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"El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
Nick extendió la mano y cogió su muñeca, tirando hasta que ella se medio sentó,medio derribada al lado de él. Deslizando una mano detrás de la nuca, seinclinó sobre ella, encontrando su pulso con la punta de su lengua. Al mismotiempo, llevó la mano de ella a su entrepierna, ahuecando sus dedos delgadosalrededor de la forma tensa de su erección. Ella se puso rígida y jadeó, depronto se apoyó contra su pecho como si su fuerza la hubiera abandonado. Concuidado él atrajo su mano encima de la longitud de su miembro, a la cabezaredonda que empujaba con impaciencia contra la tela tensa.
Un sonido irregular escapó de él, y tiró de su blusa, lleno de la gratitud porquienquiera que hubiera diseñado una ropa que hacía el cuerpo de una mujer tanafortunadamente accesible. Sus pechos expuestos brillaron en la luz de lalumbre, sus puntas suaves y de un pálido rosado. _______ volvió su cara delado, sus ojos bien cerrados. Arrastrándola hacia delante sobre su regazo, Nickla abrazó con un brazo, mientras su trasero descansaba sobre el rígidomontículo de su erección. Sus dedos callosos resbalaron hacia un pecho desnudo,levantando el peso de seda situándolo para el lento descenso de su boca. Untemblor la atravesó mientras él abría sus labios sobre el sensible pezón, acariciándolohasta que se tensó contra su lengua. Las manos de ________ medio levantadascomo para apartarlo a la fuerza, pero de pronto sus dedos se aferraronalrededor de las solapas de su abrigo, y soltó un gemido de placer. El sonidolo electrizó. Él usaba su lengua para trazar círculos alrededor del pezón quese puso rígido, haciéndola retorcerse como un gato en sus brazos.
Mientras seguía chupando y atormentando sus pechos, deslizó su mano bajo susfaldas, encontrando el dobladillo simple de sus calzones y la gruesa liga dealgodón que sujetaba sus medias. Dándose cuenta de la mano que se metió bajosus faldas, ________ apretó sus piernas juntas, un rubor carmesí se extendiósobre su cara y sus pechos. Él la acarició sobre el lino arrugado, deslizandola palma de su mano sobre su cadera y estómago, luego moviéndose hacia lossuaves rizos más abajo.
—No lo hagas —dijo ella, sus ojos todavía cerrados.
Nick besó la curva rosada de su garganta y el fino borde de su mandíbula. Supiel era tan fina y satinada que era casi translúcida. Deseaba besarla de lacabeza a los pies.
—Así no es como habla una amante— susurró—. ¿Faltas a tu palabra, _______?
Ella sacudió su cabeza, incapaz de hablar mientras su palma presionaba sumontículo.
—Entonces abre tus piernas.
Ella obedeció bruscamente, separando los muslos, su cabeza cayendo hacia atráscontra su brazo de apoyo. Él la acarició sobre la delicada tela, frotando concuidado el surco caliente hasta que el lino se puso húmedo bajo sus dedos.Estaba excitado por sus esfuerzos por permanecer tranquilo e inmóvil, su carase volvió escarlata, sus piernas se pusieron rígidas mientras la acariciabaíntimamente. Finalmente ella gimió y le agarró la muñeca en tono de súplica.
—Es suficiente— jadeó ella.
Su miembro palpitaba violentamente bajo ella.
—¿Lo es? —Susurró él, deslizando sus dedos en la raja abierta de sus calzones—.Creo que deseas más.
Su cuerpo se sacudió en su regazo cuando él encontró suavemente el enmarañadopelo… la hinchada carne sedosa… la húmeda entrada de seda a su cuerpo. Besandoel arco de su garganta, Nick jugó con la aterciopelada espesura.
—Dulces ricitos— respiró cerca del oído de _______—. ¿Me pregunto de qué colorson? ¿Rubios, como el pelo de tu cabeza? ¿O más oscuros?
Sobresaltada por la pregunta, ________ le miró fijamente con una miradadesenfocada.
—Está bien— dijo, abriendo la suave hendidura— lo averiguare por mismo mástarde.
Ella se arqueó cuando él encontró el punto sensible que estaba oculto por lospliegues protectores.
—Oh… oh, Dios.
—Shhhh—. Él pellizcó el lóbulo de su oreja—. ¿No querrás que Westcliff te oiga,no?
—Para esto —dijo ella con voz temblorosa.
Peronada le detendría ahora. La acarició hábilmente, haciendo círculos sobre elpunto de fuego delicado. Sus nalgas se elevaron alejándose de la dura longitudde su erección mientras sus caderas presionaban su mano. Él acarició elhinchado capullo con la punta callosa de su pulgar y deslizó la mitad de sudedo dentro de ella, hasta que estuvo completamente sumergido en el deliciosocanal.
El aliento de _______ se cortó, y sus muslos se sujetaron fuertemente alrededorde su mano mientras él empujaba y retiraba su dedo en un ritmo tranquilo. Élsentía tensarse los músculos interiores de ella mientras se contraía y seretorcía, luchando instintivamente por la liberación de la insoportabletensión. Nick bajó la cabeza hasta sus pechos una vez más. Las puntas estabantensas y sonrosadas ahora, y él sopló uno de ellos suavemente antes de metérseloen su boca. Con su dedo hundido dentro de ella, y su pezón palpitando contra sulengua, experimentó un triunfo que nunca antes había conocido.
________ luchaba en vano mientras el orgasmo permanecía esquivo, un gemido defrustración escapó de ella. Retirando su dedo de las profundidades dulces de sucuerpo, Nick le colocó su mano húmeda en el estómago tenso, frotando encírculos calmantes.
—Te atenderé más tarde— murmuró él— lo prometo.
_________ gimió otra vez, arqueándose desesperadamente contra su mano. Sabía loque ella quería, y tenía muchas ganas de dárselo. Las ventanas de la narizllamearon cuando descubrió el perfume embriagador del deseo femenino. El calorbombeaba a través de él, y casi perdió todo el autocontrol mientras pensaba enenterrar su cara entre sus muslos, sumergiendo su lengua dentro de ella…
Se estremeció mientras se forzaba a bajarle las faldas, cubriendo la dulcecarne que ansiaba. Westcliff esperaba cerca, y ahora no era ni el momento ni ellugar para complacerse más. Más tarde tendría tiempo para hacer el amor con ________en su tiempo libre. Paciencia, se consoló él mismo, respirando regularmente.
_________ avanzó lentamente de los brazos de él y se acurrucó en el otroextremo del sofá. Estaba magníficamente despeinada, sus mejillas húmedas yprofundamente sonrosadas a la luz parpadeante. Forcejeando torpemente con sucorpiño, se cubrió sus pechos.
Sus miradas se encontraron, la de ella brillando con vergüenza, la de élfrancamente calculadora. Y entonces Nick se ocupó de acallarla.
—Realmente te deseo— dijo él—. De hecho, probablemente no me detendría antenada para conseguirte. Pero no te quiero como amante. Quiero la propiedadcompleta, irrevocable. Todo lo que le habrías dado a Radnor, o Westcliff.
Comprendiendo lo que quería decir, _________ le miró como si él fuese un loco.La llevó un minuto entero recuperarse lo bastante para hablar.
—¿Quieres decir matrimonio? ¿Que diferencia habría entre casarme contigo o conLord Radnor?
—La diferencia es que yo te dejo escoger.
—¿Por qué estarías dispuesto a ponerte los grilletes conmigo de por vida?
La verdad era algo que Nick nunca podía admitir ante ella.
—Porque quiero la conveniencia de una esposa— mintió—. Y tú lo harás tan biencomo cualquier otra mujer.
Ella respiró ultrajada.
—Elige— aconsejó Nick—. Puedes seguir huyendo, o puedes ser la esposa dealguien. De Radnor o mía.
Ella le dio otra de aquellas largas e inquisitivas miradas lo que hizo que sele erizara el pelo de la nuca. Maldita sea, la odiaba cuando hacía eso. Otravez más no podía parpadear o dejar de mirarla, y ella parecía leer suspensamientos a pesar de su voluntad para ocultarlos.
—Tuya— dijo rígidamente— seré Tuya.
Y soltó un lento y casi imperceptible suspiro de alivio.
________ se levantó con dificultad de su regazo y enderezó su ropa. Ella fue aecharse algo de brandy de la licorera de cristal en el aparador de caoba.Estaba mareada, y sentía sus rodillas como de gelatina, lo cual eran buenosindicios de que lo último que necesitaba era más moral. Además, técnicamenteella era todavía criada de Lord Westcliff, y jamás nadie en tal posiciónpensaría en servirse un poco del licor del amo. Por otro lado, talesdistinciones se habían esfumado después de las asombrosas revelaciones de latarde. Estaba desconcertada por la comprensión de que había recibido dospropuestas de matrimonio en una noche de hombres infinitamente diferentes.
Y las cosas que Nick Jonas acababa de hacerle —no, ella no pensaría en estoahora, mientras su cuerpo todavía palpitaba con los ecos del placer vergonzoso.Llenando la copa generosamente, _________ hizo una mueca y se tragó laexcelente cosecha.
Nick fue hacia ella, tomando la copa después de que ella había tragado rápidamentela mitad su contenido.
—En un minuto vas a estar tan borracha como una carretilla.
—¿Importa eso? —preguntó con voz ronca, mirando como él terminaba el brandy porella.
—Supongo que no— como ella se tambaleaba delante de él, dejó a un lado la copavacía y cogió su cintura en sus manos. Una risa de auto burla tocó sus labios—.Dios sabe que cualquier mujer tendría que fortalecerse después de consentirconvertirse en mi esposa.
Un golpe exigente golpeó la puerta, y Lord Westcliff entró en la habitación. Suaguda mirada se posó en ellos que permanecían tan cerca juntos, y arqueó unagruesa ceja socarronamente.
Las manos de Jonas apretadas sobre la cintura de _______ mientras ella tratabande alejarse de él.
—Puede ser el primero en felicitarnos— le dijo al conde, en una grosera parodiade un anuncio caballeroso— la señorita Howard me ha hecho el honor deconcederme su mano.
Los ojos de Lord Westcliff se estrecharon mientras echaba un vistazo a __________.
—¿Esa es la tercera opción?
—Al parecer— dijo ella sin firmeza—. Sí
_________ sabía que el conde no entendía por qué estaría dispuesta a hacernegocios con el diablo. Devolviendo su mirada, suplicó silenciosamente que nopidiera una explicación, porque sería incapaz de explicar sus motivos. Estabaharta de ocultarse, preocuparse, y tener miedo. Nick Jonas le había ofrecido surefugio. Él no tenía principios, era insensible y mundano exactamente la clasede hombre que podría protegerla de Radnor. Pero todo eso no habría sidosuficiente para obligarla a casarse con él. Otro factor había marcado ladiferencia —su conciencia de que Nick sentía algo por ella. Él no fue capaz deocultarlo a pesar de sus esfuerzos por lo contrario. Y contra todo el mejorjuicio, ella lo deseaba. O al menos, deseaba al hombre que él había fingidoser… el que la había mirado fijamente con tal intensidad desesperada cuandohabían estado al lado del pozo de los deseos… el único que la había besado enel bosque y había susurrado que la necesitaba.
Frunciendo el ceño, el conde avanzó y llegó hasta ella.
—Quiero unas palabras con usted, _______.
Ella asintió obedientemente, por el hábito de muchos años.
—Sí, señor—. Cómo Nick no la liberaba, ella le lanzó una mirada provocativa—.No me he casado contigo aún— dijo ella bajo su aliento—. Déjame ir.
Sus manos se deslizaron de su cintura. _________ fue hasta el conde, que tomósu codo en un ligero apretón y la llevó con él a la esquina. Su toquerespetuoso era sorprendentemente diferente de la posesividad desenfrenada de Nick.
Lord Westcliff bajó la mirada hacia ella, un mechón de pelo negro cayó sobre suamplia frente.
—________, —dijo silenciosamente, —no puede tomar tal decisión sin entender mássobre el hombre a quien se va a entregar. No se engañe por el hecho que Jonases un agente de Bow Street. Sin duda usted piensa que su profesión otorgacierto sentido de honor, incluso heroísmo. En el caso de Nick Jonas, locontrario es verdadero. Él es, y siempre ha sido una figura de públicapolémica.
—¿En qué sentido? —preguntó ________, echándole una ojeada a la figura oscuradel otro lado de la habitación.
Nick bebía otro brandy, fingiendo inspeccionar una fila de libros. La curvamalhumorada de su boca le dejó claro que sabía perfectamente bien lo queWestcliff le decía.
—Jonassólo ha sido detective durante los dos o tres años pasados. Antes de eso, eraun señor del crimen enmascarando como detective privado. Controlaba una infamecorporación de ladrones y fue detenido numerosas veces por fraude, robo,comercio de artículos robados, y fabricación de pruebas. Puedo garantizar queconoce a cada criminal de renombre en Inglaterra. A pesar de su evidentereforma, hay muchos que creen que todavía tiene transacciones ilícitas conmuchos de sus antiguos cohortes en el hampa. No hay que tenerle confianza, _______.
Ella trató de no mostrar reacción ante la información, pero por dentro estabaanonadada. Echando un vistazo alrededor de los anchos hombros de Westcliff, viola forma amenazadora en que el agente de Bow Street holgazaneaba en la esquinamás oscura del estudio. Parecía más cómodo en las sombras, sus ojos brillabancomo un gato. ¿Cómo podría un hombre sólo al final de la veintena haber tenidouna carrera tan variada? ¿Señor del crimen, detective…? ¿Que era él, en elnombre de Dios?
—Señorita Howard… ________…—el conde reconquistó su atención con un susurrosilencioso—. Debe considerar mi oferta una vez más. Creo que el arreglo nosbeneficiaría ambos. Le doy mi palabra de que sería un marido amable, y queusted no querría para nada...
—Milord, —interrumpió ella con seriedad, —espero que no considere mi rechazocomo señal de otra cosa que mi gran respeto hacia usted. Usted es el hombre máshonorable que jamás he conocido y es por eso que nunca le relegaría a unmatrimonio sin amor. No puede negar, milord, que yo no sería su primera opción,si estuviera buscando esposa. Y si le hiciera la injusticia de aceptar suoferta, ambos lo lamentaríamos algún día. El sr. Jonas y yo estamos mucho mássatisfechos el uno con el otro, porque ninguno de nosotros lo considerará comoun matrimonio verdadero, sino más bien como una transacción de negocios en lacual… —Sus mejillas ardían cuando se forzó a terminar—. En el cual un servicioes a cambio de otro.
La cara de Westcliff era sombría.
—Usted no es lo bastante cínica o dura como para tolerar tal arreglo.
—Lamentablemente, milord, estoy realmente endurecida. A causa de Lord Radnor,nunca he tenido las esperanzas y sueños que muchas otras mujeres tienen. Nuncahe esperado ser feliz en el matrimonio.
—Aún merece algo mejor que esto— insistió él.
Ella rió sin humor.
—¿Eso cree? No estoy tan segura— separándose de él, _________ cruzó de unazancada al centro del estudio y miró a Gentry con expectación. De un modoenérgico—. ¿Cuándo nos marcharemos?
Nick surgió de la esquina. Ella vio por el parpadeo en sus ojos que había medioesperado que ella cambiara de opinión después de la oratoria con Westcliff.Ahora que su elección había sido reafirmada, no había vuelta atrás.
—Ahora— dijo él suavemente.
Sus labios se separaron en los comienzos de una objeción. Nick tenía laintención de arrastrarla sin permitir cualquier oportunidad de decir ¡adiós! aalguien en la casa, ni siquiera a la Señora Westcliff. Por otro lado, sería másfácil para ella simplemente desaparecer sin necesidad de explicar algo aalguien.
—¿No es bastante peligroso viajar de noche? —Preguntó ella, entoncesrápidamente contestó su propia pregunta—. No importa. Si nos encontráramos conun salteador de caminos, probablemente estaría más salvo con él que contigo.
De pronto Nick sonrió abiertamente.
—Podrías tener razón.
Su momentánea diversión se borró por el anuncio frío de Lord Westcliff.
—Si no puedo cambiar la opinión de señorita Howard, al menos requeriré laprueba de que la ceremonia es legal. También exigiré pruebas que ella estásatisfactoriamente provista.
________ comprendió que en todas sus consideraciones, ella en realidad no habíapensado en que clase de vida tendría con Nick. ¡Por Dios! ¿Cómo se ganaba lavida un agente de Bow Street? Sin duda su sueldo era mínimo, pero seguramentecon comisiones privadas, él tendría para vivir de una forma decente. Ella nonecesitaba mucho— una habitación o dos en un área segura de Londres seríasuficiente.
—Que me condenen si tengo que explicar mi capacidad para proveer a mi propiaesposa— dijo Nick—. Todo lo que usted tiene que saber es que ella no pasaráhambre, y tendrá un techo sobre su cabeza.
El viaje a Londres duraría aproximadamente doce horas, lo cual significaba queviajarían durante la noche y llegarían temprano en la tarde. ________descansaba contra la lujosa tapicería de terciopelo marrón del vehículo bienequipado de Nick. Una vez que ellos estuvieron en camino, Nick se movió paraextinguir la pequeña lámpara del carruaje que iluminaba el interior.
—¿Quieres dormir? —preguntó—. Queda mucho tiempo hasta la mañana.
________ sacudió su cabeza. A pesar de su cansancio, ella estaba demasiadoagitada para relajarse.
Encogiéndose de hombros, Nick dejó que la lámpara ardiera. Él descansó una desus piernas sobre la tapicería, haciendo muecas ligeramente. Claramente eraincómodo para un hombre de su tamaño estar limitado en un espacio relativamentepequeño.
—¿Esto es tuyo? —Preguntó Roberta—. ¿O lo alquilaste como parte de tu engaño?
Comprendiendo que ella se refería al carruaje, le dedicó una risa burlona.
—Es mío.
—No habría pensado que un hombre profesional podría permitirse semejantevehículo.
El detective jugó ociosamente con el borde con flecos de la pequeña cortina dela ventana cercana.
—Mi trabajo requiere viajes frecuentes. Prefiero hacerlo con comodidad.
—¿Usas a menudo un nombre ficticio cuándo emprendes tus investigaciones?
Él sacudió su cabeza.
—La mayor parte del tiempo no es necesario.
—Me pregunto porque no escogiste un disfraz mejor— dijo ella—. Uno que nopudiera ser refutado tan fácilmente. No le llevó mucho tiempo a Lord Westcliffdescubrir que no hay ningún Vizconde Sydney.
Una expresión extraña cruzó su cara, diversión entrelazada con incomodidad, y parecíaentretenido en un debate silencioso sobre si realmente decirle algo. Finalmentetorció su boca, y soltó un breve suspiro.
—Westcliff se equivocó. Hay un Vizconde Sydney. Al menos, hay un sucesorlegítimo al título.
_______ lo consideró con escepticismo.
—¿Quién es él? ¿Y si lo que dices es cierto, por qué no ha llegado a reclamarsu título y propiedades?
—No todo el mundo quiere ser un par.
—¡Desde luego que si! Además, a un par no se le da la opción. Lo es, o no loes. Él no puede negar sus derechos de nacimiento más de lo que puede cambiar elcolor de sus ojos.
—Que me condenen si no puede— llegó su respuesta frunciendo el ceño.
—No hay necesidad de enfadarse— dijo ________—. Y aún no me has dicho quién esy donde está este vizconde misterioso, lo que me lleva a creer que tú loinventas.
Nick cambió de posición, moviéndose incómodamente, su mirada cuidadosamentealejada de la suya.
—Soy yo.
—¿Qué? ¿Tratas de engañarme a pensar que eres algún par perdido hace mucho?¿Tú, un señor de crimen y detective, eres un vizconde secreto?—________ sacudiósu cabeza con decisión—. No me lo creo.
—Me importa un bledo si lo crees o no— dijo Nick con calma— especialmentecuando esto no tiene que ver con el futuro, porque nunca reclamaré el título.
_______ miró fijamente su duro perfil asombrado. Seguramente parecía creer loque decía. ¿Pero cómo podría ser posible? ¿Si hubiera algo de verdad a suafirmación, cómo un hijo de la aristocracia había llegado a esto? Uno nocomenzaba la vida como un miembro de la nobleza y terminaba como… lo que seaque él fuera. Ella no podía seguir acribillándole con preguntas.
—¿Tu eres Nicholas, Lord Sydney? ¿El hijo del Vizconde Sydney que murió haceveinte años, supuestamente sin un heredero? ¿Tienes alguna prueba de esto? ¿Hayalguien que lo corroboraría?
—Mi hermana, Sophia. Y su marido, sir Ross Cannon.
—¿El magistrado? ¿El antiguo jefe de Bow Street es tu cuñado?
Nick respondió con una sola cabezada. Confundiendo completamente a ________.Supuso que no tenía otra opción excepto creerle, ya que la historia fácilmentepodría ser desacreditada si fuera falsa. Pero era tan fantástica, tan absurda,que no podía empezar a entenderlo.—Yo teníasiete años, quizás ocho, cuando mis padres murieron— explicó bruscamente Nick—.Además de mí, no había más parientes masculinos que pudiesen poner lareclamación legítima del título o las tierras. No es que hubiera mucho queheredar, porque mi padre estaba endeudado, y la hacienda estaba en malascondiciones. Mi hermana mayor, Sophia, y yo vagabundeamos por el pueblo untiempo, hasta que ella finalmente fue recogida por un primo lejano. Pero yo mehabía hecho un rebelde, y el primo estaba naturalmente poco dispuesto a recogermebajo su techo. Entonces me escapé a Londres, y me hice ladrón callejero, hastaque fui encarcelado por mis crímenes. Cuando otro muchacho murió en la prisión,tomé su nombre de modo que yo pudiera conseguir liberación anticipada.
Un sonido irregular escapó de él, y tiró de su blusa, lleno de la gratitud porquienquiera que hubiera diseñado una ropa que hacía el cuerpo de una mujer tanafortunadamente accesible. Sus pechos expuestos brillaron en la luz de lalumbre, sus puntas suaves y de un pálido rosado. _______ volvió su cara delado, sus ojos bien cerrados. Arrastrándola hacia delante sobre su regazo, Nickla abrazó con un brazo, mientras su trasero descansaba sobre el rígidomontículo de su erección. Sus dedos callosos resbalaron hacia un pecho desnudo,levantando el peso de seda situándolo para el lento descenso de su boca. Untemblor la atravesó mientras él abría sus labios sobre el sensible pezón, acariciándolohasta que se tensó contra su lengua. Las manos de ________ medio levantadascomo para apartarlo a la fuerza, pero de pronto sus dedos se aferraronalrededor de las solapas de su abrigo, y soltó un gemido de placer. El sonidolo electrizó. Él usaba su lengua para trazar círculos alrededor del pezón quese puso rígido, haciéndola retorcerse como un gato en sus brazos.
Mientras seguía chupando y atormentando sus pechos, deslizó su mano bajo susfaldas, encontrando el dobladillo simple de sus calzones y la gruesa liga dealgodón que sujetaba sus medias. Dándose cuenta de la mano que se metió bajosus faldas, ________ apretó sus piernas juntas, un rubor carmesí se extendiósobre su cara y sus pechos. Él la acarició sobre el lino arrugado, deslizandola palma de su mano sobre su cadera y estómago, luego moviéndose hacia lossuaves rizos más abajo.
—No lo hagas —dijo ella, sus ojos todavía cerrados.
Nick besó la curva rosada de su garganta y el fino borde de su mandíbula. Supiel era tan fina y satinada que era casi translúcida. Deseaba besarla de lacabeza a los pies.
—Así no es como habla una amante— susurró—. ¿Faltas a tu palabra, _______?
Ella sacudió su cabeza, incapaz de hablar mientras su palma presionaba sumontículo.
—Entonces abre tus piernas.
Ella obedeció bruscamente, separando los muslos, su cabeza cayendo hacia atráscontra su brazo de apoyo. Él la acarició sobre la delicada tela, frotando concuidado el surco caliente hasta que el lino se puso húmedo bajo sus dedos.Estaba excitado por sus esfuerzos por permanecer tranquilo e inmóvil, su carase volvió escarlata, sus piernas se pusieron rígidas mientras la acariciabaíntimamente. Finalmente ella gimió y le agarró la muñeca en tono de súplica.
—Es suficiente— jadeó ella.
Su miembro palpitaba violentamente bajo ella.
—¿Lo es? —Susurró él, deslizando sus dedos en la raja abierta de sus calzones—.Creo que deseas más.
Su cuerpo se sacudió en su regazo cuando él encontró suavemente el enmarañadopelo… la hinchada carne sedosa… la húmeda entrada de seda a su cuerpo. Besandoel arco de su garganta, Nick jugó con la aterciopelada espesura.
—Dulces ricitos— respiró cerca del oído de _______—. ¿Me pregunto de qué colorson? ¿Rubios, como el pelo de tu cabeza? ¿O más oscuros?
Sobresaltada por la pregunta, ________ le miró fijamente con una miradadesenfocada.
—Está bien— dijo, abriendo la suave hendidura— lo averiguare por mismo mástarde.
Ella se arqueó cuando él encontró el punto sensible que estaba oculto por lospliegues protectores.
—Oh… oh, Dios.
—Shhhh—. Él pellizcó el lóbulo de su oreja—. ¿No querrás que Westcliff te oiga,no?
—Para esto —dijo ella con voz temblorosa.
Peronada le detendría ahora. La acarició hábilmente, haciendo círculos sobre elpunto de fuego delicado. Sus nalgas se elevaron alejándose de la dura longitudde su erección mientras sus caderas presionaban su mano. Él acarició elhinchado capullo con la punta callosa de su pulgar y deslizó la mitad de sudedo dentro de ella, hasta que estuvo completamente sumergido en el deliciosocanal.
El aliento de _______ se cortó, y sus muslos se sujetaron fuertemente alrededorde su mano mientras él empujaba y retiraba su dedo en un ritmo tranquilo. Élsentía tensarse los músculos interiores de ella mientras se contraía y seretorcía, luchando instintivamente por la liberación de la insoportabletensión. Nick bajó la cabeza hasta sus pechos una vez más. Las puntas estabantensas y sonrosadas ahora, y él sopló uno de ellos suavemente antes de metérseloen su boca. Con su dedo hundido dentro de ella, y su pezón palpitando contra sulengua, experimentó un triunfo que nunca antes había conocido.
________ luchaba en vano mientras el orgasmo permanecía esquivo, un gemido defrustración escapó de ella. Retirando su dedo de las profundidades dulces de sucuerpo, Nick le colocó su mano húmeda en el estómago tenso, frotando encírculos calmantes.
—Te atenderé más tarde— murmuró él— lo prometo.
_________ gimió otra vez, arqueándose desesperadamente contra su mano. Sabía loque ella quería, y tenía muchas ganas de dárselo. Las ventanas de la narizllamearon cuando descubrió el perfume embriagador del deseo femenino. El calorbombeaba a través de él, y casi perdió todo el autocontrol mientras pensaba enenterrar su cara entre sus muslos, sumergiendo su lengua dentro de ella…
Se estremeció mientras se forzaba a bajarle las faldas, cubriendo la dulcecarne que ansiaba. Westcliff esperaba cerca, y ahora no era ni el momento ni ellugar para complacerse más. Más tarde tendría tiempo para hacer el amor con ________en su tiempo libre. Paciencia, se consoló él mismo, respirando regularmente.
_________ avanzó lentamente de los brazos de él y se acurrucó en el otroextremo del sofá. Estaba magníficamente despeinada, sus mejillas húmedas yprofundamente sonrosadas a la luz parpadeante. Forcejeando torpemente con sucorpiño, se cubrió sus pechos.
Sus miradas se encontraron, la de ella brillando con vergüenza, la de élfrancamente calculadora. Y entonces Nick se ocupó de acallarla.
—Realmente te deseo— dijo él—. De hecho, probablemente no me detendría antenada para conseguirte. Pero no te quiero como amante. Quiero la propiedadcompleta, irrevocable. Todo lo que le habrías dado a Radnor, o Westcliff.
Comprendiendo lo que quería decir, _________ le miró como si él fuese un loco.La llevó un minuto entero recuperarse lo bastante para hablar.
—¿Quieres decir matrimonio? ¿Que diferencia habría entre casarme contigo o conLord Radnor?
—La diferencia es que yo te dejo escoger.
—¿Por qué estarías dispuesto a ponerte los grilletes conmigo de por vida?
La verdad era algo que Nick nunca podía admitir ante ella.
—Porque quiero la conveniencia de una esposa— mintió—. Y tú lo harás tan biencomo cualquier otra mujer.
Ella respiró ultrajada.
—Elige— aconsejó Nick—. Puedes seguir huyendo, o puedes ser la esposa dealguien. De Radnor o mía.
Ella le dio otra de aquellas largas e inquisitivas miradas lo que hizo que sele erizara el pelo de la nuca. Maldita sea, la odiaba cuando hacía eso. Otravez más no podía parpadear o dejar de mirarla, y ella parecía leer suspensamientos a pesar de su voluntad para ocultarlos.
—Tuya— dijo rígidamente— seré Tuya.
Y soltó un lento y casi imperceptible suspiro de alivio.
________ se levantó con dificultad de su regazo y enderezó su ropa. Ella fue aecharse algo de brandy de la licorera de cristal en el aparador de caoba.Estaba mareada, y sentía sus rodillas como de gelatina, lo cual eran buenosindicios de que lo último que necesitaba era más moral. Además, técnicamenteella era todavía criada de Lord Westcliff, y jamás nadie en tal posiciónpensaría en servirse un poco del licor del amo. Por otro lado, talesdistinciones se habían esfumado después de las asombrosas revelaciones de latarde. Estaba desconcertada por la comprensión de que había recibido dospropuestas de matrimonio en una noche de hombres infinitamente diferentes.
Y las cosas que Nick Jonas acababa de hacerle —no, ella no pensaría en estoahora, mientras su cuerpo todavía palpitaba con los ecos del placer vergonzoso.Llenando la copa generosamente, _________ hizo una mueca y se tragó laexcelente cosecha.
Nick fue hacia ella, tomando la copa después de que ella había tragado rápidamentela mitad su contenido.
—En un minuto vas a estar tan borracha como una carretilla.
—¿Importa eso? —preguntó con voz ronca, mirando como él terminaba el brandy porella.
—Supongo que no— como ella se tambaleaba delante de él, dejó a un lado la copavacía y cogió su cintura en sus manos. Una risa de auto burla tocó sus labios—.Dios sabe que cualquier mujer tendría que fortalecerse después de consentirconvertirse en mi esposa.
Un golpe exigente golpeó la puerta, y Lord Westcliff entró en la habitación. Suaguda mirada se posó en ellos que permanecían tan cerca juntos, y arqueó unagruesa ceja socarronamente.
Las manos de Jonas apretadas sobre la cintura de _______ mientras ella tratabande alejarse de él.
—Puede ser el primero en felicitarnos— le dijo al conde, en una grosera parodiade un anuncio caballeroso— la señorita Howard me ha hecho el honor deconcederme su mano.
Los ojos de Lord Westcliff se estrecharon mientras echaba un vistazo a __________.
—¿Esa es la tercera opción?
—Al parecer— dijo ella sin firmeza—. Sí
_________ sabía que el conde no entendía por qué estaría dispuesta a hacernegocios con el diablo. Devolviendo su mirada, suplicó silenciosamente que nopidiera una explicación, porque sería incapaz de explicar sus motivos. Estabaharta de ocultarse, preocuparse, y tener miedo. Nick Jonas le había ofrecido surefugio. Él no tenía principios, era insensible y mundano exactamente la clasede hombre que podría protegerla de Radnor. Pero todo eso no habría sidosuficiente para obligarla a casarse con él. Otro factor había marcado ladiferencia —su conciencia de que Nick sentía algo por ella. Él no fue capaz deocultarlo a pesar de sus esfuerzos por lo contrario. Y contra todo el mejorjuicio, ella lo deseaba. O al menos, deseaba al hombre que él había fingidoser… el que la había mirado fijamente con tal intensidad desesperada cuandohabían estado al lado del pozo de los deseos… el único que la había besado enel bosque y había susurrado que la necesitaba.
Frunciendo el ceño, el conde avanzó y llegó hasta ella.
—Quiero unas palabras con usted, _______.
Ella asintió obedientemente, por el hábito de muchos años.
—Sí, señor—. Cómo Nick no la liberaba, ella le lanzó una mirada provocativa—.No me he casado contigo aún— dijo ella bajo su aliento—. Déjame ir.
Sus manos se deslizaron de su cintura. _________ fue hasta el conde, que tomósu codo en un ligero apretón y la llevó con él a la esquina. Su toquerespetuoso era sorprendentemente diferente de la posesividad desenfrenada de Nick.
Lord Westcliff bajó la mirada hacia ella, un mechón de pelo negro cayó sobre suamplia frente.
—________, —dijo silenciosamente, —no puede tomar tal decisión sin entender mássobre el hombre a quien se va a entregar. No se engañe por el hecho que Jonases un agente de Bow Street. Sin duda usted piensa que su profesión otorgacierto sentido de honor, incluso heroísmo. En el caso de Nick Jonas, locontrario es verdadero. Él es, y siempre ha sido una figura de públicapolémica.
—¿En qué sentido? —preguntó ________, echándole una ojeada a la figura oscuradel otro lado de la habitación.
Nick bebía otro brandy, fingiendo inspeccionar una fila de libros. La curvamalhumorada de su boca le dejó claro que sabía perfectamente bien lo queWestcliff le decía.
—Jonassólo ha sido detective durante los dos o tres años pasados. Antes de eso, eraun señor del crimen enmascarando como detective privado. Controlaba una infamecorporación de ladrones y fue detenido numerosas veces por fraude, robo,comercio de artículos robados, y fabricación de pruebas. Puedo garantizar queconoce a cada criminal de renombre en Inglaterra. A pesar de su evidentereforma, hay muchos que creen que todavía tiene transacciones ilícitas conmuchos de sus antiguos cohortes en el hampa. No hay que tenerle confianza, _______.
Ella trató de no mostrar reacción ante la información, pero por dentro estabaanonadada. Echando un vistazo alrededor de los anchos hombros de Westcliff, viola forma amenazadora en que el agente de Bow Street holgazaneaba en la esquinamás oscura del estudio. Parecía más cómodo en las sombras, sus ojos brillabancomo un gato. ¿Cómo podría un hombre sólo al final de la veintena haber tenidouna carrera tan variada? ¿Señor del crimen, detective…? ¿Que era él, en elnombre de Dios?
—Señorita Howard… ________…—el conde reconquistó su atención con un susurrosilencioso—. Debe considerar mi oferta una vez más. Creo que el arreglo nosbeneficiaría ambos. Le doy mi palabra de que sería un marido amable, y queusted no querría para nada...
—Milord, —interrumpió ella con seriedad, —espero que no considere mi rechazocomo señal de otra cosa que mi gran respeto hacia usted. Usted es el hombre máshonorable que jamás he conocido y es por eso que nunca le relegaría a unmatrimonio sin amor. No puede negar, milord, que yo no sería su primera opción,si estuviera buscando esposa. Y si le hiciera la injusticia de aceptar suoferta, ambos lo lamentaríamos algún día. El sr. Jonas y yo estamos mucho mássatisfechos el uno con el otro, porque ninguno de nosotros lo considerará comoun matrimonio verdadero, sino más bien como una transacción de negocios en lacual… —Sus mejillas ardían cuando se forzó a terminar—. En el cual un servicioes a cambio de otro.
La cara de Westcliff era sombría.
—Usted no es lo bastante cínica o dura como para tolerar tal arreglo.
—Lamentablemente, milord, estoy realmente endurecida. A causa de Lord Radnor,nunca he tenido las esperanzas y sueños que muchas otras mujeres tienen. Nuncahe esperado ser feliz en el matrimonio.
—Aún merece algo mejor que esto— insistió él.
Ella rió sin humor.
—¿Eso cree? No estoy tan segura— separándose de él, _________ cruzó de unazancada al centro del estudio y miró a Gentry con expectación. De un modoenérgico—. ¿Cuándo nos marcharemos?
Nick surgió de la esquina. Ella vio por el parpadeo en sus ojos que había medioesperado que ella cambiara de opinión después de la oratoria con Westcliff.Ahora que su elección había sido reafirmada, no había vuelta atrás.
—Ahora— dijo él suavemente.
Sus labios se separaron en los comienzos de una objeción. Nick tenía laintención de arrastrarla sin permitir cualquier oportunidad de decir ¡adiós! aalguien en la casa, ni siquiera a la Señora Westcliff. Por otro lado, sería másfácil para ella simplemente desaparecer sin necesidad de explicar algo aalguien.
—¿No es bastante peligroso viajar de noche? —Preguntó ella, entoncesrápidamente contestó su propia pregunta—. No importa. Si nos encontráramos conun salteador de caminos, probablemente estaría más salvo con él que contigo.
De pronto Nick sonrió abiertamente.
—Podrías tener razón.
Su momentánea diversión se borró por el anuncio frío de Lord Westcliff.
—Si no puedo cambiar la opinión de señorita Howard, al menos requeriré laprueba de que la ceremonia es legal. También exigiré pruebas que ella estásatisfactoriamente provista.
________ comprendió que en todas sus consideraciones, ella en realidad no habíapensado en que clase de vida tendría con Nick. ¡Por Dios! ¿Cómo se ganaba lavida un agente de Bow Street? Sin duda su sueldo era mínimo, pero seguramentecon comisiones privadas, él tendría para vivir de una forma decente. Ella nonecesitaba mucho— una habitación o dos en un área segura de Londres seríasuficiente.
—Que me condenen si tengo que explicar mi capacidad para proveer a mi propiaesposa— dijo Nick—. Todo lo que usted tiene que saber es que ella no pasaráhambre, y tendrá un techo sobre su cabeza.
El viaje a Londres duraría aproximadamente doce horas, lo cual significaba queviajarían durante la noche y llegarían temprano en la tarde. ________descansaba contra la lujosa tapicería de terciopelo marrón del vehículo bienequipado de Nick. Una vez que ellos estuvieron en camino, Nick se movió paraextinguir la pequeña lámpara del carruaje que iluminaba el interior.
—¿Quieres dormir? —preguntó—. Queda mucho tiempo hasta la mañana.
________ sacudió su cabeza. A pesar de su cansancio, ella estaba demasiadoagitada para relajarse.
Encogiéndose de hombros, Nick dejó que la lámpara ardiera. Él descansó una desus piernas sobre la tapicería, haciendo muecas ligeramente. Claramente eraincómodo para un hombre de su tamaño estar limitado en un espacio relativamentepequeño.
—¿Esto es tuyo? —Preguntó Roberta—. ¿O lo alquilaste como parte de tu engaño?
Comprendiendo que ella se refería al carruaje, le dedicó una risa burlona.
—Es mío.
—No habría pensado que un hombre profesional podría permitirse semejantevehículo.
El detective jugó ociosamente con el borde con flecos de la pequeña cortina dela ventana cercana.
—Mi trabajo requiere viajes frecuentes. Prefiero hacerlo con comodidad.
—¿Usas a menudo un nombre ficticio cuándo emprendes tus investigaciones?
Él sacudió su cabeza.
—La mayor parte del tiempo no es necesario.
—Me pregunto porque no escogiste un disfraz mejor— dijo ella—. Uno que nopudiera ser refutado tan fácilmente. No le llevó mucho tiempo a Lord Westcliffdescubrir que no hay ningún Vizconde Sydney.
Una expresión extraña cruzó su cara, diversión entrelazada con incomodidad, y parecíaentretenido en un debate silencioso sobre si realmente decirle algo. Finalmentetorció su boca, y soltó un breve suspiro.
—Westcliff se equivocó. Hay un Vizconde Sydney. Al menos, hay un sucesorlegítimo al título.
_______ lo consideró con escepticismo.
—¿Quién es él? ¿Y si lo que dices es cierto, por qué no ha llegado a reclamarsu título y propiedades?
—No todo el mundo quiere ser un par.
—¡Desde luego que si! Además, a un par no se le da la opción. Lo es, o no loes. Él no puede negar sus derechos de nacimiento más de lo que puede cambiar elcolor de sus ojos.
—Que me condenen si no puede— llegó su respuesta frunciendo el ceño.
—No hay necesidad de enfadarse— dijo ________—. Y aún no me has dicho quién esy donde está este vizconde misterioso, lo que me lleva a creer que tú loinventas.
Nick cambió de posición, moviéndose incómodamente, su mirada cuidadosamentealejada de la suya.
—Soy yo.
—¿Qué? ¿Tratas de engañarme a pensar que eres algún par perdido hace mucho?¿Tú, un señor de crimen y detective, eres un vizconde secreto?—________ sacudiósu cabeza con decisión—. No me lo creo.
—Me importa un bledo si lo crees o no— dijo Nick con calma— especialmentecuando esto no tiene que ver con el futuro, porque nunca reclamaré el título.
_______ miró fijamente su duro perfil asombrado. Seguramente parecía creer loque decía. ¿Pero cómo podría ser posible? ¿Si hubiera algo de verdad a suafirmación, cómo un hijo de la aristocracia había llegado a esto? Uno nocomenzaba la vida como un miembro de la nobleza y terminaba como… lo que seaque él fuera. Ella no podía seguir acribillándole con preguntas.
—¿Tu eres Nicholas, Lord Sydney? ¿El hijo del Vizconde Sydney que murió haceveinte años, supuestamente sin un heredero? ¿Tienes alguna prueba de esto? ¿Hayalguien que lo corroboraría?
—Mi hermana, Sophia. Y su marido, sir Ross Cannon.
—¿El magistrado? ¿El antiguo jefe de Bow Street es tu cuñado?
Nick respondió con una sola cabezada. Confundiendo completamente a ________.Supuso que no tenía otra opción excepto creerle, ya que la historia fácilmentepodría ser desacreditada si fuera falsa. Pero era tan fantástica, tan absurda,que no podía empezar a entenderlo.—Yo teníasiete años, quizás ocho, cuando mis padres murieron— explicó bruscamente Nick—.Además de mí, no había más parientes masculinos que pudiesen poner lareclamación legítima del título o las tierras. No es que hubiera mucho queheredar, porque mi padre estaba endeudado, y la hacienda estaba en malascondiciones. Mi hermana mayor, Sophia, y yo vagabundeamos por el pueblo untiempo, hasta que ella finalmente fue recogida por un primo lejano. Pero yo mehabía hecho un rebelde, y el primo estaba naturalmente poco dispuesto a recogermebajo su techo. Entonces me escapé a Londres, y me hice ladrón callejero, hastaque fui encarcelado por mis crímenes. Cuando otro muchacho murió en la prisión,tomé su nombre de modo que yo pudiera conseguir liberación anticipada.
Dayi_JonasLove!*
Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
—Éldebe haber sido el verdadero Nick Jonas, entonces— dijo _______.
—Sí.
—¿Y tú tomaste su identidad y dejaste creer a todos que habías muerto?
Un destello desafiante entró en sus ojos.
—Él no podía usar más el nombre.
—Pero seguramente más tarde debes haber pensado reclamar tu verdadero nombre…tu legítima posición en la sociedad…
—Tengo exactamente la posición en la sociedad que quiero. Y Nick Jonas ha sidomi nombre más de lo que jamás fue de él. Tengo la intención de dejar que Sydneydescanse en paz— rió sardónicamente— lamento la pérdida de prestigio, pero vasa ser conocida como la Sra de Nick Jonas, y nadie salvo mi hermana y su maridoserá consciente de la verdad. ¿Entiendes?
________ asintió con ceño perplejo.
—No me preocupa la pérdida de prestigio. Si lo hiciera, me habría casado conLord Radnor.
—No te importa ser la esposa de un plebeyo, entonces, —dijo Nick, mirándolaatentamente—. Uno con medios limitados.
—Estoy acostumbrado a la vida en circunstancias humildes. Mi familia es debuena sangre, pero como mencioné una vez antes, somos pobres.
Nick estudió las pulidas puntas de sus botas.
—Lord Radnor era un benefactor condenadamente tacaño, si la condición de HowardHouse es algo por lo que juzgar.
________ inhaló rápidamente.
—¿Has estado en la casa de mi familia?
Él echó un vistazo a sus grandes ojos.
—Sí, visité a tus padres para hacerles preguntas. Ellos sabían que yo te estababuscando.
—Ah— dijo ________ con consternación. Desde luego sus padres habrían cooperadocon la investigación. Ellos habían sido conscientes que Lord Radnor queríaencontrarla, y como siempre, habían accedido a sus deseos. Las noticias nodeberían haber llegado como una sorpresa. Y aún ella no podía menos quesentirse traicionada. ¿Se habían tomado siquiera un momento para considerar susintereses, en lugar de los de Radnor? Su garganta se apretó, y pareció no podertragar correctamente.
—Ellos contestaron cada pregunta detalladamente—. Nick siguió—. He visto lasmuñecas con las que alguna vez jugaste, el libro de cuentos en el quedibujabas… se incluso la talla de tus zapatos.
Llena de terrible vulnerabilidad, _________ se envolvió en sus brazos.
—Parece extraño que hayas visto a mi familia, cuando he estado lejos de ellosdurante dos años. ¿Co—cómo están mis hermanas y mis hermanos? ¿Cómo esta Ellie?
—¿La que tiene dieciséis años? Callada. Guapa. Con buena salud, parece.
—Dieciséis— murmuró ________, alterada por la comprensión de que sus hermanoshabían crecido, al igual que ella. Todos ellos habían cambiado durante eltiempo que habían estado separados. Su cabeza le dolía de pronto, y frotó sufrente—. Cuando mis padres hablaron de mí, parecían…
—¿Qué?
—¿Me odian? —preguntó distraídamente—. Tan a menudo me he preguntado…
—No, ellos no te odian—. Su voz se hizo extrañamente suave— están preocupadospor sus propios pellejos, desde luego, y parecen sostener una creencia sincerade que te beneficiaría un matrimonio con Radnor.
—Ellos nunca han entendido como es él realmente.
—No quieren. Han ganado mucho más engañándose.
________ estaba tentada de reprenderle aun cuando hubiera pensado la misma cosamil veces antes.
—Necesitaban el dinero de Lord Radnor— dijo de manera aburrida—. Tienen gustoscaros.
—¿Es así cómo perdió tu padre la fortuna de la familia? ¿Viviendo por encima desus medios?
—No creo que hubiera una fortuna verdadera para empezar. Pero mis padresseguramente gastaron lo qué estaba disponible. Recuerdo que cuando yo era unaniña, teníamos lo mejor de todo. Y luego cuando el dinero se fue, casi pasamoshambre. Hasta que Lord Radnor intervino—. Ella seguía frotándose la frente,dejando que su dedos vagaran por sus doloridas sienes—. Fácilmente se podríaalegar que me he beneficiado de su interés. A causa de Radnor, fui enviada a laescuela de muchachas más exclusiva en Londres, y él pagó por mi alimento, miropa, e incluso contrató una doncella para asistirme. Pensaba que él queríahacer una señora de mí. Al principio yo estaba hasta agradecida de que setomara semejante cuidado en prepararme para ser su esposa.
—Pero se hizo más complicado que esto— murmuró Nick.
Ella asintió.
—Fui tratada como una mascota con una correa. Radnor decidía lo que podía leer,lo que se me permitía comer… ordenó a los profesores que mis baños debían sercon frío hielo, porque él creía que era más favorable para la buena salud queel agua caliente. Mi dieta fue limitada a caldo y fruta cuando quiera quedecidiera que necesitaba adelgazar. Tenía que escribirle una carta cada día,describir mi progreso con las materias que él deseaba que estudiara. Habíareglas para todo… nunca debía hablar a no ser que mis pensamientos estuvieranbien formados y fueran expresados con gracia. Nunca debía ofrecer una opiniónsobre algo. Si me movía, mis manos eran atadas al asiento de mi silla. Si mebronceaba por el sol, se me mantenía dentro—. Soltó un suspiro tenso— lordRadnor quería convertirme completamente en otra persona. Yo no podía comprenderlo que sería vivir con él como su esposa, o que pasaría cuando él finalmentecomprendiera que nunca podía alcanzar las normas de perfección que élestablecía—. Perdida en los oscuros recuerdos, ________ se retorció sus dedos yhablaba sin ser completamente consciente de lo que revelaba—. Cómo temía venira casa durante las vacaciones. Él estaba siempre allí, esperándome. Apenas mepermitía tiempo para ver a mis hermanos y hermanas antes de que tuviera que ir conél y…
Se paró de repente, comprendiendo que había estado a punto de confiar elsecreto que había hecho que sus padres estallaran de furia cuando había tratadode contárselo. Esto había bullido en el fondo de su alma durante años. Ellos dealgún modo la habían aclarado sin palabras que la supervivencia de la familia,y la suya, dependían completamente de su silencio. Ahogando las palabrasprohibidas, ________ cerró los ojos.
—Tenias que ir con él y…—Apuntó Jonas.
Ella sacudió su cabeza.
—Ahora ya no importa.
—Continua—. Su voz era suave—. Te aseguro que nada de lo digas podríaimpresionarme.
________ lo consideró cautelosamente, comprendiendo que era cierto. Con todo loque Nick había visto, oído y hecho, nada le repugnaría.
—Continua— murmuró.
Y ________se encontró diciéndole lo que nadie había querido oír jamás.—Siempre que iba acasa, tenía que entrar en un cuarto privado con Radnor, y darle cuenta de micomportamiento en la escuela, y contestar sus preguntas sobre mis estudios ymis amigos, y… —Ella miró la cara inescrutable de Nick, encontrando que sucarencia de reacción le facilitaba seguir—. Me hacía sentarme sobre su regazomientras hablábamos. Me tocaba, el pecho y bajo mis faldas. Era repulsivo,permitiéndole… pero no podía pararlo, y mis padres…—Ella se encogio con ungesto de impotencia—. Ellos no escucharon cuando traté de contarles. Estocontinuó durante años. Mi madre me pegó con la mano una vez, y me dijo quepertenecía a Lord Radnor, y que él iba a casarse conmigo de todos modos. Elladecía que debía dejarle hacer lo que quisiera. La seguridad de la familiadependía de su placer y buena voluntad— la vergüenza infundió su voz cuandoañadió— y luego huí de él de todos modos, y por hacerlo así los lancé a todos alos lobos.
Nick habló con cuidado, como si ella fuera todavía una niña inocente más queuna mujer de veinte años.
—¿Llegó esto más allá de los toques, _______? —Ella miró sin comprender. Sucabeza oscura se inclinó ligeramente, su voz permanecía suave mientraspersistía—. ¿Llegaste tu o él a culminar, mientras estabas sentada sobre suregazo?
Su cara se puso caliente cuando entendió a lo que se refería con... lamisteriosa y eufórica culminación que algunas muchachas habían descrito conrisas traviesas. Un placer físico que ella seguramente nunca podía habersentido con Radnor.
—Creo que no.
—Créeme, lo sabrías si cualquiera de los dos lo hubierais hecho— dijo élsardónicamente.
________ pensó en la forma en que Nick la había tocado en la luz de la lumbre,la sensación en espiral que había sentido en sus pechos costados y estómago, lafrustración dulce y dolorosa que la había atormentado tanto. ¿Había sido eso elpunto culminante, o había más que experimentar? Estaba profundamente tentada depreguntar a su acompañante, pero guardó silencio temerosa de que él podríaburlarse de su ignorancia.
El balanceo del carruaje con buena suspensión la calmó, y bostezó fuerte detrásde su mano.
—Deberías descansar— dijo Nick silenciosamente.
________ sacudió su cabeza, poco dispuesta a abandonarse al sueño mientras élla miraba. Que tonto temer esa pequeña intimidad con Nick después de todo loque había pasado entre ellos. Buscó un nuevo tema de conversación.
—¿Por qué te hiciste detective de Bow Street? No puedo creer que escogierassemejante profesión de buen grado.
Una risa crujió en su garganta.
—Ah, yo estaba bastante dispuesto, considerando la alternativa. Hice un tratocon mi cuñado, sir Ross, hace tres años. En el tiempo que era el magistradoprincipal de Bow Street, y él tenía pruebas en su posesión que me habríantenido bailando en el viento, si alguna vez se hubiera presentado un juicio.
—Bailando en el viento— repitió ________, perpleja por la expresióndesconocida.
—Colgando. Colgando al final de una cuerda. Créeme, yo debería haber sidollevado y descuartizado por algunas cosas que hice en mi carrera en el hampa—.Haciendo una pausa para observar el efecto de sus palabras, Nick rióligeramente por su obvia inquietud—. En un esfuerzo por evitar la incómodaposición de la necesidad de ejecutar al hermano de su esposa, —siguió él— sir Rossse ofreció a ocultar las pruebas indiscutibles contra mí, si yo traicionaba amis socios del hampa y me hacía detective.
—¿Por cuánto tiempo?
—Indefinidamente. Naturalmente estuve de acuerdo, porque no tenía ningunalealtad a mis antiguos compañeros, y no me imaginaba teniendo mi cuelloestirado.
_______ frunció el ceño.
—¿Por qué quería sir Ross que te hicieras detective?
—Creo que él tenía la impresión equivocada de que unos años de servicio públicome reformarían—. Nick sonrió abiertamente repentinamente—. Aún no lo hanlogrado.
—¿No es bastante arriesgado para ti cazar a criminales en semejantes sitios,después de que los has traicionado?
—A más de alguno le gustaría mi cabeza sobre una bandeja de plata— admitió conconfianza imprudente—. De hecho, no deberías tener que aguantarme por muchotiempo. Todos los que me conocen atestiguaran el hecho de que voy a morir joven.
—Probablemente no seré tan afortunada— dijo sardónicamente—. Pero una puedeesperar.
Inmediatamente después de que ________ dijo las palabras, fue inundada por lavergüenza. No era propio de ella inclinarse a tal maldad.
—Lo siento— dijo inmediatamente—. No debería haber dicho eso.
—Está bien— dijo él fácilmente—. He inspirado a la gente a decir cosas muchopeores, con menos motivo.
—Puedo creer eso— contestó, y él se rió.
—Voy a apagar la luz— dijo—. Tengo que descansar cuando y donde puedo. Y mañanapromete ser muy ajetreado.
El silencio que siguió era sorprendentemente cómodo. _______ en la esquina,agotada y aturdida por la dirección imprevista que había tomado su vida. Habíaesperado que el sueño le fuera esquivo, con todos los pensamientos que zumbabanpor su mente. Sin embargo, un sueño profundo pronto la alcanzó, y se hundió contralos cojines del asiento. Moviéndose agitadamente, buscó una posición máscómoda. Sintió que era recogida y abrazada como un niño, y el sueño era tancalmante que no podía menos que rendirse al placer insidioso. Algo suave rozósu frente, y los pocos últimos alfileres que sujetaban su peinadocuidadosamente fueron retirados de su pelo. Ella inhaló un maravilloso olor, lafrescura de la lana y el jabón de afeitar que cubría la esencia de la piellimpia masculina.
Dándose cuenta de que estaba en los brazos de Nick, se acurrucó en su regazo,se revolvió insegura.
—Que… que…
—Duerme— susurró—. No te haré daño— sus dedos largos se movían por los mechonessueltos de su pelo.
La parte de la mente de _________ que protestaba tal circunstancia luchaba conel resto de su cerebro, que indicaba que estaba agotada, y en este punto apenasimportaba que libertades le permitiera. Sin embargo, tercamente tiró paraliberarse de él y se apartó del atractivo calor de su cuerpo. Él la liberófácilmente, sus ojos un brillo oscuro en las sombras.
—No soy tu enemigo, _______.
—¿Eres mi amigo? —Ella cambió de tema—. No te has comportado como tal hastaahora.
—No te he forzado a hacer algo que no quisieras hacer.
—Si no me hubieras encontrado, yo todavía viviría felizmente en Stony CrossPark.
—No eras feliz allí. Apuesto que no has sido feliz ni un día en tu vida desdeque conociste a Lord Radnor.
¡Ah, cómo le gustaría contradecirlo! Pero era insustancial mentir, cuando laverdad era obvia.
—Encontraras la vida muchísimo más agradable como mi esposa—. Nick continuó—.No serás la sirvienta de nadie. Puedes hacer lo que te dé la gana, dentro deunos límites razonables. Y no tendrás que temer más a Lord Radnor.
—Todo por el precio de acostarme contigo— refunfuñó ella.
Él rió, todo arrogancia aterciopelada cuando contestó.
—Puedes llegar a disfrutar de esa parte sobre todo lo demás. FIN DEL CAPÍTULO 5Capítulo 6
Cuando ________ emergió de su sueño, la luz del día se escapaba por loshuecos en las cortinas de la ventana. Con ojos turbios, despeinada, le echó unvistazo a su futuro marido, cuya ropa estaba arrugada, pero que estaba increíblementedespierto.
—No necesito dormir demasiado— dijo, como si leyera sus pensamientos.Alcanzando su mano, él depositó las horquillas en su palma. Sus dedos securvaron alrededor de los pedazos de hierro, que habían conservado el calor desu piel. Mecánicamente ella procedió a trenzar y enrollar su pelo con unaeficacia nacida del hábito de muchos años.
Apartando la cortina, Nick echó un vistazo a la ciudad aglomerada fuera de laventana del carruaje. Un vago rayo de luz del sol cogió sus ojos, convirtiéndolosen una sombra de azul que parecía casi artificial. Incluso sentando en uncarruaje cerrado, _______ podía sentir su familiaridad con la ciudad, laintrepidez que hacía que ninguna esquina o barrio bajo fuera demasiadopeligroso para que él se aventurarse en ellos.
Ningún aristócrata que ella hubiera conocido jamás —y siempre había habidomuchos de ellos en Stony Cross Park— había poseído jamás una mirada callejeratan experimentada, el comportamiento endurecido que sugería que él estaríadispuesto a hacer algo, no importa cómo de detestable, para lograr susobjetivos. Los hombres bien educados eran capaces de trazar la línea anteciertos asuntos… tenían principios y valores… cosas que Nick hasta ahora nohabía mostrado.
Si él fuera de verdad un par, _______ pensó que era prudente que rechazara suherencia y "dejara que Sydney descansara en paz", como el le habíacolocado. Ella estaba segura de que de haberlo decidido de otra manera, lohabría encontrado difícil, incluso imposible, hacerse un lugar por su cuenta enla enrarecida alta sociedad de Londres.
—Lord Westcliff me dijo que eras el jefe de una corporación de ladrones—comentó—. Él también dijo que tú…
—Lamento decir que yo no era una figura casi tan poderosa como todos pretendenque sea— interrumpió Nick— las historias son más exageradas cada vez que lascuentan. Unos pocos escritores de panfletos han hecho todo lo posible porhacerme tan amenazador como Atila el Huno. No es que yo este alegandoinocencia, desde luego. Controlaba buenas operaciones de mercancías decontrabando. Y aunque admito que mis métodos eran cuestionables, era mejordetective que cualquiera de los agentes de Cannon.
—No entiendo como podías dirigir a ladrones y contrabandistas y ser detectiveal mismo tiempo.
—Planté a espías e informadores por todas partes de Londres, y más allá. Teníapruebas de todo el mundo desde Gin Alley hasta Dead Man’s Lane. Siempre quealguien se ponía en el camino de lo que yo quería le delataba y recogía larecompensa. Como detective, encuentro el negocio de caza recompensas un pocomás difícil, porque el magistrado principal insiste en que haga las cosas a sumanera. Pero todavía soy el mejor hombre que tiene.
—Y no eres tímido de decirlo así— dijo _______ secamente.
—No tengo falsa modestia. Y resulta que es verdad.
—No dudo de ello. Lograste encontrarme cuando los hombres de Lord Radnorfallaron después de dos años de intentarlo.
Él la inspeccionaba con desconcertante intensidad.
—Cuanto más aprendía sobre ti, más curioso me volvía. Quería ver que tipo demuchacha tenía el coraje de crear una nueva vida para ella, sin la ayuda denadie.
—Coraje— repitió con recelo— extraño que lo llamaras así, cuando yo siempre loconsideraba cobardía.
Él estaba a punto de contestar cuando el carruaje hizo un giro brusco yrecorrió una calle bien pavimentada. Estaba bordeada de un paisaje verde conárboles y paseos de jardines. Las casas ajardinadas de ladrillo suave ordenadasde a tres bordeaban la vereda aislada, que destacaba una atmósferasorprendentemente bucólico en medio de la ciudad bulliciosa.
—Betterton— dijo Jonas, identificando la calle— la oficina de Bow Street estálocalizada a nuestro sur, y Covent Garden justo más allá de esta.
—¿Esta el mercado a la distancia de un paseo? —preguntó _______, esperando laperspectiva de explorar su nuevo entorno. Aunque Maidstone estaba establecidoal oeste de Londres, nunca habían permitido a los estudiantes ir a cualquierparte.
—Sí, pero no pasearas por ninguna parte sin mí.
—Estoy habituada a salir cada mañana— dijo ella, preguntando si el pequeño peronecesario placer le iba a ser negado.
—Entonces paseare contigo. O un lacayo te acompañará. Pero no tendré a miesposa vagando fuera sin protección.
Mi esposa. La frase despreocupada pareció golpear el aliento de los pulmones de________. De pronto la idea de casarse con él… aceptar su autoridad, rendirse asus deseos… parecía completamente verdadera, mientras que esto sólo había sidouna noción abstracta antes. Parecía que Nick se había sorprendido también, yaque él mantuvo su boca cerrada y miró hacia fuera de la ventana con el ceñofruncido. ________ se preguntó si la perspectiva del matrimonio también acababade hacerse verdadera para él… o, Dios la ayudara, si él tenía otrospensamientos.
El carruaje paró delante de una casa diseñada en el temprano estilo simétricogeorgiano, con columnas blancas Dóricas y puertas plegables de cristal que seabrían a un vestíbulo abovedado. La residencia pequeña pero elegante iba hastaahora más allá de las expectativas de ________ que lo miraba con asombro mudo.
Saliendo del carruaje primero, Nick le ayudó a descender, mientras un lacayo seapresuraba a subir los escalones delanteros para alertar a los criados de lallegada del amo.
Haciendo muecas por el incómodo por músculos de sus piernas, _______ contabacon el apoyo del brazo de Nick mientras se acercaban a la puerta. Un ama dellaves de mediana edad los saludó. Era una mujer rechoncha con ojos cálidos yel pelo liso plateado.
—Sra. Trench— dijo Nick con la travesura repentina bailando en sus ojos, —comopuede ver, he traído a una invitada conmigo. Su nombre es señorita Howard. Leaconsejaría tratarla bien, porque acaba de convencerme para que me case conella.
Captando la implicación de que ella era la única que había exigido elmatrimonio, ________ le dio un vistazo elocuente, y él sonrió abiertamente.
La sra. Trench no podía ocultar su asombro. Claramente era difícil cambiar laopinión de alguien sobre el concepto de que un hombre como Nick Jonas secasara.
—Sí, señor—. Ella hizo una reverencia a ________. —Bienvenida, señorita Howard.Felicidades, y mucha alegría para usted.
—Gracias—. _________ se volvió con una sonrisa, luego miró cautelosamente a Nick.No se había mencionado nada de como él esperaba que se comportaran delante delos criados. Por amor del cielo, ella ni siquiera sabía que tenía criados.Suponía que la casa sabría bastante pronto que el suyo era un matrimonio deconveniencia, así que tenía poco sentido fingir cualquier clase de afecto porél.
—Prepare una habitación, y diga al cocinero que prepare algo para la señoritaHoward— le dijo a la sra. Trench.
—Sí.
—¿Y tú tomaste su identidad y dejaste creer a todos que habías muerto?
Un destello desafiante entró en sus ojos.
—Él no podía usar más el nombre.
—Pero seguramente más tarde debes haber pensado reclamar tu verdadero nombre…tu legítima posición en la sociedad…
—Tengo exactamente la posición en la sociedad que quiero. Y Nick Jonas ha sidomi nombre más de lo que jamás fue de él. Tengo la intención de dejar que Sydneydescanse en paz— rió sardónicamente— lamento la pérdida de prestigio, pero vasa ser conocida como la Sra de Nick Jonas, y nadie salvo mi hermana y su maridoserá consciente de la verdad. ¿Entiendes?
________ asintió con ceño perplejo.
—No me preocupa la pérdida de prestigio. Si lo hiciera, me habría casado conLord Radnor.
—No te importa ser la esposa de un plebeyo, entonces, —dijo Nick, mirándolaatentamente—. Uno con medios limitados.
—Estoy acostumbrado a la vida en circunstancias humildes. Mi familia es debuena sangre, pero como mencioné una vez antes, somos pobres.
Nick estudió las pulidas puntas de sus botas.
—Lord Radnor era un benefactor condenadamente tacaño, si la condición de HowardHouse es algo por lo que juzgar.
________ inhaló rápidamente.
—¿Has estado en la casa de mi familia?
Él echó un vistazo a sus grandes ojos.
—Sí, visité a tus padres para hacerles preguntas. Ellos sabían que yo te estababuscando.
—Ah— dijo ________ con consternación. Desde luego sus padres habrían cooperadocon la investigación. Ellos habían sido conscientes que Lord Radnor queríaencontrarla, y como siempre, habían accedido a sus deseos. Las noticias nodeberían haber llegado como una sorpresa. Y aún ella no podía menos quesentirse traicionada. ¿Se habían tomado siquiera un momento para considerar susintereses, en lugar de los de Radnor? Su garganta se apretó, y pareció no podertragar correctamente.
—Ellos contestaron cada pregunta detalladamente—. Nick siguió—. He visto lasmuñecas con las que alguna vez jugaste, el libro de cuentos en el quedibujabas… se incluso la talla de tus zapatos.
Llena de terrible vulnerabilidad, _________ se envolvió en sus brazos.
—Parece extraño que hayas visto a mi familia, cuando he estado lejos de ellosdurante dos años. ¿Co—cómo están mis hermanas y mis hermanos? ¿Cómo esta Ellie?
—¿La que tiene dieciséis años? Callada. Guapa. Con buena salud, parece.
—Dieciséis— murmuró ________, alterada por la comprensión de que sus hermanoshabían crecido, al igual que ella. Todos ellos habían cambiado durante eltiempo que habían estado separados. Su cabeza le dolía de pronto, y frotó sufrente—. Cuando mis padres hablaron de mí, parecían…
—¿Qué?
—¿Me odian? —preguntó distraídamente—. Tan a menudo me he preguntado…
—No, ellos no te odian—. Su voz se hizo extrañamente suave— están preocupadospor sus propios pellejos, desde luego, y parecen sostener una creencia sincerade que te beneficiaría un matrimonio con Radnor.
—Ellos nunca han entendido como es él realmente.
—No quieren. Han ganado mucho más engañándose.
________ estaba tentada de reprenderle aun cuando hubiera pensado la misma cosamil veces antes.
—Necesitaban el dinero de Lord Radnor— dijo de manera aburrida—. Tienen gustoscaros.
—¿Es así cómo perdió tu padre la fortuna de la familia? ¿Viviendo por encima desus medios?
—No creo que hubiera una fortuna verdadera para empezar. Pero mis padresseguramente gastaron lo qué estaba disponible. Recuerdo que cuando yo era unaniña, teníamos lo mejor de todo. Y luego cuando el dinero se fue, casi pasamoshambre. Hasta que Lord Radnor intervino—. Ella seguía frotándose la frente,dejando que su dedos vagaran por sus doloridas sienes—. Fácilmente se podríaalegar que me he beneficiado de su interés. A causa de Radnor, fui enviada a laescuela de muchachas más exclusiva en Londres, y él pagó por mi alimento, miropa, e incluso contrató una doncella para asistirme. Pensaba que él queríahacer una señora de mí. Al principio yo estaba hasta agradecida de que setomara semejante cuidado en prepararme para ser su esposa.
—Pero se hizo más complicado que esto— murmuró Nick.
Ella asintió.
—Fui tratada como una mascota con una correa. Radnor decidía lo que podía leer,lo que se me permitía comer… ordenó a los profesores que mis baños debían sercon frío hielo, porque él creía que era más favorable para la buena salud queel agua caliente. Mi dieta fue limitada a caldo y fruta cuando quiera quedecidiera que necesitaba adelgazar. Tenía que escribirle una carta cada día,describir mi progreso con las materias que él deseaba que estudiara. Habíareglas para todo… nunca debía hablar a no ser que mis pensamientos estuvieranbien formados y fueran expresados con gracia. Nunca debía ofrecer una opiniónsobre algo. Si me movía, mis manos eran atadas al asiento de mi silla. Si mebronceaba por el sol, se me mantenía dentro—. Soltó un suspiro tenso— lordRadnor quería convertirme completamente en otra persona. Yo no podía comprenderlo que sería vivir con él como su esposa, o que pasaría cuando él finalmentecomprendiera que nunca podía alcanzar las normas de perfección que élestablecía—. Perdida en los oscuros recuerdos, ________ se retorció sus dedos yhablaba sin ser completamente consciente de lo que revelaba—. Cómo temía venira casa durante las vacaciones. Él estaba siempre allí, esperándome. Apenas mepermitía tiempo para ver a mis hermanos y hermanas antes de que tuviera que ir conél y…
Se paró de repente, comprendiendo que había estado a punto de confiar elsecreto que había hecho que sus padres estallaran de furia cuando había tratadode contárselo. Esto había bullido en el fondo de su alma durante años. Ellos dealgún modo la habían aclarado sin palabras que la supervivencia de la familia,y la suya, dependían completamente de su silencio. Ahogando las palabrasprohibidas, ________ cerró los ojos.
—Tenias que ir con él y…—Apuntó Jonas.
Ella sacudió su cabeza.
—Ahora ya no importa.
—Continua—. Su voz era suave—. Te aseguro que nada de lo digas podríaimpresionarme.
________ lo consideró cautelosamente, comprendiendo que era cierto. Con todo loque Nick había visto, oído y hecho, nada le repugnaría.
—Continua— murmuró.
Y ________se encontró diciéndole lo que nadie había querido oír jamás.—Siempre que iba acasa, tenía que entrar en un cuarto privado con Radnor, y darle cuenta de micomportamiento en la escuela, y contestar sus preguntas sobre mis estudios ymis amigos, y… —Ella miró la cara inescrutable de Nick, encontrando que sucarencia de reacción le facilitaba seguir—. Me hacía sentarme sobre su regazomientras hablábamos. Me tocaba, el pecho y bajo mis faldas. Era repulsivo,permitiéndole… pero no podía pararlo, y mis padres…—Ella se encogio con ungesto de impotencia—. Ellos no escucharon cuando traté de contarles. Estocontinuó durante años. Mi madre me pegó con la mano una vez, y me dijo quepertenecía a Lord Radnor, y que él iba a casarse conmigo de todos modos. Elladecía que debía dejarle hacer lo que quisiera. La seguridad de la familiadependía de su placer y buena voluntad— la vergüenza infundió su voz cuandoañadió— y luego huí de él de todos modos, y por hacerlo así los lancé a todos alos lobos.
Nick habló con cuidado, como si ella fuera todavía una niña inocente más queuna mujer de veinte años.
—¿Llegó esto más allá de los toques, _______? —Ella miró sin comprender. Sucabeza oscura se inclinó ligeramente, su voz permanecía suave mientraspersistía—. ¿Llegaste tu o él a culminar, mientras estabas sentada sobre suregazo?
Su cara se puso caliente cuando entendió a lo que se refería con... lamisteriosa y eufórica culminación que algunas muchachas habían descrito conrisas traviesas. Un placer físico que ella seguramente nunca podía habersentido con Radnor.
—Creo que no.
—Créeme, lo sabrías si cualquiera de los dos lo hubierais hecho— dijo élsardónicamente.
________ pensó en la forma en que Nick la había tocado en la luz de la lumbre,la sensación en espiral que había sentido en sus pechos costados y estómago, lafrustración dulce y dolorosa que la había atormentado tanto. ¿Había sido eso elpunto culminante, o había más que experimentar? Estaba profundamente tentada depreguntar a su acompañante, pero guardó silencio temerosa de que él podríaburlarse de su ignorancia.
El balanceo del carruaje con buena suspensión la calmó, y bostezó fuerte detrásde su mano.
—Deberías descansar— dijo Nick silenciosamente.
________ sacudió su cabeza, poco dispuesta a abandonarse al sueño mientras élla miraba. Que tonto temer esa pequeña intimidad con Nick después de todo loque había pasado entre ellos. Buscó un nuevo tema de conversación.
—¿Por qué te hiciste detective de Bow Street? No puedo creer que escogierassemejante profesión de buen grado.
Una risa crujió en su garganta.
—Ah, yo estaba bastante dispuesto, considerando la alternativa. Hice un tratocon mi cuñado, sir Ross, hace tres años. En el tiempo que era el magistradoprincipal de Bow Street, y él tenía pruebas en su posesión que me habríantenido bailando en el viento, si alguna vez se hubiera presentado un juicio.
—Bailando en el viento— repitió ________, perpleja por la expresióndesconocida.
—Colgando. Colgando al final de una cuerda. Créeme, yo debería haber sidollevado y descuartizado por algunas cosas que hice en mi carrera en el hampa—.Haciendo una pausa para observar el efecto de sus palabras, Nick rióligeramente por su obvia inquietud—. En un esfuerzo por evitar la incómodaposición de la necesidad de ejecutar al hermano de su esposa, —siguió él— sir Rossse ofreció a ocultar las pruebas indiscutibles contra mí, si yo traicionaba amis socios del hampa y me hacía detective.
—¿Por cuánto tiempo?
—Indefinidamente. Naturalmente estuve de acuerdo, porque no tenía ningunalealtad a mis antiguos compañeros, y no me imaginaba teniendo mi cuelloestirado.
_______ frunció el ceño.
—¿Por qué quería sir Ross que te hicieras detective?
—Creo que él tenía la impresión equivocada de que unos años de servicio públicome reformarían—. Nick sonrió abiertamente repentinamente—. Aún no lo hanlogrado.
—¿No es bastante arriesgado para ti cazar a criminales en semejantes sitios,después de que los has traicionado?
—A más de alguno le gustaría mi cabeza sobre una bandeja de plata— admitió conconfianza imprudente—. De hecho, no deberías tener que aguantarme por muchotiempo. Todos los que me conocen atestiguaran el hecho de que voy a morir joven.
—Probablemente no seré tan afortunada— dijo sardónicamente—. Pero una puedeesperar.
Inmediatamente después de que ________ dijo las palabras, fue inundada por lavergüenza. No era propio de ella inclinarse a tal maldad.
—Lo siento— dijo inmediatamente—. No debería haber dicho eso.
—Está bien— dijo él fácilmente—. He inspirado a la gente a decir cosas muchopeores, con menos motivo.
—Puedo creer eso— contestó, y él se rió.
—Voy a apagar la luz— dijo—. Tengo que descansar cuando y donde puedo. Y mañanapromete ser muy ajetreado.
El silencio que siguió era sorprendentemente cómodo. _______ en la esquina,agotada y aturdida por la dirección imprevista que había tomado su vida. Habíaesperado que el sueño le fuera esquivo, con todos los pensamientos que zumbabanpor su mente. Sin embargo, un sueño profundo pronto la alcanzó, y se hundió contralos cojines del asiento. Moviéndose agitadamente, buscó una posición máscómoda. Sintió que era recogida y abrazada como un niño, y el sueño era tancalmante que no podía menos que rendirse al placer insidioso. Algo suave rozósu frente, y los pocos últimos alfileres que sujetaban su peinadocuidadosamente fueron retirados de su pelo. Ella inhaló un maravilloso olor, lafrescura de la lana y el jabón de afeitar que cubría la esencia de la piellimpia masculina.
Dándose cuenta de que estaba en los brazos de Nick, se acurrucó en su regazo,se revolvió insegura.
—Que… que…
—Duerme— susurró—. No te haré daño— sus dedos largos se movían por los mechonessueltos de su pelo.
La parte de la mente de _________ que protestaba tal circunstancia luchaba conel resto de su cerebro, que indicaba que estaba agotada, y en este punto apenasimportaba que libertades le permitiera. Sin embargo, tercamente tiró paraliberarse de él y se apartó del atractivo calor de su cuerpo. Él la liberófácilmente, sus ojos un brillo oscuro en las sombras.
—No soy tu enemigo, _______.
—¿Eres mi amigo? —Ella cambió de tema—. No te has comportado como tal hastaahora.
—No te he forzado a hacer algo que no quisieras hacer.
—Si no me hubieras encontrado, yo todavía viviría felizmente en Stony CrossPark.
—No eras feliz allí. Apuesto que no has sido feliz ni un día en tu vida desdeque conociste a Lord Radnor.
¡Ah, cómo le gustaría contradecirlo! Pero era insustancial mentir, cuando laverdad era obvia.
—Encontraras la vida muchísimo más agradable como mi esposa—. Nick continuó—.No serás la sirvienta de nadie. Puedes hacer lo que te dé la gana, dentro deunos límites razonables. Y no tendrás que temer más a Lord Radnor.
—Todo por el precio de acostarme contigo— refunfuñó ella.
Él rió, todo arrogancia aterciopelada cuando contestó.
—Puedes llegar a disfrutar de esa parte sobre todo lo demás. FIN DEL CAPÍTULO 5Capítulo 6
Cuando ________ emergió de su sueño, la luz del día se escapaba por loshuecos en las cortinas de la ventana. Con ojos turbios, despeinada, le echó unvistazo a su futuro marido, cuya ropa estaba arrugada, pero que estaba increíblementedespierto.
—No necesito dormir demasiado— dijo, como si leyera sus pensamientos.Alcanzando su mano, él depositó las horquillas en su palma. Sus dedos securvaron alrededor de los pedazos de hierro, que habían conservado el calor desu piel. Mecánicamente ella procedió a trenzar y enrollar su pelo con unaeficacia nacida del hábito de muchos años.
Apartando la cortina, Nick echó un vistazo a la ciudad aglomerada fuera de laventana del carruaje. Un vago rayo de luz del sol cogió sus ojos, convirtiéndolosen una sombra de azul que parecía casi artificial. Incluso sentando en uncarruaje cerrado, _______ podía sentir su familiaridad con la ciudad, laintrepidez que hacía que ninguna esquina o barrio bajo fuera demasiadopeligroso para que él se aventurarse en ellos.
Ningún aristócrata que ella hubiera conocido jamás —y siempre había habidomuchos de ellos en Stony Cross Park— había poseído jamás una mirada callejeratan experimentada, el comportamiento endurecido que sugería que él estaríadispuesto a hacer algo, no importa cómo de detestable, para lograr susobjetivos. Los hombres bien educados eran capaces de trazar la línea anteciertos asuntos… tenían principios y valores… cosas que Nick hasta ahora nohabía mostrado.
Si él fuera de verdad un par, _______ pensó que era prudente que rechazara suherencia y "dejara que Sydney descansara en paz", como el le habíacolocado. Ella estaba segura de que de haberlo decidido de otra manera, lohabría encontrado difícil, incluso imposible, hacerse un lugar por su cuenta enla enrarecida alta sociedad de Londres.
—Lord Westcliff me dijo que eras el jefe de una corporación de ladrones—comentó—. Él también dijo que tú…
—Lamento decir que yo no era una figura casi tan poderosa como todos pretendenque sea— interrumpió Nick— las historias son más exageradas cada vez que lascuentan. Unos pocos escritores de panfletos han hecho todo lo posible porhacerme tan amenazador como Atila el Huno. No es que yo este alegandoinocencia, desde luego. Controlaba buenas operaciones de mercancías decontrabando. Y aunque admito que mis métodos eran cuestionables, era mejordetective que cualquiera de los agentes de Cannon.
—No entiendo como podías dirigir a ladrones y contrabandistas y ser detectiveal mismo tiempo.
—Planté a espías e informadores por todas partes de Londres, y más allá. Teníapruebas de todo el mundo desde Gin Alley hasta Dead Man’s Lane. Siempre quealguien se ponía en el camino de lo que yo quería le delataba y recogía larecompensa. Como detective, encuentro el negocio de caza recompensas un pocomás difícil, porque el magistrado principal insiste en que haga las cosas a sumanera. Pero todavía soy el mejor hombre que tiene.
—Y no eres tímido de decirlo así— dijo _______ secamente.
—No tengo falsa modestia. Y resulta que es verdad.
—No dudo de ello. Lograste encontrarme cuando los hombres de Lord Radnorfallaron después de dos años de intentarlo.
Él la inspeccionaba con desconcertante intensidad.
—Cuanto más aprendía sobre ti, más curioso me volvía. Quería ver que tipo demuchacha tenía el coraje de crear una nueva vida para ella, sin la ayuda denadie.
—Coraje— repitió con recelo— extraño que lo llamaras así, cuando yo siempre loconsideraba cobardía.
Él estaba a punto de contestar cuando el carruaje hizo un giro brusco yrecorrió una calle bien pavimentada. Estaba bordeada de un paisaje verde conárboles y paseos de jardines. Las casas ajardinadas de ladrillo suave ordenadasde a tres bordeaban la vereda aislada, que destacaba una atmósferasorprendentemente bucólico en medio de la ciudad bulliciosa.
—Betterton— dijo Jonas, identificando la calle— la oficina de Bow Street estálocalizada a nuestro sur, y Covent Garden justo más allá de esta.
—¿Esta el mercado a la distancia de un paseo? —preguntó _______, esperando laperspectiva de explorar su nuevo entorno. Aunque Maidstone estaba establecidoal oeste de Londres, nunca habían permitido a los estudiantes ir a cualquierparte.
—Sí, pero no pasearas por ninguna parte sin mí.
—Estoy habituada a salir cada mañana— dijo ella, preguntando si el pequeño peronecesario placer le iba a ser negado.
—Entonces paseare contigo. O un lacayo te acompañará. Pero no tendré a miesposa vagando fuera sin protección.
Mi esposa. La frase despreocupada pareció golpear el aliento de los pulmones de________. De pronto la idea de casarse con él… aceptar su autoridad, rendirse asus deseos… parecía completamente verdadera, mientras que esto sólo había sidouna noción abstracta antes. Parecía que Nick se había sorprendido también, yaque él mantuvo su boca cerrada y miró hacia fuera de la ventana con el ceñofruncido. ________ se preguntó si la perspectiva del matrimonio también acababade hacerse verdadera para él… o, Dios la ayudara, si él tenía otrospensamientos.
El carruaje paró delante de una casa diseñada en el temprano estilo simétricogeorgiano, con columnas blancas Dóricas y puertas plegables de cristal que seabrían a un vestíbulo abovedado. La residencia pequeña pero elegante iba hastaahora más allá de las expectativas de ________ que lo miraba con asombro mudo.
Saliendo del carruaje primero, Nick le ayudó a descender, mientras un lacayo seapresuraba a subir los escalones delanteros para alertar a los criados de lallegada del amo.
Haciendo muecas por el incómodo por músculos de sus piernas, _______ contabacon el apoyo del brazo de Nick mientras se acercaban a la puerta. Un ama dellaves de mediana edad los saludó. Era una mujer rechoncha con ojos cálidos yel pelo liso plateado.
—Sra. Trench— dijo Nick con la travesura repentina bailando en sus ojos, —comopuede ver, he traído a una invitada conmigo. Su nombre es señorita Howard. Leaconsejaría tratarla bien, porque acaba de convencerme para que me case conella.
Captando la implicación de que ella era la única que había exigido elmatrimonio, ________ le dio un vistazo elocuente, y él sonrió abiertamente.
La sra. Trench no podía ocultar su asombro. Claramente era difícil cambiar laopinión de alguien sobre el concepto de que un hombre como Nick Jonas secasara.
—Sí, señor—. Ella hizo una reverencia a ________. —Bienvenida, señorita Howard.Felicidades, y mucha alegría para usted.
—Gracias—. _________ se volvió con una sonrisa, luego miró cautelosamente a Nick.No se había mencionado nada de como él esperaba que se comportaran delante delos criados. Por amor del cielo, ella ni siquiera sabía que tenía criados.Suponía que la casa sabría bastante pronto que el suyo era un matrimonio deconveniencia, así que tenía poco sentido fingir cualquier clase de afecto porél.
—Prepare una habitación, y diga al cocinero que prepare algo para la señoritaHoward— le dijo a la sra. Trench.
Dayi_JonasLove!*
Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
—¿Necesitara usted un plato también, señor?
Nick sacudió su cabeza.
—Tengo la intención de marcharme pronto para hacer algunas disposiciones.
—Sí, señor— el ama de llaves se apresuró a seguir sus deseos.
Echando un vistazo a ________, Nick metió un zarcillo flojo de pelo detrás desu oído.
—Estaré fuera sólo un rato. Estas a salvo aquí, y los criados harán exactamentecomo tú les digas.
¿Pensaba que ella podría estar apenada por su ausencia? Sorprendida por supreocupación, ________ asintió.
—Desde luego.
—Dile a la Sra. Trench que te muestre la casa en mi ausencia— vacilóbrevemente—. Naturalmente no tendré ninguna objeción si deseas cambiar algo queno este a tu gusto.
—Estoy segura que lo encontraré aceptable—. Su ambiente tenía buen gusto yelegancia; la entrada, con su piso de mármol decorado en diseños geométricos,la pequeña escalera más allá de la entrada, y un juego de de puertas conpaneles de caoba abriéndose para revelar un salón de techo bajo. Las paredesestaban pintadas con un pálido tono de verde y colgaban unas sencillasagrupaciones de cuadros, mientras que los muebles claramente habían sidoescogidos para la relación y la comodidad en lugar de la formalidad. Era unacasa hermosa, elegante, muy superior a la que ella había crecido.
—¿Quién decoró la casa? Tú no, seguramente.
Él se rió de esto.
—Mihermana Sophia. Le dije que no era necesario, pero ella parecía ser de laopinión de que carezco de juicio en tales asuntos.
—¿No provocó rumores por visitar tu casa?
—Siempre traía a sir Ross con ella— la curva de su boca expresaba lo poco quehabía disfrutado de aquellas visitas— los dos también se comprometieron aescoger personal de casa para mí, sobre todo porque no eran aficionado a mismercenarias del la taberna. En particular no les gustaba Blueskin o lamasturbadora Bess.
—¿Masturbadora? ¿Qué significa eso?
Él miraba tan divertido como perturbado por su ignorancia de la palabra.
—Eso significa joder. Follar— como ella seguía perpleja, él sacudió su cabezacon arrepentimiento—. Tener relaciones sexuales.
Su confusión rápidamente se transformó en desaprobación.
—¿Para qué en el nombre del cielo las habrías empleado en esta casa? No, no melo digas, estoy segura que lamentaría saberlo— ella frunció el ceño ante sudiversión—. ¿Cuántos criados tienes?
—Ocho, incluyendo a la Sra. Trench.
—Me llevaste a creer que eras un hombre de recursos limitados.
—Lo soy, comparado a Lord Westcliff. Pero puedo mantenerte con comodidad.
—¿Viven otros detectives de esta manera?
Esto le hizo reír.
—Algunos. Además de los trabajos de Bow Street, la mayor parte de nosotrostomamos encargos privados. Sería imposible vivir exclusivamente con el sueldoque el gobierno asigna.
—¿Encargos como el de Lord Radnor? —Pensar en él hizo que el estómago de _______se retorciera por la ansiedad. Ahora que estaba en Londres, fácilmente dentrodel alcance de Radnor, parecía un conejo que habían sacado de su madriguera—.¿Ya te ha pagado por encontrarme? ¿Qué harás con el dinero?
—Se lo devolveré.
—¿En cuanto a mi familia? —susurró excusándose—. ¿Se podría hacer algo porellos? Lord Radnor retirará su mecenazgo…
Nick asintió.
—Yo ya había considerado esto. Desde luego cuidaré de ellos.
_________ apenas se atrevía a creer sus oídos. Era pedir demasiado de cualquierhombre que apoye a toda la familia de su esposa, y todavía Nick parecía aceptarla carga sin resentimiento evidente.
—Gracias— dijo, casi sin aliento por el alivio repentino— es muy amable de tuparte.
—Puedo ser muy amable, —contestó él suavemente, —dado el incentivo correcto.
________ no se movió cuando él tocó el lóbulo de su oreja y acarició el huecojusto detrás de el. A toda prisa el calor se extendió sobre su cara… como unapequeña y casi inofensiva caricia, y él ya había encontrado un lugar tansusceptible que ella jadeó por el roce de la yema de su dedo. Inclinó su cabezapara besarla, pero ella volvió la cara. Podría tener todo lo que quería deella, menos eso. Para ella, un beso tenía un significado más allá de lo físico,y no quería darle aquella parte de ella.
Sus labios tocaron su mejilla en cambio, y ella sintió la curva caliente de susonrisa. Otra vez, él mostró una capacidad misteriosa de leer sus pensamientos.
—¿Qué puedo hacer para ganar un beso tuyo?
—Nada.
Su boca se deslizó ligeramente sobre el borde de su pómulo.
—Pensaremos en eso.
A la mayoría de la gente, la lúgubre y muy usada oficina pública de Bow Street,oliendo a sudor, a cobre pulido, y a libros de cargos, no era un lugaratractivo. Pero durante los tres años pasados, Nick se había familiarizadotanto con cada pulgada de la oficina que esta le parecía su hogar. A unvisitante desde afuera sería difícil forzarle a creer que los pequeños ymodestos edificios —números 3 y 4 de Bow Street —eran el centro deinvestigación criminal en Inglaterra. Aquí era donde sir Giovanni Morgan manteníael tribunal y dirigía a la fuerza de ocho agentes bajo su mando.
Llevando una sonrisa relajada, Nick devolvió los saludos de los empleados yguardias mientras recorría su camino por el No 3 de Bow Street. No le había llevadomucho tiempo a la fuerza de Bow Street apreciar sus excelentes cualidades, másen particular su buena voluntad para ir a los barrios bajos y a los garitos demala muerte en las cuales nadie más se atrevía a aventurarse. No le importabatomar los trabajos más peligrosos, como no tenía ninguna familia propia en quepensar, y no era exigente en cualquier caso. De hecho, por algún capricho de sucarácter que incluso Nick no entendía, necesitaba una cantidad frecuente deriesgo, como si el peligro fuera una droga adictiva a la que no tenía ningunaesperanza de renunciar. Los dos meses pasados de trabajo dócil de investigaciónlo habían llenado de una energía salvaje que apenas podía contener.
Alcanzando la oficina de Morgan, Nick miró con recelo al empleado de tribunalprincipal, Vickery, que le dio una cabezada alentadora.
—El señor Giovanni aún no se ha ido a las sesiones de mañana, Sr. Jonas. Estoyseguro que él deseará verle.
Nick llamó a la puerta y oyó la voz estruendosa de Morgan.
—Entre.
Tan sólido como era el maltratado escritorio de caoba, parecía como un pieza demobiliario de niños comparado con el tamaño del hombre que se sentaba detrás deel. Sir Giovanni Morgan era un hombre espectacularmente grande, al menos cincopulgadas más alto que la propia altura de seis pies de Nick. Aunque Morgan rápidamentese acercaba a la edad de cuarenta, ninguna indicio de plata había aparecido aúnen su corto pelo negro, y su vitalidad distintiva no se había debilitado desdelos días en que él mismo había servido como detective de Bow Street. Tambiénporque había sido el detective más dotado de su día, Morgan era fácilmente elmás popular, porque una vez había sido el sujeto de una serie de novelas demedio penique de gran éxito de ventas. Antes de Morgan, el gobierno y elpúblico habían considerado a toda la fuerza de Bow Street con la sospechainnata británica hacia cualquier forma de aplicación de la ley organizada.
Nick había sido relevado por la decisión de sir Ross de designar a Morgan comosu sucesor. Un hombre inteligente y educado por si mismo, Morgan se habíaabierto paso a través de los rangos, comenzando en la patrulla de a pie y abriéndosecamino hasta la eminente posición de magistrado principal. Nick respetaba esto.También le gustaba la honestidad franca característica de Morgan y el hecho deque él raras veces se molestaba con la terrible división ético cuando untrabajo tenía que ser hecho.
Morgan dirigía a los agentes con mano de hierro, y ellos lo respetaban por sudureza. Su única vulnerabilidad evidente era su esposa, una mujer pequeña peroencantadora cuya mera presencia podría hacer que su marido comenzar a ronronearcomo un gato. Uno siempre podía decir cuando la señora Morgan había visitadolas oficinas de Bow Street, dejando un rastro fascinante de perfume en el airey una expresión felizmente perpleja sobre la cara de su marido. Nick estabadivertido por la debilidad obvia del señor Giovanni en lo que se refería a suesposa, y él estaba decidido a evitar tal trampa. Ninguna mujer jamás iba allevarlo de la nariz. Deja que Morgan y señor Cannon hagan de tontos por susmujeres —él era mucho más inteligente que ellos.
—Bienvenidode nuevo —dijo el magistrado, apoyándose hacia atrás en su silla para mirarlocon agudos ojos verdes—. Toma asiento. ¿Asumo que tu vuelta significa que hasconcluido tu asunto con Lord Radnor?
Nick tomó la silla a través del escritorio.
—Sí. Encontré a la señorita Howard en Hampshire, trabajando como dama decompañía a la condesa de viuda de Westcliff.
—Soy conocido de Lord Westcliff— comentó Morgan—. Un hombre de honor y buenjuicio y quizás el único par en Inglaterra que no compara la modernidad con laaspereza.
Para Morgan, los comentarios eran semejantes a la alabanza muy efusiva. Nickhizo un gruñido evasivo, teniendo poco deseo de hablar de las muchas virtudesde Westcliff.
—Pasado mañana, estaré listo para nuevos trabajos— dijo—. Solamente tengo unúltimo asunto que aclarar.
Aunque Nick hubiera esperado que Morgan estuviera contento por la informacióndespués de todo, él había estado ausente durante dos meses —el magistradorecibió sus palabras en una manera sorprendentemente distante.
—Ya veré si puedo encontrar algo para que hagas. Mientras tanto.
—¿Qué? —Nick le miró con abierta sospecha. El magistrado nunca había mostradotal timidez antes. Allí siempre había algo que hacer… a menos que el hampaentera de Londres hubiese decidido coger permiso al mismo tiempo.
Mirando mientras pensaba que él quería hablar de algún asunto volátil, pero sintener permiso de hacerlo así, Morgan frunció el ceño.
—Tienes que visitar a sir Ross— dijo bruscamente—. Hay algo que quierecomunicarte.
A Nick no le gustó el sonido de esto en absoluto. Su mirada sospechosa seencontró con Morgan.
—¿Qué diablos quiere? —Como una de las pocas personas que sabían del secretodel pasado de Nick, Morgan era bien consciente del acuerdo que Nick había hechotres años antes y las dificultades entre él y su cuñado.
—Tendrá que enterarte de esto por sir Ross— contestó Morgan—. Y hasta que lohagas, no recibirás ningún trabajo de mí.
—¿Qué he hecho ahora?
Preguntó Nick, sospechando que una especie de castigo estaba siéndoleinfligido. Rápidamente meditó sobre sus acciones de los pocos meses pasados.Hubo habituales infracciones menores, pero nada fuera de lo ordinario. Encontrabaexasperante que sir Ross, a pesar de su supuesto retiro, todavía tenía lacapacidad de manipularlo. Y Morgan, maldito sus ojos, nunca iría contra losdeseos de sir Miguel.
La diversión parpadeaba en los ojos de Morgan.
—A mi conocimiento, no has hecho nada malo, Nick. Sospecho que sir Ross deseahablar de sus acciones en el incendio de la casa Barthas.
Nick frunció el ceño. Dos meses antes, justo antes de tomar el encargo de LordRadnor, había recibido una llamada de servicio de correr al barrio de modacerca de Covent Garden. Un fuego había comenzado en una casa privada quepertenecía a Nathaniel Barthas, un rico comerciante de vino. Siendo el primerguardia en llegar a la escena, Nick había sido informado por los espectadoresque nadie de la familia había sido visto salir del edificio en llamas.
Sin pararse a pensar, Nick se había lanzado dentro del infierno. Habíaencontrado a Barthas y a su esposa en el segundo piso, vencidos por el humo, ysus tres hijos que gritaban en otra habitación. Después de arreglárselas paradespertar a la pareja, Nick los había acompañado a la puerta de la casamientras llevaba a los tres diablillos gritando bajo sus brazos y sobre suespalda. En lo que pareció una cuestión de segundos después, la casa habíaexplotado en llamas, y la azotea se había derrumbado.
Para disgusto de Nick, The Times había publicado un extravagante relato delincidente, distinguiéndolo por ser una figura magnífica, heroica. No habíahabido final al amistoso acoso verbal de los otros detectives, que habíanadoptado expresiones de adoración fingida y habían exclamado con adoraciónsiempre que él había entrado en la oficina pública. Para evitar la situación, Nickhabía solicitado un permiso temporal de Bow Street, y Morgan se lo había dadosin vacilación. Afortunadamente, el público poseía una memoria corta. Durantelas ocho semanas pasadas de la ausencia de Nick, la historia habíadesaparecido, y las cosas finalmente habían vuelto a la normalidad.
—El maldito fuego es irrelevante ahora— dijo con brusquedad.
—Sir Ross no es de esa opinión.
Jonas sacudió su cabeza molesto.
—Debería haber tenido el sentido común de mantenerme fuera del lugar.
—Pero no lo hiciste— volvió Morgan—. Entraste dentro, con gran peligro para timismo. Y debido a tus esfuerzos, cinco vidas fueron salvadas. ¿Dime, Nick,habrías reaccionado del mismo modo hace tres años?
Nick mantuvo su cara tranquila, aunque la pregunta lo asustara. Sabía larespuesta que una vez… no. Él no habría visto el valor de tomar semejanteriesgo, cuando no habría habido ninguna ventaja material en la salvación de lasvidas de personas corrientes que eran inútiles para él. Les habría dejadomorir, y aunque esto pudiera haberlo molestado temporalmente, habría encontradola manera de sacarlo de su mente. Había cambiado de algún modo inexplicable.Darse cuenta le hacía sentirse incomodo.
—Quien sabe— refunfuñó con un encogimiento despreocupado—. ¿Y por qué deberíaesto importar a sir Rossl? Si estoy siendo convocado de modo que él pueda darmeuna palmadita en la cabeza por un trabajo bien hecho…
—Es más que eso.
Nick frunció el ceño.
—Si no vas a explicarme o darme algún trabajo, no voy a gastar mi tiemposentando aquí.
—No te retendré entonces— dijo el magistrado serenamente—. Buen día, Jonas.
Nick se dirigió a la puerta, hizo una pausa mientras recordaba algo, y volvió aMorgan.
—Antes de que me vaya, necesito pedir un favor. ¿Usaras tu influencia con elsecretario para conseguir una licencia civil para mañana?
—¿Una licencia de matrimonio? —El único signo de la perplejidad de Morgan erael estrechamiento sutil de sus ojos—. Haciendo diligencias para Lord Radnor,¿verdad? ¿Por qué desea casarse con la muchacha con tanta prisa? ¿Y por quécondescendería a casarse en la oficina del secretario, en lugar de tener unaceremonia en la iglesia? Además…
—La licencia no es para Radnor— interrumpió Nick. Las palabras de pronto sepegaron en su garganta como un puñado de cardos— es para mí.
Un silencio interminable siguió mientras el magistrado entendía cosas por si mismo.Finalmente reponiéndose de un ataque de asombro que hizo caer su mandíbula,Morgan contuvo su intención de miran la cara enrojecida de Nick.
—¿Justo con quien se casa, Jonas?
—La señorita Howard— refunfuñó Nick.
Un resoplido de incredulidad risa escapó del magistrado principal.
—¿La novia de Lord Radnor? —Observaba a Nick con una mezcla de diversión yasombro—. Dios mío. Ella debe ser una joven insólita.
Nick se encogió de hombros.
—No realmente. Acabo de decidir que tener una esposa será conveniente.
—De algunas formas, sí, —dijo Morgan secamente—. De otras formas, no. Podríashaber hecho mejor entregándosela a Radnor y encontrar alguna otra mujer para ti.Ha hecho un enemigo considerable, Jonas.
—Puedo manejar a Radnor.
Morgan rió con divertida resignación que molestó a Nick profundidad——Bien,permíteme ofrecer mis felicitaciones sinceras. Avisaré alsecretario-superintendente, y la licencia esperará en tu oficina mañana por lamañana. Y te insto a hablar con sir Ross poco tiempo después, porque tus proyectosserán aún más relevantes a la luz de tu matrimonio.
—No puedo esperar a oírlos —dijo Nick sarcásticamente, haciendo la sonrisaburlona del magistrado.
Preguntándose con gravedad que clase de ardiz estaba planeando su manipuladorcuñado, Nick tomó su permiso de Bow Street. El soleado día de abril rápidamentese había nublado, el aire se volvió fresco y húmedo. Maniobrando ágilmente porla masa de carruajes, carros, carretas, y animales que obstruían las calles, Nickse alejó a caballo del río, hacia el oeste. Bruscamente Knightsbridgerápidamente tomó el camino a campo abierto, y enormes mansiones de piedra sobregrandes extensiones de tierra substituyeron las filas de casas con terrazaconstruidas en cuidadas plazas.
Cuando los contornos agresivos de la importante mansión Jacobita de Lord Radnorsurgieron delante de él, Nick espoleó a su caballo a un paso más urgente. Loszapatos castaños de hierro crujían regularmente sobre el largo paseo de gravaque conducía a la casa. La última y única vez que Nick había venido aquí fuepara aceptar el encargo de Radnor. Todos los negocios a partir de entonces sehabían llevado por los agentes del conde, que le habían enviado los informes esporádicosde Nick.
Cuando sintió pequeño peso de la caja de la miniatura esmaltada en el bolsillode su abrigo, Nick lamentó brevemente el hecho de que tendría que devolvérselaa Radnor. La había llevado y mirado durante dos meses, y se había convertido enuna especie de talismán. Las líneas de la cara de _______, la sombra de supelo, la dulce curva de su boca, se habían grabado en su cerebro mucho antes deque la hubiera encontrado. Y aún el parecido —que de una cara bonita pero másbien corriente— no captaba nada de lo que la hacía tan deseable. ¿Qué había enella que le conmovía así? Quizás era su mezcla de fragilidad y valentía… laintensidad que hervía a fuego lento bajo su tranquilo exterior… laselectrizantes insinuaciones de que poseía una sensualidad que rivalizaba con lasuya propia.
Nick se incómodo al reconocer que su deseo por _______ no era menos agudo queel de Radnor. Aunque cada uno de ellos la quería por motivos completamentediferentes.
“Ningún coste es demasiado grande en mi búsqueda para crear a la mujerperfecta” le había dicho Radnor, como si ________ estuviese destinada a actuarde Galatea para su Pigmalión. La idea de Radnor de la perfección femenina eraalgo completamente diferente de ________. ¿Por qué había fijado él susatenciones en ella, en lugar de sobre alguien que fuera mucho más manejable?Habría sido infinitamente más fácil dominar a una mujer que fuera sumisa pornaturaleza… pero quizás Radnor fue irresistiblemente atraído por el desafío queesa ________ le presentó.
Llegando al frente del camino de entrada, Nick entregó la rienda de su caballoa un criado y despacio recorrió el camino subiendo el tramo de estrechosescalones de piedra. Un mayordomo lo saludó, preguntó por sus asuntos allí, ypareció conmocionado por la respuesta de Nick.
—Dígale a Lord Radnor que tengo noticias sobre ________ Howard.
—Sí, señor —el mayordomo se marchó con prisa circunspecta y volvió en unminuto. Estaba ligeramente sin aliento, como si hubiera vuelto corriendo alvestíbulo— lord Radnor le verá inmediatamente, Sr. Jonas Si usted me sigue, porfavor.
Mientras el mayordomo lo conducía a través de la entrada y por un vestíbuloestrecho, la mansión parecía tragar a Nick en sus interiores carmesí oscuro.Era agobiante y estaba mal iluminada, aunque lujosamente diseñada. Nick recordóque Radnor era sensible a la luz. En su primera reunión, él había mencionadoque la iluminación fuerte le hacía daño en los ojos. Ahora, como entonces, lasventanas estaban cubiertas de pesado terciopelo que obscurecía cada rayo de luzdel día, y las gruesas alfombras amortiguaban todo sonido mientras un criado loconducía más profundo dentro del laberinto de pequeñas habitaciones separadas.
Llevaron a Nick a la biblioteca. El conde estaba sentado en una mesa de caoba,su estrecha y severamente plana cara iluminada por la llama atrapada en unalámpara cercana.
—Joe —la mirada ávida de Radnor se cerró en él. No invitó a Nick a tomarasiento, sólo le indicó con la mano que se acercara, mientras el mayordomo seretiraba y cerraba la puerta con un chasquido inefable.
—¿Qué noticias tienen para mí? ¿La ha localizado? Le advierto que mi pacienciase esta acabando.
Retirando una letra bancaria de su bolsillo, Nick la aplanó sobre la mesa,dejándola al lado de la lámpara.
—Le devuelvo su dinero, milord. Lamentablemente no seré capaz de ayudarle en loque concierne a la señorita Howard.
Los dedos del conde se curvaron, enviando a sombras parecidas a una garra através de la brillante mesa.
—No la ha encontrado, entonces. Se ha probado a si mismo ser un idio*ta inepto,justo como el resto. ¿Cómo puede una muchacha insolente haber eludido a cadahombre que he enviado para recuperarla?
Nick rió despreocupadamente.
—No dije que me había eludido, milord. En realidad, la he traído a Londresconmigo.
Radnor salió disparado de su silla.
—¿Donde está?
—Ya no le concierne más—. De pronto Nick estaba divirtiéndose—. El hecho es quela señorita Howard ha decidido casarse con otro hombre. Parece que en estecaso, la ausencia no ha hecho que el corazón creciera en cariño.
—¿Quien? —era todo lo que Radnor parecía ser capaz de conseguir preguntar.
—Yo.
El aire alrededor de ellos parecía saturado de veneno. Nick raras veces veíatal furia en la cara de otro hombre. No tenía duda de que Radnor lo habríaasesinado si tuviera los medios a su disposición. En cambio, el conde miró conla brillante comprensión de que ________ había sido permanentemente alejada desu alcance.
—No puede tenerla—. Radnor finalmente susurró, su cara venada con cólera cruel.
La respuesta de Nick fue simplemente tan suave.
—Usted no puede detenerme.
Los músculos de la cara del conde se contraían en espasmos frenéticos.
—¿Cuánto quiere? Obviamente esto es un medio de obtener dinero de mí… bien,puede tenerlo y condenarse. Dígame su precio.
—No vine para sobornarle —le aseguró Nick—. El hecho es que la deseo. Y ellaparece preferir mi oferta a la suya— tomó la miniatura de ________ de subolsillo y la envió rozando a través de la mesa, hasta que giró para descansaral lado del brazo rígido del conde—. Parece esto es todo lo que tendrá jamás de________ Howard, milord.
Era obvio que Radnor encontraba la situación incomprensible, que era difícilpara él hablar con un ataque de rabia que le agarra garganta.
—Ambos sufrirán por esto
Nick sostuvo su mirada.
—No, usted sufrirá, milord, si aborda a _________ de cualquier modo. No habráninguna comunicación con ella, y ninguna represalia contra su familia. Ellaesta bajo mi protección ahora —hizo una pausa, y sintió necesario de añadir.—Si entiende algo de mi historia, no tomará mi advertencia a la ligera.
—Cachorro ignorante. ¿Se atreve a advertirme que me aleje de ella? Yo la hecreado. Sin mi influencia, __________ sería una vaca en el campo con mediadocena de niños en sus faldas… o abriéndose de piernas para cada hombre quedejara caer una moneda entre sus pechos. He gastado una fortuna paraconvertirla en algo mucho mejor de lo que jamás pensó ser.
—¿Por qué no me envía la factura?
—Le convertiría en mendigo —le aseguró Radnor con el desprecio crudo.
—Envíela de todos modos —invitó Nick cuidadosamente— estaré interesado enaprender el coste de la creación de alguien.
Dejó a Radnor sentado en la oscura habitación como un reptil en la horriblenecesidad de tomar el sol. FIN DEL CAPÍTULO 6
Nick sacudió su cabeza.
—Tengo la intención de marcharme pronto para hacer algunas disposiciones.
—Sí, señor— el ama de llaves se apresuró a seguir sus deseos.
Echando un vistazo a ________, Nick metió un zarcillo flojo de pelo detrás desu oído.
—Estaré fuera sólo un rato. Estas a salvo aquí, y los criados harán exactamentecomo tú les digas.
¿Pensaba que ella podría estar apenada por su ausencia? Sorprendida por supreocupación, ________ asintió.
—Desde luego.
—Dile a la Sra. Trench que te muestre la casa en mi ausencia— vacilóbrevemente—. Naturalmente no tendré ninguna objeción si deseas cambiar algo queno este a tu gusto.
—Estoy segura que lo encontraré aceptable—. Su ambiente tenía buen gusto yelegancia; la entrada, con su piso de mármol decorado en diseños geométricos,la pequeña escalera más allá de la entrada, y un juego de de puertas conpaneles de caoba abriéndose para revelar un salón de techo bajo. Las paredesestaban pintadas con un pálido tono de verde y colgaban unas sencillasagrupaciones de cuadros, mientras que los muebles claramente habían sidoescogidos para la relación y la comodidad en lugar de la formalidad. Era unacasa hermosa, elegante, muy superior a la que ella había crecido.
—¿Quién decoró la casa? Tú no, seguramente.
Él se rió de esto.
—Mihermana Sophia. Le dije que no era necesario, pero ella parecía ser de laopinión de que carezco de juicio en tales asuntos.
—¿No provocó rumores por visitar tu casa?
—Siempre traía a sir Ross con ella— la curva de su boca expresaba lo poco quehabía disfrutado de aquellas visitas— los dos también se comprometieron aescoger personal de casa para mí, sobre todo porque no eran aficionado a mismercenarias del la taberna. En particular no les gustaba Blueskin o lamasturbadora Bess.
—¿Masturbadora? ¿Qué significa eso?
Él miraba tan divertido como perturbado por su ignorancia de la palabra.
—Eso significa joder. Follar— como ella seguía perpleja, él sacudió su cabezacon arrepentimiento—. Tener relaciones sexuales.
Su confusión rápidamente se transformó en desaprobación.
—¿Para qué en el nombre del cielo las habrías empleado en esta casa? No, no melo digas, estoy segura que lamentaría saberlo— ella frunció el ceño ante sudiversión—. ¿Cuántos criados tienes?
—Ocho, incluyendo a la Sra. Trench.
—Me llevaste a creer que eras un hombre de recursos limitados.
—Lo soy, comparado a Lord Westcliff. Pero puedo mantenerte con comodidad.
—¿Viven otros detectives de esta manera?
Esto le hizo reír.
—Algunos. Además de los trabajos de Bow Street, la mayor parte de nosotrostomamos encargos privados. Sería imposible vivir exclusivamente con el sueldoque el gobierno asigna.
—¿Encargos como el de Lord Radnor? —Pensar en él hizo que el estómago de _______se retorciera por la ansiedad. Ahora que estaba en Londres, fácilmente dentrodel alcance de Radnor, parecía un conejo que habían sacado de su madriguera—.¿Ya te ha pagado por encontrarme? ¿Qué harás con el dinero?
—Se lo devolveré.
—¿En cuanto a mi familia? —susurró excusándose—. ¿Se podría hacer algo porellos? Lord Radnor retirará su mecenazgo…
Nick asintió.
—Yo ya había considerado esto. Desde luego cuidaré de ellos.
_________ apenas se atrevía a creer sus oídos. Era pedir demasiado de cualquierhombre que apoye a toda la familia de su esposa, y todavía Nick parecía aceptarla carga sin resentimiento evidente.
—Gracias— dijo, casi sin aliento por el alivio repentino— es muy amable de tuparte.
—Puedo ser muy amable, —contestó él suavemente, —dado el incentivo correcto.
________ no se movió cuando él tocó el lóbulo de su oreja y acarició el huecojusto detrás de el. A toda prisa el calor se extendió sobre su cara… como unapequeña y casi inofensiva caricia, y él ya había encontrado un lugar tansusceptible que ella jadeó por el roce de la yema de su dedo. Inclinó su cabezapara besarla, pero ella volvió la cara. Podría tener todo lo que quería deella, menos eso. Para ella, un beso tenía un significado más allá de lo físico,y no quería darle aquella parte de ella.
Sus labios tocaron su mejilla en cambio, y ella sintió la curva caliente de susonrisa. Otra vez, él mostró una capacidad misteriosa de leer sus pensamientos.
—¿Qué puedo hacer para ganar un beso tuyo?
—Nada.
Su boca se deslizó ligeramente sobre el borde de su pómulo.
—Pensaremos en eso.
A la mayoría de la gente, la lúgubre y muy usada oficina pública de Bow Street,oliendo a sudor, a cobre pulido, y a libros de cargos, no era un lugaratractivo. Pero durante los tres años pasados, Nick se había familiarizadotanto con cada pulgada de la oficina que esta le parecía su hogar. A unvisitante desde afuera sería difícil forzarle a creer que los pequeños ymodestos edificios —números 3 y 4 de Bow Street —eran el centro deinvestigación criminal en Inglaterra. Aquí era donde sir Giovanni Morgan manteníael tribunal y dirigía a la fuerza de ocho agentes bajo su mando.
Llevando una sonrisa relajada, Nick devolvió los saludos de los empleados yguardias mientras recorría su camino por el No 3 de Bow Street. No le había llevadomucho tiempo a la fuerza de Bow Street apreciar sus excelentes cualidades, másen particular su buena voluntad para ir a los barrios bajos y a los garitos demala muerte en las cuales nadie más se atrevía a aventurarse. No le importabatomar los trabajos más peligrosos, como no tenía ninguna familia propia en quepensar, y no era exigente en cualquier caso. De hecho, por algún capricho de sucarácter que incluso Nick no entendía, necesitaba una cantidad frecuente deriesgo, como si el peligro fuera una droga adictiva a la que no tenía ningunaesperanza de renunciar. Los dos meses pasados de trabajo dócil de investigaciónlo habían llenado de una energía salvaje que apenas podía contener.
Alcanzando la oficina de Morgan, Nick miró con recelo al empleado de tribunalprincipal, Vickery, que le dio una cabezada alentadora.
—El señor Giovanni aún no se ha ido a las sesiones de mañana, Sr. Jonas. Estoyseguro que él deseará verle.
Nick llamó a la puerta y oyó la voz estruendosa de Morgan.
—Entre.
Tan sólido como era el maltratado escritorio de caoba, parecía como un pieza demobiliario de niños comparado con el tamaño del hombre que se sentaba detrás deel. Sir Giovanni Morgan era un hombre espectacularmente grande, al menos cincopulgadas más alto que la propia altura de seis pies de Nick. Aunque Morgan rápidamentese acercaba a la edad de cuarenta, ninguna indicio de plata había aparecido aúnen su corto pelo negro, y su vitalidad distintiva no se había debilitado desdelos días en que él mismo había servido como detective de Bow Street. Tambiénporque había sido el detective más dotado de su día, Morgan era fácilmente elmás popular, porque una vez había sido el sujeto de una serie de novelas demedio penique de gran éxito de ventas. Antes de Morgan, el gobierno y elpúblico habían considerado a toda la fuerza de Bow Street con la sospechainnata británica hacia cualquier forma de aplicación de la ley organizada.
Nick había sido relevado por la decisión de sir Ross de designar a Morgan comosu sucesor. Un hombre inteligente y educado por si mismo, Morgan se habíaabierto paso a través de los rangos, comenzando en la patrulla de a pie y abriéndosecamino hasta la eminente posición de magistrado principal. Nick respetaba esto.También le gustaba la honestidad franca característica de Morgan y el hecho deque él raras veces se molestaba con la terrible división ético cuando untrabajo tenía que ser hecho.
Morgan dirigía a los agentes con mano de hierro, y ellos lo respetaban por sudureza. Su única vulnerabilidad evidente era su esposa, una mujer pequeña peroencantadora cuya mera presencia podría hacer que su marido comenzar a ronronearcomo un gato. Uno siempre podía decir cuando la señora Morgan había visitadolas oficinas de Bow Street, dejando un rastro fascinante de perfume en el airey una expresión felizmente perpleja sobre la cara de su marido. Nick estabadivertido por la debilidad obvia del señor Giovanni en lo que se refería a suesposa, y él estaba decidido a evitar tal trampa. Ninguna mujer jamás iba allevarlo de la nariz. Deja que Morgan y señor Cannon hagan de tontos por susmujeres —él era mucho más inteligente que ellos.
—Bienvenidode nuevo —dijo el magistrado, apoyándose hacia atrás en su silla para mirarlocon agudos ojos verdes—. Toma asiento. ¿Asumo que tu vuelta significa que hasconcluido tu asunto con Lord Radnor?
Nick tomó la silla a través del escritorio.
—Sí. Encontré a la señorita Howard en Hampshire, trabajando como dama decompañía a la condesa de viuda de Westcliff.
—Soy conocido de Lord Westcliff— comentó Morgan—. Un hombre de honor y buenjuicio y quizás el único par en Inglaterra que no compara la modernidad con laaspereza.
Para Morgan, los comentarios eran semejantes a la alabanza muy efusiva. Nickhizo un gruñido evasivo, teniendo poco deseo de hablar de las muchas virtudesde Westcliff.
—Pasado mañana, estaré listo para nuevos trabajos— dijo—. Solamente tengo unúltimo asunto que aclarar.
Aunque Nick hubiera esperado que Morgan estuviera contento por la informacióndespués de todo, él había estado ausente durante dos meses —el magistradorecibió sus palabras en una manera sorprendentemente distante.
—Ya veré si puedo encontrar algo para que hagas. Mientras tanto.
—¿Qué? —Nick le miró con abierta sospecha. El magistrado nunca había mostradotal timidez antes. Allí siempre había algo que hacer… a menos que el hampaentera de Londres hubiese decidido coger permiso al mismo tiempo.
Mirando mientras pensaba que él quería hablar de algún asunto volátil, pero sintener permiso de hacerlo así, Morgan frunció el ceño.
—Tienes que visitar a sir Ross— dijo bruscamente—. Hay algo que quierecomunicarte.
A Nick no le gustó el sonido de esto en absoluto. Su mirada sospechosa seencontró con Morgan.
—¿Qué diablos quiere? —Como una de las pocas personas que sabían del secretodel pasado de Nick, Morgan era bien consciente del acuerdo que Nick había hechotres años antes y las dificultades entre él y su cuñado.
—Tendrá que enterarte de esto por sir Ross— contestó Morgan—. Y hasta que lohagas, no recibirás ningún trabajo de mí.
—¿Qué he hecho ahora?
Preguntó Nick, sospechando que una especie de castigo estaba siéndoleinfligido. Rápidamente meditó sobre sus acciones de los pocos meses pasados.Hubo habituales infracciones menores, pero nada fuera de lo ordinario. Encontrabaexasperante que sir Ross, a pesar de su supuesto retiro, todavía tenía lacapacidad de manipularlo. Y Morgan, maldito sus ojos, nunca iría contra losdeseos de sir Miguel.
La diversión parpadeaba en los ojos de Morgan.
—A mi conocimiento, no has hecho nada malo, Nick. Sospecho que sir Ross deseahablar de sus acciones en el incendio de la casa Barthas.
Nick frunció el ceño. Dos meses antes, justo antes de tomar el encargo de LordRadnor, había recibido una llamada de servicio de correr al barrio de modacerca de Covent Garden. Un fuego había comenzado en una casa privada quepertenecía a Nathaniel Barthas, un rico comerciante de vino. Siendo el primerguardia en llegar a la escena, Nick había sido informado por los espectadoresque nadie de la familia había sido visto salir del edificio en llamas.
Sin pararse a pensar, Nick se había lanzado dentro del infierno. Habíaencontrado a Barthas y a su esposa en el segundo piso, vencidos por el humo, ysus tres hijos que gritaban en otra habitación. Después de arreglárselas paradespertar a la pareja, Nick los había acompañado a la puerta de la casamientras llevaba a los tres diablillos gritando bajo sus brazos y sobre suespalda. En lo que pareció una cuestión de segundos después, la casa habíaexplotado en llamas, y la azotea se había derrumbado.
Para disgusto de Nick, The Times había publicado un extravagante relato delincidente, distinguiéndolo por ser una figura magnífica, heroica. No habíahabido final al amistoso acoso verbal de los otros detectives, que habíanadoptado expresiones de adoración fingida y habían exclamado con adoraciónsiempre que él había entrado en la oficina pública. Para evitar la situación, Nickhabía solicitado un permiso temporal de Bow Street, y Morgan se lo había dadosin vacilación. Afortunadamente, el público poseía una memoria corta. Durantelas ocho semanas pasadas de la ausencia de Nick, la historia habíadesaparecido, y las cosas finalmente habían vuelto a la normalidad.
—El maldito fuego es irrelevante ahora— dijo con brusquedad.
—Sir Ross no es de esa opinión.
Jonas sacudió su cabeza molesto.
—Debería haber tenido el sentido común de mantenerme fuera del lugar.
—Pero no lo hiciste— volvió Morgan—. Entraste dentro, con gran peligro para timismo. Y debido a tus esfuerzos, cinco vidas fueron salvadas. ¿Dime, Nick,habrías reaccionado del mismo modo hace tres años?
Nick mantuvo su cara tranquila, aunque la pregunta lo asustara. Sabía larespuesta que una vez… no. Él no habría visto el valor de tomar semejanteriesgo, cuando no habría habido ninguna ventaja material en la salvación de lasvidas de personas corrientes que eran inútiles para él. Les habría dejadomorir, y aunque esto pudiera haberlo molestado temporalmente, habría encontradola manera de sacarlo de su mente. Había cambiado de algún modo inexplicable.Darse cuenta le hacía sentirse incomodo.
—Quien sabe— refunfuñó con un encogimiento despreocupado—. ¿Y por qué deberíaesto importar a sir Rossl? Si estoy siendo convocado de modo que él pueda darmeuna palmadita en la cabeza por un trabajo bien hecho…
—Es más que eso.
Nick frunció el ceño.
—Si no vas a explicarme o darme algún trabajo, no voy a gastar mi tiemposentando aquí.
—No te retendré entonces— dijo el magistrado serenamente—. Buen día, Jonas.
Nick se dirigió a la puerta, hizo una pausa mientras recordaba algo, y volvió aMorgan.
—Antes de que me vaya, necesito pedir un favor. ¿Usaras tu influencia con elsecretario para conseguir una licencia civil para mañana?
—¿Una licencia de matrimonio? —El único signo de la perplejidad de Morgan erael estrechamiento sutil de sus ojos—. Haciendo diligencias para Lord Radnor,¿verdad? ¿Por qué desea casarse con la muchacha con tanta prisa? ¿Y por quécondescendería a casarse en la oficina del secretario, en lugar de tener unaceremonia en la iglesia? Además…
—La licencia no es para Radnor— interrumpió Nick. Las palabras de pronto sepegaron en su garganta como un puñado de cardos— es para mí.
Un silencio interminable siguió mientras el magistrado entendía cosas por si mismo.Finalmente reponiéndose de un ataque de asombro que hizo caer su mandíbula,Morgan contuvo su intención de miran la cara enrojecida de Nick.
—¿Justo con quien se casa, Jonas?
—La señorita Howard— refunfuñó Nick.
Un resoplido de incredulidad risa escapó del magistrado principal.
—¿La novia de Lord Radnor? —Observaba a Nick con una mezcla de diversión yasombro—. Dios mío. Ella debe ser una joven insólita.
Nick se encogió de hombros.
—No realmente. Acabo de decidir que tener una esposa será conveniente.
—De algunas formas, sí, —dijo Morgan secamente—. De otras formas, no. Podríashaber hecho mejor entregándosela a Radnor y encontrar alguna otra mujer para ti.Ha hecho un enemigo considerable, Jonas.
—Puedo manejar a Radnor.
Morgan rió con divertida resignación que molestó a Nick profundidad——Bien,permíteme ofrecer mis felicitaciones sinceras. Avisaré alsecretario-superintendente, y la licencia esperará en tu oficina mañana por lamañana. Y te insto a hablar con sir Ross poco tiempo después, porque tus proyectosserán aún más relevantes a la luz de tu matrimonio.
—No puedo esperar a oírlos —dijo Nick sarcásticamente, haciendo la sonrisaburlona del magistrado.
Preguntándose con gravedad que clase de ardiz estaba planeando su manipuladorcuñado, Nick tomó su permiso de Bow Street. El soleado día de abril rápidamentese había nublado, el aire se volvió fresco y húmedo. Maniobrando ágilmente porla masa de carruajes, carros, carretas, y animales que obstruían las calles, Nickse alejó a caballo del río, hacia el oeste. Bruscamente Knightsbridgerápidamente tomó el camino a campo abierto, y enormes mansiones de piedra sobregrandes extensiones de tierra substituyeron las filas de casas con terrazaconstruidas en cuidadas plazas.
Cuando los contornos agresivos de la importante mansión Jacobita de Lord Radnorsurgieron delante de él, Nick espoleó a su caballo a un paso más urgente. Loszapatos castaños de hierro crujían regularmente sobre el largo paseo de gravaque conducía a la casa. La última y única vez que Nick había venido aquí fuepara aceptar el encargo de Radnor. Todos los negocios a partir de entonces sehabían llevado por los agentes del conde, que le habían enviado los informes esporádicosde Nick.
Cuando sintió pequeño peso de la caja de la miniatura esmaltada en el bolsillode su abrigo, Nick lamentó brevemente el hecho de que tendría que devolvérselaa Radnor. La había llevado y mirado durante dos meses, y se había convertido enuna especie de talismán. Las líneas de la cara de _______, la sombra de supelo, la dulce curva de su boca, se habían grabado en su cerebro mucho antes deque la hubiera encontrado. Y aún el parecido —que de una cara bonita pero másbien corriente— no captaba nada de lo que la hacía tan deseable. ¿Qué había enella que le conmovía así? Quizás era su mezcla de fragilidad y valentía… laintensidad que hervía a fuego lento bajo su tranquilo exterior… laselectrizantes insinuaciones de que poseía una sensualidad que rivalizaba con lasuya propia.
Nick se incómodo al reconocer que su deseo por _______ no era menos agudo queel de Radnor. Aunque cada uno de ellos la quería por motivos completamentediferentes.
“Ningún coste es demasiado grande en mi búsqueda para crear a la mujerperfecta” le había dicho Radnor, como si ________ estuviese destinada a actuarde Galatea para su Pigmalión. La idea de Radnor de la perfección femenina eraalgo completamente diferente de ________. ¿Por qué había fijado él susatenciones en ella, en lugar de sobre alguien que fuera mucho más manejable?Habría sido infinitamente más fácil dominar a una mujer que fuera sumisa pornaturaleza… pero quizás Radnor fue irresistiblemente atraído por el desafío queesa ________ le presentó.
Llegando al frente del camino de entrada, Nick entregó la rienda de su caballoa un criado y despacio recorrió el camino subiendo el tramo de estrechosescalones de piedra. Un mayordomo lo saludó, preguntó por sus asuntos allí, ypareció conmocionado por la respuesta de Nick.
—Dígale a Lord Radnor que tengo noticias sobre ________ Howard.
—Sí, señor —el mayordomo se marchó con prisa circunspecta y volvió en unminuto. Estaba ligeramente sin aliento, como si hubiera vuelto corriendo alvestíbulo— lord Radnor le verá inmediatamente, Sr. Jonas Si usted me sigue, porfavor.
Mientras el mayordomo lo conducía a través de la entrada y por un vestíbuloestrecho, la mansión parecía tragar a Nick en sus interiores carmesí oscuro.Era agobiante y estaba mal iluminada, aunque lujosamente diseñada. Nick recordóque Radnor era sensible a la luz. En su primera reunión, él había mencionadoque la iluminación fuerte le hacía daño en los ojos. Ahora, como entonces, lasventanas estaban cubiertas de pesado terciopelo que obscurecía cada rayo de luzdel día, y las gruesas alfombras amortiguaban todo sonido mientras un criado loconducía más profundo dentro del laberinto de pequeñas habitaciones separadas.
Llevaron a Nick a la biblioteca. El conde estaba sentado en una mesa de caoba,su estrecha y severamente plana cara iluminada por la llama atrapada en unalámpara cercana.
—Joe —la mirada ávida de Radnor se cerró en él. No invitó a Nick a tomarasiento, sólo le indicó con la mano que se acercara, mientras el mayordomo seretiraba y cerraba la puerta con un chasquido inefable.
—¿Qué noticias tienen para mí? ¿La ha localizado? Le advierto que mi pacienciase esta acabando.
Retirando una letra bancaria de su bolsillo, Nick la aplanó sobre la mesa,dejándola al lado de la lámpara.
—Le devuelvo su dinero, milord. Lamentablemente no seré capaz de ayudarle en loque concierne a la señorita Howard.
Los dedos del conde se curvaron, enviando a sombras parecidas a una garra através de la brillante mesa.
—No la ha encontrado, entonces. Se ha probado a si mismo ser un idio*ta inepto,justo como el resto. ¿Cómo puede una muchacha insolente haber eludido a cadahombre que he enviado para recuperarla?
Nick rió despreocupadamente.
—No dije que me había eludido, milord. En realidad, la he traído a Londresconmigo.
Radnor salió disparado de su silla.
—¿Donde está?
—Ya no le concierne más—. De pronto Nick estaba divirtiéndose—. El hecho es quela señorita Howard ha decidido casarse con otro hombre. Parece que en estecaso, la ausencia no ha hecho que el corazón creciera en cariño.
—¿Quien? —era todo lo que Radnor parecía ser capaz de conseguir preguntar.
—Yo.
El aire alrededor de ellos parecía saturado de veneno. Nick raras veces veíatal furia en la cara de otro hombre. No tenía duda de que Radnor lo habríaasesinado si tuviera los medios a su disposición. En cambio, el conde miró conla brillante comprensión de que ________ había sido permanentemente alejada desu alcance.
—No puede tenerla—. Radnor finalmente susurró, su cara venada con cólera cruel.
La respuesta de Nick fue simplemente tan suave.
—Usted no puede detenerme.
Los músculos de la cara del conde se contraían en espasmos frenéticos.
—¿Cuánto quiere? Obviamente esto es un medio de obtener dinero de mí… bien,puede tenerlo y condenarse. Dígame su precio.
—No vine para sobornarle —le aseguró Nick—. El hecho es que la deseo. Y ellaparece preferir mi oferta a la suya— tomó la miniatura de ________ de subolsillo y la envió rozando a través de la mesa, hasta que giró para descansaral lado del brazo rígido del conde—. Parece esto es todo lo que tendrá jamás de________ Howard, milord.
Era obvio que Radnor encontraba la situación incomprensible, que era difícilpara él hablar con un ataque de rabia que le agarra garganta.
—Ambos sufrirán por esto
Nick sostuvo su mirada.
—No, usted sufrirá, milord, si aborda a _________ de cualquier modo. No habráninguna comunicación con ella, y ninguna represalia contra su familia. Ellaesta bajo mi protección ahora —hizo una pausa, y sintió necesario de añadir.—Si entiende algo de mi historia, no tomará mi advertencia a la ligera.
—Cachorro ignorante. ¿Se atreve a advertirme que me aleje de ella? Yo la hecreado. Sin mi influencia, __________ sería una vaca en el campo con mediadocena de niños en sus faldas… o abriéndose de piernas para cada hombre quedejara caer una moneda entre sus pechos. He gastado una fortuna paraconvertirla en algo mucho mejor de lo que jamás pensó ser.
—¿Por qué no me envía la factura?
—Le convertiría en mendigo —le aseguró Radnor con el desprecio crudo.
—Envíela de todos modos —invitó Nick cuidadosamente— estaré interesado enaprender el coste de la creación de alguien.
Dejó a Radnor sentado en la oscura habitación como un reptil en la horriblenecesidad de tomar el sol. FIN DEL CAPÍTULO 6
Dayi_JonasLove!*
Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
lo ameeeee
Ame la maraton!!
Siguela pronto plisssssss
Ame la maraton!!
Siguela pronto plisssssss
Faby Evans Jonas
Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
woooo :cheers: siguela siguela
me encanta, sorry por no haber pasado antes pero tenia mucha tarea sorry.
siguela siguela
me encanta, sorry por no haber pasado antes pero tenia mucha tarea sorry.
siguela siguela
Sam
Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
Hoy no tuve clases asi que aprovecho y les dejo cap! Enjoy it :D
Capítulo 7
Mientras _________comía un plato de guisado de cordero salado, disfrutaba de la atmósfera serenadel pequeño comedor, los entarimados brillantes fragantes con la cera deabejas, el aparador cargado de buena porcelana blanca.
La sra. Trench apareció en la entrada, una presencia confortable con un físicorobusto, su expresión agradable templada por un poco de cautela. ________sintió las preguntas en la mente de la mujer… el ama de llaves se preguntaba sirealmente iba a casarse con Nick Jonas, si le estaban gastando una broma, si elmatrimonio hubiera sido realizado por amor, conveniencia, o necesidad… si ______eran un personaje para ser compadecido o una fuerza con quien contar.
—¿Su cena es satisfactoria, señorita Howard?
—Sí, gracias—. ________ le regaló una sonrisa amistosa—. ¿Cuanto tiempo hatrabajado para el sr. Jonas, sra. Trench?
—Durante tres años— llegó la rápida respuesta—. Después de que comenzara atrabajar en Bow Street. El mismo sir Ross me entrevistó para el puesto, porquedeseaba ayudar al amo a establecer una casa apropiada. El sr. Jonas es unprotegido de sir Ross, podría decir.
—¿Por qué tendría sir Ross tal interés en él, me pregunto? —preguntó ________,tratando de distinguir si el ama de casa sabía del parentesco secreto entreellos.
La sra. Trench sacudió su cabeza, pareciendo sinceramente perpleja.
—Eso es un gran misterio, sobre todo porque ellos fueron una vez enconadosenemigos. Muchas personas criticaron a sir Ross por traer al sr. Jonas a BowStreet. Pero el juicio de sir Ross desde entonces se ha demostrado correcto. Elsr. Jonas es al único que llaman cuando hay mayor peligro complicado. No teme anada. Cabeza fría y pies rápidos —esto es lo que sir Ross dice de él. A nadiele importa encontrarse a sí mismo como objeto de la persecución del Sr. Jonas.
—En efecto— dijo _______ secamente, pero la nota sardónica de su voz pasó inadvertidaal ama de casa.
—El sr. Jonas es un hombre valiente y audaz, —continuó la sra. Trench— y nadiediscutiría eso ahora, después del fuego de Barthas.
—¿Qué fuego?
—¿No se enteró de ello? Hace poco, el amo salvó a un comerciante de vino y sufamilia entera en un incendio en su casa. Ellos habrían fallecido por cierto,si el sr. Jonas no hubiera entrado precipitadamente para encontrarlos. TheTimes hizo un informe de la historia, y el amo era el hombre más famoso enLondres. Por qué, hasta la reina lo elogió y solicitó que él proteja alpríncipe consorte en la cena Literaria anual de recaudación de fondos.
—El sr. Jonas no mencionó una palabra sobre ello— dijo _______, encontrandodifícil de reconciliar la información con lo que ya sabía de él.
Parecía que la sra. Trench deseaba decir más, pero guardó silencio sobre elasunto.
—Si me disculpa, señorita Howard, me asegurare de que el cuarto de huéspedes hasido correctamente aireado y que sus cosas han sido guardadas en su sitio.
—Sí, desde luego.
Después de acabarse su guisado, _______ bebió un vaso de vino aguado. NickJonas, arriesgando su vida por otro… era difícil de imaginar. Cuánto más fácilhabría sido pensar en Jonas lisa y llanamente como un bandido. ¡Por Dios!, unopodría cavilar sobre él durante semanas y no llegar todavía a una conclusióndefinida ¿era un hombre bueno que actúa como uno malo, o un hombre malo que actúacomo uno bueno?
El vino la puso soñolienta. Con los ojos entreabiertos, _______ se inclinóatrás en su silla cuando un lacayo apareció para quitar la mesa. Una sonrisasin humor rozó las comisuras de sus labios mientras ella reflexionaba sobre lasingularidad de casarse con un hombre para evitar casarse con otro. Laperspectiva de ser la sra de Nick Jonas era mucho más atractiva que continuarocultándose de Lord Radnor y sus cómplices. Además, como Nick habíamanifestado, el arreglo no carecería de sus placeres.
Cuando pensaba en sus manos sobre su cuerpo, un calor hormigueaba a través desu cara y profundamente en su estómago. No podía evitar recordar el roce de suboca sobre su pecho. La caricia sedosa de su pelo contra el interior de susbrazos. La largura de sus dedos ásperos pasándose suavemente sobre…
—Señorita Howard.
Poniéndose rígida, se giró hacia la puerta.
—¿Sí, sra. Trench?
—El cuarto de huéspedes está listo. Si ha terminado con su comida, una criadale ayudará a cambiarse su ropa de viaje.
______ asintió dando las gracias.
—Me gustaría un baño, a ser posible—. Aunque no deseara preocupar a las criadascon la tarea de cargar arriba y abajo de la escalera con los aguamaniles deagua caliente, estaba polvorienta y dolorida del viaje, y tenía muchas ganas delavarse.
—Desde luego. ¿Deseará tomar una ducha, señorita? El sr. Jonas ha instalado unaen el cuarto de baño arriba, con tuberías de agua caliente y fría.
—¿La tiene? —_______ estaba intrigada porque se había enterado de que muchascasas acomodadas tenían duchas, pero en realidad nunca había visto una. Inclusoen Stony Cross Park, con todos sus servicios, aún no había sido instalada latubería de agua caliente—. ¡Sí, me gustaría mucho probarla!
El ama de llaves se rió ante su entusiasmo.
—Harriet le asistirá.
Harriet era una camarera con gafas joven con una cofia blanca que la cubría supelo negro. Era cortes, pero amistosa mientras le mostraba las habitaciones dearriba a ________. El vestidor y el baño que se ramificaban del dormitorio másgrande, que claramente pertenecía al amo de la casa. Este contenía una cama conun expuesto marco de madera pulido y columnas que sujetaban el dosel de sedaámbar de encima. Aunque la cama era grande, la base era más baja que de costumbre,sin necesidad de ningún escalón para subir al colchón. Robando un vistazo alpródigo arreglo de almohadas y cabezales, _________ sintió un calambre denerviosismo en su estómago. Su atención se desvió a las paredes, que estabancubiertas de papel pintado a mano que destaca pájaros chinos y flores. Unlavabo de porcelana en un pie de trípode estaba colocado al lado de un altoguardarropa de caoba, encabezado con un espejo pequeño y cuadrado. Era unahabitación hermosa y muy masculina
Una fragancia sutil vagaba por el aire, atrayéndola a investigar. Descubrió quela fuente del olor era su jabón de afeitar, contenido en una caja de mármolsobre el lavabo. Cuando colocó la tapa sobre la caja, un poco de residuo dejabón se pasó a sus dedos, dejándolos aromáticos y cosquilleantes. Habíainhalado ese olor antes, de la caliente y ligeramente espinosa piel de lamandíbula de Nick Jonas.
Buen Dios, en menos de una semana, había sido arrancada de su escondrijo yllevada a Londres… estaba de pie en el dormitorio de un extraño, yafamiliarizada con el olor de su cuerpo. De pronto ya no podía estar segura dequien era ella, o adonde pertenecía. Su brújula interior había sido dañada dealgún modo, y era incapaz de distinguir entre lo que estaba mal y lo que estababien.
La voz de la criada se abrió camino por su reflexionar inquieto.
—Señorita Howard, he puesto el agua. ¿La ayudo en la ducha? El calor no duramucho tiempo.
Obedeciendo la incitación, ______ se aventuró en el embaldosado baño azul yblanco, notando la tina de porcelana con sus tubos expuestos, un perchero y unasilla, y la ducha muy bien empotrada en el espacio de un armario alto peroestrecho. Los estrechos límites del cuarto explicaban por qué el lavabopermanecía en el dormitorio.
Con la ayuda de Harriet, _______ se desnudó rápidamente y soltó su pelo.Cubierta solamente por un rubor, atravesó el elevado umbral de la ducha. Viendoel agua humeante que fluía con generosidad de la protuberancia perforada justoen lo alto, ella vaciló. Una corriente fría serpenteó alrededor de ella,levantando carne de gallina sobre su piel.
—Adelante, señorita— animó la criada, viendo su indecisión.
Respirando, ________ anduvo directamente hasta la caída del agua, mientras lapuerta se cerraba con cuidado detrás de ella. Una difusión alarmante de calor,un momento de ceguera acuosa, hasta que maniobró lo bastante lejos para que sucara no estuviera más directamente bajo el pulverizador. Limpiando suschorreantes ojos con sus manos, _______ se rió con repentino placer.
—Es como estar de pie bajo la lluvia— exclamó.
El ruidoso salpicar del agua sobre el azulejo hacía la respuesta de la criadainaudible. Permaneciendo inmóvil, ________ absorbió la sensación estimulante,el calor punzante sobre su espalda, el vapor que saturaba sus pulmones. Lapuerta se abrió una rendija, y una pastilla de jabón y una esponja le fuerontendidas. Enjabonó su pelo y cuerpo y girado en círculos lentos, su caralevantada, ojos y boca bien cerrados. El agua caliente se deslizaba por todaspartes, sobre sus pechos y estómago, abajo de sus muslos, entre los dedos delpie. Esa era una experiencia sorprendentemente sensual, haciendo que su sentidose enervara y relajara al mismo tiempo. Deseaba estar allí de pie durantehoras. Sin embargo, demasiado pronto el agua comenzó a enfriarse. Con unsuspiro arrepentido, ________ se alejó un paso de la corriente de la duchaantes de que se enfriara completamente.
—Ahoraesta fría— llamó a Harriet, que torció la válvula afuera de la puerta antes dedarle una toalla que había sido calentada sobre la tubería del agua caliente.
Temblando por el aire frío, _______ secó su cara y pelo, y se envolvió con latoalla.
—Si sólo pudiera haber durado un poco más— dijo melancólicamente, haciendo sonreíra Harriet.
—En tres horas, habrá bastante agua caliente para otro, señorita.
_________ siguió a la criada al vestidor contiguo, donde su vestido azul oscurode fresco lino había sido dispuesto para ella sobre un estrecho diván.
—Casi valdría la pena casarse con el sr. Jonas solamente por su ducha— dijo.
La observación se ganó un vistazo cautelosamente inquisidor de Harriet.
—¿Es cierto entonces, señorita? ¿Va a casarse con el amo?
—Eso parece.
Era obvio que la criada estaba devorada completamente por la curiosidad, perode algún modo se las arreglaba para permanecer respetuosamente silenciosa. _______dejó caer su toalla mojada y se puso sus calzones y camisa con recatada prisa.Cuando estuvo decentemente cubierta, se sentó sobre el diván cubierto porterciopelo y comenzó a tirar de sus gruesas medias de algodón sobre suspantorrillas. No podía menos que preguntarse cuantas mujeres se habían bañado yse habían vestido y habían dormido aquí. La cama de Jonas debe estar tanocupada como un burdel.
—Supongo que has asistido a bastantes invitados femeninos en la casa del sr. Jonas—comentó, alcanzando una liga.
Harriet la sorprendió diciendo.
—No, señorita Howard.
_______ casi dejó caer la liga por la sorpresa.
—¿Qué? —Levantó sus cejas cuando miró a la camarera— seguramente no soy laprimera mujer que ha traído aquí.
—Lo sois por lo que sé, señorita.
—Pero no puede ser cierto—. Ella hizo una pausa y añadió con deliberadafranqueza— estoy segura que el sr. Jonas ha entretenido a no menos de un harénen su dormitorio.
La camarera sacudió su cabeza.
—Nunca he visto a ninguna dama visitar la casa… no de esa manera. Desde luego,después del fuego de Barthas, muchas admiradoras llamaron y enviaron cartas—Una sonrisa astuta tocó los labios de Harriet—. Toda la calle estaba llena de carruajes,el pobre sr. Jonas no podía cruzar su propia puerta de la calle, porque unamuchedumbre le esperada cada mañana.
—Hmmph—. ______ sujetó la liga cuidadosamente sobre su media y extendió la manohasta la otra—. ¿Pero él nunca ha traído a una amante aquí?
—Ah, no, señorita.
Nick era claramente más escrupuloso de lo que ella había esperado o al menos,deseaba mantener su casa completamente privada. Debe ser que satisfacía susnecesidades sexuales en un burdel, o —pensamiento desagradable— quizás susapetitos eran lo bastante bajos para que buscara los servicios de prostitutascallejeras. Pero parecía más entendido que eso. La manera en que él la tocabahecha a la medida de la apreciación de un experto más que de un simple bruto.Su cara ardió, e intentó, mientras se vestía, cubrir su desconcierto por hacermás preguntas a la criada.
______ rápidamente descubrió que Harriet era mucho más locuaz sobre los asuntosde Nick de lo que la sra. Trench había sido. Según la camarera, Nick era algomisterioso incluso para sus propios criados, porque uno nunca sabía que esperarde él. Se comportaba como un caballero en privado, pero no retrocedía ante laviolencia de su profesión. Podía ser cáustico o amable, brutal o apacible, suscaprichos infinitamente volubles. Como otros detectives de Bow Street, Nickmantenía extraños horarios y podría ser convocado en cualquier momento paraayudar en algún desastre, o investigar un asesinato, o detener a un peligrosofugitivo en particular. Había poca planificación o rutina en sus días, y no legustaba hacer proyectos. Y curiosamente, no dormía bien, y de vez en cuando eraatormentado por pesadillas.
—¿Pesadillas sobre qué? —preguntó _______a fascinada.
—Él no lo contará, ni siquiera a su valet, Dudley. Pero a veces hace los ruidosmás temibles en sus sueños, y luego se despierta a si mismo, y no vuelve a lacama por el de resto de la noche. Dudley dice que debe ser de cosas que el sr. Nickrecuerda… —haciendo una pausa, Harriet echó un vistazo a Roberta con cautela.
—¿Sus días en el hampa? —Preguntó _______ con calma—. Sí, soy consciente delpasado delictivo del Sr. Jonas.
—El no era un criminal, señorita. No exactamente. Era un detective. Pero poseíaun garito cerca de Fleet Ditch, y fue enchironado una o dos veces.
—¿Encarcelado quieres decir?
Harriet asintió, añadiendo con una nota presumida de su voz.
—Escapó dos veces, el sr. Jonas lo hizo. Ellos dicen que no hay una prisión quepueda retenerle. La segunda vez, con cadenas de trescientas libras de peso, justoen el armario del Diablo en el centro de Newgate. Una vez se deslizó por unasventanas cerradas con postigos tan fácil como quiso.
_______ no estaba sorprendido por la información, sabiendo lo que sabía de lainsólita agilidad de Nick, la fuerza física, y la naturaleza astuta. Quizás laimagen de su pronto futuro marido como un criminal endurecido debería haberlaalarmado, pero en cambio extrañamente la tranquilizaba. Estaba más convencidaque nunca sería intimidado o fácilmente burlado por Lord Radnor. Era muyposiblemente la mejor protección que podría haber reclutado.
Bostezando, fue con Harriet al cuarto de huéspedes, una habitación con paredesde un suave azul, una cama rodeada de cortinas azul—grisáceas, y un armarioHepplewhite grande con una fila de pequeños y preciosos cajones para guantes,medias, y otras pequeñas cosas necesarias. Encontró su peine en uno de loscajones, y se acercó al hogar mientras la criada encendía el fuego en larejilla.
—Gracias, eso es encantador— dijo ella— será todo por ahora, Harriet.
—Sí, señorita. El llamador está allí, si necesitáis cualquier cosa.
Sentándose al lado del hogar, _______ peinó su hermoso pelo liso hasta que losrubios y largos mechones estuvieron calientes por el calor del fuego. En algúnlugar en la casa, un reloj repicó cuatro veces. Mientras echaba un vistazo alcielo gris afuera de la ventana y las gotas de agua que se dispersaban contralos paneles de cristal, tembló. Tan solo por un momento, apartaría suspreocupaciones sobre el futuro. Dejando de lado el peine, avanzó lentamentehasta la cama, decorrió las colgaduras cerradas, y descansó contra lasalmohadas.
Se durmió rápidamente, nadando por una neblina de imágenes… paseando por elbosque en Hampshire… balanceando sus pies en una charca fresca en un calurosodía… deteniéndose en la puerta del beso, mientras el olor de los arbustos deflores blancas calentados por sol se elevaba densamente a las ventanas de sunariz. Cerró sus ojos e inclinó su barbilla hacia arriba, saboreando lossofocantes rayos, mientras las alas de una mariposa acariciaban ligeramente sumejilla. Encantada por el delicado cosquilleo, se mantuvo muy quieta. Lascaricias de seda se movieron sobre la punta de su nariz, la sensible periferiade su labio superior, las suaves comisuras de su boca.
Buscando a ciegas, elevó su cara a las caricias de calor y fue recompensada poruna suave presión que abrió sus labios y sacó un gemido de la parte superior desus pulmones. Lord Sydney estaba de pie con ella en la puerta del beso, sus brazosla atrapaban contra las costillas pintadas de enrejado. Su boca buscaba la suyatan suavemente, su cuerpo firme contra el suyo, y ella se retorcía en unasúplica muda para que él la abrazara más fuerte. Pareciendo saber exactamentelo que ella quería, él empujó su rodilla dentro de sus faldas, directamentecontra el lugar que sentía hinchado y anhelante. Jadeando, ella curvó sus dedosen su pelo brillante, y él susurró para que se relajara, que la cuidaría, lasatisfaría…
—Oh— parpadeando con fuerza, se despertó del sueño sensual cuando se dio cuentaque no estaba sola. Las cortinas de cama habían sido descorridas, y el cuerpolargo de Nick Jonas estaba enredado con el suyo. Una mano grande estabaahuecada bajo sus caderas, mientras su pierna apretaba más íntimamente entrelas suyas. Su aliento se agitaba contra su oído, llenando la estructura con elcalor húmedo, y luego sus labios vagaron hasta los suyos en un ardiente camino.Él absorbió su protesta mientras la besaba, su lengua buscando su boca, sucuerpo elevándose sobre el suyo. Ella sintió la dura longitud de su erección,empujando suavemente contra la hendidura entre sus muslos hasta que pudosentirlo claramente através de las capas de su vestido… un empujón contenido…otro… otro… cada rítmica insinuación era tan desesperadamente buena que ella nopodía reunir el valor para pararlo. Ella estaba llena de una agitación físicaque penetraba su alma, y cada parte de ella exigía que tirara con fuerza de él,más cerca, más apretado.
En cambio _______ le empujó, liberando de un tirón su boca con un sollozo.
—No.
Él laliberó, y ella rodó sobre su estómago, apoyándose sobre sus puños apretados.Mientras sus pulmones se movían en violentas inhalaciones, era consciente de éldirectamente detrás de ella, la longitud poderosa de su cuerpo que se apretabacontra ella desde el cuello hasta los talones.
—Te aprovechaste de mí mientras dormía —dijo jadeando— eso no es justo.
La mano de la Nick se movía sobre su cadera en un círculo lento.
—Raras veces juego limpio. Por lo general es más fácil hacer trampas.
Una risa repentina burbujeó en la garganta de _______.
—Eres el hombre más desvergonzado que jamás me he encontrado.
—Probablemente —concedió él, apartando su pelo y bajando su boca sonriente porla parte de atrás de su cuello. Ella inhaló bruscamente cuando lo sintióacariciar con la nariz los delicados mechones de pelo de su nuca—. Que suaveeres —respiró él— como la seda. Como la piel de un gatito.
El roce de sus labios envió una onda a través del centro sobrecalentado de sucuerpo.
—Nick, yo…
—La sra. Trench me dijo que probaste la ducha—. Su mano se deslizó de su caderaa la hendidura de su cintura—. ¿Te gusta?
—Fue muy refrescante —logró decir _______.
—Voy a mirarte la próxima vez.
—¡Ah, no lo harás!
Él se rió silenciosamente y ofreció.
—Entonces dejaré que tú me mires.
Antes de que ella pudiera pararse, _______ se lo imaginó de pie en la ducha, elagua fluyendo y deslizándose sobre su piel, oscureciendo su pelo, el vaporcubriendo sus ojos de zafiro. La imagen era imprecisa, porque nunca había vistoa un hombre desnudo, sólo las imágenes grabadas en un libro de anatomía quehabía encontrado en la biblioteca de Lord Westcliff. Ella había estudiadominuciosamente los dibujos con fascinación, deseando que ciertos detalleshubieran sido expresados más totalmente.
Pronto no tendría que preguntarse. Él pareció leer sus pensamientos.
—No es malo que te guste —dijo él, acariciando su estomago con la palma—.¿Quien se beneficiará si te niegas a ti misma el placer? Estas pagando elprecio por mi protección, tu también puedes conseguir algún placer de ello.
—Pero eres un extraño —dijo con arrepentimiento.
—¿Qué marido no es un extraño para su esposa? El noviazgo consiste en un baileen una fiesta, un paseo con carabina por el parque, y una conversación o dos enel jardín. Entonces si los padres están de acuerdo sobre el matrimonio, laceremonia se realiza, y la muchacha se encuentra en la cama con un hombre queapenas conoce. No hay mucha diferencia entre ese argumento y el nuestro, ¿lahay?
________ frunció el ceño y rodó para afrontarlo, sabiendo que había un defectoen su razonamiento, pero era incapaz de identificarlo. Jonas se reclinó sobresu costado, apoyado sobre un codo, el amplio contorno de sus hombrosobscurecían la mayor parte de la ligera luz derramada por la lámpara decabecera. Su cuerpo era tan grande y protector, la seguridad en sí mismo tansólida, que parecía como si ella pudiera envolvérselo alrededor de si mismacomo una manta y permanecer segura para siempre.
Hábilmente, él comprendió su talón de Aquiles —esa necesidad terrible derefugio— y no vaciló en aprovecharse de ello. Deslizó su brazo sobre sucintura, su mano descansaba en el medio de su espalda, su pulgar acariciando alo largo del arco rígido de su columna.
—Cuidare de ti, _______. Te mantendré segura y te proporcionaré todas lascomodidades que necesites. Todo lo que quiero a cambio es disfrutar de ticonmigo. No es tan terrible, ¿verdad?
Él tenía la propia habilidad de Lucifer de hacer que lo que quería sonaraabsolutamente razonable. Percibiendo su debilidad, se inclinó hasta que el pesosólido de su cuerpo estuvo equilibrado encima de ella y su muslo presionó elcolchón entre sus piernas.
—Bésame —susurró él. La dulce y especiada droga de su aliento y piel hizo quesus pensamientos se dispersaran como hojas secas en el viento.
Ella sacudió su cabeza, aun cuando las partes más sensibles de su cuerpohubieran comenzado a palpitar con agudo deseo.
—¿Por qué no? —preguntó, las yemas de sus dedos atormentaron el borde de sulínea del pelo.
—Porque un beso es algo que una mujer da a un amor… algo que tú no eres.
Él arrastró ligeramente el dorso de sus dedos sobre su garganta, entre suspechos, hacia abajo sobre su estómago.
—Me besaste en Stony Cross Park.
Un rubor feroz la envolvió.
—Entonces no sabía quién eras.
Su mano situada peligrosamente baja sobre su estómago. Si no estuviera vestida,entonces sus dedos habrían estado descansando en lo alto del triángulo entresus muslos.
—Soy el mismo hombre, _________—. Su mano comenzó a apartarse aún más abajo,hasta que ella le agarró de la muñeca y lo empujó para alejarlo.
Nick rió entre dientes, y luego se puso serio mientras se movía hacia atráspara mirarla.
—Hoy ví a Lord Radnor.
Aunque ________ lo hubiera esperado, todavía sintió una frialdad de alarma.
—¿Qué pasó? ¿Qué te dijo?
—Le devolví su dinero, le informé de tu decisión de casarte conmigo, y leadvertí que no os molestara a ti o a tu familia en el futuro.
—¿Cómo de enfadado estaba?
Él sostuvo su pulgar e índice a un simple milímetro de separación.
—Estaba así de cerca de la apoplejía.
El pensamiento de la cólera de Radnor la llenó de satisfacción, pero al mismotiempo, no podía reprimir un repentino temblor.
—No se rendirá. Nos causará problemas a los dos, de cada manera posible.
—He tratado con peores personajes que Radnor— dijo serenamente.
—No lo conoces tan bien como crees.
Sus labios se separaron cuando se disponía a discutir. Pero como vio el temblorde su barbilla, el destello agresivo se apagó de sus ojos.
—No tengas miedo— la asustó colocando la palma de su mano sobre su pecho, sobreel alcance suave entre su garganta y sus pechos. Ella respiró profundamente, supecho elevándose bajo el peso calmante de su mano—. A eso me refería cuando tedije que cuidaría de ti y su familia, —dijo— le das a Radnor más importancia dela que merece.
—Posiblemente no podrías entender el modo en que él ha ensombrecido mi vidaentera. Él…—Realmente entiendo—sus dedos vagaron hasta su garganta, acariciando el sensible lugar donde élpodía sentir cuando tragaba. Una mano tan poderosa; él podría aplastarla tanfácilmente, y aún la tocaba con increíble suavidad—. Y sé que nunca has tenidoa nadie para defenderte de él. Pero de ahora en adelante yo lo haré. Entoncesdeja de ponerte pálida siempre que mencione su nombre. Jamás nadie va adominarte otra vez, menos aún Radnor.
—Nadie excepto tú, quieres decir.
Él se sonrió ante la coqueta acusación, jugueteando con un mechón de su pelo.
—No tengo ningún deseo de dominarte.
Inclinándose sobre ella, besó el diminuto pulso en su garganta y lo acariciócon su lengua. ________ se mantuvo muy quieta, los dedos de sus pies curvándosedentro de sus medias. Deseaba poner sus brazos alrededor de él, tocar su pelo,presionar sus pechos hacia arriba en su pecho. El esfuerzo para contenerse hizoque su cuerpo entero se pusiera rígido.
—Después de que nos casemos mañana, te llevaré a conocer a mi hermana Sophia—dijo contra su cuello—. ¿Será eso agradable?
—Sí, me gustaría. ¿Estará sir Ross allí también?
Nick levantó la cabeza.
—Probablemente—. Él sonaba claramente menos que emocionado por la perspectiva—recibí una aviso hoy de que mi cuñado esta tramando algún plan, como siempre, yquiere verme.
—¿No hay absolutamente ninguna simpatía entre vosotros?
—Dios, no. Sir Ross es un bastardo manipulador que me ha molestado duranteaños. Por qué Sophia tuvo a bien casarse con él está todavía más allá decualquier esperanza de entendimiento.
—¿Lo ama ella?
—Supongo— dijo de mala gana.
—¿Tienen hijos?
—Una hija, hasta ahora. Una mocosa tolerable, si a uno le gustan los niños.
—¿Y sir Ross es fiel a tu hermana?
—Ah, él es un santo—. Nick la aseguró severamente—. Cuando se conocieron, élera un viudo que había sido célibe después de la muerte de su esposa. Demasiadohonorable para acostarse con una mujer fuera del matrimonio.
—Parece bastante caballeroso.
—Sí. Sin mencionar honesto y ético. Insiste en que todos alrededor suyo siganlas reglas… sus reglas. Y como su cuñado, recibo una cantidad impía de suatención.
Teniendo una idea justa de lo bien que Nick recibía las tentativas de sir Rossde reformarle, _______ se mordió el labio inferior para contener una sonrisarepentina.
Viendo la contracción de sus labios, Nick le dedicó un vistazo de advertenciafingida.
—Esto te divierte, ¿verdad?
—Sí— admitió, y gritó con sorpresa cuando él le dio un codazo en un puntosensible bajo sus costillas—. ¡Ah, no lo hagas! Tengo cosquillas ahí. Porfavor.
Él se movió encima de ella con sencilla gracia, sus muslos a horcajadas sobresus caderas, sus manos agarrando sus muñecas para estirarlas sobre su cabeza.La diversión de _________ desapareció inmediatamente. Ella sintió una punzadade miedo, así como una prisa confusa de entusiasmo, mientras miraba el hombregrande encima de ella. Estaba estirada bajo él en una posición primaria desumisión, impotente para impedirle hacer lo que el deseara. A pesar de suansiedad, sin embargo, no le pidió que la liberara, solo esperaba tensamentecon su mirada inmovilizada en su oscura cara.
Su apretón sobre sus muñecas se aflojó, y sus pulgares bajaron con cuidado enlas tazas húmedas de sus palmas.
—¿Vuelvo a ti esta noche? —susurró.
________ tuvo que lamer sus labios secos antes de que pudiera contestar.
—¿Me estas planteando la pregunta a mí o a ti?
Una risa parpadeada en sus ojos.
—A ti, desde luego. Yo ya sé lo que quiero.
—Entonces yo preferiría que te mantuvieras lejos.
—¿Por qué prolongar lo inevitable? Una noche más no va cambiarlo.
—Yo preferiría esperar hasta que estemos casados.
—¿Por principios? —se burló, sus pulgares remontándose despacio a lo largo delinterior de sus brazos.
—Sentido práctico— contestó _________, incapaz de evitar un jadeo mientras élacariciaba los pliegues delicados dentro de sus codos. ¿Cómo era que él podíaprovocar sensaciones de tales partes corrientes de su cuerpo?
—Si piensas que podría cambiar de parecer sobre casarme contigo después de unanoche de hacer el amor… estás equivocada. Mi apetito no se satisface ni muchomenos tan fácilmente. De hecho, poseerte una vez sólo va a hacerme deseartemás. Es una pena que seas virgen. Eso limita el número de cosas que puedo hacercontigo... por un tiempo, al menos.
_______ frunció el ceño.
—Lo siento mucho por la molestia.
Nick sonrió abiertamente por su irritación.
—Está bien. Lo haremos lo mejor que podamos, a la luz de las circunstancias.Quizás será menos que un estorbo espero. Nunca he tenido una virgen antes, nolo sabré hasta que pruebe una.
—Bien, tendrás que esperar hasta mañana por la noche— dijo firmemente,meneándose bajo él en un esfuerzo por liberarse.
Por alguna razón se quedó helado y contuvo la respiración por el movimiento desus caderas debajo de él.
________ frunció el ceño.
—¿Qué pasa? ¿Te hice daño?
Sacudiendo su cabeza, Nick se apartó de ella. Se pasó lentamente una mano porsu brillante pelo castaño mientras se incorporaba.
—No— refunfuñó, sonando un poco tenso—. Aunque podría estar permanentementedebilitado si no consigo algún alivio pronto.
—¿Alivio de qué? —preguntó, mientras él abandonaba la cama y manejabatorpemente el frente de su pantalón.
—Lo averiguaras— echó un vistazo sobre su hombro, sus ojos azules conteniendo ala vez tanto amenaza como una promesa deliciosa—. Arréglate y cenemos abajo. Sino puedo satisfacer un apetito, podría atender el otro. FIN DEL CAPÍTULO 7
Capítulo 7
Mientras _________comía un plato de guisado de cordero salado, disfrutaba de la atmósfera serenadel pequeño comedor, los entarimados brillantes fragantes con la cera deabejas, el aparador cargado de buena porcelana blanca.
La sra. Trench apareció en la entrada, una presencia confortable con un físicorobusto, su expresión agradable templada por un poco de cautela. ________sintió las preguntas en la mente de la mujer… el ama de llaves se preguntaba sirealmente iba a casarse con Nick Jonas, si le estaban gastando una broma, si elmatrimonio hubiera sido realizado por amor, conveniencia, o necesidad… si ______eran un personaje para ser compadecido o una fuerza con quien contar.
—¿Su cena es satisfactoria, señorita Howard?
—Sí, gracias—. ________ le regaló una sonrisa amistosa—. ¿Cuanto tiempo hatrabajado para el sr. Jonas, sra. Trench?
—Durante tres años— llegó la rápida respuesta—. Después de que comenzara atrabajar en Bow Street. El mismo sir Ross me entrevistó para el puesto, porquedeseaba ayudar al amo a establecer una casa apropiada. El sr. Jonas es unprotegido de sir Ross, podría decir.
—¿Por qué tendría sir Ross tal interés en él, me pregunto? —preguntó ________,tratando de distinguir si el ama de casa sabía del parentesco secreto entreellos.
La sra. Trench sacudió su cabeza, pareciendo sinceramente perpleja.
—Eso es un gran misterio, sobre todo porque ellos fueron una vez enconadosenemigos. Muchas personas criticaron a sir Ross por traer al sr. Jonas a BowStreet. Pero el juicio de sir Ross desde entonces se ha demostrado correcto. Elsr. Jonas es al único que llaman cuando hay mayor peligro complicado. No teme anada. Cabeza fría y pies rápidos —esto es lo que sir Ross dice de él. A nadiele importa encontrarse a sí mismo como objeto de la persecución del Sr. Jonas.
—En efecto— dijo _______ secamente, pero la nota sardónica de su voz pasó inadvertidaal ama de casa.
—El sr. Jonas es un hombre valiente y audaz, —continuó la sra. Trench— y nadiediscutiría eso ahora, después del fuego de Barthas.
—¿Qué fuego?
—¿No se enteró de ello? Hace poco, el amo salvó a un comerciante de vino y sufamilia entera en un incendio en su casa. Ellos habrían fallecido por cierto,si el sr. Jonas no hubiera entrado precipitadamente para encontrarlos. TheTimes hizo un informe de la historia, y el amo era el hombre más famoso enLondres. Por qué, hasta la reina lo elogió y solicitó que él proteja alpríncipe consorte en la cena Literaria anual de recaudación de fondos.
—El sr. Jonas no mencionó una palabra sobre ello— dijo _______, encontrandodifícil de reconciliar la información con lo que ya sabía de él.
Parecía que la sra. Trench deseaba decir más, pero guardó silencio sobre elasunto.
—Si me disculpa, señorita Howard, me asegurare de que el cuarto de huéspedes hasido correctamente aireado y que sus cosas han sido guardadas en su sitio.
—Sí, desde luego.
Después de acabarse su guisado, _______ bebió un vaso de vino aguado. NickJonas, arriesgando su vida por otro… era difícil de imaginar. Cuánto más fácilhabría sido pensar en Jonas lisa y llanamente como un bandido. ¡Por Dios!, unopodría cavilar sobre él durante semanas y no llegar todavía a una conclusióndefinida ¿era un hombre bueno que actúa como uno malo, o un hombre malo que actúacomo uno bueno?
El vino la puso soñolienta. Con los ojos entreabiertos, _______ se inclinóatrás en su silla cuando un lacayo apareció para quitar la mesa. Una sonrisasin humor rozó las comisuras de sus labios mientras ella reflexionaba sobre lasingularidad de casarse con un hombre para evitar casarse con otro. Laperspectiva de ser la sra de Nick Jonas era mucho más atractiva que continuarocultándose de Lord Radnor y sus cómplices. Además, como Nick habíamanifestado, el arreglo no carecería de sus placeres.
Cuando pensaba en sus manos sobre su cuerpo, un calor hormigueaba a través desu cara y profundamente en su estómago. No podía evitar recordar el roce de suboca sobre su pecho. La caricia sedosa de su pelo contra el interior de susbrazos. La largura de sus dedos ásperos pasándose suavemente sobre…
—Señorita Howard.
Poniéndose rígida, se giró hacia la puerta.
—¿Sí, sra. Trench?
—El cuarto de huéspedes está listo. Si ha terminado con su comida, una criadale ayudará a cambiarse su ropa de viaje.
______ asintió dando las gracias.
—Me gustaría un baño, a ser posible—. Aunque no deseara preocupar a las criadascon la tarea de cargar arriba y abajo de la escalera con los aguamaniles deagua caliente, estaba polvorienta y dolorida del viaje, y tenía muchas ganas delavarse.
—Desde luego. ¿Deseará tomar una ducha, señorita? El sr. Jonas ha instalado unaen el cuarto de baño arriba, con tuberías de agua caliente y fría.
—¿La tiene? —_______ estaba intrigada porque se había enterado de que muchascasas acomodadas tenían duchas, pero en realidad nunca había visto una. Inclusoen Stony Cross Park, con todos sus servicios, aún no había sido instalada latubería de agua caliente—. ¡Sí, me gustaría mucho probarla!
El ama de llaves se rió ante su entusiasmo.
—Harriet le asistirá.
Harriet era una camarera con gafas joven con una cofia blanca que la cubría supelo negro. Era cortes, pero amistosa mientras le mostraba las habitaciones dearriba a ________. El vestidor y el baño que se ramificaban del dormitorio másgrande, que claramente pertenecía al amo de la casa. Este contenía una cama conun expuesto marco de madera pulido y columnas que sujetaban el dosel de sedaámbar de encima. Aunque la cama era grande, la base era más baja que de costumbre,sin necesidad de ningún escalón para subir al colchón. Robando un vistazo alpródigo arreglo de almohadas y cabezales, _________ sintió un calambre denerviosismo en su estómago. Su atención se desvió a las paredes, que estabancubiertas de papel pintado a mano que destaca pájaros chinos y flores. Unlavabo de porcelana en un pie de trípode estaba colocado al lado de un altoguardarropa de caoba, encabezado con un espejo pequeño y cuadrado. Era unahabitación hermosa y muy masculina
Una fragancia sutil vagaba por el aire, atrayéndola a investigar. Descubrió quela fuente del olor era su jabón de afeitar, contenido en una caja de mármolsobre el lavabo. Cuando colocó la tapa sobre la caja, un poco de residuo dejabón se pasó a sus dedos, dejándolos aromáticos y cosquilleantes. Habíainhalado ese olor antes, de la caliente y ligeramente espinosa piel de lamandíbula de Nick Jonas.
Buen Dios, en menos de una semana, había sido arrancada de su escondrijo yllevada a Londres… estaba de pie en el dormitorio de un extraño, yafamiliarizada con el olor de su cuerpo. De pronto ya no podía estar segura dequien era ella, o adonde pertenecía. Su brújula interior había sido dañada dealgún modo, y era incapaz de distinguir entre lo que estaba mal y lo que estababien.
La voz de la criada se abrió camino por su reflexionar inquieto.
—Señorita Howard, he puesto el agua. ¿La ayudo en la ducha? El calor no duramucho tiempo.
Obedeciendo la incitación, ______ se aventuró en el embaldosado baño azul yblanco, notando la tina de porcelana con sus tubos expuestos, un perchero y unasilla, y la ducha muy bien empotrada en el espacio de un armario alto peroestrecho. Los estrechos límites del cuarto explicaban por qué el lavabopermanecía en el dormitorio.
Con la ayuda de Harriet, _______ se desnudó rápidamente y soltó su pelo.Cubierta solamente por un rubor, atravesó el elevado umbral de la ducha. Viendoel agua humeante que fluía con generosidad de la protuberancia perforada justoen lo alto, ella vaciló. Una corriente fría serpenteó alrededor de ella,levantando carne de gallina sobre su piel.
—Adelante, señorita— animó la criada, viendo su indecisión.
Respirando, ________ anduvo directamente hasta la caída del agua, mientras lapuerta se cerraba con cuidado detrás de ella. Una difusión alarmante de calor,un momento de ceguera acuosa, hasta que maniobró lo bastante lejos para que sucara no estuviera más directamente bajo el pulverizador. Limpiando suschorreantes ojos con sus manos, _______ se rió con repentino placer.
—Es como estar de pie bajo la lluvia— exclamó.
El ruidoso salpicar del agua sobre el azulejo hacía la respuesta de la criadainaudible. Permaneciendo inmóvil, ________ absorbió la sensación estimulante,el calor punzante sobre su espalda, el vapor que saturaba sus pulmones. Lapuerta se abrió una rendija, y una pastilla de jabón y una esponja le fuerontendidas. Enjabonó su pelo y cuerpo y girado en círculos lentos, su caralevantada, ojos y boca bien cerrados. El agua caliente se deslizaba por todaspartes, sobre sus pechos y estómago, abajo de sus muslos, entre los dedos delpie. Esa era una experiencia sorprendentemente sensual, haciendo que su sentidose enervara y relajara al mismo tiempo. Deseaba estar allí de pie durantehoras. Sin embargo, demasiado pronto el agua comenzó a enfriarse. Con unsuspiro arrepentido, ________ se alejó un paso de la corriente de la duchaantes de que se enfriara completamente.
—Ahoraesta fría— llamó a Harriet, que torció la válvula afuera de la puerta antes dedarle una toalla que había sido calentada sobre la tubería del agua caliente.
Temblando por el aire frío, _______ secó su cara y pelo, y se envolvió con latoalla.
—Si sólo pudiera haber durado un poco más— dijo melancólicamente, haciendo sonreíra Harriet.
—En tres horas, habrá bastante agua caliente para otro, señorita.
_________ siguió a la criada al vestidor contiguo, donde su vestido azul oscurode fresco lino había sido dispuesto para ella sobre un estrecho diván.
—Casi valdría la pena casarse con el sr. Jonas solamente por su ducha— dijo.
La observación se ganó un vistazo cautelosamente inquisidor de Harriet.
—¿Es cierto entonces, señorita? ¿Va a casarse con el amo?
—Eso parece.
Era obvio que la criada estaba devorada completamente por la curiosidad, perode algún modo se las arreglaba para permanecer respetuosamente silenciosa. _______dejó caer su toalla mojada y se puso sus calzones y camisa con recatada prisa.Cuando estuvo decentemente cubierta, se sentó sobre el diván cubierto porterciopelo y comenzó a tirar de sus gruesas medias de algodón sobre suspantorrillas. No podía menos que preguntarse cuantas mujeres se habían bañado yse habían vestido y habían dormido aquí. La cama de Jonas debe estar tanocupada como un burdel.
—Supongo que has asistido a bastantes invitados femeninos en la casa del sr. Jonas—comentó, alcanzando una liga.
Harriet la sorprendió diciendo.
—No, señorita Howard.
_______ casi dejó caer la liga por la sorpresa.
—¿Qué? —Levantó sus cejas cuando miró a la camarera— seguramente no soy laprimera mujer que ha traído aquí.
—Lo sois por lo que sé, señorita.
—Pero no puede ser cierto—. Ella hizo una pausa y añadió con deliberadafranqueza— estoy segura que el sr. Jonas ha entretenido a no menos de un harénen su dormitorio.
La camarera sacudió su cabeza.
—Nunca he visto a ninguna dama visitar la casa… no de esa manera. Desde luego,después del fuego de Barthas, muchas admiradoras llamaron y enviaron cartas—Una sonrisa astuta tocó los labios de Harriet—. Toda la calle estaba llena de carruajes,el pobre sr. Jonas no podía cruzar su propia puerta de la calle, porque unamuchedumbre le esperada cada mañana.
—Hmmph—. ______ sujetó la liga cuidadosamente sobre su media y extendió la manohasta la otra—. ¿Pero él nunca ha traído a una amante aquí?
—Ah, no, señorita.
Nick era claramente más escrupuloso de lo que ella había esperado o al menos,deseaba mantener su casa completamente privada. Debe ser que satisfacía susnecesidades sexuales en un burdel, o —pensamiento desagradable— quizás susapetitos eran lo bastante bajos para que buscara los servicios de prostitutascallejeras. Pero parecía más entendido que eso. La manera en que él la tocabahecha a la medida de la apreciación de un experto más que de un simple bruto.Su cara ardió, e intentó, mientras se vestía, cubrir su desconcierto por hacermás preguntas a la criada.
______ rápidamente descubrió que Harriet era mucho más locuaz sobre los asuntosde Nick de lo que la sra. Trench había sido. Según la camarera, Nick era algomisterioso incluso para sus propios criados, porque uno nunca sabía que esperarde él. Se comportaba como un caballero en privado, pero no retrocedía ante laviolencia de su profesión. Podía ser cáustico o amable, brutal o apacible, suscaprichos infinitamente volubles. Como otros detectives de Bow Street, Nickmantenía extraños horarios y podría ser convocado en cualquier momento paraayudar en algún desastre, o investigar un asesinato, o detener a un peligrosofugitivo en particular. Había poca planificación o rutina en sus días, y no legustaba hacer proyectos. Y curiosamente, no dormía bien, y de vez en cuando eraatormentado por pesadillas.
—¿Pesadillas sobre qué? —preguntó _______a fascinada.
—Él no lo contará, ni siquiera a su valet, Dudley. Pero a veces hace los ruidosmás temibles en sus sueños, y luego se despierta a si mismo, y no vuelve a lacama por el de resto de la noche. Dudley dice que debe ser de cosas que el sr. Nickrecuerda… —haciendo una pausa, Harriet echó un vistazo a Roberta con cautela.
—¿Sus días en el hampa? —Preguntó _______ con calma—. Sí, soy consciente delpasado delictivo del Sr. Jonas.
—El no era un criminal, señorita. No exactamente. Era un detective. Pero poseíaun garito cerca de Fleet Ditch, y fue enchironado una o dos veces.
—¿Encarcelado quieres decir?
Harriet asintió, añadiendo con una nota presumida de su voz.
—Escapó dos veces, el sr. Jonas lo hizo. Ellos dicen que no hay una prisión quepueda retenerle. La segunda vez, con cadenas de trescientas libras de peso, justoen el armario del Diablo en el centro de Newgate. Una vez se deslizó por unasventanas cerradas con postigos tan fácil como quiso.
_______ no estaba sorprendido por la información, sabiendo lo que sabía de lainsólita agilidad de Nick, la fuerza física, y la naturaleza astuta. Quizás laimagen de su pronto futuro marido como un criminal endurecido debería haberlaalarmado, pero en cambio extrañamente la tranquilizaba. Estaba más convencidaque nunca sería intimidado o fácilmente burlado por Lord Radnor. Era muyposiblemente la mejor protección que podría haber reclutado.
Bostezando, fue con Harriet al cuarto de huéspedes, una habitación con paredesde un suave azul, una cama rodeada de cortinas azul—grisáceas, y un armarioHepplewhite grande con una fila de pequeños y preciosos cajones para guantes,medias, y otras pequeñas cosas necesarias. Encontró su peine en uno de loscajones, y se acercó al hogar mientras la criada encendía el fuego en larejilla.
—Gracias, eso es encantador— dijo ella— será todo por ahora, Harriet.
—Sí, señorita. El llamador está allí, si necesitáis cualquier cosa.
Sentándose al lado del hogar, _______ peinó su hermoso pelo liso hasta que losrubios y largos mechones estuvieron calientes por el calor del fuego. En algúnlugar en la casa, un reloj repicó cuatro veces. Mientras echaba un vistazo alcielo gris afuera de la ventana y las gotas de agua que se dispersaban contralos paneles de cristal, tembló. Tan solo por un momento, apartaría suspreocupaciones sobre el futuro. Dejando de lado el peine, avanzó lentamentehasta la cama, decorrió las colgaduras cerradas, y descansó contra lasalmohadas.
Se durmió rápidamente, nadando por una neblina de imágenes… paseando por elbosque en Hampshire… balanceando sus pies en una charca fresca en un calurosodía… deteniéndose en la puerta del beso, mientras el olor de los arbustos deflores blancas calentados por sol se elevaba densamente a las ventanas de sunariz. Cerró sus ojos e inclinó su barbilla hacia arriba, saboreando lossofocantes rayos, mientras las alas de una mariposa acariciaban ligeramente sumejilla. Encantada por el delicado cosquilleo, se mantuvo muy quieta. Lascaricias de seda se movieron sobre la punta de su nariz, la sensible periferiade su labio superior, las suaves comisuras de su boca.
Buscando a ciegas, elevó su cara a las caricias de calor y fue recompensada poruna suave presión que abrió sus labios y sacó un gemido de la parte superior desus pulmones. Lord Sydney estaba de pie con ella en la puerta del beso, sus brazosla atrapaban contra las costillas pintadas de enrejado. Su boca buscaba la suyatan suavemente, su cuerpo firme contra el suyo, y ella se retorcía en unasúplica muda para que él la abrazara más fuerte. Pareciendo saber exactamentelo que ella quería, él empujó su rodilla dentro de sus faldas, directamentecontra el lugar que sentía hinchado y anhelante. Jadeando, ella curvó sus dedosen su pelo brillante, y él susurró para que se relajara, que la cuidaría, lasatisfaría…
—Oh— parpadeando con fuerza, se despertó del sueño sensual cuando se dio cuentaque no estaba sola. Las cortinas de cama habían sido descorridas, y el cuerpolargo de Nick Jonas estaba enredado con el suyo. Una mano grande estabaahuecada bajo sus caderas, mientras su pierna apretaba más íntimamente entrelas suyas. Su aliento se agitaba contra su oído, llenando la estructura con elcalor húmedo, y luego sus labios vagaron hasta los suyos en un ardiente camino.Él absorbió su protesta mientras la besaba, su lengua buscando su boca, sucuerpo elevándose sobre el suyo. Ella sintió la dura longitud de su erección,empujando suavemente contra la hendidura entre sus muslos hasta que pudosentirlo claramente através de las capas de su vestido… un empujón contenido…otro… otro… cada rítmica insinuación era tan desesperadamente buena que ella nopodía reunir el valor para pararlo. Ella estaba llena de una agitación físicaque penetraba su alma, y cada parte de ella exigía que tirara con fuerza de él,más cerca, más apretado.
En cambio _______ le empujó, liberando de un tirón su boca con un sollozo.
—No.
Él laliberó, y ella rodó sobre su estómago, apoyándose sobre sus puños apretados.Mientras sus pulmones se movían en violentas inhalaciones, era consciente de éldirectamente detrás de ella, la longitud poderosa de su cuerpo que se apretabacontra ella desde el cuello hasta los talones.
—Te aprovechaste de mí mientras dormía —dijo jadeando— eso no es justo.
La mano de la Nick se movía sobre su cadera en un círculo lento.
—Raras veces juego limpio. Por lo general es más fácil hacer trampas.
Una risa repentina burbujeó en la garganta de _______.
—Eres el hombre más desvergonzado que jamás me he encontrado.
—Probablemente —concedió él, apartando su pelo y bajando su boca sonriente porla parte de atrás de su cuello. Ella inhaló bruscamente cuando lo sintióacariciar con la nariz los delicados mechones de pelo de su nuca—. Que suaveeres —respiró él— como la seda. Como la piel de un gatito.
El roce de sus labios envió una onda a través del centro sobrecalentado de sucuerpo.
—Nick, yo…
—La sra. Trench me dijo que probaste la ducha—. Su mano se deslizó de su caderaa la hendidura de su cintura—. ¿Te gusta?
—Fue muy refrescante —logró decir _______.
—Voy a mirarte la próxima vez.
—¡Ah, no lo harás!
Él se rió silenciosamente y ofreció.
—Entonces dejaré que tú me mires.
Antes de que ella pudiera pararse, _______ se lo imaginó de pie en la ducha, elagua fluyendo y deslizándose sobre su piel, oscureciendo su pelo, el vaporcubriendo sus ojos de zafiro. La imagen era imprecisa, porque nunca había vistoa un hombre desnudo, sólo las imágenes grabadas en un libro de anatomía quehabía encontrado en la biblioteca de Lord Westcliff. Ella había estudiadominuciosamente los dibujos con fascinación, deseando que ciertos detalleshubieran sido expresados más totalmente.
Pronto no tendría que preguntarse. Él pareció leer sus pensamientos.
—No es malo que te guste —dijo él, acariciando su estomago con la palma—.¿Quien se beneficiará si te niegas a ti misma el placer? Estas pagando elprecio por mi protección, tu también puedes conseguir algún placer de ello.
—Pero eres un extraño —dijo con arrepentimiento.
—¿Qué marido no es un extraño para su esposa? El noviazgo consiste en un baileen una fiesta, un paseo con carabina por el parque, y una conversación o dos enel jardín. Entonces si los padres están de acuerdo sobre el matrimonio, laceremonia se realiza, y la muchacha se encuentra en la cama con un hombre queapenas conoce. No hay mucha diferencia entre ese argumento y el nuestro, ¿lahay?
________ frunció el ceño y rodó para afrontarlo, sabiendo que había un defectoen su razonamiento, pero era incapaz de identificarlo. Jonas se reclinó sobresu costado, apoyado sobre un codo, el amplio contorno de sus hombrosobscurecían la mayor parte de la ligera luz derramada por la lámpara decabecera. Su cuerpo era tan grande y protector, la seguridad en sí mismo tansólida, que parecía como si ella pudiera envolvérselo alrededor de si mismacomo una manta y permanecer segura para siempre.
Hábilmente, él comprendió su talón de Aquiles —esa necesidad terrible derefugio— y no vaciló en aprovecharse de ello. Deslizó su brazo sobre sucintura, su mano descansaba en el medio de su espalda, su pulgar acariciando alo largo del arco rígido de su columna.
—Cuidare de ti, _______. Te mantendré segura y te proporcionaré todas lascomodidades que necesites. Todo lo que quiero a cambio es disfrutar de ticonmigo. No es tan terrible, ¿verdad?
Él tenía la propia habilidad de Lucifer de hacer que lo que quería sonaraabsolutamente razonable. Percibiendo su debilidad, se inclinó hasta que el pesosólido de su cuerpo estuvo equilibrado encima de ella y su muslo presionó elcolchón entre sus piernas.
—Bésame —susurró él. La dulce y especiada droga de su aliento y piel hizo quesus pensamientos se dispersaran como hojas secas en el viento.
Ella sacudió su cabeza, aun cuando las partes más sensibles de su cuerpohubieran comenzado a palpitar con agudo deseo.
—¿Por qué no? —preguntó, las yemas de sus dedos atormentaron el borde de sulínea del pelo.
—Porque un beso es algo que una mujer da a un amor… algo que tú no eres.
Él arrastró ligeramente el dorso de sus dedos sobre su garganta, entre suspechos, hacia abajo sobre su estómago.
—Me besaste en Stony Cross Park.
Un rubor feroz la envolvió.
—Entonces no sabía quién eras.
Su mano situada peligrosamente baja sobre su estómago. Si no estuviera vestida,entonces sus dedos habrían estado descansando en lo alto del triángulo entresus muslos.
—Soy el mismo hombre, _________—. Su mano comenzó a apartarse aún más abajo,hasta que ella le agarró de la muñeca y lo empujó para alejarlo.
Nick rió entre dientes, y luego se puso serio mientras se movía hacia atráspara mirarla.
—Hoy ví a Lord Radnor.
Aunque ________ lo hubiera esperado, todavía sintió una frialdad de alarma.
—¿Qué pasó? ¿Qué te dijo?
—Le devolví su dinero, le informé de tu decisión de casarte conmigo, y leadvertí que no os molestara a ti o a tu familia en el futuro.
—¿Cómo de enfadado estaba?
Él sostuvo su pulgar e índice a un simple milímetro de separación.
—Estaba así de cerca de la apoplejía.
El pensamiento de la cólera de Radnor la llenó de satisfacción, pero al mismotiempo, no podía reprimir un repentino temblor.
—No se rendirá. Nos causará problemas a los dos, de cada manera posible.
—He tratado con peores personajes que Radnor— dijo serenamente.
—No lo conoces tan bien como crees.
Sus labios se separaron cuando se disponía a discutir. Pero como vio el temblorde su barbilla, el destello agresivo se apagó de sus ojos.
—No tengas miedo— la asustó colocando la palma de su mano sobre su pecho, sobreel alcance suave entre su garganta y sus pechos. Ella respiró profundamente, supecho elevándose bajo el peso calmante de su mano—. A eso me refería cuando tedije que cuidaría de ti y su familia, —dijo— le das a Radnor más importancia dela que merece.
—Posiblemente no podrías entender el modo en que él ha ensombrecido mi vidaentera. Él…—Realmente entiendo—sus dedos vagaron hasta su garganta, acariciando el sensible lugar donde élpodía sentir cuando tragaba. Una mano tan poderosa; él podría aplastarla tanfácilmente, y aún la tocaba con increíble suavidad—. Y sé que nunca has tenidoa nadie para defenderte de él. Pero de ahora en adelante yo lo haré. Entoncesdeja de ponerte pálida siempre que mencione su nombre. Jamás nadie va adominarte otra vez, menos aún Radnor.
—Nadie excepto tú, quieres decir.
Él se sonrió ante la coqueta acusación, jugueteando con un mechón de su pelo.
—No tengo ningún deseo de dominarte.
Inclinándose sobre ella, besó el diminuto pulso en su garganta y lo acariciócon su lengua. ________ se mantuvo muy quieta, los dedos de sus pies curvándosedentro de sus medias. Deseaba poner sus brazos alrededor de él, tocar su pelo,presionar sus pechos hacia arriba en su pecho. El esfuerzo para contenerse hizoque su cuerpo entero se pusiera rígido.
—Después de que nos casemos mañana, te llevaré a conocer a mi hermana Sophia—dijo contra su cuello—. ¿Será eso agradable?
—Sí, me gustaría. ¿Estará sir Ross allí también?
Nick levantó la cabeza.
—Probablemente—. Él sonaba claramente menos que emocionado por la perspectiva—recibí una aviso hoy de que mi cuñado esta tramando algún plan, como siempre, yquiere verme.
—¿No hay absolutamente ninguna simpatía entre vosotros?
—Dios, no. Sir Ross es un bastardo manipulador que me ha molestado duranteaños. Por qué Sophia tuvo a bien casarse con él está todavía más allá decualquier esperanza de entendimiento.
—¿Lo ama ella?
—Supongo— dijo de mala gana.
—¿Tienen hijos?
—Una hija, hasta ahora. Una mocosa tolerable, si a uno le gustan los niños.
—¿Y sir Ross es fiel a tu hermana?
—Ah, él es un santo—. Nick la aseguró severamente—. Cuando se conocieron, élera un viudo que había sido célibe después de la muerte de su esposa. Demasiadohonorable para acostarse con una mujer fuera del matrimonio.
—Parece bastante caballeroso.
—Sí. Sin mencionar honesto y ético. Insiste en que todos alrededor suyo siganlas reglas… sus reglas. Y como su cuñado, recibo una cantidad impía de suatención.
Teniendo una idea justa de lo bien que Nick recibía las tentativas de sir Rossde reformarle, _______ se mordió el labio inferior para contener una sonrisarepentina.
Viendo la contracción de sus labios, Nick le dedicó un vistazo de advertenciafingida.
—Esto te divierte, ¿verdad?
—Sí— admitió, y gritó con sorpresa cuando él le dio un codazo en un puntosensible bajo sus costillas—. ¡Ah, no lo hagas! Tengo cosquillas ahí. Porfavor.
Él se movió encima de ella con sencilla gracia, sus muslos a horcajadas sobresus caderas, sus manos agarrando sus muñecas para estirarlas sobre su cabeza.La diversión de _________ desapareció inmediatamente. Ella sintió una punzadade miedo, así como una prisa confusa de entusiasmo, mientras miraba el hombregrande encima de ella. Estaba estirada bajo él en una posición primaria desumisión, impotente para impedirle hacer lo que el deseara. A pesar de suansiedad, sin embargo, no le pidió que la liberara, solo esperaba tensamentecon su mirada inmovilizada en su oscura cara.
Su apretón sobre sus muñecas se aflojó, y sus pulgares bajaron con cuidado enlas tazas húmedas de sus palmas.
—¿Vuelvo a ti esta noche? —susurró.
________ tuvo que lamer sus labios secos antes de que pudiera contestar.
—¿Me estas planteando la pregunta a mí o a ti?
Una risa parpadeada en sus ojos.
—A ti, desde luego. Yo ya sé lo que quiero.
—Entonces yo preferiría que te mantuvieras lejos.
—¿Por qué prolongar lo inevitable? Una noche más no va cambiarlo.
—Yo preferiría esperar hasta que estemos casados.
—¿Por principios? —se burló, sus pulgares remontándose despacio a lo largo delinterior de sus brazos.
—Sentido práctico— contestó _________, incapaz de evitar un jadeo mientras élacariciaba los pliegues delicados dentro de sus codos. ¿Cómo era que él podíaprovocar sensaciones de tales partes corrientes de su cuerpo?
—Si piensas que podría cambiar de parecer sobre casarme contigo después de unanoche de hacer el amor… estás equivocada. Mi apetito no se satisface ni muchomenos tan fácilmente. De hecho, poseerte una vez sólo va a hacerme deseartemás. Es una pena que seas virgen. Eso limita el número de cosas que puedo hacercontigo... por un tiempo, al menos.
_______ frunció el ceño.
—Lo siento mucho por la molestia.
Nick sonrió abiertamente por su irritación.
—Está bien. Lo haremos lo mejor que podamos, a la luz de las circunstancias.Quizás será menos que un estorbo espero. Nunca he tenido una virgen antes, nolo sabré hasta que pruebe una.
—Bien, tendrás que esperar hasta mañana por la noche— dijo firmemente,meneándose bajo él en un esfuerzo por liberarse.
Por alguna razón se quedó helado y contuvo la respiración por el movimiento desus caderas debajo de él.
________ frunció el ceño.
—¿Qué pasa? ¿Te hice daño?
Sacudiendo su cabeza, Nick se apartó de ella. Se pasó lentamente una mano porsu brillante pelo castaño mientras se incorporaba.
—No— refunfuñó, sonando un poco tenso—. Aunque podría estar permanentementedebilitado si no consigo algún alivio pronto.
—¿Alivio de qué? —preguntó, mientras él abandonaba la cama y manejabatorpemente el frente de su pantalón.
—Lo averiguaras— echó un vistazo sobre su hombro, sus ojos azules conteniendo ala vez tanto amenaza como una promesa deliciosa—. Arréglate y cenemos abajo. Sino puedo satisfacer un apetito, podría atender el otro. FIN DEL CAPÍTULO 7
Dayi_JonasLove!*
Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
Seguilaaa! amo esta novela :) .
VOLVI A RETOMAR LA MIA :D > https://onlywn.activoforo.com/solo-para-mayores-f8/mi-eternidad-contigo-nick-y-tu-t1558-135.htm
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Invitado
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Re: "El Precio Del Amor" (Nick&Tú)
Sorry chicas por la demora pero he estado un poquito ocupada con las actividades del foro y otras cosas en mi casa... Pero apartir de ahora voy a subirles 3 o 2 caps por semana :D El capitulo de hoy, en lo personal, me encanta! jajajajajajaja espero a ustedes tambn! Por cierto NO se olviden de participar en las actividades navideñas que estamos organizando
Como la bodacon Lord Radnor había figurado destacadamente en las pesadillas de ________ duranteaños, inevitablemente había llegado a pensar en tal ceremonia con sospecha ytemor. Estaba satisfecha, por lo tanto, con que el rito en la oficina desecretario—superintendente resultara ser rápida y eficiente, consistiendo enfirmar su nombre, cambiar votos obligatorios, y pagar los honorarios. No hubobesos, largas miradas, ninguna insinuación de emoción para colorear la seriaatmósfera, y estaba agradecida por eso. Sin embargo, no se sintió más casada alabandonar la oficina del secretario de lo que se había sentido al entrar.
Acababa de convertirse en la esposa de un hombre que no la amaba y eraprobablemente incapaz de semejante emoción. Y casándose con él, acababa desuprimir toda posibilidad de encontrar alguna vez el amor para ella misma.
Sin embargo, habría consuelo en esa unión, el mayor ser su escape de LordRadnor. Y la verdad sea dicha, Nick Jonas era una compañía fascinante. No semolestaba en ocultar sus faltas como todos los demás hacían, en lugar de esoalardeaba sobre ellas, como si hubiera algún mérito en ser un amoral y unmercenario. Él era un extraño para ella, viniendo de un mundo sobre del queella sólo había oído en susurros… un mundo poblado de ladrones y traperos,gente desahuciada que había recurrido a la violencia y la prostitución. Loscaballeros y damas se creían fingir que el hampa no existía. Pero Nick Jonascontestaba a las preguntas de ________ con franqueza aturdidora, explicandoexactamente que ocurría en los barrios más bajos de Londres, y las dificultadesque los detectives de Bow Street encontraban en la tentativa de llevar ante lostribunales a los criminales.
—Algunos de los callejones son tan estrechos, —le dijo mientras su carruajeviajaba a la casa de sir Ross— que un hombre tiene que ir de lado para meterseentre los edificios. Muchas veces he perdido a un fugitivo simplemente porqueél era más delgado que yo. Y luego hay masas de edificios que están unidos —porlos tejados, patios, y sótanos— que un ladrón puede deslizarse por ellos comoun conejo en un laberinto. Por lo general acompaño a los nuevos guardias que notienen mucha experiencia, porque pueden perderse en menos de un minuto. Y unavez que un agente se pierde, puede tropezar directamente con una trampa.
—¿Qué tipo de trampa?
—Ah, un grupo de ladrones o maleantes esperara para dedicarse a golpear elcráneo del oficial, o apuñalarlo. O cubrirán un pozo negro con una pasarelaputrefacta, que cuando el ponga un pie sobre ella, se ahogará en una tina deaguas residuales. Esa clase de cosas.
Sus ojos se ensancharon.
—¡Que terrible!
—No es peligroso cuando aprendes que esperar— la aseguró—. He estado en cadaesquina de cada colonia de mala muerte de Londres, y conozco cada truco ytrampa que hay.
—Casi pareces disfrutar de tu trabajo… pero posiblemente no podrías.
—No disfruto de ello— vaciló antes de agregar— aunque lo necesito.
________ sacudió su cabeza con confusión.
—¿Te refieres al esfuerzo físico?
—Eso es parte de ello. Brincar sobre paredes, subir por tejados, el sentimientode atrapar a un fugitivo y llevarle al suelo…
—¿Y la lucha? —Preguntó _______—. ¿Disfrutas de esa parte? —Aunque esperaba quelo negara, él asintió brevemente.
—Es adictivo— dijo—. El desafío y la emoción… incluso el peligro.
________ entrelazó los dedos en su regazo, reflejando que alguien tenía quedomesticarlo lo suficiente de modo que pudiera vivir de una manera pacíficaalgún día o su predicción de tener una vida corta se cumpliría más bienrápidamente.
El carruaje viajaba a lo largo de un paseo bordeado de plataneros, sus hojaslobuladas de un modo intrincado proporcionando una cubierta densa para plantarblancas campanillas de invierno y tallos verdes cubiertos de púas en forma decuernos. Se pararon delante de una casa grande, hermosa en su majestuosasimplicidad, la entrada guardada por enrejados de hierro forjado y lámparas enpostes arqueados. El par de lacayos atentos, Daniel y George, ayudaron a _________a apearse del carruaje y fueron a alertar a la casa de su llegada. Notando quela letra C había sido trabajada con un diseño de hierro trabajado, ________ hizouna pausa para trazarla con sus dedos.
Nick sonrió sardónicamente.
—Los Cannon no son miembros con título de nobleza, pero uno no lo sabría almirarlos.
—¿Sir Ross es un tipo muy tradicional de caballero?
—Con respecto a algunos, sí. Pero políticamente hablando, es un progresista.Lucha por los derechos de las mujeres y los niños, y apoya cada causa reformistaque puedas nombrar—. Con un suspiro corto, Nick la guió hacia los escalonesdelanteros—. Te gustará. A todas las mujeres les gusta.
Mientras ascendían la escalera de piedra, Nick sorprendió a ________ colocandosu brazo detrás de su espalda.
—Toma mi mano. Ese escalón es irregular—. Él la condujo con cuidado sobre lasuperficie irregular, liberándola únicamente cuando estuvo seguro que suequilibrio era perfecto.
Anduvieron por un gran vestíbulo pintado en un tono amarillo pálido, conrelucientes ornamentos de bronce dorado que ribeteaban el elevado techo. Mediadocena de entradas que conectaban el pasillo con las seis habitacionesprincipales, mientras una escalera en forma de herradura conducía a losapartamentos privados de arriba. _________ apenas tuvo tiempo de apreciar eldiseño lleno de gracia del interior de la casa antes de que una mujerencantadora se acercara a ellos.
El pelo rubio de la mujer era mucho más oscuro que el suyo propio, del color dela miel añeja. Tenía que ser Lady Cannon, cuya cara era una copia delicada delos profundamente hermosos rasgos de Nick. Su nariz era menos valiente, subarbilla definida, pero no exactamente tan decidida como la de su hermano, supiel blanca en vez de bronceada. Los ojos, sin embargo, eran del mismo einconfundible azul; vivo, oscuro e insondable. La señora Cannon era tan jovende aspecto que uno nunca habría adivinado que era cuatro años mayor que suhermano.
—Nick— exclamó con una exuberante sonrisa, avanzando y poniéndose de puntillaspara recibir su beso.
Él la encerró en un breve abrazo, descansó su barbilla sobre la corona de sucabeza, luego retrocedió para mirarla apreciativamente. En ese único instante, _________vio la extraordinaria profundidad de los sentimientos entre los dos, que de algúnmodo habían sobrevivido a los años de separación, pérdida, y engaño.
—Estas esperando otro— dijo Nick después de un momento, y su hermana mayor se río.
—¿Cómo lo sabías? Sir Ross debe habértelo dicho.
—No. Pero o tu cintura es más gruesa o es que las cuerdas de tu corsé se hanaflojado.
Separándose, lady Cannon se rió y se aplastó contra su pecho.
—Miserable indiscreto. Sí, mi cintura es más gruesa, y seguirá aumentando hastaenero, momento en el cual tendrás una nueva sobrina o el sobrino para mecersobre tu rodilla.
—Que Dios me ayude— dijo con sentimiento.
Lady Cannon giró hacia ________, suavizando su cara.
—Bienvenida, _________. Nick me mandó recado sobre ti ayer, he estadoterriblemente impaciente por conocerte.
Ella olía a té y rosas, una fragancia que era tan calmante como atrayente.Deslizando un brazo delgado alrededor de los hombros de _______, dio la vueltapara dirigirse a Nick.
—Qué hermana tan encantadora me has traído— comentó— preocúpate por tratarlabien, Nick, o la invitaré a vivir aquí conmigo. Ella parece demasiado bieneducada para andar con una compañía como tú.
—Hasta ahora, no tengo ninguna queja sobre el trato del sr. Jonas hacia mí—contestó _________ con una sonrisa—. Desde luego, sólo llevamos casados unahora.
Lady Cannon miró con ceño fruncido a su hermano.
—¡De todos los lugares te has casado con esta pobre muchacha en la oficina delsecretario! Deseo por el cielo que hubieras esperado y me hubieras permitidoarreglar algo aquí. ¡Por qué, ni siquiera le has dado un anillo! Francamente, Nick…
—No quería esperar— interrumpió él con brusquedad.
Antes de que Lady Cannon pudiera contestar, una niña pequeña caminaba sinseguridad por el vestíbulo, seguido de una niñera con delantal. La niña de cabellosmorenos, con ojos azules y hoyuelos en las mejillas, no podía tener mucho másde dos años.
—¡Tito Nick! —chilló, lanzándose sobre él precipitadamente, sus rizos volandoen una masa salvaje, enredada.
Jonas la cogió y la balanceó en el aire, sonriendo abiertamente por sus gritosde placer. Mientras la abrazaba más, el fuerte afecto por la niña era más queobvio, desdiciendo su primera descripción de ella como "una mocosasoportable".
Envolviendosus regordetes brazos alrededor de su cuello, la niña gruñía juguetonamente,besándolo y tirándole del pelo.
—Dios, qué salvaje —dijo Nick, riendo. Dándole vueltas de arriba a abajo,haciendo que la niña chillara entusiasmada.
—Nick, —le reprendió su hermana, aunque ella riera también—. No lo hagas, la dejarascaer de cabeza.
—No lo haré —dijo perezosamente, enderezando a la niña y sosteniéndola contrasu pecho.
—Caramelo —pidió la niña, sumergiéndose dentro de su abrigo tan afanosamentecomo un hurón. Encontrando lo que había estado buscando, extrajo un pequeñopaquete de papel y gritó con entusiasmo mientras su tío lo abría para ella.
—¿Qué le estas dando esta vez? —Preguntó Lady Cannon con resignación.
—Caramelo de café—dijo alegremente, mientras su sobrina se metía un taco grandeazucarado en su mejilla. Sus ojos seguían brillando cuando echó un vistazo a ________—.¿Quieres?
Ella sacudió su cabeza, mientras su corazón daba un extraño latido de más.Justo ahora, cuando él la había mirado así, su cara dulce, su risa rápida yfácil, había estado tan devastadoramente guapo que ________ había sentido unpinchazo de placer desde la nuca hasta los dedos del pie.
—Amelia —murmuró Nick, llevándola hacia Roberta—. Dile hola a tu tía __________.Me casé con ella esta misma mañana.
De pronto tímida, la niña apoyó su cabeza sobre el hombro de Nick y sonrió a ________._________ le devolvió la sonrisa, sin saber que decir. Tenía poca experienciacon niños, porque había vivido alejada del hogar durante tantos años.
Lady Cannon fue a recuperar a su hija con la cara pegajosa, alisando sus rizosanudados.
—Cariño, —murmuró—. ¿No vas a dejar que la nana te cepille el pelo?
La pequeña barbilla redonda sobresalió obstinadamente.
—No —dijo alrededor del bocado de caramelo de ceniza, acentuando su rechazo conuna sonrisa babeante.
—Si no dejas que te peine los enredos, se harán tan imposibles que tendremosque cortarlos.
Nick añadió en un tono zalamero.
—Deja que la nana te cepille el pelo, cariño. Y la próxima vez que venga devisita, te traeré una bonita cinta azul.
—¿Y una muñeca? —preguntó Amelia esperanzada.
—Una muñeca tan grande como tú —prometió.
Retorciéndose de los brazos de su madre, la niña se tambaleó hacia la nana queesperaba.
—Es una niña preciosa —comentó ________.
Lady Cannon sacudió su cabeza con una sonrisa pesarosa, sus ojos llenos delorgullo maternal.
—Y consentida más allá de toda razón —regresando a ________, tomó su mano—.Debes llamarme Sophia —dijo calurosamente—. No perdamos el tiempo con términosformales de tratamiento.
—Sí, mi... sí, Sophia.
—Mi marido se nos unirá dentro de poco en el salón…
—Ah, espléndido —llegó la voz hosca de Nick hasta ellas.
Sophia siguió como si no lo hubiera oído.
—Y yo enviaré por algunos refrescos. Acabo de adquirir un servicio de chocolateexquisito ¿te gusta el chocolate, ________?
_________ acompañó a su cuñada recién descubierta a una suntuosa sala, un ladodel cual estaba revestida con paneles de cristal que proporcionaban una vistade un exuberante invernadero con plantas en el interior.
—Nunca lo he tomado antes —contestó. La bebida nunca había sido servida enMaidstone's e incluso si lo hubiera sido, Lord Radnor nunca le habría permitidotomarla. Y seguramente los criados de Stony Cross Park raras veces, si algunavez lo habían hecho, disfrutaban de tales lujos. La mantequilla y los huevosraras veces eran distribuidos a los criados, mucho menos algo tan caro como elchocolate.
—¿Nunca? Bien, entonces, probaras un poco hoy —la sonrisa de Sophia tenía unacalidad traviesa cuando añadió. —Resulto ser una gran autoridad en la materia.
La sala estaba decorada en cálidos tonos Borgoña, oro, y verde, los pesadosmuebles de caoba tapizados en brocado y terciopelo. Pequeñas mesas consuperficies de cuero estaban dispersas por todas partes de la habitación,soportando las tentadoras cargas de panfletos, novelas, y periódicos. En ladirección de Sophia, _________ se sentó sobre un sofá con mucho relleno, contrauna fila de almohadas bordadas con motivos de animales y flores. Nick se sentóa su lado después de que Sophia tomó una silla cercana.
Una criada se acercó a Sophia, recibió unas instrucciones susurradas, yabandonó discretamente la habitación.
—Mi marido estará aquí de un momento a otro —les informó serenamente Sophia—.Ahora, ________, cuéntame como os conocisteis tú y Nick. Su nota era bastantebreve, y estoy impaciente por los detalles.
_________ abrió y cerró la boca como un pescado en tierra, incapaz de formaruna respuesta. No quería mentir a Sophia, pero la verdad —que su matrimonio eraun arreglo frío, práctico— era demasiado embarazosa de admitir. Nick contestópor ella, su mano grande cubriendo la suya.
—Nos conocimos en Hampshire durante una investigación, —le dijo a su hermana,jugando con los dedos de _______ hablaba—. ________ estaba prometida a Lord Radnor,y se ocultaba para evitarlo. Él me contrató para encontrarla, y cuando lo hice…—Él se encogió de hombros y dejó a Sophia sacar su propia conclusión.
—Pero Lord Radnor es al menos tres décadas más viejo que ________ —dijo Sophia,arrugando su nariz. Ella echó un vistazo a ________ con franca compasión—. Yhabiéndolo encontrado en una o dos ocasiones, encuentro que es bastanteextraño. Ninguna maravilla que te conviniera —echó un vistazo a Nick—. ¿Fuisteinmediatamente cautivado por _________, cuándo la conociste?
—¿Quién no lo estaría? —esquivo Nick con una sonrisa suave. Él trazó un círculolento sobre la palma de ________, acarició el interior de sus dedos, acariciócon su pulgar sobre las venas delicadas de su muñeca. La sutil exploración lahizo sentir caliente y sin aliento, su ser entero enfocó la atención en la yemadel dedo que se movía como una pluma a lo largo de la carne sensible de laparte superior de su palma. Lo más desconcertante de todo fue el darse cuentade que Nick ni siquiera sabía lo que hacía. Él jugueteaba perezosamente con sumano y hablaba con Sophia, mientras el servicio de chocolate era llevado a lasala y dispuesto sobre la mesa.
—¿No es encantador? —preguntó Sophia, indicando el servicio de porcelana conflores con un ademán. Ella levantó la tetera alta y estrecha y vertió unlíquido oscuro y fragante en una de las pequeñas tazas, llenando el tercioinferior— la mayoría de la gente emplea polvo de cacao, pero los mejoresresultados se obtienen mezclando nata líquida con licor de chocolate—expertamente revolvió una cucharada generosa de azúcar en el humeantelíquido—. No licor como en el vino o el alcohol, tenlo en cuenta. El licor delchocolate se exprime del grano antes de que sean tostados y se les quite las cáscaras.
—Huele bastante delicioso —comentó ________, sostuvo la respiración cuando layema del dedo de Nick investigó la suavidad rechoncha en la base de su pulgar.
Sophia volvió su atención a la preparación de las otras tazas.
—Sí, y el sabor es divino. Prefiero más el chocolate al café por la mañana.
—¿Es un es-estimulante, entonces? —preguntó ________, finalmente lograndoapartar la mano de Nick. Privado de su juguete, él le echó un vistazoinquisitivo.
—Sí, de alguna clase —contestó Sophia, vertiendo una cantidad generosa de natalíquida en el licor de chocolate azucarado. Ella revolvió las tazas con unadiminuta cuchara de plata—. Aunque no exactamente tan estimulante como el café,el chocolate levanta el ánimo a su propio modo—. Ella le hizo un guiñó a ________—.Algunos incluso proclaman que el chocolate despierta los instintos amorosos.
—Que interesante —dijo ________, haciendo todo lo posible por ignorar a Nick mientrasaceptaba su taza. Inhalando los ricos vapores apreciativamente, tomó un sorbodiminuto del líquido brillante, oscuro. El fuerte dulzor se deslizó a lo largode su lengua y cosquilleó la parte de atrás de su garganta.
Sophia rió con placer por la expresión de ________.
—Te gusta, ya lo veo. Bueno ahora he encontrado un incentivo para hacer que mevisites a menudo.
________ asintió mientras seguía bebiendo. Cuando alcanzó el fondo de la taza,su cabeza nadaba, y sus nervios zumbaban por la mezcla de calor y azúcar.
Nick dejó su taza de lado después de un trago o dos.
—Demasiadopesado para mí gusto, Sophia, aunque elogio tu habilidad en prepararlo. Además,mis instintos amorosos no necesitan ningún estímulo—. Él sonrió porque ladeclaración motivó que _______ se atragantara con las últimas gotas dechocolate.
—¿Quieres un poco más, ________?— Ofreció Sophia.
—Ah, sí, por favor.
Antes de que Sophia vertiera más del líquido mágico, sin embargo, un hombrealto, de cabello negro entró en la habitación. Él habló con una vozextraordinaria, profunda y ligeramente áspera, su acento exquisitamente cultivado.
—Perdóneme por llevarme tanto tiempo unirme a vosotros. Era necesario concluiralgunos negocios con mi agente de la hacienda.
De algún modo _________ había esperado que sir Ross fuera ordenado y serio ypomposamente de mediana edad. Estaba, después de todo, a comienzos de loscuarenta años. Sin embargo, sir Ross parecía estar más en forma y ser más virilque la mayor parte de los hombres con la mitad de su edad. Era guapo de unamanera distante, su autoridad natural una fuerza tan potente que ________ instintivamentese hundió hacia atrás en los cojines. Era alto y delgado, poseyendo unacombinación de confianza en sí mismo y vitalidad que hacía que la juventudinexperta pareciera completamente falta de gracia. Su elegancia innata habríasido evidente incluso si hubiera estado vestido con rústicas ropas decampesino. Como fuera, llevaba un abrigo negro decididamente confeccionado yhaciendo juego con el pantalón, con una corbata de seda gris oscuro anudadahábilmente alrededor de su cuello. Su mirada recorrió la escena, tocandobrevemente sobre _________, quedándose un poco más sobre Nick, luegodecidiéndose por su esposa. Que extraños ojos tenía… un gris tan penetrante ybrillante que la hizo pensar en un relámpago atrapado en una botella.
Increíblemente, Sophia habló a la extraordinaria criatura como si fuera unhombre corriente, su tono decididamente coqueto.
—Ahora que estas aquí, supongo tendremos que hablar de algo aburrido, como lapolítica o la reforma judicial.
Sir Ross se rió mientras se doblaba para besar su mejilla. Eso habría sido elgesto corriente de un marido excepto el modo en que terminó el beso con unasuave, casi imperceptible caricia con la nariz. Los ojos de Sophia se cerraronbrevemente, como si el tacto de su boca sobre su piel evocara tentadoresrecuerdos.
—Trataré de ser divertido— murmuró él con una sonrisa acariciante. Cuando seenderezó, la luz jugó con la oscuridad de ébano de su pelo y distinguió lasvetas de plata en sus sienes.
Nick tenía el rostro pétreo mientras permanecía de pie para estrechar la manode su cuñado.
—Sir Morgan me dijo que deseabas verme— dijo sin preámbulos—. ¿Qué estastramando, Cannon?
—Hablaremos de eso más tarde. Primero deseo conocer a tu intrépida y jovennovia.
________ se rió de la implicación de sir Ross —que cualquier mujer tendría queser intrépida para casarse con un hombre con tan mala fama como Nick Jonas.Ella hizo una reverencia cuando el antiguo magistrado rodeó la mesa. Tomandosus manos en las suyas grandes y cálidas, sir Ross habló con encantadoraamabilidad.
—Bienvenida a la familia, sra. Jonas. Este segura de que si alguna vez necesitaayuda de cualquier clase, sólo tiene que pedirla. Estoy a su disposición.
Cuando sus miradas se encontraron, ________ sabía instintivamente que élpensaba lo que decía.
—Gracias, sir Ross. Lamento la necesidad de mantener nuestro parentesco ensecreto, porque yo estaría bastante orgullosa de proclamarles a usted y a lasra Cannon como parientes.
—Quizás podamos hacer algo sobre eso— contestó enigmáticamente.
De pronto _________ sintió las manos de Nick cerrase alrededor de su cintura, yla apartó de sir Ross.
—Lo dudo— dijo Nick a su cuñado—. Ya que no hay ninguna condenada manera en queyo permitiría jamás que semejante información se hiciera pública.
Sophia intercedió rápidamente.
—Ya que es más bien demasiado tarde para tener el tradicional desayuno de boda,propongo que disfrutemos de un almuerzo nupcial. El cocinero preparará chuletasde cordero, los primeros espárragos de la temporada, y varias variedades deensalada. Y crema de piña para postre.
—¡Qué maravilloso! —dijo ________, uniéndose en el esfuerzo para mantener laatmósfera tranquila. Se sentó una vez más sobre el sillón y con cuidado arreglósus faldas—. Nunca he probado los espárragos, y siempre quise probarlos.
—¿Nunca has tomado espárragos? — Sophia preguntó con incredulidad.
Mientras ________ buscaba un modo de explicar su desconocimiento de talesdelicadezas, Nick se sentó a su lado y tomó su mano otra vez.
—Me temo que mi esposa tuvo una dieta más bien espartana en la escuela— le dijoa su hermana—. Asistió a Maidstone durante varios años.
Sir Ross ocupó una silla al lado de Sophia y miró a ________ atentamente.
—Una institución muy conocida por la reputación de producir señoritas muydotadas—. Su tono se hizo amablemente alentador—. Dígame, ¿disfruto de sus añosallí?
—Por favor, llámeme ________— le invitó con una tímida sonrisa. Mientrasprocedía a describir sus experiencias en el colegio, sir Ross escuchóatentamente, a pesar de que no tenía idea de porque la cuestión tendría semejanteinterés.
Pronto el almuerzo fue servido en el invernadero, en una mesa cargada debrillante cristal y porcelana florida, mientras dos lacayos les asistían. ________estaba encantada por los árboles de interior y los abundantes pedazos dedelicadas rosas de té que perfumaban el aire. Incluso el humor de Nick parecióaligerarse en la atmósfera cordial. Relajándose hacia atrás en su silla, lesentretuvo con historias sobre la oficina de Bow Street, incluyendo un relato decomo los agentes habían sido asignados a inspeccionar la ropa interior sucia ylas camisas de prisioneros siendo mantenidos en una sólida habitación. Alparecer los prisioneros a menudo escribían mensajes secretos en su ropa, lascuales eran dadas a los parientes, que traían ropas nuevas para que llevarancuando vieran al magistrado. La condición de la ropa de los prisioneros era amenudo tan asquerosa que los agentes habían recurrido al sorteo de pajas paradecidir a quién se le debería dar la asquerosa tarea. Cuando Nick habíaterminado de describir la furia de un agente en particular que siempre parecíasacar la paja corta, hasta sir Ross estaba riendo sonoramente.
Finalmente sir Ross y Nick se lanzaron a una conversación sobre los problemasacerca de la "Nueva Policía", que había sido creada aproximadamentediez años antes. Desde entonces, Bow Street había permanecido separada de laNueva Policía, porque la fuerza de guardias y agentes de sir Morgan estabamucho mejor entrenada y era más eficaz que "las langostas crudas".
—¿Por qué llaman langostas crudas a la Nueva Policía? —________ no podíaresistirse a preguntar.
Sir Ross contestó con una sonrisa débil.
—Como las langostas crudas son azules —el color de los nuevos uniformes— ylangostas también pellizcan.
El comentario hizo reír a Nick.
Como la discusión de policía siguió, Sophia se desplazó más cerca a ______.
—¿Piensas que mi hermano deseará seguir en Bow Street ahora que estáis casados?
—Él me dio la impresión de que no tiene ninguna opción— contestó :
________ con cuidado—. El trato con sir Ross…
—Sí, pero aquel arreglo nunca se pensó para que durara siempre. Y ahora que Nickse ha casado, quizás sir Ross lo libere del acuerdo.
—¿Por qué tendría nuestro matrimonio algún efecto sobre la posición del sr. Jonasen Bow Street?
Sophia echó un vistazo cautelosamente a los hombres a través de la mesa.
—La respuesta a eso es demasiado privada —y complicada— para hablar ahora.¿Puedo visitarte pronto, _______? Nosotras podríamos tener una agradable ylarga charla y quizás continuaremos con una excursión para hacer compras.
_________ sonrió. Nunca había esperado que la hermana de Nick resultara ser tanafable. Y parecía que Sophia estaba bastante dispuesta a hacer alguna luz sobreel pasado misterioso de Nick, que ayudaría a _________ a entenderlo muchomejor.
—Sí, eso me gustaría muchísimo.
—Encantador. Espero que tengamos gran diversión
Oyendo por casualidad la última observación de su hermana, Nick arqueó unaoscura ceja.
—¿Qué planeas, Sophia?
—Ah, un simple paseo a lo largo de Oxford Street— contestó alegremente.
Nick resopló.
—Hay al menos ciento cincuenta tiendas en Oxford. Sospecho que harás más quesimplemente pasear.
Sophia se rió.
—Debesabrir cuentas para __________ en las pañerías, y en Wedgwood, y naturalmente enlas joyerías, así como la librería y…
—Ah, mi lady… er, Sophia, —interrumpió ________ incómodamente, preguntándosepor qué ella no pareció comprender que sus fondos eran bastante pobres,comparados a la riqueza de los Cannon— estoy segura de que no será necesarioabrir cuentas a mi nombre.
Nick habló a Sophia con una sonrisa leve.
—________puede tener crédito en cualquier parte donde le guste. Pero primero llévalaa tu modista. A mi conocimiento, no tiene ningún ajuar de boda.
—No necesito ningún vestido nuevo— protestó ________—. Quizás un vestido bueno,pero esto es todo— la última cosa que deseaba era que Nick gastara mucho dineroen ropa para ella. Sus recuerdos de los hábitos de gastos extravagantes de suspadres, y su consecuencia de pasar a la pobreza, estaban todavía muy claros ensu mente. Ella tenía un miedo instintivo de gastar grandes cantidades dedinero, y sabía mejor que nadie como incluso se podía malgastar una desahogadafortuna en poco tiempo—. Por favor, debo insistir en que no lo hagas…
—Esta bien— interrumpió Nick, tocando su hombro. Su mirada expresaba el mensajede que ahora no era el momento para discutir la cuestión.
Ruborizándose, _______ se calló. Su mano se demoró en su hombro, después sedeslizó hasta su codo, apretando ligeramente.
Con agradecimiento, el silencio en la mesa fue relevado por la aparición de unlacayo, que retiraba los platos mientras otro colocaba platos de postre ydiminutos copas de vino dulce. Colocaron los platos de postre con bizcochosdelicados y crema de piña servida en pequeños y bonitos tarros de cristal.
Sir Ross introdujo un nuevo tema de conversación acerca de unas enmiendasrecientemente propuestas por la Ley de asistencia pública, que tanto él como Nickapoyaban. Sorprendentemente, Sophia ofreció sus propias opiniones sobre elasunto, y los hombres escucharon con atención. _________ trató de ocultar suasombro, ya que le habían enseñado durante años que una mujer apropiada nuncadebería expresar sus opiniones en compañía mixta. Seguramente ella no deberíadecir nada sobre política, un asunto incensario que sólo los hombres estaban cualificadospara discutir. Y aún aquí estaba un hombre tan distinguido como sir Ross queparecía no encontrar nada malo en que su esposa hablara sin rodeos. Tampoco Nickparecía disgustado por que su hermana hablara abiertamente.
Quizás Nick le permitiría la misma libertad. Con aquel pensamiento agradable ensu mente, ________ consumió su crema de piña, una crema rica, sedosa con unsabor fuerte. Al alcanzar el fondo del tarro, pensó con ansia que agradabledebería ser tomar otra. Sin embargo, los buenos modales y el miedo de parecerglotona hacía inconcebible pedir una segunda vez.
Notando el vistazo melancólico que ________ dio a su plato vacío, Nickse riósuavemente y deslizó su propio postre intacto a su plato.
—Tienes incluso más gusto por los dulces que la pequeña Amelia— murmuró él ensu oído. Su aliento caliente provocó que el pelo de su nuca se erizara.
—No teníamos postres en la escuela— dijo con una sonrisa vergonzosa.
Él tomó su servilleta y la aplicó con cuidado en la comisura de su boca.
—Puedo ver que tendré un tiempo de mil demonios tratando de compensar todas lascosas de las que fuiste privada. Supongo que ahora querrás dulces con cadacomida.
Haciendo una pausa en el acto de levantar su cuchara, ________ miró fijamentelos cálidos ojos azules tan cerca de los suyos, y de pronto se sintió envueltaen calor. Ridículo, que todo lo que él tenía que hacer era hablar con aquellanota acariciante de su voz, y ella podía estar totalmente perdida.
Sir Ross los estudió a los dos con un vistazo envolvente.
—Nick, hay un asunto que tratar contigo. Indudablemente hay mejores modos derevelar mis pensamientos acerca de tu futuro, pero confieso que no puedo pensaren ellos. Tus circunstancias son insólitas—. Hizo una pausa y sonrió conarrepentimiento— eso es quedarse corto, desde luego. Los giros y las vueltas detu vida no han sido nada si no extrañas.
Nick se sentó de nuevo con gracia lánguida, pareciendo relajado, pero ________ sentíala aprehensión que se enroscaba dentro de él.
—No te he pedido que pienses mi futuro.
—Tengo que hacerlo, sin embargo. Durante los tres últimos años he seguido tu carrera.
—¿Seguido? —Interrumpió Nick secamente—. Más bien manipulado, entrometido, einterferido.
Habituado a la semántica después de tantos años en la Magistratura, sir Ross seencogió de hombros.
—He hecho lo que creí mejor. Ten en cuenta que en mis relaciones contigo,también he tenido que considerar los intereses de Sophia. Ella es la únicarazón por la que te guardé de la horca. Ella creía que había potencial para labondad en ti. Y aunque no lo vi entonces, estoy dispuesto a admitir ahora queella tenía razón. No eres el autentico bandido que creía que eras.
Nick sonrió con serenidad, consciente de que estaba siendo condenado con totalalabanza.
—A cambio, déjame decir que no eres completamente el pescado hipócrita quepensé que eras.
—¡Nick! —Regañó Sophia, y puso su delgada mano en la grande de sir Ross—. Mimarido nunca ha tenido un pensamiento hipócrita en su vida. Y en cuanto a lo deser un pescado frío, puedo asegurarte más que definitivamente que no lo es.Además…
—Sophia— interrumpió sir Ross suavemente— no tienes que defenderme, mi amor.
—Bien, no lo eres— insistió ella.
Su mano giró la palma hasta asir la de ella, y durante solamente un momento lapareja miró sus dedos entrelazados con un placer compartido que parecíaindeciblemente íntimo. _________ sintió un dolor peculiar en su pecho. ¿Quédebe ser amar de esa manera? Ambos parecían tomar tal enorme placer el uno enel otro.
—Bien— dijo Nick con impaciencia—. Ve al grano, Cannon. No tengo ningún deseode pasar todo el día de mi boda contigo.
Esto provocó una sonrisa del antiguo magistrado.
—Muy bien, trataré de ser conciso. Después de que te unieras a la fuerza de BowStreet, sir Morgan me ha mantenido informado de sus logros; las operacionespolicíacas, el trabajo con las patrullas de a pie, las búsquedas que hasemprendido a riesgo de tu vida. Pero no fue hasta el fuego de la casa Barthasque comprendí cuánto has cambiado.
—No he cambiado— dijo Jonas con cautela.
—Has aprendido a valorar las vidas de otros tanto como la tuya propia— siguiósir Ross—. Has encontrado el desafío que te presenté hace tres años, y hascontribuido enormemente a la asistencia social. Y ahora hasta has tomado unaesposa. De manera bastante interesante, es la clase de joven con la que podríashaberte casado si las circunstancias no te hubieran privado de tu título yposición hace mucho.
Los ojos de Nick se estrecharon.
—Nunca me importó un bledo el título. Y Dios sabe que ahora no tengo utilidadpara el.
El hombre mayor jugaba con su cuchara, llevando una expresión que conviene a unjugador de ajedrez en medio de un juego largo.
—Hay algo que nunca has entendido lo bastante sobre tu título. Es tuyo, si loquieres como si no. Un título no desaparece simplemente porque uno decide nohacer caso de el.
—Lo hace si uno decide convertirse en otro.
—Pero no eres otro —volvió a replicar sir Ross—. El verdadero Nick Jonas murióhace catorce años. Tú eres Lord Sydney.
—Nadie sabe eso.
—Eso, —dijo sir Ross con calma— está a punto de cambiar.
Nick se quedó inmóvil mientras asimilaba la declaración.
—¿Qué diablos significa eso?
—Después de mucho deliberar, decidí comenzar el proceso de dignificación en tunombre. Recientemente expliqué los detalles de tu situación en las oficinas dela Corona y al Lord Chanciller. No sólo lo hice si no que les aseguré que eresen verdad el Lord Sydney perdido hace mucho, también confirmé que estaseconómicamente dotado para gestionar el título. En aproximadamente quince días,el empleado de la Corona publicará un citación judicial, llamándote a la Cámarade los Lores. En cuyo momento te presentaré públicamente como Lord Sydney, enun baile que se dará en tu honor.
Nick salió disparado de la mesa, su silla cayó hacia atrás e hizo ruido en elsuelo.
—¡Vete al infierno, Cannon!
_________se asustó ante la explosión de hostilidad. Jonas reaccionó como si su mismavida estuviera siendo amenazada. Sin embargo, el peligro que afrontaba no erael peligro físico al que estaba acostumbrado… era intangible, insidioso… la únicaprisión de la que no podía escapar. ________ sentía los pensamientos que seretorcían detrás de su expresión inflexible, el modo en que su menteinteligente analizaba el repentino aprieto y consideró varios modos deevadirlo.
—Lo negaré todo —dijo Nick.
Sir Ross hizo un templo de sus manos, mirándole sin pestañear.
—Si lo haces, responderé con declaraciones por mí mismo, sir Morgan, tuhermana, y hasta tu esposa, declarando el hecho de que has confesado en privadoser Lord Sydney. Estás, combinadas con las extrañas circunstancias tales comoel registro desaparecido de tu entierro y los informes incoherentes de tumuerte, forman lo que se conoce en la ley inglesa como afecundatio ab extra —unextraño, pero no imposible acontecimiento.
Nick miraba como si quisiera asesinar al antiguo magistrado de Bow Street.
—Presentaré una solicitud a la Cámara de los Lores para que se me permitarenunciar al título. Dios sabe que se alegraran de deshacerse de mí.
—No seas idio*ta. ¿Realmente crees que alguna vez te permitirían negar tutítulo? En sus mentes, semejante renuncia desafiaría la institución misma deltítulo de nobleza. Temerían que las distinciones entre las clases —sino, lamisma monarquía— fueran amenazadas.
—No crees en el privilegio basado en el nacimiento —se lanzó hacia atrás—. ¿Porqué me obligas a un maldito titulo? No lo quiero.
—Esto no tiene nada que ver con mis creencias políticas. Es una cuestión de unsimple hecho. Eres Sydney, no importa como te llames a ti mismo. No vas a sercapaz de volcar setecientos años de principio hereditario, tampoco serás capazde evitar tus obligaciones como Lord Sydney ya.
—¿Obligaciones a qué? —Se mofó Nick—. ¿A una hacienda que ha sido mantenida endesuso durante catorce años?
—Tienes una responsabilidad con los arrendatarios que tratan a duras penas deganarse la vida en unas tierras desvencijadas administradas por el gobierno.Con la Cámara de los Lores, donde tú asiento ha estado vacante durante dosdécadas. Con tu hermana, que esta obligada a mantener su relación con su propiohermano en secreto. Con tu esposa que gozaría de mucho más respeto y posiciónsocial como lady Sydney de lo que jamás lo haría como sra. Jonas. Con lamemoria de tus padres. Y contigo mismo. Durante la mitad de tu vida te hasestado ocultando detrás de un nombre falso. Es el momento de que admitas quieneres.
Las manos Nick apretadas.
—Eso no lo decides tú.
—Si no fuerzo una decisión, pasaras el resto de tu vida evitándolo.
—¡Es mi derecho!
—Quizás. Pero a pesar de todo, encontraras imposible continuar como detective.Sir Morgan está de acuerdo con mi opinión, y por lo tanto él no requerirá mástus servicios en Bow Street.
Una estela de color se extendió sobre la cara de Nick. Su garganta funcionóviolentamente cuando comprendió que sus días como agente acababan de llegar aun fin.
—Entonces pasaré mi tiempo llevando servicios privados.
—¿Sería una novedad, verdad? —Preguntó Señor Ross sardónicamente—. El vizcondeque resuelve crímenes.
—Nick—Sophia entró por la fuerza suavemente— sabes lo que Papá y Mama habríanquerido.
Él parecía amargado y miserable, y sobre todo, ultrajado.
—He sido Nick Jonas demasiado tiempo para cambiar.
Sophia contestó con mucho cuidado, pareciendo entender por qué él loconsideraría imposible.
—Será difícil. Nadie negaría eso. Pero tienes a ________ para ayudarte.
Nick no dedico una mirada a ________ pero hizo un sonido desdeñoso.
—________, querida, —dijo Sophia con una inflexibilidad dulce que traicionabala fuerte voluntad bajo su fachada delicada—. ¿Cuántos años asististe aMaidstone?
—Seis— dijo ___________, echando un vistazo cauteloso al perfil duro de sumarido.
—Si la reputación de Maidstone resulta cierta, esos seis años estuvieron llenosde una educación que incluía un entrenamiento riguroso de conducta, gracia, elarte de la recepción cortés, las habilidades para planear el presupuesto ydirigir una casa, los elementos de estilo y buen gusto, los rituales de lasvisitas de la mañana y las reuniones antes de la cena... las miles de pequeñascuestiones sobre la etiqueta que separan el primer nivel de las otras capas dela sociedad. Sospecho que fácilmente podrías controlar una casa de cualquiertamaño, no importa como de grande. Sin duda también te enseñaron cómo bailar,montar a caballo, tocar un instrumento musical, hablar francés y quizásnociones de alemán… ¿estoy equivocada?
—Estas en lo cierto —dijo ________ brevemente, odiando el sentimiento repentinode que ella era parte de la trampa que se cerraba alrededor de Nick. Loforzaban a convertirse en algo que no tenía ningún deseo de ser, y ellaentendía todos sus sentimientos demasiado bien.
Asintiendo con satisfacción, Sophia se dio la vuelta hacia su hermano quefruncía el ceño.
—________ es una gran ventaja para ti. Resultará inestimable ayudándote aajustarte a tu nueva vida…
—No voy a adaptarme a ninguna maldita cosa —gruñó y lanzó una miradaautoritaria a __________—. Venga, nos marchamos. Ahora.
Ella se levantó automáticamente, y sir Ross se puso de pie también. Preocupada,________ echó un vistazo a su cuñado. No había ningún destello de victoria ensus ojos. No creyó que sus motivos tuvieran algo que ver con la venganza o lamala voluntad. Estaba segura de que sir Ross —y Sophia — pensaban que erabastante necesario que Nick reclamara su antigua identidad. Ella tenía muchasganas de hablar del asunto con ellos, pero estaba claro que Nick apenasmantenía su autocontrol. Cualquier otro hombre habría estado satisfecho derecuperar su título, sus tierras, y los bienes de la familia. Sin embargo, eraobvio que para Nick eso era una pesadilla.
_________ se mantuvo en silencio durante el paseo de vuelta en carruaje a casa.Su marido estaba completamente inmóvil, tratando de contener su explosivoultraje, y más probablemente luchando por comprender la brusquedad con la quesu vida había cambiado. No muy diferente de su propio humor al abandonar StonyCross Park, pensó irónicamente.
En el momento que llegaron a la casa de la calle Betterton, Jonas prácticamentesaltó del carruaje, dejando a ________ aceptarla ayuda del lacayo para bajar del vehículo.
Cuando alcanzó la puerta de calle, él no estaba en ningún sitio a la vista.
El ama de llaves estaba en el vestíbulo, su expresión perpleja traicionaba queacababa de ver la tormenta de Nick dentro de la casa.
—Sra. Trench, —dijo _______ con calma, —¿Llegó a ver adonde fue el sr. Jonas?
—Creo que está en la biblioteca, señorita. Esto… Mrs. Jonas.
¡Por Dios!, que extraño era ser llamada eso. Y aún era extraño contemplar lafuerte posibilidad de que dentro de poco sería llamada Lady Sydney. Frunciendoel ceño, _______ echó un vistazo desde la escalera hasta el pasillo queconducía hacia la biblioteca. Parte de ella quería retirarse a la seguridad yaislamiento de su habitación. Sin embargo, otra parte fue irresistiblementearrastrada a encontrar a Nick.
Después de que la sra. Trench tomara su sombrero y guantes, _______ se encontróandando hacia la biblioteca. Llamó a la puerta cerrada antes de entrar. Labiblioteca estaba revestida con oscura madera de cerezo, y cubierta conalfombras tejidas con medallones de oro sobre un fondo marrón. Multitud deventanas de cristal se extendían hasta lo alto del techo, que tenía al menosdieciocho pies de alto.
La forma ancha de los hombros de Jonas estaba en una de las ventanas, suespalda se tensó visiblemente cuando la oyó acercarse. Una copa de brandyestaba apretada en su mano, el delicado tazón de la copa parecía como sipudiera romperse en sus dedos largos.
_________ vaciló al lado de una de las estanterías altísimas de madera decerezo, notando que la biblioteca estaba extrañamente desprovista de volúmenes.
—Tu biblioteca esta casi vacía —comentó.
Nick permanecía en la ventana, su mirada melancólica y vacía. Él bebió de untrago el resto del brandy con un rígido movimiento de muñeca.
—Compra algunos libros, entonces. Llénala del piso al techo si quieres.
—Gracias—. Animada por el hecho de que aún no le había dicho que se marcharse, ________se aventuró más cerca— sr. Jonas…
—No me llames esí —dijo en una explosión de irritación.—Lo siento. Nick. Seacercó más—. Deseo corregir algo que sir Ross dijo— no tienes ningunaresponsabilidad de convertirme en Lady Sydney. Como te dije antes, no mepreocupa si eres par o plebeyo.
Él estuvo tranquilo durante largo tiempo, entonces soltó un suspiro tenso.Cruzando de una zancada hasta el aparador, se vertió otro brandy.
—¿Hay algún modo de detener a sir Ross de llevar a cabo sus planes?—preguntó ________—.Quizás podríamos buscar algún consejo legal…
—Es demasiado tarde. Conozco a Sir Ross, él ha pensado en cada contramovimientoposible. Y su influencia se extiende por todas partes; la judicatura, laaplicación de la ley, el Parlamento, la oficina de la Corona… esa citaciónjudicial va a llegar, no importa que demonios haga para evitarlo— pronunció unapalabra desconocida que parecía bastante grosera—. Me gustaría romper cadahueso del cuerpo de Cannon, asno insufrible.
— ¿Qué puedo hacer? —preguntó silenciosamente.
—¿Oíste a mi hermana, verdad? Vas a actuar como la señora del señorío yayudarme a simular ser un vizconde.
—Te las arreglaste bastante bien en Stony Cross Park— indicó— dabas unaconvincente apariencia de nobleza.
—Fue sólo durante unos días— dijo amargamente—. Pero ahora parece que tendréque desempeñar el papel por el resto de mi vida— sacudió su cabeza con furiosaincredulidad—. ¡Dios! No quiero esto. Voy a matar a alguien poco después.
_________ inclinó la cabeza mientras lo observaba especulativamente. Sin dudadebería temerlo cuando estaba de este humor. De hecho parecía como si estuvieralisto para cometer el asesinato, sus ojos brillando por la sed de sangre. Perocuriosamente ella estaba llena de compasión, e incluso más que eso, unsentimiento de compañerismo. Ambos estaban forcejeando, ambos frente a una vidaque no habían planeado, ni habían pedido.
—¿Cómo te sentiste en Stony Cross Park, cuando te preséntate como Lord Sydney?—preguntó.
—Al principio lo encontré divertido. La ironía de hacerme pasar por mi mismo.Pero después del primer día, se convirtió en un peso sobre mis hombros. La meramención del nombre me irrita terriblemente.
_________ se preguntaba por qué estaba tan fastidiado con el nombre con el quehabía nacido. Tenía que haber alguna otra razón que las que había dado hastaahora.
—¿Nick, qué quería decir sir Ross cuándo dijo que económicamente estabas dotadopara gestionar el título?
Su boca se torció.
—Quería decir que podría permitirme el coste de mantener un estado grande y laclase de estilo de vivir requerido de un par.
—¿Cómo podría saber tal cosa?
—Él no lo sabe de cierto.
—Se equivoca, desde luego.
—No, —Nick refunfuñó— él no se equivoca. Antes de que llegara a Bow Street,hice unas inversiones, y tengo alguna propiedad aquí y allí. En general, tengoaproximadamente doscientos ahorrados.
Silenciosamente _________ pensaba que doscientas libras en ahorros no estabamal, pero no ofrecía la clase de seguridad que uno podría haber deseado. Sóloesperaba que sus inversiones no bajaran de valor.
—Bien, parece bastante satisfactorio, —dijo, no deseando herir sussentimientos—. Pienso que nos las arreglaremos bastante bien si economizamos.Pero no pienso que las circunstancias permitan un ajuar de boda. No en estemomento. Quizás en el futuro.
—_________, —interrumpió— no tenemos que economizar.
—Doscientas libras son una buena suma, pero será difícil mantener una casa con…
—__________— le echó una mirada con una extraña expresión—. Yo me refería amiles. Doscientas mil libras.
—Pero… pero…—__________ estaba asombrado. Eso era una suma inmensa, una fortunadesde el punto de vista de cualquiera.
—Y aproximadamente cinco mil al año por inversiones y comisiones privadas—. Añadió,atontándola más. Su cara se oscureció—. Aunque parece que mis días decomisiones privadas se han terminado.
—Por qué, debes de ser tan rico como Lord Radnor— dijo aturdida.
Él hizo un gesto agitado con la mano, como si la consideración del dinero fueracompletamente irrelevante, comparada a su mayor problema."Probablemente".
—Podrías permitirte una docena de casas. Podría tener cualquier…
—No necesito una docena de casas. Sólo puedo dormir bajo un techo a la vez.Sólo puedo comer tres comidas por día. Y me importa un bledo impresionar nadie.
________ estaba sorprendida al comprender que no estaba motivado por adquirir riqueza.Su fortuna había venido como una consecuencia de su necesidad de burlar a lagente del hampa en Bow Street. Y ahora que la profesión de ejecutar la ley lehabía sido retirada, tendría la urgente necesidad de hacer algo. Él era unhombre tremendamente activo, nada satisfecho por la indolencia culta de vidaaristocrática. ¿Cómo en el nombre del cielo iba a adaptarse a la vida de unpar?
Sus pensamientos debían haberse reflejado en los suyos, ya que él dio un gemidode cólera desesperada y pasa su mano aproximadamente por su pelo. Un vagomechón cayó sobre su frente, y _________ estaba asustada por su impulsorepentino de jugar con el espeso cabello color chocolate, alisarlos haciaatrás, deslizar sus dedos en la cálida seda.
—_________, —dijo bruscamente— salgo un ratito. Probablemente no volveré hastala mañana. Tienes un indulto para esta noche.
—¿Qué vas a hacer?
—Aún no lo se— se distanció de ella con una agitación que contenía un filo depánico, como si una red pesada hubiera caído sobre él.
________ sabía que no debería preocuparse si salía y bebía, o empezaba unapelea con alguien, o hiciera cualquiera de las numerosas cosas tontas que loshombres hacen en busca de diversión. No debería querer calmar su furia apenascontenida. Pero lo hacía.
Sin permitirse el tiempo para considerar sus acciones, _________ se acercó aél, tocando el fino paño de su abrigo con la palma. Su mano dejó de lado latela y se metió dentro con cuidado. Su chaleco era del mismo negro profundo quesu abrigo, pero el material era de seda, resbalando un poco sobre ladelineación dura de los músculos del pecho. Pensó lo caliente que debía ser supiel, para transmitir tal calor a través de la ropa gruesa.
Nick estaba de pronto inmóvil, su respiración cambió a un ritmo lento, másprofundo. _________ no miró su cara, pero se concentró en cambio en el nudo desu corbata gris mientras sus dedos exploraban los pliegues níveos y fragantesde su camisa.
—No quiero un indulto— dijo finalmente y tiró del nudo hasta que se resbalóflojo.
Cuando la corbata se desenredó, pareció que su autocontrol se deshizo de modosimilar. Él respiraba más pesadamente, y sus manos apretadas a los lados.Inexpertamente desató el cuello tieso de su camisa y lo desplegó ampliamentepara revelar el brillo de ámbar de su garganta. Ella echó un vistazo a su caray vio con un temblor de nerviosismo repentino que su furia se transformabarápidamente en pura necesidad sexual. El color se deslizó a través de suspómulos y el puente de su nariz, un brillo bruñido que hizo que sus ojosparecieran fuego azul.
Su cabeza bajó muy despacio, como si le diera cada oportunidad de escapar. Ellase quedó donde estaba, sus ojos se cerraron cuando sintió el roce apenasperceptible de su boca sobre el lado de su cuello. Sus labios acariciaron lapiel sensible, separada, y la punta de seda de su lengua la acarició en uncírculo delicado, caliente. Con un débil suspiro, _________ se inclinó haciadelante en su cuerpo cuando sus piernas temblaron bajo ella. Él no la tocó consus manos, sólo siguió explorando su cuello con exquisita tranquilidad. Ella sesostuvo en él, sus brazos cerrándose alrededor de su delgada cintura.
Sus manos fueron hasta sus hombros, agarrando suavemente. Él parecía indecisoen cuanto a si quería atraerla más cerca o apartarla. Su voz era ronca cuandopreguntó.
—¿Qué estas haciendo, _________?
Su corazón latía tan desordenadamente que ella apenas podría convocar elaliento para hablar.
—Supongo que estoy alentadote a terminar lo que comenzaste en la biblioteca deLord Westcliff.
—¿Estas segura? —dijo bruscamente—. No he tenido una mujer en seis meses. Si depronto decides parar, no voy a tomármelo bien.
—No te diré que pares.
La miró fijamente, su mirada brillante de fiebre, su cara dura.
—¿Por qué ahora cuándo no quisiste anoche?
Eso estaba fuera de su capacidad para explicar. Después de los acontecimientosde esa tarde, él de pronto le parecía vulnerable. Comenzaba a ver las manerasen que la necesitaba, necesidades que iban más allá del deseo sexual. Y eldesafío de domarle, igualando su poderosa voluntad con la suya propia, erademasiado tentador para resistirse.
—Ahora estamos casados— dijo, aprovechando la primera excusa en que pudopensar—. Y yo preferiría ha… haber hecho esto, de manera que no lo tema.
Ella vio el parpadeo predador en sus ojos. Él la deseaba. No perdió el tiempohaciendo preguntas, sólo extendió su mano.
—Entonces ven arriba.
Con cuidado _________ colocó la mano en la suya.
—Nick, solo hay una cosa…
—¿Qué?
—Aún no esta oscuro.
—¿Y?
—¿Es apropiado hacer esto por la tarde?
La pregunta le sacó una risa vacilante de él.
—No lo sé. Y maldita sea no me importa—. Manteniendo su mano en la suya, laguió de la biblioteca al vestíbulo, y arriba de la magnífica escalera.
FIN DEL CAPÍTULO 8
Capítulo 8
Como la bodacon Lord Radnor había figurado destacadamente en las pesadillas de ________ duranteaños, inevitablemente había llegado a pensar en tal ceremonia con sospecha ytemor. Estaba satisfecha, por lo tanto, con que el rito en la oficina desecretario—superintendente resultara ser rápida y eficiente, consistiendo enfirmar su nombre, cambiar votos obligatorios, y pagar los honorarios. No hubobesos, largas miradas, ninguna insinuación de emoción para colorear la seriaatmósfera, y estaba agradecida por eso. Sin embargo, no se sintió más casada alabandonar la oficina del secretario de lo que se había sentido al entrar.
Acababa de convertirse en la esposa de un hombre que no la amaba y eraprobablemente incapaz de semejante emoción. Y casándose con él, acababa desuprimir toda posibilidad de encontrar alguna vez el amor para ella misma.
Sin embargo, habría consuelo en esa unión, el mayor ser su escape de LordRadnor. Y la verdad sea dicha, Nick Jonas era una compañía fascinante. No semolestaba en ocultar sus faltas como todos los demás hacían, en lugar de esoalardeaba sobre ellas, como si hubiera algún mérito en ser un amoral y unmercenario. Él era un extraño para ella, viniendo de un mundo sobre del queella sólo había oído en susurros… un mundo poblado de ladrones y traperos,gente desahuciada que había recurrido a la violencia y la prostitución. Loscaballeros y damas se creían fingir que el hampa no existía. Pero Nick Jonascontestaba a las preguntas de ________ con franqueza aturdidora, explicandoexactamente que ocurría en los barrios más bajos de Londres, y las dificultadesque los detectives de Bow Street encontraban en la tentativa de llevar ante lostribunales a los criminales.
—Algunos de los callejones son tan estrechos, —le dijo mientras su carruajeviajaba a la casa de sir Ross— que un hombre tiene que ir de lado para meterseentre los edificios. Muchas veces he perdido a un fugitivo simplemente porqueél era más delgado que yo. Y luego hay masas de edificios que están unidos —porlos tejados, patios, y sótanos— que un ladrón puede deslizarse por ellos comoun conejo en un laberinto. Por lo general acompaño a los nuevos guardias que notienen mucha experiencia, porque pueden perderse en menos de un minuto. Y unavez que un agente se pierde, puede tropezar directamente con una trampa.
—¿Qué tipo de trampa?
—Ah, un grupo de ladrones o maleantes esperara para dedicarse a golpear elcráneo del oficial, o apuñalarlo. O cubrirán un pozo negro con una pasarelaputrefacta, que cuando el ponga un pie sobre ella, se ahogará en una tina deaguas residuales. Esa clase de cosas.
Sus ojos se ensancharon.
—¡Que terrible!
—No es peligroso cuando aprendes que esperar— la aseguró—. He estado en cadaesquina de cada colonia de mala muerte de Londres, y conozco cada truco ytrampa que hay.
—Casi pareces disfrutar de tu trabajo… pero posiblemente no podrías.
—No disfruto de ello— vaciló antes de agregar— aunque lo necesito.
________ sacudió su cabeza con confusión.
—¿Te refieres al esfuerzo físico?
—Eso es parte de ello. Brincar sobre paredes, subir por tejados, el sentimientode atrapar a un fugitivo y llevarle al suelo…
—¿Y la lucha? —Preguntó _______—. ¿Disfrutas de esa parte? —Aunque esperaba quelo negara, él asintió brevemente.
—Es adictivo— dijo—. El desafío y la emoción… incluso el peligro.
________ entrelazó los dedos en su regazo, reflejando que alguien tenía quedomesticarlo lo suficiente de modo que pudiera vivir de una manera pacíficaalgún día o su predicción de tener una vida corta se cumpliría más bienrápidamente.
El carruaje viajaba a lo largo de un paseo bordeado de plataneros, sus hojaslobuladas de un modo intrincado proporcionando una cubierta densa para plantarblancas campanillas de invierno y tallos verdes cubiertos de púas en forma decuernos. Se pararon delante de una casa grande, hermosa en su majestuosasimplicidad, la entrada guardada por enrejados de hierro forjado y lámparas enpostes arqueados. El par de lacayos atentos, Daniel y George, ayudaron a _________a apearse del carruaje y fueron a alertar a la casa de su llegada. Notando quela letra C había sido trabajada con un diseño de hierro trabajado, ________ hizouna pausa para trazarla con sus dedos.
Nick sonrió sardónicamente.
—Los Cannon no son miembros con título de nobleza, pero uno no lo sabría almirarlos.
—¿Sir Ross es un tipo muy tradicional de caballero?
—Con respecto a algunos, sí. Pero políticamente hablando, es un progresista.Lucha por los derechos de las mujeres y los niños, y apoya cada causa reformistaque puedas nombrar—. Con un suspiro corto, Nick la guió hacia los escalonesdelanteros—. Te gustará. A todas las mujeres les gusta.
Mientras ascendían la escalera de piedra, Nick sorprendió a ________ colocandosu brazo detrás de su espalda.
—Toma mi mano. Ese escalón es irregular—. Él la condujo con cuidado sobre lasuperficie irregular, liberándola únicamente cuando estuvo seguro que suequilibrio era perfecto.
Anduvieron por un gran vestíbulo pintado en un tono amarillo pálido, conrelucientes ornamentos de bronce dorado que ribeteaban el elevado techo. Mediadocena de entradas que conectaban el pasillo con las seis habitacionesprincipales, mientras una escalera en forma de herradura conducía a losapartamentos privados de arriba. _________ apenas tuvo tiempo de apreciar eldiseño lleno de gracia del interior de la casa antes de que una mujerencantadora se acercara a ellos.
El pelo rubio de la mujer era mucho más oscuro que el suyo propio, del color dela miel añeja. Tenía que ser Lady Cannon, cuya cara era una copia delicada delos profundamente hermosos rasgos de Nick. Su nariz era menos valiente, subarbilla definida, pero no exactamente tan decidida como la de su hermano, supiel blanca en vez de bronceada. Los ojos, sin embargo, eran del mismo einconfundible azul; vivo, oscuro e insondable. La señora Cannon era tan jovende aspecto que uno nunca habría adivinado que era cuatro años mayor que suhermano.
—Nick— exclamó con una exuberante sonrisa, avanzando y poniéndose de puntillaspara recibir su beso.
Él la encerró en un breve abrazo, descansó su barbilla sobre la corona de sucabeza, luego retrocedió para mirarla apreciativamente. En ese único instante, _________vio la extraordinaria profundidad de los sentimientos entre los dos, que de algúnmodo habían sobrevivido a los años de separación, pérdida, y engaño.
—Estas esperando otro— dijo Nick después de un momento, y su hermana mayor se río.
—¿Cómo lo sabías? Sir Ross debe habértelo dicho.
—No. Pero o tu cintura es más gruesa o es que las cuerdas de tu corsé se hanaflojado.
Separándose, lady Cannon se rió y se aplastó contra su pecho.
—Miserable indiscreto. Sí, mi cintura es más gruesa, y seguirá aumentando hastaenero, momento en el cual tendrás una nueva sobrina o el sobrino para mecersobre tu rodilla.
—Que Dios me ayude— dijo con sentimiento.
Lady Cannon giró hacia ________, suavizando su cara.
—Bienvenida, _________. Nick me mandó recado sobre ti ayer, he estadoterriblemente impaciente por conocerte.
Ella olía a té y rosas, una fragancia que era tan calmante como atrayente.Deslizando un brazo delgado alrededor de los hombros de _______, dio la vueltapara dirigirse a Nick.
—Qué hermana tan encantadora me has traído— comentó— preocúpate por tratarlabien, Nick, o la invitaré a vivir aquí conmigo. Ella parece demasiado bieneducada para andar con una compañía como tú.
—Hasta ahora, no tengo ninguna queja sobre el trato del sr. Jonas hacia mí—contestó _________ con una sonrisa—. Desde luego, sólo llevamos casados unahora.
Lady Cannon miró con ceño fruncido a su hermano.
—¡De todos los lugares te has casado con esta pobre muchacha en la oficina delsecretario! Deseo por el cielo que hubieras esperado y me hubieras permitidoarreglar algo aquí. ¡Por qué, ni siquiera le has dado un anillo! Francamente, Nick…
—No quería esperar— interrumpió él con brusquedad.
Antes de que Lady Cannon pudiera contestar, una niña pequeña caminaba sinseguridad por el vestíbulo, seguido de una niñera con delantal. La niña de cabellosmorenos, con ojos azules y hoyuelos en las mejillas, no podía tener mucho másde dos años.
—¡Tito Nick! —chilló, lanzándose sobre él precipitadamente, sus rizos volandoen una masa salvaje, enredada.
Jonas la cogió y la balanceó en el aire, sonriendo abiertamente por sus gritosde placer. Mientras la abrazaba más, el fuerte afecto por la niña era más queobvio, desdiciendo su primera descripción de ella como "una mocosasoportable".
Envolviendosus regordetes brazos alrededor de su cuello, la niña gruñía juguetonamente,besándolo y tirándole del pelo.
—Dios, qué salvaje —dijo Nick, riendo. Dándole vueltas de arriba a abajo,haciendo que la niña chillara entusiasmada.
—Nick, —le reprendió su hermana, aunque ella riera también—. No lo hagas, la dejarascaer de cabeza.
—No lo haré —dijo perezosamente, enderezando a la niña y sosteniéndola contrasu pecho.
—Caramelo —pidió la niña, sumergiéndose dentro de su abrigo tan afanosamentecomo un hurón. Encontrando lo que había estado buscando, extrajo un pequeñopaquete de papel y gritó con entusiasmo mientras su tío lo abría para ella.
—¿Qué le estas dando esta vez? —Preguntó Lady Cannon con resignación.
—Caramelo de café—dijo alegremente, mientras su sobrina se metía un taco grandeazucarado en su mejilla. Sus ojos seguían brillando cuando echó un vistazo a ________—.¿Quieres?
Ella sacudió su cabeza, mientras su corazón daba un extraño latido de más.Justo ahora, cuando él la había mirado así, su cara dulce, su risa rápida yfácil, había estado tan devastadoramente guapo que ________ había sentido unpinchazo de placer desde la nuca hasta los dedos del pie.
—Amelia —murmuró Nick, llevándola hacia Roberta—. Dile hola a tu tía __________.Me casé con ella esta misma mañana.
De pronto tímida, la niña apoyó su cabeza sobre el hombro de Nick y sonrió a ________._________ le devolvió la sonrisa, sin saber que decir. Tenía poca experienciacon niños, porque había vivido alejada del hogar durante tantos años.
Lady Cannon fue a recuperar a su hija con la cara pegajosa, alisando sus rizosanudados.
—Cariño, —murmuró—. ¿No vas a dejar que la nana te cepille el pelo?
La pequeña barbilla redonda sobresalió obstinadamente.
—No —dijo alrededor del bocado de caramelo de ceniza, acentuando su rechazo conuna sonrisa babeante.
—Si no dejas que te peine los enredos, se harán tan imposibles que tendremosque cortarlos.
Nick añadió en un tono zalamero.
—Deja que la nana te cepille el pelo, cariño. Y la próxima vez que venga devisita, te traeré una bonita cinta azul.
—¿Y una muñeca? —preguntó Amelia esperanzada.
—Una muñeca tan grande como tú —prometió.
Retorciéndose de los brazos de su madre, la niña se tambaleó hacia la nana queesperaba.
—Es una niña preciosa —comentó ________.
Lady Cannon sacudió su cabeza con una sonrisa pesarosa, sus ojos llenos delorgullo maternal.
—Y consentida más allá de toda razón —regresando a ________, tomó su mano—.Debes llamarme Sophia —dijo calurosamente—. No perdamos el tiempo con términosformales de tratamiento.
—Sí, mi... sí, Sophia.
—Mi marido se nos unirá dentro de poco en el salón…
—Ah, espléndido —llegó la voz hosca de Nick hasta ellas.
Sophia siguió como si no lo hubiera oído.
—Y yo enviaré por algunos refrescos. Acabo de adquirir un servicio de chocolateexquisito ¿te gusta el chocolate, ________?
_________ acompañó a su cuñada recién descubierta a una suntuosa sala, un ladodel cual estaba revestida con paneles de cristal que proporcionaban una vistade un exuberante invernadero con plantas en el interior.
—Nunca lo he tomado antes —contestó. La bebida nunca había sido servida enMaidstone's e incluso si lo hubiera sido, Lord Radnor nunca le habría permitidotomarla. Y seguramente los criados de Stony Cross Park raras veces, si algunavez lo habían hecho, disfrutaban de tales lujos. La mantequilla y los huevosraras veces eran distribuidos a los criados, mucho menos algo tan caro como elchocolate.
—¿Nunca? Bien, entonces, probaras un poco hoy —la sonrisa de Sophia tenía unacalidad traviesa cuando añadió. —Resulto ser una gran autoridad en la materia.
La sala estaba decorada en cálidos tonos Borgoña, oro, y verde, los pesadosmuebles de caoba tapizados en brocado y terciopelo. Pequeñas mesas consuperficies de cuero estaban dispersas por todas partes de la habitación,soportando las tentadoras cargas de panfletos, novelas, y periódicos. En ladirección de Sophia, _________ se sentó sobre un sofá con mucho relleno, contrauna fila de almohadas bordadas con motivos de animales y flores. Nick se sentóa su lado después de que Sophia tomó una silla cercana.
Una criada se acercó a Sophia, recibió unas instrucciones susurradas, yabandonó discretamente la habitación.
—Mi marido estará aquí de un momento a otro —les informó serenamente Sophia—.Ahora, ________, cuéntame como os conocisteis tú y Nick. Su nota era bastantebreve, y estoy impaciente por los detalles.
_________ abrió y cerró la boca como un pescado en tierra, incapaz de formaruna respuesta. No quería mentir a Sophia, pero la verdad —que su matrimonio eraun arreglo frío, práctico— era demasiado embarazosa de admitir. Nick contestópor ella, su mano grande cubriendo la suya.
—Nos conocimos en Hampshire durante una investigación, —le dijo a su hermana,jugando con los dedos de _______ hablaba—. ________ estaba prometida a Lord Radnor,y se ocultaba para evitarlo. Él me contrató para encontrarla, y cuando lo hice…—Él se encogió de hombros y dejó a Sophia sacar su propia conclusión.
—Pero Lord Radnor es al menos tres décadas más viejo que ________ —dijo Sophia,arrugando su nariz. Ella echó un vistazo a ________ con franca compasión—. Yhabiéndolo encontrado en una o dos ocasiones, encuentro que es bastanteextraño. Ninguna maravilla que te conviniera —echó un vistazo a Nick—. ¿Fuisteinmediatamente cautivado por _________, cuándo la conociste?
—¿Quién no lo estaría? —esquivo Nick con una sonrisa suave. Él trazó un círculolento sobre la palma de ________, acarició el interior de sus dedos, acariciócon su pulgar sobre las venas delicadas de su muñeca. La sutil exploración lahizo sentir caliente y sin aliento, su ser entero enfocó la atención en la yemadel dedo que se movía como una pluma a lo largo de la carne sensible de laparte superior de su palma. Lo más desconcertante de todo fue el darse cuentade que Nick ni siquiera sabía lo que hacía. Él jugueteaba perezosamente con sumano y hablaba con Sophia, mientras el servicio de chocolate era llevado a lasala y dispuesto sobre la mesa.
—¿No es encantador? —preguntó Sophia, indicando el servicio de porcelana conflores con un ademán. Ella levantó la tetera alta y estrecha y vertió unlíquido oscuro y fragante en una de las pequeñas tazas, llenando el tercioinferior— la mayoría de la gente emplea polvo de cacao, pero los mejoresresultados se obtienen mezclando nata líquida con licor de chocolate—expertamente revolvió una cucharada generosa de azúcar en el humeantelíquido—. No licor como en el vino o el alcohol, tenlo en cuenta. El licor delchocolate se exprime del grano antes de que sean tostados y se les quite las cáscaras.
—Huele bastante delicioso —comentó ________, sostuvo la respiración cuando layema del dedo de Nick investigó la suavidad rechoncha en la base de su pulgar.
Sophia volvió su atención a la preparación de las otras tazas.
—Sí, y el sabor es divino. Prefiero más el chocolate al café por la mañana.
—¿Es un es-estimulante, entonces? —preguntó ________, finalmente lograndoapartar la mano de Nick. Privado de su juguete, él le echó un vistazoinquisitivo.
—Sí, de alguna clase —contestó Sophia, vertiendo una cantidad generosa de natalíquida en el licor de chocolate azucarado. Ella revolvió las tazas con unadiminuta cuchara de plata—. Aunque no exactamente tan estimulante como el café,el chocolate levanta el ánimo a su propio modo—. Ella le hizo un guiñó a ________—.Algunos incluso proclaman que el chocolate despierta los instintos amorosos.
—Que interesante —dijo ________, haciendo todo lo posible por ignorar a Nick mientrasaceptaba su taza. Inhalando los ricos vapores apreciativamente, tomó un sorbodiminuto del líquido brillante, oscuro. El fuerte dulzor se deslizó a lo largode su lengua y cosquilleó la parte de atrás de su garganta.
Sophia rió con placer por la expresión de ________.
—Te gusta, ya lo veo. Bueno ahora he encontrado un incentivo para hacer que mevisites a menudo.
________ asintió mientras seguía bebiendo. Cuando alcanzó el fondo de la taza,su cabeza nadaba, y sus nervios zumbaban por la mezcla de calor y azúcar.
Nick dejó su taza de lado después de un trago o dos.
—Demasiadopesado para mí gusto, Sophia, aunque elogio tu habilidad en prepararlo. Además,mis instintos amorosos no necesitan ningún estímulo—. Él sonrió porque ladeclaración motivó que _______ se atragantara con las últimas gotas dechocolate.
—¿Quieres un poco más, ________?— Ofreció Sophia.
—Ah, sí, por favor.
Antes de que Sophia vertiera más del líquido mágico, sin embargo, un hombrealto, de cabello negro entró en la habitación. Él habló con una vozextraordinaria, profunda y ligeramente áspera, su acento exquisitamente cultivado.
—Perdóneme por llevarme tanto tiempo unirme a vosotros. Era necesario concluiralgunos negocios con mi agente de la hacienda.
De algún modo _________ había esperado que sir Ross fuera ordenado y serio ypomposamente de mediana edad. Estaba, después de todo, a comienzos de loscuarenta años. Sin embargo, sir Ross parecía estar más en forma y ser más virilque la mayor parte de los hombres con la mitad de su edad. Era guapo de unamanera distante, su autoridad natural una fuerza tan potente que ________ instintivamentese hundió hacia atrás en los cojines. Era alto y delgado, poseyendo unacombinación de confianza en sí mismo y vitalidad que hacía que la juventudinexperta pareciera completamente falta de gracia. Su elegancia innata habríasido evidente incluso si hubiera estado vestido con rústicas ropas decampesino. Como fuera, llevaba un abrigo negro decididamente confeccionado yhaciendo juego con el pantalón, con una corbata de seda gris oscuro anudadahábilmente alrededor de su cuello. Su mirada recorrió la escena, tocandobrevemente sobre _________, quedándose un poco más sobre Nick, luegodecidiéndose por su esposa. Que extraños ojos tenía… un gris tan penetrante ybrillante que la hizo pensar en un relámpago atrapado en una botella.
Increíblemente, Sophia habló a la extraordinaria criatura como si fuera unhombre corriente, su tono decididamente coqueto.
—Ahora que estas aquí, supongo tendremos que hablar de algo aburrido, como lapolítica o la reforma judicial.
Sir Ross se rió mientras se doblaba para besar su mejilla. Eso habría sido elgesto corriente de un marido excepto el modo en que terminó el beso con unasuave, casi imperceptible caricia con la nariz. Los ojos de Sophia se cerraronbrevemente, como si el tacto de su boca sobre su piel evocara tentadoresrecuerdos.
—Trataré de ser divertido— murmuró él con una sonrisa acariciante. Cuando seenderezó, la luz jugó con la oscuridad de ébano de su pelo y distinguió lasvetas de plata en sus sienes.
Nick tenía el rostro pétreo mientras permanecía de pie para estrechar la manode su cuñado.
—Sir Morgan me dijo que deseabas verme— dijo sin preámbulos—. ¿Qué estastramando, Cannon?
—Hablaremos de eso más tarde. Primero deseo conocer a tu intrépida y jovennovia.
________ se rió de la implicación de sir Ross —que cualquier mujer tendría queser intrépida para casarse con un hombre con tan mala fama como Nick Jonas.Ella hizo una reverencia cuando el antiguo magistrado rodeó la mesa. Tomandosus manos en las suyas grandes y cálidas, sir Ross habló con encantadoraamabilidad.
—Bienvenida a la familia, sra. Jonas. Este segura de que si alguna vez necesitaayuda de cualquier clase, sólo tiene que pedirla. Estoy a su disposición.
Cuando sus miradas se encontraron, ________ sabía instintivamente que élpensaba lo que decía.
—Gracias, sir Ross. Lamento la necesidad de mantener nuestro parentesco ensecreto, porque yo estaría bastante orgullosa de proclamarles a usted y a lasra Cannon como parientes.
—Quizás podamos hacer algo sobre eso— contestó enigmáticamente.
De pronto _________ sintió las manos de Nick cerrase alrededor de su cintura, yla apartó de sir Ross.
—Lo dudo— dijo Nick a su cuñado—. Ya que no hay ninguna condenada manera en queyo permitiría jamás que semejante información se hiciera pública.
Sophia intercedió rápidamente.
—Ya que es más bien demasiado tarde para tener el tradicional desayuno de boda,propongo que disfrutemos de un almuerzo nupcial. El cocinero preparará chuletasde cordero, los primeros espárragos de la temporada, y varias variedades deensalada. Y crema de piña para postre.
—¡Qué maravilloso! —dijo ________, uniéndose en el esfuerzo para mantener laatmósfera tranquila. Se sentó una vez más sobre el sillón y con cuidado arreglósus faldas—. Nunca he probado los espárragos, y siempre quise probarlos.
—¿Nunca has tomado espárragos? — Sophia preguntó con incredulidad.
Mientras ________ buscaba un modo de explicar su desconocimiento de talesdelicadezas, Nick se sentó a su lado y tomó su mano otra vez.
—Me temo que mi esposa tuvo una dieta más bien espartana en la escuela— le dijoa su hermana—. Asistió a Maidstone durante varios años.
Sir Ross ocupó una silla al lado de Sophia y miró a ________ atentamente.
—Una institución muy conocida por la reputación de producir señoritas muydotadas—. Su tono se hizo amablemente alentador—. Dígame, ¿disfruto de sus añosallí?
—Por favor, llámeme ________— le invitó con una tímida sonrisa. Mientrasprocedía a describir sus experiencias en el colegio, sir Ross escuchóatentamente, a pesar de que no tenía idea de porque la cuestión tendría semejanteinterés.
Pronto el almuerzo fue servido en el invernadero, en una mesa cargada debrillante cristal y porcelana florida, mientras dos lacayos les asistían. ________estaba encantada por los árboles de interior y los abundantes pedazos dedelicadas rosas de té que perfumaban el aire. Incluso el humor de Nick parecióaligerarse en la atmósfera cordial. Relajándose hacia atrás en su silla, lesentretuvo con historias sobre la oficina de Bow Street, incluyendo un relato decomo los agentes habían sido asignados a inspeccionar la ropa interior sucia ylas camisas de prisioneros siendo mantenidos en una sólida habitación. Alparecer los prisioneros a menudo escribían mensajes secretos en su ropa, lascuales eran dadas a los parientes, que traían ropas nuevas para que llevarancuando vieran al magistrado. La condición de la ropa de los prisioneros era amenudo tan asquerosa que los agentes habían recurrido al sorteo de pajas paradecidir a quién se le debería dar la asquerosa tarea. Cuando Nick habíaterminado de describir la furia de un agente en particular que siempre parecíasacar la paja corta, hasta sir Ross estaba riendo sonoramente.
Finalmente sir Ross y Nick se lanzaron a una conversación sobre los problemasacerca de la "Nueva Policía", que había sido creada aproximadamentediez años antes. Desde entonces, Bow Street había permanecido separada de laNueva Policía, porque la fuerza de guardias y agentes de sir Morgan estabamucho mejor entrenada y era más eficaz que "las langostas crudas".
—¿Por qué llaman langostas crudas a la Nueva Policía? —________ no podíaresistirse a preguntar.
Sir Ross contestó con una sonrisa débil.
—Como las langostas crudas son azules —el color de los nuevos uniformes— ylangostas también pellizcan.
El comentario hizo reír a Nick.
Como la discusión de policía siguió, Sophia se desplazó más cerca a ______.
—¿Piensas que mi hermano deseará seguir en Bow Street ahora que estáis casados?
—Él me dio la impresión de que no tiene ninguna opción— contestó :
________ con cuidado—. El trato con sir Ross…
—Sí, pero aquel arreglo nunca se pensó para que durara siempre. Y ahora que Nickse ha casado, quizás sir Ross lo libere del acuerdo.
—¿Por qué tendría nuestro matrimonio algún efecto sobre la posición del sr. Jonasen Bow Street?
Sophia echó un vistazo cautelosamente a los hombres a través de la mesa.
—La respuesta a eso es demasiado privada —y complicada— para hablar ahora.¿Puedo visitarte pronto, _______? Nosotras podríamos tener una agradable ylarga charla y quizás continuaremos con una excursión para hacer compras.
_________ sonrió. Nunca había esperado que la hermana de Nick resultara ser tanafable. Y parecía que Sophia estaba bastante dispuesta a hacer alguna luz sobreel pasado misterioso de Nick, que ayudaría a _________ a entenderlo muchomejor.
—Sí, eso me gustaría muchísimo.
—Encantador. Espero que tengamos gran diversión
Oyendo por casualidad la última observación de su hermana, Nick arqueó unaoscura ceja.
—¿Qué planeas, Sophia?
—Ah, un simple paseo a lo largo de Oxford Street— contestó alegremente.
Nick resopló.
—Hay al menos ciento cincuenta tiendas en Oxford. Sospecho que harás más quesimplemente pasear.
Sophia se rió.
—Debesabrir cuentas para __________ en las pañerías, y en Wedgwood, y naturalmente enlas joyerías, así como la librería y…
—Ah, mi lady… er, Sophia, —interrumpió ________ incómodamente, preguntándosepor qué ella no pareció comprender que sus fondos eran bastante pobres,comparados a la riqueza de los Cannon— estoy segura de que no será necesarioabrir cuentas a mi nombre.
Nick habló a Sophia con una sonrisa leve.
—________puede tener crédito en cualquier parte donde le guste. Pero primero llévalaa tu modista. A mi conocimiento, no tiene ningún ajuar de boda.
—No necesito ningún vestido nuevo— protestó ________—. Quizás un vestido bueno,pero esto es todo— la última cosa que deseaba era que Nick gastara mucho dineroen ropa para ella. Sus recuerdos de los hábitos de gastos extravagantes de suspadres, y su consecuencia de pasar a la pobreza, estaban todavía muy claros ensu mente. Ella tenía un miedo instintivo de gastar grandes cantidades dedinero, y sabía mejor que nadie como incluso se podía malgastar una desahogadafortuna en poco tiempo—. Por favor, debo insistir en que no lo hagas…
—Esta bien— interrumpió Nick, tocando su hombro. Su mirada expresaba el mensajede que ahora no era el momento para discutir la cuestión.
Ruborizándose, _______ se calló. Su mano se demoró en su hombro, después sedeslizó hasta su codo, apretando ligeramente.
Con agradecimiento, el silencio en la mesa fue relevado por la aparición de unlacayo, que retiraba los platos mientras otro colocaba platos de postre ydiminutos copas de vino dulce. Colocaron los platos de postre con bizcochosdelicados y crema de piña servida en pequeños y bonitos tarros de cristal.
Sir Ross introdujo un nuevo tema de conversación acerca de unas enmiendasrecientemente propuestas por la Ley de asistencia pública, que tanto él como Nickapoyaban. Sorprendentemente, Sophia ofreció sus propias opiniones sobre elasunto, y los hombres escucharon con atención. _________ trató de ocultar suasombro, ya que le habían enseñado durante años que una mujer apropiada nuncadebería expresar sus opiniones en compañía mixta. Seguramente ella no deberíadecir nada sobre política, un asunto incensario que sólo los hombres estaban cualificadospara discutir. Y aún aquí estaba un hombre tan distinguido como sir Ross queparecía no encontrar nada malo en que su esposa hablara sin rodeos. Tampoco Nickparecía disgustado por que su hermana hablara abiertamente.
Quizás Nick le permitiría la misma libertad. Con aquel pensamiento agradable ensu mente, ________ consumió su crema de piña, una crema rica, sedosa con unsabor fuerte. Al alcanzar el fondo del tarro, pensó con ansia que agradabledebería ser tomar otra. Sin embargo, los buenos modales y el miedo de parecerglotona hacía inconcebible pedir una segunda vez.
Notando el vistazo melancólico que ________ dio a su plato vacío, Nickse riósuavemente y deslizó su propio postre intacto a su plato.
—Tienes incluso más gusto por los dulces que la pequeña Amelia— murmuró él ensu oído. Su aliento caliente provocó que el pelo de su nuca se erizara.
—No teníamos postres en la escuela— dijo con una sonrisa vergonzosa.
Él tomó su servilleta y la aplicó con cuidado en la comisura de su boca.
—Puedo ver que tendré un tiempo de mil demonios tratando de compensar todas lascosas de las que fuiste privada. Supongo que ahora querrás dulces con cadacomida.
Haciendo una pausa en el acto de levantar su cuchara, ________ miró fijamentelos cálidos ojos azules tan cerca de los suyos, y de pronto se sintió envueltaen calor. Ridículo, que todo lo que él tenía que hacer era hablar con aquellanota acariciante de su voz, y ella podía estar totalmente perdida.
Sir Ross los estudió a los dos con un vistazo envolvente.
—Nick, hay un asunto que tratar contigo. Indudablemente hay mejores modos derevelar mis pensamientos acerca de tu futuro, pero confieso que no puedo pensaren ellos. Tus circunstancias son insólitas—. Hizo una pausa y sonrió conarrepentimiento— eso es quedarse corto, desde luego. Los giros y las vueltas detu vida no han sido nada si no extrañas.
Nick se sentó de nuevo con gracia lánguida, pareciendo relajado, pero ________ sentíala aprehensión que se enroscaba dentro de él.
—No te he pedido que pienses mi futuro.
—Tengo que hacerlo, sin embargo. Durante los tres últimos años he seguido tu carrera.
—¿Seguido? —Interrumpió Nick secamente—. Más bien manipulado, entrometido, einterferido.
Habituado a la semántica después de tantos años en la Magistratura, sir Ross seencogió de hombros.
—He hecho lo que creí mejor. Ten en cuenta que en mis relaciones contigo,también he tenido que considerar los intereses de Sophia. Ella es la únicarazón por la que te guardé de la horca. Ella creía que había potencial para labondad en ti. Y aunque no lo vi entonces, estoy dispuesto a admitir ahora queella tenía razón. No eres el autentico bandido que creía que eras.
Nick sonrió con serenidad, consciente de que estaba siendo condenado con totalalabanza.
—A cambio, déjame decir que no eres completamente el pescado hipócrita quepensé que eras.
—¡Nick! —Regañó Sophia, y puso su delgada mano en la grande de sir Ross—. Mimarido nunca ha tenido un pensamiento hipócrita en su vida. Y en cuanto a lo deser un pescado frío, puedo asegurarte más que definitivamente que no lo es.Además…
—Sophia— interrumpió sir Ross suavemente— no tienes que defenderme, mi amor.
—Bien, no lo eres— insistió ella.
Su mano giró la palma hasta asir la de ella, y durante solamente un momento lapareja miró sus dedos entrelazados con un placer compartido que parecíaindeciblemente íntimo. _________ sintió un dolor peculiar en su pecho. ¿Quédebe ser amar de esa manera? Ambos parecían tomar tal enorme placer el uno enel otro.
—Bien— dijo Nick con impaciencia—. Ve al grano, Cannon. No tengo ningún deseode pasar todo el día de mi boda contigo.
Esto provocó una sonrisa del antiguo magistrado.
—Muy bien, trataré de ser conciso. Después de que te unieras a la fuerza de BowStreet, sir Morgan me ha mantenido informado de sus logros; las operacionespolicíacas, el trabajo con las patrullas de a pie, las búsquedas que hasemprendido a riesgo de tu vida. Pero no fue hasta el fuego de la casa Barthasque comprendí cuánto has cambiado.
—No he cambiado— dijo Jonas con cautela.
—Has aprendido a valorar las vidas de otros tanto como la tuya propia— siguiósir Ross—. Has encontrado el desafío que te presenté hace tres años, y hascontribuido enormemente a la asistencia social. Y ahora hasta has tomado unaesposa. De manera bastante interesante, es la clase de joven con la que podríashaberte casado si las circunstancias no te hubieran privado de tu título yposición hace mucho.
Los ojos de Nick se estrecharon.
—Nunca me importó un bledo el título. Y Dios sabe que ahora no tengo utilidadpara el.
El hombre mayor jugaba con su cuchara, llevando una expresión que conviene a unjugador de ajedrez en medio de un juego largo.
—Hay algo que nunca has entendido lo bastante sobre tu título. Es tuyo, si loquieres como si no. Un título no desaparece simplemente porque uno decide nohacer caso de el.
—Lo hace si uno decide convertirse en otro.
—Pero no eres otro —volvió a replicar sir Ross—. El verdadero Nick Jonas murióhace catorce años. Tú eres Lord Sydney.
—Nadie sabe eso.
—Eso, —dijo sir Ross con calma— está a punto de cambiar.
Nick se quedó inmóvil mientras asimilaba la declaración.
—¿Qué diablos significa eso?
—Después de mucho deliberar, decidí comenzar el proceso de dignificación en tunombre. Recientemente expliqué los detalles de tu situación en las oficinas dela Corona y al Lord Chanciller. No sólo lo hice si no que les aseguré que eresen verdad el Lord Sydney perdido hace mucho, también confirmé que estaseconómicamente dotado para gestionar el título. En aproximadamente quince días,el empleado de la Corona publicará un citación judicial, llamándote a la Cámarade los Lores. En cuyo momento te presentaré públicamente como Lord Sydney, enun baile que se dará en tu honor.
Nick salió disparado de la mesa, su silla cayó hacia atrás e hizo ruido en elsuelo.
—¡Vete al infierno, Cannon!
_________se asustó ante la explosión de hostilidad. Jonas reaccionó como si su mismavida estuviera siendo amenazada. Sin embargo, el peligro que afrontaba no erael peligro físico al que estaba acostumbrado… era intangible, insidioso… la únicaprisión de la que no podía escapar. ________ sentía los pensamientos que seretorcían detrás de su expresión inflexible, el modo en que su menteinteligente analizaba el repentino aprieto y consideró varios modos deevadirlo.
—Lo negaré todo —dijo Nick.
Sir Ross hizo un templo de sus manos, mirándole sin pestañear.
—Si lo haces, responderé con declaraciones por mí mismo, sir Morgan, tuhermana, y hasta tu esposa, declarando el hecho de que has confesado en privadoser Lord Sydney. Estás, combinadas con las extrañas circunstancias tales comoel registro desaparecido de tu entierro y los informes incoherentes de tumuerte, forman lo que se conoce en la ley inglesa como afecundatio ab extra —unextraño, pero no imposible acontecimiento.
Nick miraba como si quisiera asesinar al antiguo magistrado de Bow Street.
—Presentaré una solicitud a la Cámara de los Lores para que se me permitarenunciar al título. Dios sabe que se alegraran de deshacerse de mí.
—No seas idio*ta. ¿Realmente crees que alguna vez te permitirían negar tutítulo? En sus mentes, semejante renuncia desafiaría la institución misma deltítulo de nobleza. Temerían que las distinciones entre las clases —sino, lamisma monarquía— fueran amenazadas.
—No crees en el privilegio basado en el nacimiento —se lanzó hacia atrás—. ¿Porqué me obligas a un maldito titulo? No lo quiero.
—Esto no tiene nada que ver con mis creencias políticas. Es una cuestión de unsimple hecho. Eres Sydney, no importa como te llames a ti mismo. No vas a sercapaz de volcar setecientos años de principio hereditario, tampoco serás capazde evitar tus obligaciones como Lord Sydney ya.
—¿Obligaciones a qué? —Se mofó Nick—. ¿A una hacienda que ha sido mantenida endesuso durante catorce años?
—Tienes una responsabilidad con los arrendatarios que tratan a duras penas deganarse la vida en unas tierras desvencijadas administradas por el gobierno.Con la Cámara de los Lores, donde tú asiento ha estado vacante durante dosdécadas. Con tu hermana, que esta obligada a mantener su relación con su propiohermano en secreto. Con tu esposa que gozaría de mucho más respeto y posiciónsocial como lady Sydney de lo que jamás lo haría como sra. Jonas. Con lamemoria de tus padres. Y contigo mismo. Durante la mitad de tu vida te hasestado ocultando detrás de un nombre falso. Es el momento de que admitas quieneres.
Las manos Nick apretadas.
—Eso no lo decides tú.
—Si no fuerzo una decisión, pasaras el resto de tu vida evitándolo.
—¡Es mi derecho!
—Quizás. Pero a pesar de todo, encontraras imposible continuar como detective.Sir Morgan está de acuerdo con mi opinión, y por lo tanto él no requerirá mástus servicios en Bow Street.
Una estela de color se extendió sobre la cara de Nick. Su garganta funcionóviolentamente cuando comprendió que sus días como agente acababan de llegar aun fin.
—Entonces pasaré mi tiempo llevando servicios privados.
—¿Sería una novedad, verdad? —Preguntó Señor Ross sardónicamente—. El vizcondeque resuelve crímenes.
—Nick—Sophia entró por la fuerza suavemente— sabes lo que Papá y Mama habríanquerido.
Él parecía amargado y miserable, y sobre todo, ultrajado.
—He sido Nick Jonas demasiado tiempo para cambiar.
Sophia contestó con mucho cuidado, pareciendo entender por qué él loconsideraría imposible.
—Será difícil. Nadie negaría eso. Pero tienes a ________ para ayudarte.
Nick no dedico una mirada a ________ pero hizo un sonido desdeñoso.
—________, querida, —dijo Sophia con una inflexibilidad dulce que traicionabala fuerte voluntad bajo su fachada delicada—. ¿Cuántos años asististe aMaidstone?
—Seis— dijo ___________, echando un vistazo cauteloso al perfil duro de sumarido.
—Si la reputación de Maidstone resulta cierta, esos seis años estuvieron llenosde una educación que incluía un entrenamiento riguroso de conducta, gracia, elarte de la recepción cortés, las habilidades para planear el presupuesto ydirigir una casa, los elementos de estilo y buen gusto, los rituales de lasvisitas de la mañana y las reuniones antes de la cena... las miles de pequeñascuestiones sobre la etiqueta que separan el primer nivel de las otras capas dela sociedad. Sospecho que fácilmente podrías controlar una casa de cualquiertamaño, no importa como de grande. Sin duda también te enseñaron cómo bailar,montar a caballo, tocar un instrumento musical, hablar francés y quizásnociones de alemán… ¿estoy equivocada?
—Estas en lo cierto —dijo ________ brevemente, odiando el sentimiento repentinode que ella era parte de la trampa que se cerraba alrededor de Nick. Loforzaban a convertirse en algo que no tenía ningún deseo de ser, y ellaentendía todos sus sentimientos demasiado bien.
Asintiendo con satisfacción, Sophia se dio la vuelta hacia su hermano quefruncía el ceño.
—________ es una gran ventaja para ti. Resultará inestimable ayudándote aajustarte a tu nueva vida…
—No voy a adaptarme a ninguna maldita cosa —gruñó y lanzó una miradaautoritaria a __________—. Venga, nos marchamos. Ahora.
Ella se levantó automáticamente, y sir Ross se puso de pie también. Preocupada,________ echó un vistazo a su cuñado. No había ningún destello de victoria ensus ojos. No creyó que sus motivos tuvieran algo que ver con la venganza o lamala voluntad. Estaba segura de que sir Ross —y Sophia — pensaban que erabastante necesario que Nick reclamara su antigua identidad. Ella tenía muchasganas de hablar del asunto con ellos, pero estaba claro que Nick apenasmantenía su autocontrol. Cualquier otro hombre habría estado satisfecho derecuperar su título, sus tierras, y los bienes de la familia. Sin embargo, eraobvio que para Nick eso era una pesadilla.
_________ se mantuvo en silencio durante el paseo de vuelta en carruaje a casa.Su marido estaba completamente inmóvil, tratando de contener su explosivoultraje, y más probablemente luchando por comprender la brusquedad con la quesu vida había cambiado. No muy diferente de su propio humor al abandonar StonyCross Park, pensó irónicamente.
En el momento que llegaron a la casa de la calle Betterton, Jonas prácticamentesaltó del carruaje, dejando a ________ aceptarla ayuda del lacayo para bajar del vehículo.
Cuando alcanzó la puerta de calle, él no estaba en ningún sitio a la vista.
El ama de llaves estaba en el vestíbulo, su expresión perpleja traicionaba queacababa de ver la tormenta de Nick dentro de la casa.
—Sra. Trench, —dijo _______ con calma, —¿Llegó a ver adonde fue el sr. Jonas?
—Creo que está en la biblioteca, señorita. Esto… Mrs. Jonas.
¡Por Dios!, que extraño era ser llamada eso. Y aún era extraño contemplar lafuerte posibilidad de que dentro de poco sería llamada Lady Sydney. Frunciendoel ceño, _______ echó un vistazo desde la escalera hasta el pasillo queconducía hacia la biblioteca. Parte de ella quería retirarse a la seguridad yaislamiento de su habitación. Sin embargo, otra parte fue irresistiblementearrastrada a encontrar a Nick.
Después de que la sra. Trench tomara su sombrero y guantes, _______ se encontróandando hacia la biblioteca. Llamó a la puerta cerrada antes de entrar. Labiblioteca estaba revestida con oscura madera de cerezo, y cubierta conalfombras tejidas con medallones de oro sobre un fondo marrón. Multitud deventanas de cristal se extendían hasta lo alto del techo, que tenía al menosdieciocho pies de alto.
La forma ancha de los hombros de Jonas estaba en una de las ventanas, suespalda se tensó visiblemente cuando la oyó acercarse. Una copa de brandyestaba apretada en su mano, el delicado tazón de la copa parecía como sipudiera romperse en sus dedos largos.
_________ vaciló al lado de una de las estanterías altísimas de madera decerezo, notando que la biblioteca estaba extrañamente desprovista de volúmenes.
—Tu biblioteca esta casi vacía —comentó.
Nick permanecía en la ventana, su mirada melancólica y vacía. Él bebió de untrago el resto del brandy con un rígido movimiento de muñeca.
—Compra algunos libros, entonces. Llénala del piso al techo si quieres.
—Gracias—. Animada por el hecho de que aún no le había dicho que se marcharse, ________se aventuró más cerca— sr. Jonas…
—No me llames esí —dijo en una explosión de irritación.—Lo siento. Nick. Seacercó más—. Deseo corregir algo que sir Ross dijo— no tienes ningunaresponsabilidad de convertirme en Lady Sydney. Como te dije antes, no mepreocupa si eres par o plebeyo.
Él estuvo tranquilo durante largo tiempo, entonces soltó un suspiro tenso.Cruzando de una zancada hasta el aparador, se vertió otro brandy.
—¿Hay algún modo de detener a sir Ross de llevar a cabo sus planes?—preguntó ________—.Quizás podríamos buscar algún consejo legal…
—Es demasiado tarde. Conozco a Sir Ross, él ha pensado en cada contramovimientoposible. Y su influencia se extiende por todas partes; la judicatura, laaplicación de la ley, el Parlamento, la oficina de la Corona… esa citaciónjudicial va a llegar, no importa que demonios haga para evitarlo— pronunció unapalabra desconocida que parecía bastante grosera—. Me gustaría romper cadahueso del cuerpo de Cannon, asno insufrible.
— ¿Qué puedo hacer? —preguntó silenciosamente.
—¿Oíste a mi hermana, verdad? Vas a actuar como la señora del señorío yayudarme a simular ser un vizconde.
—Te las arreglaste bastante bien en Stony Cross Park— indicó— dabas unaconvincente apariencia de nobleza.
—Fue sólo durante unos días— dijo amargamente—. Pero ahora parece que tendréque desempeñar el papel por el resto de mi vida— sacudió su cabeza con furiosaincredulidad—. ¡Dios! No quiero esto. Voy a matar a alguien poco después.
_________ inclinó la cabeza mientras lo observaba especulativamente. Sin dudadebería temerlo cuando estaba de este humor. De hecho parecía como si estuvieralisto para cometer el asesinato, sus ojos brillando por la sed de sangre. Perocuriosamente ella estaba llena de compasión, e incluso más que eso, unsentimiento de compañerismo. Ambos estaban forcejeando, ambos frente a una vidaque no habían planeado, ni habían pedido.
—¿Cómo te sentiste en Stony Cross Park, cuando te preséntate como Lord Sydney?—preguntó.
—Al principio lo encontré divertido. La ironía de hacerme pasar por mi mismo.Pero después del primer día, se convirtió en un peso sobre mis hombros. La meramención del nombre me irrita terriblemente.
_________ se preguntaba por qué estaba tan fastidiado con el nombre con el quehabía nacido. Tenía que haber alguna otra razón que las que había dado hastaahora.
—¿Nick, qué quería decir sir Ross cuándo dijo que económicamente estabas dotadopara gestionar el título?
Su boca se torció.
—Quería decir que podría permitirme el coste de mantener un estado grande y laclase de estilo de vivir requerido de un par.
—¿Cómo podría saber tal cosa?
—Él no lo sabe de cierto.
—Se equivoca, desde luego.
—No, —Nick refunfuñó— él no se equivoca. Antes de que llegara a Bow Street,hice unas inversiones, y tengo alguna propiedad aquí y allí. En general, tengoaproximadamente doscientos ahorrados.
Silenciosamente _________ pensaba que doscientas libras en ahorros no estabamal, pero no ofrecía la clase de seguridad que uno podría haber deseado. Sóloesperaba que sus inversiones no bajaran de valor.
—Bien, parece bastante satisfactorio, —dijo, no deseando herir sussentimientos—. Pienso que nos las arreglaremos bastante bien si economizamos.Pero no pienso que las circunstancias permitan un ajuar de boda. No en estemomento. Quizás en el futuro.
—_________, —interrumpió— no tenemos que economizar.
—Doscientas libras son una buena suma, pero será difícil mantener una casa con…
—__________— le echó una mirada con una extraña expresión—. Yo me refería amiles. Doscientas mil libras.
—Pero… pero…—__________ estaba asombrado. Eso era una suma inmensa, una fortunadesde el punto de vista de cualquiera.
—Y aproximadamente cinco mil al año por inversiones y comisiones privadas—. Añadió,atontándola más. Su cara se oscureció—. Aunque parece que mis días decomisiones privadas se han terminado.
—Por qué, debes de ser tan rico como Lord Radnor— dijo aturdida.
Él hizo un gesto agitado con la mano, como si la consideración del dinero fueracompletamente irrelevante, comparada a su mayor problema."Probablemente".
—Podrías permitirte una docena de casas. Podría tener cualquier…
—No necesito una docena de casas. Sólo puedo dormir bajo un techo a la vez.Sólo puedo comer tres comidas por día. Y me importa un bledo impresionar nadie.
________ estaba sorprendida al comprender que no estaba motivado por adquirir riqueza.Su fortuna había venido como una consecuencia de su necesidad de burlar a lagente del hampa en Bow Street. Y ahora que la profesión de ejecutar la ley lehabía sido retirada, tendría la urgente necesidad de hacer algo. Él era unhombre tremendamente activo, nada satisfecho por la indolencia culta de vidaaristocrática. ¿Cómo en el nombre del cielo iba a adaptarse a la vida de unpar?
Sus pensamientos debían haberse reflejado en los suyos, ya que él dio un gemidode cólera desesperada y pasa su mano aproximadamente por su pelo. Un vagomechón cayó sobre su frente, y _________ estaba asustada por su impulsorepentino de jugar con el espeso cabello color chocolate, alisarlos haciaatrás, deslizar sus dedos en la cálida seda.
—_________, —dijo bruscamente— salgo un ratito. Probablemente no volveré hastala mañana. Tienes un indulto para esta noche.
—¿Qué vas a hacer?
—Aún no lo se— se distanció de ella con una agitación que contenía un filo depánico, como si una red pesada hubiera caído sobre él.
________ sabía que no debería preocuparse si salía y bebía, o empezaba unapelea con alguien, o hiciera cualquiera de las numerosas cosas tontas que loshombres hacen en busca de diversión. No debería querer calmar su furia apenascontenida. Pero lo hacía.
Sin permitirse el tiempo para considerar sus acciones, _________ se acercó aél, tocando el fino paño de su abrigo con la palma. Su mano dejó de lado latela y se metió dentro con cuidado. Su chaleco era del mismo negro profundo quesu abrigo, pero el material era de seda, resbalando un poco sobre ladelineación dura de los músculos del pecho. Pensó lo caliente que debía ser supiel, para transmitir tal calor a través de la ropa gruesa.
Nick estaba de pronto inmóvil, su respiración cambió a un ritmo lento, másprofundo. _________ no miró su cara, pero se concentró en cambio en el nudo desu corbata gris mientras sus dedos exploraban los pliegues níveos y fragantesde su camisa.
—No quiero un indulto— dijo finalmente y tiró del nudo hasta que se resbalóflojo.
Cuando la corbata se desenredó, pareció que su autocontrol se deshizo de modosimilar. Él respiraba más pesadamente, y sus manos apretadas a los lados.Inexpertamente desató el cuello tieso de su camisa y lo desplegó ampliamentepara revelar el brillo de ámbar de su garganta. Ella echó un vistazo a su caray vio con un temblor de nerviosismo repentino que su furia se transformabarápidamente en pura necesidad sexual. El color se deslizó a través de suspómulos y el puente de su nariz, un brillo bruñido que hizo que sus ojosparecieran fuego azul.
Su cabeza bajó muy despacio, como si le diera cada oportunidad de escapar. Ellase quedó donde estaba, sus ojos se cerraron cuando sintió el roce apenasperceptible de su boca sobre el lado de su cuello. Sus labios acariciaron lapiel sensible, separada, y la punta de seda de su lengua la acarició en uncírculo delicado, caliente. Con un débil suspiro, _________ se inclinó haciadelante en su cuerpo cuando sus piernas temblaron bajo ella. Él no la tocó consus manos, sólo siguió explorando su cuello con exquisita tranquilidad. Ella sesostuvo en él, sus brazos cerrándose alrededor de su delgada cintura.
Sus manos fueron hasta sus hombros, agarrando suavemente. Él parecía indecisoen cuanto a si quería atraerla más cerca o apartarla. Su voz era ronca cuandopreguntó.
—¿Qué estas haciendo, _________?
Su corazón latía tan desordenadamente que ella apenas podría convocar elaliento para hablar.
—Supongo que estoy alentadote a terminar lo que comenzaste en la biblioteca deLord Westcliff.
—¿Estas segura? —dijo bruscamente—. No he tenido una mujer en seis meses. Si depronto decides parar, no voy a tomármelo bien.
—No te diré que pares.
La miró fijamente, su mirada brillante de fiebre, su cara dura.
—¿Por qué ahora cuándo no quisiste anoche?
Eso estaba fuera de su capacidad para explicar. Después de los acontecimientosde esa tarde, él de pronto le parecía vulnerable. Comenzaba a ver las manerasen que la necesitaba, necesidades que iban más allá del deseo sexual. Y eldesafío de domarle, igualando su poderosa voluntad con la suya propia, erademasiado tentador para resistirse.
—Ahora estamos casados— dijo, aprovechando la primera excusa en que pudopensar—. Y yo preferiría ha… haber hecho esto, de manera que no lo tema.
Ella vio el parpadeo predador en sus ojos. Él la deseaba. No perdió el tiempohaciendo preguntas, sólo extendió su mano.
—Entonces ven arriba.
Con cuidado _________ colocó la mano en la suya.
—Nick, solo hay una cosa…
—¿Qué?
—Aún no esta oscuro.
—¿Y?
—¿Es apropiado hacer esto por la tarde?
La pregunta le sacó una risa vacilante de él.
—No lo sé. Y maldita sea no me importa—. Manteniendo su mano en la suya, laguió de la biblioteca al vestíbulo, y arriba de la magnífica escalera.
FIN DEL CAPÍTULO 8
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