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Amor Real (Niall Horan y Tu)
O W N :: Fanfiction :: Fanfiction :: Músicos :: One Direction
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Re: Amor Real (Niall Horan y Tu)
HOLITAS DEL MAR A TODO EL MUNDO WOHOOOOOO
Como han estado? Yo... bien, supongo. Sigo odiando la escuela, pero ya que.
Hoy les traigo nuevo capitulo aadñlasdkñasd sepan que falte a mi clase de educacion fisica (las tengo durante las tardes) solo para terminarselos :3
en fin, terminare de editarlo y se los subire.
Como han estado? Yo... bien, supongo. Sigo odiando la escuela, pero ya que.
Hoy les traigo nuevo capitulo aadñlasdkñasd sepan que falte a mi clase de educacion fisica (las tengo durante las tardes) solo para terminarselos :3
en fin, terminare de editarlo y se los subire.
Hale
Re: Amor Real (Niall Horan y Tu)
CAPITULO 27.
Vuelta atrás.
Un mes. Un mes desde mi cumpleaños y aquel beso con mi mejor amigo. Las cosas desde ese momento seguían igual, creo, siempre y cuando omitamos el hecho de que cada vez nos hacíamos más unidos, como si eso fuera posible.
Las fiestas en el palacio habían pasado como esperaba, aunque un poco mejor. Eduardo pasó Navidad con nosotros, así que la cena fue un poco menos aburrida. También, como ya es costumbre, los Grey festejaron con nosotros. Las pequeñas Darcy y Felicity Grey corrieron por todo el salón jugando con Louise y James —los hermanos pequeños de Chelsea. Antoine también paso las fiestas en Londres, así que sus dos pequeños hermanos pasaron la noche de navidad correteando igual que el resto de los niños. Mi Padre y Camilla también estuvieron presentes, pero no me moleste en dirigirles la palabra, ni siquiera les di el abrazo de Feliz Navidad. Haya ellos.
Para año nuevo, viaje con Eduardo a Madrid. Al principio fue extraño y me sentía completamente incomoda. En ese momento supe lo que sintió Eduardo cuando se mudó. El idioma es diferente, no conoces a nadie, y debes vivir con personas que se supone conoces a la perfección. Cuando llegue a España solo conocía el nombre de su padre, al irme sabia un poco más de todos los miembros de la familia, además de que mejore un poco más mi español en esa semana. Volvimos otra vez a mediados de enero, y aunque también fue un poco extraño, esa vez fue más cómodo. Tal vez con el tiempo me acostumbraría.
Harry ya había vuelto a casa hace unas cuantas semanas. Y justo como el había dicho después de mi cumpleaños, le correspondí a Niall en navidad. Si el me había regalado un auto ¿Porque yo no? Hice todo con ayuda de Greg. Le pedí que fuera a una agencia en Dublín, escogiera una Range Rover negra —justo como Niall había mencionado que quería— y transferí el dinero para pagarla a su cuenta de banco. Además de que ya tenía costeadas unas lecciones de manejo en la ciudad para cuando regresara.
Como me imaginaba, Niall me llamo negando el auto, pero jugué el mismo juego que el hizo en mi cumpleaños. No podía negarla, yo había aceptado el Mercedes y lo justo era que el aceptara la Range. Al final acepto a regañadientes, pero advirtió que se vengaría por esto. Yo solo reí.
Con Louis también hice un regalo especial. Recordé todas esas veces en las que adulo mi auto y menciono que deseaba un Lamborghini idéntico, así que pensé “Si yo ya tengo un auto, ¿Para que necesito otro?” El mío estaba en perfectas condiciones, prácticamente nuevo, por lo cual mande a que eliminaran la “C” que había en el logo de atrás —especialmente creado para mí— y la cambiaran por una “L”. Ordene que lo enviaran a Doncaster y con un poco de ayuda de Jay, Louis no vio el auto hasta media noche. Su respuesta fue un mensaje diciendo “NO PUEDO CREER LO QUE HAS HECHO HERMANA. ES EL MEJOR CUMPLEAÑOS DE LA VIDA” y un tweet de “@CaitlinWindsor ESTO ES TAN JODIDAMENTE ASOMBROSO ! NO PUEDO CREER QUE ME REGALARAS TU LAMBORGHINI ! ES UNICO EN TODO EL MUNDO! JODER CREO QUE VOY A LLORAR”.
En cuanto Louis volvió a Londres fue al palacio, me obligo a acompañarlo a dar una vuelta, y estuvo prácticamente media hora agradeciéndome por el maravilloso regalo. Eso me hizo inmensamente feliz, ver la enorme sonrisa de mi hermano perdido hacia que mi corazón se hinchara de alegría. Louis era tan linda persona que merecía lo mejor.
Regresando a la actualidad; retire los audífonos de mis oídos y los coloque alrededor de mi cuello.
— ¿Nos tomamos cinco minutos? Mi garganta esta reseca.
— Claro. Aprovechare para ir al baño.
Simón, mi ingeniero de sonido, se levantó de su asiento y me dejo sola en el estudio. Llevábamos dos días grabando el single. Sería un cover “Girls Just Want To Have Fun” de Cyndi Lauper, canción que había escogido después de estar escuchando canciones de todo tipo una semana completa. Había permanecido en mi habitación todos esos días, con la laptop en frente y llamando a todo el mundo para que fuera a ayudarme. Al final, un sábado, cuando Niall, Brittany, Kim y yo buscábamos canciones a lo tonto en YouTube, la más pequeña sugirió esta. Fue casi patético ya que todo el mundo conoce esta canción, y si no lo hacen, es obvio que no tuvieron infancia.
Después de que estuvo selecta, pase otras tres horas escuchándola e imaginando una versión con un ritmo diferente. En cuanto la tuve, llame a Rachel y le dije que organizara todo el papeleo legal para poder hacer el cover y grabarlo en el estudio.
Como el Comic Relief se acercaba y tenía que lanzarlo desde antes, todo fue apresurado. Mientras se arreglaban las citas en el estudio y la documentación por los derechos de autor, recibí unas cuantas lecciones vocales. Fue raro al principio, pero después me acostumbre mejor. Niall y Zayn me ayudaron en sus tiempos libres enseñándome lo que sabían, así que mis tardes las pasaba en la biblioteca del palacio —donde hay mejor acústica por alguna razón— practicando tonos y volúmenes. Aun me sentía un poco incomoda cantando ya que jamás lo había hecho antes, solo en el baño o interpretando canciones a juego —de esas ocasiones en las que solo cantas sin importarte si estas afinado o no. Los que más me insistían eran Chelsea y Niall, apoyándome y diciéndome que continuara con esto. Ahora ya no podía echarme para atrás, ya había firmado un contrato y en una semana la canción tenía que estar lista. El tiempo se me agotaba.
Me saque los auriculares y los colgué sobre el soporte del micrófono. Sobe mi cuello mientras salía de la sala de grabación y me dirigía al pequeño sofá detrás de los controles. A un lado de este se encontraba una mesita con 4 botellas de agua. Tome una y di profundo trago para refrescarme la reseca garganta, cansada de tanto ensayo.
La puerta se abrió en ese instante, solo que Simón no apareció por esta como suponía. Niall me sonrió al entrar y beso mi mejilla al tomar asiento a mi lado.
— ¿Qué hiciste hoy?
— Nada importante, solo salí a desayunar con Amy —gruñí ante la mención de ella. Si bien, Amy no me había hecho nada malo, solamente que no me caía exactamente “bien” — ¿Y tú que has hecho?
— Me la he pasado aquí metida como en los últimos días, aún falta mucho por hacer.
— Sé que será la mejor que canción de todas —sonrió— ¿Puedo escucharla?
— Si, supongo —me levante del sofá y camine hacia los controles— es lo que llevamos hasta ahorita. Aún no está terminada —presione el único botón que sabía para que funcionaba y rápidamente el compás comenzó a sonar, acompañado de los toques de violín y la guitarra.
A poco menos de la mitad de la canción, Niall se acercó a mí y presiono el botón continuo al que yo había presionado. La canción dejo de reproducirse.
— Tengo una idea —anuncio. Busco algo con la mirada y después comenzó a acercarse a una de las tres guitarras posicionadas en la esquina— que te parece si los acordes los hacemos más agudos ¿Ah? —conecto la guitarra eléctrica, movió un par de controles en el amplificador, y después se la colgó— algo más o menos así.
Como había dicho, tenía el mismo ritmo y compás, solo que un tono más agudo. Lo imagine con la canción que actualmente teníamos, y era mucho mejor. Este cover era más “rockero” que la canción original, aunque sin ser completamente pesada. Los nuevos acordes de guitarra que sugería Niall eran mucho mejores que los que teníamos planeado utilizar. Le daban un toque más divertido a la canción.
— ¡Son geniales! —chille— Ahora solo falta que Simón llegue para ver si podemos cambiarlos.
En cuanto regreso lo asaltamos con la nueva idea. Niall hizo la demostración con la guitarra y se ofreció para grabarla. Así que ahora él también tenía cita en el estudio mañana por la tarde. Al parecer mañana también sería mi último día grabando, después de esto seguía el proceso de mezcla y yo ahí no interfería más que para aprobar el resultado final. El cambio de Niall seria incluido y teníamos previsto que para el fin de la semana ya estuviera el single listo para empezar a distribuirlo.
Regrese a la cabina para grabar de nuevo. Se sentía un poco extraño ya que no escuchabas la voz de otra persona a través de los auriculares, sino que más bien te escuchabas a ti. Al estar frente a Niall mis nervios hicieron aparición. Me trabe tres veces seguida en el estribillo, hasta que los nervios desaparecieron. Después el comenzó a hacerme caras desde su lugar, lo que me hacia reír. Al final, un poco cansada de que se riera de mí al ver que no podía terminar el estribillo, simplemente cerré los ojos, me concentre en la música que salía de los auriculares y cante con todo lo que tenía.
Al terminar, vi que Simón me sonreía. Exclame un “¡En tu cara!” para Niall y comencé a hacer un bailecito de victoria… hasta que Simón informo que lo repitiera otras tres veces para terminar por hoy.
Deje el estudio junto con Niall, ya que ambos iríamos por algo de almorzar y después a su apartamento. Eduardo me había llevado en la mañana, así que no tenía que preocuparme por dejar mi auto abandonado.
Pasamos por autoservicio de Mc Donalds para no tener que bajar de auto, y una vez que nos entregaron las tres hamburguesas con sus respectivos complementos, fuimos rumbo al apartamento de mi amigo. Pasamos la tarde echados en su sofá viendo televisión o actuando como antisociales en las computadoras. Él se iba a la de escritorio que tenía en un rincón y yo permanecía en el sofá con su laptop. Era una tarde un poco aburrida, una ligera lluvia había comenzado a caer hace un par de horas y no quería moverme del frente de la chimenea encendida.
Después de un rato, Niall apago la computadora y tomo asiento a mi lado. Tiro de la manta que me cubría para que lo hiciera con el también y subió los pies a la mesita de centro que había frente al sofá al igual que yo. Twitter ya me había aburrido, así que le tendí la laptop para que la utilizara. Sentía los parpados un poco pesados y el cuerpo cansado, por lo que me acurruque entre la manta, tratando de encontrar una posición cómoda, y cerré los ojos para dormir.
Fue inútil.
Estaba demasiado sentada como para dormir cómodamente, además de que tenía frio en los brazos no cubiertos. Me removí un poco tratando de arreglar la situación, aunque sin resultado. Al contrario, un estremecimiento me asaltó.
— ¿Tienes frio? —murmuro la suave voz de Niall.
Abrí los ojos y me encontré con los suyos viéndome. Asentí levemente, y admire como levantaba el brazo, ofreciéndome un poco más de calor. Me acomode a su lado, recostando la cabeza en su hombro y sintiendo como su brazo me envolvía. Cerró la laptop y la dejo a un lado, para después tirar de la manta que nos cubría y subirla hasta que me cubriera los brazos. El calor era mayor ahora.
— ¿Mejor?
— Mucho. Gracias, Niall —sonreí.
— No hay de que —se inclinó hacia mí y deposito un suave beso en el tope de mi cabeza.
Cerré los ojos por instinto y ya no los volví a abrir. Escuche como el volumen de la televisión disminuía un poco y como Niall cambiaba los canales con el control remoto. No supe más en cuanto caí dormida.
La canción de “Dance With Me Tonight” de Olly Murs me despertó. Al abrir los ojos tarde un momento en darme cuenta de la situación. Los dos brazos de Niall me rodeaban, mi cabeza ya estaba prácticamente en su pecho y nuestras piernas enredadas entre sí. Sonreí al verlo dormir tranquilo; con las pestañas castañas descansando sobre sus mejillas, el suave compas de su respiración y sus labios entreabiertos dejando escapar un par de suspiros.
No quería moverme, pero mi teléfono seguía sonando desde el interior de mi bolso. Pensé en dejarlo y que la llamada pasara al buzón de voz, hasta que me di cuenta de que ese era el tono de Eduardo y se suponía que yo le llamaría para que fuera a recogerme al estudio en cuanto acabara. Lo cual, claramente, no había hecho.
Con todo el pesar del mundo aleje los brazos de Niall de mí alrededor. Tuve que tener cuidado de no despertarlo al desenredar nuestras piernas, pero finalmente lo hice. Alcance al bolso en la mesita del recibidor y saque el teléfono de ahí antes de que entrara el buzón. Como esperaba, Eduardo respondió.
— Caitlin, al fin contestas. ¿Dónde estás?
— Lo siento —murmure con la voz aun pastosa— me vine al apartamento de Niall a almorzar y me quede dormida. Perdón por no avisar.
— No importa —suspiro— ¿Esta bien si paso por ti? Tengo una… sorpresa.
— Uhm, sí, claro. Te paso la dirección.
Le dicte la dirección para que la anotara. Al cortar la llamada, volví al sofá y me encontré con Niall desperezándose. Al sentarme a su lado, me sonrió.
— ¿Con quién hablabas? —pregunto.
— Eduardo. Pasará por mí en un rato, dijo que tenía una sorpresa.
Volvió a sonreír, solo que ahora levemente. Seguramente seguía medio dormido al igual que yo, así que no le tome importancia. Nos concentramos en ver un poco más de televisión en lo que llegaban por mí. Al sonar mi teléfono avisando que ya estaba esperándome abajo, me despedí de Niall con un beso en la mejilla y un abrazo.
Eduardo se encontraba en la recepción del edificio. Afuera, la lluvia había cesado y el sol comenzaba a bajar señalando el atardecer. Aún quedaban un par de horas antes de que oscureciera completamente. Lo salude con un débil abrazo y deje que me ayudara a subir al auto. Una vez que estuvo ya en su puesto a mi lado, le pregunte acerca de la sorpresa, aunque no dio detalles. Simplemente dijo que me llevaría a un lugar especial. No entendí mucho, pero no insistí. Lo notaba extraño, un tanto incómodo. Todo el camino estuvo tamborileando los dedos sobre el volante, mordiéndose el labio, frotándose las sientes. Le pregunte si le pasaba algo, pero solamente se limitó a negar con la cabeza. Con cada minuto que pasaba mi ansiedad aumentaba, y al parecer la de Eduardo también.
Después de unos 20 minutos conduciendo, reconocí el lugar al que nos acercábamos.
— ¿Kensington? ¿Visitaremos a mi hermano?
— No precisamente. Vamos a otra parte.
Siguió derecho, sin prestar atención al palacio en el radicaban William y Kate. Se detuvo en el aparcamiento del Hyde Park, antes de atravesar el lago serpentine. Además del nuestro, ningún otro auto se asomaba a la vista. La luz bajaba cada vez más y el atardecer no tardaba en hacer aparición.
Eduardo bajo primero del auto y después lo rodeo para abrirme la puerta. Al tomar mi mano entre la suya enguantada, pude notar un ligero temblor. Estaba segura de que si la prenda de lana no estuviera cubriéndole podría sentir el sudor que esta emitía. Iba a volver a preguntar qué pasaba, pero al ver su expresión nerviosa preferí callar. Su labio inferior estaba más rojizo debido a las mordeduras que le hacía, y parpadeaba constantemente.
Me guio a través de la acera rodeando el parque. No había muchas personas alrededor, y las pocas que había se encontraban guardando sus cosas. Eduardo permaneció callado durante todo el recorrido. Yo tampoco hable, solo me limite a dejar que el me guiara por el camino.
Al entrar al jardín dio un vistazo al mapa que se encontraba al lado de la cerca, una vez seguro, tomo el primer camino hacia la derecha. Siguió fiel a este un buen rato, ignorando los desvíos y atajos que se encontraban a nuestro paso. No se detuvo hasta que nos topamos con la orilla del lago. En el borde, un bote blanco de remos se encontraba descansando ahí.
— ¿Un paseo en bote? —pregunte.
Eduardo emitió un sonido que podría parecerse a una afirmación, pero no dijo nada.
Me ayudo a subirme en él, brindándome una mano de soporte en lo que mis pies se ajustaban a la madera. Al sentarse frente a mí, el bote se meció un poco. Apenas y fui consciente de eso, ya que mis pensamientos se concentraban en lo extraño de la situación. Eduardo no era de ayuda para descubrir que pasaba, no decía nada, solamente seguía aumentando mi ansía.
Se sacó los dos guantes y tomo los dos remos con las manos para después comenzar a moverlos. Al parecer tenía práctica, ya que lo hacía sin esfuerzo. Desistí de cualquier intento de iniciar una conversación; en su lugar, me concentre en el tejido de mi abrigo, dejando que mis pensamientos vagaran en las figuras que se formaban con la lana.
Reaccione en cuanto dejo de remar. Nos habíamos detenido en un punto donde el lago se hacía un poco más estrecho y los arboles alrededor eran más frecuentes. La luz del sol se apagaba cada vez más, y en el horizonte podía notarse el comienzo del atardecer. Los remos colgaban en sus soportes, meciéndose suavemente con el agua.
Eduardo finalmente hablo.
— Jamás espere que sucediera de esta manera.
— ¿De qué hablas?
Me ignoro.
— Es curioso. Recuerdo cuando se me ocurrió la idea, y estaba tan alegre y feliz, y no podía esperar para el día en que lo hiciera realidad —sus ojos estaban apagados, no tenían ese brillo alegre que siempre mostraban y los hoyuelos no aparecían en su rostro debido a la inexistente sonrisa. Se mostraba triste y melancólico, y yo más confundida no podía estar— imagine todo tan perfectamente. Lo que diría, como lo haría, incluso las reacciones que esperaba obtener. Quería que fuera el mejor día de mi vida —su voz comenzó a entrecortarse— pero al parecer no será así.
— No entiendo, Ed. ¿Qué sucede?
Mi desesperación aumentaba con cada segundo. Vi a Eduardo restregarse los ojos y pasarse las manos por el cabello. Su nerviosismo —o tal vez frustración— era evidente. Trataba de descubrir que pasaba pero era inútil. No podía imaginarme que era lo que en realidad ocurría, lo que Eduardo ocultaba.
— Caitlin… —su voz desapareció. Vi como la comisura derecha de su boca se elevaba casi imperceptiblemente en una pequeña mueca irónica. Levanto el brazo y apunto con un dedo algo detrás de mí— observa eso— por inercia, gire para ver qué era lo que me señalaba.
— ¿Qué cosa?
El agua seguía tranquila, la leve brisa invernal sacudía las copas de los árboles y el cielo se tornaba cada vez más rojizo. Nada fuera de lo normal. Ahora más confundida que antes, regrese la vista a mi compañero de enfrente.
Sus ojos estaban cristalinos y los labios los mantenía apretados para contener las lágrimas. No comprendí nada de la situación hasta que baje la mirada y vi la cajita de terciopelo azul sobre su mano. Un anillo sobresalía de esta, con la banda hecha de plata y un diamante adornando la joya.
— ¿Quieres ser mi esposa?
El aire abandono mis pulmones en ese momento. Sentí las lágrimas agolparse también en mis ojos y los sollozos contenidos en mi garganta. Todo encajaba en ese momento; la actitud de Eduardo, su nerviosismo, las palabras que había dicho. Todo. Él se había imaginado esta situación, solo que con Elena.
No podía con el remolino de sentimientos que me atacaron en ese momento. Todo me había llegado tan de repente que no estaba lista para la situación. Sabía que teníamos que casarnos, que estábamos obligados a hacerlo, pero ya con el anillo todo era más oficial. No había marcha atrás.
El seguía esperando una respuesta por mi parte, pero no podía formar palabra alguna con los sollozos acumulados en mi garganta. Simplemente me limite a asentir y dejar que colocara el anillo en mi mano izquierda. Al volver a levantar la vista, vi las lágrimas surcando sus mejillas. Fue en ese momento en el que me deje llevar. Lo acerque a mí y lo envolví con mis brazos para enterrar la cabeza en el hueco de su cuello. Deje que las lágrimas escaparan al igual que los sollozos y sentí como un poco de mi alma se iba en cada uno de ellos.
Los brazos de Eduardo se apretaron a mí alrededor, y las sacudidas de su pecho me daban a entender que estaba en las mismas condiciones que yo. Ambos sufríamos; el por Elena, yo por la situación en general. Una vez dado este paso no teníamos vuelta atrás, tal vez nunca hayamos tenido la oportunidad de escapar de esto pero al menos teníamos la esperanza. Ya ni eso existía.
— Lo siento —solloce.
En parte, me sentía culpable por ser yo la que ocupaba este lugar. Se suponía que este sería el mejor día en la vida de Eduardo. El día en que le pediría a Elena, la persona que más amaba, que fuera su esposa. Quería vomitar, toda la situación era un asco. Los dos completamente infelices por el resto de nuestras vidas por causas externas, por cosas que nosotros no podíamos controlar. Quería gritar en este momento, pero solo lograba que las lágrimas siguieran saliendo y que los sollozos me rasgaran la garganta. Eduardo seguía igual, y mientras nos abrazábamos el uno al otro, un rubio de ojos azules acaparaba mis pensamientos.
Vuelta atrás.
Un mes. Un mes desde mi cumpleaños y aquel beso con mi mejor amigo. Las cosas desde ese momento seguían igual, creo, siempre y cuando omitamos el hecho de que cada vez nos hacíamos más unidos, como si eso fuera posible.
Las fiestas en el palacio habían pasado como esperaba, aunque un poco mejor. Eduardo pasó Navidad con nosotros, así que la cena fue un poco menos aburrida. También, como ya es costumbre, los Grey festejaron con nosotros. Las pequeñas Darcy y Felicity Grey corrieron por todo el salón jugando con Louise y James —los hermanos pequeños de Chelsea. Antoine también paso las fiestas en Londres, así que sus dos pequeños hermanos pasaron la noche de navidad correteando igual que el resto de los niños. Mi Padre y Camilla también estuvieron presentes, pero no me moleste en dirigirles la palabra, ni siquiera les di el abrazo de Feliz Navidad. Haya ellos.
Para año nuevo, viaje con Eduardo a Madrid. Al principio fue extraño y me sentía completamente incomoda. En ese momento supe lo que sintió Eduardo cuando se mudó. El idioma es diferente, no conoces a nadie, y debes vivir con personas que se supone conoces a la perfección. Cuando llegue a España solo conocía el nombre de su padre, al irme sabia un poco más de todos los miembros de la familia, además de que mejore un poco más mi español en esa semana. Volvimos otra vez a mediados de enero, y aunque también fue un poco extraño, esa vez fue más cómodo. Tal vez con el tiempo me acostumbraría.
Harry ya había vuelto a casa hace unas cuantas semanas. Y justo como el había dicho después de mi cumpleaños, le correspondí a Niall en navidad. Si el me había regalado un auto ¿Porque yo no? Hice todo con ayuda de Greg. Le pedí que fuera a una agencia en Dublín, escogiera una Range Rover negra —justo como Niall había mencionado que quería— y transferí el dinero para pagarla a su cuenta de banco. Además de que ya tenía costeadas unas lecciones de manejo en la ciudad para cuando regresara.
Como me imaginaba, Niall me llamo negando el auto, pero jugué el mismo juego que el hizo en mi cumpleaños. No podía negarla, yo había aceptado el Mercedes y lo justo era que el aceptara la Range. Al final acepto a regañadientes, pero advirtió que se vengaría por esto. Yo solo reí.
Con Louis también hice un regalo especial. Recordé todas esas veces en las que adulo mi auto y menciono que deseaba un Lamborghini idéntico, así que pensé “Si yo ya tengo un auto, ¿Para que necesito otro?” El mío estaba en perfectas condiciones, prácticamente nuevo, por lo cual mande a que eliminaran la “C” que había en el logo de atrás —especialmente creado para mí— y la cambiaran por una “L”. Ordene que lo enviaran a Doncaster y con un poco de ayuda de Jay, Louis no vio el auto hasta media noche. Su respuesta fue un mensaje diciendo “NO PUEDO CREER LO QUE HAS HECHO HERMANA. ES EL MEJOR CUMPLEAÑOS DE LA VIDA” y un tweet de “@CaitlinWindsor ESTO ES TAN JODIDAMENTE ASOMBROSO ! NO PUEDO CREER QUE ME REGALARAS TU LAMBORGHINI ! ES UNICO EN TODO EL MUNDO! JODER CREO QUE VOY A LLORAR”.
En cuanto Louis volvió a Londres fue al palacio, me obligo a acompañarlo a dar una vuelta, y estuvo prácticamente media hora agradeciéndome por el maravilloso regalo. Eso me hizo inmensamente feliz, ver la enorme sonrisa de mi hermano perdido hacia que mi corazón se hinchara de alegría. Louis era tan linda persona que merecía lo mejor.
Regresando a la actualidad; retire los audífonos de mis oídos y los coloque alrededor de mi cuello.
— ¿Nos tomamos cinco minutos? Mi garganta esta reseca.
— Claro. Aprovechare para ir al baño.
Simón, mi ingeniero de sonido, se levantó de su asiento y me dejo sola en el estudio. Llevábamos dos días grabando el single. Sería un cover “Girls Just Want To Have Fun” de Cyndi Lauper, canción que había escogido después de estar escuchando canciones de todo tipo una semana completa. Había permanecido en mi habitación todos esos días, con la laptop en frente y llamando a todo el mundo para que fuera a ayudarme. Al final, un sábado, cuando Niall, Brittany, Kim y yo buscábamos canciones a lo tonto en YouTube, la más pequeña sugirió esta. Fue casi patético ya que todo el mundo conoce esta canción, y si no lo hacen, es obvio que no tuvieron infancia.
Después de que estuvo selecta, pase otras tres horas escuchándola e imaginando una versión con un ritmo diferente. En cuanto la tuve, llame a Rachel y le dije que organizara todo el papeleo legal para poder hacer el cover y grabarlo en el estudio.
Como el Comic Relief se acercaba y tenía que lanzarlo desde antes, todo fue apresurado. Mientras se arreglaban las citas en el estudio y la documentación por los derechos de autor, recibí unas cuantas lecciones vocales. Fue raro al principio, pero después me acostumbre mejor. Niall y Zayn me ayudaron en sus tiempos libres enseñándome lo que sabían, así que mis tardes las pasaba en la biblioteca del palacio —donde hay mejor acústica por alguna razón— practicando tonos y volúmenes. Aun me sentía un poco incomoda cantando ya que jamás lo había hecho antes, solo en el baño o interpretando canciones a juego —de esas ocasiones en las que solo cantas sin importarte si estas afinado o no. Los que más me insistían eran Chelsea y Niall, apoyándome y diciéndome que continuara con esto. Ahora ya no podía echarme para atrás, ya había firmado un contrato y en una semana la canción tenía que estar lista. El tiempo se me agotaba.
Me saque los auriculares y los colgué sobre el soporte del micrófono. Sobe mi cuello mientras salía de la sala de grabación y me dirigía al pequeño sofá detrás de los controles. A un lado de este se encontraba una mesita con 4 botellas de agua. Tome una y di profundo trago para refrescarme la reseca garganta, cansada de tanto ensayo.
La puerta se abrió en ese instante, solo que Simón no apareció por esta como suponía. Niall me sonrió al entrar y beso mi mejilla al tomar asiento a mi lado.
— ¿Qué hiciste hoy?
— Nada importante, solo salí a desayunar con Amy —gruñí ante la mención de ella. Si bien, Amy no me había hecho nada malo, solamente que no me caía exactamente “bien” — ¿Y tú que has hecho?
— Me la he pasado aquí metida como en los últimos días, aún falta mucho por hacer.
— Sé que será la mejor que canción de todas —sonrió— ¿Puedo escucharla?
— Si, supongo —me levante del sofá y camine hacia los controles— es lo que llevamos hasta ahorita. Aún no está terminada —presione el único botón que sabía para que funcionaba y rápidamente el compás comenzó a sonar, acompañado de los toques de violín y la guitarra.
A poco menos de la mitad de la canción, Niall se acercó a mí y presiono el botón continuo al que yo había presionado. La canción dejo de reproducirse.
— Tengo una idea —anuncio. Busco algo con la mirada y después comenzó a acercarse a una de las tres guitarras posicionadas en la esquina— que te parece si los acordes los hacemos más agudos ¿Ah? —conecto la guitarra eléctrica, movió un par de controles en el amplificador, y después se la colgó— algo más o menos así.
Como había dicho, tenía el mismo ritmo y compás, solo que un tono más agudo. Lo imagine con la canción que actualmente teníamos, y era mucho mejor. Este cover era más “rockero” que la canción original, aunque sin ser completamente pesada. Los nuevos acordes de guitarra que sugería Niall eran mucho mejores que los que teníamos planeado utilizar. Le daban un toque más divertido a la canción.
— ¡Son geniales! —chille— Ahora solo falta que Simón llegue para ver si podemos cambiarlos.
En cuanto regreso lo asaltamos con la nueva idea. Niall hizo la demostración con la guitarra y se ofreció para grabarla. Así que ahora él también tenía cita en el estudio mañana por la tarde. Al parecer mañana también sería mi último día grabando, después de esto seguía el proceso de mezcla y yo ahí no interfería más que para aprobar el resultado final. El cambio de Niall seria incluido y teníamos previsto que para el fin de la semana ya estuviera el single listo para empezar a distribuirlo.
Regrese a la cabina para grabar de nuevo. Se sentía un poco extraño ya que no escuchabas la voz de otra persona a través de los auriculares, sino que más bien te escuchabas a ti. Al estar frente a Niall mis nervios hicieron aparición. Me trabe tres veces seguida en el estribillo, hasta que los nervios desaparecieron. Después el comenzó a hacerme caras desde su lugar, lo que me hacia reír. Al final, un poco cansada de que se riera de mí al ver que no podía terminar el estribillo, simplemente cerré los ojos, me concentre en la música que salía de los auriculares y cante con todo lo que tenía.
Al terminar, vi que Simón me sonreía. Exclame un “¡En tu cara!” para Niall y comencé a hacer un bailecito de victoria… hasta que Simón informo que lo repitiera otras tres veces para terminar por hoy.
Deje el estudio junto con Niall, ya que ambos iríamos por algo de almorzar y después a su apartamento. Eduardo me había llevado en la mañana, así que no tenía que preocuparme por dejar mi auto abandonado.
Pasamos por autoservicio de Mc Donalds para no tener que bajar de auto, y una vez que nos entregaron las tres hamburguesas con sus respectivos complementos, fuimos rumbo al apartamento de mi amigo. Pasamos la tarde echados en su sofá viendo televisión o actuando como antisociales en las computadoras. Él se iba a la de escritorio que tenía en un rincón y yo permanecía en el sofá con su laptop. Era una tarde un poco aburrida, una ligera lluvia había comenzado a caer hace un par de horas y no quería moverme del frente de la chimenea encendida.
Después de un rato, Niall apago la computadora y tomo asiento a mi lado. Tiro de la manta que me cubría para que lo hiciera con el también y subió los pies a la mesita de centro que había frente al sofá al igual que yo. Twitter ya me había aburrido, así que le tendí la laptop para que la utilizara. Sentía los parpados un poco pesados y el cuerpo cansado, por lo que me acurruque entre la manta, tratando de encontrar una posición cómoda, y cerré los ojos para dormir.
Fue inútil.
Estaba demasiado sentada como para dormir cómodamente, además de que tenía frio en los brazos no cubiertos. Me removí un poco tratando de arreglar la situación, aunque sin resultado. Al contrario, un estremecimiento me asaltó.
— ¿Tienes frio? —murmuro la suave voz de Niall.
Abrí los ojos y me encontré con los suyos viéndome. Asentí levemente, y admire como levantaba el brazo, ofreciéndome un poco más de calor. Me acomode a su lado, recostando la cabeza en su hombro y sintiendo como su brazo me envolvía. Cerró la laptop y la dejo a un lado, para después tirar de la manta que nos cubría y subirla hasta que me cubriera los brazos. El calor era mayor ahora.
— ¿Mejor?
— Mucho. Gracias, Niall —sonreí.
— No hay de que —se inclinó hacia mí y deposito un suave beso en el tope de mi cabeza.
Cerré los ojos por instinto y ya no los volví a abrir. Escuche como el volumen de la televisión disminuía un poco y como Niall cambiaba los canales con el control remoto. No supe más en cuanto caí dormida.
La canción de “Dance With Me Tonight” de Olly Murs me despertó. Al abrir los ojos tarde un momento en darme cuenta de la situación. Los dos brazos de Niall me rodeaban, mi cabeza ya estaba prácticamente en su pecho y nuestras piernas enredadas entre sí. Sonreí al verlo dormir tranquilo; con las pestañas castañas descansando sobre sus mejillas, el suave compas de su respiración y sus labios entreabiertos dejando escapar un par de suspiros.
No quería moverme, pero mi teléfono seguía sonando desde el interior de mi bolso. Pensé en dejarlo y que la llamada pasara al buzón de voz, hasta que me di cuenta de que ese era el tono de Eduardo y se suponía que yo le llamaría para que fuera a recogerme al estudio en cuanto acabara. Lo cual, claramente, no había hecho.
Con todo el pesar del mundo aleje los brazos de Niall de mí alrededor. Tuve que tener cuidado de no despertarlo al desenredar nuestras piernas, pero finalmente lo hice. Alcance al bolso en la mesita del recibidor y saque el teléfono de ahí antes de que entrara el buzón. Como esperaba, Eduardo respondió.
— Caitlin, al fin contestas. ¿Dónde estás?
— Lo siento —murmure con la voz aun pastosa— me vine al apartamento de Niall a almorzar y me quede dormida. Perdón por no avisar.
— No importa —suspiro— ¿Esta bien si paso por ti? Tengo una… sorpresa.
— Uhm, sí, claro. Te paso la dirección.
Le dicte la dirección para que la anotara. Al cortar la llamada, volví al sofá y me encontré con Niall desperezándose. Al sentarme a su lado, me sonrió.
— ¿Con quién hablabas? —pregunto.
— Eduardo. Pasará por mí en un rato, dijo que tenía una sorpresa.
Volvió a sonreír, solo que ahora levemente. Seguramente seguía medio dormido al igual que yo, así que no le tome importancia. Nos concentramos en ver un poco más de televisión en lo que llegaban por mí. Al sonar mi teléfono avisando que ya estaba esperándome abajo, me despedí de Niall con un beso en la mejilla y un abrazo.
Eduardo se encontraba en la recepción del edificio. Afuera, la lluvia había cesado y el sol comenzaba a bajar señalando el atardecer. Aún quedaban un par de horas antes de que oscureciera completamente. Lo salude con un débil abrazo y deje que me ayudara a subir al auto. Una vez que estuvo ya en su puesto a mi lado, le pregunte acerca de la sorpresa, aunque no dio detalles. Simplemente dijo que me llevaría a un lugar especial. No entendí mucho, pero no insistí. Lo notaba extraño, un tanto incómodo. Todo el camino estuvo tamborileando los dedos sobre el volante, mordiéndose el labio, frotándose las sientes. Le pregunte si le pasaba algo, pero solamente se limitó a negar con la cabeza. Con cada minuto que pasaba mi ansiedad aumentaba, y al parecer la de Eduardo también.
Después de unos 20 minutos conduciendo, reconocí el lugar al que nos acercábamos.
— ¿Kensington? ¿Visitaremos a mi hermano?
— No precisamente. Vamos a otra parte.
Siguió derecho, sin prestar atención al palacio en el radicaban William y Kate. Se detuvo en el aparcamiento del Hyde Park, antes de atravesar el lago serpentine. Además del nuestro, ningún otro auto se asomaba a la vista. La luz bajaba cada vez más y el atardecer no tardaba en hacer aparición.
Eduardo bajo primero del auto y después lo rodeo para abrirme la puerta. Al tomar mi mano entre la suya enguantada, pude notar un ligero temblor. Estaba segura de que si la prenda de lana no estuviera cubriéndole podría sentir el sudor que esta emitía. Iba a volver a preguntar qué pasaba, pero al ver su expresión nerviosa preferí callar. Su labio inferior estaba más rojizo debido a las mordeduras que le hacía, y parpadeaba constantemente.
Me guio a través de la acera rodeando el parque. No había muchas personas alrededor, y las pocas que había se encontraban guardando sus cosas. Eduardo permaneció callado durante todo el recorrido. Yo tampoco hable, solo me limite a dejar que el me guiara por el camino.
Al entrar al jardín dio un vistazo al mapa que se encontraba al lado de la cerca, una vez seguro, tomo el primer camino hacia la derecha. Siguió fiel a este un buen rato, ignorando los desvíos y atajos que se encontraban a nuestro paso. No se detuvo hasta que nos topamos con la orilla del lago. En el borde, un bote blanco de remos se encontraba descansando ahí.
— ¿Un paseo en bote? —pregunte.
Eduardo emitió un sonido que podría parecerse a una afirmación, pero no dijo nada.
Me ayudo a subirme en él, brindándome una mano de soporte en lo que mis pies se ajustaban a la madera. Al sentarse frente a mí, el bote se meció un poco. Apenas y fui consciente de eso, ya que mis pensamientos se concentraban en lo extraño de la situación. Eduardo no era de ayuda para descubrir que pasaba, no decía nada, solamente seguía aumentando mi ansía.
Se sacó los dos guantes y tomo los dos remos con las manos para después comenzar a moverlos. Al parecer tenía práctica, ya que lo hacía sin esfuerzo. Desistí de cualquier intento de iniciar una conversación; en su lugar, me concentre en el tejido de mi abrigo, dejando que mis pensamientos vagaran en las figuras que se formaban con la lana.
Reaccione en cuanto dejo de remar. Nos habíamos detenido en un punto donde el lago se hacía un poco más estrecho y los arboles alrededor eran más frecuentes. La luz del sol se apagaba cada vez más, y en el horizonte podía notarse el comienzo del atardecer. Los remos colgaban en sus soportes, meciéndose suavemente con el agua.
Eduardo finalmente hablo.
— Jamás espere que sucediera de esta manera.
— ¿De qué hablas?
Me ignoro.
— Es curioso. Recuerdo cuando se me ocurrió la idea, y estaba tan alegre y feliz, y no podía esperar para el día en que lo hiciera realidad —sus ojos estaban apagados, no tenían ese brillo alegre que siempre mostraban y los hoyuelos no aparecían en su rostro debido a la inexistente sonrisa. Se mostraba triste y melancólico, y yo más confundida no podía estar— imagine todo tan perfectamente. Lo que diría, como lo haría, incluso las reacciones que esperaba obtener. Quería que fuera el mejor día de mi vida —su voz comenzó a entrecortarse— pero al parecer no será así.
— No entiendo, Ed. ¿Qué sucede?
Mi desesperación aumentaba con cada segundo. Vi a Eduardo restregarse los ojos y pasarse las manos por el cabello. Su nerviosismo —o tal vez frustración— era evidente. Trataba de descubrir que pasaba pero era inútil. No podía imaginarme que era lo que en realidad ocurría, lo que Eduardo ocultaba.
— Caitlin… —su voz desapareció. Vi como la comisura derecha de su boca se elevaba casi imperceptiblemente en una pequeña mueca irónica. Levanto el brazo y apunto con un dedo algo detrás de mí— observa eso— por inercia, gire para ver qué era lo que me señalaba.
— ¿Qué cosa?
El agua seguía tranquila, la leve brisa invernal sacudía las copas de los árboles y el cielo se tornaba cada vez más rojizo. Nada fuera de lo normal. Ahora más confundida que antes, regrese la vista a mi compañero de enfrente.
Sus ojos estaban cristalinos y los labios los mantenía apretados para contener las lágrimas. No comprendí nada de la situación hasta que baje la mirada y vi la cajita de terciopelo azul sobre su mano. Un anillo sobresalía de esta, con la banda hecha de plata y un diamante adornando la joya.
— ¿Quieres ser mi esposa?
El aire abandono mis pulmones en ese momento. Sentí las lágrimas agolparse también en mis ojos y los sollozos contenidos en mi garganta. Todo encajaba en ese momento; la actitud de Eduardo, su nerviosismo, las palabras que había dicho. Todo. Él se había imaginado esta situación, solo que con Elena.
No podía con el remolino de sentimientos que me atacaron en ese momento. Todo me había llegado tan de repente que no estaba lista para la situación. Sabía que teníamos que casarnos, que estábamos obligados a hacerlo, pero ya con el anillo todo era más oficial. No había marcha atrás.
El seguía esperando una respuesta por mi parte, pero no podía formar palabra alguna con los sollozos acumulados en mi garganta. Simplemente me limite a asentir y dejar que colocara el anillo en mi mano izquierda. Al volver a levantar la vista, vi las lágrimas surcando sus mejillas. Fue en ese momento en el que me deje llevar. Lo acerque a mí y lo envolví con mis brazos para enterrar la cabeza en el hueco de su cuello. Deje que las lágrimas escaparan al igual que los sollozos y sentí como un poco de mi alma se iba en cada uno de ellos.
Los brazos de Eduardo se apretaron a mí alrededor, y las sacudidas de su pecho me daban a entender que estaba en las mismas condiciones que yo. Ambos sufríamos; el por Elena, yo por la situación en general. Una vez dado este paso no teníamos vuelta atrás, tal vez nunca hayamos tenido la oportunidad de escapar de esto pero al menos teníamos la esperanza. Ya ni eso existía.
— Lo siento —solloce.
En parte, me sentía culpable por ser yo la que ocupaba este lugar. Se suponía que este sería el mejor día en la vida de Eduardo. El día en que le pediría a Elena, la persona que más amaba, que fuera su esposa. Quería vomitar, toda la situación era un asco. Los dos completamente infelices por el resto de nuestras vidas por causas externas, por cosas que nosotros no podíamos controlar. Quería gritar en este momento, pero solo lograba que las lágrimas siguieran saliendo y que los sollozos me rasgaran la garganta. Eduardo seguía igual, y mientras nos abrazábamos el uno al otro, un rubio de ojos azules acaparaba mis pensamientos.
Hale
Re: Amor Real (Niall Horan y Tu)
no puedo creer ame el capitulo aunque fue
un poco tierno y a la vez triste porque!?
pobre Caitlin, noooo!!!
yo quiero que este con Niall cuando se daran
cuenta que ellos tienen que estar juntos :sad:
un poco tierno y a la vez triste porque!?
pobre Caitlin, noooo!!!
yo quiero que este con Niall cuando se daran
cuenta que ellos tienen que estar juntos :sad:
maia Directioner<3
Re: Amor Real (Niall Horan y Tu)
En primer lugar... Amo cuando subes capítulo en días inesperados y me tomas con una sorpresa!! Ajshsjak <3
En segundo lugar.... Oh Por Dioooooos
¿Cómo es que todo eso pudo pasar en capítulo?! Eh?!
Fue demasiadooooo
Niall tan tierno y hermoso, pero ugh amy
Ya sácala de la historia y has que Niall luche por cat y la haga cambiar de oponían ó.... Que ambos escapen a canada para librarse de todo y que se cambien los nombres :D
Uh... No creo que funcione, ellos son muy conocidos (?) jajajajaaj
Pero ugh! Ya es completamente oficial el matrimonio :c
Ponte las pilas o te golpeo Niall! Y tu también Caitlin!!
(?)
Que Eduardo no le podía dar la noticia después? Interrumpió el momento de cat y niall!!! -.-
Uhm bueno, como sabrás AMO TU NOVELA! Creo que ya te lo he dicho muchas veces jaja
Eeeeeeen fin, hasta aquí llega mi complementario de este asombroso capítulo porque tengo que hacer mi tarea ya que en toda la tarde he sido una floja y no he querido hacerla :p
Cuídate xoxo
En segundo lugar.... Oh Por Dioooooos
¿Cómo es que todo eso pudo pasar en capítulo?! Eh?!
Fue demasiadooooo
Niall tan tierno y hermoso, pero ugh amy
Ya sácala de la historia y has que Niall luche por cat y la haga cambiar de oponían ó.... Que ambos escapen a canada para librarse de todo y que se cambien los nombres :D
Uh... No creo que funcione, ellos son muy conocidos (?) jajajajaaj
Pero ugh! Ya es completamente oficial el matrimonio :c
Ponte las pilas o te golpeo Niall! Y tu también Caitlin!!
(?)
Que Eduardo no le podía dar la noticia después? Interrumpió el momento de cat y niall!!! -.-
Uhm bueno, como sabrás AMO TU NOVELA! Creo que ya te lo he dicho muchas veces jaja
Eeeeeeen fin, hasta aquí llega mi complementario de este asombroso capítulo porque tengo que hacer mi tarea ya que en toda la tarde he sido una floja y no he querido hacerla :p
Cuídate xoxo
Daniela_nialler
Re: Amor Real (Niall Horan y Tu)
ay no, se irán a casar¿ :-( pobre ed porque el no quería eso
narrysgirl
Re: Amor Real (Niall Horan y Tu)
Ayer les subi capitulo del compromiso y hoy el Zaynchu se nos compromete... Me dio miedo...
Hale
Re: Amor Real (Niall Horan y Tu)
En celebracion por el nuevo VMA de los chicos... LES TRAIGO CAP! Un poco tarde, pero es mejor que nada :3
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CAPITULO 28.
¿Estas Bien?
Esa noche no pude conciliar el sueño. La pase llorando, abrazando un oso de peluche que Harry me había regalado cuando cumplí ocho años, y pensando en lo mierda que era mi vida. Cuando menos pensé ya eran las 8 am y los rayos del sol se filtraban por la cortina. Solo me levante de la cama para cerrarlas completamente y después volví a mi estado depresivo. Admiraba el anillo en mi mano, girándolo y viendo como el diamante brillaba. No podía negar que era hermoso, pero sentía un enorme peso al verlo. A mí no me correspondía llevarlo, y no quería hacerlo.
A la hora del desayuno, tuve que levantarme para bajar. La abuela quería que desayunáramos “en familia”, así que no pude librarme de esa. Baje en pijama, despeinada, y con unas ojeras que me hacían parecer mapache. Eduardo no estaba mejor que yo, ya que lucía igual de demacrado y decaído. Al contrario de nosotros, los abuelos estaban radiantes. Jamás los había visto tan felices, y cuando entre al comedor ambos charlaban parlanchinamente. La abuela festejo al notar mi anillo —lo cual me hizo darme cuenta de que ella había obligado a Eduardo a entregármelo ayer—, y no dejo de decir lo maravilloso que era este momento, ya que nuestro compromiso se hacía oficial. Ahora solo faltaba que Buckingham lo anunciara, pero para eso un par de días más.
Harry llego al último. Al entrar noto la extraña situación —los abuelos charlando alegremente, mientras que Eduardo y yo nos hundíamos cada vez más— y exigió saber que pasaba. No deje que la abuela le explicara, solo levante mi mano izquierda mostrando el anillo y lo mire con pena. En ese momento el exploto. Dijo tantas cosas; encarando a los abuelos y exigiendo que paráramos esto, pero como era de esperarse estos no desistieron y solo callaron a Harry, el cual abandono el comedor hecho una furia. Le seguí por detrás hasta alcanzarlo en el pasillo. Lo primero que hizo fue levantar mi mano y observar el anillo. Lo analizo un largo minuto, en el cual pude notar como su ceño se fruncía al igual que sus labios. Estaba pensando, siempre hacia eso cuando se ponía a razonar profundamente sobre algo. Al final bajo la mano y solo me abrazo. Sin decir nada, únicamente envolvió sus brazos a mí alrededor y me apretó con fuerza.
Hoy tenía que ir al estudio a terminar de grabar. Gracias al cielo la cita era por la tarde, así que tuve tiempo de darme una ducha rápida y cambiarme. No hice la gran cosa, solo remplace el pijama por unos jeans, una blusa blanca, y un cárdigan holgado de lana. En lugar de zapatos conserve las pantuflas, y el cabello lo deje suelto y hecho un asco. No estaba de humor para tardar horas preparándome.
Antes de salir tome un bolso negro de correa larga y me lo eche al hombro. Eduardo, igual que los días anteriores, me llevo al estudio. Ninguno de los dos hablo durante el trayecto, y al llegar a nuestro destino solo murmure “te llamare luego”. Nadie estaba de ánimos.
Simón estaba en su puesto de trabajo cuando entre. Al parecer mi aspecto era mucho más horrible de lo que imaginaba, ya que se me quedo viendo extraño durante un momento.
— ¿Tengo monos en la cara o qué? —cuestione.
— No, solo te veo diferente.
<< No es mi culpa que siempre me veas tan bien arreglada >> pensé, aunque lo conserve en mi mente. Él no tenía la culpa de mi estado.
Deje el bolso sobre el sofá y entre a la cabina de grabación. Solo restaba el coro final, así que eso fue lo que repetimos una y otra vez. No me concentraba en lo que hacía, solamente abría la boca y dejaba que la letra saliera. Estaba ausente, lo sabía, pero no podía hacer nada al respecto. Mi cerebro no se enfocaba en nada, únicamente vagaba sin rumbo alguno, cayendo cada vez más y más hasta el punto en que comencé a llorar de nuevo. Simón corto, me pregunto que me ocurría y al no obtener respuestas me dijo que me tomara un descanso en lo que el subía a piso por algunas cosas. No proteste, y al quedarme sola Salí de la cabina de grabación y me acurruque en una esquina del sofá, tratando de cubrir mis piernas con los extremos del cárdigan.
Me envolví a mí misma, apoyando la cabeza sobre el respaldo y apretando las rodillas contra mi pecho. Sentía un vacío, un hueco justo en el centro. Era doloroso, pero a la vez no. Ejercía cada vez más fuerza en los brazos para acercar lo más posible las rodillas a mi pecho, como si eso fuera a llenar el vacío. Las lágrimas seguían cayendo y sentía las sacudidas por los sollozos. Nada estaba bien, y al parecer no lo estaría. Necesitaba desahogarme, sacar lo que tenía dentro, pero no podía. En ese momento quería desaparecer, cerrar los ojos y no volver a abrirlos. No saber nada acerca de lo que me rodeaba y escapar de la triste realidad en la que me encontraba. Pero no podía, y esto era a lo que me tenía que atener.
Como si fuera posible, llore aún más fuerte.
Al volver Simón me dijo que lo hiciera otras cinco veces más y ya podría retirarme, que sería lo último hasta el fin de semana en el cual aprobaría el trabajo final. Solo quería marcharme, así que tome el poco valor que me quedaba y regrese a la cabina.
Los primeros dos intentos fueron un asco, en los cuales me largaba a llorar a la mitad del coro. Una vez que pude controlarme, trate de hacerlo mejor, de enfocarme en lo que hacía para hacerlo bien. Fue difícil, pero al final lo logre. Las grabaciones ya estaban listas, y ahora seguían los demás procesos de editado para mezclar todo. Regresaría el sábado para escuchar la canción terminada y dar la aprobación para que empezara a distribuirse, mientras tanto mi trabajo aquí había concluido.
Tome mi bolso he intercambie unas cuantas palabras con Simón para ver la hora en la que nos reuniríamos. Una vez que nos pusimos de acuerdo, abandone el estudio para encontrarme con Eduardo afuera. Seguía igual, si no es que peor. Al llegar al palacio ninguno dijo nada —como se estaba haciendo costumbre— y cada quien se fue por su lado. Yo volví a mi habitación y, después de cambiar mis jeans por un pantalón de pijama, me tumbe en la cama. Deje mi celular sobre la mesita de noche como siempre y encendí la televisión. Comencé a hacer zapping para distraerme y no ponerme a pensar con demasiada profundidad, si lo hacia el vacío volvería, y posiblemente con más fuerza que antes. Tenía que mantener la mente lejos de eso.
Mi celular sonó 5 veces, y en ninguna de esas ocasiones me digne a ver quién era el que llamaba. Solamente lo dejaba vibrar, ya que había desactivado el sonido para que no me molestara.
Los canales pasaban como un borrón en la pantalla. Cuando algo parecía ser interesante, a lo mucho lo dejaba unos tres minutos. En uno de los borrones identifique un programa de farándula, y por algún motivo lo deje ahí. Hablaban sobre el reciente rompimiento de Harry y Taylor, y además mencionaban el nuevo single de los chicos. Algo alegre en el día por lo menos.
Iba a dejarlo ahí hasta que vi que comenzaban a hablar sobre Eduardo y yo. Solo me basto ver fotos de los dos ayer para cambiar de canal, no tenía ánimos de escuchar basura.
El intercomunicador sonó en la mesita de noche. Seguramente era Marie y Holly informándome que la abuela quería verme o algo, así que lo ignore también. Las siguientes dos veces igual. La televisión dejaba de tener su efecto distractor y cuando menos pensé me encontré observando el anillo de compromiso, girando la argolla para ver como brillaba.
La tormenta me ataco al instante, al igual que el vacío. Toda la melancolía de pensar en lo que sería de mi vida a partir del momento en el que dijera “acepto”, saber que no había escapatoria, que tendría que soportarlo por el resto de mi vida. Viviría una farsa de ahora en adelante, sonriendo frente a las cámaras y llorando en silencio.
Una de las cosas que más deseaba en el mundo era ser una persona normal; común y corriente. Trataba de hacerlo, de la familia era la más sencilla, la más abierta a las personas. William y Harry siempre se cerraban a la prensa, mientras que yo respondía hasta la más mínima pregunta que me hacían y me encantaba asistir a programas de entrevistas. Era como una forma de expresarme, para que las personas me conocieran y supieran que no era una chiquilla malcriada que había nacido con el mundo a sus pies. Ahora las personas vivirían engañadas, pensando que era la mujer más feliz del planeta al casarme con el hombre que supuestamente amaba.
Cambie de posición en la cama, la espalda se me comenzaba a entumir por lo que me coloque de lado. El acolchado me cubría hasta el pecho, mi oso de peluche seguía enganchado a mi brazo izquierdo, y la cabeza la mantenía rodeada por decenas de suaves almohadas. Acerque a fluffy —el oso de peluche— a mi pecho y lo apreté contra mí. Seguía el vacío, y al parecer no se iría en un buen rato, si es que llegaba a irse. De un momento a otro las lágrimas volvieron a aparecer, y una vez más me hundí en la depresión y la tristeza.
Murmullos se escucharon afuera de la habitación, a través de las puertas dobles que bloqueaban la entrada. Los ignore completamente, no teniendo tiempo para pensar sobre ello. Lo único que ocupaba un lugar en mi mente era mi vida, lo asquerosa que era, y el anillo que portaba en la mano.
La puerta se abrió de espaldas a mí. No quise girarme para ver, al contrario, apreté más a fluffy y me encogí hecha bolita. No quería ver a nadie, no quería hablar con alguien. Lo único que deseaba era quedarme sola y hundirme mas en mi miseria, ¿Qué acaso era mucho pedir?
— ¿Caitlin? —Su suave voz me llamo, y al escucharlo, un sollozo inoportuno escapo de mi garganta—déjenos solos.
— Enseguida —la voz de Marie informo. Después escuche como la puerta se cerraba.
Oí pasos acercarse a la cama y me encogí más, como si fuera posible. No quería que Niall supiera acerca de esto y formara parte de mi tristeza. Por algún motivo, no deseaba mortificarlo con mis problemas. Él no lo merecía.
Sentí como su peso hundía el espacio a mi lado en la cama. Sorbí mi nariz, pase la mano por mis mejillas para eliminar el rastro de lágrimas, y estreche más a fluffy.
— ¿Princesa? ¿Estás bien? —su voz, tan suave como el algodón, sonaba preocupada.
Era justo lo que quería evitar, no quería verlo triste por mí. No respondí a su pregunta, no estaba en condiciones de hablar. Si lo hacía, no se escucharían más que sollozos y gemidos.
— Caitlin, ¿Qué pasa? —note como su tono estaba un poco más alterado ahora. Paso un brazo por mi cintura y me giro para quedar de espaldas. No reaccione a tiempo, así que no pude hacer nada para evitar que mirara mi rostro— ¿Qué sucede?
— Nada —mi temblorosa voz se quebró al final, dejando más que claro la mentira que transmitía.
— No mientas —seguía siendo dulce, y hablaba casi en murmullos. Descanso su mano en mi mejilla y paso el pulgar por debajo de mis ojos, eliminando las lágrimas restantes que yo no había limpiado— ¿Por qué no me dices que paso?
— No es nada, Niall.
— Eso no es lo que tus ojos dicen, princesa. Algo ocurrió, y tú no quieres decirme.
— Solo… —no pude terminar de hablar.
Sus ojos enfocaban los míos, el azul preocupado de los suyos habían destruido las pocas barreras que aun tenia y la fuerza que me quedaba. Sentí como mis ojos volvían a picar, al igual que la humedad regresando.
Niall reacciono al instante. Se sacó los zapatos a patadas y levanto el acolchado para cubrirse con el también. No dijo nada, solamente levanto un brazo e hizo un gesto incitándome a que me acercara. Desasne la cabeza en su pecho y pase un brazo sobre su torso por debajo de la cobija. El me envolvió con ambos brazos, y por primera vez en todo el día me sentí bien, a salvo. Fue entonces cuando todo se me vino encima, y sentí que por fin podía desahogarme como se debía. Por centésima vez, las lágrimas volvieron a caer. La opresión iba desapareciendo poco a poco, al igual que el dolor.
Los párpados cada vez más pesados, se me comenzaban a cerrar. Sentía el cansancio sobre los hombros después de la noche en vela, y de la nada fui quedándome dormida. Entre la inconciencia y la realidad, apenas y pude escuchar como Niall murmuraba:
— Puedes decirme en cuanto te sientas lista, princesa. Pero no me mientas, es lo peor que puedes hacerme.
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CAPITULO 28.
¿Estas Bien?
Esa noche no pude conciliar el sueño. La pase llorando, abrazando un oso de peluche que Harry me había regalado cuando cumplí ocho años, y pensando en lo mierda que era mi vida. Cuando menos pensé ya eran las 8 am y los rayos del sol se filtraban por la cortina. Solo me levante de la cama para cerrarlas completamente y después volví a mi estado depresivo. Admiraba el anillo en mi mano, girándolo y viendo como el diamante brillaba. No podía negar que era hermoso, pero sentía un enorme peso al verlo. A mí no me correspondía llevarlo, y no quería hacerlo.
A la hora del desayuno, tuve que levantarme para bajar. La abuela quería que desayunáramos “en familia”, así que no pude librarme de esa. Baje en pijama, despeinada, y con unas ojeras que me hacían parecer mapache. Eduardo no estaba mejor que yo, ya que lucía igual de demacrado y decaído. Al contrario de nosotros, los abuelos estaban radiantes. Jamás los había visto tan felices, y cuando entre al comedor ambos charlaban parlanchinamente. La abuela festejo al notar mi anillo —lo cual me hizo darme cuenta de que ella había obligado a Eduardo a entregármelo ayer—, y no dejo de decir lo maravilloso que era este momento, ya que nuestro compromiso se hacía oficial. Ahora solo faltaba que Buckingham lo anunciara, pero para eso un par de días más.
Harry llego al último. Al entrar noto la extraña situación —los abuelos charlando alegremente, mientras que Eduardo y yo nos hundíamos cada vez más— y exigió saber que pasaba. No deje que la abuela le explicara, solo levante mi mano izquierda mostrando el anillo y lo mire con pena. En ese momento el exploto. Dijo tantas cosas; encarando a los abuelos y exigiendo que paráramos esto, pero como era de esperarse estos no desistieron y solo callaron a Harry, el cual abandono el comedor hecho una furia. Le seguí por detrás hasta alcanzarlo en el pasillo. Lo primero que hizo fue levantar mi mano y observar el anillo. Lo analizo un largo minuto, en el cual pude notar como su ceño se fruncía al igual que sus labios. Estaba pensando, siempre hacia eso cuando se ponía a razonar profundamente sobre algo. Al final bajo la mano y solo me abrazo. Sin decir nada, únicamente envolvió sus brazos a mí alrededor y me apretó con fuerza.
Hoy tenía que ir al estudio a terminar de grabar. Gracias al cielo la cita era por la tarde, así que tuve tiempo de darme una ducha rápida y cambiarme. No hice la gran cosa, solo remplace el pijama por unos jeans, una blusa blanca, y un cárdigan holgado de lana. En lugar de zapatos conserve las pantuflas, y el cabello lo deje suelto y hecho un asco. No estaba de humor para tardar horas preparándome.
Antes de salir tome un bolso negro de correa larga y me lo eche al hombro. Eduardo, igual que los días anteriores, me llevo al estudio. Ninguno de los dos hablo durante el trayecto, y al llegar a nuestro destino solo murmure “te llamare luego”. Nadie estaba de ánimos.
Simón estaba en su puesto de trabajo cuando entre. Al parecer mi aspecto era mucho más horrible de lo que imaginaba, ya que se me quedo viendo extraño durante un momento.
— ¿Tengo monos en la cara o qué? —cuestione.
— No, solo te veo diferente.
<< No es mi culpa que siempre me veas tan bien arreglada >> pensé, aunque lo conserve en mi mente. Él no tenía la culpa de mi estado.
Deje el bolso sobre el sofá y entre a la cabina de grabación. Solo restaba el coro final, así que eso fue lo que repetimos una y otra vez. No me concentraba en lo que hacía, solamente abría la boca y dejaba que la letra saliera. Estaba ausente, lo sabía, pero no podía hacer nada al respecto. Mi cerebro no se enfocaba en nada, únicamente vagaba sin rumbo alguno, cayendo cada vez más y más hasta el punto en que comencé a llorar de nuevo. Simón corto, me pregunto que me ocurría y al no obtener respuestas me dijo que me tomara un descanso en lo que el subía a piso por algunas cosas. No proteste, y al quedarme sola Salí de la cabina de grabación y me acurruque en una esquina del sofá, tratando de cubrir mis piernas con los extremos del cárdigan.
Me envolví a mí misma, apoyando la cabeza sobre el respaldo y apretando las rodillas contra mi pecho. Sentía un vacío, un hueco justo en el centro. Era doloroso, pero a la vez no. Ejercía cada vez más fuerza en los brazos para acercar lo más posible las rodillas a mi pecho, como si eso fuera a llenar el vacío. Las lágrimas seguían cayendo y sentía las sacudidas por los sollozos. Nada estaba bien, y al parecer no lo estaría. Necesitaba desahogarme, sacar lo que tenía dentro, pero no podía. En ese momento quería desaparecer, cerrar los ojos y no volver a abrirlos. No saber nada acerca de lo que me rodeaba y escapar de la triste realidad en la que me encontraba. Pero no podía, y esto era a lo que me tenía que atener.
Como si fuera posible, llore aún más fuerte.
Al volver Simón me dijo que lo hiciera otras cinco veces más y ya podría retirarme, que sería lo último hasta el fin de semana en el cual aprobaría el trabajo final. Solo quería marcharme, así que tome el poco valor que me quedaba y regrese a la cabina.
Los primeros dos intentos fueron un asco, en los cuales me largaba a llorar a la mitad del coro. Una vez que pude controlarme, trate de hacerlo mejor, de enfocarme en lo que hacía para hacerlo bien. Fue difícil, pero al final lo logre. Las grabaciones ya estaban listas, y ahora seguían los demás procesos de editado para mezclar todo. Regresaría el sábado para escuchar la canción terminada y dar la aprobación para que empezara a distribuirse, mientras tanto mi trabajo aquí había concluido.
Tome mi bolso he intercambie unas cuantas palabras con Simón para ver la hora en la que nos reuniríamos. Una vez que nos pusimos de acuerdo, abandone el estudio para encontrarme con Eduardo afuera. Seguía igual, si no es que peor. Al llegar al palacio ninguno dijo nada —como se estaba haciendo costumbre— y cada quien se fue por su lado. Yo volví a mi habitación y, después de cambiar mis jeans por un pantalón de pijama, me tumbe en la cama. Deje mi celular sobre la mesita de noche como siempre y encendí la televisión. Comencé a hacer zapping para distraerme y no ponerme a pensar con demasiada profundidad, si lo hacia el vacío volvería, y posiblemente con más fuerza que antes. Tenía que mantener la mente lejos de eso.
Mi celular sonó 5 veces, y en ninguna de esas ocasiones me digne a ver quién era el que llamaba. Solamente lo dejaba vibrar, ya que había desactivado el sonido para que no me molestara.
Los canales pasaban como un borrón en la pantalla. Cuando algo parecía ser interesante, a lo mucho lo dejaba unos tres minutos. En uno de los borrones identifique un programa de farándula, y por algún motivo lo deje ahí. Hablaban sobre el reciente rompimiento de Harry y Taylor, y además mencionaban el nuevo single de los chicos. Algo alegre en el día por lo menos.
Iba a dejarlo ahí hasta que vi que comenzaban a hablar sobre Eduardo y yo. Solo me basto ver fotos de los dos ayer para cambiar de canal, no tenía ánimos de escuchar basura.
El intercomunicador sonó en la mesita de noche. Seguramente era Marie y Holly informándome que la abuela quería verme o algo, así que lo ignore también. Las siguientes dos veces igual. La televisión dejaba de tener su efecto distractor y cuando menos pensé me encontré observando el anillo de compromiso, girando la argolla para ver como brillaba.
La tormenta me ataco al instante, al igual que el vacío. Toda la melancolía de pensar en lo que sería de mi vida a partir del momento en el que dijera “acepto”, saber que no había escapatoria, que tendría que soportarlo por el resto de mi vida. Viviría una farsa de ahora en adelante, sonriendo frente a las cámaras y llorando en silencio.
Una de las cosas que más deseaba en el mundo era ser una persona normal; común y corriente. Trataba de hacerlo, de la familia era la más sencilla, la más abierta a las personas. William y Harry siempre se cerraban a la prensa, mientras que yo respondía hasta la más mínima pregunta que me hacían y me encantaba asistir a programas de entrevistas. Era como una forma de expresarme, para que las personas me conocieran y supieran que no era una chiquilla malcriada que había nacido con el mundo a sus pies. Ahora las personas vivirían engañadas, pensando que era la mujer más feliz del planeta al casarme con el hombre que supuestamente amaba.
Cambie de posición en la cama, la espalda se me comenzaba a entumir por lo que me coloque de lado. El acolchado me cubría hasta el pecho, mi oso de peluche seguía enganchado a mi brazo izquierdo, y la cabeza la mantenía rodeada por decenas de suaves almohadas. Acerque a fluffy —el oso de peluche— a mi pecho y lo apreté contra mí. Seguía el vacío, y al parecer no se iría en un buen rato, si es que llegaba a irse. De un momento a otro las lágrimas volvieron a aparecer, y una vez más me hundí en la depresión y la tristeza.
Murmullos se escucharon afuera de la habitación, a través de las puertas dobles que bloqueaban la entrada. Los ignore completamente, no teniendo tiempo para pensar sobre ello. Lo único que ocupaba un lugar en mi mente era mi vida, lo asquerosa que era, y el anillo que portaba en la mano.
La puerta se abrió de espaldas a mí. No quise girarme para ver, al contrario, apreté más a fluffy y me encogí hecha bolita. No quería ver a nadie, no quería hablar con alguien. Lo único que deseaba era quedarme sola y hundirme mas en mi miseria, ¿Qué acaso era mucho pedir?
— ¿Caitlin? —Su suave voz me llamo, y al escucharlo, un sollozo inoportuno escapo de mi garganta—déjenos solos.
— Enseguida —la voz de Marie informo. Después escuche como la puerta se cerraba.
Oí pasos acercarse a la cama y me encogí más, como si fuera posible. No quería que Niall supiera acerca de esto y formara parte de mi tristeza. Por algún motivo, no deseaba mortificarlo con mis problemas. Él no lo merecía.
Sentí como su peso hundía el espacio a mi lado en la cama. Sorbí mi nariz, pase la mano por mis mejillas para eliminar el rastro de lágrimas, y estreche más a fluffy.
— ¿Princesa? ¿Estás bien? —su voz, tan suave como el algodón, sonaba preocupada.
Era justo lo que quería evitar, no quería verlo triste por mí. No respondí a su pregunta, no estaba en condiciones de hablar. Si lo hacía, no se escucharían más que sollozos y gemidos.
— Caitlin, ¿Qué pasa? —note como su tono estaba un poco más alterado ahora. Paso un brazo por mi cintura y me giro para quedar de espaldas. No reaccione a tiempo, así que no pude hacer nada para evitar que mirara mi rostro— ¿Qué sucede?
— Nada —mi temblorosa voz se quebró al final, dejando más que claro la mentira que transmitía.
— No mientas —seguía siendo dulce, y hablaba casi en murmullos. Descanso su mano en mi mejilla y paso el pulgar por debajo de mis ojos, eliminando las lágrimas restantes que yo no había limpiado— ¿Por qué no me dices que paso?
— No es nada, Niall.
— Eso no es lo que tus ojos dicen, princesa. Algo ocurrió, y tú no quieres decirme.
— Solo… —no pude terminar de hablar.
Sus ojos enfocaban los míos, el azul preocupado de los suyos habían destruido las pocas barreras que aun tenia y la fuerza que me quedaba. Sentí como mis ojos volvían a picar, al igual que la humedad regresando.
Niall reacciono al instante. Se sacó los zapatos a patadas y levanto el acolchado para cubrirse con el también. No dijo nada, solamente levanto un brazo e hizo un gesto incitándome a que me acercara. Desasne la cabeza en su pecho y pase un brazo sobre su torso por debajo de la cobija. El me envolvió con ambos brazos, y por primera vez en todo el día me sentí bien, a salvo. Fue entonces cuando todo se me vino encima, y sentí que por fin podía desahogarme como se debía. Por centésima vez, las lágrimas volvieron a caer. La opresión iba desapareciendo poco a poco, al igual que el dolor.
Los párpados cada vez más pesados, se me comenzaban a cerrar. Sentía el cansancio sobre los hombros después de la noche en vela, y de la nada fui quedándome dormida. Entre la inconciencia y la realidad, apenas y pude escuchar como Niall murmuraba:
— Puedes decirme en cuanto te sientas lista, princesa. Pero no me mientas, es lo peor que puedes hacerme.
Hale
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