The Driveway {Harry Styles}

Un viento constante manchó el parabrisas con polvo, igual que la lluvia, y los converse de Harry no paraban de golpear contra la ventana, pero no había ninguna respuesta desde el asiento trasero. Llevé mis ojos de vuelta a la carretera y al cielo, el que se había puesto tres tonos más oscuro en unos minutos.

Cerré las rejillas de ventilación.

—¿Sabes lo que nunca entenderé?

—¿Qué?

—Por qué se fue en primer lugar.

Cuando Louis me dijo que iba a enlistarse, pensé que era una broma. Cuando su cara se volvió seria y su tono resolutivo, me di cuenta que no lo era, pero yo no estaba dispuesta a dejarlo ir. Le supliqué una y otra vez que me lo explicara. Que lo justificara. Y una pequeña parte de mí estaba convencida que todas mis preguntas y dudas de alguna manera serían suficientes para hacerle cambiar de opinión. Pero todas las veces, su respuesta simple, la cual me frustraba y aterraba simultáneamente, era que eso era lo correcto por hacer. Y yo quería discutir un millón de razones diferentes por las cuales no lo era o no lo debería hacer, pero lo única que se me ocurría era yo. Nunca lo dije, porque si a pesar de decírselo se iba, ¿qué significaba eso? ¿Que yo no era suficiente razón para que se quedara? ¿Que él no me necesitaba tanto como yo lo necesitaba? ¿Qué estaba cansado de que lo necesitara?

—Tú y yo. —Harry dejó salir un suspiro. Y yo vi por el retrovisor cómo se sentaba, sin ningún rastro de su sonrisa—. Nunca le hicimos frente esto. Él y yo. —Miró de nuevo por la ventana, manteniendo sus ojos lejos del espejo—. Fue por eso que las cosas se pusieron duras entre nosotros. Supongo.

Lo miré por el espejo por un tiempo largo, esperando a que se explicara, pero no lo hizo, y eso me hizo preguntarme si a lo mejor Harry le había preguntado a Louis por qué se iba, discutiendo con él sobre eso y separándose porque no le gustó la respuesta. La única persona que necesitaba a Louis tanto como yo era él. Ellos se llamaban el uno al otro hermano. Se suponía que iban a ir a la universidad juntos así podrían jugar al fútbol y mantenerse de esa manera. Siempre.

—De todas formas. No importaba lo que él estaba pensando —dijo Harry— . Nada iba a cambiar su opinión.

Las nubes que se habían reunido en el horizonte, se iluminaron con una serie de rápidos destellos, revelando rayas verticales de color gris por debajo de ellas. Instintivamente conté los segundos en mi cabeza para el trueno, pero debía estar demasiado lejos para oírlo.

Harry se inclinó hacia adelante, con su brazo sobre el asiento de adelante, y dejó salir un leve silbido.

—Parece que tenemos una pequeña tormenta.

—Está bastante lejos. ¿No?

Se inclinó hacia delante incluso más, tratando de ver por la ventana.

—Ahora mismo está lejos. Pero está viniendo rápidamente.

Como si fuera una señal, las nubes destellaron otra vez, y esta vez, después de unos pocos segundos, creí oír el ruido de un trueno por encima del motor del Pala.

—¿Quieres que conduzca? —preguntó Harry.

Cogí el volante un poco más fuerte y miré directamente hacia delante.

—No. Gracias. Sé cómo conducir en la lluvia.

Una gota de lluvia gruesa cayó sobre el parabrisas, y casi instantáneamente, un montón de ellas la siguieron en una rápida sucesión. Alcancé los limpiaparabrisas, y otra nube se iluminó en frente de nosotros. La electricidad zumbaba a través de un cable dentado de luz.

—¡Vaya! —Quité el pie del acelerador de un tirón.

Harry se inclinó más cerca.

—Despacio, despacio. No fuerces los frenos. Estás bien. Sólo vamos a reducir la velocidad y encender las luces.

Pulsé el mando junto al volante y las luces se encendieron, pero no hicieron mucha diferencia en esta extraña oscuridad falsa que las nubes habían traído con ellas. Camino arriba delante de nosotros vi otro conjunto de luces traseras justo en otro rápido destello de las nubes, volviéndolas rosa. El ruido del trueno que las siguió ahogó el motor del Pala e hizo que mi corazón se acelerara. Y luego las nubes de encima de nosotros soltaron toda el agua en ellas.

Froté el parabrisas empañado enfrente de mí.

—Quizás deberíamos parar. Se está volviendo difícil ver.

—No. No pares —dijo Harry—. Es la mejor manera de causar un accidente. O acabar en una zanja. Sólo reduce y continúa. Ven. —Trepó por el asiento delantero, y se puso cómodo y pulsó el botón de descongelación al máximo—. Esto debería ayudar. —Aire caliente se precipitó dentro—. Abre tu ventana también, así no nos coceremos aquí dentro.

Lo hice. Entonces me concentré en la carretera y dejé salir la respiración que debía estar aguantando. Por primera vez desde que nos habíamos ido, estaba verdaderamente agradecida de que él estuviera aquí. La niebla del parabrisas desapareció en machas por encima de las rejillas de ventilación primero, mientras lo limpiaparabrisas chirriaban en un ajetreado movimiento de ida y vuelta.

Aire frío fluía directamente desde la ventana, y aspiré el olor a asfalto mojado y la suciedad que venía con él. Sonreí hacia Harry.

—Gracias. No sé por qué me he asustado tanto. Yo…

Una luz brillante desgarró el cielo encima de nosotros unos pocos segundos antes de que el ruido del trueno ahogara cualquier ruido del mundo. La lluvia martilleaba incluso más rápido, en corrientes de agua, los limpia parabrisas no tenían ninguna oportunidad contra ella. A través del agua sólo podía ver lo que era una imagen borrosa de los rayos grises e irregulares.

—¡Mιerda! —Deslicé mi pie del acelerador y me tensé hacia delante contra el volante para ver las líneas de la carretera—. Es de locos. No puedo ver nada. —Pero conforme lo dije, lo vi. Dos luces rojas justo enfrente de nosotros.

Apreté los frenos, y el Pala patinó a través de la autopista. El volante se sacudió violentamente en mis manos, hasta no poder saber si estábamos deslizándonos o girando.

Me congelé. Me preparé. Harry me gritó algo.

El tiempo se redujo, y tuve ese sentimiento otra vez, de que nada de esto era real. Como si no hubiera ninguna posibilidad de que estuviéramos chirriando a través de la lluvia en el auto de Louis. Como si no estuviera a punto de acabar con lo último de mi familia y con Harry. Me preparé para el final.

Y entonces sentí el peso de Harry sobre mí, sus manos en el volante con las mías. Él estaba gritándome algo que no pude entender al principio, y luego lo hice, alejé mis manos del volante. Harry giró fuertemente una, dos y tres veces. Y luego chocamos contra algo grande.

La fuerza lanzó mi pecho directamente hacia el volante y sacó el aire de mí. Oí otro golpe que debía ser Harry golpeándose contra el tablero, y luego todo se volvió extrañamente tranquilo, excepto por la lluvia que golpeaba ferozmente el techo.

Llevé una mano temblorosa a mi pecho. Alcanzando con la otra el asiento de Harry. Cayó un rayo por encima de nosotros y su mano envolvió la mía.

—_______… ¿Estás bien? —El golpetazo del trueno ahogó mi intento de respuesta. Inspiré y el dolor onduló en mi pecho. Las manos de Harry fueron a tientas por mi brazo hasta que encontraron mis mejillas y entonces él estaba ahí, mirándome a la cara con ojos claros y preocupados—. ¿Estás bien? Di algo. ¿Te duele?

Un hilillo de sangre hizo una línea por su sien desde algún lugar en su pelo y yo lo miré, casi sin poder respirar.

—_______.

Su voz, firme esta vez, atrajo mis ojos de nuevo hacia los suyos y asentí.

—¿Estás bien?

Asentí otra vez, tratando de responder, pero mis ojos volvieron a la sangre en su mejilla y lo poco que me quedaba de calma se derrumbó. Enterré la cara en mis manos y sollocé. Por todo esto. Porque casi nos matan, por la sangre en la frente de Harry, por irnos en el auto de Louis a un viaje estúpιdo… porque el Pala era la única cosa que me quedaba de todo, porque mis padres habían muerto y mi hermano había muerto y…

Harry se acercó más y paró el auto. No me había dado cuenta de que aún estaba en marcha.

—Oye, oye. Está bien. Estamos bien. —Le oí respirar profundamente y envolvió un sólido brazo alrededor de mi hombro.

Apoyé la cabeza sobre su brazo y miré a los pequeños puntos en la tapicería del techo.

—No debería haber presionado los frenos. Habías dicho dos segundos antes que no accionara los frenos. —Lo miré y se llevó una mano temblorosa a la sangre que corría por su sien—. Casi hago que nos matemos.

Agarró mis manos y las apretó.

—Ese auto llegó de ninguna parte. Cualquiera hubiera hecho eso. Estamos bien, ¿de acuerdo?

Sentí que mis hombros se relajaban un poco.

Él se echó hacia atrás y miró a través del parabrisas.

—Sin embargo, no se puede decir lo mismo del Pala. Creo que golpeamos algo suelto allí.

Me senté y vi un torrente débil pero constante de algo blanco elevándose desde debajo del capó, a través de la lluvia.

—¿Eso es humo? Oh, Dios mío, ¿deberíamos salir y verlo? —Un relámpago brilló, seguido de un fuerte estruendo.

—No. —Bajó la ventanilla del pasajero y se asomó, se estiró hacia el capó un segundo. Cuando se volvió a reclinar, estaba empapado, la sangre se había lavado de su cara—. No huele a humo. Creo que es vapor de agua.

—¿Qué quiere decir eso?

—Eso quiere decir que no vamos a seguir por ahora. No hasta que se aclare y pueda echar un vistazo por allí. —Subió su ventanilla, dejando una rendija abierta—. Estamos fuera de la carretera, por lo que puedo decir, pero no puedo ver nada por ahí. Mejor estar tranquilos.

Miré hacia lo gris buscando algún punto de referencia, pero no podía distinguir nada, excepto la continua lámina de lluvia que ahora caía a nuestro alrededor. No teníamos muchas opciones.

Harry pasó un brazo por encima de mis hombros una vez más, tirando de mí un poco.

—Eso está un poco salvaje allí, pero estamos bien. ¿Está bien?

Di una respiración profunda que seguía siendo inestable con restos de adrenalina. Pero le creí. Me desconcertaba lo mucho que lo hacía. Y eso me hizo llorar de nuevo, porque Louis era la única otra persona en el mundo a quien yo creía así. Y cuando el soldado se acercó y me dijo que mi hermano estaba muerto, no creí que nadie pudiera hacerme sentir como si algo pudiera estar bien. Me senté y tragué el nudo en mi garganta, tratando de descubrir una manera de decirle todo eso a Harry.

Sostuvo mi mirada y una pregunta hizo que su entrecejo se frunciera.

—¿Qué?

Miré hacia mi regazo.

—Nada. Acabas… me has recordado a Louis en este momento. —Sonó tonto dicho en voz alta, pero seguí adelante de todos modos, con los ojos centrados en mi asiento, en la hebilla del cinturón—. La forma en que hiciste que todo pareciera como… como si estuviera bien. —Sonreí lo mejor que pude, cuando me giré para mirarlo—. Él era bueno en eso, ¿sabes? —Llevé mi mano a su rodilla—. De cualquier manera. Tú también lo eres. —Los ojos de Harry se posaron en mi mano y yo la quité tan rápidamente como la había puesto ahí.

—Me alegra que pienses así. —Sacó su brazo de detrás de mi hombro y se apoyó contra la puerta—. Sin embargo, Louis fue así hasta el final. —Miró al techo, deteniéndose en ese pensamiento por un momento—. El resto de nosotros… simplemente parecemos de esa manera a veces. —Suspiró, buscó en su bolsillo trasero y sacó un frasco de peltre—. De todos modos. —Desenroscó el tapón y me lo tendió con una sonrisa que era más triste que feliz—. ¿Tienes sed?

Un sorbo de lo que tenía allí fue suficiente para que me preguntara si el viejo en la gasolinera era en realidad una especie de ángel de la guarda. Pasé la quemadura en mi garganta con un trago de agua de la jarra y me recosté contra el asiento. Los truenos y relámpagos ya no estaban directamente encima, pero cada pocos segundos el cielo brillaba en un lugar diferente y podía oír el ruido sordo de los truenos. En medio, la lluvia se mantenía, una lluvia constante que se mezclaba estática con el fondo.