella de lado y ordenó:

—Aquí.

Estaba a un pie y medio de distancia. Fui hasta allí. Su brazo se envolvió alrededor de mí, mi mano libre fue a descansar en su hombro y levantó su copa. También lo hice.

Él me toco y atrapó mis ojos.

—Estoy orgulloso de ti, nena, trabajando tu culo para encontrar maneras para hacer la mejor vida.
Le sonreí.

—Gracias, cariño.

Noté su copa subiendo, llevé la mía arriba también y bebimos. Cuando Joe terminó, puso su copa en el baúl y deslizó la mía de mi mano y se juntaron. Luego metió su mano en el bolsillo de sus pantalones.

—Tu mano, nena, con la palma hacia arriba—murmuró.

Levanté mi mano, con la palma había arriba. Su mano salió y dejó caer un juego de llaves en mi palma.

Mi respiración se fue mientras miraba. Entonces lo miré duramente. Pensé que serian de un auto que no podría aceptar, lo amaba pero ya había hecho suficiente por mí.

Pero no lo eran. Ya tenía las llaves de su casa. Sentí a mis cejas juntarse mientras mis ojos iban desde las llaves a él.

— ¿Qué...?—Empecé y se volvió completamente en mí. Tuve que cerrar mi mano alrededor de las llaves y ponerlas en el baúl cuando me atrajo hacia él usando sus dos brazos.

—Nota —expresó confusamente, luego siguió. —Lunes. La perra mandona que le gusta gastar dinero está esperando. Te daré su tarjeta, la llamas, te sientas con ella, cuéntale tu visión pero si no quieres negro, no menciones el rojo.

Sacudí mi cabeza, aun confundida.

— ¿Disculpa?

—Una vez que haga su trabajo—continuó, sin responderme pero siguió hablando—, me lo va a informar. La empresa que tienes mi marketing para el club reunirá una estrategia. Quieres que trabaje una sola mujer, será pequeño. Quieres contratar personal, ellos se encargaran.

—Joe ¿De qué estás hablando?

—Soy propietario de la mayoría de esta cuadra, nena, tuve que cerrar una tienda. En la esquina de en frente. Esas llaves abren la puerta principal. Es tu nuevo spa.

Oh mi dios.

Oh mi dios.

Oh mi dios.

Mi pecho sobresaltó, me alejé de sus brazos, mi corazón latía fuerte, y más fuerte.

—No puedo aceptar eso—susurré y luego terminé—, y no lo haré.

Sus cejas se juntaron.

— ¿Qué?

Negué con la cabeza. Abrumada. Feliz de que él quería hacer eso. Por mí. Pero no iba a suceder.

—Lo siento—dije en voz alta. —Eso fue rudo, cariño. Lo que has hecho es dulce. Lo aprecio. Pero no puedo aceptarlo.

Sus ojos es entrecerraron.

— ¿Por qué mierda no?

—Yo solo…—vacilé. — Solo no puedo

Me estudió y luego cruzó sus brazos sobre su pecho.

— ¿Por qué, ________________?

—Yo…no lo entenderías.

—Pruébame—ordenó.

1/10

por **jamileth** Sáb 07 Dic 2013, 11:55 am

Exhalé y miré hacia otro lado de la habitación. Entonces pensé que tal vez él lo entendería.

Lo volví a mirar.

—Tiene que ser yo. Tiene que ser mío. Lo tengo que hacer por mi cuenta.

—Te amo, nena—dijo, soltó. Mi estómago se contrajo y mi corazón se apretujó por lo que dijo pero lo dijo de una forma como que yo ya lo sabía. —Te amo—repitió —. Pero eso está jodido.

Me alimenté con el hecho de que me amaba. ¡Me amaba! Y me quedé con el problema actual en la mano.

—Joe, cariño, tu hiciste todo esto por tu cuenta. —Moví una mano para señalar al club. — ¿Me entiendes?

Su cabeza se inclinó a un lado y dijo:

—Mierda, yo no hice todo esto por mi cuenta.

Parpadeé. Entonces pregunté:

— ¿Qué?

—Nena ¿Tienes alguna idea de lo mucho que cuesta montar un lugar así?

Totalmente no.

—No.

—Malditamente mucho—me dijo—. Tuve un socio comanditario. Él fue el capital, yo la cara. Él existió para volverme jodidamente loco. Yo hice todo el trabajo. Él metió su nariz, y jodió las cosas. Repetitivamente. No entendió el concepto de ‘comanditario’ sin importar cuantas veces o tácticas que usé para explicarle. Un par de años, y estuve hecho de que me sacara de las casillas. Hice movimientos, me hice cargo, y lo obligué a irse. Hostil. Aunque, yo era minucioso y él era medio estúpido, medio idiota. No puso mucha resistencia. Ahora soy completamente dueño del club y él vive en Costa Rica con tres mujeres locales que, las fuentes dicen, que regularmente entra en peleas de gatas no por su atención sino por su generosidad. Por que aun tiene más dinero que sentido. Una de sus ideas brillantes para este lugar fue lucha libre de barro para mujeres. Está teniendo el tiempo de su vida.

Sentí una rareza en mis labios y dije:

— ¿Lucha libre de barro para mujeres?

—Como dije, el tipo es medio estúpido, medio idiota.

Empecé a reír. Joe no le encontró nada gracioso.

—Estoy cansado de que te arrastres fuera de la cama tres horas después de que me uní. Estoy cansado de las clases y de los clientes nocturnos y de los sábados lo que significa que no puedo cenar con mi mujer sino una vez a la semana. Y otra cosa, no voy a sentarme y ver a mi mujer trabajando su culo cuando puedo hacer algo. Tienes que dejar de trabajar diariamente.

—Joe...

—No puedes aceptar por que eso es inaceptable—me interrumpió—. Pones un aviso, no más de dos semanas, ________________. Y pasas tiempo con esa perra mandona que le gusta gastar dinero y mueves tus clientes de días. Y tus noches, antes de que tenga que irme, lo pasas conmigo. Diseñas el spa como quieras. Tú decides como se va a jugar. Nosotros lo promocionamos para que consigas clientes. Y yo cubro todo eso y tu alquiler y tus gastos necesarios hasta que consigas ponerlo en el camino.

—Joe...

—Esto no es una discusión.

— ¡Joe!—grité.

— ¿Qué?—dijo.

—Esta bien, pero tengo veinte mil dólares guardados para cuando iba a empezar mi spa y me encargo de mi renta y mis gastos hasta que consiga ponerlo en el camino. Y tú controla lo que gastas y cuando empiece a tener ganancias, vamos a programar un día para devolvértelo.

Esto era una cosa que no debía decir y lo sabía por la mirada dura que estaba en su rostro.

—No le devuelves a alguien por un regalo, ________________.

—Pero esto es demasiado—contesté cuidadosamente.

—Cuando un regalo esta dado, ¿No es eso lo que la persona va a decir?

Maldición. Él tenía un punto.

—Yo...

Me volvió a interrumpir para espetar:

— ¿Estás feliz?

—Si—susurré.

— ¿De una manera sabes que va a durar?

Preguntó eso por que él estaba feliz de una manera que sabía que iba a durar.

Mi corazón dio un vuelco y lo miré. Luego miré por encima de su hombro a su ventana, sin poder ver mi fiesta pero sabía que estaba allí. Una fiesta que me dio.

Sr. Sebring.

Lo volví a mirar.

—Estoy enamorada de ti, así que si.

Cerró sus ojos y lo hizo lentamente, bajando su cabeza. Eso significaba algo para él. Lo miré. Era alto, ancho, fuerte, escalofriante, chico no te metas con Joe Sebring, inclinó su cabeza, derrotado.

No, estaba equivocada. Significaba todo para él.

Mi nariz empezó a picar.

Abrió los ojos y miró para arriba, atrapando los míos.

—Ven aquí, nena.

Me moví de vuelta a sus brazos.

—Por favor déjame darte esto—susurró.

—Ahora no puedo o podré estar en posición para darte...

Apretujó mi rostro despacio y luego acercó el de él.

—Panqueques tostados de almendra. Suaves dulces ‘aprobados’. Me haces reír más en pocas semas que en décadas. ‘Si, papi’ lo siento en mi polla. El primer mensaje de voz que me dejaste, lo guardé y lo escucho una vez por día. Si pierdo el enfoque, te veo de espaldas, con las rodillas levantadas, las piernas abiertas, ofreciéndome tu dulce y húmedo coño. Me sonríes en la cama cada vez que caminas fuera de mi habitación en mis camisas, camisetas o tu ropa de trabajo y siendo honesto a Jesús, me prepara para el día. Y sin importar que mierda pase, consigo salir a través de eso sabiendo que a cualquier cama que me suba por la noche, estás ahí preparada para acurrucarte contra mí o darme lo que quiero tomar. Tu chica, un dolor de cabeza. Tú, nunca. Y en una vida que ha estado llena de dolores de cabeza, nena, teniendo eso, no hay precio. Tienes que tenerlo y hacerlo jodidamente bien ahora que hay un montón de diferentes tipos para dar y recibir. Y tu lo das tan bien como lo tienes, nena, créeme.

—No hemos estado juntos mucho tiempo—le recordé.

—Me amas y te amo ¿Cuánto tiempo se necesita?

Otro excelente punto.

—No quiero que nunca pienses que te estoy usando—susurré.

— ¿Pediste un Maserati?

Negué con mi cabeza. —No.

— ¿Pediste algo?

2/10

por **chelis** Sáb 07 Dic 2013, 12:13 pm

O.O!!!!

por **chelis** Sáb 07 Dic 2013, 12:15 pm

es un amorrrr ese hombreeeee!!!!

por **aranzhitha** Sáb 07 Dic 2013, 12:36 pm

siguela!!!

por **jamileth** Sáb 07 Dic 2013, 12:46 pm

—No. Pero...

—Empiezas tomando algo que no ofrezco, nena, o pidiendo la luna, tenemos un problema. Pero te lo estoy diciendo ahora mismo, y anótalo, ________________, estoy jodidamente agradecido de que tu teléfono fue robado. Por que si no lo era, no habrías caminado a mi habitación esa noche y yo no me habría ido a la cama con el aroma de tu cabello, todo lo que pude oler y el sabor de tu coño aun en mi boca y tu dulce cuerpo cerca al mío y se que dormiría tranquilamente y me despertaría feliz. Y me despierto feliz, nena, por que poseo a una belleza y soy dueño de esa belleza de todas las maneras que se pueda tomar y lo menos importante es que son físicas.

Oh dios.

—Joe...

Sus brazos me dieron un apretón.

—Déjame darte esto.

Me quedé en silencio, no por que yo estaba diciendo mucho de nada.

Su rostro se acercó.

—Deja…me…darte esto.

Sostuve sus ojos azules intensos.

Luego susurré:

—Bien.

Fue entonces cuando sus ojos azules intensos sostuvieron los míos. Luego susurró de nuevo:

—Bien.

Cerré mis ojos fuertemente, luego los abrí y pregunté en voz baja:

— ¿Me amas?

—Nena, fuiste hecha para mí.

Oh dios.

Mi rostro empezó a volverse a arrugar y su mano se envolvió alrededor de la parte de atrás de mi cabeza y la metió en su cuello.

Me aferré pero murmuré un quebrado gracias.

—Mierda, eres la perra más dura que he conocido para dar mierda—gruñó.

Mis emociones recorrieron todo el lugar, me alejé y entrecerré los ojos hacia él.

—Oh, así que ¿Eras también generoso con tu bufet de coños?

Sonrió.

—Nena, no me preguntes eso pero te voy a decir que nunca les di un spa.

—Bien—espeté.

—O un teléfono costoso—continuó.

—Excelente—volví a espetar.

—Tal vez un vestido o zapatos pero no ambos y definitivamente no tres, —murmuró, luego terminó pensativamente—, o siquiera dos.

—Podría ser una buena idea que te callaras ahora, Joe—sugerí.

Volvió a sonreír.

Luego señálo:

— ¿Ahora quien es la mandona?

—Tengo permitido ser mandona. Estoy a punto de ser la dueña del spa más poderoso de Denver.

Los brazos de Joe se apretaron alrededor de mí y estalló en carcajadas. Lo miré. Lo hice sonriendo. Y lo hice enamorada del Sr. Sebring.

3/10

por **jamileth** Sáb 07 Dic 2013, 1:11 pm

13
Mi mundo

En el negro mostrador de mármol de Joe mi teléfono sonó mientras estaba en la cocina, hirviendo agua para los espaguetis y dorando la hamburguesa en salsa. Dejé la carne, cogí el teléfono y vi en la pantalla que la llamada era de Viv. La tomé mientras vagaba por la cocina y lo puse en mi oído.

—Hola, cariño, —salude.

—Fui una chica mala.

Parpadeé a la hamburguesa. Entonces me eché a reír.

A través de mi risa, pregunté:

—¿Lo fuiste ahora?

—Mucho, —dijo a través de su propia risa. —¿Te he dicho hoy que amo a Joe Sebring?

Empujé la carne alrededor, sonriendo y dije:

—No hoy. Ayer lo hiciste. No hoy.

—Bueno, lo hago.

—¿Lo tomaré como que las cosas con Rhashan están yendo bien? —pregunté suavemente.

Había pasado un poco más de un mes desde mi fiesta. Ya no era una empleada de archivo. Todas mis clientes de uñas, y sólo perdí una, fueron capaces de moverse a los días. Pero perder a esa estaba bien porque dos de mis clientes tomaron seis faciales semanales, Kathleen añadió un facial mensual, al igual que Sandrine y Viv y Kathleen llevó a su novia Lousie para que trajera su negocio de acrílicos papa mí. Así que estaba realmente adelante.

Pasé parte de mis días hablando con Mahleena, la perra mandona que le gustaba gastar dinero quien realmente no me parecía mandona pero definitivamente le gustaba gastar dinero. Ahora estábamos implementando los planes para lidiar con mi spa que-va-a-patear-traseros. También estaba tomando un curso en internet sobre gestión de pequeñas empresas como Joe sugirió.

Así que incluso sin el trabajo de día, aún estaba ocupada.

Pero mis noches estaban donde Joe. De hecho, las últimas dos semanas desde mi último día de trabajo, mi apartamento se sentía como mi lugar de trabajo ya que venía aquí a trabajar y volvía a la casa de Kight. Cenábamos juntos y luego se iba a trabajar. Divagaba alrededor por algunas horas, leía, veía televisión, hablaba por teléfono, hacía mi curso en su computador del estudio e iba a la cama con sábanas de satén. También despertaba en ellas. Y sin tener que esta en el trabajo a las ocho, me despertaba más tarde e iba a dormir más tiempo con Joe.

Era la bomba. La vida era buena. Y ahora parecía que también era buena para Vivica.

—Hun… noo, —susurró como respuesta a mi pregunta y no dijo más.

Sorprendiéndonos a Viv y a mí, Rhashan había empezado las cosas con sólo salir y había durado tres semanas. Estaba desesperando a Vivica. Ella tenía mi edad, él treinta y seis. Una brecha de nueve años que le preocupaba, porque como él le había dicho a Viv, cuando él la vio por primera vez, la vio bailar. Estaba sentado y buscando a la elegida. Y no estaba jodiendo alrededor, ni siquiera literalmente. No era sobre terminar. Era sobre encontrar un compañero para más que dar nalgadas.

Viv estaba impaciente, le gustaba ponerse a si misma y, como yo antes de Joe, había tenido un periodo de sequía incluso de sexo normal. Pero estaba comprendiendo e intrigada. Mientras una cita llevaba a otra cita, esa comprensión se hacia cada vez más profunda y estaba herida por más que el echo de que estaba seriamente caliente.

La semana pasada, Viv informó que él había roto el sello. “Sexo vainilla”, dijo que fue “fuera de este mundo”. La noche después de que Rashan rompió el sello, él empezó a domarla, o como Rhashan diría, meterla en cintura.

Viv estaba en la cima del mundo.

—¿Después de que fuiste mala, él fue bueno contigo? —pregunté.

—Una central eléctrica, de seis pisos, dieciocho centímetros repartiendo castigos? —susurró. —Sí, ________________, mi hombre fue bueno conmigo. Él puede manejar un cultivo y lo digo en más de un sentido. En un momento, creo que estuve en una galaxia diferente.

Puse el espagueti en el agua, pensando vagamente en que debo pedirle a Joe que vayamos de compras y encontrar una manera de ser mala mientras sonrío y susurro “Genial, cariño”.

—Mee ató a él mientras estábamos dormidos.

Parpadeé.

—¿Qué?

—Ató nuestras muñecas juntas mientras dormíamos así no iría muy lejos. Le gusta que su mujer esté cerca mientras duerme.

Mi vientre se derritió. Amaba eso para ella. Sólo esperaba que ella lo hiciera.

—¿Eso te gusta?

—¿Acurrucarme con una cálida y gran montaña de músculo que me quiere cerca? Chica, —lo sacó suavemente. —Absoluta-maldita-mente. Viviendo el sueño.

—Oh Viv, —susurré.

—________________.

Salté y me di la vuelta para ver a Joe, quien había estado en su estudio, de pie al borde de la barra, con sus ojos sobre mí, y el rostro extrañamente ilegible.

—Espera, Viv, —dije al teléfono y lo puse sobre mi hombro. —¿Sí, mi vida?

4/10

por **jamileth** Sáb 07 Dic 2013, 1:52 pm

—Deja ir a Viv, —ordenó y su tono era tan extraño como la expresión de su rostro.

Sabía que podía ser impasible pero ahora no lo hacía con mucha frecuencia. No conmigo.

Y su tono…

Sostuve su mirada mientras colocaba el teléfono en mi oído.

—Viv, Joe necesita hablar conmigo. Tengo que irme, cariño.

—Claro, nena. ¿Has sido mala?

Sonreí una pequeña sonrisa mientras seguía mirando a Joe.

—No últimamente.

—Sube a eso. Infórmame luego. Más tarde.

—Más tarde.

Colgué y en el momento en que lo hice, Joe dijo:

—Apaga la estufa.

—Pero el espa…

—Nena, apaga, la, estufa.

Solté la respiración. Entonces me moví, deje mi celular a un lado y apagué los fogones de la estufa. Luego me di la vuelta a Joe.

—¿Todo está bien?

—Puedes o no tener una visita de la policía. Te lo estoy diciendo ahora así vas a estar preparada en caso de que la tengas. Y te lo estoy diciendo ahora porque tienes el derecho a saber.

Mi cuerpo se bloqueó pero mis labios susurraron:

—¿Qué?

—David Watson fue apuñalado hoy. Se desangró antes de que llegara al hospital.

Mi mano se movió hacia afuera, encontró el mostrador y se agarró fuerte.

David Watson asesinó a mis padres.

Miré a Joe. Luego susurré:

—¿Cómo lo sabes?

—Lo sé porque miré dentro de la mierda, encontré que era y donde estaba. Luego hable con algunas personas que hablaron con algunas personas y dejé en claro que vería de manera favorable el que David Watson no estuviera disfrutando sus vacaciones de por vida financiadas-por-el-estado.

Oh por Dios.

Joe no había terminado.

—No ordené el golpe. Dicho eso, no me importa una mierda que bolsa-de-basura esté muerto. Aunque, hubiera preferido que jugaran con él un poco más antes de que cayera en el patio en un charco de su propia sangre.

Oh mi Dios.

—¿Por qué hiciste eso? —pregunté en voz baja.

—Porque él envió a mi mujer a once años de miseria. Y lo hice antes de saber siquiera la plenitud de lo que esa perra de tía que tienes tomó de ti. Sabía que tallaste una vida decente para ti trabajando o yendo a la escuela sesenta horas a la semana. También sabía que tenías un teléfono celular que no funcionaba lo cual significaba que no estabas a salvo y una mujer con un padre que no da una mierda por ella, sin importar su edad, no sería peligroso. No así. Y sabía que no tenías una familia real para hablar. Él hizo que eso pasara. No estoy de acuerdo con eso. Una retribución no era él no estando allí. Una retribución era hacerlo pagar. Eso ya no es una opción. Está muerto.

No sabía que hacer con esto. No sabía que pensar sobre esto. No sabía que pensar sobre esto. Por lo tanto, no dije nada.

Joe lo hizo, con sus ojos clavados en mí.

—Es tiempo de que aprendas algo sobre mí, ________________, —dijo suavemente —. No vivo en tu mundo. Vivo en otro mundo. Es mi mundo. Me hice cargo de él. Lo reconstruí. Es mi propiedad. Lo controlo. Tengo un código. Cualquier persona en mi mundo vive según mi código. Y en mi mundo, un hombre que le dispara a un padre y esposo en el camino a trabajar y luego pone una bala en el cerebro de la esposa de ese hombre, el cerebro de la madre de mi mujer, no respira tranquilamente. Puedo verte luchando con esto y te daré tiempo. Pero necesitas llegar a un acuerdo con esto. El entendimiento de la retribución es esencial en mi mundo. No se jode con lo que es mio.

—Eso fue hace veinte años, Joe, —susurré.

—No me importa una mierda, ________________.

—Ni siquiera me conocías en ese entonces, ni de cerca.

—Tampoco me importa una mierda eso.

—Estaba pagando por su crimen, —le recordé.

—No lo suficiente, —dijo con firmeza.

Esto, no podía negarlo, era absolutamente cierto.

Sostuve la mirada. Entonces dije en voz baja y con cautela:

—¿No crees que eso es un poco loco?

—Ni… de… cerca.

Contuve la respiración. Joe sostuvo mi mirada. Solté la respiración y miré hacia otro lado.

—Ojos en mí.

—Necesito tiempo, —le dije al suelo.

—Mira… a… tu… hombre, —gruñó, mi corazón latía salvaje en mi pecho, mis ojos fueron a él —. No se jode con lo que es mio.

Me quedé en silencio.

Joe no.

5/10

por **jamileth** Sáb 07 Dic 2013, 1:56 pm

—Carl Sebring llegó a mi vida cuando tenía siete y ese fue el inicio del fin de una vida que era pura mierda. David Watson vino a tu vida cuando tenías siete y ese hijo de puta hizo de tu vida una mierda. Sólo cuando llegué a tu vida veinte años después dejó de ser una mierda. No se me escapa que compartimos esa edad que compartimos esa edad cuando nuestras vidas se sacudieron pero yo viví siete malos y tuve veintiocho años buenos. Tú viviste siete años buenos y obtuviste veinte de mierda. Eso es absolutamente inaceptable para mí. Y cuando algo es inaceptable, hago algo al respecto.

Amé que se sintiera de esa manera. Todavía no podía procesar lo que había hecho por mí. Así que permanecí en silencio.

Joe no.

—Él te hizo daño, irrevocablemente. Cambió el curso de tu vida. Mencionaste acerca de mí fumando una vez y luego no dijiste nada. Las mujeres se quejan sobre mierdas como esa. Tú no. Y no es porque estabas acostumbrada a eso con tu tía. Es porque te recuerda a tu padre. Lo amabas, lo extrañas. Así que no dijiste nada. Sueñas más que cualquier maldita persona que conozca. Dices que no todos son buenos. No duermes toda la noche por mí pero duermes a mi lado, nena, y si piensas por un segundo que no te siento sacudiéndote despierta al menos una vez cada maldita semana porque tienes una pesadilla, te equivocas. Lo siento. Cada maldita vez. Dijiste que empezaron cuando tenías siete. Ellos murieron cuando tenías siete. Él te dio eso. Él hizo todo eso. Y lo pagó. Eso es lo que le pasa en mi mundo a alguien que jode lo que es mio. Como dije, necesitas encontrar una forma de llegar a un acuerdo con eso. Quieres que te ayude a guiar el camino, aquí estoy. Puedes encontrar ese sendero por ti misma, bien. Pero necesitas encontrar ese sendero, ________________. Porque te poseo. Vives en mi mundo. Necesitas encontrar una forma para vivir con eso, nena. No hay otra opción.

Apreté los labios. Luego los moví adelante y atrás. Entonces asentí.

Joe me estudió. Luego preguntó en voz baja:

—¿El espagueti cuándo va a estar listo?

—Tal vez en quince minutos. Te llamaré, —respondí suavemente.

—Bien, nena, —susurró luego se dio la vuelta y se alejó.

Lo vi irse. Luego me quedé congelada en mi lugar viendo donde lo vi por última vez.

Entonces me di la vuelta y terminé el espagueti.

***

Estaba despierta cuando Joe abrió la puerta principal.

Me di la vuelta y miré a través de la oscuridad a su reloj despertador para ver que era realmente temprano. Ni siquiera eran las dos de la mañana.

Me volví a dar la vuelta.

Mi suposición, estaba preocupado por mí. O dónde estaba mi cabeza. A duras penas hablé entre el espagueti. Mientras se cambiaba a su traje, me senté en su sofá afelpado gris de gamuza delante de la TV, sin pensar en lo que estaba viendo hasta el punto que, cuando entró y sus dedos se cernieron en mi cabello y le dieron un suave tirón hacia atrás así podría inclinarse y besarme, mi beso de despedida estuvo distraído. Supe que lo sintió, se dio cuenta porque Joe se da cuenta de todo. También lo supe porque su mano en mi cabello sostuvo mi cabeza hacia atrás más tiempo de lo normal y sus ojos recorrieron mi rostro.

Luego soltó mi cabello pero besó la cima de mi cabeza y me dejó.

Después de que se fue, no me desconecté. Estaba donde Joe y había estado con él lo suficiente para saber lo que eso significaba. Dijo que me iba a dar tiempo pero en el mundo de Joe, incluso con algo así de importante, eso no significaba días o semanas. Significaba en su horario. Era decisivo. Esperaba que los demás a su alrededor fueran igual.

Así que traté de averiguarlo. Cómo me sentía respecto a esto y nunca se me escapó que nunca me permití realmente pensar en como me sentía respecto a la forma en que Joe se ocupó de mi Steve el casero cretino o lo que Joe hizo con Dick.

Me dijo que no ordenó el golpe de David Watson. Me dijo que envió a sus chicos a hablar con Steve el casero cretino y que no les gustó lo que dijo. No iban a ir y destrozarlo. Él era un cretino entonces señalaron su punto. Y Dick tranquilamente se alejó. No lo vi pero nadie mencionó que pareciera apaleado o que hubiera algún alboroto en el edificio. Dick dio aviso, se mudo y por lo que escuché de los vecinos me enteré de que estaban aliviados.

A decir verdad, pasé mucho tiempo enterrando el hecho de que David Watson aún existía en el mundo, honestamente no podía tener mucha emoción por el hecho de que ya no lo hacía.

Asesinó a mis padres. Joe tenía razón, alteró el curso de mi vida y e hirió irrevocablemente. Fue al azar, ni siquiera los conocía, no le hicieron nada malo. Se estaba buscando a sí mismo y arrasó con vidas en el camino, su novia, su bebé muerto, mis padres muertos, mi vida cambiada para siempre.

No era la responsabilidad de Joe que estuviera muerto. No lo pidió. Y no sabía esto que decía acerca de mí pero al cavar profundamente y pensar en ello, tampoco pude tener mucha emoción sobre el hecho de que Joe tomara medidas para hacerlo pagar. Yo no lo haría. No lo perdonaría. Pero no pensaba menos de Joe porque lo hizo. Lo hizo por mí. Lo hizo porque esa era la clase de hombre que era y esa era la clase de mundo en que vivía.

Y yo ahora también vivía en ese mundo.

No se me pasó desapercibido, sin embargo, que había estado haciendo lo que Joe dijo que estaba haciendo. Enterrando mi cabeza. No pensando sobre esto. Pero de buenas a primeras, Joe siempre era quién era, hacía lo que hacía, nunca escondió nada de mí.

Y tomé su mano y caminé directo a su mundo. No podía objetar ahora.

Tenía una opción.

Ahora que mi cabeza no estaba enterrada podía caminar fuera de su mundo y nunca mirar atrás.

O quedarme.

También sabía que no tenía toda la información. Joe dijo que me contaría sobre él cuando estuviera lista para saber. Repartió la información cuidadosamente y a diferencia de todo lo demás, él no era generoso. Lo entendía. En su mundo, estaba sintiendo, necesitaba proceder con cautela. Incluso conmigo. Pero de lo poco que me habló de sus primeros años, marcarían a cualquiera. Había mujeres, diablos, no sólo mujeres sino personas, sabía, que escucharían que su madre era una prostituta, parte de sus años de crecimiento los pasó en esa vida y no sabía quién era su padre y pensarían cosas sobre Joe. Eso haría a cualquiera cauteloso especialmente si se estaban enamorando. Él, sin duda, enfrentó esas sentencias más de una vez en su vida. Y me había dado tanto; yo podía darle tiempo para compartir su ritmo conmigo.

Y fue sólo eso, él me había dado tanto. Y yo no estaba hablando de teléfonos, zapatos o el spa. Estaba a salvo. Mimada. Adorada.

Amada.

6/10

por **jamileth** Sáb 07 Dic 2013, 2:04 pm

No podía dictar cómo resultó. Especialmente no con un hombre como Joe.

Oí y vi su figura en sombras caminar dentro de la habitación y vi, inmóvil, como se acostaba a mi lado en la cama, con mis brazos inclinados, manos apoyadas frente a mí.

Se movió alrededor de la cama a su lado y aunque mi espalda daba hacia él, lo oí desnudarse, sus costosas ropas cayendo al suelo.

Los cobertores se movieron, la cama se movió pero yo no.

Justo como Joe, no perdió el tiempo. Se deslizó detrás mio, una mano deslizándose por mi brazo para encontrar la mía, sus dedos entrelazados con los míos y sacó nuestras manos cerca de mi pecho a la vez que se presionaba contra mi espalda.

Sentí su cuerpo, su calor y olí su colonia.

Cerré los ojos.

Sus labios fueron a mi oreja.

—¿Encontraste el camino correcto?

Sabía que estaba despierta.

Tenía razón. Llegó temprano a casa preocupado por mí. Dónde estaba. Con él. Tenía que decidir.

Ahora.

Caminar fuera de su mundo y nunca mirar atrás.

O quedarme.

Mi boca decidió por mí. Abrí los ojos y susurré:

—Sí.

Sus dedos se tensaron en los míos y lo escuché tomar una respiración profunda, preguntándose qué sería lo siguiente. Qué haría. Me soltó y se alejó.

Me quedé quieta.

—De rodillas, ________________, frente a mí.

Sentí una fuerte ondulación entre mis piernas. Había tomado la decisión correcta. Llamen me loca pero, era la mujer para él justo como yo era y como él era, Joe Sebring era el hombre para mí.

Entonces me empujó hacia arriba, los cobertores se separaron y me di la vuelta, levantándome de rodillas frente a Joe.

—Más cerca, nena.

Me moví más cerca.

—Quítate la camiseta.

Mis dedos entraron en mi camiseta. La levanté, me la quité y la arrojé a un lado. Sus dedos se arrastraron a lo largo de la parte superior se mi muslo y luego desaparecieron.

Luego de esto y después, me tambaleé.

—Baja los pantalones cortos y tus bragas.

Otro estremecimiento embriagador giró en mi vientre. Bajé los pantalones cortos y las bragas hasta los muslos.

—Suéltalos de las caderas, nena, deshazte de ellos y vuelve sobre tus rodillas.

Caí sobre mis caderas, saqué el pantalón corto de mi pijama y mis bragas por mis piernas y los tiré a un lado. Luego recobré mi postura sobre las rodillas.

—Más cerca, —susurró y me desplacé más cerca por lo que mis rodillas estaban a su lado —. ________________, —su susurro había cambiado, una ligera reprimenda, —sabes lo que me gusta.

Por un segundo, estuve confundida. Entonces me deslicé en mis rodillas abriéndolas ligeramente. Fui recompensada cuando su mano se deslizó hasta el interior de mi muslo y empezó a jugar suavemente entre mis piernas.

—Eso es, nena, —murmuró.

El estremecimiento comenzó a convertirse en dolor. Se quedó en silencio mientras sus dedos se movían y jugaban oh tan ligeros entre mis piernas.

—Dale más a papi, —murmuró y mis piernas se abrieron aún más. Lo hice bien y lo supe cuando su pulgar se movió con más fuerza contra mi clítoris y jadeé. —Eso está bien, nena.

Me di cuenta del golpe cuando a su mano ir a su polla mientras jugaba conmigo, acariciándose distraídamente. Dios, amaba verlo hacer eso. Me encantaba pero al verlo quería hacer eso. Lo quería en mi boca. Lo quería en mí.

Gemí.

Su pulgar dio un golpe de nuevo en mi clítoris y di un tirón de mis caderas.

—¿En el mundo de quién vives, ________________? —preguntó tan suavemente que a duras penas lo oí.

—En tu mundo.

Otro golpecito, oh Dios, Dios, anotaba a través de mí.

—¿Quién te posee, nena?

—Tú.

Otro golpecito, mis caderas se movieron de nuevo y un maullido salió de mi garganta. Dos de sus dedos se deslizaron dentro, profundos, y mordí mi labio.

—¿Quién posee este coño? —susurró.

—Tú.

—¿Quién lo posee?

—Tú, papi.

Otro golpecito, otro vaivén de las caderas, otro maullido.

¡Dios!

Sus dedos se deslizaron hacia afuera y volvió a jugar.

—¿Quién posee tu belleza?

—Tú.

—Tienes razón, ________________, yo lo hago.

Esperé por el golpecito pero no lo conseguí así que lloriqueé. Su mano se alejó y lloriqueé de nuevo.

—Esta noche, mi nena se siente codiciosa, —murmuró.

Siempre he sido codiciosa.

—Inclínate para mí, —ordenó.

Al instante, me incliné para él. A medio camino, su mano atrapó mi cabello.

—Detente.

Me detuve, su mano recogió mi cabello y lo retorció entonces presionó mi rostro llevándola hacia su verga que seguía siendo trabajada por su mano. Guió mi boca a ella, mis labios se abrieron y tomé la punta antes de que su puño se apretara en mi cabello.

—Sólo la punta, nena, aférrate a la polla de papi y enróllame con tu lengua.

7/10

por **jamileth** Sáb 07 Dic 2013, 3:23 pm

Sí, quería esto. Quería más pero tomaría esto. Mis labios se cerraron apretados alrededor y lo enrollé con mi lengua mientras se acariciaba. Esto era ardiente. Amaba su sabor, su seda en mi lengua.

—Dulce coño, dulce boca, mi dulce nena —susurró.

Entonces su mano se alejó y sus caderas aumentaron el ritmo, llenando mi boca con su verga. El calor me inundó y lo tomé. Su mano en mi cabello me daba señales, quería que lo acariciara y chupara. Lo hice. Rápido, duro, trabajando, amando, escuchándolo gemir, sintiendo su mano en mi cabello, queriendo mi mano entre mis piernas, o su mano, pero me estaba poniendo más excitada porque no podía tener ninguna.

Dios, me podría venir sólo haciendo esto.

Su puño en mi cabello me apartó y su voz gruñó.

—Sobre la espalda, rodillas en el aire, piernas abiertas, manos detrás de las rodillas abriéndolas lo más que puedas. Prepárate para tomarme.

Me di la vuelta, posicionándome y estuvo justo allí, con la verga en una mano, guiándola, su otra mano en la cama a mi lado, brazo recto. Se dirigió dentro de mí. Arquee el cuello, mi espalda dejó la cama y mis propias manos sacudieron las piernas ampliándolas aún más.

No había nada mejor. Nada mejor que estar conectada a Joe.

—Ojos, —gruñó, yendo más rápido, profundo, brutal, follándome crudamente. Incliné mi barbilla hacia abajo y mis ojos fueron hacia él. —Puedes tocarme.

Inmediatamente, mis manos fueron de detrás de mis rodillas a él. Dejó caer los antebrazos en la cama a mi lado, dándome algo de su peso, todavía empujando rápido, duro, pero mis manos tuvieron más alcance para moverse sobre su piel, sus músculos y lo hicieron febrilmente.

—¿Me amas? —gruñó en mi oído.

Mi mano se deslizó en su cabello y formó un puño.

—Sí, cariño.

—¿A quién amas?

—A ti, papi, —susurré, estaba llegando.

—No, nena, —susurró —. Eso es dulce y sabes que me encanta pero di mi nombre. ¿A quién amas?

Volví la cabeza, empujando mi rostro en su cuello y respirando.

—Te amo a ti, Joe.

Su cabeza se acercó, la mía retrocedió, sus ojos encontraron los míos a través de la oscuridad y su verga se estrelló en mí mientras gruñía.

—Me amas, ________________. No lo olvides.

—No lo haré, cariño, —respire, aguantando, apretando mi brazo en su espalda, mi puño apretándose en su cabello.

—Nunca, nena.

—Nunca, Joe, —jadeé y luego me vine.

Me folló más fuerte.

Oh Dios.

—Dame tu rostro, —gruñó, chocando contra mí y me concentré en él. —Eso es nena, dame esa belleza.

Entonces su boca se aplastó contra la mía, una de sus manos elevándose, con los dedos moviéndose por mi cabello, haciendo un puño, su lengua empujó adentro, comenzando el saqueo, sus caderas se movieron salvajes y gimió en mi garganta. Continuó saqueando y luego gentilmente me besó y su verga empezó a venirse, luego se arraigó, sus labios se deslizaron por mi oído y aflojó su puño en mi cabello pero sus dedos permanecieron enrollados allí.

—Mi madre me nombró Joe* porque necesitaba uno.

(bueno chicas que le nombre real es knight, lo cual significa caballero en español por que eso lo que dice me nombro "joe" porque necesitaba uno)

Saciada, aún en un punto muerto, sus inesperadas palabras reveladoras hicieron que mi cuerpo se tensara.

Entonces envolví mis piernas a su alrededor y lo apreté con fuerza.

—Fóllame, —susurró, en voz baja, casi ronca, —tan malditamente dulce.

—Cuéntame, —susurré de regreso, dándole un apretón.

Acercó su cabeza, se movió un poco hacía un costado pero se quedó conectado a mí. Hizo esto así su mano podía deslizarse de mi cabello para envolver mi cuello por un lado y su pulgar empezó a acariciar mi barbilla.

—Su pequeño hombre, —susurró —, su caballero. La protegería, me lo dijo. Necesitaba eso. Estaba tan jodida, su vida tan arruinada, su única esperanza era un maldito bebé.

Mi cuerpo se derritió bajo el suyo pero mis piernas seguían apretadas mientas mi mano iba a la deriva por su cabello así mis dedos podían rozar a través de sus rizos en su cuello.

—No me gusta eso para ti, —susurré.

—Es para lo que me educó. Es todo lo que sé, ________________. Proteger. Desde que nací fue educado para ser un escudo.

Mi mano se deslizó para acunar su barbilla mientras lágrimas llenaban mis ojos y susurraba:

—Cariño.

—La amaba en ese entonces, la amo ahora. No era un infortunio, ________________. Es quién soy. Es para lo que fui hecho.

—Está bien, cariño.

—Nadie te hace daño, —me dijo.

—De acuerdo, —susurré.

—Miré a tu tía.

Parpadeé en la oscuridad.

—Está haciendo de volver su propia vida una miseria un trabajo, no necesita ninguna ayuda. Así que la ha dejado hacerlo. Pero te voy a decir justo ahora, nena, si estaba viviendo aunque sea un poco de la buena vida, se la voy a quitar.

—Joe, nosotros no…

—No, —me interrumpió con firmeza —, entierra tu cabeza mañana. Esta noche, me entiendes. Nadie te hace daño, ________________, y al igual que haces cuando te digo que te pongas de rodillas a mi lado, cuando tomo esa dulce boca con mi polla cuando la quiero, cuando follo ese hermoso coño tan fuerte como me plazca, hago lo que siento que tengo que hacer y tú cedes a mí.

—Está bien, —susurré de nuevo.

—Elegiste tu camino y el camino que elegiste no tiene vuelta atrás.

Empecé a temblar.

—________________, escúchame, marca esto, no hay vuelta atrás.

Mi mano empezó a deslizarse fuera de su rostro pero él se movió rápidamente, atrapándola y sosteniéndola allí.

—Tuviste tu oportunidad esta noche, nena. Y estuviste de rodillas a mi lado. No hay vuelta atrás. No puedes darme eso, todo eso, y quitármelo. Necesitas entender esto, nena, y ahora mismo necesito saber que lo haces.

Era una prueba. Esta noche no era el típico mandón. Era una prueba. Y en lo que a Joe concernía, la aprobé.

Me quedé mirando los planos y ángulos de su rostro en sombras.

—________________, ¿entiendes esto?

Lamí mis labios.

—Nena…

—Lo entiendo, Joe, —susurré.

Sostuvo mi mirada e incluso en la oscuridad pude sentirlo quemando dentro de mí.

Luego dejó caer la cabeza, llevando su frente a la mía antes de deslizar su nariz a lo largo de la mía.

—Te amo, ________________, eres la única mujer que ha tenido eso de mí y eres la única que alguna vez lo tendrá.

Lo decía en serio. Cada palabra. Desde su alma. Era en serio. Esto me sacudió tan profundamente que cerré los ojos y mi cuerpo se tensó debajo de él y a su alrededor.

Llámenme loca, pero me gustó.

Sus labios vinieron a los míos y abrí los ojos.

—Ve. Límpiate. Quiero comerte y entonces follarte de nuevo.

—Está bien, Joe, —susurré y se deslizó hacia afuera.

—Apresúrate, —ordenó gentilmente y salió de mí.

Me levanté de la cama.

Y como mi hombre me dijo que hiciera, me apresuré.

8/10

por **chelis** Sáb 07 Dic 2013, 3:42 pm

:calor:

JOE joe y tu TERMINADA - Página 24 1244184562

:Na: :Na:

por **Mili Malik** Sáb 07 Dic 2013, 3:56 pm

SEGUI LA MARATON!!!!!!!!

1313...

por **Mili Malik** Sáb 07 Dic 2013, 4:03 pm

Joe no puede ser tan imperfectamente perfecto... Lo amo. Rayis, prestamelo.

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