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Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
aranzhitha escribió:si es muy raro leer a Nicho, la rayiz y Sebastian!
Quien era la amante del papa de Iz???
Que malo que tenga que llevar todo ese dolor!!!
Awww siguela!!!
:pokerface: :pokerface: :pokerface: :pokerface: :pokerface:
& que lo digas! u.u
Mentí xD en este capi averiguas quien fue la Amante! xD
\^.^/
Y la sigo! ;)
X
:bye:
Última edición por HeyItsLupitaNJ el Lun 18 Feb 2013, 3:46 pm, editado 1 vez
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
chelis escribió:RAROOO???? ES RARUSUSUSUMIIII!!!!
VERLOS COMO UNA FAMILIAAAA
PEROQUE TRAMARAAANNN????
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Ya sé!
Pronto lo sabrás! ;)
\^.^/
Y la sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
Valeefor1D ツ escribió:Hola
Me siento como en otro mundo cuando lei a la rayis, al Nicho y al maldito de Sebastian
Se me revuelve el estomago :suspect:
Pero todo sea por salvar al Nicho, si yo fuera la rayis haria lo mismo
La mami de la rayis ayudando a Izzy, y ni siquiera sabe en lo que esta metida la rayis
Bueno siguela pronto
Kiss xx.
Hola! :)
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Lo sé es rarisimo el leerlos así! u.u
Eso sip! Todo por el Nicho! :(L):
JAJAJAJAJ siiiii, vas a ver como se enojará Jocelyn cuando lo descubra!
\^.^/
Y la sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
I.am.rayita (Anto!!!) escribió:Umm ami tampoco me gusta mucho el sabor del vino! si fuera la rayis empezaria a comunicarme con Simon. Lo unico que falta que por alguna razon magica, los anillos dejen de servir!
Ah, y si me gustaria que adaptes otros libros!
SEGUILA! un beso...
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Ya verás que pasa con esos anillos!
Será algo mucho peor, no solo dejarán de funcionar! u.u
:hug: Entonces nos estaremos leyendo un tiempo más! ;)
\^.^/
Ya la sigo! ;)
PD: Siiiiiiiiii, mi Twitter es: @HeyItsLupitaG
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
chelis escribió: :ilusion: OTROOO
:aah: :aah: :aah: :aah: :aah:
\^.^/
Ya la sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
Listo te sigo en twitter!
Subi cap.
No puedo creer que los anillos no vallan a funcionar!
Subi cap.
No puedo creer que los anillos no vallan a funcionar!
I.am.rayita (Anto!!!)
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
• Las Hermanas de Hierro - Capitulo 9 (Parte 1) •
Alec levantó la piedra runa de luz mágica en su mano; irradió una luz brillante, destacando una de las esquinas de la estación de City Hall y luego otra. Saltó cuando un ratón chilló, corriendo a través de la polvorosa plataforma. Él era un Cazador de Sombras; había estado en muchos lugares oscuros, pero había algo en el aire de esa estación abandonada que hacía que corrieran escalofríos por su columna vertebral. Tal vez era el frío de la deslealtad que sentía, al escapar de su puesto de guardia en Staten Island y bajar la colina hasta el ferry al momento en que Magnus se había ido.
Alec levantó la voz.
―¡Camille! ―gritó―. ¡Camille Belcourt!
Oyó una ligera risa; que hizo eco en las paredes de la estación. Luego ella estaba allí, en la parte superior de las escaleras, el brillo de su luz mágica marcando su silueta.
―Alexander Lightwood ―dijo ella―. Vamos arriba.
Ella desapareció. Alec la siguió con su rápida luz mágica escaleras arriba, y encontró a Camille, donde lo había hecho antes, en el vestíbulo de la estación. Estaba vestida con la moda de una época pasada, un largo vestido cortado a la cintura, su cabello peinado en lo alto con sus rizos rubios plateados, y sus labios pintados de rojo oscuro. Supuso que era hermosa, aunque él no era el mejor juez de apariencia femenina, y no ayudaba que la odiara.
―¿Qué pasa con el disfraz? ―demandó.
Ella sonrió. Su piel era muy suave y blanca, sin líneas oscuras; se había alimentado recientemente.
―Un baile de máscaras en el centro. Comí bastante bien. ¿Por qué estás aquí, Alexander? ¿Hambriento de una buena conversación?
Si fuera Nicholas, pensó Alec, tendría una observación inteligente para eso, una especie de juego de palabra o un insulto hábilmente disfrazado. Alec sólo se mordió el labio y le dijo―: Me dijiste que regresara si estaba interesado en lo que ofrecías.
Ella pasó la mano a lo largo de la parte superior del sofá, la única pieza de mobiliario en la habitación.
―Y tú has decidido qué quieres.
Alec asintió con la cabeza.
Ella se echó a reír.
―¿Entiendes lo que estás pidiendo?
El corazón de Alec latía con fuerza. Se preguntó si Camille podría oírlo.
―Dijiste que podrías hacer a Magnus mortal. Igual que yo.
Sus carnosos labios se afinaron.
―Lo hice ―dijo―. Debo admitir que dudaba de tu interés. Te fuiste más bien apresuradamente.
―No juegues conmigo ―le advirtió―. No quiero tanto lo que ofreces.
―Mentiroso ―comentó casualmente―. O no estarías aquí. ―Se movió alrededor del sofá, acercándose a él, sus ojos registrando su rostro―. De cerca ―dijo―, no te pareces tanto a Will como había pensado. Tienes su color, pero una forma diferente en la cara… tal vez la ligera debilidad de tu mandíbula…
―Cállate ―le espetó. Bueno, no era el ingenio de Nicholas, pero era algo―. No quiero oír hablar sobre Will.
―Muy bien. ―Se estiró, lánguidamente, como un gato―. Fue hace muchos años, cuando Magnus y yo fuimos amantes. Estábamos en la cama juntos, después de una noche apasionada. ―Ella lo vio estremecerse, y sonrió―. Tú sabes lo que ocurre con las conversaciones con la almohada. Uno revela sus debilidades. Magnus me habló de un hechizo que existía, que podría llevarse a cabo para liberar a un brujo de su inmortalidad.
―Entonces, ¿por qué no sólo encuentro cuál es el hechizo y lo hago? ―La voz de Alec aumentó y se agrietó―. ¿Por qué te necesito?
―En primer lugar, porque eres un Cazador de Sombras; no tienes ni idea de cómo hacer funcionar un hechizo ―contestó ella con calma―. En segundo, porque si lo haces, él sabrá que fuiste tú. Si yo lo hago, va a suponer que fue por venganza. Rencor de mi parte. Y no me importa lo que Magnus piense. Pero a ti sí.
Alec la miró fijamente.
―¿Y tú harás esto por mí como un favor?
Ella río, igual que campanillas.
―Por supuesto que no ―dijo―.Tú me harás un favor a mí, y yo te haré uno a ti. Así es cómo estas cosas se llevan a cabo.
La mano de Alec apretó la piedra runa de luz mágica hasta que los bordes cortaron su mano.
―¿Y qué favor quieres de mí?
―Es muy simple ―contestó ella―. Quiero que mates a Raphael Santiago.
El puente que cruzaba la fisura de la Ciudadela de Adamantio estaba lleno de cuchillos hundidos con la punta hacia arriba, a intervalos aleatorios a lo largo de la ruta, de modo que sólo era posible cruzar el puente muy lentamente, tomando ese camino con destreza. Isabelle tuvo pocos problemas y se sorprendió al ver cuán rápidamente Jocelyn, quién no había sido una Cazadora de Sombras activa en quince años, hacía su camino.
En el momento en que Isabelle llegó al otro lado del puente, su runa destreza había desaparecido en su piel, dejando una leve marca detrás. Jocelyn estaba sólo a un paso detrás, y tan agravante como Isabelle encontraba a la madre de ____(tn), se alegró por un momento, cuando Jocelyn levantó la mano y estalló la luz mágica de una piedra runa, iluminando el espacio en el que estaban.
Las paredes estaban talladas en adamas blanco plateado, de modo que una tenue luz parecía brillar desde el interior. El suelo era de piedra demoníaca también, y había un círculo negro tallado en el centro. Dentro de cada círculo estaba esculpido el símbolo de las Hermanas de Hierro; un corazón perforado de lado a lado por una espada.
Las voces susurrantes hicieron que Isabelle apartara la mirada del suelo y mirara hacia arriba. Una sombra había aparecido dentro de una de las lisas paredes; una sombra que se hacía más clara, y se acercaba. De repente, una porción de la pared se deslizó hacia atrás y salió una mujer.
Vestía un largo vestido suelto, fuertemente atado alrededor de sus muñecas y bajo sus pechos con un cordón blanco plateado: hilo demoníaco. Su rostro era a la vez anciano y joven. Podría haber tenido cualquier edad. Su cabello era largo y oscuro, y colgaba en una trenza por su espalda. Tenía un intrincado tatuaje de una máscara que comenzaba en las sienes y rodeaba ambos ojos, los cuales eran del color anaranjado de las flamas.
―¿Quién acude a las Hermanas de Hierro? ―demanda―. Digan sus nombres.
Isabelle miró a Jocelyn, quien le un gesto indicándole que debía hablar primero. Se aclaró la garganta.
―Soy Isabelle Light-wood, y esta es Jocelyn Fr… Fairchild. Hemos venido a pedir su ayuda.
―Jocelyn Morgenstern ―dijo la mujer―. Nacida Fairchild, pero no es tan fácil borrar la mancha de Valentine de tu pasado. ¿No le habías dado la espalda a la Clave?
―Es cierto ―contestó Jocelyn―. Soy una paria. Pero Isabelle es hija de la Clave. Su madre…
―Dirige el Instituto de Nueva York ―la interrumpió la mujer―. Estamos aquí, pero no sin fuentes de información; no soy ninguna tonta. Mi nombre es Hermana Cleophas, y soy un Creadora, le doy forma a las adamas que las otras hermanas tallan. Reconozco el látigo que enrollas alrededor de tu muñeca. ―Señaló a Isabelle―. En cuanto al adorno de tu garganta…
―Si saben tanto ―la interrumpió Jocelyn, mientras la mano de Isabelle se deslizaba hasta el rubí en su cuello―, entonces ¿saben por qué estamos aquí? ¿Por qué hemos venido a ustedes?
La Hermana Cleophas bajó los párpados y sonrió lentamente.
―A diferencia de sus hermanos mudos, no podemos leer la mente aquí, en la Fortaleza. Por lo tanto, dependemos de una red de información, fiable en su mayoría. Supongo que esta visita tiene algo que ver con la situación que implica a Nicholas Lightwood, ya que su hermana está aquí, y a tu hijo, Jonathan Morgenstern.
―Tenemos un enigma ―dijo Jocelyn―. Jonathan Morgenstern conspira contra la Clave, al igual que su padre. La Clave ha emitido una sentencia de muerte contra él. Pero Nicholas, Jonathan Lightwood, es muy querido por su familia, quienes no han hecho nada malo, y también por mi hija. El enigma es que Nicholas y Jonathan están vinculados, por una sangre mágica muy antigua.
―¿Sangre mágica? ¿Qué tipo de sangre mágica?
Jocelyn tomó las notas dobladas de Magnus del bolsillo de su equipo, y se las entregó. Cleophas las estudió con una intencionada mirada llameante. Isabelle vio con sobresalto que los dedos de sus manos eran largos, no elegantemente largos, sino simplemente grotescos, como si los huesos se hubieran extendido de manera que cada parte se asemejara a una araña albina. Cada uña estaba limada de punta, cada punta tenía electro.
Ella sacudió la cabeza.
―Las Hermanas tienen poco que ver con sangre mágica. ―El color de llamas de sus ojos parecía saltar y luego oscurecerse, y un momento después, una sombra apareció detrás de la superficie de vidrio esmerilado de la pared adamas. Esa vez, Isabelle vio más de cerca a la segunda Hermana de Hierro cuando salió. Era como ver salir a alguien de una nube de humo blanco.
―Hermana Dolores ―saludó Cleophas, entregando las notas de Magnus a la recién llegada. Ella se parecía mucho a Cleophas; la misma forma alta y estrecha, el mismo vestido blanco, el mismo largo de pelo, aunque en este caso, su cabello era gris, y los extremos de sus dos trenzas estaban atados con hilo de oro. A pesar de sus canas, su rostro no tenía arrugas, y sus ojos eran del color del fuego brillante―. ¿Puede darle sentido a esto?
Dolores miró por encima de las páginas brevemente.
―Un hechizo de hermanamiento ―contestó―. Muy parecido a nuestra propia ceremonia parabatai, pero su alianza es demoníaca.
―¿Qué lo hace demoníaca? ―exigió Isabelle―. Si el hechizo parabatai es inofensivo…
―¿Es así? ―preguntó Cleophas, pero Dolores le lanzó una mirada sofocante.
―El ritual parabatai une a dos personas, pero deja libre su voluntad ―explicó Dolores―. Esto une a los dos pero hace que uno sea subordinado del otro. Lo que cree el principal de los dos, el otro lo va a creer; lo que el primero quiera, el segundo lo va a querer. En esencia, elimina la libre voluntad del compañero secundario en el hechizo, y es por eso que es demoníaco, porque el libre albedrío es lo que nos hace criaturas del Cielo.
―También parece que quiere decir que cuando uno está herido, el otro está herido,
―dijo Jocelyn―. ¿Podemos asumir lo mismo con la muerte?
―Sí. Ninguno sobrevivirá la muerte del otro. De nuevo, esto no es parte de nuestro ritual parabatai, porque es demasiado cruel.
―Nuestra pregunta para ustedes es ésta ―comenzó Jocelyn―: ¿Hay algún arma forjada, o que pudieran crear, que pudiera resultar perjudicial para uno pero no para el otro? ¿O que pudiera separarlos?
La Hermana Dolores miró las notas, y luego se las entregó a Jocelyn. Sus manos, como las de su colega, eran largas y delgadas y tan blancas como la seda.
―Ningún arma que hayamos forjado, o que pudiéramos forjar podría hacer eso alguna vez.
La mano de Isabelle se tensó a su lado, las uñas se hundieron en su palma.
―¿Quiere decir que no hay nada?
―Nada en este mundo ―dijo Dolores―. Una espada del Cielo y el Infierno podría hacerlo. La espada del Arcángel Miguel, con la que Josué luchó en Jericó, ya que está impregnada con fuego celestial. También hay espadas en la oscuridad del abismo que podrían ayudarlas, aunque no sé cómo pueden obtenerlas.
―Y estaríamos impedidas por la Ley de decirlo sí lo supiéramos ―agregó Cleophas, con aspereza―. Ustedes entienden, por supuesto, que tenemos que informar a la Clave de esta visita.
―¿Qué pasa con la espada de Josué? ―interrumpió Isabelle―. ¿Pueden conseguirla? ¿O podríamos hacerlo nosotros?
―Sólo un ángel puede regalar esa espada ―dijo Dolores―. Y al convocar a un ángel serán condenados con el fuego celestial.
―Pero Raziel…. ―comenzó Isabelle.
Cleophas apretó los labios en una delgada línea.
―Raziel nos dejó los Instrumentos Mortales para que lo convocáramos en el momento de la necesidad más extrema. Se desperdició esa única oportunidad desperdiciada cuando Valentine lo llamó. Nunca seremos capaces de imponer su voluntad otra vez. Fue un crimen utilizar los Instrumentos de esa manera. La única razón por la que ____(tn) Morgenstern escapa de la culpabilidad es que su padre fue quien lo llamó, no ella misma.
―Mi esposo también convocó a otro ángel ―afirmó Jocelyn. Su voz era tranquila―. El ángel Ithuriel. Lo mantuvo encarcelado durante muchos años. Ambas Hermanas vacilaron antes de que Dolores hablara.
―Atrapar a un ángel es el más desolado de los crímenes ―dijo―. La Clave nunca lo aprobaría. Incluso si pudieran convocar a uno, nunca podrían llegar a hacer su oferta. No hay hechizo para eso. Nunca podrían conseguir que un ángel les dé su espada; pueden quitársela a un ángel, pero no hay mayor crimen que ése. Es mejor que tu Jonathan muera a que un ángel sea mancillado.
Ante eso, Isabelle, cuyo temperamento había ido en aumento, explotó.
―Ese el problema con ustedes, con todos ustedes, las Hermanas de Hierro y los Hermanos Silenciosos. Lo que sea que hagan para cambiar de Cazadores de Sombras a lo que son, les quita todos los sentimientos. Podemos ser parte ángel, pero también parte humana. No entienden del amor, ni las cosas que las personas hacen por amor, o la familia….
Las llamas saltaron en los ojos anaranjados de Dolores.
―Yo tenía una familia ―dijo―. Un esposo e hijos, y todos fueron asesinados por demonios. No quedaba nada para mí. Siempre he tenido la habilidad de dar forma a las cosas con mis manos, por lo que me convertí en una Hermana de Hierro. La paz que me ha traído es una paz que nunca creí que encontraría en otro lugar. Es por esa razón que escogí el nombre Dolores, por mi pesar. Así que no te atrevas a decirnos qué sabemos o no sobre el dolor, o la humanidad.
―No saben nada ―replicó Isabelle―. Son tan duras como la piedra demoníaca. No me extraña que se hayan rodeado de ella.
―El oro templa al fuego, Isabelle Lightwood ―dijo Cleophas.
―Oh, cállate ―le espetó Isabelle―. Han sido muy poco útil, las dos.
Giró sobre los tacos de sus botas, y cruzó el puente con paso majestuoso, apenas notando que las cuchillas volvían al camino una trampa mortal, dejando que el entrenamiento de su cuerpo la guiara. Llegó al otro lado y atravesó las puertas; sólo cuando estuvo afuera se quebró. De rodillas entre el musgo y la roca volcánica, bajo el gran cielo gris, se dejó temblar en silencio, aunque las lágrimas no asomaron.
Parecieron siglos antes de que escuchara un suave paso tras ella; Jocelyn se arrodilló y la rodeó con los brazos. Curiosamente, Isabelle descubrió que no le importaba. A pesar de que Jocelyn nunca le había gustado mucho, había algo tan universalmente maternal en su toque, que Isabelle se inclinó hacia ella, casi contra su propia voluntad.
―¿Quieres saber que dijeron, después de irte? ―preguntó Jocelyn, después de que el temblor de Isabelle se hubo desacelerado.
―Seguro que algo acerca de la desgracia que soy para los Cazadores de Sombras de todo el mundo, etcétera.
―En realidad, Cleophas dijo que serías una excelente Hermana de Hierro, y si alguna vez estás interesada, que se lo hicieras saber. ―La mano de Jocelyn acarició su cabello ligeramente.
A pesar de todo, Isabelle reprimió una risa. Miró a Jocelyn.
—Dime ―le pidió.
La mano de Jocelyn se detuvo.
―¿Decirte qué?
―Quién fue. Con quien tuvo una aventura mi padre. No lo entiendes, cada vez que veo a una mujer de la edad de mi madre, me pregunto si será ella. La hermana de Luke. La Cónsul. Tú…
Jocelyn suspiró.
―Fue Annamarie Highsmith. Ella murió en el ataque de Valentine en Alicante. Dudo que alguna vez la conocieras.
La boca de Isabelle se abrió y cerró de nuevo.
―Nunca antes había oído su nombre.
―Bien. ―Jocelyn recogió un mechón del cabello de Isabelle―. ¿Te sientes mejor, ahora que ya lo sabes?
―Claro ―mintió Isabelle, mirando hacia el suelo―. Me siento mucho mejor.
Después del almuerzo, ____(tn) regresó a la habitación de abajo, con la excusa de que estaba agotada. Con la puerta cerrada firmemente, había intentado ponerse en contacto con Simón de nuevo, aunque se daba cuenta, dada la diferencia horaria entre el lugar que ella estaba ahora, Italia, y Nueva York, que había posibilidad de que estuviera dormido.
Por lo menos, rezaba por que estuviera dormido. Era preferible esperar eso, que considerar la posibilidad de que los anillos pudieran no funcionar.
Había estado en la habitación sólo por media hora cuando un golpe sonó en la puerta. Gritó “Pase” y se movió para echarse hacia atrás sobre las manos, con los dedos cerrados como si pudiera ocultar el anillo.
La puerta se abrió lentamente, y Nicholas la miró desde la puerta. Recordó otra noche, el calor del verano, un golpe en su puerta. Nicholas. Limpio, con jeans y una camisa gris, su cabello lavado en un halo de oro húmedo. Los moretones en su rostro ya estaban desvaneciéndose del púrpura a un débil gris, y sus manos estaban detrás de su espalda.
―Hey ―dijo. Sus manos estaban a la vista ahora, y llevaba un suéter que parecía suave, de color bronce contrapuesto al oro de sus ojos. No había hematomas en su rostro, y las sombras que ella casi había comenzado a acostumbrarse a ver en sus ojos ya no estaban.
¿Es feliz así? ¿Realmente feliz? Y si lo es, ¿de qué debo salvarlo?
____(tn) sacó la vocecita de su cabeza y forzó una sonrisa.
―¿Qué sucede?
Él sonrió. Era una sonrisa maliciosa, de la clase que hacía que la sangre en las venas de ____(tn) corriera un poco más rápido.
―¿Quieres ir a un cita?
Tomada por sorpresa, balbuceó.
―¿Una q-qué?
―Una cita ―repitió Nicholas―. Frecuentemente "una cosa aburrida que tienes que memorizar en la clase de historia", pero en este caso, "una oferta de una noche candente al rojo vivo con tu servidor".
―¿En serio? ―____(tn) no estaba segura de qué hacer con eso―. ¿Candente al rojo vivo?
―Soy yo ―contestó Nicholas―. Mirarme jugar Scrabble puede hacer que la mayoría de las mujeres se derritan. Imagínate si realmente pusiera mayor esfuerzo.
____(tn) se sentó y se miró. Jeans, top verde sedoso. Pensó en los extraños cosméticos de ese extraño santuario parecido a un dormitorio. No pudo evitarlo; deseaba un poco de brillo labial.
Nicholas le tendió la mano.
―Te ves hermosa ―le dijo―. Vamos.
Ella tomó su mano y dejó que la pusiera de pie.
―No lo sé…
―Vamos. ―Su voz sonaba burlona, el tono seductor le recordaba cuando había sido el primero en llegar a conocer, cuando la había llevado hasta el invernadero para mostrarle la flor que abría a medianoche―. Estamos en Venecia, Italia. Una de las ciudades más bellas del mundo. Es una pena no verlo, ¿no te parece?
Nicholas tiró de ella hacia adelante, por lo que cayó sobre su pecho. El material de su camisa era suave bajo sus dedos, y olió su familiar aroma a jabón y a champú. Su corazón dio un salto radical en su pecho.
―O podríamos quedarnos dentro ―sugirió él, sonando un poco jadeante.
―¿Así puedo desmayarme al verte formar una tripe palabra? ―Con un poco de esfuerzo se apartó de él―. Y me ahorro los chistes sobre tu puntuación.
―Maldita sea, mujer, lees mi mente ―dijo él―. ¿No hay juegos de palabras sucias que no puedas prever?
―Es mi poder mágico especial. Puedo leer tu mente cuando piensas en cosas sucias.
―O sea, un noventa y cinco por ciento del tiempo.
Ella estiró su cabeza hacia atrás para mirarlo.
―¿Noventa y cinco por ciento? ¿Qué hay en el otro cinco por ciento?
―Oh, tú sabes, lo usual: demonio que podría matar, runas que tengo que aprender, la gente que me ha molestado recientemente, la gente que me ha molestado no tan reciente, patos.
―¿Patos?
Descartó la pregunta de inmediato.
―Está bien. Ahora mira esto. ―La tomó por los hombros y la volvió con suavidad, por lo que ambos estuvieron mirando hacia lo mismo. Un momento después, ella no estaba segura de cómo, las paredes de la habitación parecieron desvanecerse a su alrededor, y se encontró a sí misma sobre unos adoquines. Abrió la boca, volviéndose para mirar detrás de ella, y sólo vio una pared en blanco, y las ventanas altas de un edificio de piedra. Si estiraba la cabeza hacia la izquierda, podía ver en la distancia que el canal se abría a una vía mucho más grande, llena de majestuosos edificios. En todas partes había olor a agua y piedra.
―Genial, ¿eh? ―comentó él orgullosamente.
Ella se volvió y lo miró.
―¿Patos? ―preguntó otra vez.
Una sonrisa toqueteó el borde su boca.
―Odio los patos. No sé por qué. Simplemente, siempre lo he hecho.
Alec levantó la voz.
―¡Camille! ―gritó―. ¡Camille Belcourt!
Oyó una ligera risa; que hizo eco en las paredes de la estación. Luego ella estaba allí, en la parte superior de las escaleras, el brillo de su luz mágica marcando su silueta.
―Alexander Lightwood ―dijo ella―. Vamos arriba.
Ella desapareció. Alec la siguió con su rápida luz mágica escaleras arriba, y encontró a Camille, donde lo había hecho antes, en el vestíbulo de la estación. Estaba vestida con la moda de una época pasada, un largo vestido cortado a la cintura, su cabello peinado en lo alto con sus rizos rubios plateados, y sus labios pintados de rojo oscuro. Supuso que era hermosa, aunque él no era el mejor juez de apariencia femenina, y no ayudaba que la odiara.
―¿Qué pasa con el disfraz? ―demandó.
Ella sonrió. Su piel era muy suave y blanca, sin líneas oscuras; se había alimentado recientemente.
―Un baile de máscaras en el centro. Comí bastante bien. ¿Por qué estás aquí, Alexander? ¿Hambriento de una buena conversación?
Si fuera Nicholas, pensó Alec, tendría una observación inteligente para eso, una especie de juego de palabra o un insulto hábilmente disfrazado. Alec sólo se mordió el labio y le dijo―: Me dijiste que regresara si estaba interesado en lo que ofrecías.
Ella pasó la mano a lo largo de la parte superior del sofá, la única pieza de mobiliario en la habitación.
―Y tú has decidido qué quieres.
Alec asintió con la cabeza.
Ella se echó a reír.
―¿Entiendes lo que estás pidiendo?
El corazón de Alec latía con fuerza. Se preguntó si Camille podría oírlo.
―Dijiste que podrías hacer a Magnus mortal. Igual que yo.
Sus carnosos labios se afinaron.
―Lo hice ―dijo―. Debo admitir que dudaba de tu interés. Te fuiste más bien apresuradamente.
―No juegues conmigo ―le advirtió―. No quiero tanto lo que ofreces.
―Mentiroso ―comentó casualmente―. O no estarías aquí. ―Se movió alrededor del sofá, acercándose a él, sus ojos registrando su rostro―. De cerca ―dijo―, no te pareces tanto a Will como había pensado. Tienes su color, pero una forma diferente en la cara… tal vez la ligera debilidad de tu mandíbula…
―Cállate ―le espetó. Bueno, no era el ingenio de Nicholas, pero era algo―. No quiero oír hablar sobre Will.
―Muy bien. ―Se estiró, lánguidamente, como un gato―. Fue hace muchos años, cuando Magnus y yo fuimos amantes. Estábamos en la cama juntos, después de una noche apasionada. ―Ella lo vio estremecerse, y sonrió―. Tú sabes lo que ocurre con las conversaciones con la almohada. Uno revela sus debilidades. Magnus me habló de un hechizo que existía, que podría llevarse a cabo para liberar a un brujo de su inmortalidad.
―Entonces, ¿por qué no sólo encuentro cuál es el hechizo y lo hago? ―La voz de Alec aumentó y se agrietó―. ¿Por qué te necesito?
―En primer lugar, porque eres un Cazador de Sombras; no tienes ni idea de cómo hacer funcionar un hechizo ―contestó ella con calma―. En segundo, porque si lo haces, él sabrá que fuiste tú. Si yo lo hago, va a suponer que fue por venganza. Rencor de mi parte. Y no me importa lo que Magnus piense. Pero a ti sí.
Alec la miró fijamente.
―¿Y tú harás esto por mí como un favor?
Ella río, igual que campanillas.
―Por supuesto que no ―dijo―.Tú me harás un favor a mí, y yo te haré uno a ti. Así es cómo estas cosas se llevan a cabo.
La mano de Alec apretó la piedra runa de luz mágica hasta que los bordes cortaron su mano.
―¿Y qué favor quieres de mí?
―Es muy simple ―contestó ella―. Quiero que mates a Raphael Santiago.
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El puente que cruzaba la fisura de la Ciudadela de Adamantio estaba lleno de cuchillos hundidos con la punta hacia arriba, a intervalos aleatorios a lo largo de la ruta, de modo que sólo era posible cruzar el puente muy lentamente, tomando ese camino con destreza. Isabelle tuvo pocos problemas y se sorprendió al ver cuán rápidamente Jocelyn, quién no había sido una Cazadora de Sombras activa en quince años, hacía su camino.
En el momento en que Isabelle llegó al otro lado del puente, su runa destreza había desaparecido en su piel, dejando una leve marca detrás. Jocelyn estaba sólo a un paso detrás, y tan agravante como Isabelle encontraba a la madre de ____(tn), se alegró por un momento, cuando Jocelyn levantó la mano y estalló la luz mágica de una piedra runa, iluminando el espacio en el que estaban.
Las paredes estaban talladas en adamas blanco plateado, de modo que una tenue luz parecía brillar desde el interior. El suelo era de piedra demoníaca también, y había un círculo negro tallado en el centro. Dentro de cada círculo estaba esculpido el símbolo de las Hermanas de Hierro; un corazón perforado de lado a lado por una espada.
Las voces susurrantes hicieron que Isabelle apartara la mirada del suelo y mirara hacia arriba. Una sombra había aparecido dentro de una de las lisas paredes; una sombra que se hacía más clara, y se acercaba. De repente, una porción de la pared se deslizó hacia atrás y salió una mujer.
Vestía un largo vestido suelto, fuertemente atado alrededor de sus muñecas y bajo sus pechos con un cordón blanco plateado: hilo demoníaco. Su rostro era a la vez anciano y joven. Podría haber tenido cualquier edad. Su cabello era largo y oscuro, y colgaba en una trenza por su espalda. Tenía un intrincado tatuaje de una máscara que comenzaba en las sienes y rodeaba ambos ojos, los cuales eran del color anaranjado de las flamas.
―¿Quién acude a las Hermanas de Hierro? ―demanda―. Digan sus nombres.
Isabelle miró a Jocelyn, quien le un gesto indicándole que debía hablar primero. Se aclaró la garganta.
―Soy Isabelle Light-wood, y esta es Jocelyn Fr… Fairchild. Hemos venido a pedir su ayuda.
―Jocelyn Morgenstern ―dijo la mujer―. Nacida Fairchild, pero no es tan fácil borrar la mancha de Valentine de tu pasado. ¿No le habías dado la espalda a la Clave?
―Es cierto ―contestó Jocelyn―. Soy una paria. Pero Isabelle es hija de la Clave. Su madre…
―Dirige el Instituto de Nueva York ―la interrumpió la mujer―. Estamos aquí, pero no sin fuentes de información; no soy ninguna tonta. Mi nombre es Hermana Cleophas, y soy un Creadora, le doy forma a las adamas que las otras hermanas tallan. Reconozco el látigo que enrollas alrededor de tu muñeca. ―Señaló a Isabelle―. En cuanto al adorno de tu garganta…
―Si saben tanto ―la interrumpió Jocelyn, mientras la mano de Isabelle se deslizaba hasta el rubí en su cuello―, entonces ¿saben por qué estamos aquí? ¿Por qué hemos venido a ustedes?
La Hermana Cleophas bajó los párpados y sonrió lentamente.
―A diferencia de sus hermanos mudos, no podemos leer la mente aquí, en la Fortaleza. Por lo tanto, dependemos de una red de información, fiable en su mayoría. Supongo que esta visita tiene algo que ver con la situación que implica a Nicholas Lightwood, ya que su hermana está aquí, y a tu hijo, Jonathan Morgenstern.
―Tenemos un enigma ―dijo Jocelyn―. Jonathan Morgenstern conspira contra la Clave, al igual que su padre. La Clave ha emitido una sentencia de muerte contra él. Pero Nicholas, Jonathan Lightwood, es muy querido por su familia, quienes no han hecho nada malo, y también por mi hija. El enigma es que Nicholas y Jonathan están vinculados, por una sangre mágica muy antigua.
―¿Sangre mágica? ¿Qué tipo de sangre mágica?
Jocelyn tomó las notas dobladas de Magnus del bolsillo de su equipo, y se las entregó. Cleophas las estudió con una intencionada mirada llameante. Isabelle vio con sobresalto que los dedos de sus manos eran largos, no elegantemente largos, sino simplemente grotescos, como si los huesos se hubieran extendido de manera que cada parte se asemejara a una araña albina. Cada uña estaba limada de punta, cada punta tenía electro.
Ella sacudió la cabeza.
―Las Hermanas tienen poco que ver con sangre mágica. ―El color de llamas de sus ojos parecía saltar y luego oscurecerse, y un momento después, una sombra apareció detrás de la superficie de vidrio esmerilado de la pared adamas. Esa vez, Isabelle vio más de cerca a la segunda Hermana de Hierro cuando salió. Era como ver salir a alguien de una nube de humo blanco.
―Hermana Dolores ―saludó Cleophas, entregando las notas de Magnus a la recién llegada. Ella se parecía mucho a Cleophas; la misma forma alta y estrecha, el mismo vestido blanco, el mismo largo de pelo, aunque en este caso, su cabello era gris, y los extremos de sus dos trenzas estaban atados con hilo de oro. A pesar de sus canas, su rostro no tenía arrugas, y sus ojos eran del color del fuego brillante―. ¿Puede darle sentido a esto?
Dolores miró por encima de las páginas brevemente.
―Un hechizo de hermanamiento ―contestó―. Muy parecido a nuestra propia ceremonia parabatai, pero su alianza es demoníaca.
―¿Qué lo hace demoníaca? ―exigió Isabelle―. Si el hechizo parabatai es inofensivo…
―¿Es así? ―preguntó Cleophas, pero Dolores le lanzó una mirada sofocante.
―El ritual parabatai une a dos personas, pero deja libre su voluntad ―explicó Dolores―. Esto une a los dos pero hace que uno sea subordinado del otro. Lo que cree el principal de los dos, el otro lo va a creer; lo que el primero quiera, el segundo lo va a querer. En esencia, elimina la libre voluntad del compañero secundario en el hechizo, y es por eso que es demoníaco, porque el libre albedrío es lo que nos hace criaturas del Cielo.
―También parece que quiere decir que cuando uno está herido, el otro está herido,
―dijo Jocelyn―. ¿Podemos asumir lo mismo con la muerte?
―Sí. Ninguno sobrevivirá la muerte del otro. De nuevo, esto no es parte de nuestro ritual parabatai, porque es demasiado cruel.
―Nuestra pregunta para ustedes es ésta ―comenzó Jocelyn―: ¿Hay algún arma forjada, o que pudieran crear, que pudiera resultar perjudicial para uno pero no para el otro? ¿O que pudiera separarlos?
La Hermana Dolores miró las notas, y luego se las entregó a Jocelyn. Sus manos, como las de su colega, eran largas y delgadas y tan blancas como la seda.
―Ningún arma que hayamos forjado, o que pudiéramos forjar podría hacer eso alguna vez.
La mano de Isabelle se tensó a su lado, las uñas se hundieron en su palma.
―¿Quiere decir que no hay nada?
―Nada en este mundo ―dijo Dolores―. Una espada del Cielo y el Infierno podría hacerlo. La espada del Arcángel Miguel, con la que Josué luchó en Jericó, ya que está impregnada con fuego celestial. También hay espadas en la oscuridad del abismo que podrían ayudarlas, aunque no sé cómo pueden obtenerlas.
―Y estaríamos impedidas por la Ley de decirlo sí lo supiéramos ―agregó Cleophas, con aspereza―. Ustedes entienden, por supuesto, que tenemos que informar a la Clave de esta visita.
―¿Qué pasa con la espada de Josué? ―interrumpió Isabelle―. ¿Pueden conseguirla? ¿O podríamos hacerlo nosotros?
―Sólo un ángel puede regalar esa espada ―dijo Dolores―. Y al convocar a un ángel serán condenados con el fuego celestial.
―Pero Raziel…. ―comenzó Isabelle.
Cleophas apretó los labios en una delgada línea.
―Raziel nos dejó los Instrumentos Mortales para que lo convocáramos en el momento de la necesidad más extrema. Se desperdició esa única oportunidad desperdiciada cuando Valentine lo llamó. Nunca seremos capaces de imponer su voluntad otra vez. Fue un crimen utilizar los Instrumentos de esa manera. La única razón por la que ____(tn) Morgenstern escapa de la culpabilidad es que su padre fue quien lo llamó, no ella misma.
―Mi esposo también convocó a otro ángel ―afirmó Jocelyn. Su voz era tranquila―. El ángel Ithuriel. Lo mantuvo encarcelado durante muchos años. Ambas Hermanas vacilaron antes de que Dolores hablara.
―Atrapar a un ángel es el más desolado de los crímenes ―dijo―. La Clave nunca lo aprobaría. Incluso si pudieran convocar a uno, nunca podrían llegar a hacer su oferta. No hay hechizo para eso. Nunca podrían conseguir que un ángel les dé su espada; pueden quitársela a un ángel, pero no hay mayor crimen que ése. Es mejor que tu Jonathan muera a que un ángel sea mancillado.
Ante eso, Isabelle, cuyo temperamento había ido en aumento, explotó.
―Ese el problema con ustedes, con todos ustedes, las Hermanas de Hierro y los Hermanos Silenciosos. Lo que sea que hagan para cambiar de Cazadores de Sombras a lo que son, les quita todos los sentimientos. Podemos ser parte ángel, pero también parte humana. No entienden del amor, ni las cosas que las personas hacen por amor, o la familia….
Las llamas saltaron en los ojos anaranjados de Dolores.
―Yo tenía una familia ―dijo―. Un esposo e hijos, y todos fueron asesinados por demonios. No quedaba nada para mí. Siempre he tenido la habilidad de dar forma a las cosas con mis manos, por lo que me convertí en una Hermana de Hierro. La paz que me ha traído es una paz que nunca creí que encontraría en otro lugar. Es por esa razón que escogí el nombre Dolores, por mi pesar. Así que no te atrevas a decirnos qué sabemos o no sobre el dolor, o la humanidad.
―No saben nada ―replicó Isabelle―. Son tan duras como la piedra demoníaca. No me extraña que se hayan rodeado de ella.
―El oro templa al fuego, Isabelle Lightwood ―dijo Cleophas.
―Oh, cállate ―le espetó Isabelle―. Han sido muy poco útil, las dos.
Giró sobre los tacos de sus botas, y cruzó el puente con paso majestuoso, apenas notando que las cuchillas volvían al camino una trampa mortal, dejando que el entrenamiento de su cuerpo la guiara. Llegó al otro lado y atravesó las puertas; sólo cuando estuvo afuera se quebró. De rodillas entre el musgo y la roca volcánica, bajo el gran cielo gris, se dejó temblar en silencio, aunque las lágrimas no asomaron.
Parecieron siglos antes de que escuchara un suave paso tras ella; Jocelyn se arrodilló y la rodeó con los brazos. Curiosamente, Isabelle descubrió que no le importaba. A pesar de que Jocelyn nunca le había gustado mucho, había algo tan universalmente maternal en su toque, que Isabelle se inclinó hacia ella, casi contra su propia voluntad.
―¿Quieres saber que dijeron, después de irte? ―preguntó Jocelyn, después de que el temblor de Isabelle se hubo desacelerado.
―Seguro que algo acerca de la desgracia que soy para los Cazadores de Sombras de todo el mundo, etcétera.
―En realidad, Cleophas dijo que serías una excelente Hermana de Hierro, y si alguna vez estás interesada, que se lo hicieras saber. ―La mano de Jocelyn acarició su cabello ligeramente.
A pesar de todo, Isabelle reprimió una risa. Miró a Jocelyn.
—Dime ―le pidió.
La mano de Jocelyn se detuvo.
―¿Decirte qué?
―Quién fue. Con quien tuvo una aventura mi padre. No lo entiendes, cada vez que veo a una mujer de la edad de mi madre, me pregunto si será ella. La hermana de Luke. La Cónsul. Tú…
Jocelyn suspiró.
―Fue Annamarie Highsmith. Ella murió en el ataque de Valentine en Alicante. Dudo que alguna vez la conocieras.
La boca de Isabelle se abrió y cerró de nuevo.
―Nunca antes había oído su nombre.
―Bien. ―Jocelyn recogió un mechón del cabello de Isabelle―. ¿Te sientes mejor, ahora que ya lo sabes?
―Claro ―mintió Isabelle, mirando hacia el suelo―. Me siento mucho mejor.
********************************
Después del almuerzo, ____(tn) regresó a la habitación de abajo, con la excusa de que estaba agotada. Con la puerta cerrada firmemente, había intentado ponerse en contacto con Simón de nuevo, aunque se daba cuenta, dada la diferencia horaria entre el lugar que ella estaba ahora, Italia, y Nueva York, que había posibilidad de que estuviera dormido.
Por lo menos, rezaba por que estuviera dormido. Era preferible esperar eso, que considerar la posibilidad de que los anillos pudieran no funcionar.
Había estado en la habitación sólo por media hora cuando un golpe sonó en la puerta. Gritó “Pase” y se movió para echarse hacia atrás sobre las manos, con los dedos cerrados como si pudiera ocultar el anillo.
La puerta se abrió lentamente, y Nicholas la miró desde la puerta. Recordó otra noche, el calor del verano, un golpe en su puerta. Nicholas. Limpio, con jeans y una camisa gris, su cabello lavado en un halo de oro húmedo. Los moretones en su rostro ya estaban desvaneciéndose del púrpura a un débil gris, y sus manos estaban detrás de su espalda.
―Hey ―dijo. Sus manos estaban a la vista ahora, y llevaba un suéter que parecía suave, de color bronce contrapuesto al oro de sus ojos. No había hematomas en su rostro, y las sombras que ella casi había comenzado a acostumbrarse a ver en sus ojos ya no estaban.
¿Es feliz así? ¿Realmente feliz? Y si lo es, ¿de qué debo salvarlo?
____(tn) sacó la vocecita de su cabeza y forzó una sonrisa.
―¿Qué sucede?
Él sonrió. Era una sonrisa maliciosa, de la clase que hacía que la sangre en las venas de ____(tn) corriera un poco más rápido.
―¿Quieres ir a un cita?
Tomada por sorpresa, balbuceó.
―¿Una q-qué?
―Una cita ―repitió Nicholas―. Frecuentemente "una cosa aburrida que tienes que memorizar en la clase de historia", pero en este caso, "una oferta de una noche candente al rojo vivo con tu servidor".
―¿En serio? ―____(tn) no estaba segura de qué hacer con eso―. ¿Candente al rojo vivo?
―Soy yo ―contestó Nicholas―. Mirarme jugar Scrabble puede hacer que la mayoría de las mujeres se derritan. Imagínate si realmente pusiera mayor esfuerzo.
____(tn) se sentó y se miró. Jeans, top verde sedoso. Pensó en los extraños cosméticos de ese extraño santuario parecido a un dormitorio. No pudo evitarlo; deseaba un poco de brillo labial.
Nicholas le tendió la mano.
―Te ves hermosa ―le dijo―. Vamos.
Ella tomó su mano y dejó que la pusiera de pie.
―No lo sé…
―Vamos. ―Su voz sonaba burlona, el tono seductor le recordaba cuando había sido el primero en llegar a conocer, cuando la había llevado hasta el invernadero para mostrarle la flor que abría a medianoche―. Estamos en Venecia, Italia. Una de las ciudades más bellas del mundo. Es una pena no verlo, ¿no te parece?
Nicholas tiró de ella hacia adelante, por lo que cayó sobre su pecho. El material de su camisa era suave bajo sus dedos, y olió su familiar aroma a jabón y a champú. Su corazón dio un salto radical en su pecho.
―O podríamos quedarnos dentro ―sugirió él, sonando un poco jadeante.
―¿Así puedo desmayarme al verte formar una tripe palabra? ―Con un poco de esfuerzo se apartó de él―. Y me ahorro los chistes sobre tu puntuación.
―Maldita sea, mujer, lees mi mente ―dijo él―. ¿No hay juegos de palabras sucias que no puedas prever?
―Es mi poder mágico especial. Puedo leer tu mente cuando piensas en cosas sucias.
―O sea, un noventa y cinco por ciento del tiempo.
Ella estiró su cabeza hacia atrás para mirarlo.
―¿Noventa y cinco por ciento? ¿Qué hay en el otro cinco por ciento?
―Oh, tú sabes, lo usual: demonio que podría matar, runas que tengo que aprender, la gente que me ha molestado recientemente, la gente que me ha molestado no tan reciente, patos.
―¿Patos?
Descartó la pregunta de inmediato.
―Está bien. Ahora mira esto. ―La tomó por los hombros y la volvió con suavidad, por lo que ambos estuvieron mirando hacia lo mismo. Un momento después, ella no estaba segura de cómo, las paredes de la habitación parecieron desvanecerse a su alrededor, y se encontró a sí misma sobre unos adoquines. Abrió la boca, volviéndose para mirar detrás de ella, y sólo vio una pared en blanco, y las ventanas altas de un edificio de piedra. Si estiraba la cabeza hacia la izquierda, podía ver en la distancia que el canal se abría a una vía mucho más grande, llena de majestuosos edificios. En todas partes había olor a agua y piedra.
―Genial, ¿eh? ―comentó él orgullosamente.
Ella se volvió y lo miró.
―¿Patos? ―preguntó otra vez.
Una sonrisa toqueteó el borde su boca.
―Odio los patos. No sé por qué. Simplemente, siempre lo he hecho.
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Alec, por el Ángel no vayas a hacer algo de lo que después te arrepientas!
:xd: :xd: :xd: :xd: :xd: :xd: :xd:
Muerte a Camille también!
:muere: :muere: :muere: :muere: :muere: :muere: :muere:
*.* El Nicho :enamorado: es el mejor cuando quiere!
Disfruten del capi! ;)
Las leo después! *.*
\^.^/
Lu wH!;*
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
Jajaja patos! que raro, bueno, yo odio a las palomas!
Seguila! un beso!
Seguila! un beso!
I.am.rayita (Anto!!!)
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
me mato eso de que odia a los patos!! :amor:
Es tan lindo mi Nicho :aah: lo amo
Entonces no se puede hacer nada con lo de la espada??!! :misery:
Alec por Dios no le hagas eso a Magnus!!!
No se merece esa traicion!!!! :lloro:
Siguela!!!
Es tan lindo mi Nicho :aah: lo amo
Entonces no se puede hacer nada con lo de la espada??!! :misery:
Alec por Dios no le hagas eso a Magnus!!!
No se merece esa traicion!!!! :lloro:
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
Siguela pronto
ALEC POR FAVOR DEJA DE HACER ESTUPIDECES :wut:
Camille, Raphael y Sebastian LOS ODIAMOS :muere:
El nicho puede ser muy lindo con la rayis cuando quiere :enamorado:
Siguela pronto
Kiss xx.
ALEC POR FAVOR DEJA DE HACER ESTUPIDECES :wut:
Camille, Raphael y Sebastian LOS ODIAMOS :muere:
El nicho puede ser muy lindo con la rayis cuando quiere :enamorado:
Siguela pronto
Kiss xx.
Val x.
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
I.am.rayita (Anto!!!) escribió:Jajaja patos! que raro, bueno, yo odio a las palomas!
Seguila! un beso!
:gasp: :gasp: :gasp: :gasp: :gasp: :gasp: :gasp:
Como que odias las palomas! u.u Justo acabo de encontrar un libro buenisimo, en donde
paloma es el apodo de la protagonista! xD u.u
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
aranzhitha escribió:me mato eso de que odia a los patos!! :amor:
Es tan lindo mi Nicho :aah: lo amo
Entonces no se puede hacer nada con lo de la espada??!! :misery:
Alec por Dios no le hagas eso a Magnus!!!
No se merece esa traicion!!!! :lloro:
Siguela!!!
JAJAJAJAJ siiiiiiiiii, él es único! :(L):
u.u ya verás que pasa con esa espada :scratch:
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Alec no tiene ni idea de como acabará todo!
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
Valeefor1D ツ escribió:Siguela pronto
ALEC POR FAVOR DEJA DE HACER ESTUPIDECES :wut:
Camille, Raphael y Sebastian LOS ODIAMOS :muere:
El nicho puede ser muy lindo con la rayis cuando quiere :enamorado:
Siguela pronto
Kiss xx.
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Siiii, Alec terminará hartando a Magnus!
Oh si, los odiamos de más! :twisted:
:muere: :muere: :muere: :muere: :muere: :muere:
:enamorado: :enamorado: :enamorado: :enamorado:
El Nicho es el mejor de todos! *.*
\^.^/
Ya la Sigo! ;)
X
:bye:
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
• Las Hermanas de Hierro - Capitulo 9 (Parte 2) •
Era por la mañana temprano, cuando Maia y Jordan llegaron a Praetor House, la sede de Praetor Lupus. La camioneta traqueteaba y se golpeaba a lo largo del camino blanco, que se extendía entre los jardines bien cuidados de la enorme casa que se alzaba como la proa de un barco en la distancia. Tras ésta, Maia podía ver trozos de árboles, y detrás de eso, el agua azul del Sound a cierta distancia.
―¿Aquí es donde hacías tu entrenamiento? ―inquirió―. Este lugar es precioso.
―No te dejes engañar ―dijo Jordan con una sonrisa―. Este lugar es un campamento militar, con énfasis en "militar".
Ella lo miró de reojo. Seguía sonriendo. Así había estado, casi sin detenerse, desde que ella lo había besado en la playa al amanecer. Parte de Maia sentía como si una mano se hubiera levantado y dejado caer sobre la espalda de su pasado, cuando había amado a Jordan más allá de lo que jamás había imaginado, y su otra parte se sentía totalmente a la deriva, como si se hubiera despertado en un paisaje completamente ajeno, lejos de la familiaridad de su vida diaria y el calor de la manada.
Era muy peculiar. No malo, pensó. Sólo… peculiar.
Jordan llegó a una parada en un camino circular en el frente de la casa, que de cerca, Maia pudo ver que estaba construida con bloques de piedra dorada, el color leonado de la piel de lobo. Había unas puertas negras dobles fijas en la parte superior de una escalera de piedra maciza. En el centro del camino circular había un enorme reloj de sol, su superficie elevada decía que eran las siete de la mañana. Alrededor del borde del reloj del sol, estaban talladas las palabras: SOLO MARCO LAS HORAS QUE BRILLAN.
Ella abrió la puerta y saltó de la cabina justo cuando las puertas de la casa se abrían y una voz resonaba―: ¡Praetor Kyle!
Jordan y Maia levantaron la vista. Bajando de las escaleras había un hombre de mediana edad con un traje oscuro, su cabello era rubio canoso. Jordan, suavizando todas las expresiones de su rostro, se volvió hacia él.
―Praetor Scott ―saludó―. Ella es de Maia Roberts, de la manada Garroway. Maia, este es Praetor Scott. Él dirige el Praetor Lupus, prácticamente.
―Desde la década de 1800 los Scott siempre han dirigido el Praetor ―dijo el hombre, mirando a Maia, que inclinó la cabeza, en señal de sumisión―. Jordan, tengo que admitir, que no los esperaba tan pronto. La situación con el vampiro en Manhattan, el Daylighter…
―Está en mano ―dijo Jordan a toda prisa―. No es por eso que estamos aquí. Se trata de algo muy diferente.
Praetor Scott enarcó sus cejas.
―Ahora has despertado mi curiosidad.
―Es un asunto de cierta urgencia ―comenzó Maia―. Luke Garroway, nuestro líder de manada…
Praetor Scott le lanzó una mirada penetrante, silenciándola. Aunque él estuviera sin manada, era un Alfa, eso estaba claro debido a su porte. Sus ojos, debajo de sus espesas cejas, eran de color verde grisáceo; alrededor del cuello, bajo el cuello de la camisa, brillaba el colgante de bronce del Praetor, con la huella de la pata de un lobo.
―El Praetor decide qué asunto se considerará como urgente ―señaló―. Tampoco somos un hotel, abierto a huéspedes indeseados. Jordan asumió un riesgo al traerte aquí, y él lo sabe. Si no fuera uno de nuestros graduados más prometedores, bien podría despedirlos a ambos.
Jordan metió los pulgares en el cinturón de sus pantalones y miró al suelo. Un momento después, Praetor Scott puso su mano sobre el hombre de Jordan.
―Pero ―continuó él― eres uno de nuestros graduados más prometedores, y te ves agotado, puedo ver que estuviste despierto toda la noche. Ven, y hablemos de esto en mi oficina.
La oficina resultó estar debajo de un vestíbulo largo, sinuoso y elegante, con paneles de madera oscura. La casa estaba animada con el sonido de las voces, y un letrero que decía REGLAS DE LA CASA estaba clavado en la pared de una escalera que conducía hacia arriba.
El olor del desayuno preparado flotaba en el aire, por lo que el estómago de Maia se quejó. Praetor Scott sonaba divertido.
―Le diré a alguien que haga un plato de bocadillos si tienes hambre.
―Gracias ―murmuró Maia. Habían llegado a la final del pasillo, y Praetor Scott abrió
una puerta marcada como OFICINA.
Maia miró más allá. La oficina era una habitación grande, cómoda, desordenada. Había una ventana rectangular que daba afuera hacia el césped, donde grupos formados mayormente por jóvenes estaban ejecutando lo que parecían ser maniobras de ejercicio, vestidos con pantalones negros de calentamiento y tops. Las paredes de la habitación estaban cubiertas de libros sobre licantropía, la mayoría en latín, pero Maia reconoció la palabra "lupus". El escritorio estaba sobre una losa de mármol puesta sobre dos estatuas de dos lobos gruñendo.
Frente a ella había dos sillas. En una de ella estaba sentado un gran hombre, un hombre lobo, encorvado con las manos unidas.
―Praetor ―dijo con voz áspera―. Tenía la esperanza de hablar con usted sobre el incidente en Boston.
―¿En el que rompiste la pierna de tu caso asignado? ―preguntó Praetor, secamente―. Hablaré con usted acerca de eso, Rufus, pero no en este momento. Algo más acuciante me llama.
―Pero, Praetor…
―Eso es todo, Rufus ―lo cortó Scott con el tono de un lobo alfa cuyas órdenes no eran cuestionadas―. Recuerda que éste es un lugar de rehabilitación. Parte de lo que estás aprendiendo es a respetar la autoridad.
Murmurando en voz baja, Rufus se levantó de la silla. Sólo cuando se puso de pie Maia notó, y reaccionó, ante su enorme tamaño. Era mucho más alto que ella y que Jordan, su camiseta negra se tensaba sobre el pecho, las mangas estaban a punto de rasgarse en torno a sus bíceps. Su cabeza estaba rapada, su rostro estaba marcado con profundas marcas de garras en toda su mejilla, como surcos excavados en el suelo. Les dirigió una mirada agria mientras caminaba delante de ellos y salió al pasillo.
―Por supuesto que algunos de nosotros ―murmuró Jordan― son más fáciles de rehabilitar que otros.
Mientras los pesados pasos de Rufus se desvanecían por el pasillo, Scott se lanzó a la silla de respaldo alto detrás del escritorio y habló por el intercomunicador de aspecto moderno. Después de pedir el desayuno en una voz lacónica, se echó hacia atrás, con las manos detrás de su cabeza.
―Soy todo oídos ―dijo.
Mientras Jordan contaba su historia y su solicitud a Praetor Scott, Maia no pudo evitar que sus ojos y su mente se distrajeran. Se preguntó cómo habría sido ser criado allí, en esa elegante casa de normas y reglamentos, en lugar de la comparativa libertad sin ley de la manada. En algún momento, un hombre lobo vestido de negro, el que parecía el traje regular de Praetor, llegó con bebidas, rebanadas de carne asada, queso y proteínas en una bandeja de peltre. Maia miró el desayuno con cierta consternación. Era cierto que los hombros lobos necesitaban más proteínas que las personas normales, muchas más, pero ¿carne asada para el desayuno?
―Encontrarás ―comentó Praetor Scott mientras Maia bebía su batido de proteínas con cautela― que de hecho, el azúcar refinado es perjudicial para los hombres lobos. Si dejas de consumir durante un período de tiempo, dejarás de desearlo. ¿No te habló el líder de la manada sobre eso?
Maia trató de imaginar a Luke, a quien le gustaba comer panqueques de formas extrañas y divertidas, dando conferencias acerca de azúcar, y fracasó. Sin embargo, ahora no era el momento de mencionarlo.
―No, lo hizo, por supuesto ―mintió―. Tiendo a tener, ah, pérdidas de memoria en momentos de estrés.
―Entiendo tu preocupación por el líder de la manada ―dijo Scott. Un Rolex de oro brillaba en su muñeca―. Normalmente, mantenemos una estricta política de no interferir en cuestiones no relacionadas con Submundos recién convertidos. Lo que no hacemos, de hecho, es dar prioridad a los hombres lobo por sobre otros Submundos, a pesar de que sólo se permiten licántropos en el Praetor.
―Pero ese es exactamente el por qué necesitamos su ayuda ―dijo Jordan―. Las manadas por su naturaleza están siempre en movimiento, en transición. No tienen oportunidad de crear cosas como las bibliotecas de conocimiento almacenado. No estoy diciendo que no tengan sabiduría. Podríamos ir de manada en manada, y tal vez alguien sepa cómo curar a Luke, pero no tenemos tiempo. Aquí ―dijo, señalando a los libros alineados en las paredes― está lo más cercano que tienen los hombres lobo parecido a los archivos de los Hermanos Silenciosos o al Laberinto en Espiral de los brujos.
Scott no lucía muy convencido. Maia bajó su batido de proteínas.
―Y Luke no es cualquier líder de la manada ―dijo―. Es el representante de los licántropos en el Concejo. Si ayudan a curarlo, sabrán que el Praetor siempre tendrá una voz a su favor en el Concejo.
Los ojos de Scott brillaron.
―Interesante ―dijo él―. Muy bien, echaré un vistazo a los libros. Probablemente tomará un par de horas. Jordan, te sugiero que si vas a conducir de regreso a Manhattan descanses un poco. No necesitamos que estrelles tu camioneta contra un árbol.
―Podría manejar…. ―comenzó Maia.
―Te ves igual de agotada. Jordan, como sabes, siempre habrá un lugar para ti aquí en Praetor House, a pesar de que seas un graduado. Y Jason está en una asignación, así que hay una cama para Maia. ¿Por qué no descansan ambos un poco, y yo los llamo cuando haya terminado? ―sugirió y dio la vuelta en su silla para examinar los libros en las paredes.
Jordan le hizo gesto a Maia diciéndole que era su señal para salir; ella se puso de pie, quitándose las migas de los jeans. Estaba a medio camino a la puerta cuando Praetor Scott volvió a hablar.
―Oh, y Maia Roberts ―la llamó; su voz tenía un tono de advertencia―. Espero que entiendas que cuando se hacen promesas en nombre de otras personas, cae sobre tu cabeza asegurarse de que sigan adelante.
Simón despertó aun sintiéndose agotado, parpadeando en la oscuridad. Las gruesas cortinas negras sobre las ventanas dejaban pasar muy poca luz, pero su reloj interno le dijo que era de día. Eso y el hecho de que Isabelle se había ido, por el lado deshecho de la cama y las sábanas revueltas.
Era de día, y él no había hablado con ____(tn) desde que ella se había ido. Sacó la mano debajo de las sábanas y miró el anillo de oro en su mano derecha. Delicado, estaba grabado con lo que eran o bien diseños o palabras en un alfabeto que no conocía.
Apretando la mandíbula, se sentó y tocó el anillo. ¿____(tn)?
La respuesta fue inmediata y clara. Casi se levantó de la cama del alivio. Simón. Gracias a Dios.
¿Puedes hablar?
No. Él sintió más que oyó una distracción tensa en la voz de su mente. Me alegro de que hayas llamado, pero no es buen momento. No estoy sola.
¿Pero estás bien?
Estoy bien. Nada ha sucedido todavía. Estoy tratando de reunir información. Te prometo hablar contigo en el momento en que me entere de algo.
De acuerdo. Cuídate.
Tú también.
Y ella se fue. Deslizando sus piernas a un lado del colchón, Simón hizo lo que pudo para aplastar su desordenado cabello por el sueño, y fue a ver si alguien más estaba despierto.
Lo estaban. Alec, Magnus, Jocelyn, e Isabelle estaban sentados alrededor de la mesa de Magnus. Mientras que Alec y Magnus vestían jeans, tanto Jocelyn como Isabelle llevaban el equipo de cazadoras, Isabelle con su látigo envuelto alrededor de su brazo derecho. Ella levantó la vista cuando entró, pero no sonrió, sus hombros estaban tensos, con la boca en una delgada línea. Todos tenían tazas de café en frente de ellos.
―Hay una razón por la que el ritual de los Instrumentos Mortales era tan complicado.
―Magnus hizo flotar la azucarera hacia él y vertió un poco del polvo blanco sobre el café—. Los Ángeles actúan al mandato de Dios, no a los seres humanos, ni siquiera a los Cazadores de Sombras. Convoca a uno, y es posible que te encuentres atacado con ira divina. El punto de todo el ritual de los Instrumentos Mortales no era permitir que alguien convocara a Raziel, era que protegía al invocador de la ira del ángel, una vez que se presentara.
―Valentine…. ―comenzó Alec.
―Sí, Valentine también convocó a un ángel de mucha menor importancia. Y nunca se habló de él, ¿verdad? Nunca le dieron una pizca de ayuda, aunque él cosechó su sangre. Y aun así, él debió de haber usado unos hechizos muy poderosos sólo para obligarlo. Mi entendimiento es que él ató esa vida a la mansión Wayland, de modo que cuando el ángel muriera la mansión se derrumbaría en escombros. ―Tocó con una uña pintada de azul su taza―. Y se condenó a sí mismo. Sea que creas en el Cielo y el Infierno o no, él sin duda se condenó a sí mismo. Cuando llamó a Raziel, Raziel lo hirió. En parte como venganza a lo que Valentine le había hecho a su hermano ángel.
―¿Por qué estamos hablando de convocar ángeles? ―preguntó Simón, encaramándose en la punta de la larga mesa.
―Isabelle y Jocelyn fueron a ver a las Hermanas de Hierro ―explicó Alec―. En busca de un arma que pudiera ser utilizada en Sebastian y que no afecte a Nicholas.
―¿Y no hay ninguna?
―Nada en este mundo ―contestó Isabelle―. Una arma celestial podría hacerlo, o algo con una alianza demoníaca. Estamos explorando la primera opción.
―¿Convocando a un ángel para que te de su arma?
―Ha pasado antes ―dijo Magnus―. Raziel entregó la Espada Mortal a Jonathan Cazador de Sombras. En las viejas historias, la noche antes de la batalla de Jericó, un ángel apareció y le dio a Josué su espada.
―Ah ―dijo Simón―. Yo hubiera pensado que los ángeles hacían todo sobre la paz, sin armas.
Magnus lanzó un bufido.
―Los ángeles no son sólo mensajeros, son soldados. Miguel es quién dirige los ejércitos. Los ángeles no son pacientes. Ciertamente, no con las vicisitudes de los seres humanos. Cualquier persona que trate de convocar a Raziel sin los Instrumentos Mortales para protegerlos, probablemente sea atacada a muerte en el acto. Los demonios son más fáciles de convocar. Hay más de ellos y muchos son débiles. Pero entonces, un demonio débil puede ayudar sólo en tanto…
—No podemos convocar a un demonio ―dijo Jocelyn, horrorizada―. La Clave…
―Pensé que había dejado de importarte lo que la Clave pensara años atrás ―dijo Magnus.
―No soy sólo yo ―dijo Jocelyn―. El resto de ustedes. Luke. Mi hija. Si la Clave se entera…
―Bueno, no lo sabrán, ¿verdad? ―la cortó Alec, su voz por lo general suave ahora era áspera―. A menos que tú se los digas.
Jocelyn se enfrentó a la mirada de Isabelle, la inquisitiva de Magnus, y los difíciles ojos azules de Alec.
―¿Realmente están considerando esto? ¿Convocar a un demonio?
―Bueno, no cualquier demonio ―dijo Magnus―. Azazel.
Los ojos de Jocelyn brillaron.
―¿Azazel? ―Sus ojos escanearon a los demás, como si estuviera buscando apoyo, pero Izzy y Alex miraban sus tazas, y Simón se encogió de hombros.
―No sé quién es Azazel ―explicó―. ¿No es el gato de Los Pitufos? ―preguntó, pero
Isabelle sólo levantó la vista y puso los ojos en blanco. ¿____(tn)? Pensó.
Su voz llegó a través, con tintes de alarma. ¿Qué es? ¿Qué ha pasado? ¿Acaso mi madre averiguó que me fui?
No todavía, pensó de regreso. ¿Es Azazel el gato de Los Pitufos?
Hubo una larga pausa. Ése es Azrael, Simón. Y no uses más la magia de los anillos para preguntarme sobre Los Pitufos.
Y se fue. Simón levantó la vista de su mano y vio que Magnus lo miraba con curiosidad.
―No es un gato, Silvestre ―dijo―. Es el Demonio Mayor. El Teniente del Infierno y Forjador de las Armas. Él fue el ángel que enseñó a la humanidad cómo utilizar las armas, cuando antes había sido conocimiento que sólo los ángeles poseían. Eso hizo que cayera, y ahora él es un demonio. “Toda la tierra ha sido corrompida por medio de la obras que fueron enseñadas por Azazel, impútale entonces todo pecado”.
Alec miró a Magnus con asombro.
―¿Cómo sabes todo eso?
―Es amigo mío ―dijo Magnus, y, notando sus expresiones, suspiró—. Bueno, no realmente. Pero está en el Libro de Enoch.
―Parece peligroso. ―Alec frunció el ceño―. Suena como si estuviera más allá de un Demonio Mayor, incluso. Como Lilith.
―Afortunadamente, está vinculado ―informó Magnus―. Si lo convocan, vendrá su forma de espíritu, pero su aspecto corpóreo, permanecerá vinculado a las puntiagudas rocas de Duduael.
―Las puntiagudas rocas de… Oh, lo que sea ―dijo Isabelle, enrollando su largo y oscuro cabello en un moño…. Él es el demonio de las armas. Bien, yo digo que hay que darle una oportunidad.
―No puedo creer que estés considerando esto ―dijo Jocelyn―. Aprendí al mirar a mi esposo qué desastre puede provocar el convocar demonios. ____(tn)…. ―se interrumpió entonces, como si sintiera la mirada de Simón en ella, y se volvió―. Simón, ―dijo― ¿sabes si ____(tn) ha despertado ya? La hemos dejado dormir, pero son casi las once.
Simón vaciló.
―No lo sé. ―Eso, razonó, era verdad. Dondequiera que ____(tn) estuviera, podría estar dormida. A pesar de que acababa de hablar con ella.
Jocelyn quedó perpleja.
―¿Pero no estabas en la habitación con ella?
―No, no lo estaba. Estaba en… ―se interrumpió al darse cuenta del pozo que el mismo había cavado. Había tres dormitorios de repuesto. Jocelyn estaba en una, ____(tn), en la otra. Lo que, obviamente, significaba que debía haber dormido en la tercera habitación con…
―¿Isabelle? ―preguntó Alec, sus cejas levantadas―. ¿Dormiste en la habitación de Isabelle?
Isabelle hizo un gesto con la mano.
―No hay de qué preocuparse, hermano mayor. No pasó nada. Por supuesto ―añadió mientras los hombros de Alex se relajaban―. Estaba totalmente pasada de borracha, por lo que en realidad él podría haber hecho lo que quisiera y no me hubiera despertado.
―Oh, por favor ―dijo Simón―. Todo lo que hice fue contarte toda la trama de Star Wars.
―No recuerdo nada de eso ―dijo Isabelle, tomando una galleta del plato sobre la mesa.
―¿Ah, sí? ¿Quién era el mejor amigo de la infancia de Luke Skywalker?
―Bigg Darklighter ―contestó Isabelle inmediatamente, y luego golpeó la mesa con la palma de su mano―. ¡Eso es tan engañoso! ―Aun así, sonrió alrededor de su galleta.
―Ah ―dijo Magnus―. Amor Nerd. Es una cosa hermosa, además de ser objeto de burla e hilaridad de aquellos de nosotros que somos más sofisticados.
―Está bien, eso es suficiente. ―Jocelyn se paró―. Me voy a buscar a ____(tn). Si van a invocar a un demonio, no quiero estar aquí, y no quiero que mi hija esté aquí tampoco ―dijo, dirigiéndose al pasillo.
Simón le cerró el paso.
―No puedes hacer eso ―dijo él.
Jocelyn lo miró seriamente.
―Sé que dirás que este es el lugar más seguro para nosotros, Simón, pero con la invocación de un demonio, sólo…
―No es eso. ―Simón tomó una profunda respiración, lo cual no ayudó, ya que su sangre no procesaba oxígeno. Se sentía un poco enfermo―. No puedes ir a despertarla porque… porque ella no está aquí.
―¿Aquí es donde hacías tu entrenamiento? ―inquirió―. Este lugar es precioso.
―No te dejes engañar ―dijo Jordan con una sonrisa―. Este lugar es un campamento militar, con énfasis en "militar".
Ella lo miró de reojo. Seguía sonriendo. Así había estado, casi sin detenerse, desde que ella lo había besado en la playa al amanecer. Parte de Maia sentía como si una mano se hubiera levantado y dejado caer sobre la espalda de su pasado, cuando había amado a Jordan más allá de lo que jamás había imaginado, y su otra parte se sentía totalmente a la deriva, como si se hubiera despertado en un paisaje completamente ajeno, lejos de la familiaridad de su vida diaria y el calor de la manada.
Era muy peculiar. No malo, pensó. Sólo… peculiar.
Jordan llegó a una parada en un camino circular en el frente de la casa, que de cerca, Maia pudo ver que estaba construida con bloques de piedra dorada, el color leonado de la piel de lobo. Había unas puertas negras dobles fijas en la parte superior de una escalera de piedra maciza. En el centro del camino circular había un enorme reloj de sol, su superficie elevada decía que eran las siete de la mañana. Alrededor del borde del reloj del sol, estaban talladas las palabras: SOLO MARCO LAS HORAS QUE BRILLAN.
Ella abrió la puerta y saltó de la cabina justo cuando las puertas de la casa se abrían y una voz resonaba―: ¡Praetor Kyle!
Jordan y Maia levantaron la vista. Bajando de las escaleras había un hombre de mediana edad con un traje oscuro, su cabello era rubio canoso. Jordan, suavizando todas las expresiones de su rostro, se volvió hacia él.
―Praetor Scott ―saludó―. Ella es de Maia Roberts, de la manada Garroway. Maia, este es Praetor Scott. Él dirige el Praetor Lupus, prácticamente.
―Desde la década de 1800 los Scott siempre han dirigido el Praetor ―dijo el hombre, mirando a Maia, que inclinó la cabeza, en señal de sumisión―. Jordan, tengo que admitir, que no los esperaba tan pronto. La situación con el vampiro en Manhattan, el Daylighter…
―Está en mano ―dijo Jordan a toda prisa―. No es por eso que estamos aquí. Se trata de algo muy diferente.
Praetor Scott enarcó sus cejas.
―Ahora has despertado mi curiosidad.
―Es un asunto de cierta urgencia ―comenzó Maia―. Luke Garroway, nuestro líder de manada…
Praetor Scott le lanzó una mirada penetrante, silenciándola. Aunque él estuviera sin manada, era un Alfa, eso estaba claro debido a su porte. Sus ojos, debajo de sus espesas cejas, eran de color verde grisáceo; alrededor del cuello, bajo el cuello de la camisa, brillaba el colgante de bronce del Praetor, con la huella de la pata de un lobo.
―El Praetor decide qué asunto se considerará como urgente ―señaló―. Tampoco somos un hotel, abierto a huéspedes indeseados. Jordan asumió un riesgo al traerte aquí, y él lo sabe. Si no fuera uno de nuestros graduados más prometedores, bien podría despedirlos a ambos.
Jordan metió los pulgares en el cinturón de sus pantalones y miró al suelo. Un momento después, Praetor Scott puso su mano sobre el hombre de Jordan.
―Pero ―continuó él― eres uno de nuestros graduados más prometedores, y te ves agotado, puedo ver que estuviste despierto toda la noche. Ven, y hablemos de esto en mi oficina.
La oficina resultó estar debajo de un vestíbulo largo, sinuoso y elegante, con paneles de madera oscura. La casa estaba animada con el sonido de las voces, y un letrero que decía REGLAS DE LA CASA estaba clavado en la pared de una escalera que conducía hacia arriba.
REGLAS DE LA CASA
•No cambiar de forma en los pasillos.
•No aullar.
•No se permite plata.
•La ropa debe ser usada en todo momento. TODO EL TIEMPO.
•Sin peleas. Sin mordidas.
•Marcar todos los alimentos antes de ponerlos en la nevera comunal.
•No cambiar de forma en los pasillos.
•No aullar.
•No se permite plata.
•La ropa debe ser usada en todo momento. TODO EL TIEMPO.
•Sin peleas. Sin mordidas.
•Marcar todos los alimentos antes de ponerlos en la nevera comunal.
El olor del desayuno preparado flotaba en el aire, por lo que el estómago de Maia se quejó. Praetor Scott sonaba divertido.
―Le diré a alguien que haga un plato de bocadillos si tienes hambre.
―Gracias ―murmuró Maia. Habían llegado a la final del pasillo, y Praetor Scott abrió
una puerta marcada como OFICINA.
Maia miró más allá. La oficina era una habitación grande, cómoda, desordenada. Había una ventana rectangular que daba afuera hacia el césped, donde grupos formados mayormente por jóvenes estaban ejecutando lo que parecían ser maniobras de ejercicio, vestidos con pantalones negros de calentamiento y tops. Las paredes de la habitación estaban cubiertas de libros sobre licantropía, la mayoría en latín, pero Maia reconoció la palabra "lupus". El escritorio estaba sobre una losa de mármol puesta sobre dos estatuas de dos lobos gruñendo.
Frente a ella había dos sillas. En una de ella estaba sentado un gran hombre, un hombre lobo, encorvado con las manos unidas.
―Praetor ―dijo con voz áspera―. Tenía la esperanza de hablar con usted sobre el incidente en Boston.
―¿En el que rompiste la pierna de tu caso asignado? ―preguntó Praetor, secamente―. Hablaré con usted acerca de eso, Rufus, pero no en este momento. Algo más acuciante me llama.
―Pero, Praetor…
―Eso es todo, Rufus ―lo cortó Scott con el tono de un lobo alfa cuyas órdenes no eran cuestionadas―. Recuerda que éste es un lugar de rehabilitación. Parte de lo que estás aprendiendo es a respetar la autoridad.
Murmurando en voz baja, Rufus se levantó de la silla. Sólo cuando se puso de pie Maia notó, y reaccionó, ante su enorme tamaño. Era mucho más alto que ella y que Jordan, su camiseta negra se tensaba sobre el pecho, las mangas estaban a punto de rasgarse en torno a sus bíceps. Su cabeza estaba rapada, su rostro estaba marcado con profundas marcas de garras en toda su mejilla, como surcos excavados en el suelo. Les dirigió una mirada agria mientras caminaba delante de ellos y salió al pasillo.
―Por supuesto que algunos de nosotros ―murmuró Jordan― son más fáciles de rehabilitar que otros.
Mientras los pesados pasos de Rufus se desvanecían por el pasillo, Scott se lanzó a la silla de respaldo alto detrás del escritorio y habló por el intercomunicador de aspecto moderno. Después de pedir el desayuno en una voz lacónica, se echó hacia atrás, con las manos detrás de su cabeza.
―Soy todo oídos ―dijo.
Mientras Jordan contaba su historia y su solicitud a Praetor Scott, Maia no pudo evitar que sus ojos y su mente se distrajeran. Se preguntó cómo habría sido ser criado allí, en esa elegante casa de normas y reglamentos, en lugar de la comparativa libertad sin ley de la manada. En algún momento, un hombre lobo vestido de negro, el que parecía el traje regular de Praetor, llegó con bebidas, rebanadas de carne asada, queso y proteínas en una bandeja de peltre. Maia miró el desayuno con cierta consternación. Era cierto que los hombros lobos necesitaban más proteínas que las personas normales, muchas más, pero ¿carne asada para el desayuno?
―Encontrarás ―comentó Praetor Scott mientras Maia bebía su batido de proteínas con cautela― que de hecho, el azúcar refinado es perjudicial para los hombres lobos. Si dejas de consumir durante un período de tiempo, dejarás de desearlo. ¿No te habló el líder de la manada sobre eso?
Maia trató de imaginar a Luke, a quien le gustaba comer panqueques de formas extrañas y divertidas, dando conferencias acerca de azúcar, y fracasó. Sin embargo, ahora no era el momento de mencionarlo.
―No, lo hizo, por supuesto ―mintió―. Tiendo a tener, ah, pérdidas de memoria en momentos de estrés.
―Entiendo tu preocupación por el líder de la manada ―dijo Scott. Un Rolex de oro brillaba en su muñeca―. Normalmente, mantenemos una estricta política de no interferir en cuestiones no relacionadas con Submundos recién convertidos. Lo que no hacemos, de hecho, es dar prioridad a los hombres lobo por sobre otros Submundos, a pesar de que sólo se permiten licántropos en el Praetor.
―Pero ese es exactamente el por qué necesitamos su ayuda ―dijo Jordan―. Las manadas por su naturaleza están siempre en movimiento, en transición. No tienen oportunidad de crear cosas como las bibliotecas de conocimiento almacenado. No estoy diciendo que no tengan sabiduría. Podríamos ir de manada en manada, y tal vez alguien sepa cómo curar a Luke, pero no tenemos tiempo. Aquí ―dijo, señalando a los libros alineados en las paredes― está lo más cercano que tienen los hombres lobo parecido a los archivos de los Hermanos Silenciosos o al Laberinto en Espiral de los brujos.
Scott no lucía muy convencido. Maia bajó su batido de proteínas.
―Y Luke no es cualquier líder de la manada ―dijo―. Es el representante de los licántropos en el Concejo. Si ayudan a curarlo, sabrán que el Praetor siempre tendrá una voz a su favor en el Concejo.
Los ojos de Scott brillaron.
―Interesante ―dijo él―. Muy bien, echaré un vistazo a los libros. Probablemente tomará un par de horas. Jordan, te sugiero que si vas a conducir de regreso a Manhattan descanses un poco. No necesitamos que estrelles tu camioneta contra un árbol.
―Podría manejar…. ―comenzó Maia.
―Te ves igual de agotada. Jordan, como sabes, siempre habrá un lugar para ti aquí en Praetor House, a pesar de que seas un graduado. Y Jason está en una asignación, así que hay una cama para Maia. ¿Por qué no descansan ambos un poco, y yo los llamo cuando haya terminado? ―sugirió y dio la vuelta en su silla para examinar los libros en las paredes.
Jordan le hizo gesto a Maia diciéndole que era su señal para salir; ella se puso de pie, quitándose las migas de los jeans. Estaba a medio camino a la puerta cuando Praetor Scott volvió a hablar.
―Oh, y Maia Roberts ―la llamó; su voz tenía un tono de advertencia―. Espero que entiendas que cuando se hacen promesas en nombre de otras personas, cae sobre tu cabeza asegurarse de que sigan adelante.
*********************************
Simón despertó aun sintiéndose agotado, parpadeando en la oscuridad. Las gruesas cortinas negras sobre las ventanas dejaban pasar muy poca luz, pero su reloj interno le dijo que era de día. Eso y el hecho de que Isabelle se había ido, por el lado deshecho de la cama y las sábanas revueltas.
Era de día, y él no había hablado con ____(tn) desde que ella se había ido. Sacó la mano debajo de las sábanas y miró el anillo de oro en su mano derecha. Delicado, estaba grabado con lo que eran o bien diseños o palabras en un alfabeto que no conocía.
Apretando la mandíbula, se sentó y tocó el anillo. ¿____(tn)?
La respuesta fue inmediata y clara. Casi se levantó de la cama del alivio. Simón. Gracias a Dios.
¿Puedes hablar?
No. Él sintió más que oyó una distracción tensa en la voz de su mente. Me alegro de que hayas llamado, pero no es buen momento. No estoy sola.
¿Pero estás bien?
Estoy bien. Nada ha sucedido todavía. Estoy tratando de reunir información. Te prometo hablar contigo en el momento en que me entere de algo.
De acuerdo. Cuídate.
Tú también.
Y ella se fue. Deslizando sus piernas a un lado del colchón, Simón hizo lo que pudo para aplastar su desordenado cabello por el sueño, y fue a ver si alguien más estaba despierto.
Lo estaban. Alec, Magnus, Jocelyn, e Isabelle estaban sentados alrededor de la mesa de Magnus. Mientras que Alec y Magnus vestían jeans, tanto Jocelyn como Isabelle llevaban el equipo de cazadoras, Isabelle con su látigo envuelto alrededor de su brazo derecho. Ella levantó la vista cuando entró, pero no sonrió, sus hombros estaban tensos, con la boca en una delgada línea. Todos tenían tazas de café en frente de ellos.
―Hay una razón por la que el ritual de los Instrumentos Mortales era tan complicado.
―Magnus hizo flotar la azucarera hacia él y vertió un poco del polvo blanco sobre el café—. Los Ángeles actúan al mandato de Dios, no a los seres humanos, ni siquiera a los Cazadores de Sombras. Convoca a uno, y es posible que te encuentres atacado con ira divina. El punto de todo el ritual de los Instrumentos Mortales no era permitir que alguien convocara a Raziel, era que protegía al invocador de la ira del ángel, una vez que se presentara.
―Valentine…. ―comenzó Alec.
―Sí, Valentine también convocó a un ángel de mucha menor importancia. Y nunca se habló de él, ¿verdad? Nunca le dieron una pizca de ayuda, aunque él cosechó su sangre. Y aun así, él debió de haber usado unos hechizos muy poderosos sólo para obligarlo. Mi entendimiento es que él ató esa vida a la mansión Wayland, de modo que cuando el ángel muriera la mansión se derrumbaría en escombros. ―Tocó con una uña pintada de azul su taza―. Y se condenó a sí mismo. Sea que creas en el Cielo y el Infierno o no, él sin duda se condenó a sí mismo. Cuando llamó a Raziel, Raziel lo hirió. En parte como venganza a lo que Valentine le había hecho a su hermano ángel.
―¿Por qué estamos hablando de convocar ángeles? ―preguntó Simón, encaramándose en la punta de la larga mesa.
―Isabelle y Jocelyn fueron a ver a las Hermanas de Hierro ―explicó Alec―. En busca de un arma que pudiera ser utilizada en Sebastian y que no afecte a Nicholas.
―¿Y no hay ninguna?
―Nada en este mundo ―contestó Isabelle―. Una arma celestial podría hacerlo, o algo con una alianza demoníaca. Estamos explorando la primera opción.
―¿Convocando a un ángel para que te de su arma?
―Ha pasado antes ―dijo Magnus―. Raziel entregó la Espada Mortal a Jonathan Cazador de Sombras. En las viejas historias, la noche antes de la batalla de Jericó, un ángel apareció y le dio a Josué su espada.
―Ah ―dijo Simón―. Yo hubiera pensado que los ángeles hacían todo sobre la paz, sin armas.
Magnus lanzó un bufido.
―Los ángeles no son sólo mensajeros, son soldados. Miguel es quién dirige los ejércitos. Los ángeles no son pacientes. Ciertamente, no con las vicisitudes de los seres humanos. Cualquier persona que trate de convocar a Raziel sin los Instrumentos Mortales para protegerlos, probablemente sea atacada a muerte en el acto. Los demonios son más fáciles de convocar. Hay más de ellos y muchos son débiles. Pero entonces, un demonio débil puede ayudar sólo en tanto…
—No podemos convocar a un demonio ―dijo Jocelyn, horrorizada―. La Clave…
―Pensé que había dejado de importarte lo que la Clave pensara años atrás ―dijo Magnus.
―No soy sólo yo ―dijo Jocelyn―. El resto de ustedes. Luke. Mi hija. Si la Clave se entera…
―Bueno, no lo sabrán, ¿verdad? ―la cortó Alec, su voz por lo general suave ahora era áspera―. A menos que tú se los digas.
Jocelyn se enfrentó a la mirada de Isabelle, la inquisitiva de Magnus, y los difíciles ojos azules de Alec.
―¿Realmente están considerando esto? ¿Convocar a un demonio?
―Bueno, no cualquier demonio ―dijo Magnus―. Azazel.
Los ojos de Jocelyn brillaron.
―¿Azazel? ―Sus ojos escanearon a los demás, como si estuviera buscando apoyo, pero Izzy y Alex miraban sus tazas, y Simón se encogió de hombros.
―No sé quién es Azazel ―explicó―. ¿No es el gato de Los Pitufos? ―preguntó, pero
Isabelle sólo levantó la vista y puso los ojos en blanco. ¿____(tn)? Pensó.
Su voz llegó a través, con tintes de alarma. ¿Qué es? ¿Qué ha pasado? ¿Acaso mi madre averiguó que me fui?
No todavía, pensó de regreso. ¿Es Azazel el gato de Los Pitufos?
Hubo una larga pausa. Ése es Azrael, Simón. Y no uses más la magia de los anillos para preguntarme sobre Los Pitufos.
Y se fue. Simón levantó la vista de su mano y vio que Magnus lo miraba con curiosidad.
―No es un gato, Silvestre ―dijo―. Es el Demonio Mayor. El Teniente del Infierno y Forjador de las Armas. Él fue el ángel que enseñó a la humanidad cómo utilizar las armas, cuando antes había sido conocimiento que sólo los ángeles poseían. Eso hizo que cayera, y ahora él es un demonio. “Toda la tierra ha sido corrompida por medio de la obras que fueron enseñadas por Azazel, impútale entonces todo pecado”.
Alec miró a Magnus con asombro.
―¿Cómo sabes todo eso?
―Es amigo mío ―dijo Magnus, y, notando sus expresiones, suspiró—. Bueno, no realmente. Pero está en el Libro de Enoch.
―Parece peligroso. ―Alec frunció el ceño―. Suena como si estuviera más allá de un Demonio Mayor, incluso. Como Lilith.
―Afortunadamente, está vinculado ―informó Magnus―. Si lo convocan, vendrá su forma de espíritu, pero su aspecto corpóreo, permanecerá vinculado a las puntiagudas rocas de Duduael.
―Las puntiagudas rocas de… Oh, lo que sea ―dijo Isabelle, enrollando su largo y oscuro cabello en un moño…. Él es el demonio de las armas. Bien, yo digo que hay que darle una oportunidad.
―No puedo creer que estés considerando esto ―dijo Jocelyn―. Aprendí al mirar a mi esposo qué desastre puede provocar el convocar demonios. ____(tn)…. ―se interrumpió entonces, como si sintiera la mirada de Simón en ella, y se volvió―. Simón, ―dijo― ¿sabes si ____(tn) ha despertado ya? La hemos dejado dormir, pero son casi las once.
Simón vaciló.
―No lo sé. ―Eso, razonó, era verdad. Dondequiera que ____(tn) estuviera, podría estar dormida. A pesar de que acababa de hablar con ella.
Jocelyn quedó perpleja.
―¿Pero no estabas en la habitación con ella?
―No, no lo estaba. Estaba en… ―se interrumpió al darse cuenta del pozo que el mismo había cavado. Había tres dormitorios de repuesto. Jocelyn estaba en una, ____(tn), en la otra. Lo que, obviamente, significaba que debía haber dormido en la tercera habitación con…
―¿Isabelle? ―preguntó Alec, sus cejas levantadas―. ¿Dormiste en la habitación de Isabelle?
Isabelle hizo un gesto con la mano.
―No hay de qué preocuparse, hermano mayor. No pasó nada. Por supuesto ―añadió mientras los hombros de Alex se relajaban―. Estaba totalmente pasada de borracha, por lo que en realidad él podría haber hecho lo que quisiera y no me hubiera despertado.
―Oh, por favor ―dijo Simón―. Todo lo que hice fue contarte toda la trama de Star Wars.
―No recuerdo nada de eso ―dijo Isabelle, tomando una galleta del plato sobre la mesa.
―¿Ah, sí? ¿Quién era el mejor amigo de la infancia de Luke Skywalker?
―Bigg Darklighter ―contestó Isabelle inmediatamente, y luego golpeó la mesa con la palma de su mano―. ¡Eso es tan engañoso! ―Aun así, sonrió alrededor de su galleta.
―Ah ―dijo Magnus―. Amor Nerd. Es una cosa hermosa, además de ser objeto de burla e hilaridad de aquellos de nosotros que somos más sofisticados.
―Está bien, eso es suficiente. ―Jocelyn se paró―. Me voy a buscar a ____(tn). Si van a invocar a un demonio, no quiero estar aquí, y no quiero que mi hija esté aquí tampoco ―dijo, dirigiéndose al pasillo.
Simón le cerró el paso.
―No puedes hacer eso ―dijo él.
Jocelyn lo miró seriamente.
―Sé que dirás que este es el lugar más seguro para nosotros, Simón, pero con la invocación de un demonio, sólo…
―No es eso. ―Simón tomó una profunda respiración, lo cual no ayudó, ya que su sangre no procesaba oxígeno. Se sentía un poco enfermo―. No puedes ir a despertarla porque… porque ella no está aquí.
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
OMJ! OMJ! OMJ!
Simón lo va a pasar muy mal en manos de Jocelyn!
Pero todo sea por la rayiz & salvar al Nicho! :(L):
Les dejo capitulo ahorita pq ya no tendré tiempo de leerlas si no hasta mañana tarde! u.u
Espero que les guste! ;)
& les traigo un regalo! :fiu:
Les dejo una imagen con el cast de la pelicula! *.*
Estos últimos son Alec, Jocelyn, Luke & Hodge!
Que Opinan(?
\^.^/
Lu WH!;*
X
PD: Alguna de ustedes ha leído "Beautiful Disaster" es un libro hermoso! *.* Quizás sea nuestra próxima historia! ;)
:bye:
Última edición por HeyItsLupitaNJ el Lun 18 Feb 2013, 9:51 pm, editado 1 vez
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Almas Perdidas - NicholasJ&TU (Adaptación)- TERMINADA!
Pobre Simon lo que le espera...
Cuando sale la peli? me gusta los personajes, aunque a Valentine no me lo imaginaba asi, ademas falta Alec!
SEGUILA! un beso...
Cuando sale la peli? me gusta los personajes, aunque a Valentine no me lo imaginaba asi, ademas falta Alec!
SEGUILA! un beso...
I.am.rayita (Anto!!!)
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