Crazy In Love |Niall Horan| [Terminada]

—sólo son personas Sam. Nada más—se dijo a sí misma, para luego abrir y toparse con las personas que le dieron la vida y quienes sobre la misma, la arruinaron.

Sara Tomlinson y Joshua Woods.

Samantha los miraba tan sorprendida como si hubiera un elefante de color rosado dentro de la casa. No podía creer, que ahí estaban ellos, tan… recuperados. No los reconoció por un momento. Estaban completamente cambiados desde la última vez que los vio hace cinco años.
Ahora parecían casi empresarios, y hace cinco años parecían indigentes.

Gran rehabilitación, pensó. Mientras los observaba, ellos también la observaban a ella. Se perdieron toda su adolescencia. Ahora era toda una señorita de dieciocho años, tan linda como fue Sara en su juventud.
Ninguno de los tres hablaba. Sólo se observaban. Samantha, para evitar más miradas, se corrió de la puerta en señal de que los dejaba entrar a la casa. Sara y Joshua entraron, mirando la hermosa morada donde vivían su hija y su sobrino.
Sam, miró hacia la calle para ver si Louis llegaba pero no, todavía no había señal del idiota. Suspiró y cerró la puerta para dirigirse hacia la sala, donde se encontraban sus padres, hablando entre sí y murmurándose.
Un millón de emociones sintió la pelingra al verlos así. Porque dentro de su cuchicheo, se sonreían y estaban tomados de la mano.
En silencio, y ahora con sus temblorosas manos y sudadas, se sentó en el sillón del frente, y agachó la mirada. Se sentía tan vulnerable y ni siquiera sabía por qué, si ellos fueron los culpables y no ella. Ellos tuvieron la culpa de que su secundaria fuera lo peor de su vida, ellos tuvieron la culpa que le digieran huérfana, ellos tienen la culpa de que Louis pasara por situaciones críticas sólo para cuidarla, ellos tenían la culpa de todo.
Por otro lado, Sara la miraba y se sentía un fiasco, la peor madre. Y lo era. Verla así le daba orgullo y alegría por qué se hija se había transformado en una hermosa mujer, tal como ella quería. Tenía sus ojos y su misma nariz. Pero sin duda, aquella sonrisa era la misma que la de su esposo.
Joshua también la miraba y las ganas de abrazarla y no soltarla nunca más se lo comían por dentro. Se preguntaba si por lo linda que estaba su hija, tenía novio, o tuvo alguno. Se preguntaba si Louis había espantado a algún chico. ¡Cómo le hubiera gustado hacerlo él!. Bueno, ahora puede que tenga la oportunidad de hacerlo.
Pero, una misma interrogante corría en la cabeza de Sara y Joshua. ¿Ella los perdonará?

—em—dijo en casi susurro Samantha. Inmediatamente sus padres la miraron—¿quieren un vaso de jugo?.
—no, gracias cariño—respondió sonriendo su madre. Ella no la miró.
Samantha sólo rogaba que Louis llegara pronto y la sacara de aquella incomodidad, la cual parecía el mismo infierno.
Sus súplicas fueron escuchadas, ya que Louis, a los segundos que le había ofrecido algo a sus padres, pareció en la sala, con una cara de preocupación más grande que un agujero negro.
Louis, al ver a Sammie tan desvalida en la situación, caminó rápido a hacia donde ella, y se sentó a su lado. Abrazándola y besándole la frente sin importar que sus tíos estuviesen ahí.
—¿estás bien? —le preguntó susurrándole al oído.
—no—contestó ella.
—tranquila—le volvió a besar la frente y deshizo el abrazo para mirar a Sara y a Joshua.
—tíos—dijo en forma de saludo. Los dos adultos sonrieron.
—¡querido Louis! —dijo Sara—te ves bien.
—gracias por cuidarla—fue lo primero que dijo el padre de Samantha. La pelinegra levantó su mirada y lo observó. Él sonreía y dentro de aquella sonrisa se escondía el arrepentimiento de haberla dejado sola.
—tío… tía, ¿a que han venido? —preguntó Louis para salir ahora ya de la duda.
—bueno—dijo sonriendo Joshua—han pasado cinco años… ¿no?
—sí, cinco lindos años junto a mi primita—dijo tomándole la mano a Samantha. Sabía perfectamente que ahora irían al grano y le dirían, “Louis, venimos a buscarla”. Ellos estaban equivocados si pensaban que él la dejaría ir.
—si bueno, por eso te damos las gracias, cielo—le dijo Sara sonriendo—las has cuidado muy bien. La veo y me dan ganas… de abrazarla.
—ahora no—dijo Louis serio—quiero que vayan al grano. No quiero ser grosero, pero hoy saldríamos con Samantha cuando llegase del trabajo—sonrió. Sara y Joshua tragaron duro.
—está bien—dijo Joshua—venimos a buscarla—soltó. Aquellas palabras que ni Samantha y ni Louis quería escuchar.
—así es. Ya sabes Louis, estamos dados de alta y nos permitieron venir a buscarla—dijo Sara.
—lo siento—dijo Louis—pero no les entregaré a Samantha así como así…
—¿Qué? —preguntó Joshua.
—Samantha está bajo mi custodia, de aquí, hasta que ella decida partir de esta casa. Así lo declaró el juez hace cinco años.
—pero, es nuestra hija—dijo seria la madre de Sam—si quiero, nos la llevamos.
—el juez no le dará la custodia.
—escucha louis—dijo Joshua algo enojado—tu tendrás que alimentar dos bocas más aparte de la de Samantha—a los dos primos se les congeló el corazón al oír eso—¿Qué? ¿nos crees tontos sobrino? Johanna nos contó que tu novia estaba embarazada.
—demonios—susurró Louis—de todas formas, Samantha se quedará conmigo.
—estarías cometiendo una acción ilegal. El contrato dice que sólo podrás cuidar a Samantha ya que ella es tu prioridad. No tu novia y tú futuro hijo—ahora habló Sara también molesto—por lo tanto, ella se va con nosotros.
Samantha dejó de oír después de la frase: “venimos a buscarla” tenía su mente y también mirada en cualquier lado pero no en la discusión de Louis y sus padres. Escuchaba balbuceos pero pensaba en que haría si se tendría que ir de Doncaster o peor, que la alejaran lo más posible de Louis.
De pronto, reaccionó. Y vio la situación. Louis y Joshua discutiendo de pie mientras su madre la miraba a ella.
—¡ya basta! —gritó Samantha sin saber de dónde había sacado aquella fuerza. Todos la miraron—lo… lo siento, debo ir a tomar aire—y lo mismo que hizo cuando Louis le contó de Eleanor, lo ejecutó ahora. Salió corriendo de la sala y de la casa dando un gran portazo.
Miró a su alrededor y sus ojos se estaba cristalizando. No sabía a donde ir. Tenía su cabeza echa un lío de muchos pensamientos negativos y positivos respecto a sus padres y el hecho de que quieran llevársela también la tenía confundida. Pero a pesar de aquellas confusiones, un nombre. Un nombre salió entre ese mar de pensamientos y era “Harry”. Solo a él podía acudir.
Corriendo, se fue a la casa de al lado de la suya y entró por el patio trasero. Sabía que Harry estaba solo así que no sucedía nada.
Cuando entró por fin a la casa de su amigo, lo buscó por el primer piso pero no estaba. Así que por ende, subió al segundo y se dirigió al cuarto de Harry, donde ahí lo encontró. Estaba asomado en su ventana mirando por ella. ¿Acaso habrá visto cómo llegaron los padres de ella? Se preguntó.
Sin emitir mucho ruido, Samantha entró a su cuarto, pero estaba tan alterada que su respiración era ruidosa, lo suficiente para alarmar a Harry, quien se volteó y la vio en aquel estado.
—Sammie…—susurró él, al verla así.
—vienen por mí—fue lo único que logró decir, antes de lanzarse a los brazos de Harry y llorar.
Él no se hizo de rogar por un abrazo, e inmediatamente la abrazó y en ese posición la hizo recostarse con él. Necesitaba descansar. Podía sentir el corazón de ella palpitar a mil por hora, estaba agitada, sabía que no quería irse.
Se quedaron así, recostados en la cama del ruloso, en silencio. Lo único que se podía escuchar eran los sollozos de la pelinegra. Nada más.
Pasó un largo rato de silencio donde ambos se encontraban en cierto estado de “shock”.
Aquel silencio debía ser roto, Harry quería saber realmente que había pasado.
—¿Qué sucedió? —preguntó bajito. Así ella no se alteraría tanto. Samantha suspiró.
—¿sabes? Están mejor de lo que yo pensé—dijo en el mismo volumen que Harry—es como si jamás hubieran consumido ni una pizca de droga, o tomado ni siquiera un vaso de cerveza.
—fueron cinco años Sammie, era lógico que estaría más que bien…
—ellos parecían indigentes, parecían como si vivieran en un basural.
—lo sé, yo lo vi…
—ahora parecen empresarios. Me dio una cosa bastante extraña al verlos… creo que era… solo creo que era emoción—Harry sonrió al oír esas palabras. Sabía que de cierto modo, ella los extrañaba.
—los extrañabas. Por eso sentiste eso—le dijo sonriéndole. Ella frunció el ceño.
—solo un poco. Tenía a Louis. Él cumple mejor el rol de un padre y una madre que cualquier otra persona—sonrió.
—pues, te sacó adelante.
—mis padres no podían creer que estuviera así… lo noté en sus miradas.
—¿así como?
—tan… grande. Ya sabes, se perdieron mi adolescencia.
—dirás tú, tan hermosa.
—calla Harold—ella río. Harry se sintió feliz al escuchar su risa.
—sólo digo la verdad…
—bueno, el punto es, que se notaban tan sorprendidos como yo. Los ojos de mi madre casi se le salían de su lugar… ¡y para que hablar de mi padre! —exclamó levantando sus manos—él se notaba en estado de shock.
—¿no te dijeron nada?
—no… solo hablaron con Louis. Estoy segura que ya debió de haberlos echado de la casa o algo. Estaba muy furioso al momento en que mi papá le dijo que me venían… que me venían a buscar—aquella tristeza que sentía hace un rato atrás volvió a inundar el ser de Samantha—¿y sabes algo? Lo peor de todo, es que no sé cómo mierda supieron que Louis y Eleanor iban a ser padres. No creo que la tía Jay les haya dicho… ella lo que menos quería era que me separaran de Louis.
—quizás si les dijo linda… nunca se sabe. Tal vez se le escapó.
—espero que haya sido así…
—no dejaré que te vayas tampoco.
—no, no dejarás que me vaya y yo no dejaré que me lleven. Bastante le costó a Louis encontrar una casa al lado de la tuya—ella río y él la acompañó en su risa. Tenía razón. Antes Samantha vivía a unas calles de ahí, pero desde que Louis tomó su custodia, ella le pidió por favor que su nueva casa sea más cerca de la casa de Harry. Y lo logró. Justo al lado.
—¿puedo decirte algo Sammie?
—claro
—pero no vayas a gritar ¿si?
—no lo haré…
—Niall se fue bastante preocupado de tu casa. De hecho, dijo que se quedaría en casa de Liam y luego te pasaría a ver de nuevo, pero más tarde—una sonrisa boba se formó en la cara se Samantha. Esa sonrisa de idiota enamorada hasta las patas.
A Harry le dolía, le partía el alma decirle ese tipo que cosas porque en realidad lo que más quería era que Horan se alejase de ella. Nunca pensó que serían amigos. Pero ahora, no puede hacer nada.
Ella era feliz sabiendo que ahora Niall era su amigo. Aquel chico de sus sueños. Sería muy egoísta de su parte negarle la oportunidad a Niall de conocer más a Samantha.
Ambos amigos se quedaron conversando sobre cualquier cosa, todo con tal de distraerse.
Estuvieron así hasta que anocheció, y Samantha decidió que debía volver a su casa. No podía dejar solo a Louis.
Cuando volvió, notó que estaba todo en silencio. Solamente se oía el televisor. Ella se dirigió a la sala y vio a Louis, dormido en el sofá con el control remoto en su mano. Ella sonrió y fue a buscar manta a su cuarto. Luego volvió y se acostó al lado de Louis, apoyándose en él, y acobijándolos a ambos con la manta.
Antes de cerrar completamente los ojos, sintió como Louis la abrazaba y abría uno de sus ojos. Ambos se sonrieron, y cayeron rendidos a Morfeo.

Habían sido muchas emociones, en un solo día.