[Resuelto]Suavisar Movimiento Nick & Tu Terminada.

Título Original: Smooth Moves (2001)
Serie: 1º Brody
Editorial: Harlequín Ibérica
Sello / Colección: Súper Bianca 110
Género: Contemporáneo
Protagonistas: Zack Brody y Cathy Timmerman
Argumento:


NICHOLAS HABÍA VUELTO AL ATAQUE
El legendario rompecorazones Nicholas Jonas volvía a casa, y las mujeres de Quimby se pusieron en pie de guerra. Aquel encantador donjuán había roto todos los corazones de la ciudad, menos uno. ____ ____, que había llegado hacía poco, era exactamente el cebo que necesitaban para arreglarle las cuentas. La transformarían en una mujer fatal y la ayudarían a seducir a Nicholas. La misión de ____ era abandonarlo y humillarlo tanto como fuese posible...

Bueno me precento mi nombre es melanie tengo 15 años y soy un poco nueva en el foro.
Ya tengo una novela que se llama eres la luz en mi oscuridad y esta otra que encontre ase poco.
Espero les guste como me gusta a mi.
Recien la voy lellendo asi que las sorpresas no las llevaremos juntas.
Espero les guste y please comenten que ustedes ya saben eso nos motiva a todas a seguir escribiendo.
Les dejo el prologo y ovio tambien las seguire a ustedes.
Espero que les guste nick ya que yo lo amo y la mayoria de mis novelas seran con el.
Besos

Prólogo
Para ser una ciudad media norteamericana, Quimby tenía su parte de leyendas. La del fantasma que habitaba la vieja torre del reloj del tribunal de piedra. La de Eunice La Salle, la reina de la graduación de 1962, que fue a Hollywood y protagonizó una película de playa con Elvis. Se decía también que en el Lago Mirror habitaba una carpa gigante, que mordía los pies, o cualquier otro apéndice colgante, de los buceadores. Y una noche inolvidable de 1985, los Kingpins de Quimby derrotaron a los Bluejackets de Buxton por 53 tantos a 52.
También estaba Rompecorazones.
Nicholas «Rompecorazones» Jonas, alias El Pretendiente Sensible.
Un hombre que, según la mitad femenina de la población de Quimby, era toda una leyenda.
Y ellas tenían motivos para saberlo.
De hecho, las cinco mujeres cuyo corazón había sufrido más, se reunían todos los miércoles en el taller de artesanía de ____(tn) ____(ta). Scarborough Faire, antes conocido como Artesanía Kay, estaba situado en el 1208 de Central Street, la calle principal de Quimby. Un lugar de aspecto inocente, aunque las apariencias pueden engañar mucho.
El encuentro semanal de las cinco mujeres en cuestión se disfrazaba de clase de artesanía. Más mujeres se apuntaban a otras clases, desde trabajo en madera a pintura china, pero las calígrafas de los miércoles por la noche habían cerrado sus filas a las no iniciadas. Aunque la terapia en grupo no fue su primera intención, casi todas las semanas se hablaba de Nick Jonas; de lo que les había hecho, de que no se habían recuperado aún; de dónde estaría en ese momento, o a quién le estaría partiendo el corazón con su encanto engañoso y sus modales seductores.
Lo que no implicaba que las cinco mujeres odiaran a aquel hombre. De eso nada.
Nick había logrado conseguir que hasta su novia plantada sintiera todavía algo por él. En realidad, varias de las mujeres conservaban la fantasía secreta de ser algún día las que conquistaran para siempre el corazón de aquel Casanova. Y la idea de que el resto de su cuerpo perfecto quedara también incluido en el lote no tenía nada de desagradable.
Aunque también había momentos, a medida que avanzaba la noche y los efluvios de la tinta se les subían a la cabeza, en que las cinco mujeres planeaban una venganza apropiada. Después de todo, sería solo justo que Rompecorazones probara alguna vez su propia medicina.
Y así fue, como, cuando llegó la noche del regreso pródigo de Rompecorazones Jonas, tenían más que forjado un plan. Un plan travieso que al final no sería tan sencillo como había sido su intención, pero sí mucho más efectivo.
Y todo empezó en el taller de artesanía de _____(tn) _____(ta).

Capítulo 1
—Jamás lo adivinaríais —dijo Gwendolyn Case, mientras recorría el pasillo hacia la mesa larga donde el resto de las calígrafas de los miércoles había preparado ya sus plumas y papeles—. ¿Sabéis quién vuelve a Quimby?
____(tn)____(ta), la profesora, reprimió un suspiro de frustración. La caligrafía requería concentración, algo difícil de lograr con aquel grupo.
Faith Fagan, una rubia pálida, parecía confusa.
—Pero has dicho que jamás...
—Inténtalo —la silenció la morena Gwendolyn. Puso los brazos en jarras y sonrió al grupo con aire de superioridad. En su calidad de trabajadora en la oficina de correos, se enteraba de muchas cosas... que no vacilaba en compartir con otras personas.
Laurel Barnard se recostó en una de las sillas que____(tn) había comprado en mercadillos y pintado luego con una mezcla de lunares, rayas y estrellas. Laurel, la hermosa dueña de la boutique de al lado, abrió la boca. Solo había un hombre que poseyera una leyenda capaz de merecer un anuncio así.
—Rompecorazones —dijo con calma.
Gwendolyn se volvió hacia ella con la boca abierta.
Julia Knox levantó con cuidado la pluma del papel. Movió la cabeza.
—Sí, señoritas; es sorprendente pero cierto. Nick Jonas vuelve a Quimby.
Gwen se dejó caer en una silla pintada a rayas verdes.
—Sí. Así es —confirmó.
—¡Oh, vaya! —exclamó Allie Spangler. Y las cinco empezaron a hablar a la vez, incluida Faith.
Solo ____(tn)____(ta), cuya posición en ese grupo era a veces más de terapeuta que de profesora de artesanía, guardó silencio. Y no porque no conociera a Nick «Rompecorazones» Jonas, aunque por lo que respectaba a esas mujeres y al resto de la ciudad, no lo conocía. No lo había visto nunca.
Supuestamente.
Hacía siete meses que ____(tn) había llegado a Quimby, y Nick Jonas llevaba un año fuera. Lo único que sabía de él como adulto eran las alabanzas de sus conciudadanos, y las quejas frecuentes aunque cariñosas que solían dedicarle las mujeres de los miércoles.
Un año debería haber sido tiempo suficiente para curar un corazón roto, o cinco, pero, por supuesto, Nick era toda una leyenda por derecho propio. En otras circunstancias, ____(tn) podía haber creído que, en el caso de Nick, el tiempo y la distancia habían servido para que se exageraran sus encantos.
En otras circunstancias.
De no haber sido por su secreto.
—Un momento, un momento —gritó Allie Spangler por encima del jaleo. Las demás guardaron silencio—. Personalmente, no puedo creerlo. La semana pasada —buscó en su bolso—. Bueno, hace un mes que recibí una postal de Nick y no decía nada... Aja. Aquí está.
Sacó la postal del bolso, sin darse cuenta de que la presencia continuada de la postal no cuadraba mucho con su vida de mujer felizmente casada. Mostró un cañón de río rojizo a las otras mujeres y dijo:
—Nick sigue en Idaho con su hermano.
—Hace un mes, Allie —Julia miró el matasellos. Era del seis de abril—. Hace casi dos meses.
—A Kelly Thompson se lo han dicho los Rickey de Florida, que son vecinos de la hermana de Eve Brody. Rompecorazones vuelve a casa.
—¿Julia? —la voz de Laurel era aguda—. ¿Es cierto? ¿Qué sabes tú?
____(tn) observaba atentamente a Laurel Barnard, con la excusa de que no quería que nadie se desmayara en su tienda. El rostro de la mujer había pasado de un blanco evidente a un rosáceo raro. Le temblaba la boca.
¡Pobre Laurel! La novia abandonada de Rompecorazones.
Pálida, femenina e increíblemente delgada, Laurel tenía, a los veintiocho años, un aire muy delicado. Engañosamente delicado, en opinión de ____(tn); aunque no había duda de que al oír la noticia había pasado a parecer tan frágil como la porcelana antigua. El pánico de sus ojos parecía muy real. Aunque ____(tn) no estaba segura de creer de todo la versión de Laurel de la boda anulada, compadecía a la mujer. No debía resultar fácil quedar marcada con la etiqueta de novia plantada.
Julia Knox cerró su tintero con aire pensativo. Había sido la novia más duradera de Nick, desde el instituto hasta casi el final de la universidad, pero era también la que se lo tomaba con más filosofía. Aunque parca en los detalles, afirmaba que su ruptura había sido amistosa. No obstante, también parecía interesarse muy poco por los hombres con los que había salido desde entonces.
—Me temo que es cierto, Laurel —colocó una mano en la manga de la otra—. Nick me dijo hace meses que retirara su casa del mercado.
—¿Meses? —Gwen la miró ultrajada—. ¿Y no nos lo habías dicho?
Laurel arrugó la nariz. Faith le tendió un pañuelo de papel.
Julia era agente inmobiliario.
—No hablé con él. Me envió un fax. No decía nada concreto, solo que algún día regresaría.
____(tn) estaba segura de que, de haber tenido más información, Julia no se la habría contado a nadie. Y menos a Gwen, que era incapaz de guardar nada para sí.
Cuando llegó a Quimby, ____(tn) compró el taller y alquiló una casa a través de la agencia de Julia Knox. Y sabía que esta era eficiente y responsable en el trabajo. Una vez conquistada como amiga, era amable, considerada y muy leal. ____(tn) valoraba más su palabra que la de ninguna de las otras.
—Me han dicho que llega mañana —dijo Gwen.
Faith soltó un grito. Laurel dio un respingo.
—¡Mañana!
Allie parecía que se hubiera tragado un sapo.
—¡Arghh! —exclamó, agitando las manos.
—No hay por qué ponerse así —aconsejó Julia a las agitadas mujeres—. Nick tiene todo el derecho del mundo a volver a Quimby.
—Ah —Gwendolyn cruzó los brazos con aire beligerante.
—Yo diría que la ciudad no es lo bastante grande para los dos —intervino Laurel.
A ____(tn) la sorprendió el resentimiento evidente de su voz. Cierto que ninguna mujer quiere que la dejen plantada ante el altar, pero ya había pasado un año.
Se encogió interiormente de hombros. ¿Quién era ella para cuestionar el rencor de Laurel hacia Nick Jonas? Ella misma lo había conocido solo durante un curso escolar, en quinto. Y el recuerdo había perdurado durante casi dos décadas.
El encanto de aquel hombre era muy fuerte.
Era de imaginar que su traición resultara ponzoñosa.
Y obviamente, Julia también pensaba así. Cuando miraba a Laurel, sus ojos color ámbar se llenaban de compasión y algo más. ¿Un toque de exasperación tal vez? De todos modos, rodeó con el brazo a la mujer a la que conocía desde hacía años.
—No tienes por qué verlo, Laurel.
La otra suspiró y apoyó la cabeza en el hombro de Julia. Su impulso vengativo se había convertido en una especie de indefensión infantil que ____(tn) le había visto utilizar otras veces.
—No sé cómo voy a evitarlo.
Gwen la miró con avidez.
—Seguro que se dejará ver por todas partes estrechando manos, pidiendo disculpas. La mayoría de la ciudad ya lo ha perdonado. Siguen pensado que es lo más grande desde que Oxie Shaw encestó la pelota que derrotó a Buxton.
—De todos modos, no tenían derecho a juzgarlo.
Allie Colton Spangler, bajita y morena, lo defendía abiertamente. Ni siquiera los detalles del plantón de Laurel habían conseguido anular su buena opinión de él. Los Colton y los Jonas habían sido vecinos; Allie había crecido con Nick. Su relación nunca había sido romántica, y quizá por eso era la única casada entre ellas, pero habían estado muy unidos. Hasta su marido aceptaba que Rompecorazones tendría siempre un lugar especial en el corazón de Allie.
—Lo que hizo Nick estuvo mal —repuso Julia con fiereza—. Puede que tuviera un buen motivo, con lo de su hermano y todo eso, pero huir de la ciudad el día de la boda sin explicación, dejando plantada a Laurel con los preparativos y las preguntas... —movió la cabeza en un gesto de censura—. No me extraña que no pueda perdonarlo.
Laurel se apartó un mechón de su exuberante pelo de la cara.
—Oh, odio recordar aquello. ¡Fue tan humillante!
Faith hizo un ruidito de conmiseración.
____(tn) dibujaba círculos elaborados en su papel. Esa noche no habría caligrafía. Ya que las acciones de Nick habían dado a Laurel el papel de heroína trágica, la mujer había decidido interpretarlo hasta el final. Y la representación de su legendario trauma duraría todavía un rato.
Una huida temporal parecía aconsejable. Nick se ofreció a ir a buscar café y dulces a Central Street.
Cuando regresó diez minutos después con una bandeja de tazas de cartón humeantes y una caja de bollos, Laurel parecía estar mejor. O al menos se sentaba muy recta en su silla.
—Las cosas no deberían quedar así —dijo, tomando una taza. Sus ojos verdes brillaban más que de costumbre—. Yo he sufrido. Él también debería.
____(tn) reprimió su lengua. El «sufrimiento» de Laurel incluía el regalo de condolencia de una boutique de moda por parte de sus padres, la simpatía de la ciudad y una cola de pretendientes deseosos de restaurar su fe en los hombres.
Julia asintió con cautela.
—Se merece una buena regañina.
Gwen hizo una mueca.
—¿Una regañina? ¿Y por qué no que lo emplumen con alquitrán?
Allie dejó en la mesa un donut a medio comer y se limpió la nariz y la barbilla.
—¿Quieres venganza? —le brillaban los ojos. Era amiga de Nick, pero también bromista por excelencia—. Hmmm. Bueno. Quizá merece una lección.
—Desde luego —asintió Gwen.
—Que le rompan el corazón —intervino Faith.
Todas se volvieron hacia ella.
La tímida secretaria bajó los ojos.
—¿Por qué no va a saber él lo que es eso? — murmuró.
Por lo que ____(tn) sabía, la única relación de Faith Fagan con Nick era que había estado encaprichada de él desde que la salvara de ahogarse en el Lago Mirror durante su época de socorrista.
Gwen dio una palmada.
—Exacto.
Dos veces divorciada, solía sostener que una aventura pasajera con Rompecorazones la había arruinado para otros hombres. Hombres corrientes.
Julia frunció el ceño.
—No seamos tan duras.
—Yo creo que Faith tiene razón —musitó Allie—. No digo que quiera ver sufrir a Nick. Pero es razonable pensar que, si tuviera alguna idea de lo que sienten sus ex novias, quizá trataría mejor a la siguiente mujer —entrecerró los ojos—. Porque todos sabemos que habrá una próxima mujer.
—Con Nick siempre la hay —asintió Julia.
—Pues ya es hora... —Gwen partió una galleta de chocolate por la mitad— de que a Rompecorazones le rompan el corazón.
—¿Pero cómo? —preguntó Faith.
—Hmmm —Laurel achicó los ojos—. Solo necesitamos una mujer. Una mujer guapa, por supuesto. Alguien que atraiga a Nick, lo seduzca hasta tenerlo de rodillas y luego lo rechace. Sin explicaciones. Sin que sepa lo que ha ocurrido —sonrió.
—Eso suena bastante mezquino —murmuró ____(tn).
Los ojos de Laurel echaron chispas.
—No más que lo que él me hizo a mí.
—No sé... —empezó a decir Julia, pero Gwen la interrumpió.
—¿Dónde vamos a encontrar a la mujer? — quiso saber—. En Quimby no. Rompecorazones las conoce a todas.
—Seguro que hay muchas jóvenes a las que no conoce —dijo Laurel entre dientes.
Julia movió la cabeza.
—Una de veinte años no servirá. A Nick le atrae algo más que un rostro bonito y un cuerpo nubil.
—Supongo que la mujer debe tener cierta sustancia —asintió Laurel.
—E inteligencia —añadió Julia—. Vamos a proponer algunos nombres.
—¿Karen o Kelly?
Gwen hizo una mueca.
—No, las conoce desde siempre.
—¿Caitlyn Dumbrowski?
—Rubia teñida —se burló Laurel.
—¿Erica James?
—Ya salió con Nick hace diez años.
—¿Suzy Maki?
—¿Con esos dientes? Debería seducir a un dentista.
—¿Entonces quién?
—Sara Carlisle estará el mes próximo de vacaciones en la cabaña de su familia —sugirió Julia—. Es guapísima y lo bastante lista para haber terminado la carrera de Derecho. Y además feminista. Seguro que se presta por una buena causa.
Allie levantó la mano.
—No, Sara no. Nick salió con ella en algún momento entre tú y Laurel. Pero fue demasiado lista para dejarse conquistar por sus modales seductores.
—Y no como nosotras —musitó Gwen.
—Necesitamos alguien nuevo —suspiró Laurel. Miró a las demás y su mirada se detuvo en el rostro de ____(tn), manchado en ese momento de pastel de fresa. Enarcó las cejas y se volvió hacia Julia—. Alguien como ____(tn).
Julia asintió de inmediato.
—Sí. A Nick le gustaría ____(tn).
—Ohhh —la aludida se sonrojó, dejó el pastel y se lamió los dedos pegajosos—. Oh, no. Yo no —levantó las manos—. De eso nada. No soy su tipo.
—Podrías serlo —Laurel examinó la coleta de ____(tn), las gafas de carey y la ropa ancha—. Quítate las gafas y ese horrible delantal.
____(tn) cruzó los brazos sobre el delantal de tela vaquera que demostraba que trabajaba con pintura, pegamento, papel maché y arcilla.
—No.
Laurel le quitó las gafas.
—Aja. ¿Veis eso, chicas? Buenos huesos. Las cejas piden a gritos un depilado, y el maquillaje puede cambiarla mucho, pero veo posibilidades —se puso en pie y le soltó la coleta. El pelo largo y moreno de ____(tn) cayó sobre sus hombros como una cascada.
—Ahhh —corearon las mujeres.
—Vaya, ____(tn), eres muy guapa —dijo Allie—. No me había dado cuenta.
—Yo no soy... —____(tn) se tragó la negativa. Objetivamente, sabía que era... atractiva. O podía serlo si se arreglaba un poco.
Después de algunos episodios de su vida juvenil, que incluían un tiempo corto en el candelera y un matrimonio igual de corto, había llegado a la conclusión de que no se sentía cómoda con las atenciones que conllevaba ser una mujer guapa.
—No soy su tipo —insistió; apartó las manos de Laurel de su pelo—. Por favor, no me pidáis eso.
—No tendrás que acostarte con él —le aseguró Julia—. De hecho, el plan será más efectivo si no lo haces. Tienes que excitarlo y dejarlo frustrado.
Allie soltó una risita.
—Nadie le ha hecho eso nunca.
—Te enseñaremos —dijo Laurel—. Para empezar... —miró la blusa amplia de ____(tn)—, te daré ropa de mi tienda. Algo elegante. Creo que ahí debajo tiene que haber cintura y caderas.
____(tn) se movió nerviosa en la silla.
—¿Qué talla de sujetador usas? Tengo una lencería nueva que... —Laurel se besó las yemas de los dedos—. Nick no se recuperará nunca.
____(tn) apretó los brazos con fuerza.
—De eso nada. Nadie verá mi lencería.
—Yo puedo transformar tu aspecto —siguió Laurel, como si no la hubiera oído—. Julia y Allie te dirán cómo piensa. Tú solo tienes que dejarte llevar.
—No puedo —protestó ____(tn). Pensó que era una suerte que no supieran hasta qué punto deseaba hacerlo—. De verdad. Es inútil. No podría.
—¿No lo harías por las mujeres? —preguntó Allie.
—¿O por una venganza? —intervino Gwen.
A ____(tn) se le encogió el corazón.
—No.
—Sí —dijo Laurel con voz acerada que desmentía la expresión dolida que había adoptado para suplicarle a ____(tn)—. Vamos. Eres mi única esperanza de venganza. Imagina lo mal que me sentí cuando ese... ese seductor me dejó plantada. Y piensa en lo deliciosa que sería la venganza.
Las otras mujeres murmuraron su asentimiento.
____(tn) cerró los ojos.
—No podría. No... —su negativa perdía fuerza. Pero no debido a la petición de Laurel.
Debido a Nick.
Veinte años atrás se le había metido en el corazón. Y el pensamiento de volver a verlo, de seducirlo, quizá incluso amarlo...
Y hacer que se enamorara de ella.
Abrió mucho los ojos. ¡Eso era! ¡Le estaban dando la oportunidad de su vida!
Las mujeres la miraban con expectación.
____(tn) se decidió. Respiró hondo y dijo con todo el coraje y la convicción de que fue capaz-.
—Está bien; lo haré.
Las mujeres aplaudieron.
«Por mis propias razones», añadió ella en silencio, sonriendo débilmente cuando la abrazó Laurel.

SmileJonas escribió:Wow!!...quiero seguir leyendo más!! de verdad me gustó mucho,por cierto jeje Me llamo Paula pero me dicen Pau,o Paulii podes decirme como gustes! ^.^.Adoré el primer capitulo me parece muy interesante,de verdad espero que pongas el segundo capitulo!!..Bueno eso besos!! :3

Bueno hola paulii y gracias por ser mi primera lectora ahora te suvo la segunda parte y espero te guste

Carpítulo 2
Nick Jonas contemplaba el río apoyado en el pretil del puente de la calle Octava. El agua se veía oscura y brillante bajo la luz de la luna creciente.
La caída era abrumadora.
Vaciló en el mismo punto en que antes solía saltar sin miedo.
Acababa de empezar el verano y el agua estaría fría. Muy fría.
Profunda. Oscura. Un olvido.
Sus dedos rozaron la piedra dura. Sus pies desnudos lanzaron unas piedrecitas hacia el agua. Tan pequeñas que no pudo oírlas salpicar.
Adam, pensó, levantando los ojos hacia la luna. Laurel.
Saltó del puente, arqueando el cuerpo al cruzar la noche. Por un instante, solo vio el cielo oscuro punteado de estrellas, las copas de los árboles, las luces de las casas... Un manto de agua negra parecía subir a su encuentro.
Lo atravesó como un cuchillo. Una oscuridad cubierta de pequeñas burbujas lo rodeaba. El frío le llegó hasta la médula, y la sensación le borró todo pensamiento de la cabeza.
Permaneció un instante suspendido en las profundidades y luego subió con los pulmones a punto de estallar y la sangre bombeándole con fuerza. ¡Al fin había vuelto a casa!
Y esa vez se alegraba.
Empezó a nadar. Aún no hacía un año que se había marchado. Quimby no habría cambiado mucho. Nunca cambiaba. Eso era lo que le gustaba de su ciudad natal. Con su trabajo de arquitecto en un estudio importante de Chicago, no le costaba encontrar emociones y retos. Quimby era más bien el lugar de los amigos, la familia, los valores sólidos y las tardes tranquilas de domingo. Ahora que había vuelto, podría establecer una tregua con Laurel. La ciudad, aunque pequeña, seguía siendo lo bastante grande para los dos. Aunque decidiera quedarse indefinidamente.
Nadaba con fuerza, en parte porque el agua estaba más fría de lo que esperaba. No se parecía a la piscina climatizada del gimnasio Adam, en Twin Falls, donde llevaba meses nadando cinco días a la semana. Aquel agua era como un cubo de sopa caliente. Le gustaba más la del río.
Lo devolvía a la vida.
Bajó la cabeza y se concentró en el deporte.
Los recuerdos que lo invadían eran menos agradables. La víspera de su boda con Laurel Barnard, su hermano tuvo un accidente de coche que lo llevó al hospital y a una silla de ruedas, desde donde luchó por recuperar su capacidad para andar. A pesar de las complicaciones de la situación, o quizá debido a ellas, la primera obligación de Nick fue para Adam. Cada día, cada mes de rehabilitación, habían fortalecido el cuerpo de su hermano menor y calmado los remordimientos de Nick hasta que al fin ambas cosas estuvieron curadas. Olvidadas.
Y ahora le tocaba curar otras heridas. Sacó la cabeza del agua para comprobar sus avances. Había nadado más allá del recodo. La casa Jonas estaba a unos setenta metros de allí, aunque la punta del tejado y una hilera de tejas oscuras eran lo único que se veía entre el follaje de los sauces llorones que cubrían la ribera.
La paz hogareña y consoladora de Quimby comenzaba a penetrar ya en sus poros. La quietud de la noche solo se veía interrumpida por las luces de algunos porches, el brillo de alguna que otra televisión cerca de una ventana abierta, el murmullo del agua al nadar. Un pájaro solitario lanzó una llamada desde uno de los árboles.
Un pie tocó fondo. El otro. Sus tobillos se hundieron en barro frío. Salió del agua con los vaqueros pegados a los muslos.
Un grito exuberante salió de sus pulmones.
Después de subir la resbaladiza orilla, se detuvo cerca de los muebles blancos metálicos del jardín y entonces comprendió su error. Su cartera y todas sus llaves estaban en el coche, aparcado al lado del puente. Tendría que volver allí andando, sin camisa, descalzo y empapado.
Soltó una carcajada, con la piel en carne de gallina. Bonita bienvenida.
Pero lo primero era la casa.
Por suerte, no se había vendido durante los meses en los que creía que jamás regresaría a Quimby. El viejo edificio parecía tan cómodo como siempre. Una estructura blanca de dos pisos, de proporciones sencillas, rodeada por un porche abierto, con el techo apoyado en columnas.
Dejó un rastro húmedo entre la hierba recién cortada en su recorrido hasta el patio que ampliaba al aire libre la zona habitable. Aunque faltaban las macetas de plantas y flores de su madre, los lilos estaban llenos de flores que empezaban a volverse marrones. El rododendro que ocupaba casi todo el trozo de suelo que separaba la casa Jonas de la casita más modesta de los Colton rebosaba de capullos rosas.
Inspeccionó el césped. Ni rastro de piedras, malas hieras, hojas o ramas. Julia había sido tan eficiente como siempre con el mantenimiento; sin duda había contratado a Reggie Lee Marvin, el hombre para todo por excelencia de la ciudad.
Cruzó el patio, dejando sus huellas húmedas en el ladrillo rojo. Aunque el regreso al hogar calentaba su corazón, el resto de él se convertía lentamente en hielo. Subió temblando los escalones del porche y comprobó la puerta de atrás. Cerrada, por supuesto. Julia no dejaría abierta una casa que estaba a su cuidado.
Rodeó el porche y levantó la vista hacia el tejado. Las ventanas de los dormitorios del segundo piso tal vez estuvieran abiertas. Adam solía ser un experto escalando las columnas después de una escapada nocturna. Nick, el hijo bueno, raramente había encontrado motivos para hacerlo.
Apretó los dientes al pensar en su hermano. La rivalidad natural que había entre ellos se hizo más seria cuando entró Laurel Barnard en la imagen. Y acabó en tragedia.
¡Si él lo hubiera sabido! ¡Si su enfrentamiento hubiera sido directo en lugar de un choque de orgullo malinterpretado y acusaciones poco claras!
En cuanto a Laurel...
Sus intenciones seguían siendo indescifrables.
La brisa movió el follaje, transportando consigo el dulce perfume de las lilas. El olor le recordó la noche en que se había declarado a Laurel. Se apoyó en una columna blanca con el estómago encogido.
Tragó saliva. ¿Qué le ocurría? Su regreso a Quimby no debía ser así. Cierto que no esperaba una bienvenida gloriosa, pero había pasado un año. Los malentendidos y mentiras descaradas que llevaron a anular la boda eran agua pasada. Los hermanos se habían perdonado, y Nick no le guardaba rencor a Laurel. Cualesquiera que hubieran sido sus motivos, estaba desesperada. Y embarazada.
Tal vez.
Se pasó las manos por el pelo mojado y levantó la vista al notar que se encendía una luz en la casa de al lado. Si los Colton estaban en casa, quizá tuvieran todavía una llave suya. Allie, que ahora tenía una familia propia y vivía fuera de la ciudad, le había dicho que sus padres estaban tan contentos en California que le habían pedido que regalara sus abrigos y botas de nieve. Pero de eso hacía tiempo.
Inclinó la cabeza. Había luz en el dormitorio principal. Inquilinos, quizá.
Una mujer con una toalla cruzó la ventana iluminada. Nick sintió un calor instantáneo en la pelvis.
Porque la toalla la llevaba en la cabeza.
Y el resto de ella iba...
Desnuda.
—Santo cielo —musitó el hombre.
Se quedó mirando la ventana, sin sentir ya la humedad ni el frío. Le faltaba el aire.
Su pecho se expandió.
Sus ojos seguían fijos en la ventana iluminada.
La nueva inquilina de los Colton, o bien era completamente desinhibida, o se había habitúado a la falta de vecinos. Seguramente no se daba cuenta de lo fácil que era ver a través de los visillos finos que había colgado. Sobre todo con la luz encendida.
Y si ese era el caso, lo correcto sería apartar la vista.
Y él se proponía hacerlo. Hasta que ella volvió. Y se sentó, supuestamente a los pies de la cama, aunque no era fácil decirlo desde el suelo.
Un momento después, extendió un brazo y se acarició la palma de la otra mano. Sin duda se estaba poniendo crema. Frotó las manos juntas y, con los ojos cerrados, echó hacia atrás la cabeza con la toalla. Arqueó la garganta. Sus dedos cubiertos de crema cruzaron su cuello desnudo en una caricia lánguida.
Se llevó una mano a la nuca. Bajó la cabeza y miró hacia la ventana. Los visillos se movieron, dejando ver bien su imagen. Era hermosa. Piel cremosa, mejillas teñidas de rosa a causa del baño. Labios llenos y firmes. Pestañas espesas. Cejas oscuras, dibujadas como en tinta negra contra el camafeo del rostro.
Nick parpadeó. ¿Qué hacía mirándole la cara? Si tenía que ser indiscreto, mejor serlo hasta el final.
Bajó la vista en sintonía con las manos de ella. La mujer se puso crema sobre el pecho y luego bajó ambas manos y levanté) levemente el seno izquierdo. El hombre imaginó el peso del pecho en su palma y se le hizo la boca agua. Era un pecho pequeño, pero lleno y redondo, con una aureola marrón clara en el centro.
Apretó las manos y achicó los ojos, sin perder de vista el pezón, que empezaba a endurecerse.
El pulso le latía con fuerza. Aquella mujer era increíble. Una fantasía hecha realidad.
La brisa se apagó y los visillos volvieron a su sitio. Pero él no habría podido apartar la vista aunque hubiera querido. La mujer frotaba la crema sobre su pecho, y sus uñas rozaban descuidadamente el pezón erguido. Solo cuando se inclinó en busca de más crema, Nick recordó dónde estaba y lo que hacía.
Espiar a una vecina en Quimby.
Si se enteraba el jefe de policía, lo encerraría por cometer un delito contra la decencia. Los ciudadanos de allí insistían todavía en creer en la modestia y la moralidad.
Retrocedió hacia las sombras del porche. Despacio. La mujer se daba crema en el otro pecho con un movimiento circular que le calentaba la sangre desde la cabeza hasta la planta de los pies.
Se inclinó hacia adelante, doblando una pierna contra el pecho. El movimiento hizo que se le cayera la toalla de la cabeza, liberando un manto espeso de cabello húmedo y oscuro. Echó hacia atrás la cabeza... y se quedó inmóvil. Abrió mucho los ojos, fijos en los visillos que se movían.
Nick se metió más entre las sombras.
La mujer apretó la toalla contra sus pechos desnudos y se asomó a la ventana. Tenía la boca abierta. Parecía respirar fuerte, y se había sonrojado. El hombre retrocedió un paso más, confiando en que el tejado del porche lo ocultara de su vista.
La mujer se asomó un momento más y tiró de la persiana hacia abajo. ¿Lo habría visto?
Aquella posibilidad le hizo sonreír.
Su vuelta a casa había contado con una bienvenida inesperada después de todo.
La voz de ____(tn) temblaba en el teléfono.
—¿Qué aspecto tiene Nick JOnas?
—Has visto fotos —comentó Julia.
—He visto la foto de compromiso de Laurel. La que usa como acerico —achicó los ojos para ver mejor entre los agujeros de la persiana. La casa Jonas estaba oscura y silenciosa; quizá se había equivocado. O peor aún. Si el mirón no era Nick Jonas, ¿quién...?— ¿Qué aspecto tiene sin un millón de alfileres clavados en la cara?
Julia soltó una risita.
—Oh, es muy guapo.
____(tn) apretó los dientes.
—Eso ya lo sé.
El atractivo de Nick Jonas era tan legendario como el resto de él. Había quien decía que debería haber seguido a Eunice La Salle a Hollywood; la generación más joven solía sugerir más bien una carrera de modelo en Nueva York. Había fotos suyas en distintos lugares, entre ellas las de miembro del equipo de atletismo en las vitrinas de trofeos del instituto o la que había siempre en el estudio de fotografía. Nick se hallaba presente incluso en el Ayuntamiento. Cuando ____(tn) fue a pedir su licencia, se encontró con una foto en blanco y negro en la que sonreía al recibir una felicitación del alcalde por haber rescatado a Faití Fagan en el Lago Mirror. Naturalmente, había examinado la foto. El carisma de Nick resultaba palpable incluso allí. Era atractivo, guapo, muy a lo Kennedy en el mejor de los sentidos. Pero muy joven aún a sus veinte años.
Le dijo a Julia que quería saber qué aspecto tenía ahora, desnudo de cintura para arriba y con los músculos desnudos y brillantes. Sin las gafas no había podido verle bien la cara, pero el cuerpo le había causado una impresión perdurable.
—Ah, te refieres a eso —la voz de Julia sonaba demasiado alegre—. Nick mejora con la edad.
____(tn) estaba casi segura de eso. Trató de transferir el rostro lleno de alfileres del prometido de Laurel al cuerpo viril que había entrevisto en las sombras bajo el porche de los Jonas.
Se dejó caer en la cama con piernas temblorosas.
—Creo que no puedo hacerlo.
Julia entendió enseguida a qué se refería.
—Tonterías. Será divertido. No dejaremos que vaya demasiado lejos.
____(tn) pensó en su desnudez delante de la ventana, y soltó una risita seca, que acabó en tos. Ya había ido demasiado lejos.
—Ah... ¿cuándo vuelve Nick?
—Mañana, creo.
—¿Estás segura?
—Es bastante fiable.
—Excepto en lo referente a bodas.
—Mmmm, eso es cierto.
____(tn) suspiró.
—¿Julia? ¿Tú crees la versión de Laurel de la historia?
—No hay pruebas de lo contrario.
—Pero por lo que has dicho, Nick no ha estado en contacto desde que se marchó. O solo para pedirte que cuidaras de la casa.
—Su silencio es muy sospechoso.
____(tn) se subió la toalla con aire escéptico.
—Ni siquiera nos habríamos enterado del accidente de su hermano de no ser por la afición al cotilleo de Gwen —dijo Julia—. Nick sabe lo apreciado que es Adam. Nos habría gustado saber cómo estaba.
—Bueno, a eso me refiero —____(tn) se preguntó por qué defendía a un hombre al que apodaban Rompecorazones. Y más teniendo en cuenta que parecía destinada a ser su próxima víctima—. No me extraña que Laurel se enfadara, pero teniendo en cuenta que la escapada se debió a una tragedia familiar...
—Si se hubiera molestado en explicarlo, lo habríamos comprendido —comentó la otra con terquedad—. Pero no lo hizo. Dejó a la pobre Laurel plantada ante el altar con un vestido de novia de cinco mil dólares. Había seis damas de honor y setenta y cinco invitados. Setenta y cinco platos de salmón en salsa de menta. Fue un gran fiasco.
—Supongo que sí.
—Y muy típico de Rompecorazones.
____(tn) vaciló.
—¿Tan malo es?
—¿Cómo decírtelo? —la risa de Julia sonaba casi nostálgica—. Ah, ____(tn). No lo comprenderás hasta que lo conozcas, pero el mejor modo de explicarlo es que Nick es tan bueno que es malo.
—¿Tan bueno?
—El mejor. El seductor por excelencia. Todas las mujeres con las que sale creen que están en el cielo. Al lado de los cretinos habituales que suelen ser los solteros de Quimby, Nick es un milagro hecho realidad. Ninguna chica puede resistírsele. Y créeme, es estupendo mientras dura.
—¿Pero?
—Pero luego el sueño termina. Un día te despiertas y te das cuenta de que Nick ha pasado ya a otra mujer justo cuando tú empezabas a pensar en encargar que bordaran vuestras iniciales en las toallas. Y ni siquiera te queda el placer de odiarlo, porque es encantador incluso cuando te deja.
____(tn) parpadeó.
—Yo me quedaría destrozada.
—Sí —Julia no sonaba destrozada precisamente—. Y por eso lo llamamos Rompecorazones.
—Pero todavía os gusta —dijo ____(tn)—. Todas lo adoráis.
—Eso es lo mejor de él. Es el único hombre sobre la tierra capaz de ser amigo de todas sus ex novias. Es excelente dejando a la gente.
____(tn) decidió que aquello era un consuelo. Si seguía adelante con el plan, lo peor que podía ocurrir sería que la dejara con suavidad. Lo cual no sería tan malo. Estaría bien acompañada, y le quedaría el consuelo de haberlo intentado. Tal vez quedara estropeada para otros hombres, como afirmaba Gwen, pero eso no sería nuevo.
Pero tenía que haber algo que se le hubiera pasado por alto.
—¿Y dices que Laurel no cuenta?
—Oh, Laurel —gimió Julia—. Ella sí busca venganza. Su orgullo sufrió de modo espectacular. Pero si Nick le hiciera una seña, se echaría corriendo en sus brazos, te lo garantizo. Aunque solo fuera por la emoción de planear otra boda de lujo. No me sorprendería que hubiera guardado el vestido para una segunda vez.
____(tn) volvió a asomarse por la ventana.
—¿Tú crees?
Esa vez la risa de Julia sonó agridulce.
—Laurel ha estado toda la vida detrás de Nick. Y está decidida a hacer una buena boda. No se casará con cualquiera.
Seguía sin haber rastros de habitabilidad en la casa de al lado.
—Nunca he entendido por qué no se casó contigo —aventuró ____(tn). Julia era inteligente, cultivada; podía ser la pareja perfecta de Nick Jonas.
—Oh, bueno, ¿qué quieres que diga? Nick y yo nos separamos mucho antes de que Laurel tuviera al fin su oportunidad.
—Parece que te lo tomaste bien.
Julia hizo una pausa.
—Nuestro momento había pasado ya.
—No le guardas rencor, ¿eh?
—¿No te han dicho que el hecho de que Nick Jonas te rompa el corazón es una gran experiencia?
____(tn) soltó una risita.
—¿Una que quieres que comparta?
—Ah, pero tú vas preparada. Esta vez será diferente, te lo prometo. No es tu corazón el que corre peligro.
—Vaya, eso espero —____(tn) se estremeció y apretó la toalla sobre su torso.
—Recuerda que Nick se merece el castigo.
Eso no era lo que pretendía hacer ____(tn), pero sabía que a Julia no le gustaría oírlo. Además, dudaba de que fuera capaz de actuar como una seductora.
A menos que fuera Nick el que la observaba desde el porche de la casa vecina. De ser
así, había tenido un buen comienzo sin darse cuenta.
Aunque quizá no habría podido ver mucho a través de los visillos.
O quizá sí.
Se apoyó en la pared e imaginó que él lo había visto todo. Su vergüenza inicial y el consiguiente ataque de nervios fueron más o menos lo que esperaba. Pero la sensación de calor que le causaba la idea de proseguir el juego sí la sorprendió. Respiró hondo.
—Vamos, ____(tn) —dijo Julia, devolviéndola a la conversación—. Por favor, deja de preocuparte. Lo harás de maravilla.
—Pero no puedo... no tengo posibilidades. Necesitas a alguien con más encantos.
—Para Nick no.
—Es un hombre, ¿no?
—Pero es inteligente.
____(tn) pensó que no podía ser tan inteligente si había estado a punto de casarse con Laurel.
Aunque quizá no era justo por su parte. Laurel Barnard era encantadora y a menudo también simpática, aunque algo reservada. Su personalidad resultaba agradable... solo parecía débil de carácter.
Y ____(tn) daba gran importancia al carácter.
Se hizo una mueca a sí misma en el espejo. Era ella, y no Laurel, la que estaba a punto de embarcarse en un proyecto superficial de seducción. Ella, la mujer que colocaba el aspecto físico por debajo de «ducha diaria» y «que sepa leer» entre las cualidades que buscaba en el sexo opuesto.
—Si hay amor no será superficial —susurró la parte romántica de ella que había pensado en Nick desde la infancia.
—Ah, vamos, ¿crees que estarás a la altura? —contrarrestó la voz que siempre dudaba de sí misma.
La crueldad que había tenido que soportar en otro tiempo como paria social regordeta y poco agraciada había socavado su confianza en sí misma. Confianza que no había recuperado del todo a pesar del tiempo transcurrido y de que se decía a sí misma que las burlas de la escuela ya no importaban.
Burlas de una época en la que la única amabilidad que conoció fue la amistad de un chico alegre y seguro de sí llamado Nick Jonas. Él fue el compañero de clase nuevo que vio a la niña que había dentro, no fuera. Y mucho después de trasladarse, crecer y convertirse en «guapa», seguía recordando a Nick por ello.
Y recordando también la pequeña ciudad de Quimby.
____(tn) apartó la vista del espejo en dirección a la ventana. Hacia Nick.
—Te entrenaremos en todo momento —le decía Julia al otro lado de la línea.
Se encendió una luz en la casa de al lado.
A ____(tn) se le encogió el estómago.
Había un deportivo negro aparcado en el camino de la casa. Dentro se encendió otra luz.
____(tn) apretó los dedos y cerró los ojos. Nick. Nick Jonas.
Rompecorazones había vuelto a casa.
Y...
¡Y la había visto!

Ahhhh me vio digo la vio digo me vio ay nose pero ahhhh nick es un espion(? jajaa pero ame el capitulo v a ser un gran problema cuando ellos se enamoren realmente! y les cuente a sus amigas por que el codigo de chcias bff es no salir con el ex novio de una o la que la vio primero se queda con pero la segunda que puse no estoy segura :scratch: jajaja seguila porfis ame el capitulo y nick es impredecible jajjajj n.n besoss te quiero SEGUILAAAAAAAA!! :lloro: :wut: :3
<3

uhhhhh hahahhah y de verdad te hice reir? jjjajaja que bueno!!! y no te preocupes voy a estar aca siempre!! hasta que te canses de mi!! por cierto gracias por el regalo me gustto mucho ....... hajjajaj y su qye byena bienvenida le prepare bueno ellas a nick ehh!!! jajjajjaj y me rei cuanfo se encontro con la dama de honor hajjajjjajj ay dios!! mori! .....espero de verdad la sigas!!! :3 ..I love U!!! <3

Jajajajaja que bueno que te alla gustado he estado tratando de poder darle un poco de propaganda a la nove. Pero no se como asi que s me ayudas te lo agradeceria mucho....
Supongo que mañana por la mañana te suvire otro besos

Meltabares de jonas escribió:Jajajajaja que bueno que te alla gustado he estado tratando de poder darle un poco de propaganda a la nove. Pero no se como asi que s me ayudas te lo agradeceria mucho....
Supongo que mañana por la mañana te suvire otro besos

Clato te voy a atudar!! ;)

—Hola —se oyó decir con voz casi normal—. Soy su vecina, _____(tn)____(ta). Le he alquilado la casa a Allie Spangler. Kay Estress me vendió su tienda de artesanía. ¿La de Central Street? Ahora se llama Scarborough Faire...
—Eso me han dicho —repuso Nick. Su sonrisa era amable, pero había algo en sus ojos, un brillo de malicia, quizá, que le hizo recordar todos los detalles de la actuación de la noche anterior—. Los chismosos, ya sabe.
La mujer parpadeó.
—Sí, claro.
—Me está mojando los zapatos.
—¿Le estoy mojando...?
Bajó la vista y miró sus manos crispadas. De la manguera salía un chorro de agua que mojaba los zapatos y pantalones de Nick. Soltó con un grito la esponja y la manguera. Esta rebotó en el suelo y cayó sobre la hierba formando un ángulo tal que lanzaba una lluvia fina sobre los dos.
—¡Maldición! —____(tn) avanzó hacia la manguera con las manos levantadas para contener el chorro.
—Déjeme a mí —dijo Nick, lanzándose también por la manguera.
La agarraron los dos desde lados opuestos, y el agua saltó entre sus dedos y les mojó la cara. ____(tn) la soltó y el hombre giró el chorro y cerró la manguera.
—Lo siento —musitó ella. Retrocedió un paso, secándose la barbilla. Lo había empapado.
—No importa —dijo él—. Me recuerda a los viejos tiempos. La familia de Allie dejaba la manguera suelta en el césped todo el verano — sonrió—. Me he empapado con ella más veces de las que puedo recordar.
A ____(tn) le encantó su sonrisa, pero no consiguió corresponder a ella. Estaba abrumada por la presencia masculina, por su atractivo y su fuerza.
Tenía que decir algo. Las chicas la habían entrenado para entablar conversación con él, pero no habían contado con una manguera rebelde. Una invitación parecía lo más prudente.
—Hmmm, ya que está mojado, ¿quiere ayudarme con el coche? Tiene aspecto de que se le dé bien frotar carrocerías y limpiar faros.
El hombre la miró sorprendido. Bajó la vista hacia su camiseta y téjanos.
—De acuerdo —repuso—. Será un placer frotarle la carrocería.
La mujer señaló el vehículo.
—Adelante, pues.
Nick se quitó los zapatos y los lanzó hacia su jardín con una gracia atlética natural. Los músculos de sus hombros resultaban visibles bajo la camiseta mojada. ____(tn) parpadeó.
—No importa —dijo el hombre, señalando los zapatos—. Se secarán.
Sonrió.
—Y también me secaré yo si no me pierdo esos últimos rayos de sol.
Se sacó la camiseta por la cabeza, dejando al descubierto un abdomen duro y un pecho musculoso poblado de un vello levemente más oscuro que el de la cabeza. No estaba muy bronceado, pero su piel lucía un brillo natural que indicaba que estaba habituado a ir sin camisa. Como la noche anterior.
Por un momento, ____(tn) no pudo pensar en nada que no fuera su deseo de sentir aquel cuerpo musculoso apretado contra el suyo.
Retrocedió hasta tropezar con el coche. Cerró los ojos. Nada de lo que le dijeran las antiguas novias de Nick la había preparado para verlo en carne y hueso.
Algo suave y húmedo rozó su brazo. Abrió los ojos.
—Su esponja —dijo él.
—Gracias —la tomó y se volvió hacia el coche. El hombre se arrodilló a su lado con la manguera y un trapo y empezó a frotar los guardabarros. ____(tn)pasó la esponja por la carrocería y se calmó un poco.
Hasta que el codo de él rozó su pierna desnuda. Apretó los dientes y se ordenó a sí misma que no debía moverse.
Se inclinó hacia adelante, tumbándose casi sobre el capó, que empezó a limpiar en movimientos amplios. Con el rabillo del ojo, vio que Nick, sentado sobre los talones, tenía la vista clavada en su trasero. Recordó que llevaba un pantalón corto minúsculo. Después de cuatro años con pantalones largos, era demasiada desnudez para su primer intento de seducción. Roma no se construyó en un día. Y las mujeres fatales tampoco.
Nick puso una mano en la pantorrilla de ella.
____(tn) se estremeció.
—Iba a meter el pie en el cubo —explicó él.
—Hoy estoy muy torpe.
—Hmmm, no estoy tan seguro. Ahora mismo llevaba un buen ritmo de trabajo, muy... —miró las piernas de ella— agitado.
Sonrió.
—A propósito... bonitas piernas.
La mujer tragó saliva y apretó las manos con nerviosismo. Por desgracia, seguía sujetando la esponja, que lanzó agua sucia sobre Nick.
El hombre se incorporó, sacudiendo la cabeza como un perro mojado.
—Otra vez ha dado en el blanco —colocó la cabeza bajo el chorro de la manguera.
Un movimiento de los visillos atrajo la atención de ella hacia la casa. Allie y Julia los miraban, lanzando con los labios consejos que ____(tn) no tenía intención de seguir. Les hizo señas de que se retiraran. Nick se enderezó, completamente empapado pero limpio. Se pasó ambas manos por el pelo, que quedó de punta. Sus ojos marrones brillaban con calor. Sus dientes, muy blancos, contrastaban con la piel cubierta por bigote.
Era muy guapo.
Demasiado para ella.
Después de su experiencia con Chad ____(ta), no se entendía bien con los hombres guapos. Estaban habituados a un tratamiento especial. Y ella pensaba que todo el mundo tenía un valor independientemente de su aspecto, riqueza o posición social.
De haberse tratado solo de belleza, podría haberlo resistido y seguido con el plan. Pero sabía que Nick tenía, o por lo menos así era cuando lo conoció, un buen corazón, y eso lo complicaba todo. Había estado medio enamorada de él durante casi veinte años. Solo necesitaba un empujoncito y estaría perdida.
—Ya no puedo empaparme más —decía él—. Así que acabemos el coche antes de que se ponga el sol.
____(tn) lo observó lanzar el chorro de agua sobre el capó, pero no contestó.
—¿He olvidado presentarme? —preguntó él, de repente—. Soy Nick Jonas —le tendió la mano.
La mujer se la estrechó.
—Ya lo sé.
La mano de él sostuvo la suya un momento antes de soltarla.
—¿Por los chismosos?
—Sí.
Por supuesto, no la reconocía. Probablemente tampoco la reconociera aunque le diera su apellido de soltera. ____(tn) Bell había sido una niña regordeta y tímida por la que él sentía compasión.
—Entonces sabrá que me crié aquí en Quimby. En esa casa.
Los rayos del sol se abrían paso entre los sauces de la orilla del río, arrancando brillos a las partes cromadas del pequeño coche de ella.
—Aja. Allie me lo dijo. Usted y ella han sido siempre vecinos.
Nick ajustó el chorro y terminó de enjuagar los últimos trozos de jabón.
—¿Le ha contado lo traviesa que era?
—No. Pero sí me ha dicho lo terrible que era usted.
Nick se encogió de hombros.
—Es posible.
—¿Dónde están sus padres? —preguntó ella, aunque ya conocía la respuesta.
En los últimos siete meses había reunido toda la información sobre él que pudo conseguir. Sabía que había ganado una medalla por buena conducta en primer curso. Que era capitán del equipo de baloncesto del instituto cuando ganaron el campeonato regional. Que después de la universidad se había trasladado a Chicago para aceptar un empleo prestigioso en un estudio de arquitectura, pero había pedido un permiso sin sueldo después del accidente de su hermano y la anulación de la boda.
—Hace un par de años, mis padres y los de Allie decidieron comprar una caravana y recorrer juntos los cincuenta estados. Cuando llevaban doce, estaban ya peleándose como perros y gatos.
____(tn) soltó una risita.
—Oh, oh.
—Al fin tuvieron una gran pelea en un camping de caravanas en Independence, Missouri, en mitad del campo. Habían sido amigos y vecinos durante treinta años, pero todo acabó con una discusión sobre a quién le tocaba vaciar el tanque de los desperdicios —lanzó la manguera sobre el techo y movió la cabeza—. Si querían salvar algo de su amistad, tenían que separarse allí. Vendieron la caravana y se repartieron el dinero. Los Colton se fueron a California y mis padres a Florida. Y nunca han vuelto a encontrarse.
—Es una historia terrible.
—No tanto. Mí padre dice que volverán a ser amigos cuando olvide la imagen de Marlene Colton cortándose las uñas de los pies con rulos en el pelo.
____(tn) inclinó la cabeza.
—Es un poco triste. Dos familias... tantos años. Y ahora las casas son cascarones vacíos.
—Ya no. Estamos nosotros.
—Cierto —musitó ella.
El hombre miró la manguera como si se hubiera olvidado de ella, y cerró el chorro. Lanzó una sonrisa seductora.
—El vecindario empieza a animarse.
—¿Piensa quedarse usted mucho?
Nick dejó de sonreír.
—Puede que sí.
—Ah —lo vio rodear el coche y echar agua sobre cada una de las ruedas. Parecía pensativo.
—Supongo que se habrá enterado de lo de mi bo... —frunció el ceño—. La ruptura de mi compromiso con Laurel Barnard.
—Algo he oído.
—Y supongo que nada agradable.
—No mucho. Laurel tiene la boutique de moda al lado de mi tienda. Y... —tiró de su camiseta húmeda, olvidando por completo su misión de seducirlo—. Algo me ha contado.
El hombre se limpió los pies en la hierba.
—En ese caso, supongo que no tendrá buena opinión de mí.
La mujer abrió mucho los ojos. ¿Le importaba lo que pudiera pensar de él?
—A mí me da igual —repuso—. La gente de la ciudad es otra cosa, pero yo... —se encogió de hombros e intentó mostrarse sincera y justa—. No me gusta juzgar a nadie antes de oír las dos versiones.
—Me alegra oír eso —dejó la manguera en la hierba y se acercó a ella hasta que ____(tn) captó el olor de su piel cálida.
—Me alegro de que seamos vecinos, ____(tn)____(ta).
La mujer sonrió.
—Corra sus cortinas y todo irá bien —prosiguió él.
____(tn) se quedó inmóvil.
—¿Que corra...?
—Hay un dicho sobre que las cortinas corridas ayudan a la buena vecindad.
Lo sabía. Y sabía que ella lo sabía. ____(tn) apretó los dientes para ocultar la vergüenza.
—¿Ese dicho no se refiere a las vallas? —preguntó, tratando de simular normalidad—. Pero no tema, a partir de ahora, cerraré las cortinas.
No podía soportarlo. No podía quedarse quieta bajo la mirada provocativa de él. Murmuró algo sobre una limonada y corrió hacia la casa.
—Por mí no se moleste —gritó Nick a sus espaldas.
____(tn) no estaba segura de que se refiriera a la limonada.
—¿Pero qué hacías? —le gritó Allie en cuanto entró en la casa.
—Calla. Te va a oír Nick —Julia se asomó por la ventana—. Oh, oh, viene hacia la casa.
____(tn) salió hacia la cocina, dejando marcas de humedad en la alfombra de la sala de estar.
—Le he ofrecido un refresco.
—No pasa nada —dijo Julia, siguiéndola—. Solo está guardando la manguera —cerró la ventana de encima del fregadero.
—¿No tenías que seducirlo? —preguntó Allie con aire beligerante.
____(tn) la ignoró y abrió el frigorífico.
—¿Dónde está la jarra de limonada?
—¿O has olvidado que debes conquistarlo? —insistió Allie.
—Lo está haciendo muy bien —Julia sacó dos vasos de un armario de madera de pino—. Muy natural.
Allie sacó la bandeja de hielo.
—Podías haber seguido jugando con el agua hasta que estuvierais empapados del todo.
—No son adolescentes —se burló Julia.
____(tn) suspiró.
—Ya ha sido bastante malo tener que pasar veinte minutos ahí fuera casi desnuda —se desató la camiseta y la agitó para que se secara más deprisa—. Me sentía como una mala imitación de las chicas del Playboy.
—Pues Nick se ha fijado, ¿no?
—¿Y cómo no? —____(tn) se concentró en servir la limonada—. El montaje no tenía nada de sutil.
—Deberías haberte esforzado más —insistió Allie.
—Le dije lo de la carrocería y los faros —apartó el recuerdo de su mente—. Y fue horrible.
—Te lo dije —le comentó Julia a Allie.
—Eh. Con Fred siempre funciona. Desde que nos conocimos nunca he lavado un coche sola.
____(tn) limpió una gota de limonada derramada.
—Tú puedes decir esas cosas y parecer picara. Cuando las digo yo, parezco una estrella porno.
Allie soltó una risita.
—¿Significa eso que no se ha ofrecido a revisar los pedales y la batería?
—Claro que no.
—Pero habéis hablado —intervino Julia—. Eso está bien.
—Me ha contado lo de la caravana de sus padres con los de Allie.
—Ah, sí —dijo esta—. La discusión por el tanque de desperdicios —puso los ojos en blanco—. Muy poco romántico.
—¿Qué más? —preguntó Julia.
____(tn) no quería sacar el tema del compromiso roto.
—Nada importante. Conversación amistosa.
Julia asintió.
—Le interesas mucho.
—¿Cómo puedes estar tan segura?
—Intuición femenina —sonrió Julia—. Además, lo conozco bastante bien para captar las señales. Tú también has tenido que notarlas, ____(tn).
Allie achicó los ojos de tal modo que su nariz casi tropezaba con su labio superior.
—¿Qué señales?
____(tn) movió la cabeza.
—Yo no he visto ninguna. Excepto que creo que he quedado como una tonta.
—No importa —Allie golpeó la encimera—. Estás muy guapa en pantalón corto. Es suficiente con eso.
—Para Nick no —dijo Julia.
—¿Estás segura? —preguntó Allie, con ojos brillantes—. Recuerda que iba a casarse con Laurel. ¡Laurel!
Julia bajó la vista.
—Laurel es una amiga.
—Laurel te habría apuñalado por la espalda sin dudarlo con tal de conseguir a Nick Jonas —repuso la otra—. Sabes bien que ya iba tras él cuando todavía salía contigo.
—Claro que lo sé —murmuró Julia.
—Nunca entenderé cómo pudo proponerle matrimonio a un tiburón así...
Se abrió la puerta de la casa.
—¿____(tn)? —gritó Nick—. ¿Necesitas ayuda?
—No —contestó ella, casi con pánico—. No entres. Ya salgo yo.
Se cerró la puerta delantera y se abrió la de atrás. Gwendolyn Case metió la cabeza por ella.
—¿Cómo va todo? —preguntó con voz ronca—. He visto a Nick sentado delante y he dado la vuelta.
Las otras mujeres le hicieron señas de que se callara y ____(tn) tomó los vasos. Aquello era una farsa. La única esperanza que tenía de atraer a Nick era relajarse y ser ella misma, aunque com otra ropa, y no podía hacerlo si las demás estaban pendientes de todo lo que hacía.
—¿Podéis hacer el favor de marcharos? —les suplicó—. Esto ya es bastante raro sin espectadores.
—Por supuesto —Julia la miraba comprensiva—. Saldremos por atrás en cuanto Nick y tú estéis ocupados.
Allie tomó a ____(tn) por los hombros y la empujó hacia la sala de estar.
—Acuérdate de jugar con los cubitos de hielo. Pásate uno por los labios y a lo largo de la garganta. Y Nickempezará a jadear como el perro que es.
____(tn), que no tenía la menor intención de seguir el consejo, salió por la puerta dejando a las otras en la cocina.
—¿Tenías compañía? —preguntó Nick al verla salir.
—Hmm, no exactamente. Ha entrado una vecina a pedir azúcar.
—La señora Beringer, supongo.
—¿Cómo lo sabes?
—Y supongo que se ha curado de la diabetes —prosiguió el hombre.
—Hmmm. No sé. Creo que quiere hacer magdalenas para el mercadillo de repostería — en Quimby había siempre algún mercadillo de repostería en el horizonte.
Por suerte Nick no insistió en el tema. Tomó uno de los vasos y esperó a que ella se sentara en los escalones de cemento.
—Has terminado el coche —dijo ella, tratando de ocultar su decepción porque hubiera vuelto a ponerse la camiseta.
El hombre tomó un sorbo de limonada y se limpió la barbilla con el dobladillo de la camiseta.
—Todavía faltan los cristales.
____(tn) lo miró con timidez.
—Gracias por tu ayuda.
—No ha sido para tanto —musitó él.
—No, de verdad...
—Ni siquiera he empezado una pelea de agua —continuó él. Chupó una gota de líquido de la comisura de los labios.
____(tn) se sonrojó. Bajó la cabeza hacia la limonada y bebió nudosamente. ¿Las había oído hablar en la cocina? Era posible. Pero no probable. No le parecía un hombre retorcido. Si las hubiera oído, le habría preguntado directamente qué ocurría allí.
Por otra parte, sí había intentado atraparla en la excusa de la señora Beringer.
Y ella ya se había equivocado mucho con Chad ____(ta).
La historia podía repetirse con Nick. Después de todo, era un rompecorazones legendario.
Un seductor.
—Bueno, no somos adolescentes —sonrió—. Una pelea de agua no era necesaria.
—No estoy de acuerdo. Jugar es tan necesario como trabajar.
—Hmmm. Pero no paga el alquiler.
El hombre sonrió con gentileza y movió la cabeza. Apartó la vista hacia el jardín. Las gotas de agua brillaban en la hierba exuberante de junio. Las ardillas saltaban de rama en rama en los robles blandos alineados a lo largo de la calle; grandes nubes blancas se perseguían unas a otras por el cielo del ocaso.
—Llena el corazón —dijo—. Alimenta el alma.
—¿El juego?
—Es un modo de hablar. La alegría. Vivir al máximo.
Los cubitos de hielo del vaso de _____(tn) chocaron entre sí. A la joven le temblaban las manos.
—¿Esa no es la definición del hedonismo?
Una sonrisa entreabrió los labios de él.
—¿Tienes algún problema con el hedonismo?
_____(tn) no contestó. Su única experiencia en ese aspecto había terminado mal. Lo cual le sirvió como excusa para regresar a su caparazón. Alguna vez había pensado que quizá su reacción no era la indicada y la verdad era que Nick había llegado en un momento óptimo, cuando estaba dispuesta a volver a intentarlo. Más vieja y más sabia.
—El hedonismo tiene sus virtudes —sonrió y lo miró con el rabillo del ojo con los párpados entornados—. A mí también me gustan los placeres.
Nick dejó a un lado los vasos de limonada. Pasó las yemas de los dedos por el brazo de ella, provocando un cosquilleo maravilloso.
—¿Te refieres a placeres de la carne?
—Entre otros.
—Una mujer con el corazón en su sitio.
____(tn) olvidó su misión. Levantó la barbilla y apretó los labios.
—Por lo que me han dicho, ese corazón puede estar en peligro. Creo que tú no ofreces el tuyo tan fácilmente... Rompecorazones.
El hombre sonrió y se apretó varias veces la punta de la nariz entre el pulgar y el índice. Un gesto nervioso e irreflexivo que la sorprendió en un hombre que se suponía que tenía bien ensayados todos sus gestos seductores. Sintió que se ablandaba.
—Mi reputación ha sido muy exagerada — repuso él; la punta de la nariz estaba rosa.
—¿En serio? Pues ya lo siento.
Nick enarcó las cejas.____(tn) se acercó más a él.
—Hay ciertas expectativas que deben cumplirse.
—¿Y si no?
La mujer levantó la vista.
—Me sentiría discriminada.
El hombre le observó el rostro. Por un momento, ella pensó que quizá había reconocido algo, algún resto largamente olvidado de la niña regordeta que había sido, pero luego la expresión de él se relajó y volvieron al terreno de antes. Le apretó la mano y ella reprimió un escalofrío, decidida a seguir controlando la situación.
—Prefiero discriminarte, ____(tn). Considerarte algo único y separado. Una mujer singular.
La mujer bajó los párpados. Deseaba creerlo, pero se recordó que seguramente diría lo mismo a todas las mujeres.
—¡Qué especial! —ronroneó con suavidad.
Los ojos de Nick se oscurecieron.
—No me crees.
—Oh, claro que sí. Por el momento.
El hombre le levantó la barbilla con los dedos y giró su rostro hacia él.
—Entonces hagamos que este momento dure para siempre —dijo, con todo el encanto seductor que ella esperaba encontrar en él, pero para el que de todos modos no estaba preparada.
Nick se acercó más y ella emitió un sonido ininteligible con la garganta. Sus alientos se mezclaron. ____(tn) abrió los labios.
Nick no los besó.
Los lamió... recorriendo la forma de su boca con la punta aterciopelada de la lengua, como si probara un bocado raro que había que saborear lenta y sensualmente. ____(tn) sintió un deseo desesperado en su interior.
Nick chupó su labio inferior, lamió horizontalmente el superior hasta llegar a la comisura, donde su lengua se entretuvo hasta que ella abrió la boca para respirar y entonces... Su lengua firme y caliente estaba de repente dentro de su boca. El corazón le latía con fuerza. Apretó la boca contra la de él y se abrazó a sus hombros. En la pasión del beso perdió todo rastro de control.
Fue el mejor beso de su vida.
Se aferró a su camiseta y él le besó la barbilla, la garganta, la curva donde se encontraba el cuello con el hombro. Sus labios buscaron la oreja de ella y la besaron repetidamente por delante y por detrás. Enrolló la coleta en su mano y la usó para colocarle la cabeza en un ángulo apropiado antes de bajar la boca hacia la suya.
—Ah —dijo ella—. Para.
Por encima del hombro de Nick vio a Allie, Julia y Gwen escabullirse por el jardín del vecino. Allie volvió la vista hacia ellos y se detuvo en el acto.
—¡Santo cielo! —dijo audiblemente.
____(tn) apretó las manos sobre las orejas de Zack y le dio un beso sonoro que tenía poco de romántico o seductor.
—Tengo que irme —dijo. Julia había agarrado a Allie del brazo y tiraba de ella.
El hombre retiró las manos de ella de su cabeza y le dio un beso en cada palma.
____(tn) sintió un cosquilleo hasta la punta de los dedos.
—Tengo que irme —repitió.
—Cena conmigo.
La mujer tragó saliva.
—¿Esta noche?
—Sí —los ojos brillantes de él la miraban con un interés que parecía genuino. E intenso.
—No —dijo ella, asustada por la idea de no estar preparada. Además, las otras le habían dicho que se hiciera un poco la difícil.
—¿Mañana? —sugirió él.
—Sí, mañana.
Nick le tocó la mejilla.
—Sí, mañana —repitió.
Se puso en pie, le dio un beso en la frente y se alejó hacia su casa. Antes de entrar se volvió para despedirse de ____(tn) agitando la mano y después desapareció en el edificio.
Y ella quedó atónita.
Y muy, muy encandilada.