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"El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
Muchas gracias por sus coments :D Y bienevenida Mariejonatika, me alegra que te guste la nove!... Aqui les dejo el cap 9! ESCENAS HOTS! :twisted: Jajajajaja espero lo disfruten! El jueves subo el proximo el cap :)
Capítulo 9
______ fuearriba con él, su mano cogida firme en las suyas, sus piernas parecían de gomacuando finalmente alcanzaron su dormitorio. Las cortinas estaban separadas,admitiendo la luz gris clara a través de las ventanas. Ella habría preferidomucho más la oscuridad. El pensamiento de estar desnuda en la implacable luzdel día la hacía temblar por todas partes.
—Tranquila —murmuró Nick, de pie detrás de ella. Sus manos se cerraron concuidado alrededor de sus brazos. Su voz era más grave y marcada que decostumbre—. Tendré cuidado. Puedo hacerlo agradable para ti, si…
—¿Si?
—Si confiaras en mí.
Estaban inmóviles y silenciosos. _______ humedeció sus labios, reflejando queno había confiado en nadie durante años. Y poner su fe en Nick Jonas… el hombremás inescrupuloso que jamás había conocido… no era un disparate, eso eralocura.
—Sí —dijo, sorprendiéndose—. Sí, confiaré en ti.
Él hizo un sonido suave, como si las palabras lo hubieran cogido con la guardiabaja.
Gradualmente su mano se deslizaba a través de la parte superior de su pecho,ejerciendo una presión delicada que hizo que ella se apoyara contra él. Ellasentía su boca en el dorso de su cuello, sus labios jugando con los mechonessensibles en su nuca. Él probó la suave piel, luego presionó el borde de susdientes en un punto sensible que hizo que se retorciera contra él de placer. Sedirigió al lado de su cuello, mordisqueó la distancia hasta la punta del lóbulode su oreja, mientras sus manos se movían sobre la parte delantera de suvestido. El corpiño se abrió, los bordes se hicieron a un lado para revelar elarmazón del liviano corsé debajo. Las yemas de sus dedos vagaron por sugarganta, acarició la curva vulnerable, luego recorrieron el extremo de suclavícula.
—Eres hermosa, _________ —susurró—. El modo en que sientes y sabes… tu piel, tupelo… —Él quitó las horquillas de su pelo, las envió volando a la alfombra, yhundió sus dedos en los pálidos mechones de seda que caían hasta su hombro.
Llevando el pelo hacia su cara, lo frotó contra su mejilla y barbilla. El calorjugaba en su cuerpo, aumentando, intensificándose, y ella se apoyó contra lasólida forma detrás de ella.
La quitó el vestido hasta la cintura, ayudándole a sacar los brazos de lasmangas, las yemas de sus dedos corriendo ligeramente de los codos a las axilas.Girándola de cara a él, Nick hábilmente desenganchó el corsé, liberándola de laenvoltura de las ballenas y cordones. Sus pechos, que habían sido sostenidosartificialmente en alto en los apoyos de hueso, fueron liberados, las puntas seendurecieron contra la delgada y arrugada muselina de su camisa. Su manolevantada, y él la tocó a través de la fina tela. Deslizando sus dedos bajo laplenitud de su pecho, desplazando su pulgar sobre la forma de su pezón. Su toqueera muy ligero, demorándose en la punta hasta que esta quemara.
Jadeando, ________ se agarró a sus hombros para mantener el equilibrio. Éldeslizó un sólido brazo detrás de su espalda mientras seguía jugueteandosuavemente con su cuerpo, tomando el pico en sus dedos, acariciando suavemente.Un dolor de placer se formó profundamente en su estómago cuando él ahuecó supecho en su mano, conteniendo la redondez en su palma. De pronto ella deseabaque la tocara el otro pecho. Deseaba su boca sobre ella, por todas partes, ydeslizar sus propios labios por el calor de su piel, y sentir su cuerpo desnudocontra el suyo. Frustrada e impaciente, ella tiró de su abrigo, hasta que surisa entrecortada se agitó por su pelo.
—Despacio —susurró—. No hay ninguna necesidad de apresurarse.
Se quitó el abrigo... el chaleco… medias y zapatos… pantalones… camisa… yfinalmente las ropas que habían obscurecido la alarmante vista de su erección.
De pronto ________ no sabía donde mirar. Él debería haber parecido vulnerableen su desnudez, pero parecía más poderoso ahora que cuando había tenido la ropapuesta. Su cuerpo estaba tallado con gracia brutal, grande y musculosa ymagníficamente en forma. Su bronceado terminaba en su talle, apagándose en lapiel más pálida de sus caderas. Una abundancia de pelo negro espeso cubría supecho, y había otra densa zona en su ingle, alrededor de la oscura y pujantelongitud de su erección.
La yema del dedo de Nick trazó el borde de su mejilla escarlata.
—¿Sabes lo qué va a pasar?
_________ asintió bruscamente.
—Sí, eso creo.
Él acarició la parte inferior de su barbilla, la yema de su dedo fue dejando unrastro de fuego.
—¿Quién te contó sobre ello? ¿Tu madre?
—Ah, no. Ella iba a explicármelo toda la noche antes de mi boda a Lord Radnor.Pero desde luego que nunca ocurrió—. _________ cerró sus ojos mientras élacariciaba el lado de su cuello, su mano caliente y un poco áspera por lasdurezas—. Aunque oí el chisme en la escuela, algunas de las muchachas habían…hecho cosas… y nos las contaron al resto de nosotras.
—¿Hecho qué cosas?
—Encontrarse en privado con amigos caballeros, o primos, y permitirleslibertades—. _________abrió sus ojos y encontró su mirada sonriente, rechazandomirar más abajo de la altura de su clavícula.
—¿Cómo de lejos iban las libertades? ¿Tan lejos como fuimos la otra noche?
—Sí —se forzó a admitir.
—¿Disfrutaste del modo en que te toqué? —preguntó suavemente.
El color ardió en su cara, y ella asintió bruscamente.
—Disfrutarás del resto también —prometió, alcanzando el dobladillo de sucamisa.
Obedeciendo su impulso mudo, ella levantó sus brazos y le dejó que le quitarala ropa. Ella se quitó de una patada sus zapatillas y se quedó delate de él encalzones largos y medias, con los brazos cruzados sobre sus pechos desnudos.
Él se colocó sobre ella, su mano arrastrándose sobre su espalda, levantandocarne de gallina en cada pulgada de su piel.
—Rodéame con los brazos, ________.
Ella obedeció torpemente, llevando su cuerpo totalmente contra el suyo. Suspezones se hundieron en la densa mata de rizos de su pecho. Su cuerpo estabaincreíblemente caliente, su erección ardiendo através de los calzones demuselina. Empujando contra su estómago, hasta que él deslizó su mano bajo susnalgas y tiró de ella hacia arriba. Su mano se deslizó entre sus nalgas parasostenerla apretada y firmemente contra el, y ella lo sintió presionar contrasu sexo. Un choque de sensación la recorrió, seguido de una oleada de lujuriatan aguda que difícilmente la soportaba. Agarrando su cuello, ella empujó su caracontra el denso músculo de su hombro. Sus dedos se deslizaron más lejos entresus muslos. El lino bajo sus dedos se humedeció cuando acarició el suave surcocon un ritmo perezoso. Durante un minuto largo y maravilloso él la sostuvo así,calentándola con su propio cuerpo hasta que ella comenzara a presionar contrala línea de su erección.
Extendiendo la mano entre sus cuerpos, él tiró de las cintas de sus calzones.Dejó caer la ropa al suelo y la levantó, llevándola a la cama con asombrosafacilidad. Cuando _________ se reclinó sobre la colcha bordada, la mirada de Nickse deslizó sobre ella. Una sonrisa tiró de sus labios.
—Nunca he visto a nadie ruborizarse de la cabeza a los pies.
—Bien, nunca he estado desnuda delante de un hombre —dijo _________, avergonzada.
Era inconcebible que ella pudiera conversar con alguien mientras no llevaba unapuntada de ropa, excepto sus medias.
Su mano se cerró con cuidado alrededor de su tobillo.
—Eres adorable —susurró, y subió sobre ella.
Él tiró de una de sus ligas con sus dientes, aflojando la cinta que lasujetaba. Ella jadeó mientras él besaba las señales rojas dejadas por el lazo,y las calmaba con su lengua. Desenrollando las medias de sus piernas, él laseparo ampliamente los muslos. Cada vez más incómoda, ________ usó su mano paraocultarse de su vista. Su cabeza se movía sobre ella, su aliento caliente extendiéndosesobre su piel. Sus pulgares se arrastraban sobre el pulso en el delicadopliegue entre su muslo e ingle.
—No te cubras —la engatusó él.
—No lo puedo evitar —dijo, retorciéndose para evadir las rápidas y diminutaspasadas de su lengua, que se aventuraba en sitios en los que ella nunca habíaimaginado que un hombre querría poner su boca. De algún modo logró sacar laropa de la cama lo suficiente para zambullirse bajo ellas en busca del refugio.Tembló ante la resbaladiza frescura de los linos contra su cuerpo desnudo.
Siguiéndola con una risa grave, Nick se deslizó bajo la ropa de cama, hasta queellos hicieron una carpa sobre el amplio contorno de sus hombros. Su cabezadesapareció, y ella sintió sus manos sobre sus rodillas, apartándolas una vezmás.
__________miró a ciegas en el pabellón oscuro en lo alto.
—Nick—preguntó severamente— ¿es esta la forma habitual en que la gente ti-tienerelaciones?
Su voz era amortiguada.
—¿Cuál es la forma habitual?
Ella inhaló bruscamente cuando la pellizcó en la curva interior de su muslo.
—No estoy completamente segura. Pero no pienso que sea esta.
Su voz marcada por la diversión.
—Sé lo que hago, _________.
—¡Yo no insinuaba que tu no… oh, por favor no me beses allí!
Entonces ella lo sintió temblar por la risa suprimida.
—Para alguien que nunca ha hecho esto antes, eres bastante obstinada. Déjamehacerte el amor de la manera que quiero, ¿hmmn? La primera vez, al menos—. Élla agarró ambas muñecas y se las sujetó a los lados—. Quédate inmóvil.
—Nick… —comenzó cuando su boca descendió hasta el nido de rizos rubios—.Nick…
Pero él no escuchaba, completamente absorto en su carne femenina perfumada desal. Su aliento llenó la húmeda hendidura de calor vaporoso. Un gemido se elevóen su garganta, y sus muñecas se retorcieron en su asimiento. Su lengua buscó atravésde los rizos elásticos hasta que alcanzó los sonrosados labios ocultos debajo.Lamió un lado de su sexo, después el otro, la punta de su lengua jugueteandocon delicadeza.
Su boca la extasiaba tan suavemente, su lengua resbalando sobre su carnefundida hasta encontrar la entrada secreta a su cuerpo, llenándola de calorsedoso… retirándose… llenándola. ________ estaba débil por todas partes, susexo latiendo con urgencia. Mientras él la acariciaba con la nariz y jugaba conella, ella intentó ladear su cuerpo de modo que él tocara el punto álgido quepalpitaba tan desesperadamente. Él parecía no entender lo que ella quería,lamiendo todo alrededor del punto sensible, pero nunca alcanzándolo losuficiente.
—Nick —susurró, incapaz de encontrar palabras para lo que deseaba—. Por favor.Por favor.
Pero él siguió negándola, hasta que comprendiera que lo hacía deliberadamente.Frustrada más allá de lo soportable, ella bajó hasta su cabeza, y sintió elsoplo de su breve risa contra ella. Inmediatamente su boca se deslizó más lejosy yendo hacia abajo, probando los pliegues húmedos de sus rodillas, moviéndosehasta los huecos de sus tobillos. Al tiempo que volvía hasta sus ingles, sucuerpo entero estaba sofocado. Su cabeza se cernió sobre el lugar entre suspiernas otra vez. _______ contuvo la respiración, consciente de un hilocaliente de humedad de su cuerpo.
Su lengua acaricio la cima de su sexo en un regazo provisional. ________ nopudo contenerse un grito salvaje mientras se arqueaba en su boca.
—No —murmuró contra su carne húmeda—. Aún no, ________. Espera solo un pocomás.
—No puedo, no puedo, ah, no pares…—Ella tiró de su oscura cabezadesesperadamente, gimiendo mientras él movía su lengua como una pluma sobreella una vez más.
Cogiendo sus muñecas, Nick las estiró sobre su cabeza y colocó su cuerpo entresus muslos, teniendo cuidado para no aplastarla. Su miembro estaba acunado enel valle caliente entre sus piernas. Sus oscuros ojos azules mirabandirectamente en los suyos cuando liberó sus manos.
—Déjalas ahí —dijo, y ella obedeció con un sollozo.
Él besaba sus pechos, moviéndose de un a otro. Con cada remolino incendiario desu lengua, ella casi se elevaba de la sábana. Su sexo se deslizó contra el deella en empujes disciplinados que atormentaban y frotaban y torturaban,mientras su boca acariciaba ávidamente sus pezones. Ella se arqueó hacia arribacon gemidos suplicantes. Un asombroso placer se instaló dentro de ella, ganandointensidad… se cernió sobre el abismo, esperando, esperando… oh, por favor…hasta que la culminación estuvo finalmente sobre ella. Gritó con tímido asombromientras intensos espasmos se propagaban desde el centro de su cuerpo.
—Sí —susurró él contra su tensa garganta, sus caderas moviéndose delicadamentesobre las suyas. La sensación disminuía en largos temblores mientras élapartaba su pelo hacia atrás de su frente húmeda.
—Nick… —le dijo entre profundas bocanadas de aire —…a-algo pasó…
—Sí, lo sé. Llegaste al orgasmo—. Su voz era sensible y vagamente divertida—.¿Lo hago otra vez?
—No —dijo al instante, haciéndolo reír.
—Entonces es mi turno —deslizó un brazo bajo su cuello de modo que su cabezadescansara en el doblez de su codo. Él la montó otra vez, el peso musculoso desus muslos empujando entre los suyos, y ella sintió la amplia cabeza de sumiembro contra el vulnerable valle entre sus piernas. Él lo rozó a través de lahumedad en círculos deliberados, luego empujó suavemente contra ella hasta que ________sintió un leve ardor. Instintivamente retrocedió ante la presión. Manteniéndoseinmóvil, Nick la miró, su cara de pronto tensa y concentrada. Él dobló sucabeza y tocó con su boca el delicado espacio entre sus cejas.
—Lo siento —dijo silenciosamente.
—¿Por qué? —ella comenzó, y jadeó cuando él la invadió en una única y enérgicaembestida. Ella retrocedió por el dolor, sus piernas cerrándoseinstintivamente, pero no podía hacer nada para impedirle deslizarse másprofundo. Estaba atrapada bajo su cuerpo, empalada con la dureza y el calor.
Con cuidado él empujó más lejos.
—Lo siento —dijo otra vez—. Pensé que podría ser más fácil para ti si lo hacíarápidamente.
Dolía más de lo que __________ había esperado. Era una sensación curiosa,teniendo parte del cuerpo de alguien dentro del suyo propio. Era tanextraordinario que casi olvidó el dolor. Sentía el esfuerzo que le costabamantenerse inmóvil. Trataba de esperar hasta que se acostumbrara a él, se diocuenta. Pero la incomodidad persistía, y ella sabía que no importaba cuántotiempo le diera, eso no iba a mejorar.
—Nick —dijo vacilante—. ¿Te sería posible terminar esta parte enseguida?
—Dios —refunfuñó con arrepentimiento—. Sí, puedo hacer eso.
Cautelosamente él apretó sus caderas, y ________ comprendió consternada queavanzaba aún más profundo. Mientras la cima de su miembro presionaba contra sumatriz, ella se estremeció angustiada. Inmediatamente él retrocedió un poco, sumano acariciaba desde su pecho hasta su cadera.
—La próxima vez será mejor —dijo, manteniendo sus embestidas poco profundas—Estas tan caliente, _________, eres tan dulce…—Él se quedó sin aliento, susojos se cerraron fuerte, sus manos se apretaron contra el colchón. A pesar deldolor que provocaban sus movimientos, _________ experimentó un curiososentimiento protector… de ternura, incluso. Sus manos se deslizaron sobre suespalda, después del arco profundo de su columna. Ella apretó sus rodillassobre sus caderas mientras contenía su cuerpo grande, abrazándolo a ella,escuchando la manera que su aliento subía. De pronto enterró su longitud enteradentro de ella y se mantuvo inmóvil. Ella lo sintió sacudirse violentamentemientras liberaba su pasión con un áspero gemido. Acariciando su espalda, elladejó a sus dedos inquisitivos vagar más abajo, más abajo, hasta que encontrólos firmes músculos de sus nalgas, más duros de lo que hubiera pensado quepodía ser la carne humana.
Finalmente Nick suspiró y abrió sus ojos, un resplandor de sobrenatural azul ensu cara sonrojada por la pasión. La forma en que murmuró su nombre enviótemblores abajo de su espalda. Después de plegar cuidadosamente la sabana delino bajo sus brazos, Nick se levantó sobre un codo para mirarla. Un pequeñofrunce doblando el espacio entre sus espesas cejas.
—¿Estas bien?
—Sí —una sonrisa soñolienta curvó sus labios—. No estuvo mal en absoluto. Hastael final, creí que era aún mejor que una ducha.
Él hizo un sonido de diversión.
—Sí, ¿pero estaba tan bueno como el chocolate?
________ alcanzó a acariciar el alto plano de su pómulo. Ella no podíaresistirse a bromear con él.
—No exactamente.
Otra sonrisita se le escapó.
—Dios mío, eres difícil de complacer—. Él puso su boca en su mano, besando elhueco húmedo de su palma—. Mientras que yo, estoy más contento que un marineroen fiddler’s green.
________ siguió explorando los enérgicos contornos de su cara con las yemas desus dedos. Con un rubor demorándose en lo alto de sus mejillas, y los patentéisalrededor de su boca suavizados, parecía más joven de lo normal.
—¿Que es fiddler’s green? —preguntó.
—Un lugar en cielo para marineros. Nada más que vino, mujeres, y cantar todo eldía y toda la noche.
—¿Cuál es tu idea del cielo?
—No creo en el cielo.
Los ojos de ________ se ensancharon.
—¿Estoy casada con un pagano? —preguntó, y él sonrió abiertamente.
—Aún puedes lamentar no casarte con Radnor.
—No bromees con eso —dijo, dando vuelta lejos de él—. No es una cuestión dehumor.—Lo siento—interrumpió, su brazo se deslizó alrededor de su cintura. La arrastró hasta elrefugio de su cuerpo, su espalda ajustándose contra su pecho peludo—. Nopensaba molestarte. Aquí, descansa contra mí—. Él acarició con la nariz laspálidas ondas de su pelo—. Qué mozita tan ardiente eres.
—No soy ardiente —protestó ________, ya que esa cualidad era apenas algo quecorrespondía a una elegante graduada de Maidstone.
—Sí, lo eres—. Su mano se curvó posesivamente sobre su cadera—. Yo lo supedesde el momento que nos conocimos. Es uno de los motivos por los que tedeseaba.
—Dijiste que me deseabas simplemente por conveniencia.
—Bien, hay eso —dijo con una sonrisa, y reaccionó rápidamente cuando ella tratóde darle un codazo—. Pero de verdad, la conveniencia no tuvo nada que ver conello. Te deseaba más que a cualquier mujer que jamás he conocido.
—¿Por qué insististe en el matrimonio, cuándo ofrecí ser tu amante?
—Porque ser una amante no era suficientemente bueno para ti—. Hizo una pausaantes de agregar silenciosamente—. Te mereces todo lo que pueda darte,incluyendo mi nombre.
Un duro pensamiento oscureció el placer de ________ por el elogio.
—Después de que todos sepan que eres Lord Sydney, estarás bastante solicitado—dijo. Un hombre con su belleza, fortuna, y título era una combinaciónirresistible. Indudablemente recibiría mucha atención de mujeres que querríantentarlo para tener una aventura.
—No me apartaré de ti —dijo Nick, sorprendiéndola con su perspicacia.
—No puedes estar seguro. Un hombre con tu historia personal…
—¿Qué sabes de mi historia personal? —presionó su palma sobre su espalda ysurgió sobre ella, una pierna larga que se deslizó entre la suya.
—Es obvio que tienes mucha experiencia en el dormitorio.
—La tengo —admitió—. Pero eso no significa que yo haya sido poco selectivo. Dehecho…
—¿De hecho? —________ incitó.
Él miró lejos.
—Nada.
—Ibas a decirme que no has tenido muchísimas mujeres, supongo—. Su tono estabacargado de escepticismo—. Aunque el concepto sea obviamente subjetivo. ¿Qué es'muchas' para ti, me pregunto? ¿Cien? ¿Cincuenta? ¿Diez?
—Eso no importa —dijo ceñudo.
—No te creería si afirmaras algo menos de veinte.
—Estarías equivocada, entonces.
—¿Cómo de lejos estaría del blanco, entonces?
—He estado sólo con dos mujeres —dijo de manera cortante— incluyéndote.
—No lo creo —exclamó ella con una risa incrédula.
—Cree lo que quieras —refunfuñó, alejándose de ella.
Estaba claramente molesto, como si lamentara lo que acababa de contarle.Mientras dejaba la cama y cruzaba a zancadas hasta el guardarropa, ________ loobservó con la boca abierta de asombro. No podía aceptar su afirmación, y sinembargo no había ninguna razón para que la mintiera.
—¿Quién era la otra? —no podía resistirse a preguntar.
Su amplia y bien musculosa espalda se contrajo mientras se encogía de hombrosen una bata de terciopelo Borgoña.
—Una madame.
—¿Era francesa, quieres decir?
—No, la clase de madame que posee un burdel —contestó sin rodeos.
_______ casi se cayó del borde de la cama. Logró mantener su cara relativamentetranquila cuando él se dio la vuelta hacia ella.
—¿Fue una larga… amistad?
—Tres años.
_________ absorbió la información silenciosamente. Comprendió con consternaciónque el peso en su pecho estaba causado por los celos.
—¿Estabas enamorado de ella? —se atrevió a preguntar.
—No —dijo sin vacilación—. Pero me gustaba. Todavía me gusta.
Un ceño apareció a través de su frente.
—¿Por qué ya no la ves?
Diego sacudió su cabeza.
—Al cabo de un tiempo, Gemma creyó que no había nada más que ganar por ambaspartes continuando con el arreglo. Desde entonces me he dado cuenta que teníarazón. Y no me he acostado con nadie más, hasta ti. Entonces ya ves, no tengoproblemas en mantener mi pantalón abrochado.
Una marea de alivio la recorrió. Solamente por qué estaba tan contenta con la ideade que podría ser capaz de guardarlo todo para ella no era algo sobre lo quedeseara reflexionar demasiado estrechamente. Abandonando la cama, se apresuró arecoger su vestido desechado del suelo, y lo sostuvo delante.
—Admitiré que estoy sorprendida —dijo, tratando de parecer despreocupada por sudesnudez—. Sin duda alguna no eres predecible en ningún aspecto.
Se acercó a ella y cerró sus manos sobre sus hombros desnudos.
—Tampoco tú —contestó—. Nunca esperé recibir tal placer de una completaprincipiante—. Tomando del vestido de sus manos, Nick lo dejó caer al suelo ypresionó su cuerpo contra el terciopelo de la parte delantera de su bata. Supiel hormigueaba por la suavidad afelpada que la acariciaba desde los pechos alas rodillas—. Tal vez es porque eres mía —reflexionó, su mano cubriendo supecho pálido y redondo—. Nadie me perteneció nunca antes.
_________ rió irónicamente.
—Me haces sonar como un caballo que acabas de comprar.
—Un caballo habría sido más barato —contestó, y sonrió abiertamente cuando ellalo atacó con fingido ultraje.
Ella golpeó su pecho, y él torció sus muñecas detrás de su espalda con cuidado,haciendo que sus pechos empujaran hacia delante.
—Guarda tu fuerza —aconsejó, sonriendo contra su pelo. Liberando sus muñecas,rozó la pequeñez de su espalda con una mano—. Debes estar dolorida. Prepararéun baño caliente para ti. Cuando termines, tomaremos algo para comer.
Un baño caliente sería maravilloso. Sin embargo, el pensamiento de meterse ellamisma en un corsé y vestirse para la cena era claramente poco atrayente.
— ¿Tendré que hacer que nos envíen una bandeja con la cena aquí? —Preguntó Nick.
—Sí —dijo ________ inmediatamente y le echó un vistazo burlón—. ¿Cómo haceseso? Siempre pareces saber lo que pienso.
—Tu cara lo muestra todo—. Quitándose la bata, la colocó alrededor de ella, elterciopelo pesado la calentó con el calor persistente de su cuerpo.
—Sólo he comido en mi dormitorio una vez, cuando estaba enferma —le dijomientras él ataba la bata alrededor de ella—. Y fue hace años.
Nick se inclinó para susurrarle al oído.
—Mi apasionada novia… más tarde te mostraré que el dormitorio es el mejor lugarposible para cenar.
La bañó él mismo,arrodillándose al lado de la tina con las mangas de su traje enrolladomostrando el mojado y oscuro bello de sus antebrazos. Con lo ojosentreabiertos, _________ dejó que su mirada vagara de la columna bronceada desu garganta al pelo negro que llenaba la "v" abierta de su bata. Erauna criatura tan sólidamente masculina, y sin embargo la tocaba con suavidadincongruente. Los velos de vapor se elevaban del agua, haciendo el airecaliente e iridiscente. Ella se sentía drogada con el calor y la sensualidadmientras sus manos fuertes, jabonosas se deslizaron en los sitios íntimos de sucuerpo.
—¿Teduele aquí? —preguntó, sus dedos se resbalaron sobre la entrada hinchada de susexo.
—Un poco —se apoyó contra su brazo, su cabeza recostada sobre el borde pulidode madera de la enorme bañera de porcelana.
Nick amasó ligeramente con las yemas de sus dedos, como si pudiera curarla consu tacto.
—Traté de ser delicado.
—Lo fuiste —logró decir, sus muslos flotando separados.
Las espesas pestañas de Nick bajaron cuando miró el reluciente contorno de sucuerpo bajo el agua. Sus hermosas facciones estaban talladas con tal intensidadque su cara podría haber estado modelada en bronce.
El borde de su manga enrollada se arrastró por agua, el terciopelo que se pusocaliente y empapado.
—Jamás te lo haré otra vez —dijo— esto es una promesa.
________ contuvo la respiración mientras él separaba los pliegues sensiblesentre sus muslos e investigaba la frágil gordura que habían ocultado. Suscaderas levantadas, mientras sus manos luchaban por agarrarse sobre lasuperficie resbaladiza de la tina. Él deslizó un brazo de apoyo detrás de suespalda, sosteniéndola bien.
—Recuéstate —murmuró él—. Déjame darte placer.
No, pensó con escepticismo, no en una bañera, con una gruesa pared de porcelanaentre ellos. Pero se relajó en su abrazo y se abrió para él mientras su brazolibre se movía por su cuerpo. Ella agarró su muñeca ligeramente, sintiendo elmovimiento de tendones y músculos mientras él llevaba su pulgar sobre cada ladode su vulva. Frotaba los rebordes de seda de sus labios interiores a la vez, sutacto delicado y ligero. Suavemente la separó, acariciando con la yema de sudedo corazón a lo largo de la sensible junta, acariciando el rosado botón de susexo cada vez. Sonrió ligeramente cuando vio brillantes manchas de coloraparecer sobre su cara y pecho.
—Los chinos llaman a esto la terraza de la joya —susurró. Con cuidado su dedoresbaló dentro de ella, avanzando sólo una pulgada, dando vueltas suavemente—.Y aquí, las cuerdas del laúd… y aquí… —Él alcanzó los huecos más secretos de sucuerpo—. El corazón de la flor. ¿Te duele cuándo te toco así?
—No —jadeó.
Sus labios acariciaron su oído.
—La próxima vez que nos acostemos juntos, te mostraré una posición llamadaTigres andantes. Entraré en ti desde atrás e iré profundamente dentro… yfrotare contra el corazón de la flor una y otra vez… —Él succionó el lóbulo desu oreja, cogiéndolo ligeramente entre sus dientes. Un murmullo de placer subiódel pecho de ________ a su garganta. Estaba flotando, ingrávida, aún agarradafirmemente por brazo en su espalda y la mano entre sus muslos.
—¿Cómo sabes semejantes cosas? —preguntó vacilante.
—Alma coleccionaba libros sobre técnicas eróticas. Uno de sus favoritos es unatraducción de un texto escrito durante la dinastía Tang. El libro aconseja alos hombres aumentar su resistencia retrasando su propio placer tanto como seaposible—. Su dedo se retiró, y acarició el interior sus muslos con la ligerezade las alas de una mariposa—. Y da recetas para beneficiar la salud… parareforzar los huesos… enriquecer la sangre… asegurar una larga vida.
—Dime algunas de ellas —dijo __________, tragando con fuerza mientras su manose ahuecaba sobre ella, la base de su palma empujando rítmicamente en el lugardonde ella estaba más sensible.
Él acarició su mejilla con la nariz.
—Está la del Fénix volador, que se dice que hace desaparecer cien enfermedades.Y Las Grullas con los cuellos entrelazados, según se dice muy buena parapromover la curación.
—¿Cuántas has probado?
—Sólo aproximadamente cuarenta. Los maestros antiguos me considerarían unprincipiante.
________ retrocedió para mirarle asombrada, su movimiento provocando que unaola salpicara cerca del borde de la tina.
—¿Cuántos hay, por amor del cielo?
—Quince movimientos cóitales aplicados a treinta y seis posiciones básicas… lascuales proporcionan aproximadamente cuatrocientas variaciones.
—Pa-parece bastante excesivo —logró decir.
La diversión se enroscaba a través de su voz.
—Nos mantendría ocupados, ¿verdad?
_________ se estremeció cuando comprendió que él trataba de deslizar dos dedosdentro de ella.
—Nick, no puedo…
—Respira hondo y exhala despacio —susurró— seré delicado—. Y cuando obedeció,él facilitó que sus dedos centrales traspasaran la apretada entrada. Su pulgarjugueteó con su sexo y giró a un ritmo regular.
Gimiendo, ________ enterró su cara contra su brazo cubierto por terciopelomientras sus músculos interiores agarraban en vano ante la suave invasión.Después de que la punzada inicial se desvaneciera, comenzó a retorcerse yjadear con cada penetrante desliz.
—Me abrazas tan dulcemente aquí —dijo Nick con voz ronca—. Quiero ir más y másprofundo… perderme en ti…
Sus palabras fueron ahogadas por el tronar de su propio latido, y fueatormentada con estremecimientos de éxtasis, sus sentidos encendidos con elfuego candente.
Mucho tiempo más tarde, después de que el baño se había enfriado, _________ sevistió con un fresco camisón blanco y se acercó a la mesa de dormitorio, donde Nickestaba de pie. Ella se sintió sonrojarse cuando él la miró con una mediasonrisa.
—Me gusta el modo en que te ves en esto —dijo, acariciando sus dedos sobre elcorpiño del cuello alto del vestido—. Muy inocente.
—Ya no —dijo ________con una sonrisa avergonzada.
Él la levantó contra su cuerpo, su cara rozándose con la fresca humedad de supelo. Su seductora boca encontró su cuello.
—Oh, sí, lo eres —dijo—. Va a requerir mucho tiempo y esfuerzo pervertirtecompletamente.
—Tengo toda la confianza en que lo lograrás —dijo, y se sentó delante de unplato cargado de jamón, budín de verduras, patatas, y tartas con el frente sin cobertura.
—Por nuestro matrimonio —dijo Nick, sirviendo una copa de vino para ella—.Podría seguir con mejor rumbo del que comenzó.
Levantaron sus copas y chocaron el cristal con cuidado. ________ bebió a sorboscautelosamente, descubriendo un sabor rico, picante que equilibró la salinidaddel jamón.
Dejando su copa de lado, Nick tomó su mano en la suya y observó sus dedosdesnudos pensativamente.
—No tienes anillo. Remediaré eso mañana.
________ experimentó una chispa vergonzosa por el interés ante la idea. Ellanunca había poseído una pieza de joyería. Sin embargo, se le había implantadoen Maidstone que una señora debería evitar parecer codiciosa. Se las arreglópara adoptar una expresión imperturbable.
—No es necesario —dijo—. Muchas mujeres casadas no llevan anillos.
—Quiero que cualquiera que te mire sepa que estas agarrada.
_________ le regaló una luminosa sonrisa.
—Si insistes, supongo que no puedo detenerte.
Élsonrió abiertamente ante su obvio entusiasmo. Su pulgar acariciaba los delgadospuntos de sus nudillos.
—¿Que tipo de piedra te gustaría?
—¿Un zafiro? —sugirió esperanzada.
—Que sea un zafiro —retuvo su mano mientras hablaban, jugueteandodistraídamente con las puntas de sus dedos y las bien cuidadas uñas en forma deluna creciente—. Sospecho que querrás ver a tu familia pronto.
La atención de _________ inmediatamente se desvió del asunto del anillo.
—Sí, por favor. Temo que Lord Radnor ya pueda haber dicho a mis padres lo quehe hecho. Y no quiero que se preocupen de ser abandonados en la indigenciaahora que me he casado con otro.
—No hace falta que te sientas culpable —dijo Nick, resiguiendo las finas venasen el interior de su muñeca—. No tenías ningún papel en la negociación, no eraculpa tuya que no desearas mantenerlo.
—Pero me beneficié de ello —indicó __________ de mala gana—. Todos aquellosaños en Maidstone's… mi educación costó mucho dinero. Y ahora Lord Radnor notiene nada a cambio.
Él arqueó una oscura ceja.
—Si tu propósito es que Radnor ha sido mal usado…
—No, no es eso, precisamente. Es solo que… bueno, no fui honorable.
—Sí, sin duda deberías haberte caído sobre la espada por el resto de la familia—dijo sardónicamente—. Pero tus padres serían servidos menos mal así. Yoposiblemente no podría ser peor yerno que Radnor.
—Seguramente eres preferible como marido —dijo.
Él se rió de eso, levantando sus dedos hasta su boca.
—Preferirías a cualquiera antes que a Radnor como un marido, lo has dejadobastante claro.
_________ sonrió, pensando en privado que en el matrimonio con Nick, habíaterminado con un marido de lejos diferente del que había esperado.
—¿Qué harás mañana? —preguntó, recordando su enfrentamiento más temprano consir Miguel. Estaba segura de que Nick no renunciaría a su posición en Bow Street.
Liberando su mano, Nick frunció el ceño.
—Iré a visitar a Morgan.
—¿Crees que se pondrá de tu lado contra sir Ross?
—No hay una maldita posibilidad. Pero al menos tendré la satisfacción dedecirle a Morgan que maldito traidor podrido es.
__________ se inclinó hacia delante para tocar la solapa de su traje.
—¿Has considerado la posibilidad de que ambos hacen lo que piensan que es lomejor para ti? ¿Que pudiera ser en tu propio beneficio reclamar el título?
—¿Cómo podría ser? Dios mío, viviré en una jaula dorada.
—Estaré allí contigo.
La miró fijamente, aparentemente detenido por las palabras. La miró tanintensamente, por tanto tiempo, que _________ finalmente se convenció apreguntar.
—¿Qué? ¿Qué estas pensando?
Nick rió sin humor.
—Solamente pensaba en cuanto mejor estas preparada para mi vida que yo.
Aunque ________ lo hubiera invitado tímidamente a quedarse la noche con ella, Nicksemarchó después de la cena, retirándose al cuarto de huéspedes unas puertas másallá.
Estaré allí contigo. Sus palabras curiosamente habían afectado a Nick, justocomo lo hizo su fortuito comentario en el pozo de los deseos. Poseía unterrible don para desenredarle con una simple frase... palabras tan corrientes,y aún así envueltas de significado.
No sabía que hacer con ________. A pesar de la forma en que la había engañadoal principio, parecía totalmente dispuesta a actuar como su compañera. Lerespondió con pasión y generosidad, y en sus brazos había sido capaz de olvidarlos secretos que lo habían atormentado durante catorce años. Ansiaba más deaquel dulce olvido. Las pocas horas pasadas habían sido extraordinariamentediferentes de lo que había experimentado con Alma. Cuando hizo el amor con _________,su lujuria estaba enredada con una profunda ternura que hizo sus respuestasfísicas insoportablemente intensas.
Ella seguía alcanzando su defensa sin ni siquiera parecer saber lo que hacía, yno podía permitir a nadie esa clase de intimidad. A ese ritmo, solo eracuestión de tiempo antes de que __________ descubriera los demonios que estabanal acecho dentro de él. Y si eso pasaba, se apartaría de él con horror. Teníaque mantener cierta distancia entre ellos, de otra manera finalmente llegaría amirarlo con repugnancia. O compasión. El pensamiento hizo que le entraran escalofríos.
Tenía que mantener su indiferencia, aunque incluso ahora tuviera muchas ganasde volver a ella. En sus veintiocho años, nunca había sentido esa dolorosanecesidad por alguien. Solamente estar en la misma habitación con ella.
«Dios mío, —pensó con sordo horror, yendo hasta la ventana y mirando fijamentea ciegas en la noche—. ¿Qué me pasa?»
Sir Morgan alzó la vista de su escritorio cuando Nick irrumpió en su oficinaantes de las sesiones de la mañana. No había ningún rastro de disculpa en susduros ojos verdes.
—Ya veo que has hablado con sir Ross —dijo.
Nick se puso a desahogar su ultraje con las palabras más groseras jamásconcebidas en la historia de la lengua inglesa, asestando acusaciones quehabrían provocado que cualquier otro hombre se encogiese de terror o tendierala mano hasta la pistola más cercana. Morgan, sin embargo, escuchó con tantacalma como si Nick le ofrecía una descripción del tiempo.
Después de un extenso discurso enfático especulando sobre la probabilidad deque Morgan era nada más que una marioneta mientras que sir Ross tiraba de lascuerdas, el magistrado principal suspiró e interrumpió.
—Suficiente —dijo brevemente —comienzas a repetirte. A no ser que tengas algonuevo que añadir, también puedes ahorrarse el aliento. En cuanto a tu últimaacusación —que esta situación es toda obra de sir Ross—puedo asegurarte que ladecisión de sacarte de la fuerza fue totalmente tanto mía como suya.
Hasta aquel momento, Nick nunca se había dado cuenta de que la opinión deMorgan era tan importante para él. Pero experimentó una autentica puñalada dedolor, una durísima sensación de traición y fracaso.
— ¿Por qué? —Se oyó preguntar con voz ronca—. ¿Mi rendimiento era taninsatisfactorio? ¿Qué más podría haber hecho? Solucioné cada caso y atrapé casia cada hombre detrás del que me enviaste —y lo hice según las reglas, del modoque querías. Hice todo lo que me pediste. Incluso más.
—Nunca ha habido problema con tu rendimiento —dijo Morgan silenciosamente—. Hascumplido tus deberes tan hábilmente como cualquiera. Nunca he visto a ningúnhombre que se te igualara en valor o ingenio.
—Entonces apóyame contra sir Ross —dijo Jonas bruscamente—. Dile que se metaesa citación judicial por el cu*lo, que me necesitas en Bow Street.Sus miradas chocaron yse sostuvieron, y luego algo en la cara de Morgan cambió. Maldito si no parecíacasi paternal, Nick pensaba con sombría furia, a pesar del hecho de que Morganera sólo aproximadamente diez años mayor que él.
—Toma asiento —dijo Morgan.
—No, no lo haré…
—Por favor —la invitación fue pronunciada con inflexible cortesía.
¿Por favor? Nick ocupó la silla más cercana, prácticamente recobrándose de laconmoción. Morgan nunca había usado aquella palabra antes. Nick no habríapensado que era parte de su vocabulario. Agarrando los brazos de la silla decuero con marcas, Nick le miró con cautela.
El magistrado comenzó a hablar. En su amistad de tres años, Morgan nunca sehabía dirigido a él así, con una preocupación amistosa, bastante paternal.
—No te quiero ya en Bow street, Jonas, Dios sabe que esto no tiene nada que vercon tu eficacia. Eres el mejor agente que jamás he visto. Desde que viniste aquí,he tratado de ofrecer una mínima guía que pensé que aceptarías, y te he vistocambiar de un bastardo egoísta en un hombre que considero que es a la vez serioy responsable. Pero hay una cosa que lamento decir no ha cambiado. Desde elprincipio, has tomado riesgos suicidas en el curso de tu trabajo porque teimporta un bledo tu mismo o nadie más. Y en mi opinión, seguirás así sipermaneces aquí, a costa de tu propia vida.
— ¿Por qué demonios te importa?
—Yo fui detective durante diez años, y he visto a muchos hombres morir en elcurso de sus deberes. Yo mismo estuve cerca más de una vez. Llega un momentocuando un hombre ha pellizcado la nariz del diablo una vez demasiado a menudo,y si es demasiado obstinado o torpe para comprenderlo, pagará con su propiasangre. Yo sabía cuando pararme. Y tú también.
— ¿A causa de tus famosos instintos? —Nick se burló con ira—. ¡Maldita sea,Morgan, te quedaste como detective hasta que tuviste treinta y cinco años! Poresa cuenta, todavía me quedan siete años para marcharme.
—Has tentado al destino muchas más veces en los tres años pasados de lo que yolo hice en diez —contestó el magistrado—. Y a diferencia de ti, no usé eltrabajo como medio de exorcizar demonios.
Nick permaneció inexpresivo, mientras la desesperada pregunta ¿Qué sabe él?zumbaba y aguijoneaba en su cabeza. Sophia era la única que sabía de lacompleta fealdad de su pasado. Ella probablemente se lo había contado a Cannon,que a su vez podría haber contado algo a Morgan.
—No, no sé que demonios son esos —dijo Morgan suavemente, sus ojos calentándosecon un parpadeo de compasión o de bondad—. Aunque puedo hacer una suposiciónaceptable. Lamentablemente no tengo ningún consejo para ofrecer sobre comoreconciliarse con el pasado. Todo lo que sé es que este camino no funciona, yestaría condenado si te dejara matarte en mi guardia.
—No sé de qué demonios hablas.
Morgan siguió como si no le hubiera oído.
—Más bien me inclino a estar de acuerdo con la opinión de sir Ross de que nuncaencontraras la paz hasta que dejes de vivir detrás del escudo de un nombreficticio. Tan difícil como puede ser afrontar el mundo como Lord Sydney, piensoque es lo mejor.
— ¿Qué se supone que debo hacer como vizconde? —Preguntó Nick con unainquietante risa—. ¿Coleccionar tabaqueras y corbatas? ¿Leer periódicos en elclub? ¿Aconsejar a los arrendatarios? ¡Cristo, sé tanto sobre agricultura comotu!
—Hay miles de modos en que un hombre puede ser útil al mundo —dijo Morganrotundamente—. Créeme, nadie espera o desea que lleves una vida indolente—. Hizouna pausa y tomó un papel secante de tinta en su enorme mano, mirándolopensativamente —los detectives serán disueltos pronto, en cualquier caso. Conel tiempo habrías tenido que encontrar otra cosa que hacer. Simplementeprecipito el asunto unos meses antes.
Nick sintió que el color se escurría de su cara.
— ¿Qué?
Morgan sonrió abiertamente de pronto por su expresión.
—Venga, que no debería ser ninguna sorpresa para ti, incluso en vista de tudesinterés por la política. Cuando Cannon dejó la magistratura, era sólocuestión de tiempo hasta que los detectives fueran despedidos. Él era elcorazón y el espíritu de este lugar, le dedicó cada momento en que estabadespierto durante años, hasta… —hizo una pausa discretamente, dejando que Nickllenara el silencio.
—Hasta que encontró a mi hermana —dijo Nick ácidamente—. Y se casó con ella.
—Sí—. Morgan no parecía del todo arrepentido sobre la salida de Cannon de laoficina pública. De hecho, sus duros y afilados rasgos se ablandaron, y susonrisa se demoró mientras proseguía —la mejor cosa que jamás le pasó. Sinembargo, fue apenas un favor para Bow Street. Ahora que Cannon se ha retirado,hay un movimiento en el Parlamento para reforzar la acción de la policíalondinense. Y muchos políticos creen que la Nueva Policía se haría más popularentre el público si los agentes no estuvieran aquí para competir con ellos.
— ¿Tienen la intención de dejar todo Londres a ese manojo de tontos? —Preguntó Nickcon incredulidad—. ¡Buen Dios! La mitad de la Nueva Policía no son nada delotro mundo, y la otra mitad son ovejas negras o idio*tas.
—Sea como sea, el público nunca apoyara totalmente la Nueva Policía mientraslos detectives permanezcan. No se pueden instalar viejos instrumentos en lanueva máquina.
Atontado por el carácter definitivo de la voz del magistrado principal, Nick clavóen el una mirada acusadora.
— ¿No vas a luchar por este lugar? Tienes una obligación
—No —dijo simplemente el magistrado principal—. Mi única obligación es con miesposa. Ella y mis hijos son más importantes para mí que cualquier otra cosa.Le dejé claro a Cannon que nunca rendiría mi alma por Bow street de la maneraque él lo hizo por tanto tiempo. Y lo entendió.
— ¿Pero qué pasará con los detectives? —preguntó Nick, pensando en suscamaradas… Sayer, Flagstad, Gee, Ruthven… hombres con talento que habían servidoal público con coraje y la dedicación, todo por una mera miseria.
—Me imagino que uno o dos se unirán a la Nueva Policía, donde son muynecesarios. Los otros pasaran completamente a otras profesiones. Puedo abriruna oficina privada de investigación y emplear a dos o tres por un tiempo.
Morgan se encogió. Habiendo hecho una fortuna relativa en sus años en BowStreet, no tenía ninguna necesidad de trabajar, por otra motivo que su propiocapricho.
—¡Dios mío, me marché para ocuparme de un caso privado, y he vuelto paraencontrar toda la maldita oficina pública deshaciéndose!
El magistrado se rió suavemente.
—Vete a casa a con tu esposa, Sydney. Empieza a hacer planes. Tu vida estacambiando, no importa como trates de evitarlo.
—No seré Lord Sydney —gruñó Nick.
Los ojos verdes brillaron con amistosa irreverencia.
—Hay peores destinos, milord. Un título, tierra, una esposa… si no puedes haceralgo de eso, realmente no hay esperanza para ti. FIN DEL CAPÍTULO 9
Capítulo 9
______ fuearriba con él, su mano cogida firme en las suyas, sus piernas parecían de gomacuando finalmente alcanzaron su dormitorio. Las cortinas estaban separadas,admitiendo la luz gris clara a través de las ventanas. Ella habría preferidomucho más la oscuridad. El pensamiento de estar desnuda en la implacable luzdel día la hacía temblar por todas partes.
—Tranquila —murmuró Nick, de pie detrás de ella. Sus manos se cerraron concuidado alrededor de sus brazos. Su voz era más grave y marcada que decostumbre—. Tendré cuidado. Puedo hacerlo agradable para ti, si…
—¿Si?
—Si confiaras en mí.
Estaban inmóviles y silenciosos. _______ humedeció sus labios, reflejando queno había confiado en nadie durante años. Y poner su fe en Nick Jonas… el hombremás inescrupuloso que jamás había conocido… no era un disparate, eso eralocura.
—Sí —dijo, sorprendiéndose—. Sí, confiaré en ti.
Él hizo un sonido suave, como si las palabras lo hubieran cogido con la guardiabaja.
Gradualmente su mano se deslizaba a través de la parte superior de su pecho,ejerciendo una presión delicada que hizo que ella se apoyara contra él. Ellasentía su boca en el dorso de su cuello, sus labios jugando con los mechonessensibles en su nuca. Él probó la suave piel, luego presionó el borde de susdientes en un punto sensible que hizo que se retorciera contra él de placer. Sedirigió al lado de su cuello, mordisqueó la distancia hasta la punta del lóbulode su oreja, mientras sus manos se movían sobre la parte delantera de suvestido. El corpiño se abrió, los bordes se hicieron a un lado para revelar elarmazón del liviano corsé debajo. Las yemas de sus dedos vagaron por sugarganta, acarició la curva vulnerable, luego recorrieron el extremo de suclavícula.
—Eres hermosa, _________ —susurró—. El modo en que sientes y sabes… tu piel, tupelo… —Él quitó las horquillas de su pelo, las envió volando a la alfombra, yhundió sus dedos en los pálidos mechones de seda que caían hasta su hombro.
Llevando el pelo hacia su cara, lo frotó contra su mejilla y barbilla. El calorjugaba en su cuerpo, aumentando, intensificándose, y ella se apoyó contra lasólida forma detrás de ella.
La quitó el vestido hasta la cintura, ayudándole a sacar los brazos de lasmangas, las yemas de sus dedos corriendo ligeramente de los codos a las axilas.Girándola de cara a él, Nick hábilmente desenganchó el corsé, liberándola de laenvoltura de las ballenas y cordones. Sus pechos, que habían sido sostenidosartificialmente en alto en los apoyos de hueso, fueron liberados, las puntas seendurecieron contra la delgada y arrugada muselina de su camisa. Su manolevantada, y él la tocó a través de la fina tela. Deslizando sus dedos bajo laplenitud de su pecho, desplazando su pulgar sobre la forma de su pezón. Su toqueera muy ligero, demorándose en la punta hasta que esta quemara.
Jadeando, ________ se agarró a sus hombros para mantener el equilibrio. Éldeslizó un sólido brazo detrás de su espalda mientras seguía jugueteandosuavemente con su cuerpo, tomando el pico en sus dedos, acariciando suavemente.Un dolor de placer se formó profundamente en su estómago cuando él ahuecó supecho en su mano, conteniendo la redondez en su palma. De pronto ella deseabaque la tocara el otro pecho. Deseaba su boca sobre ella, por todas partes, ydeslizar sus propios labios por el calor de su piel, y sentir su cuerpo desnudocontra el suyo. Frustrada e impaciente, ella tiró de su abrigo, hasta que surisa entrecortada se agitó por su pelo.
—Despacio —susurró—. No hay ninguna necesidad de apresurarse.
Se quitó el abrigo... el chaleco… medias y zapatos… pantalones… camisa… yfinalmente las ropas que habían obscurecido la alarmante vista de su erección.
De pronto ________ no sabía donde mirar. Él debería haber parecido vulnerableen su desnudez, pero parecía más poderoso ahora que cuando había tenido la ropapuesta. Su cuerpo estaba tallado con gracia brutal, grande y musculosa ymagníficamente en forma. Su bronceado terminaba en su talle, apagándose en lapiel más pálida de sus caderas. Una abundancia de pelo negro espeso cubría supecho, y había otra densa zona en su ingle, alrededor de la oscura y pujantelongitud de su erección.
La yema del dedo de Nick trazó el borde de su mejilla escarlata.
—¿Sabes lo qué va a pasar?
_________ asintió bruscamente.
—Sí, eso creo.
Él acarició la parte inferior de su barbilla, la yema de su dedo fue dejando unrastro de fuego.
—¿Quién te contó sobre ello? ¿Tu madre?
—Ah, no. Ella iba a explicármelo toda la noche antes de mi boda a Lord Radnor.Pero desde luego que nunca ocurrió—. _________ cerró sus ojos mientras élacariciaba el lado de su cuello, su mano caliente y un poco áspera por lasdurezas—. Aunque oí el chisme en la escuela, algunas de las muchachas habían…hecho cosas… y nos las contaron al resto de nosotras.
—¿Hecho qué cosas?
—Encontrarse en privado con amigos caballeros, o primos, y permitirleslibertades—. _________abrió sus ojos y encontró su mirada sonriente, rechazandomirar más abajo de la altura de su clavícula.
—¿Cómo de lejos iban las libertades? ¿Tan lejos como fuimos la otra noche?
—Sí —se forzó a admitir.
—¿Disfrutaste del modo en que te toqué? —preguntó suavemente.
El color ardió en su cara, y ella asintió bruscamente.
—Disfrutarás del resto también —prometió, alcanzando el dobladillo de sucamisa.
Obedeciendo su impulso mudo, ella levantó sus brazos y le dejó que le quitarala ropa. Ella se quitó de una patada sus zapatillas y se quedó delate de él encalzones largos y medias, con los brazos cruzados sobre sus pechos desnudos.
Él se colocó sobre ella, su mano arrastrándose sobre su espalda, levantandocarne de gallina en cada pulgada de su piel.
—Rodéame con los brazos, ________.
Ella obedeció torpemente, llevando su cuerpo totalmente contra el suyo. Suspezones se hundieron en la densa mata de rizos de su pecho. Su cuerpo estabaincreíblemente caliente, su erección ardiendo através de los calzones demuselina. Empujando contra su estómago, hasta que él deslizó su mano bajo susnalgas y tiró de ella hacia arriba. Su mano se deslizó entre sus nalgas parasostenerla apretada y firmemente contra el, y ella lo sintió presionar contrasu sexo. Un choque de sensación la recorrió, seguido de una oleada de lujuriatan aguda que difícilmente la soportaba. Agarrando su cuello, ella empujó su caracontra el denso músculo de su hombro. Sus dedos se deslizaron más lejos entresus muslos. El lino bajo sus dedos se humedeció cuando acarició el suave surcocon un ritmo perezoso. Durante un minuto largo y maravilloso él la sostuvo así,calentándola con su propio cuerpo hasta que ella comenzara a presionar contrala línea de su erección.
Extendiendo la mano entre sus cuerpos, él tiró de las cintas de sus calzones.Dejó caer la ropa al suelo y la levantó, llevándola a la cama con asombrosafacilidad. Cuando _________ se reclinó sobre la colcha bordada, la mirada de Nickse deslizó sobre ella. Una sonrisa tiró de sus labios.
—Nunca he visto a nadie ruborizarse de la cabeza a los pies.
—Bien, nunca he estado desnuda delante de un hombre —dijo _________, avergonzada.
Era inconcebible que ella pudiera conversar con alguien mientras no llevaba unapuntada de ropa, excepto sus medias.
Su mano se cerró con cuidado alrededor de su tobillo.
—Eres adorable —susurró, y subió sobre ella.
Él tiró de una de sus ligas con sus dientes, aflojando la cinta que lasujetaba. Ella jadeó mientras él besaba las señales rojas dejadas por el lazo,y las calmaba con su lengua. Desenrollando las medias de sus piernas, él laseparo ampliamente los muslos. Cada vez más incómoda, ________ usó su mano paraocultarse de su vista. Su cabeza se movía sobre ella, su aliento caliente extendiéndosesobre su piel. Sus pulgares se arrastraban sobre el pulso en el delicadopliegue entre su muslo e ingle.
—No te cubras —la engatusó él.
—No lo puedo evitar —dijo, retorciéndose para evadir las rápidas y diminutaspasadas de su lengua, que se aventuraba en sitios en los que ella nunca habíaimaginado que un hombre querría poner su boca. De algún modo logró sacar laropa de la cama lo suficiente para zambullirse bajo ellas en busca del refugio.Tembló ante la resbaladiza frescura de los linos contra su cuerpo desnudo.
Siguiéndola con una risa grave, Nick se deslizó bajo la ropa de cama, hasta queellos hicieron una carpa sobre el amplio contorno de sus hombros. Su cabezadesapareció, y ella sintió sus manos sobre sus rodillas, apartándolas una vezmás.
__________miró a ciegas en el pabellón oscuro en lo alto.
—Nick—preguntó severamente— ¿es esta la forma habitual en que la gente ti-tienerelaciones?
Su voz era amortiguada.
—¿Cuál es la forma habitual?
Ella inhaló bruscamente cuando la pellizcó en la curva interior de su muslo.
—No estoy completamente segura. Pero no pienso que sea esta.
Su voz marcada por la diversión.
—Sé lo que hago, _________.
—¡Yo no insinuaba que tu no… oh, por favor no me beses allí!
Entonces ella lo sintió temblar por la risa suprimida.
—Para alguien que nunca ha hecho esto antes, eres bastante obstinada. Déjamehacerte el amor de la manera que quiero, ¿hmmn? La primera vez, al menos—. Élla agarró ambas muñecas y se las sujetó a los lados—. Quédate inmóvil.
—Nick… —comenzó cuando su boca descendió hasta el nido de rizos rubios—.Nick…
Pero él no escuchaba, completamente absorto en su carne femenina perfumada desal. Su aliento llenó la húmeda hendidura de calor vaporoso. Un gemido se elevóen su garganta, y sus muñecas se retorcieron en su asimiento. Su lengua buscó atravésde los rizos elásticos hasta que alcanzó los sonrosados labios ocultos debajo.Lamió un lado de su sexo, después el otro, la punta de su lengua jugueteandocon delicadeza.
Su boca la extasiaba tan suavemente, su lengua resbalando sobre su carnefundida hasta encontrar la entrada secreta a su cuerpo, llenándola de calorsedoso… retirándose… llenándola. ________ estaba débil por todas partes, susexo latiendo con urgencia. Mientras él la acariciaba con la nariz y jugaba conella, ella intentó ladear su cuerpo de modo que él tocara el punto álgido quepalpitaba tan desesperadamente. Él parecía no entender lo que ella quería,lamiendo todo alrededor del punto sensible, pero nunca alcanzándolo losuficiente.
—Nick —susurró, incapaz de encontrar palabras para lo que deseaba—. Por favor.Por favor.
Pero él siguió negándola, hasta que comprendiera que lo hacía deliberadamente.Frustrada más allá de lo soportable, ella bajó hasta su cabeza, y sintió elsoplo de su breve risa contra ella. Inmediatamente su boca se deslizó más lejosy yendo hacia abajo, probando los pliegues húmedos de sus rodillas, moviéndosehasta los huecos de sus tobillos. Al tiempo que volvía hasta sus ingles, sucuerpo entero estaba sofocado. Su cabeza se cernió sobre el lugar entre suspiernas otra vez. _______ contuvo la respiración, consciente de un hilocaliente de humedad de su cuerpo.
Su lengua acaricio la cima de su sexo en un regazo provisional. ________ nopudo contenerse un grito salvaje mientras se arqueaba en su boca.
—No —murmuró contra su carne húmeda—. Aún no, ________. Espera solo un pocomás.
—No puedo, no puedo, ah, no pares…—Ella tiró de su oscura cabezadesesperadamente, gimiendo mientras él movía su lengua como una pluma sobreella una vez más.
Cogiendo sus muñecas, Nick las estiró sobre su cabeza y colocó su cuerpo entresus muslos, teniendo cuidado para no aplastarla. Su miembro estaba acunado enel valle caliente entre sus piernas. Sus oscuros ojos azules mirabandirectamente en los suyos cuando liberó sus manos.
—Déjalas ahí —dijo, y ella obedeció con un sollozo.
Él besaba sus pechos, moviéndose de un a otro. Con cada remolino incendiario desu lengua, ella casi se elevaba de la sábana. Su sexo se deslizó contra el deella en empujes disciplinados que atormentaban y frotaban y torturaban,mientras su boca acariciaba ávidamente sus pezones. Ella se arqueó hacia arribacon gemidos suplicantes. Un asombroso placer se instaló dentro de ella, ganandointensidad… se cernió sobre el abismo, esperando, esperando… oh, por favor…hasta que la culminación estuvo finalmente sobre ella. Gritó con tímido asombromientras intensos espasmos se propagaban desde el centro de su cuerpo.
—Sí —susurró él contra su tensa garganta, sus caderas moviéndose delicadamentesobre las suyas. La sensación disminuía en largos temblores mientras élapartaba su pelo hacia atrás de su frente húmeda.
—Nick… —le dijo entre profundas bocanadas de aire —…a-algo pasó…
—Sí, lo sé. Llegaste al orgasmo—. Su voz era sensible y vagamente divertida—.¿Lo hago otra vez?
—No —dijo al instante, haciéndolo reír.
—Entonces es mi turno —deslizó un brazo bajo su cuello de modo que su cabezadescansara en el doblez de su codo. Él la montó otra vez, el peso musculoso desus muslos empujando entre los suyos, y ella sintió la amplia cabeza de sumiembro contra el vulnerable valle entre sus piernas. Él lo rozó a través de lahumedad en círculos deliberados, luego empujó suavemente contra ella hasta que ________sintió un leve ardor. Instintivamente retrocedió ante la presión. Manteniéndoseinmóvil, Nick la miró, su cara de pronto tensa y concentrada. Él dobló sucabeza y tocó con su boca el delicado espacio entre sus cejas.
—Lo siento —dijo silenciosamente.
—¿Por qué? —ella comenzó, y jadeó cuando él la invadió en una única y enérgicaembestida. Ella retrocedió por el dolor, sus piernas cerrándoseinstintivamente, pero no podía hacer nada para impedirle deslizarse másprofundo. Estaba atrapada bajo su cuerpo, empalada con la dureza y el calor.
Con cuidado él empujó más lejos.
—Lo siento —dijo otra vez—. Pensé que podría ser más fácil para ti si lo hacíarápidamente.
Dolía más de lo que __________ había esperado. Era una sensación curiosa,teniendo parte del cuerpo de alguien dentro del suyo propio. Era tanextraordinario que casi olvidó el dolor. Sentía el esfuerzo que le costabamantenerse inmóvil. Trataba de esperar hasta que se acostumbrara a él, se diocuenta. Pero la incomodidad persistía, y ella sabía que no importaba cuántotiempo le diera, eso no iba a mejorar.
—Nick —dijo vacilante—. ¿Te sería posible terminar esta parte enseguida?
—Dios —refunfuñó con arrepentimiento—. Sí, puedo hacer eso.
Cautelosamente él apretó sus caderas, y ________ comprendió consternada queavanzaba aún más profundo. Mientras la cima de su miembro presionaba contra sumatriz, ella se estremeció angustiada. Inmediatamente él retrocedió un poco, sumano acariciaba desde su pecho hasta su cadera.
—La próxima vez será mejor —dijo, manteniendo sus embestidas poco profundas—Estas tan caliente, _________, eres tan dulce…—Él se quedó sin aliento, susojos se cerraron fuerte, sus manos se apretaron contra el colchón. A pesar deldolor que provocaban sus movimientos, _________ experimentó un curiososentimiento protector… de ternura, incluso. Sus manos se deslizaron sobre suespalda, después del arco profundo de su columna. Ella apretó sus rodillassobre sus caderas mientras contenía su cuerpo grande, abrazándolo a ella,escuchando la manera que su aliento subía. De pronto enterró su longitud enteradentro de ella y se mantuvo inmóvil. Ella lo sintió sacudirse violentamentemientras liberaba su pasión con un áspero gemido. Acariciando su espalda, elladejó a sus dedos inquisitivos vagar más abajo, más abajo, hasta que encontrólos firmes músculos de sus nalgas, más duros de lo que hubiera pensado quepodía ser la carne humana.
Finalmente Nick suspiró y abrió sus ojos, un resplandor de sobrenatural azul ensu cara sonrojada por la pasión. La forma en que murmuró su nombre enviótemblores abajo de su espalda. Después de plegar cuidadosamente la sabana delino bajo sus brazos, Nick se levantó sobre un codo para mirarla. Un pequeñofrunce doblando el espacio entre sus espesas cejas.
—¿Estas bien?
—Sí —una sonrisa soñolienta curvó sus labios—. No estuvo mal en absoluto. Hastael final, creí que era aún mejor que una ducha.
Él hizo un sonido de diversión.
—Sí, ¿pero estaba tan bueno como el chocolate?
________ alcanzó a acariciar el alto plano de su pómulo. Ella no podíaresistirse a bromear con él.
—No exactamente.
Otra sonrisita se le escapó.
—Dios mío, eres difícil de complacer—. Él puso su boca en su mano, besando elhueco húmedo de su palma—. Mientras que yo, estoy más contento que un marineroen fiddler’s green.
________ siguió explorando los enérgicos contornos de su cara con las yemas desus dedos. Con un rubor demorándose en lo alto de sus mejillas, y los patentéisalrededor de su boca suavizados, parecía más joven de lo normal.
—¿Que es fiddler’s green? —preguntó.
—Un lugar en cielo para marineros. Nada más que vino, mujeres, y cantar todo eldía y toda la noche.
—¿Cuál es tu idea del cielo?
—No creo en el cielo.
Los ojos de ________ se ensancharon.
—¿Estoy casada con un pagano? —preguntó, y él sonrió abiertamente.
—Aún puedes lamentar no casarte con Radnor.
—No bromees con eso —dijo, dando vuelta lejos de él—. No es una cuestión dehumor.—Lo siento—interrumpió, su brazo se deslizó alrededor de su cintura. La arrastró hasta elrefugio de su cuerpo, su espalda ajustándose contra su pecho peludo—. Nopensaba molestarte. Aquí, descansa contra mí—. Él acarició con la nariz laspálidas ondas de su pelo—. Qué mozita tan ardiente eres.
—No soy ardiente —protestó ________, ya que esa cualidad era apenas algo quecorrespondía a una elegante graduada de Maidstone.
—Sí, lo eres—. Su mano se curvó posesivamente sobre su cadera—. Yo lo supedesde el momento que nos conocimos. Es uno de los motivos por los que tedeseaba.
—Dijiste que me deseabas simplemente por conveniencia.
—Bien, hay eso —dijo con una sonrisa, y reaccionó rápidamente cuando ella tratóde darle un codazo—. Pero de verdad, la conveniencia no tuvo nada que ver conello. Te deseaba más que a cualquier mujer que jamás he conocido.
—¿Por qué insististe en el matrimonio, cuándo ofrecí ser tu amante?
—Porque ser una amante no era suficientemente bueno para ti—. Hizo una pausaantes de agregar silenciosamente—. Te mereces todo lo que pueda darte,incluyendo mi nombre.
Un duro pensamiento oscureció el placer de ________ por el elogio.
—Después de que todos sepan que eres Lord Sydney, estarás bastante solicitado—dijo. Un hombre con su belleza, fortuna, y título era una combinaciónirresistible. Indudablemente recibiría mucha atención de mujeres que querríantentarlo para tener una aventura.
—No me apartaré de ti —dijo Nick, sorprendiéndola con su perspicacia.
—No puedes estar seguro. Un hombre con tu historia personal…
—¿Qué sabes de mi historia personal? —presionó su palma sobre su espalda ysurgió sobre ella, una pierna larga que se deslizó entre la suya.
—Es obvio que tienes mucha experiencia en el dormitorio.
—La tengo —admitió—. Pero eso no significa que yo haya sido poco selectivo. Dehecho…
—¿De hecho? —________ incitó.
Él miró lejos.
—Nada.
—Ibas a decirme que no has tenido muchísimas mujeres, supongo—. Su tono estabacargado de escepticismo—. Aunque el concepto sea obviamente subjetivo. ¿Qué es'muchas' para ti, me pregunto? ¿Cien? ¿Cincuenta? ¿Diez?
—Eso no importa —dijo ceñudo.
—No te creería si afirmaras algo menos de veinte.
—Estarías equivocada, entonces.
—¿Cómo de lejos estaría del blanco, entonces?
—He estado sólo con dos mujeres —dijo de manera cortante— incluyéndote.
—No lo creo —exclamó ella con una risa incrédula.
—Cree lo que quieras —refunfuñó, alejándose de ella.
Estaba claramente molesto, como si lamentara lo que acababa de contarle.Mientras dejaba la cama y cruzaba a zancadas hasta el guardarropa, ________ loobservó con la boca abierta de asombro. No podía aceptar su afirmación, y sinembargo no había ninguna razón para que la mintiera.
—¿Quién era la otra? —no podía resistirse a preguntar.
Su amplia y bien musculosa espalda se contrajo mientras se encogía de hombrosen una bata de terciopelo Borgoña.
—Una madame.
—¿Era francesa, quieres decir?
—No, la clase de madame que posee un burdel —contestó sin rodeos.
_______ casi se cayó del borde de la cama. Logró mantener su cara relativamentetranquila cuando él se dio la vuelta hacia ella.
—¿Fue una larga… amistad?
—Tres años.
_________ absorbió la información silenciosamente. Comprendió con consternaciónque el peso en su pecho estaba causado por los celos.
—¿Estabas enamorado de ella? —se atrevió a preguntar.
—No —dijo sin vacilación—. Pero me gustaba. Todavía me gusta.
Un ceño apareció a través de su frente.
—¿Por qué ya no la ves?
Diego sacudió su cabeza.
—Al cabo de un tiempo, Gemma creyó que no había nada más que ganar por ambaspartes continuando con el arreglo. Desde entonces me he dado cuenta que teníarazón. Y no me he acostado con nadie más, hasta ti. Entonces ya ves, no tengoproblemas en mantener mi pantalón abrochado.
Una marea de alivio la recorrió. Solamente por qué estaba tan contenta con la ideade que podría ser capaz de guardarlo todo para ella no era algo sobre lo quedeseara reflexionar demasiado estrechamente. Abandonando la cama, se apresuró arecoger su vestido desechado del suelo, y lo sostuvo delante.
—Admitiré que estoy sorprendida —dijo, tratando de parecer despreocupada por sudesnudez—. Sin duda alguna no eres predecible en ningún aspecto.
Se acercó a ella y cerró sus manos sobre sus hombros desnudos.
—Tampoco tú —contestó—. Nunca esperé recibir tal placer de una completaprincipiante—. Tomando del vestido de sus manos, Nick lo dejó caer al suelo ypresionó su cuerpo contra el terciopelo de la parte delantera de su bata. Supiel hormigueaba por la suavidad afelpada que la acariciaba desde los pechos alas rodillas—. Tal vez es porque eres mía —reflexionó, su mano cubriendo supecho pálido y redondo—. Nadie me perteneció nunca antes.
_________ rió irónicamente.
—Me haces sonar como un caballo que acabas de comprar.
—Un caballo habría sido más barato —contestó, y sonrió abiertamente cuando ellalo atacó con fingido ultraje.
Ella golpeó su pecho, y él torció sus muñecas detrás de su espalda con cuidado,haciendo que sus pechos empujaran hacia delante.
—Guarda tu fuerza —aconsejó, sonriendo contra su pelo. Liberando sus muñecas,rozó la pequeñez de su espalda con una mano—. Debes estar dolorida. Prepararéun baño caliente para ti. Cuando termines, tomaremos algo para comer.
Un baño caliente sería maravilloso. Sin embargo, el pensamiento de meterse ellamisma en un corsé y vestirse para la cena era claramente poco atrayente.
— ¿Tendré que hacer que nos envíen una bandeja con la cena aquí? —Preguntó Nick.
—Sí —dijo ________ inmediatamente y le echó un vistazo burlón—. ¿Cómo haceseso? Siempre pareces saber lo que pienso.
—Tu cara lo muestra todo—. Quitándose la bata, la colocó alrededor de ella, elterciopelo pesado la calentó con el calor persistente de su cuerpo.
—Sólo he comido en mi dormitorio una vez, cuando estaba enferma —le dijomientras él ataba la bata alrededor de ella—. Y fue hace años.
Nick se inclinó para susurrarle al oído.
—Mi apasionada novia… más tarde te mostraré que el dormitorio es el mejor lugarposible para cenar.
La bañó él mismo,arrodillándose al lado de la tina con las mangas de su traje enrolladomostrando el mojado y oscuro bello de sus antebrazos. Con lo ojosentreabiertos, _________ dejó que su mirada vagara de la columna bronceada desu garganta al pelo negro que llenaba la "v" abierta de su bata. Erauna criatura tan sólidamente masculina, y sin embargo la tocaba con suavidadincongruente. Los velos de vapor se elevaban del agua, haciendo el airecaliente e iridiscente. Ella se sentía drogada con el calor y la sensualidadmientras sus manos fuertes, jabonosas se deslizaron en los sitios íntimos de sucuerpo.
—¿Teduele aquí? —preguntó, sus dedos se resbalaron sobre la entrada hinchada de susexo.
—Un poco —se apoyó contra su brazo, su cabeza recostada sobre el borde pulidode madera de la enorme bañera de porcelana.
Nick amasó ligeramente con las yemas de sus dedos, como si pudiera curarla consu tacto.
—Traté de ser delicado.
—Lo fuiste —logró decir, sus muslos flotando separados.
Las espesas pestañas de Nick bajaron cuando miró el reluciente contorno de sucuerpo bajo el agua. Sus hermosas facciones estaban talladas con tal intensidadque su cara podría haber estado modelada en bronce.
El borde de su manga enrollada se arrastró por agua, el terciopelo que se pusocaliente y empapado.
—Jamás te lo haré otra vez —dijo— esto es una promesa.
________ contuvo la respiración mientras él separaba los pliegues sensiblesentre sus muslos e investigaba la frágil gordura que habían ocultado. Suscaderas levantadas, mientras sus manos luchaban por agarrarse sobre lasuperficie resbaladiza de la tina. Él deslizó un brazo de apoyo detrás de suespalda, sosteniéndola bien.
—Recuéstate —murmuró él—. Déjame darte placer.
No, pensó con escepticismo, no en una bañera, con una gruesa pared de porcelanaentre ellos. Pero se relajó en su abrazo y se abrió para él mientras su brazolibre se movía por su cuerpo. Ella agarró su muñeca ligeramente, sintiendo elmovimiento de tendones y músculos mientras él llevaba su pulgar sobre cada ladode su vulva. Frotaba los rebordes de seda de sus labios interiores a la vez, sutacto delicado y ligero. Suavemente la separó, acariciando con la yema de sudedo corazón a lo largo de la sensible junta, acariciando el rosado botón de susexo cada vez. Sonrió ligeramente cuando vio brillantes manchas de coloraparecer sobre su cara y pecho.
—Los chinos llaman a esto la terraza de la joya —susurró. Con cuidado su dedoresbaló dentro de ella, avanzando sólo una pulgada, dando vueltas suavemente—.Y aquí, las cuerdas del laúd… y aquí… —Él alcanzó los huecos más secretos de sucuerpo—. El corazón de la flor. ¿Te duele cuándo te toco así?
—No —jadeó.
Sus labios acariciaron su oído.
—La próxima vez que nos acostemos juntos, te mostraré una posición llamadaTigres andantes. Entraré en ti desde atrás e iré profundamente dentro… yfrotare contra el corazón de la flor una y otra vez… —Él succionó el lóbulo desu oreja, cogiéndolo ligeramente entre sus dientes. Un murmullo de placer subiódel pecho de ________ a su garganta. Estaba flotando, ingrávida, aún agarradafirmemente por brazo en su espalda y la mano entre sus muslos.
—¿Cómo sabes semejantes cosas? —preguntó vacilante.
—Alma coleccionaba libros sobre técnicas eróticas. Uno de sus favoritos es unatraducción de un texto escrito durante la dinastía Tang. El libro aconseja alos hombres aumentar su resistencia retrasando su propio placer tanto como seaposible—. Su dedo se retiró, y acarició el interior sus muslos con la ligerezade las alas de una mariposa—. Y da recetas para beneficiar la salud… parareforzar los huesos… enriquecer la sangre… asegurar una larga vida.
—Dime algunas de ellas —dijo __________, tragando con fuerza mientras su manose ahuecaba sobre ella, la base de su palma empujando rítmicamente en el lugardonde ella estaba más sensible.
Él acarició su mejilla con la nariz.
—Está la del Fénix volador, que se dice que hace desaparecer cien enfermedades.Y Las Grullas con los cuellos entrelazados, según se dice muy buena parapromover la curación.
—¿Cuántas has probado?
—Sólo aproximadamente cuarenta. Los maestros antiguos me considerarían unprincipiante.
________ retrocedió para mirarle asombrada, su movimiento provocando que unaola salpicara cerca del borde de la tina.
—¿Cuántos hay, por amor del cielo?
—Quince movimientos cóitales aplicados a treinta y seis posiciones básicas… lascuales proporcionan aproximadamente cuatrocientas variaciones.
—Pa-parece bastante excesivo —logró decir.
La diversión se enroscaba a través de su voz.
—Nos mantendría ocupados, ¿verdad?
_________ se estremeció cuando comprendió que él trataba de deslizar dos dedosdentro de ella.
—Nick, no puedo…
—Respira hondo y exhala despacio —susurró— seré delicado—. Y cuando obedeció,él facilitó que sus dedos centrales traspasaran la apretada entrada. Su pulgarjugueteó con su sexo y giró a un ritmo regular.
Gimiendo, ________ enterró su cara contra su brazo cubierto por terciopelomientras sus músculos interiores agarraban en vano ante la suave invasión.Después de que la punzada inicial se desvaneciera, comenzó a retorcerse yjadear con cada penetrante desliz.
—Me abrazas tan dulcemente aquí —dijo Nick con voz ronca—. Quiero ir más y másprofundo… perderme en ti…
Sus palabras fueron ahogadas por el tronar de su propio latido, y fueatormentada con estremecimientos de éxtasis, sus sentidos encendidos con elfuego candente.
Mucho tiempo más tarde, después de que el baño se había enfriado, _________ sevistió con un fresco camisón blanco y se acercó a la mesa de dormitorio, donde Nickestaba de pie. Ella se sintió sonrojarse cuando él la miró con una mediasonrisa.
—Me gusta el modo en que te ves en esto —dijo, acariciando sus dedos sobre elcorpiño del cuello alto del vestido—. Muy inocente.
—Ya no —dijo ________con una sonrisa avergonzada.
Él la levantó contra su cuerpo, su cara rozándose con la fresca humedad de supelo. Su seductora boca encontró su cuello.
—Oh, sí, lo eres —dijo—. Va a requerir mucho tiempo y esfuerzo pervertirtecompletamente.
—Tengo toda la confianza en que lo lograrás —dijo, y se sentó delante de unplato cargado de jamón, budín de verduras, patatas, y tartas con el frente sin cobertura.
—Por nuestro matrimonio —dijo Nick, sirviendo una copa de vino para ella—.Podría seguir con mejor rumbo del que comenzó.
Levantaron sus copas y chocaron el cristal con cuidado. ________ bebió a sorboscautelosamente, descubriendo un sabor rico, picante que equilibró la salinidaddel jamón.
Dejando su copa de lado, Nick tomó su mano en la suya y observó sus dedosdesnudos pensativamente.
—No tienes anillo. Remediaré eso mañana.
________ experimentó una chispa vergonzosa por el interés ante la idea. Ellanunca había poseído una pieza de joyería. Sin embargo, se le había implantadoen Maidstone que una señora debería evitar parecer codiciosa. Se las arreglópara adoptar una expresión imperturbable.
—No es necesario —dijo—. Muchas mujeres casadas no llevan anillos.
—Quiero que cualquiera que te mire sepa que estas agarrada.
_________ le regaló una luminosa sonrisa.
—Si insistes, supongo que no puedo detenerte.
Élsonrió abiertamente ante su obvio entusiasmo. Su pulgar acariciaba los delgadospuntos de sus nudillos.
—¿Que tipo de piedra te gustaría?
—¿Un zafiro? —sugirió esperanzada.
—Que sea un zafiro —retuvo su mano mientras hablaban, jugueteandodistraídamente con las puntas de sus dedos y las bien cuidadas uñas en forma deluna creciente—. Sospecho que querrás ver a tu familia pronto.
La atención de _________ inmediatamente se desvió del asunto del anillo.
—Sí, por favor. Temo que Lord Radnor ya pueda haber dicho a mis padres lo quehe hecho. Y no quiero que se preocupen de ser abandonados en la indigenciaahora que me he casado con otro.
—No hace falta que te sientas culpable —dijo Nick, resiguiendo las finas venasen el interior de su muñeca—. No tenías ningún papel en la negociación, no eraculpa tuya que no desearas mantenerlo.
—Pero me beneficié de ello —indicó __________ de mala gana—. Todos aquellosaños en Maidstone's… mi educación costó mucho dinero. Y ahora Lord Radnor notiene nada a cambio.
Él arqueó una oscura ceja.
—Si tu propósito es que Radnor ha sido mal usado…
—No, no es eso, precisamente. Es solo que… bueno, no fui honorable.
—Sí, sin duda deberías haberte caído sobre la espada por el resto de la familia—dijo sardónicamente—. Pero tus padres serían servidos menos mal así. Yoposiblemente no podría ser peor yerno que Radnor.
—Seguramente eres preferible como marido —dijo.
Él se rió de eso, levantando sus dedos hasta su boca.
—Preferirías a cualquiera antes que a Radnor como un marido, lo has dejadobastante claro.
_________ sonrió, pensando en privado que en el matrimonio con Nick, habíaterminado con un marido de lejos diferente del que había esperado.
—¿Qué harás mañana? —preguntó, recordando su enfrentamiento más temprano consir Miguel. Estaba segura de que Nick no renunciaría a su posición en Bow Street.
Liberando su mano, Nick frunció el ceño.
—Iré a visitar a Morgan.
—¿Crees que se pondrá de tu lado contra sir Ross?
—No hay una maldita posibilidad. Pero al menos tendré la satisfacción dedecirle a Morgan que maldito traidor podrido es.
__________ se inclinó hacia delante para tocar la solapa de su traje.
—¿Has considerado la posibilidad de que ambos hacen lo que piensan que es lomejor para ti? ¿Que pudiera ser en tu propio beneficio reclamar el título?
—¿Cómo podría ser? Dios mío, viviré en una jaula dorada.
—Estaré allí contigo.
La miró fijamente, aparentemente detenido por las palabras. La miró tanintensamente, por tanto tiempo, que _________ finalmente se convenció apreguntar.
—¿Qué? ¿Qué estas pensando?
Nick rió sin humor.
—Solamente pensaba en cuanto mejor estas preparada para mi vida que yo.
Aunque ________ lo hubiera invitado tímidamente a quedarse la noche con ella, Nicksemarchó después de la cena, retirándose al cuarto de huéspedes unas puertas másallá.
Estaré allí contigo. Sus palabras curiosamente habían afectado a Nick, justocomo lo hizo su fortuito comentario en el pozo de los deseos. Poseía unterrible don para desenredarle con una simple frase... palabras tan corrientes,y aún así envueltas de significado.
No sabía que hacer con ________. A pesar de la forma en que la había engañadoal principio, parecía totalmente dispuesta a actuar como su compañera. Lerespondió con pasión y generosidad, y en sus brazos había sido capaz de olvidarlos secretos que lo habían atormentado durante catorce años. Ansiaba más deaquel dulce olvido. Las pocas horas pasadas habían sido extraordinariamentediferentes de lo que había experimentado con Alma. Cuando hizo el amor con _________,su lujuria estaba enredada con una profunda ternura que hizo sus respuestasfísicas insoportablemente intensas.
Ella seguía alcanzando su defensa sin ni siquiera parecer saber lo que hacía, yno podía permitir a nadie esa clase de intimidad. A ese ritmo, solo eracuestión de tiempo antes de que __________ descubriera los demonios que estabanal acecho dentro de él. Y si eso pasaba, se apartaría de él con horror. Teníaque mantener cierta distancia entre ellos, de otra manera finalmente llegaría amirarlo con repugnancia. O compasión. El pensamiento hizo que le entraran escalofríos.
Tenía que mantener su indiferencia, aunque incluso ahora tuviera muchas ganasde volver a ella. En sus veintiocho años, nunca había sentido esa dolorosanecesidad por alguien. Solamente estar en la misma habitación con ella.
«Dios mío, —pensó con sordo horror, yendo hasta la ventana y mirando fijamentea ciegas en la noche—. ¿Qué me pasa?»
Sir Morgan alzó la vista de su escritorio cuando Nick irrumpió en su oficinaantes de las sesiones de la mañana. No había ningún rastro de disculpa en susduros ojos verdes.
—Ya veo que has hablado con sir Ross —dijo.
Nick se puso a desahogar su ultraje con las palabras más groseras jamásconcebidas en la historia de la lengua inglesa, asestando acusaciones quehabrían provocado que cualquier otro hombre se encogiese de terror o tendierala mano hasta la pistola más cercana. Morgan, sin embargo, escuchó con tantacalma como si Nick le ofrecía una descripción del tiempo.
Después de un extenso discurso enfático especulando sobre la probabilidad deque Morgan era nada más que una marioneta mientras que sir Ross tiraba de lascuerdas, el magistrado principal suspiró e interrumpió.
—Suficiente —dijo brevemente —comienzas a repetirte. A no ser que tengas algonuevo que añadir, también puedes ahorrarse el aliento. En cuanto a tu últimaacusación —que esta situación es toda obra de sir Ross—puedo asegurarte que ladecisión de sacarte de la fuerza fue totalmente tanto mía como suya.
Hasta aquel momento, Nick nunca se había dado cuenta de que la opinión deMorgan era tan importante para él. Pero experimentó una autentica puñalada dedolor, una durísima sensación de traición y fracaso.
— ¿Por qué? —Se oyó preguntar con voz ronca—. ¿Mi rendimiento era taninsatisfactorio? ¿Qué más podría haber hecho? Solucioné cada caso y atrapé casia cada hombre detrás del que me enviaste —y lo hice según las reglas, del modoque querías. Hice todo lo que me pediste. Incluso más.
—Nunca ha habido problema con tu rendimiento —dijo Morgan silenciosamente—. Hascumplido tus deberes tan hábilmente como cualquiera. Nunca he visto a ningúnhombre que se te igualara en valor o ingenio.
—Entonces apóyame contra sir Ross —dijo Jonas bruscamente—. Dile que se metaesa citación judicial por el cu*lo, que me necesitas en Bow Street.Sus miradas chocaron yse sostuvieron, y luego algo en la cara de Morgan cambió. Maldito si no parecíacasi paternal, Nick pensaba con sombría furia, a pesar del hecho de que Morganera sólo aproximadamente diez años mayor que él.
—Toma asiento —dijo Morgan.
—No, no lo haré…
—Por favor —la invitación fue pronunciada con inflexible cortesía.
¿Por favor? Nick ocupó la silla más cercana, prácticamente recobrándose de laconmoción. Morgan nunca había usado aquella palabra antes. Nick no habríapensado que era parte de su vocabulario. Agarrando los brazos de la silla decuero con marcas, Nick le miró con cautela.
El magistrado comenzó a hablar. En su amistad de tres años, Morgan nunca sehabía dirigido a él así, con una preocupación amistosa, bastante paternal.
—No te quiero ya en Bow street, Jonas, Dios sabe que esto no tiene nada que vercon tu eficacia. Eres el mejor agente que jamás he visto. Desde que viniste aquí,he tratado de ofrecer una mínima guía que pensé que aceptarías, y te he vistocambiar de un bastardo egoísta en un hombre que considero que es a la vez serioy responsable. Pero hay una cosa que lamento decir no ha cambiado. Desde elprincipio, has tomado riesgos suicidas en el curso de tu trabajo porque teimporta un bledo tu mismo o nadie más. Y en mi opinión, seguirás así sipermaneces aquí, a costa de tu propia vida.
— ¿Por qué demonios te importa?
—Yo fui detective durante diez años, y he visto a muchos hombres morir en elcurso de sus deberes. Yo mismo estuve cerca más de una vez. Llega un momentocuando un hombre ha pellizcado la nariz del diablo una vez demasiado a menudo,y si es demasiado obstinado o torpe para comprenderlo, pagará con su propiasangre. Yo sabía cuando pararme. Y tú también.
— ¿A causa de tus famosos instintos? —Nick se burló con ira—. ¡Maldita sea,Morgan, te quedaste como detective hasta que tuviste treinta y cinco años! Poresa cuenta, todavía me quedan siete años para marcharme.
—Has tentado al destino muchas más veces en los tres años pasados de lo que yolo hice en diez —contestó el magistrado—. Y a diferencia de ti, no usé eltrabajo como medio de exorcizar demonios.
Nick permaneció inexpresivo, mientras la desesperada pregunta ¿Qué sabe él?zumbaba y aguijoneaba en su cabeza. Sophia era la única que sabía de lacompleta fealdad de su pasado. Ella probablemente se lo había contado a Cannon,que a su vez podría haber contado algo a Morgan.
—No, no sé que demonios son esos —dijo Morgan suavemente, sus ojos calentándosecon un parpadeo de compasión o de bondad—. Aunque puedo hacer una suposiciónaceptable. Lamentablemente no tengo ningún consejo para ofrecer sobre comoreconciliarse con el pasado. Todo lo que sé es que este camino no funciona, yestaría condenado si te dejara matarte en mi guardia.
—No sé de qué demonios hablas.
Morgan siguió como si no le hubiera oído.
—Más bien me inclino a estar de acuerdo con la opinión de sir Ross de que nuncaencontraras la paz hasta que dejes de vivir detrás del escudo de un nombreficticio. Tan difícil como puede ser afrontar el mundo como Lord Sydney, piensoque es lo mejor.
— ¿Qué se supone que debo hacer como vizconde? —Preguntó Nick con unainquietante risa—. ¿Coleccionar tabaqueras y corbatas? ¿Leer periódicos en elclub? ¿Aconsejar a los arrendatarios? ¡Cristo, sé tanto sobre agricultura comotu!
—Hay miles de modos en que un hombre puede ser útil al mundo —dijo Morganrotundamente—. Créeme, nadie espera o desea que lleves una vida indolente—. Hizouna pausa y tomó un papel secante de tinta en su enorme mano, mirándolopensativamente —los detectives serán disueltos pronto, en cualquier caso. Conel tiempo habrías tenido que encontrar otra cosa que hacer. Simplementeprecipito el asunto unos meses antes.
Nick sintió que el color se escurría de su cara.
— ¿Qué?
Morgan sonrió abiertamente de pronto por su expresión.
—Venga, que no debería ser ninguna sorpresa para ti, incluso en vista de tudesinterés por la política. Cuando Cannon dejó la magistratura, era sólocuestión de tiempo hasta que los detectives fueran despedidos. Él era elcorazón y el espíritu de este lugar, le dedicó cada momento en que estabadespierto durante años, hasta… —hizo una pausa discretamente, dejando que Nickllenara el silencio.
—Hasta que encontró a mi hermana —dijo Nick ácidamente—. Y se casó con ella.
—Sí—. Morgan no parecía del todo arrepentido sobre la salida de Cannon de laoficina pública. De hecho, sus duros y afilados rasgos se ablandaron, y susonrisa se demoró mientras proseguía —la mejor cosa que jamás le pasó. Sinembargo, fue apenas un favor para Bow Street. Ahora que Cannon se ha retirado,hay un movimiento en el Parlamento para reforzar la acción de la policíalondinense. Y muchos políticos creen que la Nueva Policía se haría más popularentre el público si los agentes no estuvieran aquí para competir con ellos.
— ¿Tienen la intención de dejar todo Londres a ese manojo de tontos? —Preguntó Nickcon incredulidad—. ¡Buen Dios! La mitad de la Nueva Policía no son nada delotro mundo, y la otra mitad son ovejas negras o idio*tas.
—Sea como sea, el público nunca apoyara totalmente la Nueva Policía mientraslos detectives permanezcan. No se pueden instalar viejos instrumentos en lanueva máquina.
Atontado por el carácter definitivo de la voz del magistrado principal, Nick clavóen el una mirada acusadora.
— ¿No vas a luchar por este lugar? Tienes una obligación
—No —dijo simplemente el magistrado principal—. Mi única obligación es con miesposa. Ella y mis hijos son más importantes para mí que cualquier otra cosa.Le dejé claro a Cannon que nunca rendiría mi alma por Bow street de la maneraque él lo hizo por tanto tiempo. Y lo entendió.
— ¿Pero qué pasará con los detectives? —preguntó Nick, pensando en suscamaradas… Sayer, Flagstad, Gee, Ruthven… hombres con talento que habían servidoal público con coraje y la dedicación, todo por una mera miseria.
—Me imagino que uno o dos se unirán a la Nueva Policía, donde son muynecesarios. Los otros pasaran completamente a otras profesiones. Puedo abriruna oficina privada de investigación y emplear a dos o tres por un tiempo.
Morgan se encogió. Habiendo hecho una fortuna relativa en sus años en BowStreet, no tenía ninguna necesidad de trabajar, por otra motivo que su propiocapricho.
—¡Dios mío, me marché para ocuparme de un caso privado, y he vuelto paraencontrar toda la maldita oficina pública deshaciéndose!
El magistrado se rió suavemente.
—Vete a casa a con tu esposa, Sydney. Empieza a hacer planes. Tu vida estacambiando, no importa como trates de evitarlo.
—No seré Lord Sydney —gruñó Nick.
Los ojos verdes brillaron con amistosa irreverencia.
—Hay peores destinos, milord. Un título, tierra, una esposa… si no puedes haceralgo de eso, realmente no hay esperanza para ti. FIN DEL CAPÍTULO 9
Dayi_JonasLove!*
Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
hola!! NUEVA LECTORA!!
.soy fabiana...me puedes decir fabi*
Y me E N C A N T A..tu nove siguela prontooo
¡ S I G U E L A !*
.soy fabiana...me puedes decir fabi*
Y me E N C A N T A..tu nove siguela prontooo
¡ S I G U E L A !*
Invitado
Invitado
Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
Gracias por el apoyo chicas! :D Bienevenida fabianame alegra que te guste la nove :) y por cierto Faby Jonas ME FASCINA tu firmaaaa jajajajajajajajajjaa... ahora algunas aclaraciones antes de poner el cap: el cap se va a dividir en dos partes, cada vez estan maas largos! asi que si hay coments mañana pongo la otra parte. Y lo segundo es que como saben en la nove el verdadero nombre de Nick es Jonh, Lord Sydney. Pero como eso puede crear algun tipo de confusuion en la nove en vez de "Jonh" le voy a poner que su nombre real es "Nicholas" y el falso seguira siendo "Nick" Ok? Si no se entendio bien esa parte me dicen :) Ahora si... ENJOY IT!
Capítulo 10 (1/2)
—Algo en
amarillo pálido, creo —dijo Sophia con decisión, sentándose en medio de tantas
telas que parecía como si un arco iris hubiera explotado en la habitación.
—Amarillo —repitió _________, masticando el lado de su labio inferior—. No creo
que apague mi tez.
Como esta era al menos la décima sugerencia que _________ había rechazado, Sophia
suspiró y sacudió su cabeza con una sonrisa. Tuvo que requisar el cuarto
trasero en la tienda de su modista en la calle Oxford expresamente con el
objetivo de ordenar un ajuar para ________.
—Lo siento —dijo _________ sinceramente—. No tenía intención de ser difícil.
Está claro que tengo poca experiencia con este tipo de cosas.
Nunca le habían permitido escoger los estilos o los colores de sus vestidos.
Según los dictados de Lord Radnor, ella siempre llevaba diseños castos en
colores oscuros. Lamentablemente era ahora difícil de imaginarse a si misma en
azul vivo, o amarillo, o, que el cielo le ayuda, rosa. Y la idea de exponer la mayoría
de la parte superior de su pecho en público era tan embarazosa que se había
muerto de vergüenza ante las atrevidas ilustraciones del libro de muestras que Sophia
le había enseñado.
La hermana mayor de Nick, en su honor, era notablemente paciente. Enfocó a ________
con una uniforme mirada azul y una sonrisa persuasiva que tenía una semejanza
poco común con su hermano.
—________, querida, no eres difícil en lo más mínimo, pero…
—Mentirosa —respondió _________ inmediatamente, y ambas se rieron.
—Este bien —dijo Sophia con una sonrisa —eres condenadamente difícil, aunque
estoy segura que es involuntario. Por lo tanto voy a hacerte dos peticiones.
Primero, por favor ten en cuenta que esto no es un asunto de vida o muerte. El
escoger un vestido no es demasiado difícil, especialmente cuando esta siendo
uno aconsejado por una amiga astuta y muy elegante, que sería yo.
________ sonrió.
—¿Y la segunda petición?
—La segunda es… por favor confía en mí—. Mientras Sophia le sostenía su mirada,
estaba claro que el magnetismo de la familia de Sydney no estaba limitado a los
hombres. Ella irradiaba una mezcla de cordialidad y seguridad en sí misma a la
que era imposible resistirse—. No dejaré que parezcas desaseada o vulgar
—prometió—. Tengo un gusto excelente, y he estado fuera en la sociedad de
Londres durante algún tiempo, mientras que tú has estado…
— ¿Enterrada en Hampshire? —________ satisfizo amablemente.
—Sí, exactamente. Y si insistes en vestir en el estilo monótono que es
apropiado para una mujer con el doble de tu edad, te sentirás fuera de sitio
entre tu propia gente. Además, indudablemente perjudicaría malamente a mi
hermano, porque los chismes susurrarán que debe ser tacaño contigo, si vistes
con sencillez.
—No —dijo ________ automáticamente —sería injusto para él, cuando me ha dado
permiso para comprar cualquier cosa que desee.
—Entonces déjame escoger algunas cosas para ti—. Engatusó Sophia.
_________ asintió, reflejando que estaba probablemente demasiado lejos de la
moderación. Tendría que aprender a confiar en otra gente.
—Estoy en tus manos —dijo con resignación—. Llevaré todo lo que sugieras.
Sophia se movía limpiamente con satisfacción.
— ¡Excelente! —levantó un libro de patrones de su regazo y comenzó a insertar
trocitos de papel entre las páginas que le gustaban particularmente. La luz
jugada sobre su pelo dorado oscuro, recalcando sombras de trigo y miel en los
brillantes filamentos. Era una mujer extraordinariamente bonita, sus delicados
y decididos rasgos un eco femenino de la enérgica cara de Nick. De tanto en
tanto hacía una pausa para dar a ________ una mirada evaluativa, seguida por un
asentimiento o una rápida sacudida de su cabeza.
________ se sentó plácidamente y bebió un poco de té que el ayudante de la
modista había traído. Llovía pesadamente fuera y la tarde era gris y fresca,
pero el cuarto era acogedor y tranquilo. Las complejas cosas femeninas cubrían
o estaban amontonadas por todas partes… cordones derramados, longitudes de
cinta de seda y terciopelo, bobitas flores artificiales, sus pétalos adornados
con cuentas de cristal para simular gotas de rocío.
De vez en cuando la modista aparecía, consultaba con Sophia y tomaba apuntes,
luego discretamente desaparecía. Algunos clientes, le había dicho Sophia a _________,
necesitan que la modista los asista a cada minuto. Otros eran mucho más
decididos en sus preferencias y les gustaba tomar decisiones sin interferencia.
Tranquilamente ensimismada, _________ casi se asustó cuando Sophia habló.
—No puedes imaginarte lo emocionada que estaba cuando Nick escribió que había
tomado a una novia—. Nick sujetó dos telas unidas y las examinó críticamente,
girándolas para ver como afectaba la luz el tejido... —Dime, ¿qué fue lo
primero que te atrajo de mi hermano?
—Es un hombre guapo —dijo _________ cautelosamente—. Yo no podía menos de notar
sus ojos, y el pelo negro, y… era también muy encantador, y… —hizo una pausa,
su mente volvió a aquellos tranquilos momentos calentados por sol ante la
puerta del beso cerca el bosque… que hastiado del mundo parecía, cuanta
necesidad de consuelo. —Desolado —dijo, casi sin aliento—. Me preguntaba como
un hombre tan extraordinario podía ser la persona más triste que jamás había
conocido.
—Oh, _______ —dijo Sophia suavemente—. Me pregunto por qué pudiste ver eso en
él, cuando todos los demás consideran que es invulnerable —inclinándose
adelante, sostuvo un trozo de pálida seda ámbar bajo la barbilla de _________,
probándolo contra su tez, luego lo bajó—. Durante la mayor parte de su vida, Nick
ha tenido que luchar por la supervivencia. Era tan joven cuando nuestros padres
murieron… y se hizo tan rebelde después… —dio una pequeña sacudida rápida de su
cabeza, como si se zafara de una repentina multitud de dolorosos recuerdos—. Y
luego se escapó a Londres, y no oí nada de él, hasta que un día me enteré que
había sido condenado por algún pequeño crimen y condenado a un barco prisión.
Unos meses después de eso, me dijeron que había muerto por enfermedad a bordo
del barco. Lloré durante años.
— ¿Por qué no acudió a ti? Al menos podría haber enviado una carta de alguna
forma, para ahorrarte semejante angustia innecesaria.
—Creo que estaba demasiado avergonzado, después de lo que le había pasado.
Trató de olvidar que Nicholas, Lord
Sydney, alguna vez había existido. Era más fácil encerrar todo lejos y crear
una nueva vida para él como Nick—¿Después de lo que había pasado? —preguntó ________,
perpleja—. ¿Te refieres a su encarcelamiento?
Los ojos azules oscuros de Sophia buscaron los suyos. Pareciendo comprender que
no se le había hablado a ________ sobre algo importante, se volvió reservada.
—Sí, su encarcelamiento —dijo vagamente, y ________ sabía que Sophia protegía a
su hermano de alguna misteriosa manera.
— ¿Cómo te enteraste de que aún estaba vivo?
—Vine a Londres —contestó Sophia, —para vengarme del magistrado que lo había
condenado al barco prisión. Le culpaba por la muerte de mi hermano. Pero para
mi consternación, pronto me encontré enamorada de él.
— ¿Sir Ross? —________ la miró fijamente con asombro—. No me extraña que a Nick
no… —Dándose cuenta de lo había estado a punto de decir, se detuvo bruscamente.
— ¿Le tenga tanta aversión? —terminó Sophia para ella con una risa pesarosa—.
Sí, los dos no se tienen ningún cariño el uno al otro. Sin embargo, eso no le
ha impedido a mi marido hacer todo lo que puede para ayudar a Nick. Ya ves,
incluso después de que Nick se uniera a los detectives, él era… bastante
imprudente.
—Sí, —reconoció _________ cautelosamente —tiene una constitución bastante
vigorosa.
Sophia rió sin humor.
—Me temo que fue más que eso, querida. Durante tres años Nick ha corrido
riesgos descabellados, sin parecer preocuparse de si vive o muere.
—¿Pero por qué?
—Ciertos acontecimientos en el pasado de Nick lo han hecho más bien amargado e
indiferente. Mi marido y sir Morgan han procurado ambos ayudarle a cambiar para
bien. Yo no siempre estaba de acuerdo con sus métodos. Puedo asegurarte que sir
Rossl y yo hemos entablado combate en algunos animados debates sobre el asunto.
Sin embargo, mientras el tiempo ha pasado, parece que mi hermano ha mejorado en
muchos aspectos. Y ________, estoy muy animada por el hecho de que se haya
casado contigo—. Tomó la mano de _________ y la exprimió calurosamente.
—Sophia… — ______ apartó su mirada mientras hablaba de mala gana—. No creo que
el matrimonio realmente podría caracterizarse como un matrimonio por amor.
—No —aceptó la otra mujer suavemente—. Me temo que la experiencia de amar y ser
amado sea bastante extraña para Nick. Sin duda le llevará algún tiempo
reconocer el sentimiento por lo que es.
_________
estaba segura de que Sophia tenía la intención de tranquilizarla. Sin embargo,
la idea de que Nick Jonas se enamorara de ella no sólo era improbable sino
también alarmante. Él nunca bajaría la guardia hasta ese punto, nunca permitirá
a alguien semejante poder sobre él, y si lo hiciera, muy bien podría hacerse
tan obsesivo y dominante como Lord Radnor. No quería que nadie la amara. Aunque
estaba claro que algunas personas encontraban una gran alegría en el amor, como
Sophia y sir Ross, _______ no podía evitar considerarlo como una trampa. El
arreglo que ella y Nick habían elaborado era mucho más seguro.
Nick se encontró extrañamente a la deriva después que abandonó la oficina
pública. Había comenzado a llover, y las nubes que florecían prometían un
diluvio más pesado aún por venir. Al descubierto, cruzando a zancadas por el
pavimento liso, sentía el frío, las gruesas salpicaduras de agua hundiéndose
por su pelo y apedreando el cerrado tejido de la tela de su abrigo. Debería
buscar refugio en algún lugar… El Oso pardo, una taberna situada frente al Nº 3
de Bow Street… o quizás La Casa de Café de Tom, donde el médico preferido de
los agentes, el Doctor Linley, solía aparecer. O su propio hogar… pero se
espantó de ese pensamiento al instante.
La lluvia caía más pesada, en frías y empapadas lágrimas lo que llevó a
vendedores callejeros y a los peatones a agruparse bajo los toldos de las
tiendas. Muchachos flacuchos entraban como flechas en la calle para ir a buscar
taxis para los caballeros que habían sido pillados desprevenidos por la lluvia.
Paraguas rotos abiertos, sus armazones torcidos por las fuertes ráfagas de
viento, mientras el cielo era dividido por los dentados rayos de los
relámpagos. El aire perdió su característico olor a patio de cuadra y tomó la
frescura de la lluvia de primavera. Corrientes marrones traspasaban las
alcantarillas, librándolas de la pestilente sustancia que los limpiadores
nocturnos habían fallado en quitar durante las rondas de la tarde.
Nick anduvo sin dirección, mientras la lluvia se deslizaba bajando por su cara
y goteaba de su barbilla. Por lo general en su tiempo libre iba a algún sitio
con Sayer o Ruthven a intercambiar historias ante una cerveza y un bistec, o
asistirían a un combate de boxeo o una comedia subida de tono en Drury Lane. A
veces patrullaban las calles en un pequeño grupo, inspeccionando tranquilamente
las carreteras y callejones ante cualquier signo de alteración.
Pensando en otros detectives, Nick sabía que pronto perdería su compañerismo.
Era una locura esperar que fuera de otra manera. Ya no podía moverse en su
mundo más; sir Ross lo había hecho imposible. ¿Pero por qué? ¿Por qué el
bastardo entrometido no podía haberle dejado sobradamente en paz? La mente de Nick
perseguía en círculos, fallando en aprehender la respuesta. Quizás tenía algo
que ver con la búsqueda indefectible de sir Ross de lo correcto, del orden. Nick
había nacido vizconde y por lo tanto debía ser restituido a su posición, no
importa lo poco apto que fuera para ello.
Nick pensó en lo que sabía de la nobleza, de sus hábitos y rituales, las
incontables normas de conducta, el inevitable retiro de los aristócratas
hacendados de la realidad de la vida común. Trataba de imaginarse pasando la
mayoría de su tiempo holgazaneando en salas y salones, o haciendo crujir su
periódico recién planchado en el club. Dando discursos ante los Lores para
demostrar su conciencia social. Asistiendo a soirees, y charlando sobre arte y
literatura, y cambiando cotilleos sobre otros caballeros con medias de seda.
Una sensación de pánico lo llenó. No se había sentido así de atrapado, ese
agobio, desde que le bajaron a la oscura y apestosa bodega del barco prisión y
encadenaron junto a los más envilecidos seres imaginables. Pero entonces él
sabía que la libertad yacía justo fuera de los cascos del barco anclado. Y ahora
no había ningún lugar para escaparse.
Como un animal en una jaula, su mente buscaba con movimientos enfadados,
buscando una especie de refugio.
—¡Jonas! —La exclamación amistosa interrumpió sus pensamientos.
Eddie Sayer se acercó a Nick con su acostumbrada simpática sonrisa. Grande,
apuesto y simpático por naturaleza, a todos los agentes les gustaba Sayer, y
era el único en el que Nick más confiaba en una situación difícil.
—Finalmente has regresado —exclamó Sayer, intercambiando un caluroso apretón de
manos. Sus ojos negros centellearon bajo el ala de su sombrero empapado—. Veo
que acabas de venir de la oficina. Sin duda sir Morgan te ha dado una
endemoniada misión para compensar tu larga ausencia.
Nick encontró que su arsenal habitual de agudos chistes estaba agotado. Sacudió
su cabeza, encontrando difícil de explicar como su vida se había vuelto patas
arriba en el espacio de una semana.
—Ninguna misión —dijo con voz ronca—. He sido despedido.
— ¿Qué? —Sayer le miraba sin comprender—. ¿Es para bien? Eres el mejor hombre
que tiene Morgan. ¿Por qué demonios haría eso?
—Porque voy a ser vizconde.
De pronto la perplejidad de Sayer desapareció, y se rió.
—Y yo voy a ser el duque de Devonshire.
Nick no forzó una sonrisa, solo miró a Sayer con sombría resignación que
provocó que la diversión del otro hombre se desvaneciera ligeramente.
—¿Jonas, —preguntó Sayed —no es un poco temprano para que estés confundido?
—No he estado bebiendo.
Ignorando la declaración, Sayer señaló con un gesto La Casa de Café de Tom.
—Venga, intentaremos ponerte sobrio con algo de café. Quizás Linley esté allí,
él puede echar una mano para comprender que te ha aturdido tanto.
Después de numerosas tazas de café que habían sido generosamente endulzadas con
terrones de azúcar moreno, Nick se sentía como un reloj de bolsillo al que se
le había sido dado cuerda demasiado fuerte. Encontraba poco consuelo en la
compañía de Sayer y Linley, que claramente no sabían que hacer de su
inverosímil afirmación. Ellos lo presionaron por detalles que era incapaz de
dar, porque no podía reunir el valor para hablar de un pasado que había pasado
una década y media tratando de olvidar. Finalmente los dejó en La Casa de Café
y volvió a pasear bajo la lluvia. Amargamente pensó que el único período de su
vida en la cual había sido capaz de tomar decisiones por si mismo habían sido
sus años como señor del crimen. Sería condenado fácilmente por pasar por alto
la violenta miseria de aquellos años y pensar sólo en el placer salvaje que
había obtenido en burlar a sir Ross Cannon en todo momento. Si alguien le
hubiera dicho en aquel entonces que un día estaría trabajando para Bow Street,
y casado, y obligado a llevar el maldito titulo familiar… Santo Infierno.
Habría tomado todas y cada una de las medidas para evitar semejante destino.
Pero no podía pensar en lo que podría haber hecho de manera diferente. El trato
con sir Ross había sido inevitable. Y a partir del momento en que había visto a
_______ de pie sobre aquel muro sobre el acantilado del río en Hampshire, la
había deseado. Sabía también que nunca dejaría de desearla, y probablemente
debería abandonar todas las tentativas de lograr entender por qué. A veces no
había ningún motivo, la cosa era simplemente así.
Pensando en el olor dulcemente erótico de su esposa y sus elocuentes ojos
castaños, de pronto se encontró delante de una joyería. El lugar estaba
desprovisto de clientes, excepto uno que se disponía a salir disparado hacia el
aguacero bajo la cuestionable cubierta de un abollado paraguas.
Nick entró justo cuando el otro hombre se precipito hacia fuera. Retirando el
pelo que goteaba de sus ojos, echó un vistazo por la tienda, notando las mesas
cubiertas de fieltro y la puerta que conducía la segura habitación de atrás.
—¿Señor? —Un joyero se acercó a él, de su cuello colgaba una lupa de gran
aumento. Le echó un vistazo a Nick de agradable interrogación—. ¿Puedo
ayudarle?
—Quiero un zafiro —le dijo Nick—. Para un anillo de señora.
El hombre sonrió.
—Entonces ha hecho bien en venir aquí, porque recientemente he importado una
selección magnífica de zafiros de Ceilán. ¿Hay un peso particular que tenga en
mente?
—Al menos cinco quilates, sin defectos. Algo más grande, si lo tiene.
Los ojos del joyero brillaron con evidente impaciencia.
—Una señora afortunada por recibir un regalo tan generoso.
—Es para la esposa de un vizconde —dijo Nick sardónicamente, desatando su
abrigo empapado por lluvia.
Era por la tarde cuando Nick volvió a la Calle Betterton. Desmontando en la
entrada de su casa, le dio las riendas al lacayo, que se había lanzado hacia
fuera en la tormenta con un paraguas.
Rechazando el paraguas, que le serviría de poco en este momento, Nick subió chapoteando
los escalones delanteros. La sra. Trench cerró la puerta contra la bravuconería
de la tormenta, sus ojos se ensancharon ante la vista de él. Entonces Nick
apareció, aseada y seca con su vestido gris oscuro, su pelo plateado a la luz
de la lámpara.
— ¡Por
Dios!, estas medio ahogado —exclamó _______, apresurándolo a avanzar. Reclutó a
una criada para ayudar a retirar el abrigo empapado de sus hombros y ofreciéndole
quitar sus botas fangosas allí mismo en el vestíbulo. Nick apenas oyó lo que
ella dijo a los criados, toda su conciencia enfocada en la pequeña silueta de ________
mientras la seguía arriba.
—Debes tener frío —dijo con preocupación, echando un vistazo sobre su hombro—.
Pondré en marcha la ducha para calentarte, y luego puedes sentarse delante del
fuego. Salí antes con tu hermana, ella vino de visita, y fuimos a la calle
Oxford y pasamos una mañana encantadora en la modista. Prometo que lamentarás
darme carta blanca con tu crédito, porque permití a Sophia persuadirme para
encargar un escandaloso número de vestidos. Unos cuantos eran positivamente
escandalosos. Temo que nunca tendré coraje para llevarlos fuera de casa. Y
luego hicimos una excursión a la librería, y fue allí donde realmente perdí la
cabeza. Sin duda nos he empobrecido ahora…
Una descripción extensa de varias de sus compras siguió, mientras le empujaba
suavemente dentro del vestidor y le mandaba quitarse su ropa mojada. Nick se
movía con un cuidado fuera de lo normal, su intensa conciencia de ella casi le
hacía torpe. _______ atribuyó su lentitud a la frialdad tomada afuera, diciendo
algo sobre los peligros para la salud de pasear en una tormenta, y que debía
beber una taza de té con brandy después de la ducha. Él no tenía frío en
absoluto. Estaba ardiendo por dentro, recordando detalles de la noche anterior…
sus pechos, sus muslos abiertos, los sitios donde la sedosa suavidad
desembocaba en los claros e íntimos rizos.
Simplemente no podía caer sobre ella en el momento que entró en la casa, como
si no tuviera un mínimo de autocontrol. Pero ah, como lo deseó, pensó con una
sonrisa sardónica, manejando torpemente los broches de su ropa. Las ropas
mojadas cayeron con dificultad. A pesar de su calor interior, se dio cuenta de
que en verdad se había enfriado. Oyó el traqueteo de las tuberías mientras ________
ponía en marcha la ducha, y luego su vacilante toque en la puerta.
—Te he traído tu bata —llegó su voz sorda. Su mano apareció alrededor del marco
de la puerta con el terciopelo Borgoña agarrado entre sus dedos.
Nick miró su pequeña mano, el sensible interior de su muñeca con un pequeño
esbozo de las venas. Anoche había sido fácil encontrar cada latido de su pulso,
cada lugar vulnerable de su cuerpo. Se encontró extendiendo la mano, ignorando
la bata prefiriendo envolver sus dedos alrededor de su delicada muñeca. Empujó
la puerta para abrirla totalmente y la arrastró delante de él, mirando su cara
ruborizada. No le era difícil de ver lo que él deseaba.
—No necesito bata —dijo bruscamente, tirando la ropa de su mano y dejándola
caer al suelo.
—La ducha… —murmuró ________, callando cuando él alcanzó los botones de la abertura
delantera de su vestido. Sus dedos se volvieron rápidos y seguros, quitando el
corpiño para revelar la obra de lino y el corsé que moldeaba su carne. Él
empujó hacia abajo las mangas, llevándose los tirantes de la camisa con ellas,
y puso su boca en la curva desnuda de su hombro.
Milagrosamente ella se relajó en su abrazo con una buena voluntad que él no
había esperado. Inflamado, probó la fina piel de su hombro, besó y lamió el
sendero hasta su garganta, mientras él acariciaba sus manos libres del vestido
y lo empujaba hasta sus caderas
La ducha comenzó a calentarse, saturando el aire de vapor. Nick desenganchó la
parte delantera del corsé, comprimiendo brevemente los rígidos bordes de la
ropa, liberándolos después completamente. ________ se agarró a sus hombros
mientras se movía para ayudarle a quitar el resto de su ropa interior. Sus ojos
estaban cerrados, sus párpados translúcidos temblando ligeramente cuando comenzó
a respirar con largos suspiros.
Ávidamente, Nick la arrastró con él dentro de la lluvia caliente de la ducha.
Girando su cara para apartarla de la corriente del agua, ________ descansó su
cabeza sobre su hombro, permaneciendo de pie pasivamente mientras sus manos se
deslizaban sobre su cuerpo. Sus pechos eran pequeños, pero llenaban sus manos,
los pezones se endurecieron por el apretón de sus dedos. Él modeló sus manos
sobre su cintura sin límite, la elevación de sus caderas, su redondo trasero… acariciándola
por todas partes, moviéndola contra la atiborrada longitud de su sexo. Gimiendo,
ella separó sus muslos en sumisión a su mano exploradora, presionando su
delicada carne contra su pulgar acariciante. Cuando entro en ella con sus
dedos, ella jadeó e instintivamente se relajó a la delicada penetración. Él la
acarició, pasando la mano sobre los profundos y secretos lugares que la
llevaron al borde del orgasmo. Cuando estuvo lista para correrse, la levantó
contra la pared embaldosada, un brazo bajo sus caderas, el otro detrás de su
espalda. Ella hizo un sonido de sorpresa y se aferró a él, sus ojos se
ensanchan cuando él empujó su miembro dentro de ella. Su carne se cerró
apretadamente alrededor de el, tragándose cada pulgada de su miembro mientras
la dejó que se acomodara contra él.
—Te tengo —murmuró, su cuerpo resbaladizo cerrado firmemente en sus brazos—. No
tengas miedo.
Respirando rápido, ella apoyó la parte de atrás de su cabeza contra su brazo.
Con el agua caliente cayendo por su espalda, y el lozano cuerpo femenino
empalado en él, cada pensamiento lúcido se evaporó rápidamente. Él la llenaba
con intensas oleadas ascendentes, una y otra vez, hasta que ella gritó y se
agarró con fuerza alrededor de él en sensuales contracciones. Nick se mantuvo inmóvil,
sintiéndola temblar alrededor de él, las profundidades de su cuerpo se hicieron
casi insoportablemente ceñidas. Sus espasmos parecían arrastrarlo más hondo,
provocando olas de placer de su ingle, y se estremeció mientras se consumía
dentro de ella.
Liberándola despacio, la dejó deslizarse hacia abajo de su cuerpo hasta que sus
pies tocaron el embaldosado. Él ahuecó una mano alrededor de su cabeza mojada y
frotó su boca sobre su pelo empapado, sus pestañas empapadas, la punta redonda
de su nariz. Justo cuando alcanzó sus labios, ella apartó su cara, y él gruñó
de frustración, muriéndose por su sabor. Nunca había deseado nada tan
desesperadamente. Por una fracción de segundo estuvo tentado de sostener su
cabeza con sus manos y aplastar su boca en la suya. Pero eso no le satisfaría…
no podía conseguir lo que deseaba de ella por la fuerza.
Llevando a ________ de la ducha, secó a ambos delante del hogar del dormitorio
y peinó el largo pelo de ________. Las finas hebras eran de color ámbar oscuro
cuando se mojaban, volviéndose de un tono pálido de champán cuando estaban
secas. Admirando el contraste de los brillantes cabellos contra su bata de
terciopelo, los alisó con sus dedos.
— ¿Qué os dijisteis tu y sir Morgan? —preguntó Roberta, inclinándose atrás
contra su pecho cuando se sentaron sobre la gruesa alfombra Aubusson. Ella
llevaba otra de sus batas, que era al menos tres veces su tamaño.
—Él apoyó la decisión de sir Ross, naturalmente —dijo Nick, sorprendido por
dentro de comprender que su amarga desesperación de la mañana se había apagado
considerablemente. Parecía que su mente se reconciliaba ante la perspectiva de
lo que se presentaba en el futuro, aunque de mala gana. Le contó lo que Morgan
había dicho sobre que los detectives se disolverían pronto, y ________ se
retorció para mirarlo con pensativo ceño fruncido.
—¿Londres sin los detectives de Bow Street?
—Las cosas cambian —dijo rotundamente —lo estoy aprendiendo.
________ se sentó para afrontarlo, irreflexivamente curvando su brazo alrededor
de su rodilla levantada de apoyo.
—Nick —dijo cautelosamente —cuando Sophia y yo hablábamos hoy, ella mencionó
algo que creo que desearas saber, aun cuando se supone que es una sorpresa.
—No me gustan las sorpresas —refunfuñó—. Ya he tenido bastantes últimamente.
—Sí, eso es lo que pensé.
Sus ojos eran de un limpio castaño oscuro, como relucientes tazas de té de
caravana. Nick miró fijamente su cara dulcemente curvada, la barbilla demasiado
puntiaguda, la nariz demasiado corta. Las pocas imperfecciones hacían su
belleza única y eternamente interesante, mientras que los rasgos más
clásicamente formados le habrían aburrido rápidamente. Su cuerpo reaccionó con
placer ante la presión del brazo delgado enganchado alrededor de su pierna y el
lado de su pecho que rozaba su rodilla.
— ¿Qué te contó mi hermana? —preguntó.
_________ alisó los pliegues sueltos de la bata de seda.
—Concierne a la casa de tu familia en Worcestershire. Sophia y sir Ross la han
restaurado, como un regalo para ti. Están reparando el señorío y ajardinado las
tierras. Sophia ha puesto gran cuidado en seleccionar telas y pinturas y
mobiliario que se parecieran estrechamente a los que recordaba. Dice que se
parece más bien a un viaje atrás en el tiempo… que cuando traspasa la entrada
delantera, medio espera oír la voz de vuestra madre llamándola, y encontrar a
vuestro padre fumando en la biblioteca…
—Dios mío —dijo Nick entre dientes, poniéndose de pie.
________
permaneció delante del fuego, extendiendo sus manos hacia el calor.
—Quieren llevarnos allí después de que la citación judicial llegue. Pensé que
es mejor advertirte por adelantado, para concederte tiempo para prepararte.
—Gracias—. Nick logró decir tensamente—. Aunque ninguna cantidad de tiempo
sería suficiente para eso.
La casa familiar… Worcestershire… no había vuelto allí desde que él y Sophia se
habían quedado huérfanos. ¿No había un maldito escape de allí? Sintió como si
estuviera siendo arrastrado inexorablemente hacia un hoyo sin fondo. El nombre
de Sydney, el título, la hacienda, los recuerdos… no quería nada de eso, y lo
empujaban a eso a pesar de todo.
Una sospecha repentina se extendió por él.
—¿Qué más te contó mi hermana?
—Nada de importancia.
Nick habría sido capaz de ver si su hermana hubiera confiado en ella. Pero
parecía que Sophia no lo había traicionado de ese modo. Y si ella no le había
contado a ________ por ahora, probablemente seguiría manteniendo su silencio.
Ligeramente relajando, restregó sus dedos por su pelo despeinado.
—Malditos todos y todo —dijo con voz baja. Pero cuando vio la expresión
indignada sobre la cara de Roberta, añadió —excepto tu.
—Faltaría más —replicó —estoy de tu lado, lo sabes.
—¿Lo estas? —preguntó, acariciando la idea a pesar suyo.
—Tu vida no es la única que se ha vuelto desordenada —lo informó—. ¡Y pensar
que estaba preocupada por los problemas que mi familia causaría!
Nick estaba tentado de reír en medio de su irritación. Fue hasta donde ella se
sentó y bajó una mano hacia ella.
—Si deja de llover —dijo, tirándola de ella hacia arriba —visitaremos a tus
padres mañana.
La cara expresiva de ________ traicionó tanto consternación como impaciencia.
—Si no es conveniente… esto, si tienes otros planes… estoy dispuesta a esperar.
—No tengo planes —dijo Nick, pensando brevemente en su rechazo—. Mañana será
tan conveniente como cualquier otro día.
—Gracias. Realmente quiero verlos. Sólo espero… —_______ se calló, sus cejas se
juntaron. El dobladillo de la bata se arrastró en una larga cola mientras ________
iba hacia el fuego. Nick la siguió inmediatamente, deseando muchísimo abrazarla
y tranquilizarla, besar sus labios hasta que se ablandaran bajo los suyos.
—Intenta no pensar en ello —la aconsejó—. Angustiarte tu misma no cambiará
nada.
—No será una visita agradable. No puedo pensar en una situación en la cual las
dos partes podrían sentirse más traicionados mutuamente. Aunque estoy segura de
que la mayoría de la gente me culparía.
Nick acarició los lados de sus brazos sobre las mangas de seda.
— ¿Si tuvieras que volver a hacerlo otra vez, te habrías quedado para casarse
con Radnor?
—Seguramente no.
Girando a _________ para enfrentarlo, alisó su pelo atrás de su frente.
—Entonces te prohíbo que te sientas culpable por ello.
— ¿Prohíbes? —repitió, arqueando sus cejas.
Nick sonrió abiertamente.
— ¿Prometiste obedecerme, verdad? Bien, haz como digo, o afronta las
consecuencias.
— ¿Cuáles son?
Él desató su bata, la dejó caer al suelo, y se puso a demostrar exactamente lo
que quería decir.
La Familia Howard vivía en una aldea dos millas al oeste del Londres moderno,
una rama residencial rodeada por tierra de cultivo. Nick recordaba la casa bien
estructurada pero desvencijada de su visita anterior, al principio de su
búsqueda de ________. La ironía de volver a ellos como su nuevo y muchísimo
menos deseado yerno lo habría hecho reír, porque la situación contenía fuertes
elementos de farsa. Sin embargo, su diversión privada estaba apisonada por el
silencio impenetrable de _________. Deseaba poder ahorrarla la dificultad de
ver a su familia. Por otra parte, era necesario para ________ hacerles frente y
al menos intentar hacer las paces.
La pequeña casa de estilo Tudor estaba en una hilera de casas
arquitectónicamente similares. Encabezadas por pequeños cuadros de jardín,
demasiado crecidos, el rojo ladrillo exterior tristemente desmoronado. La
puerta de la calle estaba levantada cuatro pasos de la tierra, la estrecha
entrada conducía a dos habitaciones en la planta baja que servían como salas.
Al lado de la entrada, otro juego de escalones de piedra conducía al sótano
abajo, que contenía una cocina y un tanque de almacenaje de agua que se llenaba
por la cañería principal en el camino.
Tres niños jugaban en los terrenos de jardín, blandiendo palos y corriendo en
círculos. Como ________, eran muy rubios, tenían la piel blanca, y eran de
constitución delgada. Había visto a los niños antes, le habían dicho a Nick sus
nombres, pero no podía recordarlos. El carruaje se quedó en el pavimentado
camino para carruajes, y las pequeñas caras aparecieron en la puerta delantera,
mirando fijamente por las tablillas desconchadas mientras Nick ayudaba a ______
a descender del carruaje.
La cara de _______ estaba en apariencia tranquila, pero Nick vio como apretaba
fuertemente sus dedos enguantados, y experimentó algo que él nunca había
conocido antes, preocupación por los sentimientos de otro. No le gustó.
________ se paró ante la puerta, su cara pálida.
Capítulo 10 (1/2)
—Algo en
amarillo pálido, creo —dijo Sophia con decisión, sentándose en medio de tantas
telas que parecía como si un arco iris hubiera explotado en la habitación.
—Amarillo —repitió _________, masticando el lado de su labio inferior—. No creo
que apague mi tez.
Como esta era al menos la décima sugerencia que _________ había rechazado, Sophia
suspiró y sacudió su cabeza con una sonrisa. Tuvo que requisar el cuarto
trasero en la tienda de su modista en la calle Oxford expresamente con el
objetivo de ordenar un ajuar para ________.
—Lo siento —dijo _________ sinceramente—. No tenía intención de ser difícil.
Está claro que tengo poca experiencia con este tipo de cosas.
Nunca le habían permitido escoger los estilos o los colores de sus vestidos.
Según los dictados de Lord Radnor, ella siempre llevaba diseños castos en
colores oscuros. Lamentablemente era ahora difícil de imaginarse a si misma en
azul vivo, o amarillo, o, que el cielo le ayuda, rosa. Y la idea de exponer la mayoría
de la parte superior de su pecho en público era tan embarazosa que se había
muerto de vergüenza ante las atrevidas ilustraciones del libro de muestras que Sophia
le había enseñado.
La hermana mayor de Nick, en su honor, era notablemente paciente. Enfocó a ________
con una uniforme mirada azul y una sonrisa persuasiva que tenía una semejanza
poco común con su hermano.
—________, querida, no eres difícil en lo más mínimo, pero…
—Mentirosa —respondió _________ inmediatamente, y ambas se rieron.
—Este bien —dijo Sophia con una sonrisa —eres condenadamente difícil, aunque
estoy segura que es involuntario. Por lo tanto voy a hacerte dos peticiones.
Primero, por favor ten en cuenta que esto no es un asunto de vida o muerte. El
escoger un vestido no es demasiado difícil, especialmente cuando esta siendo
uno aconsejado por una amiga astuta y muy elegante, que sería yo.
________ sonrió.
—¿Y la segunda petición?
—La segunda es… por favor confía en mí—. Mientras Sophia le sostenía su mirada,
estaba claro que el magnetismo de la familia de Sydney no estaba limitado a los
hombres. Ella irradiaba una mezcla de cordialidad y seguridad en sí misma a la
que era imposible resistirse—. No dejaré que parezcas desaseada o vulgar
—prometió—. Tengo un gusto excelente, y he estado fuera en la sociedad de
Londres durante algún tiempo, mientras que tú has estado…
— ¿Enterrada en Hampshire? —________ satisfizo amablemente.
—Sí, exactamente. Y si insistes en vestir en el estilo monótono que es
apropiado para una mujer con el doble de tu edad, te sentirás fuera de sitio
entre tu propia gente. Además, indudablemente perjudicaría malamente a mi
hermano, porque los chismes susurrarán que debe ser tacaño contigo, si vistes
con sencillez.
—No —dijo ________ automáticamente —sería injusto para él, cuando me ha dado
permiso para comprar cualquier cosa que desee.
—Entonces déjame escoger algunas cosas para ti—. Engatusó Sophia.
_________ asintió, reflejando que estaba probablemente demasiado lejos de la
moderación. Tendría que aprender a confiar en otra gente.
—Estoy en tus manos —dijo con resignación—. Llevaré todo lo que sugieras.
Sophia se movía limpiamente con satisfacción.
— ¡Excelente! —levantó un libro de patrones de su regazo y comenzó a insertar
trocitos de papel entre las páginas que le gustaban particularmente. La luz
jugada sobre su pelo dorado oscuro, recalcando sombras de trigo y miel en los
brillantes filamentos. Era una mujer extraordinariamente bonita, sus delicados
y decididos rasgos un eco femenino de la enérgica cara de Nick. De tanto en
tanto hacía una pausa para dar a ________ una mirada evaluativa, seguida por un
asentimiento o una rápida sacudida de su cabeza.
________ se sentó plácidamente y bebió un poco de té que el ayudante de la
modista había traído. Llovía pesadamente fuera y la tarde era gris y fresca,
pero el cuarto era acogedor y tranquilo. Las complejas cosas femeninas cubrían
o estaban amontonadas por todas partes… cordones derramados, longitudes de
cinta de seda y terciopelo, bobitas flores artificiales, sus pétalos adornados
con cuentas de cristal para simular gotas de rocío.
De vez en cuando la modista aparecía, consultaba con Sophia y tomaba apuntes,
luego discretamente desaparecía. Algunos clientes, le había dicho Sophia a _________,
necesitan que la modista los asista a cada minuto. Otros eran mucho más
decididos en sus preferencias y les gustaba tomar decisiones sin interferencia.
Tranquilamente ensimismada, _________ casi se asustó cuando Sophia habló.
—No puedes imaginarte lo emocionada que estaba cuando Nick escribió que había
tomado a una novia—. Nick sujetó dos telas unidas y las examinó críticamente,
girándolas para ver como afectaba la luz el tejido... —Dime, ¿qué fue lo
primero que te atrajo de mi hermano?
—Es un hombre guapo —dijo _________ cautelosamente—. Yo no podía menos de notar
sus ojos, y el pelo negro, y… era también muy encantador, y… —hizo una pausa,
su mente volvió a aquellos tranquilos momentos calentados por sol ante la
puerta del beso cerca el bosque… que hastiado del mundo parecía, cuanta
necesidad de consuelo. —Desolado —dijo, casi sin aliento—. Me preguntaba como
un hombre tan extraordinario podía ser la persona más triste que jamás había
conocido.
—Oh, _______ —dijo Sophia suavemente—. Me pregunto por qué pudiste ver eso en
él, cuando todos los demás consideran que es invulnerable —inclinándose
adelante, sostuvo un trozo de pálida seda ámbar bajo la barbilla de _________,
probándolo contra su tez, luego lo bajó—. Durante la mayor parte de su vida, Nick
ha tenido que luchar por la supervivencia. Era tan joven cuando nuestros padres
murieron… y se hizo tan rebelde después… —dio una pequeña sacudida rápida de su
cabeza, como si se zafara de una repentina multitud de dolorosos recuerdos—. Y
luego se escapó a Londres, y no oí nada de él, hasta que un día me enteré que
había sido condenado por algún pequeño crimen y condenado a un barco prisión.
Unos meses después de eso, me dijeron que había muerto por enfermedad a bordo
del barco. Lloré durante años.
— ¿Por qué no acudió a ti? Al menos podría haber enviado una carta de alguna
forma, para ahorrarte semejante angustia innecesaria.
—Creo que estaba demasiado avergonzado, después de lo que le había pasado.
Trató de olvidar que Nicholas, Lord
Sydney, alguna vez había existido. Era más fácil encerrar todo lejos y crear
una nueva vida para él como Nick—¿Después de lo que había pasado? —preguntó ________,
perpleja—. ¿Te refieres a su encarcelamiento?
Los ojos azules oscuros de Sophia buscaron los suyos. Pareciendo comprender que
no se le había hablado a ________ sobre algo importante, se volvió reservada.
—Sí, su encarcelamiento —dijo vagamente, y ________ sabía que Sophia protegía a
su hermano de alguna misteriosa manera.
— ¿Cómo te enteraste de que aún estaba vivo?
—Vine a Londres —contestó Sophia, —para vengarme del magistrado que lo había
condenado al barco prisión. Le culpaba por la muerte de mi hermano. Pero para
mi consternación, pronto me encontré enamorada de él.
— ¿Sir Ross? —________ la miró fijamente con asombro—. No me extraña que a Nick
no… —Dándose cuenta de lo había estado a punto de decir, se detuvo bruscamente.
— ¿Le tenga tanta aversión? —terminó Sophia para ella con una risa pesarosa—.
Sí, los dos no se tienen ningún cariño el uno al otro. Sin embargo, eso no le
ha impedido a mi marido hacer todo lo que puede para ayudar a Nick. Ya ves,
incluso después de que Nick se uniera a los detectives, él era… bastante
imprudente.
—Sí, —reconoció _________ cautelosamente —tiene una constitución bastante
vigorosa.
Sophia rió sin humor.
—Me temo que fue más que eso, querida. Durante tres años Nick ha corrido
riesgos descabellados, sin parecer preocuparse de si vive o muere.
—¿Pero por qué?
—Ciertos acontecimientos en el pasado de Nick lo han hecho más bien amargado e
indiferente. Mi marido y sir Morgan han procurado ambos ayudarle a cambiar para
bien. Yo no siempre estaba de acuerdo con sus métodos. Puedo asegurarte que sir
Rossl y yo hemos entablado combate en algunos animados debates sobre el asunto.
Sin embargo, mientras el tiempo ha pasado, parece que mi hermano ha mejorado en
muchos aspectos. Y ________, estoy muy animada por el hecho de que se haya
casado contigo—. Tomó la mano de _________ y la exprimió calurosamente.
—Sophia… — ______ apartó su mirada mientras hablaba de mala gana—. No creo que
el matrimonio realmente podría caracterizarse como un matrimonio por amor.
—No —aceptó la otra mujer suavemente—. Me temo que la experiencia de amar y ser
amado sea bastante extraña para Nick. Sin duda le llevará algún tiempo
reconocer el sentimiento por lo que es.
_________
estaba segura de que Sophia tenía la intención de tranquilizarla. Sin embargo,
la idea de que Nick Jonas se enamorara de ella no sólo era improbable sino
también alarmante. Él nunca bajaría la guardia hasta ese punto, nunca permitirá
a alguien semejante poder sobre él, y si lo hiciera, muy bien podría hacerse
tan obsesivo y dominante como Lord Radnor. No quería que nadie la amara. Aunque
estaba claro que algunas personas encontraban una gran alegría en el amor, como
Sophia y sir Ross, _______ no podía evitar considerarlo como una trampa. El
arreglo que ella y Nick habían elaborado era mucho más seguro.
Nick se encontró extrañamente a la deriva después que abandonó la oficina
pública. Había comenzado a llover, y las nubes que florecían prometían un
diluvio más pesado aún por venir. Al descubierto, cruzando a zancadas por el
pavimento liso, sentía el frío, las gruesas salpicaduras de agua hundiéndose
por su pelo y apedreando el cerrado tejido de la tela de su abrigo. Debería
buscar refugio en algún lugar… El Oso pardo, una taberna situada frente al Nº 3
de Bow Street… o quizás La Casa de Café de Tom, donde el médico preferido de
los agentes, el Doctor Linley, solía aparecer. O su propio hogar… pero se
espantó de ese pensamiento al instante.
La lluvia caía más pesada, en frías y empapadas lágrimas lo que llevó a
vendedores callejeros y a los peatones a agruparse bajo los toldos de las
tiendas. Muchachos flacuchos entraban como flechas en la calle para ir a buscar
taxis para los caballeros que habían sido pillados desprevenidos por la lluvia.
Paraguas rotos abiertos, sus armazones torcidos por las fuertes ráfagas de
viento, mientras el cielo era dividido por los dentados rayos de los
relámpagos. El aire perdió su característico olor a patio de cuadra y tomó la
frescura de la lluvia de primavera. Corrientes marrones traspasaban las
alcantarillas, librándolas de la pestilente sustancia que los limpiadores
nocturnos habían fallado en quitar durante las rondas de la tarde.
Nick anduvo sin dirección, mientras la lluvia se deslizaba bajando por su cara
y goteaba de su barbilla. Por lo general en su tiempo libre iba a algún sitio
con Sayer o Ruthven a intercambiar historias ante una cerveza y un bistec, o
asistirían a un combate de boxeo o una comedia subida de tono en Drury Lane. A
veces patrullaban las calles en un pequeño grupo, inspeccionando tranquilamente
las carreteras y callejones ante cualquier signo de alteración.
Pensando en otros detectives, Nick sabía que pronto perdería su compañerismo.
Era una locura esperar que fuera de otra manera. Ya no podía moverse en su
mundo más; sir Ross lo había hecho imposible. ¿Pero por qué? ¿Por qué el
bastardo entrometido no podía haberle dejado sobradamente en paz? La mente de Nick
perseguía en círculos, fallando en aprehender la respuesta. Quizás tenía algo
que ver con la búsqueda indefectible de sir Ross de lo correcto, del orden. Nick
había nacido vizconde y por lo tanto debía ser restituido a su posición, no
importa lo poco apto que fuera para ello.
Nick pensó en lo que sabía de la nobleza, de sus hábitos y rituales, las
incontables normas de conducta, el inevitable retiro de los aristócratas
hacendados de la realidad de la vida común. Trataba de imaginarse pasando la
mayoría de su tiempo holgazaneando en salas y salones, o haciendo crujir su
periódico recién planchado en el club. Dando discursos ante los Lores para
demostrar su conciencia social. Asistiendo a soirees, y charlando sobre arte y
literatura, y cambiando cotilleos sobre otros caballeros con medias de seda.
Una sensación de pánico lo llenó. No se había sentido así de atrapado, ese
agobio, desde que le bajaron a la oscura y apestosa bodega del barco prisión y
encadenaron junto a los más envilecidos seres imaginables. Pero entonces él
sabía que la libertad yacía justo fuera de los cascos del barco anclado. Y ahora
no había ningún lugar para escaparse.
Como un animal en una jaula, su mente buscaba con movimientos enfadados,
buscando una especie de refugio.
—¡Jonas! —La exclamación amistosa interrumpió sus pensamientos.
Eddie Sayer se acercó a Nick con su acostumbrada simpática sonrisa. Grande,
apuesto y simpático por naturaleza, a todos los agentes les gustaba Sayer, y
era el único en el que Nick más confiaba en una situación difícil.
—Finalmente has regresado —exclamó Sayer, intercambiando un caluroso apretón de
manos. Sus ojos negros centellearon bajo el ala de su sombrero empapado—. Veo
que acabas de venir de la oficina. Sin duda sir Morgan te ha dado una
endemoniada misión para compensar tu larga ausencia.
Nick encontró que su arsenal habitual de agudos chistes estaba agotado. Sacudió
su cabeza, encontrando difícil de explicar como su vida se había vuelto patas
arriba en el espacio de una semana.
—Ninguna misión —dijo con voz ronca—. He sido despedido.
— ¿Qué? —Sayer le miraba sin comprender—. ¿Es para bien? Eres el mejor hombre
que tiene Morgan. ¿Por qué demonios haría eso?
—Porque voy a ser vizconde.
De pronto la perplejidad de Sayer desapareció, y se rió.
—Y yo voy a ser el duque de Devonshire.
Nick no forzó una sonrisa, solo miró a Sayer con sombría resignación que
provocó que la diversión del otro hombre se desvaneciera ligeramente.
—¿Jonas, —preguntó Sayed —no es un poco temprano para que estés confundido?
—No he estado bebiendo.
Ignorando la declaración, Sayer señaló con un gesto La Casa de Café de Tom.
—Venga, intentaremos ponerte sobrio con algo de café. Quizás Linley esté allí,
él puede echar una mano para comprender que te ha aturdido tanto.
Después de numerosas tazas de café que habían sido generosamente endulzadas con
terrones de azúcar moreno, Nick se sentía como un reloj de bolsillo al que se
le había sido dado cuerda demasiado fuerte. Encontraba poco consuelo en la
compañía de Sayer y Linley, que claramente no sabían que hacer de su
inverosímil afirmación. Ellos lo presionaron por detalles que era incapaz de
dar, porque no podía reunir el valor para hablar de un pasado que había pasado
una década y media tratando de olvidar. Finalmente los dejó en La Casa de Café
y volvió a pasear bajo la lluvia. Amargamente pensó que el único período de su
vida en la cual había sido capaz de tomar decisiones por si mismo habían sido
sus años como señor del crimen. Sería condenado fácilmente por pasar por alto
la violenta miseria de aquellos años y pensar sólo en el placer salvaje que
había obtenido en burlar a sir Ross Cannon en todo momento. Si alguien le
hubiera dicho en aquel entonces que un día estaría trabajando para Bow Street,
y casado, y obligado a llevar el maldito titulo familiar… Santo Infierno.
Habría tomado todas y cada una de las medidas para evitar semejante destino.
Pero no podía pensar en lo que podría haber hecho de manera diferente. El trato
con sir Ross había sido inevitable. Y a partir del momento en que había visto a
_______ de pie sobre aquel muro sobre el acantilado del río en Hampshire, la
había deseado. Sabía también que nunca dejaría de desearla, y probablemente
debería abandonar todas las tentativas de lograr entender por qué. A veces no
había ningún motivo, la cosa era simplemente así.
Pensando en el olor dulcemente erótico de su esposa y sus elocuentes ojos
castaños, de pronto se encontró delante de una joyería. El lugar estaba
desprovisto de clientes, excepto uno que se disponía a salir disparado hacia el
aguacero bajo la cuestionable cubierta de un abollado paraguas.
Nick entró justo cuando el otro hombre se precipito hacia fuera. Retirando el
pelo que goteaba de sus ojos, echó un vistazo por la tienda, notando las mesas
cubiertas de fieltro y la puerta que conducía la segura habitación de atrás.
—¿Señor? —Un joyero se acercó a él, de su cuello colgaba una lupa de gran
aumento. Le echó un vistazo a Nick de agradable interrogación—. ¿Puedo
ayudarle?
—Quiero un zafiro —le dijo Nick—. Para un anillo de señora.
El hombre sonrió.
—Entonces ha hecho bien en venir aquí, porque recientemente he importado una
selección magnífica de zafiros de Ceilán. ¿Hay un peso particular que tenga en
mente?
—Al menos cinco quilates, sin defectos. Algo más grande, si lo tiene.
Los ojos del joyero brillaron con evidente impaciencia.
—Una señora afortunada por recibir un regalo tan generoso.
—Es para la esposa de un vizconde —dijo Nick sardónicamente, desatando su
abrigo empapado por lluvia.
Era por la tarde cuando Nick volvió a la Calle Betterton. Desmontando en la
entrada de su casa, le dio las riendas al lacayo, que se había lanzado hacia
fuera en la tormenta con un paraguas.
Rechazando el paraguas, que le serviría de poco en este momento, Nick subió chapoteando
los escalones delanteros. La sra. Trench cerró la puerta contra la bravuconería
de la tormenta, sus ojos se ensancharon ante la vista de él. Entonces Nick
apareció, aseada y seca con su vestido gris oscuro, su pelo plateado a la luz
de la lámpara.
— ¡Por
Dios!, estas medio ahogado —exclamó _______, apresurándolo a avanzar. Reclutó a
una criada para ayudar a retirar el abrigo empapado de sus hombros y ofreciéndole
quitar sus botas fangosas allí mismo en el vestíbulo. Nick apenas oyó lo que
ella dijo a los criados, toda su conciencia enfocada en la pequeña silueta de ________
mientras la seguía arriba.
—Debes tener frío —dijo con preocupación, echando un vistazo sobre su hombro—.
Pondré en marcha la ducha para calentarte, y luego puedes sentarse delante del
fuego. Salí antes con tu hermana, ella vino de visita, y fuimos a la calle
Oxford y pasamos una mañana encantadora en la modista. Prometo que lamentarás
darme carta blanca con tu crédito, porque permití a Sophia persuadirme para
encargar un escandaloso número de vestidos. Unos cuantos eran positivamente
escandalosos. Temo que nunca tendré coraje para llevarlos fuera de casa. Y
luego hicimos una excursión a la librería, y fue allí donde realmente perdí la
cabeza. Sin duda nos he empobrecido ahora…
Una descripción extensa de varias de sus compras siguió, mientras le empujaba
suavemente dentro del vestidor y le mandaba quitarse su ropa mojada. Nick se
movía con un cuidado fuera de lo normal, su intensa conciencia de ella casi le
hacía torpe. _______ atribuyó su lentitud a la frialdad tomada afuera, diciendo
algo sobre los peligros para la salud de pasear en una tormenta, y que debía
beber una taza de té con brandy después de la ducha. Él no tenía frío en
absoluto. Estaba ardiendo por dentro, recordando detalles de la noche anterior…
sus pechos, sus muslos abiertos, los sitios donde la sedosa suavidad
desembocaba en los claros e íntimos rizos.
Simplemente no podía caer sobre ella en el momento que entró en la casa, como
si no tuviera un mínimo de autocontrol. Pero ah, como lo deseó, pensó con una
sonrisa sardónica, manejando torpemente los broches de su ropa. Las ropas
mojadas cayeron con dificultad. A pesar de su calor interior, se dio cuenta de
que en verdad se había enfriado. Oyó el traqueteo de las tuberías mientras ________
ponía en marcha la ducha, y luego su vacilante toque en la puerta.
—Te he traído tu bata —llegó su voz sorda. Su mano apareció alrededor del marco
de la puerta con el terciopelo Borgoña agarrado entre sus dedos.
Nick miró su pequeña mano, el sensible interior de su muñeca con un pequeño
esbozo de las venas. Anoche había sido fácil encontrar cada latido de su pulso,
cada lugar vulnerable de su cuerpo. Se encontró extendiendo la mano, ignorando
la bata prefiriendo envolver sus dedos alrededor de su delicada muñeca. Empujó
la puerta para abrirla totalmente y la arrastró delante de él, mirando su cara
ruborizada. No le era difícil de ver lo que él deseaba.
—No necesito bata —dijo bruscamente, tirando la ropa de su mano y dejándola
caer al suelo.
—La ducha… —murmuró ________, callando cuando él alcanzó los botones de la abertura
delantera de su vestido. Sus dedos se volvieron rápidos y seguros, quitando el
corpiño para revelar la obra de lino y el corsé que moldeaba su carne. Él
empujó hacia abajo las mangas, llevándose los tirantes de la camisa con ellas,
y puso su boca en la curva desnuda de su hombro.
Milagrosamente ella se relajó en su abrazo con una buena voluntad que él no
había esperado. Inflamado, probó la fina piel de su hombro, besó y lamió el
sendero hasta su garganta, mientras él acariciaba sus manos libres del vestido
y lo empujaba hasta sus caderas
La ducha comenzó a calentarse, saturando el aire de vapor. Nick desenganchó la
parte delantera del corsé, comprimiendo brevemente los rígidos bordes de la
ropa, liberándolos después completamente. ________ se agarró a sus hombros
mientras se movía para ayudarle a quitar el resto de su ropa interior. Sus ojos
estaban cerrados, sus párpados translúcidos temblando ligeramente cuando comenzó
a respirar con largos suspiros.
Ávidamente, Nick la arrastró con él dentro de la lluvia caliente de la ducha.
Girando su cara para apartarla de la corriente del agua, ________ descansó su
cabeza sobre su hombro, permaneciendo de pie pasivamente mientras sus manos se
deslizaban sobre su cuerpo. Sus pechos eran pequeños, pero llenaban sus manos,
los pezones se endurecieron por el apretón de sus dedos. Él modeló sus manos
sobre su cintura sin límite, la elevación de sus caderas, su redondo trasero… acariciándola
por todas partes, moviéndola contra la atiborrada longitud de su sexo. Gimiendo,
ella separó sus muslos en sumisión a su mano exploradora, presionando su
delicada carne contra su pulgar acariciante. Cuando entro en ella con sus
dedos, ella jadeó e instintivamente se relajó a la delicada penetración. Él la
acarició, pasando la mano sobre los profundos y secretos lugares que la
llevaron al borde del orgasmo. Cuando estuvo lista para correrse, la levantó
contra la pared embaldosada, un brazo bajo sus caderas, el otro detrás de su
espalda. Ella hizo un sonido de sorpresa y se aferró a él, sus ojos se
ensanchan cuando él empujó su miembro dentro de ella. Su carne se cerró
apretadamente alrededor de el, tragándose cada pulgada de su miembro mientras
la dejó que se acomodara contra él.
—Te tengo —murmuró, su cuerpo resbaladizo cerrado firmemente en sus brazos—. No
tengas miedo.
Respirando rápido, ella apoyó la parte de atrás de su cabeza contra su brazo.
Con el agua caliente cayendo por su espalda, y el lozano cuerpo femenino
empalado en él, cada pensamiento lúcido se evaporó rápidamente. Él la llenaba
con intensas oleadas ascendentes, una y otra vez, hasta que ella gritó y se
agarró con fuerza alrededor de él en sensuales contracciones. Nick se mantuvo inmóvil,
sintiéndola temblar alrededor de él, las profundidades de su cuerpo se hicieron
casi insoportablemente ceñidas. Sus espasmos parecían arrastrarlo más hondo,
provocando olas de placer de su ingle, y se estremeció mientras se consumía
dentro de ella.
Liberándola despacio, la dejó deslizarse hacia abajo de su cuerpo hasta que sus
pies tocaron el embaldosado. Él ahuecó una mano alrededor de su cabeza mojada y
frotó su boca sobre su pelo empapado, sus pestañas empapadas, la punta redonda
de su nariz. Justo cuando alcanzó sus labios, ella apartó su cara, y él gruñó
de frustración, muriéndose por su sabor. Nunca había deseado nada tan
desesperadamente. Por una fracción de segundo estuvo tentado de sostener su
cabeza con sus manos y aplastar su boca en la suya. Pero eso no le satisfaría…
no podía conseguir lo que deseaba de ella por la fuerza.
Llevando a ________ de la ducha, secó a ambos delante del hogar del dormitorio
y peinó el largo pelo de ________. Las finas hebras eran de color ámbar oscuro
cuando se mojaban, volviéndose de un tono pálido de champán cuando estaban
secas. Admirando el contraste de los brillantes cabellos contra su bata de
terciopelo, los alisó con sus dedos.
— ¿Qué os dijisteis tu y sir Morgan? —preguntó Roberta, inclinándose atrás
contra su pecho cuando se sentaron sobre la gruesa alfombra Aubusson. Ella
llevaba otra de sus batas, que era al menos tres veces su tamaño.
—Él apoyó la decisión de sir Ross, naturalmente —dijo Nick, sorprendido por
dentro de comprender que su amarga desesperación de la mañana se había apagado
considerablemente. Parecía que su mente se reconciliaba ante la perspectiva de
lo que se presentaba en el futuro, aunque de mala gana. Le contó lo que Morgan
había dicho sobre que los detectives se disolverían pronto, y ________ se
retorció para mirarlo con pensativo ceño fruncido.
—¿Londres sin los detectives de Bow Street?
—Las cosas cambian —dijo rotundamente —lo estoy aprendiendo.
________ se sentó para afrontarlo, irreflexivamente curvando su brazo alrededor
de su rodilla levantada de apoyo.
—Nick —dijo cautelosamente —cuando Sophia y yo hablábamos hoy, ella mencionó
algo que creo que desearas saber, aun cuando se supone que es una sorpresa.
—No me gustan las sorpresas —refunfuñó—. Ya he tenido bastantes últimamente.
—Sí, eso es lo que pensé.
Sus ojos eran de un limpio castaño oscuro, como relucientes tazas de té de
caravana. Nick miró fijamente su cara dulcemente curvada, la barbilla demasiado
puntiaguda, la nariz demasiado corta. Las pocas imperfecciones hacían su
belleza única y eternamente interesante, mientras que los rasgos más
clásicamente formados le habrían aburrido rápidamente. Su cuerpo reaccionó con
placer ante la presión del brazo delgado enganchado alrededor de su pierna y el
lado de su pecho que rozaba su rodilla.
— ¿Qué te contó mi hermana? —preguntó.
_________ alisó los pliegues sueltos de la bata de seda.
—Concierne a la casa de tu familia en Worcestershire. Sophia y sir Ross la han
restaurado, como un regalo para ti. Están reparando el señorío y ajardinado las
tierras. Sophia ha puesto gran cuidado en seleccionar telas y pinturas y
mobiliario que se parecieran estrechamente a los que recordaba. Dice que se
parece más bien a un viaje atrás en el tiempo… que cuando traspasa la entrada
delantera, medio espera oír la voz de vuestra madre llamándola, y encontrar a
vuestro padre fumando en la biblioteca…
—Dios mío —dijo Nick entre dientes, poniéndose de pie.
________
permaneció delante del fuego, extendiendo sus manos hacia el calor.
—Quieren llevarnos allí después de que la citación judicial llegue. Pensé que
es mejor advertirte por adelantado, para concederte tiempo para prepararte.
—Gracias—. Nick logró decir tensamente—. Aunque ninguna cantidad de tiempo
sería suficiente para eso.
La casa familiar… Worcestershire… no había vuelto allí desde que él y Sophia se
habían quedado huérfanos. ¿No había un maldito escape de allí? Sintió como si
estuviera siendo arrastrado inexorablemente hacia un hoyo sin fondo. El nombre
de Sydney, el título, la hacienda, los recuerdos… no quería nada de eso, y lo
empujaban a eso a pesar de todo.
Una sospecha repentina se extendió por él.
—¿Qué más te contó mi hermana?
—Nada de importancia.
Nick habría sido capaz de ver si su hermana hubiera confiado en ella. Pero
parecía que Sophia no lo había traicionado de ese modo. Y si ella no le había
contado a ________ por ahora, probablemente seguiría manteniendo su silencio.
Ligeramente relajando, restregó sus dedos por su pelo despeinado.
—Malditos todos y todo —dijo con voz baja. Pero cuando vio la expresión
indignada sobre la cara de Roberta, añadió —excepto tu.
—Faltaría más —replicó —estoy de tu lado, lo sabes.
—¿Lo estas? —preguntó, acariciando la idea a pesar suyo.
—Tu vida no es la única que se ha vuelto desordenada —lo informó—. ¡Y pensar
que estaba preocupada por los problemas que mi familia causaría!
Nick estaba tentado de reír en medio de su irritación. Fue hasta donde ella se
sentó y bajó una mano hacia ella.
—Si deja de llover —dijo, tirándola de ella hacia arriba —visitaremos a tus
padres mañana.
La cara expresiva de ________ traicionó tanto consternación como impaciencia.
—Si no es conveniente… esto, si tienes otros planes… estoy dispuesta a esperar.
—No tengo planes —dijo Nick, pensando brevemente en su rechazo—. Mañana será
tan conveniente como cualquier otro día.
—Gracias. Realmente quiero verlos. Sólo espero… —_______ se calló, sus cejas se
juntaron. El dobladillo de la bata se arrastró en una larga cola mientras ________
iba hacia el fuego. Nick la siguió inmediatamente, deseando muchísimo abrazarla
y tranquilizarla, besar sus labios hasta que se ablandaran bajo los suyos.
—Intenta no pensar en ello —la aconsejó—. Angustiarte tu misma no cambiará
nada.
—No será una visita agradable. No puedo pensar en una situación en la cual las
dos partes podrían sentirse más traicionados mutuamente. Aunque estoy segura de
que la mayoría de la gente me culparía.
Nick acarició los lados de sus brazos sobre las mangas de seda.
— ¿Si tuvieras que volver a hacerlo otra vez, te habrías quedado para casarse
con Radnor?
—Seguramente no.
Girando a _________ para enfrentarlo, alisó su pelo atrás de su frente.
—Entonces te prohíbo que te sientas culpable por ello.
— ¿Prohíbes? —repitió, arqueando sus cejas.
Nick sonrió abiertamente.
— ¿Prometiste obedecerme, verdad? Bien, haz como digo, o afronta las
consecuencias.
— ¿Cuáles son?
Él desató su bata, la dejó caer al suelo, y se puso a demostrar exactamente lo
que quería decir.
La Familia Howard vivía en una aldea dos millas al oeste del Londres moderno,
una rama residencial rodeada por tierra de cultivo. Nick recordaba la casa bien
estructurada pero desvencijada de su visita anterior, al principio de su
búsqueda de ________. La ironía de volver a ellos como su nuevo y muchísimo
menos deseado yerno lo habría hecho reír, porque la situación contenía fuertes
elementos de farsa. Sin embargo, su diversión privada estaba apisonada por el
silencio impenetrable de _________. Deseaba poder ahorrarla la dificultad de
ver a su familia. Por otra parte, era necesario para ________ hacerles frente y
al menos intentar hacer las paces.
La pequeña casa de estilo Tudor estaba en una hilera de casas
arquitectónicamente similares. Encabezadas por pequeños cuadros de jardín,
demasiado crecidos, el rojo ladrillo exterior tristemente desmoronado. La
puerta de la calle estaba levantada cuatro pasos de la tierra, la estrecha
entrada conducía a dos habitaciones en la planta baja que servían como salas.
Al lado de la entrada, otro juego de escalones de piedra conducía al sótano
abajo, que contenía una cocina y un tanque de almacenaje de agua que se llenaba
por la cañería principal en el camino.
Tres niños jugaban en los terrenos de jardín, blandiendo palos y corriendo en
círculos. Como ________, eran muy rubios, tenían la piel blanca, y eran de
constitución delgada. Había visto a los niños antes, le habían dicho a Nick sus
nombres, pero no podía recordarlos. El carruaje se quedó en el pavimentado
camino para carruajes, y las pequeñas caras aparecieron en la puerta delantera,
mirando fijamente por las tablillas desconchadas mientras Nick ayudaba a ______
a descender del carruaje.
La cara de _______ estaba en apariencia tranquila, pero Nick vio como apretaba
fuertemente sus dedos enguantados, y experimentó algo que él nunca había
conocido antes, preocupación por los sentimientos de otro. No le gustó.
________ se paró ante la puerta, su cara pálida.
Dayi_JonasLove!*
Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
Chicas disculpen la demora, como saben Navidad está a la vuelta de la esquina y he estado ocupada con las compras navideñas y esas cosas. Les voy a colocar algunos caps hoy, 2 creo, pero quizas sea en la noche, ahorita les dejo la continuación del 10 espero que lo disfruten... GRACIAS POR COMENTS!!! :D
Capítulo 10 (2/2)
—Hola —murmuró—. ¿Eres tú, Charles? Oh, has crecido tanto, apenas puedo reconocerte. ¿Y Eliza, y…? ¡Por amor de Dios!, ¿ese bebé es Albert?
—¡No soy un bebé! —chilló el niño con indignación. ________ se sonrojó, serena al borde entre las lágrimas y la risa.
—Por qué, no de verdad. Debéis tener tres años ahora.
—Eres nuestra hermana ________ —dijo Eliza. Su pequeña cara seria tenía dos trenzas largas a los lados —la que se escapó.
—Sí —la boca de ________ estaba tocada con repentina melancolía—. Ya no deseo estar lejos, Eliza. Os he echado tanto de menos a todos.
—Tendrías que casarte con Lord Radnor —dijo Charles, mirándola con redondos ojos azules—. Se enfado mucho de que no lo hicieras, y ahora él va a…
—¡Charles! —La voz inquieta de una mujer llegó desde la entrada—. Cállate y sepárate de la puerta inmediatamente.
—Pero es _________ —protestó el muchacho.
—Sí, soy consciente de eso. A ver, niños, todos vosotros. Decid a la cocinera que os haga tostadas con mermelada.
La que hablaba era la madre de _________, una mujer frágilmente delgada a comienzos de los cuarenta años, con una cara excepcionalmente estrecha y el pelo rubio claro. Nick recordó que su marido era de constitución fornida con mejillas llenas. Ninguno de la pareja era particularmente hermoso, pero por
algún truco de la naturaleza _________ había heredado los mejores rasgos de cada uno.
—Mamá —dijo ________ suavemente, agarrando la parte de arriaba de la puerta.
Los niños se escaparon rápidamente, impacientes por el convite prometido. La sra. Howard miraba a su hija con una mirada sin brillo, las líneas ásperas marcadas entre su nariz y boca, y a través de su frente.
—Lord Radnor vino no hace ni dos días —dijo ella. La sencilla frase contenía tanto acusación como crítica.
Privada de palabras, _______ miró sobre su hombro a Nick. Él entró en acción inmediatamente, uniéndose a ella en la puerta y descorriendo el pestillo.
—¿Podemos entrar, sra. Howard? —preguntó. Él introdujo a _______ hacia la casa sin esperar permiso. Algún diablo lo incitó a añadir—. ¿O la llamo Mamá? —Puso un énfasis burlón sobre la última sílaba de la palabra, como ________ hacía.
Por su descaro, ________ a escondidas le dio un codazo en las costillas mientras entraban en la casa, y él sonrió abiertamente.
El interior de la casa olía a humedad. Las cortinas de las ventanas habían sido dadas las vueltas muchas veces, hasta que ambos lados estuvieron desigualmente descoloridos por el sol, mientras que las viejas alfombras habían puesto tan delgadas que no se distinguía ningún modelo regular. Todo desde las figuras de porcelana desportilladas sobre la chimenea hasta el papel mugriento sobre las paredes contribuía a la imagen de decadente refinamiento. La sra. Howard daba la misma impresión, moviéndose con la gracia cansada y la cohibición de alguien que una vez había estado acostumbrado a mejor vida.
—¿Dónde está Padre? —Preguntó ________, permaneciendo de pie en el centro de la sala, que era apenas más grande que un armario.
—Visitando a tu tío, en la ciudad.
Los tres de pie en el centro de la habitación, mientras un silencio torpe espesaba el aire.
—¿Por qué has venido, _________? —preguntó su madre finalmente.
—Te he echado de menos, yo… —________ hizo una pausa ante el decidido vacío que vio en la cara de su madre. Nick sintió la lucha de su esposa entre el orgullo obstinado y el remordimiento mientas seguía con cuidado—. Quería decirte que siento lo que hice.
—Desharía poder creer eso —contestó la sra. Howard resueltamente—. Sin embargo, no lo creo. No te arrepientes de abandonar tus responsabilidades, tampoco lamentas colocar tus propias necesidades por encima de las de otros.
Nick descubrió que no le era fácil escuchar a alguien criticando a su esposa,incluso si esa persona resultaba ser su propia madre. Por el bien de _______, sin embargo, se concentró en mantener la boca cerrada. Agarrando sus manos detrás de su espalda, se centró en el diseño borroso de la alfombra antigua.
—Lamento causarte tanto dolor y preocupación, mama —dijo ________—. Siento también los dos años de silencio que han pasado entre nosotros.
Finalmente La sra. Howard mostró algún signo de emoción, su voz afilada con la cólera.
—Fue culpa tuya, no nuestra.
—Por supuesto —reconoció humildemente su hija—. No me atrevo a pedirte que me perdones, pero…
—Lo hecho, hecho está—. Interrumpió Nick, incapaz de tolerar el tono sumiso de ________. Que le condenaran si permanecía de pie mientras ella se ponía de rodillas arrepentida. Colocó cuidadosamente una mano en la cintura del corsé de _________ en un gesto posesivo. Su mirada fría y segura atrapó a la sra. Howard—. No se gana nada hablando del pasado. Hemos venido para hablar del futuro.
—Usted no tiene ninguna participación en nuestro futuro, sr. Jonas —los ojos azules de la mujer estaban helados de desprecio —le culpo totalmente por nuestra situación tanto como a mi hija. Nunca habría hablado con usted ni contestado sus preguntas si hubiera sabido que su propósito final era quedársela para usted.
—Ese no era mi plan—. Nick dejó sus dedos acomodarse en la curva de la cintura de ________, recordando la suavidad deliciosa bajo el cerrado corsé—. No tenía idea de que querría casarme con ________ hasta que la conocí. Pero era obvio entonces como lo es ahora que ________ estará
mejor atendida casándose conmigo que con Radnor.
—Está muy confundido —espetó la sra. Howard enojada—. ¡Sinvergüenza arrogante! ¿Cómo se atreve a compararse a un par del reino?
El sentimiento de ________ se fortaleció a su lado, Nick la apretó sutilmente en un mensaje silencioso para que no corrigiera a su madre en ese asunto. Que le condenaran si usara su propio título para compararse de cualquier modo con Radnor.
—Lord Radnor es un hombre de gran riqueza y refinamiento —siguió la sra. Howard—. Él es sumamente educado y honorable y de gran consideración. Y si no fuera por el egoísmo de mi hija y su interferencia, ________ ahora sería su esposa.
—Usted ha omitido algunos puntos —dijo Nick —incluyendo el hecho de que Radnor es treinta años más mayor que _______ y resulta que esta tan loco como la perforadora de un zapatero.
El color de la cara de la sra. Howard se condensó en dos manchas brillantes sobre sus altos pómulos.
—¡No esta loco!
Por el bien de ________, Nick luchó por controlar su furia repentina. Se la imaginó como una niña pequeña, indefensa, siendo encerrada sola en una habitación con un depredador como Radnor. Y esta mujer lo había permitido. Se hizo silenciosamente la promesa de que ________ nunca jamás estaría sin
protección. Le dedicó una dura mirada a la sra. Howard.
—¿No vio nada malo en las atenciones obsesivas de Radnor hacia una muchacha de ocho años? —preguntó suavemente.
—A la nobleza se le permiten sus debilidades, sr. Jonas. Su sangre superior contiene algunas excentricidades. Pero desde luego, usted no sabría nada sobre eso.
—Podría sorprenderse —dijo Nick sardónicamente—. A pesar de todo, Lord Radnor es apenas un modelo para el comportamiento racional. Los dispositivos sociales de los que una vez disfrutó se han marchitado debido a sus supuestas debilidades.
Se ha retirado de la sociedad y pasa la mayor parte de su tiempo en su mansión, ocultándose de la luz del sol. Su vida se centra alrededor del intento de moldear a una muchacha vulnerable en su versión de la mujer ideal, a la que no se le permite siquiera respirar sin su permiso. Antes de que culpe a ________
por huir de eso, conteste esta pregunta con honestidad. ¿Querría casarse con semejante hombre?
La sra. Howard se evitó tener que contestar por la llegada repentina de Ellie la hermana menor de ________, una bonita muchacha de dieciséis años con una cara mofletuda y ojos azules con densas pestañas. Su pelo era mucho más oscuro que el de ________, marrón claro en vez de rubio, y su figura estaba mucho más generosamente dotada. Deteniéndose sin aliento en la entrada, Ellie contempló a
su hermana pródiga con un grito de entusiasmo.
—¡________! —Se precipitó y agarró a su hermana mayor en un fuerte abrazo—. ¡Oh, ________, has vuelto! Te eché de menos cada día, y pensaba en ti, y temía por ti…
—Ellie, te he echado de menos incluso más —dijo ________ con una risa ahogada
—No me atreví a escribirte, pero ah, como quise hacerlo. Uno podría empapelar las paredes con las cartas que deseé enviar…
—Ellie —interrumpió su madre—. Vuelve a tu cuarto.
O no la oyó o no la hizo caso, mientras Ellie retrocedía para mirar a ______.
—¡Que guapa estas! —exclamó ella—. Sabía que lo estarías. Sabía que… —Su voz se calmó cuando capto una vista de Nick de pie cerca—. ¿Realmente te casaste con él? —susurró con placer escandalizado que hizo sonreír a Nick.
_______ le echó un vistazo con una expresión curiosa. Nick se preguntó si ella
tenía aversión a reconocerlo como su marido. No parecía disgustada, pero
tampoco parecía muy entusiasta.
—Sr. Jonas, —dijo ________ —¿creo que has conocido a mi hermana?
—Señorita Ellie —murmuró con una leve inclinación—. Un placer verla otra vez.
La muchacha enrojeció e hizo una reverencia, y miró hacia atrás a _______.
—¿Vivirás en Londres? —preguntó—. ¿Me llevaras allí de visita? Tanto tiempo yo…
—Ellie —dijo la sra. Howard significativamente—. Vete a tu cuarto ahora. Es más que suficiente de tonterías.
—Sí, Mamá —la muchacha lanzó sus brazos alrededor de _______ para un último abrazo. Susurró algo en el oído de su hermana mayor, una pregunta que ________ contestó con un murmullo consolador y un asentimiento. Adivinando que había sido otra petición para ser invitada a una visita, Nick reprimió una sonrisa. Parecía que ______ no era la única hija voluntariosa en la Familia Howard. Con un vistazo tímido a Nick, Ellie abandonó la habitación y dio un suspiro mientras se alejaba de la sala.
Animada por el obvio placer de su hermana al verla otra vez, _______ lanzó a la sra. Howard un ojeada de suplica.
—Mamá, hay tantas cosas que debo decirte…
—Me temo que no haya ninguna razón para una remota discusión —dijo su madre con frágil dignidad—. Has hecho tu elección, y también tu padre y yo. Nuestra conexión con Lord Radnor esta demasiado afianzada para romperse. Cumpliremos nuestras obligaciones con él, ________. Incluso si no estas dispuesta.
________ la miró con confusión.
—¿Cómo lograrás eso, Mamá?
—Eso ya no te concierne.
—Pero no veo… —________ comenzó, y Diego interrumpió, su mirada se cerró en la sra. Howard. Durante años había negociado satisfactoriamente con criminales endurecidos, había trabajado demasiado con magistrados, culpables, inocentes, y todos los del medio. Que le condenaran si no pudiera llegar a algún tipo del compromiso con su propia suegra.
—Sra. Howard, entiendo que no soy su primera opción como marido para ________ —le dedicó una sonrisa sardónica y encantadora que le funcionaba bien con la mayor parte de las mujeres—. El diablo sabe que no sería de la preferencia de todos. Pero como están las cosas, me mostraré un benefactor mucho más generoso que Radnor —echó un vistazo deliberadamente a su ruinoso entorno y devolvió su
mirada a la suya—. No hay ninguna razón por la que no debería hacer mejoras en la casa y restaurarla a su satisfacción. También pagaré por la educación de los niños y procuraré que Ellie tenga una salida apropiada. Si quiere, usted puede viajar al extranjero y pasar los meses de verano en la costa. Dígame todo lo que quiere y lo tendrá.
La expresión de la mujer era francamente incrédula.
— ¿Y por qué haría usted todo eso?
—Para el placer de mi esposa —contestó sin vacilación.
________ se volvió hacia él con una mirada con los ojos redondos maravillada. Con aire despreocupado tocó el cuello de su corpiño, pensando que era un pequeño precio a pagar por lo que ella le daba.
Lamentablemente el gesto íntimo pareció endurecer a la sra. Howard contra él.
—No queremos nada de usted, sr. Jonas.
—Entiendo que esta en deuda con Radnor —persistió Nick, sintiendo que no había ningún modo de dirigir la cuestión más que con franqueza—. Me ocuparé de eso. Ya me he ofrecido a reembolsarlo por los años de _________ en la escuela, y asumiré sus otras obligaciones financieras también.
—Usted no puede permitirse a mantener semejantes promesas —dijo la sra. Howard—. E incluso si pudiera, la respuesta aún sería no. Le ofrezco que se marche, Sr. Jonas, porque no hablaré más del asunto.
Nick le dio una mirada inquisitiva, descubriendo desesperación… inquietud… culpabilidad. Todo su instinto le advertía que ocultaba algo.
—Le visitaré otra vez, —dijo con cuidado —cuando el sr. Howard esté en casa.
—Su respuesta no será diferente de la mía.
Nick no indicó que había oído el rechazo.
—Buen día, sra. Howard. Nos vamos con Dios con todo deseo para su salud y su felicidad.
Los dedos de ________ se apretaron fuertes por la manga de abrigo de Nick mientras luchaba para dominar sus emociones.
—Adiós, mamá —dijo con voz ronca y salió con él.
Nick la entregó con cuidado en el carruaje y echó un vistazo atrás al cuadro de jardín vacío. Todas las ventanas de la casa estaban libres, excepto una en la primera planta, donde la cara redonda de Ellie apareció. Ella agitó desesperadamente la mano y descansó su barbilla sobre sus manos cuando la
puerta del carruaje se cerró.
El vehículo arrancó con una sacudida antes de que los caballos se adaptaran a su ritmo. _______ apoyó su cabeza contra la tapicería aterciopelada, sus ojos cerrados, su boca temblando. El brillo de las lágrimas no derramadas apareció bajo sus abundantes pestañas doradas.
—Tontamente había esperado una recepción más cálida —dijo, intentando un tono irónico y fallando completamente cuando medio sollozo escapó de su garganta.
Nick se sentó allí desconcertado y terriblemente impotente, su cuerpo tensándose por todas partes. La vista de su esposa llorando le llenaba de alarma. Para su alivio, ella se las arregló para conseguir el control sobre sus emociones, y apretó los talones de sus manos enguantadas en sus ojos.
—Ellos no podían permitirse rechazar mi oferta, —dijo Nick, —a no ser que todavía estén recibiendo dinero de Radnor.
________ sacudió su cabeza confundida.
—Pero no tiene sentido que siguiera apoyando a mi familia ahora que me hecasado contigo.
— ¿Tienen alguna otra fuente de ingresos?
—No puedo pensar ninguna. Quizás mi tío puede darles un poco. No lo suficiente para mantenerlos indefinidamente, pese a todo.
—Hmmm —considerando varias posibilidades, Nick se inclinó atrás en la esquina de su asiento, su mirada se fijó en el paisaje que empujaba por delante de la ventana.
— ¿Nick… realmente le dijiste a Lord Radnor que le reembolsarías mi matrícula de la escuela durante todos esos años?
—Sí.
Extrañamente, ________ no preguntó por qué, sólo se ocupó arreglando sus faldas y tirando de sus mangas para cubrir sus muñecas. Quitándose sus guantes, los dobló y los puso a su lado sobre el asiento del carruaje. Nick la miró através de los ojos entreabiertos. Cuando ella no pudo encontrar nada más que ajustar o enderezar, sintió valor suficiente para mirarlo.
— ¿Ahora qué? —preguntó, como si se preparase para una nueva ronda de dificultades.
Nick consideró la pregunta, sintiendo un tirón en el centro de su pecho cuando vio la resolución en su expresión. Ella había aguantado los pocos días pasados con una ecuanimidad que era extraordinaria para una muchacha de su edad. Sin duda cualquier otra joven ya habría quedado reducida a un montón de sollozos. Deseaba eliminar la mirada cansada de sus ojos y por una vez verla despreocupada y relajada.
—Bien, sra. Jonas, —dijo, moviéndose al espacio al lado de ella —durante los próximos dos días, propongo que nos divirtamos.
—Diversión —repitió, como si la palabra le fuera desconocida—. Perdóname, pero mi capacidad para el placer está más bien disminuida actualmente.
Nick sonrió y colocó su mano sobre el contorno de su muslo.
—Estas en la ciudad más apasionante del mundo, —murmuró, —en la compañía de un marido viril y joven y sus ganancias mal adquiridas —besó su oreja, haciéndola temblar—. Créeme, _______ , hay mucha diversión que obtener.
_______ no habría pensado que algo podría sacudirla de su desaliento después de la fría acogida de su madre. Sin embargo, Nick la entretuvo tan a fondo durante los pocos días siguientes que encontró difícil pensar en nada más que en él. Esa noche Nick la llevó a una taberna teatral donde la música y los actos cómicos estaban organizados para atraer a los clientes. Localizado en Covent Garden, El Vestris —llamado por el una vez popular bailarín italiano de ópera—era un campo de encuentro para la gente del teatro, aristócratas miserables, y toda clase de vistosos personajes. El lugar estaba sucio y apestaba a vino y humo, el suelo tan pegajoso que ________ estaba en el peligro de salirse directamente fuera de sus zapatos. Ella cruzó el umbral a regañadientes, porque las jóvenes de calidad nunca eran vistas en semejantes sitios a no ser en la compañía de sus maridos, e incluso entonces era sumamente cuestionable. Nick inmediatamente fue aclamado por los ocupantes de la taberna, muchos de ellos parecían ser completos rufianes. Después de un breve intervalo de palmadas en la espalda e intercambio de insultos amistosos, Nick llevó a _______ a una mesa. Se les sirvió una cena con bistec y patatas, una botella de oporto, y dos tazas de algo llamado "heavy wet". Aunque ________ nunca había comido en público antes y se había sentido de manera absurdamente cohibida, con el mejor de los ánimos atacó el bistec que fácilmente podría haber servido para una familia de cuatro.
—¿Qué es esto? —preguntó, con cautela tomando su taza y mirando detenidamente en las marrones profundidades espumosas.
—Cerveza —contestó Nick, descansando su brazo detrás de su silla—. Prueba un poco.
Obedientemente tomó un sorbo de la bebida espesa con sabor a grano, y su cara entera se arrugó con aversión. Riendo por su expresión, Nick dijo a una camarera cercana que le trajese un poco de ponche de ginebra. Más clientes alardeaban en el edificio, las tazas se hacían sonar pesadamente sobre las
abolladas mesas de madera, y las camareras se movían afanosamente entre la muchedumbre con grandes jarras.
En la parte delantera de la taberna, una divertida cancioncilla musical era cantada por una mujer delgada que usaba ropa de hombre y un corpulento caballero con un abundante bigote que estaba vestido como una campesina, con un enorme pecho falso que se balanceaba de un lado al otro cuando se movía. Cuando "el chaval" persiguió "a la campesina" alrededor de la taberna, cantando una conmovedora canción de amor que elogiaba su belleza, el lugar estalló en un bramido de risa. La absoluta estupidez de la actuación era imposible de resistir. Puesta contra el costado de su marido, con una taza de ponche de ginebra astringente en sus manos, ________ trataba sin éxito de sofocar un ataque de risas tontas.
Más actuaciones siguieron… canciones verdes y bailes, divertidas poesías, incluso una demostración de acrobacias y juegos malabares. Se hizo tarde, las esquinas de la taberna se oscurecieron, y en la atmósfera relajada, más de unas pocas parejas comenzaron a complacerse con algunas caricias indiscretas y besos. ________ sabía que debería haber estado impresionada, pero el ponche de ginebra la había puesto soñolienta y aturdida. Descubrió que estaba sentada sobre el regazo de Nick, sus piernas metidas entre las suyas, y la única razón por la que era capaz de sentarse derecha era el hecho de que sus brazos estaban alrededor de ella.
—Oh, querido —dijo ella, mirando fijamente su taza casi vacía—. ¿Bebí todo eso?
Nick tomó la taza de ella y la puso sobre la mesa.
—Me temo que si.
—Sólo tú podrías deshacer mis años de educación en Maidstone en una tarde —dijo, haciéndole sonreír abiertamente.
Su mirada bajó hasta su boca, y trazo el borde de su mandíbula con la yema de su dedo.
— ¿Estas completamente pervertida ahora? ¿No? Entonces vamos a casa, y terminaré el trabajo.
Sintiéndose insegura y muy caliente, ________ se rió tontamente mientras él la guiaba por la taberna.
—El suelo esta lleno de baches —le dijo, apoyándose con fuerza contra su costado.
—No es el suelo, cariño, son tus pies.
Considerando esto, ________ echó un vistazo desde su cara divertida a sus propios pies.
—Realmente se sienten como si los hubieran colocado en las piernas equivocadas.
Nick sacudió su cabeza, sus ojos azules brillando por la risa.
—No tienes tolerancia por la ginebra, ¿verdad? aquí, déjame llevarte.
—No, no deseo ser un espectáculo —protestó cuando la levantó contra su pecho y la llevó a la calle. Parando la vista en ellos, un lacayo que esperaba se apresuró al final de la calle, donde su carruaje esperaba en una fila larga.
—Serás más que un espectáculo si te caes de cara —replico Nick.
—No estoy tan lejos de eso —protestó _________. Sin embargo, sus brazos eran tan sólidos y su hombro tan acogedor que se acurrucó contra él con un suspiro.
El olor ligeramente almizclado de su piel mezclado con el fresco olor a almidón de su corbata, una mezcla tan atrayente que se acercó más poco a poco para inhalar profundamente.
Nick se paró junto a la calle. Su cabeza giró, su mejilla afeitada acariciando la suya y haciendo que su piel se estremeciera.
— ¿Qué estas haciendo?
—Tu olor… —dijo ella distraídamente —es maravilloso. Lo noté la primera vez que nos encontramos, cuando casi me hiciste caer del muro.
Una risa se avivó en su garganta.
—Te salvé de la caída, quieres decir.
Cautivada por la textura picante de su piel, ________ presionó sus labios bajo su mandíbula. Lo sintió tragar con fuerza, el movimiento ondulando contra su boca. Era la primera vez que se le había insinuado, y el pequeño gesto fue sorprendentemente eficaz. Parado allí de pie sujetándola con fuerza, su pecho subía y bajaba con su cada vez más fatigosa respiración. Cautivada por la idea
de que podía excitarle tan fácilmente, ________ tiró del nudo se su corbata yle beso el costado de su cuello.
—No, ________.
Ella acarició con la punta de su uña sobre la piel áspera por el pelo, arañando con delicadeza.
—________… —intentó otra vez. Lo que fuera que había tenido la intención de decir fue olvidado cuando ella besó su oreja y tomó el lóbulo entre sus dientes en un suave mordisco.
El carruaje paró delante de ellos, y el lacayo se ocupó de ajustar el escalón de quita y pon. Formando sus rasgos en una máscara vacía, Nick metió a _______ dentro del carruaje y subió después de ella.
En cuanto la puerta se cerró, la arrastró hasta su regazo y tiró violentamente de la parte delantera de su vestido. Ella extendió la mano para jugar con su pelo, enredando sus dedos en los espesos mechones negros. Desatando la parte superior de su corsé, movía suavemente un pecho hacia fuera y cerró su boca sobre el suave pezón. La provocativa succión hizo que se arqueara contra él con un gemido de placer. Sus manos investigaron desesperadamente bajo sus faldas, deslizando las últimas masas de paño y lino para encontrar la húmeda abertura de sus calzones. Su mano era demasiado grande para deslizarse dentro de la ropa interior, y la rasgó con una facilidad que la hizo jadear. Sus muslos se abrieron en impotente bienvenida, y su visión se veló cuando un dedo largo se movió con cuidado dentro de ella. Acunándola en su regazo, con su mano moviéndose con cuidado entre sus piernas, sintió que sus músculos interiores comenzaban a apretarse rítmicamente. Un gemido escapo de él, y arrastró sus caderas sobre las suyas, manipulando violentamente la parte delantera de su pantalón.
—Estás tan mojada… no puedo esperar, ________, déjame… siéntate en mi regazo, y pon tus piernas… oh, Dios, sí, justo ahí...
Ella se sentó a horcajadas sobre él por propia voluntad, aspirando su aliento mientras la penetraba, sus manos impulsando sus caderas hacia abajo hasta que se hubo enterrado hasta la empuñadura. Él estaba deliciosamente duro y grueso dentro de ella, manteniéndose inmóvil mientras el movimiento del carruaje empujaba sus cuerpos unidos. A escondidas _________ frotaba el dolorido punto de su sexo contra él, sintiendo las olas de calor que se elevaban del lugar por donde estaban unidos. Una de sus manos pasó delicadamente sobre la parte alta de su espalda.
__________ jadeó cuando una sacudida vigorosa de las ruedas del carruaje le impulsó más hondo dentro de ella.
—No tenemos mucho tiempo —logró decir ella contra su garganta —la taberna esta muy cerca de la casa.
Nick respondió con un gemido torturado.
—La próxima vez haré que el conductor nos lleve por todo Londres… dos veces—. Él deslizó su pulgar hasta la cima de su sexo mojado y le dio golpecitos suaves y rápidos, incrementando su placer rápidamente hasta que ella se acurrucó contra él con un sollozo, abrumada por la explosiva sensación. Enganchando sus caderas hacia arriba con desesperados empujes, gruñó y enterró su cara en la curva de su cuello, su pasión alcanzado una culminación cegadora.
Ambos respiraron en largos jadeos, mientras su carne desnuda estaba encerrada junta bajo las capas de ropa desaliñada.
—Nunca es suficiente —dijo Nick bruscamente, su mano ahuecada sobre sus suaves nalgas, sosteniéndola firmemente contra él— se siente demasiado bien para parar.
__________ entendió lo que intentaba expresar. La necesidad inextinguible entre ellos era más que mera ansia física. Encontró una satisfacción en estar juntos que estaba mucho más allá de la conexión de sus cuerpos. Hasta ese momento, sin embargo, no había sabido que él lo sentía también… y se preguntó si él tenía tanto miedo de reconocer el sentimiento como ella.
FIN DEL CAPÍTULO 10
Capítulo 10 (2/2)
—Hola —murmuró—. ¿Eres tú, Charles? Oh, has crecido tanto, apenas puedo reconocerte. ¿Y Eliza, y…? ¡Por amor de Dios!, ¿ese bebé es Albert?
—¡No soy un bebé! —chilló el niño con indignación. ________ se sonrojó, serena al borde entre las lágrimas y la risa.
—Por qué, no de verdad. Debéis tener tres años ahora.
—Eres nuestra hermana ________ —dijo Eliza. Su pequeña cara seria tenía dos trenzas largas a los lados —la que se escapó.
—Sí —la boca de ________ estaba tocada con repentina melancolía—. Ya no deseo estar lejos, Eliza. Os he echado tanto de menos a todos.
—Tendrías que casarte con Lord Radnor —dijo Charles, mirándola con redondos ojos azules—. Se enfado mucho de que no lo hicieras, y ahora él va a…
—¡Charles! —La voz inquieta de una mujer llegó desde la entrada—. Cállate y sepárate de la puerta inmediatamente.
—Pero es _________ —protestó el muchacho.
—Sí, soy consciente de eso. A ver, niños, todos vosotros. Decid a la cocinera que os haga tostadas con mermelada.
La que hablaba era la madre de _________, una mujer frágilmente delgada a comienzos de los cuarenta años, con una cara excepcionalmente estrecha y el pelo rubio claro. Nick recordó que su marido era de constitución fornida con mejillas llenas. Ninguno de la pareja era particularmente hermoso, pero por
algún truco de la naturaleza _________ había heredado los mejores rasgos de cada uno.
—Mamá —dijo ________ suavemente, agarrando la parte de arriaba de la puerta.
Los niños se escaparon rápidamente, impacientes por el convite prometido. La sra. Howard miraba a su hija con una mirada sin brillo, las líneas ásperas marcadas entre su nariz y boca, y a través de su frente.
—Lord Radnor vino no hace ni dos días —dijo ella. La sencilla frase contenía tanto acusación como crítica.
Privada de palabras, _______ miró sobre su hombro a Nick. Él entró en acción inmediatamente, uniéndose a ella en la puerta y descorriendo el pestillo.
—¿Podemos entrar, sra. Howard? —preguntó. Él introdujo a _______ hacia la casa sin esperar permiso. Algún diablo lo incitó a añadir—. ¿O la llamo Mamá? —Puso un énfasis burlón sobre la última sílaba de la palabra, como ________ hacía.
Por su descaro, ________ a escondidas le dio un codazo en las costillas mientras entraban en la casa, y él sonrió abiertamente.
El interior de la casa olía a humedad. Las cortinas de las ventanas habían sido dadas las vueltas muchas veces, hasta que ambos lados estuvieron desigualmente descoloridos por el sol, mientras que las viejas alfombras habían puesto tan delgadas que no se distinguía ningún modelo regular. Todo desde las figuras de porcelana desportilladas sobre la chimenea hasta el papel mugriento sobre las paredes contribuía a la imagen de decadente refinamiento. La sra. Howard daba la misma impresión, moviéndose con la gracia cansada y la cohibición de alguien que una vez había estado acostumbrado a mejor vida.
—¿Dónde está Padre? —Preguntó ________, permaneciendo de pie en el centro de la sala, que era apenas más grande que un armario.
—Visitando a tu tío, en la ciudad.
Los tres de pie en el centro de la habitación, mientras un silencio torpe espesaba el aire.
—¿Por qué has venido, _________? —preguntó su madre finalmente.
—Te he echado de menos, yo… —________ hizo una pausa ante el decidido vacío que vio en la cara de su madre. Nick sintió la lucha de su esposa entre el orgullo obstinado y el remordimiento mientas seguía con cuidado—. Quería decirte que siento lo que hice.
—Desharía poder creer eso —contestó la sra. Howard resueltamente—. Sin embargo, no lo creo. No te arrepientes de abandonar tus responsabilidades, tampoco lamentas colocar tus propias necesidades por encima de las de otros.
Nick descubrió que no le era fácil escuchar a alguien criticando a su esposa,incluso si esa persona resultaba ser su propia madre. Por el bien de _______, sin embargo, se concentró en mantener la boca cerrada. Agarrando sus manos detrás de su espalda, se centró en el diseño borroso de la alfombra antigua.
—Lamento causarte tanto dolor y preocupación, mama —dijo ________—. Siento también los dos años de silencio que han pasado entre nosotros.
Finalmente La sra. Howard mostró algún signo de emoción, su voz afilada con la cólera.
—Fue culpa tuya, no nuestra.
—Por supuesto —reconoció humildemente su hija—. No me atrevo a pedirte que me perdones, pero…
—Lo hecho, hecho está—. Interrumpió Nick, incapaz de tolerar el tono sumiso de ________. Que le condenaran si permanecía de pie mientras ella se ponía de rodillas arrepentida. Colocó cuidadosamente una mano en la cintura del corsé de _________ en un gesto posesivo. Su mirada fría y segura atrapó a la sra. Howard—. No se gana nada hablando del pasado. Hemos venido para hablar del futuro.
—Usted no tiene ninguna participación en nuestro futuro, sr. Jonas —los ojos azules de la mujer estaban helados de desprecio —le culpo totalmente por nuestra situación tanto como a mi hija. Nunca habría hablado con usted ni contestado sus preguntas si hubiera sabido que su propósito final era quedársela para usted.
—Ese no era mi plan—. Nick dejó sus dedos acomodarse en la curva de la cintura de ________, recordando la suavidad deliciosa bajo el cerrado corsé—. No tenía idea de que querría casarme con ________ hasta que la conocí. Pero era obvio entonces como lo es ahora que ________ estará
mejor atendida casándose conmigo que con Radnor.
—Está muy confundido —espetó la sra. Howard enojada—. ¡Sinvergüenza arrogante! ¿Cómo se atreve a compararse a un par del reino?
El sentimiento de ________ se fortaleció a su lado, Nick la apretó sutilmente en un mensaje silencioso para que no corrigiera a su madre en ese asunto. Que le condenaran si usara su propio título para compararse de cualquier modo con Radnor.
—Lord Radnor es un hombre de gran riqueza y refinamiento —siguió la sra. Howard—. Él es sumamente educado y honorable y de gran consideración. Y si no fuera por el egoísmo de mi hija y su interferencia, ________ ahora sería su esposa.
—Usted ha omitido algunos puntos —dijo Nick —incluyendo el hecho de que Radnor es treinta años más mayor que _______ y resulta que esta tan loco como la perforadora de un zapatero.
El color de la cara de la sra. Howard se condensó en dos manchas brillantes sobre sus altos pómulos.
—¡No esta loco!
Por el bien de ________, Nick luchó por controlar su furia repentina. Se la imaginó como una niña pequeña, indefensa, siendo encerrada sola en una habitación con un depredador como Radnor. Y esta mujer lo había permitido. Se hizo silenciosamente la promesa de que ________ nunca jamás estaría sin
protección. Le dedicó una dura mirada a la sra. Howard.
—¿No vio nada malo en las atenciones obsesivas de Radnor hacia una muchacha de ocho años? —preguntó suavemente.
—A la nobleza se le permiten sus debilidades, sr. Jonas. Su sangre superior contiene algunas excentricidades. Pero desde luego, usted no sabría nada sobre eso.
—Podría sorprenderse —dijo Nick sardónicamente—. A pesar de todo, Lord Radnor es apenas un modelo para el comportamiento racional. Los dispositivos sociales de los que una vez disfrutó se han marchitado debido a sus supuestas debilidades.
Se ha retirado de la sociedad y pasa la mayor parte de su tiempo en su mansión, ocultándose de la luz del sol. Su vida se centra alrededor del intento de moldear a una muchacha vulnerable en su versión de la mujer ideal, a la que no se le permite siquiera respirar sin su permiso. Antes de que culpe a ________
por huir de eso, conteste esta pregunta con honestidad. ¿Querría casarse con semejante hombre?
La sra. Howard se evitó tener que contestar por la llegada repentina de Ellie la hermana menor de ________, una bonita muchacha de dieciséis años con una cara mofletuda y ojos azules con densas pestañas. Su pelo era mucho más oscuro que el de ________, marrón claro en vez de rubio, y su figura estaba mucho más generosamente dotada. Deteniéndose sin aliento en la entrada, Ellie contempló a
su hermana pródiga con un grito de entusiasmo.
—¡________! —Se precipitó y agarró a su hermana mayor en un fuerte abrazo—. ¡Oh, ________, has vuelto! Te eché de menos cada día, y pensaba en ti, y temía por ti…
—Ellie, te he echado de menos incluso más —dijo ________ con una risa ahogada
—No me atreví a escribirte, pero ah, como quise hacerlo. Uno podría empapelar las paredes con las cartas que deseé enviar…
—Ellie —interrumpió su madre—. Vuelve a tu cuarto.
O no la oyó o no la hizo caso, mientras Ellie retrocedía para mirar a ______.
—¡Que guapa estas! —exclamó ella—. Sabía que lo estarías. Sabía que… —Su voz se calmó cuando capto una vista de Nick de pie cerca—. ¿Realmente te casaste con él? —susurró con placer escandalizado que hizo sonreír a Nick.
_______ le echó un vistazo con una expresión curiosa. Nick se preguntó si ella
tenía aversión a reconocerlo como su marido. No parecía disgustada, pero
tampoco parecía muy entusiasta.
—Sr. Jonas, —dijo ________ —¿creo que has conocido a mi hermana?
—Señorita Ellie —murmuró con una leve inclinación—. Un placer verla otra vez.
La muchacha enrojeció e hizo una reverencia, y miró hacia atrás a _______.
—¿Vivirás en Londres? —preguntó—. ¿Me llevaras allí de visita? Tanto tiempo yo…
—Ellie —dijo la sra. Howard significativamente—. Vete a tu cuarto ahora. Es más que suficiente de tonterías.
—Sí, Mamá —la muchacha lanzó sus brazos alrededor de _______ para un último abrazo. Susurró algo en el oído de su hermana mayor, una pregunta que ________ contestó con un murmullo consolador y un asentimiento. Adivinando que había sido otra petición para ser invitada a una visita, Nick reprimió una sonrisa. Parecía que ______ no era la única hija voluntariosa en la Familia Howard. Con un vistazo tímido a Nick, Ellie abandonó la habitación y dio un suspiro mientras se alejaba de la sala.
Animada por el obvio placer de su hermana al verla otra vez, _______ lanzó a la sra. Howard un ojeada de suplica.
—Mamá, hay tantas cosas que debo decirte…
—Me temo que no haya ninguna razón para una remota discusión —dijo su madre con frágil dignidad—. Has hecho tu elección, y también tu padre y yo. Nuestra conexión con Lord Radnor esta demasiado afianzada para romperse. Cumpliremos nuestras obligaciones con él, ________. Incluso si no estas dispuesta.
________ la miró con confusión.
—¿Cómo lograrás eso, Mamá?
—Eso ya no te concierne.
—Pero no veo… —________ comenzó, y Diego interrumpió, su mirada se cerró en la sra. Howard. Durante años había negociado satisfactoriamente con criminales endurecidos, había trabajado demasiado con magistrados, culpables, inocentes, y todos los del medio. Que le condenaran si no pudiera llegar a algún tipo del compromiso con su propia suegra.
—Sra. Howard, entiendo que no soy su primera opción como marido para ________ —le dedicó una sonrisa sardónica y encantadora que le funcionaba bien con la mayor parte de las mujeres—. El diablo sabe que no sería de la preferencia de todos. Pero como están las cosas, me mostraré un benefactor mucho más generoso que Radnor —echó un vistazo deliberadamente a su ruinoso entorno y devolvió su
mirada a la suya—. No hay ninguna razón por la que no debería hacer mejoras en la casa y restaurarla a su satisfacción. También pagaré por la educación de los niños y procuraré que Ellie tenga una salida apropiada. Si quiere, usted puede viajar al extranjero y pasar los meses de verano en la costa. Dígame todo lo que quiere y lo tendrá.
La expresión de la mujer era francamente incrédula.
— ¿Y por qué haría usted todo eso?
—Para el placer de mi esposa —contestó sin vacilación.
________ se volvió hacia él con una mirada con los ojos redondos maravillada. Con aire despreocupado tocó el cuello de su corpiño, pensando que era un pequeño precio a pagar por lo que ella le daba.
Lamentablemente el gesto íntimo pareció endurecer a la sra. Howard contra él.
—No queremos nada de usted, sr. Jonas.
—Entiendo que esta en deuda con Radnor —persistió Nick, sintiendo que no había ningún modo de dirigir la cuestión más que con franqueza—. Me ocuparé de eso. Ya me he ofrecido a reembolsarlo por los años de _________ en la escuela, y asumiré sus otras obligaciones financieras también.
—Usted no puede permitirse a mantener semejantes promesas —dijo la sra. Howard—. E incluso si pudiera, la respuesta aún sería no. Le ofrezco que se marche, Sr. Jonas, porque no hablaré más del asunto.
Nick le dio una mirada inquisitiva, descubriendo desesperación… inquietud… culpabilidad. Todo su instinto le advertía que ocultaba algo.
—Le visitaré otra vez, —dijo con cuidado —cuando el sr. Howard esté en casa.
—Su respuesta no será diferente de la mía.
Nick no indicó que había oído el rechazo.
—Buen día, sra. Howard. Nos vamos con Dios con todo deseo para su salud y su felicidad.
Los dedos de ________ se apretaron fuertes por la manga de abrigo de Nick mientras luchaba para dominar sus emociones.
—Adiós, mamá —dijo con voz ronca y salió con él.
Nick la entregó con cuidado en el carruaje y echó un vistazo atrás al cuadro de jardín vacío. Todas las ventanas de la casa estaban libres, excepto una en la primera planta, donde la cara redonda de Ellie apareció. Ella agitó desesperadamente la mano y descansó su barbilla sobre sus manos cuando la
puerta del carruaje se cerró.
El vehículo arrancó con una sacudida antes de que los caballos se adaptaran a su ritmo. _______ apoyó su cabeza contra la tapicería aterciopelada, sus ojos cerrados, su boca temblando. El brillo de las lágrimas no derramadas apareció bajo sus abundantes pestañas doradas.
—Tontamente había esperado una recepción más cálida —dijo, intentando un tono irónico y fallando completamente cuando medio sollozo escapó de su garganta.
Nick se sentó allí desconcertado y terriblemente impotente, su cuerpo tensándose por todas partes. La vista de su esposa llorando le llenaba de alarma. Para su alivio, ella se las arregló para conseguir el control sobre sus emociones, y apretó los talones de sus manos enguantadas en sus ojos.
—Ellos no podían permitirse rechazar mi oferta, —dijo Nick, —a no ser que todavía estén recibiendo dinero de Radnor.
________ sacudió su cabeza confundida.
—Pero no tiene sentido que siguiera apoyando a mi familia ahora que me hecasado contigo.
— ¿Tienen alguna otra fuente de ingresos?
—No puedo pensar ninguna. Quizás mi tío puede darles un poco. No lo suficiente para mantenerlos indefinidamente, pese a todo.
—Hmmm —considerando varias posibilidades, Nick se inclinó atrás en la esquina de su asiento, su mirada se fijó en el paisaje que empujaba por delante de la ventana.
— ¿Nick… realmente le dijiste a Lord Radnor que le reembolsarías mi matrícula de la escuela durante todos esos años?
—Sí.
Extrañamente, ________ no preguntó por qué, sólo se ocupó arreglando sus faldas y tirando de sus mangas para cubrir sus muñecas. Quitándose sus guantes, los dobló y los puso a su lado sobre el asiento del carruaje. Nick la miró através de los ojos entreabiertos. Cuando ella no pudo encontrar nada más que ajustar o enderezar, sintió valor suficiente para mirarlo.
— ¿Ahora qué? —preguntó, como si se preparase para una nueva ronda de dificultades.
Nick consideró la pregunta, sintiendo un tirón en el centro de su pecho cuando vio la resolución en su expresión. Ella había aguantado los pocos días pasados con una ecuanimidad que era extraordinaria para una muchacha de su edad. Sin duda cualquier otra joven ya habría quedado reducida a un montón de sollozos. Deseaba eliminar la mirada cansada de sus ojos y por una vez verla despreocupada y relajada.
—Bien, sra. Jonas, —dijo, moviéndose al espacio al lado de ella —durante los próximos dos días, propongo que nos divirtamos.
—Diversión —repitió, como si la palabra le fuera desconocida—. Perdóname, pero mi capacidad para el placer está más bien disminuida actualmente.
Nick sonrió y colocó su mano sobre el contorno de su muslo.
—Estas en la ciudad más apasionante del mundo, —murmuró, —en la compañía de un marido viril y joven y sus ganancias mal adquiridas —besó su oreja, haciéndola temblar—. Créeme, _______ , hay mucha diversión que obtener.
_______ no habría pensado que algo podría sacudirla de su desaliento después de la fría acogida de su madre. Sin embargo, Nick la entretuvo tan a fondo durante los pocos días siguientes que encontró difícil pensar en nada más que en él. Esa noche Nick la llevó a una taberna teatral donde la música y los actos cómicos estaban organizados para atraer a los clientes. Localizado en Covent Garden, El Vestris —llamado por el una vez popular bailarín italiano de ópera—era un campo de encuentro para la gente del teatro, aristócratas miserables, y toda clase de vistosos personajes. El lugar estaba sucio y apestaba a vino y humo, el suelo tan pegajoso que ________ estaba en el peligro de salirse directamente fuera de sus zapatos. Ella cruzó el umbral a regañadientes, porque las jóvenes de calidad nunca eran vistas en semejantes sitios a no ser en la compañía de sus maridos, e incluso entonces era sumamente cuestionable. Nick inmediatamente fue aclamado por los ocupantes de la taberna, muchos de ellos parecían ser completos rufianes. Después de un breve intervalo de palmadas en la espalda e intercambio de insultos amistosos, Nick llevó a _______ a una mesa. Se les sirvió una cena con bistec y patatas, una botella de oporto, y dos tazas de algo llamado "heavy wet". Aunque ________ nunca había comido en público antes y se había sentido de manera absurdamente cohibida, con el mejor de los ánimos atacó el bistec que fácilmente podría haber servido para una familia de cuatro.
—¿Qué es esto? —preguntó, con cautela tomando su taza y mirando detenidamente en las marrones profundidades espumosas.
—Cerveza —contestó Nick, descansando su brazo detrás de su silla—. Prueba un poco.
Obedientemente tomó un sorbo de la bebida espesa con sabor a grano, y su cara entera se arrugó con aversión. Riendo por su expresión, Nick dijo a una camarera cercana que le trajese un poco de ponche de ginebra. Más clientes alardeaban en el edificio, las tazas se hacían sonar pesadamente sobre las
abolladas mesas de madera, y las camareras se movían afanosamente entre la muchedumbre con grandes jarras.
En la parte delantera de la taberna, una divertida cancioncilla musical era cantada por una mujer delgada que usaba ropa de hombre y un corpulento caballero con un abundante bigote que estaba vestido como una campesina, con un enorme pecho falso que se balanceaba de un lado al otro cuando se movía. Cuando "el chaval" persiguió "a la campesina" alrededor de la taberna, cantando una conmovedora canción de amor que elogiaba su belleza, el lugar estalló en un bramido de risa. La absoluta estupidez de la actuación era imposible de resistir. Puesta contra el costado de su marido, con una taza de ponche de ginebra astringente en sus manos, ________ trataba sin éxito de sofocar un ataque de risas tontas.
Más actuaciones siguieron… canciones verdes y bailes, divertidas poesías, incluso una demostración de acrobacias y juegos malabares. Se hizo tarde, las esquinas de la taberna se oscurecieron, y en la atmósfera relajada, más de unas pocas parejas comenzaron a complacerse con algunas caricias indiscretas y besos. ________ sabía que debería haber estado impresionada, pero el ponche de ginebra la había puesto soñolienta y aturdida. Descubrió que estaba sentada sobre el regazo de Nick, sus piernas metidas entre las suyas, y la única razón por la que era capaz de sentarse derecha era el hecho de que sus brazos estaban alrededor de ella.
—Oh, querido —dijo ella, mirando fijamente su taza casi vacía—. ¿Bebí todo eso?
Nick tomó la taza de ella y la puso sobre la mesa.
—Me temo que si.
—Sólo tú podrías deshacer mis años de educación en Maidstone en una tarde —dijo, haciéndole sonreír abiertamente.
Su mirada bajó hasta su boca, y trazo el borde de su mandíbula con la yema de su dedo.
— ¿Estas completamente pervertida ahora? ¿No? Entonces vamos a casa, y terminaré el trabajo.
Sintiéndose insegura y muy caliente, ________ se rió tontamente mientras él la guiaba por la taberna.
—El suelo esta lleno de baches —le dijo, apoyándose con fuerza contra su costado.
—No es el suelo, cariño, son tus pies.
Considerando esto, ________ echó un vistazo desde su cara divertida a sus propios pies.
—Realmente se sienten como si los hubieran colocado en las piernas equivocadas.
Nick sacudió su cabeza, sus ojos azules brillando por la risa.
—No tienes tolerancia por la ginebra, ¿verdad? aquí, déjame llevarte.
—No, no deseo ser un espectáculo —protestó cuando la levantó contra su pecho y la llevó a la calle. Parando la vista en ellos, un lacayo que esperaba se apresuró al final de la calle, donde su carruaje esperaba en una fila larga.
—Serás más que un espectáculo si te caes de cara —replico Nick.
—No estoy tan lejos de eso —protestó _________. Sin embargo, sus brazos eran tan sólidos y su hombro tan acogedor que se acurrucó contra él con un suspiro.
El olor ligeramente almizclado de su piel mezclado con el fresco olor a almidón de su corbata, una mezcla tan atrayente que se acercó más poco a poco para inhalar profundamente.
Nick se paró junto a la calle. Su cabeza giró, su mejilla afeitada acariciando la suya y haciendo que su piel se estremeciera.
— ¿Qué estas haciendo?
—Tu olor… —dijo ella distraídamente —es maravilloso. Lo noté la primera vez que nos encontramos, cuando casi me hiciste caer del muro.
Una risa se avivó en su garganta.
—Te salvé de la caída, quieres decir.
Cautivada por la textura picante de su piel, ________ presionó sus labios bajo su mandíbula. Lo sintió tragar con fuerza, el movimiento ondulando contra su boca. Era la primera vez que se le había insinuado, y el pequeño gesto fue sorprendentemente eficaz. Parado allí de pie sujetándola con fuerza, su pecho subía y bajaba con su cada vez más fatigosa respiración. Cautivada por la idea
de que podía excitarle tan fácilmente, ________ tiró del nudo se su corbata yle beso el costado de su cuello.
—No, ________.
Ella acarició con la punta de su uña sobre la piel áspera por el pelo, arañando con delicadeza.
—________… —intentó otra vez. Lo que fuera que había tenido la intención de decir fue olvidado cuando ella besó su oreja y tomó el lóbulo entre sus dientes en un suave mordisco.
El carruaje paró delante de ellos, y el lacayo se ocupó de ajustar el escalón de quita y pon. Formando sus rasgos en una máscara vacía, Nick metió a _______ dentro del carruaje y subió después de ella.
En cuanto la puerta se cerró, la arrastró hasta su regazo y tiró violentamente de la parte delantera de su vestido. Ella extendió la mano para jugar con su pelo, enredando sus dedos en los espesos mechones negros. Desatando la parte superior de su corsé, movía suavemente un pecho hacia fuera y cerró su boca sobre el suave pezón. La provocativa succión hizo que se arqueara contra él con un gemido de placer. Sus manos investigaron desesperadamente bajo sus faldas, deslizando las últimas masas de paño y lino para encontrar la húmeda abertura de sus calzones. Su mano era demasiado grande para deslizarse dentro de la ropa interior, y la rasgó con una facilidad que la hizo jadear. Sus muslos se abrieron en impotente bienvenida, y su visión se veló cuando un dedo largo se movió con cuidado dentro de ella. Acunándola en su regazo, con su mano moviéndose con cuidado entre sus piernas, sintió que sus músculos interiores comenzaban a apretarse rítmicamente. Un gemido escapo de él, y arrastró sus caderas sobre las suyas, manipulando violentamente la parte delantera de su pantalón.
—Estás tan mojada… no puedo esperar, ________, déjame… siéntate en mi regazo, y pon tus piernas… oh, Dios, sí, justo ahí...
Ella se sentó a horcajadas sobre él por propia voluntad, aspirando su aliento mientras la penetraba, sus manos impulsando sus caderas hacia abajo hasta que se hubo enterrado hasta la empuñadura. Él estaba deliciosamente duro y grueso dentro de ella, manteniéndose inmóvil mientras el movimiento del carruaje empujaba sus cuerpos unidos. A escondidas _________ frotaba el dolorido punto de su sexo contra él, sintiendo las olas de calor que se elevaban del lugar por donde estaban unidos. Una de sus manos pasó delicadamente sobre la parte alta de su espalda.
__________ jadeó cuando una sacudida vigorosa de las ruedas del carruaje le impulsó más hondo dentro de ella.
—No tenemos mucho tiempo —logró decir ella contra su garganta —la taberna esta muy cerca de la casa.
Nick respondió con un gemido torturado.
—La próxima vez haré que el conductor nos lleve por todo Londres… dos veces—. Él deslizó su pulgar hasta la cima de su sexo mojado y le dio golpecitos suaves y rápidos, incrementando su placer rápidamente hasta que ella se acurrucó contra él con un sollozo, abrumada por la explosiva sensación. Enganchando sus caderas hacia arriba con desesperados empujes, gruñó y enterró su cara en la curva de su cuello, su pasión alcanzado una culminación cegadora.
Ambos respiraron en largos jadeos, mientras su carne desnuda estaba encerrada junta bajo las capas de ropa desaliñada.
—Nunca es suficiente —dijo Nick bruscamente, su mano ahuecada sobre sus suaves nalgas, sosteniéndola firmemente contra él— se siente demasiado bien para parar.
__________ entendió lo que intentaba expresar. La necesidad inextinguible entre ellos era más que mera ansia física. Encontró una satisfacción en estar juntos que estaba mucho más allá de la conexión de sus cuerpos. Hasta ese momento, sin embargo, no había sabido que él lo sentía también… y se preguntó si él tenía tanto miedo de reconocer el sentimiento como ella.
FIN DEL CAPÍTULO 10
Dayi_JonasLove!*
Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
hola!!!
me encanta tu nove
cuando vas a subir capii??
siguela
pronto
me encanta tu nove
cuando vas a subir capii??
siguela
pronto
Invitado
Invitado
Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
me encanta. Ya he leido la primera novela y esta es la continuacion ¿verdad?
aki cuenta la historia de l hermano.
Me encanta please siguela prontoo
aki cuenta la historia de l hermano.
Me encanta please siguela prontoo
yukijonas
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