Remember that Summer [HarryStyles]

El llegar una vez más a las Bahamas era raro, porque hacía ya tantos años fue la última vez que vi este lugar. Nunca pensé que volvería a estar aquí, huía de mi pasado y siempre evite el tema de Luna por muchos años. Ahora no sé qué realmente estoy haciendo aquí. No sé si volví por ella o volví porque necesito estar tranquilo para prepararme para mi futuro.

Tomo mis maletas y las de Louis cuando las veo pasar antes de que alguien se confunda de maleta y se la lleve. El castaño está llamando a un taxi para irnos al hotel, el cual él ha hecho la reservación desde ayer. Poco me importa donde iremos, no me importa si es una pocilga o no, estaré mas afuera que adentro, pensando mientras mis pies hacen contacto con la arena de la playa, sintiendo la brisa del mar y escuchar las olas romper contra la costa. Eso sí que es tranquilidad.

Louis se acerca caminando con rapidez y una sonrisa en el rostro, toma sus maletas y me guía por todo el aeropuerto, el cual parece que está completamente lleno ante todos los turistas que se van a sus países o los que vienen de visita como nosotros. El taxi está afuera del aeropuerto, baja un hombre con una gran barriga, unos bigotes gruesos, y unos lentes negros que adornan su aspecto. Nos da los buenos días y toma nuestras maletas, luego abre el baúl y las coloca allí. Louis lo ayuda mientras yo solo abro la puerta y me siento atrás. Segundos después, mi amigo se sitúa a mi lado y le pasa la dirección al taxista.

Me quedo pensando en que pasara si me la encuentro, en que sucederá si ella quiere que le explique el porque me fui, el por qué le mentí y me marche sin mirar atrás. No sé qué le voy a decir, solo pienso a decirle que la extrañe, que la extraño como nunca antes extrañe a alguien.

Miro por la ventana y veo los edificios mientras el auto sigue andando, recorriendo los lugares más exóticos de la ciudad, Louis se lo pidió al conductor y el con amabilidad lo hace mientras ambos hablan sobre futbol o algo por el estilo.

Al pasar veinte minutos, finalmente llegamos al hotel. Frunzo el ceño cuando lo veo, pero lo reconozco rápidamente: es el hotel el cual mi padre se asoció con el padre de Luna. Por ende, es el hotel del Geoff Payne.

Las paredes son de color blanco, los pisos son de unos nueve y alrededor del lugar, están las pequeñas casas que quedan al frente de una gran piscina para todos. Espero, realmente espero que Louis haya elegido los cuartos de arriba que las suites de abajo, estas son más grandes y cómodas, con variedades de cosas, mientras que las de arriba no son tan espaciosas, pero si brindan una hermosa vista hacia el mar, el cual está al frente del hotel.

- Lo siento, Hazza. Pero nunca más vuelvas a confiarme el lugar – me guiña el ojo y solo puedo apretar con fuerza las manos para no golpearlo.

Louis le paga al chofer y tomo mis maletas mientras camino dejando atrás a mi amigo. Entro en la recepción, la cual se ha vuelto más lujosa al pasar los tiempos, incluso han reformado todo adentro pero dejaron todo igual afuera. Eso me gusta. El castaño me alcanza y murmura algo sobre que no debí dejarlo afuera, pero solo me encojo de hombros y pretendo que no lo escucho. Nos acercamos hacia donde esta una muchacha en un escritorio, atiende llamadas y habla con algunos clientes dándoles una cálida sonrisa. Me paralizo al verla. No lo puedo creer… es Runa.

Golpeo el pecho de Louis llamando su atención, él se sobresalta y me mira de mala manera, pero le indico con la mirada quien esta. Abre los ojos igual que la boca.

- Oh mi Dios. Esta hermosa. – murmura aun mirándola fijamente.

- Disimula un poco. Recuerda que ella…

- Si, ya se – replica Louis frunciendo el ceño – No me puedo creer que jamás haya aceptado salir conmigo ni una sola vez.

- Yo si la entiendo – digo mirándolo de los pies a la cabeza. – Vamos.

Nos encaminamos hacia el escritorio, y me sorprendo a ver qué ha cambiado. Runa tiene los ojos chocolate como siempre, mientras que su pelo castaño largo se lo ha cortado hasta un poco más debajo de los hombros y se nota increíblemente que es una mujer completamente hermosa, dejando atrás sus facciones infantiles.

- Buenos días. ¿En qué puedo…? – su voz se apaga una vez que nos ve. Su sonrisa se desvanece y coloca una expresión fría y llena de odio – Largo de aquí los dos.

Bien, no me podía esperar otra cosa.

- ¿Qué tal has estado, linda? – le guiña un ojo el castaño, y yo quiero golpearlo por su estupidez. Lo que menos necesitamos es que Runa saque su lado agresivo.

- Odiando al engendro de tu amigo – entrecierra los ojos mirándome – No sé a qué viniste, pero ya le has hecho demasiado daño como para que le hagas otro.

- Mi intención jamás fue hacerle daño – replico.

- Eso no fue lo que hiciste antes de que te vayas. No quiero que Liam te vea y se arme un lió. Vete, Harry. Ella está bien sin ti.

Un crujido es lo único que siento por dentro, pero por más que duela no hago ningún gesto en el rostro, solo me mantengo serio y mirándola. Sé que tiene toda la razón del mundo y quiero explicarle que yo no he vuelto por su hermana, pero me es difícil encontrar palabras. Entiendo que Runa me odie, yo también odiaría a cualquiera que le hubiera hecho daño, tanto como me odio a mí mismo por provocar el sufrimiento de Luna.

- De acuerdo, nos vamos – digo tomando mi maleta del suelo.

- ¿Qué? ¡Harry! – me reclama Louis molesto – No le hagas caso, debes buscar a Luna y…

- Yo no vine para eso, Louis – espeto fulminándolo con la mirada.

- Solo váyanse.

Asiento hacia Runa, quien me sigue mirando con total desprecio. Me giro y estoy a punto de dar un paso cuando escucho que la voz de un hombre me llama a gritos. Cuando me giro, veo a un hombre con una remera hawaiana, unos pantalones cortos y unos lentes sobre su cabeza. Lo reconozco, se quién es, solo que está un poco más viejo de lo que lo recordaba, ya que su pelo está casi poblado de canas, su bronceado es más notorio pero sigue sonriendo con felicidad como la última vez que lo vi.

- ¡Harry Styles! ¡Qué bueno es verte después de tantos años!

- Señor Payne – musito sorprendido. Giro hacia atrás y Runa está echando fuego por los ojos.

- ¡Ven a darme un abrazo, hijo! – exclama una vez que está al frente mío, pero de inmediato se abalanza y me abraza con fuerza, casi dejándome sin aire – Tantos años, muchacho ¡Y estas todo echo un hombre! ¿Cómo ha estado tu padre?

- Muchas gracias, señor. Es un placer volver a verlo – le digo en un tono cortes y amistoso – Mi padre ha estado de excelente salud, espero que usted también lo este.

- ¡Pues claro que sí! Más aun cuando tengo a mis hijos conmigo – le dirige una mirada llena de cariño a Runa, quien le sonríe con amor - ¡Oh! ¡Pero si eres tu Louis! – se dirige a mi amigo, el cual le da un apretón de manos - ¿Sigues tu sueño sobre un buen restaurante?

- Aun, señor – asiente mi amigo con una sonrisa.

- Así me gusta, muchacho. Los sueños se hacen realidad si lo quieres – le guiña el ojo y luego le da unas palmadas en la espalda - ¿Piensan hospedarse aquí? ¡Sería un honor tenerte aquí de nuevo! ¡Y es más! ¡La paga corre por mi cuenta! Obviamente, no acepto un no por respuesta.

- Papa, creo que…

- Runa, sé que no debería hacer esto ¡Pero vamos! Harry no ha echado una mano en la crisis que tuvimos hace dos años. Te agradezco infinitamente por el cheque y la gran cantidad.

- Entre socios debemos ayudarnos – sonrió, pero sigo sintiendo la mirada llena de confusión de la hermana de Luna.

- Con razón, chico. Por cierto, Runa ¿Dónde está tu hermana?

El corazón me da un brinco con fuerza, haciendo que toda mi atención vaya a la castaña, quien está completamente nerviosa y mira a su padre con alarma.

- Luna esta con Tracy eligiendo el vestido de novia.

- ¡Oh, cierto! Mi hijo mayor por fin se casara. En estos tres años que Tracy es novia de Liam se ha vuelto muy amiga de mi hija menor, eso es bueno. ¿Recuerdas a Luna, verdad? Esta toda echa una mujer, aunque sigue igual de risueña y rebelde – rio Geoff.

Luna seguía igual que siempre. Luna no ha cambiado. Sigue siendo la Luna que ame estos cuatro años lejos de ella. Si ella sigue siendo igual ¿Sus sentimientos también? ¿Me seguirá amando como hace cuatro años atrás? ¿Tendrá novio? Lo único que puedo pensar es que ansió verla, y eso está mal, porque ella no merece que la vuelva a hacer sufrir como lo hice antes.

- Papa, yo personalmente llevare a Harry y Louis a su habitación – sonríe Runa en dirección de su padre. Encarno una ceja y la miro incrédulo.

- Perfecto, hija. Más tarde pasa por mi oficina para arreglar unos papeles ¿Qué te parece?

- Perfecto – dice ella sonriendo hasta que su padre se despide, quita la sonrisa y nos fusila con la mirada – Habitación 735 – suspira y llama a una empleada para que la suplante.

Nos dirigimos hacia el asesor, viene un muchacho con un carro y levanta nuestras maletas. Al entrar en el asesor, Runa toca el botón que nos lleva al piso siete, y pasamos unos minutos hasta que finalmente llegamos. El muchacho sale al igual que sale Louis, pero antes de que salga, Runa me toma con brusquedad el brazo y me tira hacia atrás. La miro sin entender al igual que los otros dos.

- Jeremy, acompaña al señor Tomlinson a su habitación, debo hacer algo pendiente primero.

El muchacho asiente y Runa toca otro botón, provocando que las puertas del asesor se cierren y luego toca otro, supongo que es para que no baje cuando alguien lo pida.

- Escúchame una cosa, Harry – dice levantando el dedo y apuntándome – No quiero que te acerques a Luna.

- Lo sé – asiento con la cabeza.

- No quiero que trates de buscarla o de hablarle. No te quiero ver cerca de ella.

- No pretendo hacerlo.

- ¿Cómo te atreves a volver y encima a hospedarte aquí? ¿Por qué ayudaste a mi padre en la crisis que tuvo hace dos años? Y no me creo que haya sido por relación entre socios.

- Lo hice por ella.

Runa niega con la cabeza mientras se cruza de brazos. Sé que piensa que soy un cínico, por todo lo que le he hecho sufrir a su hermana y encima ayudo luego a su padre a que no quede en la calle. Pero simplemente no había podido quedarme de los brazos cruzados. No podía dejar que ella quedara en la calle y no me arrepentía.

- Hay algo importante que debes saber de Luna.

La miro sin entender, en sus ojos se ve un abismo de tristeza y preocupación. Hace que comience a sentir miedo, miedo por ella, porque le haya pasado algo malo, algo que la perjudique en grande.

- Luna perdió la memoria hace tres años. No recuerda absolutamente nada de ti.

Horas después.

Aún sigo recostado en la cama, pensando y pensando en cómo pudo haber pasado esto, en como permití que esto llegara a suceder. Y es toda mi miserable culpa.

Me siento un desgraciado, una persona completamente egoísta y maldito por no haber pensado en que tanto le pudiera doler que haya partido. Pensé que Luna estaría mejor sin mí, pero le provoque un daño irreversible. Quiero morir en este instante, quiero dejar mi orgullo atrás y llorar por todo lo que he hecho, pero no puedo hacerlo, simplemente, las lágrimas no aparecen y dudo a que lo hagan.

- ¿De que estas hablando? – le susurre preocupado.

- Cuando llego el final del verano en el que tú prometiste volver por ella, cuando le juraste que se mantendrían en contacto, Luna comenzó a ir al aeropuerto todos los días de aquel verano por casi tres meses. El último día, fue con el auto de Liam y al no verte allí, tuvo un accidente de camino a casa. Perdió toda su memoria, y poco después de meses pudo recordarnos, pero no puede recordar exactamente qué sucedió en el verano en que se conocieron y el año donde estuvo deprimida y llorando porque tu no contestabas sus cartas – me dijo Runa soltando pequeñas lágrimas, las cuales se las limpio con rapidez – No debiste jugar así con ella, Harry. Sabias lo ingenua y sensible que era. Era una niña, solo tenía catorce años y estaba convencida de que eras el amor de su vida. Por eso tienes prohibido acercártele. No puedes hacerlo, no puedes causarle más daño de lo que ya le has hecho.

Y Runa tiene toda la razón. Ya no pertenezco a la vida de Luna por todo el daño que le he hecho. Soy un maldito desgraciado que se merece lo peor, lo sé, pero que eso no implicara en las personas que quiero.

Cuando conocí a Luna, ella solo era una niña de catorce años, con actitudes rebelde debido a su etapa de adolescencia, pero también era ingenua, soñadora y dulce. Nos conocimos cuando ella estaba ahogándose en la playa la noche en que me hospede en el hotel de su padre, ella estaba sacando tres pelotas del agua porque a unos niños se les estaban llevando la corriente. La salve, y después de mirar sus ojos azules-verdes me fue imposible separarme de ella.

En ese entonces, yo recién salía del reformatorio donde viví por un año aproximadamente, cumplía hace poco mis dieciocho años y era un completo imbécil, un imbécil que cambio después de que ella hiciera su magia en mí. Gracias a Luna, había dejado toda clase de droga y de creerme que era superior a todos. Toleraba más a Josh, quien antes ante la mínima estupidez que decía ya estaba golpeándolo, comencé a respetar a mi padre como nunca antes había hecho antes, valoraba aún más la amistad de Louis y mía. Y comprendí que la muerte de mi madre no había sido culpa mía. Gracias a Luna, mi vida la cual yo creía que era una mierda paso a ser hermosa. Realmente hermosa.

Louis aun no podía creer mis palabras, no cabía en su cabeza como pudo pasarle algo así a una persona maravillosa, pero sobre todo estaba triste porque sabía que Runa tenía razón y que no podía acercarme a su hermana. Mañana nos iremos a otro hotel y me disculpare con Geoff, inventare alguna excusa o algo, es el único que nunca supo que pasaba entre Luna y yo.

Me levanto de la cama y me voy al balcón, donde observo la playa a lo lejos, la cual está comenzando a ser deshabitada debido a que el sol se ha ocultado. Me alejo de la baranda donde estaba apoyado y comienzo a caminar devuelta hacia la habitación. Al menos si me voy, quiero visitar el lugar donde nos conocimos, donde todo empezó, donde cambio todo para nosotros sin siquiera sepamos.

Cierro la puerta y le mando mensaje a Louis, quien está tratando de buscar otro hotel, sobre que caminare un poco y que no me espere para cenar. No se cuánto tiempo me llevara, pero necesito ver aquel hermoso lugar.

Bajo las escaleras con rapidez sin permitirme esperar el ascensor, y una vez que llego a la recepción, camino hacia la salida, dispuesto a mi objetivo. Cruzo la calle y paso por arriba el barandal. Y justo está ahí, el pequeño puesto de bebidas donde más allá se puede ver una gran roca que esta incrustada en la arena. No entiendo como la marea no se la ha llevado después de todos estos años, pero de alguna forma me alegra que este allí aun.

Llego a la roca y me siento en ella, observando como el cielo se ha vuelto negro y muchas personas han desaparecido, dejando a solo unos pocos.

Veo en el mar que hay tres bolsas de plástico metidas en el agua, me hace recordar cuando rescate a Luna, una noche como esta.

Suspiro y pongo mi cabeza entre las rodillas, diciéndome a mí mismo que dejarla ir será lo mejor para ella y para mí. No puedo seguir pensando en el recuerdo de Luna, ella no me recuerda por lo que supongo que todo es más fácil para ella. Cuanto deseo verla.

- ¡Oigan, ustedes! ¡¿Qué no saben que las bolsas de plástico duran cuatro mil años en el mar y muchos peses mueren por eso?!

Mi corazón da un vuelco con fuerza y comienza a latirme hasta hacerme fallar la respiración. Tengo miedo de mirar hacia adelante, porque sé que esta ella ¿Y si me reconoce? ¿Y si me recuerda de repente? No, debo alejarme. Luna no debe recordarme, Luna esta mejor sin mí, Luna amara a otro hombre que no sea yo, por más que esa idea me duela.

- Bien, parece que voy a ser la única que voy a tener que ir a buscarla – la escucho refunfuñar.

Quiero reírme de la felicidad, porque aún sigue siendo gruñona y usa ese tono de irritación tan característico de ella. Quiero verla, quiero tocarla, besarla. Pero sé que si lo hago, no poder dejarla ir, y quizás esta vez, por siempre.

Me digo que tengo que ser fuerte, que debo levantarme y marcharme.

Soy un completo imbécil.

Levanto la mirada y allí la veo por detrás, esta con un vestido rosado pálido suelto con algunas flores de colores adornándolos, se ha quitado las sandalias y están desparramadas un poco más lejos de la orilla; Su cabello castaño ha crecido al igual que su estatura y su cuerpo ya no pertenece al de una niña de catorce años, sino de una mujer.

Es Luna.

Es mi Luna.

Sonrió. Simplemente soy feliz. Demasiado.

Luna se tropieza y se empapa toda. Olvide también que es algo torpe.

- ¡Mierda! – grita incorporándose y toma una bolsa – Malditos desgraciados que no aprecian la vida acuática ¡Algún día los peces gobernaran nuestro mundo y me trataran con amor solo a mí!

Deseo reírme a carcajadas. Una felicidad esta inundando todo mi cuerpo por dentro. Ya no puedo soportar esta felicidad. Soy demasiado feliz. Olvide lo que era eso.

- ¡¿Alguien me puede ayudar?! – grita de nuevo y toma la siguiente bolsa.

Luna se acerca aún más hacia la tercera, la cual está bastante lejos y hace que le llegue el agua hasta el cuello. Cuando la toma, veo que sonríe victoriosa. No veo bien su rostro de lejos, pero es hermosa, al igual que años atrás, sigue siendo tan hermosa, incluso mucho más.

Me levanto sobresaltado cuando observo que una ola se acerca, ella se da vuelta y la cubre por completo. Luna comienza a gritar pidiendo ayuda, grita que no sabe nadar, comienza a ahogarse. No puedo seguir viendo esto, por lo que corro hacia el mar sin importarme si me mojare o no. Nado lo más rápido que puedo hacia ella, no puedo dejar de pensar que moriría si ella quedara sin vida. El solo pensar que dejaría de respirar me hace querer desear mi muerte, no podría soportar un mundo sin que no exista Luna. Bastante sufrí por el hecho de que ella no esté en mi vida. No puedo dejar que le suceda nada malo.

Cuando pienso que es imposible alcanzarla, ella sujeta de mi mano desde bajo del agua, bajo también hasta abajo, sin antes respirar para aguantar la respiración. Me encuentro con sus ojos azules-verdes, los cuales son tan característicos de ella, se confunden con el agua, pero los veo tan claro que me quedo por segundos hipnotizados.

La vuelvo a la superficie y le sujeto con el brazo la cintura, atrayéndola más hacia a mí. Nado una vez más hacia la orilla, ella esta tosiendo agua a grandes cantidades lo que hace desesperarme aún más. Finalmente, tocamos la arena, aunque el agua sigue tocándonos, siento que ya no puedo alejarme más.
Me tiro en la arena boca arriba y respiro con dificultad. Dios, no volveré a usar jean para venir a la playa, ni siquiera a caminar. Hice demasiado esfuerzo y me duelen los músculos, hacia tanto que no nado.
Un vuelco siento nuevamente. Recuerdo quien está a mi lado. La persona con la que he soñado estos cuatro años, la cual he extrañado, la cual desee sus besos, sus caricias, las noches en que hacíamos el amor.

Giro mi cabeza y allí esta ella, mirándome fijamente, mientras una sonrisa se extiende en su rostro. Juro que sus ojos brillaban más que toda Bahamas.

- ¿Quién eres? – susurra ella.

Me es suficiente para que algo se rompa dentro.