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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Amor Real (Niall Horan y Tu)
O W N :: Fanfiction :: Fanfiction :: Músicos :: One Direction
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Re: Amor Real (Niall Horan y Tu)
CAPITULO 31.
Ataque.
Ni Chelsea ni Louis volvieron a tocar el tema a lo largo del día, ya que al parecer las palabras de Harry habían surgido efecto. En lugar de seguir insistiendo, se concentraron en otras cosas. Chelsea ordeno que preparan algo de comer para los cinco, aunque cuando estuvo listo nadie quiso pararse para ir al comedor. Terminamos desayunando en la sala, despatarrados sobre los sofás, con la televisión encendida y la chimenea ardiendo.
Trataban de mantenerme entretenida para que no me concentrara en todo el asunto de la boda. Lo lograban la mayor parte del tiempo, pero había momentos en los que mi cerebro me traicionaba y comenzaba a razonar sobre lo que pasaría una vez que la abuela se dignara a decirme la fecha de la ceremonia. En una ocasión me sorprendí considerando que tipo de flores serian mejores. Casi lloro al darme cuenta.
Cuando el reloj marco las 3 de la tarde Niall me llevo a casa. Los chicos tenían un compromiso más tarde, y Chelsea iría por Antoine al aeropuerto después de su viaje rápido a Francia. El camino fue silencioso, y lo único que se oía de fondo era la música del iPod de Niall conectado al auto. Aparco frente a la puerta principal del palacio, y antes de dejarme bajar, tomo mi brazo para detenerme.
— Prométeme una cosa, ¿Si? —no dije nada, esperando a que el continuara— Promete que no te dejaras hundir. Por lo que más quieras, princesa. Tienes que ser fuerte.
Lo mire un minuto en silencio. Sus ojos fijos en los míos, sosteniéndome la mirada y diciéndome con esta que lo decía de verdad. Un estremecimiento me recorrió, y tuve tragarme el nudo en la garganta para responder.
— Lo intentare —soltó un pequeño suspiro, pero no dijo nada.
Se inclinó en el asiento y beso mi mejilla, lento, con cuidado. Como si temiera que fuera a quebrarme. El cálido roce de sus labios contra mi piel hizo que volviera a estremecerme, pero en esta ocasión fue agradable. Si no fuera por el portero que abrió la puerta del auto, jamás hubiera salido de ahí.
Al traspasar las puertas dobles de mi habitación, lo primero que hice fue ir directo al armario. Me saque los zapatos a pisotones en el camino a este, y una vez ahí, cambie mi desaliñado atuendo por un pijama. La temperatura seguía baja, así que coloque una bata tejida encima de las finas pendras de algodón. Un par de calcetines cubrieron mis pies, y ya cuando me encontraba acostada en la cama haciendo el zapping más aburrido de la historia, tome el intercomunicador de mi mesita de noche, marque el número 9 y ordene a la cocina que me preparan una taza de té y la subieran a mi habitación. Fluffy me hacía compañía en el solitario cuarto, mientras que yo trataba de hacer lo que Niall había dicho, no dejarme hundir. No era tan fácil considerando que sentía el frio contacto de la plata contra mi dedo en la mano izquierda, y de hecho el extremo del diamante rozaba mi dedo medio cuando lo movía de cierta manera.
Okey, esto no estaba funcionando.
Los toques a la puerta fueron los que me sacaron de mi ensoñación. Musite un “Adelante” lo suficientemente fuerte como para que se escuchara a través de la madera, y cuando me preparaba para ver entrar a Holly o a Marie con una taza vaporeante de te entre las manos, me lleve una sorpresa al encontrar a Harry, sosteniendo torpemente la taza, y tratando de no quemarse con el líquido de esta.
Reí al verlo.
— Ten cuidado.
Harry dejo la taza en mi mesita de noche, no sin antes dejar un buen rastro de te sobre el suelo y también en la mesa. Hizo a un lado mis piernas y se sentó en la cama.
— ¿Cómo estás?
— Un poco aburrida, y no precisamente en el mejor estado de ánimo, pero sobreviviré —estire la mano para tomar la pieza de porcelana y di un sorbo— ¿Por qué la trajiste tú?
— ¿Qué acaso no puedo traerle una taza de té a mi hermanita? —ironizo. Alcé una ceja, y espere a que respondiera— ok, me encontré con Marie en el pasillo y decidí traértela yo. Además, quiero que me acompañes a una parte.
— No pienso salir de fiesta hoy, Enrique. Así que deja tus intentos para otro día.
— ¡No te iba a invitar a una fiesta! —Exclamo, levantando los brazos para enfatizar el hecho de que esa no era su intención— vamos a ver a William. Venga, Kate está embarazada y quiero ver cómo crece mi sobrino dentro de ella —la carita de bebe que puso fue suficiente para destruirme. Saco el labio inferior exageradamente y entrecerró los ojos, marcando las líneas de sus ojos. Era una mezcla entre tierno y cómico.
— Ok, ok. Me acabare mi te, tomare una siesta, y después iremos.
— Pero, Cat…
— Nada. Quiero dormir.
Salió de mi habitación dando ligeras patadas al suelo. Cuando menos pensé, la taza ya estaba vacía y los parpados se me cerraban. No me resistí mucho. A la primera, apague la televisión, atraje a fluffy, y caí en un profundo sueño.
Harry fue el responsable de levantarme cerca de las 5 pm. Dijo que no iba a esperar más, así que prácticamente me arrastro al armario y aventó un conjunto de ropa a mi cama. Su gusto era horrible, así que termine escogiendo otro yo. Solamente jeans negros, botas cortas del mismo color, blusa blanca, cárdigan de lana gris, y una bufanda negra alrededor de mi cuello. No aplique casi nada de maquillaje, solo base y un poco de brillo para humectar. Un par de zarcillos eran la única pieza de joyería que cargaba, además del anillo.
— Mueve el trasero, Windsor. Se nos hace tarde —apresuro Harry, un segundo después una de mis ballerinas negras daba de lleno contra su pecho.
Como siempre, saque un bolso, negro en esta ocasión. Siempre cargaba un montón de estupideces, desde cartera, llaves, pasando por maquillaje básico, perfume de bolsillo, a cualquier otra idiotez. Las cosas se me complicarían si no existirá el tan útil accesorio.
En esta ocasión, nos llevamos mi auto. Le di las llaves a Harry para que condujera, ya que yo no tenía muchas ganas exactamente. El sol empezaba a caer en el horizonte cuando llegamos. El frio aire hacia que mi aliento saliera en forma de blanco vapor, y que mis manos se pusieran frígidas a través de la tela de mis guantes negros. Un mozo abrió mi puerta del auto, y me tendió una mano para ayudarme a bajar. Harry me alcanzo al pie de las escaleras para subirlas juntos, y una vez en el interior del palacio, Kate nos recibió desde la cima de las escaleras.
Bajo a paso veloz por los escalones, aunque siempre manteniendo cuidado de no caerse y sin perder la clase. Fue algo que nos sorprendió de ella desde que la familia la conoció, el que a pesar de no venir de la realiza, tenía el porte de una princesa.
Sus dos finos brazos rodeándome fueron su forma de recibirme. Me sacudió un poco de izquierda a derecha, aparentemente encantada de recibirme.
— ¿Y este milagro? —William bajaba las escaleras más tranquilo. Al llegar al nivel del suelo, saludo a Harry con el típico apretón de mano y golpe en la espalda, mientras que conmigo fue más cariñoso, abrazándome de lado y dando un par de palmadas sobre mi cabeza.
— Uno se aburre en Buckingham, hermano —justifico Harry— y la enana ocupaba un poco de distracción.
— Si, no han sido los mejores días de mi vida, precisamente.
— ¿Qué sucede, linda? —Inquirió Kate— ¿Hay algo mal?
— No es nada —trate de sonreír para tranquilizarla, aunque su expresión me dijo que no lo había conseguido.
— Cariño —se dirigió a mi hermano— ¿Por qué no van tú y Harry a dar una vuelta en lo que Caitlin y yo preparamos un poco de te?
William iba a protestar, hasta ver la mirada que Kate le lanzaba. En lugar de eso, se acercó a ella y beso su mejilla, para después retirarse con el pelirrojo de mi otro hermano. La castaña me sonrió tiernamente antes de ofrecerme un brazo para dirigirnos a la cocina. Si bien, yo no era precisamente la más encantada en tener servicio doméstico en el palacio, Kate lo era menos. Cuando se mudó a Kensington con mi hermano, decidió que no quería tener un enorme número de empleados, ya que le gustaba realizar las labores del hogar. Lo único que ella no hacía era mantener limpio la gran parte del palacio, por lo que solo se preocupaba por las áreas comunes que ella y William ocupaban mayormente, al igual que de cocinar.
Mientras el agua hervía sobre el fuego, volvió a preguntarme acerca de mis días. No quería preocuparla o afectarla en cualquier sentido, no solo por el hecho de que no me gustaba que las personas cargaran con mis problemas, sino también por el bienestar del bebe. Kate siempre ha sido de esas personas dulces y encantadores, que harán hasta lo imposible porque estés bien; y con el hecho de estar embarazada, la hormona se le ha disparado y suele hacer una tormenta en un vaso de agua. En lugar de contarle, le saque la vuelta al asunto y comencé a preguntarle sobre el futuro rey. Sus ojos chispearon en cuanto mencione al bebe, y no tardo ni un segundo en empezar a hablar sobre lo ilusionada que estaba y todo el montón de cosas que planeaba hacer.
Después de cuatro tazas de té y una rebanada de pastel por su parte, dejo los cubiertos sobre la pequeña mesa que se ubicaba en la cocina y se puso de pie.
— ¿Qué pasa?
— Me has tenido una hora aquí metida y sé que solo has prestado atención a la mitad de las cosas que he dicho —acuso.
— Lo siento.
— No lo sientas, Cat —me dijo. Se acercó a la mesada y tomo la cartera que descansaba sobre ella— vamos, hay que ir de compras.
— ¿De verdad? —Tome mi bolso del suelo y me levante de la silla— ¿No prefieres hacer otra cosa?
— Ya veremos, mientras tanto hay que ir al centro comercial. Llevo meses sin ir a uno a pasar una tarde de chicas.
Solté la risa junto con ella.
Al salir del palacio dos guardaespaldas nos siguieron, más por Kate que por mí. Yo nunca los llevaba conmigo a propósito, a menos de que saliera de la ciudad. Era un acuerdo al que había llegado con la abuela desde hace años, el que mientras yo estuviera en Londres los de seguridad me seguirán a distancia y sin ser notados, y estaba conforme con eso. En cambio con Kate, ella mantenía la regla de estar siempre acompañada, ahora más que nunca al estar embarazada.
No tomamos mi auto para ir, en lugar de eso uno de los autos disponibles para los miembros de la familia real fue puesto a nuestra disposición. Las dos nos ubicábamos en el asiento de atrás mientras en conductos salía del palacio, rumbo a West End. Entable una ligera conversación con mi cuñada sobre lo que podríamos hacer en la tarde. Al descartar el ir a comprar ropa para nosotras, decidimos empezar con las compras del bebe. Aún faltaban meses para que naciera, pero nunca era demasiado temprano como para preparase para la llegada.
Solo fueron compras superficiales, nada esencial que necesitara la aprobación del padre. Cuando menos pensamos, cargábamos con nosotras un sinfín de bolsas provenientes de tiendas de bebe, incluyendo una pequeña de joyería que portaba una gargantilla de oro como regalo de mi parte hacia el niño.
Nuestra última parada fue en un pequeño café del centro. El sol ya se había ocultado y la hora de la cena nos llamaba. Duramos horas dentro del acogedor local, bebiendo café a morir y una cantidad inigualable de panecillos; todo mientras entablábamos la charla. Kate no perdió el tiempo, en cuanto noto que estaba en estado de confort me lanzo la pregunta que tanto temía.
Fue difícil contarle lo sucedido, y trate de parecer menos vulnerable de lo que era para no afectarla. Sin embargo, no lo logre. Me vi en la necesidad de utilizar toda mi fuerza de voluntad para no largarme a chillar a mitad del café. La castaña fue razonable, y lucio más tranquila de lo que yo imaginaba. Me brindó su apoyo, siempre sosteniendo mi mano mientras yo relataba todo. Al final, cuando mi garganta estaba seca, mis ojos llorosos, y las emociones a mil por hora, decidimos pedir la cuenta. Ya no estábamos de humor para seguir ahí metidas, además de que Harry y William deberían estar esperándonos.
Luego de que 20 libras descansaban sobre la mesa, ambas salimos del café. Habíamos estado tan absortas en nuestro mundo que no notamos el montón de fotógrafos que se asomaban por la ventana y atestaban la entrada. Reaccionamos tarde, al abrir la puerta los flashes nos cegaron y termine paralizada en mi lugar. El montón de preguntas que ladraban hacia mi eran como dardos. El rumor se había corrido demasiado deprisa, apenas había recibido el anillo cuando todo el mundo ya me acosaba tratando de averiguar la verdad. Sentía el nudo en la garganta y el vacío en el pecho, y el lugar en el que me encontraba no ayudaba. Apenas y podía moverme, entre la ciegues provocada por la luz de las cámaras y el estruendo de los paparazis acosándome con preguntas referentes a mi relación con Eduardo, mis nervios explotaron. Temblaba, sentía las lágrimas a nada de escapar. En un instante, los dos guardaespaldas que nos acompañaban hicieron aparición, junto con otros cuatro –los que siempre me seguían a escondidas, y por fin entraban en acción-. La formación diamante nos rodeó a Kate y a mí, y en la operación más rápida que he presenciado en mis 19 años, nos escoltaron a la camioneta y nos sacaron de ahí.
Ya en el interior del auto, me derrumbe.
Apenas y era consciente de lo que Kate me decía. Mis propios sollozos me ensordecían, y las lágrimas bloqueaban mi visión. Temblaba por completo, y sentía una impotencia al no poder hacer nada. No poder acabar con la farsa, no poder controlar mis propias emociones, no poder dejar de llorar como una nena. Era patética, y cobarde, porque no tenía el valor suficiente de enfrentarme a las personas, de dejar atrás el recuerdo de mi madre.
Una energía me recorría las puntas de los dedos, lo que hacía que no los dejara de mover. Frotaba mis brazos, mis piernas, me abrazaba a mí misma, jalaba mis cabellos buscando alguna forma de tranquilizarme. Era frustrante. Quería gritar, desahogarme, pero lo único que lograba hacer era llorar, llorar, y seguir llorando. Era un fracaso.
Ataque.
Ni Chelsea ni Louis volvieron a tocar el tema a lo largo del día, ya que al parecer las palabras de Harry habían surgido efecto. En lugar de seguir insistiendo, se concentraron en otras cosas. Chelsea ordeno que preparan algo de comer para los cinco, aunque cuando estuvo listo nadie quiso pararse para ir al comedor. Terminamos desayunando en la sala, despatarrados sobre los sofás, con la televisión encendida y la chimenea ardiendo.
Trataban de mantenerme entretenida para que no me concentrara en todo el asunto de la boda. Lo lograban la mayor parte del tiempo, pero había momentos en los que mi cerebro me traicionaba y comenzaba a razonar sobre lo que pasaría una vez que la abuela se dignara a decirme la fecha de la ceremonia. En una ocasión me sorprendí considerando que tipo de flores serian mejores. Casi lloro al darme cuenta.
Cuando el reloj marco las 3 de la tarde Niall me llevo a casa. Los chicos tenían un compromiso más tarde, y Chelsea iría por Antoine al aeropuerto después de su viaje rápido a Francia. El camino fue silencioso, y lo único que se oía de fondo era la música del iPod de Niall conectado al auto. Aparco frente a la puerta principal del palacio, y antes de dejarme bajar, tomo mi brazo para detenerme.
— Prométeme una cosa, ¿Si? —no dije nada, esperando a que el continuara— Promete que no te dejaras hundir. Por lo que más quieras, princesa. Tienes que ser fuerte.
Lo mire un minuto en silencio. Sus ojos fijos en los míos, sosteniéndome la mirada y diciéndome con esta que lo decía de verdad. Un estremecimiento me recorrió, y tuve tragarme el nudo en la garganta para responder.
— Lo intentare —soltó un pequeño suspiro, pero no dijo nada.
Se inclinó en el asiento y beso mi mejilla, lento, con cuidado. Como si temiera que fuera a quebrarme. El cálido roce de sus labios contra mi piel hizo que volviera a estremecerme, pero en esta ocasión fue agradable. Si no fuera por el portero que abrió la puerta del auto, jamás hubiera salido de ahí.
Al traspasar las puertas dobles de mi habitación, lo primero que hice fue ir directo al armario. Me saque los zapatos a pisotones en el camino a este, y una vez ahí, cambie mi desaliñado atuendo por un pijama. La temperatura seguía baja, así que coloque una bata tejida encima de las finas pendras de algodón. Un par de calcetines cubrieron mis pies, y ya cuando me encontraba acostada en la cama haciendo el zapping más aburrido de la historia, tome el intercomunicador de mi mesita de noche, marque el número 9 y ordene a la cocina que me preparan una taza de té y la subieran a mi habitación. Fluffy me hacía compañía en el solitario cuarto, mientras que yo trataba de hacer lo que Niall había dicho, no dejarme hundir. No era tan fácil considerando que sentía el frio contacto de la plata contra mi dedo en la mano izquierda, y de hecho el extremo del diamante rozaba mi dedo medio cuando lo movía de cierta manera.
Okey, esto no estaba funcionando.
Los toques a la puerta fueron los que me sacaron de mi ensoñación. Musite un “Adelante” lo suficientemente fuerte como para que se escuchara a través de la madera, y cuando me preparaba para ver entrar a Holly o a Marie con una taza vaporeante de te entre las manos, me lleve una sorpresa al encontrar a Harry, sosteniendo torpemente la taza, y tratando de no quemarse con el líquido de esta.
Reí al verlo.
— Ten cuidado.
Harry dejo la taza en mi mesita de noche, no sin antes dejar un buen rastro de te sobre el suelo y también en la mesa. Hizo a un lado mis piernas y se sentó en la cama.
— ¿Cómo estás?
— Un poco aburrida, y no precisamente en el mejor estado de ánimo, pero sobreviviré —estire la mano para tomar la pieza de porcelana y di un sorbo— ¿Por qué la trajiste tú?
— ¿Qué acaso no puedo traerle una taza de té a mi hermanita? —ironizo. Alcé una ceja, y espere a que respondiera— ok, me encontré con Marie en el pasillo y decidí traértela yo. Además, quiero que me acompañes a una parte.
— No pienso salir de fiesta hoy, Enrique. Así que deja tus intentos para otro día.
— ¡No te iba a invitar a una fiesta! —Exclamo, levantando los brazos para enfatizar el hecho de que esa no era su intención— vamos a ver a William. Venga, Kate está embarazada y quiero ver cómo crece mi sobrino dentro de ella —la carita de bebe que puso fue suficiente para destruirme. Saco el labio inferior exageradamente y entrecerró los ojos, marcando las líneas de sus ojos. Era una mezcla entre tierno y cómico.
— Ok, ok. Me acabare mi te, tomare una siesta, y después iremos.
— Pero, Cat…
— Nada. Quiero dormir.
Salió de mi habitación dando ligeras patadas al suelo. Cuando menos pensé, la taza ya estaba vacía y los parpados se me cerraban. No me resistí mucho. A la primera, apague la televisión, atraje a fluffy, y caí en un profundo sueño.
Harry fue el responsable de levantarme cerca de las 5 pm. Dijo que no iba a esperar más, así que prácticamente me arrastro al armario y aventó un conjunto de ropa a mi cama. Su gusto era horrible, así que termine escogiendo otro yo. Solamente jeans negros, botas cortas del mismo color, blusa blanca, cárdigan de lana gris, y una bufanda negra alrededor de mi cuello. No aplique casi nada de maquillaje, solo base y un poco de brillo para humectar. Un par de zarcillos eran la única pieza de joyería que cargaba, además del anillo.
— Mueve el trasero, Windsor. Se nos hace tarde —apresuro Harry, un segundo después una de mis ballerinas negras daba de lleno contra su pecho.
Como siempre, saque un bolso, negro en esta ocasión. Siempre cargaba un montón de estupideces, desde cartera, llaves, pasando por maquillaje básico, perfume de bolsillo, a cualquier otra idiotez. Las cosas se me complicarían si no existirá el tan útil accesorio.
En esta ocasión, nos llevamos mi auto. Le di las llaves a Harry para que condujera, ya que yo no tenía muchas ganas exactamente. El sol empezaba a caer en el horizonte cuando llegamos. El frio aire hacia que mi aliento saliera en forma de blanco vapor, y que mis manos se pusieran frígidas a través de la tela de mis guantes negros. Un mozo abrió mi puerta del auto, y me tendió una mano para ayudarme a bajar. Harry me alcanzo al pie de las escaleras para subirlas juntos, y una vez en el interior del palacio, Kate nos recibió desde la cima de las escaleras.
Bajo a paso veloz por los escalones, aunque siempre manteniendo cuidado de no caerse y sin perder la clase. Fue algo que nos sorprendió de ella desde que la familia la conoció, el que a pesar de no venir de la realiza, tenía el porte de una princesa.
Sus dos finos brazos rodeándome fueron su forma de recibirme. Me sacudió un poco de izquierda a derecha, aparentemente encantada de recibirme.
— ¿Y este milagro? —William bajaba las escaleras más tranquilo. Al llegar al nivel del suelo, saludo a Harry con el típico apretón de mano y golpe en la espalda, mientras que conmigo fue más cariñoso, abrazándome de lado y dando un par de palmadas sobre mi cabeza.
— Uno se aburre en Buckingham, hermano —justifico Harry— y la enana ocupaba un poco de distracción.
— Si, no han sido los mejores días de mi vida, precisamente.
— ¿Qué sucede, linda? —Inquirió Kate— ¿Hay algo mal?
— No es nada —trate de sonreír para tranquilizarla, aunque su expresión me dijo que no lo había conseguido.
— Cariño —se dirigió a mi hermano— ¿Por qué no van tú y Harry a dar una vuelta en lo que Caitlin y yo preparamos un poco de te?
William iba a protestar, hasta ver la mirada que Kate le lanzaba. En lugar de eso, se acercó a ella y beso su mejilla, para después retirarse con el pelirrojo de mi otro hermano. La castaña me sonrió tiernamente antes de ofrecerme un brazo para dirigirnos a la cocina. Si bien, yo no era precisamente la más encantada en tener servicio doméstico en el palacio, Kate lo era menos. Cuando se mudó a Kensington con mi hermano, decidió que no quería tener un enorme número de empleados, ya que le gustaba realizar las labores del hogar. Lo único que ella no hacía era mantener limpio la gran parte del palacio, por lo que solo se preocupaba por las áreas comunes que ella y William ocupaban mayormente, al igual que de cocinar.
Mientras el agua hervía sobre el fuego, volvió a preguntarme acerca de mis días. No quería preocuparla o afectarla en cualquier sentido, no solo por el hecho de que no me gustaba que las personas cargaran con mis problemas, sino también por el bienestar del bebe. Kate siempre ha sido de esas personas dulces y encantadores, que harán hasta lo imposible porque estés bien; y con el hecho de estar embarazada, la hormona se le ha disparado y suele hacer una tormenta en un vaso de agua. En lugar de contarle, le saque la vuelta al asunto y comencé a preguntarle sobre el futuro rey. Sus ojos chispearon en cuanto mencione al bebe, y no tardo ni un segundo en empezar a hablar sobre lo ilusionada que estaba y todo el montón de cosas que planeaba hacer.
Después de cuatro tazas de té y una rebanada de pastel por su parte, dejo los cubiertos sobre la pequeña mesa que se ubicaba en la cocina y se puso de pie.
— ¿Qué pasa?
— Me has tenido una hora aquí metida y sé que solo has prestado atención a la mitad de las cosas que he dicho —acuso.
— Lo siento.
— No lo sientas, Cat —me dijo. Se acercó a la mesada y tomo la cartera que descansaba sobre ella— vamos, hay que ir de compras.
— ¿De verdad? —Tome mi bolso del suelo y me levante de la silla— ¿No prefieres hacer otra cosa?
— Ya veremos, mientras tanto hay que ir al centro comercial. Llevo meses sin ir a uno a pasar una tarde de chicas.
Solté la risa junto con ella.
Al salir del palacio dos guardaespaldas nos siguieron, más por Kate que por mí. Yo nunca los llevaba conmigo a propósito, a menos de que saliera de la ciudad. Era un acuerdo al que había llegado con la abuela desde hace años, el que mientras yo estuviera en Londres los de seguridad me seguirán a distancia y sin ser notados, y estaba conforme con eso. En cambio con Kate, ella mantenía la regla de estar siempre acompañada, ahora más que nunca al estar embarazada.
No tomamos mi auto para ir, en lugar de eso uno de los autos disponibles para los miembros de la familia real fue puesto a nuestra disposición. Las dos nos ubicábamos en el asiento de atrás mientras en conductos salía del palacio, rumbo a West End. Entable una ligera conversación con mi cuñada sobre lo que podríamos hacer en la tarde. Al descartar el ir a comprar ropa para nosotras, decidimos empezar con las compras del bebe. Aún faltaban meses para que naciera, pero nunca era demasiado temprano como para preparase para la llegada.
Solo fueron compras superficiales, nada esencial que necesitara la aprobación del padre. Cuando menos pensamos, cargábamos con nosotras un sinfín de bolsas provenientes de tiendas de bebe, incluyendo una pequeña de joyería que portaba una gargantilla de oro como regalo de mi parte hacia el niño.
Nuestra última parada fue en un pequeño café del centro. El sol ya se había ocultado y la hora de la cena nos llamaba. Duramos horas dentro del acogedor local, bebiendo café a morir y una cantidad inigualable de panecillos; todo mientras entablábamos la charla. Kate no perdió el tiempo, en cuanto noto que estaba en estado de confort me lanzo la pregunta que tanto temía.
Fue difícil contarle lo sucedido, y trate de parecer menos vulnerable de lo que era para no afectarla. Sin embargo, no lo logre. Me vi en la necesidad de utilizar toda mi fuerza de voluntad para no largarme a chillar a mitad del café. La castaña fue razonable, y lucio más tranquila de lo que yo imaginaba. Me brindó su apoyo, siempre sosteniendo mi mano mientras yo relataba todo. Al final, cuando mi garganta estaba seca, mis ojos llorosos, y las emociones a mil por hora, decidimos pedir la cuenta. Ya no estábamos de humor para seguir ahí metidas, además de que Harry y William deberían estar esperándonos.
Luego de que 20 libras descansaban sobre la mesa, ambas salimos del café. Habíamos estado tan absortas en nuestro mundo que no notamos el montón de fotógrafos que se asomaban por la ventana y atestaban la entrada. Reaccionamos tarde, al abrir la puerta los flashes nos cegaron y termine paralizada en mi lugar. El montón de preguntas que ladraban hacia mi eran como dardos. El rumor se había corrido demasiado deprisa, apenas había recibido el anillo cuando todo el mundo ya me acosaba tratando de averiguar la verdad. Sentía el nudo en la garganta y el vacío en el pecho, y el lugar en el que me encontraba no ayudaba. Apenas y podía moverme, entre la ciegues provocada por la luz de las cámaras y el estruendo de los paparazis acosándome con preguntas referentes a mi relación con Eduardo, mis nervios explotaron. Temblaba, sentía las lágrimas a nada de escapar. En un instante, los dos guardaespaldas que nos acompañaban hicieron aparición, junto con otros cuatro –los que siempre me seguían a escondidas, y por fin entraban en acción-. La formación diamante nos rodeó a Kate y a mí, y en la operación más rápida que he presenciado en mis 19 años, nos escoltaron a la camioneta y nos sacaron de ahí.
Ya en el interior del auto, me derrumbe.
Apenas y era consciente de lo que Kate me decía. Mis propios sollozos me ensordecían, y las lágrimas bloqueaban mi visión. Temblaba por completo, y sentía una impotencia al no poder hacer nada. No poder acabar con la farsa, no poder controlar mis propias emociones, no poder dejar de llorar como una nena. Era patética, y cobarde, porque no tenía el valor suficiente de enfrentarme a las personas, de dejar atrás el recuerdo de mi madre.
Una energía me recorría las puntas de los dedos, lo que hacía que no los dejara de mover. Frotaba mis brazos, mis piernas, me abrazaba a mí misma, jalaba mis cabellos buscando alguna forma de tranquilizarme. Era frustrante. Quería gritar, desahogarme, pero lo único que lograba hacer era llorar, llorar, y seguir llorando. Era un fracaso.
Hale
Re: Amor Real (Niall Horan y Tu)
SIGO VIVA! YA SE LOS HE DICHO, NO PIENSO CANCELAR LA NOVELA!
Lo que pasa es que la escuela es un asco, y sobreexplota a sus estudiantes :c (en serio, jamas entren a una prepa con el sistema del tecnologico de monterrey, no sabran lo que es volver a tener una tarde sin tarea).
¿Recuerdan al tipo que les comente? ¿Que me gustaba? Bueno... Es mi novio :3 Fue como que muy rapido, pero sabe, estamos muy felices juntos c:
volviendo a la novela, estoy avanzando de poco a poco, ya que no me puedo tomar una tarde para escribir por las tareas. Estare tardando en subir, pero siempre lo hare, en cuanto termine un capitulo se los subire :)
en fin, creo que es todo por ahora. Las quiero :3
Lo que pasa es que la escuela es un asco, y sobreexplota a sus estudiantes :c (en serio, jamas entren a una prepa con el sistema del tecnologico de monterrey, no sabran lo que es volver a tener una tarde sin tarea).
¿Recuerdan al tipo que les comente? ¿Que me gustaba? Bueno... Es mi novio :3 Fue como que muy rapido, pero sabe, estamos muy felices juntos c:
volviendo a la novela, estoy avanzando de poco a poco, ya que no me puedo tomar una tarde para escribir por las tareas. Estare tardando en subir, pero siempre lo hare, en cuanto termine un capitulo se los subire :)
en fin, creo que es todo por ahora. Las quiero :3
Hale
Re: Amor Real (Niall Horan y Tu)
Extrañaba tanto tu novela!
Wow pasaron muchas cosas en este capítulo y ahora todo fue narrado por cat ajshsja pobre, se siente tan mal con esto del casamiento
YO QUIERO QUE NIALL Y CAT TENGAN 'ALGO'
Ah jaja
Que bueno que el chico sea tu novio! Espero que en verdad duren :)
Ugh odio tu escuela porque hace que ya no subas seguido en la novela :(
Por favor síguela muuuuuuy pronto :)
Wow pasaron muchas cosas en este capítulo y ahora todo fue narrado por cat ajshsja pobre, se siente tan mal con esto del casamiento
YO QUIERO QUE NIALL Y CAT TENGAN 'ALGO'
Ah jaja
Que bueno que el chico sea tu novio! Espero que en verdad duren :)
Ugh odio tu escuela porque hace que ya no subas seguido en la novela :(
Por favor síguela muuuuuuy pronto :)
Daniela_nialler
Re: Amor Real (Niall Horan y Tu)
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa pobre cat me parte el corazón en fin que bueno que la allas seguido. Y que tengas novio. siguela y besos
kerlisdehoran
Página 24 de 28. • 1 ... 13 ... 23, 24, 25, 26, 27, 28
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Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.