Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Luna de miel de un millonario (Nick y Tu)[TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 15 de 20. • Comparte
Página 15 de 20. • 1 ... 9 ... 14, 15, 16 ... 20
De quien quereis que sea la próxima novela?
Re: Luna de miel de un millonario (Nick y Tu)[TERMINADA]
Muchas gracias por los comntario siento no haber subido antes ahora subo cap
Invitado
Invitado
Re: Luna de miel de un millonario (Nick y Tu)[TERMINADA]
Capítulo 15
Cuando ___________ se despertó a la mañana siguiente, por un fugaz instante no recordó dónde estaba. Pero luego, cuando contempló su antiguo dormitorio, ya más despejada, los recuerdos afloraron… y con ellos la desesperación.
Gimió y rodó al otro lado de la cama, enterrando la cara en las almohadas.
«No puedo soportarlo. Es demasiado». Mordiéndose un puño para no sollozar, se hizo un ovillo y rezó para volver a dormirse: sólo en el sueño podía encontrar un mínimo de tranquilidad. Tardó bastante, pero al final consiguió su objetivo.
Seguía allí, muerta para el mundo, cuando Danielle telefoneó. ___________ se despertó con un sobresalto cuando su madre le sacudió un hombro suavemente.
—¿Qué pasa? —exclamó, sentándose en la cama.
—Tienes una llamada —le dijo Janet Donnelly, tapando con la otra mano el micrófono del teléfono inalámbrico—. Danielle McClain.
___________ se quedó sorprendida. ¿Cómo habría sabido Danielle que estaba allí? Sólo había una respuesta a aquella pregunta: Nick debía de haber llamado a Kevin para contarle lo sucedido. Y luego Danielle habría concluido que ella no había tenido ningún lugar adonde ir que no fuera la casa de sus padres.
No quería hablar con Danielle. No quería hablar con nadie. ¿Pero cómo podía negarse, con su madre delante? Janet era una purista de las buenas maneras.
—Gracias —tomó el teléfono, y esperó a que su madre saliera de la habitación antes de hablar.
—Hola.
—___________, soy Danielle.
—Sí. Ya me lo ha dicho mamá.
—Por tu voz, deduzco que estás fatal.
—¿De veras?
—Sí, pobrecita… Mira, sé lo que pasó. Kevin tuvo que llamar a Nick ayer por un asunto urgente y él se lo contó. Tengo que decirte que, en mi opinión. Nick se ha comportado como un absoluto canalla. Ahora que Kevin no me está oyendo, puedo decirlo.
___________ suspiró.
—La culpa no fue toda suya.
—Tonterías. Él tuvo toda la culpa. Para empezar, nunca debió haberse casado contigo.
—Ya.
—Pareces tan triste… Dime. ¿Qué vas a hacer? No a largo plazo, sino hoy. ¿Qué piensas hacer hoy?
___________ soltó una nerviosa carcajada.
—Pretendía levantarme y salir a pedir empleo en una galería de arte que conozco. En una ocasión, su propietario me dijo que me lo daría si lo necesitaba. Pero la verdad es que no tengo fuerzas para hacerlo. Sólo tengo ganas de quedarme en la cama y seguir durmiendo…
—Eso es la depresión. No puedes hacer eso. Mira, hoy es mi día libre. Voy a buscarte e iremos juntas a esa galería de arte. ¿Dónde está, por cierto?
—En Bondi.
—Perfecto. Luego comeremos juntas. Conozco un sitio por allí. ¿Qué hora es? Mmmm… las diez y diecisiete minutos. Te daré de tiempo hasta las once para que te prepares. Levántate y dúchate. Y ponte algo de colores alegres.
___________ no supo qué decirle. Negarse era imposible. Danielle era como un torbellino. Su amabilidad la conmovió tanto que ya no pudo reprimir las lágrimas.
—Gracias —pronunció con voz ahogada.
—De nada.
—Vamos. Levántate y deja de llorar.
—¿Cómo sabías que estaba llorando?
—___________, yo también soy mujer.
Y una mujer increíblemente hermosa, según comprobó ___________ una vez más cuando le abrió la puerta a las once. Vestida con un elegante traje negro y una blusa de seda blanca estaba impresionante.
___________ envidió no sólo su belleza, sino su aire de absoluta seguridad y confianza en sí misma. Si algo positivo había sacado de aquella última semana, era su convencimiento de que, a su modo, ella era también una mujer atractiva, con una buena figura y un estilo propio.
Cuando Nick eligió para ella el vestido amarillo de lana que lucía en ese momento, le había parecido demasiado llamativo, demasiado escandaloso. Ahora, en cambio, ni su color ni su ajustado talle la molestaban lo más mínimo.
—Perfecto —aprobó Danielle, mirándola de arriba abajo—. Vamos, chica, recoge tu bolso y vámonos.
—Quiero llevarme un par de pinturas —dijo ___________, y señaló el paquete envuelto que había dejado en el vestíbulo, apoyado contra la pared—. Si eres tan amable de llevarme el bolso…
—¿Son tuyas? —le preguntó mientras bajaban los escalones del portal.
—Sí. Quiero ver qué es lo que Nathan piensa de ellas.
—¿Nathan?
—El dueño de la galería. Nathan Price.
—No lo conozco, pero es igual. La verdad es que no sé mucho de arte. ¿Son buenas?
—Yo así lo creo.
—Me gusta ese tono —la miró, alegre—. Muy positivo.
—Es difícil no ser positiva a tu lado, Danielle.
—¡Qué cosas tan bonitas me dices!
«Y qué maravillosa persona eres tú», pensó ___________ mientras se dirigían a la galería. No le sorprendía que Kevin la quisiera tanto.
Ese último pensamiento, sin embargo, fue como una espada de doble filo, porque la llevaba a ansiar de nuevo la luna… ¡Qué no habría dado por que Nick la hubiera mirado como Kevin miraba siempre a Danielle, y Joe a Anna! Pero él nunca la había mirado así. Ni nunca lo haría.
Danielle conducía en silencio, indecisa sobre si sacar el tema de Nick o no. No tenía ninguna intención de decirle que Nick creía haberse enamorado de ella durante su segunda luna de miel, porque, francamente, lo dudaba. Que la deseara era otra cosa. Danielle dudaba seriamente de la capacidad de Nick para enamorarse, sobre todo cuando en teoría lo había estado de aquella patética y engreída top model…
Decidió esperar a ver a Nick aquella noche antes de formular juicio alguno sobre ese punto. Se estaba convirtiendo en una especialista en interpretar en lenguaje corporal: su trabajo en el negocio inmobiliario le estaba enseñando muchas cosas. En esos días podía saber, simplemente mirando a un cliente, si se trataba de un comprador serio o no. A esas alturas, a Nick le resultaría muy difícil engañarla.
Mientras tanto, necesitaba averiguar lo que ___________ sentía por su marido. Obviamente, se sentía muy dolida. Quizás hasta lo odiaba. Pero demasiadas veces el odio era precisamente la otra cara del amor.
En cualquier cosa, lo de poner a prueba las frágiles emociones de ___________ bien podría esperar hasta la hora de comer. La invitaría a una copa de vino o dos, y esperaría a que se relajara lo suficiente antes de abordar un tema tan delicado.
—¿Dónde está esa galería de arte? —le preguntó cuando ya se acercaban a Bondi.
—Gira a la izquierda en el siguiente semáforo. Y luego la segunda calle a la derecha. Detrás hay lugar para aparcar.
Danielle encontró la galería, un edificio de color gris claro de dos plantas, contiguo a un callejón que llevaba al aparcamiento trasero. En la fachada, un enorme ventanal proporcionaba una vista completa de las obras expuestas, entre ellas una gran colección de cerámica.
La campanilla de la puerta anunció su entrada y un hombre rubio, vestido con una camisa rosa y una corbata de estampado de Cachemira salió de la trastienda. Al principio no pareció reconocer a ___________, pero en seguida una enorme sonrisa se dibujó en su rostro de rasgos finos y atractivos.
—___________, querida… ¡Cuánto tiempo! ¡Estás guapísima! Y… ¿qué es lo que me traes? ¿Pinturas nuevas? Vamos a ver…
—Son diferentes de lo que he hecho hasta ahora —dijo ella mientras desenvolvía el paquete—. Son para mirarlas de lejos —colocó las pinturas sobre un aparador, apoyándolas en la pared.
Tanto Nathan Price como Danielle se quedaron impresionados. No sólo eran buenas, pensó Danielle. Eran obras maestras.
—¡Dios mío! —exclamó Nathan, llevándose las manos a las mejillas. Aquel gesto resultó más elocuente que cualquier palabra.
—¿Te gustan? —inquirió ___________, sonrojándose.
Ambas pinturas eran desnudos. La primera se titulaba Desesperación. Un título muy adecuado. Una joven morena estaba sentada en un taburete, con los hombros hundidos y la cabeza entre las manos. No se le veía el rostro: afortunadamente, aquel detalle la volvía irreconocible. Y afortunadamente también, las partes más íntimas de su cuerpo no resultaban visibles.
La segunda pintura no era tan discreta como la primera. La joven morena estaba sentada a horcajadas sobre una silla, con los brazos apoyados en el respaldo. De la parte inferior sólo se veían las piernas, pero se podían distinguir perfectamente los senos, con los pezones endurecidos.
Una vez más. ___________ se alegró de haber hecho irreconocible su rostro con un eficaz uso de las sombras. Sólo se le veía un ojo, un ojo increíble con una expresión tan intensa como inconfundible: el título. Deseo, resultaba casi innecesario.
Era la pintura más cargada de erotismo que Danielle había visto en su vida.
—¿Las ha visto Nick? —le preguntó en voz baja, un poco ronca. Mirar aquella pintura le había acelerado la respiración. Podía imaginar perfectamente la reacción de un hombre…
—No.
Su respuesta no la sorprendió.
—Podría conseguir treinta de los grandes sólo por ésta —declaró Nathan, señalando la pintura titulada Deseo—. Tengo varios clientes acaudalados que compran desnudos. Por la otra no creo que saquemos tanto. Quizá sólo veinte.
___________ se lo quedó mirando de hito en hito. ¡Cincuenta mil dólares! Ya había sabido que eran buenas, pero no tanto…
—Por supuesto, si pintases algunas más —añadió Nathan, con los ojos brillantes—, podríamos montar una exposición, por ejemplo, para antes de Navidad. Con la publicidad adecuada, causarías sensación.
___________ no sabía qué decir.
—Has encontrado tú fuerte, cariño —continuó Nathan—. Los desnudos siempre se venden bien. Pero te sugiero que pintes una rubia la próxima vez. Y un cambio de escenario. Tu amiga… —miró a Danielle de arriba abajo— podría ser un buen modelo. Pero conserva el blanco y negro. Es muy expresivo.
—¿Y qué tal un hombre? —sugirió ___________, evocando el cuerpo desnudo de Nick. No necesitaría que posara para ella. Recordaba cada línea de su cuerpo. Cada músculo.
—Eso sería aún mejor —exclamó Nathan, entusiasmado—. ¡Ampliarías tu mercado potencial con unos cuantos desnudos masculinos!
—No estaba pensando en varios —repuso ___________—, sino en uno. Uno solo. Tardé cerca de tres meses en pintar esos dos.
—Ya, pero ahora que sabes que son buenos… —le señaló Nathan, con tono petulante— pintarás con mayor rapidez. No hay nada como la confianza en uno mismo para eso, y la inspiración. Todavía quedan siete meses para Navidad. Con cuatro obras más bastará. Pongamos dos rubias y dos hombres. ¿Qué me dices?
—No lo sé, Nathan. Yo sólo he venido a darte una opinión, y a pedirte trabajo.
—¿Trabajo? Oh, cariño, siento no poder ofrecerte nada. En estos momentos la situación es bastante difícil. Ya tengo a una chica que viene a ayudarme los fines de semana y los días de exposición. Y no puedo despedirla a ella para contratarte a ti. ¿Verdad?
—Por supuesto que no.
—Mira, cariño —acercándose, le tomó las manos entre las suyas—, aprovecha esta oportunidad para pintar. Pon toda tu emoción en el trabajo.
—No sé, Nathan —la verdad era que no se sentía con mucho ánimo para hacerlo. Volvía a sentirse terriblemente cansada—. Yo… pensaré sobre ello.
—No te las lleves —objetó Nathan al ver que se disponía a envolver de nuevo las pinturas—. ¿Y si las mando enmarcar y las exponemos? Quizá recibamos alguna oferta.
—De acuerdo —aceptó ___________—. Pero no las vendas sin consultarme antes.
—Como quieras.
—¿Estás segura de que quieres vender esas pinturas? —le preguntó Danielle minutos después, mientras tomaban el aperitivo. Ella había pedido un agua mineral, y su amiga una copa de Chardonnay, de las bodegas de Hunter Valley. Estaban en una cafetería del barrio; no era nada del otro mundo, pero Danielle la conocía y la comida era buena—. Son magníficos, pero cualquiera podría darse cuenta de que la morena eres tú.
—¿Tan obvio es?
—Sí.
___________ bajó su copa de vino.
—¿Qué importa? A Nick, desde luego, no le va a importar. No me quiere, ni a mí ni a mis pinturas.
—¿Estás segura de eso?
—Completamente.
—¿Tú le sigues queriendo, ___________?
—No debería —desvió la mirada, sacudiendo la cabeza—. Sé que no debería.
—Pero le quieres.
Asintió, incapaz de hablar.
De pronto Danielle no supo qué hacer ni qué decir. Lo único que sabía era que tenía que asegurarse de que lo que ___________ creía era realmente la verdad. Si Nick no la quería, entonces se merecía lo que le ocurriera. Pero si realmente la amaba… entonces tenía que saber que aquella encantadora mujer seguía amándolo a su vez.
—Nick vendrá a cenar esta noche a casa.
___________ alzó la cabeza y se la quedó mirando con una expresión que era una mezcla de sorpresa y reproche.
—No ha sido idea mía —se apresuró a explicarle Danielle—, sino de mi media naranja. Y yo no pude negarme.
___________ suspiró resignada.
—Nick y Kevin están muy unidos. Por no hablar de Joe. Ninguno de los dos aprobó que Nick se casara conmigo. Pero estuvieron en nuestra boda y no dijeron una sola palabra.
—Nunca lo habrían hecho. Son amigos muy leales.
—Lo entiendo. Pero no tienen nada en común, excepto quizá el golf, y que son muy ricos. ¿Por qué son tan buenos amigos?
—Kevin no siempre fue rico —le señaló Danielle—. Cada uno aprecia las virtudes de los demás. Y se comprenden muy bien. Estuvieron juntos en el internado, compartiendo la misma habitación. Y también en la universidad. Hasta que el padre de Kevin se suicidó. Eso lo sabías, ¿verdad?
—Sí. Nick me contó la historia después del jaleo que se montó en vuestra boda.
—Aquello dejó destrozado a Kevin. Se convirtió en un ser amargado. Tanto Nick como Joe le ayudaron mucho.
De repente. ___________ frunció el ceño.
—¿Sabías que el padre de Nick había sido un maltratador?
—Cielos, no. No tenía ni idea. Y no creo que Kevin lo sepa tampoco. Si lo sabía, jamás me lo mencionó.
—A Nick no le gusta hablar de ello.
—Pero a ti te lo dijo.
—Sólo recientemente.
«Durante su segunda luna de miel», pensó Danielle. Cuando Nick afirmaba haberse enamorado de ella…
Tuvo oportunidad de seguir pensando sobre ello durante la comida. Y durante el trayecto de vuelta a Woolahra.
—Gracias por la comida, Danielle —le dijo ___________, una vez ante la casa de sus padres—. Y por haberme acompañado a ver a Nathan.
—¿Qué harás si te llama para decirte que ha encontrado comprador para tus pinturas? ¿Las venderás o esperarás a montar la exposición?
—Ahora mismo no lo sé. Es posible que no haga ni una cosa ni la otra. Son pinturas íntimas. Danielle. La verdad es que nunca pensé realmente en venderlas. Sólo quería saber la opinión de Nathan.
—No tienes por qué venderlas si no quieres.
—No, desde luego —no le gustaba la idea de que la gente las mirara y pensara que era ella. Ciertamente había ejercitado su imaginación, pero el sentimiento, las emociones habían sido todas suyas. Suspirando, miró de nuevo a Danielle—. ¿Le dirás a Nick que has estado conmigo hoy?
—Sí, ¿por qué no? Tú eres mi amiga. Él no.
—¿De verdad?
Su vulnerabilidad resultaba conmovedora. «Mataré a ese hombre si al final resulta que no te quiere», pensó Danielle mientras se inclinaba para darle un beso en la mejilla.
—Por supuesto que sí. Te llamaré mañana en algún momento. Y no te quedes con los brazos cruzados. Aunque no decidas vender esas dos pinturas en particular, sigue pintando. Y no duermas demasiado. El mundo del arte está esperando a su nuevo genio.
—Ojalá —rió ___________, irónica, antes de bajarse del coche.
—¡Las ilusiones estás destinadas a hacerse realidad!
«Sólo algunas, Danielle», pensó ___________, triste, mientras se despedía con la mano. «Sólo algunas».
Cuando ___________ se despertó a la mañana siguiente, por un fugaz instante no recordó dónde estaba. Pero luego, cuando contempló su antiguo dormitorio, ya más despejada, los recuerdos afloraron… y con ellos la desesperación.
Gimió y rodó al otro lado de la cama, enterrando la cara en las almohadas.
«No puedo soportarlo. Es demasiado». Mordiéndose un puño para no sollozar, se hizo un ovillo y rezó para volver a dormirse: sólo en el sueño podía encontrar un mínimo de tranquilidad. Tardó bastante, pero al final consiguió su objetivo.
Seguía allí, muerta para el mundo, cuando Danielle telefoneó. ___________ se despertó con un sobresalto cuando su madre le sacudió un hombro suavemente.
—¿Qué pasa? —exclamó, sentándose en la cama.
—Tienes una llamada —le dijo Janet Donnelly, tapando con la otra mano el micrófono del teléfono inalámbrico—. Danielle McClain.
___________ se quedó sorprendida. ¿Cómo habría sabido Danielle que estaba allí? Sólo había una respuesta a aquella pregunta: Nick debía de haber llamado a Kevin para contarle lo sucedido. Y luego Danielle habría concluido que ella no había tenido ningún lugar adonde ir que no fuera la casa de sus padres.
No quería hablar con Danielle. No quería hablar con nadie. ¿Pero cómo podía negarse, con su madre delante? Janet era una purista de las buenas maneras.
—Gracias —tomó el teléfono, y esperó a que su madre saliera de la habitación antes de hablar.
—Hola.
—___________, soy Danielle.
—Sí. Ya me lo ha dicho mamá.
—Por tu voz, deduzco que estás fatal.
—¿De veras?
—Sí, pobrecita… Mira, sé lo que pasó. Kevin tuvo que llamar a Nick ayer por un asunto urgente y él se lo contó. Tengo que decirte que, en mi opinión. Nick se ha comportado como un absoluto canalla. Ahora que Kevin no me está oyendo, puedo decirlo.
___________ suspiró.
—La culpa no fue toda suya.
—Tonterías. Él tuvo toda la culpa. Para empezar, nunca debió haberse casado contigo.
—Ya.
—Pareces tan triste… Dime. ¿Qué vas a hacer? No a largo plazo, sino hoy. ¿Qué piensas hacer hoy?
___________ soltó una nerviosa carcajada.
—Pretendía levantarme y salir a pedir empleo en una galería de arte que conozco. En una ocasión, su propietario me dijo que me lo daría si lo necesitaba. Pero la verdad es que no tengo fuerzas para hacerlo. Sólo tengo ganas de quedarme en la cama y seguir durmiendo…
—Eso es la depresión. No puedes hacer eso. Mira, hoy es mi día libre. Voy a buscarte e iremos juntas a esa galería de arte. ¿Dónde está, por cierto?
—En Bondi.
—Perfecto. Luego comeremos juntas. Conozco un sitio por allí. ¿Qué hora es? Mmmm… las diez y diecisiete minutos. Te daré de tiempo hasta las once para que te prepares. Levántate y dúchate. Y ponte algo de colores alegres.
___________ no supo qué decirle. Negarse era imposible. Danielle era como un torbellino. Su amabilidad la conmovió tanto que ya no pudo reprimir las lágrimas.
—Gracias —pronunció con voz ahogada.
—De nada.
—Vamos. Levántate y deja de llorar.
—¿Cómo sabías que estaba llorando?
—___________, yo también soy mujer.
Y una mujer increíblemente hermosa, según comprobó ___________ una vez más cuando le abrió la puerta a las once. Vestida con un elegante traje negro y una blusa de seda blanca estaba impresionante.
___________ envidió no sólo su belleza, sino su aire de absoluta seguridad y confianza en sí misma. Si algo positivo había sacado de aquella última semana, era su convencimiento de que, a su modo, ella era también una mujer atractiva, con una buena figura y un estilo propio.
Cuando Nick eligió para ella el vestido amarillo de lana que lucía en ese momento, le había parecido demasiado llamativo, demasiado escandaloso. Ahora, en cambio, ni su color ni su ajustado talle la molestaban lo más mínimo.
—Perfecto —aprobó Danielle, mirándola de arriba abajo—. Vamos, chica, recoge tu bolso y vámonos.
—Quiero llevarme un par de pinturas —dijo ___________, y señaló el paquete envuelto que había dejado en el vestíbulo, apoyado contra la pared—. Si eres tan amable de llevarme el bolso…
—¿Son tuyas? —le preguntó mientras bajaban los escalones del portal.
—Sí. Quiero ver qué es lo que Nathan piensa de ellas.
—¿Nathan?
—El dueño de la galería. Nathan Price.
—No lo conozco, pero es igual. La verdad es que no sé mucho de arte. ¿Son buenas?
—Yo así lo creo.
—Me gusta ese tono —la miró, alegre—. Muy positivo.
—Es difícil no ser positiva a tu lado, Danielle.
—¡Qué cosas tan bonitas me dices!
«Y qué maravillosa persona eres tú», pensó ___________ mientras se dirigían a la galería. No le sorprendía que Kevin la quisiera tanto.
Ese último pensamiento, sin embargo, fue como una espada de doble filo, porque la llevaba a ansiar de nuevo la luna… ¡Qué no habría dado por que Nick la hubiera mirado como Kevin miraba siempre a Danielle, y Joe a Anna! Pero él nunca la había mirado así. Ni nunca lo haría.
Danielle conducía en silencio, indecisa sobre si sacar el tema de Nick o no. No tenía ninguna intención de decirle que Nick creía haberse enamorado de ella durante su segunda luna de miel, porque, francamente, lo dudaba. Que la deseara era otra cosa. Danielle dudaba seriamente de la capacidad de Nick para enamorarse, sobre todo cuando en teoría lo había estado de aquella patética y engreída top model…
Decidió esperar a ver a Nick aquella noche antes de formular juicio alguno sobre ese punto. Se estaba convirtiendo en una especialista en interpretar en lenguaje corporal: su trabajo en el negocio inmobiliario le estaba enseñando muchas cosas. En esos días podía saber, simplemente mirando a un cliente, si se trataba de un comprador serio o no. A esas alturas, a Nick le resultaría muy difícil engañarla.
Mientras tanto, necesitaba averiguar lo que ___________ sentía por su marido. Obviamente, se sentía muy dolida. Quizás hasta lo odiaba. Pero demasiadas veces el odio era precisamente la otra cara del amor.
En cualquier cosa, lo de poner a prueba las frágiles emociones de ___________ bien podría esperar hasta la hora de comer. La invitaría a una copa de vino o dos, y esperaría a que se relajara lo suficiente antes de abordar un tema tan delicado.
—¿Dónde está esa galería de arte? —le preguntó cuando ya se acercaban a Bondi.
—Gira a la izquierda en el siguiente semáforo. Y luego la segunda calle a la derecha. Detrás hay lugar para aparcar.
Danielle encontró la galería, un edificio de color gris claro de dos plantas, contiguo a un callejón que llevaba al aparcamiento trasero. En la fachada, un enorme ventanal proporcionaba una vista completa de las obras expuestas, entre ellas una gran colección de cerámica.
La campanilla de la puerta anunció su entrada y un hombre rubio, vestido con una camisa rosa y una corbata de estampado de Cachemira salió de la trastienda. Al principio no pareció reconocer a ___________, pero en seguida una enorme sonrisa se dibujó en su rostro de rasgos finos y atractivos.
—___________, querida… ¡Cuánto tiempo! ¡Estás guapísima! Y… ¿qué es lo que me traes? ¿Pinturas nuevas? Vamos a ver…
—Son diferentes de lo que he hecho hasta ahora —dijo ella mientras desenvolvía el paquete—. Son para mirarlas de lejos —colocó las pinturas sobre un aparador, apoyándolas en la pared.
Tanto Nathan Price como Danielle se quedaron impresionados. No sólo eran buenas, pensó Danielle. Eran obras maestras.
—¡Dios mío! —exclamó Nathan, llevándose las manos a las mejillas. Aquel gesto resultó más elocuente que cualquier palabra.
—¿Te gustan? —inquirió ___________, sonrojándose.
Ambas pinturas eran desnudos. La primera se titulaba Desesperación. Un título muy adecuado. Una joven morena estaba sentada en un taburete, con los hombros hundidos y la cabeza entre las manos. No se le veía el rostro: afortunadamente, aquel detalle la volvía irreconocible. Y afortunadamente también, las partes más íntimas de su cuerpo no resultaban visibles.
La segunda pintura no era tan discreta como la primera. La joven morena estaba sentada a horcajadas sobre una silla, con los brazos apoyados en el respaldo. De la parte inferior sólo se veían las piernas, pero se podían distinguir perfectamente los senos, con los pezones endurecidos.
Una vez más. ___________ se alegró de haber hecho irreconocible su rostro con un eficaz uso de las sombras. Sólo se le veía un ojo, un ojo increíble con una expresión tan intensa como inconfundible: el título. Deseo, resultaba casi innecesario.
Era la pintura más cargada de erotismo que Danielle había visto en su vida.
—¿Las ha visto Nick? —le preguntó en voz baja, un poco ronca. Mirar aquella pintura le había acelerado la respiración. Podía imaginar perfectamente la reacción de un hombre…
—No.
Su respuesta no la sorprendió.
—Podría conseguir treinta de los grandes sólo por ésta —declaró Nathan, señalando la pintura titulada Deseo—. Tengo varios clientes acaudalados que compran desnudos. Por la otra no creo que saquemos tanto. Quizá sólo veinte.
___________ se lo quedó mirando de hito en hito. ¡Cincuenta mil dólares! Ya había sabido que eran buenas, pero no tanto…
—Por supuesto, si pintases algunas más —añadió Nathan, con los ojos brillantes—, podríamos montar una exposición, por ejemplo, para antes de Navidad. Con la publicidad adecuada, causarías sensación.
___________ no sabía qué decir.
—Has encontrado tú fuerte, cariño —continuó Nathan—. Los desnudos siempre se venden bien. Pero te sugiero que pintes una rubia la próxima vez. Y un cambio de escenario. Tu amiga… —miró a Danielle de arriba abajo— podría ser un buen modelo. Pero conserva el blanco y negro. Es muy expresivo.
—¿Y qué tal un hombre? —sugirió ___________, evocando el cuerpo desnudo de Nick. No necesitaría que posara para ella. Recordaba cada línea de su cuerpo. Cada músculo.
—Eso sería aún mejor —exclamó Nathan, entusiasmado—. ¡Ampliarías tu mercado potencial con unos cuantos desnudos masculinos!
—No estaba pensando en varios —repuso ___________—, sino en uno. Uno solo. Tardé cerca de tres meses en pintar esos dos.
—Ya, pero ahora que sabes que son buenos… —le señaló Nathan, con tono petulante— pintarás con mayor rapidez. No hay nada como la confianza en uno mismo para eso, y la inspiración. Todavía quedan siete meses para Navidad. Con cuatro obras más bastará. Pongamos dos rubias y dos hombres. ¿Qué me dices?
—No lo sé, Nathan. Yo sólo he venido a darte una opinión, y a pedirte trabajo.
—¿Trabajo? Oh, cariño, siento no poder ofrecerte nada. En estos momentos la situación es bastante difícil. Ya tengo a una chica que viene a ayudarme los fines de semana y los días de exposición. Y no puedo despedirla a ella para contratarte a ti. ¿Verdad?
—Por supuesto que no.
—Mira, cariño —acercándose, le tomó las manos entre las suyas—, aprovecha esta oportunidad para pintar. Pon toda tu emoción en el trabajo.
—No sé, Nathan —la verdad era que no se sentía con mucho ánimo para hacerlo. Volvía a sentirse terriblemente cansada—. Yo… pensaré sobre ello.
—No te las lleves —objetó Nathan al ver que se disponía a envolver de nuevo las pinturas—. ¿Y si las mando enmarcar y las exponemos? Quizá recibamos alguna oferta.
—De acuerdo —aceptó ___________—. Pero no las vendas sin consultarme antes.
—Como quieras.
—¿Estás segura de que quieres vender esas pinturas? —le preguntó Danielle minutos después, mientras tomaban el aperitivo. Ella había pedido un agua mineral, y su amiga una copa de Chardonnay, de las bodegas de Hunter Valley. Estaban en una cafetería del barrio; no era nada del otro mundo, pero Danielle la conocía y la comida era buena—. Son magníficos, pero cualquiera podría darse cuenta de que la morena eres tú.
—¿Tan obvio es?
—Sí.
___________ bajó su copa de vino.
—¿Qué importa? A Nick, desde luego, no le va a importar. No me quiere, ni a mí ni a mis pinturas.
—¿Estás segura de eso?
—Completamente.
—¿Tú le sigues queriendo, ___________?
—No debería —desvió la mirada, sacudiendo la cabeza—. Sé que no debería.
—Pero le quieres.
Asintió, incapaz de hablar.
De pronto Danielle no supo qué hacer ni qué decir. Lo único que sabía era que tenía que asegurarse de que lo que ___________ creía era realmente la verdad. Si Nick no la quería, entonces se merecía lo que le ocurriera. Pero si realmente la amaba… entonces tenía que saber que aquella encantadora mujer seguía amándolo a su vez.
—Nick vendrá a cenar esta noche a casa.
___________ alzó la cabeza y se la quedó mirando con una expresión que era una mezcla de sorpresa y reproche.
—No ha sido idea mía —se apresuró a explicarle Danielle—, sino de mi media naranja. Y yo no pude negarme.
___________ suspiró resignada.
—Nick y Kevin están muy unidos. Por no hablar de Joe. Ninguno de los dos aprobó que Nick se casara conmigo. Pero estuvieron en nuestra boda y no dijeron una sola palabra.
—Nunca lo habrían hecho. Son amigos muy leales.
—Lo entiendo. Pero no tienen nada en común, excepto quizá el golf, y que son muy ricos. ¿Por qué son tan buenos amigos?
—Kevin no siempre fue rico —le señaló Danielle—. Cada uno aprecia las virtudes de los demás. Y se comprenden muy bien. Estuvieron juntos en el internado, compartiendo la misma habitación. Y también en la universidad. Hasta que el padre de Kevin se suicidó. Eso lo sabías, ¿verdad?
—Sí. Nick me contó la historia después del jaleo que se montó en vuestra boda.
—Aquello dejó destrozado a Kevin. Se convirtió en un ser amargado. Tanto Nick como Joe le ayudaron mucho.
De repente. ___________ frunció el ceño.
—¿Sabías que el padre de Nick había sido un maltratador?
—Cielos, no. No tenía ni idea. Y no creo que Kevin lo sepa tampoco. Si lo sabía, jamás me lo mencionó.
—A Nick no le gusta hablar de ello.
—Pero a ti te lo dijo.
—Sólo recientemente.
«Durante su segunda luna de miel», pensó Danielle. Cuando Nick afirmaba haberse enamorado de ella…
Tuvo oportunidad de seguir pensando sobre ello durante la comida. Y durante el trayecto de vuelta a Woolahra.
—Gracias por la comida, Danielle —le dijo ___________, una vez ante la casa de sus padres—. Y por haberme acompañado a ver a Nathan.
—¿Qué harás si te llama para decirte que ha encontrado comprador para tus pinturas? ¿Las venderás o esperarás a montar la exposición?
—Ahora mismo no lo sé. Es posible que no haga ni una cosa ni la otra. Son pinturas íntimas. Danielle. La verdad es que nunca pensé realmente en venderlas. Sólo quería saber la opinión de Nathan.
—No tienes por qué venderlas si no quieres.
—No, desde luego —no le gustaba la idea de que la gente las mirara y pensara que era ella. Ciertamente había ejercitado su imaginación, pero el sentimiento, las emociones habían sido todas suyas. Suspirando, miró de nuevo a Danielle—. ¿Le dirás a Nick que has estado conmigo hoy?
—Sí, ¿por qué no? Tú eres mi amiga. Él no.
—¿De verdad?
Su vulnerabilidad resultaba conmovedora. «Mataré a ese hombre si al final resulta que no te quiere», pensó Danielle mientras se inclinaba para darle un beso en la mejilla.
—Por supuesto que sí. Te llamaré mañana en algún momento. Y no te quedes con los brazos cruzados. Aunque no decidas vender esas dos pinturas en particular, sigue pintando. Y no duermas demasiado. El mundo del arte está esperando a su nuevo genio.
—Ojalá —rió ___________, irónica, antes de bajarse del coche.
—¡Las ilusiones estás destinadas a hacerse realidad!
«Sólo algunas, Danielle», pensó ___________, triste, mientras se despedía con la mano. «Sólo algunas».
Invitado
Invitado
Re: Luna de miel de un millonario (Nick y Tu)[TERMINADA]
Nueva Lectora!
Siguee(: Amo la nove *o*
Siguee(: Amo la nove *o*
Invitado
Invitado
Re: Luna de miel de un millonario (Nick y Tu)[TERMINADA]
Woooww!
ehhh siiguelaaa xD!!
me encantaaaaaaaa y lo de las pinturas genial!!!
ya tengo una idea de lo que va a pasar pero no lo dire muhahahah xD
ehhh siiguelaaa xD!!
me encantaaaaaaaa y lo de las pinturas genial!!!
ya tengo una idea de lo que va a pasar pero no lo dire muhahahah xD
maiih* [:
Re: Luna de miel de un millonario (Nick y Tu)[TERMINADA]
Nick esta enamorado? :affraid: :affraid:
SIGUELAAAAA
SIGUELAAAAA
Faby Evans Jonas
Re: Luna de miel de un millonario (Nick y Tu)[TERMINADA]
siguela!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
me encantaaaaaa
es muy vuena!!! 8)
me encantaaaaaa
es muy vuena!!! 8)
Elena95
Re: Luna de miel de un millonario (Nick y Tu)[TERMINADA]
me encanta esta super porfisss sube mas capizz
Invitado
Invitado
Re: Luna de miel de un millonario (Nick y Tu)[TERMINADA]
Siguelaa esta hermosaa esta novee.. será que Nick si se nemaoro de mi? o no y que dirá si llega alguna vez a ver las pinturas?... que Se le pasara por la mente? volveré con el? laguien más se fijara en mi y le hará imposible la lucha a Nick y lo hará sentir Celoso? muchas preguntas que solo tendran respuesta con más capitulos
:twisted: Danne G.
Re: Luna de miel de un millonario (Nick y Tu)[TERMINADA]
izzi
Siguelaa esta hermosaa esta novee.. será que Nick si se nemaoro de mi? o no y que dirá si llega alguna vez a ver las pinturas?... que Se le pasara por la mente? volveré con el? laguien más se fijara en mi y le hará imposible la lucha a Nick y lo hará sentir Celoso? muchas preguntas que solo tendran respuesta con más capitulos
Twisted Evil
yo tambn digo lo mismo.
soy nueva lectora.
siguela pronto.
bye
besos y abrasos
katherine1211
Página 15 de 20. • 1 ... 9 ... 14, 15, 16 ... 20
Temas similares
» Luna de miel de un millonario |LouisTomlinson & Tu| Adaptacion *HOT* (TERMINADA)
» Luna de miel de un millonario Joe y Tu
» '' EL MILLONARIO '' (NICK JONAS & TU) ADAPTACION [TERMINADA]
» []...El Millonario y Ella...[] (Nick Jonas & Tu) TERMINADA
» Una gota de miel a la luz de la luna.
» Luna de miel de un millonario Joe y Tu
» '' EL MILLONARIO '' (NICK JONAS & TU) ADAPTACION [TERMINADA]
» []...El Millonario y Ella...[] (Nick Jonas & Tu) TERMINADA
» Una gota de miel a la luz de la luna.
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 15 de 20.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.