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50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA

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50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA - Página 8 Empty Re: 50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA

Mensaje por catadanza Mar 25 Dic 2012, 11:22 am

:D OH MY GOSH !
catadanza
catadanza


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50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA - Página 8 Empty Re: 50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA

Mensaje por CarolineR2 Mar 25 Dic 2012, 11:31 am

CAPITULO 16
Los ojos de Jack tienen un destello azul muy oscuro, y sonríe con aire
despectivo mientras mira con lascivia mi cuerpo de arriba abajo.
El miedo me deja sin respiración. ¿Qué es esto? ¿Qué quiere? De algún
lugar del interior de mi mente y a pesar de mi sequedad de boca, surge la decisión y el
valor para forzarme a decir algunas palabras entre dientes, con el mantra de mi clase
de autodefensa, «Haz que sigan hablando», girando en mi cerebro como un centinela
etéreo.
—Jack, no creo que ahora sea buen momento para esto. Tu taxi llegará
dentro de diez minutos, y tengo que darte todos tus documentos.
Mi voz, tranquila pero ronca, me delata.
Él sonríe, y cuando finalmente esa sonrisa alcanza a sus ojos, tiene un aire
despótico de «me trae totalmente al pairo». Su mirada brilla bajo la cruda luz del tubo
fluorescente sobre nuestras cabezas en este cuarto gris y sin ventanas. Da un paso hacia
mí, sin apartar sus ojos refulgentes de los míos. Le miro, y veo sus pupilas dilatadas, el
negro eclipsando al azul. Oh, Dios. Mi miedo se intensifica.
—¿Sabes?, tuve que pelearme con Elizabeth para darte este trabajo…
Se le quiebra la voz y se acerca un paso más, y yo retrocedo hasta los
desvencijados armarios de la pared. Haz que sigan hablando, que sigan hablando, que
sigan hablando.
—¿Qué problema tienes exactamente, Jack? Si quieres exponer tus quejas,
quizá deberíamos decir a recursos humanos que estén presentes. Podemos hablarlo con
Elizabeth en un entorno más formal.
¿Dónde está el personal de seguridad? ¿Siguen en el edificio?
—No necesitamos a recursos humanos para gestionar esta situación, _________ —
dice desdeñoso—. Cuando te contraté, creí que trabajarías duro. Creía que tenías
potencial. Pero ahora… no sé. Te has vuelto distraída y descuidada. Y me pregunté…
si no sería tu novio el que te estaba llevando por el mal camino.
Pronuncia «novio» con un desprecio espeluznante.
—Decidí revisar tu cuenta de correo electrónico, para ver si podía
encontrar alguna pista. ¿Y sabes qué encontré, Ana? ¿Sabes lo que no cuadraba? Los
únicos e-mails personales de tu cuenta eran para el egocéntrico de tu novio. —Se para
y evalúa mi reacción—. Y me puse a pensar… ¿dónde están los e-mails que le envía
él? No hay ninguno. Nada. Cero. Dime, ¿qué está pasando, _______? ¿Cómo puede ser que
los e-mails que te envía él no aparezcan en nuestro sistema? ¿Eres una especie de espía
empresarial que ha colocado aquí la organización de Styles? ¿Es eso?
Dios, los e-mails. Oh, no. ¿Qué he puesto en ellos?
—Jack, ¿de qué estás hablando?
Trato de parecer desconcertada, y resulto bastante convincente. Esta
conversación no va por donde esperaba y no me fío lo más mínimo de él. Alguna
feromona subliminal que exuda del cuerpo de Jack me mantiene en máxima alerta. Este
hombre está enfadado, es voluble y totalmente impredecible. Intento razonar con él.
—Acabas de decir que tuviste que convencer a Elizabeth para contratarme.
¿Cómo pueden haberme introducido aquí para espiar? Aclárate, Jack.
—Pero Styles se cargó lo del viaje a Nueva York, ¿no?
Oh, no.
—¿Cómo lo consiguió, _________? ¿Qué hizo tu poderoso novio formado en las
más prestigiosas universidades?
La poca sangre que me quedaba en las venas desaparece, y creo que voy a
desmayarme.
—No sé de qué estás hablando, Jack —susurro—. Tu taxi está a punto de
llegar. ¿Te traigo tus cosas?
Oh, por favor, deja que me vaya. Acaba ya con esto.
Jack disfruta viéndome en esa situación tan incómoda y agobiante, y
continúa:
—¿Y él cree que intentaré propasarme contigo? —Sonríe y se le enardece
la mirada—. Bueno, quiero que pienses en una cosa mientras estoy en Nueva York. Yo
te di este trabajo y espero cierta gratitud por tu parte. En realidad, tengo derecho. Tuve
que pelear para conseguirte. Elizabeth quería a alguien más cualificado, pero… yo vi
algo en ti. De manera que hemos de hacer un pacto. Un pacto que me deje satisfecho.
¿Entiendes lo que te estoy diciendo, _________?
¡Dios!
—Considéralo, si lo prefieres, como una nueva definición de tu trabajo. Y,
si me satisfaces, no investigaré más a fondo qué teclas ha tocado tu novio, qué
contactos ha exprimido, o qué favores se ha cobrado de algún compañero de una de
esas pijas fraternidades universitarias.
Le miro con la boca abierta. Me está haciendo chantaje… ¡a cambio de
sexo! ¿Y qué puedo decir? Aún faltan tres semanas para que la noticia de la OPA hostil
de Harry se haga pública. No doy crédito. ¡Sexo… conmigo!
Jack se acerca más hasta colocarse justo delante de mí, mirándome a los
ojos. Su colonia empalagosa y dulzona invade mis fosas nasales… es repugnante. Y, si
no me equivoco, el aliento le apesta a alcohol. Oh, no, ha estado bebiendo… ¿cuándo?
—Eres una suavona reprimida, una calientabraguetas, ¿sabes, _______? —
murmura apretando los dientes.
¿Qué? ¿Una calientabraguetas… yo?
—Jack, no tengo ni idea de qué hablas —susurro, y siento una descarga de
adrenalina por todo mi cuerpo.
Ahora está más cerca, y espero mi momento para entrar en acción. Ray
estaría orgulloso. Él me enseñó qué hacer. Es experto en autodefensa. Si Jack me toca,
si respira siquiera demasiado cerca de mí, le derribaré. Me falta el aire. No debo
desmayarme. No debo desmayarme.
—Mírate. —Me observa con lascivia—. Estás muy excitada, lo noto. En
realidad tú me has provocado. En el fondo lo deseas, lo sé.
Madre mía. Este hombre delira. Mi miedo alcanza el nivel de ataque
inminente, y amenaza con aplastarme.
—No, Jack, yo nunca te he provocado.
—Sí, me provocaste, puta calientabraguetas. Detecto las señales.
Alarga la mano, y con el dorso de los nudillos me acaricia delicadamente la
mejilla hasta el mentón. Y luego la garganta, con el dedo índice, y yo siento el corazón
en la boca y reprimo las náuseas. Llega hasta el hueco de la base del cuello bajo el
botón desabrochado de mi blusa negra, y apoya la mano en mi pecho.
—Me deseas. Admítelo, ________.
Sin apartar los ojos de él, y concentrada en lo que tengo que hacer —en
lugar de en mi creciente repugnancia y mi pavor—, poso una mano delicadamente
sobre la suya, como una caricia. Él sonríe triunfante. Entonces le agarro el dedo
meñique, se lo retuerzo hacia atrás y, de un tirón, lo hago bajar a la altura de su cadera.
—¡Ahhh! —grita por el dolor y la sorpresa, y, cuando trastabilla, levanto la
rodilla con fuerza hasta su ingle y consigo impactar limpiamente en mi objetivo.
Cuando dobla las rodillas y se derrumba con un quejido sobre el suelo de
la cocina con las manos entre las piernas, me aparto ágilmente hacia la izquierda.
—No vuelvas a tocarme nunca —le advierto con un gruñido gutural—. Y
tienes la hoja de ruta y los folletos encima de mi mesa. Ahora me voy a casa. Buen
viaje. Y en adelante, hazte tú el maldito café.
—¡Jodida puta! —me grita casi gimoteante, pero yo ya he salido por la
puerta.
Vuelvo a mi mesa corriendo, cojo la chaqueta y el bolso, y salgo disparada
hacia recepción sin hacer caso de los gemidos y las maldiciones que profiere el
cabrón, aún tirado en el suelo de la cocina. Salgo a la calle y me paro un momento al
sentir el aire fresco dándome en la cara. Inspiro profundamente y recupero la calma.
Pero, como no he comido en todo el día, cuando esa desagradable descarga de
adrenalina remite, las piernas me fallan y me desplomo en el suelo.
Con cierto distanciamiento, contemplo a cámara lenta la escena que se
desarrolla delante de mí: Harry y Taylor, con trajes oscuros y camisas blancas,
bajan de un salto del coche y corren hacia mí. Harry se arrodilla a mi lado, pero yo
apenas soy consciente de ello y solo soy capaz de pensar: Él está aquí. Mi amor está
aquí.
—¡_______, _______! ¿Qué sucede?
Me coloca en su regazo y me pasa las manos por los brazos para comprobar
si estoy herida. Me sostiene la cabeza entre las manos y me mira a los ojos. Los suyos,
Verdes y muy abiertos, están aterrorizados. Yo me abandono, embargada por una
repentina sensación de cansancio y de alivio. Oh, los brazos de Harry. No deseo
estar en ninguna otra parte.
—______. —Me zarandea suavemente—. ¿Qué pasa? ¿Estás enferma?
Niego con la cabeza y me doy cuenta de que necesito empezar a explicarme.
—Jack —susurro, y, más que ver, percibo una fugaz mirada de Harry a
Taylor, que desaparece rápidamente en el interior del edificio.
—¡Por Dios! —Harry me rodea con sus brazos—. ¿Qué te ha hecho ese
canalla?
Y, en mitad de toda esta locura, una risita tonta brota de mi garganta.
Recuerdo a Jack, absolutamente conmocionado, cuando le agarré del dedo.
—Más bien qué le he hecho yo a él.
Me echo a reír y no puedo parar.
—¡__________!
Harry vuelve a zarandearme, y la risa histérica se calma.
—¿Te ha tocado?
—Solo una vez.
Harry, dominado por la rabia, comprime y tensa los músculos, y se pone
de pie con agilidad, poderoso, con la firmeza de una roca, conmigo en brazos. Está
furioso. ¡No!
—¿Dónde está ese cabrón?
Se oyen gritos ahogados dentro del edificio. Harry me deja en el suelo.
—¿Puedes sostenerte en pie?
Yo asiento.
—No entres. No, Harry.
De pronto ha vuelto el miedo, miedo de lo que Harry le hará a Jack.
—Sube al coche —me ordena a gritos.
—Harry, no —digo, sujetándole del brazo.
—Entra en el maldito coche, ________.
Se suelta de mí.
—¡No! ¡Por favor! —le suplico—. Quédate. No me dejes sola.
Utilizo mi último recurso.
Harry, furioso, se pasa la mano por el pelo y me clava una mirada llena
de indecisión. Los gritos en el interior del edificio aumentan, y luego cesan de repente.
Oh, no. ¿Qué ha hecho Taylor?
Harry saca su BlackBerry.
—Harry, él tiene mis e-mails.
—¿Qué?
—Los e-mails que te he enviado. Quería saber dónde estaban los e-mails
que tú me has enviado a mí.
La mirada de Harry se torna asesina.
Maldita sea.
—¡Joder! —masculla, y me mira con los ojos entornados.
Marca un número en su Blackberry.
Oh, no. Me he metido en un buen lío. ¿A quién telefonea?
—Barney. Soy Styles. Necesito que accedas al servidor central de SIP y
elimines todos los e-mails que me ha enviado _______ Steele. Después accede a los
archivos personales de Jack Hyde para comprobar que no están almacenados allí. Si lo
están, elimínalos… Sí, todos. Ahora. Cuando esté hecho, házmelo saber.
Pulsa el botón de cortar llamada y luego marca otro número.
—Roach. Soy Styles. Hyde… le quiero fuera. Ahora. Ya. Llama a seguridad.
Haced que vacíe inmediatamente su mesa, o lo primero que haré mañana a primera
hora es liquidar esta empresa. Esos son todos los motivos que necesitas para darle la
carta de despido. ¿Entendido?
Se queda escuchando un momento y luego cuelga, aparentemente satisfecho.
—La BlackBerry… —sisea entre dientes.
—Por favor, no te enfades conmigo.
—Ahora mismo estoy muy enfadado contigo —gruñe, y vuelve a pasarse la
mano por el pelo—. Entra en el coche.
—Harry, por favor…
—Entra en el jodido coche, _______. No me obligues a tener que meterte
yo personalmente —me amenaza, con los ojos centelleantes de ira.
Maldita sea.
—No hagas ninguna tontería, por favor —le suplico.
—¡Tonterías! —explota—. Te dije que usaras tu jodida BlackBerry. A mí
no me hables de tonterías. Entra en el puto coche, ______--… ¡Ahora! —brama, y yo
me estremezco de miedo.
Este es el Harry furioso. Nunca le he visto tan enfadado. Apenas puede
controlarse.
—Vale —musito, y se apacigua—. Pero, por favor, ve con cuidado.
Él aprieta los labios, convertidos ahora en una fina línea, y señala airado
hacia el coche, mirándome fijamente.
Vaya, vale…Ya lo he captado.
—Por favor, ve con cuidado. No quiero que te pase nada. Me moriría —
murmuro.
Él parpadea y se tranquiliza, bajando el brazo e inspirando profundamente.
—Iré con cuidado —dice, y su mirada se dulcifica.
Oh, gracias a Dios. Sus ojos refulgen mientras observa cómo me dirijo al
coche, abro la puerta del pasajero y entro. Una vez que estoy sana y salva en el Audi,
él desaparece en el interior del edificio, y yo vuelvo a sentir el corazón en la garganta.
¿Qué piensa hacer?
Me siento y espero. Y espero. Y espero. Cinco minutos eternos. El taxi de
Jack aparca delante del Audi. Diez minutos. Quince. Dios… ¿qué están haciendo ahí
dentro, y cómo estará Taylor? La espera es un martirio.
Al cabo de veinticinco minutos, Jack sale del edificio cargado con una caja
de cartón. Detrás de él aparece el guardia de seguridad. ¿Dónde estaba antes? Después
salen Harry y Taylor. Jack parece aturdido. Va directo al taxi, y yo me alegro de
que el Audi tenga los cristales ahumados y no pueda verme. El taxi arranca —no creo
que se dirija al aeropuerto—, y Harry y Taylor se acercan al coche.
Harry abre la puerta del conductor y se desliza en el asiento,
seguramente porque yo estoy delante, y Taylor se sienta detrás de mí. Ninguno de los
dos dice una palabra cuando Harry pone el coche en marcha y se incorpora al
tráfico. Yo me atrevo a mirar de reojo a Cincuenta. Tiene los labios apretados, pero
parece abstraído. Suena el teléfono del coche.
—Styles —espeta Harry.
—Señor Styles, soy Barney.
—Barney, estoy en el manos libres y hay más gente en el coche —advierte.
—Señor, ya está todo hecho. Pero tengo que hablar con usted sobre otras
cosas que he encontrado en el ordenador del señor Hyde.
—Te llamaré cuando llegue. Y gracias, Barney.
—Muy bien, señor Styles.
Barney cuelga. Su voz parecía la de alguien mucho más joven de lo que me
esperaba.
¿Qué más habrá en el ordenador de Jack?
—¿No vas a hablarme? —pregunto en voz baja.
Harry me mira, vuelve a fijar la vista en la carretera, y me doy cuenta de
que sigue enfadado.
—No —replica en tono adusto.
Oh, ya estamos… qué infantil. Me rodeo el cuerpo con los brazos, y
observo por la ventanilla con la mirada perdida. Quizá debería pedirle que me dejara
en mi apartamento; así podría «no hablarme» desde la tranquilidad del Escala y
ahorrarnos a ambos la inevitable pelea. Pero, en cuanto lo pienso, sé que no quiero
dejarle dándole vueltas al asunto. No después de lo de ayer.
Finalmente nos detenemos delante de su edificio, y Harry se apea.
Rodea el coche con su elegante soltura y me abre la puerta.
—Vamos —ordena, mientras Taylor ocupa el asiento del conductor.
Yo cojo la mano que me tiende y le sigo a través del inmenso vestíbulo
hasta el ascensor. No me suelta.
—Harry, ¿por qué estás tan enfadado conmigo? —susurro mientras
esperamos.
—Ya sabes por qué —musita. Entramos al ascensor y marca el código del
piso—. Dios, si te hubiera pasado algo, a estas horas él ya estaría muerto.
El tono de Harry me congela la sangre. Las puertas se cierran.
—Créeme, voy a arruinar su carrera profesional para que no pueda volver a
aprovecharse de ninguna jovencita nunca más, una excusa muy miserable para un
hombre de su calaña. —Menea la cabeza—. ¡Dios, ________!
Y de pronto me sujeta y me aprisiona contra una esquina del ascensor.
Hunde una mano en mi pelo y me atrae con fuerza hacia él. Su boca busca la
mía, y me besa con apasionada desesperación. No sé por qué me coge por sorpresa,
pero lo hace. Yo saboreo su alivio, su anhelo y los últimos vestigios de su rabia,
mientras su lengua posee mi boca. Se para, me mira fijamente, y apoya todo su peso
sobre mí, de forma que no puedo moverme. Me deja sin aliento y me aferro a él para
sostenerme. Alzo la mirada hacia su hermoso rostro, marcado por la determinación y la
mayor seriedad.
—Si te hubiera pasado algo… si él te hubiera hecho daño… —Noto el
estremecimiento que recorre su cuerpo—. La BlackBerry —ordena en voz baja—. A
partir de ahora. ¿Entendido?
Yo asiento y trago saliva, incapaz de apartar la vista de su mirada grave y
fascinante.
Cuando el ascensor se para, se yergue y me suelta.
—Dice que le diste una patada en las pelotas.
Harry ha aligerado el tono. Ahora su voz tiene cierto matiz de
admiración, y creo que estoy perdonada.
—Sí —susurro, aún sin recuperarme del todo de la intensidad de su beso y
su vehemente exigencia.
—Bien.
—Ray estuvo en el ejército. Me enseñó muy bien.
—Me alegro mucho de que lo hiciera —musita, y añade arqueando una ceja
—: Lo tendré en cuenta.
Me da la mano, me conduce fuera del ascensor y yo le sigo, aliviada. Me
parece que su mal humor ya no empeorará.
—Tengo que llamar a Barney. No tardaré.
Desaparece en su estudio, y me deja plantada en el inmenso salón. La
señora Jones está dando los últimos toques a nuestra cena. Me doy cuenta de que estoy
hambrienta, pero necesito hacer algo.
—¿Puedo ayudar? —pregunto.
Ella se echa a reír.
—No, ________. ¿Puedo servirle una copa o algo? Parece agotada.
—Me encantaría una copa de vino.
—¿Blanco?
—Sí, por favor.
Me siento en uno de los taburetes y ella me ofrece una copa de vino frío.
No lo conozco, pero está delicioso, entra bien y calma mis nervios crispados. ¿En qué
había estado pensando antes? En lo viva que me sentía desde que había conocido a
Harry. En que mi vida se había convertido en algo emocionante. Caray… ¿no
podría tener al menos un par de días aburridos?
¿Y si nunca hubiera conocido a Harry? Ahora mismo estaría refugiada
en mi apartamento, hablando con Ethan, completamente alterada por el incidente con
Jack y sabiendo que tendría que volver a encontrarme con ese canalla el viernes. Tal
como están las cosas ahora, es muy probable que nunca vuelva a verle. Pero ¿para
quién trabajaré? Frunzo el ceño. No había pensado en eso. Vaya… ¿seguiré teniendo
trabajo siquiera?
—Buenas noches, Gail.
Harry vuelve a entrar en el salón y me distrae de mis pensamientos. Va
directamente a la nevera y se sirve una copa de vino.
—Buenas noches, señor Styles. ¿Cenarán a las diez, señor?
—Me parece muy bien.
Harry alza su copa.
—Por los ex militares que entrenan bien a sus hijas —dice, y se le suaviza
la mirada.
—Salud —musito, y levanto mi copa.
—¿Qué pasa? —pregunta Harry.
—No sé si todavía tengo trabajo.
Él ladea la cabeza.
—¿Sigues queriendo tenerlo?
—Claro.
—Entonces todavía lo tienes.
Así de simple. ¿Ves? Él es el amo y señor de mi universo. Le miro con los
ojos en blanco y él sonríe.
* * *
La señora Jones ha preparado un exquisito pastel de pollo, y se ha retirado
para que disfrutemos del fruto de su trabajo. Ahora que ya puedo comer algo, me siento
mucho mejor. Estamos sentados en la barra del desayuno, y aunque intento engatusarlo,
Harry se niega a contarme qué ha descubierto Barney en el ordenador de Jack.
Aparco el tema, y decido en su lugar abordar el espinoso asunto de la inminente visita
de José.
—Me ha llamado José —digo en tono despreocupado.
—¿Ah?
Harry se da la vuelta para mirarme.
—Quiere traer tus fotografías el viernes.
—Una entrega personal. Qué cortés por su parte —apunta Harry.
—Quiere salir. A tomar algo. Conmigo.
—Ya.
—Para entonces seguramente Perrie y Elliot ya habrán vuelto —añado
enseguida.
Harry deja el tenedor y me mira con el ceño fruncido.
—¿Qué me estás pidiendo exactamente?
Le miro enojada.
—No te estoy pidiendo nada. Te estoy informando de mis planes para el
viernes. Mira, yo quiero ver a José, y él necesita un sitio para dormir. Puede que se
quede aquí o en mi apartamento, pero si lo hace yo también debería estar allí.
Harry abre mucho los ojos. Parece anonadado.
—Intentó propasarse contigo.
—Harry, eso fue hace varias semanas. Él estaba borracho, yo estaba
borracha, tú lo solucionaste… no volverá a pasar. Él no es Jack, por el amor de Dios.
—Ethan está aquí. Él puede hacerle compañía.
—Quiere verme a mí, no a Ethan.
Harry me mira ceñudo.
—Solo es un amigo —digo en tono enfático.
—No me hace ninguna gracia.
¿Y qué? Dios, a veces es crispante. Inspiro profundamente.
—Es amigo mío, Harry. No le he visto desde la inauguración de la
exposición. Y estuve muy poco rato. Yo sé que tú no tienes ningún amigo, aparte de esa
espantosa mujer, pero yo no me quejo de que la veas —replico. Harry parpadea,
estupefacto—. Tengo ganas de verle. No he sido una buena amiga.
Mi subconsciente está alarmada. ¿Estás teniendo una pequeña pataleta?
¡Cálmate!
Los ojos Verdes de Harry refulgen al mirarme.
—¿Eso es lo que piensas? —dice entre dientes.
—¿Lo que pienso de qué?
—Sobre Elena. ¿Preferirías que no la viera?
—Exacto. Preferiría que no la vieras.
—¿Por qué no lo has dicho antes?
—Porque no me corresponde a mí decirlo. Tú la consideras tu única amiga.
—Me encojo de hombros, exasperada. Realmente no lo entiende. ¿Cómo se ha
convertido esto en una conversación sobre Elena? Yo ni siquiera quiero pensar en ella.
Trato de volver al tema de José—. Del mismo modo que no te corresponde a ti decir si
puedo o no puedo ver a José. ¿No lo entiendes?
Harry me mira fijamente, creo que perplejo. Oh, ¿qué estará pensando?
—Puede dormir aquí, supongo —musita—. Así podré vigilarle —comenta
en tono hosco.
¡Aleluya!
—¡Gracias! ¿Sabes?, si yo también voy a vivir aquí… —Me fallan las
palabras. Harry asiente. Sabe qué intento decirle—. Aquí no es que falte espacio
precisamente… —digo con una sonrisita irónica.
En sus labios se dibuja lentamente una sonrisa.
—¿Se está riendo de mí, señorita Steele?
—Desde luego, señor Styles.
Me pongo de pie por si empieza a calentársele la mano, recojo los platos y
los meto en el lavavajillas.
—Ya lo hará Gail.
—Lo estoy haciendo yo.
Me enderezo y le miro. Él me observa intensamente.
—Tengo que trabajar un rato —dice como disculpándose.
—Muy bien. Ya encontraré algo que hacer.
—Ven aquí —ordena, pero su voz es suave y seductora y sus ojos
apasionados.
Yo no dudo en caminar hacia él y rodearle el cuello. Él permanece sentado
en el taburete. Me envuelve entre sus brazos, me estrecha contra él y simplemente me
abraza.
—¿Estás bien? —susurra junto a mi cabello.
—¿Bien?
—¿Después de lo que ha pasado con ese cabrón? ¿Después de lo que
ocurrió ayer? —añade en voz baja y muy seria.
Yo miro al fondo de sus ojos, oscuros, graves. ¿Estoy bien?
—Sí —susurro.
Me abraza más fuerte, y me siento segura, apreciada y amada, todo a la vez.
Es maravilloso. Cierro los ojos, y disfruto de la sensación de estar en sus brazos. Amo
a este hombre. Amo su aroma embriagador, su fuerza, sus maneras volubles… mi
Cincuenta.
—No discutamos —murmura. Me besa el pelo e inspira profundamente—.
Hueles divinamente, como siempre, ________.
—Tú también —susurro, y le beso el cuello.
Me suelta, demasiado pronto.
—Terminaré en un par de horas.
* * *
Deambulo indolentemente por el piso. Harry sigue trabajando. Me he
duchado, me he puesto unos pantalones de chándal y una camiseta míos, y estoy
aburrida. No me apetece leer. Si me quedo quieta, me acuerdo de Jack y de sus dedos
sobre mi cuerpo.
Echo un vistazo a mi antiguo dormitorio, la habitación de las sumisas. José
puede dormir aquí: le gustarán las vistas. Son las ocho y cuarto y el sol está empezando
a ponerse por el oeste. Las luces de la ciudad centellean allá abajo. Es algo
maravilloso. Sí, a José le gustará estar aquí. Me pregunto vagamente dónde colgará
Harry las fotos que me hizo José. Preferiría que no lo hiciera. No me apetece verme
a mí misma.
Salgo de nuevo al pasillo y acabo frente a la puerta del cuarto de juegos, y,
sin pensarlo, intento abrir el pomo. Harry suele cerrarla con llave, pero, para mi
sorpresa, la puerta se abre. Qué raro. Sintiéndome como una niña que hace novillos y
se interna en un bosque prohibido, entro. Está oscuro. Pulso el interruptor y las luces
bajo la cornisa se encienden con un tenue resplandor. Es tal como lo recordaba. Una
habitación como un útero.
Surgen en mi mente recuerdos de la última vez que estuve aquí. El
cinturón… tiemblo al recordarlo. Ahora cuelga inocentemente, alineado junto a los
demás, en la estantería que hay junto a la puerta. Paso los dedos, vacilante, sobre los
cinturones, las palas, las fustas y los látigos. Dios. Esto es lo que necesito aclarar con
el doctor Flynn. ¿Puede alguien que tiene este estilo de vida dejarlo sin más? Parece
muy poco probable. Me acerco a la cama, me siento sobre las suaves sábanas de satén
rojo, y echo una ojeada a todos esos artilugios.
A mi lado está el banco, y encima el surtido de varas. ¡Cuántas hay! ¿No le
bastará solo con una? Bien, cuanto menos sepa de todo esto, mejor. Y la gran mesa. No
sé para qué la usa Harry, nosotros nunca la probamos. Me fijo en el Chesterfield, y
voy a sentarme en él. Es solo un sofá, no tiene nada de extraordinario: no hay nada para
atar a nadie, por lo que puedo ver. Miro detrás de mí y veo la cómoda. Siento
curiosidad. ¿Qué guardará ahí?
Cuando abro el cajón de arriba, noto que la sangre late con fuerza en mis
venas. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Tengo la sensación de estar haciendo algo ilícito,
como si invadiera una propiedad privada, cosa que evidentemente estoy haciendo.
Pero si él quiere casarse conmigo, bueno…
Dios santo, ¿qué es todo esto? Una serie de instrumentos y extrañas
herramientas —no tengo ni idea de qué son ni para qué sirven— están dispuestos
cuidadosamente en el cajón. Cojo uno. Tiene forma de bala, con una especie de mango.
Mmm… ¿qué demonios haces con esto? Estoy atónita, pero creo que me hago una idea.
¡Hay cuatro tamaños distintos! Se me eriza el vello, y en ese momento levanto la vista.
Harry está en el umbral, mirándome con expresión inescrutable. Me
siento como si me hubieran pillado con la mano en el tarro de los caramelos.
—Hola.
Sonrío muy nerviosa, consciente de tener los ojos muy abiertos y estar
mortalmente pálida.
—¿Qué estás haciendo? —dice suavemente, pero con cierto matiz
inquietante en la voz.
Oh, no. ¿Está enfadado?
—Esto… estaba aburrida y me entró la curiosidad —musito, avergonzada
de que me haya descubierto: dijo que tardaría dos horas.
—Esa es una combinación muy peligrosa.
Se pasa el dedo índice por el labio inferior en actitud pensativa, sin dejar
de mirarme ni un segundo. Yo trago saliva. Tengo la boca seca.
Entra lentamente en la habitación y cierra la puerta sin hacer ruido. Sus ojos
son como una llamarada Verde. Oh, Dios. Se inclina con aire indiferente sobre la
cómoda, pero intuyo que es una actitud engañosa. La diosa que llevo dentro no sabe si
es el momento de enfrentarse a la situación o de salir corriendo.
—¿Y, exactamente, sobre qué le entró la curiosidad, señorita Steele? Quizá
yo pueda informarle.
—La puerta estaba abierta… Yo…
Miro a Harry y contengo la respiración, insegura como siempre de cuál
será su reacción o qué debo decir. Tiene la mirada oscura. Creo que se está
divirtiendo, pero es difícil decirlo. Apoya los codos en la cómoda, con la barbilla
entre las manos.
—Hace un rato estaba aquí preguntándome qué hacer con todo esto. Debí
de olvidarme de cerrar.
Frunce el ceño un segundo, como si no echar la llave fuera un error terrible.
Yo arrugo la frente: no es propio de él ser olvidadizo.
—¿Ah?
—Pero ahora tú estás aquí, curiosa como siempre —dice con voz suave,
desconcertado.
—¿No estás enfadado? —musito, prácticamente sin aliento.
Él ladea la cabeza y sus labios se curvan en una mueca divertida.
—¿Por qué iba a enfadarme?
—Me siento como si hubiera invadido una propiedad privada… y tú
siempre te enfadas conmigo —añado bajando la voz, aunque me siento aliviada.
Harry vuelve a fruncir el ceño.
—Sí, la has invadido, pero no estoy enfadado. Espero que un día vivas aquí
conmigo, y todo esto —hace un gesto vago con la mano alrededor de la habitación—
será tuyo también.
¿Mi cuarto de juegos…? Le miro con la boca abierta: la idea cuesta mucho
de digerir.
—Por eso entré aquí antes. Intentaba decidir qué hacer. —Se da golpecitos
en los labios con el dedo índice—. ¿Así que siempre me enfado contigo? Esta mañana
no estaba enfadado.
Oh, eso es verdad. Sonrío al recordar a Harry cuando nos despertamos,
y eso hace que deje de pensar en qué pasará con el cuarto de juegos. Esta mañana
Cincuenta estuvo muy juguetón.
—Tenías ganas de diversión. Me gusta el Harry juguetón.
—¿Te gusta, eh?
Arquea una ceja, y en su encantadora boca se dibuja una sonrisa, un tímida
sonrisa. ¡Uau!
—¿Qué es esto? —pregunto, sosteniendo esa especie de bala de plata.
—Siempre ávida por saber, señorita Steele. Eso es un dilatador anal —dice
con delicadeza.
—Ah…
—Lo compré para ti.
¿Qué?
—¿Para mí?
Asiente despacio, con expresión seria y cautelosa.
Frunzo el ceño.
—¿Compras, eh… juguetes nuevos para cada sumisa?
—Algunas cosas. Sí.
—¿Dilatadores anales?
—Sí.
Muy bien… Trago saliva. Dilatador anal. Es de metal duro… seguramente
resulte bastante incómodo. Recuerdo la conversación que tuvimos después de mi
graduación sobre juguetes sexuales y límites infranqueables. Creo recordar que dije
que los probaría. Ahora, al ver uno de verdad, no sé si es algo que quiera hacer. Lo
examino una vez más y vuelvo a dejarlo en el cajón.
—¿Y esto?
Cojo un objeto de goma, negro y largo. Consiste en una serie de esferas que
van disminuyendo de tamaño, la primera muy voluminosa y la última muy pequeña.
Ocho en total.
—Un rosario anal —dice Harry observándome atentamente.
¡Oh! Las examino con horror y fascinación. Todas esas esferas, dentro de
mí… ¡ahí! No tenía ni idea.
—Causan un gran efecto si las sacas en mitad de un orgasmo —añade con
total naturalidad.
—¿Esto es para mí? —susurro.
—Para ti.
Asiente despacio.
—¿Este es el cajón de los juguetes anales?
Sonríe.
—Si quieres llamarlo así…
Lo cierro enseguida, en cuanto noto que me arden las mejillas.
—¿No te gusta el cajón de los juguetes anales? —pregunta divertido, con
aire inocente.
Le miro fijamente y me encojo de hombros, tratando de disimular con
descaro mi incomodidad.
—No estaría entre mis regalos de Navidad favoritos —comento con
indiferencia, y abro vacilante el segundo cajón.
Él sonríe satisfecho.
—En el siguiente cajón hay una selección de vibradores.
Lo cierro inmediatamente.
—¿Y en el siguiente? —musito.
Vuelvo a estar pálida, pero esta vez es de vergüenza.
—Ese es más interesante.
¡Oh! Abro el cajón titubeante, sin apartar los ojos de su hermoso rostro, que
muestra ahora cierta arrogancia. Dentro hay un surtido de objetos de metal y algunas
pinzas de ropa. ¡Pinzas de ropa! Cojo un instrumento grande de metal, como una
especie de clip.
—Pinzas genitales —dice Harry.
Se endereza y se acerca con total naturalidad hasta colocarse a mi lado. Yo
las guardo enseguida y escojo algo más delicado: dos clips pequeños encadenados.
—Algunas son para provocar dolor, pero la mayoría son para dar placer —
murmura.
—¿Qué es esto?
—Pinzas para pezones… para los dos.
—¿Para los dos? ¿Pechos?
Harry me sonríe.
—Bueno hay dos pinzas, nena. Sí, para los dos pechos. Pero no me refería a
eso. Me refería a que son tanto para el placer como para el dolor.
Ah. Me coge las pinzas de las manos.
—Levanta el meñique.
Hago lo que me dice, y me pone un clip en la punta del dedo. No duele
mucho.
—La sensación es muy intensa, pero cuando resulta más doloroso y
placentero es cuando las retiras.
Me quita el clip. Mmm, puede ser agradable. Me estremezco de pensarlo.
—Esto tiene buena pinta —murmuro, y Harry sonríe.
—¿No me diga, señorita Steele? Creo que se nota.
Asiento tímidamente y vuelvo a guardar las pinzas en el cajón. Harry se
inclina y saca otras dos.
—Estas son ajustables.
Las levanta para que las examine.
—¿Ajustables?
—Puedes llevarlas muy apretadas… o no. Depende del estado de ánimo.
¿Cómo consigue que suene tan erótico? Trago saliva, y para desviar su
atención saco un artefacto que parece un cortapizzas de dientes muy puntiagudos.
—¿Y esto?
Frunzo el ceño. No creo que en el cuarto de juegos haya nada que hornear.
—Esto es un molinete Wartenberg.
—¿Para…?
Lo coge.
—Dame la mano. Pon la palma hacia arriba.
Le tiendo la mano izquierda, me la sostiene con cuidado y me roza los
nudillos con su pulgar. Me estremezco por dentro. Su piel contra la mía siempre
consigue ese efecto. Luego pasa la ruedecita por encima de la palma.
—¡Ay!
Los dientes me pellizcan la piel: es algo más que dolor. De hecho, me hace
cosquillas.
—Imagínalo sobre tus pechos —murmura Harry lascivamente.
¡Oh! Me ruborizo y aparto la mano. Mi respiración y los latidos de mi
corazón se aceleran.
—La frontera entre el dolor y el placer es muy fina, ________—dice en
voz baja, y se inclina para volver a meter el artilugio en el cajón.
—¿Pinzas de ropa? —susurro.
—Se pueden hacer muchas cosas con pinzas de ropa.
Sus ojos arden.
Me inclino sobre el cajón y lo cierro.
—¿Eso es todo?
Harry parece divertido.
—No.
Abro el cuarto cajón y descubro un amasijo de cuero y correas. Tiro de una
de las correas… y compruebo que lleva una bola atada.
—Una mordaza de bola. Para que estés callada —dice Harry, que sigue
divirtiéndose.
—Límite tolerable —musito.
—Lo recuerdo —dice—. Pero puedes respirar. Los dientes se clavan en la bola.
Me quita la mordaza y simula con los dedos una boca mordiendo la bola.
—¿Tú has usado alguna de estas? —pregunto.
Se queda muy quieto y me mira.
—Sí.
—¿Para acallar tus gritos?
Cierra los ojos, creo que con gesto exasperado.
—No, no son para eso.
¿Ah?
—Es un tema de control, _________. ¿Sabes lo indefensa que te sentirías si
estuvieras atada y no pudieras hablar? ¿El grado de confianza que deberías mostrar,
sabiendo que yo tengo todo ese poder sobre ti? ¿Que yo debería interpretar tu cuerpo y
tu reacción, en lugar de oír tus palabras? Eso te hace más dependiente, y me da a mí el
control absoluto.
Trago saliva.
—Suena como si lo echaras de menos.
—Es lo que conozco —murmura.
Tiene los ojos muy abiertos y serios, y la atmósfera entre los dos ha
cambiado, como si ahora se estuviera confesando.
—Tú tienes poder sobre mí. Ya lo sabes —susurro.
—¿Lo tengo? Tú me haces sentir… vulnerable.
—¡No! —Oh, Cincuenta…—. ¿Por qué?
—Porque tú eres la única persona que conozco que puede realmente
hacerme daño.
Alarga la mano y me recoge un mechón de pelo por detrás de la oreja.
—Oh, Harry… esto es así tanto para ti como para mí. Si tú no me
quisieras…
Me estremezco, y bajo la vista hacia mis dedos entrelazados. Ahí radica mi
otra gran duda sobre nosotros. Si él no estuviera tan… destrozado, ¿me querría?
Sacudo la cabeza. Debo intentar no pensar en eso.
—Lo último que quiero es hacerte daño. Yo te amo —murmuro, y alargo las
manos para pasarle los dedos sobre las patillas y acariciarle con dulzura las mejillas.
Él inclina la cara para acoger esa caricia. Arroja la mordaza en el cajón y,
rodeándome por la cintura, me atrae hacia él.
—¿Hemos terminado ya con la exposición teórica? —pregunta con voz
suave y seductora.
Sube la mano por mi espalda hasta la nuca.
—¿Por qué? ¿Qué querías hacer?
Se inclina y me besa tiernamente, y yo, aferrada a sus brazos, siento que me
derrito.
—_____, hoy han estado a punto de agredirte.
Su tono de voz es dulce, pero cauteloso.
—¿Y? —pregunto, gozando de su proximidad y del tacto de su mano en mi
espalda.
Él echa la cabeza hacia atrás y me mira con el ceño fruncido.
—¿Qué quieres decir con «Y»? —replica.
Contemplo su rostro encantador y malhumorado.
—Harry, estoy bien.
Me rodea entre sus brazos aún más fuerte.
—Cuando pienso en lo que podría haber pasado —murmura, y hunde la
cara en mi pelo.
—¿Cuándo aprenderás que soy más fuerte de lo que aparento? —susurro
para tranquilizarle, pegada a su cuello, inhalando su delicioso aroma.
No hay nada en este mundo como estar entre los brazos de Christian.
—Sé que eres fuerte —musita en tono pensativo.
Me besa el pelo, pero entonces, para mi gran decepción, me suelta. ¿Ah?
Me inclino y saco otro artilugio del cajón abierto: varias esposas sujetas a
una barra. Lo levanto.
—Esto —dice Harry, y se le oscurece la mirada— es una barra
separadora, con sujeciones para los tobillos y las muñecas.
—¿Cómo funciona? —pregunto, realmente intrigada.
—¿Quieres que te lo enseñe? —musita sorprendido, y cierra los ojos un
momento.
Le miro. Cuando abre los ojos, centellean.
—Sí. Quiero una demostración. Me gustar estar atada —susurro, mientras
la diosa que llevo dentro salta con pértiga desde el búnker a su chaise longue.
—Oh, ________ —murmura.
De repente parece afligido.
—¿Qué?
—Aquí no.
—¿Qué quieres decir?
—Te quiero en mi cama, no aquí.
Coge la barra, me toma de la mano y me hace salir rápidamente del cuarto.
¿Por qué nos vamos? Echo un vistazo a mi espalda al salir.
—¿Por qué no aquí?
Harry se para en la escalera y me mira fijamente con expresión grave.
—________, puede que tú estés preparada para volver ahí dentro, pero yo no. La
última vez que estuvimos ahí, tú me abandonaste. Te lo he repetido muchas veces,
¿cuándo lo entenderás?
Frunce el ceño y me suelta para poder gesticular con la mano libre.
—Mi actitud ha cambiado totalmente a consecuencia de aquello. Mi forma
de ver la vida se ha modificado radicalmente. Ya te lo he dicho. Lo que no te he dicho
es… —Se para y se pasa la mano por el pelo, buscando las palabras adecuadas—. Yo
soy como un alcohólico rehabilitado, ¿vale? Es la única comparación que se me
ocurre. La cumpulsión ha desaparecido, pero no quiero enfrentarme a la tentación. No
quiero hacerte daño.
Parece tan lleno de remordimiento, que en ese momento me invade un dolor
agudo y persistente. ¿Qué le he hecho a este hombre? ¿He mejorado su vida? Él era
feliz antes de conocerme, ¿no es cierto?
—No puedo soportar hacerte daño, porque te quiero —añade, mirándome
fijamente con expresión de absoluta sinceridad, como un niño pequeño que dice una
verdad muy simple.
Muestra un aire completamente inocente, que me deja sin aliento. Le adoro
más que a nada ni a nadie. Amo a este hombre incondicionalmente.
Me lanzo a sus brazos con tanta fuerza que tiene que soltar lo que lleva para
cogerme, y le empujo contra la pared. Le sujeto la cara entre las manos, acerco sus
labios a los míos y saboreo su sorpresa cuando le meto la lengua en la boca. Estoy en
un escalón por encima del suyo: ahora estamos al mismo nivel, y me siento eufórica de
poder. Le beso apasionadamente, enredando los dedos en su cabello, y quiero tocarle,
por todas partes, pero me reprimo consciente de su temor. A pesar de todo, mi deseo
brota, ardoroso y contundente, floreciendo desde lo más profundo. Él gime y me sujeta
por los hombros para apartarme.
—¿Quieres que te folle en las escaleras? —murmura con la respiración
entrecortada—. Porque lo haré ahora mismo.
—Sí —musito, y estoy segura de que mi oscura mirada de deseo es igual a
la suya.
Me fulmina con sus ojos, entreabiertos e impetuosos.
—No. Te quiero en mi cama.
De pronto me carga sobre sus hombros y yo reacciono con un chillido
estridente, y él me da un cachete fuerte en el trasero, y yo chillo otra vez. Se dispone a
bajar las escaleras, pero antes se agacha para recoger del suelo la barra separadora.
La señora Jones sale del cuarto de servicio cuando atravesamos el pasillo.
Nos sonríe, y yo la saludo boca abajo, con expresión de disculpa. No creo que
Harry se haya percatado siquiera de su presencia.
Al llegar al dormitorio, me deja de pie en el suelo y tira la barra sobre la
cama.
—Yo no creo que vayas a hacerme daño —susurro.
—Yo tampoco creo que vaya a hacerte daño —dice.
Me coge la cabeza entre las manos y me besa larga e intensamente,
encendiéndome la sangre ya inflamada.
—Te deseo tanto —murmura jadeando junto a mi boca—. ¿Estás segura de
esto… después de lo de hoy?
—Sí. Yo también te deseo. Quiero desnudarte.
Estoy impaciente por tocarle… mis dedos se mueren por acariciarle.
Abre mucho los ojos y por un segundo duda, tal vez sopesando mi petición.
—De acuerdo —dice cautelosamente.
Acerco una mano al segundo botón de su camisa y noto cómo contiene la
respiración.
—No te tocaré si no quieres —susurro.
—No —contesta enseguida—. Hazlo. No pasa nada. Estoy bien —añade.
Desabrocho el botón con delicadeza y deslizo los dedos sobre la camisa
hasta el siguiente. Él tiene los ojos muy abiertos, brillantes. Separa los labios y respira
con dificultad. Incluso cuando tiene miedo es tan hermoso… a causa de ese miedo.
Desabrocho el tercer botón y palpo el vello suave que asoma a través de la amplia
abertura de la camisa.
—Quiero besarte aquí —murmuro.
Él inspira bruscamente.
—¿Besarme?
—Sí.
Jadea mientras desabrocho el siguiente botón y me inclino hacia delante
muy despacio, para dejar claras mis intenciones. Él contiene la respiración, pero se
queda inmóvil cuando le doy un leve beso en medio de esos suaves rizos ahora
visibles. Desabrocho el último botón y alzo la cara hacia él. Me está observando
fijamente con una expresión de satisfacción, tranquila y… maravillada.
—Cada vez es más fácil, ¿verdad? —pregunto con un hilo de voz.
Él asiente, y yo le aparto lentamente la camisa de los hombros y la dejo
caer al suelo.
—¿Qué me has hecho, _____? —murmura—. Sea lo que sea, no pares.
Y me acoge en sus brazos. Hunde las dos manos en mi cabello y me echa la
cabeza hacia atrás para acceder fácilmente a mi cuello.
Desliza los labios hasta mi barbilla y me muerde suavemente, haciéndome
gemir. Oh, cómo deseo a este hombre. Mis dedos palpan a tientas la cinturilla de su
pantalón, desabrocho el botón y bajo la cremallera.
—Oh, nena.
Suspira y me besa detrás de la oreja. Noto su erección, firme y dura,
presionándome. Le deseo… en mi boca. De pronto doy un paso atrás y me pongo de
rodillas.
—¡Uau! —gime.
Le bajo los pantalones y los boxers de un tirón, y su miembro emerge
libremente. Antes de que pueda detenerme, lo tomo entre los labios y chupo con fuerza.
Él abre la boca y yo disfruto de su repentina perplejidad. Baja la mirada hacia mí, y
observa todos mis movimientos con los ojos enturbiados y llenos de placer carnal. Ah.
Me cubro los dientes con los labios y succiono con más fuerza. Él cierra los ojos y se
rinde al exquisito placer sensual. Sé lo que le hago, y es placentero, liberador y
endiabladamente sexy. La sensación es embriagadora: no solo soy poderosa… soy
omnisciente.
—Joder —sisea, y me acuna dulcemente la cabeza, flexiona las caderas y
penetra mi boca más a fondo.
Oh, sí, deseo esto, y rodeo su miembro con la lengua, tiro con firmeza…
una y otra vez.
—_______…
Intenta echarse atrás.
Oh, no, no lo hagas, Styles. Te deseo. Sujeto sus caderas con fuerza
duplicando mis esfuerzos, y noto que está a punto.
—Por favor —jadea—. Voy a correrme, _________.
Bien. La diosa que llevo dentro echa la cabeza hacia atrás en pleno éxtasis,
y él se corre, entre gritos lúbricos, dentro de mi boca.
Abre sus brillantes ojos Verdes, baja la vista hacia mí y yo le miro
sonriendo, lamiéndome los labios. Él me devuelve la sonrisa, y es una sonrisa pícara y
salaz.
—¿Ah, o sea que ahora jugamos a esto, señorita Steele?
Se inclina, me coge por las axilas y me pone de pie con fuerza. De pronto
su boca está pegada a la mía. Y gruñe lascivamente.
—Estoy notando mi propio sabor. El tuyo es mejor —musita pegado a mis
labios.
De pronto me quita la camiseta y la tira al suelo, me levanta y me arroja
sobre la cama. Coge mis pantalones por los bajos y me los quita bruscamente con un
solo movimiento. Ahora estoy desnuda y abierta para él en su cama. Esperando.
Anhelando. Me saborea con la mirada, y lentamente se quita el resto de la ropa sin
apartar los ojos de mí.
—Eres una mujer preciosa, ___________ —murmura con admiración.
Mmm… Inclino la cabeza a un lado y le sonrío, coqueta.
—Tú eres un hombre precioso, Harry, y sabes extraordinariamente bien.
Me sonríe maliciosamente y coge la barra separadora. Me agarra el tobillo
izquierdo, lo sujeta rápidamente y aprieta la anilla de la esposa, pero no mucho.
Comprueba el espacio que queda, deslizando el meñique entre mi tobillo y el metal. No
deja de mirarme a los ojos; no necesita ver lo que está haciendo. Mmm… ya ha hecho
esto antes.
—Ahora, hemos de comprobar cómo sabe usted. Si no recuerdo mal, es
usted una rara y delicada exquisitez, señorita Steele.
Oh.
Me sujeta el otro tobillo, y me lo esposa también con rapidez y eficacia, de
manera que quedan unos sesenta centímetros de separación entre mis pies.
—Lo bueno de este separador es que es extensible —dice.
Aprieta algo en la barra y después empuja, y mis piernas se abren más. Uau,
noventa centímetros de separación. Con la boca muy abierta, inspiro profundamente.
Dios, esto es muy erótico. Estoy ardiendo, inquieta y ansiosa.
Harry se lame el labio superior.
—Oh, vamos a divertirnos un poco con esto, _________.
Baja la mano, coge la barra y la gira de golpe, cogiéndome por sorpresa y
dejándome tumbada boca abajo.
—¿Ves lo que puedo hacerte? —dice turbadoramente, y vuelve a girarla de
golpe y quedo de nuevo tumbada boca arriba, mirándole boquiabierta y sin respiración
—. Estas otras esposas son para las muñecas. Pensaré en ello. Depende de si te portas
bien o no.
—¿Cuándo no me porto bien?
—Se me ocurren unas cuantas infracciones —dice en voz baja, y me pasa
los dedos por las plantas de los pies.
Me hace cosquillas, pero la barra me mantiene en mi sitio, aunque yo
intento apartar las plantas de sus dedos.
—Tu BlackBerry, para empezar.
Jadeo.
—¿Qué vas a hacer?
—Oh, yo nunca desvelo mis planes —dice sonriendo, y sus ojos brillan
malévolos.
¡Uau! Está tan alucinantemente sexy que me deja sin respiración. Se sube a
la cama y se coloca de rodillas entre mis piernas. Está gloriosamente desnudo y yo
estoy indefensa.
—Mmm… Está tan expuesta, señorita Steele.
Desliza los dedos de ambas manos por la parte interior de mis piernas,
despacio, dibujando pequeños círculos. Sin apartar los ojos de mí.
—Todo se basa en las expectativas, ___________. ¿Qué te voy a hacer?
Sus palabras quedas penetran directamente en la parte más profunda y
oscura de mi ser. Me retuerzo sobre la cama y gimo. Sus dedos continúan su lento
avance, suben por mis pantorrillas, pasan por la parte posterior de mis rodillas. Yo
quiero juntar las piernas instintivamente, pero no puedo.
—Recuerda que, si algo no te gusta, solo tienes que decirme que pare —
murmura.
Se inclina sobre mí y me besa y chupa el vientre con delicadeza, mientras
sus manos me acarician y siguen ascendiendo tortuosas y tentadoras por la parte interna
de mis muslos.
—Oh, por favor, Harry —suplico.
—Oh, señorita Steele. He descubierto que puede ser usted implacable en
sus ataques amorosos sobre mí. Creo que debo devolverle el favor.
Mis dedos se aferran al edredón y me rindo ante él, ante su boca que
emprende un delicado viaje hacia abajo y sus manos hacia arriba, convergiendo en el
vértice de mis muslos, expuesto y vulnerable. Cuando desliza sus dedos dentro de mí
gimo y alzo la pelvis para recibirlos. Harry responde con un jadeo.
—Nunca dejas de sorprenderme, ________. Estás tan húmeda —murmura sobre
la línea donde mi vello púbico se encuentra con mi vientre, y cuando su boca llega a mi
sexo, todo mi cuerpo se arquea.
Oh, Dios.
Inicia un ataque lento y sensual, su lengua gira y gira mientras sus dedos se
mueven en mi interior. Es intenso, muy intenso, porque no puedo cerrar las piernas, ni
moverme. Arqueo la espalda e intento absorber la sensación.
—Oh, Harry—grito.
—Lo sé, nena —susurra, y para destensarme un poco, sopla suavemente
sobre la parte más sensible de mi cuerpo.
—¡Aaah! ¡Por favor! —suplico.
—Di mi nombre —ordena.
—¡Harry! —grito con una voz tan estridente y ansiosa que apenas la
reconozco como mía.
—Otra vez —musita.
—¡Harry, Harry,Harry Styles! —grito con todas mis fuerzas.
—Eres mía.
Su voz es suave y letal, y ante un último giro de su lengua sucumbo,
espectacularmente, al orgasmo. Y como tengo las piernas tan separadas, la espiral de
sensaciones dura y dura y me siento perdida.
Soy vagamente consciente de que Harry me ha tumbado ahora boca
abajo.
—Vamos a intentar esto, nena. Si no te gusta o resulta demasiado incómodo,
dímelo y pararemos.
¿Qué? Estoy demasiado perdida en la dicha del orgasmo para elaborar una
idea consciente o coherente. Ahora estoy sentada en el regazo de Harry. ¿Cómo ha
ocurrido esto?
—Inclínate, nena —me murmura al oído—. Apoya la cabeza y el pecho
sobre la cama.
Aturdida, hago lo que me dice. Él me echa las dos manos hacia atrás y las
esposa a la barra, al lado de los tobillos. Oh… tengo las rodillas a la altura de la
barbilla y el trasero al aire y expuesto, absolutamente vulnerable, completamente suya.
—________, estás tan hermosa… —dice maravillado, y oigo cómo rasga el
envoltorio de aluminio.
Sus dedos se deslizan desde la base de mi columna hacia mi sexo, y se
demoran ligeramente sobre mi culo.
—Cuando estés lista, también querré esto. —Su dedo se adentra en mí.
Jadeo con fuerza y noto cómo me tenso ante su delicada exploración—. Hoy no, dulce
________, pero un día… te deseo en todas las formas posibles. Quiero poseer cada
centímetro de tu cuerpo. Eres mía.
Yo pienso en el dilatador anal, y todo se contrae en mis entrañas. Sus
palabras me provocan un gemido, y sus dedos siguen deslizándose hasta moverse
alrededor de un territorio más familiar.
Momentos después, me penetra con fuerza.
—¡Ay! Cuidado —grito, y se queda quieto.
—¿Estás bien?
—No tan fuerte… deja que me acostumbre.
Él sale de mí despacio y vuelve a entrar con cuidado, llenándome,
dilatándome, una vez, dos, y ya soy suya.
—Sí, bien, ahora sí —murmuro, gozando de la sensación.
Él gime, y empieza a coger ritmo. Se mueve… se mueve… despiadado…
adelante, atrás, llenándome… y es delicioso. Me hace feliz estar indefensa, feliz
rendirme a él, y feliz saber que puede perderse en mí del modo que desea. Soy capaz
de hacer esto. Él me lleva a esos lugares oscuros, lugares que yo no sabía siquiera que
existían, y juntos los llenamos de una luz cegadora. Oh, sí… una luz cegadora y
violenta.
Y me dejo ir, gozando de lo que me hace, descubriendo esa dulce, dulce
rendición, y vuelvo a correrme gritando muy fuerte su nombre. Y entonces él se queda
quieto y vierte en mí todo su corazón y toda su alma.
—_______, nena —grita, y se derrumba a mi lado.
Sus hábiles dedos deshacen las ataduras, y me masajea los tobillos y luego
las muñecas. Cuando termina y por fin estoy libre, me acoge en sus brazos y me
adormezco, exhausta.
Cuando recupero la conciencia, estoy acurrucada a su lado y él me está
mirando fijamente. No tengo ni idea de qué hora es.
—Podría pasarme la vida contemplando cómo duermes, _________ —murmura, y
me besa la frente.
Yo sonrío y me desperezo lánguidamente a su lado.
—No pienso dejar que te vayas nunca —dice en voz baja, y me rodea con
sus brazos.
Mmm…
—No quiero marcharme nunca. No me dejes marchar nunca —musito medio
dormida, sin fuerzas para abrir los párpados.
—Te necesito —susurra, pero su voz es una parte distante y etérea de mis
sueños.
Él me necesita… me necesita… y cuando finalmente me deslizo en la
oscuridad, mis últimos pensamientos son para un niñito de ojos Verdes y pelo cobrizo
sucio y revuelto, que me sonríe tímidamente.

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50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA - Página 8 Empty Re: 50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA

Mensaje por CarolineR2 Mar 25 Dic 2012, 11:38 am

Regalo De Navidad :)
Maraton 1/6

Mmm…
Harry me acaricia el cuello con la nariz y me despierto poco a poco.
—Buenos días, nena —susurra, y me mordisquea el lóbulo de la oreja.
Mis ojos se abren de golpe y se vuelven a cerrar enseguida. La brillante luz
de la mañana inunda la habitación y, tumbado a mi lado, él me acaricia suave y
provocativamente el pecho con la mano. Baja hasta la cadera, me agarra y me atrae
hacia él.
Yo me desperezo, disfrutando de sus caricias, y noto su erección contra mi
trasero. Oh. La alarma despertador estilo Harry Styles.
—Estás contento de verme —balbuceo medio dormida, y me retuerzo
sugerentemente contra él.
Noto que sonríe pegado a mi mejilla.
—Estoy muy contento de verte —dice, y desliza la mano sobre mi estómago
y más abajo, cubriéndome el sexo y explorándolo con los dedos—. Está claro que
despertarse con usted tiene sus ventajas, señorita Steele.
Y me da delicadamente la vuelta, hasta quedar tumbada boca arriba.
—¿Has dormido bien? —pregunta mientras sus dedos prosiguen su sensual
tortura.
Me mira sonriendo… con esa deslumbrante sonrisa de modelo masculino
cien por cien americano, una sonrisa fascinante de dentadura perfecta, que me deja
completamente sin aliento.
Mis caderas empiezan a balancearse al ritmo de la danza que han iniciado
sus dedos. Me besa recatadamente en los labios y luego desciende hasta el cuello,
mordisqueando despacio, besando, y chupando. Gimo. Actúa con delicadeza, y su
caricia es leve y celestial. Sus intrépidos dedos siguen bajando y desliza uno de ellos
en mi interior, despacio, y sisea sobrecogido.
—Oh, ________ —murmura en tono reverencial junto a mi garganta—. Siempre
estás dispuesta.
Mueve el dedo al tiempo que continúa besándome, y sus labios viajan
ociosos por mi clavícula y luego bajan hasta mis pechos. Con los dientes y los labios
tortura primero un pezón y luego el otro, pero… oh, con tanta ternura que se tensan y se
yerguen a modo de dulce respuesta.
Yo jadeo.
—Mmm —gruñe bajito, y levanta la cabeza para mirarme con sus ardientes
ojos verdes—. Te deseo ahora.
Alarga la mano hasta la mesilla. Se coloca sobre mí, apoya el peso en los
codos y frota la nariz contra la mía mientras usa las piernas para separar las mías. Se
arrodilla y rasga el envoltorio de aluminio.
—Estoy deseando que llegue el sábado —dice, y sus ojos brillan de placer
lascivo.
—¿Por tu cumpleaños? —contesto sin aliento.
—No. Para dejar de usar esta jodienda.
—Una expresión muy adecuada —digo con una risita.
Él me sonríe cómplice y se coloca el condón.
—¿Se está riendo de mí, señorita Steele?
—No.
Intento poner cara seria, sin conseguirlo.
—Ahora no es momento para risitas —dice en tono bajo y severo, haciendo
un gesto admonitorio con la cabeza, pero su expresión es… oh, Dios… glacial y
volcánica a la vez.
Siento un nudo en la garganta.
—Creía que te gustaba que me riera —susurro con voz ronca, perdiéndome
en las profundidades de sus ojos tormentosos.
—Ahora no. Hay un momento y lugar para la risa. Y ahora no es ni uno ni
otro. Tengo que callarte, y creo que sé cómo hacerlo —dice de forma inquietante, y me
cubre con su cuerpo.
* * *
—¿Qué le apetece para desayunar, __________?
—Solo tomaré muesli. Gracias, señora Jones.
Me sonrojo mientras ocupo mi sitio al lado de Harry en la barra del
desayuno. La última vez que la muy decorosa y formal señora Jones me vio, Harry
me llevaba a su dormitorio cargada sobre sus hombros.
—Estás muy guapa —dice Harry en voz baja.
Llevo otra vez la falda de tubo color gris y la blusa de seda también en gris.
—Tú también.
Le sonrío con timidez. Él lleva una camisa azul claro y vaqueros, y parece
relajado, fresco y perfecto, como siempre.
—Deberíamos comprarte algunas faldas más —comenta con naturalidad—.
De hecho, me encantaría llevarte de compras.
Uf… de compras. Yo odio ir de compras. Aunque con Harry quizá no
esté tan mal. Opto por la evasiva como mejor método de defensa.
—Me pregunto qué pasará hoy en el trabajo.
—Tendrán que sustituir a ese canalla.
Harry frunce el ceño con una mueca de disgusto, como si hubiera pisado
algo extremadamente desagradable.
—Espero que contraten a una mujer para ser mi jefa.
—¿Por qué?
—Bueno, así te opondrás menos a que salga con ella —le digo en broma.
Sus labios insinúan una sonrisa, y se dispone a comerse la tortilla.
—¿Qué te hace tanta gracia? —pregunto.
—Tú. Cómete el muesli. Todo, si no vas a comer nada más.
Mandón como siempre. Yo le hago un mohín, pero me pongo a ello.
* * *
—Y la llave va aquí.
Harry señala el contacto bajo el cambio de marchas.
—Qué sitio más raro —comento.
Pero estoy encantada con todos esos pequeños detalles, y prácticamente doy
saltitos sobre el confortable asiento de piel como una niña. Por fin Harry va a dejar
que conduzca mi coche.
Me observa tranquilamente, aunque en sus ojos hay un brillo jocoso.
—Estás bastante emocionada con esto, ¿verdad? —murmura divertido.
Asiento, sonriendo como una tonta.
—Tiene ese olor a coche nuevo. Este es aún mejor que el Especial para
Sumisas… esto… el A3 —añado enseguida, ruborizada.
Harry tuerce el gesto.
—¿Especial para Sumisas, eh? Tiene usted mucha facilidad de palabra,
señorita Steele.
Se echa hacia atrás con fingida reprobación, pero a mí no me engaña. Sé
que está disfrutando.
—Bueno, vámonos.
Hace un gesto con la mano hacia la entrada del garaje.
Doy unas palmaditas, pongo en marcha el coche y el motor arranca con un
leve ronroneo. Meto la primera, levanto el pie del freno y el Saab avanza suavemente.
Taylor, que está en el Audi detrás de nosotros, también arranca y cuando la puerta del
parking se levanta, nos sigue fuera del Escala hasta la calle.
—¿Podemos poner la radio? —pregunto cuando paramos en el primer
semáforo.
—Quiero que te concentres —replica.
—Harry, por favor, soy capaz de conducir con música.
Le pongo los ojos en blanco. Él me mira con mala cara, pero enseguida
acerca la mano a la radio.
—Con esto puedes escuchar la música de tu iPod y de tu MP3, además del
cedé —murmura.
De repente, un melodioso tema de Police inunda a un volumen demasiado
alto el interior del coche. Harry baja la música. Mmm… «King of Pain.»
—Tu himno —le digo con ironía, y en cuanto tensa los labios y su boca se
convierte en una fina línea, lamento lo que he dicho. Oh, no…—. Yo tengo ese álbum,
no sé dónde —me apresuro a añadir para distraer su atención.
Mmm… en algún sitio del apartamento donde he pasado tan poco tiempo.
Me pregunto cómo estará Ethan. Debería intentar llamarle hoy. No tendré
mucho que hacer en el trabajo.
Siento una punzada de ansiedad en el estómago. ¿Qué pasará cuando llegue
a la oficina? ¿Todo el mundo sabrá lo de Jack? ¿Estarán todos enterados de la
implicación de Harry? ¿Seguiré teniendo un empleo? Maldita sea, si no tengo
trabajo, ¿qué haré?
¡Cásate con el billonario, ________! Mi subconsciente aparece con su rostro más
enojoso. Yo no le hago caso… bruja codiciosa.
—Eh, señorita Lengua Viperina. Vuelve a la Tierra.
Harry me devuelve al presente y paro ante el siguiente semáforo.
—Estás muy distraída. Concéntrate, _______ —me increpa—. Los accidentes
ocurren cuando no estás atenta.

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Mensaje por CarolineR2 Mar 25 Dic 2012, 11:39 am

Regalo De Navidad :)
Maraton 2/6


Oh, por Dios santo… y de repente, me veo catapultada a la época en la que
Ray me enseñaba a conducir. Yo no necesito otro padre. Un marido quizá, un marido
pervertido. Mmm…
—Solo estaba pensando en el trabajo.
—Todo irá bien, nena. Confía en mí.
Harry sonríe.
—Por favor, no interfieras… Quiero hacer esto yo sola. Harry, por
favor. Es importante para mí —digo con toda la dulzura de la que soy capaz.
No quiero discutir. Su boca dibuja de nuevo una mueca fina y obstinada, y
creo que va a reñirme otra vez.
Oh, no.
—No discutamos,Harry. Hemos pasado una mañana maravillosa. Y
anoche fue… —me faltan las palabras—… divino.
Él no dice nada. Le miro de reojo y tiene los ojos cerrados.
—Sí. Divino —afirma en voz baja—. Lo dije en serio.
—¿El qué?
—No quiero dejarte marchar.
—No quiero marcharme.
Sonríe, y esa sonrisa nueva y tímida arrasa con todo lo que encuentra a su
paso. Uau, es realmente poderosa.
—Bien —dice sin más, y se relaja.
Entro en el aparcamiento que está a media manzana de SIP.
—Te acompañaré hasta el trabajo. Taylor me recogerá allí —sugiere
Harry.
Salgo con cierta dificultad del coche, limitada por la falda de tubo.
Harry baja con agilidad, cómodo con su cuerpo, o al menos esa es la impresión que
transmite. Mmm… alguien que no puede soportar que le toquen no puede sentirse tan
cómodo con su cuerpo. Frunzo el ceño ante ese pensamiento fugaz.
—No olvides que esta tarde a las siete hemos quedado con el doctor Flynn
—dice, y me tiende la mano.
Cierro la puerta con el mando y se la tomo.
—No me olvidaré. Confeccionaré una lista de preguntas para hacerle.
—¿Preguntas? ¿Sobre mí?
Asiento.
—Yo puedo contestar a cualquier pregunta que tengas sobre mí.
Harry parece ofendido.
Le sonrío.
—Sí, pero yo quiero la opinión objetiva de ese charlatán carísimo.
Frunce el ceño, y de repente me atrae hacia él y me sujeta con fuerza ambas
manos a la espalda.
—¿Seguro que es buena idea? —dice con voz baja y ronca.
Yo me echo hacia atrás y veo la larga sombra de la ansiedad acechando en
sus ojos muy abiertos, y se me desgarra el alma.
—Si no quieres que lo haga, no lo haré.
Le miro y deseo borrar la preocupación de su rostro a base de caricias.
Tiro de una de mis manos y él la suelta. Le toco la mejilla con ternura: el afeitado
matutino la ha dejado muy suave.
—¿Qué te preocupa? —pregunto con voz tranquila y dulce.
—Que me dejes.
—Harry, ¿cuántas veces tengo que decírtelo? No voy a dejarte. Ya me
has contado lo peor. No te abandonaré.
—Entonces, ¿por qué no me has contestado?
—¿Contestarte? —murmuro con fingida inocencia.
—Ya sabes de qué hablo, ________.
Suspiro.
—Quiero saber si soy bastante para ti,Harry. Nada más.
—¿Y mi palabra no te basta? —dice exasperado, y me suelta.
—Harry, todo esto ha sido muy rápido. Y tú mismo lo has reconocido,
estás destrozado de cincuenta mil formas distintas. Yo no puedo darte lo que necesitas
—musito—. Eso no es para mí, sobre todo después de haberte visto con Leila. ¿Quién
dice que un día no conocerás a alguien a quien le guste hacer lo que tú haces? ¿Y quién
dice que tú no… ya sabes… te enamorarás de ella? De alguien que se ajuste mucho
mejor a tus necesidades.
Pensar en Harry con otra persona me pone enferma. Bajo la mirada a
mis manos entrelazadas.
—Ya he conocido a varias mujeres a las que les gusta hacer lo que me
gusta hacer a mí. Y ninguna de ellas me atraía como me atraes tú. Nunca tuve la menor
conexión emocional con ninguna de ellas. No me había sucedido nunca, excepto
contigo, ________.
—Porque nunca les diste una oportunidad. Has pasado demasiado tiempo
encerrado en tu fortaleza, Harry. Mira, hablemos de esto más tarde. Tengo que ir a
trabajar. Quizá el doctor Flynn nos pueda orientar esta noche.
Esta es una conversación demasiado importante para tenerla en un parking a
las nueve menos diez de la mañana, y parece que Harry, por una vez, está de
acuerdo. Asiente, pero con gesto cauteloso.
—Vamos —ordena, y me tiende la mano.
* * *
Cuando llego a mi mesa, me encuentro una nota pidiéndome que acuda
directamente al despacho de Elizabeth. Mi corazón da un vuelco. Oh, ya está. Van a
despedirme.
—________.
Elizabeth me sonríe amablemente y me señala una silla frente a su mesa. Me
siento y la miro, expectante, confiando en que no oiga los latidos desbocados de mi
corazón. Ella se alisa su densa cabellera negra y sus ojos azul claro me miran
sombríos.
—Tengo malas noticias.
¡Malas, oh, no!
—Te he hecho venir para informarte de que Jack ha dejado la empresa de
forma bastante repentina.
Me sonrojo. Para mí eso no es ninguna mala noticia. ¿Debería decirle que
ya lo sabía?
—Su apresurada marcha ha dejado su puesto vacante, y nos gustaría que lo
ocuparas tú de momento, hasta que encontremos un sustituto.
¿Qué? Siento que la sangre deja de circular por mi cabeza. ¿Yo?
—Pero si solo hace poco más de una semana que trabajo aquí.
—Sí, __________, lo comprendo, pero Jack siempre estaba elogiando tu
talento. Tenía muchas esperanzas depositadas en ti.
Me quedo sin respiración. Sí, claro: tenía muchas esperanzas en hacérselo conmigo.
—Aquí tienes una descripción detallada de las funciones del puesto.
Estúdiala y podemos hablar de ello más tarde.
—Pero…
—Por favor, ya sé que es muy precipitado, pero tú ya has contactado con
los autores principales de Jack. Tus anotaciones en los textos no han pasado
desapercibidas a los otros editores. Tienes una mente aguda,_________. Todos
creemos que eres capaz de hacerlo.
—De acuerdo.
Esto no puede estar pasando.
—Mira, piénsatelo. Entretanto, puedes utilizar el despacho de Jack.
Se pone de pie, dando por terminada la reunión, y me tiende la mano. Se la
estrecho, totalmente aturdida.
—Yo estoy encantada de que se haya ido —murmura, y una expresión de
angustia aparece en su cara.
Dios santo. ¿Qué le habría hecho a ella?
Vuelvo a mi mesa, cojo mi BlackBerry y llamo a Harry.
Contesta al segundo tono.
—__________, ¿estás bien? —pregunta, preocupado.
—Me acaban de dar el puesto de Jack… —suelto de sopetón—, bueno,
temporalmente.
—Estás de broma —comenta, asombrado.
—¿Tú has tenido algo que ver con esto? —pregunto más bruscamente de lo
que pretendía.
—No… no, en absoluto. Quiero decir, con todos mis respetos, _________,
que solo llevas ahí poco más de una semana… y no lo digo con ánimo de ofender.
—Ya lo sé. —Frunzo el ceño—. Por lo visto, Jack me valoraba realmente.
—¿Ah, sí? —dice Harry en tono gélido, y luego suspira—. Bueno, nena,
si ellos creen que eres capaz de hacerlo, estoy seguro de que lo eres. Felicidades.
Quizá deberíamos celebrarlo después de reunirnos con el doctor Flynn.
—Mmm… ¿Estás seguro de que no has tenido nada que ver con esto?
Se queda callado un momento, y después dice con voz queda y
amenazadora:
—¿Dudas de mí? Me enoja mucho que lo hagas.
Trago saliva. Vaya, se enfada muy fácilmente.
—Perdona —musito, escarmentada.
—Si necesitas algo, házmelo saber. Aquí estaré. Y, _________…
—¿Qué?
—Utiliza la BlackBerry —añade secamente.
—Sí,Harry.
No cuelga, como yo esperaba, sino que inspira profundamente.
—Lo digo en serio. Si me necesitas, aquí estoy.
Sus palabras son mucho más amables, conciliadoras. Oh, es tan voluble…
cambia de humor como una veleta.
—De acuerdo —murmuro—. Más vale que cuelgue. Tengo que instalarme
en el despacho.
—Si me necesitas… Lo digo en serio —murmura.
—Lo sé. Gracias, Harry. Te quiero.
Noto que sonríe al otro lado del teléfono. Me lo he vuelto a ganar.
—Yo también te quiero, nena.
Ah, ¿me cansaré alguna vez de que me diga esas palabras?
—Hablamos después.
—Hasta luego, nena.
Cuelgo y echo un vistazo al despacho de Jack. Mi despacho. Dios santo…
_________ Steele, editora en funciones. ¿Quién lo habría dicho? Debería pedir más
dinero.
¿Qué pensaría Jack si se enterara? Tiemblo al pensarlo, y me pregunto
vagamente qué estará haciendo esta mañana; obviamente, no está en Nueva York como
esperaba. Entro en mi nuevo despacho, me siento en el escritorio y empiezo a leer la
descripción del trabajo.
A las doce y media, me llama Elizabeth.
—______, necesitamos que vengas a una reunión a la una en punto en la sala de
juntas. Asistirán Jerry Roach y Kay Bestie… ya sabes, el presidente y el
vicepresidente de la empresa, y todos los editores.
¡Maldición!
—¿Tengo que preparar algo?
—No, es solo una reunión informal que tenemos una vez al mes. E incluye
la comida.
—Allí estaré.
Cuelgo.
¡Madre mía! Reviso la lista actualizada de los autores de Jack. Sí, estoy
familiarizada con casi todos. Tengo los cinco manuscritos cuya publicación ya está en
marcha, y otros dos que deberíamos pensar seriamente en publicar. Respiro
profundamente: no puedo creer que ya sea hora de comer. El día ha pasado muy rápido
y eso me encanta. He tenido que asimilar tantas cosas esta mañana. Una señal acústica
en mi calendario me avisa de que tengo una cita.
¡Oh, no… Mia! Con tantas emociones me había olvidado de nuestro
almuerzo. Busco mi BlackBerry y trato de encontrar a toda prisa su número.
Suena mi teléfono.
—Es él, está en recepción —dice Claire en voz baja.
—¿Quién?
Por un segundo, pienso que puede ser Harry.
—El dios rubio.
—¿Ethan?
Oh, ¿qué querrá? Inmediatamente me siento culpable por no haberle
llamado.
Ethan, vestido con una camisa azul de cuadros, camiseta blanca y vaqueros,
sonríe de oreja a oreja en cuanto aparezco.
—¡Uau! Estás muy sexy, Steele —dice, asintiendo con admiración, y me da
un abrazo rápido.

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Mensaje por CarolineR2 Mar 25 Dic 2012, 11:40 am

Regalo De Navidad :)
Maraton 3/6

—¿Va todo bien? —pregunto.
Él frunce el ceño.
—Toda va bien, ________. Quería verte, eso es todo. Hacía unos días que no
sabía nada de ti y quería averiguar cómo te trata el magnate.
Me ruborizo y no puedo evitar sonreír.
—¡Vale! —exclama Ethan y levanta las manos—. Con esa sonrisa velada
me basta. No quiero saber nada más. He venido con la esperanza de que pudieras salir
a comer. Voy a matricularme en un curso de psicología en septiembre, aquí en Seattle.
Para mi máster.
—Oh, Ethan. Han pasado muchas cosas. Tengo mucho que contarte, pero
ahora mismo no puedo. Tengo una reunión. —Y de repente se me ocurre una idea—.
¿Podrías hacerme un gran favor, un favor enorme? —le pregunto, entrelazando las
manos en gesto de súplica.
—Claro —dice, perplejo ante mi petición.
—Había quedado para comer con la hermana de Harry y Elliot, pero no
puedo localizarla, y me acaba de surgir esta reunión. ¿Podrías llevarla a comer? ¿Por
favor?
—¡Uf, Ana! No quiero hacer de canguro de una mocosa.
—Por favor, Ethan.
Le dedico la mejor caída de las largas pestañas de mis ojos azules. Él alza
la mirada con expresión resignada y sé que le he pillado.
—¿Me cocinarás algo? —refunfuña.
—Claro, lo que sea, cuando quieras.
—¿Y dónde está ella?
—Está a punto de llegar.
Y, justo en ese momento, oigo su voz.
—¡__________! —grita desde la puerta.
Ambos nos damos la vuelta, y ahí está ella: tan alta y curvilínea, con su
negra melenita corta, lacia y brillante, y un minivestido verde menta, a juego con unos
zapatos de tacón alto con tiras alrededor de sus esbeltos tobillos. Está espectacular.
—¿La mocosa? —susurra él, mirándola boquiabierto.
—Sí. La mocosa que necesita un canguro —le respondo también en un
susurro—. Hola, Mia.
Le doy un rápido abrazo y ella se queda mirando a Ethan con bastante
descaro.
—Mia… este es Ethan, el hermano de Perrie.
Él asiente arqueando las cejas, sorprendido. Mia pestañea repetidamente y
le da la mano.
—Encantado de conocerte —murmura Ethan con delicadeza, y Mia, sin
palabras por una vez, vuelve a pestañear y se sonroja.
Oh vaya. Me parece que es la primera vez que la veo ruborizarse.
—Yo no puedo salir a comer —digo débilmente—. Pero Ethan ha aceptado
acompañarte, si te parece bien. ¿Podríamos quedar nosotras otro día?
—Claro —dice Mia en voz baja.
Mia hablando en voz baja, vaya una novedad.
—Sí. Ya me ocupo yo de ella. Hasta luego, ________ —dice Ethan, y le ofrece el
brazo a Mia.
Ella acepta con una sonrisa tímida.
—Adiós, __________. —Mia se vuelve hacia mí y dice sin palabras, con un guiño
exagerado—: ¡Oh, Dios mío!
¡Le gusta! Les despido con la mano mientras salen del edificio. Me
pregunto cuál será la actitud de Harry con respecto a las citas de su hermana.
Pensar en eso me inquieta. Ella tiene mi edad, de manera que no puede oponerse,
¿verdad?
Pero es que estamos hablando de Harry. Mi fastidiosa subconsciente ha
vuelto, con su expresión severa, su rebeca de punto y el bolso colgado del brazo.
Sacudo la cabeza para deshacerme de esa imagen. Mia es una mujer adulta y Harry
puede ser una persona razonable, ¿o no? Desecho esa idea y vuelvo al despacho de
Jack… esto… a mi despacho, para preparar la reunión.
A las tres y media ya estoy de vuelta. La reunión ha ido bien. Incluso he
conseguido que me aprueben los dos manuscritos que he propuesto. Estoy emocionada.
Sobre mi escritorio hay una enorme cesta de mimbre llena de unas
maravillosas rosas de color blanco y rosa pálido. Uau… solo ya el aroma resulta
cautivador. Cojo la tarjeta y sonrío. Sé quién las envía.
Felicidades, señorita Steele
¡Y lo has hecho todo tú sola!
Sin ayuda de tu muy amigo, compañero y megalómano presidente
Te quiero
Harry
Saco la BlackBerry para escribirle.
De: __________ Steele
Fecha: 16 de junio de 2011 15:43
Para: Harry Styles
Asunto: El megalómano…
… es mi tipo de maníaco favorito. Gracias por las preciosas flores. Han llegado en una enorme cesta de mimbre que me hace pensar en picnics y mantitas.
x
De: Harry Styles
Fecha: 16 de junio de 2011 15:55
Para: _________ Steele
Asunto: Aire libre
¿Maníaco, eh? Puede que el doctor Flynn tenga algo que decir sobre
esto.
¿Quieres ir de picnic?
Podemos divertirnos mucho al aire libre, _________…
¿Cómo va el día, nena?
Harry Styles
Presidente de Styles Enterprises Holdings, Inc.
Oh, Dios. Me ruborizo leyendo su respuesta.
De: ________ Steele
Fecha: 16 de junio de 2011 16:00
Para: Harry Styles
Asunto: Intenso
El día ha pasado volando. Apenas he tenido un momento para mí, para
pensar en nada que no fuera trabajo. ¡Creo que soy capaz de hacer esto! Te contaré
más en casa.
Eso del aire libre suena… interesante.
Te quiero.
____ x
P.D.: No te preocupes por el doctor Flynn.
Suena el teléfono de mi mesa. Es Claire desde recepción, desesperada por
saber quién ha enviado las flores y qué ha pasado con Jack. Enclaustrada en el
despacho todo el día, me he perdido los cotilleos. Le cuento apresuradamente que las
flores son de mi novio y que sé muy poco sobre la marcha de Jack. Vibra mi
BlackBerry: es un nuevo e-mail de Harry.
De: Harry Styles
Fecha: 16 de junio de 2011 16:09
Para: _________ Steele
Asunto: Intentaré…
… no preocuparme.
Hasta luego, nena. x
Harry Styles
Presidente de Styles Enterprises Holdings, Inc.
A las cinco y media, despejo mi mesa. Es increíble lo rápido que ha pasado
el día. Tengo que volver al Escala para preparar la entrevista con el doctor Flynn. No
he tenido tiempo siquiera de pensar en las preguntas. Puede que hoy tengamos una
reunión inicial, y quizá Harry me deje quedar con él más adelante. Me olvido de
eso, salgo a toda prisa del despacho y me despido de Claire con un presuroso gesto de
la mano.
También he de pensar en el cumpleaños de Harry. Sé qué voy a
regalarle. Me gustaría que lo tuviera hoy antes de vernos con el doctor Flynn, pero
¿cómo? Al lado del aparcamiento hay una tiendecita que vende baratijas para turistas.
De repente tengo una inspiración y entro.
* * *
Media hora más tarde entro en el salón y Harry está de pie, hablando
por la BlackBerry y mirando por el gran ventanal. Se da la vuelta, me sonríe radiante y
decide poner fin a la llamada.
—Magnífico, Ros. Dile a Barney que partiremos de ahí… Adiós.
Se me acerca con paso decidido y yo le espero tímidamente en el umbral.
Se ha cambiado de ropa, lleva una camiseta blanca y vaqueros, y tiene un aspecto de
chico malo muy provocativo… Uau.
—Buenas tardes, señorita Steele —murmura, y se inclina para besarme—.
Felicidades por su ascenso.
Me rodea entre sus brazos. Huele maravillosamente.
—Te has duchado.
—Acabo de entrenar con Claude.
—Ah.
—He logrado patearle el culo dos veces.
Harry sonríe de oreja a oreja como un chaval satisfecho de sí mismo. Es
una sonrisa contagiosa.
—¿Y eso no ocurre muy a menudo?
—No, y cuando pasa es muy satisfactorio. ¿Tienes hambre?
Niego con la cabeza.
—¿Qué? —exclama ceñudo.
—Estoy nerviosa. Por lo del doctor Flynn.
—Yo también. ¿Qué tal el día?
Me suelta de su abrazo y le hago un breve resumen. Me escucha con
atención.
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50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA - Página 8 Empty Re: 50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA

Mensaje por CarolineR2 Mar 25 Dic 2012, 11:43 am

Regalo De Navidad:)
Maraton 4/6

—Ah… tengo que decirte otra cosa —añado—. Había quedado para comer
con Mia.
Él arquea las cejas, sorprendido.
—No me lo habías dicho.
—Ya lo sé. Me olvidé. No he podido ir por culpa de la reunión. Ethan ha
ido en mi lugar y ha comido con ella.
Se le oscurece el semblante.
—Ya. Deja de morderte el labio.
—Voy a refrescarme un poco —digo para cambiar de tema, y me doy la
vuelta para marcharme antes de que pueda reaccionar.
* * *
La consulta del doctor Flynn queda bastante cerca del apartamento de
Harry. Muy a mano, pienso, para visitas de emergencia.
—Normalmente vengo corriendo desde casa —me dice Harry cuando
aparca mi Saab—. Este coche es estupendo —comenta sonriéndome.
—Yo pienso lo mismo. —Le sonrío a mi vez—. Harry… Yo…
Le miro con ansiedad.
—¿Qué pasa, ________?
—Toma. —Saco la cajita de regalo de mi bolso—. Esto es para ti, por tu
cumpleaños. Quería dártelo ahora… pero solo si prometes no abrirlo hasta el sábado,
¿vale?
Me mira sorprendido, parpadea y traga saliva.
—Vale —murmura cauteloso.
Suspiro profundamente y se lo entrego, sin hacer caso de su perplejidad.
Sacude la cajita, que hace un ruidito muy sugerente. Frunce el ceño. Sé lo desesperado
que está por ver qué contiene. Entonces sonríe, y en sus ojos aparece una chispa de
emoción juvenil y espontánea. Oh, Dios… aparenta la edad que tiene… y está
guapísimo.
—No puedes abrirlo hasta el sábado —le advierto.
—Ya lo sé —dice—. ¿Por qué me lo das ahora?
Mete la cajita en el bolsillo interior de su americana azul de raya
diplomática, cerca de su corazón.
Qué apropiado, pienso. Sonrío con complicidad.
—Porque puedo, señor Styles.
En sus labios aparece una mueca teñida de ironía.
—Vaya, señorita Steele, me ha copiado la frase.
Una recepcionista amable y de aire eficiente nos hace pasar a la palaciega
consulta del doctor Flynn. Saluda a Harry muy afectuosa, un poco demasiado
afectuosa para mi gusto —tiene edad para ser su madre—, y él la llama por su nombre.
La sala es sobria: de color verde claro, con dos sofás verde oscuro frente a
dos sillones orejeros de piel, y con una atmósfera propia de un club inglés. El doctor
Flynn está sentado en su escritorio, al fondo.
Cuando entramos, se pone de pie y se acerca a nosotros en la zona
destinada a las visitas. Lleva pantalones negros y una camisa abierta de color azul
claro, sin corbata. Sus brillantes ojos azules parecen no perder detalle.
—Harry.
Sonríe amigablemente.
—John. —Harry le estrecha la mano—. ¿Te acuerdas de _________?
—¿Cómo iba a olvidarme? Bienvenida,_______-.
—_______, por favor —balbuceo, y él me da la mano con energía.
Me encanta su acento inglés.
—__________ —dice afablemente, y nos acompaña hasta los sofás.
Harry me señala uno de ellos. Me siento, apoyando la mano en el brazo
intentando parecer relajada, y él se acomoda en el otro en el extremo más próximo a
mí, de manera que estamos sentados en ángulo recto. En medio tenemos una mesita con
una sencilla lámpara. Me llama la atención la caja de pañuelos que hay junto a la
lámpara.
Esto no es lo que esperaba. Tenía en mente una estancia austera, blanca con
un diván negro de piel.
Con actitud eficiente y relajada, el doctor Flynn se sienta en uno de los
sillones orejeros y coge un cuaderno de notas. Harry cruza las piernas, apoyando un
tobillo en la rodilla, y extiende el brazo sobre el respaldo del sofá. Acerca la otra
mano a la que tengo sobre el apoyabrazos y me la aprieta para darme ánimos.
—Harry ha solicitado que estuvieras presente en una de nuestras
sesiones —dice el doctor Flynn amablemente—. Para tu información, consideramos
estas conversaciones como algo estrictamente confidencial…
Arqueo una ceja e interrumpo a Flynn.
—Esto… eh… he firmado un acuerdo de confidencialidad —murmuro,
avergonzada por haberle cortado.
Los dos se me quedan mirando, y Harry me suelta la mano.
—¿Un acuerdo de confidencialidad?
El doctor Flynn frunce el ceño y mira a Harry, intrigado.
Él se encoge de hombros.
—¿Empiezas todas tus relaciones con mujeres firmando un acuerdo de ese
tipo? —le pregunta el doctor Flynn.
—Con las contractuales, sí.
El doctor Flynn esboza una mueca.
—¿Has tenido otro tipo de relaciones con mujeres? —pregunta, y parece
divertido.
—No —contesta Harry al cabo de un momento, y él también parece
divertido.
—Eso pensaba. —El doctor Flynn vuelve a dirigirse a mí—. Bien, supongo
que no tenemos que preocuparnos por el tema de la confidencialidad, pero ¿puedo
sugerir que habléis entre vosotros sobre eso en algún momento? Según tengo entendido,
no estáis sujetos a una relación contractual.
—Yo espero llegar a otro tipo de contrato —dice Harry en voz baja,
mirándome.
Me ruborizo y el doctor Flynn entorna los ojos.
—________. Tendrás que perdonarme, pero probablemente sepa más de ti de lo
que crees. Harry se ha mostrado muy comunicativo.
Nerviosa, miro de reojo a Harry. ¿Qué le ha dicho?
—¿Un acuerdo de confidencialidad? —prosigue—. Eso debió de
impactarte mucho.
Le miro algo desconcertada.
—Bueno, eso me parece una nimiedad comparado con lo que Harry me
ha revelado últimamente —contesto con un hilo de voz, sonando bastante nerviosa.
—De eso estoy seguro. —El doctor Flynn me sonríe afectuosamente—.
Bueno, Harry, ¿de qué querías hablar?
Harry se encoge de hombros como un adolescente hosco.
—Era _______ la que quería verte. Tal vez deberías preguntárselo a ella.
El doctor Flynn vuelve a mostrarse sorprendido y me observa con
perspicacia.
Dios. Esto es una tortura. Yo me miro las manos.
—¿Estarías más a gusto si Harry nos dejara un rato a solas?
Clavo los ojos en Harry, que me devuelve una mirada expectante.
—Sí —susurro.
Harry tuerce el gesto y abre la boca, pero vuelve a cerrarla enseguida y
se pone de pie con un rápido y ágil movimiento.
—Estaré en la sala de espera —dice, y su boca dibuja una mueca de
contrariedad.
Oh, no.
—Gracias, Harry —dice el doctor Flynn, impasible.
Harry me dedica una mirada escrutadora, y luego sale con paso enérgico
de la habitación… aunque sin dar un portazo. Uf. Me relajo al instante.
—¿Te intimida?
—Sí. Pero no tanto como antes.
Me siento desleal, pero es la verdad.
—Eso no me sorprende, ________. ¿En qué puedo ayudarte?
Bajo la mirada hacia mis manos enlazadas. ¿Qué puedo preguntar?
—Doctor Flynn, esta es mi primera relación con un hombre, y Harry
es… bueno, es Harry. Durante la última semana han pasado muchas cosas, y no he
tenido oportunidad de analizarlas.

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50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA - Página 8 Empty Re: 50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA

Mensaje por CarolineR2 Mar 25 Dic 2012, 11:44 am

Regalo Sexy De Navidad :)
Maraton 5/6

—¿Qué necesitas analizar?
Levanto la vista hacia él. Me está mirando con la cabeza ladeada y, creo,
semblante compasivo.
—Bueno… Harry me dice que le parece bien renunciar a… eh…
Balbuceo y me callo. Es mucho más difícil hablar de esto de lo que
pensaba.
El doctor Flynn suspira.
—_________, en el breve tiempo que hace que le conoces, has hecho más
progresos que yo en los dos años que le he tenido como paciente. Has causado un
profundo efecto en él. Eso tienes que verlo.
—Él también ha causado un profundo efecto en mí. Es solo que no sé si
seré bastante para él. Para satisfacer sus necesidades —susurro.
—¿Es eso lo que necesitas de mí? ¿Que te tranquilice?
Asiento.
—Harry necesita un cambio —dice sencillamente—. Se ha visto en una
situación en la que sus métodos para afrontarla ya no le sirven. Es algo muy simple: tú le has obligado a enfrentarse a algunos de sus demonios, y a recapacitar.
Le miro fijamente. Eso cuadra bastante con lo que Harry me ha contado.
—Sí, sus demonios —murmuro.
—No profundizaremos en ellos… son cosa del pasado. Harry ya sabe
cuáles son sus demonios, como yo… y estoy seguro de que ahora tú también. Me
preocupa mucho más el futuro, y conducir a Harry al lugar donde quiere estar.
Frunzo el ceño y él levanta una ceja.
—El término técnico es SFBT… lo siento. —Sonríe—. Son las siglas en
inglés de «terapia breve centrada en soluciones». Está básicamente orientada a
alcanzar un objetivo. Nos concentramos en la meta a la que quiere llegar Harry y en
cómo conducirle hasta allí. Es un enfoque dialéctico. No tiene sentido culpabilizarse
por el pasado: eso ya lo han analizado todos los médicos, psicólogos y psiquiatras que
han visitado a Harry. Sabemos por qué es como es, pero lo importante es el futuro.
A qué aspira Harry, adónde quiere llegar. Hizo falta que le abandonaras para que él
aceptara seriamente este tipo de terapia. Es consciente de que su objetivo es una
relación amorosa contigo. Es así de simple, y ahora trabajaremos sobre eso. Hay
obstáculos, naturalmente: su hafefobia, por ejemplo.
¿Su qué? Le miro boquiabierta.
—Perdona. Me refiero a su miedo a que le toquen —dice el doctor Flynn, y
mueve la cabeza como regañándose a sí mismo—. Del que estoy convencido de que
eres consciente.
Me ruborizo y asiento. ¡Ah, eso!
—Sufre un aborrecimiento mórbido hacia sí mismo. Estoy seguro de que
esto no te sorprende. Y, por supuesto, está la… parasomnia… esto… perdona, dicho
llanamente, los terrores nocturnos.
Parpadeo e intento absorber todas esas complejas palabras. Todo eso ya lo
sé, pero el doctor Flynn no ha mencionado mi preocupación principal.
—Pero es un sádico. Seguro que, como tal, tiene necesidades que yo no
puedo satisfacer.
El doctor Flynn alza la vista al cielo con gesto exasperado y aprieta los
labios.
—Eso ya no se considera un término psiquiátrico. No sé cuántas veces se lo
he repetido a Harry. Ni siquiera se considera una parafilia desde los años noventa.
El doctor Flynn ha conseguido que vuelva a perderme. Le miro y parpadeo.
Él reacciona con una sonrisa amable.
—Esa es mi cruz —afirma meneando la cabeza—. Simplemente Harry
piensa lo peor en cualquier situación. Forma parte de ese aborrecimiento que siente
por sí mismo. Por supuesto que existe el sadismo sexual, pero no es una enfermedad:
es una opción vital. Y si se practica de forma segura, dentro de una relación sana y
consentida entre adultos, no hay problema. Por lo que yo sé, todas las relaciones
BDSM que ha mantenido Harry han sido así. Tú eres la primera amante que no lo ha
consentido, de manera que está dispuesto a no hacerlo.
¡Amante!
—Pero seguramente no resulte tan sencillo.
—¿Por qué no?
El doctor Flynn se encoge de hombros con expresión afable.
—Bien… las razones por las que lo hace.
—Esa es la cuestión, ________. En términos de la terapia breve centrada en
soluciones, es así de simple. Harry quiere estar contigo. Para eso, tiene que
renunciar a los aspectos más extremos de ese tipo de relación. Al fin y al cabo, lo que
tú pides es razonable… ¿verdad?
Me sonrojo. Sí, es razonable, ¿verdad?
—Eso pienso yo. Pero me preocupa lo que piense él.
—Harry lo ha admitido y ha actuado en consecuencia. Él no está loco.
—El doctor Flynn suspira—. En resumen, no es un sádico, ________. Es un joven brillante,
airado y asustado, a quien al nacer le tocó una espantosa mano de cartas en la vida.
Todos podemos golpearnos el pecho de indignación ante esa injusticia, y analizar hasta
la extenuación el quién, el cómo y el porqué de todo ello; o Harry puede avanzar y
decidir cómo quiere vivir de ahora en adelante. Había descubierto algo que le funcionó
durante unos años, más o menos, pero desde que te conoció, ya no le funciona. Y en
consecuencia, ha cambiado su modus operandi. Tú y yo tenemos que respetar su
elección y apoyarle.
Le miro confusa.
—¿Y esa es mi garantía de tranquilidad?
—La mejor posible, _______. En esta vida no hay garantías. —Sonríe—. Y esta
es mi opinión profesional.
Le devuelvo una débil sonrisa. Bromas de médicos… vaya.
—Pero él se considera una especie de alcohólico en rehabilitación.
—Harry siempre pensará lo peor de sí mismo. Como he dicho, eso
forma parte del aborrecimiento que siente por sí mismo. Es su carácter, pase lo que
pase. Naturalmente, hacer ese cambio en su vida le preocupa. Se expone
potencialmente a todo un universo de sufrimiento emocional, del cual, por cierto, tuvo
un anticipo cuando tú le dejaste. Es lógico que se muestre aprensivo. —Hace una pausa
—. No voy a insistir más en la importancia de tu papel en esta conversión de
Damasco… en su camino hacia Damasco. Pero la tiene, y mucha. Harry no estaría
en este punto si no te hubiera conocido. Personalmente yo no creo que la del alcohólico
sea una buena analogía, pero si por ahora le sirve, pienso que deberíamos concederle
el beneficio de la duda.
Concederle a Harry el beneficio de la duda. Frunzo el ceño ante la idea.
—Emocionalmente, Harry es un adolescente, ______. Pasó totalmente de
largo por esa fase de su vida. Ha canalizado todas sus energías en triunfar en el mundo
de los negocios, y ha superado todas las expectativas. Ahora tiene que poner al día su
universo emocional.
—¿Y yo cómo puedo ayudarle?
El doctor Flynn se echa a reír.
—Limítate a seguir haciendo lo que estás haciendo. —Me sonríe—.
Harry está perdidamente enamorado. Es fantástico verle así.
Me ruborizo, y la diosa que llevo dentro se abraza entusiasmada, pero hay
algo que me sigue preocupando.
—¿Puedo preguntarle una cosa más?
—Por supuesto.
Suspiro profundamente.
—Una parte de mí piensa que, si Harry no estuviera tan destrozado, no
me querría… a mí.
El doctor Flynn arquea las cejas, sorprendido.
—Esa es una valoración muy negativa de ti misma, _______. Y, francamente,
dice más sobre ti que sobre Harry. No llega al nivel de su odio hacia sí mismo,
pero me sorprende.


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Mensaje por CarolineR2 Mar 25 Dic 2012, 11:45 am

Regalo Sexy De Navidad :)
Maraton 6/6


—Bueno, mírele a él… y luego míreme a mí.
El doctor Flynn tuerce el gesto.
—Lo he hecho. He visto a un hombre joven y atractivo, y a una mujer joven
y atractiva. ¿Por qué no te consideras atractiva, __________?
Oh, no… no quiero que esto se centre ahora mí. Me miro los dedos. En ese
momento llaman con energía a la puerta y me sobresalto. Harry vuelve a entrar en la
sala, mirándonos fijamente a ambos. Yo me ruborizo y vuelvo la vista hacia Flynn, que
sonríe afablemente a Harry.
—Bienvenido de nuevo, Harry—dice.
—Creo que ya ha pasado la hora, John.
—Ya casi estamos, Harry. Pasa.
Harry se sienta, a mi lado esta vez, y apoya la mano sobre mi rodilla
posesivamente. Un gesto que no le pasa desapercibido al doctor Flynn.
—¿Quieres preguntar algo más, _______? —inquiere el doctor con
preocupación evidente.
Maldita sea… no debería haberle planteado eso. Niego con la cabeza.
—¿Harry?
—Hoy no, John.
Flynn asiente.
—Puede que sea beneficioso para los dos que volváis. Estoy seguro de que
_________ tendrá más preguntas.
Harry hace a regañadientes un gesto de conformidad.
Me ruborizo. Oh, no… quiere profundizar. Harry me da una palmadita
en la mano y me mira atentamente.
—¿De acuerdo? —pregunta en voz baja.
Yo le sonrío y asiento. Sí, vamos a concederle el beneficio de la duda, por
gentileza del buen doctor inglés.
Harry me aprieta la mano y se vuelve hacia Flynn.
—¿Cómo está? —pregunta en un susurro.
¿Se refiere… a mí?
—Saldrá de esta —contesta este tranquilizadoramente.
—Bien. Mantenme informado de su evolución.
—Lo haré.
Oh, Dios. Están hablando de Leila.
—¿No deberíamos salir a celebrar tu ascenso? —me pregunta Harry en
un tono inequívoco.
Asiento tímidamente y se pone de pie.
Nos despedimos apresuradamente del doctor Flynn, y Harry me hace
salir con un apremio inusitado.
* * *
Una vez en la calle, se vuelve hacia mí y me mira.
—¿Qué tal ha ido?
Su voz tiene un matiz de ansiedad.
—Ha ido bien.
Me mira con suspicacia. Yo ladeo la cabeza.
—Señor Styles, por favor, no me mire de esa manera. Por órdenes del
doctor, voy a concederte el beneficio de la duda.
—¿Qué quiere decir eso?
—Ya lo verás.
Tuerce el gesto y entorna los ojos.
—Sube al coche —ordena, y abre la puerta del pasajero del Saab.
Oh… cambio de rumbo. Mi BlackBerry empieza a vibrar. La saco de mi
bolso.
¡Oh, no, José!
—¡Hola!
—__________, hola…
Observo a Cincuenta, que me mira con recelo. «José», articulo en silencio.
Me observa impasible, pero se le endurece la expresión. ¿Cree que no me doy cuenta?
Devuelvo mi atención a José.
—Perdona que no te haya llamado. ¿Es por lo de mañana? —le pregunto a
José, pero con los ojos puestos en Harry.
—Sí, oye: he hablado con un tipo que había en casa de Styles, así que ya sé
dónde tengo que entregar las fotos. Iré allí entre las cinco y las seis… después de eso,
estoy libre.
Ah.
—Bueno, de hecho ahora estoy instalada en casa de Harry, y él dice que
si quieres puedes dormir allí.
Harry aprieta los labios, que se convierten en una fina y dura línea.
Mmm… menudo anfitrión está hecho.
José se queda callado un momento para digerir la noticia. Yo siento cierta
vergüenza. Ni siquiera he tenido la oportunidad de hablar con él sobre Harry.
—Vale —dice finalmente—. Esto de Styles… ¿va en serio?
Le doy la espalda al coche y camino hasta el otro lado de la acera.
—Sí.
—¿Cómo de serio?
Pongo los ojos en blanco y me quedo callada. ¿Por qué Harry tiene que
estar escuchando?
—Serio.
—¿Está contigo ahora? ¿Por eso hablas con monosílabos?
—Sí.
—Vale. Entonces, ¿tienes permiso para salir mañana?
—Claro.
Eso espero, y automáticamente cruzo los dedos.
—Bueno, ¿dónde quedamos?
—Puedes venir a buscarme al trabajo —sugiero.
—Vale.
—Te mando un mensaje con la dirección.
—¿A qué hora?
—¿A las seis?
—Muy bien. Quedamos así. Tengo ganas de verte, ________. Te echo de menos.
Sonrío.
—Estupendo. Nos vemos.
Cuelgo el teléfono y me doy la vuelta.
Harry está apoyado en el coche, mirándome con una expresión
inescrutable.
—¿Cómo está tu amigo? —pregunta con frialdad.
—Está bien. Me recogerá en el trabajo y supongo que iremos a tomar algo.
¿Te apetecería venir con nosotros?
Harry vacila. Sus ojos Verdes permanecen fríos.
—¿No crees que intentará algo?
—¡No! —exclamo en tono exasperado… pero me abstengo de poner los
ojos en blanco.
—De acuerdo. —Harry levanta las manos en señal de rendición—. Sal
con tu amigo, y ya te veré a última hora de la tarde.
Yo me esperaba una discusión, y su rápido consentimiento me coge a
contrapié.
—¿Ves como puedo ser razonable? —dice sonriendo.
Yo tuerzo el gesto. Eso ya lo veremos.
—¿Puedo conducir?
Harry parpadea, sorprendido por mi petición.
—Preferiría que no.
—¿Por qué, si se puede saber?
—Porque no me gusta que me lleven.
—Esta mañana no te importó, y tampoco parece que te moleste mucho que
Taylor te lleve.
—Es evidente que confío en la forma de conducir de Taylor.
—¿Y en la mía no? —Pongo las manos en las caderas—. Francamente… tu
obsesión por el control no tiene límites. Yo conduzco desde los quince años.
Él responde encogiéndose de hombros, como si eso no tuviera la menor
importancia. ¡Oh… es tan exasperante! ¿Beneficio de la duda? Al carajo.
—¿Es este mi coche? —pregunto.
Él me mira con el ceño fruncido.
—Claro que es tu coche.
—Pues dame las llaves, por favor. Lo he conducido dos veces, y
únicamente para ir y volver del trabajo. Solo lo estás disfrutando tú.
Estoy a punto de hacer un puchero. Harry tuerce la boca para disimular
una sonrisa.
—Pero si no sabes adónde vamos.
—Estoy segura de que usted podrá informarme, señor Styles. Hasta ahora lo
ha hecho muy bien.
Se me queda mirando, atónito, y entonces sonríe, con esa nueva sonrisa
tímida que me desarma totalmente y me deja sin respiración.
—¿Así que lo he hecho bien, eh? —murmura.
Me sonrojo.
—En general, sí.
—Bien, en ese caso…
Me da las llaves, se dirige hasta la puerta del conductor y me la abre.
* * *
—Aquí a la izquierda —ordena Harry , mientras circulamos en dirección
norte hacia la interestatal 5—. Demonios… cuidado,________.
Se agarra al salpicadero.
Oh, por Dios. Pongo los ojos en blanco, pero no me vuelvo a mirarle. Van
Morrison canta de fondo en el equipo de sonido del coche.
—¡Más despacio!
—¡Estoy yendo despacio!
Harry suspira.
—¿Qué te ha dicho el doctor Flynn?
Capto la ansiedad que emana de su voz.
—Ya te lo he explicado. Dice que debería concederte el beneficio de la
duda.
Maldita sea… quizá debería haber dejado que condujera Harry. Así
podría observarle. De hecho… Pongo el intermitente para detener el coche.
—¿Qué estás haciendo? —espeta, alarmado.
—Dejar que conduzcas tú.
—¿Por qué?
—Así podré mirarte.
Se echa a reír.
—No, no… querías conducir tú. Así que sigue conduciendo, y yo te miraré
a ti.
Le pongo mala cara.
—¡No apartes la vista de la carretera! —grita.
Me hierve la sangre. ¡Hasta aquí! Acerco el coche al bordillo justo delante
de un semáforo, salgo del coche dando un portazo y me quedo de pie en la acera, con
los brazos cruzados. Le fulmino con la mirada. Él también se baja del Saab.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta enfurecido.
—No, ¿qué estás haciendo tú?
—No puedes aparcar aquí.
—Ya lo sé.
—Entonces, ¿por qué aparcas?
—Porque ya estoy harta de que me des órdenes a gritos. ¡O conduces tú o
dejas de comentar cómo conduzco!
—________, vuelve a entrar en el coche antes de que nos pongan una multa.
—No.
Me mira y parpadea, sin saber qué decir; entonces se pasa la mano por el
pelo, y su enfado se convierte en desconcierto. De repente está tan gracioso, que no
puedo evitar sonreírle. Él frunce el ceño.
—¿Qué? —me grita otra vez.
—Tú.
—¡Oh, _________! Eres la mujer más frustrante que he conocido en mi vida.
—Levanta las manos al aire, exasperado—. Muy bien, conduciré yo.
Le agarro por las solapas de la chaqueta y le acerco a mí.
—No… usted es el hombre más frustrante que he conocido en mi vida,
señor Styles.
Él baja los ojos hacia mí, oscuros e intensos, luego desliza los brazos
alrededor de mi cintura y me abraza muy fuerte.
—Entonces puede que estemos hechos el uno para el otro —dice en voz
baja con la nariz hundida en mi pelo, e inspira profundamente.
Le rodeo con los brazos y cierro los ojos. Por primera vez desde esta
mañana, me siento relajada.
—Oh… ____, ______, _________ —susurra, con los labios pegados a mi cabello.
Estrecho mi abrazo y nos quedamos así, inmóviles, disfrutando de un
momento de inesperada tranquilidad en la calle. Me suelta y me abre la puerta del
pasajero. Entro y me siento en silencio, mirando como él rodea el coche.
Arranca y se incorpora al tráfico, canturreando abstraído al son de Van
Morrison.
Uau. Nunca le había oído cantar, ni siquiera en la ducha, nunca. Frunzo el
ceño. Tiene una voz encantadora… cómo no. Mmm… ¿me habrá oído él cantar?
¡Si fuera así, no te habría pedido que te casaras con él! Mi subconsciente
tiene los brazos cruzados, vestida con estampado de cuadros Burberry. Termina la
canción y Harry sonríe satisfecho.
—Si nos hubieran puesto una multa, este coche está a tu nombre, ¿sabes?
—Bueno, pues qué bien que me hayan ascendido. Así podré pagarla —digo
con suficiencia, mirando su encantador perfil.
Esboza una media sonrisa. Empieza a sonar otra canción de Van Morrison
mientras Harry se incorpora al carril que lleva a la interestatal 5, en dirección
norte.
—¿Adónde vamos?
—Es una sorpresa. ¿Qué más te ha dicho Flynn?
Suspiro.
—Habló de la FFFSTB o no sé qué terapia.
—SFBT. La última opción terapéutica —musita.
—¿Has probado otras?
Harry suelta un bufido.
—Nena, me he sometido a todas. Cognitiva, freudiana, funcionalista,
Gestalt, del comportamiento… Escoge la que quieras, que durante estos años seguro
que la he probado —dice en un tono que delata su amargura.
El resentimiento que destila su voz resulta angustioso.
—¿Crees que este último enfoque te ayudará?
—¿Qué ha dicho Flynn?
—Que no escarbáramos en tu pasado. Que nos centráramos en el futuro…
en la meta a la que quieres llegar.
Harry asiente, pero se encoge de hombros al mismo tiempo con
expresión cauta.
—¿Qué más? —insiste.
—Ha hablado de tu miedo a que te toquen, aunque él lo ha llamado de otra
forma. Y sobre tus pesadillas, y el odio que sientes hacia ti mismo.
Le observo a la luz del crepúsculo y se le ve pensativo, mordisqueándose el
pulgar mientras conduce. Vuelve la cabeza hacia mí.
—Mire a la carretera, señor Styles —le riño.
Parece divertido y levemente irritado.
—Habéis estado hablando mucho rato, ______. ¿Qué más te ha dicho?
Yo trago saliva.
—Él no cree que seas un sádico —murmuro.
—¿De verdad? —dice Harry en voz baja y frunce el ceño.
La atmósfera en el interior del coche cae en picado.
—Dice que la psiquiatría no admite ese término desde los años noventa —
musito, intentando recuperar de inmediato el buen ambiente.
La cara de Harry se ensombrece y lanza un suspiro.
—Flynn y yo tenemos opiniones distintas al respecto.
—Él dice que tú siempre piensas lo peor de ti mismo. Y yo sé que eso es
verdad —murmuro—. También ha mencionado el sadismo sexual… pero ha dicho que
eso es una opción vital, no un trastorno psiquiátrico. Quizá sea en eso en lo que estás
pensando.
Vuelve a fulminarme con la mirada y aprieta los labios.
—Así que tienes una charla con el médico y te conviertes en una experta —
comenta con acidez, y vuelve a mirar al frente.
Oh, vaya… Suspiro.
—Mira… si no quieres oír lo que me ha dicho, entonces no preguntes —
replico en voz baja.
No quiero discutir. De todas formas, tiene razón… ¿Qué demonios sé yo de
todo esto? ¿Quiero saberlo siquiera? Puedo enumerar los puntos principales: su
obsesión por el control, su posesividad, sus celos, su sobreprotección… y comprendo
perfectamente de dónde proceden. Incluso puedo entender por qué no le gusta que le
toquen: he visto las cicatrices físicas. Las mentales solo puedo imaginarlas, y
únicamente en una ocasión he tenido un atisbo de sus pesadillas. Y el doctor Flynn ha
dicho…
—Quiero saber de qué habéis hablado —interrumpe Harry mi reflexión.
Deja la interestatal 5 en la salida 172 y se dirige al oeste, hacia el sol que
se pone lentamente.
—Ha dicho que yo era tu amante.
—¿Ah, sí? —Ahora su tono es conciliador—. Bueno, es bastante maniático
con los términos. A mí me parece una descripción bastante exacta. ¿A ti, no?
—¿Tú considerabas amantes a tus sumisas?
Harry frunce una vez más el ceño, pero ahora con gesto pensativo. Hace
girar suavemente el Saab de nuevo en dirección norte. ¿Adónde vamos?
—No. Eran compañeras sexuales —murmura, con voz cauta—. Tú eres mi
única amante. Y quiero que seas algo más.
Oh… ahí está otra vez esa palabra mágica, rebosante de posibilidades. Eso
me hace sonreír, y me abrazo a mí misma por dentro, intentando contener mi alegría.
—Lo sé —susurro, haciendo esfuerzos para ocultar la emoción—. Solo
necesito un poco de tiempo, Harry. Para reflexionar sobre estos últimos días.
Él me mira con la cabeza ladeada, extrañado, perplejo.
El semáforo ante el que estamos parados se pone verde. Harry asiente y
sube la música. La conversación ha terminado.
Van Morrison sigue cantando —con más optimismo ahora— sobre una
noche maravillosa para bailar bajo la luna. Contemplo por la ventanilla los pinos y los
abetos cubiertos por la pátina dorada de la luz crepuscular, y sus sombras alargadas que se extienden sobre la carretera. Harry ha girado por una calle de aspecto más
residencial, y enfilamos hacia el oeste, hacia el Sound.
—¿Adónde vamos? —pregunto otra vez cuando volvemos a girar.
Atisbo la señal de la calle: 9TH AVE. NW. Estoy desconcertada.
—Sorpresa —dice, y sonríe misteriosamente.



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Mensaje por CarolineR2 Mar 25 Dic 2012, 12:02 pm

Emm Chicas Estoy Pensando En Hacer una Novela *-* Ustedes que Piensan? La hago SI o NO?

Besitos y Feliz Navidad
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50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA - Página 8 Empty Re: 50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA

Mensaje por vanessavalerio98 Mar 25 Dic 2012, 4:11 pm

yo digo que si hagas uno .. pero HOT haha la netha! .. hahahah y q sea de harry por favor ;) ..

waaa siguela quiero saber que sorpesa le dejo a rayis por favor!! por favor siguela!
vanessavalerio98
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50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA - Página 8 Empty Re: 50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA

Mensaje por CarolineR2 Mar 25 Dic 2012, 5:49 pm

vanessavalerio98 escribió:yo digo que si hagas uno .. pero HOT haha la netha! .. hahahah y q sea de harry por favor ;) ..

waaa siguela quiero saber que sorpesa le dejo a rayis por favor!! por favor siguela!

Gracias Por Comentar!!!!
Ya la Hice:) No sera Hot Pero tendra sus escenas :)
CarolineR2
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Mensaje por vanessavalerio98 Mar 25 Dic 2012, 6:16 pm

sube mas capitulos de esta novelas ..

que bueno que ya la hiciste .. luego publica el link .. amo tus novelas :)
vanessavalerio98
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50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA - Página 8 Empty Re: 50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA

Mensaje por CarolineR2 Miér 26 Dic 2012, 2:31 pm

Chicas ya hice la novela pero casi no hay comentarios :(
Léanla y me dicen que les parece https://onlywn.activoforo.com/t27047-dreamsreality-harry-styles#1506322/
CarolineR2
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Mensaje por vanessavalerio98 Miér 26 Dic 2012, 4:28 pm

ya comente yo en tu novela encerio la amo sigguela pronto ..

PERO ESTA SIGUELA YAA ANDALE :(
vanessavalerio98
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50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA - Página 8 Empty Re: 50 Sombras Mas Oscuras(Harry Styles y Tu) TERMINADA

Mensaje por CarolineR2 Jue 27 Dic 2012, 7:30 am

vanessavalerio98 escribió:ya comente yo en tu novela encerio la amo sigguela pronto ..

PERO ESTA SIGUELA YAA ANDALE :(

La Sigo en un Momentoooo!!!!
Gracias por comentar Hermosa
CarolineR2
CarolineR2


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