The Driveway {Harry Styles}

Miré a través de la puerta de entrada de la sala de estar hacia Gina, que parecía haber envejecido veinte años en las últimas dos semanas. Su cabello castaño caía suelto y sin brillo alrededor de su rostro y su pecho se movía rítmicamente arriba y abajo por debajo de la arrugada blusa negra. Ella no se inmutó al sonido cuando deslicé una silla y me senté en la mesa. Recogí el sobre, sorprendida por el espesor de éste entre mis dedos. Una respiración profunda no se sentía suficiente para prepararme para la lectura de lo que él había escrito, pero tomé una bocanada de aire de todos modos, luego deslicé el dedo debajo de la solapa superior y a través de la unión del sobre. Exhalé una vez más antes de sacar las páginas dobladas y abrirlas para leer.

Querida _______,
En primer lugar, sé que esto va a llegarte tarde, esa es exactamente la manera en que funcionan las cosas aquí, pero espero que ya que por fin estoy enviando una "carta real", no me lo eches en cara.

Deseo más que nada haber podido volver a casa para ver tu graduación, probé todas las formas, pero no había manera de que eso fuera a suceder. Pero tienes que saber lo orgulloso estoy. Mamá y papá lo hubieran estado también, ya sabes. Muy orgullosos.

Y ahora tienes un ancho camino abierto delante de ti con nada que se interponga. Espero que tengas todo empacado y listo para la escuela. Es algo grande, ya sabes. Es mejor que vayas y recuerdes eso o voy a tener que volver allí sólo para patearte el trasero. Hay un mundo ahí afuera y lo estoy viendo ahora, lo bueno y lo malo. Y tú también lo harás. Ten algunas aventuras mientras estés allí afuera. Pon tus pies en el océano. Mira las estrellas desaparecer por la mañana. Luego, cuando vuelva, compararemos notas.

¿Cómo estuvo eso para ser una "carta real"? ¿Fue todo lo que pensaste que sería? ¿Sabio e inspirador, ya que está en papel? Lo intenté. Para que lo sepas, me tomó dos veces hacerlo tan largo como un correo electrónico lo habría sido. Espero que seas feliz.

Con Amor,
Louis
P.D.: Hazme un favor, la próxima vez que veas a Kyra Kelley, asegúrate de contarle todo sobre tu atractivo hermano mayor.

Algo muy profundo dentro de mi pecho se quebró. Se desbordó. Rompiendo a través de cada pequeño espacio dentro de mí hasta que pensé que podría reventar. Era tan Louis, tan parecido a lo que él diría, que me permití pensar por un segundo que en realidad no se había ido. Deslicé mi dedo sobre las hendiduras de sus trazos. Él no tenía idea cuando la escribió que yo me sentaría en la mesa de nuestra cocina y la leería después de su funeral o que no me reiría y negaría con la cabeza, sino que lloraría tan silenciosamente como podía, así no despertaría a Gina.

Lágrimas calientes bajaron silenciosas por mis mejillas. Dejé la carta sobre la mesa y sequé la humedad de mi cara. Los segundos pasaban lejos en el calor de la noche, y las páginas delante de mí revoloteaban ligeramente por debajo de la corriente perezosa del ventilador de techo.

Páginas. Había más de una. Después de otra profunda respiración, separé suavemente la que tenía su letra de la segunda que estaba detrás, casi con miedo de lo que podría ser. Y sentada sola en la mesa de la cocina, en la tranquila tristeza de la casa, me reí cuando lo vi.

Me reí en voz alta, pero sin ningún tipo de alegría, ya que esto tenía que ser una broma. Todo esto. El accidente automovilístico que se llevó a mis padres, la bomba de mano que se llevó a mi hermano, y ahora esto. Una carta que él tenía que haber enviado hace meses, cuando el camino estaba verdaderamente despejado, y los dos boletos para el concierto de despedida de Kyra Kelley fueran el perfecto remate de su broma posdata.

Él habría escrito la última línea con una sonrisa, sabiendo que yo entendería tan pronto como mirara los impresos. Habría sabido que miraría los números de asiento preguntándome cómo, desde el otro lado del mundo, se las había arreglado para conseguir entradas del último concierto. Y probablemente se imaginaría a Jade y a mí volviéndonos locas por ellos, y luego cambiando inmediatamente al modo planificación para el viaje a California por el concierto.

Pero en realidad deberíamos haber sido él y yo.

Cuando cumplí catorce, me sorprendió con un viaje en el Impala todo el camino a Austin para verla cantar, y juro que ella nos sonrió en la primera fila. Cuando cumplí dieciséis años, dejé que me llevara al concierto de San Antonio, y cuando ella miró en nuestra dirección más de una vez, decidí que se acordaba de nosotros. Kilómetros de carretera y galón tras galón de gasolina eran los vínculos entre Louis y yo, y Kyra Kelley.

Si él era el guía en mi vida, ella era la banda sonora. En mi mente, los tres habíamos crecido juntos. Ella me encantó desde su primer álbum, y a Louis también, aunque finalmente dejó de admitirlo. Ella era dulce, seria y escribía sus propias canciones. Canciones sobre tener el corazón roto por chicos que no sabían que existía o que estaban enamorados de la chica equivocada para ellos. Escribía mi vida, y la amaba por eso.

Seguí en las revistas sus transformaciones de chica country a artista pop crossover, y a hermosa cantante convertida en modelo/convertida en actriz de veintitantos años. La veía tener el corazón roto cada vez más y pensaba que se merecía algo mejor. Alguien bueno y sólido como mi hermano, quien abriría las puertas para ella y estaría pendiente de su corazón. La clase de chico que sorprendería a su hermana pequeña con un regalo increíblemente perfecto y pediría solamente una cosa a cambio.

Hablarle a ella sobre él.

La idea se aferró a mí, y miré de reojo a mi tía Gina, que todavía estaba durmiendo. Incluso cuando el capellán nos había dicho que el funeral de Louis sería llevado a cabo el día antes de que yo partiera a la escuela, había insistido vigorosamente que no cambiara mis planes. Y había algo en su voz que me advirtió que no discutiera con ella. La vida tiene que seguir, había dicho. Ella necesitaba volver a trabajar para pagar las cuentas. Y yo necesitaba volver a la escuela como ya se había dicho. La mejor manera de honrar a Louis era haciendo eso. Teníamos que hacer esas cosas, porque si no esta enorme pérdida nos tragaría, y la vida seguiría sin importar si nosotras lo hacíamos o no.

Había estado furiosa con ella por decir esas cosas que sonaban tan insensibles, pero ella sabía mejor que nadie cuánta razón tenían. Había sepultado a mis padres, su hermana y cuñado, y luego se hizo cargo de nosotros y continuó lo mejor que pudo. Y ahora esperaba que yo hiciese lo mismo. Pero en las páginas en frente de mí, Louis me había dado un regalo. Y una última petición. Yo tenía cinco días para cumplirla.

Miré a Gina una vez más e hice una promesa silenciosa que después de que hiciera esto, esta única cosa que Louis había pedido, seguiría adelante, derecho a la escuela. Llegar a Kyra Kelley significaría perder la semana de orientación, pero lo justificaría rápidamente. Estaría de vuelta para el comienzo de clases y Gina no se enteraría de nada. Odiaba la idea de mentirle, pero no había manera de que pudiera decirle lo que realmente quería hacer antes de que la vida pudiera continuar. No podía decirle que iba a tomar las entradas que él me había dado, subir al Impala, y que conduciría a California para ver a Kyra Kelley. Pensaría que perdí la cabeza.

Doblé la carta y las entradas y las metí de nuevo en el sobre, deslizándolas en mi bolso, y desperté a Gina para contarle un plan que esperaba que creyera: que iba a hacer exactamente lo me que dijo, que cuando se despertara a la mañana siguiente y se fuera a trabajar, decidida a seguir adelante, subiría al auto de Louis, directo hacia Austin, y seguiría adelante también.

Era temprano, pero los asientos de vinil ya estaban calientes contra la parte trasera de mis piernas cuando me deslicé. Tendría que manejar con las ventanas abajo con seguridad, probablemente estaría descalza antes del mediodía. Mis dedos encontraron la palanca debajo del asiento, y abrí el maletero para cargar las cosas que había apilado cerca del auto, el contenido de mi vida empaquetado en unas cajas y una bolsa de lona. Había empacado la mayoría hace unas semanas con una vertiginosa anticipación para el día que manejara a mi nueva vida en Austin. En ese momento, sin embargo, era un pensamiento distante en el borde de mi mente. Golpeé el maletero cerrándolo y respiré el aire de la mañana que ya era pesado con el calor de agosto. Esto era estúpιdo. Seguramente ridículo. Pero Louis nunca me había pedido nada. Y ahora esto era algo. Él quería que fuera. Pensó que sería una gran aventura, una loca historia que podría contar después.

El sol se reflejaba en la esquina del capó, pareciendo una mancha blanca en la superficie de color negro brillante, y pensé en el aceite. Necesitaba revisar el aceite. Y el agua, así no freiría el motor en medio del desierto. Me apoyé en el capó abierto y saqué la varilla, todo parecía estar bien. Bajo la tapa del radiador, el agua se cernía en torno a la línea de lleno. Todo lo demás parecía bien, pero Louis siempre había recurrido a encender el auto para escuchar cualquier cosa fuera de lugar. No tenía idea de qué tenía que escuchar, pero no podía hacer daño revisar. Cuando me incliné dentro y giré la llave, el estruendo irrumpió en el silencio.

—Suena como una mιerda, sabes. —Reconocí la voz instantáneamente.

Él salió de la nada. Yo agaché la cabeza fuera de la puerta y me moví lentamente, tratando de decidir cómo responder. Harry estaba de pie con el mismo traje con el que lo había visto en el funeral, pero ahora su camisa colgaba por fuera y su moño se había ido. Sin embargo, aún llevaba la botella en su mano, y por lo que parecía, todavía estaba borracho. No el Harry borracho feliz, como lo había visto tantas veces, sino borracho malhumorado. Probablemente borracho recién echado de la escuela.

—Apestas —dije, empujándolo al pasar a su lado para mirar el motor.

Él giró su cabeza en un movimiento lento para seguirme, entonces tomó otro trago de su botella y tragó.

—Quizás. Pero el verdadero problema, _______, es que se suponía que cuidarías de ella por Louis. —Inspeccionó el auto, desde el capó hasta el maletero—. No creo que él estuviera feliz con esto. —Se tambaleó, y luego enfocó sus ojos hacia mí, y en ese momento no pude soportarlo. Había escuchado que se había ido de fiesta y sus oportunidades con el fútbol se habían ido, pero no había imaginado que fuera tan malo.

—¿Si? Bueno, él estaría disgustado contigo en este momento. —Di unos pasos más cerca, entonces inmediatamente me arrepentí cuando su aliento denso y borracho me golpeó—. Eres un desastre, Harry. Siguiendo los mismos pasos de tu padre, veo. —Asentí hacia la botella, pero no dijo nada, así que continúe—. Lo mínimo que podías haber hecho era presentarte al funeral de tu mejor amigo sobrio. Él lo habría hecho. —La culpa picaba dentro de mí en algún lugar. Había conocido a Harry por mucho tiempo, sabía exactamente dónde golpearlo: compararlo con su papá, y compararlo con mi hermano. El primero alguien a quien odiaba, el otro lo había cuidado tanto como yo lo había hecho.

Colocó la botella sobre la parte superior del auto, se quedó junto a mí con los ojos inyectados en sangre, y luego tropezó con el capó abierto y se inclinó hacia mí. No me moví. Todo esto se sentía tan, tan mal. Louis habría odiado esto. Habría odiado ver a Harry de esta manera y a mí tan molesta. Él hubiese encontrado una manera para aligerar el ambiente como siempre hacía con todo.

Harry jaló algo, y el estruendo del motor aumentó notablemente. Retrocedió y asintió para sí mismo, entonces pareció recordar que estaba parada allí.

—El carburador necesita más aire. No tiene sentido manejar por ahí en un gran auto cuando no suena como uno.

Miré hacia el suelo, en silencio, y pateé una pieza de grava con la punta de mi bota.

—Claro. —Me recliné contra el lado del auto, él cerró el capó y se acercó a mi lado luego de agarrar su botella de nuevo.

—¿Vas a algún lado? —Asintió hacia la cabina, donde un mapa arrugado se encontraba en el asiento, y ahora estaba segura que había sido suspendido. Ni siquiera se dio cuenta de que era momento para que la escuela estuviera empezando. Bien. No había necesidad de que yo lo mencionara.

Soplé un mechón de cabello fuera de mi frente.

—Sólo saliendo del pueblo por un tiempo.

Él asintió, luego ahogó un eructo.

—¿Tienes familia en otro lugar?

—No.

—¿Novio? —Sacudí la cabeza pero no lo miré. Tomó otro trago, entonces se inclinó más cerca.

—¿A dónde vas entonces, _______?

—A ningún lado. —Me alejé del auto y caminé alrededor del asiento del pasajero, abrí la puerta, y volví a arreglar mis cosas. De ninguna manera le diría a Harry. Sería una invitación abierta para que se burlara de mí. Incluso en mi cabeza, todavía sonaba ridículo. ¿Ir al último concierto de Kyra Kelley a hablarle sobre mi hermano muerto? ¿Porque él me envió los boletos? No es la clase de cosa que me gustaría compartir con alguien, especialmente con Harry. Pero era algo para mantener cerca de mí, un objetivo por el momento, en medio del vacío nebuloso por todas partes. Un plan.

Cuando nuestros padres murieron, Louis tenía cinco años. Aun entonces, él descubrió una manera para lidiar con ello. Gina dijo que desde ese momento en adelante, nunca dejó de moverse, jugar o planear. Siempre estaba ocupado con algo, y también me mantenía a mi ocupada, como si el que ambos tuviéramos siempre algo que hacer, no diera tiempo a estar tristes. Y siempre continuó con ello. Se centró en cosas concretas que pudiera cumplir. En la secundaria eran las calificaciones, el fútbol y su auto. Era por eso que el Impala se encontraba en perfecto estado. Había trabajado en él todos los días desde que lo obtuvo, contándome sobre todos los lugares a los que nos llevaría un día. Y me había sentado dentro, respirando el olor del viejo vinil y pensando cómo nunca quería ir a ningún lado sin él. Ahora aquí estaba otra vez, en la cabina del auto, pensando lo mismo, pero sobre cómo hacerlo de todos modos.

Harry agachó su cabeza hacia la cabina sobre el lado del conductor y apagó el motor. Luego se deslizó detrás del volante y me miró con repentinos ojos sobrios.

—¿Adónde vas?

Tomé mi mapa del asiento y lo puse debajo de la revista Us Weekly.

—No tendrá ningún sentido para ti.

Él levantó su ceja.

—No mucho lo tiene estos días. Pruébame