Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Paraiso Robado( Nick y y tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 2 de 5. • Comparte
Página 2 de 5. • 1, 2, 3, 4, 5
Re: Paraiso Robado( Nick y y tu)
capitulo 8
–Esta es mi casa –dijo _______, cuando el automóvil se detuvo ante la entrada.
Nick contempló la imponente estructura de piedra con sus emplomadas ventanas de cristal, mientras _______ abría la puerta principal.
–Parece un museo.
–Por lo menos no has dicho un mausoleo –bromeó ella.
–Pero lo pensé.
_______ aún sonreía cuando llegaron a la biblioteca envuelta en penumbra, situada en la parte trasera del edificio. Encendió una luz, y cuando vio que Nick se dirigía directamente al teléfono del escritorio, se sintió afligida. Quería que se quedara, quería hablarle, quería hacer cualquier cosa para contrarrestar la desesperación que la abrumaría una vez más cuando se encontrara sola.
–No tienes por qué marcharte tan pronto. Mi padre se quedará jugando a las cartas hasta que el club cierre, a las dos de la madrugada.
Nick se volvió hacia ella, advirtiendo el tono de desesperación de su voz.
–_______, por lo que a mí respecta tu padre me tiene sin cuidado, pero tú debes vivir con él. Si viene y me encuentra aquí...
–No vendrá –le aseguró _______–. Ni la muerte interrumpiría su partida de cartas. Es un jugador obsesivo.
–También está malditamente obsesionado contigo –comentó Nick, y _______ contuvo la respiración al verlo vacilar con el auricular en la mano. Finalmente Nick lo colgó. Quizá esta sería la última velada agradable de que _______ gozaría durante meses, y estaba decidida a aprovecharla.
–¿Quieres un coñac? Me temo que no puedo ofrecerte nada que comer, porque los sirvientes están ya en la cama.
–Coñac está bien.
_______ se dirigió al mueble bar y sacó la licorera del coñac. Tras ella, sonó la voz de Nick.
–¿No me digas que los sirvientes cierran con llave la nevera cuando se van a dormir?
Ella se detuvo con una copa de coñac en la mano.
–Algo así.
Nick no se dejó engañar. Ella lo supo en cuanto le llevó la copa al sofá y vio la expresión divertida de sus ojos.
–No sabes cocinar. ¿Acierto, princesa?
–Estoy segura de que podría –bromeó ella–, si alguien me indicara dónde está la cocina y me enseñara el horno y la nevera.
Nick apretó los labios. Luego se inclinó hacia delante y dejó la copa sobre la mesa. Ella sabía exactamente lo que se proponía hacer, incluso antes de que le asiera las muñecas y la atrajera hacia si con firmeza.
–Sé que cocinas bien –dijo, levantándole la barbilla.
–¿Qué te hace estar tan seguro?
–El hecho –susurró Nick– de que aún no hace una hora me prendiste fuego.
Su boca estaba casi pegada a la de la joven cuando el fuerte sonido del teléfono los interrumpió. _______ se separó de los brazos de Nick y atendió la llamada.
Era su padre.
–Me alegro de que hayas tenido el buen sentido de hacer lo que te ordené –dijo con voz gélida– Y quiero que sepas, _______, que estaba a punto de permitir que te matricularas en la Noroeste, pero después de lo ocurrido, olvídalo. Tu conducta de esta noche es una prueba irrefutable de que no se puede confiar en ti. –Colgó sin esperar la respuesta de su hija.
Con mano temblorosa, _______ colgó el auricular. El temblor se extendió al resto de su cuerpo, provocado por un creciente sentimiento de ira y futilidad. Tuvo que colocar las manos sobre el escritorio para mantenerse relativamente firme.
Nick se le acercó por detrás y le puso las manos sobre los hombros.
–¿_______? –preguntó con sincera preocupación–. ¿Quién era? ¿Ocurre algo malo?
–Era mi padre –masculló–. Quería cerciorarse de que estoy en casa, tal como me ordenó.
Nick se quedó un momento en silencio, luego habló con voz suave.
–¿Qué le has hecho para que desconfíe tanto de ti?
La velada acusación de Nick le llegó al corazón, destruyendo el escaso control de sí misma que aún le quedaba.
–¿Que qué he hecho? –repitió histéricamente–. ¿Que qué he hecho?
–Debes de haberle dado alguna razón para hacerle pensar que tiene que vigilarte hasta ese punto.
El enorme resentimiento que se agitaba en el interior de _______ afloró en una explosión de furia. Tenía los ojos llenos de lágrimas y su rostro reflejaba cierta determinación. De pronto se lanzó sobre Nick y empezó a acariciarle el pecho.
–Mi madre era muy promiscua. No podía vivir sin un macho. Mi padre me vigila porque sabe que soy igual que ella.
Cuando la joven le echó los brazos al cuello, él preguntó, entrecerrando los ojos:
–¿Qué diablos estás haciendo?
–Ya sabes lo que hago –susurró _______, y sin darle tiempo a responder se apretó contra él y le dio un beso interminable.
Él la deseaba. _______ lo supo en el momento en que la rodeó con sus brazos, atrayéndola aún más hacia sí. Notó su excitación. Sí, la deseaba. La estaba besando apasionadamente, y _______ hacía lo posible para que no parara, para que no cambiara de opinión, y para que ella misma tampoco lo hiciera. Tiró de la camisa de Nick, desabrochándola con manos temblorosas. Acarició su pecho musculoso, bronceado y poblado de vello negro. En un momento dado _______ cerró los ojos, alcanzó la cremallera de su vestido con la mano y empezó a bajarla. Lo deseaba, y se dijo con rabia que se lo había ganado.
–¿_______?
La voz pausada de Nick la devolvió a la realidad por un momento. Levantó el rostro, pero no tuvo el valor suficiente para mirarlo a la cara.
–Estoy halagadísimo, pero debo confesar que nunca he visto a una mujer arrancarse la ropa en un acceso de pasión. Y menos después de un solo beso.
Derrotada antes de haber iniciado el combate, _______ apoyó la frente contra el pecho de Nick. Él le puso una mano sobre el hombro, luego la deslizó hasta la nuca y la dejó allí, acariciándola con el dedo pulgar. Posó la otra mano en la cintura, ejerciendo una suave presión para indicar su deseo de tener a _______ muy cerca. Al cabo de un momento, sus dedos se deslizaron por la espalda desnuda y, al llegar a la cremallera, terminó de abrir el vestido.
Tragando con fuerza, ella levantó los brazos para cubrirse. Vaciló.
–No lo hago muy bien...
Nick recorrió el cuerpo de la joven con la mirada, y finalmente se detuvo en los pechos.
–¿No? –repuso con voz ronca, e inclinó la cabeza.
_______ deseaba gozar del amor. Volvió a besar a Nick. Acariciando los armoniosos músculos de su espalda, lo besó poseída por una necesidad ciega. Saboreó el contacto de su lengua cuando esta se introdujo en su boca. Él jadeó y apretó con más fuerza el cuerpo de _______, que perdió enteramente el control y se entregó a las sensaciones. Sintió una corriente de aire frío recorriendo su cuerpo desnudo. Nick liberó su cabello, que se derramó como una cascada sobre sus hombros. La habitación pareció tambalearse cuando él la tumbó sobre el sofá y se colocó a su lado, también desnudo.
Pero todo cesó de pronto, excepto las caricias de las manos de Nick sobre su cuerpo. Ella emergió levemente de su éxtasis y vio que Nick, apoyado en un antebrazo, la observaba bajo la suave luz de la lámpara del escritorio.
–¿Qué haces? –susurró _______.
–Mirarte. –En efecto, Nick observaba detenidamente su cuerpo. Avergonzada, _______ quiso impedirlo e incliné la cabeza para besarle el pecho. Entonces el joven hundió sus dedos en el pelo de la nuca y, ejerciendo una suave presión, le hizo levantar el rostro. Y cuando ella lo miró a los ojos, Nick la besó como nunca la habían besado. De inmediato _______ sintió una oleada de pasión. Él siguió besándola hasta que la joven emitió un leve gemido. De pronto, su boca se posó en un pecho, luego en el otro, mientras los dedos exploraban el cuerpo de _______. Esta arqueó la espalda de placer. Nick se situó sobre ella, las caderas moviéndose sin pausa, mientras sus labios, rudos y tiernos a la vez, le besaban el cuello y luego de nuevo la boca. Sin dejar de besarse, Nick le separó las piernas, pero de pronto se detuvo.
Le tomó la cara entre las manos y musitó:
–¡Mírame!
Sin saber cómo, ella consiguió salir de su ensueño sensual. Abrió los ojos con esfuerzo y observó los de Nick. Y en ese momento él la penetró con tal fuerza que de la garganta de la muchacha surgió un alarido apagado, mientras su cuerpo se torcía como un arco. De inmediato Nick advirtió que le había arrancado la virginidad y su reacción fue más violenta que la de ella. Se detuvo, cerrando los ojos con fuerza. Permaneció en el interior de _______, pero sus hombros y sus brazos estaban tensos, inmóviles.
–¿Por qué? –exigió en un rudo susurro.
Ella no entendió bien la pregunta y se limitó a responder:
–Porque no lo había hecho antes.
Cuando Nick abrió los ojos, ella no halló en su mirada decepción ni enojo, sino ternura y arrepentimiento.
–¿Por qué no me lo dijiste? Habría podido hacerlo más fácil para ti.
_______ le puso una mano en la mejilla y le sonrió suave y tranquilizadoramente.
–Lo hiciste fácil. A la perfección.
Aquellas palabras surtieron en él un efecto inusitado. Gimiendo, besó la boca de _______ y con infinita suavidad empezó a embestirla, cada vez más rápidamente, hasta que la joven pareció enloquecer de placer. Le hundió las uñas en la espalda, en las caderas, aferrándose a él desesperadamente, y por fin la pasión que la abrasaba estalló en largos espasmos de placer. Nick la abrazó, la besó con fuerza sin dejar de moverse. Aquel profundo y hambriento beso, aquel caudal de pasión derramado en el interior de su cuerpo, hicieron que _______ se aferrara más a él y gimiera, gozando de tan exquisita sensación.
Con el corazón latiéndole con fuerza, ladeó el cuerpo, arrastrándolo. Permanecían abrazados.
–¿Tienes idea de lo excitante y receptiva que eres? –le preguntó Nick con voz ronca y teblorosa, rozando la mejilla de _______ con los labios.
Ella no contestó, porque la realidad de lo que había hecho empezaba a infiltraese en su conciencia, quería rechazarla. Ahora no. Todavía no. Nada debía estropear aquel momento. Cerró los ojos y escuchó las dulces palabras que Nick seguía susurrándole, mientras con un dedo le rozaba la mejilla.
Y entonces él hizo una pregunta que exigía respuesta.
–¿Por qué? –inquirió con voz suave–. ¿Por qué ahora? ¿Por qué conmigo?
_______ se puso tensa ante aquella pregunta. Suspiró con un sentimiento de pérdida y, tendiendo los brazos, tomó la colcha de lana que había en un extremo del sofá y se envolvió en ella. Había conocido la intimidad física del sexo, pero nadie le había advertido del extraño e incómodo sentimiento que sobrevenía después. Se sentía emocionalmente desnuda, al descubierto, indefensa, torpe.
–Creo que será mejor que nos vistamos –dijo con nerviosismo–. Después responderé a tus preguntas. Enseguida vuelvo.
En su habitación _______ se puso una bata azul y blanca y se la sujetó con un cinturón. Bajó por las escaleras, todavía descalza. En el pasillo miró el reloj. Su padre no tardaría más de una hora en volver.
Encontró a Nick hablando por teléfono en el estudio, completamente vestido a excepción de la corbata, que se había metido en un bolsillo.
–¿Qué dirección es esta? –le preguntó a _______. Ella se la dio y Nick informó a la agencia de taxis–. Les he dicho que vengan dentro de media hora. –Se dirigió a la mesa de té y cogió la copa de coñac.
–¿Puedo servirte alguna otra cosa? –preguntó _______, puesto que era lo propio de una buena anfitriona cuando la velada se acercaba a su fin. ¿O era el recibimiento propio de una camarera?, pensó con nerviosismo.
–Me gustaría que contestaras mi pregunta –dijo él. –Quiero saber qué te decidió a hacer lo que has hecho esta noche.
_______ creyó advertir cierta tensión en su voz, aunque su rostro no reflejaba emoción alguna. La joven suspiró, apartó la mirada y la fijó tímidamente en las incrustaciones de la madera del escritorio.
–Durante años mi padre me ha tratado como a una ninfómana y nunca he hecho nada para merecerlo. Cuando esta noche insististe en que tenía que haber una razón para que él me «vigilara», en mi interior se encendió una luz. Creo que llegué a la conclusión de que si de todos modos iban a tratarme como a una ramera, no estaría mal saber lo que es acostarse con un hombre. Al mismo tiempo tenía la loca idea de castigarte a ti... y a él. Quería demostraros que estabais equivocados.
Un ominoso silencio siguió a estas palabras. Por fin, Nick lo interrumpió bruscamente.
–Podrías haberme sacado de mi error con solo de decir que tu padre es un cretino tiránico y receloso. Te habría creído.
_______ sabía que él estaba en lo cierto. Le dirigió una mirada inquieta, preguntándose si la frustración y la ira la habían inducido a acostarse con él o si en realidad le habían servido de excusa para hacer lo que deseaba desde el momento en que conoció a Nick y cayó víctima de su magnetismo sexual. Lo había utilizado. Sí, de un modo extraño había utilizado a una persona por la que sentía gran simpatía para castigar a su padre.
Se produjo otro silencio, más prolongado, durante el cual Nick parecía considerar sus palabras y lo que no había dicho. Fueran cuales fuesen las conclusiones a que llegó, no debieron de gustarle mucho, pues de pronto dejó el vaso en la mesa y miró su reloj. Luego dijo:
–No es necesario que me acompañes.
–Te enseñaré el camino.
Frases amables entre dos extraños que una hora antes se habían entregado a la pasión. _______ se puso de pie pensando en ello. En aquel momento, Nick reparó primero en sus pies descalzos, después en el rostro y en la cabellera suelta. Vestida con una simple bata, _______ no era la misma joven del club, con su vestido sin tirantes y su esmerado peinado. Antes de que él hablara, _______ supo lo que le preguntaría.
–¿Cuántos años tienes?
–No tantos... como crees.
–¿Cuántos? –insistió él.
–Dieciocho.
_______ esperaba una reacción más o menos temible, pero él se quedó mirándola durante un largo instante y después hizo algo que a ella le pareció absurdo. Se volvió, se inclinó sobre el escritorio y anotó algo en un pedazo de papel.
–Es mi número de teléfono en Edmunton –dijo con calma, tendiéndole la nota a _______–. Permaneceré allí otras seis semanas. Después Sommers sabrá el modo de ponerse en contacto conmigo.
Cuando Nick se fue, _______ se quedó pensativa. Aquel número de teléfono... Si al dárselo trataba de sugerirle que lo llamara alguna vez, era una acción arrome, grosera y completamente odiosa. Y por supuesto, humillante.
Durante casi toda la semana siguiente _______ se sobresaltaba cada vez que sonaba el teléfono, temerosa que fuera Nick. El recuerdo de lo que habían hecho le causaba una enorme vergüenza, y quería olvidarlo y olvidar aquel hombre.
Pero pasó otra semana y se dio cuenta de que en realidad no quería olvidar a Nick. Tras librarse del sentimiento de culpa y el miedo a ser descubierta, se descuidó pensando constantemente en Nick y reviviendo aquellos momentos que días antes quería olvidar. Por la noche, tendida en la cama con la cara apretada contra almohada, sentía el sabor de los labios de Nick en las mejillas y en el cuello, y recordaba cada palabra que él le había susurrado con un ligero temblor en la voz. Pensó también en otras cosas, como el placer que le había producido pasear con él por el parque de Glenmoor y la manera en que se había reído con las anécdotas que ella contaba. _______ se preguntaba si también Nick pensaría en ella; y si lo hacía, por qué no llamaba.
Tras otra semana sin que Nick diera señales de vida, _______ concluyó que ella debía de ser «prescindible» y que sin duda no le parecía lo bastante «excitante» ni «receptiva». Trató de recordar todo lo que ella le había dicho. ¿Pudo haberlo ofendido inconscientemente? Por ejemplo, cuando le contó la razón por la que se había acostado con él, ¿no lo habría herido en su orgullo? Resultaba difícil de creer. Nicholas Farrell no dudaba su virilidad y del atractivo que ejercía sobre las mujeres. Le había seguido el juego solo minutos después de haberla conocido, en cuanto empezaron a bailar. Así pues, lo más probable era que no hubiese llamado debido a su edad. _______ era demasiado joven para que Nick se molestara por ella.
–Esta es mi casa –dijo _______, cuando el automóvil se detuvo ante la entrada.
Nick contempló la imponente estructura de piedra con sus emplomadas ventanas de cristal, mientras _______ abría la puerta principal.
–Parece un museo.
–Por lo menos no has dicho un mausoleo –bromeó ella.
–Pero lo pensé.
_______ aún sonreía cuando llegaron a la biblioteca envuelta en penumbra, situada en la parte trasera del edificio. Encendió una luz, y cuando vio que Nick se dirigía directamente al teléfono del escritorio, se sintió afligida. Quería que se quedara, quería hablarle, quería hacer cualquier cosa para contrarrestar la desesperación que la abrumaría una vez más cuando se encontrara sola.
–No tienes por qué marcharte tan pronto. Mi padre se quedará jugando a las cartas hasta que el club cierre, a las dos de la madrugada.
Nick se volvió hacia ella, advirtiendo el tono de desesperación de su voz.
–_______, por lo que a mí respecta tu padre me tiene sin cuidado, pero tú debes vivir con él. Si viene y me encuentra aquí...
–No vendrá –le aseguró _______–. Ni la muerte interrumpiría su partida de cartas. Es un jugador obsesivo.
–También está malditamente obsesionado contigo –comentó Nick, y _______ contuvo la respiración al verlo vacilar con el auricular en la mano. Finalmente Nick lo colgó. Quizá esta sería la última velada agradable de que _______ gozaría durante meses, y estaba decidida a aprovecharla.
–¿Quieres un coñac? Me temo que no puedo ofrecerte nada que comer, porque los sirvientes están ya en la cama.
–Coñac está bien.
_______ se dirigió al mueble bar y sacó la licorera del coñac. Tras ella, sonó la voz de Nick.
–¿No me digas que los sirvientes cierran con llave la nevera cuando se van a dormir?
Ella se detuvo con una copa de coñac en la mano.
–Algo así.
Nick no se dejó engañar. Ella lo supo en cuanto le llevó la copa al sofá y vio la expresión divertida de sus ojos.
–No sabes cocinar. ¿Acierto, princesa?
–Estoy segura de que podría –bromeó ella–, si alguien me indicara dónde está la cocina y me enseñara el horno y la nevera.
Nick apretó los labios. Luego se inclinó hacia delante y dejó la copa sobre la mesa. Ella sabía exactamente lo que se proponía hacer, incluso antes de que le asiera las muñecas y la atrajera hacia si con firmeza.
–Sé que cocinas bien –dijo, levantándole la barbilla.
–¿Qué te hace estar tan seguro?
–El hecho –susurró Nick– de que aún no hace una hora me prendiste fuego.
Su boca estaba casi pegada a la de la joven cuando el fuerte sonido del teléfono los interrumpió. _______ se separó de los brazos de Nick y atendió la llamada.
Era su padre.
–Me alegro de que hayas tenido el buen sentido de hacer lo que te ordené –dijo con voz gélida– Y quiero que sepas, _______, que estaba a punto de permitir que te matricularas en la Noroeste, pero después de lo ocurrido, olvídalo. Tu conducta de esta noche es una prueba irrefutable de que no se puede confiar en ti. –Colgó sin esperar la respuesta de su hija.
Con mano temblorosa, _______ colgó el auricular. El temblor se extendió al resto de su cuerpo, provocado por un creciente sentimiento de ira y futilidad. Tuvo que colocar las manos sobre el escritorio para mantenerse relativamente firme.
Nick se le acercó por detrás y le puso las manos sobre los hombros.
–¿_______? –preguntó con sincera preocupación–. ¿Quién era? ¿Ocurre algo malo?
–Era mi padre –masculló–. Quería cerciorarse de que estoy en casa, tal como me ordenó.
Nick se quedó un momento en silencio, luego habló con voz suave.
–¿Qué le has hecho para que desconfíe tanto de ti?
La velada acusación de Nick le llegó al corazón, destruyendo el escaso control de sí misma que aún le quedaba.
–¿Que qué he hecho? –repitió histéricamente–. ¿Que qué he hecho?
–Debes de haberle dado alguna razón para hacerle pensar que tiene que vigilarte hasta ese punto.
El enorme resentimiento que se agitaba en el interior de _______ afloró en una explosión de furia. Tenía los ojos llenos de lágrimas y su rostro reflejaba cierta determinación. De pronto se lanzó sobre Nick y empezó a acariciarle el pecho.
–Mi madre era muy promiscua. No podía vivir sin un macho. Mi padre me vigila porque sabe que soy igual que ella.
Cuando la joven le echó los brazos al cuello, él preguntó, entrecerrando los ojos:
–¿Qué diablos estás haciendo?
–Ya sabes lo que hago –susurró _______, y sin darle tiempo a responder se apretó contra él y le dio un beso interminable.
Él la deseaba. _______ lo supo en el momento en que la rodeó con sus brazos, atrayéndola aún más hacia sí. Notó su excitación. Sí, la deseaba. La estaba besando apasionadamente, y _______ hacía lo posible para que no parara, para que no cambiara de opinión, y para que ella misma tampoco lo hiciera. Tiró de la camisa de Nick, desabrochándola con manos temblorosas. Acarició su pecho musculoso, bronceado y poblado de vello negro. En un momento dado _______ cerró los ojos, alcanzó la cremallera de su vestido con la mano y empezó a bajarla. Lo deseaba, y se dijo con rabia que se lo había ganado.
–¿_______?
La voz pausada de Nick la devolvió a la realidad por un momento. Levantó el rostro, pero no tuvo el valor suficiente para mirarlo a la cara.
–Estoy halagadísimo, pero debo confesar que nunca he visto a una mujer arrancarse la ropa en un acceso de pasión. Y menos después de un solo beso.
Derrotada antes de haber iniciado el combate, _______ apoyó la frente contra el pecho de Nick. Él le puso una mano sobre el hombro, luego la deslizó hasta la nuca y la dejó allí, acariciándola con el dedo pulgar. Posó la otra mano en la cintura, ejerciendo una suave presión para indicar su deseo de tener a _______ muy cerca. Al cabo de un momento, sus dedos se deslizaron por la espalda desnuda y, al llegar a la cremallera, terminó de abrir el vestido.
Tragando con fuerza, ella levantó los brazos para cubrirse. Vaciló.
–No lo hago muy bien...
Nick recorrió el cuerpo de la joven con la mirada, y finalmente se detuvo en los pechos.
–¿No? –repuso con voz ronca, e inclinó la cabeza.
_______ deseaba gozar del amor. Volvió a besar a Nick. Acariciando los armoniosos músculos de su espalda, lo besó poseída por una necesidad ciega. Saboreó el contacto de su lengua cuando esta se introdujo en su boca. Él jadeó y apretó con más fuerza el cuerpo de _______, que perdió enteramente el control y se entregó a las sensaciones. Sintió una corriente de aire frío recorriendo su cuerpo desnudo. Nick liberó su cabello, que se derramó como una cascada sobre sus hombros. La habitación pareció tambalearse cuando él la tumbó sobre el sofá y se colocó a su lado, también desnudo.
Pero todo cesó de pronto, excepto las caricias de las manos de Nick sobre su cuerpo. Ella emergió levemente de su éxtasis y vio que Nick, apoyado en un antebrazo, la observaba bajo la suave luz de la lámpara del escritorio.
–¿Qué haces? –susurró _______.
–Mirarte. –En efecto, Nick observaba detenidamente su cuerpo. Avergonzada, _______ quiso impedirlo e incliné la cabeza para besarle el pecho. Entonces el joven hundió sus dedos en el pelo de la nuca y, ejerciendo una suave presión, le hizo levantar el rostro. Y cuando ella lo miró a los ojos, Nick la besó como nunca la habían besado. De inmediato _______ sintió una oleada de pasión. Él siguió besándola hasta que la joven emitió un leve gemido. De pronto, su boca se posó en un pecho, luego en el otro, mientras los dedos exploraban el cuerpo de _______. Esta arqueó la espalda de placer. Nick se situó sobre ella, las caderas moviéndose sin pausa, mientras sus labios, rudos y tiernos a la vez, le besaban el cuello y luego de nuevo la boca. Sin dejar de besarse, Nick le separó las piernas, pero de pronto se detuvo.
Le tomó la cara entre las manos y musitó:
–¡Mírame!
Sin saber cómo, ella consiguió salir de su ensueño sensual. Abrió los ojos con esfuerzo y observó los de Nick. Y en ese momento él la penetró con tal fuerza que de la garganta de la muchacha surgió un alarido apagado, mientras su cuerpo se torcía como un arco. De inmediato Nick advirtió que le había arrancado la virginidad y su reacción fue más violenta que la de ella. Se detuvo, cerrando los ojos con fuerza. Permaneció en el interior de _______, pero sus hombros y sus brazos estaban tensos, inmóviles.
–¿Por qué? –exigió en un rudo susurro.
Ella no entendió bien la pregunta y se limitó a responder:
–Porque no lo había hecho antes.
Cuando Nick abrió los ojos, ella no halló en su mirada decepción ni enojo, sino ternura y arrepentimiento.
–¿Por qué no me lo dijiste? Habría podido hacerlo más fácil para ti.
_______ le puso una mano en la mejilla y le sonrió suave y tranquilizadoramente.
–Lo hiciste fácil. A la perfección.
Aquellas palabras surtieron en él un efecto inusitado. Gimiendo, besó la boca de _______ y con infinita suavidad empezó a embestirla, cada vez más rápidamente, hasta que la joven pareció enloquecer de placer. Le hundió las uñas en la espalda, en las caderas, aferrándose a él desesperadamente, y por fin la pasión que la abrasaba estalló en largos espasmos de placer. Nick la abrazó, la besó con fuerza sin dejar de moverse. Aquel profundo y hambriento beso, aquel caudal de pasión derramado en el interior de su cuerpo, hicieron que _______ se aferrara más a él y gimiera, gozando de tan exquisita sensación.
Con el corazón latiéndole con fuerza, ladeó el cuerpo, arrastrándolo. Permanecían abrazados.
–¿Tienes idea de lo excitante y receptiva que eres? –le preguntó Nick con voz ronca y teblorosa, rozando la mejilla de _______ con los labios.
Ella no contestó, porque la realidad de lo que había hecho empezaba a infiltraese en su conciencia, quería rechazarla. Ahora no. Todavía no. Nada debía estropear aquel momento. Cerró los ojos y escuchó las dulces palabras que Nick seguía susurrándole, mientras con un dedo le rozaba la mejilla.
Y entonces él hizo una pregunta que exigía respuesta.
–¿Por qué? –inquirió con voz suave–. ¿Por qué ahora? ¿Por qué conmigo?
_______ se puso tensa ante aquella pregunta. Suspiró con un sentimiento de pérdida y, tendiendo los brazos, tomó la colcha de lana que había en un extremo del sofá y se envolvió en ella. Había conocido la intimidad física del sexo, pero nadie le había advertido del extraño e incómodo sentimiento que sobrevenía después. Se sentía emocionalmente desnuda, al descubierto, indefensa, torpe.
–Creo que será mejor que nos vistamos –dijo con nerviosismo–. Después responderé a tus preguntas. Enseguida vuelvo.
En su habitación _______ se puso una bata azul y blanca y se la sujetó con un cinturón. Bajó por las escaleras, todavía descalza. En el pasillo miró el reloj. Su padre no tardaría más de una hora en volver.
Encontró a Nick hablando por teléfono en el estudio, completamente vestido a excepción de la corbata, que se había metido en un bolsillo.
–¿Qué dirección es esta? –le preguntó a _______. Ella se la dio y Nick informó a la agencia de taxis–. Les he dicho que vengan dentro de media hora. –Se dirigió a la mesa de té y cogió la copa de coñac.
–¿Puedo servirte alguna otra cosa? –preguntó _______, puesto que era lo propio de una buena anfitriona cuando la velada se acercaba a su fin. ¿O era el recibimiento propio de una camarera?, pensó con nerviosismo.
–Me gustaría que contestaras mi pregunta –dijo él. –Quiero saber qué te decidió a hacer lo que has hecho esta noche.
_______ creyó advertir cierta tensión en su voz, aunque su rostro no reflejaba emoción alguna. La joven suspiró, apartó la mirada y la fijó tímidamente en las incrustaciones de la madera del escritorio.
–Durante años mi padre me ha tratado como a una ninfómana y nunca he hecho nada para merecerlo. Cuando esta noche insististe en que tenía que haber una razón para que él me «vigilara», en mi interior se encendió una luz. Creo que llegué a la conclusión de que si de todos modos iban a tratarme como a una ramera, no estaría mal saber lo que es acostarse con un hombre. Al mismo tiempo tenía la loca idea de castigarte a ti... y a él. Quería demostraros que estabais equivocados.
Un ominoso silencio siguió a estas palabras. Por fin, Nick lo interrumpió bruscamente.
–Podrías haberme sacado de mi error con solo de decir que tu padre es un cretino tiránico y receloso. Te habría creído.
_______ sabía que él estaba en lo cierto. Le dirigió una mirada inquieta, preguntándose si la frustración y la ira la habían inducido a acostarse con él o si en realidad le habían servido de excusa para hacer lo que deseaba desde el momento en que conoció a Nick y cayó víctima de su magnetismo sexual. Lo había utilizado. Sí, de un modo extraño había utilizado a una persona por la que sentía gran simpatía para castigar a su padre.
Se produjo otro silencio, más prolongado, durante el cual Nick parecía considerar sus palabras y lo que no había dicho. Fueran cuales fuesen las conclusiones a que llegó, no debieron de gustarle mucho, pues de pronto dejó el vaso en la mesa y miró su reloj. Luego dijo:
–No es necesario que me acompañes.
–Te enseñaré el camino.
Frases amables entre dos extraños que una hora antes se habían entregado a la pasión. _______ se puso de pie pensando en ello. En aquel momento, Nick reparó primero en sus pies descalzos, después en el rostro y en la cabellera suelta. Vestida con una simple bata, _______ no era la misma joven del club, con su vestido sin tirantes y su esmerado peinado. Antes de que él hablara, _______ supo lo que le preguntaría.
–¿Cuántos años tienes?
–No tantos... como crees.
–¿Cuántos? –insistió él.
–Dieciocho.
_______ esperaba una reacción más o menos temible, pero él se quedó mirándola durante un largo instante y después hizo algo que a ella le pareció absurdo. Se volvió, se inclinó sobre el escritorio y anotó algo en un pedazo de papel.
–Es mi número de teléfono en Edmunton –dijo con calma, tendiéndole la nota a _______–. Permaneceré allí otras seis semanas. Después Sommers sabrá el modo de ponerse en contacto conmigo.
Cuando Nick se fue, _______ se quedó pensativa. Aquel número de teléfono... Si al dárselo trataba de sugerirle que lo llamara alguna vez, era una acción arrome, grosera y completamente odiosa. Y por supuesto, humillante.
Durante casi toda la semana siguiente _______ se sobresaltaba cada vez que sonaba el teléfono, temerosa que fuera Nick. El recuerdo de lo que habían hecho le causaba una enorme vergüenza, y quería olvidarlo y olvidar aquel hombre.
Pero pasó otra semana y se dio cuenta de que en realidad no quería olvidar a Nick. Tras librarse del sentimiento de culpa y el miedo a ser descubierta, se descuidó pensando constantemente en Nick y reviviendo aquellos momentos que días antes quería olvidar. Por la noche, tendida en la cama con la cara apretada contra almohada, sentía el sabor de los labios de Nick en las mejillas y en el cuello, y recordaba cada palabra que él le había susurrado con un ligero temblor en la voz. Pensó también en otras cosas, como el placer que le había producido pasear con él por el parque de Glenmoor y la manera en que se había reído con las anécdotas que ella contaba. _______ se preguntaba si también Nick pensaría en ella; y si lo hacía, por qué no llamaba.
Tras otra semana sin que Nick diera señales de vida, _______ concluyó que ella debía de ser «prescindible» y que sin duda no le parecía lo bastante «excitante» ni «receptiva». Trató de recordar todo lo que ella le había dicho. ¿Pudo haberlo ofendido inconscientemente? Por ejemplo, cuando le contó la razón por la que se había acostado con él, ¿no lo habría herido en su orgullo? Resultaba difícil de creer. Nicholas Farrell no dudaba su virilidad y del atractivo que ejercía sobre las mujeres. Le había seguido el juego solo minutos después de haberla conocido, en cuanto empezaron a bailar. Así pues, lo más probable era que no hubiese llamado debido a su edad. _______ era demasiado joven para que Nick se molestara por ella.
Última edición por anasmile el Miér 06 Mar 2013, 5:42 pm, editado 1 vez (Razón : nuevo capitulo chicas!!!)
anasmile
Re: Paraiso Robado( Nick y y tu)
CIELOOSSS!!!!! ESE NICK SI QUE ES UN CABALLERO!!!... PERO AHORA QUE HARA ____=???? BUSCARLO??
AAII SIGUELAA PORFIISS
AAII SIGUELAA PORFIISS
chelis
Re: Paraiso Robado( Nick y y tu)
capitulo 9
A la semana siguiente _______ decidió olvidarlo. Llevaba un retraso en su menstruación de dos semanas y la joven deseaba de todo corazón no haber conocido nunca a ese hombre. Con el paso de los días, _______ no podía pensar en otra cosa que no fuera la posibilidad de un embarazo. Una posibilidad aterradora. Lisa estaba en Europa y no tenía a nadie a quien recurrir en busca de apoyo. Esperó y rezó, prometiendo fervientemente a Dios que si no estaba embarazada no volvería a hacer el amor hasta después de casarse.
Pero o bien Dios no escuchaba sus oraciones o era inmune al soborno. De hecho, la única persona que parecía advertir que _______ se debatía en silenciosa agonía era su padre.
–¿Qué te pasa, _______? –le preguntaba una y otra vez.
–No me pasa nada.
Hasta hacía poco el mayor problema de su vida era a qué universidad ir. Ahora eso carecía de importancia y ella estaba demasiado preocupada para discutir con su padre sobre lo ocurrido con Nick en Glenmoor, demasiado ausente para seguir pugnando con él, dominada por aquella terrible ansiedad.
Habían transcurrido seis semanas y ya llevaba dos faltas en su período. _______ se sentía aterrorizada. Trataba de infundirse ánimos pensando que no se sentía mal por las mañanas ni en ningún otro momento del día, pero de todos modos concertó una cita con el médico.
Acababa de hacerlo cuando su padre llamó a la puerta de la habitación. Entró esgrimiendo un gran sobre que le entregó a su hija. En el remitente se leía «Universidad del Noroeste».
–Tú ganas –dijo Philip sin más retórica–. No puedo soportar verte así por más tiempo. Quieres ir a esa universidad, pues ve. Pero los fines de semana vendrás a pasarlos aquí, y eso no es negociable.
_______ abrió el sobre, en el que le notificaban que había sido aceptada para el semestre de otoño. La joven hizo un esfuerzo por sonreír.
_______ no acudió a su propio médico, porque era un un viejo amigo de su padre. Había concertado la cita muy lejos de su casa y su ambiente, en la zona sur de Chicago, para tener la seguridad de no encontrar alguna cara conocida. En una sórdida clínica de planificación familiar el atareado médico que la atendió confirmó los peores temores de la joven: estaba embarazada.
_______ escuchó el diagnóstico con mortal tranquilidad, pero durante el viaje de regreso a casa empezó sentirse aturdida, y ya en su habitación se vio poseída por el pánico. No podía afrontar la idea del aborto, ni estaba dispuesta a entregar a su hijo en adopción. Tampoco se sentía capaz de decirle a su padre que iba a convertirse en madre soltera y, en consecuencia, en el nuevo escándalo de la familia Bancroft. Solo le quedaba una alternativa. Llamó al número que Nick le había dado. Al no obtener repuesta, telefoneó a Jonathan Sommers y, con el pretexto de que Nick había olvidado un objeto personal, le pidió la dirección. Sommers se la dio y le comentó que Farell aún no había salido hacia Venezuela.
Philip no se encontraba ese día en la ciudad, circunstancia que _______ aprovechó. Metió lo imprescindible en una pequeña maleta, dejó una nota informando de que estaba con unos amigos y subió al coche para dirigirse a Indiana.
En su desesperado estado mental, Edmunton le pareció una ciudad sombría: un cúmulo de chimeneas, fábricas y acererías. La dirección de Nick la llevó a una distante zona rural que le produjo la misma triste impresión que la ciudad. Después de media hora de viajar por una carretera rural y luego por otra, _______ tuvo que renunciar a encontrar la calle de Nick, y se detuvo para preguntar en una ruinosa estación de servicio.
Un mecánico obeso, de mediana edad, se quedó mirando primero el Porsche de _______ y después a ella, de un modo que hizo que la joven se estremeciera. Le indicó la dirección que buscaba y entonces el hombre se volvió y gritó:
–Eh, Nick. ¿No es esta tu calle?
_______ abrió los ojos desorbitadamente cuando el hombre que estaba reparando un camión viejo sacó la cabeza de debajo del capó. Era Nick. Tenía las manos llenas de grasa, vestía unos vaqueros viejos y raídos y poseía el aspecto del mecánico de un pueblo remoto y semiabandonado. _______ quedó tan asombrada y estaba tan asustada de su embarazo, que fue incapaz de ocultar sus sentimientos mientras se dirigía hacia él. Nick se dio cuenta y dejó de sonreír. Sus facciones se endurecieron y cuando habló, sus palabras carecían de toda emoción.
–_______ –dijo con un breve gesto de asentimiento–. ¿Qué te trae por aquí?
No la miró, sino que se concentró en limpiarse las manos con un trapo que se sacó del bolsillo trasero del pantalón. _______ tuvo la opresiva sensación de que él sabía la causa de su presencia allí, lo que explicaba la repentina frialdad de su acogida. Deseó morir, con la misma convicción que deseó no haber acudido a aquel lugar. Sin duda cualquier ayuda que Nick le prestara sería forzada.
–En realidad... nada –mintió _______, acompañando sus palabras de una sonrisa vacía. Volvió al coche y tenía ya una mano en la palanca de cambios cuando añadió–: Salí a pasear y sin darme cuenta me metí por esta zona. Supongo que será mejor que me vaya y...
Nick levantó la mirada y ella se interrumpió. Aquella mirada parecía conocer todos los secretos de su corazón.
Nick abrió la portezuela del Porsche.
–Yo conduciré –dijo, y _______ obedeció de inmediato. Bajó del coche para cederle el asiento del conductor y, rodeando el vehículo, se sentó a su lado. Por su parte, Nick se dirigió al tipo rollizo que permanecía junto al Porsche, observando la escena con la repulsiva fascinación de una persona más educada–. Volveré dentro de una hora.
–Diablos, Nick, ya son las tres y media –le recordó el hombre, y al sonreír dejó al descubierto una dentadura mellada–. Tómate el resto del día. Una mujer con tanta clase como esa merece pasar más de una hora contigo.
_______ se sintió totalmente humillada y, por si fuera poco, Nick pareció furioso al arrancar el coche y ir a toda velocidad por la tortuosa carretera rural, levantando una nube de polvo.
–¿Te importaría ir más despacio? –rogó _______ con voz temblorosa. Para su sorpresa y alivio, Nick obedeció. Tratando de romper el hielo, ella tomó la iniciativa–. Creí que trabajabas en una fundición –fue lo primero que se le ocurrió decir.
–Y así es. Pero los fines de semana me saco unos dólares como mecánico.
–¡Oh! –musitó ella, incómoda. Poco después tomaron una curva y Nick dirigió el coche al claro de un pequeño bosque. Había una vieja mesa para picnic. Al lado de una destartalada parrilla de ladrillo se veía una angosta tabla de madera caída, con la inscripción «Terreno de esparcimiento para automovilistas. Cortesía del club de Leones de Edmunton».
Nick apagó el motor y, en el silencio que siguió, _______ miró hacia delante, sintiendo en los oídos los frenéticos latidos de su corazón. Intentaba adaptarse al hecho de que aquel extraño que estaba a su lado era la misma persona con la que había reído y hecho el amor apenas seis semanas antes. El dilema que la había llevado hasta allí pendía sobre su cabeza como una espada de Damocles, y se sentía presa de la indecisión. Trataba de reprimir el llanto. Él hizo un movimiento y _______ dio un respingo, mirándolo fijamente. Nick bajó del coche, se acercó a la portezuela de _______ y la abrió para que ella saliera. La muchacha miró alrededor con falso interés.
–Bonito paisaje –dijo con voz tensa–. Pero de veras, tengo que volver a casa. Se me ha hecho tarde.
Nick se apoyó en la mesa para picnic y arqueó las cejas, como quien espera algo más. _______ pensó que deseaba una explicación verosímil de su visita. De todos modos, el incómodo silencio de Nick y su mirada fija amenazaban con destruir el precario control que ella se esforzaba en mantener. Los pensamientos que durante aquel día la habían torturado la mortificaban de forma más descarnada que nunca. Estaba embarazada y a punto de convertirse en madre soltera; su padre enloquecería de ira y dolor. ¡Estaba embarazada! Y el responsable de su angustia se hallaba sentado frente a ella. La observaba retorcerse como si no importara, con la indiferencia del científico que ve con el microscopio los frenéticos movimientos de un insecto. Súbitamente furiosa, _______ se volvió contra su verdugo e inquirió:
A la semana siguiente _______ decidió olvidarlo. Llevaba un retraso en su menstruación de dos semanas y la joven deseaba de todo corazón no haber conocido nunca a ese hombre. Con el paso de los días, _______ no podía pensar en otra cosa que no fuera la posibilidad de un embarazo. Una posibilidad aterradora. Lisa estaba en Europa y no tenía a nadie a quien recurrir en busca de apoyo. Esperó y rezó, prometiendo fervientemente a Dios que si no estaba embarazada no volvería a hacer el amor hasta después de casarse.
Pero o bien Dios no escuchaba sus oraciones o era inmune al soborno. De hecho, la única persona que parecía advertir que _______ se debatía en silenciosa agonía era su padre.
–¿Qué te pasa, _______? –le preguntaba una y otra vez.
–No me pasa nada.
Hasta hacía poco el mayor problema de su vida era a qué universidad ir. Ahora eso carecía de importancia y ella estaba demasiado preocupada para discutir con su padre sobre lo ocurrido con Nick en Glenmoor, demasiado ausente para seguir pugnando con él, dominada por aquella terrible ansiedad.
Habían transcurrido seis semanas y ya llevaba dos faltas en su período. _______ se sentía aterrorizada. Trataba de infundirse ánimos pensando que no se sentía mal por las mañanas ni en ningún otro momento del día, pero de todos modos concertó una cita con el médico.
Acababa de hacerlo cuando su padre llamó a la puerta de la habitación. Entró esgrimiendo un gran sobre que le entregó a su hija. En el remitente se leía «Universidad del Noroeste».
–Tú ganas –dijo Philip sin más retórica–. No puedo soportar verte así por más tiempo. Quieres ir a esa universidad, pues ve. Pero los fines de semana vendrás a pasarlos aquí, y eso no es negociable.
_______ abrió el sobre, en el que le notificaban que había sido aceptada para el semestre de otoño. La joven hizo un esfuerzo por sonreír.
_______ no acudió a su propio médico, porque era un un viejo amigo de su padre. Había concertado la cita muy lejos de su casa y su ambiente, en la zona sur de Chicago, para tener la seguridad de no encontrar alguna cara conocida. En una sórdida clínica de planificación familiar el atareado médico que la atendió confirmó los peores temores de la joven: estaba embarazada.
_______ escuchó el diagnóstico con mortal tranquilidad, pero durante el viaje de regreso a casa empezó sentirse aturdida, y ya en su habitación se vio poseída por el pánico. No podía afrontar la idea del aborto, ni estaba dispuesta a entregar a su hijo en adopción. Tampoco se sentía capaz de decirle a su padre que iba a convertirse en madre soltera y, en consecuencia, en el nuevo escándalo de la familia Bancroft. Solo le quedaba una alternativa. Llamó al número que Nick le había dado. Al no obtener repuesta, telefoneó a Jonathan Sommers y, con el pretexto de que Nick había olvidado un objeto personal, le pidió la dirección. Sommers se la dio y le comentó que Farell aún no había salido hacia Venezuela.
Philip no se encontraba ese día en la ciudad, circunstancia que _______ aprovechó. Metió lo imprescindible en una pequeña maleta, dejó una nota informando de que estaba con unos amigos y subió al coche para dirigirse a Indiana.
En su desesperado estado mental, Edmunton le pareció una ciudad sombría: un cúmulo de chimeneas, fábricas y acererías. La dirección de Nick la llevó a una distante zona rural que le produjo la misma triste impresión que la ciudad. Después de media hora de viajar por una carretera rural y luego por otra, _______ tuvo que renunciar a encontrar la calle de Nick, y se detuvo para preguntar en una ruinosa estación de servicio.
Un mecánico obeso, de mediana edad, se quedó mirando primero el Porsche de _______ y después a ella, de un modo que hizo que la joven se estremeciera. Le indicó la dirección que buscaba y entonces el hombre se volvió y gritó:
–Eh, Nick. ¿No es esta tu calle?
_______ abrió los ojos desorbitadamente cuando el hombre que estaba reparando un camión viejo sacó la cabeza de debajo del capó. Era Nick. Tenía las manos llenas de grasa, vestía unos vaqueros viejos y raídos y poseía el aspecto del mecánico de un pueblo remoto y semiabandonado. _______ quedó tan asombrada y estaba tan asustada de su embarazo, que fue incapaz de ocultar sus sentimientos mientras se dirigía hacia él. Nick se dio cuenta y dejó de sonreír. Sus facciones se endurecieron y cuando habló, sus palabras carecían de toda emoción.
–_______ –dijo con un breve gesto de asentimiento–. ¿Qué te trae por aquí?
No la miró, sino que se concentró en limpiarse las manos con un trapo que se sacó del bolsillo trasero del pantalón. _______ tuvo la opresiva sensación de que él sabía la causa de su presencia allí, lo que explicaba la repentina frialdad de su acogida. Deseó morir, con la misma convicción que deseó no haber acudido a aquel lugar. Sin duda cualquier ayuda que Nick le prestara sería forzada.
–En realidad... nada –mintió _______, acompañando sus palabras de una sonrisa vacía. Volvió al coche y tenía ya una mano en la palanca de cambios cuando añadió–: Salí a pasear y sin darme cuenta me metí por esta zona. Supongo que será mejor que me vaya y...
Nick levantó la mirada y ella se interrumpió. Aquella mirada parecía conocer todos los secretos de su corazón.
Nick abrió la portezuela del Porsche.
–Yo conduciré –dijo, y _______ obedeció de inmediato. Bajó del coche para cederle el asiento del conductor y, rodeando el vehículo, se sentó a su lado. Por su parte, Nick se dirigió al tipo rollizo que permanecía junto al Porsche, observando la escena con la repulsiva fascinación de una persona más educada–. Volveré dentro de una hora.
–Diablos, Nick, ya son las tres y media –le recordó el hombre, y al sonreír dejó al descubierto una dentadura mellada–. Tómate el resto del día. Una mujer con tanta clase como esa merece pasar más de una hora contigo.
_______ se sintió totalmente humillada y, por si fuera poco, Nick pareció furioso al arrancar el coche y ir a toda velocidad por la tortuosa carretera rural, levantando una nube de polvo.
–¿Te importaría ir más despacio? –rogó _______ con voz temblorosa. Para su sorpresa y alivio, Nick obedeció. Tratando de romper el hielo, ella tomó la iniciativa–. Creí que trabajabas en una fundición –fue lo primero que se le ocurrió decir.
–Y así es. Pero los fines de semana me saco unos dólares como mecánico.
–¡Oh! –musitó ella, incómoda. Poco después tomaron una curva y Nick dirigió el coche al claro de un pequeño bosque. Había una vieja mesa para picnic. Al lado de una destartalada parrilla de ladrillo se veía una angosta tabla de madera caída, con la inscripción «Terreno de esparcimiento para automovilistas. Cortesía del club de Leones de Edmunton».
Nick apagó el motor y, en el silencio que siguió, _______ miró hacia delante, sintiendo en los oídos los frenéticos latidos de su corazón. Intentaba adaptarse al hecho de que aquel extraño que estaba a su lado era la misma persona con la que había reído y hecho el amor apenas seis semanas antes. El dilema que la había llevado hasta allí pendía sobre su cabeza como una espada de Damocles, y se sentía presa de la indecisión. Trataba de reprimir el llanto. Él hizo un movimiento y _______ dio un respingo, mirándolo fijamente. Nick bajó del coche, se acercó a la portezuela de _______ y la abrió para que ella saliera. La muchacha miró alrededor con falso interés.
–Bonito paisaje –dijo con voz tensa–. Pero de veras, tengo que volver a casa. Se me ha hecho tarde.
Nick se apoyó en la mesa para picnic y arqueó las cejas, como quien espera algo más. _______ pensó que deseaba una explicación verosímil de su visita. De todos modos, el incómodo silencio de Nick y su mirada fija amenazaban con destruir el precario control que ella se esforzaba en mantener. Los pensamientos que durante aquel día la habían torturado la mortificaban de forma más descarnada que nunca. Estaba embarazada y a punto de convertirse en madre soltera; su padre enloquecería de ira y dolor. ¡Estaba embarazada! Y el responsable de su angustia se hallaba sentado frente a ella. La observaba retorcerse como si no importara, con la indiferencia del científico que ve con el microscopio los frenéticos movimientos de un insecto. Súbitamente furiosa, _______ se volvió contra su verdugo e inquirió:
anasmile
Re: Paraiso Robado( Nick y y tu)
–En realidad –contestó él con voz serena–, estoy esperando que tú empieces.
–Ya. –El acceso de ira de _______ dio paso a un sentimiento de tristeza e incertidumbre. Observó a Nick, que seguía aparentemente tranquilo. Contra lo que había pensado momentos antes, decidió pedirle consejo. ¡Necesitaba hablar con alguien! Cruzó los brazos sobre el pecho, como protegiéndose de la reacción de Nick, y echó la cabeza hacia atrás, tragando con fuerza.
–En realidad, he venido por un motivo concreto.
–Lo supuse.
Ella lo miró tratando de adivinar si también habría dado por descontadas otras cosas, pero la expresión de Nick seguía siendo impasible. _______ elevó de nuevo mirada y los ojos se le llenaron de lágrimas.
–Estoy aquí porque... –Se interrumpió, incapaz pronunciar la deshonrosa palabra.
–Porque estás embarazada –concluyó él con voz queda.
–¿Cómo lo has adivinado? –preguntó _______ amargamente.
–Solo dos cosas podían haberte traído aquí. Esa noticia era una de ellas.
Ahogándose en su dolor, _______ le hizo la pregunta lógica.
–¿Cuál es la otra?
–¿Mis aptitudes de bailarín?
Bromeaba, y para _______ fue tan inesperado que pudo evitar echarse a llorar. Se cubrió la cara y sollozó amargamente. De pronto notó que las manos de Nick se posaban sobre sus hombros, y consintió en que la atrajera hacia sí en un fuerte abrazo.
–¿Cómo puedes bromear en una situación como esta? –masculló finalmente _______, la cabeza sobre el pecho de Nick, sintiéndose algo reconfortada con su abrazo. El joven le puso un pañuelo en la mano y, temblorosa, ella trató desesperadamente de recuperar el control–. ¡Adelante, dilo! –le espetó a Nick, secándose los ojos con el pañuelo–. Fui una est/úpida al permitir que ocurriera algo así.
–Eso no voy a discutírtelo.
–Gracias –repuso _______ con tono sarcástico. Se sonó la nariz–. Ahora me siento mucho mejor. –Pensó que Nick mostraba una calma admirable, mientras que ella no hacía más que empeorar las cosas.
–¿Estás segura de que estás embarazada?
_______ hizo un gesto de asentimiento.
–Esta mañana fui a una clínica y me dijeron que de seis semanas. Y por si lo preguntas, también puedo asegurarte que el niño es tuyo.
–No lo dudo –respondió él sardónicamente. Los llorosos ojos verdes de _______ lo miraron ofendidos. Era un malentendido, y Nick meneó la cabeza y añadió para aclarar el asunto–: No es la cortesía lo que me impidió preguntarte, sino un conocimiento elemental de la biología. No tengo ninguna duda de que soy el padre.
Ella esperaba recriminaciones, palabras de disgusto y enojo. El hecho de que Nick hubiera reaccionado con tanta calma, con una lógica tan fría, le resultaba increíblemente tranquilizador y a la vez desconcertante. Clavó la mirada en el botón de la camisa azul de Nick, y le oyó lanzar con voz serena la terrible pregunta que ella se había planteado desde el principio.
–¿Qué deseas hacer?
–¡Matarme! –contestó ella con desesperación.
–¿Y como segunda alternativa?
Ella negó con la cabeza al detectar en su voz un atisbo de ironía. Arqueó las cejas, lo miró y se asombró una vez más de la fuerza indomable reflejada en aquel rostro enérgico, consolándose al percibir una sorprendente comprensión en su mirada. _______ dio un paso atrás, pensativa, y sintió una punzada de decepción cuando él bajó enseguida los brazos. Pero aun así, le había contagiado su tranquila aceptación de los hechos y se sentía más dueña de sí misma, de sus propias ideas.
–Todas mis opciones son horribles. Los de la clínica me aconsejaron que abortara... –Esperó un instante, pensando que Nick apoyaría la propuesta sin más preámbulos. Sin embargo, advirtió que él apretaba los dientes forma casi imperceptible. _______ ya no sabía qué pensar. Desvió la mirada y añadió con voz trémula–: No creo que pueda enfrentarme al aborto, y desde luego, no sola. Y si pudiera, después mi conciencia no me dejaría vivir. –Tragó saliva e intentó dar mayor firmeza su voz–. Podría tener el niño y entregarlo en adopción, pero ¡Dios mío, eso no resolvería nada! Para mí no. De todos modos tendría que contarle a mi padre que soy una madre soltera, y eso le rompería el corazón. Nunca me perdonaría, lo sé. Además.., no dejo de pensar en lo que sentiría mi hijo, preguntándose por que me deshice de él. Sé que pasaría el resto de mi vida mirando a los niños, preguntándome cuál de ellos es el mío y si él vaga por la vida buscando a su madre en el rostro de todas las mujeres. –Se secó otra lágrima–. No seré capaz de vivir con la duda y la culpa. –Miró el rostro inescrutable de Nick–. ¿No vas a decir nada? –imploró.
–Solo cuando oiga algo con lo que no esté de acuerdo –declaró él con tono autoritario–. Entonces te interrumpiré.
Desalentada por su voz pero consolada por sus palabras, _______ exclamó:
–¡Dios mío! –Frotó nerviosamente las manos contra su pantalón castaño y prosiguió–: Mi padre se divorció de mi madre porque ella se acostaba con todos. Si ahora le digo que estoy embarazada, me echará a la calle. No tengo dinero, aunque heredaré algo al cumplir los treinta años. Hasta entonces, puedo intentar salir adelante con mi hijo...
–Nuestro hijo –la interrumpió Nick con firmeza.
_______ asintió temblorosamente, aliviada por la matización de Nick.
–La última posibilidad es... Bueno, no te va a gustar. A mí tampoco me gusta. Es obscena... –Se le quebró la voz a causa de la angustia y la humillación; después hizo acopio de coraje y agregó–: Nick, si estuvieras dispuesto a ayudarme a convencer a mi padre de que nos enamoramos y hemos decidido casarnos... Al cabo de unas semanas le diríamos que estoy embarazada. Naturalmente, cuando nazca el niño, nos divorciaremos. ¿Estarías de acuerdo con una solución así?
–Con grandes reservas –respondió él, tras una larga pausa.
Humillada por la vacilación de Nick y su insultante conformidad, _______ apartó la mirada.
–Gracias por tu galantería –ironizó–. Estoy dispuesta a poner por escrito que no te pediré nada para el niño y que te prometo el divorcio. Tengo un lápiz en la cartera. –Se dirigió al coche con la idea de escribir el documento allí mismo.
Al pasar por delante de Nick, este la agarró del brazo, obligándola a detenerse.
–¿Cómo diablos quieres que reaccione? –preguntó con acritud–. ¿ No crees que es muy poco romántico por tu parte decir que encuentras «obscena» la idea de casarnos? ¿Y de empezar a hablar de divorcio en cuanto mencionas el matrimonio?
–¿Poco romántico? –repitió _______ mirando sus facciones duras, sin saber si echarse a reír ante su falta de tacto o abandonarse a la ira. Pero entonces resonaron en su mente las palabras de Nick y se sintió como una niña irreflexiva–. Lo siento –se disculpó mirando fijamente aquellos enigmáticos ojos grises–. Lo siento de veras. No quise decir que sea obsceno que te cases conmigo. Me refería al hecho de casarnos porque estoy embarazada. Se supone que el matrimonio es... para personas que se quieren.
Aliviada, observó que la expresión de Nick se dulcificaba.
–Si llegamos al juzgado antes de las cinco –dijo Nick, incorporándose con decisión–, sacaremos la licencia hoy mismo y nos casaremos el sábado.
La obtención de una licencia matrimonial le resultó a _______ un acto asombrosamente sencillo y carente de sentindo. De pie al lado de Nick, facilitó la documentación necesaria para demostrar su edad y su identidad. Nick estampó su firma y ella hizo lo mismo debajo. Después salieron del viejo edificio, que se hallaba en el centro de la ciudad, y tras ellos un conserje se apresuró a cerrar las puertas. Un compromiso matrimonial. Así de sencillo, carente de toda emoción.
–Llegamos en el último minuto –comentó _______ con una alegre y frágil sonrisa, pero sintiendo un nudo en el estómago–. ¿Adónde vamos ahora? –preguntó ya dentro del coche, dejándolo conducir a él sin poner objeción alguna.
–Voy a llevarte a casa.
–¿A casa? –repitió ella, al advertir que Nick no parecía más feliz que ella por lo que habían hecho–. No puedo ir a casa hasta después de casada.
–No me refería a tu fortaleza de Chicago –bromeó él, sentándose al volante–. Me refería a mi casa.
Cansada y perpleja, la descripción que Nick hizo de casa la hizo sonreír un poco, porque empezaba a comprender que a Nicholas Farrell no lo intimidaba nada ni nadie. En ese momento Nick puso un brazo en el respaldo del asiento de _______ y la sonrisa de la joven desapareció en cuanto él empezó a hablar.
–Accedí a sacar la licencia, pero antes de dar el paso final tenemos que llegar a un acuerdo sobre ciertas cosas.
–¿Qué cosas?
–Todavía no lo sé. Hablaremos cuando lleguemos.
Casi una hora después, Nick dobló por una carretera comarcal flanqueada de prolijos maizales, y muy pronto enfiló un camino lleno de baches. El automóvil traqueteó al cruzar un puentecito de tablones que abrazaba un arroyo; luego tomó una curva, y _______ vislumbró por primera vez el lugar que Nick llamaba su casa. En marcado contraste con los trabajados campos que se divisaban en la distancia, la pintoresca casa rural, de madera, parecía desierta. Sin duda necesitaba una buena mano de pintura. En el jardín la maleza le estaba ganando la batalla al pasto; y en el granero, que se hallaba a la izquierda de la casa, una puerta colgaba precariamente de un solo gozne. A pesar de todo, se notaba que en el pasado alguien había querido y cuidado ese lugar. Las rosas florecían en un enrejado, al lado del porche, y un viejo columpio de madera pendía de la rama de un roble gigantesco que se erguía en el patio.
Durante el camino, Nick le contó a _______ que su madre había muerto siete años antes tras una larga lucha contra el cáncer, y que ahora vivía con su padre y con su hermana de dieciséis años. Abrumada por los nervios ante la idea de conocer a la familia de Nick, _______ ladeó la cabeza hacia la derecha y miró a un campesino que trabajaba el campo con un tractor.
–¿Es tu padre?
Nick se inclinó para abrirle la puerta, luego siguió la mirada de ella y respondió:
–Es un campesino. Vendimos hace años casi toda la tierra que poseíamos y la que nos quedó se la arrendarnos a él. Después de la muerte de mi madre, mi padre perdió todo interés por la tierra, que tampoco era mucha.
Al subir los peldaños que conducían al porche, Nick observó que _______ estaba muy tensa. Le puso una mano en el brazo.
–¿Ocurre algo malo?
–Estoy muerta de miedo. Tu familia...
–No hay nada que temer. Mi hermana creerá que eres excitante y sofisticada porque vienes de la gran ciudad. –Después de una pausa vacilante, añadió–: Mi padre bebe, _______. Empezó cuando supo que la enfermedad de mi madre era incurable. Ahora tiene un empleo fijo y nunca abusa. Te lo digo para que lo comprendas y, si fuera necesario, pases por alto algunos detalles. Hace un par de meses que no se emborracha, pero eso puede cambiar en cualquier momento. –Nick no pedía excusas, solo exponía un hecho; y lo hacía con voz tranquila e imparcial.
–Lo comprendo –mintió _______, que nunca había conocido a ningún alcohólico.
No tuvo que seguir preocupándose, porque en ese momento se abrió la puerta de tela metálica y de ella salió presurosamente una muchacha esbelta, con el mismo pelo negro de Nick e idénticos ojos grises. La joven clavó la mirada en el Porsche de _______.
–¡Eh, Nick, es un Porsche! –Llevaba el pelo casi corto como el de su hermano, lo que destacaba aún sus bonitas facciones. Se volvió hacia _______ y la miró con reverente asombro– ¿Es tuyo?
_______ asintió, sorprendida por la inmediata simpatía que le inspiró aquella adolescente que tanto se parecía a Nick, aunque su carácter era el polo opuesto: todo lo que el tenía de reservado lo tenía ella de extrovertida.
–Debes de ser muy rica –prosiguió la muchacha ingenuamente–. Me refiero a que Laura Frederickson es muy rica, pero nunca ha tenido un Porsche.
_______ se quedó perpleja al oír la referencia al dinero. También sintió curiosidad. ¿Quién sería Laura Frederickson? Nick parecía muy enojado por las palabras de su hermana.
–¡Basta, Julie! –le advirtió.
–Oh, lo siento –se disculpó ella, sonriéndole, y se volvió hacia _______–. ¡Hola! Soy la increíblemente maleducada hermana de Nick. Me llamo Julie. ¿Vas a pasar? –Abrió la puerta–. Papá subió hace un ratito –le dijo a Nick–. Esta semana tiene el turno de las once, así que cenaremos a las siete y media. ¿Te parece bien?
–Sí, claro –respondió Nick, y colocando una mano en la espalda de _______, la invitó a entrar. La joven miró alrededor mientras el corazón le latía con fuerza, esperando la inevitable llegada del padre. El interior de la casa era parecido a su aspecto exterior, con evidentes muestras de decadencia por todas partes, eclipsando el encanto de un estilo antiguo. Los suelos de madera estaban deteriorados; las alfombras, gastadas. Frente a una chimenea de ladrillo con estanterías empotradas en la pared, había un par de sillones verdes junto a un sofá tapizado con una tela estampada con dibujos, que tiempo atrás habían parecido hojas de otoño. Detrás del salón se hallaba el comedor, con muebles de arce, y más allá una puerta abierta dejaba entrever la cocina. A la derecha, una escalera conducía desde el comedor al primer piso.
_______ vio que por la escalera bajaba un hombre muy alto y delgado, de pelo ya grisáceo y rostro ajado. En una mano llevaba un diario plegado; en la otra, un vaso que contenía un líquido de color ámbar oscuro. Por desgracia, _______ no vio al hombre hasta el último momento, y la inquietud que la abrumaba mientras paseaba la vista por la casa aún se reflejaba en su rostro cuando clavó la mirada en el vaso que sostenía el padre de Nick.
–¿Qué pasa aquí? –preguntó el hombre al entrar en el salón. Primero miró a _______ y a Nick y finalmente a Julie, que deambulaba en torno de la chimenea, admirando con disimulo los pantalones de _______, sus sandalias italianas y su camisa de safari ocre.
En respuesta a su padre, Nick hizo las presentaciones de rigor.
–_______ y yo nos conocimos durante mi estancia en Chicago el mes pasado –informó Nick–. Nos casaremos el sábado.
–¡Qué...! –exclamó el padre.
–¡Fantástico! –gritó Julie, atrayendo la atención todos–. Siempre he querido tener una hermana mayor, pero nunca imaginé que se presentara con su propio Porsche.
–Su propio ¿qué? –inquirió Patrick Farrell a su incontenible hija.
–Porsche –repitió Julie extáticamente, y dirigiéndose a la ventana corrió la cortina para que su padre viera de qué estaba hablando. El coche de _______ centelleaba bajo el sol, blanco, elegante y lujoso, tan fuera de lugar como la propia _______. Así debió de pensarlo Patrick, porque cuando su mirada se apartó del vehículo para clavarse en _______, frunció de tal modo su poblado entrecejo que las arrugas entre sus desvaídos ojos azules se convirtieron en profundos surcos.
–Ya. –El acceso de ira de _______ dio paso a un sentimiento de tristeza e incertidumbre. Observó a Nick, que seguía aparentemente tranquilo. Contra lo que había pensado momentos antes, decidió pedirle consejo. ¡Necesitaba hablar con alguien! Cruzó los brazos sobre el pecho, como protegiéndose de la reacción de Nick, y echó la cabeza hacia atrás, tragando con fuerza.
–En realidad, he venido por un motivo concreto.
–Lo supuse.
Ella lo miró tratando de adivinar si también habría dado por descontadas otras cosas, pero la expresión de Nick seguía siendo impasible. _______ elevó de nuevo mirada y los ojos se le llenaron de lágrimas.
–Estoy aquí porque... –Se interrumpió, incapaz pronunciar la deshonrosa palabra.
–Porque estás embarazada –concluyó él con voz queda.
–¿Cómo lo has adivinado? –preguntó _______ amargamente.
–Solo dos cosas podían haberte traído aquí. Esa noticia era una de ellas.
Ahogándose en su dolor, _______ le hizo la pregunta lógica.
–¿Cuál es la otra?
–¿Mis aptitudes de bailarín?
Bromeaba, y para _______ fue tan inesperado que pudo evitar echarse a llorar. Se cubrió la cara y sollozó amargamente. De pronto notó que las manos de Nick se posaban sobre sus hombros, y consintió en que la atrajera hacia sí en un fuerte abrazo.
–¿Cómo puedes bromear en una situación como esta? –masculló finalmente _______, la cabeza sobre el pecho de Nick, sintiéndose algo reconfortada con su abrazo. El joven le puso un pañuelo en la mano y, temblorosa, ella trató desesperadamente de recuperar el control–. ¡Adelante, dilo! –le espetó a Nick, secándose los ojos con el pañuelo–. Fui una est/úpida al permitir que ocurriera algo así.
–Eso no voy a discutírtelo.
–Gracias –repuso _______ con tono sarcástico. Se sonó la nariz–. Ahora me siento mucho mejor. –Pensó que Nick mostraba una calma admirable, mientras que ella no hacía más que empeorar las cosas.
–¿Estás segura de que estás embarazada?
_______ hizo un gesto de asentimiento.
–Esta mañana fui a una clínica y me dijeron que de seis semanas. Y por si lo preguntas, también puedo asegurarte que el niño es tuyo.
–No lo dudo –respondió él sardónicamente. Los llorosos ojos verdes de _______ lo miraron ofendidos. Era un malentendido, y Nick meneó la cabeza y añadió para aclarar el asunto–: No es la cortesía lo que me impidió preguntarte, sino un conocimiento elemental de la biología. No tengo ninguna duda de que soy el padre.
Ella esperaba recriminaciones, palabras de disgusto y enojo. El hecho de que Nick hubiera reaccionado con tanta calma, con una lógica tan fría, le resultaba increíblemente tranquilizador y a la vez desconcertante. Clavó la mirada en el botón de la camisa azul de Nick, y le oyó lanzar con voz serena la terrible pregunta que ella se había planteado desde el principio.
–¿Qué deseas hacer?
–¡Matarme! –contestó ella con desesperación.
–¿Y como segunda alternativa?
Ella negó con la cabeza al detectar en su voz un atisbo de ironía. Arqueó las cejas, lo miró y se asombró una vez más de la fuerza indomable reflejada en aquel rostro enérgico, consolándose al percibir una sorprendente comprensión en su mirada. _______ dio un paso atrás, pensativa, y sintió una punzada de decepción cuando él bajó enseguida los brazos. Pero aun así, le había contagiado su tranquila aceptación de los hechos y se sentía más dueña de sí misma, de sus propias ideas.
–Todas mis opciones son horribles. Los de la clínica me aconsejaron que abortara... –Esperó un instante, pensando que Nick apoyaría la propuesta sin más preámbulos. Sin embargo, advirtió que él apretaba los dientes forma casi imperceptible. _______ ya no sabía qué pensar. Desvió la mirada y añadió con voz trémula–: No creo que pueda enfrentarme al aborto, y desde luego, no sola. Y si pudiera, después mi conciencia no me dejaría vivir. –Tragó saliva e intentó dar mayor firmeza su voz–. Podría tener el niño y entregarlo en adopción, pero ¡Dios mío, eso no resolvería nada! Para mí no. De todos modos tendría que contarle a mi padre que soy una madre soltera, y eso le rompería el corazón. Nunca me perdonaría, lo sé. Además.., no dejo de pensar en lo que sentiría mi hijo, preguntándose por que me deshice de él. Sé que pasaría el resto de mi vida mirando a los niños, preguntándome cuál de ellos es el mío y si él vaga por la vida buscando a su madre en el rostro de todas las mujeres. –Se secó otra lágrima–. No seré capaz de vivir con la duda y la culpa. –Miró el rostro inescrutable de Nick–. ¿No vas a decir nada? –imploró.
–Solo cuando oiga algo con lo que no esté de acuerdo –declaró él con tono autoritario–. Entonces te interrumpiré.
Desalentada por su voz pero consolada por sus palabras, _______ exclamó:
–¡Dios mío! –Frotó nerviosamente las manos contra su pantalón castaño y prosiguió–: Mi padre se divorció de mi madre porque ella se acostaba con todos. Si ahora le digo que estoy embarazada, me echará a la calle. No tengo dinero, aunque heredaré algo al cumplir los treinta años. Hasta entonces, puedo intentar salir adelante con mi hijo...
–Nuestro hijo –la interrumpió Nick con firmeza.
_______ asintió temblorosamente, aliviada por la matización de Nick.
–La última posibilidad es... Bueno, no te va a gustar. A mí tampoco me gusta. Es obscena... –Se le quebró la voz a causa de la angustia y la humillación; después hizo acopio de coraje y agregó–: Nick, si estuvieras dispuesto a ayudarme a convencer a mi padre de que nos enamoramos y hemos decidido casarnos... Al cabo de unas semanas le diríamos que estoy embarazada. Naturalmente, cuando nazca el niño, nos divorciaremos. ¿Estarías de acuerdo con una solución así?
–Con grandes reservas –respondió él, tras una larga pausa.
Humillada por la vacilación de Nick y su insultante conformidad, _______ apartó la mirada.
–Gracias por tu galantería –ironizó–. Estoy dispuesta a poner por escrito que no te pediré nada para el niño y que te prometo el divorcio. Tengo un lápiz en la cartera. –Se dirigió al coche con la idea de escribir el documento allí mismo.
Al pasar por delante de Nick, este la agarró del brazo, obligándola a detenerse.
–¿Cómo diablos quieres que reaccione? –preguntó con acritud–. ¿ No crees que es muy poco romántico por tu parte decir que encuentras «obscena» la idea de casarnos? ¿Y de empezar a hablar de divorcio en cuanto mencionas el matrimonio?
–¿Poco romántico? –repitió _______ mirando sus facciones duras, sin saber si echarse a reír ante su falta de tacto o abandonarse a la ira. Pero entonces resonaron en su mente las palabras de Nick y se sintió como una niña irreflexiva–. Lo siento –se disculpó mirando fijamente aquellos enigmáticos ojos grises–. Lo siento de veras. No quise decir que sea obsceno que te cases conmigo. Me refería al hecho de casarnos porque estoy embarazada. Se supone que el matrimonio es... para personas que se quieren.
Aliviada, observó que la expresión de Nick se dulcificaba.
–Si llegamos al juzgado antes de las cinco –dijo Nick, incorporándose con decisión–, sacaremos la licencia hoy mismo y nos casaremos el sábado.
La obtención de una licencia matrimonial le resultó a _______ un acto asombrosamente sencillo y carente de sentindo. De pie al lado de Nick, facilitó la documentación necesaria para demostrar su edad y su identidad. Nick estampó su firma y ella hizo lo mismo debajo. Después salieron del viejo edificio, que se hallaba en el centro de la ciudad, y tras ellos un conserje se apresuró a cerrar las puertas. Un compromiso matrimonial. Así de sencillo, carente de toda emoción.
–Llegamos en el último minuto –comentó _______ con una alegre y frágil sonrisa, pero sintiendo un nudo en el estómago–. ¿Adónde vamos ahora? –preguntó ya dentro del coche, dejándolo conducir a él sin poner objeción alguna.
–Voy a llevarte a casa.
–¿A casa? –repitió ella, al advertir que Nick no parecía más feliz que ella por lo que habían hecho–. No puedo ir a casa hasta después de casada.
–No me refería a tu fortaleza de Chicago –bromeó él, sentándose al volante–. Me refería a mi casa.
Cansada y perpleja, la descripción que Nick hizo de casa la hizo sonreír un poco, porque empezaba a comprender que a Nicholas Farrell no lo intimidaba nada ni nadie. En ese momento Nick puso un brazo en el respaldo del asiento de _______ y la sonrisa de la joven desapareció en cuanto él empezó a hablar.
–Accedí a sacar la licencia, pero antes de dar el paso final tenemos que llegar a un acuerdo sobre ciertas cosas.
–¿Qué cosas?
–Todavía no lo sé. Hablaremos cuando lleguemos.
Casi una hora después, Nick dobló por una carretera comarcal flanqueada de prolijos maizales, y muy pronto enfiló un camino lleno de baches. El automóvil traqueteó al cruzar un puentecito de tablones que abrazaba un arroyo; luego tomó una curva, y _______ vislumbró por primera vez el lugar que Nick llamaba su casa. En marcado contraste con los trabajados campos que se divisaban en la distancia, la pintoresca casa rural, de madera, parecía desierta. Sin duda necesitaba una buena mano de pintura. En el jardín la maleza le estaba ganando la batalla al pasto; y en el granero, que se hallaba a la izquierda de la casa, una puerta colgaba precariamente de un solo gozne. A pesar de todo, se notaba que en el pasado alguien había querido y cuidado ese lugar. Las rosas florecían en un enrejado, al lado del porche, y un viejo columpio de madera pendía de la rama de un roble gigantesco que se erguía en el patio.
Durante el camino, Nick le contó a _______ que su madre había muerto siete años antes tras una larga lucha contra el cáncer, y que ahora vivía con su padre y con su hermana de dieciséis años. Abrumada por los nervios ante la idea de conocer a la familia de Nick, _______ ladeó la cabeza hacia la derecha y miró a un campesino que trabajaba el campo con un tractor.
–¿Es tu padre?
Nick se inclinó para abrirle la puerta, luego siguió la mirada de ella y respondió:
–Es un campesino. Vendimos hace años casi toda la tierra que poseíamos y la que nos quedó se la arrendarnos a él. Después de la muerte de mi madre, mi padre perdió todo interés por la tierra, que tampoco era mucha.
Al subir los peldaños que conducían al porche, Nick observó que _______ estaba muy tensa. Le puso una mano en el brazo.
–¿Ocurre algo malo?
–Estoy muerta de miedo. Tu familia...
–No hay nada que temer. Mi hermana creerá que eres excitante y sofisticada porque vienes de la gran ciudad. –Después de una pausa vacilante, añadió–: Mi padre bebe, _______. Empezó cuando supo que la enfermedad de mi madre era incurable. Ahora tiene un empleo fijo y nunca abusa. Te lo digo para que lo comprendas y, si fuera necesario, pases por alto algunos detalles. Hace un par de meses que no se emborracha, pero eso puede cambiar en cualquier momento. –Nick no pedía excusas, solo exponía un hecho; y lo hacía con voz tranquila e imparcial.
–Lo comprendo –mintió _______, que nunca había conocido a ningún alcohólico.
No tuvo que seguir preocupándose, porque en ese momento se abrió la puerta de tela metálica y de ella salió presurosamente una muchacha esbelta, con el mismo pelo negro de Nick e idénticos ojos grises. La joven clavó la mirada en el Porsche de _______.
–¡Eh, Nick, es un Porsche! –Llevaba el pelo casi corto como el de su hermano, lo que destacaba aún sus bonitas facciones. Se volvió hacia _______ y la miró con reverente asombro– ¿Es tuyo?
_______ asintió, sorprendida por la inmediata simpatía que le inspiró aquella adolescente que tanto se parecía a Nick, aunque su carácter era el polo opuesto: todo lo que el tenía de reservado lo tenía ella de extrovertida.
–Debes de ser muy rica –prosiguió la muchacha ingenuamente–. Me refiero a que Laura Frederickson es muy rica, pero nunca ha tenido un Porsche.
_______ se quedó perpleja al oír la referencia al dinero. También sintió curiosidad. ¿Quién sería Laura Frederickson? Nick parecía muy enojado por las palabras de su hermana.
–¡Basta, Julie! –le advirtió.
–Oh, lo siento –se disculpó ella, sonriéndole, y se volvió hacia _______–. ¡Hola! Soy la increíblemente maleducada hermana de Nick. Me llamo Julie. ¿Vas a pasar? –Abrió la puerta–. Papá subió hace un ratito –le dijo a Nick–. Esta semana tiene el turno de las once, así que cenaremos a las siete y media. ¿Te parece bien?
–Sí, claro –respondió Nick, y colocando una mano en la espalda de _______, la invitó a entrar. La joven miró alrededor mientras el corazón le latía con fuerza, esperando la inevitable llegada del padre. El interior de la casa era parecido a su aspecto exterior, con evidentes muestras de decadencia por todas partes, eclipsando el encanto de un estilo antiguo. Los suelos de madera estaban deteriorados; las alfombras, gastadas. Frente a una chimenea de ladrillo con estanterías empotradas en la pared, había un par de sillones verdes junto a un sofá tapizado con una tela estampada con dibujos, que tiempo atrás habían parecido hojas de otoño. Detrás del salón se hallaba el comedor, con muebles de arce, y más allá una puerta abierta dejaba entrever la cocina. A la derecha, una escalera conducía desde el comedor al primer piso.
_______ vio que por la escalera bajaba un hombre muy alto y delgado, de pelo ya grisáceo y rostro ajado. En una mano llevaba un diario plegado; en la otra, un vaso que contenía un líquido de color ámbar oscuro. Por desgracia, _______ no vio al hombre hasta el último momento, y la inquietud que la abrumaba mientras paseaba la vista por la casa aún se reflejaba en su rostro cuando clavó la mirada en el vaso que sostenía el padre de Nick.
–¿Qué pasa aquí? –preguntó el hombre al entrar en el salón. Primero miró a _______ y a Nick y finalmente a Julie, que deambulaba en torno de la chimenea, admirando con disimulo los pantalones de _______, sus sandalias italianas y su camisa de safari ocre.
En respuesta a su padre, Nick hizo las presentaciones de rigor.
–_______ y yo nos conocimos durante mi estancia en Chicago el mes pasado –informó Nick–. Nos casaremos el sábado.
–¡Qué...! –exclamó el padre.
–¡Fantástico! –gritó Julie, atrayendo la atención todos–. Siempre he querido tener una hermana mayor, pero nunca imaginé que se presentara con su propio Porsche.
–Su propio ¿qué? –inquirió Patrick Farrell a su incontenible hija.
–Porsche –repitió Julie extáticamente, y dirigiéndose a la ventana corrió la cortina para que su padre viera de qué estaba hablando. El coche de _______ centelleaba bajo el sol, blanco, elegante y lujoso, tan fuera de lugar como la propia _______. Así debió de pensarlo Patrick, porque cuando su mirada se apartó del vehículo para clavarse en _______, frunció de tal modo su poblado entrecejo que las arrugas entre sus desvaídos ojos azules se convirtieron en profundos surcos.
anasmile
Re: Paraiso Robado( Nick y y tu)
Cielooss y ahora que jara el la de _______?????
Aaaaaaaaaahhhh la guerra se avecina
Aaaaaaaaaahhhh la guerra se avecina
chelis
Re: Paraiso Robado( Nick y y tu)
wiiii siii dos capiiiis los amee :D ESperoo prontoo troooooo!! :D
Florjudith96
Re: Paraiso Robado( Nick y y tu)
capitulo 9
–¿Chicago? –masculló–. Solo estuviste unos pocos días en Chicago.
–¡Amor a primera vista! –declaró Julie, rompiendo el tenso silencio–. ¡Qué romántico!
Patrick Farrell había reparado en la inquietud de _______ cuando esta miraba la casa momentos antes, y la atribuyó al desdén que le inspiraba no solo la vivienda, sino también él mismo. Sin embargo, en el rostro de la joven no se reflejaba más que el miedo que le inspiraba su propio e incierto futuro.
Patrick Farrell miró a _______ a los ojos.
–Amor a primera vista –dijo, parafraseando a su hija y estudiando a _______ con evidente desconfianza–. ¿Eso es lo que pasó?
–Claro –intervino Nick, dispuesto a cambiar de tema. Sin esperar respuesta, rescató a _______ preguntándole si deseaba descansar antes de la cena. Ella se habría aferrado a un clavo ardiente para escapar de aquella situación. Jamás había sufrido una humillación mayor, salvo cuando le confesó a Nick que estaba embarazada. Así pues, asintió y Julie sugirió que fuera a su propia habitación. Nick salió y sacó del coche el equipaje de _______.
Ya en el dormitorio, la joven se desplomó en el lecho de cuatro columnas de Julie. Nick dejó la maleta en una silla.
–Lo peor ya ha pasado –susurró.
Sin mirarlo, _______ meneó la cabeza y se retorció las manos.
–No lo creo. Esto es solo el principio. –Eligió el menor de los problemas que vislumbraba en su horizonte–: Tu padre me ha odiado en cuanto me vio.
–Eso no hubiese sucedido si no hubieras mirado el vaso de té que llevaba en la mano como si fuera una serpiente enroscada –ironizó Nick.
Tumbada en la cama, _______ dirigió la mirada al techo y tragó saliva, avergonzada y desconcertada.
–¿Eso hice? –preguntó con voz ronca, cerrando los ojos como para desterrar la imagen.
Nick se quedó mirando aquella desolada beldad echada sobre la cama como una flor marchita. La recordó seis semanas atrás, en el club de campo, riendo maliciosamente y haciendo todo lo posible para distraerlo. Notó los cambios producidos en la joven, y un sentimiento extraño y desconocido le atravesó el corazón. Pensó en lo absurdo de la situación actual de ambos: dos perfectos desconocidos que, no obstante, se conocían íntimamente.
En comparación con cualquier otra mujer con la que hubiese tenido relaciones sexuales, _______ era de una inocencia evidente. Y sin embargo, estaba embarazada de su hijo.
Además, los separaba un inmenso abismo social. Un abismo que salvarían por medio del matrimonio para luego ampliarlo con el divorcio.
No tenían nada en común, excepto una asombrosa noche de amor. Amor dulce y cálido, cuando la seductora muchacha se había convertido en sus brazos en una virgen asustada y después en un lacerante placer. Una inolvidable noche de amor que lo había perseguido desde entonces, una noche en la que fue víctima de la seducción de _______, para luego convertirse en persistente seductor, desesperado como nunca en su vida por crear un clima que nunca olvidarían.
Y sin duda lo había conseguido. Fruto de todo ello, se había convertido en padre.
Una esposa y un hijo no formaban parte de la vida que Nick se había trazado. Por otra parte siempre había sabido, desde que forjara sus planes hacía diez años, que tarde o temprano ocurriría algo y él tendría que adaptarse a las nuevas circunstancias. La responsabilidad hacia _______ y el niño llegaba en un momento muy inoportuno, pero él estaba acostumbrado a cargar con grandes responsabilidades. No, aquella carga no le molestaba tanto como otras cosas, la más importante de las cuales era la ausencia de esperanza y alegría en el rostro de _______ Bancroft. La posibilidad de que a causa de lo ocurrido seis semanas antes nunca más se iluminara aquel rostro fascinante era algo que a Nick le dolía más de lo que habría creído posible. Con este sentimiento, se inclinó hacia ella y, tomándola por los hombros, le susurró unas palabras que más que una broma, sonaron como una orden.
–¡Levanta ese ánimo, bella durmiente!
_______ abrió los ojos y vio la sonrisa de Nick. Se sentía miserablemente confusa.
–No puedo –musitó con voz ronca–. Vamos a cometer una locura. Casándonos, solo empeoraremos las cosas, para nosotros y para el niño.
–¿Por qué dices eso?
–¿Por qué? –replicó ella, enrojeciendo de humillación–. ¿Cómo puedes preguntarme por qué? ¡Dios mío, desde aquella noche no has querido saber nada de mí! Ni siquiera me has telefoneado. ¿Cómo puedes...?
–Pensaba llamarte –interrumpió Nick. _______ abrió desorbitadamente los ojos al oír las increíbles palabras–. Al volver de Venezuela dentro de un par de años –prosiguió él. De no haberse sentido tan mal, _______ se habría echado a reír, pero lo que oyó a continuación la llenó de asombro–. Si hubiera tenido la más remota esperanza de que deseabas verme, te habría llamado mucho antes.
Dividida entre la incredulidad y una dolorosa esperanza, _______ cerró los ojos, tratando inútilmente de afrontar su situación emocional. Era excesivo en todos los sentidos: demasiada desesperación, demasiado alivio, demasiada esperanza y demasiado gozo.
–¡Levanta ese ánimo! –insistió Nick, súbitamente feliz al comprender que ella sí deseaba verlo de nuevo. Después de aquella noche, Nick había dado por sentado, entre otras cosas, que a la dura luz del día _______ vería las cosas más claras y se impondría la realidad. Él no tenía dinero ni pertenecía a la alta sociedad. Obstáculos ambos insalvables. Pero al parecer, estaba equivocado.
_______ respiró hondo, con cierta dificultad, y hasta que la oyó hablar Nick no se dio cuenta que intentaba valerosamente seguir su consejo: animarse. Con sonrisa trémula, la muchacha murmuró, sombría:
–¿Vas a ser un marido protestón?
–Supongo que mi papel es el opuesto.
–¿De veras?
–Bueno, son las esposas las que protestan.
–¿Qué hacen los maridos?
Nick le lanzó una fingida mirada de superioridad y respondió:
–Los maridos mandan.
En contraste con sus palabras, la sonrisa y la voz de _______ fueron de una dulzura angelical:
–¿Qué quieres apostar?
Nick desvió la mirada de los labios de la muchacha y la clavó en sus ojos, brillantes como joyas. Hipnotizado, contestó con toda honestidad:
–Nada.
Y entonces ocurrió algo inesperado para Nick. En lugar de alegrarse, _______ se echó a llorar. De inmediato él se sintió culpable, pero _______ le echó los brazos al cuello y lo atrajo hacia sí, refugiándose en su brazo e invitándolo a que se tendiera a su lado en la cama. Temblorosa y entre sollozos, cuando por fin habló sus palabras eran casi ininteligibles.
–Dime. La prometida de un granjero, ¿tiene que preparar conservas de frutas y verduras?
Nick reprimió la risa y le acarició la exuberante cabellera.
–No.
Mejor, porque no sé cómo hacerlo.
–No soy granjero –la tranquilizó Nick–. Ya lo sabes.
La verdadera causa de la tristeza de _______ se tradujo en un profundo suspiro. Luego añadió:
–Debía empezar mis estudios universitarios el mes que viene. Tengo que ir a la universidad. Mi intención es llegar un día a la presidencia, Nick.
Atónito, Nick bajó la barbilla para observar su rostro.
–Es una meta ambiciosa –comentó––. Presidenta de Estados Unidos...
Al oírlo, la imprevisible _______ estalló en una sonora carcajada.
–¡De Estados Unidos no, sino de unos grandes almacenes! –Tras aclarar el error, levantó sus hermosos ojos hacia él. Las lágrimas que ahora los inundaban eran de risa, no de desesperación.
–¡Gracias a Dios! –bromeó Nick, tan empeñado en complacerla que no prestó atención a las implicaciones de sus palabras–. Espero convertirme en un hombre razonablemente rico dentro de unos años, pero incluso entonces comprarte la presidencia de Estados Unidos puede estar más allá de mis medios.
–Gracias –murmuró ella.
–¿Por qué?
–Por haberme hecho reír. Desde niña que no me reía tanto. Ahora parece que no puedo parar.
–Espero que no te hayas reído de mi alusión a mi futura riqueza.
A pesar de la cómica situación, _______ presintió que Nick hablaba en serio. Sofocó la risa. Advirtió una vez más la fuerte voluntad que irradiaba el muchacho, reflejada en su mentón y en sus inteligentes ojos grises. La vida no había sido muy generosa con él, no le había proporcionado las ventajas de que gozaban los jóvenes de la privilegiada posición social a la que ella pertenecía. Sin embargo, Nick Farrell poseía una rara especie de fortaleza combinada con una voluntad indomable de éxito. _______ intuía algo más en relación con el hombre que la había dejado embarazada. A pesar de su actitud arbitraria y su leve cinismo, en el fondo de su corazón habitaban la sensibilidad y la dulzura, como demostraba su reacción ante los hechos. Era ella quien seis semanas atrás lo había seducido, y su embarazo y su propuesta de matrimonio suponían un desastre para ambos. A pesar de todo, Nick no le había reprochado su estu/pidez ni su descuido, y contrariamente a lo que esperaba, tampoco la había mandado al diablo cuando ella le pidió que se casaran.
Nick se dio cuenta de que ella lo observaba y creyó adivinar los pensamientos de _______. Debía de estar pensando que le resultaba imposible aceptarlo. La noche de su encuentro él parecía un hombre de éxito, pero ahora ella conocía su procedencia, lo había visto engrasar un camión, moverse en su medio... Nick recordaba con amargura la mirada traumatizada e incluso asqueada que _______ le lanzó al verlo emerger de debajo del capó del camión. Ahora, contemplando aquel hermoso rostro, esperaba que riera burlándose de su pretensión... No, se dijo, no reiría, era demasiado bien educada para eso. Pronunciaría algunas palabras condescendientes y él comprendería enseguida, porque aquellos expresivos ojos la delatarían.
_______ rompió el silencio. Sonriente, susurró con voz pensativa:
–Estás planeando prenderle fuego al mundo, ¿no?
–Con una antorcha –confirmó Nick.
Perplejo, Nick vio que _______ Bancroft alzaba una mano y le acariciaba tímidamente la mejilla. Luego sonrió y sus ojos también brillaron de alegría. Suavemente, pero con absoluta convicción, musitó:
–Estoy segura de que lo conseguirás, Nick.
El joven abrió la boca para decir algo, pero no pronunció palabra alguna. El contacto de los dedos de _______, la proximidad de su cuerpo, la mirada de sus ojos y su actitud decidida, lo turbaron. Seis semanas atrás se había sentido irresistiblemente atraído por ella. De pronto esa atracción latente estalló con tal fuerza que lo obligó a inclinarse y a besar la boca de _______. Devoró su dulzura, asombrado de su urgencia y su actitud, aunque instintivamente sabía que, al menos en parte, ella sentía lo mismo que él. Y cuando _______ le devolvió el beso, un sentimiento de triunfo se apoderó de él. Ajeno al sentido común, Nick se colocó sobre ella, loco de deseo, y casi gimió cuando momentos después _______ lo devolvió a la realidad, apartando la boca e interponiendo las manos entre ambos cuerpos.
–Tu familia... –jadeó la joven–. Están abajo.
Nick se obligó a retirar la mano que apoyaba en el pecho desnudo de la chica. Su familia. Se había olvidado completamente de ella. Abajo su padre habría llegado a una conclusión acertada con respecto a un matrimonio tan repentino, pero sin duda también a conclusiones erróneas con respecto a _______. Tenía que bajar y aclarar las cosas, antes de que su padre se reafirmara en la idea de que la muchacha era una fulana rica, puesto que su hijo estaba encerrado en la habitación con ella en ese mismo momento. Nick se asombró de haberlo olvidado, pero lo cierto es que con _______ no podía evitar perder el control. En realidad, deseaba poseerla en aquel mismo instante. Nunca le había sucedido nada parecido.
Inclinando la cabeza hacia atrás, suspiró, se incorporó y saltó de la cama, rechazando la tentación. Con un hombro apoyado en la cabecera de la cama, observó que ella también se incorporaba y se quedaba sentada. _______ lo miró con inquietud, mientras se alisaba la ropa y se cubría el pecho que él había estado besando y acariciando momentos antes.
–Quizá parezca impulsivo –dijo él–, pero estoy empezando a pensar que un matrimonio solo nominal entre nosotros es una idea muy poco práctica. Es obvio que nos une una fuerte atracción sexual... y que hemos engendrado un bebé. Tal vez deberíamos considerar la posibilidad de vivir como un verdadero matrimonio. Quién sabe. –Encogió sus anchos hombros y sonrió–. Podría gustarnos.
_______ pensó que no se habría sentido más sorprendida si en aquel momento Nick hubiera echado a volar por la habitación. Pero después advirtió que él se había limitado a lanzar la idea como una posibilidad, sin hacer ninguna sugerencia concreta. Debatiéndose entre el resentimiento por la indiferencia de su tono y un extraño placer y agradecimiento por el hecho de que se le hubiera ocurrido la idea y la hubiera expresado, no supo que decir.
–No hay prisa –prosiguió él con una sonrisa picara, incorporándose... Tenemos unos días para pensar.
Cuando salió, _______ se quedó mirando la puerta cerrada, incrédula y agotada, presa de una turbación que le producía la personalidad de aquel hombre. Nick llegaba a conclusiones, daba órdenes, cambiaba de actitud, todo a una velocidad vertiginosa. Nicholas Farrell era un individuo complejo, de múltiples facetas, y _______ nunca sabía quién era realmente. La noche en que se conocieron, _______ había detectado en él una gran frialdad y, al mismo tiempo, Nick rió de sus bromas, habló de sí mismo, la besó y le hizo el amor con pasión y también con exquisita ternura. Aun así, ella intuía que la dulzura con que la trataba no se correspondía necesariamente con su forma de ser, por lo que sería arriesgado subestimarlo. Asimismo, pensaba que cualquier cosa que Nick Farrell decidiera hacer de su vida, algún día se convertiría en una fuerza a tener en cuenta. _______ se durmió pensando que, de hecho, Nick era ya una fuerza a tener en cuenta.
Apoco no es un amor Matt? bueno Nick? *-* YO LO AMO CON TODO MI CORAZON A AMBOS A NICK & A MATT
Bye:3
Cuando _______ bajó a cenar, notó que la conversación que Nick había mantenido con su padre surtió efecto, pues Patrick Farrell parecía aceptar sin más objeciones que ambos jóvenes hubieran decidido casarse. No obstante, fue la charla incesante de Julie lo que impidió que la cena se convirtiera en un tormento para _______. Nick permaneció pensativo y en silencio la mayor parte del tiempo, aunque aun así su presencia dominaba la estancia e incluso la conversación. Donde él estaba, se hallaba el centro, independientemente de su actitud.
Patrick Farrell, normalmente el cabeza de familia, había abdicado en favor de su hijo. Era un hombre delgado, en cuyo rostro se leían las huellas indelebles de la tragedia y del alcohol. Cuando se planteaba una cuestión familiar, por trivial que fuese, Patrick la dejaba en manos de su hijo. _______ sintió al mismo tiempo lástima y miedo por ese hombre; además, notaba que ella tampoco le caía muy bien.
Julie, que parecía haber aceptado su función de ama de casa y cocinera de ambos hombres, era como un cohete del Cuatro de Julio; no se le ocurría una idea que no se materializara de inmediato en un torrente de palabras entusiastas. Sentía devoción por su hermano Nick, y no le importaba evidenciarlo. Se precipitaba a la cocina para traerle café, le pedía consejo y estaba siempre pendiente de sus palabras como si fueran las del mismo Dios. _______, que se esforzaba por evadirse de sus propios problemas, se preguntó cómo Julie mantenía vivos su entusiasmo y su optimismo, como una muchacha aparentemente tan inteligente como ella podía renunciar por voluntad propia a una carrera para quedarse en el pueblo cuidando de su padre. _______ daba por sentado que este era el destino de Julie. Inmersa en sus pensamientos, tardó unos segundos en darse cuenta de que la hermana de Nick Farrell le estaba hablando.
–En Chicago hay unos almacenes que se llaman Bancroft –decía Julie–. A veces veo los anuncios en Seventeen, pero sobre todo en Vogue. Tienen cosas maravillosas. Una vez Nick fue a Chicago y me trajo de allí una bufanda de seda. ¿Compras en Bancroft?
Sonriendo, _______ hizo un gesto de asentimiento y sintió cierto orgullo ante la sola mención de los almacenes, pero no fue más explícita. No había tenido tiempo de hablarle a Nick de su relación con Bancroft, y en cuanto a Patrick, que tan negativamente había reaccionado al ver el Porsche, mejor obviarlo. Por desgracia, Julie siguió insistiendo.
–¿Esos Bancroft son parientes tuyos? Me refiero a los dueños de los almacenes.
–Sí.
–¿ Parientes cercanos?
–Muy cercanos –confesó _______, divertida por la excitación que percibió en los grandes ojos grises de la muchacha.
–¿Hasta qué punto? –apremió Julie, dejando el tenedor sobre la mesa y clavando la mirada en _______. Nick, que se disponía a llevarse la taza de café a los labios, interrumpió el movimiento y también miró a _______. Frunciendo el entrecejo, Patrick Farrell la observó reclinándose en su silla.
Con un suave suspiro de derrota, _______ reveló:
–Mi bisabuelo fue el fundador.
–¡Es increíble! ¿Sabes qué hacía mi bisabuelo?
–No, ¿qué? –preguntó _______, que ante el entusiasmo de Julie olvidó observar la reacción de Nick.
–Emigró de Irlanda y fundó un rancho de caballos –respondió Julie, levantándose de la mesa para recoger los platos.
_______ sonrió y también se levantó para ayudarla. Luego dijo:
–¡El mío fue un ladrón de caballos! –Tras ellas, ambos hombres se dirigieron al salón llevando sendas tazas de café en la mano.
–¿De veras fue un ladrón de caballos? –preguntó Julie mientras llenaba la pila de agua y jabón–. ¿Estás segura?
–Muy segura –afirmó _______, evitando volverse para ver como se alejaba Nick–. Lo colgaron por eso.
Al cabo de un rato, Julie comentó:
–Papá hará un turno doble durante los próximos días. Yo pasaré esta noche en casa de una amiga, estudiando.
Sintiéndose interesada por los estudios de Julie, _______ no se dio cuenta que acababa de informarle de que pasaría la noche sola con Nick.
–¿Estudiando? ¿Es que no tienes vacaciones de verano?
–Voy a la escuela de verano. De ese modo habré concluido el bachillerato en diciembre. Exactamente dos días antes de cumplir diecisiete años.
–Eres muy joven para graduarte.
–Nick obtuvo el título a los dieciséis.
–¡Vaya! –exclamó _______, poniendo en duda la calidad del sistema educativo rural que permitía a todo el mundo obtener el título a edad tan temprana–. ¿Qué piensas hacer después de terminar el bachillerato?
–Iré a la universidad y me especializaré en ciencias, aunque todavía no he decidido en cuál. Probablemente biología.
–¿De veras?
Julie asintió y siguió hablando, llena de orgullo.
–Tengo una beca completa. Nick ha esperado hasta ahora para marcharse porque quería asegurarse de que yo sabría defenderme sola. Pero valió la pena, porque así él pudo obtener su máster en administración de empresas mientras yo crecía. Además, tenía que quedarse en Edmunton de todos modos trabajando, para pagar las facturas médicas de mamá.
_______ se volvió y miró sorprendida a Julie.
–¿Qué dices que obtuvo?
–Su máster en administración de empresas. Ya sabes, un título de especialización después de la carrera universitaria –le explicó Julie–. Verás, Nick hizo una carrera con especialización doble: economía y finanzas. En nuestra familia abunda la masa encefálica. –Se interrumpió al ver la cara de asombro de _______ y, tras un instante de vacilación, añadió–: No sabes casi nada de Nick, ¿verdad?
Solo sé cómo besa y hace el amor, pensó _______, avergonzada.
–No mucho –admitió con un hilo de voz.
–Bueno, no te preocupes. Casi todos creen que no es fácil conocer a Nick y vosotros solo hace un par de días que os conocéis. –A _______ estas palabras le parecieron tan sórdidas que volvió el rostro, incapaz de mirar a Julie–. _______ –continuó Julie, mirándola–, no hay nada de lo que tengas que avergonzarte... quiero decir que... no tiene importancia que estés embarazada.
–¿Te lo ha contado Nick? –masculló _______–. ¿O lo has adivinado tú sola?
–¿Chicago? –masculló–. Solo estuviste unos pocos días en Chicago.
–¡Amor a primera vista! –declaró Julie, rompiendo el tenso silencio–. ¡Qué romántico!
Patrick Farrell había reparado en la inquietud de _______ cuando esta miraba la casa momentos antes, y la atribuyó al desdén que le inspiraba no solo la vivienda, sino también él mismo. Sin embargo, en el rostro de la joven no se reflejaba más que el miedo que le inspiraba su propio e incierto futuro.
Patrick Farrell miró a _______ a los ojos.
–Amor a primera vista –dijo, parafraseando a su hija y estudiando a _______ con evidente desconfianza–. ¿Eso es lo que pasó?
–Claro –intervino Nick, dispuesto a cambiar de tema. Sin esperar respuesta, rescató a _______ preguntándole si deseaba descansar antes de la cena. Ella se habría aferrado a un clavo ardiente para escapar de aquella situación. Jamás había sufrido una humillación mayor, salvo cuando le confesó a Nick que estaba embarazada. Así pues, asintió y Julie sugirió que fuera a su propia habitación. Nick salió y sacó del coche el equipaje de _______.
Ya en el dormitorio, la joven se desplomó en el lecho de cuatro columnas de Julie. Nick dejó la maleta en una silla.
–Lo peor ya ha pasado –susurró.
Sin mirarlo, _______ meneó la cabeza y se retorció las manos.
–No lo creo. Esto es solo el principio. –Eligió el menor de los problemas que vislumbraba en su horizonte–: Tu padre me ha odiado en cuanto me vio.
–Eso no hubiese sucedido si no hubieras mirado el vaso de té que llevaba en la mano como si fuera una serpiente enroscada –ironizó Nick.
Tumbada en la cama, _______ dirigió la mirada al techo y tragó saliva, avergonzada y desconcertada.
–¿Eso hice? –preguntó con voz ronca, cerrando los ojos como para desterrar la imagen.
Nick se quedó mirando aquella desolada beldad echada sobre la cama como una flor marchita. La recordó seis semanas atrás, en el club de campo, riendo maliciosamente y haciendo todo lo posible para distraerlo. Notó los cambios producidos en la joven, y un sentimiento extraño y desconocido le atravesó el corazón. Pensó en lo absurdo de la situación actual de ambos: dos perfectos desconocidos que, no obstante, se conocían íntimamente.
En comparación con cualquier otra mujer con la que hubiese tenido relaciones sexuales, _______ era de una inocencia evidente. Y sin embargo, estaba embarazada de su hijo.
Además, los separaba un inmenso abismo social. Un abismo que salvarían por medio del matrimonio para luego ampliarlo con el divorcio.
No tenían nada en común, excepto una asombrosa noche de amor. Amor dulce y cálido, cuando la seductora muchacha se había convertido en sus brazos en una virgen asustada y después en un lacerante placer. Una inolvidable noche de amor que lo había perseguido desde entonces, una noche en la que fue víctima de la seducción de _______, para luego convertirse en persistente seductor, desesperado como nunca en su vida por crear un clima que nunca olvidarían.
Y sin duda lo había conseguido. Fruto de todo ello, se había convertido en padre.
Una esposa y un hijo no formaban parte de la vida que Nick se había trazado. Por otra parte siempre había sabido, desde que forjara sus planes hacía diez años, que tarde o temprano ocurriría algo y él tendría que adaptarse a las nuevas circunstancias. La responsabilidad hacia _______ y el niño llegaba en un momento muy inoportuno, pero él estaba acostumbrado a cargar con grandes responsabilidades. No, aquella carga no le molestaba tanto como otras cosas, la más importante de las cuales era la ausencia de esperanza y alegría en el rostro de _______ Bancroft. La posibilidad de que a causa de lo ocurrido seis semanas antes nunca más se iluminara aquel rostro fascinante era algo que a Nick le dolía más de lo que habría creído posible. Con este sentimiento, se inclinó hacia ella y, tomándola por los hombros, le susurró unas palabras que más que una broma, sonaron como una orden.
–¡Levanta ese ánimo, bella durmiente!
_______ abrió los ojos y vio la sonrisa de Nick. Se sentía miserablemente confusa.
–No puedo –musitó con voz ronca–. Vamos a cometer una locura. Casándonos, solo empeoraremos las cosas, para nosotros y para el niño.
–¿Por qué dices eso?
–¿Por qué? –replicó ella, enrojeciendo de humillación–. ¿Cómo puedes preguntarme por qué? ¡Dios mío, desde aquella noche no has querido saber nada de mí! Ni siquiera me has telefoneado. ¿Cómo puedes...?
–Pensaba llamarte –interrumpió Nick. _______ abrió desorbitadamente los ojos al oír las increíbles palabras–. Al volver de Venezuela dentro de un par de años –prosiguió él. De no haberse sentido tan mal, _______ se habría echado a reír, pero lo que oyó a continuación la llenó de asombro–. Si hubiera tenido la más remota esperanza de que deseabas verme, te habría llamado mucho antes.
Dividida entre la incredulidad y una dolorosa esperanza, _______ cerró los ojos, tratando inútilmente de afrontar su situación emocional. Era excesivo en todos los sentidos: demasiada desesperación, demasiado alivio, demasiada esperanza y demasiado gozo.
–¡Levanta ese ánimo! –insistió Nick, súbitamente feliz al comprender que ella sí deseaba verlo de nuevo. Después de aquella noche, Nick había dado por sentado, entre otras cosas, que a la dura luz del día _______ vería las cosas más claras y se impondría la realidad. Él no tenía dinero ni pertenecía a la alta sociedad. Obstáculos ambos insalvables. Pero al parecer, estaba equivocado.
_______ respiró hondo, con cierta dificultad, y hasta que la oyó hablar Nick no se dio cuenta que intentaba valerosamente seguir su consejo: animarse. Con sonrisa trémula, la muchacha murmuró, sombría:
–¿Vas a ser un marido protestón?
–Supongo que mi papel es el opuesto.
–¿De veras?
–Bueno, son las esposas las que protestan.
–¿Qué hacen los maridos?
Nick le lanzó una fingida mirada de superioridad y respondió:
–Los maridos mandan.
En contraste con sus palabras, la sonrisa y la voz de _______ fueron de una dulzura angelical:
–¿Qué quieres apostar?
Nick desvió la mirada de los labios de la muchacha y la clavó en sus ojos, brillantes como joyas. Hipnotizado, contestó con toda honestidad:
–Nada.
Y entonces ocurrió algo inesperado para Nick. En lugar de alegrarse, _______ se echó a llorar. De inmediato él se sintió culpable, pero _______ le echó los brazos al cuello y lo atrajo hacia sí, refugiándose en su brazo e invitándolo a que se tendiera a su lado en la cama. Temblorosa y entre sollozos, cuando por fin habló sus palabras eran casi ininteligibles.
–Dime. La prometida de un granjero, ¿tiene que preparar conservas de frutas y verduras?
Nick reprimió la risa y le acarició la exuberante cabellera.
–No.
Mejor, porque no sé cómo hacerlo.
–No soy granjero –la tranquilizó Nick–. Ya lo sabes.
La verdadera causa de la tristeza de _______ se tradujo en un profundo suspiro. Luego añadió:
–Debía empezar mis estudios universitarios el mes que viene. Tengo que ir a la universidad. Mi intención es llegar un día a la presidencia, Nick.
Atónito, Nick bajó la barbilla para observar su rostro.
–Es una meta ambiciosa –comentó––. Presidenta de Estados Unidos...
Al oírlo, la imprevisible _______ estalló en una sonora carcajada.
–¡De Estados Unidos no, sino de unos grandes almacenes! –Tras aclarar el error, levantó sus hermosos ojos hacia él. Las lágrimas que ahora los inundaban eran de risa, no de desesperación.
–¡Gracias a Dios! –bromeó Nick, tan empeñado en complacerla que no prestó atención a las implicaciones de sus palabras–. Espero convertirme en un hombre razonablemente rico dentro de unos años, pero incluso entonces comprarte la presidencia de Estados Unidos puede estar más allá de mis medios.
–Gracias –murmuró ella.
–¿Por qué?
–Por haberme hecho reír. Desde niña que no me reía tanto. Ahora parece que no puedo parar.
–Espero que no te hayas reído de mi alusión a mi futura riqueza.
A pesar de la cómica situación, _______ presintió que Nick hablaba en serio. Sofocó la risa. Advirtió una vez más la fuerte voluntad que irradiaba el muchacho, reflejada en su mentón y en sus inteligentes ojos grises. La vida no había sido muy generosa con él, no le había proporcionado las ventajas de que gozaban los jóvenes de la privilegiada posición social a la que ella pertenecía. Sin embargo, Nick Farrell poseía una rara especie de fortaleza combinada con una voluntad indomable de éxito. _______ intuía algo más en relación con el hombre que la había dejado embarazada. A pesar de su actitud arbitraria y su leve cinismo, en el fondo de su corazón habitaban la sensibilidad y la dulzura, como demostraba su reacción ante los hechos. Era ella quien seis semanas atrás lo había seducido, y su embarazo y su propuesta de matrimonio suponían un desastre para ambos. A pesar de todo, Nick no le había reprochado su estu/pidez ni su descuido, y contrariamente a lo que esperaba, tampoco la había mandado al diablo cuando ella le pidió que se casaran.
Nick se dio cuenta de que ella lo observaba y creyó adivinar los pensamientos de _______. Debía de estar pensando que le resultaba imposible aceptarlo. La noche de su encuentro él parecía un hombre de éxito, pero ahora ella conocía su procedencia, lo había visto engrasar un camión, moverse en su medio... Nick recordaba con amargura la mirada traumatizada e incluso asqueada que _______ le lanzó al verlo emerger de debajo del capó del camión. Ahora, contemplando aquel hermoso rostro, esperaba que riera burlándose de su pretensión... No, se dijo, no reiría, era demasiado bien educada para eso. Pronunciaría algunas palabras condescendientes y él comprendería enseguida, porque aquellos expresivos ojos la delatarían.
_______ rompió el silencio. Sonriente, susurró con voz pensativa:
–Estás planeando prenderle fuego al mundo, ¿no?
–Con una antorcha –confirmó Nick.
Perplejo, Nick vio que _______ Bancroft alzaba una mano y le acariciaba tímidamente la mejilla. Luego sonrió y sus ojos también brillaron de alegría. Suavemente, pero con absoluta convicción, musitó:
–Estoy segura de que lo conseguirás, Nick.
El joven abrió la boca para decir algo, pero no pronunció palabra alguna. El contacto de los dedos de _______, la proximidad de su cuerpo, la mirada de sus ojos y su actitud decidida, lo turbaron. Seis semanas atrás se había sentido irresistiblemente atraído por ella. De pronto esa atracción latente estalló con tal fuerza que lo obligó a inclinarse y a besar la boca de _______. Devoró su dulzura, asombrado de su urgencia y su actitud, aunque instintivamente sabía que, al menos en parte, ella sentía lo mismo que él. Y cuando _______ le devolvió el beso, un sentimiento de triunfo se apoderó de él. Ajeno al sentido común, Nick se colocó sobre ella, loco de deseo, y casi gimió cuando momentos después _______ lo devolvió a la realidad, apartando la boca e interponiendo las manos entre ambos cuerpos.
–Tu familia... –jadeó la joven–. Están abajo.
Nick se obligó a retirar la mano que apoyaba en el pecho desnudo de la chica. Su familia. Se había olvidado completamente de ella. Abajo su padre habría llegado a una conclusión acertada con respecto a un matrimonio tan repentino, pero sin duda también a conclusiones erróneas con respecto a _______. Tenía que bajar y aclarar las cosas, antes de que su padre se reafirmara en la idea de que la muchacha era una fulana rica, puesto que su hijo estaba encerrado en la habitación con ella en ese mismo momento. Nick se asombró de haberlo olvidado, pero lo cierto es que con _______ no podía evitar perder el control. En realidad, deseaba poseerla en aquel mismo instante. Nunca le había sucedido nada parecido.
Inclinando la cabeza hacia atrás, suspiró, se incorporó y saltó de la cama, rechazando la tentación. Con un hombro apoyado en la cabecera de la cama, observó que ella también se incorporaba y se quedaba sentada. _______ lo miró con inquietud, mientras se alisaba la ropa y se cubría el pecho que él había estado besando y acariciando momentos antes.
–Quizá parezca impulsivo –dijo él–, pero estoy empezando a pensar que un matrimonio solo nominal entre nosotros es una idea muy poco práctica. Es obvio que nos une una fuerte atracción sexual... y que hemos engendrado un bebé. Tal vez deberíamos considerar la posibilidad de vivir como un verdadero matrimonio. Quién sabe. –Encogió sus anchos hombros y sonrió–. Podría gustarnos.
_______ pensó que no se habría sentido más sorprendida si en aquel momento Nick hubiera echado a volar por la habitación. Pero después advirtió que él se había limitado a lanzar la idea como una posibilidad, sin hacer ninguna sugerencia concreta. Debatiéndose entre el resentimiento por la indiferencia de su tono y un extraño placer y agradecimiento por el hecho de que se le hubiera ocurrido la idea y la hubiera expresado, no supo que decir.
–No hay prisa –prosiguió él con una sonrisa picara, incorporándose... Tenemos unos días para pensar.
Cuando salió, _______ se quedó mirando la puerta cerrada, incrédula y agotada, presa de una turbación que le producía la personalidad de aquel hombre. Nick llegaba a conclusiones, daba órdenes, cambiaba de actitud, todo a una velocidad vertiginosa. Nicholas Farrell era un individuo complejo, de múltiples facetas, y _______ nunca sabía quién era realmente. La noche en que se conocieron, _______ había detectado en él una gran frialdad y, al mismo tiempo, Nick rió de sus bromas, habló de sí mismo, la besó y le hizo el amor con pasión y también con exquisita ternura. Aun así, ella intuía que la dulzura con que la trataba no se correspondía necesariamente con su forma de ser, por lo que sería arriesgado subestimarlo. Asimismo, pensaba que cualquier cosa que Nick Farrell decidiera hacer de su vida, algún día se convertiría en una fuerza a tener en cuenta. _______ se durmió pensando que, de hecho, Nick era ya una fuerza a tener en cuenta.
Apoco no es un amor Matt? bueno Nick? *-* YO LO AMO CON TODO MI CORAZON A AMBOS A NICK & A MATT
Bye:3
Cuando _______ bajó a cenar, notó que la conversación que Nick había mantenido con su padre surtió efecto, pues Patrick Farrell parecía aceptar sin más objeciones que ambos jóvenes hubieran decidido casarse. No obstante, fue la charla incesante de Julie lo que impidió que la cena se convirtiera en un tormento para _______. Nick permaneció pensativo y en silencio la mayor parte del tiempo, aunque aun así su presencia dominaba la estancia e incluso la conversación. Donde él estaba, se hallaba el centro, independientemente de su actitud.
Patrick Farrell, normalmente el cabeza de familia, había abdicado en favor de su hijo. Era un hombre delgado, en cuyo rostro se leían las huellas indelebles de la tragedia y del alcohol. Cuando se planteaba una cuestión familiar, por trivial que fuese, Patrick la dejaba en manos de su hijo. _______ sintió al mismo tiempo lástima y miedo por ese hombre; además, notaba que ella tampoco le caía muy bien.
Julie, que parecía haber aceptado su función de ama de casa y cocinera de ambos hombres, era como un cohete del Cuatro de Julio; no se le ocurría una idea que no se materializara de inmediato en un torrente de palabras entusiastas. Sentía devoción por su hermano Nick, y no le importaba evidenciarlo. Se precipitaba a la cocina para traerle café, le pedía consejo y estaba siempre pendiente de sus palabras como si fueran las del mismo Dios. _______, que se esforzaba por evadirse de sus propios problemas, se preguntó cómo Julie mantenía vivos su entusiasmo y su optimismo, como una muchacha aparentemente tan inteligente como ella podía renunciar por voluntad propia a una carrera para quedarse en el pueblo cuidando de su padre. _______ daba por sentado que este era el destino de Julie. Inmersa en sus pensamientos, tardó unos segundos en darse cuenta de que la hermana de Nick Farrell le estaba hablando.
–En Chicago hay unos almacenes que se llaman Bancroft –decía Julie–. A veces veo los anuncios en Seventeen, pero sobre todo en Vogue. Tienen cosas maravillosas. Una vez Nick fue a Chicago y me trajo de allí una bufanda de seda. ¿Compras en Bancroft?
Sonriendo, _______ hizo un gesto de asentimiento y sintió cierto orgullo ante la sola mención de los almacenes, pero no fue más explícita. No había tenido tiempo de hablarle a Nick de su relación con Bancroft, y en cuanto a Patrick, que tan negativamente había reaccionado al ver el Porsche, mejor obviarlo. Por desgracia, Julie siguió insistiendo.
–¿Esos Bancroft son parientes tuyos? Me refiero a los dueños de los almacenes.
–Sí.
–¿ Parientes cercanos?
–Muy cercanos –confesó _______, divertida por la excitación que percibió en los grandes ojos grises de la muchacha.
–¿Hasta qué punto? –apremió Julie, dejando el tenedor sobre la mesa y clavando la mirada en _______. Nick, que se disponía a llevarse la taza de café a los labios, interrumpió el movimiento y también miró a _______. Frunciendo el entrecejo, Patrick Farrell la observó reclinándose en su silla.
Con un suave suspiro de derrota, _______ reveló:
–Mi bisabuelo fue el fundador.
–¡Es increíble! ¿Sabes qué hacía mi bisabuelo?
–No, ¿qué? –preguntó _______, que ante el entusiasmo de Julie olvidó observar la reacción de Nick.
–Emigró de Irlanda y fundó un rancho de caballos –respondió Julie, levantándose de la mesa para recoger los platos.
_______ sonrió y también se levantó para ayudarla. Luego dijo:
–¡El mío fue un ladrón de caballos! –Tras ellas, ambos hombres se dirigieron al salón llevando sendas tazas de café en la mano.
–¿De veras fue un ladrón de caballos? –preguntó Julie mientras llenaba la pila de agua y jabón–. ¿Estás segura?
–Muy segura –afirmó _______, evitando volverse para ver como se alejaba Nick–. Lo colgaron por eso.
Al cabo de un rato, Julie comentó:
–Papá hará un turno doble durante los próximos días. Yo pasaré esta noche en casa de una amiga, estudiando.
Sintiéndose interesada por los estudios de Julie, _______ no se dio cuenta que acababa de informarle de que pasaría la noche sola con Nick.
–¿Estudiando? ¿Es que no tienes vacaciones de verano?
–Voy a la escuela de verano. De ese modo habré concluido el bachillerato en diciembre. Exactamente dos días antes de cumplir diecisiete años.
–Eres muy joven para graduarte.
–Nick obtuvo el título a los dieciséis.
–¡Vaya! –exclamó _______, poniendo en duda la calidad del sistema educativo rural que permitía a todo el mundo obtener el título a edad tan temprana–. ¿Qué piensas hacer después de terminar el bachillerato?
–Iré a la universidad y me especializaré en ciencias, aunque todavía no he decidido en cuál. Probablemente biología.
–¿De veras?
Julie asintió y siguió hablando, llena de orgullo.
–Tengo una beca completa. Nick ha esperado hasta ahora para marcharse porque quería asegurarse de que yo sabría defenderme sola. Pero valió la pena, porque así él pudo obtener su máster en administración de empresas mientras yo crecía. Además, tenía que quedarse en Edmunton de todos modos trabajando, para pagar las facturas médicas de mamá.
_______ se volvió y miró sorprendida a Julie.
–¿Qué dices que obtuvo?
–Su máster en administración de empresas. Ya sabes, un título de especialización después de la carrera universitaria –le explicó Julie–. Verás, Nick hizo una carrera con especialización doble: economía y finanzas. En nuestra familia abunda la masa encefálica. –Se interrumpió al ver la cara de asombro de _______ y, tras un instante de vacilación, añadió–: No sabes casi nada de Nick, ¿verdad?
Solo sé cómo besa y hace el amor, pensó _______, avergonzada.
–No mucho –admitió con un hilo de voz.
–Bueno, no te preocupes. Casi todos creen que no es fácil conocer a Nick y vosotros solo hace un par de días que os conocéis. –A _______ estas palabras le parecieron tan sórdidas que volvió el rostro, incapaz de mirar a Julie–. _______ –continuó Julie, mirándola–, no hay nada de lo que tengas que avergonzarte... quiero decir que... no tiene importancia que estés embarazada.
–¿Te lo ha contado Nick? –masculló _______–. ¿O lo has adivinado tú sola?
anasmile
Re: Paraiso Robado( Nick y y tu)
–Nick se lo dijo en secreto a mi padre, pero yo tenía el oído pegado a la pared. No me sorprendió, porque lo suponía.
–Estupendo –repuso _______, avergonzada.
–A mí me gustó saberlo –convino Julie sin captar La humillada ironía en la voz de _______–. Me refiero a que empezaba a creer que yo era la única virgen de más de dieciséis años.
_______ cerró los ojos, un poco mareada. Eran demasiados sobresaltos y demasiado intensos; además, detestaba que Nick se lo hubiera contado todo a su padre.
–¡Menuda sesión de chismes debéis de haber tenido! –dijo con amargura.
–¡Te equivocas! Nick le contó a papá la clase de persona que eres. –_______ se sintió mucho mejor, y al notarlo Julie agregó con tono algo distinto–: De las doscientas muchachas de la escuela secundaria, treinta y ocho están embarazadas. En realidad –le confió a _______ con cierto desánimo–, yo nunca he tenido que preocuparme por ese problema. Casi todos los chicos temen darme un simple beso.
–¿Por qué? –preguntó.
–Por Nick –contestó Julie–. En Edmunton todos saben que soy hermana de Nick Farrell. Y saben muy bien lo que mi hermano les haría si quisieran propasarse conmigo. En lo que se refiere a preservar la «virtud» de una mujer –añadió con un suspiro de burla–, tener a Nick al lado es lo mismo que llevar un cinturón de castidad.
–De algún modo –comentó _______, incapaz de contenerse– mi experiencia personal me dice que eso no es exactamente cierto.
Las dos se echaron a reír. Poco después se unieron a los hombres en el salón. _______ se disponía a pasar un par de horas ante el televisor, pero Julie tomó una vez más las riendas.
–¿Qué vamos a hacer? –preguntó mirando con expectación a Nick y a _______–. ¿Jugamos a algo? ¿Cartas? No, esperad. Juguemos a algo realmente tonto. –Se dirigió a la biblioteca y con un dedo recorrió varios juegos–. ¡Monopoly! –exclamó.
–No cuentes conmigo –repuso Patrick–. Prefiero ver la película.
Nick no deseaba jugar a nada, y estuvo a punto de proponerle a _______ un paseo por el parque. Pero de pronto se dio cuenta de que la joven necesitaba una tregua. Una conversación entre ambos sería, como siempre, intensa, y _______ debía de estar saturada de emociones. Además, parecía llevarse bien con Julie y sentirse muy a gusto con ella. Así pues, asintió, fingiendo que la idea del juego le gustaba. Sin embargo, al mirar a _______ advirtió que no sentía más entusiasmo que él por la partida. Aun así, ella sonrió y también asintió.
Dos horas más tarde, Nick tuvo que admitir que el juego había sido un éxito total, hasta el punto de que él mismo se había divertido. Con Julie como instigadora, la partida pronto se convirtió en una especie de farsa, en que las dos muchachas lo intentaron todo para ganar y, al no conseguirlo, recurrieron a las trampas. Dos veces Nick sorprendió a Julie quitándole el dinero que les había ganado, y ahora era _______ la que esgrimía más ultrajantes razones para no pagarle las deudas.
–Esta vez no hay excusa que valga –le advirtió a _______ cuando su ficha cayó en un terreno del que él era propietario–. Eso son mil cuatrocientos.
–No te debo nada –replicó ella con una sonrisa de satisfacción. Con un dedo, señaló los pequeños hoteles de plástico que Nick había colocado en sus terrenos y tumbó uno–. Ese hotel invade mis propiedades. Has construido sobre terrenos míos, y por lo tanto tú eres el deudor.
–Ya invadiré yo tus propiedades –amenazó él sonriendo–, si no me pagas.
Riendo, _______ se volvió hacia Julie. Luego dijo:
–Solo tengo mil dólares. ¿Me prestas algo?
–Claro que sí –aceptó Julie, que también lo había perdido todo. Alargó el brazo, cogió varios billetes de quinientos dólares del montón de Nick y se los entregó a _______. Poco después, esta se declaraba derrotada. Julie fue a buscar sus libros y _______ retiró el juego y lo dejó en su sitio. Tras ella, Patrick Farrell se levantó su asiento.
–Es hora de irme –le dijo a Nick–. ¿Has dejado camión en el garaje? –Nick hizo un gesto de asentimiento y añadió que por la mañana iría a la ciudad a buscarlo. Entonces Patrick se volvió hacia _______. Durante la ruidosa partida, ella había sentido la mirada fija del padre de Nick. Ahora él le sonrió, con tristeza e incertidumbre, y dijo–: Buenas noches, _______.
Nick también se puso de pie y le preguntó a _______ si le gustaría dar un paseo.
–Buena idea –contestó ella.
Fuera, el aire de la noche era reconfortante y la luna dibujaba un ancho camino en el patio. Habían salido del porche cuando los alcanzó Julie, con un suéter cubriéndole los hombros y llevando libros de texto en las manos.
–Os veré por la mañana. Joelle pasará ahora a buscarme por el camino. Me voy a estudiar a su casa.
Nick se volvió, ceñudo.
–¿A las diez de la noche?
Julie se detuvo, se agarró de la barandilla del porche y en su hermoso rostro apareció una sonrisa de exasperación.
–¡Nick! –exclamó, y elevó la mirada al cielo ante la actitud obtusa de su hermano.
Nick lo comprendió.
–Saluda a Joelle de mi parte. –Julie se marchó corriendo hacia las luces parpadeantes de un coche que acababa de llegar y se había detenido al final del camino de grava. Entonces Nick le preguntó a _______ algo que lo tenía sumido en el mayor desconcierto.
–¿Cómo sabes tanto sobre invasión de terrenos ajenos, violaciones de zona y cosas semejantes?
_______ contempló la preciosa luna llena que pendía del cielo como un gran disco plateado.
–Mi padre siempre me ha hablado de negocios. Tuvimos varios problemas de esa índole cuando construimos una sucursal de los almacenes en una zona residencial. Por ejemplo, un constructor pavimentó una zona de aparcamiento sobre el que teníamos derechos.
Puesto que Nick había preguntado primero, ella se decidió a plantear una cuestión que había estado consumiéndola durante horas. No obstante, antes se detuvo, arrancó la hoja de una rama y se obligó a que su voz no sonara con tono acusador.
–Julie me dijo que tienes un máster en administración de empresas. ¿Porqué me dejaste creer que eres un obrero común a punto de viajar a Venezuela para probar fortuna con los pozos de petróleo?
––¿Y qué te hace pensar que un fundidor es un hombre común y un economista un hombre especial?
_______ captó la ligera censura en las palabras de Nick y se sintió turbada. Apoyó la espalda en un árbol y miró al joven.
–¿Te parezco una esnob?
–¿Lo eres? –replicó él, metiendo las manos en los bolsillos y observando detenidamente a _______.
–Yo... –Vaciló, también miró a Nick y sintió la extraña tentación de decir lo que a él le gustaría oír. No obstante, finalmente admitió–: Probablemente sí lo soy.
No captó el tono sombrío de su propia voz, pero Nick sí. Una sonrisa encantadora surcó el rostro del joven, y a _______ se le aceleró el pulso.
–Lo dudo –repuso Nick, y sus palabras causaron en _______ un placer irracional.
–¿Por qué?
–Porque a los esnobs no les preocupa parecerlo o no. Sin embargo, y respondiendo a tu pregunta, si no te mencioné nada de mi título se debió, en parte, a que para mí no significa nada mientras no tenga una utilidad práctica. En estos momentos no tengo más que un puñado de ideas y planes que podrían no cuajar.
Julie había dicho que era difícil conocer a fondo a Nick. A _______ ya no le resultaba difícil creerlo, aunque en ocasiones como esa se sentía en total armonía con hasta el punto de que casi podía leerle el pensamiento.
–De acuerdo, ya sé por qué no me has dicho que posees un título universitario Creo que además querías averiguar si el hecho de que fueses un obrero me importaba o no. Me pusiste aprueba. ¿Me equivoco? –inquirió con voz serena.
–Supongo que no –respondió Nick, sonriendo–. Por otra parte, es posible que esté condenado a ser un obrero durante el resto de mi vida.
–Y ahora te has pasado de las fundiciones a los pozos de petróleo –bromeó ella– porque querías un trabajo de más prestigio. ¿No es así?
Nick tuvo que esforzarse para contener su deseo de estrecharla entre sus brazos y besarla. _______ era joven, consentida, y él estaba a punto de emprender viaje a un país extranjero donde las necesidades más elementales serían lujos. Aquel loco deseo de llevársela consigo no era más que eso, una locura. Por otra parte, _______ era tan valerosa como dulce. Y llevaba a su hijo en las entrañas. ¡Su hijo! El hijo de ambos. Quizá la idea no fuera tan descabellada. Dirigió la mirada al cielo, tratando de librarse de aquel pensamiento y entonces sugirió algo que le ayudaría a tomar una decisión.
–Estupendo –repuso _______, avergonzada.
–A mí me gustó saberlo –convino Julie sin captar La humillada ironía en la voz de _______–. Me refiero a que empezaba a creer que yo era la única virgen de más de dieciséis años.
_______ cerró los ojos, un poco mareada. Eran demasiados sobresaltos y demasiado intensos; además, detestaba que Nick se lo hubiera contado todo a su padre.
–¡Menuda sesión de chismes debéis de haber tenido! –dijo con amargura.
–¡Te equivocas! Nick le contó a papá la clase de persona que eres. –_______ se sintió mucho mejor, y al notarlo Julie agregó con tono algo distinto–: De las doscientas muchachas de la escuela secundaria, treinta y ocho están embarazadas. En realidad –le confió a _______ con cierto desánimo–, yo nunca he tenido que preocuparme por ese problema. Casi todos los chicos temen darme un simple beso.
–¿Por qué? –preguntó.
–Por Nick –contestó Julie–. En Edmunton todos saben que soy hermana de Nick Farrell. Y saben muy bien lo que mi hermano les haría si quisieran propasarse conmigo. En lo que se refiere a preservar la «virtud» de una mujer –añadió con un suspiro de burla–, tener a Nick al lado es lo mismo que llevar un cinturón de castidad.
–De algún modo –comentó _______, incapaz de contenerse– mi experiencia personal me dice que eso no es exactamente cierto.
Las dos se echaron a reír. Poco después se unieron a los hombres en el salón. _______ se disponía a pasar un par de horas ante el televisor, pero Julie tomó una vez más las riendas.
–¿Qué vamos a hacer? –preguntó mirando con expectación a Nick y a _______–. ¿Jugamos a algo? ¿Cartas? No, esperad. Juguemos a algo realmente tonto. –Se dirigió a la biblioteca y con un dedo recorrió varios juegos–. ¡Monopoly! –exclamó.
–No cuentes conmigo –repuso Patrick–. Prefiero ver la película.
Nick no deseaba jugar a nada, y estuvo a punto de proponerle a _______ un paseo por el parque. Pero de pronto se dio cuenta de que la joven necesitaba una tregua. Una conversación entre ambos sería, como siempre, intensa, y _______ debía de estar saturada de emociones. Además, parecía llevarse bien con Julie y sentirse muy a gusto con ella. Así pues, asintió, fingiendo que la idea del juego le gustaba. Sin embargo, al mirar a _______ advirtió que no sentía más entusiasmo que él por la partida. Aun así, ella sonrió y también asintió.
Dos horas más tarde, Nick tuvo que admitir que el juego había sido un éxito total, hasta el punto de que él mismo se había divertido. Con Julie como instigadora, la partida pronto se convirtió en una especie de farsa, en que las dos muchachas lo intentaron todo para ganar y, al no conseguirlo, recurrieron a las trampas. Dos veces Nick sorprendió a Julie quitándole el dinero que les había ganado, y ahora era _______ la que esgrimía más ultrajantes razones para no pagarle las deudas.
–Esta vez no hay excusa que valga –le advirtió a _______ cuando su ficha cayó en un terreno del que él era propietario–. Eso son mil cuatrocientos.
–No te debo nada –replicó ella con una sonrisa de satisfacción. Con un dedo, señaló los pequeños hoteles de plástico que Nick había colocado en sus terrenos y tumbó uno–. Ese hotel invade mis propiedades. Has construido sobre terrenos míos, y por lo tanto tú eres el deudor.
–Ya invadiré yo tus propiedades –amenazó él sonriendo–, si no me pagas.
Riendo, _______ se volvió hacia Julie. Luego dijo:
–Solo tengo mil dólares. ¿Me prestas algo?
–Claro que sí –aceptó Julie, que también lo había perdido todo. Alargó el brazo, cogió varios billetes de quinientos dólares del montón de Nick y se los entregó a _______. Poco después, esta se declaraba derrotada. Julie fue a buscar sus libros y _______ retiró el juego y lo dejó en su sitio. Tras ella, Patrick Farrell se levantó su asiento.
–Es hora de irme –le dijo a Nick–. ¿Has dejado camión en el garaje? –Nick hizo un gesto de asentimiento y añadió que por la mañana iría a la ciudad a buscarlo. Entonces Patrick se volvió hacia _______. Durante la ruidosa partida, ella había sentido la mirada fija del padre de Nick. Ahora él le sonrió, con tristeza e incertidumbre, y dijo–: Buenas noches, _______.
Nick también se puso de pie y le preguntó a _______ si le gustaría dar un paseo.
–Buena idea –contestó ella.
Fuera, el aire de la noche era reconfortante y la luna dibujaba un ancho camino en el patio. Habían salido del porche cuando los alcanzó Julie, con un suéter cubriéndole los hombros y llevando libros de texto en las manos.
–Os veré por la mañana. Joelle pasará ahora a buscarme por el camino. Me voy a estudiar a su casa.
Nick se volvió, ceñudo.
–¿A las diez de la noche?
Julie se detuvo, se agarró de la barandilla del porche y en su hermoso rostro apareció una sonrisa de exasperación.
–¡Nick! –exclamó, y elevó la mirada al cielo ante la actitud obtusa de su hermano.
Nick lo comprendió.
–Saluda a Joelle de mi parte. –Julie se marchó corriendo hacia las luces parpadeantes de un coche que acababa de llegar y se había detenido al final del camino de grava. Entonces Nick le preguntó a _______ algo que lo tenía sumido en el mayor desconcierto.
–¿Cómo sabes tanto sobre invasión de terrenos ajenos, violaciones de zona y cosas semejantes?
_______ contempló la preciosa luna llena que pendía del cielo como un gran disco plateado.
–Mi padre siempre me ha hablado de negocios. Tuvimos varios problemas de esa índole cuando construimos una sucursal de los almacenes en una zona residencial. Por ejemplo, un constructor pavimentó una zona de aparcamiento sobre el que teníamos derechos.
Puesto que Nick había preguntado primero, ella se decidió a plantear una cuestión que había estado consumiéndola durante horas. No obstante, antes se detuvo, arrancó la hoja de una rama y se obligó a que su voz no sonara con tono acusador.
–Julie me dijo que tienes un máster en administración de empresas. ¿Porqué me dejaste creer que eres un obrero común a punto de viajar a Venezuela para probar fortuna con los pozos de petróleo?
––¿Y qué te hace pensar que un fundidor es un hombre común y un economista un hombre especial?
_______ captó la ligera censura en las palabras de Nick y se sintió turbada. Apoyó la espalda en un árbol y miró al joven.
–¿Te parezco una esnob?
–¿Lo eres? –replicó él, metiendo las manos en los bolsillos y observando detenidamente a _______.
–Yo... –Vaciló, también miró a Nick y sintió la extraña tentación de decir lo que a él le gustaría oír. No obstante, finalmente admitió–: Probablemente sí lo soy.
No captó el tono sombrío de su propia voz, pero Nick sí. Una sonrisa encantadora surcó el rostro del joven, y a _______ se le aceleró el pulso.
–Lo dudo –repuso Nick, y sus palabras causaron en _______ un placer irracional.
–¿Por qué?
–Porque a los esnobs no les preocupa parecerlo o no. Sin embargo, y respondiendo a tu pregunta, si no te mencioné nada de mi título se debió, en parte, a que para mí no significa nada mientras no tenga una utilidad práctica. En estos momentos no tengo más que un puñado de ideas y planes que podrían no cuajar.
Julie había dicho que era difícil conocer a fondo a Nick. A _______ ya no le resultaba difícil creerlo, aunque en ocasiones como esa se sentía en total armonía con hasta el punto de que casi podía leerle el pensamiento.
–De acuerdo, ya sé por qué no me has dicho que posees un título universitario Creo que además querías averiguar si el hecho de que fueses un obrero me importaba o no. Me pusiste aprueba. ¿Me equivoco? –inquirió con voz serena.
–Supongo que no –respondió Nick, sonriendo–. Por otra parte, es posible que esté condenado a ser un obrero durante el resto de mi vida.
–Y ahora te has pasado de las fundiciones a los pozos de petróleo –bromeó ella– porque querías un trabajo de más prestigio. ¿No es así?
Nick tuvo que esforzarse para contener su deseo de estrecharla entre sus brazos y besarla. _______ era joven, consentida, y él estaba a punto de emprender viaje a un país extranjero donde las necesidades más elementales serían lujos. Aquel loco deseo de llevársela consigo no era más que eso, una locura. Por otra parte, _______ era tan valerosa como dulce. Y llevaba a su hijo en las entrañas. ¡Su hijo! El hijo de ambos. Quizá la idea no fuera tan descabellada. Dirigió la mirada al cielo, tratando de librarse de aquel pensamiento y entonces sugirió algo que le ayudaría a tomar una decisión.
anasmile
Re: Paraiso Robado( Nick y y tu)
:P chicas otro capitulo mas, espero que les guste; la nove se va poner muy interesante
anasmile
Re: Paraiso Robado( Nick y y tu)
Nooooooooooooo como nos dejas asii en pleno clima de amooor aaaaaaa siiguelaaa prontoo pleaseee
Florjudith96
Re: Paraiso Robado( Nick y y tu)
Cuaaaall será ??????
Ella se ira con el???? Oooo noooooo?????
Pon otro porfisss
Ella se ira con el???? Oooo noooooo?????
Pon otro porfisss
chelis
Re: Paraiso Robado( Nick y y tu)
Holaaaa!! nueva lectora!!! :amor:
Ame tu novee! esta genial!! :aah:
Siguela.... besos! :hug:
Ame tu novee! esta genial!! :aah:
Siguela.... besos! :hug:
Invitado
Invitado
Página 2 de 5. • 1, 2, 3, 4, 5
Temas similares
» "Paraíso robado" Justin Bieber & tú.
» Me ha robado el corazón *Harry y TN*
» La Apuesta ( Harry Styles y tu ) TERMINADA
» El Legado 1.0 Tormenta en el paraiso
» Guardianes del paraíso {One Direction}
» Me ha robado el corazón *Harry y TN*
» La Apuesta ( Harry Styles y tu ) TERMINADA
» El Legado 1.0 Tormenta en el paraiso
» Guardianes del paraíso {One Direction}
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 2 de 5.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.