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Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)

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Mensaje por DanieladeJonas Miér 10 Jul 2013, 10:44 pm

increible es poco!!! los angeles caidos buscan a la rayis!! hay esa Marcie... ya no se ni que pensar de ella... ya extrañaba que saliera Kevin :') siguela pronto porfis!!!
DanieladeJonas
DanieladeJonas


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Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA) - Página 43 Empty Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)

Mensaje por DanieladeJonas Sáb 20 Jul 2013, 12:01 am

siguela porfis!!
DanieladeJonas
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Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA) - Página 43 Empty Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)

Mensaje por ElitzJb Lun 22 Jul 2013, 10:43 am

Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA) - Página 43 Qarr

IV Temporada

Super Maraton 1/4


Capitulo 16


después de que Kevin  y yo hubiésemos recogido todas las hojas en
bolsas de basura naranja decoradas para parecerse a las calabazas
y las colocásemos decorativamente en el patio, se fue al interior a
por un vaso de leche y las deliciosamente empalagosas galletas de
chocolate y menta de mi madre. Pensé que Marcie podría haberse retirado a
su habitación, pero en vez de eso nos estaba esperando en la cocina.

—Creo que deberíamos hacer una fiesta de Halloween aquí —
anunció.

Solté un bufido y dejé mi vaso de leche.

—No te ofendas, pero en esta familia no somos muy aficionados a las
fiestas.

El rostro de madre se iluminó.

—Creo que es una idea maravillosa, Marcie. No hemos celebrado una
fiesta aquí desde que Harrison murió. Podría pasarme por la tienda de
disfraces más tarde y ver lo que tienen para la decoración.

Miré a Kevin  en busca de ayuda, pero él solamente se encogió de
hombros.

—Podría estar bien.

—Tienes un bigote de leche —le dije de manera cortante.

Él lo limpió en el dorso de su mano... luego sé la limpio con mi
brazo.

—¡Eeew! —grité, dándole un empujón en el hombro.

—Creo que deberíamos tener un tema. Como parejas famosas de la
historia y decirles a todos que vengan en parejas —dijo Marcie.

—Eso se ha hecho antes —le dije—, como ¿un millón de veces?

—El tema debería ser personaje favorito de las películas de
Halloween —dijo Kevin  con una sonrisa sádica.

—Vaya. Retrocede. Todo el mundo solo… tranquilícense —dije
sosteniendo mis manos en una señal de Stop—. Mamá, te das cuenta de
que tendríamos que limpiar toda la casa, ¿verdad?

Se rió insultada.

—La casa no está tan sucia, (_Tn).

—¿Será TTPC(Siglas de “Trae Tu Propia Cerveza”.) o la suministramos nosotros? —preguntó Kevin .

—Nada de cerveza —dijimos mamá y yo a la vez.

—Bueno, me gusta la idea de parejas famosas —dijo Marcie,
claramente después de haber tomado una decisión—. Kevin , deberíamos ir
juntos.

Kevin  no perdió la oportunidad.

—¿Podría ser Michael Myers y tú una de las niñeras que mutile?

—No —dijo Marcie—. Iremos como Tristán e Isolda.

Le saqué la lengua.

—Una manera de ser original.

Kevin  pateó mi pierna juguetonamente.

—Bueno, hola, pequeña señorita alegre.

«Creo que es bastante frívolo estar planeando una fiesta de Halloween

cuando estamos en medio de Jeshván», dije críticamente a sus
pensamientos. «Los ángeles caídos podrían esperar sentados, pero no por
mucho tiempo. Los dos sabemos que se está avecinando la guerra y todo el
mundo está esperando que haga algo al respecto. ¡Así que me perdóname si
parezco un poco malhumorada!»

«Muy bien», contestó Kevin . «Pero tal vez la fiesta te ayudará a dejar
de pensar en las cosas».

«¿De verdad estás considerando ir con Marcie?»

Una sonrisa apareció en sus labios. «¿Crees que debería ir contigo en
su lugar?»

«Creo que deberías ir con Demi .»

Antes de que pudiera medir la reacción de Kevin , Marcie dijo:

—Vayamos juntas a la tienda de disfraces, señora Grey. Y después
podemos pasarnos por la papelería para que pueda buscar invitaciones.
Quiero algo espeluznante y festivo, pero también cursi. —Balanceó sus
hombros y chilló—. ¡Esto va a ser muy divertido!

—¿A quién vas a invitar a la fiesta, (_Tn)? —preguntó mi madre.

Apreté los labios, incapaz de pensar en la respuesta correcta. Kevin
estaba cogido, Dante no lo haría, eso ayudaría a alimentar el rumor sobre
nuestra relación, pero yo no estaba de humor, y mi mamá detestaba a
Joe . Peor, se suponía que debía odiarle a muerte. Éramos enemigos
inmortales en lo que se refería al mundo exterior.

No quería estar incluida en esta fiesta. Tenía problemas mayores.
Tenía a un arcángel vengador detrás de mí, era el líder de un ejército, pero
carecía de dirección, a pesar de mi pacto con los arcángeles, estaba
empezando a sentir que la guerra no solo podía ser inevitable, sino podría
ser el movimiento correcto; mi mejor amigo se estaba guardando secretos y
especular sobre su naturaleza me mantenía despierta toda la noche y ahora
esto. Una fiesta de Halloween. En mi propia casa. Donde se esperaría que
juegue a la anfitriona.

Marcie sonrió.

—Anthony Amowitz está colado por ti.

—Oh, cuéntame más sobre Anthony —pinchó mi madre.

Marcie amaba las buenas historias y se lanzó justo en esta.

Él estaba en nuestra clase de educación física el año pasado. Cada
vez que jugábamos al softbol, jugaba de receptor y miraba boquiabierto las
piernas de (_Tn) todo el tiempo cuando estaba bateando. Él no podía coger
ni un lanzamiento, estaba tan distraído.

—(_Tn) tiene unas piernas hermosas —me tomó el pelo mi madre.

Levanté mis pulgares hacia la escalera.

—Me voy a mi cuarto a golpearme la cabeza contra la pared unos
pocos miles de veces. Cualquier cosa tiene que ser mejor que esto.

—Tú y Anthony podríais ser Scarlett y Rhett —gritó Marcie detrás de
mí—. O Buffy y Ángel. Y de, ¿Tarzán y Jane?

Esa noche dejé mi ventana desbloqueada y justo después de la
medianoche, Joe  se arrastró dentro. Olía a tierra, como los bosques,
mientras se deslizaba silenciosamente en la cama junto a mí. Aunque

hubiera preferido encontrarme con él al aire libre, habíaalgo
innegablemente sexi acerca de nuestra cita secreta.
—Te he traído algo —dijo poniendo una bolsa de papel marrón en mi
tripa.

Me senté y miré dentro.

—¡Una manzana de caramelo de Delphic Beach! —Sonreí—. Nadie las
hace mejor. E incluso conseguiste una espolvoreada con copos de coco, mi
favorita.

—Es un regalo para que te pongas bien. ¿Cómo está la herida?

Levanté mi camiseta de dormir, mostrándole la buena noticia yo
misma.

—Mucho mejor. —La última decoloración azul había desaparecido
hace unas horas y tan pronto como lo hizo, la herida había cicatrizado casi
al instante. Solo se mantuvo la más pálida cinta de una cicatriz.

Joe  me besó.

—Esa es una buena noticia.

—¿Alguna noticia de Blakely?

—No, pero es solo cuestión de tiempo.

—¿Le has sentido siguiéndote?

—No. —Un borde de frustración se deslizó en su voz—. Pero estoy
seguro de que me está vigilando. Necesita el cuchillo de vuelta.

—El devilcraft está cambiando todas las reglas, ¿no es así?

—Es lo que me obliga a ser creativo, le voy a conceder eso.

—¿Has traído el cuchillo de Blakely contigo? —Miré sus bolsillos, que
parecían vacíos.

Levantó su camisa lo bastante alto como para revelar el mango
sobresaliendo de su cinturón de cuero.

—Nunca lo pierdo de vista.

—¿Estás seguro de que vendrá a por él? Puede que se esté tirando un
farol. Tal vez sabe que los arcángeles no son tan mojigatos como todos
pensábamos que eran y sabe que puede escaparse con devilcraft.

—Es una posibilidad, pero no lo creo. Los arcángeles son buenos
ocultando cosas, sobre todo a los Nephilim. Creo que Blakely tiene miedo y
creo que va a hacer un movimiento pronto.

—¿Y si trae respaldos? ¿Y si somos tú y yo contra veinte de ellos?

—Él vendrá solo —dijo Joe  con confianza—. Él metió la pata y va a
tratar de salvar este lío en privado. Sabiendo lo valioso que es para los
nephilim, no hay manera de que se le permitiera asistir a un partido de
fútbol por sí mismo. Apuesto a Blakely se escabulló. Peor, dejo atrás un
cuchillo encantado con devilcraft. Está sudando la gota gorda y sabe que
tiene que arreglarlo antes de que nadie se entere. Voy a utilizar su miedo y
desesperación a nuestro favor. Sabe que todavía estamos juntos. Le haré
jurar no decir una palabra sobre nuestra relación y le diré que no le daré el
cuchillo hasta que lo haga.

Aflojé la cuña troceada de la manzana de caramelo y la mordí por la
mitad. Luché como una buena calma falsa.

—¿Algo más? —preguntó Joe .

—Hmm... Sí. Durante el entrenamiento de esta mañana, Dante y yo
fuimos interrumpidos por unos pocos ángeles caídos matones. —Me encogí
de hombros—. Nos escondimos hasta que se fueron, pero se puede decir
que Jeshván ha calentado la sangre de todo el mundo. No conocerás a un
ángel caído delgado con marcas en todo el pecho, ¿verdad? Esta era la
segunda vez que lo he visto.

—No me suena. Pero voy a mantener mis ojos abiertos. ¿Seguro que
estás bien?

—Positivo. Por otro lado, Marcie está haciendo una fiesta de
Halloween aquí en la granja.

Joe  sonrió.

—¿Estilo drama familiar Grey-Millar?

—El tema son las parejas famosas de la historia. ¿Podría ser menos
original? Peor, está liando a mi madre en esto. Hoy se fueron de compras
buscando decoraciones. Durante tres horas enteras. Es como si de pronto
fueran las mejores amigas. —Cogí otra rebanada de manzana y le hice una
mueca—. Marcie lo está arruinando todo. Quería que Kevin  fuera con Demi ,
pero Marcie ya le convenció para ir con ella.


La sonrisa de Joe  se ensanchó.

Apunté mi mejor mirada malhumorada hacia él.

—Esto no es gracioso. Marcie está destruyendo mi vida. ¿De qué lado
estás de todos modos?

Joe  levantó las manos en señal de rendición.

—Me estoy quedando fuera de esto.

—Necesito una cita para esta estupidez. Tengo que eclipsar a Marcie
—añadí en una chispa de inspiración—. Quiero un chico más caliente de mi
brazo y quiero un disfraz mejor. Voy a conseguir algo un millón de veces
mejor que Tristán e Isolda. —Miré a Joe  esperanzada.

Él simplemente me miró.

—No podemos ser vistos juntos.

—Estarás disfrazado. Piensa en ello como un desafío para pasar
desapercibido. Tienes que admitir que todo esto de vernos a escondidas es
bastante caliente.

—Yo no voy a fiestas de disfraces.

—Porfis, porfis, porfis. —Bateé mis pestañas.

—Me estás matando.

—Solo conozco a un tipo que es más guapo que Kevin ... —Dejé que la
idea tentará su ego.

—Tu madre no va a dejarme poner un pie en el interior de este lugar.
He visto la pistola que guarda en el estante superior de la despensa.

—Otra vez, estarás disfrazado, tonto. Ella no sabrá que eres tú.

—No vas a dejarlo pasar, ¿verdad?

—No. ¿Qué opinas de John Lennon y Yoko Ono? ¿O Sansón y Dalila?
¿Robin Hood y Lady Marian?

Él levantó una ceja.

—¿Has considerado alguna vez a Joe  y (_Tn)?


Entrelacé mis dedos sobre mi estómago y miré al techo
sinuosamente.

—Marcie va a hundirse.

El móvil de Joe  sonó y él miró la pantalla.

—Número desconocido —murmuró y me congeló la sangre.

—¿Crees que es Blakely?

—Hay una forma de averiguarlo. —Respondió el teléfono, su voz
calmada pero no acogedora. De inmediato, sentí el cuerpo de Joe  tenso
junto al mío y sabía que tenía que ser Blakely. La llamada duró sólo unos
pocos segundos.

—Es nuestro hombre —me dijo Joe —. Quiere quedar. Ahora.

—¿Eso es todo? Casi parece demasiado fácil.
Joe  me miró a los ojos y supe que había algo más. No pude
interpretar su expresión, pero la forma en que me miraba hizo que la
ansiedad burbujease dentro de mí.

—Si le damos el cuchillo, él nos dará el antídoto.

—¿Qué antídoto? —pregunté.

—Cuando él te apuñaló, te infectó. No dijo con qué. Solo dijo que si
no consigues el antídoto pronto… —interrumpió, tragando saliva—. Dijo
que lo ibas a lamentar. Los dos lo lamentaremos.
ElitzJb
ElitzJb


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Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA) - Página 43 Empty Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)

Mensaje por ElitzJb Lun 22 Jul 2013, 11:02 am

Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA) - Página 43 P3ec

IV Temporada

Super Maraton 2/4


Capitulo 17


está mintiendo. Es una trampa. Está intentando hacernos
entrar en pánico para que estemos demasiado ocupados
en concentrarnos en alguna enfermedad ficticia con la que
me infectó para jugar a esto con inteligencia. —Salté fuera la cama y
caminé por mi habitación—. Oh, es bueno. Realmente bueno. Yo digo que le
devolvamos la llamada y le digamos que tendrá el cuchillo después de que
jure que dejará de usar devilcraft. Ese es un intercambio con el que estaré
de acuerdo.

—¿Y si no está mintiendo? —preguntó Joe  en voz baja.

No quería pensar en eso. Si lo hiciera, estaría directamente en las
manos de Blakely.

—Lo está —dije con más convicción—. Era el protegido de Hank, y si
Hank era bueno en algo, era en mentir. Estoy segura de que ese vicio se le
pegó. Devuélvele la llamada. Dile que no hay trato. Dile que mi herida se ha
curado, y que si hubiera algo malo en mí, ya lo sabríamos a estas alturas.

—Es devilcraft de lo que estamos hablando. No juega según las
reglas. —Había preocupación y frustración detrás de las palabras de
Joe —. No creo que podamos hacer suposiciones, y tampoco creo que
podamos arriésganos a subestimarlo. Si hizo algo para hacerte daño,
Ángel... —Un músculo en la mandíbula de Joe  se contrajo por la emoción,
y temí que estuviera haciendo exactamente lo que Blakely quería. Pensar
con su ira y no con su cabeza.
—Esperaremos a que esto pase. Si estamos equivocados, y no creo
que lo estemos, pero si fuera ese el caso, Blakely seguirá queriendo
recuperar el cuchillo dos, cuatro o seis días a partir de ahora. Tenemos la
sartén por el mango. Si empezamos a sospechar que realmente me infectó
con algo, lo llamaremos. Seguirá reuniéndose con nosotros porque necesita
el cuchillo. No tenemos nada que perder.

Joe  no parecía aceptarlo.

—Me dijo que necesitarías pronto el antídoto.

—Date cuenta como de impreciso suena “pronto”. Si estuviera
diciendo la verdad, tendría un plazo de tiempo más específico. —Mi
valentía no era una actuación. Ninguna parte de mí creía que Blakely
estuviera siendo sincero. Mi herida se había curado y nunca me había
sentido mejor. Él no me había inyectado ninguna enfermedad. No iba a caer
en eso. Y me frustraba que Joe  se mostraba tan prudente, tan crédulo. Yo
quería seguir con nuestro plan original: arrastrar a Blakely y restringir la
producción de devilcraft—. ¿Estableció un punto de encuentro? ¿Dónde
quiere hacer el cambio?

—No te lo voy a decir —respondió Joe  en un tono tranquilo y
mesurado.

Me estremecí por la confusión.

—Perdona. ¿Qué acabas de decir?

Joe  se acercó y puso sus manos alrededor de mi cuello. Su
expresión era inamovible. Estaba serio, tenía la intención de resistirme.
También podría haberme abofeteado, la traición hirió tanto. No podía creer
que estuviera yendo contra mí en esto. Empecé a alejarme, demasiado
enfurecida para hablar, pero me agarró por la muñeca.

—Respeto tu opinión, pero he estado haciendo esto mucho tiempo —
dijo, su voz baja, seria y sincera.

—No seas condescendiente conmigo.

—Blakely no es un buen tipo.

—Gracias por el aviso —dije mordazmente.

—No lo pondría delante de él para infectarte con algo. Ha estado
haciendo el tonto con el devilcraft demasiado tiempo para tener algún
sentido de la decencia o la humanidad. Eso ha endurecido su corazón y
puesto ideas en su mente, astutas, maliciosas y deshonrosas ideas. No creo
que esté haciendo amenazas a ciegas. Parecía sincero. Parecía empeñado en
llevar a cabo todas las amenazas de las que hablaba. Si no me reúno con él
esta noche, tirará el antídoto. No tiene miedo de mostrarnos qué clase de
hombre es.

—Entonces mostrémosle quiénes somos. Dime dónde quiere
reunirse. Atrapémosle y traigámoslo para interrogarlo —desafié. Eché un
vistazo al reloj. Habían pasado cinco minutos desde que Joe  terminó la
llamada. Blakely no esperaría toda la noche. Teníamos que irnos,
estábamos perdiendo el tiempo.

—No te reunirás con Blakely esta noche, fin de la historia —dijo
Joe .

Odiaba lo exasperantemente macho alfa que estaba siendo sobre
esto. Tenía el mismo derecho y me estaba dejando de lado. No tenía en
consideración mi opinión, lo que era solo una obviedad apenas cubierta
por un velo.

—¡Perderemos nuestra oportunidad de atraparlo! —argumenté.

—Voy a hacer el intercambio y tú te quedas aquí.

—¿Cómo puedes decir eso? ¡Estás dejando que lleve la batuta! ¿Qué
te ha pasado?

Sus ojos se encontraron con los míos.

—Pensé que era bastante obvio, Ángel. Tu salud es más importante
que obtener respuestas. Habrá otro momento para atrapar a Blakely.

Mi boca colgó abierta, y sacudí la cabeza de lado a lado.

—Si sales de aquí sin mí, nunca te lo perdonaré. —Una amenaza
sólida, excepto que ni yo creía en lo que quería decir. Joe  había
prometido que seríamos un equipo de ahora en adelante. Si ahora me
dejaba fuera, lo vería como una traición. Habíamos pasado por mucho para
que me ahora me colmara a mimos.

—Blakely ya está ansioso. Si algo sale mal, echará a correr y con él
nuestro antídoto. Dijo que quería verme a solas, y voy a cumplir con su
petición.

Sacudí mi cabeza con fuerza.

—No bases esto en Blakely. Esto se trata de ti y de mí. Dijiste que
seríamos un equipo de ahora en adelante. Esto es acerca de lo que nosotros
queremos, no lo que él quiere.

Alguien llamó a la puerta de mi dormitorio y espeté: —¿Qué?

Marcie abrió la puerta y se quedó en la entrada, con los brazos
cruzados cómodamente sobre el pecho. Llevaba una vieja camiseta holgada
y unos pantalones cortos, tipo bóxer. No es lo que me imaginaba que
Marcie llevase a la cama. Me habría esperado algo más rosa, más encaje,
más piel.

—¿Con quién estás hablando? —Quiso saber, frotándose el sueño de
los ojos—. Puedo oírte de cháchara todo el camino por el pasillo.

Volví mi atención a Joe , pero solo estábamos Marcie y yo en mi
habitación. Joe  se había esfumado.

Cogí una almohada de la cama y la arrojé contra la pared.


El domingo por la mañana me desperté con una extraña e insaciable
hambre arañando mi vientre. Me empujé fuera de la cama, me salté el baño
y me dirigí directamente a la cocina. Abrí la nevera, mirando los estantes
con avidez. Leche, fruta, restos de carne a la Stroganoff. Ensalada, rodajas
de queso y gelatina de frutas. Nada de esto parecía remotamente atractivo
y sin embargo mi estómago se retorcía de hambre. Metí la cabeza en la
despensa, rastreé con los ojos los estantes de arriba a abajo, pero hasta el
último alimento tenía el encanto de masticar poliéster. Mis inexplicables
antojos se intensificaron ante la falta de alimentos y empecé a sentir
náuseas.

Afuera seguía oscuro, faltaban unos minutos para las cinco y me
arrastré de vuelta a la cama. Si no podía terminar con los dolores, los
dormiría. El problema era que mi cabeza parecía encaramada en un Tilt-A-
Whirl21, con el vértigo tambaleándome en su locura. Mi lengua estaba seca e
hinchada por la sed, pero la idea de beber incluso algo tan suave como el
agua hizo que mis entrañas amenazaran con alzarse en una revuelta. Me
pregunté brevemente si eso podría ser un efecto secundario de la
puñalada, pero estaba demasiado incómoda como para pensar.

Pasé los siguientes minutos dando vueltas, tratando de encontrar la
parte más fresca de mis sábanas buscando alivio, cuando una suave voz
me susurró al oído.

—¿Adivinas qué hora es?

Dejé escapar un gemido genuino.

—Hoy no puedo entrenar, Dante. Estoy enferma.

—La excusa más vieja del mundo. Ahora sal de la cama —dijo,
golpeando con fuerza mi pierna.

Mi cabeza colgaba sobre el lado del colchón, y miré sus zapatos.

—Si vomito en tus pies, ¿me creerás?

—No soy tan quisquilloso. Te quiero fuera en cinco minutos. Si llegas
tarde, me lo compensarás. Ocho kilómetros extras por cada minuto que
tardes suena bastante justo.

Se fue, y eso se llevó toda mi motivación, y entonces algo me arrastró
fuera de la cama. Me até los cordones de los zapatos lentamente,
enfrascada en una batalla con el hambre atacándome por un lado, y el
vértigo agudo por el otro.

Cuando llegué a la entrada, Dante dijo: —Antes de empezar, he de
ponerte al día sobre nuestros resultados en el entrenamiento. Uno de mis
primeros actos como teniente fue asignar oficiales en nuestras tropas.
Espero que lo apruebes. La formación de los nephilim va bien —continuó
sin esperar mi respuesta—. Nos hemos estado centrando en las técnicas de
lucha contra la posesión, trucos mentales como estrategias ofensivas y
defensivas, y acondicionamiento físico riguroso. Nuestra mayor área de
debilidad es reclutar espías. Tenemos que desarrollar una buena fuente de
información. Necesitamos saber qué están planeando los ángeles caídos,
pero hasta el momento no hemos tenido éxito. —Me miró expectante.

—Uh... bien. Es bueno saberlo. Pensaré en ideas.

—Te sugeriría que se lo pidieses a Joe .

—¿Espiar para nosotros?

—Usa tu relación a tu favor. Él puede tener información sobre los
puntos débiles de los ángeles caídos. Puede saber los ángeles caídos que
serían más fáciles de lanzar.

—No usaré a Joe . Y te lo dije: Joe  se queda fuera de la guerra. No
ha tomado partido por los ángeles caídos. Y yo no le voy a pedir que espíe
para los nephilim —dije casi con frialdad—. No va a involucrarse.

Dante hizo una breve inclinación de cabeza.

—Entendido. Olvida lo que dije. Estándar de calentamiento. Quince
kilómetros. Esfuérzate en la mitad de la vuelta, te quiero sudando.

—Dante —protesté débilmente.

—¿Te advertí sobre esos kilómetros extras? También son para las
excusas.

Solo supera esto, traté de alentarme. Tienes el resto del día libre para
dormir. Y comer, y comer, y comer.

Dante me hizo trabajar duro; después de quince kilómetros de
calentamiento, practiqué saltando sobre rocas de dos veces mi estatura,
después corriendo por las empinadas laderas de un barranco y repasamos
las lecciones que ya había aprendido, particularmente trabajamos los
trucos mentales.

Por último, al final de la segunda hora, dijo: —Dejémoslo por hoy.
¿Puedes encontrar el camino a casa?

Habíamos viajado bastante lejos en el bosque, lo pude decir por el
sol naciente qué camino estaba al este, y me sentí segura de poder regresar
sola.

—No te preocupes por mí —dije, y me fui.

A mitad de camino hacia la granja, encontré la roca en la que
habíamos depositado nuestras pertenencias, la cazadora que había
arrojado después de mi calentamiento, y la mochila azul del gimnasio de
Dante. La traía todos los días, cargándola varios kilómetros hasta el
bosque, lo que no solo tenía que ser pesado y torpe, sino poco práctico.
Hasta el momento, ni una sola vez la había desabrochado. Al menos, no en
mi presencia. La mochila podía estar equipada con una gran variedad de
instrumentos de tortura que tenía la intención de emplear en nombre de mi
entrenamiento. Más probable es que tuviera ropa para cambiarse y calzado
de recambio. Posiblemente incluyendo, me reí ante la idea, un par de slips
o bóxers con pingüinos impresos por los que podría meterme con él hasta
la saciedad. Quizás incluso colgarlos en un árbol cercano. No había nadie
alrededor para verlos, pero estaría bastante avergonzado sabiendo que yo
los tenía.


Sonriendo furtivamente, tiré de la cremallera unos pocos
centímetros. Tan pronto como vi las botellas de cristal, llenas de líquido
azul claro, alineadas en el interior, las punzadas de mi estómago se
retorcieron ferozmente. El hambre arañó través de mí como algo vivo.

Una insaciable necesidad que amenazaba con estallar en mi interior.
Un grito agudo rugía en mis oídos. En una oleada abrumadora, recordé el
sabor potente del devilcraft. Horrible, pero tan valioso. Me acordé de la
oleada de poder que me había dado. Apenas pude mantener el equilibrio,
estaba tan consumida por la necesidad de volver a sentir esa imparable
fuerza. Los saltos disparados, la velocidad incomparable, la agilidad de un
animal. Mi pulso estaba vertiginoso, golpeando y revoloteando por la
necesidad, necesidad, necesidad. Mi visión estaba borrosa y mis rodillas
debilitadas. Casi podía saborear el alivio y la satisfacción que vendrían con
un pequeño sorbo.

Rápidamente conté las botellas. Quince. No había manera de que
Dante notara si una se perdía. Sabía que era malo robar, tanto como que el
devilcraft no era bueno para mí. Pero esos pensamientos eran argumentos
aburridos flotando sin rumbo en el fondo de mi mente. Racionalicé que la
medicina prescrita en dosis equivocadas tampoco era buena para mí, pero
a veces lo necesitaba. Tanto como necesitaba probar el devilcraft.

Devilcraft. Apenas podía pensar, estaba tan afligida y estaba
enclenque por el poder que sabía me daría. Un pensamiento repentino se
apoderó de mí, podría morirme si no lo conseguía, la necesidad era
potente. Haría cualquier cosa por ella. Tenía que sentirme de esa manera
de nuevo. Indestructible. Intocable.

Antes de que supiera lo que había hecho, tomé una botella. Se sentía
fresca y reconfortante en mis manos. Ni siquiera había dado un sorbo y mi
cabeza ya estaba despejándose. Sin más vértigo y pronto, sin más antojos.

La botella encajaba perfectamente en mis manos, como si estuviera
destinada a estar allí todo el tiempo. Dante quería que yo tuviera esta
botella. Después de todo, ¿cuántas veces había intentado hacerme beber
devilcraft? ¿Y no había dicho que mi siguiente dosis estaba en la casa?

Tomaría una botella y sería suficiente. Sentiría el torrente de poder
una vez más y estaría satisfecha.
Solo una vez más.
ElitzJb
ElitzJb


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Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA) - Página 43 Empty Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)

Mensaje por maiira1D Lun 22 Jul 2013, 3:08 pm

new reader here
me encanta esta serie!
siguela cuando puedas
mejor mas pronto que tarde
besos
maiira1D
maiira1D


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Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA) - Página 43 Empty Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)

Mensaje por ElitzJb Lun 22 Jul 2013, 4:26 pm

maiira1D escribió:new reader here
me encanta esta serie!
siguela cuando puedas
mejor mas pronto que tarde
besos

Hooola! corazon Bienvenida es genial q te encante la saga
sigue disfrutando de mas capitulos vale
besitos y abrazos
nos estamos leyendo vale :hug: 
ElitzJb
ElitzJb


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Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA) - Página 43 Empty Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)

Mensaje por ElitzJb Lun 22 Jul 2013, 4:40 pm

Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA) - Página 43 78fy

IV Temporada

Super Maraton 3/4


Capitulo 18


Mis ojos se abrieron ante un repentino golpeteo en la puerta. Me
senté, desorientada. La luz del sol se colaba por la ventana,
indicando que era tarde por la mañana. Mi piel estaba húmeda de

sudor, mis sábanas enredadas en mis piernas. En mi mesa de noche, una
botella vacía yacía inclinada hacia un lado.

El recuerdo irrumpió de nuevo.

Apenas logré llegar a mi habitación antes de quitar la tapa, tirándola
a un lado a toda prisa, y vaciar el devilcraft en segundos. Me ahogaba y
atragantaba, sintiéndome como si me fuera a sofocar mientras el líquido
obstruía mi garganta, pero sabía que mientras más rápido tragara, más
rápido acabaría. Una oleada de adrenalina como ninguna cosa que había
sentido nunca se había expandido en mi interior, llevando mis sentidos a
un máximo estimulante. Había tenido la urgencia tentadora de correr
afuera y empujar mi cuerpo al límite, corriendo, saltando y esquivando
todo en mi camino. Como volar, solo que mejor.

Y luego, tan rápido como el impulso se había disparado dentro de
mí, colapsé. Ni siquiera recuerdo haber caído en mi cama.

—Despierta, dormilona —llamó mi mamá desde la puerta—. Sé que
es fin de semana, pero no vas a dormir todo el día. Ya son más de las once.

¿Once? ¿He estado inconsciente durante cuatro horas?

—Estaré abajo en un segundo —respondí, todo mi cuerpo estaba
temblando por lo que tenía que ser un efecto secundario del devilcraft.
Había consumido demasiado, muy rápido. Eso explicaba porque mi cuerpo
se apagó durante horas, y la sensación peculiar y nerviosa pulsando dentro
de mí.

No podía creer que le había robado el devilcraft a Dante. Peor, no
podía creer que lo había tomado. Estaba avergonzada. Tenía que encontrar
la forma de corregirlo, pero no sabía por dónde empezar. ¿Cómo podría
decirle a Dante? Él ya pensaba que yo era tan débil como un humano, y si
no podía controlar mis propios apetitos, eso solo probaba que estaba en lo
cierto.

Debería solo habérselo pedido. Pero era desconcertante el pensar que
disfruté robándolo. Había cierta emoción en hacer algo malo y salirme con
la mía. Justo como había sido emocionante excederse con el devilcraft,
bebiéndolo todo inmediatamente y rehusándome a racionarlo.

¿Cómo podría estar teniendo estos horribles pensamientos? ¿Cómo
podía haberme dejado actuar así? Esto no es lo que yo era.

Jurando que esta mañana sería la última vez que usaría el devilcraft,
enterré la botella en el fondo del basurero y traté de sacar el incidente de
mi cabeza.

Asumí que para esta hora estaría desayunando sola, pero encontré a
Marcie en la mesa de la cocina, tachando una lista de números telefónicos.

—He pasado toda la mañana invitando a la gente a la fiesta de
Halloween —explicó—. Siéntete libre de incluirte en cualquier momento.

—Pensé que las invitaciones se enviarían por correo.

—No hay tiempo suficiente. La fiesta es el jueves.

—¿Una noche de escuela? ¿Qué hay de malo con el viernes?

—El juego de fútbol americano. —Mi rostro debió haberse visto
confundido, porque ella dijo: —Todos mis amigos van a estar jugando en el
juego o animándolo. Además, es un juego fuera de casa así que no
podemos solo invitarlos para después del juego

—¿Y el sábado? —pregunté, incrédula de que íbamos a armar una
fiesta entre semana. Mi mamá nunca estaría de acuerdo. Pero de nuevo,
Marcie tenía una forma de convencerla de cualquier cosa estos días.

—El sábado era el aniversario de mis padres. No la haremos el
sábado —dijo con una nota de carácter definitivo. Empujó la lista de
números telefónicos hacia mí—. Estoy haciendo todo el trabajo, y
realmente esta empezando a sacarme de quicio.

—No quiero tener nada que ver con la fiesta —le recordé.

—Solo estás de mal humor porque no tienes una cita.

Era cierto. No tenía una cita. Había hablado sobre llevar a Joe , pero
eso requeriría que lo perdonara por ver a Blakely la noche anterior. El
recuerdo de lo que había pasado vino rápidamente. Entre dormir anoche,
entrenar con Dante esta mañana, y caer inconsciente por varias horas,
olvidé por completo comprobar mi teléfono por los mensajes.

El timbre sonó, y Marcie saltó de su asiento.

—Yo atiendo.

Quería gritarle: “¡Deja de actuar como si vivieras aquí!”, pero en lugar
de eso, me deslicé pasándola y tomé las escaleras de dos en dos a mi
cuarto. Mi cartera estaba colgada en la puerta de mi armario, y busqué en
ella hasta encontrar mi celular.

Tomé una profunda respiración. Ningún mensaje. No sabía lo que eso
significaba, y no sabía si debía preocuparme. ¿Qué si Blakely había
emboscado a Joe ? ¿O qué si su silencio era solo porque nos habíamos
separado en malos términos anoche? Cuando me enojaba, quería mi
espacio, y Joe  lo sabía.

Le envié un mensaje texto rápido. «¿Podemos hablar?»

En la planta baja, oí a Marcie peleando nerviosa.

—Dije que iría por ella. Tienes que esperar aquí. ¡Oye! No puedes solo
entrar sin ser invitada.

—¿Quién lo dice? —le respondió Demi , y oí su bullicio en las escaleras.

Me reuní con ellas en el pasillo fuera de mi dormitorio.
—¿Qué está pasando?

—Tu amiga gorda se abrió paso a codazos sin ser invitada —se quejó
Marcie.

—Esta vaca flaca está actuando como si fuera la dueña de este lugar
—me dijo Demi —. ¿Qué está haciendo aquí?

—Vivo aquí ahora —dijo Marcie.

Demi  soltó una carcajada.

—Siempre divertida —dijo, negando con el dedo.

La barbilla de Marcie se levantó.

—Si vivo aquí, vamos, pregúntale a (_Tn).

Demi  me miró y suspiré.

—Es temporal.

Demi  se balanceó en sus talones como si hubiese sido golpeada por un
puño invisible.

—¿Marcie? ¿Viviendo aquí? ¿Soy la única que se da cuenta de que
toda la lógica se levantó y se fue?

—Fue idea de mi mamá —dije.

—Fue idea mía y de mi mamá, pero la señora Grey estuvo de acuerdo
en que era lo mejor —corrigió Marcie.

Antes de que Demi  hiciera más preguntas, la tomé por el codo y la
arrastré dentro de mi dormitorio. Marcie avanzó hacia delante, pero le
cerré la puerta en la cara. Estaba tratando con todas mis fuerzas de ser
civilizada, pero dejarla entrar en una conversación privada con Demi  era
llevar la idea de cortesía demasiado lejos.

—¿Por qué ella está realmente aquí? —exigió Demi , sin molestarse en
hablar en voz baja.

—Es una larga historia. La corta es que… no sé lo que está haciendo
aquí. —Evasiva, sí, pero honesta también. No tenía idea de lo que Marcie
estaba haciendo aquí. Mi mamá había sido amante de Hank, yo era el fruto
de su amor, y era razonable que Marcie no querría tener nada que ver con
nosotras.

—Vaya, todo está claro ahora —dijo Demi .

Es hora de darle una distracción.

—Marcie hará una fiesta de Halloween en la granja. Las citas son
obligatorias, al igual que los disfraces. El tema es “Parejas famosas de la
historia”.

—¿Y? —dijo Demi , sin importarle en absoluto.

—Marcie tiene los ojos puestos en Kevin .

Demi  entrecerró los ojos.

—¡Claro que lo hace!

—Marcie ya le preguntó, pero él no sonaba muy comprometido —le
ofrecí amablemente.

Demi  sonó sus nudillos.

—Es hora de hacer algo de la magia de Demi  antes de que sea
demasiado tarde.

Mi celular sonó con un texto. «Tengo el antídoto. Tenemos que
reunirnos». Un mensaje de Joe .

Él estaba bien. La tensión en mis hombros se fue.

Discretamente, deslicé el teléfono en el bolsillo y le dije a Demi : —Mi
mamá necesita que recoja la ropa de la lavandería y que devuelva unos
libros de la biblioteca. Pero puedo pasar por tu casa más tarde.

—Y entonces podemos planear como robarle a Kevin  a la puta —dijo
Demi .

Le di a Demi  una ventaja de cinco minutos y luego llevé el Volkswagen
de vuelta al camino.

«Dejando la granja ahora», le escribí a Joe . «¿Dónde estás?»

«Llegando a la casa adosada», respondió.

«Te veo ahí».

Me dirigí a Casco Bay. Demasiado ocupada formulando lo que le diría
a Joe  para disfrutar del impresionante paisaje del atardecer. Era solo a
medias consiente del agua azul oscuro brillando bajo el sol, y de las olas
salpicando y formando espuma cuando se estrellaban contra los
acantilados escarpados. Me estacioné a pocas calles del lugar de Joe  y
entré. Era la primera en llegar, y salí al balcón para organizar mis
pensamientos por última vez.

El aire era frío y pegajoso con la sal, solo con la brisa suficiente para
poner la piel de gallina, y esperaba que eso calmara mi enojo y la
persistente punzada de la traición. Me gustaba que Joe  siempre tuviera
mi seguridad en mente, me conmovía su preocupación y no quería parecer
malagradecida de tener un novio que iría a cualquier extremo por mí, pero
un trato era un trato. Acordamos trabajar en equipo, y él había roto mi
confianza.

Oí la puerta del garaje deslizarse al abrirse, seguido por la
motocicleta de Joe  entrando. Un momento después, apareció en la sala
de estar. Él mantuvo su distancia, pero sus ojos estaban sobre mí. Su
cabello era arrastrado por el viento, y una barba oscura salpicaba su
mandíbula. Llevaba la misma ropa con la que lo había visto por última vez,
y sabía que había estado fuera toda la noche.

—¿Una noche ocupada? —le pregunté.

—Tenía muchas cosas en mi mente.

—¿Cómo esta Blakely? —pregunté a Joe  con la indignación
necesaria para que supiera que no había olvidado ni perdonado.

—Él hizo un juramento para mantener nuestra relación tranquila. —
Una pausa—. Y me dio el antídoto.

—Así decía tu mensaje.

Joe  suspiró y pasó su mano por el pelo.

—¿Así es cómo va a ser? Entiendo que estés enojada, pero ¿podrías
retroceder un minuto y ver las cosas de mi punto de vista? Blakely me dijo
que fuera solo, y yo no confiaba en cómo reaccionaría si aparecía contigo a
mi lado. No me opongo a tomar riesgos, pero no cuando las posibilidades
están claramente en mi contra. Él tenía la mejor mano, esta vez.

—Prometiste que seríamos un equipo.

—También juré hacer todo lo que estuviera en mi poder para
protegerte. Quiero lo mejor para ti. Es tan simple como eso, Ángel.

—No puedes seguir haciéndote cargo y luego decir que es por mi
seguridad.

—Asegurarme de que estás a salvo es más importante para mí que tu
buena voluntad. No quiero pelear, pero si estás decidida a verme como el
malo de la película, que así sea. Es mejor que perderte. —Se encogió de
hombros.

Di un grito ante su arrogancia, y entrecerré mis ojos rápidamente.

—¿Es eso realmente lo que sientes?

—¿Alguna vez me viste mentir, especialmente cuando se trata de mis
sentimientos por ti?

Agarré mi bolso del sofá.

—Olvídate de esto. Me voy.

—Haz lo que quieras. Pero no vas a dar un paso fuera hasta que te
tomes todo el antídoto. —Para probar su punto, se apoyó contra la puerta
principal, cruzando los brazos sobre su pecho.

Mirándolo fijamente, dije: —Por lo que sabemos, el antídoto podría
ser veneno.

Él sacudió su cabeza.

—Dabria lo analizó. Está limpio.

Apreté los dientes. Controlar mi temperamento estaba oficialmente
fuera de cuestión ahora.

—¿Te llevaste a Dabria no? Supongo que eso significa que los dos
son un equipo ahora —le espeté.

—Ella se mantuvo lo suficientemente lejos del radar de Blakely para
no alertarlo, pero lo suficientemente cerca para leer fragmentos de su
futuro. Nada allí indicó alguna jugada sucia con respecto al antídoto. Él
hizo un trato justo. El antídoto es bueno.

—¿Por qué no intentas ver las cosas desde mi punto de vista? —
Estaba furiosa—. Tengo que soportar que mi novio escoja trabajar
cercanamente con su ex… ella sigue enamorada de ti, ¡lo sabes!

Joe  mantuvo su mirada fija en mí.

—Y yo estoy enamorado de ti. Incluso cuando eres irracional, celosa
y voluntariosa. Dabria ha tenido una práctica más substancial en los trucos
mentales, en las retiradas y la lucha de los nephilim en general. Tarde o
temprano vas a tener que comenzar a confiar en mí. No tenemos una gran
cantidad de aliados, y necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir.
Mientras Dabria esté contribuyendo, estoy dispuesto a mantenerla a bordo.

Mis puños estaban apretados tan fuerte que mis uñas amenazaban
con romper mi piel.

—En otras palabras, no soy lo suficientemente buena para ser tu
compañera de equipo. ¡A diferencia de Dabria, no tengo ningún poder
especial!

—No es eso en absoluto. Ya hemos pasado por esto: si algo llegara a
pasarle, no me consideraría desafortunado. En cambio si a ti te pasara
algo…

—Sí, bueno, tus acciones hablan por sí mismas. —Estaba herida y
molesta, y decidida a mostrarle a Joe  que me estaba subestimando, y
todo ello me llevó a mi siguiente declaración sorprendente—. Llevaré a los
nephilim a la guerra contra los ángeles caídos. Es lo correcto. Me encargaré
de los arcángeles después. Puedo vivir temiéndoles, o puedo superarlo y
hacer lo que sé que es mejor para los nephilim. No quiero otro nephil
jurando lealtad para siempre. He tomado mi decisión, así que no te
molestes en disuadirme —dije rotundamente.

Los ojos negros de Joe  me observaron, pero no dijo nada.

—Me he estado sintiendo así por un tiempo —dije, impulsada por su
incómodo silencio y ansiosa por probar mi punto de vista—. No permitiré
que los ángeles caídos sigan intimidando a los nephilim.

—¿Estamos hablando de los ángeles caídos y de los nephilim, o de
nosotros? —finalmente Joe  preguntó en voz baja.
—Estoy cansada de jugar a la defensiva. Ayer un grupo de ángeles
caídos vino por mí. Eso fue el colmo. Los ángeles caídos necesitan saber
que nos hemos cansado de ser fastidiados. Nos han acosado el tiempo
suficiente. ¿Y los arcángeles? No creo que a ellos les importe. Si así fuera,
ya habrían intervenido y habrían puesto fin al devilcraft. Tenemos que
asumir que lo saben y están buscando otra salida.

—¿Dante tiene algo que ver con tu decisión? —preguntó Joe , sin ni
una sola grieta en su calmada compostura.

Su pregunta me irritó.

—Soy la líder del ejército de los nephilim. Tomo las decisiones.

Esperaba su siguiente pregunta fuera: “¿Dónde nos deja esto?”, por lo
que sus siguientes palabras me tomaron por sorpresa.

—Te quiero a mi lado, (_Tn). Estar contigo es mi prioridad. He estado
en guerra con los nephilim por mucho tiempo. Eso me ha llevado por un
camino que desearía cambiar. El engaño, los trucos baratos, incluso la
fuerza bruta. Hay días en los que desearía volver atrás y tomar un camino
diferente. No quiero que te arrepientas de lo mismo. Necesito saber que
eres lo suficientemente fuerte físicamente, pero también necesito saber que
te mantendrás fuerte aquí. —Tocó mi frente con suavidad. Luego acarició
mi mejilla, sosteniendo mi cara en la palma de su mano—. ¿De verdad
entiendes en lo que te estás metiendo?

Me aparté, pero no tan fuerte como pretendía.

—Si dejaras de preocuparte por mí, verías que lo sé.

Pensé en todo el entrenamiento que había hecho con Dante. Pensé en
lo talentosa que él creía que era con los trucos mentales. Joe  no tenía ni
idea de lo lejos que había llegado. Era más fuerte, más rápida y más
poderosa de lo que nunca me hubiera imaginado. También había pasado
por lo suficiente en los últimos meses para saber que ahora estaba
firmemente en su mundo. Nuestro mundo. Sabía en lo que me estaba
metiendo, incluso si a Joe  no le gustaba.

—Puede que me hayas impedido reunirme con Blakely, pero no
puedes detener la guerra que se avecina —señalé.

Estábamos en el borde de un conflicto mortal y peligroso. No iba a
endulzarlo, y no estaba dispuesta a mirarlo de otra forma. Estaba lista para
pelear. Por la libertad de los nephilim. Por la mía.

—Una cosa es pensar que estás lista —dijo Joe  en voz baja—.
Saltar a una guerra y ver todo en primera fila es un juego diferente. Admiro
tu valentía, Ángel, pero estoy siendo honesto cuando pienso que estás
precipitándote sin pesar totalmente las consecuencias.

—¿Crees que no he pensado en esto? Soy la que dirige el ejército de
Hank. He pasado muchas noches desvelada pensando en esto.

—Dirigir el ejército, sí. Pero nadie dijo nada acerca de pelear. Puedes
cumplir con tu juramento y mantenerte lejos del peligro. Delegar las tareas
más peligrosas. Para eso está tu ejército. Para eso estoy aquí.

Su argumento estaba comenzando a irritarme.

—No puedes protegerme siempre, Joe . Aprecio que lo pienses, pero
soy una nephilim ahora. Soy inmortal y necesito menos de tu protección.
Soy un blanco de los ángeles caídos, de los arcángeles y de otros nephilim,
y no hay nada que pueda hacer al respecto. Excepto también aprender a
pelear.

Su mirada era serena, su tono nivelado, pero sentí cierta tristeza
detrás de su fachada.

—Eres una chica fuerte, y eres mía. Pero ser fuerte no siempre se
reduce a la fuerza bruta. No tienes que patear traseros para ser una
luchadora. La violencia no es el equivalente de fuerza. Por ejemplo: liderar
tu ejército. Hay una mejor respuesta a todo esto. La guerra no va a
solucionar nada, pero va a separar nuestros mundos, y habrá víctimas,
incluyendo humanos. No hay nada heroico en esta guerra. Esto llevara a
una destrucción peor de la que tú o yo hemos visto.

Tragué saliva. ¿Por qué Joe  siempre tenía que hacer esto? Decir
cosas que sólo me hacían entrar en más conflicto. ¿Me estaba diciendo esto
porque él honestamente lo creía, o estaba intentado alejarme del campo de
batalla? Quería confiar en sus intenciones. La violencia no era siempre la
salida. De hecho, la mayor parte del tiempo no lo era. Lo sabía. Pero veía el
punto de vista de Dante también. Tenía que luchar. Si pasaba por todo esto
siendo débil, solo colgaba un blanco más grande en mi espalda. Tenía que
demostrar que era fuerte y que podía tomar represalias. En el futuro
previsible, la fuerza física era más importante que la fuerza de carácter.

Presioné los dedos en mis sienes, intentando alejar la preocupación
que resonaba como un dolor sordo.

—No quiero hablar de esto ahora. Solo necesito… un poco de
tranquilidad, ¿de acuerdo? Tuve una mañana agitada, y lidiaré con esto
cuando me sienta mejor.

Joe  no parecía convencido, pero no dijo nada más sobre el asunto.

—Te llamo más tarde —dije con cansancio.

Él sacó un frasco de líquido blanco, lechoso, de su bolsillo y me lo
extendió.

—El antídoto.

Estaba tan enfrascada en nuestra discusión, que me había olvidado
completamente de esto. Escudriñé el vial con suspicacia.

—Me las arreglé para conseguir que Blakely me dijera que el cuchillo
con el que te había apuñalado es el prototipo más potente que ha
desarrollado. Esto puso veinte veces más devilcraft en tu sistema del que
Dante te había dado a beber. Esa es la razón por la que necesitas el
antídoto. Sin él, desarrollarás una adicción inquebrantable al devilcraft. En
dosis suficientemente altas, algunos prototipos de devilcraft te pudren de
adentro hacia afuera. Revolverá tu cerebro como cualquier otra droga letal.

Las palabras de Joe  me tomaron por sorpresa. ¿Me había
despertado esta mañana con un apetito insaciable por devilcraft, porque
Blakely había causado que lo anhelara más que comer, beber e incluso
respirar?

El pensamiento de despertarme todos los días, movida por el
hambre, ponía una sensación ardiente de vergüenza en mis venas. No me
había dado cuenta de lo mucho que estaba en juego. Inesperadamente, me
encontré agradeciéndole a Joe  por conseguir el antídoto. Haría cualquier
cosa para no sentir esa necesidad invencible de nuevo.

Destapé el vial.

—¿Algo que debería saber antes de tomar esto? —Pasé el frasco por
debajo de mi nariz. Sin olor.

—No va a funcionar si has tenido el devilcraft en tu sistema en las
últimas veinticuatro horas, pero ese no debería ser un problema. Ha
pasado más de un día desde que Blakely te apuñaló —dijo Joe .

Tenía el frasco a centímetros de mis labios, cuando me detuve. Solo
esta mañana había consumido una botella entera de devilcraft. Si tomaba el
antídoto ahora, no funcionaría. Seguiría siendo adicta.

—Aprieta la nariz y empuja el líquido hacia atrás. No puede saber tan
mal como el devilcraft —dijo Joe .

Quería contarle a Joe  sobre la botella que le había robado a Dante.
Quería explicarlo. Él no me culparía. Esto era culpa de Blakely. Era el
devilcraft. Me había bebido una botella entera apenas había tenido la
oportunidad. Estaba tan cegada por la necesidad.

Abrí mi boca para confesarlo todo, pero algo me detuvo. Una voz
oscura, y extraña plantada en lo más profundo que me murmuraba que no
quería ser libre del devilcraft. No todavía. No podía perder el poder y la
fuerza que venía con él… no cuando estábamos al borde de una guerra.
Tenía que mantener esos poderes cerca, por si acaso. No se trataba del
devilcraft. Se trataba de protegerme.

La ansiedad comenzó, lamiendo mi piel, humedeciendo mi boca,
haciéndome temblar de hambre. Empujé los sentimientos a un lado,
orgullosa de mí misma cuando lo hice. No actuaría de la forma en que lo
hice esta mañana. Robaría y bebería devilcraft cuando lo necesitara
absolutamente. Y mantendría el antídoto conmigo siempre, así podía
romper el hábito cuando quisiera. Lo haría a mi manera. Tenía una opción
en esto. Estaba en control.

Luego hice algo que nunca imaginé que haría. El impulso se encendió
en mi conciencia, y actué sin pensar. Clavé mis ojos en Joe  por un breve
instante, convocando toda mi energía mental, sintiéndola desplegarse
dentro de mí como un gran poder, desencadenante y natural, y lo engañé
mentalmente haciéndole pensar que me había tomado el antídoto.

«(_Tn) se lo bebió», susurré engañosamente a su mente, plantando
una imagen como soporte de mi mentira. «Hasta la última gota».

Luego deslicé el frasco en mi bolsillo. Todo el asunto había
terminado en cuestión de segundos.
ElitzJb
ElitzJb


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Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA) - Página 43 Empty Re: Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA)

Mensaje por ElitzJb Lun 22 Jul 2013, 5:03 pm

Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA) - Página 43 8bl9

IV Temporada

Super Maraton 4/4.


Capitulo 19


Dejé el piso de Joe  con la intención de conducir hasta casa, todo el
tiempo combatiendo un dolor violento en mi estómago que en
parte se sentía como culpa y en parte como una genuina
enfermedad. No podía recordar algún otro momento de mi vida en donde
me hubiera sentido más avergonzada.

O más hambrienta.

Mi estómago se contrajo, pinchándome con retortijones de hambre.
Eran tan intensos que hacían que me doblara contra el volante. Era como si
hubiera tragado clavos y me estuvieran raspando el interior hasta dejarlo
en carne viva. Tenía la extraña sensación de sentir mis órganos
marchitándose. Lo que era seguido por la aterradora pregunta de si mi
cuerpo se comería a sí mismo para nutrirse.

Pero no era comida lo que necesitaba. Me detuve a un lado del
camino y llamé a Kevin .

—Necesito la dirección de Dante.

—¿Nunca antes fuiste a su casa? ¿No eres su novia?

Me irritaba que estuviera ralentizando la conversación. Necesitaba la
dirección de Dante, no tenía tiempo para charlar.

—¿La tienes o no?

—Te mandaré la dirección por mensaje de texto. ¿Ocurre algo?
Pareces ansiosa. Has estado así por algunos días ya.

—Estoy bien —le dije, luego colgué y me encorvé en el asiento. Tenía
gotitas de sudor en mi labio superior. Me aferré el volante, intentando
ahuyentar las ansias que parecían agarrarme por el cuello y agitarme. Mis
pensamientos estaban pegados a una sola palabra: Devilcraft. Traté de
apartar la tentación. Había tomado devilcraft justo esta mañana. Una
botella entera. Podría vencer estas ansias. Yo decidía cuándo necesitaba
más devilcraft. Decidía cuándo y cuánto.

El picante sudor se extendió por mi espalda, pequeños riachuelos
corriendo debajo de mi camiseta. La parte inferior de mis muslos, calientes
y húmedos, parecían pegarse a los cojines del asiento. Aunque era octubre,
encendí al máximo el aire acondicionado.

Giré el volante para volver al camino, pero el atronador sonido de la
bocina de un auto que pasaba me hizo frenar de golpe. Una furgoneta
blanca aceleró al pasar, su conductor me hizo un gesto obsceno por la
ventana.

Contrólate, me dije. Pon atención.

Después de unas cuantas respiraciones para despejar la mente,
cargué la dirección de Dante en mi teléfono celular. Estudié el mapa, di una
risa irónica y giré en U. Dante, por lo que parecía, vivía a menos de ocho
kilómetros de la casa de Joe .

Diez minutos más tarde había conducido bajo un enorme arco de
árboles que coronaban el camino, cruzado un puente de adoquines y
estacionado el Volkswagen en una pintoresca y curvilínea calle arbolada.
Las casas eran predominantemente victorianas y blancas, con detalles de
jengibre y techos empinados. Todo era extravagante y excesivo. Identifiqué
la de Dante, una Reina Anne en el número 12 de la calle Shore, que era
todo perno, torres y gabletes. La puerta estaba pintada de rojo con una
gran aldaba de bronce. Pasé por alto la aldaba y fui directamente al timbre,
presionándolo una y otra vez. Si no se apresuraba a responder…

Dante entreabrió la puerta, con su rostro mostrando sorpresa.

—¿Cómo encontraste este lugar?

—Kevin .

Frunció el ceño.

—No me gusta que la gente se aparezca en mi puerta sin previo
aviso. Mucho tráfico peatonal luce sospechoso. Tengo vecinos
entrometidos.

—Es importante.

Señaló la carretera con la barbilla.

—Ese pedazo de basura que conduces es una monstruosidad.

No estaba de humor para intercambiar insultos ingeniosos. Si no
conseguía meter devilcraft pronto en mi sistema, solo algunas gotas, se me
iba a salir el corazón del pecho. Incluso ahora se me estaba acelerando el
pulso y me estaba costando respirar. Me faltaba tanto el aire que bien
podría haber pasado la última hora subiendo una empinada colina.

Le dije: —Cambié de opinión. Quiero devilcraft. Como respaldo —
agregué con rapidez—, en caso de que me encuentre en una situación en la
que esté en inferioridad numérica y lo necesite.

No podía concentrarme lo suficiente como para saber si mi
razonamiento sonaba débil. Manchas rojas centellaban delante de mi
visión. Deseaba desesperadamente secarme la frente, pero no quería atraer
atención extra hacia mi copiosa sudoración.

Dante me dio una mirada inquisitiva que no pude terminar de
interpretar, luego me condujo al interior. Me quedé parada en el vestíbulo,
dirigiendo la mirada hacia las impecables paredes blancas y las
exuberantes alfombras orientales. Un pasillo conducía hacia la cocina. El
comedor formal hacia mi izquierda y la sala de estar, pintada del mismo
rojo guinda que las manchas en mis ojos, a mi derecha. Por lo que podía
ver, todo el mobiliario era antiguo. Una araña de gotas de cristal colgaba
por encima.

—Lindo —logré decir con voz ahogada, entre el pulso nervioso y las
hormigueantes extremidades.

—La casa pertenecía a unos amigos. Me la dejaron en su testamento.

—Lamento que hayan muerto.

Entró a zancadas a la sala de estar, inclinó hacia un lado una enorme
pintura de un pajar y reveló una tradicional caja de seguridad escondida en
la pared. Marcó el código y abrió la caja.

—Aquí tienes. Se trata de un nuevo prototipo. Increíblemente
concentrado, así que bébelo en pequeñas dosis —advirtió—. Dos botellas.
Si decides comenzar a tomarlo ahora, debería durar una semana.

Asentí con la cabeza, intentando ocultar que la boca se me hacía
agua mientras agarraba las botellas azul intenso.

—Hay algo que quiero decirte, Dante. Estoy llevando a los nephilim a
la guerra. Así que si puedes prescindir de más de dos botellas, podría
usarlas. —Había tenido toda la intención de contarle a Dante sobre mi
decisión de ir a la guerra, pero eso no había significado que lo dijera con la
esperanza de apuntarme devilcraft extras. Parecía una maniobra solapada,
pero estaba demasiado hambrienta como para sentir algo más que una
pizca de culpa.

—¿Guerra? —repitió Dante, sonando sorprendido—. ¿Estás segura?

—Puedes decirles a los nephilim superiores que estoy elaborando
planes para ir contra los ángeles caídos.

—Esta es… una noticia genial —dijo Dante aún sonando aturdido,
mientras metía una botella extra de Devilcraft en mis manos—. ¿Qué te
hizo cambiar de opinión?

—Una transformación del corazón —le dije, porque pensé que
sonaba bien—. No solo estoy liderando a los nephilim. Soy una de ellos.

Dante me acompañó hasta la puerta y caminar tranquilamente hasta
el Volkswagen tomó cada gramo de control que tenía. Hice una despedida
corta, luego di la vuelta en la esquina, estacioné de inmediato y giré el
tapón de la botella. Estaba a punto de levantarla cuando el repique de
Joe  me sobresaltó, salpicando el líquido azul sobre mi regazo.

Se evaporó al instante, elevándose en el aire como el humo de una
cerilla apagándose. Maldije por lo bajo, furiosa de haber perdido incluso
algunas preciadas gotas.

—¿Hola? —respondí. Los puntos rojos rayaban mi visión.

—No me gusta encontrarte en casa de otro hombre, Ángel.

Inmediatamente miré a ambos lados por la ventana. Metí el devilcraft
debajo de mi asiento.

—¿Dónde estás?

—Tres autos atrás.

Mis ojos volaron hacia el espejo retrovisor. Joe  se balanceó fuera
de su motocicleta y se dirigió hacia mí, con el teléfono pegado a su oreja.
Me limpié la cara con el cuello de la camiseta.

Bajé la ventanilla.

—¿Siguiéndome? —le pregunté a Joe .

—Dispositivo de rastreo.

Estaba comenzando a odiar esa cosa. Joe  apoyó el antebrazo en el
techo de mi auto, inclinándose hacia adelante.

—¿Quién vive en la calle Shore?

—Este dispositivo de rastreo es bastante específico.

—Solo compro lo mejor.

—Dante vive en el número 12 de la calle Shore. —No tenía sentido
mentir cuando parecía que él ya había hecho su investigación.

—No me gusta encontrarte en la casa de otro hombre, pero odio
encontrarte en la suya. —Su expresión era lo suficientemente tranquila,
pero podía asegurar que quería una explicación.

—Necesitaba confirmar nuestra hora de entrenamiento para mañana
en la mañana. Estaba en la zona y pensé que podría darme una vuelta por
allí. —La mentira salió fácil, tan fácil. Todo en lo que podía pensar era en
deshacerme de Joe . Mi garganta se llenaba con el sabor de devilcraft.
Tragué con impaciencia.

Suavemente, Joe  empujó mis gafas de sol por encima de mi nariz,
luego se inclinó por la ventana y me besó.

—Estoy de camino a investigar algunas pistas más del chantajista de
Pepper. ¿Necesitas algo antes de que me marche? —Negué con la cabeza—.
Si necesitas hablar, sabes que estoy aquí para ti —añadió en voz baja.

—¿Hablar de qué? —pregunté, casi a la defensiva. ¿Podría saber
sobre el devilcraft? No. No podía.

Me estudió un momento.

—De lo que sea.

Esperé hasta que Joe  se marchara antes de beber un codicioso
sorbo a la vez, hasta que estuve llena.

_____________________________________________________________________________________________________
yo creo q la rayis se meterá en problemas x beber esa cosa
y dante oculata algo lo presiento q creen ....
bueno espero q esten encantadas con el mega maratón que hice
ya estamos a mitad de terminar la saga...
que tal estuvo para ustedes???
ElitzJb
ElitzJb


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Mensaje por DanieladeJonas Lun 22 Jul 2013, 5:47 pm

ya a la mitad?!!! wowow que rapido!!!
rayis en que te metiste ahora D: 
por dios dime que Joe si se dio cuenta
y ya decidio que si habra guerra
dios esto esta cada vez mas tenso!!
porfavor siguela pronto!!!
DanieladeJonas
DanieladeJonas


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Mensaje por chelis Lun 22 Jul 2013, 7:43 pm

:scratch: eso es como droga?????.... Aaaaaaaahhhhh!!!!!..... Esta cadavez mejoooorrrr
chelis
chelis


http://www.twitter.com/chelis960

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Mensaje por maiira1D Mar 23 Jul 2013, 11:43 am

woah
estoy cada vez mas interesada en esta saga 
es una lastima que ya sea el ultimo libro
pero estoy desilucionada
Nora aparentemente va a ser Selena Gomez 
nada que ver con el personaje 
no me gusta!
pero bueno no vere la pelicula y ya !
me encanto 
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
besos
maiira1D
maiira1D


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Mensaje por chelis Mar 23 Jul 2013, 7:41 pm

:ilusion:
chelis
chelis


http://www.twitter.com/chelis960

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Mensaje por ElitzJb Lun 29 Jul 2013, 7:44 pm

Un Angel Caido y Un Amor Prohibido (Finale IV Temporada) Joe y _Tn. (TERMINADA) - Página 43 68pj

IV Temporada

1/3


Capitulo 20


Llegó el jueves por la noche, y con él, la transformación completa de
la granja. Las guirnaldas de otoño manchaban de escarlata, oro, y
castaño derramado de la cornisa. Las fanegas de los tallos secos de
maíz enmarcaban la puerta. Marcie había comprado lo que parecía ser cada
zapallo y calabaza en todo Maine, y los alineó a lo largo de la acera, el
camino de entrada, y cada último centímetro cuadrado del pórtico. Algunas
estaban talladas a mano, parpadeando a la luz de la vela en expresiones
misteriosas. Una parte rencorosa de mí quería decirle que parecía que una
tienda de artesanías había vomitado en nuestro césped, pero la verdad era,
que había hecho un trabajo agradable.

Dentro, la música atormentada se reproducía en el estéreo.

Los cráneos, los murciélagos, las telarañas, y los fantasmas
abarrotaban los muebles, Marcie había alquilado una máquina de hielo
seco, como si no tuviéramos autentica niebla en el patio.

Yo tenía dos bolsas de papel llenadas en el último momento en mis
brazos, y las arrastré a la cocina.

—¡Estoy de regreso! —grité—. Las tazas plásticas, una funda de
anillos de araña, dos bolsas de hielo, y más papelitos de esqueleto, justo
como me pediste. La soda todavía está en la cajuela. ¿Algún voluntario
para ayudar a llevarla dentro?

Marcie entró pavoneándose en el cuarto, y mi mandíbula cayó.
Llevaba un sujetador de vinilo negro y mallas a juego. Nada más. Sus
costillas asomaban a través de su piel, y tenía unos muslos que parecían
palitos de paletas de caramelo.

—Pon la soda en el refrigerador, el hielo en el congelador, y
espolvorea los papelitos de esqueleto en la mesa del comedor, pero no en
la comida. Eso es todo por ahora. Mantente cerca en caso de que necesite
algo más. Tengo que ir a terminar mi traje.

—Bueno, eso es un alivio. Por un momento, pensé que era todo lo
que planeabas llevar —le dije, señalando el escaso vinilo.

Marcie miró hacia abajo.

—Así es. Soy Gatúbela. Solo necesito una cola caliente y unas orejas
negras en mi diadema.

—¿Piensas llevar un sujetador a la fiesta? ¿Sólo un sujetador?

—Una cinta para el pelo.

Oh, eso iba a ser bueno. Yo no podía esperar por los comentarios de
Demi .

—¿Quién es Batman?

—Robert Boxler.

—Supongo que eso significa ¿Kevin  al rescate? —Era más retórico.
Solo para dar una última torcedura al cuchillo proverbial.

Marcie dio un pequeño asentimiento pomposo con sus hombros.

—Kevin  ¿quién? —dijo, y se dirigió escaleras arriba.

—¡Él escogió a Demi  sobre ti! —llamé triunfalmente tras ella.

—No me importa —canturreó Marcie de espaldas—. Probablemente lo
hizo. No es ningún secreto que hace todo lo que dices. Pon la soda en la
nevera antes de la vuelta del siglo.

Le saqué la lengua, aun cuando ella no podía verlo.

—¡Tengo que estar lista también, ya lo sabes!

A las siete, los primeros invitados llegaron. Romeo y Julieta,
Cleopatra y Marco Antonio, Elvis y Priscilla.

Incluso una botella de kétchup y mostaza paseó por la puerta
principal. Dejé a Marcie jugar a la anfitriona y me fui yendo a la cocina,
apilando mi plato con huevos rellenos, salchichas de cóctel, y maíz dulce.
Había estado demasiado ocupada concediendo cada orden pre-fiesta de
Marcie para cenar. Esto, y la nueva fórmula de Dante de devilcraft que me
había dado, habían parecido frenar mi apetito durante las primeras horas
después de que lo tomé.

Había hecho un trabajo razonablemente bueno de racionamiento y
todavía tenía lo suficiente para durar unos pocos días más. Los sudores
nocturnos, dolores de cabeza y la sensación de hormigueo extraña que me
apoderaban en los momentos más raros cuando había comenzado a tomar
la nueva fórmula se habían marchado. Estaba segura de que eso significaba
que los peligros de la adicción habían pasado y que había aprendido a usar
el devilcraft con seguridad. La moderación era la clave. Blakely podría
haber intentado engancharme con devilcraft, pero era lo suficientemente
fuerte como para establecer mis propios límites.

Los efectos del devilcraft eran increíbles. Nunca me había sentido tan
mentalmente y físicamente superior. Sabía que tenía que dejar de tomarlo
eventualmente, pero con el estrés y el peligro de Jeshván y la guerra que se
avecinaba, me alegraba de ser cautelosa. Si otro de mis soldados nephilim
incrédulos me atacara, esta vez yo estaría lista.

Después de llenarme con aperitivos y Sprite servido dentro de un
caldero negro, di codazos en mi camino a la sala, esperando ver si Demi  y
Kevin  habían llegado. Las luces se apagaron, todo el mundo estaba en el
vestuario, y tuve un momento duro buscando caras en la muchedumbre.
Además, yo había echado un vistazo a la lista de invitados. Fue realmente
pesado ir a favor de los amigos de Marcie.

—Me encanta el disfraz, (_Tn). Pero tú eres cualquier cosa menos
diabólica.

Miré de reojo a Morticia Addams. La miré con confusión, luego
sonreí.

—Oh, hola, Bailey. Casi no te reconocí con el pelo negro. —Bailey se
sentaba a mi lado en matemáticas, y habíamos sido amigos desde la
secundaria. Recogí mi cola de diabla, con la pequeña espada roja en la
punta, para salvarla del hombre detrás de mí, que seguía pisándola
accidentalmente—. Gracias por venir esta noche —dije.
—¿Terminaste tu tarea de matemáticas? No entendí una sola cosa de
lo que el Sr. Huron trató de enseñarnos hoy. Cada vez que él empezaba a
trabajar en un problema en la pizarra, se detenía a medio camino, borraba
su trabajo, y empezaba de nuevo. No creo que sepa lo que está haciendo.

—Sí, probablemente voy a gastar horas en ello mañana.

Sus ojos se iluminaron.

—Deberíamos encontramos en la biblioteca y hacerla juntas.

—Le prometí a mi mamá que limpiaría el sótano después de la
escuela —me cubrí. La verdad sea dicha, la tarea se había deslizado unos
puestos en mi lista de prioridades en los últimos tiempos. Era difícil hacer
hincapié en la escuela cuando temía que en cualquier momento un
misterioso alto fuego entre ángeles caídos y nephilim fuera a romperse.
Los ángeles caídos estaban tramando algo. Y yo daría cualquier cosa por
averiguar qué era.

—Ah. Tal vez la siguiente vez —dijo Bailey, sonando decepcionada.

—¿Has visto a Demi ?

—No todavía. ¿Con quién viene ella?

—Un canguro. Su cita es Michael Myers para Halloween —le
expliqué—. Si la vez, le dices que la estoy buscando.

Cuando crucé la sala, me encontré con Marcie y su cita, Robert
Boxler.

—¿El estado de la comida? —me preguntó Marcie con autoridad.

—Mi mamá lo está manejando.

—¿La música?

—Derrick Coleman es el DJ.

—¿Se está moviendo la gente? ¿Está todo el mundo divirtiéndose?

—Acabo de terminar una ronda. —Más o menos.

Marcie me miró con crítica.

—¿Dónde esta tu cita?

—¿Es importante?

—Escuché que estás saliendo con un chico nuevo. Oí que no va a la
escuela. ¿Quién es él?

—¿De quién escuchaste eso? —Imaginé que eran los rumores de
Dante y yo saliendo después de todo.


—¿Importa?


—repitió sarcásticamente.


Arrugó su nariz con disgusto—. ¿De qué estas disfrazada?

—Es una diabla —dijo Robert—. Tridente, cuernos, vestido rojo de
vampiresa.

—No te olvides de las botas negras de combate —dije, mostrándoles.
Tenía que agradecer a Demi  por ellas, así como los cordones de brillantes
rojos.

—Puedo ver eso —dijo Marcie—. Pero el tema de la fiesta es de
parejas famosas. Una diabla no va con nada.

En ese momento Joe  entró por la puerta principal. Di un doble
vistazo para asegurarme que era realmente él. No había esperado que
viniera. Nosotros no habíamos solucionado todavía nuestra pelea, y me
había negado orgullosamente a dar el primer paso, obligándome a bloquear
mi celular en el cajón cada vez que tuve la tentación de llamarlo y
disculparme, a pesar de mi angustia creciente de que él nunca podría
llamar tampoco. Mi orgullo cambió inmediatamente a alivio después de
verlo.

Odiaba pelear. Odiaba no tenerlo cerca. Si él estaba listo para arreglar
esto, yo también lo estaba.

Una sonrisa parpadeó en mi rostro al ver su vestuario: vaqueros
negros, camiseta negra, mascara negra.

Esto último ocultaba todo menos su calma y su evaluadora mirada.

—Ahí está mi cita —dije—. Elegantemente tarde.

Marcie y Robert giraron. Joe  me saludó con la mano y entregó su
chaqueta de cuero negra a alguna pobre estudiante de primer año que
Marcie había atado el deber del abrigo. El precio que algunas chicas tenían
que pagar para asistir a una fiesta de alumnos de último año de clase alta
era casi vergonzoso.

—No es justo —dijo Robert, quitándose la máscara de Batman—. El
tipo no se disfrazó.

—Hagas lo que hagas, no le llames amigo —le dije a Robert,
sonriendo a Joe  mientras se abría paso.

—No lo conozco —se preguntó Marcie—. ¿Quién se suponía que iba a
ser?

—Él es un ángel —le dije—. Un ángel caído.

—¡No es lo que un ángel caído parece! —protestó Marcie.

«Muestra cuánto lo sabes», pensé, apenas Joe  lanzó su brazo
alrededor de mi cuello y me tiró en un beso ligero.

«Te he echado de menos», habló a mis pensamientos.

«Lo mismo digo. No vamos a pelear más. ¿Podemos dejarlo atrás?»

«Dalo por hecho. ¿Cómo va la fiesta?», preguntó.

«No he tenido ganas de saltar del tejado todavía».

«Me alegra oír eso».

—Hola allí —dijo Marcie a Joe , su tono más coqueteo de lo que yo
habría pensado con su cita a centímetros de distancia.

—Hola —respondió Joe , extendiendo su reconocimiento con un
ligero cabeceo.


—¿Te conozco? —preguntó ella, inclinando su cabeza inquisitivamente hacia un lado
—. ¿Vas a la Secundaria Coldwater?

—No —dijo, sin dar más detalles.

—Entonces, ¿cómo conoces a (_Tn)?

—¿Quién no conoce a (_Tn)? —replicó con suavidad.

—Esta es mi cita, Robert Boxler —dijo Marcie con aire de
superioridad—. Juega en el equipo de fútbol como mariscal de campo.

—Impresionante —respondió Joe , su tono solo lo suficientemente
educado rozado por el interés—. ¿Cómo va tomando forma la temporada,
Robert?

—Hemos tenido algunos juegos rudos, pero no es nada de lo que no
podamos recuperarnos.

Marcie interrumpió, dándole palmaditas en el pecho a Robert
consoladoramente.

—¿Qué gimnasio usas? —le preguntó Robert a Joe , mirando su
físico con una abierta admiración. Y envidia.

—No tengo mucho tiempo para el gimnasio últimamente.

—Bueno, te ves bien, hombre. Si alguna vez quieres levantar pesas,
llámame.

—Buena suerte con el resto de la temporada —le dijo Joe  a Robert,
dándole uno de esos difíciles apretones de manos, que todos lo chicos
parecen conocer instintivamente.

Joe  y yo vagamos por la casa, serpenteando por los pasillos y los
cuartos, tratando de encontrar un rincón apartado. Finalmente me arrastró
dentro de una habitación polvorienta, cerrando la puerta de una patada. Me
empujó contra la pared y tocando una de mis orejas rojas de diablo, sus
ojos negros profundos con deseo.

—Bonito disfraz —dijo.

—Lo mismo digo. Puedo decirte que has pensado mucho en el tuyo.

La diversión curvó su boca.

—Si no te gusta, puedo quitármelo.

Tamborileé mis dedos en mi mandíbula con aire pensativo.

—Esta sin duda ha sido la mejor proposición que he tenido en toda la
noche.

—Mis propuestas siempre son la mejores, Ángel.

—Antes de que la fiesta empezase, Marcie me pidió que amarrase las
cintas de su disfraz de Gatúbela. —Subí y bajé mis manos en un gesto
pensativo—. Entre ambas ofertas, es una difícil decisión.

Joe  removió mi máscara y sonrió suavemente en mi cuello,
cepillando mi cabello detrás de mis hombros. Sonrió increíblemente. Se
sentía cálido y sólido y por lo tanto tan cerca. Mi corazón latía rápido,
apretado con culpabilidad. Le había mentido a Joe . No podía olvidar.
Cerré mis ojos, dejando que su boca explorara la mía, tratando de
perderme en el momento. Al mismo tiempo, las mentiras latían, latían,
latían, en mi cabeza. Había tomado devilcraft y lo había engañado
mentalmente. Seguía tomando devilcraft.

—El problema con tu disfraz es que no oculta muy bien tu identidad
―dije, retrocediendo—. Y no se supone que deban vernos juntos,
¿recuerdas?

—Solo paro por un minuto. No podía faltar a la fiesta de mi chica —
murmuró. Él bajó la cabeza para besarme de nuevo.

—Demi  todavía no está aquí —dije―. Traté de llamarla. Y Kevin . Tuve
que enviar el mensaje de voz dos veces. ¿Debería estar preocupada?

—Tal vez no quieren que los molesten —me dijo al oído, su voz
profunda y grave. Empujó mi vestido más arriba en mi pierna, acariciando
con su pulgar mi muslo desnudo. La calidez de su caricia hizo caso omiso a
mi mala conciencia. Una sensación de estremecimiento me atravesó. Volví a
cerrar los ojos, esta vez involuntariamente. Él simplemente sabía cómo
tocarme.

Joe  me levantó sobre la repisa del lavabo, con sus manos
extendidas en mis caderas. Estaba cálida y mareada por dentro, y cuando
puso su boca en la mía, podría haber jurado que las chispas se apagaron.
Su caricia me quemaba con pasión. El aleteo, el líquido calor embriagador
nunca envejecía, no importaba cuantas veces nos tocáramos,
coqueteáramos, o besáramos. En todo caso esa corriente eléctrica se
intensificaba. Quería a Joe , y no confiaba en mí misma cuando lo hacía.

No supe cuánto tiempo la puerta de baño estuvo abierta antes de
notarlo. Me separé de Joe , con la boca abierta. Mi mamá estaba en la
entrada oscura murmurando acerca de cómo la cerradura nunca trabajaba
correctamente, y ella había pensado en arreglarlo durante años, cuando sus
ojos se ajustaron a la oscuridad, porque ella paró medio disculpándose.

Su boca chasqueó al cerrase. Su rostro palideció… luego se sonrojó
profundamente a un candente rojo. Nunca la había visto lucir tan
enfurecida.

—¡Fuera! —Apuntó con el dedo hacia el exterior—. ¡Fuera de mi casa
en este instante, y no pienses en volver, o tocar a mi hija de nuevo! —siseó
a Joe , lívida.

Salté de la pileta.

—Mamá…

Ella se giró hacia mí.

—¡Ninguna palabra de ti! —farfulló—. Me dijiste que habías
terminado con él. Tú lo dijiste, que esta cosa, entre él y tú, estaba
terminada. ¡Me mentiste!

—Puedo explicarlo —empecé, pero ella había girado de nuevo hacia
Joe .

—¿Esto es lo que haces? ¿Seduces chicas jóvenes en sus propias
casas, con sus propias madres estando a unos pasos de distancia?
¡Deberías estar avergonzado de ti mismo!

Joe  entrelazó su mano con la mía, agarrando firmemente.

—Totalmente al contrario, Blythe. Tu hija significa todo para mí.
Completamente y totalmente. La amo… es así de simple —habló con calma
y seguridad, pero su mandíbula estaba rígida como si estuviera tallada en
piedra.

—¡Destruiste su vida! En el momento que te conoció, todo se vino
abajo. Puedes decir todo lo que quieras, pero sé que estuviste involucrado
en su secuestro. ¡Fuera de mi casa! —gruñó.

Me aferré a la mano de Joe  ferozmente, murmurando: «Lo siento, lo
siento tanto», una y otra vez en mi mente. Me había pasado el verano en
contra de mi voluntad en una cabaña. Hank Millar era el cerebro de mi
encarcelamiento, pero mi mamá no sabía eso. Su mente había levantado
una pared alrededor de su memoria, capturando todo lo bueno y
expulsando el resto. Culpé a Hank, le eché la culpa al devilcraft. Había
elaborado en su mente que Joe  había sido el responsable de mi
secuestro, y era tanto una verdad para ella como el sol saliendo cada
mañana.

—Debería irme —me dijo Joe , apretándome la mano para

tranquilizarme.

«Te llamaré después», añadió en privado en mi
pensamiento.

—Creo que sí —espetó mi mamá, con sus hombros rígidos por el
exceso de respiración pesada.

Se hizo a un lado dejando salir a Joe , pero cerró la puerta antes de
que pudiera escaparme.

—Estás castigada —dijo con una voz como hierro—. Diviértete en la
fiesta mientras dure, porque va a ser tu último evento social por un largo,
largo tiempo.

—¿Estás siquiera interesada en escucharme? —arrojé, enfurecida por
la forma en que había tratado a Joe .

—Necesito tiempo para calmarme. Te convendría darme algo de
espacio. Puede que mañana esté de humor para hablar, pero en estos
momentos es lo último que me interesa. Me mentiste. Actuaste a mis
espaldas. Aún peor, tenía que encontrarte despojándote la ropa con él en el
baño. ¡En nuestro baño! Él quiere una cosa de ti, (_Tn), y va a tomarlo donde
quiera que pueda conseguirla. No hay nada especial en perder tu virginidad
en el baño.

—No estaba… no estábamos… ¿mi virginidad? —Sacudí mi cabeza e
hice un gesto de disgusto—. Olvídalo. Estás en lo cierto… no quieres
escuchar lo que quiero decirte. Nunca lo permitiste. No cuando de Joe  se
trata.

—¿Todo está bien aquí?

Mi mamá y yo nos giramos hacia Marcie que estaba junto a la puerta,
parada fuera de la puerta. Llevaba un caldero vacío en sus brazos y levantó
los hombros disculpándose.

—Siento interrumpir, pero nos hemos quedado sin ojos de monstruo,
también conocidos como uvas peladas.

Mi mamá sé apartó el cabello de la cara, tratando de recobrarse.

—Justamente (_Tn) y yo habíamos terminado. Puedo ir corriendo a la
tienda por uvas. ¿Hay algo más que falte?

—Nachos bañados con queso —dijo Marcie con esa tímida voz de
ratón, como si odiara imponerse sobre la bondad de mi mamá—. Pero no es
realmente gran cosa. Quiero decir, son solo nachos bañados. No nada para
ir con las fichas, por supuesto, y es mi favorita, pero real y
verdaderamente… no es gran cosa.

Un pequeño suspiro escapó de Marcie.

—Bueno. Uvas y nachos bañados. ¿Algo más? —preguntó mi madre.

Marcie abrazó el caldero y sonrió.

—No, eso es todo.

Mi madre cogió sus llaves de su bolsillo y caminó hacia afuera, cada
movimiento duro y rígido. Sin embargo Marcie seguía ahí.

—Podrías hipnotizarla, ya sabes. Hacerle pensar que Joe  nunca
estuvo aquí.

Giré hacia Marcie con ojos fríos.

—¿Cuánto has escuchado?

—Suficiente como para saber que estás profundamente jodida.

—No voy a hipnotizar a mi propia madre.

―Si quieres puedo hablar con ella.

Aspiré una risa.

—¿Tú? A mi mamá no le importa lo que pienses, Marcie. Ella te tuvo
bajo un equivocado sentido de hospitalidad. Y probablemente para
demostrarle algo a tu mamá. El único motivo por el que vives bajo este
techo es que mi mamá puede tirárselo a la cara de la tuya: Ella sabe que es
mejor amante, y sabe que es la mejor mamá. —Fue una cosa horrible de
decir. Había sonado mejor en mi cabeza, pero Marcie no me dio tiempo
para enmendar mi discurso.

—Estás tratando de hacerme sentir mal, pero no funcionará. No vas a
arruinar mi fiesta. —Pero pensé que había visto su labio temblar. Tomando
aire, ella pareció centrarse.

De pronto, como si nada hubiera pasado, dijo en una extraña y alegre
voz.

—Creo que es tiempo de jugar “Bob-Para-Una-Cita”.

—¿Bob-para-un-qué?

—Es como morder una manzana, excepto que cada manzana tiene un
nombre de alguien de la fiesta puesto. El que figure será su siguiente cita a
ciegas. Lo jugamos todos los años en fiesta de Halloween.

Fruncí el ceño, no habíamos hablado sobre este juego.

—Suena cursi.

—Es una cita a ciegas, (_Tn). Y dado que estás castigada para la
eternidad, ¿qué podrías perder? —Me empujó a la cocina, había la
gigantesca tina de agua con manzanas rojas y verdes flotando en ella—.
Oigan, todo el mundo, ¡presten atención! —Marcie bajó el volumen de la
radio—. Es hora de jugar a Bob-para-una-Cita. (_Tn) Grey va a ser la
primera.

Los aplausos estallaron a través de la cocina, junto con ovaciones y
algunos gritos y los de silbidos aliento. Me quedé ahí, con mi boca
moviéndose pero no emitiendo ninguna palabra, maldiciendo a Marce
fluidamente en mi mente.

—No creo que sea la mejor persona para esto —le grité por encima
del ruido—. ¿Puedo pasar?

—No hay posibilidad. —Me dio lo que pareció un juguetón empujón,
pero era suficientemente fuerte para hacerme tropezar con mis rodillas
con la tina de manzanas. Le disparé una mirada con pura indignación. «Voy
a hacerte pagar por esto», le dije.

—Pon tu cabello hacia atrás. Nadie quiere desagradables cabellos
sueltos esperándolos.

De acuerdo, la multitud gritó en colectividad.

—Buuuu.
—Las manzanas rojas están marcadas con los nombres de los chicos
—añadió Marcie—. Verdes para las chicas.

¡Bueno! ¡Lo que sea! Tan sólo termina con esto, me dije. No era como
si tuviera algo que perder: a partir de mañana, estaba castigada. No habrá
citas a ciegas en el futuro, jugara o no.

Zambullí mi cara en el agua fría, mi nariz chocó con una manzana
después de otra, pero no podía hundir mis dientes en ninguna. Volví a por
aire, y en mis oídos resonaron silbidos y abucheos burlones.

—Denme un respiro —dije—. No he hecho esto desde que tengo
cinco. ¡Eso dice mucho de este juego! —agregué.

—(_Tn) no ha tenido una cita a ciegas desde que tenía cinco —dijo
Marcie, malinterpretando lo que quería decir, y añadiendo su propio
comentario.

—Serás la siguiente —le dije a Marcie, mirándola desde mis rodillas.

—Si hay una siguiente. Me parece que podrías estar succionando
manzanas toda la noche —replicó con dulzura, y la multitud aúllo con
diversión.

Sumergí mi cabeza en la bañera, mordiendo las manzanas con los
dientes. El agua se derramó por el borde, empapando la parte delantera de
mi traje de diabla rojo. Estaba cerca de agarrar una manzana con la mano y
presionarla en mi boca, pero imaginé que Marcie descalificaría la jugada.
No estaba de humor para perder. Justo cuando estaba a punto de salir para
respirar aire, mis dientes delanteros mordieron una manzana de color rojo
sangre.

Salí a la superficie, sacudí el agua de mi pelo ante el sonido de las
ovaciones y aplausos. Tiré la manzana hacia Marcie y agarré una toalla,
para secarme el rostro.

—Y el afortunado que recibe una cita a ciegas con nuestra rata
ahogada está aquí… —Marcie extrajo un tubo herméticamente cerrado del
centro de la manzana. Desenroscó el rollo de papel en el interior del tubo,
y arrugó la nariz.

—¿Baruch? ¿Solo Baruch? —lo pronunció como Bar-ooch—. ¿Lo estoy
diciendo bien? —preguntó a la audiencia.
No respondieron. La gente ya estaba arrastrando los pies, lejos, ahora
que el entretenimiento inmediato se había terminado. Estaba agradecida
con que Bar-ooch, quienquiera que fuese, no quisiera aparecer para hacer
una entrada falsa. O eso, o estaba demasiado avergonzado para reconocer
que tenía una cita conmigo.

Marcie me miró, como si esperara que admitiera que conocía al chico.

—¿Él no es uno de tus amigos? —pregunté mientras apretujaba las
puntas de mi cabello en la toalla.

—No. Pensé que era uno de los tuyos.

Estaba a punto de preguntarle si este era otro de sus juegos bizarros,
cuando las luces de la casa parpadearon. Una vez, dos hasta que se
apagaron completamente. La música desapareció y la remplazó un silencio
espeluznante. Hubo un momento de estupefacta confusión y después
empezaron los gritos. Desconcertantes y confusos al principio, y
aumentando con una nota de terror espeluznante. Los gritos precedieron al
inconfundible ruido de cuerpos siendo arrojados contra las paredes de la
habitación.

—¡(_Tn)! —chilló Marcie—. ¿Qué está pasando?

No tuve la oportunidad de responderle. Ya que una fuerza invisible
me empujó un paso hacia atrás, dejándome paralizada. Una fría energía
crujiente envolvía mi cuerpo. El aire crepitaba y se doblaba con el poder de
múltiples ángeles caídos. Su repentina aparición era tan tangible en la
granja como una ráfaga de viento ártico.

No sabía cuántos había, o qué querían, pero podía sentir que se
adentraban más en la casa, extendiéndose por toda la habitación.

—(_Tn), (_Tn). Vamos a jugar —canturreó una voz masculina. Poco
familiar y misteriosamente falsa.

Tomé dos respiraciones cortas. Al menos ahora sabía lo que
buscaban.

—Te encontraré mi dulzura, mi mascota —continúo canturreando
con voz escalofriante.

Estaba cerca, muy cerca. Me metí detrás del sofá de la familiar sala,
pero alguien me ganó el escondite.

—¿(_Tn)? ¿Eres tú? ¿Qué está pasando? —me preguntó Andy Smith.
Se sentaba dos escritorios detrás de mí en matemáticas y el novio de
Addyson, la amiga de Marcie. Podía sentir el calor en el sudor encima de él.

—Tranquilo —le instruí en voz baja.

—Si tú no vienes, yo iré por ti —cantó el ángel caído.

Su poder mental me cortaba como un cuchillo caliente. Me quedé sin
aliento cuando lo sentí dentro de mi mente, sondeando en todas
direcciones, analizando mis pensamientos para determinar dónde estaba
escondida. Levanté muro tras muro para detenerlo, pero él se abría paso
entre ellos como si los hubiera construido de polvo. Traté de recordar cada
mecanismo de defensa que Dante me había enseñado contra la invasión
mental, pero el ángel caído se movía muy rápido. Siempre estaba a dos
peligrosos pasos adelante. Nunca un ángel caído había tenido ese efecto en
mí. Solo había una manera de describirlo. Él estaba dirigiendo todo su
poder mental sobre mí a través de una lupa, amplificando el efecto.

Sin previo aviso, una llama de color naranja brilló en mi mente. Un
gran horno de energía explotó a través de mi piel. Sentí como el calor
derretía mi ropa. Las llamas masticaban la ropa, rastillando mi piel con una
tortura caliente. En una agonía inimaginable, estaba enrollada en una bola.
Metí mi cabeza entre las rodillas, rechinando los dientes para no gritar. El
fuego no era real. Tenía que ser un truco mental. Pero realmente no lo
creía. El calor era tan abrasador, que estaba segura de que me había
prendido fuego.


—¡Detente!—chillé finalmente, lanzándome al descubierto y
retorciéndome en el suelo, todo para sofocar las llamas que devoraban mi
carne.

En ese instante, el ardiente calor desapareció, aunque no había
sentido el agua que sin duda lo había extinguido. Me acosté sobre mi
espalda con la cara bañada en sudor. Respirar dolía.

—Todos afuera —ordenó el ángel caído.

Casi se me había olvidado que había otras personas en la habitación.
Nunca olvidarían esto. ¿Cómo podrían hacerlo? ¿Entendían lo que estaba
pasando? ¿Sabían que esto no había sido organizado para la fiesta? Recé
por que alguien saliera por ayuda. Pero la casa de campo era tan remota.
Llevaría algo de tiempo traer ayuda.
Y la única persona que podía ayudarme era Joe , y no tenía forma
de llegar a él.

Piernas y pies rasguñaban el suelo lanzándose hacia la salida. Andy
Smith maniobró detrás del sofá y frenéticamente se abrió paso hacia la
salida.

Entonces levanté la cabeza lo suficientemente alto como para mirar
al ángel caído. Estaba oscuro, pero vi una altísima, esquelética y media
desnuda silueta. Y dos ojos brillantes y salvajes.

El ángel caído de Devil's Handbag con el pecho desnudo y selvático
me miraba. Sus desfigurados jeroglíficos parecían temblar y revolotear por
su piel, como si estuvieran unidos a su piel por hilos invisibles. En realidad
estaba segura de que se movían con el ascenso y descenso de su
respiración. No podía despegar mis ojos de la pequeña herida abierta en su
pecho.

—Soy Baruch —lo pronunció como Ba-rewk.

Me deslicé hasta la esquina de la habitación, haciendo una mueca de
dolor.

—El Jeshván ha comenzado y no tengo un vasallo nephil —dijo.
Mantuvo un tono de conversación pero no había luz en sus ojos. No había
luz ni calor.

El exceso de adrenalina hizo que mis piernas se sintieran nerviosas y
pesadas. No tenía muchas opciones. No era lo suficientemente fuerte para
hacerle frente. No podía pelear con él, si lo intentaba, una llamada a sus
compañeros y me vería superada en número en pocos segundos. Maldije a
mi mamá por haberle dado una patada a Joe . Lo necesitaba. No podía
hacer esto sola.

Si Joe  estuviera aquí, sabría que hacer.

Baruch trazó el interior de su labio con la lengua.

—La líder del ejercito de la Mano Negra, ¿qué voy a hacer con ella?

Se sumergió en mi mente. Lo sentí hacerlo, pero era incapaz de
impedirlo. Estaba muy cansada para pelear. La siguiente cosa que supe fue
que había sido arrastrada y yacía obediente sobre sus pies como un perro.
Él me dio una patada en la espalda, y me miró depredadoramente. Quería
negociar con él pero mis dientes estaban apretados con demasiada fuerza,
era como si mi mandíbula hubiera sido cerrada y cocida.

«No puedes discutir conmigo», susurró hipnóticamente en mi mente.
«No puedes contradecirme. Cualquier cosa que ordene, tendrás que
hacerla».

Intenté, sin éxito, impedir que su voz entrara. Si podía quebrar su
control, podría defenderme. Era mi única oportunidad.

—¿Qué se siente al ser estrenado, nephil? —murmuró en una
desdeñosa y fría voz—. El mundo no es un lugar para un nephil sin un
señor. Te protegeré de los otros ángeles caídos, (_Tn). Desde ahora tú me
perteneces.

—No le pertenezco a nadie —escupí, las palabras salieron con un
esfuerzo agotador.

Exhaló, deliberadamente lento. Salió como un silbido de castigo entre
sus dientes.

—Te romperé, mi mascota. Mira si no lo hago —gruñó.

Lo miré, enfrentándolo.

—Cometiste un gran error viniendo está noche, Baruch. Cometiste un
enorme error viniendo detrás de mí.

Sonrió, un destello de dientes blancos y afilados.

—Voy a disfrutar esto. —Dio un paso más cerca, con el poder
derramándose fuera de él. Era casi tan fuerte como Joe , pero había un
borde sanguinario en su poder que nunca había sentido con Joe . No
sabía hace cuánto tiempo Baruch había caído del cielo, pero sabía sin
ninguna duda que se había entregado al mal de todo corazón.

—Haz tu juramento de fidelidad, (_Tn) Grey —ordenó.
ElitzJb
ElitzJb


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