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50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA

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50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA - Página 7 Empty Re: 50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA

Mensaje por paty22 Sáb 22 Dic 2012, 12:58 pm

Si por favor haz un maraton estoy muriendo lentamente esta muy buena!!
paty22
paty22


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50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA - Página 7 Empty Re: 50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA

Mensaje por Anne Hale Sáb 22 Dic 2012, 1:53 pm

Oh No me mataron las Mayas me mataste tu!!! Hahahaha
SÍGUELA cuando puedas
Besos :)
Anne Hale
Anne Hale


http://ready-tokill-myself.tumblr.com/

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50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA - Página 7 Empty Re: 50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA

Mensaje por Blanca.Srta.Horan Dom 23 Dic 2012, 11:24 am

Dios me estas matando por favor az un maratón pronto.
Blanca.Srta.Horan
Blanca.Srta.Horan


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50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA - Página 7 Empty Re: 50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA

Mensaje por CarolineR2 Dom 23 Dic 2012, 2:28 pm

CAPITULO 14

Harry postrado de rodillas a mis pies, reteniéndome con la firmeza de su
mirada Verde, es la visión más solemne y escalofriante que he contemplado jamás… más
que Leila con su pistola. El leve aturdimiento producido por el alcohol se esfuma al
instante, sustituido por una creciente sensación de fatalidad. Palidezco y se me eriza
todo el vello.
Inspiro profundamente, conmocionada. No. No, esto es un error, un error
muy grave y perturbador.
—Harry, por favor, no hagas esto. Esto no es lo que quiero.
Él sigue mirándome con total pasividad, sin moverse, sin decir nada.
Oh, Dios. Mi pobre Cincuenta. Se me encoge el corazón. ¿Qué demonios le
he hecho? Las lágrimas que pugnan por brotar me escuecen en los ojos.
—¿Por qué haces esto? Háblame —musito.
Él parpadea una vez.
—¿Qué te gustaría que dijera? —dice en voz baja, inexpresiva, y el hecho
de que hable me alivia momentáneamente, pero así no…
No. ¡No!
Las lágrimas empiezan a correr por mis mejillas, y de repente me resulta
insoportable verle en la misma posición postrada que la de esa criatura patética que
era Leila. La imagen de un hombre poderoso, que en realidad sigue siendo un
muchacho, que sufrió terribles abusos y malos tratos, que se considera indigno del
amor de su familia perfecta y de su mucho menos perfecta novia… mi chico perdido…
La imagen es desgarradora.
Compasión, vacío, desesperación, todo eso inunda mi corazón, y siento una
angustia asfixiante. Voy a tener que luchar para recuperarle, para recuperar a mi
Cincuenta.
Pensar en que yo pueda ejercer la dominación sobre alguien me resulta
atroz. Pensar en que yo ejerza la dominación sobre Harry es sencillamente
repugnante. Eso me convertiría en alguien como ella: la mujer que le hizo esto a él.
Al pensar en eso, me estremezco y contengo la bilis que siento subir por mi
garganta. Es inconcebible que yo haga eso. Es inconcebible que desee eso.
A medida que se me aclaran las ideas, veo cuál es el único camino: sin
dejar de mirarle a los ojos, caigo de rodillas frente a él.
Siento la madera dura contra mis espinillas, y me seco las lágrimas con el
dorso de la mano.
Así, ambos somos iguales. Estamos al mismo nivel. Este es el único modo
de recuperarle.
Él abre los ojos imperceptiblemente cuando alzo la vista y le miro, pero,
aparte de eso, ni su expresión ni su postura cambian.
—Harry, no tienes por qué hacer esto —suplico—. Yo no voy a dejarte.
Te lo he dicho y te lo he repetido cientos de veces. No te dejaré. Todo esto que ha
pasado… es abrumador. Lo único que necesito es tiempo para pensar… tiempo para
mí. ¿Por qué siempre te pones en lo peor?
Se me encoge nuevamente el corazón, porque sé la razón: porque es
inseguro, y está lleno de odio hacia sí mismo.
Las palabras de Elena vuelven a resonar en mi mente: «¿Sabe ella lo
negativo que eres contigo mismo? ¿En todos los aspectos?».
Oh,Harry. El miedo atenaza de nuevo mi corazón y empiezo a
balbucear:
—Iba a sugerir que esta noche volvería a mi apartamento. Nunca me dejas
tiempo… tiempo para pensar las cosas. —Rompo a sollozar, y en su cara aparece la
levísima sombra de un gesto de disgusto—. Simplemente tiempo para pensar. Nosotros
apenas nos conocemos, y toda esa carga que tú llevas encima… yo necesito… necesito
tiempo para analizarla. Y ahora que Leila está… bueno, lo que sea que esté… que ya
no anda por ahí y ya no es un peligro… pensé… pensé…
Se me quiebra la voz y le miro fijamente. Él me observa intensamente y
creo que me está escuchando.
—Verte con Leila… —cierro los ojos ante el doloroso recuerdo de verle
interactuando con su antigua sumisa—… me ha impactado terriblemente. Por un
momento he atisbado cómo había sido tu vida… y… —Bajo la vista hacia mis dedos
entrelazados. Mis mejillas siguen inundadas de lágrimas—. Todo esto es porque siento
que yo no soy suficiente para ti. He comprendido cómo era tu vida, y tengo mucho
miedo de que termines aburriéndote de mí y entonces me dejes… y yo acabe siendo
como Leila… una sombra. Porque yo te Amo, Harry, y si me dejas, será como si
el mundo perdiera la luz. Y me quedaré a oscuras. Yo no quiero dejarte. Pero tengo
tanto miedo de que tú me dejes…
Mientras le digo todo eso, con la esperanza de que me escuche, me doy
cuenta de cuál es mi verdadero problema. Simplemente no entiendo por qué le gusto.
Nunca he entendido por qué le gusto.
—No entiendo por qué te parezco atractiva —murmuro—. Tú eres…
bueno, tú eres tú… y yo soy… —Me encojo de hombros y le miro—. Simplemente no
lo entiendo. Tú eres hermoso y sexy y triunfador y bueno y amable y cariñoso… todas
esas cosas… y yo no. Y yo no puedo hacer las cosas que a ti te gusta hacer. Yo no
puedo darte lo que necesitas. ¿Cómo puedes ser feliz conmigo? —Mi voz se convierte
en un susurro que expresa mis más oscuros miedos—. Nunca he entendido qué ves en
mí. Y verte con ella no ha hecho más que confirmarlo.
Sollozo y me seco la nariz con el dorso de la mano, contemplando su
expresión impasible.
Oh, es tan exasperante. ¡Habla conmigo, maldita sea!
—¿Vas a quedarte aquí arrodillado toda la noche? Porque yo haré lo mismo
—le espeto con cierta dureza.
Creo que suaviza el gesto… incluso parece vagamente divertido. Pero es
muy difícil saberlo.
Podría acercarme y tocarle, pero eso sería abusar de forma flagrante de la
posición en la que él me ha colocado. Yo no quiero eso, pero no sé qué quiere él, o
qué intenta decirme. Simplemente no lo entiendo.
—Harry, por favor, por favor… háblame —le ruego, mientras retuerzo
las manos sobre el regazo.
Aunque estoy incómoda sobre mis rodillas, sigo postrada, mirando esos
ojos Verdes , serios, preciosos, y espero.
Y espero.
Y espero.
—Por favor —suplico una vez más.
De pronto, su intensa mirada se oscurece y parpadea.
—Estaba tan asustado —murmura.
¡Oh, gracias a Dios! Mi subconsciente vuelve a recostarse en su butaca,
suspirando de alivio, y se bebe un buen trago de ginebra.
¡Está hablando! La gratitud me invade y trago saliva intentando contener la
emoción y las lágrimas que amenazan con volver a brotar.
Su voz es tenue y suave.
—Cuando vi llegar a Ethan, supe que otra persona te había dejado entrar en
tu apartamento. Taylor y yo bajamos del coche de un salto. Sabíamos que se trataba de
ella, y verla allí de ese modo, contigo… y armada. Creo que me sentí morir. ___________ ,
alguien te estaba amenazando… era la confirmación de mis peores miedos. Estaba tan
enfurecido con ella, contigo, con Taylor, conmigo mismo…
Menea la cabeza, expresando su angustia.
—No podía saber lo desequilibrada que estaba. No sabía qué hacer. No
sabía cómo reaccionaría. —Se calla y frunce el ceño—. Y entonces me dio una pista:
parecía muy arrepentida. Y así supe qué tenía que hacer.
Se detiene y me mira, intentando sopesar mi reacción.
—Sigue —susurro.
Él traga saliva.
—Verla en ese estado, saber que yo podía tener algo que ver con su crisis
nerviosa… —Cierra los ojos otra vez—. Leila fue siempre tan traviesa y vivaz…
Tiembla e inspira con dificultad, como si sollozara. Es una tortura escuchar
todo esto, pero permanezco de rodillas, atenta, embebida en su relato.
—Podría haberte hecho daño. Y habría sido culpa mía.
Sus ojos se apagan, paralizados por el horror, y se queda de nuevo en
silencio.
—Pero no fue así —susurro—, y tú no eras responsable de que estuviera en
ese estado, Harry.
Le miro fijamente, animándole a continuar.
Entonces caigo en la cuenta de que todo lo que hizo fue para protegerme, y
quizá también a Leila, porque también se preocupa por ella. Pero ¿hasta qué punto se
preocupa por ella? No dejo de plantearme esa incómoda pregunta. Él dice que me
Ama, pero me echó de mi propio apartamento con mucha brusquedad.
—Yo solo quería que te fueras —murmura, con su extraordinaria capacidad
para leer mis pensamientos—. Quería alejarte del peligro y… Tú… no… te ibas —
sisea entre dientes, y su exasperación es palpable.
Me mira intensamente.
—________ Steele, eres la mujer más tozuda que conozco.
Cierra los ojos mientras niega con la cabeza, como si no diera crédito.
Oh, ha vuelto. Aliviada, lanzo un largo y profundo suspiro.
Él abre los ojos de nuevo, y su expresión es triste y desamparada…
sincera.
—¿No pensabas dejarme? —pregunta.
—¡No!
Vuelve a cerrar los ojos y todo su cuerpo se relaja. Cuando los abre, veo su
dolor y su angustia.
—Pensé… —Se calla—. Este soy yo, _________ Todo lo que soy… y soy todo
tuyo. ¿Qué tengo que hacer para que te des cuenta de eso? Para hacerte ver que quiero
que seas mía de la forma que tenga que ser. Que te Amo.
—Yo también te Amo, Harry, y verte así es… —Me falta el aire y
vuelven a brotar las lágrimas—. Pensé que te había destrozado.
—¿Destrozado? ¿A mí? Oh, no,_________. Todo lo contrario. —Se acerca y me
coge la mano—. Tú eres mi tabla de salvación —susurra, y me besa los nudillos antes
de apoyar su palma contra la mía.
Con los ojos muy abiertos y llenos de miedo, tira suavemente de mi mano y
la coloca sobre su pecho, cerca del corazón… en la zona prohibida. Se le acelera la
respiración. Su corazón late desbocado, retumbando bajo mis dedos. No aparta los
ojos de mí; su mandíbula está tensa, los dientes apretados.
Yo jadeo. ¡Oh, mi Cincuenta! Está permitiendo que le toque. Y es como si
todo el aire de mis pulmones se hubiera volatilizado… desaparecido. Noto el zumbido
de la sangre en mis oídos, y el ritmo de mis latidos aumenta para acompasarse al suyo.
Me suelta la mano, dejándola posada sobre su corazón. Flexiono
ligeramente los dedos y siento la calidez de su piel bajo la liviana tela de la camisa.
Está conteniendo la respiración. No puedo soportarlo. Y retiro la mano.
—No —dice inmediatamente, y vuelve a poner su mano sobre la mía,
presionando con sus dedos los míos—. No.
Incitada por esas dos palabras, me deslizo por el suelo hasta que nuestras
rodillas se tocan, y levanto la otra mano con cautela para que sepa exactamente qué me
dispongo a hacer. Él abre más los ojos, pero no me detiene.
Empiezo a desabrocharle con delicadeza los botones de la camisa. Con una
mano es difícil. Flexiono los dedos que están bajo los suyos y él me suelta, y me
permite usar ambas manos para desabotonarle la prenda. No dejo de mirarle a los ojos
mientras le abro la camisa, y su torso queda a la vista.
Él traga saliva, separa los labios y se le acelera la respiración, y noto que
su pánico aumenta, pero no se aparta. ¿Sigue actuando como un sumiso? No tengo ni
idea.
¿Debo hacer esto? No quiero hacerle daño, ni física ni mentalmente. Verle
así, ofreciéndose por completo a mí, ha sido un toque de atención.
Alargo la mano y la dejo suspendida sobre su pecho, y le miro…
pidiéndole permiso. Él inclina la cabeza a un lado muy sutilmente, armándose de valor
ante mi inminente caricia. Emana tensión, pero esta vez no es ira… es miedo.
Vacilo. ¿De verdad puedo hacerle esto?
—Sí —musita… otra vez con esa singular capacidad de responder a mis
preguntas no formuladas.
Extiendo los dedos sobre el vello de su torso y los hago descender con
ternura sobre el esternón. Él cierra los ojos, y contrae el rostro como si sintiera un
dolor insufrible. No puedo soportar verlo, de manera que aparto los dedos
inmediatamente, pero él me sujeta la mano al instante y la vuelve a posar con firmeza
sobre su torso desnudo. Cuando le toco con la palma de la mano, se le eriza el vello.
—No —dice, con la voz quebrada—. Lo necesito.
Aprieta los ojos con más fuerza. Esto debe de ser una tortura para él. Es un
auténtico suplicio verle. Le acaricio con los dedos el pecho y el corazón, con mucho
cuidado, maravillada con su tacto, aterrorizada de que esto sea ir demasiado lejos.
Abre sus ojos Verdes, que me fulminan, ardientes.
Dios santo. Es una mirada salvaje, abrasadora, intensísima, y respira
entrecortadamente. Hace que me hierva la sangre y me estremezca.
No me ha detenido, de manera que vuelvo a pasarle los dedos sobre el
pecho y sus labios se entreabren. Jadea, y no sé si es por miedo o por algo más.
Hace tanto tiempo que ansío besarle ahí, que me inclino sobre las rodillas y
le sostengo la mirada durante un momento, dejando perfectamente claras mis
intenciones. Luego me acerco y poso un tierno beso sobre su corazón, y siento la
calidez y el dulce aroma de su piel en mis labios.
Su ahogado gemido me conmueve tanto que vuelvo a sentarme sobre los
talones, temiendo lo que veré en su rostro. Él ha cerrado los ojos con firmeza, pero no
se ha movido.
—Otra vez —susurra, y me inclino nuevamente sobre su torso, esta vez
para besarle una de las cicatrices.
Jadea, y le beso otra, y otra. Gruñe con fuerza, y de pronto sus brazos me
rodean y me agarra el pelo, y me levanta la cabeza con mucha brusquedad hasta que
mis labios se unen a su boca insistente. Y nos besamos, y yo enredo los dedos en su
cabello.
—Oh, _________—suspira, y se inclina y me tumba en el suelo, y ahora estoy
debajo de él.
Deslizo mis manos en torno a su hermoso rostro y, en ese momento, noto sus
lágrimas.
Está llorando… no. ¡No!
—Harry, por favor, no llores. He sido sincera cuando te he dicho que
nunca te dejaré. De verdad. Si te he dado una impresión equivocada, lo siento… por
favor, por favor, perdóname. Te Amo. Siempre te Amare.
Se cierne sobre mí y me mira con una expresión llena de dolor.
—¿De qué se trata?
Abre todavía más los ojos.
—¿Cuál es este secreto que te hace pensar que saldré corriendo para no
volver? ¿Qué hace que estés tan convencido de que te dejaré? —suplico con voz
trémula—. Dímelo, Harry, por favor…
Él se incorpora y se sienta, esta vez con las piernas cruzadas, y yo hago lo
mismo con las mías extendidas. Me pregunto vagamente si no podríamos levantarnos
del suelo, pero no quiero interrumpir el curso de sus pensamientos. Por fin va a confiar
en mí.
Baja los ojos hacia mí y parece absolutamente desolado. Oh, Dios… esto
es grave.
—_________…
Hace una pausa, buscando las palabras con gesto de dolor… ¿Qué
demonios pasa?
Inspira profundamente y traga saliva.
—Soy un sádico,________. Me gusta azotar a jovencitas menudas como tú,
porque todas os parecéis a la puta adicta al crack… mi madre biológica. Estoy seguro
de que puedes imaginar por qué.
Lo suelta de golpe, como si llevara días y días madurando esa declaración
en la cabeza y estuviera desesperado por librarse de ella.
Mi mundo se detiene. Oh, no.
Esto no es lo que esperaba. Esto es malo. Realmente malo. Le miro,
intentando entender las implicaciones de lo que acaba de decir. Esto explica por qué
todas nos parecemos.
Lo primero que pienso es que Leila tenía razón: «El Amo es oscuro».
Recuerdo la primera conversación que tuve con él sobre sus tendencias,
cuando estábamos en el cuarto rojo del dolor.
—Tú dijiste que no eras un sádico —musito, en un desesperado intento por
comprenderle… por encontrar alguna excusa que le justifique.
—No, yo dije que era un Amo. Si te mentí fue por omisión. Lo siento.
Baja la vista por un instante a sus uñas perfectamente cuidadas.
Creo que está avergonzado. ¿Avergonzado por haberme mentido? ¿O por lo
que es?
—Cuando me hiciste esa pregunta, yo tenía en mente que la relación entre
ambos sería muy distinta —murmura.
Y su mirada deja claro que está aterrado.
Entonces caigo de golpe en la cuenta. Si es un sádico, necesita realmente
todo eso de los azotes y los castigos. Por Dios, no. Me cojo la cabeza entre las manos.
—Así que es verdad —susurro, alzando la vista hacia él—. Yo no puedo
darte lo que necesitas.
Eso es… eso significa que realmente somos incompatibles.
El mundo se abre bajo mis pies, todo se desmorona a mi alrededor mientras
el pánico atenaza mi garganta. Se acabó. No podemos seguir con esto.
Él frunce el ceño.
—No, no, no, ________. Sí que puedes. Tú me das lo que yo necesito. —Aprieta
los puños—. Créeme, por favor —murmura, y sus palabras suenan como una plegaria
apasionada.
—Ya no sé qué creer, Harry. Todo esto es demasiado complicado —
murmuro, y siento escozor y dolor en la garganta, ahogada por las lágrimas que no
derramo.
Cuando vuelve a mirarme, tiene los ojos muy abiertos y llenos de luz.
—________, créeme. Cuando te castigué y después me abandonaste, mi forma de
ver el mundo cambió. Cuando dije que haría lo que fuera para no volver a sentirme así
jamás, no hablaba en broma. —Me observa angustiado, suplicante—. Cuando dijiste
que me amabas, fue como una revelación. Nadie me había dicho eso antes, y fue como
si hubiera enterrado parte de mi pasado… o como si tú lo hubieras hecho por mí, no lo
sé. Es algo que el doctor Flynn y yo seguimos analizando a fondo.
Oh. Una chispa de esperanza prende en mi corazón. Quizá lo nuestro pueda
funcionar. Yo quiero que funcione. ¿Lo quiero de verdad?
—¿Qué intentas decirme? —musito.
—Lo que quiero decir es que ya no necesito nada de todo eso. Ahora no.
¿Qué?
—¿Cómo lo sabes? ¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Simplemente lo sé. La idea de hacerte daño… de cualquier manera… me
resulta abominable.
—No lo entiendo. ¿Qué pasa con las reglas y los azotes y todo eso del sexo
pervertido?
Se pasa la mano por el pelo y casi sonríe, pero al final suspira con pesar.
—Estoy hablando del rollo más duro, ________. Deberías ver lo que soy
capaz de hacer con una vara o un látigo.
Abro la boca, estupefacta.
—Prefiero no verlo.
—Lo sé. Si a ti te apeteciera hacer eso, entonces vale… pero tú no quieres,
y lo entiendo. Yo no puedo practicar todo eso si tú no quieres. Ya te lo dije una vez, tú
tienes todo el poder. Y ahora, desde que has vuelto, no siento esa compulsión en
absoluto.
Le miro boquiabierta durante un momento, e intento digerir todo lo que ha
dicho.
—Pero cuando nos conocimos sí querías eso, ¿verdad?
—Sí, sin duda.
—¿Cómo puede ser que la compulsión desaparezca así sin más,Harry?
¿Como si yo fuera una especie de panacea y tú ya estuvieras… no se me ocurre una
palabra mejor… curado? No lo entiendo.
Él vuelve a suspirar.
—Yo no diría «curado»… ¿No me crees?
—Simplemente me parece… increíble. Que es distinto.
—Si no me hubieras dejado, probablemente no me sentiría así.
Abandonarme fue lo mejor que has hecho nunca… por nosotros. Eso hizo que me diera
cuenta de cuánto te Amo, solo a ti, y soy sincero cuando digo que quiero que seas mía
de la forma en que pueda tenerte.
Le miro fijamente. ¿Puedo creerme lo que dice? La cabeza me duele solo de
intentar aclararme las ideas, y en el fondo me siento muy… aturdida.
—Aún sigues aquí. Creía que a estas alturas ya habrías salido huyendo —
susurra.
—¿Por qué? ¿Porque podía pensar que eres un psicópata que azotas y follas
a mujeres que se parecen a tu madre? ¿Por qué habrías de tener esa impresión? —
siseo, con agresividad.
Él palidece ante la dureza de mis palabras.
—Bueno, yo no lo habría dicho de ese modo, pero sí —dice, con los ojos
muy abiertos y gesto dolido.
Al ver su expresión seria, me arrepiento de mi arrebato y frunzo el ceño
sintiendo una punzada de culpa.
Oh, ¿qué voy a hacer? Le observo y parece arrepentido, sincero… parece
mi Cincuenta.
Y, de pronto, recuerdo la fotografía que había en su dormitorio de infancia,
y en ese momento comprendo por qué la mujer que aparecía en ella me resultaba tan
familiar. Se parecía a él. Debía de ser su madre biológica.
Me viene a la mente su comentario desdeñoso: «Nadie importante…». Ella
es la responsable de todo esto… y yo me parezco a ella… ¡Maldita sea!
Harry se me queda mirando con crudeza, y sé que está esperando mi próximo movimiento. Parece sincero. Ha dicho que me Ama, pero estoy francamente
confusa.
Esto es muy difícil. Me ha tranquilizado sobre Leila, pero ahora estoy más
convencida que nunca de que ella era capaz de proporcionarle aquello que le da
placer. Y esa idea me resulta terriblemente desagradable y agotadora.
—Harry, estoy exhausta. ¿Podemos hablar de esto mañana? Quiero irme
a la cama.
Él parpadea, sorprendido.
—¿No te marchas?
—¿Quieres que me marche?
—¡No! Creí que me dejarías en cuanto lo supieras.
Acuden a mi mente todas las veces que ha dicho que le dejaría en cuanto
conociera su secreto más oscuro… y ahora ya lo sé. Maldita sea… El Amo es oscuro.
¿Debería marcharme? Ya le dejé una vez, y eso estuvo a punto de
destrozarme… a mí, y también a él. Yo le amo. De eso no tengo duda, a pesar de lo que
me ha revelado.
—No me dejes —susurra.
—¡Oh, por el amor de Dios, no! ¡No pienso hacerlo! —grito, y es catártico.
Ya está. Lo he dicho. No voy a dejarle.
—¿De verdad? —pregunta abriendo mucho los ojos.
—¿Qué puedo hacer para que entiendas que no voy a salir corriendo? ¿Qué
puedo decir?
Me mira fijamente, expresando de nuevo todo su miedo y su angustia. Traga
saliva.
—Puedes hacer una cosa.
—¿Qué?

—Cásate conmigo —susurra.
¿Qué? ¿Realmente acaba de…?

Mi mundo se detiene por segunda vez en menos de media hora.
Dios mío. Me quedo mirando estupefacta a ese hombre profundamente
herido al que amo. No puedo creer lo que acaba de decir.
¿Matrimonio? ¿Me ha propuesto matrimonio? ¿Está de broma? No puedo
evitarlo: una risita tonta, nerviosa, de incredulidad, brota desde lo más profundo de mi
ser. Me muerdo el labio para evitar que se convierta en una estruendosa carcajada
histérica, pero fracaso estrepitosamente. Me tumbo de espaldas en el suelo y me rindo
a ese incontrolable ataque de risa, riéndome como si no me hubiera reído nunca, con
unas carcajadas tremendas, curativas, catárticas.
Y durante un momento estoy completamente sola, observando desde lo alto
esta situación absurda: una chica presa de un ataque de risa junto a un chico guapísimo
con problemas emocionales. Y cuando mi risa me hace derramar lágrimas abrasadoras,
me tapo los ojos con el brazo. No, no… esto es demasiado.
Cuando la histeria remite,Harry me aparta el brazo de la cara con
delicadeza. Yo levanto la vista y le miro.
Él se inclina sobre mí. En su boca se dibuja la ironía, pero sus ojos Verdes
arden, quizá dolidos. Oh, no.
Usando los nudillos, me seca cuidadosamente una lágrima perdida.
—¿Mi proposición le hace gracia, señorita Steele?
¡Oh, Cincuenta! Alargo la mano y le acaricio la mejilla con cariño,
deleitándome en el tacto de su barba incipiente bajo mis dedos. Dios, amo a este
hombre.
—Señor Styles… Harry.Tu sentido de la oportunidad es sin duda…
Cuando me fallan las palabras, le miro.
Él sonríe, pero las arrugas en torno a sus ojos revelan su consternación. La
situación se torna grave.
—Eso me ha dolido en el alma, _________. ¿Te casarás conmigo?
Me siento, apoyo las manos en sus rodillas y me inclino sobre él. Miro
fijamente su adorable rostro.
—Harry, me he encontrado a la loca de tu ex con una pistola, me han
echado de mi propio apartamento, me ha caído encima la bomba Cincuenta…
Él abre la boca para hablar, pero yo levanto una mano. Y, obedientemente,
la cierra.
—Acabas de revelarme una información sobre ti mismo que, francamente,
resulta bastante impactante, y ahora me has pedido que me case contigo.
Él mueve la cabeza a un lado y a otro, como si analizara los hechos. Parece
divertido. Gracias a Dios.
—Sí, creo que es un resumen bastante adecuado de la situación —dice con
sequedad.
—¿Y qué pasó con lo de aplazar la gratificación?
—Lo he superado, y ahora soy un firme defensor de la gratificación
inmediata. Carpe diem, ________ —susurra.
—Mira, Harry, hace muy poco que te conozco y necesito saber mucho
más de ti. He bebido demasiado, estoy hambrienta y cansada y quiero irme a la cama.
Tengo que considerar tu proposición, del mismo modo que consideré el contrato que
me ofreciste. Y además —aprieto los labios para expresar contrariedad, pero también
para aligerar la tensión en el ambiente—, no ha sido la propuesta más romántica del
mundo.
Él inclina la cabeza a un lado y en sus labios se dibuja una sonrisa.
—Buena puntualización, como siempre, señorita Steele —afirma con un
deje de alivio en la voz—. ¿O sea que esto es un no?
Suspiro.
—No, señor Styles, no es un no, pero tampoco es un sí. Haces esto
únicamente porque estás asustado y no confías en mí.
—No, hago esto porque finalmente he conocido a alguien con quien quiero
pasar el resto de mi vida.
Oh. Noto un pálpito en el corazón y siento que me derrito por dentro.
¿Cómo es capaz, en medio de las más extrañas situaciones, de decir cosas tan
románticas? Abro la boca, sin dar crédito.
—Nunca creí que esto pudiera sucederme a mí —continúa, y su expresión
irradia pura sinceridad.
Yo le miro boquiabierta, buscando las palabras apropiadas.
—¿Puedo pensármelo… por favor? ¿Y pensar en todo el resto de las cosas
que han pasado hoy? ¿En lo que acabas de decirme? Tú me pediste paciencia y fe.
Bien, pues yo te pido lo mismo, Styles. Ahora las necesito yo.
Sus ojos buscan los míos y, al cabo de un momento, se inclina y me recoge
un mechón de pelo detrás de la oreja.
—Eso puedo soportarlo. —Me besa fugazmente en los labios—. No muy
romántico, ¿eh? —Arquea las cejas, y yo hago un gesto admonitorio con la cabeza—.
¿Flores y corazones? —pregunta bajito.
Asiento y me sonríe vagamente.
—¿Tienes hambre?
—Sí.
—No has comido —dice con mirada gélida y la mandíbula tensa.
—No, no he comido. —Vuelvo a sentarme sobre los talones y le miro
tranquilamente—. Que me echaran de mi apartamento, después de ver a mi novio
interactuando íntimamente con una de sus antiguas sumisas, me quitó bastante el
apetito.
Harry sacude la cabeza y se pone de pie ágilmente. Ah, por fin podemos
levantarnos del suelo. Me tiende la mano.
—Deja que te prepare algo de comer —dice.
—¿No podemos irnos a la cama sin más? —musito con aire fatigado al
darle la mano.
Él me ayuda a levantarme. Estoy entumecida. Baja la vista y me mira con
dulzura.
—No, tienes que comer. Vamos. —El dominante Harry ha vuelto, lo
cual resulta un alivio.
Me lleva a un taburete de la barra en la zona de la cocina, y luego se acerca
a la nevera. Consulto el reloj: son casi las once y media, y tengo que levantarme pronto
para ir a trabajar.
—Harry, la verdad es que no tengo hambre.
Él no hace caso y rebusca en el enorme frigorífico.
—¿Queso? —pregunta.
—A esta hora, no.
—¿Galletitas saladas?
—¿De la nevera? No —replico.
Él se da la vuelta y me sonríe.
—¿No te gustan las galletitas saladas?
—A las once y media no, Harry. Me voy a la cama. Tú si quieres puede
pasarte el resto de la noche rebuscando en la nevera. Yo estoy cansada, y he tenido un
día de lo más intenso. Un día que me gustaría olvidar.
Bajo del taburete y él me pone mala cara, pero ahora mismo no me importa.
Quiero irme a la cama; estoy exhausta.
—¿Macarrones con queso?
Levanta un bol pequeño tapado con papel de aluminio, con una expresión
esperanzada que resulta entrañable.
—¿A ti te gustan los macarrones con queso? —pregunto.
Él asiente entusiasmado, y se me derrite el corazón. De pronto parece muy
joven. ¿Quién lo habría dicho? A Harry Styles le gusta la comida de menú infantil.
—¿Quieres un poco? —pregunta esperanzado.
Soy incapaz de resistirme a él, y además tengo mucha hambre.
Asiento y le dedico una débil sonrisa. Su cara de satisfacción resulta
fascinante. Retira el papel de aluminio del bol y lo mete en el microondas. Vuelvo a
sentarme en el taburete y contemplo la hermosa estampa del señor Styles —el hombre
que quiere casarse conmigo— moviéndose con elegante soltura por su cocina.
—¿Así que sabes utilizar el microondas? —le digo en un suave tono burlón.
—Suelo ser capaz de cocinar algo, siempre que venga envasado. Con lo
que tengo problemas es con la comida de verdad.
No puedo creer que este sea el mismo hombre que estaba de rodillas ante
mí hace menos de media hora. Es su carácter voluble habitual. Coloca platos, cubiertos
y manteles individuales sobre la barra del desayuno.
—Es muy tarde —comento.
—No vayas a trabajar mañana.
—He de ir a trabajar mañana. Mi jefe se marcha a Nueva York.
Harry frunce el ceño.
—¿Quieres ir allí este fin de semana?
—He consultado la predicción del tiempo y parece que va a llover —digo
negando con la cabeza.
—Ah. Entonces, ¿qué quieres hacer?
El timbre del microondas anuncia que nuestra cena ya está caliente.
—Ahora mismo lo único que quiero es vivir el día a día. Todas estas
emociones son… agotadoras.
Levanto una ceja y le miro, cosa que él ignora prudentemente.
Harry deja el bol blanco entre nuestros platos y se sienta a mi lado.
Parece absorto en sus pensamientos, distraído. Yo sirvo los macarrones para ambos.
Huelen divinamente y se me hace la boca agua ante la expectativa. Estoy muerta de
hambre.
—Siento lo de Leila —murmura.
—¿Por qué lo sientes?
Mmm, los macarrones saben tan bien como huelen. Y mi estómago lo
agradece.
—Para ti debe de haber sido un impacto terrible encontrártela en tu
apartamento. Taylor lo había registrado antes personalmente. Está muy disgustado.
—Yo no culpo a Taylor.
—Yo tampoco. Ha estado buscándote.
—¿Ah, sí? ¿Por qué?
—Yo no sabía dónde estabas. Te dejaste el bolso, el teléfono. Ni siquiera
podía localizarte. ¿Dónde fuiste? —pregunta.
Habla con mucha suavidad, pero en sus palabras subyace una carga
ominosa.
—Ethan y yo fuimos a un bar de la acera de enfrente. Para que yo pudiera
ver lo que ocurría, simplemente.
—Ya.
La atmósfera entre los dos ha cambiado de forma muy sutil. Ya no es tan
liviana.
Ah, muy bien, de acuerdo… yo también puedo jugar a este juego. Así que
esta voy a devolvértela, Cincuenta. Y tratando de sonar despreocupada, queriendo
satisfacer la curiosidad que me corroe pero temerosa de la respuesta, le pregunto:
—¿Y qué hiciste con Leila en el apartamento?
Levanto la vista, le miro, y él deja suspendido en el aire el tenedor con los
macarrones. Oh, no, esto no presagia nada bueno.
—¿De verdad quieres saberlo?
Se me forma un nudo en el estómago y de golpe se me quita el apetito.
—Sí —susurro.
¿Eso quieres? ¿De verdad? Mi subconsciente ha tirado al suelo la botella
de ginebra y se ha incorporado muy erguida en su butaca, mirándome horrorizada.
Harry vacila y su boca se convierte en una fina línea.
—Hablamos, y luego la bañé. —Su voz suena ronca, y, al ver que no
reacciono, se apresura a continuar—: Y la vestí con ropa tuya. Espero que no te
importe. Pero es que estaba mugrienta.
Por Dios santo. ¿La bañó?
Qué gesto tan extraño e inapropiado… La cabeza me da vueltas y miro
fijamente los macarrones que no me he comido. Y ahora esa imagen me produce
náuseas.
Intenta racionalizarlo, me aconseja mi subconsciente. Aunque la parte
serena e intelectual de mi cerebro sabe que lo hizo simplemente porque estaba sucia,
me resulta demasiado duro. Mi ser frágil y celoso no es capaz de soportarlo.
De pronto tengo ganas de llorar: no de sucumbir a ese llanto de damisela
que surca con decoro mis mejillas, sino a ese otro que aúlla a la luna. Inspiro
profundamente para reprimir el impulso, pero esas lágrimas y esos sollozos reprimidos
me arden en la garganta.
—No podía hacer otra cosa, _______ —dice él en voz baja.
—¿Todavía sientes algo por ella?
—¡No! —contesta horrorizado, y cierra los ojos con expresión de angustia.
Yo aparto la mirada y la bajo otra vez a mi nauseabunda comida. No soy
capaz de mirarle.
—Verla así… tan distinta, tan destrozada. La atendí, como habría hecho con
cualquier otra persona.
Se encoge de hombros como para librarse de un recuerdo desagradable.
Vaya, ¿y encima espera que le compadezca?
—_________, mírame.
No puedo. Sé que si lo hago, me echaré a llorar. No puedo digerir todo
esto. Soy como un depósito rebosante de gasolina, lleno, desbordado. Ya no hay
espacio para más. Sencillamente no puedo soportar más toda esta angustia. Si lo
intento, arderé y explotaré y será muy desagradable. ¡Dios!
La imagen aparece en mi mente: Harry ocupándose de un modo tan
íntimo de su antigua sumisa. Bañándola, por Dios santo… desnuda. Un estremecimiento
de dolor recorre mi cuerpo.
—_________.
—¿Qué?
—No pienses en eso. No significa nada. Fue como cuidar de un niño, un
niño herido, destrozado —musita.
¿Qué demonios sabrá él de cuidar niños? Esa era una mujer con la que tuvo
una relación sexual devastadora y perversa.
Ay, esto duele… Respiro firme y profundamente. O tal vez se refiera a sí
mismo. Él es el niño destrozado. Eso tiene más lógica… o quizá no tenga la menor
lógica. Oh, todo esto es tan terriblemente complicado, y de pronto me siento exhausta.
Necesito dormir.
—¿___________?
Me levanto, llevo mi plato al fregadero y tiro los restos de comida a la
basura.
—________, por favor.
Doy media vuelta y le miro.
—¡Basta ya, Harry! ¡Basta ya de «_______, por favor»! —le grito, y las
lágrimas empiezan a correr por mis mejillas—. Ya he tenido bastante de toda esa
mierda por hoy. Me voy a la cama. Estoy cansada física y emocionalmente. Déjame.
Giro sobre mis talones y prácticamente echo a correr hacia el dormitorio,
llevándome conmigo el recuerdo de sus ojos abiertos mirándome atónitos. Es
agradable saber que yo también soy capaz de perturbarle. Me desvisto en un santiamén,
y después de rebuscar en su cómoda, saco una de sus camisetas y me dirijo al baño.
Me observo en el espejo y apenas reconozco a la bruja demacrada de
mejillas enrojecidas y ojos irritados que me devuelve la mirada, y esa imagen me
supera. Me derrumbo en el suelo y sucumbo a esa abrumadora emoción que ya no
puedo contener, estallando en tremendos sollozos que me desgarran el pecho, y
dejando por fin que las lágrimas se desborden libremente.
CarolineR2
CarolineR2


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Mensaje por catadanza Dom 23 Dic 2012, 5:16 pm

oooh cincuentas eres tan idiota a veces :c rayis no puede soportar tanto en un solo día y te amooo realmente pero eres un egoista al exigir tanto... en todo caso rayis eres una dramatica jajjaja SIGUELA LUEGUITOOO
catadanza
catadanza


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Mensaje por vanessavalerio98 Lun 24 Dic 2012, 2:48 am

waaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!! quiero que se casen!!! .. aghh no manhces ahy cincuenta enveces eres tan .. aghhh :c recuerda q rayis no puede soportar tanto en un solo dia ... siguela encerio la amo !!! siguela!!! por favro me muero... :lloro:
vanessavalerio98
vanessavalerio98


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Mensaje por Anne Hale Lun 24 Dic 2012, 5:49 am

Wow la señorita ____ cada vez me sorprende más.
SÍGUELA cuando puedas. Es muy...
Hahahaha
Besos
Anne Hale
Anne Hale


http://ready-tokill-myself.tumblr.com/

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Mensaje por Blanca.Srta.Horan Lun 24 Dic 2012, 7:39 am

*_______________* Sube pronto que te tengo muchas ganas de ver que le dice a Harry sobre casarsen.
Blanca.Srta.Horan
Blanca.Srta.Horan


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Mensaje por CarolineR2 Lun 24 Dic 2012, 5:01 pm

CAPITLO 15
Eh… —dice Harry con ternura, y me abraza—. Por favor, ____, no
llores, por favor —suplica.
Está en el suelo del baño, y yo en su regazo. Le rodeo con los brazos y lloro
pegada a su cuello. Él susurra bajito junto a mi pelo y me acaricia suavemente la
espalda, la cabeza.
—Lo siento, cariño —murmura.
Finalmente, cuando ya no me quedan lágrimas, Harry se levanta
cogiéndome en brazos, me lleva a su habitación y me tumba sobre la cama. Al cabo de
unos segundos le tengo a mi lado y las luces están apagadas. Me rodea entre sus brazos
y me abraza fuerte, y por fin me sumo en un sueño oscuro y agitado.
* * *
Me despierto de golpe. Tengo la cabeza embotada y demasiado calor.
Harry está aferrado a mí como la hiedra. Gruñe suavemente en sueños mientras me
libero de sus brazos, pero no se despierta. Me incorporo y echo un vistazo al
despertador. Son las tres de la madrugada. Necesito un analgésico y beber algo. Saco
las piernas de la cama y me dirijo a la cocina.
Encuentro un envase de zumo de naranja en la nevera y me sirvo un vaso.
Mmm… está delicioso, y el embotamiento mental desaparece al instante. Rebusco en
los cajones algún calmante y al final doy con una caja de plástico llena de
medicamentos. Me tomo dos analgésicos y me sirvo otro vaso de zumo de naranja.
Me acerco a la enorme pared acristalada y contemplo cómo duerme Seattle.
Las luces brillan y parpadean a los pies del castillo de Harry en el cielo, ¿o debería
decir fortaleza? Presiono la frente contra el frío cristal, y siento cierto alivio. Tengo
tanto en lo que pensar después de todas las revelaciones de ayer. Apoyo la espalda en
el vidrio y me deslizo hasta el suelo. El salón en penumbra se ve inmenso y tenebroso,
con la única luz procedente de las tres lámparas suspendidas sobre la isla de la cocina.
¿Podría vivir aquí, casada con Harry? ¿Después de todo lo que él ha
hecho entre estas paredes? ¿Con toda esa carga de su pasado que alberga este lugar?
Matrimonio… Resulta algo casi inconcebible y totalmente inesperado. Pero
también es verdad que todo lo referido a Harry es inesperado. Y, ante esa
evidencia, aparece en mis labios una sonrisa irónica. Harry Styles, esperar lo
inesperado… las cincuenta sombras de una existencia destrozada.
Mi sonrisa desaparece. Me parezco a su madre. Eso me duele en lo más
profundo, y repentinamente me quedo sin aire en los pulmones. Todas nos parecemos a
su madre.
¿Cómo demonios voy a actuar después de conocer este pequeño secreto?
No me extraña que no quisiera decírmelo. Pero la verdad es que él no puede acordarse
mucho de su madre. Me pregunto una vez más si debería hablar con el doctor Flynn.
¿Me lo permitiría Harry? Quizá él podría ayudarme a llenar las lagunas que me
faltan.
Sacudo la cabeza. Me siento exhausta emocionalmente, pero disfruto de la
tranquila serenidad del salón y de sus preciosas obras de arte; frías y austeras, pero
con un estilo propio, también hermosas en la penumbra y seguramente valiosísimas.
¿Podría yo vivir aquí? ¿En lo bueno y en lo malo? ¿En la salud y en la enfermedad?
Cierro los ojos, apoyo la cabeza en el cristal, y lanzo un profundo y reparador suspiro.
La apacible tranquilidad del momento se ve interrumpida por un grito
visceral y primitivo que me eriza el vello y pone en alerta todo mi cuerpo. ¡Harry!
¡Dios santo!, ¿qué ha pasado? Me pongo de pie y salgo corriendo hacia el dormitorio
antes de que el eco de ese sonido horrible se haya desvanecido, con el corazón
palpitando de miedo.
Pulso uno de los interruptores y se enciende la lámpara de la mesita de
Harry. Él se debate frenéticamente en la cama, retorciéndose de angustia. ¡No!
Vuelve a gritar, y ese sonido devastador y espeluznante me desgarra de nuevo.
¡Santo Dios… una pesadilla!
—¡Harry!
Me inclino sobre él, le sujeto por los hombros y le zarandeo para que
despierte. Él abre los ojos, y son salvajes y vacíos, y examinan rápidamente la
habitación vacía antes de volver a posarse en mí.
—Te fuiste, te fuiste, deberías haberte ido —balbucea, y la mirada de sus
ojos desmesurados se convierte en acusatoria, y parece tan perdido que se me parte el
corazón. Pobre Cincuenta…
—Estoy aquí. —Me siento en la cama a su lado—. Estoy aquí —murmuro
en voz baja, en un esfuerzo por tranquilizarle.
Me acerco y le apoyo la palma en un lado de la cara, intentando calmarle.
—Te habías ido —susurra presuroso.
Sigue teniendo los ojos salvajes y asustados, pero se va serenando poco a
poco.
—He ido a buscar algo de beber. Tenía sed.
Cierra los ojos y se frota la cara. Cuando vuelve a abrirlos parece muy
desolado.
—Estás aquí. Oh, gracias a Dios.
Se acerca a mí y me sujeta con fuerza, y me vuelve a tumbar en la cama, a
su lado.
—Solo he ido a buscar algo de beber —murmuro.
Oh, la intensidad de su miedo… puedo sentirla. Tiene la camiseta
empapada en sudor, y cuando me atrae hacia él su corazón late con fuerza. Me mira
fijamente, como para asegurarse de que realmente estoy aquí. Le acaricio el cabello
con ternura y después la mejilla.
—Harry, por favor. Estoy aquí. No me voy a ir a ningún sitio —le digo
con dulzura.
—Oh, _________ —musita.
Me coge la barbilla y la acerca hasta que su boca está sobre la mía. El
deseo le invade e instantáneamente mi cuerpo responde… está tan ligado y
sincronizado al suyo. Posa los labios sobre mi oreja, en mi cuello, y nuevamente en mi
boca, sus dientes tiran suavemente de mi labio inferior, su mano sube por mi cuerpo, de
la cadera al pecho, arrastrando la camiseta hacia arriba. Acariciándome, sintiendo
bajo sus dedos las simas y las turgencias de mi piel, consigue provocar en mí la ya tan
familiar reacción, haciendo que me estremezca en lo más profundo. Gimo cuando su
mano se curva en torno a mi seno y sus dedos se agarran al pezón.
—Te deseo —murmura.
—Estoy aquí para ti. Solo para ti, Harry.
Gruñe y me besa una vez más apasionadamente, con un fervor y una
desesperación que no había sentido nunca en él. Cojo el bajo de su camiseta, tiro y él
me ayuda a quitársela por la cabeza. Luego se arrodilla entre mis piernas, me
incorpora presurosamente y me despoja de la mía.
Sus ojos se ven serios, anhelantes, llenos de oscuros secretos…
vulnerables. Coloca las manos alrededor de mi cara y me besa, y caemos de nuevo en
la cama. Está medio tendido sobre mí, con uno de sus muslos entre los míos, y siento su
erección presionando contra mi cadera a través de sus boxers. Me desea, pero, de
repente, sus palabras de antes, lo que dijo sobre su madre, escogen este momento para
volver a rondar por mi mente y atormentarme. Y es como un cubo de agua fría sobre mi
libido. Maldita sea… No puedo hacer esto, ahora no.
—Harry… para. No puedo hacerlo —susurro apremiante junto a su
boca, empujando sus antebrazos con las manos.
—¿Qué? ¿Qué pasa? —murmura, y empieza a besarme el cuello, y me
desliza la punta de la lengua por la garganta.
Oh…
—No, por favor. No puedo hacerlo, ahora no. Necesito un poco de tiempo,
por favor.
—Oh, ________, no le des tantas vueltas —susurra mientras me mordisquea el
lóbulo.
—¡Ah! —jadeo, sintiéndolo en la entrepierna, y mi cuerpo se arquea,
traicionándome.
Todo resulta tan confuso…
—Yo sigo siendo el mismo, _______. Te Amo y te necesito. Tócame. Por
favor.
Frota su nariz contra la mía, y su súplica tranquila y sincera hace que me
conmueva y me derrita por dentro.
Tocarle… Tocarle mientras hacemos el amor. Oh, Dios.
Se coloca sobre mí, me mira y, a la tenue luz de la lámpara de la mesilla,
veo que está esperando mi decisión, y que está atrapado en mi hechizo.
Alargo la mano con cautela y la poso sobre la suave mata de vello que
cubre su esternón. Él jadea y cierra los ojos con fuerza, como si le doliera, pero esta
vez no aparto la mano. La subo hasta sus hombros y noto el temblor que recorre su
cuerpo. Gime, y lo atraigo hacia mí, colocando ambas manos en su espalda donde no la
había tocado nunca, sobre los omoplatos, y le abrazo.
Él entierra la cabeza en mi cuello, me besa, chupa y me muerde, y luego
sube con la nariz hasta la barbilla y me besa, su lengua posee mi boca y sus manos se
mueven otra vez sobre mi cuerpo. Sus labios bajan… bajan… bajan hasta mis pechos,
adorándome a su paso, y mis manos siguen en sus hombros y en su espalda, disfrutando
de sus esculturales músculos flexibles y tensos, de su piel empapada aún por la
pesadilla. Cierra los labios sobre mi pezón, chupa y tira, y este se alza para recibir a
su gloriosa y hábil boca.
Gimo y deslizo las uñas por su espalda. Y él jadea en un gemido
entrecortado.
—Oh, Dios, ________ —dice sin respiración, y es mitad gruñido, mitad grito.
Me desgarra el alma, pero también llega a mis entrañas y me tensa todos los
músculos por debajo de la cintura. ¡Ah, lo que soy capaz de hacerle! Ahora jadeo, y su
respiración torturada se acompasa a la mía.
Sus manos van bajando, sobre mi vientre y hasta mi sexo… y sus dedos
están sobre mí y luego dentro de mí. Gimo y él mueve los dedos en mi interior de esa
forma que él sabe, y yo empujo la pelvis para recibir su caricia.
—_________ —musita.
De pronto me suelta y se sienta, se quita los boxers y se inclina sobre la
mesita para coger un envoltorio plateado. Sus ojos Verdes centellean cuando me entrega
el condón.
—¿Quieres hacerlo? Todavía puedes decir que no. Siempre puedes decir
que no —murmura.
—No me des la oportunidad de pensar, Harry. Yo también te deseo.
Rompo el envoltorio con los dientes y él se arrodilla entre mis piernas, y yo
lo deslizo en su miembro con dedos temblorosos.
—Tranquila… Vas a hacer que me corra, ______.
Me maravilla lo que mis caricias pueden provocar en este hombre. Él se
tumba sobre mí, y en ese momento todas mis dudas quedan relegadas y encerradas en
los abismos más profundos y oscuros del fondo de mi mente. Estoy embriagada por
este hombre, mi hombre, mi Cincuenta Sombras. De repente se revuelve, cogiéndome
totalmente por sorpresa, y estoy encima de él. Uau.
—Tú… tómame tú —murmura, y sus ojos brillan con intensidad febril.
Ah… Despacio, muy despacio, me hundo en él. Echa la cabeza hacia atrás,
cierra los ojos y gruñe. Le sujeto las manos y empiezo a moverme, gozando de la
plenitud de mi posesión, gozando de su reacción, viendo cómo se destensa debajo de
mí. Me siento como una diosa. Me inclino y le beso la barbilla, deslizando los dientes
a lo largo de la barba incipiente de su mandíbula. Su sabor es delicioso. Él se agarra a
mis caderas y ralentiza mi ritmo, haciéndolo lento y pausado.
—_________, tócame… por favor.
Oh. Me inclino hacia delante y me apoyo con las manos sobre su pecho. Y
él grita, y su grito es como un sollozo que penetra con fuerza en mi interior.
—Aaah —gimoteo, y paso las uñas con delicadeza sobre su torso, a través
del vello, y él gruñe fuerte y se revuelve bruscamente, de manera que vuelvo a estar
debajo.
—Basta —gime—. No más, por favor.
Es una súplica desgarradora.
Le cojo la cara entre las manos, noto la humedad de sus mejillas, y le
atraigo con mi fuerza hacia mis labios para poder besarle. Y luego me aferro a él con
mis manos en su espalda.
De su garganta surge un gruñido ronco y profundo mientras se mueve en mi
interior, empujándome adelante y atrás, pero no consigo dejarme ir. Tengo demasiadas
cosas en la cabeza que me confunden. Estoy demasiado ofuscada con él.
—Déjate ir, __________ —me apremia.
—No.
—Sí —gruñe.
Se mueve ligeramente y gira las caderas, una y otra vez.
¡Dios… ahhh!
—Vamos, nena, lo necesito. Dámelo.
Y estallo, mi cuerpo es esclavo del suyo, envuelto en torno a él, aferrado a
él como la hiedra, mientras él grita mi nombre y alcanza el clímax conmigo, y luego se
derrumba, con todo su peso presionándome contra el colchón.
* * *
Acuno a Harry en mis brazos, con su cabeza descansando en mi pecho,
mientras yacemos saboreando los rescoldos de la pasión amorosa. Le paso los dedos
por el cabello y escucho cómo su respiración vuelve a la normalidad.
—No me dejes nunca —murmura.
Yo pongo los ojos en blanco, consciente de que no puede verme.
—Sé que me has puesto los ojos en blanco —susurra, y capto un deje divertido en su voz.
—Me conoces bien.
—Me gustaría conocerte mejor.
—Volviendo a ti, Styles. ¿De qué iba tu pesadilla?
—Lo de siempre.
—Cuéntamelo.
Traga saliva y se tensa antes de emitir un interminable suspiro.
—Debo de tener como unos tres años, y el chulo de la puta adicta al crack
vuelve a estar muy furioso. Fuma y fuma sin parar, un cigarrillo tras otro, y no
encuentra un cenicero.
Se calla, y un escalofrío aterrador me atenaza el corazón.
—Duele —dice—. Lo que recuerdo es el dolor. Eso es lo que me provoca
las pesadillas. Eso, y el hecho de que ella no hiciera nada para detenerle.
Oh, Dios. Es insoportable. Le abrazo más fuerte, aferrándome a él con
brazos y piernas, y trato de que mi desesperación no me asfixie. ¿Cómo puede alguien
tratar así a un niño? Él levanta la cabeza y me clava su mirada Verde e intensa.
—Tú no eres como ella. Ni se te ocurra siquiera pensarlo. Por favor.
Le miro y parpadeo. Me tranquiliza mucho oír eso. Él vuelve a apoyar la
cabeza en mi pecho, y creo que ha terminado, pero me sorprende comprobar que
continúa.
—A veces, en mis sueños, ella está simplemente tumbada en el suelo. Y yo
creo que está dormida. Pero no se mueve. Nunca se mueve. Y yo tengo hambre. Mucha
hambre.
Oh, Dios.
—Se oye un gran ruido y él ha vuelto, y me pega muy fuerte, mientras
maldice a la puta adicta al crack. Su primera reacción siempre era usar los puños o el
cinturón.
—¿Por eso no te gusta que te toquen?
Cierra los ojos y me abraza más fuerte.
—Es complicado —murmura.
Hunde la nariz entre mis senos, inspirando hondo, intentando distraerme.
—Cuéntamelo —insisto.
Él suspira.
—Ella no me quería. Yo no me quería. El único roce que conocí era…
violento. De ahí viene todo. Flynn lo explica mejor que yo.
—¿Puedo hablar con Flynn?
Levanta la cabeza para mirarme.
—¿Quieres profundizar más en Cincuenta Sombras?
—E incluso más. Ahora mismo me gusta cómo profundizo en él.
Me muevo provocativamente debajo de él y sonríe.
—Sí, señorita Steele, a mí también me gusta.
Se inclina y me besa. Me observa un momento.
—Eres tan valiosa para mí, ________. Decía en serio lo de casarme contigo. Así
podremos conocernos. Yo puedo cuidar de ti. Tú puedes cuidar de mí. Podemos tener
hijos, si quieres. Yo pondré el mundo a tus pies,_________. Te quiero, en cuerpo y
alma, para siempre. Por favor, piénsalo.
—Lo pensaré, Harry, lo pensaré —le tranquilizo, y todo me da vueltas
otra vez. ¿Hijos? Santo Dios—. Pero realmente me gustaría hablar con el doctor Flynn,
si no te importa.
—Por ti lo que sea, nena. Lo que sea. ¿Cuándo te gustaría verle?
—Lo antes posible.
—De acuerdo. Mañana me ocuparé de ello. —Echa un vistazo al reloj—.
Es tarde. Deberíamos dormir.
Alarga un brazo para apagar la luz de la mesita y me atrae hacia él.
Miro el reloj. Oh, no: las cuatro menos cuarto.
Me envuelve en sus brazos, pega la frente a mi espalda y me acaricia el
cuello con la nariz.
—Te Amo, ______ Steele, y quiero que estés a mi lado, siempre —murmura
mientras me besa el cuello—. Ahora duerme.
Yo cierro los ojos.
* * *
Abro a regañadientes mis párpados pesados y una brillante luz inunda la
habitación. Dejo escapar un gruñido. Me siento aturdida, desconectada de las
extremidades que siento como el plomo, y Harry me envuelve pegado a mí como la
hiedra. Como de costumbre, tengo demasiado calor. Deben de ser las cinco de la
mañana; el despertador aún no ha sonado. Me muevo para librarme del calor que emite
su cuerpo, dándome la vuelta en sus brazos, y él balbucea algo ininteligible en sueños.
Miro el reloj: las nueve menos cuarto.
Oh, no, voy a llegar tarde. Maldita sea. Salgo dando tumbos de la cama y
corro al baño. Tardo cuatro minutos en ducharme y volver a salir.
Harry está sentado en la cama, mirándome con gesto de diversión mal
disimulada mezclada con cautela, mientras yo sigo secándome y cogiendo la ropa.
Quizá esté esperando mi reacción a las revelaciones de anoche. Pero ahora mismo,
sencillamente, no tengo tiempo.
Repaso la ropa elegida: pantalones negros, camisa negra… todo un poco
señora R., pero ahora no puedo perder un segundo cambiando de estilismo. Me pongo
con prisas un sujetador y unas bragas negras, consciente de que él observa todos mis
movimientos. Me pone… nerviosa. Las bragas y el sujetador servirán.
—Estás muy guapa —ronronea Harry desde la cama—. ¿Sabes?, puedes
llamar y decir que estás enferma.
Me obsequia con esa media sonrisa devastadora, ciento cincuenta por
ciento lasciva. Oh, es tan tentador… La diosa que llevo dentro hace un mohín
provocativo.
—No, Harry. No puedo. Yo no soy un presidente megalómano con una
sonrisa preciosa que puede entrar y salir a su antojo.
—Me gusta entrar y salir a mi antojo.
Despliega su gloriosa sonrisa un poco más, de manera que ahora aparece en
IMAX de alta definición.
—¡Harry! —le riño.
Y le tiro la toalla, y se echa a reír.
—¿Una sonrisa preciosa, eh?
—Sí, y ya sabes el efecto que tiene en mí.
Me pongo el reloj.
—¿Efecto? —parpadea con aire inocente.
—Sí, lo sabes. El mismo efecto que tienes en todas las mujeres. La verdad
es que resulta muy cansino ver cómo todas se derriten.
—¿Ah, sí?
Arquea una ceja y me mira. Se está divirtiendo mucho.
—No se haga el inocente, señor Styles. La verdad es que no te va nada —le
digo distraídamente, mientras me recojo el pelo en una cola de caballo y me calzo mis
zapatos de tacón alto.
Ya está. Así voy bien.
Cuando voy a darle un beso de despedida, él me coge y me tira de nuevo en
la cama, y se inclina sobre mí, sonriendo de oreja a oreja. Oh. Es tan guapo: esos ojos
que brillan traviesos, ese pelo alborotado que le queda después de hacer el amor, esa
sonrisa fascinante. Ahora tiene ganas de jugar.
Yo estoy cansada, la cabeza todavía me da vueltas por todas las cosas que
averigüé ayer, mientras que él está fresco como una rosa y de lo más sexy. Oh, es
exasperante… mi Cincuenta.
—¿Qué puedo hacer para tentarte a quedarte? —dice en voz baja.
Siento un pálpito en el corazón y empieza a latirme con fuerza. Es la
tentación personificada.
—No puedes —refunfuño, forcejeando para incorporarme—. Déjame ir.
Él hace un mohín y desiste. Sonriendo, paso los dedos sobre sus labios
esculpidos… mi Cincuenta Sombras. Le quiero tanto, con toda la oscuridad de su
devastada existencia. Ni siquiera he empezado a procesar los acontecimientos de ayer
ni cómo me siento al respecto.
Alzo la cabeza para besarle, agradecida por haberme lavado los dientes. Él
me besa fuerte y largamente, y luego de repente me coge y me levanta, dejándome
aturdida, sin aliento y temblorosa.
—Taylor te llevará. Llegarás antes si no tienes que buscar aparcamiento.
Está esperando en la puerta del edificio —dice Harry amablemente, y parece
aliviado.
¿Acaso le preocupa la reacción que pueda tener esta mañana? Estaba segura
de que lo de anoche… bueno, lo de esta madrugada, le habría demostrado que no
pienso salir huyendo.
—Vale. Gracias —musito, decepcionada por estar de pie, confundida por
sus dudas, y vagamente enfadada porque una vez más no conduciré mi Saab.
Pero, en fin, tiene razón: con Taylor llegaré antes.
—Disfrute de su mañana de vagancia, señor Stykes. Ojalá pudiera quedarme,
pero al hombre que posee la empresa para la que trabajo no le gustaría que su personal
faltara a su puesto solo por disfrutar de un poco de buen sexo.
Cojo mi bolso.
—Personalmente, señorita Steele, no tengo ninguna duda de que él lo
aprobaría. De hecho, puede que insistiera en ello.
—¿Por qué te quedas en la cama? No es propio de ti.
Cruza las manos detrás de la cabeza y me sonríe.
—Porque puedo, señorita Steele.
Le miro y meneo la cabeza.
—Hasta luego, nene.
Le lanzo un beso y salgo por la puerta.
* * *
Taylor me está esperando y por lo visto sabe que voy tarde, porque
conduce como un loco y consigue que llegue al trabajo a las nueve y cuarto. Cuando
aparca junto a la acera, me siento agradecida… agradecida por estar viva: conducía de
un modo terrorífico. Y agradecida por no llegar espantosamente tarde: solo quince
minutos.
—Gracias, Taylor —murmuro, pálida como una muerta.
Recuerdo que Harry me contó que conducía tanques; quizá también
pilote coches de carreras.
—________ —asiente a modo de despedida, y yo salgo corriendo para la
oficina.
Mientras abro la puerta del vestíbulo pienso que por lo visto Taylor ha
superado esa formalidad de «señorita Steele», y eso me hace sonreír.
Claire me sonríe cuando cruzo a toda prisa la recepción en dirección a mi
mesa.
—¡_________! —me llama Jack—. Ven.
Oh, maldita sea.
—¿Qué horas son estas? —me increpa.
—Lo siento. Me he dormido —respondo, poniéndome como la grana.
—Que no vuelva a pasar. Hazme un café, y después necesito que mandes
unas cartas. Deprisa —grita, haciéndome dar un respingo.
¿Por qué está tan enfadado? ¿Qué le pasa? ¿Qué he hecho? Corro a la
cocina a prepararle el café. Quizá debería haber faltado al trabajo. Podría… bueno,
estar practicando sexo excitante con Harry, o desayunando con él, o simplemente
hablando… eso sí que sería toda una novedad.
Jack apenas alza la vista cuando vuelvo a entrar en su despacho para
llevarle el café. Me lanza una hoja de papel, garabateada a mano de forma ilegible.
—Pásalo a ordenador, tráemelo para que lo firme, después haz copias y
envíalas por correo a todos nuestros autores.
—Muy bien, Jack.
Tampoco levanta la vista cuando salgo. Caray, sí que está enfadado.
Por fin me siento a mi mesa, sintiendo cierto alivio. Bebo un sorbo de té
mientras espero a que se encienda el ordenador. Reviso mis e-mails.
De: Harry Styles
Fecha: 15 de junio de 2011 09:05
Para: _______Steele
Asunto: Te echo de menos
Por favor, utiliza la BlackBerry.
x
Harry Styles
Presidente de Styles Enterprises Holdings, Inc.
De: _________ Steele
Fecha: 15 de junio de 2011 09:27
Para: Harry Styles
Asunto: Qué bien se lo montan algunos
Mi jefe está enfadado.
La culpa es tuya por tenerme despierta hasta tan tarde con tus…
tejemanejes.
Debería darte vergüenza.
_________ Steele
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP
De: Harry Styles
Fecha: 15 de junio de 2011 09:32
Para: _________ Steele
Asunto: ¿Tejemaqué?
Tú no tienes por qué trabajar, _________.
No tienes ni idea de lo horrorizado que estoy de mis tejemanejes.
Pero me gusta tenerte despierta hasta tarde;)
Por favor, utiliza la BlackBerry.
Ah, y cásate conmigo, por favor.
Harry Styles
Presidente de Styles Enterprises Holdings, Inc.
De: __________ Steele
Fecha: 15 de junio de 2011 09:35
Para: Harry Styles
Asunto: Ganarse la vida
Conozco tu tendencia natural a insistir, pero para ya.
Tengo que hablar con tu psiquiatra.
Hasta entonces no te daré una respuesta.
No soy contraria a vivir en pecado.
_______ Steele
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP
De: Harry Styles
Fecha: 15 de junio de 2011 09:40
Para: ________ Steele
Asunto: BlackBerry

________: si vas a empezar a hablar del doctor Flynn, utiliza la
blackberry.
No es una petición.
Harry Styles
Ahora enfadado presidente de Styles Enterprises Holdings, Inc.
Oh, no, ahora él también está enfadado conmigo. Bueno, por mí que se
ponga como quiera. Saco la BlackBerry del bolso y la miro con escepticismo. Mientras
empieza a sonar. ¿Es que no puede dejarme en paz?
—Sí —contesto con sequedad.
—_________, hola…
—¡José! ¿Cómo estás?
Oh, es agradable oír su voz.
—Estoy bien, ________. Oye, ¿sigues saliendo con ese tal Styles?
—Eh… sí… ¿Por qué?
¿Adónde quiere ir a parar?
—Bueno, él ha comprado todas tus fotos, y pensé que podría llevarlas yo mismo a Seattle. La exposición cierra el jueves, o sea que podría entregarlas el viernes
por la tarde. Y a lo mejor podríamos tomar una copa o algo. La verdad es que también
necesitaría un sitio para dormir.
—Eso me parece estupendo, José. Sí, seguro que podremos arreglarlo de
alguna manera. Deja que lo hable con Harry y te vuelvo a llamar, ¿vale?
—Muy bien, espero tu llamada. Adiós, _________.
—Adiós.
Y cuelga.
Oh, vaya. No he visto ni sabido nada de José desde la inauguración de su
exposición. Ni siquiera le he preguntado cómo le estaba yendo, o si había vendido
alguna obra más. Menuda amiga.
Así que a lo mejor el viernes por la noche salgo por ahí con José. ¿Cómo se
lo tomará Harry? Solo me doy cuenta de que me estoy mordiendo el labio cuando al
final noto que me duele. Oh, ese hombre tiene un doble rasero. Él sí que puede —me
estremezco al pensarlo— darle ese puñetero baño a su ex amante, pero a mí
seguramente me caerá una bronca solo por querer tomar una copa con José. ¿Cómo voy
a manejar todo esto?
—¡_________! —Jack me saca de golpe de mis elucubraciones. ¿Sigue enfadado?
—. ¿Dónde está esa carta?
—Eh… ya voy.
Maldita sea. ¿Qué le pasa?
Escribo la carta en un santiamén, la imprimo y entro en su despacho,
nerviosa.
—Aquí la tienes.
La dejo sobre su mesa y me doy la vuelta para irme. Inmediatamente, Jack
le echa un rápido vistazo, crítico y penetrante.
—No sé a qué te dedicas ahí fuera, pero yo te pago para trabajar —replica.
—Soy consciente de ello, Jack —balbuceo en tono de disculpa.
Y noto un rubor que se extiende lentamente bajo mi piel.
—Esto está lleno de errores —espeta—. Repítelo.
Oh, no. Empieza a sonar como alguien que yo me sé, pero la brusquedad de
Harry puedo tolerarla. Jack está empezando a desquiciarme.
—Ah, y tráeme otro café de paso.
—Lo siento —musito, y salgo de su despacho tan deprisa como puedo.
Por Dios. Se está poniendo insoportable. Vuelvo a sentarme a mi mesa,
rehago rápidamente la carta, que solo tenía dos errores, y la repaso a fondo antes de
imprimirla. Ahora está perfecta. Le preparo otro café, y le dirijo una elocuente mirada
a Claire para hacerle saber que estoy metida en un buen lío. Suspiro profundamente, y
entro de nuevo en su despacho.
—Mejor —murmura de mala gana mientras firma la carta—. Fotocópiala,
archiva el original y envíala por correo a todos nuestros autores. ¿Entendido?
—Sí. —No soy una idiota—. Jack, ¿pasa algo?
Él levanta la vista, y sus ojos azules se oscurecen mientras repasan mi
cuerpo de arriba abajo. Se me hiela la sangre.
—No.
Es una respuesta concisa, grosera y despectiva. Yo me quedo allí plantada
como la idiota que decía no ser, y luego vuelvo a salir disparada de su despacho.
Quizá él también sufra un trastorno de personalidad. Vaya por Dios, estoy rodeada.
Voy hacia la fotocopiadora —en la que, naturalmente, el papel está atascado—, y en
cuanto la arreglo, descubro que se ha terminado el papel. Hoy no es mi día.
Cuando por fin vuelvo a mi mesa y empiezo a ensobrar, suena la
BlackBerry. A través del cristal de su despacho, veo que Jack está al teléfono.
Contesto. Es Ethan.
—Hola, ________. ¿Cómo fue anoche?
Anoche… Me viene a la mente una rápida secuencia de imágenes: Harry
arrodillado, su confesión, su proposición, los macarrones con queso, mis lágrimas, su
pesadilla, el sexo, tocarle…
—Eh… bien —murmuro de forma poco convincente.
Ethan se queda callado, y al final decide pasar por alto mi evasiva.
—Estupendo. ¿Puedo ir a recoger las llaves?
—Claro.
—Pasaré por ahí dentro de media hora. ¿Tendrás tiempo para un café?
—Hoy no. He llegado tarde y mi jefe está furioso como un oso al que le
hubiera picado una ortiga el culo.
—Suena mal.
—Suena fatal —digo soltando una risita.
Ethan se ríe y me alegra un poco el ánimo
—Vale, nos vemos a las tres.
Y cuelga.
Levanto la vista y Jack me está mirando. Maldita sea. Le ignoro a
conciencia y sigo ensobrando.
Al cabo de media hora suena el teléfono de mi mesa. Es Claire.
—Ha vuelto. Está aquí, en recepción. El dios rubio.
Después de toda la angustia que pasé ayer y del día que el malhumorado de
mi jefe me está haciendo pasar, es una alegría ver a Ethan, aunque enseguida tenemos
que despedirnos.
—¿Nos veremos esta noche?
—Seguramente me quedaré con Harry.
Me ruborizo.
—Estás muy pillada, ¿eh? —comenta Ethan con cariño.
Me encojo de hombros. Si solo fuera eso… Y en ese momento me doy
cuenta de que no solo estoy muy pillada: estoy pillada de por vida. Y lo más
extraordinario es que Harry parece sentir lo mismo. Ethan me da un breve abrazo.
—Hasta luego, ________.
Vuelvo a mi mesa, intentando digerir lo que acabo de descubrir. Oh, lo que
daría por pasar un día sola para pensar en todo esto.
De pronto Jack aparece ante mí.
—¿Dónde has estado?
—He tenido que ir un momento a recepción.
Me está poniendo realmente de los nervios.
—Quiero mi comida. Lo de siempre —dice con brusquedad, y vuelve a
entrar en su despacho.
¿Por qué no me habré quedado en casa con Harry? La diosa que llevo
dentro cruza los brazos y frunce los labios: ella también quiere saber la respuesta a
eso. Cojo el bolso y la BlackBerry y me encamino hacia la puerta. Reviso mis
mensajes.
De: Harry Styles
Fecha: 15 de junio de 2011 09:06
Para: __________ Steele
Asunto: Te echo de menos
Mi cama es demasiado grande sin ti.
Por lo visto, al final tendré que ponerme a trabajar.
Incluso los presidentes megalómanos tienen cosas que hacer.
x
Harry Styles
Presidente mano sobre mano de Styles Enterprises Holdings, Inc.
Y otro de él, algo más tarde.
De: Harry Styles
Fecha: 15 de junio de 2011 09:50
Para: _______ Steele
Asunto: La discreción
Es lo mejor del valor.
Por favor actúa con discreción… Tus e-mails de trabajo están
monitorizados.
¿CUÁNTAS VECES TENGO QUE DECÍRTELO?
Sí. Mayúsculas chillonas, como tú dices. UTILIZA LA BLACKBERRY.
El doctor Flynn puede reunirse con nosotros mañana por la tarde.
x
Harry Styles
Todavía enfadado presidente de Styles Enterprises Holdings, Inc.
Y otro más… oh, no.
De: Harry Styles
Fecha: 15 de junio de 2011 12:15
Para: ____________ Steele
Asunto: Nerviosismo
No he sabido nada de ti.
Por favor, dime que estás bien.
Ya sabes cómo me preocupo.
¡Enviaré a Taylor a comprobarlo!
x
Harry Styles Muy ansioso presidente de Styles Enterprises Holdings, Inc.
Pongo los ojos en blanco, y le llamo. No quiero que se preocupe.
—Teléfono de Harry Styles, soy Andrea Parker.
Oh, me desconcierta tanto que no sea Harry quien conteste que me paro
en seco en la calle, y el chico que va detrás de mí masculla enfadado y vira
bruscamente para no chocar conmigo. Me refugio bajo el toldo verde de la tienda.
—¿Hola? ¿Puedo ayudarla?
La voz de Andrea llena el incómodo silencio.
—Lo siento… Esto… esperaba hablar con Harry.
—En este momento el señor Styles está reunido —dice muy expeditiva—.
¿Quiere dejar un mensaje?
—¿Puede decirle que ha llamado _______?
—¿_______? ¿Es ________ Steele?
—Eh… Sí.
Su pregunta me confunde.
—Espere un segundo, señorita Steele.
Ella deja un momento el teléfono y yo escucho con atención, pero no oigo lo
que pasa. Al cabo de unos segundos, Harry está al aparato.
—¿Estás bien?
—Sí, estoy bien.
Él respira, aliviado.
—¿Por qué no iba a estarlo,Harry? —murmuro para tranquilizarle.
—Siempre contestas enseguida a mis correos. Después de lo que te dije
ayer, estaba preocupado —añade en voz baja, y luego habla con alguien de su
despacho—. No, Andrea. Diles que esperen —ordena rotundo.
Oh, yo conozco ese tono de voz.
No oigo la respuesta de Andrea.
—No, he dicho que esperen —reitera con firmeza.
—Harry, ahora estás muy ocupado. Solo he llamado para decirte que
estoy bien, en serio… solo que hoy he estado muy liada. Jack ha sacado el látigo.
Esto… quiero decir…
Me ruborizo y me callo.
Pasa un buen rato sin que Harry diga nada.
—Así que el látigo, ¿eh? Bueno, hubo un tiempo en que le habría
considerado un hombre muy afortunado —dice en un tono bastante sardónico—. No
permitas que se te suba encima, nena.
—¡Harry! —le riño, y sé que está sonriendo.
—Solo digo que le controles, nada más. Mira, me alegro de que estés bien.
¿A qué hora te recojo?
—Te mandaré un e-mail.
—Desde tu BlackBerry —dice con severidad.
—Sí, señor —replico a mi vez.
—Hasta luego, nena.
—Adiós…
Sigue al teléfono.
—Cuelga —le regaño, sonriendo.
Él suspira profundamente.
—Ojalá no hubieras ido a trabajar esta mañana.
—Yo pienso lo mismo. Pero estoy ocupada. Cuelga.
—Cuelga tú.
Puedo notar su sonrisa. Oh, el Harry Juguetón. Adoro al Harry
juguetón. Mmm… Adoro a Harry, punto.
—Ya estamos otra vez…
—Te estás mordiendo el labio.
Maldita sea, tiene razón. ¿Cómo lo sabe?
—¿Ves?, tú crees que no te conozco, ______--. Pero te conozco mejor de
lo que crees —murmura seductoramente, de esa forma que me deja sin fuerzas y hace
que me derrita.
—Harry, ya hablaremos más tarde. Ahora mismo yo también desearía
sinceramente no haberme ido esta mañana.
—Esperaré su correo, señorita Steele.
Cuelgo, y me apoyo en el frío y duro vidrio del escaparate de la tienda. Oh,
Dios, incluso por teléfono me posee. Sacudo la cabeza para dejar de pensar en
Harry Styles entro en la tienda, deprimida al pensar de nuevo en Jack.
* * *
Cuando vuelvo, me pone mala cara.
—¿Te parece bien que salga a comer ahora? —le pregunto cautelosa.
Él levanta la vista y me mira aún más malhumorado.
—Si no hay más remedio… —me suelta—. Cuarenta y cinco minutos. Para
recuperar el tiempo que has perdido esta mañana.
—Jack, ¿puedo preguntarte una cosa?
—¿Qué?
—Hoy pareces muy disgustado. ¿He hecho algo que te haya molestado?
Se me queda mirando.
—Ahora mismo no estoy de humor para hacer una lista de tus fallos. Tengo
trabajo.
Devuelve la mirada a la pantalla de su ordenador, echándome claramente.
Por Dios… ¿Qué he hecho?
Me doy la vuelta y salgo de su despacho, y por un momento creo que voy a
llorar. ¿Por qué de repente siente tanta aversión hacia mí? Me viene a la mente una
idea muy desagradable, pero la ignoro. Ahora mismo no necesito pensar en sus
tonterías… bastante tengo con lo mío.
Salgo del edificio en dirección al Starbucks más cercano, pido un café con
leche y me siento junto a la ventana. Saco el iPod del bolso y me pongo los auriculares.
Escojo una canción al azar y pulso el botón de repetir para que suene una y otra vez.
Necesito música para pensar.
Dejo vagar mi mente. Harry el sádico. Harry el sumiso. Harry el
intocable. Los impulsos edípicos de Harry. Harry bañando a Leila. Esta última
imagen me atormenta, y gimo y cierro los ojos.
¿Realmente puedo casarme con este hombre? Eso implica aceptar muchas
cosas. Él es complejo y difícil, pero en mi fuero interno sé que no quiero dejarle, a
pesar de todos sus conflictos. Nunca podría dejarle. Le amo. Sería como cortarme un
brazo.
Nunca me había sentido tan viva, tan vital como ahora mismo. Desde que le
conocí he descubierto todo tipo de sentimientos profundos y desconcertantes, y
experiencias nuevas. Con Cincuenta nunca hay momentos de aburrimiento.
Recuerdo mi vida antes de Harry, y es como si todo fuera en blanco y
negro, como los retratos de José. Ahora mi vida entera es en colores saturados, ricos y
brillantes. Estoy planeando sobre un rayo de luz deslumbrante, la luz deslumbrante de
Harry. Sigo siendo Ícaro, volando demasiado cerca de mi sol. Suelto un resoplido
interno. Volar con Harry… ¿quién puede resistirse a un hombre que puede volar?
¿Puedo abandonarle? ¿Quiero abandonarle? Es como si él hubiera pulsado
un interruptor que me iluminara por dentro. Conocerle ha sido todo un proceso de
aprendizaje. He descubierto más sobre mí misma en las últimas semanas que en toda
mi vida anterior. He aprendido sobre mi cuerpo, mis límites infranqueables, mi
tolerancia, mi paciencia, mi compasión y mi capacidad para amar.
Y entonces la idea me impacta con la fuerza de un rayo. Esto es lo que él
necesita de mí, a lo que tiene derecho: al amor incondicional. Nunca lo recibió de la
puta adicta al crack… eso es lo que él necesita. ¿Puedo amarle incondicionalmente?
¿Puedo aceptarle tal como es, a pesar de todo lo que me contó anoche?
Sé que es un hombre herido, pero no creo que sea irredimible. Suspiro al
recordar las palabras de Taylor: «Es un buen hombre, señorita Steele».
Yo he sido testigo de la contundente evidencia de su bondad: sus obras de
beneficencia, su ética empresarial, su generosidad… y, sin embargo, él no es capaz de
verla en sí mismo. No se cree en absoluto merecedor de amor. Conocer su historia y
sus predilecciones me ha permitido atisbar el origen de su odio hacia sí mismo… por
eso no ha dejado que nadie se le acercara. ¿Seré capaz de superar esto?
Una vez me dijo que no podía ni imaginar siquiera hasta dónde llegaba su
depravación. Bueno, ahora ya me lo ha contado y, conociendo cómo fueron los
primeros años de su vida, no me sorprende… aunque me impactó mucho oírlo en voz
alta. Al menos me lo ha contado… y parece más feliz después de haberlo hecho. Ahora
lo sé todo.
¿Eso devalúa su amor por mí? No, no lo creo. Él nunca se había sentido así,
ni yo tampoco. Esto es nuevo para ambos.
Los ojos se me llenan de lágrimas al recordar que, cuando dejó que le
tocara anoche, cayeron sus últimas barreras. Y que tuvo que aparecer Leila con toda su
locura para que llegáramos a ese punto.
Tal vez debería estar agradecida. Ahora, el hecho de que él la bañara ya no
me deja un sabor tan amargo. Me pregunto qué ropa le dio. Espero que no fuera el
vestido de color ciruela. Me gusta mucho ese vestido.
Así que ¿puedo amar incondicionalmente a ese hombre con todos sus
conflictos? Porque no merece menos que eso. Todavía tiene que aprender límites, y
pequeñas cosas como la empatía, y a ser menos controlador. Dice que ya no siente la
compulsión de hacerme daño; quizá el doctor Flynn pueda arrojar algo de luz sobre
eso.
Fundamentalmente, eso es lo que más me preocupa: que necesite eso y que
siempre haya encontrado mujeres afines que también lo necesitaban. Frunzo el ceño. Sí,
esa es la seguridad que necesito. Quiero ser todas las cosas para este hombre, su Alfa
y su Omega y todo lo que hay en medio, porque él lo es todo para mí.
Espero que Flynn pueda contestar a todas mis preguntas, y quizá entonces
podré decir que sí. Harry y yo encontraremos nuestro propio trozo de cielo cerca
del sol.
Contemplo el bullicio de Seattle a la hora de comer. Señora de Harry Styles
… ¿quién lo iba a decir? Miro el reloj. ¡Oh, no! Me levanto de un salto y salgo
corriendo hacia la puerta: llevo una hora entera sentada aquí… ¡qué rápido ha pasado
el tiempo! ¡Jack se va a poner como una fiera!
* * *
Vuelvo sigilosamente a mi mesa. Por suerte, él no está en su despacho.
Parece ser que me voy a librar. Miro fijamente la pantalla de mi ordenador, tratando de
que mi mente se ponga en modo trabajo.
—¿Dónde estabas?
Pego un salto. Jack está detrás de mí con los brazos cruzados.
—En el sótano, haciendo fotocopias —miento.
Él aprieta los labios, que se convierten en una línea fina, inflexible.
—A las seis y media tengo que salir para el aeropuerto. Necesito que te
quedes hasta entonces.
—De acuerdo.
Le sonrío con toda la amabilidad de la que soy capaz.
—Necesito una copia impresa de mi agenda de trabajo en Nueva York,
junto con diez fotocopias. Y encárgate de que empaqueten los folletos. ¡Y tráeme un
café! —gruñe, y entra con paso enérgico en su despacho.
Suelto un suspiro de alivio y, cuando cierra la puerta, le saco la lengua.
Cabrón…
* * *
A las cuatro en punto, Claire llama desde recepción.
—Mia Styles te llama por teléfono.
¿Mia? Espero que no quiera que vayamos al centro comercial.
—¡Hola, Mia!
—Ana, hola. ¿Cómo estás? —dice con entusiasmo desbordante.
—Bien. Tengo mucho trabajo hoy. ¿Y tú?
—¡Estoy de lo más aburrida! Y, para entretenerme con algo, estoy
organizando una fiesta de cumpleaños para Harry.
¿El cumpleaños de Harry? Vaya, no tenía ni idea.
—¿Cuándo es?
—Lo sabía. Sabía que no te lo habría dicho. Es el sábado. Mamá y papá
quieren que venga todo el mundo a comer para celebrarlo. Te estoy invitando
oficialmente.
—Oh, eso es estupendo. Gracias, Mia.
—Ya he telefoneado a Harry y se lo he dicho, y él me ha dado tu
teléfono de aquí.
—Genial.
Mi mente ya está dando vueltas: ¿qué demonios voy a comprarle a Harry
por su cumpleaños? ¿Qué le compras a un hombre que tiene de todo?
—Y la próxima semana podríamos quedar para comer.
—Claro. ¿Y qué tal mañana? Mi jefe estará en Nueva York.
—Oh, eso sería fantástico, _________-. ¿A qué hora?
—¿A la una menos cuarto?
—Ahí estaré. Adiós, ________.
—Adiós.
Cuelgo.
Harry. Cumpleaños. ¿Qué demonios puedo comprarle?
De: ________ Steele
Fecha: 15 de junio de 2011 16:11
Para: Christian Grey
Asunto: Antediluviano
Querido señor Styles:
¿Cuándo, exactamente, pensaba decírmelo?
¿Qué debería comprarle a mi vejestorio por su cumpleaños?
¿Quizá unas pilas para el audífono?
__ x
_______ Steele
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP
De: Harry Styles
Fecha: 15 de junio de 2011 16:20
Para: __________ Steele
Asunto: Prehistórico
No te burles de los ancianos.
Me alegro de que estés vivita y coleando.
Y de que Mia te haya llamado.
Las pilas siempre van bien.
No me gusta celebrar mi cumpleaños.
x
Harry Styles
Presidente sordo como una tapia de Styles Enterprises Holdings, Inc.
De: _______ Steele
Fecha: 15 de junio de 2011 16:24
Para: Harry Styles
Asunto: Mmm
Querido señor Styles:
Le imagino poniendo morritos mientras escribía esa última frase.
Eso ejerce un efecto sobre mí.
_____ xox
Anastasia Steele
Ayudante de Jack Hyde, editor de SIP
De: Harry Styles
Fecha: 15 de junio de 2011 16:29
Para: ________ Steele
Asunto: Con los ojos en blanco
Señorita Steele:
¡¡¡UTILICE LA BLACKBERRY!!!
x
Harry Styles
Presidente de mano suelta de Styles Enterprises Holdings, Inc.
Pongo cara de exasperación. ¿Por qué es tan susceptible con los e-mails?
De: _________ Steele
Fecha: 15 de junio de 2011 16:33
Para: Harry Styles
Asunto: Inspiración
Querido señor Styles:
Ah… No puede estar sin la mano suelta mucho tiempo, ¿verdad?
Me pregunto qué diría sobre eso el doctor Flynn.
Pero ahora ya sé qué voy a regalarte por tu cumpleaños… y espero que
me haga daño…
;)
A x
De: Harry Styles
Fecha: 15 de junio de 2011 16:38
Para: __________ Steele
Asunto: Angina de pecho
Señorita Steele:
No creo que mi corazón pueda aguantar la tensión de otro correo como
este; ni tampoco mis pantalones, por cierto.
Compórtese.
x
Harry Styles
Presidente de Styles Enterprises Holdings, Inc.
De: ________ Steele
Fecha: 15 de junio de 2011 16:42
Para: Harry Styles
Asunto: Pesado
Harry:
Intento trabajar para mi muy pesado jefe.
Por favor, deja de molestarme y de ser tan pesado tú también.
Tu último e-mail me ha puesto a cien.
x
P.D.: ¿Puedes recogerme a las 18:30?
De: Harry Styles
Fecha: 15 de junio de 2011 16:47
Para: _______ Steele
Asunto: Ahí estaré
Nada me complacería más.
En realidad, sí se me ocurren una serie de cosas que me complacerían
más, y todas tienen que ver contigo.
x
Harry Styles
Presidente de Styles Enterprises Holdings, Inc.
Al leer su respuesta, me ruborizo y sacudo la cabeza. Bromear sobre estas
cosas por correo está muy bien, pero la verdad es que tenemos que hablar. Quizá
después de mi charla con el doctor Flynn. Dejo la BlackBerry y doy por terminada mi
pequeña reconciliación.
* * *
Hacia las seis y cuarto la oficina está desierta. He leído todo lo que me ha
encargado Jack. He reservado un taxi para que le lleve al aeropuerto, y acabo de
entregarle sus documentos. Echo una mirada ansiosa a través del cristal, pero él sigue
concentrado en su llamada telefónica, y no quiero interrumpirle; no, visto el humor que
tiene hoy.
Mientras espero a que termine, se me ocurre que hoy no he comido. Oh,
no… eso no le sentará bien a Cincuenta. Me dirijo rápidamente hacia la cocina para
ver si quedan galletas.
Estoy abriendo el tarro comunitario de galletas cuando Jack aparece de
repente en el umbral de la cocina, mirándome fijamente.
Oh. ¿Qué está haciendo aquí?
Me fulmina con la mirada.
—Bueno, _________. Creo que este es un buen momento para hablar de tus fallos.
Entra y cierra la puerta, e inmediatamente se me seca la boca y en mi mente
suena una alarma fuerte e insistente.
Oh, no.
En sus labios se dibuja una sonrisa grotesca, y sus ojos tienen un brillo
profundo e intenso de color cobalto.
—Por fin estamos a solas —dice, y se lame el labio superior muy despacio.
¿Qué?
—Ahora… ¿vas a ser buena chica y escucharás con mucha atención lo que
te diga?

MIERDA,MIERDA,MIERDA, QUE LE HARA EL GILIPOLLAS DE JACK? *-*
CarolineR2
CarolineR2


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Mensaje por *Abby Galvaan* Lun 24 Dic 2012, 8:01 pm

VAS HAPPENIN´???????????????

Holis!!!

DIOS MIO COMO ME TIENES CON TU NOVELA!!!! amiga en serio eres super buena tu novela me tiene demaciado viciada muchas felicidades me has atrapado por completo dios mio harry!!! lo amo mas que ayer es tan lindo!!!! lo amo demaciado SIGUELA POR FAVOR!!!!! te lo suplico necesito tu novela y perdon x exagerar pero es la verdad haz maraton por favor o algo a Y FELIZ NAVIDAD!"♥ pasatela bien disfruta las fiestas y siguela
porfavor tkm!♥[/i]
*Abby Galvaan*
*Abby Galvaan*


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Mensaje por vanessavalerio98 Lun 24 Dic 2012, 10:50 pm

PERRO DESGRACIADO!! ... hijo de tu mama maldito jack!! .. ojala q rayis de diga a harry lo q paso y harry lo mande a la frejada ... aghh siguela pronto por favor .. no me dejes haci ..
vanessavalerio98
vanessavalerio98


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Mensaje por Blanca.Srta.Horan Mar 25 Dic 2012, 11:05 am

AINS SIGUELA PRONTO QUE NO ME PUEDES DEJAR ASI!
Blanca.Srta.Horan
Blanca.Srta.Horan


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50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA - Página 7 Empty Re: 50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA

Mensaje por Anne Hale Mar 25 Dic 2012, 11:08 am

SÍGUELA
SÍGUELA
SÍGUELA
SÍGUELA
SÍGUELA
SÍGUELA
SÍGUELA
SÍGUELA
SÍGUELA
SÍGUELA
SÍGUELA
SÍGUELA
Es GENIALLLLLLLLLLLLLLL!!!!!!!!! Wow... sin palabras realmente!!!
Besos
Anne Hale
Anne Hale


http://ready-tokill-myself.tumblr.com/

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50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA - Página 7 Empty Re: 50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA

Mensaje por CarolineR2 Mar 25 Dic 2012, 11:10 am

¡Aby Rock&Roll! escribió:VAS HAPPENIN´???????????????

Holis!!!

DIOS MIO COMO ME TIENES CON TU NOVELA!!!! amiga en serio eres super buena tu novela me tiene demaciado viciada muchas felicidades me has atrapado por completo dios mio harry!!! lo amo mas que ayer es tan lindo!!!! lo amo demaciado SIGUELA POR FAVOR!!!!! te lo suplico necesito tu novela y perdon x exagerar pero es la verdad haz maraton por favor o algo a Y FELIZ NAVIDAD!"♥ pasatela bien disfruta las fiestas y siguela
porfavor tkm!♥[/i]

La Sigo Pronto :)
Besos Tambien y Feliz Navidad
CarolineR2
CarolineR2


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50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA - Página 7 Empty Re: 50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA

Mensaje por CarolineR2 Mar 25 Dic 2012, 11:11 am

Feliz Navidad :)

Mis chicas que pasen una feliz navidad!!!!! Estoy encantada de tener las mejores lectoras de todo el Mundo! Voy a subirles el capitulo en un momento
Besos:)
CarolineR2
CarolineR2


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50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA - Página 7 Empty Re: 50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA

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